De Eredan.
Acto 1 : Caída del Cielo
Viaje
Desde hacia varios días que los miembros de la Kotoba transitaban por los caminos imperiales. Habían atravesado varios pueblos, y en cada uno de ellos, los residentes al ver la llegada de los ilustres héroes, les ofrecían alojamiento y realizaban fiestas suntuosas en su honor. Terminaban de pasar Okia, la ciudad más lejana de la capital imperial, pero la más cercana a la Tumba de los Ancestros. La ubicación de la piedra caída del cielo se encontraba a tan solo dos días de marcha.
A continuación atravesaron las grandes puertas de Ji, construidas por los Ancestros para guiar a los muertos hacia el sitio donde sus almas descansarían eternamente. Rompiéndose así, el tratado existente entre el Imperio y los Draconianos. Pero poco importaba, los tiempos habían cambiado el resultado de la victoria obtenida por los extranjeros. O al menos eso creían....
Los caminos que cruzaban esas tierras no eran más que senderos olvidados. Hasta que Amaya encontró huellas.
-Ahí! Miren! Exclamo ella.
La joven señalo una humareda que se elevaba al cielo no muy lejos de donde se encontraban. Aku tímidamente se acerco al Señor Imperial.
- Creo que se de quienes se trata. No tenemos nada que temerles.
Rápidamente los Kotoba se acercaron a ese lugar, sin sorprenderse de los personajes enigmáticos. Uno de ellos estaba vestido con un traje y maquillaje gracioso, mientras que el otro era un enorme monstruo tan musculoso como gordo.
- Kyoshiro y Okooni! - Exclamo el joven Iro, a la vez que se dibujaban dos estrellas en sus ojos. Los dos personajes se acercaron hacia el grupo.
-Que bueno que estén aquí. Casi estamos reunidos todos los Kotoba, les dijo Gyakusha. Kyoshiro, el menor de los dos, se adelanto para saludar.
- Mi señor. Hemos visto estrellarse la piedra meteórica y supuse al instante que vendrían desde lejos hasta este lugar.
Sen´Ryaku se dirigió rápidamente hacia el fuego y lo apago.
- Esto no es para nada inteligente, por el contrario. Los dragones no están muy lejos de aquí, nos descubrirán! Exclamo ella.
En respuesta Kyoshiro la miro a los ojos asintiendo negativamente con la cabeza.
- Ellos desde hace tiempo que saben de nuestra llegada. No los subestimes
Campamento
Fue un excelente día, los Enviados de Noz´Dingard habían logrado establecer su campamento a los pies de la piedra caída del cielo.
Zahal, Eglantyna y Moira se habían marchado para explorar los alrededores y vigilar la posible llegada de sus enemigos: la Kotoba. Durante ese tiempo, el resto del clan charlaba tranquilamente, disfrutando de la relativa tranquilidad del lugar.
El Profeta reposaba en un sillón de viaje, mientras rascaba despacio a Kounuk quien emitía un chillido de placer. A su vez, Anryena hablaba con su nieto sobre un tema que apasionaba al joven: su familia.
- Anryena, usted es la madre del Profeta y por lo tanto mi abuela. Pero el Profeta nunca quiso decirme quién fue su padre.
- Hijo mío, es natural que quieras saber sobre nuestro linaje. Pienso que hay secretos que tu padre debería haberte revelado hace tiempo y por eso te los contare. El joven empezó a impacientarse.
- Yo soy la hija del Dragón y de Zaina, la primer Guerrera-Mágica.
Aerouant abrió grande los ojos y la conexión se hizo evidente. Él era nieto del gran Dragón! Sentado en su sillón, el Profeta escuchaba a su madre, cuya apariencia fue siempre la de una mujer joven y bella.
- Yo tuve dos hijos, el primero fue tu padre. Mientras que el segundo, y aun mas sorprendente, es tu tío quien no se encuentra en su forma humana.
- Kounok! Exclamó Aerouant.
El pequeño dragón miro al Cristalmante quien lo observaba con gran interés.
- En cuanto a ti, descendiente del Dragón, tu madre no es otra que la actual líder de las Guerreras-Mágicas, la venerable Naya. Sin embargo, desde hace años que ella se distanció del Profeta. Debido a que sólo obligaciones especiales permiten que se relacionen.
- ¡Madre, ya fue suficiente! Hay historias que no son como parecen, al menos no literalmente… ...
Mientras tanto, Alishk se sumergía cada vez más en sus pensamientos. Desde su llegada sentía algo extraño en la piedra caída del cielo, y se mantuvo durante un tiempo examinando la inmensa gema con toda su percepción mágica.
Había logrado rozar una suerte de campo de protección, el cual no dejaba nada sin resguardo. Nadie podía tocar la piedra. Esta emitía una especie de luz amarilla suave, la cual iluminaba el desierto con una energía sin fin.
- Entonces Alishk, ¿Qué es lo que percibes con tu magia?
El niño que acababa de hablar se escondía detrás de unas grandes gafas.
- Extrañamente no sentí nada agresivo, pero sospecho que es trata de una fachada. Tú también deberías intentar percibir de qué se trata, Pilkim.
- Sí, tienes razón...
Tempestad
En el Bosque de los Murmullos el viento resoplaba a través de las ramas de los viejos árboles. Moira Eglantyna y Zahal habían recorrido alrededor del mismo y se disponían a regresar al campamento, cuando de pronto, la percepción mágica de la más joven de las hechiceras reaccionó.
- Tenemos una visita. Alguien se esconde no muy lejos de aquí.
Zahal hizo señas a las hermanas para que descubrieran quien era. Rápidamente ejecutaron un rayo mágico, que cayo dentro de las sombras del bosque. El caballero del dragón esperó unos momentos antes de arremeter contra los arbustos...
El Señor Imperial a su vez había enviado a Tsuro, Amaya y Ryouken como exploradores para conocer más acerca de los Enviados de Noz'Dingard y sus personalidades. Por lo tanto, los tres Kotoba se aventuraron cerca del campamento "enemigo". Una vez allí observaron a las Guerreras-Mágicas y al Caballero partir del campamento con destino hacia el bosque. Esta era una buena oportunidad para reunir información acerca de estas desconocidas personas cuya fama había llegado, incluso, a los oídos del Emperador. Los dos Abatidores no se comunicaban con palabras, sino por signos. Siendo por lo tanto, capaces de comunicarse en silencio y seguir a los Enviados. Estaba tan bien escondida, que nunca imaginó la posibilidad de ser descubierta por aquellos que pensaba, eran muy inferiores a ella. Amaya, una novata en el arte del camuflaje, fue percibida por las mujeres Noz'Dingard ...
Ellos son los amos de lo invisible. Los Combatientes de Zil hace tiempo que asechaban a los Enviados y Kotoba. Habían identificado a sus víctimas. Pero sin embargo, Telendar no era un hombre que actuaba sin tener todas las cartas en mano.
- Soriek, Ergue, Enfurecida, vayan al bosque y eliminen a todo aquel que encuentren.
El joven miró a Marlok.
- Si mal no recuerdo, tú sabes manejar los elementos.
- Así es. Pero hace bastante tiempo que no uso mis poderes.
- No me importa. Cumple con lo que te ordeno.
El mago obedeció la orden que le dio su jefe. Se sentó sobre una roca para obtener una mejor visión del entorno y empezó a recitar unos conjuros mágicos. Rápidamente las nubes se amontonaron sobre el lugar donde impactó la piedra que cayo del cielo. Luego el viento comenzó a azotar la llanura y el Bosque de los Murmullos. Marlok se esforzó por continuar, pero por desgracia no tuvo éxito en la creación de la tormenta y ésta escapo de su control, desatando una fuerza devastadora. Los rayos rasgaban el cielo y aparecían tornados por todas partes. El mago Zil estaba avergonzado, mientras que Telendar se regocijaba de gracia por la oportunidad que este fracaso le brindaba.
- Ahora Combatientes de Zil, maten, maten a todos!
Enfrentamientos
Mientras que la tormenta resonaba aun más fuerte, el Bosque de los Murmullos era testigo del comienzo de las hostilidades entre los distintos gremios que habían llegado al lugar donde yacía la piedra caída del cielo. Los Enviados observaban frente suyo a los Abatidores de Xzia. Cada uno de ellos ponía en manifiesto las fortalezas de la parte contraria. En ese momento, los Abatidores llevaban la delantera sobre sus oponentes. El camuflaje no permitía que las Guerreras-Mágicas y el caballero lograran alcanzarlos. Hasta que un evento inesperado interrumpió la batalla...
Amaya bordeaba un árbol, al mismo tiempo que esquivaba la hoja de una espada recién desenvainada. Hallándose a pocos pasos de Moira quien con su espíritu ejecutaba un hechizo: obligándola a tomar una decisión crucial. Entonces Amaya se abalanzo sobre su victima, al mismo tiempo que sentía un alambre sobre su tobillo. En ese instante se percato de que era demasiado tarde y una red muy bien escondida debajo de las hojas secas se cerró sobre ella. El ruido alertó a Moira.
- Perfecto, eh aquí un ratón atrapado en una trampa!
- Eh me hechizaste, maldita bruja! gruño a su captor.
- Pero no fui yo quien...
La Guerrera-Mágica se detuvo bruscamente al oír el sonido de unos pasos apresurados. Se dio vuelta y vio a su hermana correr en su dirección.
- Muévete ahora! -gritó a su hermana. Eglantyna había caído encima suyo, con el sable en su mano.
Tsuro, al mirar a su joven estudiante sabia que no podía dejarla en esa situación. Aprovechando la confusión de la batalla, dio la vuelta y trepo al árbol de donde sujetaba la red. El anciano Abatidor recorrió silenciosamente las ramas encontrándose cara a cara con una criatura verde que lo miraba con los ojos bien abiertos.
- SSSSSSSS No me toques mosca fea o te haré volar lejos!
Tsuro salto a la vez que lanzaba una violenta patada la cual logro hacer caer a Enfurecida quien aterrizo sobre sus patas de reptil sin lastimarse. El Abatidor cortó la soga mientras daba un giro hacia el suelo encontrándose nuevamente con Enfurecida.
- No sé quién serás, pero tendrás graves problemas.
Enfurecida no respondió porque estaba planificando un golpe. Ella lo distraía el tiempo necesario para que Ergue pudiera darle un veloz y poderoso golpe. Confiándose que un perro viejo no aprende trucos nuevos. Pero por suerte, Amaya se libero y saltó sobre Enfurecida a la vez que Ergue entraba en acción, sin poder evitar que el mismo continuara con su plan. El cazador tiró su extraña arma circular pero justo a tiempo el Abatidor pudo esquivarla.
Eglantyna y Moira se levantaron. Después de su caída se habían quedado escondidas en un matorral. De pronto unos ruidos estremecedores empezaron a sonar y una enorme criatura de piel azul apareció. Soriek se precipitó sobre las dos hermanas. Eglantyna contraataco con un ataque rápido, pero la criatura detuvo todos los golpes de su oponente.
Ejecución
Mientras los primeros enfrentamientos tenían lugar en la frontera entre la Tumba de los Ancestros, la Draconia y los Siete Reinos, desde hace algún tiempo la Dama Jeanne había sido enviada para cumplir una misión al Templo de Precades. Al igual que el convento, el albergue y el hospital, ese templo era constantemente frecuentado por viajeros o nativos de la zona a quienes se les brindaba atención médica, o simplemente, un lugar donde pasar la noche antes de continuar con su viaje. De hecho, las sacerdotisas de Precades eran conocidas por su inquebrantable fe en su divinidad: la diosa Mera. La joven había crecido en este lugar, amada por sus hermanas, siguiendo su destino, el cual siempre fue ayudar a su prójimo. Había encontrado su sitio en este mundo, el cual a veces era hostil...
- Jeanne...
La joven estaba orando en una pequeña bóveda en la cual le gustaba refugiarse de vez en cuando. La voz provenía de una mujer. Era suave y cálida, pero totalmente irreal. Su pulso se acelero al sentir que su presencia le resultaba familiar, aunque Mera nunca se había aparecido en la vida de sus siervos. No se movió ni un centímetro por temor a que la presencia desapareciera.
- Jeanne... Yo soy aquello por lo que tu vida siente gran interés...
Esta revelación estremeció el corazón de la joven, las lágrimas rodaron por sus mejillas enrojecidas por las emociones que estaba sintiendo. Se había quedado sin palabras.
- Jeanne... espera pacientemente a la prueba que se producirá en el lugar donde cayó la piedra. Y no te olvides de que siempre estaré con ustedes.
Dio las gracias al cielo por esta demostración. Pero la Dama Jeanne no esperaba que ese momento terminara tan abruptamente...
- ¡Adiós! La voz del Caza-Magos sonaba extraña, alterada a causa de la mascara que portaba.
La pobre mujer paso de la intensa dicha que le provocaba la conexión con su diosa al temor que le provocaba el Caza-Magos, famoso por su reputación de haber cometido durante muchos años asesinatos fugases y espectaculares. Apretó el gatillo, pero el resultado no fue el que esperaba. Un fino velo de luz rodeo la figura de Jeanne, y el proyectil disparado por el arma reboto sobre el escudo que la protegía, volviéndose sobre el atacante impactando sobre su hombro.
Las reglas de los Caza-Magos eran estrictas, si alguna vez un procedimiento fracasaba, el único camino a seguir era la retirada. Fue un accidente que llamo la atención de los peregrinos que pasaban empeorando aun mas la situación del Caza-Magos. Las pocas personas que alguna vez conoció estaban muertas o prontas a estarlo.
- Síguelo, Jeanne!
La voz de Mera sonó en su cabeza. Al no ser muy ágil, corrió como pudo fuera del templo. Los presentes se dieron cuenta enseguida de lo que sucedía, porque por encima de la niña continuaba brillando el halo divino. Le hicieron una seña y le mostraron el camino que por el que se dirigía el asesino. Dentro de ella todo era confusión. Muchas preguntas la amedrentaban, mezcladas con el entusiasmo y el miedo. El camino era fácil de seguir. Habían muchos rastros de sangre que la llevaron hacia la Tumba de los Ancestros. A la distancia, la tormenta causada por Marlok derramaba toda su ira y, por desgracia para Dama Jeanne, el Caza-Magos se dirigía directamente a esa dirección.
La lesión de este último parecía más grave de lo que había pensado.
- Tengo que encontrar a alguien, para que me ayude a detener el sangrado y disipar esta maldita teúrgia que me rodea...
Su traje había sido quemado en su hombro derecho y parte de su casco se había roto, dejando escapar un largo cabello, castaño...
Venganza
Los sucesos fueron suficientes para que se desembocara una batalla entre los Envidados de Noz'Dingard y la Kotoba. La tormenta había servido como pretexto para que ambas partes se acusaran mutuamente. En poco tiempo el campamento draconiano había sido arrasado por un rencor centenario. Pero a medida que la batalla avanzaba, el Profeta estaba aun mas seguro de que la tormenta no había sido provocada por los extranjeros de Xzia, es mas, la magia utilizada se parecía a la ejecutada por los aprendices Noz'Dingard. Entonces decidió poner fin a la intemperie y así lograr que la magia de Dragón ya no pudiera ser interrumpida. La lluvia se detuvo, el viento cesó, y la magia incontrolable desapareció.
Fue en ese preciso momento que Aku tuvo la oportunidad de liberar el sello que restringía su magnifico poder. El delgado papel que bloqueaba la magia de Aku fue arrancada mientras convertía en cenizas. De inmediato convocó a Akujin quien maulló de placer por el reencuentro. Y por una buena razón, el “Buscafallas” tenía el control sobre Aku desde el momento en que sus caminos se cruzaron por primera vez.
- Ahora somos libres, expreso aliviadamente el joven.
- ¿Eso crees?
Aku reconoció de inmediato la voz de su antiguo maestro. Toran había llegado antes que él, y se mantuvo mirándolo fijamente con ojos llenos de venganza. En una fracción de segundos, profesor y alumno se enfrentaron, iniciando Akujin el duelo, lo que obligaba a Aku a unírsele y convertirse en Akutsai. Toran había esperado ese momento durante años. Al fin vengaría a sus seres queridos asesinados por su ignorancia y arrogancia. Los tatuajes del anciano comenzaron a emerger de su cuerpo dándole un aspecto espectral. Ambos Tsoutais se lanzaron golpes uno contra el otro, desencadenando una gran batalla que los llevo hasta la Tumba de los Ancestros. Aunque Akutsai no había podido derrotar a su amo, el hecho de ser dos “Buscafallas” lo convirtió en un adversario a su altura. Sin contar a los Abatidores de Xzia, nadie le había provocado jamás estas dificultades y mucho menos aun un Tsoutai. Akutsai se escondió en las ruinas de la Tumba de los Ancestros, una antigua ciudad del Imperio a la cual los horrores de la guerra habían devastado por completo. Toran tenía todo planeado. Su plan era impecable y su venganza implacable. Poco a poco logró que su antiguo alumno lo siguiera hacia donde el quería. Tenía preparado un ritual Tsoutai antiguo que le habría servido anteriormente para derrotar a Akujin. Todo sucedió de maravillas. Llevaba varios años entrenándose para esta confrontación, logrando superar al máximo las artes antiguas Tsoutais. Los archienemigos se encontraron en el centro de la aldea en ruinas. La noche caía lentamente y ya habían transcurrido varias horas. Toran hizo creer a su antiguo alumno que ya no podía seguir, arrodillándose a pocos metros.
- Jajajaja! El poderoso Toran rendido a mis pies. ¿Qué se siente saber que pronto te unirás a tus amigos? ¿Te sientes libre?
Toran entrecerró los ojos y miró fijamente a Akutsai.
- Libre? Sí, pronto. Pero será precisamente Aku quien será liberado.
Cuando la noche cubría su manto de oscuridad sobre la Tumba de los Ancestros, aparecieron alrededor de los dos Tsoutais, unos espectros pálidos como fantasmas.
- Los reconoces? Vienen por ti Akujin, y también vinieron a darme la fuerza necesaria para cumplir mi mayor anhelo. Debido a tu ira y al control que ejerces sobre Aku, necesitas concentrarte más. Mira debajo de ti.
Akutsai admitió que efectivamente reconocía los espectros y eran los mismos que el asesino hace años. La tierra comenzó a brillar formando diseños complejos. No tuvo tiempo de preguntar más. Ambos “Buscafallas” amedrentaron sus colmillos en los brazos del maestro, uno a cada lado. Seguido Toran comenzó el ritual de oraciones y cantos antiguos. La magia inmovilizó a Akutsai quien comenzó a sentir un intenso dolor. Luego los Buscafallas lanzaron un disparo como queriendo romper una hoja de papel. El dolor era demasiado fuerte. Terminó por comprender lo que estaba sucediendo. Al cabo de unos minutos, las dos entidades se separaron nuevamente. Aku cayó al suelo, inconsciente. Respecto a Akujin, se encontraba luchando contra las influencias de Toran.
- Akujin, te voy a desterrar de estas tierras. Si bien no podré matarte, te encerraré para siempre. Y romperé la influencia que tienes sobre Aku.
El anciano desenrollo un pergamino el cual contenía miles de símbolos escritos. El mismo empezó a emitir un brillo rojizo. Akujin desapareció, absorbido por el pergamino. Toran se reverenció ante los fantasmas quienes formaban un circulo a su alrededor.
- Gracias, por fin podrán descansar en paz ahora que fueron vengados.
El Monstruo
Los combates estaban a flor de piel dentro del Bosque de los Murmullos. Ergue y sus secuaces se encontraban en jaque por sus adversarios Tsuro, Amaya, Eglantyna y Moira. El viento arrancaba las hojas y ramas de los árboles, lo que reducía notablemente la visibilidad de los combatientes.
Acorralados los Combatientes de Zil, sus estrategias ya no se basaban en la sorpresa, pero sí en la asombrosa capacidad del cazador. Ergue tomo una bolsa de cuero y apresuradamente desato la cuerda desgastada por el tiempo. Introdujo su mano y saco un polvo blanco el cual en contacto con el aire formó una espesa niebla, la cual comenzó a extenderse por cuanto lugar encontrara.
En ese momento, el viento cesó y apareció el sol, atravesando sus rayos por entre las copas de los árboles. Pronto, la niebla se levantó, lo que dificulto la visibilidad de los Abatidores y las Guerreras-Mágicas quienes no paraban de buscar a sus oponentes. Mientras tanto, Ergue comenzó una especie de ritual, recitando unos sonidos exóticos. El era uno de los pocos que conocían el secreto que guardaban los habitantes de una isla remota. Se escucharon sonidos de tambores, los cuales comenzaban lentamente pero a medida que pasaba el tiempo se tornaban más y más rápidos.
Moira y Eglantyna presentían que algo anormal estaba sucediendo. Una extraña magia estaba en proceso y eso no les agradaba para nada. En cuanto apareció la niebla los Abatidores adoptaron una formación de combate, mientras reemplazaron su lengua natal por signos. Obviamente, también sospechaban de un truco por parte de sus oponentes. Y tenían razón. Ergue, lejos de la mirada de sus enemigos se encontraba realizando una particular danza. Soriek y Enfurecida no movían ni un pelo mientras el cazador daba vueltas a su alrededor. Fue entonces cuando la niebla regresó al mismo lugar del cual había salido, y los que estaban atentos escucharon palabras en un dialecto muy primitivo. A continuación, la misma se centro alrededor de los Combatientes de Zil, haciéndolos invisibles a los observadores externos. Finalmente, desapareció y en lugar de los tres secuaces había un monstruo, un híbrido perfecto, un coloso gigante de piel azul en algunas zonas, y verde en otras, con un cuerno afilado que se asemejaba al mismo que portaba Soriek.
- Y ahora que empiece el espectáculo! -Exclamó la cosa con una mezcla de tres voces. La misma saltó, arrancando árboles como si fueran simples ramitas. Sus oponentes solo oyeron el crujido de ramas rotas.
- Prepárate, lo que se acerca es poderoso. Amaya, Kaidan!
La joven miró a su amo y reaccionó asombrada. Una máscara atemorizante de color rojo apareció en su mano. Instintivamente se la puso sobre la cara, para luego desaparecer.
Las Guerreras-Mágicas también reaccionaron con rapidez. Moira se puso delante de su hermana y comenzó a lanzar conjuros sobre su arma. Mientras que su hermana, empezó una especie de oración.
- Oh Dragón, concédele a tus siervas el poder necesario para ganar. Que el espíritu de mi hermana y el mío entren en armonía.
Fue entonces cuando la criatura llegó hasta donde se encontraban. El monstruo se detuvo en seco frente a su pequeño público.
- ¡Jajajaja! Deberían haber escapado mientras podían! Ahora están perdidos!
- Es lo que piensas! Exclamo Tsuro. A la vez que aparecía una mascara en su mano. El Abatidor se la equipó para luego precipitarse hacia al criatura.
La batalla comenzó, pero esta vez la intensidad era muy diferente! Lo que hasta entonces había sido una simple escaramuza se convirtió en una verdadera batalla, donde las vidas estaban en juego. El pulso sanguíneo se les acelero. La ofensiva de la abominación era formidable. Los golpes lanzados por Tsuro y Moira parecían picaduras de mosquitos. Pronto, el monstruo llevó la delantera. Moira, le hacia frente pero se estaba quedando sin aliento. Tsuro había sido enviado por su entrenamiento en las artes de Abatidor, pero por desgracia su especialidad se basaba en la neutralización de Magos, no en el enfrentamiento contra monstruos.
Unos minutos más tarde los protagonistas estaban al borde del colapso. Heridos y fatigados, con la voluntad a punto de desvanecerse.
- Eglantyna... lo conseguiste???!! Está a punto de vencernos! Moira sentía una energía familiar, era la del Dragón. Sus heridas se cerraron nuevamente. Su voluntad y coraje para enfrentarse a esta abominación revivieron. Eglantyna se apoyó junto a su hermana y un dragón de humo azul las rodeó a su alrededor. Sus espadas brillaron con una luz azul y se volvieron tan ligeras como una pluma. Las damas se lanzaron sobre el monstruo quien gritó con cada sable.
Por su parte, Amaya también había terminado su preparación. Grabó en los árboles cercanos símbolos de Abatidor. Hizo un gesto a su amo y éste se ubico en posición de ataque. Un ideograma que formaba un círculo apareció bajo sus pies. El símbolo parpadeó unos segundos y luego desapareció de repente. El viejo golpeó la abominación a una velocidad increíble. Cada golpe lo hizo volar. Eglantyna tomó al monstruo por el pie, y se lo lanzó al Abatidor quien lo esquivó. Moira empujó su sable en la espalda del monstruo quien gritó de dolor. Entonces Tsuro aprovechó para utilizar una técnica que heredó de los grandes maestros de su familia. Durante la oración tocó muchos puntos los cuales lograrían que la criatura se constituyera en la forma de un humano normal. Y, milagrosamente, funcionó. La abominación cayó en el suelo, una niebla blanca salió de ella, y reaparecieron en su lugar los tres Combatientes de Zil...
La muerte del Profeta capitulo 1
La noche cubría con su manto de oscuridad la Tumba de los Ancestros. Los Enviados de Noz'Dingard y la Kotoba continuaban sus caminos por separado. El arte ancestral en el manejo de armas había igualado a la magia. El combate duró todo el día. Ahora, la calma regresaba a la región. O casi. Porque en la sombra un plan se estaba tramando...
Las palabras daban vueltas con fuerza en la cabeza de Telendar y sus secuaces. La orden era simple: asesinar al Profeta. El misterioso hombre no hacia elecciones libradas al azar, sin remordimientos seleccionaba sus victimas, y era un especialista en los asesinatos por la espalda. El jefe de los Combatientes de Zil había asesinado muchas veces, sin disimular el placer que sentía en cada oportunidad.
Esta vez el plan era simple: dividirse para dar un golpe certero. La primera parte se realizó con éxito. Ergue, Enfurecida y Soriek fueron enviados para crear una distracción. Mientras tanto, Telendar tuvo la oportunidad de analizar con precisión a sus enemigos y descubrir todas sus debilidades. La Kotoba no sería un peligro por estar alejados de la escena del crimen, prefiriendo Gakyusha montar un campamento al otro lado de la piedra caída del cielo.
- Querida mía, esto será muy divertido. Entusiasmada Silene sonreía a su hermana.
- Ya me estoy aburriendo de tanto esperar. Telendar nos prometió acción.
El joven se rascó la parte de atrás de su cabeza.
- Ah? Les dije que.... Sí, tienes razón. Si todo sale de acuerdo a mis planes esta noche será una gran noche para los Combatientes de Zil. Vamos a demostrarle a todos quienes somos y que valemos mucho mas que esos gremios falsos! No se olviden que deben llamar la atención durante todo el tiempo que necesite para llevar a cabo mi tarea. Marlok esta a punto de lanzar su ataque.
Las dos Guemelianas respondieron al unísono un "Sí jefe!" que rebosaba de alegría. Telendar pronto desapareció entre las nubes de humo. Las hermanas, por su parte, empezaron a correr hacia el campamento de los Enviados.
Estos se refugiaron en lo que quedaba de su campamento, en parte socavado por la tormenta. Las telas de las tiendas ondeaban en el viento y la mayoría de sus pertenencias se encontraban diseminadas en el barro.
El joven Pilkim empezaba a recoger sus preciados pergaminos. Aunque él figuraba desde hace poco entre los miembros del gremio gracias a sus increíbles poderes mágicos, sin embargo no dejaba de ser un joven estudiante y esa misma juventud era su mayor debilidad. Siguió los pergaminos que habían volado fuera del campamento. De hecho no era consciente de lo que estaba sucediendo a su alrededor, por encontrarse perdido en sus pensamientos. Finalmente se golpeo contra una roca.
- Auchhhhhh! Cayó sorprendido. ¿Quién me puso esto ...
Se detuvo cuando vio lo que realmente era. Un enorme golem de cristal, viejo y sucio.
- Wow! Esgrimió Pilkim extasiado ¡Un golem ... de cristal ...
El muchacho se puso inmediatamente en guardia, presintiendo que algo andaba mal. Y por una buena razón. Escucho una voz detrás de él.
- Hola pequeño, ¿Te perdiste?
Pilkim se dio vuelta y encontró a alguien cuya reputación presidía: Marlok, el traidor. Inmediatamente, el joven mago lanzo un hechizo formando una barricada glacial para detener a Marlon y su golem, antes de huir sin esperar respuesta.
Gritó tratando de gesticular lo mejor posible para que todos los Enviados puedan entenderte.
- AAAAHHH MARLLOOOOKKKK!
En ese preciso momento Silene y Selene hicieron su entrada para sorpresa general, seguidas de cerca por Marlok y su Golem. Se produjo el efecto esperado, el caos total reinó en el campamento! La rabia de las hermanas y el poder del mago exiliado desorganizaron las tropas draconianas. Anryena vio a su antiguo aprendiz y rápidamente arremetió contra él para ponerlo en su lugar. El mago zil al ver a la descendiente de Dragón que venía hacia donde se encontraba retrocedió lentamente, teniendo en cuenta que el objetivo era mantenerlos alejados de la zona clave.
Por su lado, las hermanas se encontraban luchando contra Aerouant, Pilkim y Alishk. Los hechizos venían de todas partes sin llegar a tocar a las Guemelianas, acostumbradas a enfrentar a los magos. El campamento que acababa de ordenarse quedo nuevamente destruido, esta vez sumando las llamas devastadoras. Tras un breve debate, los magos de Noz'Dingard se organizaron y tomaron la delantera, siendo la oportunidad perfecta para que Silene y Selene decidieran condimentar con un poco de sabor la lucha. Desde sus inicios, estas dos tenían la habilidad de transformarse en una única criatura: Sombrosa. La sorpresa fue tan grande como el tamaño de esta formidable entidad. La misma tenía apariencia de una serpiente con un busto de mujer y cuatro brazos. El jefe de los Zil, por su parte, se había acercado a su presa después del ataque. Diestramente se rascaba la espalda, no para herir, sino para atraer su atención. Una vez logrado el objetivo, el asesino Zil se alejo para atrapar al Profeta en sus redes.
- Obviamente, el buitre no está muy lejos! Reconozco muy bien la bajeza de un Zil!
El merodeador contestó solamente con un ataque rápido y luego se alejó. Esto enfadó un poco al mago Noz quien comenzó a lanzar poderosos hechizos. Telendar esquivo todos los ataques, siempre de cara al oponente. Este pequeño juego duró el tiempo necesario para llevar a cabo su trampa. En poco tiempo ocurriría una de las tragedias que cambiarían para siempre el destino de los Combatientes de Zil y de los Enviados de Noz'dingard.
- ¡Estas terminado, como la rata que eres! Expreso orgullosamente el Profeta.
- ¿Eso crees? la sangre de Dragón que fluye a través de ti te llena de orgullo...
La voz provenía de alguien que apareció en la escena, vestido de negro.
- ¡Tú! El mago gritó enojado, yo pensaba que la gente como tu había desaparecido para siempre.
- Nunca debes decir nunca...
El extraño dejó caer una gema y Telender la tomo rápidamente. El Profeta abrió grandes sus ojos al ver esa cosa.
- Veo que has comprendido, mitad dragón, que la muerte es tu única salida.
Telendar atacó con toda su fuerza. El Profeta contraatacó con sus hechizos de relámpago más poderosos, pero a su oponente lo protegía la gema colgada alrededor de su cuello. Luego llegó el trágico momento en el que las garras del Merodeador se hundieron en el pecho del mago. Y la sangre empezó a correr...
La muerte del Profeta capitulo 2
Bajo la mirada del desconocido, Telendar arrojó el cuerpo del Profeta al suelo y lo mato atravesando su garganta con sus garras. Así pereció el Profeta.
- Antes eras un oponente más valiente. Se jactaba el desconocido.
Dragón sintió la repentina ruptura entre él y su Profeta, hiriéndolo profundamente. Todos los Enviados de Noz'Dingard sabían que algo grave había sucedido. El pensamiento semi-colectivo les advirtió a todos sobre la desaparición de su líder. Anreya fue la primera en reaccionar. Su primer sentimiento no fue tristeza, sino ira.
- ¿Qué le hiciste maldito Zil???!!!! Gritó enojada. ¿Qué le hiciste??!!
Su aspecto cambio. Sus rasgos humanos se convirtieron en reptiles. En su parte superior un par de alas traspasaron su vestimenta. Inmediatamente Kounok se transformó en un Dragón gigante, también inmerso en una ira sin igual.
- Van a pagar! Esgrimió antes de arremeter contra Sombrosa, seguido por Pilkim cuyas lágrimas fluían de él sin poder evitarlo.
Aerouant necesitó un poco de tiempo para recuperarse. Además de los lazos filiales, él estaba vinculado a su padre porque se asemejaban enormemente. Fue él quien lo había iniciado en la Magia de Dragón y sobre todo en la cristalomancia, donde se destacó. Su corazón se partió cuando, después de una rápida mirada a su alrededor, no vio al Profeta. Todo esto no era un sueño. Y luego… explotó. Utilizando toda la magia que le impregnaba, solo quería estar con su padre. La voz ancestral de Dragón sonó en su cabeza: “Terminó”.
De pronto se encontró en la escena del crimen. El Profeta estaba tendido sin vida. Se acercó y con todo el amor que sentía por él lo tomo entre sus brazos. No pudo contener las lágrimas.
- Pero que sorpresa, el hijo se unió a su padre. Se rió entre dientes Telendar.
- Desháganse de esta molestia, ordenó el desconocido.
El joven no dijo nada y se quedó mirando fijamente al asesino. Repentinamente él descargó su ira en un ataque explosivo. Unos cristales aparecieron en las manos del mago, y una armadura protegía su cuerpo. Telendar se sorprendió por esto. La “piedra-corazón” negra lo protegía de los hechizos que le lanzaba. El mago Noz'Dingard era muy diferente del Profeta. Por su lado, Aerouant tenía una sola cosa en mente: hacer morder el polvo a la vil criatura. Pero el maldito sabía luchar y no le pudo sacar ventaja. El joven vio la piedra sujetada a una cuerda que colgaba alrededor del cuello de Telendar, y todo quedó claro. Una piedra-corazón negra! Él nunca la había visto, pero gracias a su talento cristalomanciano podría hacer algo al respecto. Reunió todo su poder. Unos cristales gigantes hicieron temblar la tierra y se escuchó un sonido ensordecedor. Telendar sabía que su oponente estaba preparando algo contra lo que no podría enfrentarse. El extraño que anteriormente observaba con una sonrisa, ahora la había perdido y en su lugar poseía una mueca de preocupación.
Aerouant era un especialista con los cristales y las piedras-corazón. La de Telendar estaba visiblemente corrompida y tenía que retirarla. La barrera cristalina protegía a Aerouant. La magia contenida en los cristales los desintegró y ahora se concentraba en la piedra-corazón negra. El jefe de los Zil aullaba de dolor como si la piedra fuese en verdad su corazón.
- Te liberare de la influencia de la piedra y pagarás por tu asesinato!
El desconocido se abalanzó sobre Telendar y le arrebató la piedra-corazón de las manos. Con la parte posterior de su mano libre, realizo unos hechizos de sombra sumergiéndolos rápidamente en una oscuridad impenetrable. Poco después, la oscuridad se dispersó. Para desgracia de Aerouant, sus rivales ya no se encontraban allí.
- Cobardes! Los Enviados los encontraremos donde sea que estén!
Los enemigos habían partido, y la cólera dio lugar a la tristeza. Anryena, que acababa de llegar después de perseguir a Sombrosa, se inclinó sobre el cuerpo de su hijo y le acarició la cabeza con cariño.
- Hijo mío te llevare con Dragón, tu mente y tu cuerpo serán uno con él. Aerouant, es tiempo de que un nuevo profeta sea anunciado, tu estarás a la cabeza de los Enviados.
Un halo de luz azul se esparció por su alrededor, luego desapareció, dejando a los Enviados de Noz'Dingard como líder a un Aerouant plagado por la tristeza, la ira y la duda.
En la distancia, Tsuro y Amaya había seguido en silencio toda la escena y llevaron su informe al Señor Imperial.
- Señor, el Jefe de los Enviados de Noz'Dingard está muerto, fue asesinado por un villano Zil.
Gakyusha tomó un sorbo de alcohol xziarite con un rostro pensativo.
- Los Enviados no tienen líder, por lo tanto podemos considerar que la piedra nos pertenece. Pero me entristece que el Profeta esté muerto, y por una traición. Honremos su memoria porque fue un digno rival.
Crónica del Rey
Yo soy Aez, alguna vez fui el príncipe de Avalonia, y hoy soy Rey. Pero, durante un tiempo, yo vagaba como un alma perdida, preso de una infinita sed de venganza.
Como ya lo eh dicho, yo soy el primer hijo de Mirion y estaba destinado a sucederlo cuando llegara el momento. Por desgracia, un acontecimiento trágico me impidió acceder al trono. Hace unos años, al igual que todos los príncipes de los Siete Reinos, tuve que quedarme durante 2 años dentro de una de las familias reales. Por eso decidí realizar ese aprendizaje en Valdoria con quienes siempre mantuvimos una excelente relación. Nuestros respectivos padres me habían prometido a Marie, su hija menor. Nada podría ser mejor que eso. Yo era prácticamente parte de su familia y el conocimiento adquirido era invaluable para mi futuro reinado.
Pero ocurrió un día fatídico. Mientras me entrenaba en el patio del castillo, un mensajero arribó al galope. El portaba la armadura de mi familia y, además, llevaba un manto negro, en señal de duelo. ¿Su arribo significaba que algo había sucedido en mi reino? El valiente hombre no me dijo nada y se precipito directamente a la sala del trono.
Poco tiempo después, Marie vino corriendo hacia mí, con lágrimas en sus ojos.
_ Aez…El rey de Avalonia…tu padre.
Hizo una pausa, sus lágrimas no paraban.
_ ¿Y bien? ¡Habla! ¿Es algo malo? Le dije con el corazón palpitándome.
_ Se unió a sus ancestros…
Esas palabras fueron como una puñalada en el centro de mi pecho.
Partí inmediatamente hacia Avalonia a fin de conocer más sobre ese acontecimiento. Mi madre me esperaba en la tumba, con tristeza en su rostro. Entonces me contó que mi padre recibió en nuestro hogar a unos Xziriartes que estaban de pasada, de los cuales uno insultó al propio Rey en persona. Por lo que tuvo que enfrentarse al joven guerrero, quien lo derrotó y debido a su avanzada edad no logro sobrevivir a la batalla. Luego el ganador tendría el derecho de demandarle al perdedor la espada de los 5 Ancestros. Y de esta forma los Xziriartes se apoderaron de la preciada espada.
En efecto, según la costumbre, para convertirse en el Rey de Avalonia era imprescindible blandir la espada de los 5 Ancestros, la cual había sido forjada hace dos siglos atrás por el primero de nuestros reyes. Sin ella, era imposible cumplir mi destino. Emprendí una cruzada para recuperarla, dejando a cargo a mi madre quien fue la nueva regente. Tenia el deber de viajar por todo el mundo en búsqueda de lo que por derecho me correspondía.
Tres largos años pasaron, tres años deambulando tras pistas que no conducían a ningún lado. ¿Quienes eran estos Xziriartes? Recorrí gran parte del Imperio sin que nadie oyese nunca sobre la espada de los 5 Ancestros. Hasta que abandoné el Imperio y me dirigí hacia donde se encontraba la piedra que cayó del cielo.
Allí había estallado un conflicto entre varios clanes. Nunca presté atención a estos grupos, hasta ahora. Pero, no se si fue por casualidad o porque el momento de mi venganza se había acercado, encontré al ladron de la espada. Pero, sorprendentemente se trataba de un joven de tan solo 15 años. Como había logrado derrotar a mi padre? Lo observe durante unos días y entonces lo comprendí. Su talento en el manejo de las armas era impresionante. ¡Yo mismo lo venceré! El destino es implacable por ponerme a la cacería de Iro! Además, no se encontraba solo. Estaba rodeado de guerreros, y mi fe, parecía tan desalentadora frente a la de ellos. Sin embargo, como no soy ningún cobarde, me presente frente a su jefe y desafié a Iro. Pero el combate fue corto, yo era muy lento a causa de mi pesada armadura, la cual maldije a más no poder. No hablare de esta vergonzosa derrota.
Estaba desesperado, Avalonia se había convertido en una tierra abierta al Gran Torneo. Fue entonces cuando conocí a una persona que me permitió llegar a ser lo que soy hoy. Siempre recordare esa conversación.
_ Hay un tiempo para todo. Un tiempo para la tristeza, un tiempo para actuar y un tiempo para la venganza.
Era un extraño señor de contextura pequeña, sentado sobre un objeto que flotaba sobre el suelo.
- ¿Quien es usted? Le dije. Parece que no se dio cuenta de que es inoportuno.
_ Si me di cuenta. Y se que es lo que te molesta y como restaurar tu honor.
Al oír estas palabras, hizo un gesto y me dio un objeto redondo con agujas.
- ¿Que es?
- Esto te permitirá obtener lo que buscas. Tendrás que ser inteligente y pensar cuidadosamente sobre lo que haces. Explota las debilidades de tu enemigo.
-¿Porque haces todo esto por mi? No te conozco.
Lo se bien. Mejor digamos que no nos conocemos aun. ¡En fin continuemos! Será a cambio de que un día volveré y te preguntare algo muy importante. Entonces recordaras la deuda que tienes conmigo y responderás.
Todo era muy misterioso. Ya había visto cosas singulares, pero esto superaba a todas. Se me había ofrecido la oportunidad de probarme a mi mismo. Y la acepté.
Inmediatamente las agujas del reloj empezaron a girar a toda velocidad, al igual que todo a mí alrededor. Cuando recupere la conciencia, ya no me encontraba en el mismo lugar, pero para mi sorpresa me encontraba en una gran ciudad Xziriarte llamada Méragi que se había vuelto la capital imperial. ¿Por qué me envió aquí? Ciertamente mi oponente venia de este sitio, pero se encontraba a miles de kilómetros de distancia. Entonces vi a una multitud de personas que parecían estar celebrando algo. Les pregunté acerca del festejo. Era sobre la travesía de Iro, el campeón del Emperador, quien había vuelto a superar a un gran oponente. Miré para todos lados para ver si se trataba del mismo Iro, y de hecho era él. Pero su aspecto había cambiado. Ahora parecía mucho mayor que yo. ¡Imposible!
Traté de comprender la situación. Por el aspecto de Méragi, probablemente me encontraba en el futuro. Y ahora, ¿que es lo que haré? Buscare información sobre Iro, porque después de todo no sabia nada acerca de él y la información que me aportó la gente me permitiría preparar mi venganza.
Unos días mas tarde, por fin tenía un plan. Así que me dirigí al palacio y me detuve frente a los guardias.
- Yo, Aez príncipe de Avalonia, desafío a Iro, el campeón de su majestad el Emperador de Xzia.
Los guardias se sorprendieron. Entonces uno de ellos se dirigió a la derecha. Un poco mas tarde, un hombre, posiblemente un empleado, vino a buscarme y me llevó a una gran habitación que reconocí como la sala del trono. Sin embargo, me percaté de un hecho curioso. Los muros estaba cubiertos con muchas armas colgadas, principalmente espadas. Por un instante, mi corazón se detuvo cuando vi la espada de mis ancestros. Allí, y bajo ella, me esperaba Iro. Estábamos rodeados de cortesanos que se burlaban de mi, condenándome a una rápida derrota. Obviamente el no me reconoció, lo que me favoreció.
- Acepto tu desafío, forastero, y me gustaría ofrecer este triunfo al Emperador. Esto terminara rápido, dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Las personas a su alrededor echaron a reír. Debido a que soy desafiado, elegiré la espada que portaré en el duelo.
- Como no tengo espada, entonces puedo elegir una de ellas, le dije señalando las paredes.
- Me parece bien, pero no te hará ganar, estas espadas son de aquellos que perdieron ante mi.
Una vez ahí, sin más preámbulos, me trajo la espada de los 5 Ancestros. Esta tradición significo una gran felicidad para mí. Los ancestros estaban ahí, habían estado esperándome. “Véngate” me dijeron al oído. ¡“Hazme justicia, hijo mío”!. Era la voz que no volvía a escuchar desde hace varios años.
Llenos de confianza, los valientes guerreros nos permitieron presenciar un gran espectáculo. Iro, por su parte, lucharía sin armadura, solo con dos sables. El se abalanzó con destreza, pero esta vez la situación era diferente. Ya conocía algunos de sus golpes y, sobre todo, tenia la espada. Detuve todos sus ataques, era una roca impenetrable. Pero por su lado, previno mis pocos ataques.
- ¿Que tenemos acá? ¡Un adversario a mi altura!
A continuación, cambió de posición y ubicó sus dos sables en forma paralela. Uno que apuntaba hacia mí y el segundo en la dirección contraria. ¡Una técnica de combate! La detuve con todas mis fuerzas, murmurando oraciones a mis ancestros. La espada comenzó a emitir un resplandor verde, luego lanzó destellos del mismo color. Iro se precipito sobre mí, y yo gire a la vez que gritaba con toda la rabia que tenía contenida. Una gran luz verde cegó a todo el mundo, y cuando nuestros ojos se recuperaban se veía como Iro caía al suelo. Mi escudo estaba partido a la mitad. Pero una de sus espadas yacía rota.
Me volví hacia el y le dije:
- Yo soy Aez, Rey de Avalonia, y tú vivirás para siempre con la vergüenza de esta derrota.
El Sello
Otro tiempo, otro lugar.
El Rey Gaumatta había muerto, dejando un caos en el Gran Torneo de Yses. A pocos kilómetros de la capital, Guedenot acababa de regresar de recorrer los mercados regionales vendiendo lo poco de sus cultivos que le quedaron después de pagar todos los impuestos. En el camino, luego de tomar un desvío de Moshat, el comerciante escucho un ruido en su carro. En el descubrió a dos criaturas vestidas de harapos, uno mas hambriento que el otro. El comerciante consideraba, que en situaciones extremas, nunca abandonaba a quien lo necesitara, ya sea humano o no, y humanos, estos dos no eran.
- ¿Pero que tenemos acá? Guedenot se dio vuelta para observar mejor lo que sucedía. Vaya, criaturas del bosque, de las que rara vez se ven por aquí. Acérquense así los veo mejor.
Aunque temerosas, las dos criaturas se dejaron ver, descubriendo sus facciones bajo la débil luz del sol de otoño.
- ¡Por todos los santos! ustedes dos parecen pequeños espantapájaros. ¿Cuántos años tienen? ¿De dónde son? ¿Al menos me entienden?
El mayor de ellos era un Hom'chai lleno de miedo, mientras que el otro se trataba de una Elfina, más pequeña que su compañero, llevando un cabello largo hasta la altura de sus frágiles manos.
- Bueno los voy a traer de vuelta a mi casa, no puedo dejarlos así. Se esconderán allá abajo - dijo, señalando a una manta.
Sin darles respiro los arrastro y de dos empujones los metió bajo la lana. El comerciante corrió los pocos kilómetros que lo separan de su pueblo pensando en qué haría con estos dos forasteros. En esa parte del reino la superstición era muy fuerte, y aun más el racismo hacia todo lo que no era humano. A su llegada, la noche había caído sobre las quince casas que componían la aldea de Herberonde. Ubicado en un bosque, los habitantes eran en su mayoría leñadores y cosechadores de Saviamiel. Todo lo que venia del exterior era visto con recelo por temor a que sean mal augurios para la pequeña comunidad.
Guedenot llevó su carro hacia el granero para que los niños se metieran ahí y nadie los viera, escondiéndolos entre los fardos de paja.
- No los abandonaré, volveré, ¿entienden? No salgan del todo.
Los niños acurrucados uno contra el otro, lanzaron miradas hacia su nuevo entorno. El comerciante se fue a su casa donde su esposa y sus dos hijos esperaban con impaciencia su regreso. A su reencuentro, fue recibido con mucha alegría tras haber partido varias semanas atrás. Luego les explicó sobre su encuentro con los forasteros clandestinos anunciando que quería ayudarlos.
- ¡Pero no estas hablando en serio! ¿Te das cuenta de los riesgos que implica?
- ¡Por supuesto que lo sé, pero son niños, Mewëen, niños! Los abandonaras a su suerte?
La mujer de Guedenot vaciló unos segundos, luego rápidamente giró hacia la chimenea. Ella miró a las llamas chispeantes, pensando que era cierto, no podría dejar a los niños, aunque no fuesen humanos.
- Bueno, vamos a ver cómo se ven nuestros huéspedes.
Desde ese día los dos Eltarianos, porque así se llamaban las criaturas del bosque se convirtieron en los nuevos miembros de la familia de Guedenot. Los aldeanos que inicialmente sentían miedo muy rápidamente les ganaron cariño, y el tiempo continuó su curso interminable...
Unos años más tarde.
Las constituciones del Hom'chaï y de la Elfina eran impresionantes. Los dos niños crecieron a una velocidad increíble, la Elfina tenia el tamaño de una adolescente, mientras que el Hom'chaï ya había superado a la mayor parte de los leñadores mas robustos. Como es natural, y de hecho, había encontrado utilidad en ese negocio. En ese tiempo se los llamaba Elaine y Gaherhis, dos nombres típicos de la región de Yses. Habían aprendido las costumbres y el idioma para adaptarse mejor, pero algunas personas parecían que nunca se acercarían o hablarían con ellos. Pero eso no les molestaba, se habían dado cuenta de que, después de todo, no estaban en casa, y probablemente, nunca lo estarían.
Una hermosa mañana de primavera, cuando se preparaban las festividades en honor a una boda, un importante hombre llegó con dos caballeros. Era el Señor de estas tierras, que de vez en cuando inspeccionaba los pueblos. Fue la casualidad que lo llevó allí, y en esa oportunidad encontró a los dos adoptados. La reacción fue inmediata. El Señor estaba furioso porque el pueblo no lo había evitado y por eso castigaría al jefe de la aldea pero Guedenot, Elaine y Gaherhis intervinieron, provocando la reacción de los Caballeros quienes arremetieron contra los Eltarianos. El hom'chaï resultó gravemente herido en la cara, la elfina llena de furia lo mato con su extraño sable color ámbar. Este objeto singular crecía en la misma proporción que lo hacia ella, y lo que en un principio era un cuchillo, ahora parecía una bella espada curva. Para su asombro, al contacto con la sangre de su oponente, la hoja se tiño de color rojo.
Todo se convirtió rápidamente en un caos general, con la ayuda de Mewëen, Elaine arrastro a Gaherhis fuera de la aldea para curar sus heridas. Para su desgracia, él quedaría con unas profundas cicatrices para el resto de su vida. En el centro del bosque, el azar tocó a la puerta de los Eltarianos. A dos leguas de los trágicos acontecimientos, un pequeño grupo de acróbatas se habían asentado. Mewëen les imploró cuidar de ellos porque ahora ya no podrían residir en el pueblo.
Y de esta forma se unieron a los combatientes de Zil.
Hoy en día.
Después de la llegada del desconocido, los dos compañeros habían seguido a los demás combatientes Zil. Su naturaleza Eltariana los hacia resistentes a la locura que reinaba a los Zil. Poco antes de la llegada a la Tumba de los Ancestros, decidieron dividir el grupo y rodear los grandes bosques del norte, el cual era uno de los pocos lugares no visitados anteriormente debido a las leyendas sobre criaturas extrañas que allí vivían.
Abyssien les había advertido que su búsqueda podría conducirlos a una decepción. Al crecer en la compañía de los hombres habían adoptado una cultura muy diferente a la que debería haber sido la suya.
Cayó la noche sobre el improvisado campamento, a lo lejos la luz emitida por la piedra caída del cielo apenas iluminaba debido a las nubes bajas. Sangrespada y Sinrostro se sumergieron en sus pensamientos, con sus miradas fijas al vació. De pronto el silencio se vio interrumpido por alguien que se aclaró la garganta. Los Zil se sorprendieron.
- Per... Perdonen que los moleste. Estoy un poco perdida...
Sangrespada examino a la recién llegada y observo lo extraña que era, sobre todo por lo blanco de sus ojos, que sin dudas, demostraban que era ciega.
- ¿Puedo colocarme a su lado y disfrutar de su presencia esta noche?
Esta reunión era un poco irreal, Sangrespada se preguntaba cómo esta persona había llegado hasta allí, sola y ciega.
- Tienes razón en tener tantas preguntas. La verdad es que en nuestra última reunión ustedes eran aun muy jóvenes.
- ¿De qué estás hablando? - rugió Sinrostro, ¿qué nos conoces?
- Sé todo sobre ustedes, sé quiénes son, conozco su historia.
Sangrespada sacó su espada.
- Así que ya sabes que tendrás que decirnos todo!
La joven con el pelo blanco empujó la hoja con su paraguas.
- Sí, no te preocupes, te voy contar todo. Dijo ella con una sonrisa. Permítanme sentarme.
- ¿Cuál es su nombre?
- ¿Un nombre? Bueno, aquí me llaman La Apóstol. Quería algo más femenino, pero me acostumbré.
Ese nombre no les decía nada. Ella se acerco hacia el fuego, esperando a que le hicieran más preguntas.
- ¿Quiénes somos?
- Ustedes están perdidos, dos niños con un importante destino en la historia de este mundo. Son descendientes de un pueblo secreto que habita este bosque -dijo, señalando la dirección de su destino. Pero para encontrarlo, primero deben descubrir la manera de entrar en el territorio Eltariano.
- Nos dijiste que nos habías visto antes. Cuéntanos más.
- Veo que eres de un espíritu vivaz, nos cruzamos anteriormente, fui yo quien los coloco en el camino de Guedenot, se acuerdan de él?
- ¡Por supuesto que sí! -Exclamó fuerte Sinrostro con su voz ronca.
- ¿Por qué no nos recogiste y nos llevaste contigo?
- ¿Y ser criados por una persona ciega? Bueno, yo no podía.
- Vamos. ¿Acaso no estas hablando con nosotros? Podrías decirnos como volver a casa.
- En realidad podría hacerlo, pero no sé si realmente desean verlos de nuevo, son muy diferentes a los Eltarianos "verdaderos".
- Por favor, entiéndenos, nos dijiste: Yo les diré todo, así que adelante, dínoslo.
La Apóstol tomó un momento de reflexión.
- La entrada al bosque es un portal que se encuentra cerca de aquí. Nunca hay nadie cuidándolo porque la mayoría de la gente solo ve un muro verde. Sólo los que son como ustedes pueden verlo, y lo que es aun más importante, abrirlo.
- Bueno, ¿Cómo podemos llegar ahí? exclamo Sangrespada animada. Toma tus pertenencias Sinrostro, iremos en busca de los nuestros.
Y así ambos Zil partieron, con la esperanza de ver a sus familiares.
- Gracias por ayudarnos exclamó la elfina alejándose. Pero, ¿dónde es exactamente?
- Sigue tus instintos! Lo encontraras!
Una vez que sus espectadores se marcharon La Apóstol se encontraba sola frente al fuego. Una lágrima caía por su mejilla.
- ¿Por qué me obligan a mentirles? ¿Cómo quieren que regrese a la Luz mintiendo y engañando? Lo que hice va a cambiar para siempre el destino de los habitantes de este continente.
Sinrostro y Sangrespada caminaron a lo largo de una hora en la oscuridad de la noche, sintiendo tanta alegría como hace años no la sentían. Largos años de búsqueda finalmente recompensados. Al final llegaron a un portal, enorme y majestuoso. Dos aberturas descendían verticalmente en cada una de las paredes. En lenguaje Eltariano, la inscripción comenzó a brillar. Sangrespada y Sinrostro instintivamente se colocaron al frente de las aberturas en cada una de las puertas. A la vez, pusieron su mano en la primera de ellas. Se escuchó un ruido sordo, como una especie de “crack”, a continuación, la puerta comenzó a moverse...
Las aberturas dejaron de brillar, la puerta del Infinito estaba abierta. Detrás de ella no se veía un bosque, era algo totalmente distinto. Sangrespada y Sinrostro pronto se dieron cuenta de que no era un portal hacia su hogar...
El Llamado
La piedra atravesaba el cielo a una velocidad atroz, su frenética carrera culminaría sobre el Desierto de Esmeralda. Pero este no era el caso. En su lugar, terminó estrellándose en el centro del continente, en un lugar neutral, donde anteriormente grandes batallas tuvieron lugar: la Tumba de los Ancestros. La roca, gigante como una mansión, atrajo la atención de todas las naciones. Sus líderes pensaban que un gran poder se le otorgaría a quien lograra apoderarse de ella. Los primeros enfrentamientos habían provocado la muerte del Profeta, la traición de Télendar y la victoria relativa de la Kotoba...
El campamento Xziarite se encontraba en calma. El día anterior, los miembros del clan celebraron su "victoria" y le dieron el adiós a un valiente oponente: el Profeta. El sol había brillado con una intensidad inusual en un cielo que no estaba manchado ni con una sola nube. Asajiro, que estaba de guardia, vigilaba sus alrededores en busca de algo que llamara su atención. Entonces se alejó distraído influenciado por los comentarios que había escuchado de sus compatriotas, intrigado por la famosa Piedra caída del cielo, la cual atraía la atención de todo el mundo. Pero se acercó más de lo debido. Un enorme rayo de sol golpeo la roca, provocando el cegamiento del oficial imperial. En ese momento, Alishk, inserto en su meditación, no podía creer lo que veía. El rayo golpeó la piedra con un poder increíble, pero aun así no podía ver la magia en su interior. Nunca sintió algo semejante. Rápidamente se despertaron los Enviados. Aerouant, quien no podía conciliar su sueño por no poder olvidar lo doloroso de la experiencia que había vivido, también sintió algo "anormal".
- Nada de esto me informa algo que valga la pena - susurró el mago en el desierto.
- Estoy de acuerdo. ¿A que nos enfrentaremos esta vez?
Por su parte, Kryss, que limpiaba su órgano, se quedo con la boca abierta al ver el rayo de luz. Abyssien, que estaba a su lado, sacudió el hombro de su compañero Zil.
- Y bieh? Que pasah? ¿Que sucedeh?
Pero el músico solo respondió señalando a la piedra que cayo del cielo, mientras balbuceaba algo incomprensible.
Nassaafaraa oukt naass oukt nassaaafaraaa...
- ¿Has oído esa voz Aryhpas? Es muy clara y suave.
Saphyra era una joven mujer que viajaba por el mundo en busca de conocimientos acerca de las distintas religiones existentes. Ella había oído hablar del culto de Méra y del templo Précades, el cual despertó en ella gran interés.
- No, no entiendo nada. ¿Que es lo que dice?
La criatura que había hablado no era otra más que una muñeca de porcelana, de la cual nunca se separaba. ¿Ella estaba viva? Estaba convencida de que sí.
- Se llama a un grupo de personas en un idioma extraño, pero conozco su significado. La gente viajara desde lejos. Vamos rápido. Quiero ver quienes son esas personas.
Nassaafaraa oukt naass oukt nassaaafaraaa...
A millas y millas de distancia se encuentra el Desierto de Esmeralda. Allí no hay árboles, pero si arena de donde surgen unos inmensos cristales color esmeralda. A pesar de ello, una civilización logró dominar el entorno hostil. Mineptha es la capital de un pueblo que, cuando no viven dentro de las murallas de esa ciudad, salen en busca de materias primas escasas y piedras solares, utilizadas para confeccionar joyas y objetos preciosos. Además del palacio real, se encuentra el templo de Sol'ra, su deidad protectora. La característica sobresaliente de este lugar era que la mayoría de sus compartimientos no tenían techo, para que la luz del sol estuviera presente durante todo el día. Ïolmarek, el sumo sacerdote de Sol'ra y Ahlem se encontraban rezando en el patio cuando escucharon las palabras.
Nassaafaraa oukt naass oukt nassaaafaraaa... Partir a la búsqueda del obsequio destinado para ustedes. Los infieles intentan apropiarse de el. Castigarlos como es debido.
En ese momento, lo que se encontraba dormido en ellos se despertó.
- Alhem, ve con Aziz y los que se encuentren cerca, mientras yo reúno al resto.
- Está bien sumo sacerdote, saldré en su búsqueda. ¿Cuáles son sus órdenes acerca de los infieles? ¿Debo reclutar a su discípula?
- Si, si, ella esta de viaje. En cuanto a los que se encuentren en ese lugar, si se entrometen en su destino serán juzgados por Sol'R!
Al día siguiente un pequeño grupo se marchó en silencio de Mineptha, emprendiendo su camino para reunirse en la Tumba de los Ancestros.
El Precioso
¿No se dice que en medio la noche, todos los gatos son pardos? Es un proverbio que nuestra joven ladrona experimentaba en ella lo más frecuentemente posible. Algunos días antes, Helena había tenido un golpe de suerte , una información que según ella sería el golpe del siglo. Un soplón le había comentado, que se le había dicho, que el célebre tesoro del legendario capitán pirata Gol'denaï había sido encontrado por el gobierno de las Islas Blancas y pronto sería expuesto al público antes de regresar a las Bóvedas Nacionales. ¡EL Tesoro de Gol'denaï! ¡Increíble! No sólo la historia de este célebre pirata se transmitía entre las diferentes tripulaciones de piratas, sino que su valor inestimable hacía relucir los ojos de los investigadores de tesoros y de otros ladrones. Helena no podía perder esta ocasión única de apoderarse de el. Era demasiado tentador. Se apresuró, porque este rumor se difundía tan rápidamente como un ziaf (un ave muy miedosa) con el viento por detrás. Corría peligro de no ser la única en seguirlo. Pierrevent, la capital de las Islas Blancas, un lugar donde cualquier atolondrado podía deslizarse y caerse en el torbellino. Porque estas islas no eran trozos de tierra en el mar, sino en el aire, como resultado de la gran guerra contra Néhant. El plan estaba listo, cuidadosamente calculado, no dejaba ningún lugar al azar. Su genio estaba en su paroxismo. Evidentemente nada pasó como fue previsto. Y repensando bien en eso, ninguno de sus planes había funcionado correctamente, porque justamente el azar intervenía siempre. ¿Falta de suerte o coincidencia? Atardecer, primera parte del plan: desactivar las protecciones mágicas. Ningún problema por esto. La alarma, Cristagard 2.0 no presentaba ninguna dificultad. Un poco de polvo de gema espejo y todo resuelto. Luego subió a lo alto de la torre gracias a su fiel enchanfilin: un cordaje muy fino y muy resistente. Perfecto! Nadie la había visto, quedaba pasar a los guardias. ¡Fácil! ¡Eran apenas dos para vigilar un antiguo tesoro. ¡El gobierno de las islas blancas o era avaro o no conocía a la célebre Helena! ¡Tontos! El Petzouille era un animal bastante particular, apenas más grande que un gatito con una trompa y una facultad apreciada por los bandoleros de alto vuelo. En efecto, cuando un petzouille comía semillas de girasol, comenzaba a hincharse como un globo de goma. Bastaba luego, gracias a un mecanismo ingenioso inventado por Larcène, un gran ladrón, con lanzarlo en una habitación para que libere rápidamente un gas soporífico. Luego de esto, tenemos a dos guardias adormecidos, en la sala de exposiciones. La caja de caudales, inmensa y ansiada, reinaba en medio. De forma extraña ningún sistema mágico lo protegía. Nada más, la asombraba. ¡Clic! La caja de caudales esta abierta. ¡Los ojos brillantes y el corazón apretado... la abrió y... nada! ¡Vacía, la caja de caudales estaba vacía! ¡Por los cuernos de Dragón! ¿Una trampa? Mmm, visiblemente un trozo de pergamino se materializó entonces, rodeando un cristal de pergamin, un objeto del que los ladrones se sirven para dejarse mensajes entre ellos. Escrito, apenas algunas palabras: " ¡Lo tengo! " firmado: Quilingo. La ladrona apretó el pergamino con rabia.
- ¡ QUILINGOOOO! Aulló ella. ¡Lo tenía ese oso perdido! ¡Lo tenía!
Muy rápidamente se volvió atrás. Debía irse antes de dejarse atrapar, lo que jamás debía suceder. Algunos instantes más tarde, se encontraba en uno de los callejones sombríos de la ciudad, rumiando su humillante derrota. Ningún tesoro... ningún tesoro... Bueno reflexiona hija, reflexiona. Un panda... eso no pasa inadvertido. Voy a usar mis influencias y lo acosaré, hasta el fin del mundo si es necesario. Algunos días más tarde, en el corazón del denso bosque al extremo sudoeste de la Draconia, la joven ladrona había ideado un nuevo plan. Un plan todavía más detallado que el último, dejando una vez más alguna cosa librada al azar, que sin embargo fue incluida en esta pequeña fiesta. La pista de un panda, sobre todo humanoide era fácil de seguir. ¿Dónde habría ido? ¡De hecho, poco le importaba, ya que dentro de poco, el tesoro sería suyo! Había escogido un lugar donde todo escape era imposible, un puente inmenso de cordaje por encima de un precipicio de diez metros que daba a un río caudaloso, infestado con animales poco amistosos. Era también el único punto de paso para ir al otro lado del bosque. Pues había colocado algunas trampas que inmovilizarían a Quilingo sin hacerle daño. Luego se escondió y espero pacientemente hasta la llegada de su pobre víctima. El tiempo le pareció una eternidad y su atención se disperso hasta que un ruido hizo que se sobresaltara. Una tabla empezó a rechinar. Se arriesgo para ver que pasaba. Era Quilingo, ya a la mitad del puente. ¿Pero... pero.... pero... cómo hizo para escapar de mis trampas? ¿? Su reacción fue inmediata, como la persecución del panda que, al acecho, reparó muy rápidamente en ella. La carrera de persecución fue corta, duró sólo el tiempo para pasar al otro lado. Pero situado detrás del puente, Quilingo se paró para hacer frente a Helena. - ¿Entonces, tu quieres el tesoro? ¿Sé que te interesa, no?
- Vayamos al grano, no me provoques, deja ya la caja de caudales y vete. Eso te evitará problemas.
- ¿ HAHAHAHA, tu quieres robarme? ¿A mi? Yo no soy ningún guardia de banco, para nada. ¿Has oído esto, Erevent? ¡Tu amiga quiere robarme!
Helena frunció las cejas. ¿Que estas diciendo?
Entonces apareció al lado de él Erevent. Al igual que Helena, era un miembro de los Enviados de Noz' Dingard.
- Entendí y estoy totalmente de acuerdo. Hiciste un buen trabajo.
La cara de la joven mujer se descompuso.
- ¿Tú armaste todo esto contra mí? ¿? ¿Pero por qué?
- Los Enviados deben ser respetables. Robarles algo a aliados no es aceptable.
- Tú no eres quien para decirme lo que es respetable o no, desecho de petzouille.
Helena trazaba un nuevo plan, tenia que prolongar la discusión el mayor tiempo posible.
- Insultos, ya desciendes al nivel de otros bandoleros. No está en mi decirte lo que es aceptable o no. Dragón juzgará si eres todavía digna de quedarte en las filas de los Enviados. Mi misión está acabada. Considérate presa.
- ¡Pero por supuesto! Aulló ella tirando al suelo una esfera de vidrio que liberó un humo blanco que fue esparcido en seguida por un viento violento. La ladrona intentó la huida, pero fue frustrada. Erevent era de los mejores investigadores de la Draconia. Y conocía todas las artimañas de los ladrones como ella. Discretamente había lanzado un sortilegio "baba de gnomo" que pegaba a una persona en el suelo.
- De acuerdo, de acuerdo... Discutamos, dijo ella con una sonrisa.
Pero ya era demasiado tarde. Quilingo sacó una cuerda, la enroscó y se la puso al hombro. Y todos se fueron a Noz' Dingard.
El Rúnico, Capitulo 1
El Desierto de Esmeralda estaba repleto de pequeños lugares increíbles donde la vida bullía como en ninguna otra parte. Todo esto era posible gracias al agua que resurgía de lo profundo y atraía todo tipo de criaturas. Favorecía también el crecimiento de una vegetación abundante.
Sucedió en uno de estos oasis, porque así es como la gente del desierto los llamaba, que una tribu que vivía allí desde generaciones fue casi totalmente destruida. El ataque se efectuó al amanecer, mientras todos ellos todavía dormían. Fue brutal y sin piedad. Los agresores fueron numerosos y muy bien organizados. Se trataba de una de las bandas más grandes de traficantes de esclavos. Los gritos despertaron a las aves de color tornasolado y la sangre, mucha sangre, manchó el desierto . Los hombres que valientemente habían intentado defender a sus familias perecieron delante de la ferocidad de los bandoleros y de sus leones de guerra. Cuando todo el ataque terminó, no quedaban más que unos cadáveres en el agua, mientras que las mujeres y los niños habían sido capturados para ser revendidos. Entre ellos, el joven Kalhid, de apenas 9 años de edad.
El chico fue vendido algunos días más tarde en el mercado de esclavos de Mineptha a un hombre poderoso que residía en las montañas en el extremo norte del desierto. Apenas llegado a la propiedad de Abn el hissan, fue enviado a las minas de sephra, una especia rara que tenía la particularidad de encontrarse solo en una pequeña porción de tierra de las montañas. Así había amasado su fortuna el dueño de Kalhid.
Los años pasaron y el chico se hizo un hombre. Contra toda previsión, mientras que la gran mayoría de los esclavos de las minas fallecía rápidamente, el resistió, peleando contra su condición de esclavo, porque los de su pueblo pensaban que la vida valía todo y que la esperanza debía siempre ser un motor para avanzar sobre el largo camino de la existencia. Y el momento llegó. Después de todo ese tiempo en cautividad, ya era hora de recuperar esa libertad que se le había robado. Gracias a su fuerza imponente y gracias a un plan cuidadosamente planeado, él y algunos otros esclavos consiguieron fugarse. La suerte por fin le sonreía. Pero lo abandonó muy rápidamente porque algunas horas apenas, después de haber huido, una tempestad de arena se abatió sobre ellos con una violencia increíble. Casi todos ellos fueron barridos como vulgares pedazos de paja. Kalhid no podía más, a pesar de su resistencia no podía luchar más contra los elementos. Al extremo de su fuerza, se entregó a una muerte cierta. Kalhid abrió los ojos sobresaltándose, jadeante pero vivo. Puso su mano derecha contra su corazón. Latía mucho. Esto lo tranquilizó porque esto quería decir que vivía. El cuarto en el cual se encontraba, estaba inundado de oscuridad. Allí no veía nada. De repente, cuatro antorchas se encendieron. Se encontró recostado sobre una cama confortable, alrededor de él algunos muebles cuyo estilo le eran desconocidos y exactamente al lado de él, un pilón que contenía agua. Bebió un trago y se mojo la cara. Centenas de pensamientos tamborileaban en su cabeza. De repente, la puerta se abrió y oyó una voz, una voz grave que le pedía que se acercara. Pasó la cabeza por el marco de la puerta y descubrió un pasillo largo alumbrado también por antorchas. A todo lo largo, había unos símbolos que centelleaban en armonía. Pasó varias puertas totalmente cerradas y desembocó en una sala inmensa. Por todas partes los símbolos relucían débilmente y, lo que le interesó de sobremanera, habían allí unas decenas de armas y armaduras magníficamente labradas. Al final de la sala, llamaba la atención lo que se parecía vagamente a un yunque enorme. Detrás de el, semi-escondida en la oscuridad, una criatura que aparentemente tenia un par de cuernos lo miraba. Vaciló en avanzar pero la voz lo tranquilizó.
No tengas miedo. No queremos tu vida. Si no... te habríamos abandonado a tu triste suerte.
Efectivamente el raciocinio se imponía y se adelantó, hasta una distancia razonable.
-Les agradezco por haberme salvado.
-No nos agradezcas, cortó la criatura. Por desgracia no pudimos salvar a tus compañeros, todos ellos perecieron.
-Es una gran coincidencia que ustedes me hayan encontrado.
-Esto no es coincidencia, sabíamos que él que esperábamos, estaría entre todos los que allí se encontraban.
-No comprendo muy bien.
- Venimos de lejos y buscamos a personas con un destino particular y tú, formas parte de ellos.
Kalhid frunció las cejas.
- ¿Esperan algo de mí, no es cierto?
Acto 2 : El Canto de Cristal
El Canto de Cristal
La travesía por el desierto significo para ellos una victoria fácil de lograr. Tenían una misión de suma importancia y cada vez que salía el sol, las oraciones eran pronunciadas con un fervor increíble. Galvanizados por su fe, no sintieron el paso del tiempo. Al final, en medio de un día particularmente radiante, todos lo escucharon. Era como una especie de canto, majestuoso. Él los llamaba, los guió hasta el punto de impacto. Mientras mas avanzaban, la canción se hacia más clara. Alhem detuvo su marcha bruscamente.
- ¿Por qué te detienes? Dijo Aziz poniendo la mano sobre el hombro del sacerdote de Sol'ra.
Los otros nómadas esperaban, prestando atención a las palabras de su líder espiritual.
- Esta canción es un llamado de ayuda. Vio la piedra, y ella confirmó su razonamiento. Los infieles son numerosos y de gran alcance. Ella está en peligro. Debemos actuar con rapidez antes de que se desate una catástrofe.
Aziz se volvió hacia a Kararine y hablo con un tono lo mas autoritario posible.
- Vas a ir a explorar y nos traerás un informe sobre estos perros que se atreven a tomar cualquier cosa que no les pertenece.
A modo de respuesta, la joven bajó la cabeza antes de correr en la dirección del impacto.
Unas horas más tarde, por fin llegó a su destino y su corazón se precipitó cuando posó sus ojos en la piedra. Ella era majestuosa y estaba bañada de una luz que le recordaba a la joven mujer el templo Sol'ra cuando el sol estaba en su apogeo, y sus rayos bañaban las paredes de la sala de oración. A sus pies, de un lado y del otro, habían dos campamentos. Uno tenia carpas azules adornadas con banderas con los símbolos de Dragón, y el otro tenia tiendas rojas alineadas. En todas partes, habían numerosos asentamientos con muy diferentes estilos. Kararine estimó que había mucha gente, pero de todos modos Sol'ra protegería a sus seguidores y fácilmente podría vencer a estos parásitos. Interiormente se regocijó imaginando los combates que se llevarían a cabo. Pronto, se dijo a si misma, estas tiendas se quemaran por las llamas de la furia del dios del sol. De pronto, oyó pasos que se acercaban a ella. Sintió que el aire se enfriaba. Los pasos cesaron y escucho una voz con un acento extraño.
- ¿También puedes escuchas esta canción?
Kararine se arriesgó a mirar fuera de su escondite. Se encontraba una mujer con la piel pálida y unos intensos ojos azules. Existía en esta persona algo parecido a un poder oculto que provocaba confianza en la joven nómada. Decidió ir a examinar a esta extraña mujer. Sin pronunciar una palabra, se acercó y observó que el frío emanaba de su cuerpo.
- ¿Qué eres? ¿De qué canción estás hablando?
- Yo soy Yilith, hice un largo viaje siguiendo una canción que oigo en mi cabeza. ¿La oyes? Todo esto es increíble.
Pobre Kararine, esta infiel estaba tratando de confundirla. Tenía que advertirle a Alhem y Aziz lo más pronto posible.
- No sé a qué te refieres -exclamó retrocediendo. Sacó una daga y se puso a la defensiva. Déjame en paz y no pasará nada.
- De acuerdo, no eres muy amigable. Voy a ver si las otras personas me pueden ayudar. Luego siguió su camino como si nada hubiera sucedido.
Kararine continuó sus investigaciones en el bosque que estaba cerca para evitar la agitación. Con el mayor sigilo posible, se trasladaba con la esperanza de no volver a tener un desafortunado encuentro. Una vez más, debido a la mala suerte, o quizás por su falta de destreza en áreas forestales, por poco es atravesada por un puñal que lanzaron. Luego, una persona vestida de gris con una capucha bastante extraña saltó sobre ella sin previo aviso. Esta vez, fue suficiente para hacer enojar a la joven. Ella lo esquivó ágilmente mientras desenvainaba una daga en cada mano. Se lanzó a su adversario a quien lo tenía a una distancia muy corta, quien tuvo que hacer una acrobacia evitando su ataque y consiguiendo que solo rasgara su capa. La batalla duró varias horas, ambos tenían igual fuerza pero Kararine había ideado un plan y poco a poco se acercaba a su ejecución. Así que después de un rato la asesina (pues tal era el rol que se le había asignado) sabía que su enemigo iba a perder, porque ahora serian cinco contra él. Entonces Aziz, quien arremetió contra él, obligando al confuso Traquemage a esquivar por poco una lanza que cruzaba de lado a lado. La situación se le fue de sus manos, al igual que su presa. El debía desaparecer nuevamente para repensar su estrategia. Se envolvió en su capa y se tiró hacia el suelo. La tela cubrió el suelo antes de ser cortada en trozos pequeños por Kararine y Aziz. Por desgracia, el Traquemage había desaparecido.
La exploradora luego explicó lo que vio y que había encontrado. Insistió en la extrañeza de los infieles y propuso no atacar de frente o de lo contrario la derrota, a pesar del apoyo de Sol'ra, sería aplastante. Aziz, quien había servido durante mucho tiempo en el ejército de Kahani III propuso, en espera de la llegada de refuerzos, intentar hacerse a la piedra en busca de pequeños ataques hacia grupo reducidos de guerreros. Alhem aceptó con cierta reticencia, pero era imprescindible seguir las órdenes de Ïolmarek y era seguro que los infieles se cruzarían en su camino. Más aun con el llamado de la piedra, tenían que darse prisa ahora.
Estos infieles conocían de la presencia de los fieles de Sol'ra. Y así fue como los Nómades del Desierto entraron en conflicto por la piedra caída del cielo.
La Maldición
El portal se abrió, y la luz que se escapaba de el se fue debilitando despacio. Sangrespada y Sinrostro se miraron un largo rato antes de que uno de los dos pronuncie la menor palabra.
- ¿Y ahora? ¿Que pasa? ¿Le dice el Hom'chaï a su compañera?
- ¡Y bien, vayámonos!
No había ella acabado su frase que una forma se dibujó. Un hombre pasó el umbral de la puerta, hizo algunos pasos y se derrumbó. Luego, sin el menor ruido, la Puerta del Infinito se cerró, y luego desapareció. Ambos Zil miraron con ojos terribles, verdaderamente no esperaban esto. Les habían prometido una vuelta a la vida entre sus semejantes, y finalmente se encontraban con alguien desembarcado de ninguna parte. Sangrespada examinó al desconocido. Éste llevaba una armadura magnífica de placas cubiertas de cuero endurecido, que cuando era nueva probablemente debía haber sido roja. Una capucha cubría su cabeza, dejando aparecer algunos mechones de cabellos que el tiempo había blanqueado. La elfine estudió el cuerpo inanimado y levantó la capucha.
- Está vivo. Volvamos con Kriss, probablemente él podrá ver lo que tiene.
Sinrostro tomó al desconocido y se lo echó al hombro tan vulgarmente como a una bolsa.
A lo largo del camino de vuelta hacia el campamento de los Zil, Sangrespada parecía perdida en sus pensamientos. Algo la tenía preocupada sin saber demasiado que. Tenía la vaga impresión de que este desconocido no era tan desconocido como parecía. Llegados a la carpa, fueron acogidos por Abyssien.
- Por fin los encuentro, tengo cosas que deben saber.
- Nosotros también tenemos cosas que decirte. Debemos ver también a Télendar y Kriss para contarles.
- Es una historia larga, pero Télendar no es más de los nuestros. Yo retomo el papel de jefe de los Combatientes de Zil.
¡Era, decididamente, un día pleno de sorpresas!
- Euh... Muy bien, de todos modos jamás me gustó. Cuando tomó tu sitio, en el gremio, le habría propinado unos cuantos golpes.
- Sinrostro, siempre tan refinado y poético.
Este último puso delicadamente su paquete al pie de su nuevo jefe que miró al desconocido con una mirada asombrada.
- ¡Esto es raro! Esta armadura me dice algo.
- ¿Tú también? Cortó Sangrespada. Desde que lo encontramos, tengo la impresión de conocerlo.
- Es porque seguramente les han contado esa historia. En fin, una historia que habrán escuchado, cuando ustedes estaban en casa de los humanos de Yses.
Justo en ese momento aparece, Kriss que había sentido curiosidad por ver reunidos a sus compañeros.
- ¿Qué pasa aquí? Interrogó al músico.
- Apareces justo a tiempo, puedes mirar lo que tiene. Ordenó el jefe de los Zil mostrando al desconocido.
- Sí por supuesto, pero no aquí. Sinrostro, tráelo a mi vagón, te lo pido.
Abyssien y Sangrespada se instalaron cómodamente bajo la carpa que, aparte de escenario para las presentaciones, servía de salón inmenso donde los miembros del gremio podían relajarse a su manera.
- ¿Entonces, que historia?
- Sí, eso estaba por contarte, dijo poniéndose su sombrero.
A su alrededor la escena cambio, y la carpa desapareció para dejar lugar a un bosque lúgubre. Allí, un animal se coló entre los árboles, luego vino otro de por allá, y luego otro para formar finalmente una jauría. Luego salieron del bosque. Sangrespada los reconoció: ¡Volks! Eran criaturas terribles y casi desaparecidas en la actualidad. Uno de ellos era particularmente imponente. Era visiblemente su jefe. La continuación fue una carnicería. Los Volks atacaron varios pueblos y devoraron todos los seres vivos que pudieron, tanto por placer como por hambre. La escena cambió nuevamente, ahora estaban en un castillo. Allí, tres personas noblemente vestidas conversaban vivamente.
- Señor, intentamos todo contra los Volks sin éxito. Tienen mucha destreza y su jefe nos siente llegar, anticipadamente.
El hombre coronado miraba fijamente el suelo, mientras reflexionaba sobre la mejor solución.
- Veo que sólo él puede ayudarnos. Sé que no lo aprecias en lo mas mínimo, pero hay que reconocerle sus meritos.
- ¡Usted no piensa en él! ¿Gaumatta, a pesar de la amistad que nos une, usted no puede intervenir para llamarlo a él?
- Mergis, eres por cierto mi amigo, pero mi decisión está tomada. Bardiya, avisa a Kolodan de la situación.
La imagen se desvaneció y la carpa reapareció. ¡Kolodan! ¡! Conocía esta historia. Este protector fue la última muralla contra estos monstruos. Diezmó a todos ellos y combatió a su jefe durante días. Luego, después de eso, desapareció misteriosamente.
- ¿Quieres decir que este hombre es Kolodan?
- Eso no es seguro y el mejor modo de verificarlo, es preguntarle a él.
La noche cayó sobre la Tumba de los Amcestros. Kriss había trabajado y sus muchas heridas no eran más que un recuerdo. Abyssien, Sangrespada y Sinrostro esperaban alrededor del fuego que Kriss les diera noticias. La puerta del vagón se abrió.
- Sinrostro, puedes venir a echarnos una mano.
El músico retenía por el brazo al desconocido que había recobrado el conocimiento. Lo instalaron con ellos alrededor del fuego. Todos ellos esperaban la continuación de la historia, era Kolodan?
- ¿Quien eres? Preguntó Abyssien.
- Yo... Soy Kolera...
- ¿ Kolodan quiere decir?
- Kolo... ¡No! Aquel ser desapareció hace mucho tiempo. Ya no queda nada de él.
- ¿Y qué fue de él, si se puede preguntar?
- Ya no existe, ya no soy hombre, pero todavía no completamente Volk. Soy sólo Kolera.
- ¿Dónde estabas durante todo este tiempo?
- ¿Todo este tiempo? ¿Que fecha es?
- Si mi memoria es buena, los siete reinos utilizan el calendario imperial. Estamos, pues en el año 105.
Esto fue como una puñalada para Kolera. Más de veinte años habían desaparecido sin que verdaderamente se diera cuenta de ello.
- Donde estabas, añadió Sangrespada visiblemente apasionada por el sujeto. Era en...
No acabó su frase. Miraba al cielo con temor. La luna se levantaba, inmensa y roja. La maldición operó.
- ¡ Noooo! ¡ No no no no no no! Gritó él.
Una transformación se produjo entonces. Kolera se retorció de dolor, los pelos largos y negros aparecieron sobre sus brazos, su armadura cayó al suelo. Luego su cara cambió, se alargó en un largo hocico, sus dientes crecieron. Se había convertido en mitad hombre, mitad Volk. Aunque estaba visiblemente rabioso, se paró precipitadamente delante de Sangrespada. Literalmente fue hipnotizado por la joven Elfine. La cólera se fue poco a poco.
La Prueba
Ïolmarek esperó pacientemente a que el resto de las tropas se reunieran con él para luego emprender el camino hacia el impacto. Entró en el salón principal del templo de Sol'ra, perdido en sus pensamientos. Ya hace muchos años que se encontraba al servicio del Templo y ciertamente su fe nunca había vacilado, pero desde el canto de cristal, el anciano sacerdote se llenó de dudas. ¿Por qué en los últimos años, durante tanto tiempo la presencia divina fue débil, y de repente una manifestación tan importante de Sol'ra se produce? Recordó que cuando era un joven sacerdote, ocurrió otro evento como este, el que terminó en una catástrofe. ¿De qué serviría ahora? ¿Cuál es el propósito de todo esto? Todas estas preguntas germinaron en la mente del anciano.
- La duda no está permitida en ti, sumo sacerdote.
Ïolmarek dejo de imaginar y miró a su alrededor. La presencia que sentía era extrañamente familiar, como si el pasado resurgiera.
- Yo conozco esta voz, muéstrate.
- Mírame... padre.
A continuación, se dirigió a la estatua que había tallado hace casi treinta años. La joven mujer representada estaba bañada con una luz suave. Ella ya no tenía más el aspecto de una estatua congelada, sino el de una persona viva. Ïolmarek cayó de rodillas, con el corazón encogido por sus lágrimas.
- Dja... Djamena, realmente eres tu?
- Yo vengo a vosotros como mensajera. ¡Escucha mis palabras porque ellas son instrucciones!
¡Una mensajera! Esto auguraba algo muy importante, porque su aparición era siempre sinónimo de cambio y de intervención divina. Las escrituras antiguas talladas en los muros del templo daban manifiesto de una serie de intervenciones de esta naturaleza.
- Escucho, Mensajera.
- Te alejas poco a poco del sumo sacerdote que eras, y es necesario que tu fe sea infalible. Vengo a enseñarte La Prueba!
- Qu... ¿Qué? Ïolmarek no podía creer lo que escuchaba. Sería sometido a una prueba para demostrar su fe. Ya he demostrado mi lealtad en el pasado y mi vida está al servicio de Sol'ra!
- La fe no es sobre el pasado, sino sobre el presente. Sol'ra necesitará a su sumo sacerdote, y tú tienes que estar listo. Varios eventos se llevarán a cabo y los infieles no tienen que hacer nada para frustrarlos. Tendrás que intentarlo y si tu fe no es lo suficientemente fuerte, acarrearas la ruina.
- Me someteré a la prueba, cual es la tarea que tengo que cumplir?
- Un padre y su hija llegaran al templo. El hombre es ciego y sobrevive gracias a su hija. Deberás convencer al padre que Sol'ra reclama a su hija, condenándole a una muerte segura.
Efectivamente un carro tirado por un buey pasó por el arco de la entrada del templo. Una joven comandaba al animal con una cuerda. Se sorprendió cuando se dio cuenta del gran parecido entre Djamena y la joven. Entonces comprendió a que clase de evento se enfrentaba. La joven ayudó a su padre a bajar y luego ambos avanzaron para saludar al sumo sacerdote debido a la circunstancias de su alto cargo.
- Hemos recorrido un largo camino para rezar a Sol'ra y pedir su ayuda para que sane a mi padre.
Sol'ra dios del sol y de la luz ha sido invocado a menudo en oraciones para recuperar la vista, y en algunos casos esas oraciones fueron escuchadas. Ïolmarek todavía tenía las palabras pronunciadas por la Mensajera y sobre todo la respuesta a la prueba que tenia que cumplir.
- ¿Cuál es tu nombre? -Preguntó.
- Djamena.
La coincidencia era demasiado. Le tomó la mano y se concentró, enfocándose en el alma que habitaba ese cuerpo. Él sonrió cuando se dio cuenta con su mente que se encontraba su hija. Sol'ra había vuelto a él, y nunca mas volvería a dudar.
- Bueno, Djamena, trae a tu padre al pie de la estatua para que se arrodille, nosotros rezaremos con él.
Oramos a Sol'ra para que tenga piedad de este hombre quien vivió en la oscuridad para que él pueda volver a ver la luz. Ïolmarek usó sus poderes y puso sus manos sobre los ojos del infortunado.
- Sus oraciones han sido escuchadas.
Cuando quitó sus manos del hombre, este parpadeó a la vez que su vista poco a poco regresaba.
- ¡Ahora veo! , Exclamó. ¡Veo otra vez! Cayó de rodillas ante Ïolmarek, Djamena hizo lo mismo. ¿Cómo te agradeceremos?
- Mantengan su fe en Sol'ra y sigan sus mandamientos, sin dudar jamás. Necesito que me presten un servicio.
- Dime, yo haría cualquier cosa que me pida.
- Tu hija pertenecerá a Sol'ra.
¿Esta frase significaba que iba a ser sacrificada en su honor? El hombre no pudo responder nada, aturdido por la noticia. ¿Debería recuperar la vista a cambio de perder a su hija?
- No te preocupes, ella ira al templo y se convertirá en una sacerdotisa. Djamena se sorprendió. ¿Ella servirá a Sol'ra? El hombre se levantó y tomó con sus manos el rostro de su hija.
- Si no recuerdo mal, una joven sacerdotisa no debe ser vista por los hombres, los preceptos de Sol'ra evitan esos encuentros. Tú has tenido hasta ahora una vida llena de miseria acompañando a un ciego. Es hora de que vivas tu propia vida, incluso si eso significa que dentro de poco no volveré a verte.
Djamena se arrojó a los brazos de su padre como si estuviera diciendo adiós. El sumo sacerdote miraba con nostalgia. Recordaba el amor que había sentido por su hija. Significó para él una segunda oportunidad, un rejuvenecimiento, un renacimiento, se dio cuenta de que lo que Sol'ra tomó, él también podría tenerlo.
Una vez que el hombre se fue, Djamena y Ïolmarek estaban solos. Entonces los ojos de la joven cambiaron y brillaban como mil luces.
- Has pasado esta primer prueba, pero vendrán otras. Lo has adivinado, regresaré pero ahora no puedo quedarme. Cuando llegue el momento me reuniré contigo, padre.
El Rúnico, Capitulo 2
Kalhid esperaba una respuesta, aunque estaba casi seguro que seria un "sí". Pero después de todo, valía más esto que regresar a la esclavitud.
- Hay algo que podrías hacer por nosotros. Debes saber que eres libre de negarte, de ser así, vete al fondo de la sala y ese camino te llevará hacia la salida. Porque lo que se espera de ti, va a ser difícil de cumplir.
- No soy un ingrato. Ustedes me salvaron de la muerte y les estoy agradecido. Entonces, los escucho, que desean que haga?
La forma se acercó al joven hombre, pero este último no se atrevió a levantar la mirada porque fue intimidado profundamente.
- Muy bien, tu elección está hecha, y tu palabra está dada. Hace varios días un meteorito se estrelló en el continente. Si bien el acontecimiento es bastante común, es la naturaleza del meteorito la que nos interesa.
El desconocido fue del lado de las armas y las armaduras y, dando la espalda a Kalhid, continuó su discurso.
- Nosotros recorremos el mundo en busca de ciertas piedras que poseen facultades mágicas o que parecen tenerlas. Entonces, en esta, hemos sentido el mayor poder hasta el momento.
Se movió y, con una mano muy poco humana, tomó un objeto. Luego volvió frente a su interlocutor.
- Nos gustaría que fueras allí dónde se estrelló, y que nos traigas un pedazo de esa piedra. Esta tarea es peligrosa. También te confiaremos esto.
Puso el objeto en el suelo y este produjo un ruido metálico. Kalhid vaciló, luego lo tomó. En seguida el objeto se desarrolló alrededor de su mano y alrededor de su muñeca. Era como un tipo de guante. El joven hombre casi sentía como un tipo de conciencia en el interior.
- Este es un objeto rúnico. Cuídalo porque deberás devolverlo. Cuanto más estén ambos en simbiosis, más el guante se desarrollará.
Después de algunos movimientos, rápidamente se dio cuenta que el peso del objeto no correspondía a su apariencia, pero sin embargo parecía muy resistente.
- Les agradezco. Si tengo bien entendido, debo ir al lugar donde el meteorito se estrelló, tomar un pedazo y volver aquí. ¿Es así?
- Sí.
- Bien, esto no me parece muy difícil.
- Lo será. Pero antes de que te vayas, debes saber que tu nombre no es más Kalhid, serás en lo sucesivo el portador de las runas Hares.
¿Una nueva partida, con un nuevo nombre? Al final, esto se ponía interesante. De todos modos, le gustaba cambiar el suyo por un buen nombre.
- Afuera un caballo y provisiones te esperan. Vete ahora, te esperaremos aquí.
Hares se fue hacia este nuevo destino que se le había predicho. Una semana más tarde, Hares encontró el lugar del impacto. De camino había encontrado a otras personas que, como él, iban hacia esta piedra famosa. Supo que los grandes gremios estaban en el mismo lugar y que se libraban enfrentamientos para reclamar su propiedad. Cuando llegó, el sitio era un verdadero campo de tiendas. Si todo el mundo quería esta piedra, dudaba que le dejaran tomar un trozo tan fácilmente. Esperó pues a que llegara la noche para actuar. Una luz débil se escapaba del meteorito, que revelaba ser mucho más grande de lo que imaginaba. No esperaba tampoco que fuera una piedra. ¿Después de todo, quién vigilaría una piedra grande como dos casas por temor a que se la roben? Y muy visiblemente, los Combatientes de Zil, pensaban así. Sobre todo un Combatiente de Zil: Marlok. Éste pasaba una buena parte de la noche estudiando la piedra. Evidentemente hacía esto lo más lejos posible del campamento de los Draconianos. Hares se dirigió hacia la piedra, una vez delante de ella, golpeo la pared con su mano enguantada. Marlok quedó sorprendido porque nadie había podido pasar la barrera que protegía la piedra. Cuando vio a Hares asestarle un gran golpe, no vaciló un segundo. La prudencia con la magia era necesaria y este acto no era prudente, por el contrario, era potencialmente peligroso. El mago realizó una suerte de fusión golemica que tendría por resultado una mezcla sorprendente entre el mago Zil y su viejo golem de cristal.
- ¡Aléjate de ahí! Corres peligro de provocar catástrofes.
Hares miró la cosa extraña con sospecha. Su guante reaccionó ante la amenaza y recubrió la totalidad de su brazo derecho.
- Esto es sólo piedra, ni más ni menos. Quiero sólo tomar un pedazo. No se inquiete, no pasará nada más.
Golemarlok sacudió la cabeza de modo negativo y saltó sobre Hares, llamas aparecieron en sus manos. El hombre del desierto esquivó por poco y le asestó un golpe magistral a su opositor que estuvo a punto de caer a tierra. Pero Golemarlok era curtido y alcanzó a tomar con sus dos manos unidas al coloso del desierto por el hombro y lo hizo vacilar. Pero para Hares, pelearse era un modo de vida. Había perdido la cuenta del número de veces que había peleado en las minas por su supervivencia y la cantidad de vidas que había cobrado. Y así, como cada vez que peleaba, la cólera subía rápidamente. Los intercambios de golpes se hicieron más violentos, la magia del mago-golem se deslizaba sobre el guante rúnico del coloso como el agua sobre la piel de una serpiente. Luego, el mismo guante acabó por recubrir ambos brazos de Hares y los símbolos grabados sobre él brillaron. Golemarlok desconocía esta magia extraña y se enteró de ella a alto costo. Sufría cada vez más y un malestar cada vez mayor se hacia sentir que perdía el control de su magia. Pero el mago Zil no había dicho sus últimas palabras, y si la magia era ineficaz tenía muchos otros recursos. Contraatacó con láminas de cristal que le infligían cortes severos a su opositor. Pero la rabia de Hares sobrepasaba el dolor. Puso todas sus fuerzas en un último golpe. Golemarlok tuvo el reflejo de separarse de su golem para evitar el golpe que seguramente iba a matarlo. Fue pues su creación, la que recibió el golpe del puño enguantado con un crujido que solo podía significar destrucción. Hares golpeó tan fuerte al golem contra la piedra caída del cielo que esta última se agrietó, liberando algunos pedazos de cristales amarillos que se mezclaron con los cristales azul-noche del golem. El mago Zil fue vencido. Y cuando Hares removía los restos del golem de cristal, varias personas se acercaron. Eran tres, sus vestidos lucían el emblema de los Enviados de Noz' Dingard. Uno de ellos se inclinó delante de Hares.
- Soy Aerouant, hijo del Profeta. Dirijo actualmente a los Enviados de Noz' Dingard.
Hares verdaderamente no sabía quienes eran, y no les daba mucha importancia. El mago que no veía ninguna reacción prosiguió.
- Te agradecemos por lo que hiciste. Los Combatientes de Zil siembran destrucción en la región y cometieron crímenes aberrantes, le dijo con amargura.
Aerouant estudió a Marlok. Este último no podía mover ni un pulgar, traumatizado por la pérdida de su golem y su áspera derrota.
- Marlok, en nombre del Dragón te detengo. Serás juzgado en Noz' Dingard. Anryéna verdaderamente tiene prisa por verte. El joven mago no escondía ninguna alegría.
- No sé quien eres pero si alguna necesitas ayuda avísanos, tenemos una deuda contigo, añadió Aerouant.
Alishk apretó la mano de Hares como los hombres del desierto.
- ¿Vienes del Desierto de Esmeralda, cierto? Sin embargo la armadura que llevas no me parece que haya sido fabricada allí.
El coloso no respondió y comenzó a recoger los pedazos de la piedra caída del cielo.
Los enviados se fueron de nuevo con su preso y Hares volvió a emprender el camino sin esperar más. Siguió su camino sin apartarse de él ni una sola vez y al cabo una semana había vuelto al templo misterioso. Allí un hombre lo esperaba, de una cincuentena de años, de cabellos morenos y largos y mirada orgullosa. Llevaba una armadura completamente de placas de color dorado y plateado.
- Bienvenido Hares, soy el Señor Rúnico Eilos. Si estás aquí, es por que supongo que finalizaste tu misión.
Hares puso la bolsa en sus manos.
- Ven, tenemos un obsequio para ti, Hares el Rúnico.
Intrigas
Desde la caída de la Piedra, cada vez más gremios y curiosos convergían hacia las tierras de la Tumba de los Ancestros. Las tensiones estaban en su paroxismo y muchos ya contaban que una guerra se había desatado. Los que estaban presentes, sean de la Kotoba, Enviados de Noz' Dingard u otros gremios lo sabían bien, el conflicto empujaba poco a poco al territorio hacia una conflagración total. Todo esto por el control de un poder extraordinario cuyo origen nadie, a excepción de los Nómadas del Desierto, conocía.
Por todas partes, en el gentío, los valerosos aventureros se enfrentaban a veces hasta con compañeros del pasado...
Dos meses después del principio de las hostilidades, en Kastel Drakren, la ciudad draconica más próxima a la Tumba de los Ancestros.
Cuando el final de la guerra es incierto, a menudo acudimos a la política y a la etiqueta para intentar encontrar una solución satisfactoria para todo el mundo. Todo esto pasaba evidentemente tras bastidores, desde hacia algún tiempo ya, pero esto nadie lo sabía, por lo menos hasta el momento. Drakren fue a menudo utilizado para los encuentros entre embajadores del Imperio de Xzia y los políticos de la Draconia. Y en esta hora tardía, en una de las salas de recepción, los tratos se realizaban con tacto y frases bien estudiadas. Kimiko y Oogoe Kage fueron misionados por el Emperador para negociar la salida de los Enviados de Noz' Dingard, pero el negociador enviado por Dragón tenía años de experiencia e iba a ser un adversario formidable.
- Señor Galmara, estoy segura que podemos entendernos. Usted sabe bien que sólo un acuerdo entre nuestras dos naciones permitirá acabar esta guerra estúpida.
- Querida, lo que propones me parece difícilmente realizable. Tomando en cuenta, que la Tumba de los Ancestros es una zona neutral desde el fin de la guerra entre la Draconia y el Imperio. Qué ese pedazo de tierra vuelva a ser de Xzia y qué así la piedra sea vuestra no es posible.
- El Emperador es consciente que esto corre peligro de desembocar en un conflicto todavía mayor. Pero en su gran magnificencia, le acercamos una propuesta que estoy seguro plenamente le satisfará.
Oogoe formaba parte del Cuervo una facción presente en el seno de la Kotoba y quien desempeñaba un papel más que importante.
- A cambio del regreso de la Tumba de los Ancestros al Imperio, le concedemos un derecho de paso de por vida sobre esas tierras. Y además de eso sus magos podrán venir a Méragi para estudiar la Piedra, en cuanto ésta sea llevada allí, y secundar a nuestros magos, añadió Oogoe.
- Además, terció Kimiko, he aquí una suma ofrecida por el Emperador en prenda de obsequio. Sabemos que la Draconia desea abrir escuelas de magia, esto podrá ayudarles en esa tarea.
Galmara sabía que la propuesta era interesante, pero la contrapartida era demasiado débil.
- Ustedes están bien informados, esto no me asombra de vosotros, querida. Acepto en nombre de Dragón el obsequió del Emperador, y le trasladare su propuesta. Voy a rendir mi informe de su demanda a quien corresponda. Les invito a vernos de nuevo mañana con el fin de darles una respuesta.
Galmara se inclinó delante de sus invitados y los dejó para reunirse en otro cuarto, junto a varias personas que lucían los colores draconianos. Estaba allí Anryéna y otra persona cuya cara estaba cubierta por una capucha ancha y azul.
- Señor Galmara, lo escuchamos.
- Dama Anryéna, Señor Profeta, el Imperio de Xzia desea que la Tumba de los Ancestros vuelva a pasar bajo su égida. La Draconia tendrá acceso a ella y también a la Piedra caída del cielo con el fin de estudiarla.
Anryéna miró la Profeta, luego este último tomó la palabra.
- Dragón fue claro, nadie debe tener esa piedra. Es el veneno que va a roer a Guem y nos llevará a todos nosotros a la pérdida.
Galmara se sintió perturbado al oír al Profeta. Ellos se conocían bien por haber tenido largas discusiones en el pasado, pero no reconocía el sonido de su voz ni su modo de moverse. Pero sabiendo quedarse en su lugar, le dijo estas palabras:
- Muy bien, pero la situación es delicada. Si la Kotoba y los Enviados cuidadosamente se evitaron hasta aquí, ahora hablamos de una guerra probable y abierta de la que saldremos totalmente perdedores. Si se me permite opinar, tenemos que hacer algo al respecto.
- Exacto, respondió Anryéna.
En este momento alguien llamó a la puerta y entró. Se trataba de Marlok, que se encontraba vestido con los colores de la Draconia. Avanzó hasta el grupo y puso rodilla en tierra.
- Identifiqué la "preocupación". Podemos vencer a la Kotoba si el plan se desarrolla correctamente.
Galmara abrió grande los ojos.
- ¿De cuál plan hablas y desde cuando volviste a ser un miembro de los Enviados?
- Esto es largo de explicar, y el tiempo nos acosa cruelmente, respondió el mago. Profeta usted tenía razón, los Combatientes de Zil están bajo una influencia Néhantista, algunos de ellos como fue mi caso no actúan solo a voluntad de su jefe. Podemos liberarlos y hacer de ellos aliados poderosos.
Profeta avanzó hasta la altura del mago.
- Redimido Marlok, trabajaste bien. Recobras tu lugar en el seno del Compendio. Otros Zil también corren peligro de caer bajo la influencia de Nehánt. Ponte en camino con Aerouant y sigue la pista de Télendar. No debe estar lejos de su "maestro". Vayan, todavía tengo que hablar con el señor Galmara.
Anryéna dejó el cuarto al mismo tiempo que Marlok, dejando al Profeta y Galmara en sus discusiones.
- ¿Que piensas de los Nómades?
- Les conocí en otro tiempo, hay que desconfiar de ellos.
- Tengo miedo que preparen algo grave. Señor Galmara, vamos a tener que ser astutos. Tengo una lista de invitados que deseo invitar a una gran velada, aquí mismo. Durante esta recepción, deberemos descubrir secretos y desbaratar los complots que se traman en la sombra.
En el pasillo adyacente, Oogoe sonreía.
- Sí, muchos complots se traman...
Presagio
Toran había vencido a Akutsaï y encarcelado a Akujin. No deseando abandonar a su antiguo alumno, el viejo maestro había decidido que era tiempo para que él volviera al templo de Yafujima y que por fin Aku se convirtiera verdaderamente en un miembro de la Orden. Había dejado el templo mucho tiempo atrás por vergüenza, al haber fallado en su labor de maestro Tsoutaï. Ahora, estaba en paz. Había conseguido superar la prueba que la vida le había impuesto y si se requería de él entonces retomaría su puesto. Su llegada no pasó inadvertida. Toran había escogido bien el momento para volver, porque precisamente era la hora del entrenamiento en el patio. Los presentes se pararon, apartándose para darles paso. Los cuchicheos se escuchaban por doquier, hasta que Toran y Aku estuvieron al otro lado del patio. Entonces, todos hicieron silencio a la espera de las palabras del maestro del Templo, el venerable Zaoryu. Este último no creía lo que veían sus ojos. En otro tiempo él y Toran fueron amigos íntimos y habían tenido el mismo maestro. Toran se inclinó delante de Zaoryu presentando un rollo de papel cerrado por un sello.
- Aquí esta encerrado el Buscafallas llamado Akujin, en otro tiempo llamado Senjin. Deseo que sea guardado de nuevo por el Tsoutaï de Yafujima.
Zaoryu aceptó el rodillo y fue a guardarlo, lejos de las miradas y bajo la proteccion del Tsoutaï. Luego a su vuelta se inclinó delante de Toran.
- Estoy feliz de tenerte de nuevo entre nosotros amigo mío, tu presencia y tus enseñanzas hicieron mucha falta. Pienso que tenemos que hablar. ¿El joven a tu lado es tu antiguo alumno, Aku?
Aku no había pronunciado la menor palabra desde hacia días. Ahora liberado de la influencia de su Buscafallas se daba cuenta del dolor y mal que había causado y la vergüenza se había apoderado de él. Respondió a la pregunta de Zaoryu con un pequeño movimiento de su cabeza, de forma afirmativa.
- Venerable, deseo terminar de transmitirle mis enseñanzas a Aku.
- ¿Deseas quedarte aquí y volver a estar entre aquellos a quiénes abandonaste?
Toran se sintió mal. Sí, los había abandonado.
- Pero nuestras enseñanzas son tales, que no nos esta permitido negarte que te reincorpores. Las heridas se curan y hay que mirar hacia el futuro, de aquí en adelante. Toran tu error ha sido remediado. Aku vuelve a ser tu alumno...
Fue interrumpido por los gritos de Aku.
- Maestros! , miren!, dijo señalando a una ave inmensa que pasaba por encima de ellos. ¡ Es un Buscafallas!
Los Tsoutaïs se asombraron, ninguno de ellos había sentido su presencia, ni siquiera el mismo Toran. Esto demostraba a todos la gran afinidad que tenía el joven con el mundo de los espíritus. El ave en cuestión, era una Garza y luego de pasar por encima del templo, comenzó a alejarse.
- ¿Toran, quieres seguir a este Buscafallas y encontrar la explicación de por qué se pasea libremente en nuestro mundo? Para colmo, una Garza.
- Sí... Aku, quédate aquí. Volveré tan pronto como pueda.
El viejo Tsoutaï se fue rápidamente antes de perder de vista a la Garza. En el camino, recordó una leyenda respecto al Buscafallas Héron.
Okïa, era un pueblo Xziarite en el borde de la Tumba de los Ancestros. Hime había sido enviada allí como refuerzo de la Kotoba y con muchas recomendaciones de su maestro Rastreador, Tsuro. Debía ser muy sigilosa porque los informes le señalaban que podía haber espías vigilando en los alrededores. Era por la noche y patrullaba de tejado en tejado, cuando faltó poco para que perdiera su camuflaje. Se sentía observada. Pero no había ni siquiera la sombra de algún transeúnte en las calles a estas altas horas de la noche. Bajó para esconderse, a tiempo suficiente para ver si no la seguían. Entonces, como de la nada, un anciano apareció en la calle. Visiblemente buscaba algo, o más bien a alguien. Esperó pacientemente que pasara por donde estaba ella para saltarle encima. Por desgracia para ella, el viejo era Toran, que no se vio sorprendido, prevenido por sus Buscafallas. Estos últimos salieron en el momento de la agresión para protegerlo. Hime se sorprendió y se retiró algunos pasos. En ese momento, apareció delante de la joven, una Garza inmensa y morada que desplegó sus alas. El Tsoutaï no podía creer que la Garza estuviera allí, y por su parte la joven tampoco. Los ánimos se calmaron cuando cada uno reconoció la orden, en la que el otro militaba. Luego la Garza desapareció, viendo que Hime estaba a salvo y la situación no revestía peligro. Toran observó a la joven con mucho interés y observó los tatuajes morados característicos de los lazos con un Buscafallas.
- ¿Que quieres de mi viejo perverso? Le espetó Hime que veía sus ojos pasearse sobre su cuerpo. ¿Qué es todo esto??
- ¿Cómo obtuviste esos tatuajes?
- Los tengo desde hace tiempo.
- Bien, he aquí algo interesante. Quiero hablar con Tsuro, sé que puedes ponerte en contacto con él y tu presencia aquí indica a todas vistas, que probablemente debías estar en camino para reunirte con él.
- No se de que hablas.
- Quizás no. Pero sé que sientes su presencia desde hace tiempo, que a veces tienes sueños o visiones que no puedes explicar. Puedo ayudarte a comprender lo que está por venir, pero antes debo hablar con Tsuro.
Tenía razón. Conocía de reputación de los Tsoutaï y en verdad nunca había pensado en ellos para solucionar su problema.
- De acuerdo, voy a hacerlo.
El día siguiente, cerca del mediodía, Ramen, el célebre vendedor de tallarines se había instalado en la plaza del pueblo. Por desgracia para él, sus dos únicos clientes, a causa de un pedido especial, eran Toran y Tsuro. Ramen debería sentirse honrado con su presencia en su humilde puesto. Pero solo dos clientes, era malo para su negocio. Pero esa era otra cuestión.
- ¿Que sabes sobre Hime?
- Todo, o casi todo. ¿Hizo alguna tontería?
- No, no, muy al contrario, pienso que su destino no es el que piensa seguir.
- Podrías ser más claro, las elucubraciones de los Tsoutaï son siempre difíciles de comprender.
- Hime es una Tsoutaï.
Tsuro no pareció sorprendido.
- Sí, lo sabía, pero sus talentos están al servicio del Emperador y el Emperador desea que forme parte de mis Rastreadores. ¿No querrás enfadar al Emperador contradiciéndolo? Además, tengo mucha esperanza puesta en su futuro en el seno de mi orden.
El viejo hombre bajó la voz para no lo escuchara Amaya, que vigilaba en la entrada.
- En el futuro, tiene buenas posibilidades de tomar mi lugar.
- Pero si no controla a su Buscafallas, corre peligro de provocar accidentes y así perjudicar la imagen del Emperador. ¿No querrás que el Emperador se enfadara al enterarse de ello, no?
Un silencio pesado se instaló entre ambos hombres. Cada uno no quería darle la razón al otro. Pero fue Toran quien encontró la solución.
- Hoshikage. ¿Conoces ese nombre?
- Pfff, sí, muy bien, fue uno de mis predecesores, hace varios siglos de esto.
- Y era también el único en formar parte de nuestras dos órdenes.
- La situación es diferente.
- No, no es diferente. Pienso que Hime es su descendiente, no sé sobre eso nada más por el momento, salvo que el Buscafallas del Hoshikage era una Garza, como el de Hime. Te propongo que siga nuestras dos enseñanzas. No había sentido tal fuerza desde que conocí a Aku, y esta vez no cuento con cometer ningún error. Reflexiona sobre el potencial que puede aportar al Imperio.
Tsuro se rascaba la barba.
- La necesito para una misión. Pero, dentro de un mes, te la enviaré.
Con mucha ironía, Toran respondió.
- Se que el Emperador no se enfadara.
El Baile de los Cortesanos
Kastel Drakren, varias semanas después del encuentro entre el señor Galmara y los Enviados de Noz' Dingard...
Según lo convenido, se habían enviado invitaciones a una lista un tanto particular repleta de invitados prestigiosos. Todos ellos libraban grandes batallas, pero sin ejércitos a su mando, para ellos sólo la palabra servía como instrumento para lograr la victoria. La intriga, la política y los complots eran el alimento diario de estos hombres y mujeres. Galmara sabía que reunir a todas estas personas en un evento, haría que fuera inolvidable para todos. Después de la respuesta negativa de dejar al Imperio de Xzia volver a ser dueño de la Tumba de los Ancestros, había recibido nuevas consignas. Debía enfocarse, en lo sucesivo, en la gente venida del desierto, impedir a laKotoba tener nuevos aliados, y ver si los Combatientes de Zil podían o no, servir a los intereses de Dragón, en suma nada raro.
Todos los que habían sido invitados asistieron y la velada prometía ser apasionante. Oogoe Kage, Kimiko, Hasna, Marlok, Angélica y Máscara de Hierro habían hecho el viaje hasta el castillo y cada uno de ellos era un adversario temible. Galmara los recibió en la gran sala de fiestas. Había también unos nobles de los alrededores, así como la gente de compañía de los cortesanos. Iba a comenzar su discurso de bienvenida, como lo requería el protocolo, cuando el portero anunció a una nueva persona.
- Dama Ishaïa, enviada por el Consejo.
Al escuchar este nombre todos se volvieron. Galmara frunció las cejas, esta persona no fue invitada, nunca la invitaría a “ella”. Ishaïa formaba parte del Consejo, un gremio cocreado por las potencias del mundo con el fin de regular otros gremios. Su poder estaba por encima al de una nación y las decisiones del Consejo debían ser respetadas bajo pena de terribles represaliass. A fin de cuentas, el Consejo era el único que autorizaba la creación de un Gremio y el único que podía disolverlos. Ishaïa probablemente era una de las personas más temidas por esta gente. Su belleza fatal escondía un espíritu vivo y una inteligencia temible. Y esta tarde, allí, ninguna otra mujer podía jactarse de ser su igual. A medida que avanzaba en medio de los invitados saludaba a aquellos a los que conocía. Galmara se apresuró a ir a su encuentro para no equivocarse. No recibir convenientemente a un miembro del Consejo esta tarde, podía provocar repercusiones. El besamanos fue de rigor.
- Es siempre un placer recibir a un miembro del Consejo.
- Me deslumbra señor Galmara. Me enteré de esta pequeña recepción y espero que usted no se ofenda conmigo, por haberme invitado sola.
- Ciertamente, usted no necesita invitación.
- Exacto. Pero mi estimado, observe que usted iba a dar inicio la velada. Por favor continúe.
El cortesano volvió el estrado con rapidez.
- Queridos amigos, el mundo hoy está al borde de la ruina. Todos los aquí presentes sabemos que sólo depende de nosotros el encontrar una solución diplomática. Tenemos total conocimiento que en este momento se inquietan por el futuro de sus amigos y sus familias. Es por su propio futuro que ustedes están aquí esta tarde. Ya es hora que recobremos la confianza unos y otros.
Todos aplaudieron, más por cortesía que por convicción. Una música dulce comenzó y los sirvientes entraron en sala, repartiendo bebidas refinadas y platos suculentos. Y las discusiones usuales comenzaron.
En un rincón, Máscara de Hierro y Oogoe se intercambiaban las últimas noticias.
- Marlok lo consiguió.
La voz de Máscara de Hierro era ronca y parecía venir de muy lejos. El cortesano Cuervo jugaba con una pluma negra de arrendajo.
- Es a la vez una buena y una mala noticia. Si restituyeron las piedras-corazón a los Zil, ahora tenemos que seguir con nuestra parte.
- Sí, por una vez, los Enviados brillaron. Es una hazaña digna de repetir quitar a un Nehantista las piedras-corazón ennegrecidas. Me hicierón falta muchos esfuerzos para que Marlok desempeñe su papel. Pero esta hecho, como fue previsto.
- En lo sucesivo hay que procurar que los Zil conserven su independencia. Y para esto, tengo una solución que puedo aportar.
- ¿Cuál es?
Oogoe sacó entonces un pergamino de uno de sus numerosos bolsillos escondidos.
- Esto es una escritura de propiedad. El Cuervo ofrece a los Zil un pedazo de tierra en la frontera con la Tumba de Ancestros. Sé bien que les gusta viajar a través del mundo, pero este lugar podría darle un pie en tierra sólida y les permitiría estar en su casa.
Máscara de Hierro hacía girar un vino delicioso de Yses en su copa de cristal. Finalmente tomó el papel.
- Los Combatientes de Zil no olvidarán este gesto.
Por su parte, Marlok quería saber más acerca de la consejera Ishaïa. Su nuevo papel en el seno de los Enviados lo colocaba delante de situaciones desconocidas. Si bien ya había pensado hablar con el Consejo, jamás se había cruzado con uno de sus miembros. Viendo que pocas personas la habían sacado a bailar, se atrevió
- ¿Me concedería este baile, Dama mía?
- Por supuesto, todos piensan que debo morder porque soy del Consejo. Dijo tomándole la mano.
Marlok no vio la mirada enfurecida de Angélica que en ese instante se moría de celos. Los danzantes se movían a un ritmo relativamente lento, lo que les dejó tiempo para discutir.
- ¿Usted es Marlok, cierto? Pensé que podríamos hablar de su historia tan Particular.
- Historia triste, pero afortunadamente por el momento con final feliz.
- Leí el informe que Profeta envió al Consejo y de su proeza. Impresionante.
- Le agradezco por el cumplido.
- Sé que usted y los suyos se enfrentaron con un Nehantista.
Marlok dejó de bailar.
- Vayamos a hablar de esto un poco más lejos, quiere? Le dijo soltándole la mano y tomándola de la cintura con una mirada traviesa.
Sobre uno de los numerosos balcones del castillo, ambos cortesanos continuaban su discusión. A lo lejos, la piedra caída del cielo débilmente lucía como si una estrella brillara sobre la Tierra.
- ¿Me permite?
Marlok le mostró cinco pequeños cristales azulados.
- Tranquilícese, es únicamente para que nuestras palabras se queden entre nosotros.
Ishaïa estuvo conforme y el mago colocó a igual distancia los cinco cristales en el suelo alrededor de ellos. Luego de un gesto, estos últimos levitaron y un tipo de escudo mágico azulado se formó tal cual una burbuja.
- Aquí podemos hablar libremente. ¿Que quiere saber?
- No es tanto lo que quiero saber, lo importante es lo que quiero que usted me corrobore. Hace ya varios meses que observamos comportamientos inquietantes en el seno de los gremios. Lo que pasó con los Combatientes de Zil no fue aislado. El nombre de Nehant reaparece sin cesar y su último informe lo confirma. Pensamos que uno o varios Nehantistas sacan provecho del conflicto de La Piedra Caída del Cielo.
- Efectivamente nos enfrentamos con Nehantistas, pero no los vencimos, solamente los hemos ahuyentado. Si hay varios tengo motivos para creer que debemos preocuparnos si es que debemos enfrentarnos a ellos.
La joven mujer tomó un aire serio.
- El Consejo desea confiarle una misión, dijo tomando uno de los rodillos atados a su cinturón.
Marlok se sorprendió.
- ¿Por qué yo?
- Porque usted tiene la experiencia, la madurez y los dones necesarios. Nos hacen falta todas las informaciones posibles sobre lo que sucede tras bastidores. Queremos nombres y sobre todo queremos saber lo que le paso a Eredan.
- Sólo esto? Exclamó él en un tono irónico. ¿Piensa seriamente que yo solo voy a poder conseguir toda la información posible?
- No, no solo. Habrán otras personas que tendrán la misma misión que usted. Por el momento y por razones de seguridad, preferimos que cada uno guarde el anonimato.
- De cualquier modo no tengo elección. Debo apegarme a las órdenes del Consejo. Pero estoy vinculado a Dragón y Dragón sabrá lo que se trama. Dudo que pueda prohibirle mezclar a los Enviados de Noz' Dingard en esta historia.
- Dragón ya sabe y convinimos que por el momento no intervendría.
Marlok suspiró, luego abrió el pergamino y desenrolló el permiso administrativo de ausencia. Después de haber leído su contenido, lo guardó.
- Me pongo en camino mañana mismo.
- Entonces si el asunto está concluido, todavía tengo ganas de bailar.
El mago anuló su sortilegio y ambos retornaron a la reunión.
- Una última cosa, desconfíe de esos dos de allí, dijo indicando a Máscara de Hierro y Oogoe.
Muerte y Renacimiento
Profeta yacía recostado sobre una mesa de cristal puesta en medio de la gran plaza de Noz' Dingard. El pueblo estaba de luto, porque había perdido a su dirigente. Anryéna, con los ojos enrojecidos por las incesantes lágrimas apretaba la mano de su hijo. Alrededor de ellos, el silencio sólo fue perturbado por los llantos de las mujeres. Kounok, quien había alcanzado la adultez superaba con creces la altura de todos los presentes. Se dio cuenta, viendo que casi toda la ciudad había venido, hasta qué punto su hermano era querido. Naya y la orden de Brujas con casi todos sus miembros honraban su memoria.
Todos se despidieron de él.
Así como lo requiere la tradición, al caer la noche sobre Noz' Dingard, la muchedumbre se esparció y muy rápidamente, solo quedaron Anryéna y Kounok. Entonces la gema inmensa y azul, el centro de la vida en la Draconia se iluminó. Una forma se dibujó, de luz azulada y de manera simple se materializó un dragón majestuoso e inmenso. Se colocó entonces cerca del difunto. Un halo apareció alrededor del Profeta y un duplicado espectral salió de él. Anryéna parecía a la vez feliz de ver de nuevo a su hijo, pero tan bien mortificada, pues sabía que esta era su última aparición.
- Tu existencia llegó a su término, vine buscarte para acompañarte hasta tu última morada.
Profeta se acercó a su madre y, con su mano fantasmal, le acarició la mejilla. Anryéna lloraba cada vez más.
- Madre, retiene tus lágrimas. Estaré siempre cerca de ti y Dragón va a velar por mí.
- Lo sé, mi niño, lo sé. Pero una madre tiene el derecho a llorar por la muerte de su niño.
Kounok no había movido una escama y miraba a su hermano con insistencia. Si hubiera podido hablar, le habría dicho cuánto iba a faltarle. Como si Dragón hubiera sabido leer en él, le acercó su inmensa cabeza.
- ¿Estás dispuesto a tomar el relevo Kounok?
Anryéna protestó vivamente.
- ¿Qué? ¿Será que tomar a uno de mis niños no basta para ti padre? Quieres ahora hacerle tomar riesgos inconsiderados a mi último pequeño hijo.
Pero Kounok como para responder miró a Dragón y asintió con la cabeza.
- El ha elegido, hija mía. La Draconia necesita un guía y en esta era de conflicto, un nuevo Profeta debe aparecer.
- Pero Kounok no es un mago. Como fueron todos los Profeta anteriores.
- Es cierto. Pero...tus tentativas para disuadirme serán en vano.
Anryéna bajó la cabeza.
- Hermano mío, sé que serás un Profeta fuerte y sabio. Tendrás éxito allí dónde yo fracase.
El antiguo Profeta colocó su mano derecha sobre el hocico de Kounok.
- Yo te transmito la voluntad de los que nos precedieron. Qué su sabiduría y sus conocimientos sean tuyos.
En aquel momento, un aura blanca envolvió a Kounok que se sintió enseguida como asaltado por emociones e imágenes que le eran desconocidas. Dragón murmuraba palabras en un lenguaje desconocido. Kounok se transformó entonces en hombre. El aura blanca cesó poco a poco. La increíble semejanza con su hermano era sorprendente. Miró sus manos, luego tocó su cara sonriendo. Se rascó el pecho y, por primera vez en su vida, pudo expresarse por fin por otra cosa que no fueran gruñidos o por el uso de la magia.
- Adiós hermano, te quedarás para siempre en mi corazón y en el de los que te conocieron.
Entonces, el fantasma del antiguo Profeta desapareció.
- Un Profeta se va, y otro llega. Como a tus predecesores, un nuevo Caballero Dragón aparecerá para ayudarte en tu tarea.
- Tengo una idea mucho mejor, respondió Kounok.
- Te escucho, Profeta.
- No deseo un nuevo Caballero Dragón. Aunque hubiera fallado en su tarea, quiero tener a Zahal cerca mío.
- Si es esa tu elección, la acepto.
- No es todo. Deseo también llevar ese título, porque no soy mago como mi hermano, iría al combate con la espada en la mano.
- Pero esto va en contra de las reglas, exclamó Anryéna.
- ¡Madre! Las reglas nos condujeron al callejón sin salida donde nos encontramos. Ya es hora de pasar a otra cosa y de mostrar que nuestro pueblo también sabe pelearse.
- Está bien, te concedo ese derecho.
- Una cosa más. Me hace falta Quimera.
Al escuchar ese nombre, sintió un tipo de malestar. Quimera era en otro tiempo la espada de Ardakar quien se recordará como la más poderosa de los Caballeros Dragón. Es en parte gracias a ella que la Draconia se llevó la victoria sobre el Imperio de Xzia. Para Ardrakar su espada llamanda Quimera, fue la causante de su caída en el momento que estallaba la guerra contra Nehant. La espada le hizo hacer malas acciones a su portadora. Para librarse de la influencia que tenía Quimera sobre ella, no tuvo otra elección que romperla. Después de esto, nadie jamás lo vio de nuevo. El antiguo Profeta recuperó los pedazos de Quimera con el fin de encerrarlos y guardarlos para siempre. Una espada apareció entonces en la mano de Kounok. Su lámina de cristal había sido quebrada y su empuñadora estaba gastada.
- ¡Dragón! ¿Por qué confiarle tal instrumento de muerte?
- Hija mía, no he hecho nada.
- ¡Increíble! ¡Ella ha venido sola hasta aquí!
- No es más que el reflejo de lo que alguna vez fue. Pero pienso que te será útil ti.
Kounok miraba a Quimera con interés, él la imaginaba siempre en otro lugar al leer libros. Esperaba que se transformara en el símbolo del poderío militar de la Draconia. Varias semanas pasaron y Kounok estaba plenamente afianzado en sus nuevas funciones. Deseaba ir algunos días a la Tumba de los Ancestros nuevamente y reunir a los Enviados, y ponerlos al tanto de su nombramiento como nuevo Profeta hecho por Dragón. Pero el destino quiso que sean los Enviados quienes vuelvan, por lo menos en parte, a Noz' Dingard. El Profeta estaba en gran discusión con algunos consejeros cuando un guardia le trajo un mensaje. Aerouant, Alishk y Zahal acababan de llegar a la ciudad y traían con ellos a Marlok el traidor. Los hizo llamar con el fin de recibirlos en la gran sala. Zahal entró primero, cabeza baja por que sabía que iba a ser castigado por su falta, seguido por Alishk, por Marlok quien era mantenido encarcelado por lazos mágicos y por ultimo de Aerouant, que viendo al Profeta se sintió conmovido. Kounok se parecía mucho a su padre.
Zahal tiró a Marlok al suelo.
- Señor he aquí a Marlok el tr...
No tuvo tiempo de terminar su frase que Quimera apareció en la mano de Kounok. Guiados por sus instintos inmediatamente habían notado una cierta presencia detrás de Marlok, con un lazo estrecho que los unía. Profeta golpeó la presencia con rapidez y cortó con precisión, el lazo invisible. Marlok perdió el conocimiento en ese instante. Una forma negra y vagamente humana se formó.
- Aaahhhh, un nuevo Profeta... Tus días están contados...
Luego la forma se evaporó.
Zahal, Alishk y Aerouant estaban atónitos por la escena que acababa de producirse.
- ¿Que era todo eso? Preguntó Aerouant.
- No estoy seguro, pero tengo la impresión de que acabo de liberar a Marlok de la influencia de un Nehantista.
Zahal miraba la espada de su nuevo jefe, le decía algo. Luego sus memorias le volvieron. Sí, esa lámina quebrantada... ¡Quimera! En ese momento notó que el Profeta era también un Caballero Dragón, lo que lo afligió bastante. ¿Era este su castigo, iba a perder su lugar y su titulo?
El día siguiente, Marlok había recobrado el conocimiento. Por supuesto estaba encerrado en una de las celdas de la prisión de la ciudad, bien custodiado por dos integrantes de las Brujas. Pero se reía de esto ya que por fin pensaba por si mismo.
- ¿Entonces traidor, estas despierto? La cara de Anryéna transmitía muy bien el sentimiento del momento: la cólera. ¿Sabes lo que te espera?
Marlok se levantó con indolencia y se quitó el polvo.
- Sabes, acabo de vivir varios meses bajo la influencia de un Néhantista. Puedes dejarme aquí, pudriéndome hasta el final de mis días.
- ¿Qué, que?
Marlok comprendió en seguida. Kounok no le había dicho nada.
- Veo que el Profeta se permite esconderte cosas importantes. Por otra parte es verdad que es muy diferente de su hermano.
- Hablaré con él.
- ¿Hablar de qué, madre? Dijo el Profeta mientras entraba en la sala de las celdas.
- Por qué no le cuentas todo, respondió Marlok.
Kounok miró a las Brujas.
- Por favor déjennos, se lo ruego.
Sin ruido, las dos jóvenes mujeres dejaron la sala.
- Sé lo que hiciste en el pasado Marlok. Robar información y hechizos prohibidos de cristalomancia se consideran crímenes graves. Pero sé que siempre guardaste eso para tu uso. Mi madre vive en ese pasado y no es capaz de perdonar. Ya has sido castigado y añadiré sólo una cosa. Tus faltas están perdonadas, hoy más que nunca la Draconia y los Combatientes de Zil te necesitan.
- ¿Si yo estaba bajo la influencia de un néhantista, ellos probablemente también lo estén?
- Es lo que me gustaría saber, añadió el Profeta abriendo la puerta de la celda.
Anryéna se sentía herida y enfurecida, pero comprendía que los intereses de la Draconia le exigían que no hiciera nada.
- Te reenvío con los combatientes de Zil. Me gustaría que utilizaras esto.
Kounok le ofrecía un monóculo usado.
- Esto ha sido fabricado por Asal d' Arguemand, el ilustre inventor de la cristalomancia. Ha sido fabricado durante la guerra contra Néhant con el fin de visualizar a la gente que estaba bajo su influencia. Creo que te servirá en lo sucesivo. Eres libre de hacer lo que te guste. Puedes perfectamente ignorar, aunque esto me asombraría, la posesión que sufren tus amigos Zil y huir. O puedes volver a tus raíces y ganarte tu lugar en el seno de los Enviados. Debes escoger tu camino.
Marlok había perdido varios meses de su vida y a su golem tan querido que le había valido por otra parte su vuelta a la Draconia. Nada más lo relacionaba en lo sucesivo con esa vida de vagabundeos. En cambio, no podía resignarse a abandonar a los Zil a su suerte. Ellos que lo habían recibido cuando no tenía otro lugar donde ir...
Abandonada
Ergue estaba cansado. Su combate contra Tsuro y las Brujas le había requerido una importante concentración. No había conseguido mantener su estado de Abominación el tiempo suficiente para vencerlos y el escape era la única solución que había encontrado el cazador Zil. Sus compañeros Soriek y Enfurecida se habían ido cada uno por su cuenta para despistarlos. Desde hace varias semanas, dormían en los alrededores y jugaban a la guerrilla, unas veces con los Enviados de Noz' Dingard, y otras con la Kotoba. Ergue bebía en el río que pasaba al otro lado del bosque. Vio entonces, cortado entre dos gruesas piedras, un pedazo de tejido gris, luego la corriente hizo pasar otro pedazo delante de él. Desconcertado, presto más atención. Vio, río arriba, una forma alargada sobre la orilla con la mitad en el agua helada.
- Ve a ver. Le susurró una voz en su cabeza.
Se levantó y fue a ver de qué se trataba aquello. Adivinó adelantándose que se trataba de una persona. Sus ropas estaban desgarrados a la mitad , Ergue levantó un pedazo de su capa la que escondía en parte la cara de su encuentro. Él reconoció inmediatamente al que tenía enfrente. ¡Esa tela grisácea, esa máscara tan particular, aunque jamás lo cruzó, Ergue estaba seguro de que era el Traquemage! ¿Pero por qué estaba en ese estado? Y sobre todo... El T.R.A.Q.U.E.M.A.G.E!!! He aquí un descubrimiento sensacional, la respuesta a muchas cuestiones de los orígenes de uno de los asesinos más célebres del mundo. Ergue giró al Traquemage que estaba de cara contra la tierra, las formas bajo el traje no engañaban, era una mujer. Mechones de cabellos sobresalían de su máscara casi totalmente desgarrada, y el resto del traje no estaba mucho mejor. El cazador Zil sacó provecho de eso para atarle las manos. Decidió llevarla al campamento, sus compañeros probablemente sabrían que hacer con ella. En el camino, la Traquemage se despertó y lentamente se dio cuenta que era acarreada como una bolsa de batatas. En unos segundos, sus reflejos afloraron. Un golpe de rodilla en el plexo, encadenado de una patada extremadamente bien colocada y ella estaba libre. Entonces, se echó a correr como un conejo. Por desgracia para ella, Ergue era un cazador y frente a una presa, en parte amarrada no tuvo pena de recobrarla. Esta última resistía con rabia y ferocidad, pero a pesar de eso, acabó sin embargo atrapada. Durante su vuelta al campamento, Enfurecida se reunió con ellos y estaba muy interesada, y hay que reconocerlo, también un poco celosa, del interés puesto por su compañero Zil en este "paquete".
- ¿ Quesss esss esosss?
- La encontré al borde de un río. Es el Traquemage.
- ¿Quiennnnn? Dijo con aire inocente.
- Sabes bien, no te hagas la tonta, entiende que no estoy de humor, añadió cargando a su presa.
Una vez en el campamento Zil, no había mucha gente. Solo Abyssien, fiel a su puesto, guardaba el lugar.
- Oh, Ergue, comenzaba a inquietarme por ti. Soriek esta contigo? Es decir con ustedes porque veo que Enfurecida está contigo.
- No, no sé donde está, pero seguramente tiene interés en volver rápidamente.
- Estas callado y con aspecto de cansado, esto tiene algo que ver con lo que traes sobre tu hombro y que patalea?
- Sí. Y puso su presa sobre uno de los numerosos cojines.
Abyssien estudió a la joven mujer que gruñía mientras podía. Observó el traje y el resto de la máscara.
- ¿Dónde la tomaste?
- La encontré a orillas del río, a algunas horas de aquí. Estaba inconsciente.
El jefe de los Zil se dirigió entonces al Traquemage.
- Voy a liberarte, no queremos saber lo malo o bueno que te paso. Queremos ayudarte. No podrás salir de esta carpa, la sellé mágicamente con ese fin. ¿Comprendido? La Traquemage hizo un gesto afirmativo con la cabeza y Abyssien después de haber cerrado los accesos a la carpa la liberó. Esta vez, no hizo ningún movimiento, pero las lágrimas fluían de sus ojos.
- ¿Realmente eres el Traquemage?
- Yo...
- Te aviso, todo lo que vas a decir se quedará entre nosotros.
- No soy el Traquemage, sino esto no habría pasado.
- ¿ Oh? ¿Eres su reemplazarlo?
- No, iba a convertirme en una, dijo con una mezcla de cólera y de amargura.
- ¿Que quieres decir con esto? ¿Hay varios Traquemage?
- Sí, nosotros somos muchos llevando el traje.
Abyssien se volvió hacia sus compañeros.
- Vayan a buscar con que alimentar a nuestra invitada.
Mientras que Enfurecida y Ergue iban en busca de lo que hacía falta, el jefe de los Zil sacó provecho de esto para lanzar un sortilegio del Tiempo pasado, que le permitía ver cuales acontecimientos habían conducido a esta joven mujer allí dónde se encontraba. Lo que descubrió era una revelación sagrada. En efecto, imágenes distintas mostraban a varias personas en traje de Traquemage. Eran todos más o menos de la misma talla. Rodeaban a la joven mujer como en un tipo de ritual. Uno de ellos se adelantó entonces.
- Tomo a esta alumna bajo mi ala, le inculcaré nuestros secretos, le enseñaré a acosar y a matar a nuestros blancos sin hacerse jamás agarrar.
Otro se adelantó entonces.
- Sombría, olvida tu nombre porque ya no es más. Hoy eres Traquemage, servirás a la organización hasta la muerte.
Otro mas, que tenía una máscara entre las manos se la puso y dijo:
- Ve ahora, tus primeros blancos fueron designados.
La escena se detuvo allí. Abyssien comprendía ahora cómo fue edificada la reputación de este asesino célebre.
- ¿Entonces Sombría, cómo es que te hemos hallado en ese estado?
- He sido abandonada por mi maestro. La misión a la cual se nos había enviado salió mal y debí enfrentarme a algo que me superaba. Fallé. Mi maestro me consideró muerta y me dejó. De todos modos, un verdadero Traquemage se habría escapado de tal situación. Pero nuestras reglas son estrictas, cuando un Traquemage cae, el que lo acompaña debe ocuparse de remediar el problema. Matar y eliminar el cuerpo del Traquemage que falló forma parte de reglas.
- Y bien, no podemos escaparnos de las reglas de cada organización. Todavía tengo algunas preguntas, después te prometo, te dejo tranquila. ¿Por qué me revelas todo esto?
- ¡Porque los detesto!
- Es una razón suficiente para mí. ¿Y entonces ahora que no eres más Traquemage, que vas a hacer?
- No se.
- La gente que no sabe donde ir, aquí están todos bienvenidos. Quédate con nosotros el tiempo que quieras, Sombría, estoy seguro que tus talentos serán muy apreciados. Podemos aprender de ti, y nosotros te protegeremos de los Traquemages si es necesario. Por otra parte, aquellos con los que deseo que vayas llegan ya.
En efecto, después de que Abyssien hubiera reabierto la puerta, entraron Sangrespada, Sinrostro y Kolera...
El Embajador
El campamento Xziarite había recobrado su calma. Las luces de las antorchas alumbraban las tiendas de una luz dulce y roja. El incienso bañaba el lugar de un olor suave. Gakyusha sacaba provecho de la calma momentánea para tomar un descanso merecido. Una vez más, el Emperador estaría satisfecho de sus servicios.
De repente, una voz sonó afuera:
- ¡Señor! Tenemos un problema.
Cansado, Gakyusha suspiró. Incorporándose de su lecho salió de la tienda.
Viendo al centinela de rodillas delante de la entrada, le pregunto:
- ¿Qué pasa?
- Un ser extraño se presentó a la entrada del campamento. Reclama una audiencia.
- ¿Un ser? ¿Se trata de un dráconico o de uno de esos secuaces de Zil?
- Ninguno de los dos, Señor... Dice hablar en nombre del bosque.
- ¿De quien? Vayamos entonces... Estoy curioso de saber lo que quiere este energúmeno. Haz prevenir a mi hijo y Asajiro. Qué estén preparados en caso de que se trate de una nueva picardía de los Zil.
El centinela escoltó a Gakyusha hasta tres asientos puestos a un lado del campamento. En el medio estaba sentado Ergue el domador, un poco más lejos se sentaba Soriek, el coloso azul sobre el cual Tsuro había hecho un informe. Enfurecida probablemente se encontraba en las cercanías, disimulado entre las sombras de los árboles.
Pero lo más sorprendente en este encuentro era el extraño ser que se encontraba frente a los tres asientos. Sobre su derecha, se ubicaba un Hom' Chai de anchura de espaldas impresionante, con la cara marcada con pinturas rojas. Plantada en el suelo, justo detrás de él, había una lanza gruesa, acabada por una lámina tallada de ámbar. Pero el ser que parecía haber organizado este encuentro era totalmente desconocido para el Xziarite. Tenía una fisonomía más bien endeble, no muy grande y poco musculoso, sus grandes ojos carecían de pupilas y, sobre todo, no tenía boca. Solo vestía un paño de follaje y de bejucos que corrían sobre su cuerpo como si la naturaleza misma quisiera protegerlo de las agresiones. En su mano reposaba un palo acabado por un tipo de luna de marfil tallada, en el centro del cual se encontraba una pequeña criatura nimbada de llamas azuladas.
Ergue se volvió hacia Gakyusha. Este último descubrió en su mirada que estaba tan sorprendido como él del desarrollo asombroso de los acontecimientos. La voz resonó en su cabeza tan clara como si la hubiese oído:
- Saludos a usted Señor Gakyusha del Imperio de Xzia. Soy Hablaespíritu, hablo en nombre del pueblo Eltariano. Si organizamos este encuentro, es para darles a conocer que las tierras que ustedes pisan no les pertenecen. Fueron territorio del pueblo de los bosques mucho antes de la existencia de sus respectivas naciones.
Primero, desconcertado, Gakyusha se echó a reír...
- ¿Es broma? La Tumba de los Ancestros ha sido disputada por los dráconianos y el Imperio de Xzia desde hace mucho tiempo. Además, la nación de la que usted pretende ser el portavoz nos es totalmente desconocida. También dudo que el Consejo tuviera conocimiento de su existencia. Tanto como para decirle que su empresa esta destinada al fracaso.
- Estaríamos muy afligidos si debemos usar nuestros poderes para proteger nuestras tierras, resonó la voz del Daïs. Ya lo hicimos en el pasado y estamos dispuestos a volver a hacerlo si el peligro es grande.
- Vaya... cortó Ergue, los conflictos que se dan aquí, involucran sólo a unos pocos hombres y no se adentran demasiado en el bosque. ¿Porque dicen qué les perjudican tanto?
- El mayor peligro no viene de su pequeña guerra hablando con propiedad sino más exactamente de ese pedazo de roca que está en la superficie de nuestro mundo.
El Daïs apuntó su palo con destino a la piedra caída del cielo. Enseguida, como dentro de un espejismo vieron un completo desierto. En el la piedra caída del cielo brillaba tal cual un sol. El suelo debajo de ella parecía estar en llamas y totalmente resquebrajado. En realidad la tierra se pudría como si tuviera una infección provocada por un cuerpo extraño.
- Buena sangre murmuró Ergue pasándose la mano sobre la frente. Comienzo a comprender, murmuró.
- Y entonces, respondió Gakyusha, esta piedra es muy grande. No sabríamos transportarla lejos de aquí sin instrumentos y hombres. A pesar de nuestra supremacía actual en el conflicto, esta piedra suscita cada vez más intereses. No puedo tomar tal decisión sin el aval del Emperador y de los refuerzos para proteger a los obreros.
El Señor Imperial se levantó.
- Su mensaje ha sido recibido Hablaespíritu, pero dudo que su insignificante nación tuviera los medios para hacerse oír.
- Bien, señor imperial. Le trasmitiré sus palabras a los míos. Que así sea.
Hablaespíritu retrocedió con su guardia, fuera de la luz del fuego. Cientos de luciérnagas se elevaron del suelo hasta cubrir a Hablaespíritu y al Hom' Chai de la vista de sus interlocutores. Cuando la nube de luciérnagas se disperso, no quedaba rastro de ninguno de ellos.
De vuelta en su tienda Gakyusha volvió a acostarse. Recostado sobre su lecho, tomó algunos instantes para reflexionar. Que representaba realmente esta piedra para que tanta gente se interese en ella. ¿Este pueblo desconocido podía representar un peligro? No se fiaba de ello pero su experiencia lo empujaba a desconfiar de la gente que abiertamente venía para anunciar su voluntad frente a sus enemigos. O eran locos, o estaban muy seguros de si mismos.
- ¡Tsuro! Dijo en el silencio de su tienda. ¿Tus Rastreadores pudieron seguir la pista de los emisarios de los bosques?
- No mi señor, nosotros perdimos su pista tan pronto como alcanzaron el bosque, respondió el Rastreador desde las sombras de la tienda.
- ¿Que sabes sobre este pueblo Eltariano?
- Pocas cosas mi señor. Sabemos acerca de pequeñas tribus Hom'Chaï y Elfines que están esparcidas cerca de los accesos del bosque. Que viven de hacer negocios de sus plantas, de joyas de ámbar y de su caza, pero han tenido muy poco contacto con nuestra nación. Ignoraba que formaban parte de una agrupación de tribus, ni que podían obedecer a otro pueblo.
- Entonces... Probablemente sean todos locos.
Ergue marchaba por la oscuridad a paso rápido. Sus dones de afinidad animal le permitían ver tanto en la oscuridad como a pleno sol. Si solamente Marlok todavía estaría dentro de los suyos, habría podido iluminarlo sobre la visita de esta tarde. Pero una cosa era cierta, contrariamente al presuntuoso de Gakyusha, no cometería el error de subestimar al pueblo de los bosques. Destinó un momento para enumerar lo que sabía sobre los Daïs. En sus viajes al corazón de las tribus más primitivas de este país, había escuchado hablar de ellos sin ver jamás a ninguno, venerados como dioses por todos los pueblos próximos a la naturaleza. Las leyendas contaban que disponían de grandes poderes mágicos, que eran la voluntad de la naturaleza, que todas las formas de vida les obedecían. Si tal era el caso, un nuevo adversario poderoso iba a entrar en juego.
El bloque de ámbar bañaba el cuarto de una dulce y dorada luz. El Kei' zan de la vida, con aire melancólico, se hundía en la contemplación del monolito. En determinado momento, se acercó a la piedra y puso su mano rugosa sobre su superficie. La voz resonó instantáneamente en su cabeza:
- ¿Entonces hermano mío, los hombres estuvieron a la altura de tus esperanzas?
- Por desgracia no, expresó silenciosamente el Kei' zan. Nuestra tentativa de razonar con esta especie esta suspendida. Había enviado a Habla espíritu acompañado por Marca-Roja y por algunos de nuestros exploradores para comenzar el diálogo con los combatientes humanos pero encontramos sólo el desprecio y la indiferencia.
- Te había prevenido, estos niños jamás comprenderán nada, libérame y créeme que van a recordar por qué sus antepasados tenían miedo del bosque.
- No, dijo melancólicamente la voz de el Kei'zan. Tus actos pasados te condenaron a esta prisión y te quedarás allí hasta el final de los tiempos. La cólera del bosque se despierta, comprenderán muy pronto que no están en su casa.
La Momia
150 años antes que la piedra cayera del cielo, el Desierto Esmeralda estaba sumergido en una guerra civil.
Los touareg del sur, liderados por el Jeque Azine, y la Sacerdotiza de Ptol'a desafiaban la supremacía del culto de Sol´ra. Los conflictos habían llevado a batallas fratricidas donde los contrincantes podían formar parte de la misma familia. Llegó el momento cuando ambas potencias se igualaron. El último enfrentamiento se efectuó entre los politeístas que, por una vez, se entendieron para llevar un frente común contra los monoteístas de Sol´ra, cuyos ejércitos estaban bajo el mando del Guardián del templo, Ahmid. En el corazón de la batalla, la Sacerdotisa de Ptol´a, la diosa de los muertos,y Ahmid, combatieron frente a frente. ¡Fue titánico! Los poderes de los elegidos de los dioses eran inmensos, barriendo todo a su paso, no teniendo cuidado de su entorno, ni de los que se batian en nombre de su causa.
Pronto no quedo nadie, alrededor de ellos. La espada de los guardiánes de Ahmid hendía el aire con un silbido ronco. Por su parte, la Sacerdotisa imploraba a Ptol´a le concediera poderes terroríficos y mortales. Por desgracia, Solaris apoyo a Ahmid, y este cortó la cabeza de su infortunada opositora. Miró la cabeza rodar sobre la arena ardiente,y se paró haciendo frente a la guerrera. Los ojos todavía se entornaban y su boca dijo:
- ¡ No muere aquel qué para siempre duerme! Ganaste, pero matándome también te infligiste la muerte...
Estremecido por un escalofrío glacial Amidh comprendió que esta voz no era de la Sacerdotisa, era la voz de Ptol´a. Aquel día comenzó el advenimiento de Sol´ra y la supremacía de las fuerzas de Minepthra. Esa misma tarde, en el corazón del desierto, una gran fiesta fue dada en honor de Ahmid y de su ejército victorioso. El alcohol fluyó a mares, y asi, el guardián del templo estuvó rápidamente embriagado. Sus sentidos comenzaron a jugarle una mala pasada. En medio de la muchedumbre, creyó ver a una persona que le parecía familiar. Removiendo a los convidados, persiguió al desconocido hasta el borde del río que pasaba no lejos de allí. Ahmid creyó ver la aparición de un fantasma, porque si había reconocido bien, era la gran Sacerdotisa de Ptol´a.
- ¿Eres tú? Dice con una mezcla de asombro y de temor.
La joven mujer le sonríe como para responderle que sí, era ella.
- Pero es imposible, te maté con mis manos.
Las lágrimas fluyeron sobre sus mejillas.
- Te maté.
Cayó de rodillas y rememoró los años dulces que precedieron a la guerra civil. En aquella época, tenian un dulce romance que fue quebrantado, por desgracia, por la locura de los dioses. Y todavía hoy viéndola, sabía que su amor por ella, siempre estaria vivo.
La gran Sacerdotisa se puso también de rodillas y tomó la cara de Ahmid entre sus manos, antes de darle un beso. Es aqui dónde el guardián del templo sintió un malestar profundo, luego un dolor al nivel del corazón.
- Mueres por la mano de la que te amó, como ella murió por tu mano.
El guerrero no lograba respirar más, su sangre hervía en sus venas.
- Cuando hayás muerto, los tuyos van a momificarte y a hacerte funerales suntuosos. Por desgracia para ti, cuando te despiertes, estarás encerrado en tu tumba, para toda la eternidad.
Ahmid sentía los latidos de su corazón ir más despacio, luego cesaron en el momento en que la Sacerdotisa le concedió estas últimas palabras:
- Comprendiste que era Ptol´a en persona. Venir aqui me costó mucho. Ya llegará el día donde repetiré todo mi esplendor de otro tiempo. Adiós, guardián del templo de Sol´ra.
Ahmid fue recobrado y llorado como era necesario. Le rindieron honores como lo había predicho Ptol´a. Le concedieron una tumba digna de un rey. Muchos años pasaron antes de que Ahmid salga de esa muerte aparente. Se sintió perdido y cambiado sobre todo. Golpeó la tapa del sarcófago con fuerza para poder salir. Afortunadamente su tumba fue provista de una miríada de pequeñas gemas solares que débilmente alumbraban la habitación, bastante exigua. Por desgracia, pasó varios días intentando encontrar una salida, en vano.
Fuera, la joven Djamena seguía desde hace algunas semanas las enseñanzas de los sacerdotes. Estos estaban fascinados por la rapidez con la cual la joven mujer aprendía y se impregnaba de preceptos de Sol´ra. Una noche, la joven mujer se despertó con la sensación extraña que tenía algo que cumplir. Sin preocuparse de qué se trataba, salió del templo como guiada por una fuerza superior. Una voz le decía que alguien la necesitaba. Llegó a la gran pirámide, y se introdujo en el interior por una puerta secreta, de la cual ignoraba su existencia hasta ese momento. Los pasillos sinuosos la llevaron al corazón del edificio, allí dónde Ahmid esperaba desde hacia lustros. De instinto, abrió la puerta de la Tumba y entró en ella sin el menor miedo. Instantáneamente su apariencia cambió, alas aparecieron en su espalda y sus cabellos se hicieron como la arena brillando al sol.
- ¿QUE ES ESTO? Gritó Ahmid.
Djamena se adelantó entonces, brillante de luz. El guerrero cayó entonces de rodillas delante de ella reconociendo la fuerza divina de Sol´ra.
Un enviado de Sol´ra, se dice, es la hora de mi redención, por fin voy a poder reunirme con mis antepasados.
- ¿ Vienes a librarme de esta no vida? Dice con una voz increíblemente cavernosa. Serví escrupulosamente toda mi vida de humano. Le imploro Mensajera que me deje ir.
Tengo otros planes para ti, guardián del templo, sirveme con fidelidad y te libraré de esta maldición.
- Pero... Di guerra en nombre de Sol´ra, maté en su nombre, sacrifiqué mi alma y vencí para él. ¿ Es este su modo de agradecerme?
- Se mostrará agradecido si todavía actúas en su nombre, no hay nada que discutir. Podría muy bien dejarte así. ¿ No es eso lo que quieres? ¿no?
La momia recordó el mandato supremo de los guardiánes del templo: obedecer.
- Que así sea, que debo hacer para mi dueño y señor, respondió con amargura.
- Lo que sabes hacer mejor, matar gente. Una amenaza más importante hizo su aparición. Ïolmarek y otros Nómadas del desierto van a tener mucho trabajo contra ellos. Ve a echarles una mano.
- ¡ Obedezco!
Luego la joven mujer volvio a ser Djamena, sus cabellos volvieron a ser negros y sus alas desaparecieron.
El Despertar
Una flecha silbó, hendiendo el aire con velocidad y se hundió en el pecho del Señor Impérial Gakyusha...
Había hecho oídos sordos en el momento de la advertencia de Hablamente. Para él esta piedra pertenecía en lo sucesivo al Emperador y nada cambiaría este estado de hecho. Los Enviados no se interesaban más por esta piedra, los Combatientes de Zil casi estaban derrotados. Sólo los nómadas del desierto planteaban un problema, pero hasta aquí estos últimos no habían sido belicosos. Pero esto era sólo una fachada, pronto Ïolmarek sabría cómo utilizar los poderes de la piedra caida del cielo y pondría fin al conflicto. Por desgracia no contaba con la llegada de nuevos adversarios que solo deseaban una cosa, que tanto la piedra como todos los invasores desaparecieran de sus territorios milenarios. Repentinamente brotaron raíces del suelo que devastaban los campamentos e intentaba agarrar todo aquello que no podia huir. Por todas partes, unos y otros intentaban escapar de esta vegetación súbita y avisar a los que no habían llegado aún. Ydiane había observado largamente a toda esta gente y gracias a su pericia había reparado en algunos miembro de la Kotoba a los que juzgaba " A neutralizar ". Ella y La Garra se habían aventurado no muy lejos del campamento y estaban a punto de eliminarlos. Ella tensó su arco y disparó al que parecía ser el jefe. Cuando La Garra la vio se abalanzó sobre ellos. Xïn no tuvo tiempo de reaccionar y se encontró a sus espaldas, bejucos que lo atraparon en seguida. En cuanto a Gakyusha, interiormente agradeció a Masamune que le había forjado su armadura, porque la flecha se incrustó en el metal y la punta de ambar se quebró. Pero esto quería decir que un tirador quería cobrar su vida. En el fragor de la batalla vio una furia insectoïde agredir su Portacero. No vaciló y empezo a retroceder en la dirección opuesta. Reparando en Ydiane, se puso en guardia y empuñó su fiel Palabra de Emperador e hizo rápidamente un vacío en su espíritu. Se enfocó en esta segunda flecha que había sido soltada. No era la primera vez que utilizaba esta técnica, pero jamás en una situación tan original. Mientras que la flecha iba a quitarle la vida hundiéndose en su cabeza, el Señor Imperial utilizó una técnica ancestral de iaïjutsu, desenvainó con una rapidez increíble su sable, cortó la flecha moviéndose sobre el lado. No se detuvó allí, por experiencia sabía que los tiros en una pelea eran muy difíciles, decidió ir a llevar la palabra del Emperador a ese insectoïde, que serviría para él de escudo en caso de un nuevo tiro en su contra. Tsuro y Amaya no estaban allí e Iro y Asajiro se habían ido de nuevo para la capital, el ataque pues se efectuaba en el momento en el que Kotoba verdaderamente no estaba en su potencial máximo. El combate iba a ser difícil.
Al otro lado de la piedra, los nómadas se habían refugiado al pie de esta. El poder divino impedía a los bejucos llegar hasta ellos. Ïolmarek y Ahlem imploraban a su dios mientras que la Esfinge fue puesta en guardia, blandiendo sus dos cimetarras con rabia. En frente, los Hom' chaï anchos como colosos se dirigían gruñendo a la pequeña tropa. Kei-Zan se acercó entonces, rodeado de una armadura de espinos que parecían vivos.
- ¡ Ya es hora que ustedes se vayan! No lo repetiremos.
- ¡ Criaturas del mal! Ustedes no son nada en comparación de Sol´ra. ¡ Ustedes son sólo unos insectos y voy a aplastarles como tal! Gritó la Esfinge antes de lanzarse contra Kei-Zan.
Este último golpeó el suelo con su palo y las raíces crecieron con celeridad, capturando al mastodonte sin ninguna dificultad. Por su parte los Hom' Chaï se enfrentaban con otros nómadas con una rabia increíble. La sangre fluyó rápidamente, pero las heridas de los nómadas se cerraban gracias al fervor de sus sacerdotes. Era la primera vez que los Corazon de Savia se enfrentaban a la Magia
Ïolmarek los encontraba sin espíritu y demasiado destructores para dejar que la piedra cayera en las manos de estos salvajes. Los Corazón de Savia estuvieron a punto de imponerse cuando su estrategia de batalla estuvo completamente desplegada. Mientras que los Hom' Chai atacaban a los combatientes del desierto, Mélissandro subido sobre su lobo, acompañado por su Pikounours tomaron de costado el resto de la tropa. Afortunadamente para los sacerdotes, un nuevo recién llegado vino para restablecer un poco de equilibrio en esta oposición de fuerzas. Ahmid con su caracteristica de muerto viviente restaba poder a la naturaleza, se imponía a los Hom' Chaï, e hizo retroceder a sus adversarios.
- ¡ Soy Ahmid, plaga de Sol´ra, ustedes se van a reunir con sus antepasados que duermen en las profundidades de estas tierras!
Ïolmarek miró con vivos ojos a esta momia demacrada. Viendo a Ahmid, como el héroe de otros tiempos, sintieron allí la intervención evidente de su dios y recuperaron la confianza. El combate se convirtio en una pelea desorganizada.
Mientras esto sucedia Kei-Zan, observaba pacientemente. Escuchaba a esa naturaleza destruida, reunía sus fuerzas, y concentró su energía en su piedra-corazón, pedazo del árbol-dios y entonces se transformó. Su apariencia se hizo la de un hombre árbol. Sus pies se hicieron unas raíces que se hundieron en el suelo, de su espalda crecieron ramas largas de donde colgaban pequeñas flores.
Daïs irradiaba flujos de fuerza del árbol-mundo. Estaba allí la fuerza increíble de los Corazón de Savia, porque en ese momento los Elfines y Hom' Chaï se trtansformaron en Guémélites, en armonía con esa tierra. La tierra comenzó a temblar, raíces y bejucos gruesos como árboles brotaron del suelo y se enrollaron despacio alrededor de la piedra caida del cielo. Al cabo de un momento formaron un capullo y no se distinguía la menor luz amarilla.
Ïolmarek y otros Nómadas sentieron que el lazo que los unia a la piedra acababa de romperse, era esta una pesada derrota, una batalla acababa de perderse. ¿ Pero quién ganaría esta guerra, al final?
El Cuervo
Algunos días antes del ataque de los Corazón de Savia, Xïn guardaba la entrada del campamento de Kotoba con un solo ojo. Estaba cansado porque desde la llegada de la gente del desierto, estallaban nuevos enfrentamientos
- ¿ Entonces, soñamos despiertos Portacero?
La frase sacó al Kotoba de su estado. No había visto llegar a esta persona que le hablaba. Frunció los ojos para ver mejor y observó la marca de la Kotoba sobre su quimono sombrío.
- ¿ Me dejas entrar o piensas dejarme aquí?
- ¿A quién debo anunciar?
- ¿ No sabes quién puedo ser?
Xïn sacudió la cabeza de modo negativo.
- Bien, ya veo... ¡ Anuncia pues al Señor Gakyusha que Oogoe Kage esta aquí, y hazme entrar, gordo!
El joven miembro de la Kotoba estallaba interiormente frente a este insulto, pero el nombre de Oogoe Kage no le era desconocido. Iro que se entrenaba con SenRyaku y que había asistido de lejos al intercambio, abandonó a su compañera para ir a ver lo que sucedía. El joven campeón del emperador reconoció la postura del recién llegado, el miembro del clan del cuervo. "¿Que quiere?" Se preguntó Iro.
- ¡ Pero he aquí a nuestro flamante campeón del Emperador! Iro, debo ver a tu padre lo más de prisa posible. Puedes también prepararte porque vas a tener que irte de nuevo a Méragi.
- ¿ Por qué ?
- El Emperador requiere tu presencia.
En la tienda de mando, el Señor Imperial Gakyusha recibía a Oogoe Kage.
- Señor Imperial, es por desgracia una noticia triste la que me hace venir hasta usted. Nuestro amo y señor, el Emperador de Xzia esta gravemente enfermo.
Gakyusha se levantó de su asiento, el rostro desencajado.
- ¿ Gravemente enfermo? ¿ Quieres decir muriendo?
Oogoe bajó la cabeza para confirmar las palabras del jefe de la Kotoba.
- Gracias por haberme prevenido. Voy a prepararme, para ir a Méragi.
- Señor, temo por desgracia, que su presencia aquí sea imperativa, dice tendiéndole un rollo de pergamino.
Después de haberlo leído, el señor imperial fue a sentarse de nuevo. Tomó un pergamino, un pincel y tinta. Apenas hubo escrito algunas palabras, plegado y sellado su carta, se la dio a Oogoe.
- Iro y Asajiro te acompañarán, Cuervo. Quiero que mi hijo le lea esta carta al Emperador. ¿ Él y, sólo él, comprendiste bien?
El tono severo no hizo reaccionar a Oogoe.
- Será hecho según tus deseos, Señor. ¿ Puedo disponer?
- Puedes. He hecho llamar a Iro, tengo que hablarle.
Iro estaba listo. El Emperador siempre le había testimoniado respeto y lo había honrado con el titulo de Campeón del Emperador, a una edad donde nadie había cumplido este prodigio. Las lágrimas le venían, pero las retenía lo mejor posible. Oogoe le había dicho que Gakyusha le esperaba. Yendo hacia la tienda de su padre, se cruzó con SenRyaku. La joven mujer le tomó el brazo cuando se cruzaron. Le susurró algunas palabras al oreja.
- Cuídate y desconfía de la gente que te rodea. Solo ten confianza en Asajiro. Siempre te será fiel.
Luego lo soltó y se fue a sus ocupaciones. Iro entró en la tienda donde flotaba ahora un olor dulce de incienso. Recordaba este olor y esto reavivó en su cabeza un recuerdo que trataba de olvidar. Hace algunos años cuando su madre enfermó, su padre le había rogado a Kami que se le conceda la curación, por desgracia sin éxito. Al fin, el Señor Imperial había aceptado la defunción de su esposa.
- ¿Padre, estás allí?
- Sí, Iro. Ven a mi lado.
El Señor de la Kotoba estaba en una de las alas de la tienda. Allí, había un altar en el cual reposaba la figurita de una joven mujer desnuda cuyos cabellos largos escondían sus pechos. Alrededor de ella palitos de incienso lentamente ardían. Delante de él, en quimono totalmente rojo, el padre de Iro recitaba manteas de oración. El joven campeón del Emperador se arrodilló y recitó su vuelta de las oraciones. Esto duró un momento largo y la noche cayó despacio.
- Iro, recibí un mensaje de Tsuro justo después de la llegada de Oogoe. La situación en el seno del Imperio se degrada y la política se intensifica. Me dejan a un lado de todo esto y es una maniobra hábil. Es para esto, para lo que cuento contigo, para informarme sobre lo que sucede. Todo esto me parece bastante extraño e inquietante.
Iro contemplaba la estatua, perdido en sus pensamientos. Oía las advertencias de su padre, pero no podía abstenerse de soñar
A algunas leguas de ahí, Malyss sentado en medio de la Tumba de los antepasados acababa de leer un encantamiento que había comenzado en la víspera. Estaba al borde del desvanecimiento y sus fuerzas mágicas se debilitaban más de lo razonable. No era el azar quien lo había traído aquí, sino un plan muy preciso. Y era más exactamente la última parte, la cual, ejecutaba en este momento.
Algunas semanas antes, había ayudado a Toran, a través de intermediarios y había procurado que el enfrentamiento entre este último y Akutsaï se efectuara aquí. Su lucha en este lugar había revuelto el mundo de los espíritus y una brecha se había abierto a este mundo. Malyss buscaba un espíritu particular, el de un guerrero muerto en combate hace ya mucho tiempo. Por fin, terminó su encantamiento y todo, a su alrededor, se volvió más blanco, como si la realidad se hubiera borrado. Entonces, aparecieron formas, simple bruma en un principio, luego fueron tomando consistencia para parecerse a hombres. En aquel momento, Malyss tenía los ojos cerrados, porque no le estaba permitido ver en este lugar. Tomó entonces una pequeña caja que tenía en su bolsa, la abrió y sacó su contenido: una pluma de cuervo, demasiado larga para ser la de un animal, de esta especie, de talla normal. El joven mago soltó la pluma que se echó a volar. Un espíritu entonces fue atraído como una mosca por la miel y tocó la pluma. En seguida todo reapareció alrededor de ellos. Malyss abrió los ojos. Delante de él se encontraba el que había venido a buscar.
- Gan'so, el Cuervo está feliz de verte de vuelta entre nosotros. Eres esperado con impaciencia.
- Gracias a ti de haber venido a buscarme, no sé cuánto tiempo hace que erraba sin objetivo.
- Hace falta que nos vayamos a Méragi, el Cuervo nos espera.
Iro y Oogoe llegaban por fin a destino. La capital se les ofrecía, desbordante de actividad. No se tomaron un tiempo para reposar y pidieron audiencia inmediata, con el fin de que el campeón de Xzia pudiera ver al Emperador. Fueron hasta la habitación imperial donde Ayuka, la vieja criada, se ocupaba del enfermo. Se levantó y se inclinó delante de ambos hombres, luego salió sin pronunciar una palabra. La habitación estaba inmersa en una luz roja, representativa del Imperio de Xzia. Flotaba allí unos olores de incienso y de plantas medicinales. Iro se pusó de rodillas delante de la cama donde el Emperador, enflaquecido y con la piel muy pálida, dormía de un sueño animado. Iro tenía mucha pena de verle en ese estado. Después de algunos minutos, un ataque de tos despertó al enfermo que percibió que no estaba solo. Cuando vio a su campeón y a Oogoe, el Emperador se incorporó.
- Kage, él pronunció con dificultad. Déjanos.
Oogoe se inclinó inmediatamente y dejó a ambos hombres a solas.
- Iro, las tinieblas nublan mis ojos poco a poco... Pronto me reuniré con mis antepasados.
- No, no diga eso, pronto encontraremos un remedio.
El Emperador hizó una pequeña mueca.
- Los curanderos más grandes estudiaron mi caso, sin ningún éxito. La muerte me llevará y ya sé que esto sera pronto. Iro acércate, tengo algo decirte...
El joven miembro de la Kotoba se colocó muy próximo del Emperador, era para él un gran honor porque en la sociedad Xziarite estar próximo del Emperador, con sentido físico del término, es tener sus favores.
- Iro, posiblemente no estás al corriente, pero cuando un Emperador no esta más en condiciones de reinar, una regencia es colocada. Escucha bien, yo siento que las sombras se mueven y me acechan, todo esto no es natural. Eres mi campeón, entonces sé digno de este título y protege a tu Emperador.
- ¿ Proteger? ¿ Pero de qué? ¿ De quién?
En aquel momento entró en la habitación un hombre viejo, de la larga barba blanca, totalmente vestido de negro.
- Señor Iro, encantado de verle de nuevo en Méragi. Pienso que es tiempo que nuestro Emperador repose.
Iro conocía bien a esta persona: se trataba de Daijin, el dirigente venerable y poderoso del clan del Cuervo, consejero primigenio del Emperador. Para Iro, este hombre viejo había sido siempre un imperialista fiel.
El joven iba a retirarse cuando el Emperador le tomó por la muñeca.
- Acuérdate de mis palabras Iro... Protege al Imperio...
Tempus Fugit
Psaume, el célebre bardo estaba sentado en un peñasco en parte recubierto por la espuma. La inmensa mayoría de los habitantes del pequeño pueblo vecino se habían reunido para esta ocasión bastante rara. Tanto grandes, como pequeños esperaban que el bardo comience sus historias con impaciencia.
Psaume aclaró su garganta e hizo algunas notas con su arpa antes de empezar una dulce melodía.
"...Oiga oiga, pues escuche la historia de los exiliados del Tiempo, venidos a nuestra casa para evitar sus desgracias... ...Esto pasará en el futuro no sabemos ni cuando ni donde exactamente. Samia joven aprendiza, curiosa de la vida, jamás escuchaba nada... ...Entonces fue prevenida, el Destino no se ofrece a quien quiere, leer el Libro a esta persona esta prohibido. Evidentemente caso no hizó a la lección y al libro se acercó... "
Algunos meses antes de que Psaume estuviera en este pueblo, como muchas personas, se desplazaba con destino a la Piedra Caida del Cielo. Su caballo y él, agobiados por un viaje largo no podían más. Buscó pues un lugar apacible para pasar la noche. Es en este momento, dónde vio un pequeño campamento en medio del cual, ardía un fuego, esto fue para él, un faro en las tinieblas de la noche. Se acercó y vió a una joven mujer con ropaje extraño, era la única en un lugar muy conocido por su calma.
- Discúlpeme, viajo por estas tierras y busco un lugar para pasar la noche. ¿ Podría tener el honor de compartir este campamento con usted?
La joven mujer levantó la cabeza hacia Psaume y este último vio a pesar de la penumbra que era ciega, y sus ojos eran blancos como la nieve.
- Todos buscamos algo. Instálese y no tenga miedo, estamos al amparo del peligro.
El joven hombre se apeó y liberó a su caballo, luego después de haber puesto una manta en el suelo comenzó a jugar con su lira.
- ¿ Es músico? Interrogó la joven mujer con cierta pizca de inocencia.
- Soy bardo señorita, mi nombre es Psaume.
- Encantada, Psaume.
Después de haber interpretado algunas canciones, el bardo dejó su instrumento.
- ¿ Sabe cómo nosotros, los bardos, componemos nuestras canciones?
- No, dígame.
- Además de las leyendas de comarcas diversas, discutimos mucho con los viajeros, a los que cruzamos, porque a menudo tienen cosas para contarnos.
¿ Y entonces usted quiere saber si no tendría cosas que contarle? Al reflexionar sobre eso, sí, tengo una historia.
La cara de Psaume se alumbró de un interés mayúsculo.
- Cuente, yo la escucho.
Desembaló él rápidamente un block donde tomar notas.
- Le escucho.
- Mi nombre es Samia, pero en esta época suya, me llamo el Apóstol del Destino. Vengo del futuro.
- ¿ Del futuro? ¿ Esto quiere decir que usted sabe aquello qué va a pasar entonces?
- Gentil Psaume, usted me planteará sus preguntas más tarde, porque mi cuento es bastante largo.
- Oh, por favor, perdóneme.
- Pues, en el futuro seré una aprendiza del Relojero, una persona respetable de una sociedad secreta llamada Tempus. Seré joven cuando pasará un acontecimiento que cambió muchas cosas.
Psaume ya ardía de mil preguntas, escuchaba saciándose de esta historia increíble donde visiblemente todos los verbos se conjugaban de manera particular, mezclando pasados, presentes y futuros.
- Tempus es el guardián de los secretos del Destino y conserva preciada mente el equilibrio del Tiempo. En el futuro, daré prueba de demasiada curiosidad porque quebrantaré el mandato absoluto de Tempus, al leer el Gran Libro de los Destinos. Este libro mágico, creado por Eredan, puede revelar al que lo lee el Destino de una persona. Basta entonces con concentrarse sobre la persona del que usted desea ver su Destino, para que el libro se modifique.
¿ El bardo sentía, sin embargo dudas, es una historia totalmente inventada o bien era esta la pura verdad, que había vivido ella?
- Entonces tuve una idea de la cual, siempre me arrepentiré en parte, el de querer poner de manifiesto el Destino de una persona en particular, el mío. Por desgracia para mí, infringí allí una regla que no conocía, al realizar la lectura de este libro. Yo sufrí, entonces, consecuencias muy pesadas. El Destino cegó mis ojos y me castigó. Deberé vivir en lo sucesivo con la facultad para poder leer el destino de la gente que cruzaré, pero jamás podré aprender nada que sea sobre mi propio destino. Estoy condenada.
- ¡ Apasionante! Exclamó el bardo. ¿ Y luego qué ha pasado?
- Sucederá que habiendo quebrantado varias reglas "sagradas" suscité la ira de Tempus. Deberé entonces mi salvación sólo al Relojero, del que soy muy próxima. Todavía no sé lo que lo empujará a ayudarme. Apareció inmediatamente después de que mi vista desaparezca y entonces escaparemos de los nuestros por Tempus Fugit, una línea particular del tiempo, extremadamente prohibida de utilización. Escogimos venir a aquí, en aquel tiempo.
- Si comprendo bien ustedes volvieron en el pasado. ¿ Pero acaso, los otros Tempus no podrían venir a este tiempo?
- Usted es perspicaz, Psaume. Llegarán pronto, efectivamente es sólo una cuestión de tiempo. Pero convencimos a personas con un destino excepcional a ayudarnos.
- ¿ Pero haciendo así no van a modificar el futuro?
- Y muy desgraciadamente no conocía nuestro pasado, sino a priori podemos aspirar a dos teorías. En el futuro ya vinimos al pasado y pues este futuro allí es "normal". O entonces lo modificamos y creamos otro futuro. Le reconozco que las historias del tiempo son más la pasión del Relojero. Mi visión del tiempo se limita al destino de la gente porque puedo ver el futuro de alguien.
- Entonces usted sabe cuales aventuras voy a vivir.
- Sí, sé que la historia que le conté dará la vuelta al mundo y qué llegado el momento, usted recordará quién se la contó.
Lejos en el Futuro, en el momento en el que el Apóstol y el Relojero desaparecían en los meandros del Tiempo un hombre, apareció. Su traje era de los más singulares, era Tempus.
- He Observado, el presente impacta el pasado mis hermanos, el mandato ha sido quebrantado, por fin, nosotros debemos actuar.
Otras personas con vestimentas semejantes aparecieron a su lado.
- Serán Encerrados.
- Los hechos serán Anunciados.
- Serán Castigados.
Luego, todos desaparecieron y tomaron prestado Tempus Fugit...
Modo de Empleo
Baranthe es el más oriental de los 7 reinos. Y también es el más próximo a las extensiones salvajes, estas tierras que vieron en otro tiempo los enfrentamientos cataclismicos durante la guerra contra Nehant. Su rey, nombrado Baranthe también, era un hombre lleno de ambición. Su predecesor le había dejado un reino débil y vergonzoso para los 7 reinos, y esto verdaderamente le sacaba de quicio. Siendo así, había emprendido trabajos importantes por todas partes en su reino con el fin de darle empuje a la economía y mejorar las condiciones de vida de su pueblo Una bella mañana, un joven campesino se presentó al Castillo de Baranthe con una carta importante que suscito la atención de su majestad. Anunciaba el descubrimiento de un extraño objeto, de gran tamaño, enterrado en lo mas recondito de la provincia de Thane, conocida por ser la región más pobre del reino. La primera reacción del rey fue un desconcierto. ¿ Un artefacto enterrado en una parte lejana de su reino, de que se podría tratar esto? Entonces, les pidió consejo a artesanos conocidos de la capital. Por desgracia, ningúno supo explicar exactamente de que se trataba esta "cosa". Todo lo que el rey obtuvo como informaciones fue, que se trataba de un objeto de grandes dimensiones con mecanismos increíblemente complejos. La reacción no se hizo esperar.
- Pues bien, ya que ustedes son unos incompetentes, debere acudir a la unica persona capaz de arreglar esto: ¡el gran joyero real!
Éste llegó poco tiempo más tarde, y luego de hacer las reverencias, expresó con un aire altivo:
- Resolveré este problema para su majestad. Este enigma será resuelto.
Este gran joyero fue conocido por haber creado mecanismos bastante adelantados en materia de joyería y tenía en su haber varias grandes invenciones. Se fue pues con destino a Thane donde lo esperaba la "cosa". Allí, pasó una semana entera, casi día y noche, intentando resolver el enigma. Por desgracia, al cabo de tres días, entró en pánico porque no progresaba en lo absoluto. Los servidores presentes, lo vieron la sexta tarde, casi desnudo delante de la "cosa", casi loco y que balbuceaba " ¡No podre resolverlo! ¡No podre resolverlo! ". Y, efectivamente no pudó. El desgraciado casi perdió la razón y fue llevado, de vuelta, en crisis a la capital dónde tardó mucho en recuperarse.
El rey quedo fulminado. Perdía prestigio, con este asunto que comenzaba a enervarlo seriamente. Pero tuvo una idea genial.
- ¡ Heraldos! Hagan correr el rumor a través del mundo, que yo, rey Baranthe, invita a los artesanos más grandes a que resuelvan el mayor enigma que nadie todavía haya presentado. El que logrará encontrar la solución será recompensado a su justo valor.
Muy rápidamente circuló el rumor y muy rápidamente una muchedumbre de mirones, de curiosos y por supuesto, de artesanos llegaron a Baranthe, doblando a la población de la ciudad. El Rey se encontró víctima de su anuncio y debió hacer frente. Les ordenó pues a sus consejeros reales empezar un "reparto", un nuevo método de reclutamiento por jurado. Las selecciones duraron varios días y, evidemente, la gran mayoría de los solicitantes fueron rechazados. Sin embargo, algunos grandes nombres se habían llegado hasta allí. Algunos venían de muy lejos. Entonces fueron amablemente convidados, a expensas del reino, a ir a Thane, y durante este trayecto, algunos de ellos tuvieron tiempo de discutir sobre sus pasiones respectivas. Fueron recibidos por el señor de Thane que se había encargado de la seguridad de la obra y supervisaba, en nombre de su bien amado rey, la gestión de este descubrimiento.
- Bienvenidos a Thane. Más precisamente pertenecemos a Imsiss, una región cuya historia no tiene nada particular. Espero que sus talentos increíbles nos permitan resolver el enigma que les propongo contemplar.
Entonces avisó a su gente que abrieron entonces la gran puerta de madera del recinto edificado con el fin de resguardar el perímetro. La "cosa" era verdaderamente impresionante, en parte recubierta con tierra. Era un cubo inmenso con una altura cercana a la de tres hombres. Representaba un verdadero desafío porque su superficie visible presentaba una multitud de mecanismos y de gemas luminosas de diversos colores.
- Pues bien, he aquí un hermoso trabajo, exclamó Delko, el célebre fabricante de Golems de Noz' Dingard.
- ¡ Usted tiene razon, caro colega ! Replicó Jorus.
- Pongamosnos a trabajar.
Seguidamente todos se pusieron manos a la obra. Klemence, la mecánica, acompañada de su mecani-asistente, la más increíble de sus realizaciones. Sin tener la menor delicadeza, la joven mujer se echó sobre los mecanismos a su alcance e intentó romperlos a base de martillo. Por desgracia, sin el menor éxito. Nada pasó, salvo la destrucción de su martillo. Delko y Jorus, comenzaron a elaborar teorías extravagantes sobre lo que podría ser este objeto.
- ¿ Y si había que alinear los mismos colores de las gemas en formación de a tres, posiblemente se anularían?
- ¡ Pouapoua! No importa lo que diga. Yo estoy seguro que hay que oprimirlas al mismo tiempo, replicó Jorus, el soplador de vidrio.
No lejos de allí, dos Traquemages bien escondidos observaban la escena con mucho interés.
- He aquí un objeto, de aquel, a quien no hemos nombrado desde hace tiempo.
- Sí, hay que decir que algunas de sus obras todavía existen.
- Excepto, que ésa es su mejor obra, por fin dijo el segundo.
- Sí, hasta hoy nadie es capaz de igualarlo, tanto se adelantaba sobre su tiempo, un genio verdadero.
- Lo que es inquietante, es de que se trata esto... “el Cubo” ha sido enterrado. Diríamos que es una caja fuerte.
- ¿ Pero qué encierra?
- Lo sabremos, si tienen éxito.
- Ve a hacer un informe a la hermandad, debemos consignar estos hechos. Si pudiéramos recuperar de nuevo esta tecnología, esto nos ayudaría en nuestra tarea.
- Bien, me voy inmediatamente.
El Árbol-Mundo
El viento soplaba suavemente sobre las ramas del Árbol-Mundo. En aquellos días, la vida era tranquila en Guem y la erosión no hacia efecto. Ningún ser humano pisaba esas tierras.
El Árbol-Mundo fue el punto de origen de la vida. Tenia la particularidad, además de ser verdaderamente grande, de poseer una piedra-corazón, la cual, según las leyendas Dais, fue la primera existente en Guem. Entonces, una semilla arrastrada por el viento cayó sobre la piedra y se desarrollo a una velocidad inusual. Así nació el árbol.
La siguiente primavera, se encontraba cubierto de hermosas flores, que más tarde se convirtieron en frutos, también proporcionalmente grandes como el árbol. Una vez que estas frutas maduraron, cayeron al suelo. Pero estas en lugar de germinar en otro árbol, dieron origen a criaturas, que salieron de ellas al igual que los polluelos salen de los huevos. Ese fue el nacimiento de los primeros habitantes de Guem, los Dais. Estos niños del Árbol-Mundo vivían en armonía, en tanto cada uno era una parte muy pequeña del mismo, como si fuese una conciencia colectiva, pero en seres independientes.
Los años pasaron, seguido de siglos, y todos se encontraban bien en este mundo prospero. Sin embargo, uno de ellos parecía preocupado por algo. El habia sido elegido por su familia para convertirse en el líder del pueblo Dai, y el mismo se llamaba Kei'Zan. Nació de una fruta especial del Árbol-Mundo, debido a que esta dio lugar a dos Dais. Por su lado, mientras Kei'zan miraba con sospecha el tronco del árbol, llego su hermano. Los miembros de este pueblo tenían la capacidad de percibir con gran precisión los sentimientos del resto. Y entonces, el sintió la profunda angustia del jefe Dais.
- Siento una gran preocupación en ti, hermano mío. ¿Tal vez pueda hablar contigo sobre lo que te tiene mal?
El Kei'zan siempre había sido el más empático con este mundo que lo había engendrado.
- Cada Dais que nace debilita mas al Árbol-Mundo.
- ¿Cómo es eso?
- La gema del corazón se debilita y escucho la voz de nuestra madre. Ella está en agonía.
- ¿En serio? Sin embargo, parece que todo esta bien. Mira, las ramas son numerosas y no caen. El follaje es denso y hay muchas flores, anunciando la futura llegada de niños Dais.
- El problema es más profundo.
- Vamos, no te preocupes. Estoy seguro de que mejorara.
- Yo no lo creo.
De hecho, la situación no mejoro. Los Dais sintieron la muerte del corazón del árbol. La mayoría de ellos se dirigieron al árbol, como si sus instintos los impulsaran. El Kei'zan y su hermano apoyaron a los suyos lo mejor que pudieron, pero la tristeza y el dolor eran demasiado grandes. Si el árbol moría, condenaría a su pueblo a la muerte. La piedra-corazón, visible en algunas grietas de la corteza, no emitía más que una tenue luz. Ahora, lo impensable entraba en juego.
El hermano de Kei'zan se acercó a una de estas grietas y vio que la corteza se abría a la vez que la piedra-corazón del árbol aumentaba su tamaño. Comprendió de inmediato lo que se avecinaba. Corrió hacia su hermano, mientras que a sus espaldas la piedra-corazón explotaba en una lluvia de color verde. El apenas tuvo tiempo de saltar sobre Kei'zan antes de recibir las ráfagas de la piedra-corazón del árbol. La explosión prácticamente había desintegrado al árbol y muchos capullos de Dais que se encontraban en las copas perdieron la vida ese día. El Kei'zan empujó a su hermano inconsciente quien había caído sobre él, lejos del centro de explosión. En lo profundo de su ser, el se encontraba herido. Alrededor de ellos, todo era un caos, las ramas caían con fuerza, mientras los pétalos de las flores descendían suavemente ofreciendo un triste espectáculo. Se inclinó sobre su hermano a pesar de que él se movía inconsciente, retorciéndose de dolor. Su lado derecho fue sido herido por la explosión que había recibido profundamente en el.
El Kei'zan sacudió su cabeza como para recuperar sus sentidos. Pronto se dio cuenta de que la conciencia que los conectaba a todos los Dais había desaparecido. No podía sentir el dolor de los sobrevivientes, ni el de su hermano. Para evitar ser aplastados por los escombros que cayeron de nuevo, tomó a su hermano en su hombro y lo alejo aun más. Después de haber recuperado sus sentidos del todo, pudo comprender la magnitud de los daños. El Árbol-Mundo estaba muerto. Gran parte de su pueblo había sido barrido, y peor aun, no habrían mas nacimientos Dais. Una vez que la situación se calmó, sintió como una fuerza mágica se emitía pobremente. Intrigado, fue a ver lo que podría encontrar. Después de recorrer entre los difuntos Dais y las ramas muertas, llego al sitio donde se encontraba el árbol y allí encontró una cepa rodeada de fragmentos de cristal. Entre ellos encontró una gema particular. El Kei'zan se inclinó y la recogió. Tan grande como un puño, esta joya alojaba en su interior un trozo de raíz. Luego oyó estas palabras:
"La muerte no es el fin. Tú me portaras y viviremos juntos hasta el día de renacimiento. "
En ese momento, se dio cuenta de que esta semilla era del Árbol-Mundo y que el ciclo de la vida continuaría. Un día, en el futuro otro Árbol-Mundo emergería.
Pero ¿cuándo?
Modo de Empleo, capitulo 2
Salón del Trono del castillo Baranthe, poco después de la partida de los artesanos de Thane.
El rey estaba solo, sentado en su cómodo sillón centenario. El pensaba en ese fabuloso tesoro que dormitaba y pronto seria suyo. Había que reconocerlo, se alegraba en sus adentros. Para su desgracia, su buen humor interno se vería frustrado rápidamente por la llegada imprevista de un visitante indeseable. En primer lugar el Rey se mostró cansado, seguido sintió que su cuerpo se volvía mas y mas pesado, después todo a su alrededor se oscureció, como si la luz pasaría a través de ventanas ennegrecidas. De un bolsillo interior de su chaqueta, salio una piedra, levitando a una corta distancia de su cabeza. Esta piedra-corazón probablemente era verde, pero en su estado actual, era casi totalmente negra. Luego la luz del ambiente se concentro para formar nubes de humo que se reunieron en un punto central. Por último, de la humareda salió un hombre vestido de negro y cuyo rostro estaba oculto en parte gracias a una capucha. Avanzó hacia el rey golpeando el suelo con su bastón.
- Buen trabajo, rey Baranthe. Pronto serás rico y los 7 reinos estarán de rodillas frente a tu esplendor.
Las palabras de Nehantista dieron en el blanco. La vanidad, la codicia y el deseo de convertirse en uno de los grandes líderes del mundo sirvieron como un punto de entrada hacia la conciencia del rey.
- El plan va según lo previsto, arribaremos a su culminación.
Seguido el Nehantista le dio al rey un pergamino virgen de toda escritura.
- Vas a escribir una carta al señor de Thane.
Inmediatamente, la mano del rey empezó a escribir, sin mirar el pergamino.
- Deberás especificar que uno llamado Quilingo vendrá en su nombre y ayudara cuando descubran por primera vez lo que contiene la camara. Es importante que el entre primero. Por supuesto, usted firmara, como es habitual, con su sello real.
Unos minutos más tarde, la carta estaba terminada y sellada.
- El llamado Quilingo deberá llegar mañana. Lo recibirás discretamente y le darás las órdenes.
Luego, retrocediendo hasta el centro de la habitación:
- ¡No olvides que, tu nombre pasará a la historia!
El Nehantista se convirtió en humo, y el humo en una luz oscura. La piedra-corazón del rev volvió a su bolsillo, y todo se volvió claro. El rey era libre para volver a pensar por sí mismo. Para él, todo era idea suya.
Durante algunos días, los artesanos más importantes trabajaron incansablemente para resolver el enigma. Y lo que menos podemos decir, es que esto los mantenía cuerdos. La pequeña tropa vivía en una aldea aislada montada a las apuradas y ubicada en las cercanías. Esa noche, el señor de Thane había ordenado una reunión para hacer un balance sobre los progresos de sus huéspedes. Y estaban todos allí, alrededor de una mesa, en un alboroto impresionante, cada uno defendiendo apasionadamente sus ideas. El pobre Señor tuvo mucho trabajo con todas estas personalidades complejas.
- ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Damas y Caballeros! ¡Un poco de atención!
Por desgracia, además de Arckam, el prestidigitador de los combatientes Zil, nadie más escuchó. Viendo el caos total alrededor del Señor, el Zil decidió hacer algo. Rebuscó y saco de un bolsillo una especie de globo, de un salto se ubico sobre la mesa, sin que el caos merme. Luego inflo el globo hasta que quedo casi tan grande como Ramen, el vendedor de fideos. Algunos detuvieron sus charlas, otros no. El artesano de Zil como por arte de magia saco una aguja larga y exploto el globo, el cual inmediatamente empezó a repetir las palabras del Señor de Thane, pero mucho mas fuerte.
- ¡POR FAVOR! ¡POR FAVOR! ¡DAMAS Y CABALLEROS! UN POCO DE ATENCION!
Extrañamente, todo el mundo dejó de hablar. Arckam se bajó de la mesa, tan misteriosamente como había subido.
- Gracias, caballero Arckam. Ahora que tengo su atención, me gustaría que cada uno me informe de sus hipótesis. ¿Quieres comenzar tu Klemence?
La joven se sorprendió mucho al ver el interés en ella. Se limpió las manos en el delantal y se aclaro la garganta.
- Si quieres mi opinión, esto fue fabricado por alguien. Si supiéramos quien, podríamos resolver esta fortuita historia. ¡Porque no hay manera de destornillarle algo a esa maquina!
- Estas en lo correcto, ¿pero si existiera una hipótesis para abrirla?
- Ehh, no, ni idea.
- Bueno, eh, gracias. ¿Entonces, Jorus?
El anciano estaba concentrado susurrándole algo a uno de sus "Jorusiens" y se sorprendió cuando le preguntaron.
- Queh?
- Bueno, ¿tú tienes alguna idea sobre cómo abrir esta cosa? ¿Cuáles son tus teorías?
- Y bieeen, si tieneh cerraduras, ¿no tendrah tambiennn sus cerrojos?
En este momento, Delko comenzó a aplaudir.
- ¡Bravo! ¡Lo sospechaba!, Bromeo el fabricador de Golems.
- ¡Buenoh si tieness una mejorr idea, adelanthe sorprendenhos!
- Debido a que me dejas hablar, creo que tengo algunas pistas. Como ya lo dijo Klemenc, es importante saber el "propósito" antes de avanzar. Una vez que lo sepamos, comprenderemos los mecanismos.
- Entonces, ¿han pasado varios días que llevan aquí discutiendo y aun no avanzaron ni un pelo?
- Te equivocas, exclamo Delko. Intercambiamos nuestros puntos de vista, que es lo que nos hará avanzar. Si usted pensó que íbamos a llegar y descubrir la solución al primer vistazo, esta equivocado acerca de nuestra empresa. Bueno una vez dicho esto, de haber previsto todo esto me gustaría tener la respuesta acerca de quien es el fabricante de esta cosa cuanto antes.
En efecto, a la mañana siguiente un mensajero de Noz'Dingard le entrego a Delko un pergamino. Todos los otros artesanos se reunieron alrededor de él, como diría Jorus, "comiéndolo con los ojos".
"Maestro Delko,
El nombre de la persona que está buscando es el Maestro Elmijah de Kref'ga, también conocido con el nombre de Ebohki. De la información de él que tenemos en la biblioteca del Compendio, habría desaparecido misteriosamente poco después de la guerra contra Nehant.
Esperando que esta información les sirva para fines útiles.
Atentamente,
Aerouant ".
Ebohki. Este nombre de inmediato despertó el interés de los oyentes y las discusiones volvieron a comenzar. Para los presentes ese día, la evocación del nombre significa mucho, porque en el medio en el que ellos se movían, Ebhoki fue el que sublimo su arte a su paroxismo, un verdadero genio adelantado a su época. Aún hoy la mayoría de ellos no son capaces de hacerlo tan bien como lo hacia el. Esto presagiaba buenas perspectivas para el éxito de su empresa.
Unos días después, Quilingo llego a su improvisado campamento. Se había aburrido de pasar el tiempo jugando con Ylong, la competencia de Ramen. Este estaba ahí por un trabajo (pero un poco también para espiar a sus colegas). En medio de una emocionante movida se oyó un ruido seguido de una gran agitación, y a continuación varios sonidos de engranajes y de múltiples chorros de vapor. Por último, se llevo a cabo un ligero terremoto, la "cosa" se abrió por fin. Los artesanos se felicitaron unos a otros con gritos de"¡Hurra!" que hacían eco en las paredes de la "cosa". Quilingo saltó de su banquillo y se abrió paso entre la densa multitud que, más allá de los elogios mutuos, poco a poco comenzaron a acercarse a la cámara gigante. Pero Quilingo les recordó a todos que nadie debía ingresar antes que el. Su gran tamaño y fuerza imponente los mantuvo a raya. ¡El interior era increíble! Totalmente metálico, con mecanismos sobre las paredes por todas partes y luces verdes que emanaban de una especie de esferas de vidrio. Por todo el suelo habían verdaderos tesoros. No solo dinero, sino también una serie de variados objetos, que iban desde armaduras de cuerpo entero, pasando por cofres, hasta objetos tan simples como tejidos. Los ojos de los artesanos se abrieron como platos cuando los vieron. Quilingo en silencio desenredo un pedazo de pergamino en el que había una ilustración, precisamente el diseño de una espada, y abajo, una serie de inscripciones. El hombre-panda busco en la recamara hasta que finalmente encontró el objeto de su anhelo, una espada de lo mas especial. La envolvió en una gran pieza de tela y se fue sin despedirse del resto.
Durante ese tiempo, el señor de Thane se agasajaba con la victoria. Había dejado a sus huéspedes tranquilos, ya que habían aprendido el nombre del "artista" que construyo la "cosa". Por último, se hizo como deberia ser. Asi que le pregunto a Masamune, quien hasta entonces se había quedado atrás, cómo habían logrado esa hazaña.
- La caña se dobla, pero no se rompe. Nuestra inteligencia se dobla sin romperse.
- ¡OH, eh, bien, bien! ¿pero de forma lo hicieron?
Masamune, que como siempre nunca sonríe, hizo una vaga apariencia de una sonrisa.
- Nos hemos adaptado. La concepción de este trabajo no puede ser aprehendida por nuestras mentes que razonan a través de nuestros conocimientos. La adaptación es la clave de nuestra victoria, y el trabajo en equipo es su instrumento.
El famoso herrero Kotoba demostró que superó las cerraduras de la puerta.
- Hubo varias cerraduras, todas con diferentes cerrojos de distinta naturaleza, explico Delko a su Señor. Gracias a que unimos todos nuestros conocimientos, juntos pudimos descifrar los enigmas. De todas formas te ahorrare los detalles porque para usted era importante que esto se lleve a cabo, y para nosotros cumplirlo. Y esperamos, un poco de riqueza.
El honor recobrado
Todas ellas estaban allí. Toda la hermandad se mantenía delante de ella, como para equilibrar el peso de la vergüenza, esta vergüenza que sentía desde hace semanas. Llevaban un vestido simple y gris y un cinturón de cuero negro caía sobre sus caderas. El gris, el color de la desgracia. Hoy, no era más una Sorcelame, dejando su espada a los pies de Naya, no retuvo sus lágrimas. Lágrimas que muchas de ellas compartían. Cuando una Sorcelame no cumplía la función que le había sido asignada, era toda la organización y todos sus principios los que caian en un estado de verguenza. El error de la joven mujer, era el error de todas ellas, pero a pesar de esto, era ella quien pagaba el precio.
- Anazra. Hoy, tu honor ha sido quebrantado, y el honor es el pilar de nuestras creencias y de nuestros principios.
La comandante recogió la espada de Anazra.
- Recuerdo el día en que te di esta arma, eras muy joven en aquella época. Quitartela hoy es para mí una aflicción.
Las lágrimas de Anazra caían con fuerza sobre el suelo cavernoso del templo de la hermandad.
Ya es hora de que te vayas. Guardo esta espada, esperando poder devolvertela el día en que tu honor sea recobrado.
Así terminaba la ceremonia donde se le retiraba su titulo a una Sorcelame. Esto sucedia muy raramente, pero siempre que pasaba, era una prueba para toda la organización.
Algunos días más tarde, la joven mujer había abandonado toda esperanza de volver a ser la que era. Pasaba la mayor parte de su tiempo en los jardines de Noz' Dingard donde estaban las estatuas de los héroes del pasado que miraban hacia el horizonte. ¿ Cómo recobrar el honor? Se había planteado esta cuestión una centenas de veces, sin encontrar la menor respuesta.
- ¿ Entonces, encontraste la inspiración Anazra?
Dos jóvenes mujeres llegaban, vestidas de Sorcelame.
- ¿ Vienen a provocarme con insolencia, mis "hermanas"?
Moîra y Eglantyne habían entrado a la orden en la misma época que ella y desde ese momento habían tejido lazos muy fuertes entre ellas.
- Todavia no.
- No teníamos noticias de ti, pareciera que tu presencia aquí hubiera sido ocultada por Dragón.
- ¿ Dragón? Debe estar ríendose de mi situación, añadió irónicamente la ex-Sorcelame.
- No estaria tan segura, si estuviera en tu lugar, añadió Eglantyne.
- Pero no estás en mi lugar. Me gustaría mucho verte, en él.
Ambas hermanas se sentaron a un lado y otro del banco de piedra.
- ¿ Te acuerdas de nuestra formación? Preguntó Moîra.
- Sí, perfectamente bien.
Rememoró entonces, algunos años antes, la formación recibida de su hermana mayor, Naya, particularmente de la primera frase que les dirigió. Esa frase, usada tanto a modo bienvenida como para enunciar un reto a lograr. "La Sorcelame es a la vez “fina lamina” y hechicera. Debe ser ágil y comprender los arcanos de Dragón."
Luego memorias más recientes, donde Eglantyne, Moîra y ella se habían aventurado en el Soplo de Dragón, una región en lo más profundo de la Draconia. Allí, habían comprendido el sentido de la palabra honor. Anazra miró a sus amigas con interés. Las dos sonreían. Sabían bien que le habian dado una pista, para su vuelta a las Sorcelames. Se levantó, con el corazón lleno de esperanzas.
- Gracias, comprendí lo que debó hacer.
Luego, se fue sin decir ni una palabra más, saludando de lejos a sus amigas.
- ¿ Piensas que lo conseguirá?
- Dragón vela siempre por ella como vela por nosotros. Por el momento, no sera Sorcelame, pero sigue siendo una draconica, y sus poderes son siempre temibles.
- Ya veremos que pasa.
Anazra hizo una pasada rápida por el hostal donde dormía desde su decaimiento, tomó sus pertenencias, la espada que se le había ofrecido para reemplazar a la retirada por Naya y dejó la ciudad en una pisada. Sabía que su viaje duraría sólo algunos días y qué pasaría por pueblos que bordearían el camino. Se encontraba aquí en un periplo iniciático, o por lo menos de un nuevo inicio. Recorrio el camino que llevaba hacia el sur, a Noz' Zar, la segunda ciudad más importante de la Draconia. Desde alli, dejó la seguridad relativa para seguir caminos que la llevaban a la llanura de Mornepierres, la cual atravesó con prudencia y temeridad. Todo se repetía, excepto que esta vez, llegada al borde de esta llanura, encontró a un viajero que reposaba cercano a un arroyo. Anazra no esperaba encontrarse a alguien aquí, en medio de la nada. El hombre se levantó al encuentro de la antigua Sorcelame. Era un joven, que tenía más o menos su edad, llevando ropas de viaje pero de una factura que no dejaban duda alguna sobre su condición, un miembro de la nobleza. Los rasgos de su cara le recordaban a alguien, pero verdaderamente no sabía a quien, y aun asi tenia la fuerte impresión de ya haberlo visto antes.
- Es usted, dice con un aire de bastante satisfecho.
La joven mujer frunció las cejas. "¿ De que se tratara esto? ".
- Eso depende, ¿a quién espera el señor?
- A la que debía proteger a mi padre, pero que no llegó a hacerlo.
El corazón de la joven mujer se estrechó y la vergüenza apareció de golpe sobre su cara.
- Oh, por favor, excúseme por esa frase tan desgraciada, no quería causarle pena. Venga, instálese conmigo yo voy explicarle lo que exactamente me trae hasta aqui.
La antigua Sorcelame puso sus pertenencias y se acomodó sobre la hierba verde, el joven hizó lo mismo.
- Nos cruzamos una vez a hace dos años, después crecí y por sobre todo esto Dragón me confió la tarea de suceder a mi padre, el antiguo Señor-dragón de Drak' Azol.
- Felicitaciones, es una responsabilidad pesada, la suya.
- Gracias, pero no estoy aquí para contarle todo esto. Supe que usted se dirigia hacia el Soplo de Dragón. El caso es que debo visitar al Señor Karn, y paso por el mismo camino.
- ¿ Supo? ¿ Quién le dijo que pasaría por aquí?
- Sus amigas Eglantyne y Moîra.
¡ Aaah zorras! Sabía bien que su discusión a propósito de nuestra formación no era anodina. Anazra estallaba y pensó " me la hicieron bien ".
- ¿ Y entonces le habran dicho que recordarme mis errores a lo largo de un viaje, sería de seguro, un castigo interesante?
El joven hombre quedo boquiabierto, como aturdido por esa frase.
- No, no, al contrario. Usted sabe que ese tragico acontecimiento es debido sólo a dos cosas: la Fatalidad y el Traquemage. Si sus amigas hubieran estado en su lugar el resultado habría sido el mismo.
- Usted se basa en suposiciones.
- No, entiendo que usted siente el no haber cumplido con su deber, pero usted no debería sentirse mal, porque si así pasó, es porque asi tenia que pasar.
- No estoy convencida por lo que usted me dice, Señor Draconico. ¿ Podemos ponernos en marcha ? Estos lugares no son muy seguros.
- Usted tiene razón.
Siguieron entonces por el camino a través de las montañas rojas. Al principio Anazra apenas escuchaba al Señor Draconico, a medida que recorrian el camino, iba cediendo poco a poco frente a los argumentos del joven hombre. Comenzaba de nuevo a tener confianza en ella. Luego, algunos días después, llegaron en un lugar conocido bajo el nombre de Soplo de Dragón. Una hondonada rellena por una bruma opaca, sin interrupción.
- Henos aquí en el Soplo de Dragon, voy a continuar mi camino hacia Kastel Drak. Espero que estos pocos días pasados en mi compañía le hallan abierto los ojos.
Anazra conocía la peligrosidad del camino hacia Kastel Drak y, para llegar a la ciudad, había que atravesar el paso del Ojo, que era famoso por estar frecuentado por bandoleros.
- Si usted quiere, puedo acompañarle hasta allá.
- No, no, usted tiene mejores cosas que hacer, que escoltarme, nadie atacaria a un Señor Draconico.
- Confiemos que asi sea.
Sus caminos se alejaron y la antigua Sorcelame avanzó en el Soplo de Dragón. Una leyenda muy conocida de los dráconicos cuenta que sera este Soplo de Dragón el que impedira que los secretos de lo que pase en este lugar sean revelados. Las jóvenes Sorcelames venían aquí para ser puestas a prueba. Anazra avanzó un buen tiempo antes de sentir la presencia de Dragón.
- ¿ Cuales son las reglas de la orden de las Sorcelames? Le preguntó una voz cavernosa.
- Servirte, servir al pueblo Draconico y a los Señores draconicos.
- ¿ Bien, y cómo servir lo mejor posible a un Señor Draconico? La voz se hizo más seria.
Anazra quedó silenciosa algunos segundos. Luego, su corazón se estrechó. Había dejado al Señor de Drak' Azol frente a un riesgo potencial. Si buscaba su honor, no debía permanecer más allí. Se echó a correr lo mas rapido que podía. Se paró por poco tiempo y acudió a sus poderes mágicos para soportar mas. Reencontro al Señor mientras que éste era asaltado por un puñado de pícaros para robarle sus riquezas.
Sin vacilación, desenvainó su espada y puso en juego su destreza bien entrenada mucho tiempo antes. Los bandoleros no resistieron mucho tiempo y huyeron a toda prisa. El Señor Draconico afortunadamente, no tenía ni un rasguño.
- Y bien, verdaderamente creí que usted iba a abandonarme a mi suerte.
- Las Sorcelames deben velar por los Señores Draconicos.
- ¿ Pero usted es Sorcelame?
- Si la dirigente de nuestra orden lo quiere.
- En ese caso, me permitirá intervenir en su favor.
Algunos días más tarde, en el templo de la orden de las Sorcelames en Noz' Dingard. De nuevo, estaban todas reunidas, pero esta vez sus vestidos eran azules y sus aspectos mostraban regocijo. Anazra estaba de nuevo de rodillas delante de Naya. El silencio se hizo entonces.
- El Honor jamás nos deja. Cuando estamos en duda, podemos contar las unas con las otras.
Tomó la espada de Anazra.
- Este es el simbolo de nuestro compromiso y hoy estoy feliz de devolvértelo. Porta orgullosamente esta arma y reúne a tus hermanas, Anazra, Sorcelame de Noz' Dingard.
Liberar la Sombra
El vals de los cortesanos se había terminado, pero la misión de Ishaiano se detenía allí. Ella le había confiado una tarea a Marlok y ahora solo le quedaba comunicar una mala noticia. Volvió a Kastel Draken con sus seguidores para reunirse en la tumba de los ancestros, y después de varios días de viaje, por fin llego a su meta: el campamento de los Combatientes de Zil.
Al ver el arribo de la delegación con los colores del Consejo, Ergue que vigilaba los alrededores le advirtió rápidamente a Abyssien. Este último reunió a todos los combatientes de Zil disponibles para recibir de la mejor forma a los majestuosos visitantes. Se sorprendió al reconocer la bandera de la Dama Ishaia. En el pasado, sus caminos ya se habían cruzado. La Consejera miro a los presentes con un aire neutral.
- Consejera, le damos la bienvenida a nuestra humilde morada.
- Abyssien, respondió ella inclinando la cabeza respetuosamente. Gracias por vuestra acogida. No te preocupes, no voy a quedarme mucho tiempo.
Los Combatientes Zil se miraron los unos a los otros. ¿Qué esta pasando? La mayoría de ellos ni siquiera eran concientes de la existencia de un Consejo de los gremios existentes, y que iban a aprender a su costa. Abyssien e Ishaia se instaló en una parte privada de la capital. El jefe de los Zil ofreció unos refrescos a la consejera.
- Encantada de ver que usted sigue sabiendo como recibir visitantes de lujo.
- ¡Por favor, reserve sus pensamientos para sí misma, recuerda quien te hizo entrar en el Consejo! Dijo con un poco de ira en su voz.
- ¡Vamos, vamos, precisamente porque nos conocíamos es que el consejo me envío a mi en lugar de otro! ¿Tú hubieras preferido que sea el Regente?
- No, por supuesto, me alegro de verte. Pero pienso que a veces tienes una actitud arrogante. ¿Qué te trae por aquí?
- Bueno, yo vengo a anunciarte una mala noticia. Luego ella se aclaró la garganta mientras desenrollaba un pergamino. Muchos hechos se nos plantearon a nosotros, entre ellos: el asesinato del Profeta por Télendar, en ese entonces líder del gremio de los Combatientes de Zil, la infiltración de un Nehantista dentro de los miembros de su clan, las traiciones de sus miembros Selene, Silene y Télendar, la falta de informe de los nuevos miembros del gremio y, finalmente, la falta de informes sobre sus actividades durante varios meses.
Abyssien tragó saliva. Efectivamente se trataba de algo serio.
- En función de estos hechos, el Consejo adoptó la siguiente decisión. El gremio de los Combatientes de Zil tiene dos meses para actualizar sus declaraciones y demostrar que todavía puede ser digno del título que lleva. De lo contrario, simplemente se disuelve.
Era un golpe fatal el que acababa de recibir el Jefe Zil.
- Entiende bien Abyssien, esto no me hace feliz. Oficialmente, el Consejo necesita que respondan por las acciones de su gremio. Debemos renovar su escudo y demostrar que sus miembros son dignos de confianza.
La joven dejó su copa y se levantó.
- Extraoficialmente, sé que todo esto es respecto a Télendar. Pero las reglas son estrictas, el líder del clan se hace responsable de los actos de su gremio. El conflicto en el que se están inmersos se intensifica. No tengo ninguna duda de que los talentos de los Zils son apreciados, si se llegan a canalizar.
Abyssien permaneció en silencio, todo esto era grave y el tenía que actuar con prudencia.
- Bien, no la retengo más tiempo Consejera, hay cosas que tengo que hacer.
El tono indicaba claramente que Abyssien iba a tomar las cosas en mano. El rostro del jefe Zil cambio y comenzó a hincharse.
- Oh bien, creo que voy a salir. En dos meses, vamos a juzgar la evolución de las cosas.
La Consejera partió casi tan rápidamente como había llegado, dejando al jefe con sus asuntos.
Abyssien estaba rodeado por los otros Combatientes. Él les había explicado la situación y los mismos se pusieron serios. Kriss avanzó hacia el jefe.
- Abyssien, se debe cumplir con el triunvirato.
Los Zils más antiguos sabían que hay un triunvirato que cuando la situación lo exigía se reunirían para tomar las decisiones. Los miembros mas nuevos aprenderían como operaba.
- Tendremos que hacerlo. Luego, miro a los reunidos. Bueno escúchenme todos, deberán despejar la pista, aparten todo lo que se interponga en el camino, una vez hecho se realiza un circulo a su alrededor. Kriss traerá una persona desconocida para la gran mayoría de ustedes. Si alguna vez se dirige a ustedes, no le respondan.
Los Combatientes abandonaron la pista, a continuación Abyssien trajo un gran baúl, lo abrió y tomó su contenido. Luego, suavemente, colocó lo que parecía una gran marioneta, hecha de paja y telas con los colores del gremio. A continuación enderezo el cuerpo. Kriss comenzó a tocar música con su órgano de aire una melodía hasta entonces desconocida para la mayoría de la tropa. Abyssien, por su parte, lanzo un sortilegio de noche en la sala, a continuación, otro sortilegio que creó un pozo de luz en la pista. El gato negro que nunca abandonaba a Kriss comenzó a girar alrededor de la especie de marioneta. El jefe Zil encantaba al mismo ritmo que la música. Después de un momento, el maniquí de paja se elevó en el aire al mismo tiempo que el gato. Unos tentáculos de sombra salieron del gato y se enroscaron alrededor de lo que de hecho, era un espantapájaros. A continuación, pasaron a través de los ojos y la boca del espantapájaros dejando al felino que descendió inconsciente sobre el suelo.
La música se detuvo al igual que la encantación. La criatura seguía en pie y se mecía suavemente hacia adelante y hacia atrás, con los brazos que oscilaban en el aire. Todos contenían la respiración observando el evento. A continuación, el espantapájaros volvió a la vida y empezó a caminar, mirando a su alrededor. Después de una vuelta, se detuvo frente a Abyssien y Kryss. Los dos hombres se inclinaron, y la criatura hizo lo mismo.
- ¿Por que, me molestan ustedes?
- Tuvimos que reunir al triunvirato, el gremio está en peligro.
- AAAh? Que hizo el gremio que se cree que esta en peligro?
Abyssien explicó la pasividad del gremio y la advertencia del Consejo. El espantapájaros se volvió y dio una vuelta alrededor de todos. Reconoció que nadie, excepto Sangrespada y Sinrostro, se mantuvieron en su lugar.
- OUUUH mis pequeños se creen grandes! USTEDES son MAGNIficos!
Continuando con su gira, se detuvo frente a Sombría.
- ¿Cuál es tu nombre?
Pero la joven no respondió nada, recordando la advertencia de Abyssien. El Espantapájaros asintió con la cabeza.
- Se llama Sombría, es buena haciendo malabares, respondió el jefe. Nosotros tenemos que hablar en privado.
Kryss, Abyssien y el recién llegado abandonaron al resto dejandolos llenos de especulaciones.
El triunvirato se reunió lo más distante de la tienda a fin de estar lejos de cualquier posible espionaje.
- NO te preocupes mas señor real, no podras disolver mi amado gremio! La sombra es la hora
- ¿Qué nos va a dar crédito? Pregunto Kryss.
- Pasemos a cosas serias, respondió Abyssien cuyo rostro estaba inflándose nuevamente.
- ¡Sí! vamos a castigar a los traidores y hacer para lo que se nos ha creado, para asegurarnos de que el mal no salga de las sombras.
- ¿Te quedarás en esta ocasión? le preguntó Kriss, quien también cambio.
- ¡SI! Pero NADIE sabrá quien soy YO! El Archimago Artrezil FUE muy claro al respeto. Dese AHORA ustedes me LLAMARAN SALEM!
¡A la aventura!
Como en todas partes del mundo, las Islas Blancas ofrecen para calmar las gargantas sedientas, tabernas de mala reputación donde el alcohol fluye libremente y los ladrones desvalijan a los borrachos. Es en uno de estos lugares donde se inicia la increíble aventura de la tripulación de Al La Triste. " Las dos piernas de palo " era una taberna del barrio de más de mala fama de la célebre ciudad Volovan, una parada de crápulas, de canallas y de estafadores de todo género. Burrich el batidor, uno de los clientes regulares tenía buena esperanza de conseguir el golpe del siglo tratando vender un mapa del tesoro. No sabiendo leer, ni escribir, no sospechaba la importancia de este mapa y, como jamás se lo tomaba en serio, nadie había querido creer en el valor de lo que ofrecía. Justo en ese momento su historia llegó a los oidos de Bragan, uno de los miembros de la tripulación de Al la triste. Después de haber hecho algunas comprobaciones, le comento sobre la autenticidad del mapa a su capitana. Al la triste se interesó mucho en este descubrimiento.
Bragan, el viejo pendenciero, Poukos, el hombre pez y la Capitána Al la triste entraron en la taberna donde debía llevarse a cabo la venta del mapa. Muchos salieron cruzando a los piratas, cuya mala reputación los precedía. Para los que jamás se habian cruzado con Al la triste, la primera impresión que les provocaba los dejaba sorprendidos. Con su tricornio, a la joven mujer, a menudo le costaba trabajo pasar por las puertas, tanto en altura a causa de su estatura como en anchura debido a la imponente protesis mecánica que reemplazaba su brazo derecho.
Su cita esperaba en un rincón. Burrich ya se imaginaba irse de allí riquísimo después de haber vendido este trozo de papel encontrado en una compraventa de ocasión. Ambos acólitos del capitán se sentaron a la mesa del infortunado vendedor. La capitána se instaló justo a su izquierda.
- ¡ Vuelvenos a mostrar la mercancía, mancha de letrinas! Vociferó Bragan con toda la amabilidad de la que podía dar prueba.
El hombre sacó pues el objeto tan ansiado, un rollo de pergamino que probablemente habia estado sellado por una correa de cuero rojo y un sello de lacre. Al la Triste examinó la correa luego desenrolló el mapa. ¡ Al fin ! Varios años de buscar en vano para le cayese encima casi por casualidad. Pero no mostró nada de su satisfacción. Poukos lanzó sobre la mesa una bolsa que contenía dinero. El hombre la tomó y la abrió con impaciencia. Por desgracia, grande fue su decepción, la suma verdaderamente no correspondía a sus previsiones.
- ¡ Hey! ¡ Pero aquí dentro no hay nada ! Se indignó.
Al la triste se levantó de un golpe, derribando su banqueta, y agarró al imbécil por el cuello y lo levantó hasta su cara. Los dos otros no movieron ni el dedo meñique. ¡ Había que mantener bien el mito de la célebre Al la triste!!
- Escucha cabeza de arenque, de escoria como tu, tengo llena mi cala. Me deshago de ellos en las minas de sal de Brence. Entonces, si quieres que no te arranque un brazo y haga lo mismo contigo, acepta esta transacción que es completamente honorable.
El hombre estaba mudo. Creyó que todo estaba acabado para él. Poukos y Bragan lo miraban como si su última hora hubiera llegado. Pesando en los pro y los contra bastante rápidamente, tendió el mapa.
- ¡ Aqui tienes, me parece un buen negocio!
La capitana lo lanzó de un golpe y cayó desarticulado en el suelo. Apenas tuvo tiempo de levantarse que los piratas ya estaban yéndose, lo que constituía para él un alivio. Tenía un poco más dinero y mucho menos problemas.
Un poco más tarde sobre el Arc-Kadia, el buque volante de la capitana Al la triste, todo era efervescencia. La joven mujer había hecho volver a toda su tripulación que hasta ese momento se encontraban "de licencia". En su camarote, la joven mujer intentaba penetrar los secretos del mapa del tesoro cuando alguien llamó a la puerta.
- ¡ Capitán, soy yo ! Dice una voz muy aguda.
Al la triste se levantó, quitó el seguro de la puerta y miró a su segunda con alegría.
- Ven, entra, le dice mirando si no había uno o dos curioso que las espiaran. ¡ Lo encontré, por fin podremos localizar al Titán del capitán Hic!
Ojo de gema, la segunda, frunció el ceño y se quitó algunos mechones que le caigan sobre la cara. Había crecido con la capitana y ambas mujeres se habían hecho verdaderas hermanas de armas. Al la triste le mostró orgullosamente el mapa, desplegado sobre la mesa redonda. Esparcidos alrededor, incluso arriba, se encontraban un montón de libros abiertos y de instrumentos de medida. El mapa era bastante grande y por sobre todo magníficamente ilustrado.
- ¿ Verdaderamente crees que es el capitán Hic quién lo dibujó?
- ¡ Absolutamente! Mira, dice mostrandole un montón de pergaminos. Es todo lo que reuní sobre él. Hay aquí numerosos dibujos firmados por su mano. El estilo corresponde, y la fecha también. Si observas bien, la parte izquierda es el reino de Bramamir, antes de que el torbellino se forme. Y sabemos que Hic vivió allí antes de la guerra negra.
Ojo de gema observaba el mapa. Sintió entonces la emanación de una magia discreta, pero presente. La guémélite pasó la mano por encima y sin hacerlo a propósito reactivó el mapa. Aparecieron inscripciones sobre el pergamino, luego el mapa exhaló un humo fino que se acomodó para formar una imagen mucho más completa. Una pequeña bola amarilla de la talla de una falange apareció sobre el mapa. Al la Triste avanzó, sus ojos brillaban de excitación. Echó un ojo a las inscripciones, era una lengua que pocos conocían, pero que ella, dominaba hace ya mucho tiempo. Su padre también era un capitán pirata, y le había enseñado a su hija todo lo que sabía.
He aquí lo que esto contaba:
" La caza comienza, contra vientos y marea ustedes se toparán, pero a ustedes los cardinales les ayudaran. En cada etapa combatiran, consigan todo y encuentren a Titán o bien en el olvido eterno zozobrarán. "
Releyó repetidas veces la frase con el fin de percibir mejor la esencia.
- Y bien, es misterioso todo esto, es muy interesante.
Su segunda, examinaba el punto amarillo. Tomó un mapa de la región y comparó ambos planos.
- Reconocemos ciertas partes de las Islas blancas, el punto amarillo indica un pedazo que en otro tiempo fue costero. Podemos estar allí en dos días.
- Bien, prepara la tripulación. Haz llenar la nave de rayo. ¡ Nos vamos mañana!
- Bien, capitana.
Al día siguiente por la mañana el buque estaba listo. Era un gigantesco 3 mastiles propulsado por dos grandes motores " Vafeur ", que unian una tecnología basada en un motor a vapor y los rayos, una maquinaria creada mezclando cristales mágicos y fuerzas de la naturaleza recuperadas de las mismas nubes. Los arcos eléctricos que lamían los cristales producían castañeteos muy particulares. Pero la tripulación se había acostumbrado a ellos hacia ya mucho tiempo y ya nadie le tenía cuidado. Sobre el puente, todo el mundo esperaba el discurso de su capitana. Ojo de gema había hecho bien su trabajo y todos ellos se formaban derechos. Por fin, la capitana apareció, llevando su sable ancho, prueba de su liderazgo.
- ¡ Piratas! ¡ Hoy vamos detrás de el Titán, el célebre buque del capitán Hic y del tesoro que el encierra! Dijó levantando su sable hacia el cielo.
Entonces, todos se miran y comienzan a gritar, dándose aliento, la cabeza llena de sueños, de riqueza y de gloria. La tripulación se puso a la tarea, separó el buque del muelle y soltó las velas a favor de los vientos. El Arc-Kadia tembló, crujió, y luego despacio se elevó en los aires. La ciudad de Volovan y su isla, flotantes en el cielo se volvieron cada vez más pequeñas mientras que otras crecían. Al la triste llevaba el timón con orgullo, sabia precisamente donde ir, había memorizado el mapa del tesoro y los planos de su segundo.
La noche había caído sobre el antiguo reino de Bramamir y dos días habían pasado desde su salida. Nadie dormía y la actividad era febril, el buque comenzaba su acercamiento hacia una isla alejada y pequeña. Ésta era ondulada de dunas y totalmente recubierta con una triste arena.
- ¿ Que sabemos nosotros de este rincón, alejado de todo, Ojo de gema??
- No gran cosa, es una región desértica, no hay nadie que viva en la región. Tiene asegurada su muerte el que se atreva a venir aquí.
- Un lugar ideal para esconder algo. ¡ BRAGAAAAAAAN! ¡! Gritó, la capitana.
Un viejo hombre buenazo apareció, medio dormido, y con un botellon de ron en la mano.
- ¿ Siiis mi capitana?
- Irás por la mañana, a esta isla con Empleadillo y...
- ¡ Yo! ¡ Yo! ¡ Yo! ¡ Yo!
Apareció entonces una furia de cabellos cortos, casi desnuda. Subió las escaleras hasta el puente en un momento y de dos saltos y se paró poniéndose en guardia. Al la triste mostro un aire de desesperada y sacudió la cabeza tapandose la cara con la mano izquierda.
- ¿ Todavía te dura la peste? Se jactó Bragan.
- ¡ Vamos, capitana, déjeme ir allá! Insistió la pelirroja.
- Bien, ve allá, pero te prevengo que me oirás si fallas tu misión. ¿ Comprendido, Armada?
- ¡ Sis! ¡ Sis! ¡ Sis!
La joven saltó en el aire agitando los brazos frenéticamente.
Algunas horas pasaron y llegó por fin el día, el pequeño grupo estaba listo. El buque se colocó a una distancia suficiente para que Bragan, Empleadillo y Armada pudieran descender con una cuerda. La arena era caliente e inmaculada y las dunas se extendían hasta donde alcanzaba la vista. El pequeño grupo avanzó lento, pero seguro hacia el centro de la isla. A bordo del Arc-Kadia, Al la triste observaba con su largavista, pero el calor emitido por la arena, rápidamente oculto al grupo de piratas. Al cabo de algunas horas de marcha, Bragan se dio cuenta que algo no iba bien.
- Marchando como marchamos, ya deberíamos haber alcanzado el otro borde de la isla.
Empleadillo examinó los alrededores.
- ¡ Aquí! ¡ Rastros en la arena! Mire, tres personas han pasado por aquí.
- ¡ Son nuestros rastros, grumete! Escupió Armada. Estamos dando vueltas como ratas en una chalupa.
- ¿ Caramba, que vamos a hacer? Lanzó el marinero con una pizca de pánico.
- Vamos a reflexionar ¡esta claro!, sé que no lo haces a menudo pero va a hacer falta. Vamos a empezar por cambiar de dirección.
El grupo retomó el camino, y algunos momentos más tarde, mientras el calor comenzaba a volverse insostenible:
- Vamos a morir...
Empleadillo había dejado su chaleco y miraba a los otros.
- No todavia. Te dije que había que reflexionar.
- ¿ Parece que tú, viejo, si reflexionaste? Dice Armada riendo a carcajadas.
- Bien.... sobre lo que reflexioné. Y es justamente una historia antigua que me hace pensar en la solución. ¿ Conocen ustedes los espejos de Flint?
Ambos jóvenes respondieron no al unísono.
- Porque sera, que no me asombra. Algunos piratas, para esconder un tesoro, creaban una serie de espejos mágicos imperceptibles, que hacían dar vueltas en circulos a los infortunados que querían robarlos. Y este es el caso, como nadie lo pudo robar, y aunque Hic ya murió hace mucho, el sortilegio sigue activo.
- ¿ Y cómo hacemos para salir de él?
- ¡ Por magia! Estos espejos son unos espejismos, tenemos qué soplarlos y romperlos. Armada, tienes siempre explosivos contigo. ¿ Vas a colocar tres cargas para hacer un triángulo, sabes lo que es un triángulo?
- ¡ Pfff, se bien que es eso, viejo senil!
Bragan se concentró durante unos largos minutos, el tiempo que necesito Armada para colocar tres bombas de su confección. Luego una llama aparecio delante del mago pirata. Ésta se transformó entonces en una pequeña ave, luego dos y por fin aparecio la tercera.
- ¡ Acuéstense!
Empleadillo y Armada apenas tuvieron tiempo de pegarse al suelo, cuando Bragan solto a sus aves que se lanzaron hacia las bombas. Una gran explosión resonó entonces y una nube de arena se formó.
- ¡ Kof! ¡ Kof! Bah!!! di pues, que sagradas bombas nos hiciste Armada.
- ¡ Sip , pequeñas pero eficaces!
- ¡ Miren! ¡ Allí! Algo brilla en la arena.
En efecto, un poco más lejos, a pleno sol un objeto de oro brillaba como encendido por mil fuegos. Acercándose los piratas reconocieron una calavera hecha añicos, apretando entre sus dientes un rodillo de oro. En el momento en el que Bragan, tomó el objeto, la calavera se convirtió en un montón de arena. La isla misma empezó a sacudirse por temblores.
A bordo del Arc-Kadia, toda la tripulación escudriñaba los alrededores. Hacía ya ahora largas horas que la tropa se había ido. La inquietud había ido creciendo poco a poco. Luego vino la explosión, y algunos momentos más tarde, un hecho extraño. La isla temblaba y perdía pedazos que zozobraban en el torbellino. Al la triste lanzó una ojeada rápida con su catalejo y reparó en sus hombres. El barco cabeceó y avanzó con destino a los infortunados corsarios que luchaban para no ser aspirados por uno de los numerosos hoyos que se formaba en la arena. Bragan, Empleadillo y Armada volvieron a subir a bordo, justo a tiempo, cuando la isla entera se desintegró...
Acto 3 :Deslumbramiento
Iluminación
La naturaleza había cubierto la Tumba de los antepasados de una espesa vegetación. Había obedecido a los que nacieron de la tierra y de los árboles. El furor con el cual los Corazón de Savia había entrado en el conflicto ponía término a la paz que el lugar solia tener. Las lianas que ya cubrian completamente la piedra caida del cielo, pulsaban como si la sangre fluyera por los latidos de un invisible corazón. La Esfinge con rabia divina, cortaba las raíces que lo capturaban, pero estas eran muy fuertes y ya se le acercaban peligrosamente dos enorme Hom' Chaï. Afortunadamente para el Guardián del templo, Kararine le echo una mano. Sigilosa y ágil como una pantera, liberó a su compañero Nómada. Este último decidió replegarse el tiempo que Ïolmarek tardara en encontrar una solución a esta fuerte resistencia. El jefe de los Nómadas del desierto tenía mucho trabajo, rechazando difícilmente los ataques mágicos de Kei'zan y de Hablamente.
La magia de los dos Daïs era poderosa, pero la fe de Ïolmarek y sus acólitos era una muralla contra la cual sus adversarios venían a estrellarse.
Un poco más apartado, los restos del campamento de los Enviados de Noz' Dingard servia de marco a un encuentro extraño. Melissandro discutía con Valentin, el caballero dragon.
- En usted habita una fuerza que Kei' zan identificó como equivalente a la del Árbol-mundo. Usted debe entender que esta piedra no es buena para nuestra tierra y que va a dañarla.
Valentin se había despertado por la mañana sobresaltado mientras que los Corazón de Savia lanzaban su ofensiva. Muy rápidamente, al borde del campo de batalla, había observado las escarmuzas, dando cuenta así por sus ojos a Dragón de una situación bastante compleja y explosiva. Luego más tarde, la joven elfine se le había presentado, por una razón que todavía no comprendia.
- Pensamos hablar a Dragón y apelar a su sabiduría. Hablo en nombre de Kei' Zan pidiendo su ayuda y la de su pueblo. El debe sentir los efectos de la perversión que genera la piedra.
Valentin se rascó la barba, bastante confuso. No era mago y no conocía gran cosa de lo que trataban de explicarle. Había sido enviado allí al tiempo que otros miembros volvian de su misión.
- Soy uno de los caballeros de Dragón, todo lo que sé, el tambien lo sabe porque estamos vinculados.
En ese momento, Dragón decidió tomar la palabra. El aspecto físico de Valentin cambió, sus rasgos se hicieron los de un híbrido hombre - dragón.
- Oí la llamada del Árbol-mundo, Elfine. En este momento el dolor nubla los ojos y embarga a mis Enviados.
Melissandre se sintio un poco decepcionada por esta respuesta.
- Pero Valentin va a acompañarte y a poner su saber a tu servicio. Les enviaré a otros aliados cuando llegue el momento.
Luego, Valetin retomó su apariencia normal.
- Bien, diríamos que debo ponerme bajo su mando.
Un poco más tarde y con la ayuda fortuita del viejo caballero dragon, los Nómadas estaban en postura muy lastimosa. Había varios heridos en las filas de los fieles de Sol´ra. Pero, afortunadamente para ellos, no estaban solos. Combatían por un ideal y para una fuerza superior que sobrepasaba su condición. La piedra caida del cielo, aunque rodeada de lianas, emitió un nuevo canto. El viejo sacerdote lo oía y lo comprendía como si se tratara de voces celestiales.
- " Apela a ella, servidor. Sólo ella puede sacarte de ahí ".
- ¿ Ella?
Malika, que estaba al lado, tomó la sotana de Ïolmarek.
- ¿ Quién es ella? ¡ Sé más claro!
Pero el sacerdote no escuchaba nada más. Sacó entonces una lámpara de aceite y sopló arriba. Una criatura azulada salió de ella.
- ¿ Sí, mi amo, puedo realizar uno de tus deseos?
- Utilizo mi segundo voto, genio. Deseo que Djamena se encuentre aquí inmediatamente.
- Qué sea hecho según tu voluntad, amo.
El genio cerró los ojos y una aura dorada apareció alrededor de él. Un flash se produjo entonces, cegando a todas las personas en los alrededores. Cuando la vista les volvió, se encontraba a su lado una joven mujer con vestidos blancos caracteristicos de los iniciados del dios Sol´ra. La joven mujer daba muestras visibles de encontrarse desconcertada por lo que acababa de producirse y lanzaba miradas a su alrededor con cierto pánico. Luego, mirando con ojos inquisidores sobre el que había salvado a su padre de una suerte incierta, entendió su canto. La dulce voz se le dirigía sólo a ella.
" ¡ Djamena, despiertate! Es el tiempo para volver a ser la que eras en otro tiempo. ¿ Entiendes Djamena? "
La joven mujer no se movía, pero en ella algo se producía, una transformación, una liberación. Una lanza apareció entonces en su mano, luego, de un movimiento, hendió el aire desde abajo, hacia arriba con destino a la piedra. Al cabo de algunos segundos, las lianas que la rodeaban se rompieron, luego, cayeron, se descompusieron y acabaron por hacerse arena. La gema refulgía cada vez más. A su pie, Djamena había cambiado. Alas le habían crecido y sus cabellos que flotaban en el viento se habían vuelto casi blancos. Todos los Nómadas sabían que un nuevo Solarian acababa de hacer su aparición, y que esto significaba que esta batalla no estaba perdida todavia. Ahora, el suelo alrededor de la piedra se agrietaba, y una energía violenta y divina se había puesto manos a la obra.
Alhem sentía que Sol´ra los miraba y juzgaría sus actos. La teúrgia de curación fue invocada, poniendo como nuevos a todos los Nómadas para una nueva ofensiva. El contraataque fue lanzado por la Esfinge que, en un rugido, saltó sobre Marca-rojo y estuvó a poco de decapitarlo, salvado en extremo por Valentin que rechazo al coloso con cuerpo de león. Djamena se interpuso entonces.
- ¡ Vas a ser juzgado, soy el brazo de dios, y tú un insecto que voy a aplastar! Dice con cólera. Apenas hubo pronunciado estas pocas palabras, el cielo comenzó a ensombrecerse.
- Señor, nuestros siguientes actos no son dignos de tu mirada. Qué el Eclipse le ponga vendas a tus ojos divinos y nos conceda el favor de la luz negra.
La Garra, se había colado entre los restos de lianas y de árboles e iba a asestarle a la joven Nómada un golpe magistral cuando fue inmovilizada. Se sentía como atraída por el suelo. Ïolmarek se adelantó hasta ella riéndose burlonamente. Su aspecto había cambiado, sus vestidos y su actitud se habían vuelto negros.
- ¡ El Eclipse, mi bello Eclipse, tenemos una guémélite!
Luego, con ambas manos, tomó a La Garra de un golpe y la levantó por encima de él.
- ¡ Tus pecados son numerosos, infiel! Tu alma me pertenece para toda la eternidad.
Apoyo su mano derecha en la cabeza de la guémélite, luego, como si hubiera tomado algo invisible, tiró con todas sus fuerzas. Una forma fantasmal salió de ella. Su alma dejaba su cuerpo. Su corazón dejó entonces de latir y sus brazos dejaron de agitarse. Kei' zan un poco más lejos asistió a la escena sin poder hacer nada...
Hacia los Confines
La Tumba de los Ancestros estaba bañada en llamaradas y en sangre. La piedra caída del cielo lleno de fuego a sus alrededores, destruyendo los campamentos de los Enviados de Noz'Dingard y de los Kotoba. La Corazón de Savia y el caballero dragón, Valentín, habían regresado al territorio Eltariano. A ellos pronto se les unieron el resto del equipo quienes habían sido testigos de la batalla y querían conocer más. Los Nómadas del desierto tenían bajo su dominio la Tumba de los Ancestros, galvanizada por la piedra y por el Eclipse que se produjo poco después de la aparición de su nueva camarada. Estos fanáticos habían conseguido la derrota de las criaturas de la naturaleza.
El Kei'Zan sostuvo en sus brazos el cuerpo sin vida de la Garra, la tristeza y el cansancio era visible en los rostros de los Eltarianos. Por el duro golpe y la importancia del evento, fue una de las raras ocasiones en que muchos extranjeros fueron aceptados en las tierras ancestrales, por lo general ocultas. Por lo que habían miembros de los Enviados de Noz'Dingard, de los Kotoba, de los Combatientes de Zil e incluso de los Piratas, recién llegados al conflicto.
El viento pasaba entre los árboles, el Kei'Zan puso sobre el suelo el cuerpo sin vida de su hija adoptiva. Si hubiera tenido un corazón, este se encontraría roto en miles de pedazos porque su pena era grande. A su alrededor los demás miembros del Corazón de Savia se reunieron y comenzaron el canto ritual de los difuntos, una melodía triste y melancólica. El Daïs encantó a continuación, un antiguo sortilegio de retorno a la tierra, raíces emergieron de la tierra y rodearon a la Garra. Entonces lentamente, todo se hundió en el suelo. Durante este tiempo Valentín se encontraba hablando en su interior con el Dragón.
- Mi señor, usted vio al igual que yo todo lo que pasó. ¿Qué actitud tomará ahora? Estos nómades parecen ser tan peligrosos como los fieles de Nehant.
- Caballero, tendrá que actuar sin una confrontación directa, al menos por ahora. Hay una persona que podría aportar una solución. El se encuentra en este bosque pero aprisionado por los suyos.
- ¿Debo recurrir a esa persona?
- Sí, es necesario. Algunos de los Enviados deben llegar pero por ahora demoraran en hacerlo.
- Obedeceré. Una vez que el canto terminó, Valentín se reencontró con Kei'Zan.
- Lamento molestarlo en un momento visiblemente doloroso. Debo pedirle un favor. El Kei'zan asintió con la cabeza y luego Valentín escuchó en su cabeza.
- ¿Sí enviado de Dragón?
- Es evidente que alguien en su pueblo traería una solución contra los poderes de estos nómades.
- ¿Quién?
- Una persona que retienes prisionero. El Daïs con el rostro sin boca sacudió la cabeza.
- La persona que usted menciona ha sido castigada por sus actos.
- No pongo en duda su motivo, ¿pero sería posible hablar con él?
- Sospecho que una presencia superior de usted dio con la existencia de esa persona.
- Dragón piensa que el prisionero es un eslabón en la cadena y que su ayuda es fundamental. Después de una larga vacilación, el Kei'zan acepto guiar al caballero dragón al sitio donde durante muchos años fue encarcelado, hacia el corazón de la selva. Durante dos días viajaron por senderos, Valentín se sorprendió al ver tantos lugares inusuales y maravillosos, aunque el había viajado durante años por el mundo de aquí para allá. Finalmente llegaron donde anteriormente el Árbol-Corazón con su altura dominaba al mundo. No había nada mas que un tronco sin vida, pero se trataba del territorio de Kei'zan. A la vuelta de unos pocos árboles grandes rodeados de arbustos largos y peligrosos se encontraba el prisionero.
- Yo te autorizare a hablar, pero ten cuidado con tus palabras, mi hermano es vengativo.
- ¿Tu hermano? Bien. ¿Tenía un nombre?
- Hoy lo llamamos el Granizardo, comprenderás el por qué al verlo. Ante ellos se hizo a un lado la vegetación dejando paso libre a un gran bloque de ámbar. En su interior había confinado un Daïs de gran altura cuyo lado izquierdo estaba lleno de pedazos de piedras brillantes de color verde. El Kei'zan pasó la mano por el Grele, dándole el poder de percibir el mundo a su alrededor. Inmediatamente sintió una ola de tristeza. Comprendió los acontecimientos que habían sucedido, y sobre todo lo que llevo a la muerte de la Garra. ¡El enojo fue muy rápido, demasiado rápido!
- ¡Ahí es donde todo esto nos lleva a mi hermano! El tiempo para hablar se ha terminado, ¡libérame!
- No, tú sabes que eso es imposible. Valentín fue sorprendido por la voz de Granizardo, potente y clara.
- Y tú guémélite, ¿no sientes la lenta destrucción de nuestro mundo? Dijo él, dirigiéndose al caballero dragón.
- Sé que tenemos un rival difícil y que usted tendría una solución a nuestro propósito.
- ¡Antes tienes que dejarme salir, no puedo permanecer mas inmóvil, paralizado en este lugar mientras los Eltarianos pierden la vida!
- ¡La Garra se había confiado exponiéndose al riesgo! Replicó el Kei'zan vigorosamente.
- Sí, por supuesto, pero tú, tú la dejaste morir. Entonces, ¿cuál de nosotros debería estar en este bloque de ámbar, hermano?
- ¿Pero tú sabes o no un medio para hacer frente a estos nómades provenientes del desierto? El guémélite dragón percibió la animosidad que provenía de entre los dos hermanos, uno para el otro.
- Sí, lo sé. Aclamado Granizardo calmando.
- Ahora dinos lo que sabes hermano.
- Ya te lo dije, voy a tener que salir de esta prisión porque tendré que llevar a la gente fuera de aquí. Escucha Kei'zan, escucha el lamento de Eltarianos, ellos sienten que el viento cambio y que el peligro acecha nuestro hogar.
El Daïs sabía que ese momento llegaría algún día, pero si realmente Granizardo tiene la solución debería dejar los sentimientos de lado, y dar paso a la razón. Y si alguna vez Granizardo se vuelve inestable el se haría cargo de que vuelva a la prisión, donde pasaría el resto de su existencia.
- Bueno, yo te libero. Pero al menor paso en falso, te regresare aquí. Kei'zan a continuación, golpeó con su bastón el suelo recubierto de musgo y hojas secas. Una ola de energía mágica se extendió al bloque de ámbar, que se redujo hasta que el prisionero finalmente se puede mover. Se estiró y luego avanzó de golpe hacia su hermano.
- Mantengo mi palabra, voy a ayudar lo mejor que pueda.
Nuevamente varios días más tarde, en el borde de la selva una aldea de tiendas de campaña se había instalado, una combinación de todos los gremios. L'Arc-Kadi, barco de piratas había anclado un poco más tarde en un claro. El intercambio de opiniones sobre lo que estaba sucediendo y las discusiones se detuvieron cuando el Kei'zan, Valentín y Granizardo aparecieron. Se formo un gran círculo alrededor de ellos. Granizardo dio la vuelta mirando a cada uno.
- La guerra está sobre nosotros. Los provenientes del desierto sirven a un dios destructor, que no se detendrá ahí. Entre la multitud abundaban los susurros.
- Los que son capaces de eludir la animosidad que sienten por los demás serán una ayuda sin igual para la batalla que se avecina. Y a él le llevara tiempo enfrentarse a mí, por lo que algunos de ustedes podrán resolver nuestro principal problema, la piedra caída del cielo.
- ¿Y adónde piensa ir, si no es indiscreción? Pregunto Malyss un mago de Kotoba.
- Vamos a tener que ir a los confines. De nuevo los cuchicheos tomaron la reunión, el nombre "Confines" parecía causar un montón de preguntas, algunas por miedo y otras por curiosidad.
- Conozco un camino que nos llevará allí. No voy a negar que es muy arriesgado, pero ¿cuál es el riesgo comparado al peligro que nos enfrentamos? ¿Voluntarios? Un miembro por cada gremio me parece ser una buena elección. Ergue inmediatamente dio un paso adelante.
- Siempre he querido ir... Fue el turno de Malysse seguido de Moira y finalmente, después de mucha discusión y dado el interés de encontrar algo valioso, Ojo de gema era la representante de los Piratas. Por su parte Dragón ofreció su ayuda. Gracias a Valentín y los Enviados de Noz'Dingard presentes, un portal se abrió entre el lugar donde estaban y la gran sala de recepción del palacio Noz'Dingard, evitando así un largo camino debido a que los Confines se encontraban en el otro lado de la Draconia, comparado con su posición actual. Ellos fueron recibidos por el Profeta.
- Bienvenido. La Draconia pone a disposición de esta expedición alimentos y de algunos medios para que puedan cumplir mejor con su tarea. Me asegurare de que encontraran un lugar para pasar la noche en la frontera con Baranthe.
- Le agradecemos Profeta.
Una semana después, el grupo de aventureros llegaron a la frontera. Cerca se encontraban las nieblas de los Confines. Este lugar en particular era una barrera, escondida detrás de la tumba de Nehant donde fue encarcelado este último por más de 100 años. Esta niebla mágica fue un punto de paso entre dos continentes, los Confines y de lo comúnmente llamado Tierras de Guem. Sucedió en ocasiones que algunas personas de un lado o el otro llegan a cruzar al otro continente, a veces sin darse cuenta, a veces después de una larga búsqueda.
- Aquí en el borde de la niebla de los Confines, nos atreveremos a intentar algo que posiblemente jamás pueda funcionar. Les inquirió Granizardo.
- He oído hablar de este lugar. ¿Seguro que quieres ir allá? una magia poderosa invade la zona, puedo sentir la sensación. Malyss parecía preocupado.
- Esta es la magia que permite cruzar al otro lado. Indicó Granizardo una vez que todos estaban atados los unos a los otros. A la vez impulsados por la curiosidad y la ansiedad ante lo desconocido, los expedicionarios se precipitaron en la espesa niebla. No veían más allá de sus narices y la confianza estaba depositada en avanzar con cautela. Pronto el suelo agrietado bajo sus pies cubierto de partículas de tierra calcinada se añadieron a la opacidad de la visión, haciendo que la respiración fuese difícil y dolorosa. Pasó una hora, y alrededor de ellos, aunque no lo vieran, el paisaje cambio para convertirse en caótico. Unos cristales de muchos colores emergían de todas partes, haciendo su lento avance peligroso. Su guía les hacía pasar por desvíos increíbles, pero poco a poco la niebla se desvaneció y desaparecieron las cenizas. Cuando todo a su alrededor se aclaro evidentemente ya no estaban mas en Tierras de Guem, sino en el otro extremo del mundo con un entorno increíble.
- ¡Parecen las Islas Blancas! ¡Pero esto es enorme! -Exclamó Ojo de gema. Todos estaban fascinados con el descubrimiento de esta parte del mundo. No perdían de vista cientos de islas que partían flotando de la tierra hacia el cielo. Después de una rápida mirada hacia abajo podían ver la superficie del planeta.
- Lo conseguimos. Nuestra travesía acaba de empezar y el viaje corre el riesgo de extenderse. Partimos en busca de una criatura legendaria que alguna vez existió en las Tierras de Guem, la “Comepiedras”.
Motin!!
Extractos del diario de Al la triste.
[...]Hemos encontrado un extraño objeto en una isla. El capitán Hic, a quien suponemos, le pertenecia, había protegido el lugar magicamente, afortunadamente, Bragan conocía este sortilegio sin él, habríamos terminado de culo en el agua.[...]
[...] El objeto era en realidad una baliza perdida. Cuando acerqué la esfera al mapa me percate que aparecieron símbolos y surcos en el metal. Ojo de gema pasó varias horas con este enigma, sin comprender de qué se trataba. Fue Klemencia quien resolvió el enigma cuando me dirigí por soluciones al resto de la tripulación. Se trataba de otro truco de piratas, una bola a polvora, un objeto en el cual hay que poner polvora, y luego encenderla, una vez hecho esto, hay que deslizarla sobre un pergamino. Se debe comenzar apoyado un simbolo en forma de cruz que se encuentra sobre la esfera, en el pergamino, luego la esfera se desliza sola, dibujando una forma. Es muy difícil de explicarse así. Después de haber hecho esto teníamos allí, sobre el pergamino una línea totalmente rara. [...]
[...] Tengo un dolor de cabeza increible, hay que decir que se celebró de buena forma nuestro hallazgo. Superponer el mapa del capitán Hic y el pergamino con la línea tomando por punto de partida la isla dónde habíamos encontrado la esfera era una idea excelente. Siguiendo los gruesos puntos que recorre la línea y haciéndoles corresponder a ciertas indicaciones geográficas, esto nos señaló el proximo lugar donde debiamos ir. [...]
[…] Mientras haciamos una inspección ocular donde esperabamos encontrar el próximo enigma, nos topamos con un obstáculo de talla mayor, la ausencia de viento. Estamos en medio de la nada, tanto el timon, como las máquinas, no responden más. Resta solo esperar que Klemencia encuentre cómo resolver esto. [...]
[...]Ya han pasado varios días que el Arc-Kadia esta inmovil en el aire como un viejo casco encallado. Yo no comprendo qué pasa aquí, estamos exactamente dónde indica el mapa, ¿me habre equivocado? En todo caso, es lo que parecen pensar ciertos marineros que comienzan a hablar entre ellos. Sorprendí una conversación entre Poukos y Ojo de Gema, parecería que ya no soy un capitán muy bueno como pensaba. Voy a vigilar esto de cerca, esta actitud me asombra por parte de mi segunda. [...]
[...] ¡Motín! Fue tan repentinamente, dudo que todo esto sea normal. Una parte de la tripulación desea que me rinda bajo el pretexto de no haberlos protegido y de no haber anticipado todo esto. Estos cobardes capturaron a Klemencia y a Bragan quienes me siguen siendo fieles. Tal, como lo conozco él va a hacérselos volar por el aire. Por mi pierna de madera!!! ¿qué los llevara a hacer esto? ¿pensaran que el buque súbitamente va a recuperar su movimiento en cuanto se deshagan de mí? Verdaderamente tengo la impresión de que estan volviendose locos. [...] Cuanto más tiempo pasa, más la situación empeora. Voy a tener que recuperar el buque, no me queda otra elección, va a hacer falta que libere a Klemencia en primer lugar y que ella reactive luego a Tornillardo. Con esa gran ventaja nos será fácil terminar con el resto. Hace ya mucho tiempo que no tenia la oportunidad de volver a usar mis pistocuchillos, habría preferido que fuera en mejores condiciones, pero que se le va a hacer. [...]
[...] Conseguído, Klemencia esta libre. Armada va a tener un reverendo dolor de cabeza durante largo tiempo, pero no me queria dejar pasar. Sabía que esta chica no era muy lista, pero amenazó con explotarse y a nosotros con ella. ¿Qué es lo que les pasa a los amotinados?. [...] Klemencia me dice que los rebeldes estuvieron comportandose muy raro. [...] Salimos a reactivar a Tornillardo, ahora van a ver de que madera estoy hecha. [...]
[...] Una larga batalla tuvo lugar. ¡ Estropeamos mi bello buque, voy a hacerles pagar todo este desastre a estos salvajes! Lo bueno de todo esto, es que neutralizamos a todos los rebeldes sin ningun muerto. Ha sido un lindo castañazo, no sabía que Klemencia era tan inteligente. Fabricó una especie de guantes a la vez mágicos y mecánicos. ¡ Cuando Tornillardo golpeaba, era Klémence que exactamente hacía el mismo gesto! Otros se encontraron mas sorprendidos aun por este hallazgo. [...] Interrogué a estas bolsas de ron, pero sus respuestas fueron muy evasivas y al final ni ellos mismos sabían demasiado que pasó. Después de reflexionar, la relación entre el punto del enigma próximo y todo esto era casi evidente. Seguidamente Bragan me confirmó que algo mágico todavía estaba manos a la obra. [...]
[...] Pasó todavía una rara situación, el fantasma del capitán Hic apareció sobre el puente, hombre guapo por otra parte. Me dio a entender que era digna de seguir el camino a su tesoro. Igualmente sin su acuerdo, habría continuado. [...] Cuando él desapareció, el barco recuperó su movimiento, y en el lugar donde se encontraba Hic, aparecio un libro rojo, de pequeño tamaño, cerrado por una cerradura cobriza en forma de boca de demonio. Sobre la tapa podíamos leer el título: Diario del Capitán Hic. [...] la cerradura no resistio mucho tiempo, un golpe de culata y voló en pedazos. [...]
[...] Leí el diario del capitán Hic, podemos decir que vivió muchas aventuras increíbles. Particularmente escribio esto, la escritura era difícil de entender: " ...mis huesos son quebrantados. Mi buque esta en medio de un lugar inimaginable, hay burbujas por todas partes. Mientras que la muerte tiende sobre mí su abrigo de desgracia es mi momento para dejar mi herencia. Si lees estas líneas es porque eres mi heredero, pero ten cuidado porque.... " Por desgracia esto terminaba allí. Un nuevo punto brilla sobre el mapa, nos ponemos en camino, tengo prisa por ver lo que esto nos depara. [...]
El Néhantista
Marlok se miraba en uno de los numerosos espejos del baño. Hacía ya mucho tiempo, desde la ultima vez, que se había visto de esa manera.
- " Ya tienes canas, viejo." Se decia, en voz alta. " Ya es hora de volver a estar en tu patria."
Aerouant que estaba a un paso de la puerta sacudió la cabeza, persuadido que este hombre se había vuelto loco. Después de todo, Marlok no había formado parte de Combatientes de Zil?
- ¡ Marlok, los otros nos esperan desde hace un largo rato ! ¿Te puedes apurar?
El tono de Aerouant denotaba su estado de animo, como a su abuela, Marlok no le gustaba y no vacilaba en darselo a conocer.
- Pequeño, la precipitación jamás es buena consejera, y tampoco lo es el rencor.
- ¡ No me llames así! Sabes bien qué a pesar de tu relativa libertad, no eres mas que un convicto.
- Tienes razón en estar enfadado conmigo, pero si tu tío me liberó es porque soy uno de los pocos que pueden desatar esta bolsa de nudos y resolver el "problema" Zil.
Ambos hombres fueron luego a la puerta norte de Noz' Dingard dónde les esperaban algunos de los Enviados así como el nuevo Profeta, la única ausente era Anryéna. ¿ Posiblemente tendría cosas que contarle a su padre? Kounok tomó la palabra.
- Alishk, Aerouant y Pilkim iran contigo hasta la Tumba de los Ancestros, y alli volveras a encontrarte con los Zils. Otros enviados no estarán lejos y te prestaran asistencia si es necesario.
Luego se dirigió a Zahal.
- He aquí una carta dirigida a Angélica que pertenece a Kastel Drakren. Ve a llevarla sin demora Caballero Dragon.
Zahal tomó la carta sin mirar al Profeta, todavía vergonzoso de sus fallos. Saludó a la tropa y se puso en camino directamente.
- Conjuntamente con el inicio de esta misión, reintegro a Marlok al seno de los Enviados. Añadió el Profeta.
Algunos se sintieron bastante asombrados y Aerouant puso mala cara. Pero ninguno dijo ni una palabra porque la orden del Profeta no debe ser discutida.
- ¡ La sombra extiende su mano sobre el mundo, a nosotros nos corresponde morderla hasta que sangre! Cuidense y recuerden las enseñanzas que recibieron. La magia de Nehant es muy poderosa, es solapada y puede segar la vida en “un abrir y cerrar de ojos”.
Mientras que hablaba, una pequeña tropa llegó procedente de la ciudad. Se trataba de Naya y algunas de sus “Sorcelames”.
- Profeta, mis “Sorcelames” y yo acompañaremos a tus hombres.
El modo en el que Naya acababa de dirigirse al Profeta era rayano a la falta de respeto y su tono autoritario denotaba su estado de animo y su pensamiento, vengaría a aquel, con quien compartió su vida en otro tiempo. Kounok miró a la que fue la compañera de su hermano durante años largos y que también es madre de Aerouant. El Profeta escuchaba a Dragón " Déjala ir, reclama venganza y quiere proteger a su hijo, será una ventaja ".
- Sean bienvenidas en esta expedición, ustedes ya deben conocer el peligro, pero sus ojos brillan por el furor, sus corazones laten con fuerza y ustedes desean vengar a mi hermano. ¡Sean pues los dientes de Dragón y muerdan, muerdan profundamente!
Así Naya, la comandante de las Sorcelames con Anazra, Eglantyne y Moîra se unieron a la expedición.
El viaje duró algunos días, Marlok aprovecho este tiempo para explicarle su plan a todo el mundo. Para deshacer el lazo que existía entre los Combatientes de Zil y el Nehantista, hacía falta que los magos cumplieran un ritual. Este ritual atraerá a los malvados, tan seguramente como las deyecciones a las moscas. Instantaneamente atacaran. Las Sorcelames serán pues las protectoras del ritual, el tiempo necesario para completarlo y liberar a los Zils. Mientras tanto hacía falta que todos quedaran discretamente cubiertos. Montaron un campamento a una distancia razonable de aquellos a quienes venían a liberar.
Marlok se puso sus viejos vestidos con los colores de los Zils.
- Mañana al mediodia, empiecen el ritual. Esto me dara el tiempo para reunir a los que están bajo la influencia del Nehantista.
Luego sacó de una bolsa el brazo del que fue su golem, el que, después de un encantamiento, se hizo parte integral de su propio brazo. Luego miró a Aerouant y a Pilkim.
- ¿ Deben conocer el sortilegio de Lazo revelado, no?
- Teóricamente, respondió Aerouant. Pero jamás lo lancé.
- Sé hacerlo, dijo Pilkim con una voz tímida. El joven mago todavía se acordaba de su primer encuentro con Marlok.
- En ese caso, láncenlo sobre mí, luego durante mi ausencia hará falta que cada uno de ustedes puedan ver los lazos.
- ¿ Con que finalidad? Preguntó Moîra empujada por la curiosidad.
- El Lazo revelado permite ver el hilo mágico que vincula a una persona con su piedra-corazon, si tiene una. Es un sortilegio inventado por Eredan mismo. Cuando mañana nos enfrentemos con este Nehantista, esto nos permitirá ver quién es el manipulador y, llegado el caso, saber si uno de nosotros cae bajo la influencia del enemigo. Esto no debería pasar porque nuestras piedras-corazón estan vinculadas a Dragón, pero jamás se sabe.
Moîra meneó la cabeza, avisando que había recibido el mensaje.
- Vaya, ya es hora de trabajar.
Marlok sacó de una bolsa dos piedras del mismo tamaño y el mismo aspecto, totalmente rojo opaco y con jaspeados negros. Se las dio, una a Aerouant y otra a Pilkim quien se extasió.
- ¡ Jaspe! ¿ Es muy raro, dónde obtuvo esto?
El Jaspe efectivamente era una piedra con propiedades mágicas innegables y servía en numerosos sortilegios y rituales.
- Esto es mi pequeño secreto. Respondió Marlok con un guiño. ¡ Colócate!
Pilkim se mostro con un aire decepcionado, pero sostenía orgullosamente la piedra, sintiendo su poder.
Los dos jóvenes magos se colocaron a la derecha y a la izquierda de Marlok y el ritual comenzó. Acudieron a sus conocimientos del cristalomancia y se concentraron sobre las piedras de Jaspe que levitaron por encima del blanco del sortilegio.
- Qué lo invisible se vuelva visible, gritaron juntos los ritualistas.
En seguida Marlok sintió el efecto mágico, su visión se torno ligeramente rojiza. Guiñó repetidas veces el tiempo necesario para adaptarse. Miró a sus compañeros y comprobó que un hilo más o menos espeso salia de ellos, yendo hacia Noz' Dingard.
- Bien, esto funciona, ustedes tienen mucha facilidad. Naya, cuento con usted, mañana al mediodia.
La dama asintio conforme.
- Vayase ya mismo, el tiempo esta corriendo.
El mago no se restrasó más tiempo y se puso en camino para reunirse a los Combatientes de Zil.
En la carpa negra y morada se respiraba un ambiente apacible, solo se oia una dulce música tocada por Kriss. Delante de la entrada Sinrostro medio adormecido hacía las veces de guardia. Marlok se le acercó y a una distancia razonable para evitar la menor confusión se aclaró la garganta. El Hom' chaï se sobresaltó por la sorpresa.
- ¿ Quién anda ahí? Tronó con su voz gruesa, apretando firmemente su lámina gigantesca con ambas manos.
- ¡ Soy yo, Marlok!
- ¿ Marlok? ¡ Pero no te habian capturado !
- Si, pero conseguí escaparme.
Visiblemente contento de verlo de nuevo, Sinrostro soltó su arma y apretó en sus brazos al mago que verdaderamente tenía un aire endeble en comparación con la masa de músculos del Hom' chaï.
- Yo también estoy contento de verte, ya... ya... puedes soltarme.
Dándose cuenta de lo que hacía y de como podría terminar, el Hom' chaï aflojó su abrazo. Luego llamó a los demas.
- ¡ Miren quién esta de vuelta! Gritó hacia la carpa.
En seguida una cabeza asomo de la apertura, la de Sangrespada, ella también apretó al mago en sus brazos, luego por turnos los miembros del gremio fueron saliendo. Marlok se percató que todos ellos estaban vinculados al Nehantista. Los filamentos finos salian de ellos hacia el horizonte. Por fin Abyssien puso su mano sobre el hombro de Marlok.
- Bienvenido, debes tener infinidad de cosas que hay que contarnos, ¿ no?
- Mañana por la mañana si ustedes quieren, hoy marche todo el día, estoy agotado.
- Sí, sí, te comprendo. Tienes tu lugar entre nosotros, entra ya.
El resto de la tarde fue bastante alegre en el seno de los Combatientes de Zil. Improvisaron para la vuelta de uno de los suyos un espectáculo donde cada uno se expresó libremente.
" Esta gente merece ser salvada " se decia interiormente. " Pueden ser una ventaja importante en el conflicto que se aproxima ".
Luego mientras la noche avanzaba el sueño fue haciendo presas de ellos.
El día siguiente, el sol se había escondido detrás de unas nubes sombrías, como un presagio antes de una batalla de resultado incierto. Marlok contó entonces cómo lo habían capturado, metido en la cárcel, y luego el largo trato que había hecho para poder salir. Si bien todo esto era una mentira, nadie esperaba que fuera diferente. Al mediodía la totalidad de los Zils estaban presentes en la carpa. Era el momento adecuado, Marlok se coló cerca de la puerta y dio la vuelta a la carpa abandonando cristales monos en la tierra. Sangrespada encontró uno de los cristales. Marlok se dirigió en seguida hacia ella. Vio que el lazo con el Nehantista se volvía más fuerte. " ¡ Toma el control! ¡ Rápidamente! ". Marlok salto sobre ella y le sacó la piedra de las manos. Sangrespada se pusó a insultar. Ahora todos los Zils los miraban, Abyssien se adelantó preguntándose lo que sucedía. Pero era demasiado tarde, el ritual acababa de comenzar. El mago lanzó una burbuja de protección, nadie mas podía entrar o salir en lo sucesivo de la carpa. Fuera Alishk, Aerouant y Pilkim habían seguido las recomendaciones de las Sorcelames que concernían a una aproximación discreta. Desplegaron todo su arte y aplicaron al pie de la letra el plan de Marlok. Se colocaron para formar un triángulo alrededor de la carpa, invocaron la voluntad de Dragón. Cristales de gran tamaño emergieron del suelo. Dentro de la carpa, Marlok resistía a Sangrespada que se había convertido en una verdadera furia. El lazo entre el Nehantista y ella era fuerte, su voluntad estaba anulada. Los demas se dieron cuenta de la situación cuando la cúpula ya había aparecido. Algunos intentaron salir, otros comprender. Sinrostro decidió ayudar a su fiel amiga y se lanzó sobre el mago. Abyssien por su parte comenzó a entender, oía las súplicas de los Enviados que estaban afuera. El jefe del Zil siempre había sido muy receptivo a la magia y comprendía instintivamente los sortilegios que veía.
- ¡ Es un ritual de Aislamiento de Guem! ¡ Sangrespada, Sinrostro, basta ya !
Pero ninguno de los dos escuchó la orden. En contraparte, el lazo de Sinrostro se reforzó, volviéndose incontrolable. Marlok apenas tuvo tiempo de lanzar el segundo escudo protector alrededor de él. Sinrostro y Sangrespada tamborileaban con una fuerza sobrehumana en la pared de magia.
¡ Abyssien! Gritó Marlok. ¡Un Nehantista los controla! ¡ Posee su piedras-corazón !
Un recuerdo, vago y lejano volvió a la superficie de sus pensamientos, el día de la visita del Desconocido. No estaba presente aquel día, pero le habían contado esa historia y hasta entonces la relación no era evidente. Todo se volvía claro, el asesinato de Profeta, la traición de ciertos miembros de los Combatientes de Zil, la salida de su jefe...
Abyssien se decidió a actuar, la magia de la sombra crepitó de sus dedos y puso dos bolas negras en sus pies. Al contacto del suelo las bolas se transformaron en discos de sombra luego en cilindros, encarcelando a los infortunados endemoniados.
Fuera la situación se degradaba muy rápidamente. Los magos iban a acabar el ritual cuando el cielo se oscurecio completamente, como si la noche hubiera sido invitada a la fiesta. Naya desenvainó su espada, imitada por las otras Sorcelames. Siluetas hominoides avanzaban hacia ellos, luego se volvieron más precisas más definidas. Se trataba de una decena de personas, para más datos,ivan vestidas como simples viajeros o campesinos, armados de horcas, de palos o de dagas.
- ¿ Esto es todo lo que nos envían? Exclamó Eglantyne. ¡ Nos subestiman!
- Desconfia hermana mia, la perfidia del Néhantista no tiene limites. Le respondió su gemela enviada no muy lejos.
Los posesos avanzaron sin escuchar las advertencias lanzadas por los Enviados de Noz' Dingard, dejandolos sin otra salida que atacarlos. Reforzados por poderes sombríos, los agresores eran de una fuerza importante, pero no suficiente para acabar con las guardias del cuerpo de magos. Mientras que Anazra iba a matar a uno de los últimos posesos todavía levantados, una forma se echó sobre ella. Afortunadamente, la joven mujer fue tomada por Naya, justo a tiempo para evitar las láminas que la habrían desgarrado y probablemente asesinado. Inmediatamente Moira reconocio la figura. ¡ Télendar! El joven hombre había cambiado mucho, no se veía ya su cara, estaba sumergido en tinieblas mágicas, las grandes láminas sobresalian de sus anchas mangas.
- ¡ TÚ! Fulminó, Naya, tenia en frente al asesino del Profeta. Dejó estallar toda su rabia, por delante de las alas de cristal que se desplegaban en su espalda. Un combate increíble iba a efectuarse.
En el interior Abyssien ayudaba a mantener inmóviles a los Combatientes de Zil bajo la influencia del Nehantista. En ese momento, Marlok sintió una presencia familiar, sofocante y poderosa. El Néhantista estaba allí.
- Marlok, mi pequeño Marlok, tenía bellas perspectivas para ti, pensaba que te reunirías conmigo en el camino de la verdad.
El Desconocido estaba allí, no lejos de ellos, el mago no creyó a sus ojos, había decenas y decenas de hilos que le llegaban, entre los cuales se encontraba uno de un espesor increíble, un lazo privilegiado. " ¡Vuelve al presente! " Se dijo.
- ¿ Y tú Abyssien, decepcionado de tu jubilación?
Abyssien percibía la potencia de la persona frente a él, pero debía encontrar un plan. En realidad el Nehantista ya actuaba, sintiendo la presencia de una piedra-corazón no corrompida, la de Abyssien. Ambas oponentes se estudiaban, el Nehantista fue el primero que actúo. La piedra-corazón del jefe de los Zil salió de uno de los bolsillos de su chaqueta y voló a paso vivo hacia el Desconocido. Éste la capturó, la piedra se volvió negra a alta velocidad. Marlok se lanzó sobre su adversario al tiempo que transformaba su mano de cristal en una lámina azul de cristal. Abyssien se echó a gritar, su espíritu atacado por una voluntad poderosa, tal como una vulgar mosca aplastada bajo una bota. Marlok golpeó la mano de Nehantista, liberando la piedra-corazón de Abyssien que cayó al suelo, quebrantando el sortilegio del Nehantista. El Desconocido entonces desapareció. Por fuera la situación había evolucionado, Sombrosa se había unido a la batalla, haciendo más difícil la defensa del ritual. Las Sorcelames ponían en práctica todo su arte, sostenidas por Naya extremadamente enfurecida. Ahora una armadura de cristal la protegía, luciendo un casco en forma de cabeza de dragón. Allí, en medio de los enfrentamientos, el Nehantista apareció no lejos de Télendar. Viendo al recién llegado las Sorcelames se acercaron a su comandante para hacer frente común. Si bien, las superaban, se decidieron a no rendirse, animadas por la presencia de Dragón.
- ¿ Naya, qué es esto? Usted será a una conversa muy hermosa. Ironizó el Desconocido.
¡ Traga tus palabras, Nehantista !
En ese momento las armas de las Sorcelames comenzaron a brillar con una luz blanca y brillante.
- ¡ Somos las guardianas de la justicia, y hoy se hará justicia ! Gritó.
Mientras esto sucedia el ritual fue completado. Los cristales se desagregaron y se hicieron polvo. Pilkim, Aerouant y Alishk cayeron al suelo, su misión estaba cumplida, los Combatientes de Zil eran libres en lo sucesivo. Nehantista profirió un juramento.
Dentro de la cúpula, Marlok cortó el lazo que unía a los Zils con el Nehantista. No quedaba más que una última parte del plan en poner en ejecución. Salió de la carpa rápidamente, vio el cara a cara entre las Sorcelames y el Nehantista. " Prepara algo " se dijo. Apenas hubo pensado en ello que una forma apareció al lado de Eglantyne. La Sorcelame no tuvo tiempo de reaccionar y se derrumbó con la espalda arañada por las uñas de una criatura de piel negra. La riña prosiguió cada vez más, esta vez cada uno luchaba por su supervivencia. Marlok lanzó sus últimos cristales alrededor de Eglantyne con el fin de protegerle. Naya acudió a sus poderes e hizo retroceder a Télendar y Sombrosa. Su piel lucía un color azulado, haciendo escarceos, combatía como una tigreza que asestaba golpe tras golpe. Moîra y Anazra que la acompañaba hicieron lo mismo y una coreografía mortal se celebraba bajo los ojos de Marlok. Por su parte el Nehantista se había replegado en parte, tenia los dedos crispados, con las palmas hacia arriba que dejaban escapar volutas de magia negra. Una piedra-corazón néhantica apareció delante de él, formando así una protección infranqueable.
- ¡ Veamos cómo salen de esta, sin el apoyo de su querido Dragón!
El Desconocido liberó toda la fuerza acumulada, creando un círculo de magia negra que tocó a todos los presentes. Pero el efecto esperado no se produjo. Los lazos entre los enviados y El dragón siempre estaban activos. Marlok también se asombro como el Nehantista, este último frunció las cejas.
- ¿ Sorprendido con lo que pasó?
La voz era la de Aerouant, vacilante y debilitado, se acercó a Marlok.
Mira, dice mostrando una piedra azul esculpida en forma de cabeza de dragón. ¡ Esta era la piedra del Profeta, mi padre!
- ¿ Una piedra guardiana? Preguntó Marlok.
- Exactamente. Añadió el joven hombre concentrando su poder mágico hacia la piedra.
La piedra azul se pulverizó en la mano del joven mago y se hizo polvo. El Desconocido masculló.
- ¡ No pasa nada, ahora que tu piedra no esta más, voy a empezar de nuevo!
Aerouant no lo dejó acabar su frase, concentró todas las fuerzas mágicas que le quedaban.
- ¡ El cristalomancia es nuestra especialidad, mira y aprende !
Apartó los brazos para hacer T, la magia se prorrumpió y percutió de frente la piedra nehantica. Su negrura desaparecio de un solo golpe. Marlok sacó provecho de esta oportunidad para a su vez lanzar un sortilegio. Sus manos chisporrotearon y relámpagos brotaron. El Desconocido se protegió, luego replicó a su vuelta. Un duelo mágico se desató. Sus magias se entrechocaban con fuerza y alrededor de ellos el suelo se agrietó como si no soportara más el peso de los magos. Marlok alternaba entre suertes ofensivas y defensivas, engalanando así los golpes. Ninguno de los dos podia tomar la ventaja sobre el otro. Por lo menos hasta la intervención de Naya. No viendo venir el golpe, la espada de luz de la Sorcelame se abatió sobre el Nehantista que vaciló, herido. Este último hincó la rodilla.
- ¡ Ríndete ! Gritó la comandante en tono amenazador. Tus criados están derrotados, estas solo.
El Desconocido levantó la cabeza hacia sus enemigas y se rió burlonamente.
- Todo esto estaba previsto, usted progresó. Pero sé que hoy usted no tiene las cualidades requeridas. Mis criados como usted dice son mi salida. ¡ Adiós!
Luego desapareció, dejando solo algunos rastros de sangre en el lugar donde se encontraba.
Festividades
El Emperador siempre estaba indispuesto, postrado en su habitación en el palacio de Méragi. El pueblo rezaba para que su soberano recuperara rápidamente la salud, para llevarlos de nuevo hacia la luz celestial. En las calles, los habitantes se atareaban en preparar lo mejor posible una gran fiesta, esta vez no era honor del Emperador, pero si con ocasión del cambio de año, el 106 desde la creación del Imperio por Xzia.
Soy Kaori, me encargo de enseñarles nuestras costumbres a los extranjeros, tal como ustedes. He aquí algunas de ellas, las que ustedes deben conocer. Paseemosnos por las calles de la capital imperial y observemos lo que allí sucede.
En la plaza principal de la capital, una compañía de teatro interpreta, delante de una muchedumbre densa y disciplinada, una pieza que rememora la gloria de Xzia y la fundación del imperio, que marcó el principio del calendario imperial. Toda la obra esta contada a modo de cuento épico y heroico. La gente aplaude y esta maravillada por un espectáculo, que durante los dias normales, está fuera de su alcance, solo las tropas, que son a menudo solventadas por los señores ricos, cuentan con los medios para permitirse tales lujos. Es una ocasión propicia para que la familia imperial le haga un gesto a su pueblo, y el Emperador actual siempre había sido bueno y justo.
Al atardecer, todo Meragi sale a las calles. La ciudad se ilumina de farolillos y es inundada con la musica de la fiesta. Por todas partes, pequeños grupos se reúnen alrededor de músicos o alrededor de danzantes. Todos pueden participar, porque en aquella tarde nada los retiene y todas las penas son dejadas de lado. Delante del palacio imperial se efectua el tradicional torneo de Año Nuevo, donde los aldeanos más valientes pueden probar su valor. Iro, el mismisimo campeón del Emperador, fue la atracción arbitrando los combates y autorizando a los aldeanos a enfrentarse con él en una justa amistosa de sables de madera. Fue Goshiun, un aguador desconocido del público quien, gracias a su agilidad con el palo, se llevó el título y se coronó campeón del año del Conejo.
En plena noche, hacia el norte de la ciudad se preparaba el evento maximo de este Año Nuevo. Los xziarites que en su gran mayoría son muy supersticiosos, raramente faltaban a este. Para esta ocasión el “Kamizono”, el jardín dedicado a los “kamis”, se había engalanado con numerosas decoraciones a la efigie del conejo y se encontraba a oscuras. El jardín estaba situado al pie de la colina, en la cumbre de la cual, estaba edificado el templo más viejo e importante de Meragi. La tradición requiere tomar el camino que lleva hacia el templo, partiendo desde el “Kamizono” con la efigie del Kami protector del año pasado. Una vez arriba, mientras todo el Imperio tiene los ojos levantados y fijos en la efigie, esta es incendiada con el fin de que el “Kami” sea liberado de su carga fisica y regrese al mundo celestial. Una vez cumplido este ritual, hay que repetir el mismo camino en sentido opuesto llevándose la efigie del kami del nuevo año del Imperio. El camino que sube hacia el templo pasa por varias "torii", especie de puertas por las cuales pasan los espíritus para reunirse con el mundo terrestre.
Existen otras muchas costumbres observadas por los Xziarites, pero la de las vasijas de tierra son una singularidad de esta civilización. Durante los dos días precedentes al día de año nuevo, las familias Xziarites realizan vasijas en barro cocido. Luego, cada uno escribe arriba un voto que se desea ver realizado por el Kami protector. Luego, estas vasijas son colocadas en su jardín, delante de su puerta o tambien podrian ubicarse delante de un templo, sin olvidar ponerle alimento en el interior. Los Xziarites deben escoger que poner para congraciarse con el Kami. Por ejemplo, poner carne en las vasijas sería una ofensa grave para el “Usagi no Kami”, el espíritu protector de este nuevo año. Pero si lo que se pone es conveniente y el kami acepta la ofrenda, entonces el voto se realizará en el año. Así, algunas personas afortunadas gozan de favores del más allá.
Bueno... espero que el paseo les haya interesado. Hay muchas otras maravillas que ver en Meragi, pero acuérdense de una cosa, hay algunos lugares donde ustedes no deben aventurarse sólos.
Más allá de esta paz mental aparente y de este momento de celebración en el Imperio, las maquinaciones y las intrigas siempre continuaban.
Oogoe Kage había trabajado bien, preparando desde hace meses un golpe que le otorgaría con certeza un puesto gubernamental importante en el seno del clan del Cuervo. Su víctima no era otra que uno de los consejeros próximos del Emperador y ministro de las finanzas, Gozou Zhan. La noche acababa de caer sobre Meragi. Al día siguiente por la noche, sería la fiesta en las calles de la ciudad. En una morada rica, el señor Gozou, cuya esposa estaba de viaje por el norte del Imperio, se entregaba a pasar el tiempo en compañía de una joven mujer un poco feroz. No podía sospechar ni un solo instante, que esta mujer había sido pagada por otra persona para acceder a pasar la noche con él. Una cosa era segura, se acordaría el resto de sus días de estos momentos de extravío. Era ya la madrugada. Gozou había aprovechado de la manera más completa este momento de placer carnal, bebiendo en exceso. Esta manera de actuar no era la acostumbrada, pero debido a la zorra que sabia como envolverlo, sumado al alcohol que ayudaba, el consejero se había dejado llevar. Acostado bajo un cobertor, roncaba como un bienaventurado. Se despertó sobresaltado, nauseabundo, a oscuras, fue hasta un frasco que contenía agua y se mojó la cara. Es alli dónde sintió un olor particular y característico. Se frotó los ojos y se acercó a un farolillo.
¡ Sangre! Estaba recubierto con ella. Su corazón palpitó. Luego se sobresaltó cuando alguien llamó a la puerta con vigor.
- ¡ En nombre del Emperador, abra señor Zhan!
El pobre hombre no sabía que estaba sucediendo. Cojeando, fue hasta la puerta y abrió. Había allí cinco soldados de las fuerzas armadas imperiales.
- Disculpas por molestarle señor Zhan, se escucharon gritos, viniendo de su casa.
- ¿ Que que? Todo esto debe ser un error, balbuceó.
Allí, a favor de las luces de noche, el joven capitán percibió las ropas manchadas de sangre del señor Zhan. Desenvainó su espada y tuvo a raya al consejero.
- Vosotros, vayan a ver lo que sucede en el interior.
Los soldados fueron a ver y se encontraron con el cuerpo lacerado de la chica de la alegría. En el suelo habia sangre a profusión, pero también botellas vacías de alcohol y, no lejos de la cama, la katana del señor Zhan. El pobre hombre no comprendia nada, solo que lo llevaron a pasar el resto de la noche en prisión, acusado de un homicidio del cual no se acordaba haberlo cometido.
Fuera, una sombra se coló hasta un callejón sombrío. Allí, Oogoe, arropado en un abrigo de plumas negras, esperaba.
- ¿ Entonces, Karasu? ¿ Esta hecho? ¿ Serviste el Cuervo decentemente?
- Sí, primo eminente. El plan funcionó a las mil maravillas, nadie vera el ardid, todo parece muy real.
- Muy bien, el capitán tendrá su recompensa. En cuanto a mí, ya es hora de procurar que nadie esté disponible para verificar qué es lo que ha pasado.
- Dentro de una semana, serás el nuevo consejero financiero del Emperador.
- ¡ Un año qué estará colocado bajo la influencia del Cuervo y no del conejo, que las fiestas comiencen! Ironizó Oogoe.
Tratado de paz
La calma había vuelto al campamento de los combatientes de Zil. El Néhantista se había ido o huido según las declaraciones de Marlok. Ensombrecidos, los miembros del gremio de Abyssien recuperaban la conciencia, ya liberados del yugo del mago negro. Igualmente, los Enviados se recuperaban del enfrentamiento, Eglantyne había sido dañada por un ataque pérfido y Aerouant había utilizado gran parte de sus recursos mágicos. La batalla habia terminado, pero era sólo el primer asalto, el futuro les reservaría muchas otras escarmuzas de este estilo y Abyssien lo sabía bien.
Poco antes de la noche, la carpa negra y morada protegía a todo el mundo con el fin de hablar de lo que había pasado y de aquello que posiblemente estaba por llegar.
- El Néhantista no se va a quedar de brazos cruzados, Abyssien, tu lo sabes mejor que nadie. Decia Marlok poniendo su mano de cristal sobre el hombro del jefe de los Zil.
Alrededor de ambos magos, los combatientes de Zil y los Enviados se habían ido acercando unos a otros mientras duraba esta corta tregua entre sus gremios.
- Sí, lo que verdaderamente me inquieta, es que todavía tiene las piedras-corazón de mi Zils y que, por consiguiente, pueden recaer bajo su influencia, si logra contrarestar el ritual con el cual los han liberado.
Todos los Zils parecían muy preocupados. Apenas les devolvian su libre albedrío, y ya corrían peligro de perderlo de nuevo. Las memorias de los actos realizados bajo la influencia del Néhantista, tamborileaban en su conciencia. Sangrespada estaba en los brazos de Sinrostro, aniquilada, y miraba a ambos magos con una tristeza infinita.
Aerouant, una vez restablecido, se levantó. - Existe un ritual que permite recuperar las piedras-corazón.
Todos los presentes se mostraron sorprendidos por la intervención del joven. ¿ Por qué querría ayudar a los que contribuyeron, hasta cierto punto, a la muerte de su padre?
- Es mi padre quien lo había ideado pero jamás lo había practicado en una situación efectiva.
Marlok se rascó la barba mirando con sorpresa al joven.
- ¿ Piensas poder hacerlo Aerouant ? Le preguntó.
- Con la ayuda de los magos presentes, podemos intentarlo. Necesito un poco de preparación y la autorización del Compendium de utilizar este sortilegio.
- Voy a ayudarte con lo ultimo, ve a prepararte.
Algunas horas más tarde, en plena noche los Enviados de Noz' Dingard habían organizado el ritual y estaban a punto de empezarlo. Para la ocasión y visto la importancia de las corrientes mágicas de la obra, la ceremonia se celebraría fuera. Aerouant había abandonado los trozos de armadura de cristal que componían su vestimenta acostumbrada para estar más a gusto. Invitó a los Combatientes de Zil, de los cuales el Néhantista era poseedor de sus piedras-corazón, a instalarse en medio de un gran círculo formado por todos los suyos. Marlok había secundado al hijo del Profeta obteniendo la autorización para utilizar este sortilegio y habia tranquilizado los animos. Practicó de nuevo su sortilegio de protección colocando gemas azules más gruesas, esta vez, y acelerando el escudo mágico que nadie podía atravesar. Abyssien animó a sus amigos a dar prueba de valentía y a confiar en la magia de los Draconicos. Él tambien participaría en este experimento.
El ritual comenzó.
Aerouant materializó un cristal en el centro del círculo, luego canalizó la magia que cada mago participante le ofreció, obteniendo así una piedra palpitante de magia. Luego, Aerouant fue estirando un hilo mágico para unir a cada Combatiente de Zil presente, uno por uno. Una vez hecho esto, se colocó debajo de la piedra y se concentró. Abyssien que naturalmente comprendía la magia, analizaba el ritual a medida que se desarrollaba. Según él, esta gran gema servía de antena para Aerouant, permitiéndole localizar las piedras-corazón de la gente que estaba unida a ella. Luego, Aerouant absorbió poco a poco la energia mágica contenida en la piedra. La magia fluía por sus venas y una aura muy fuerte se desprendía de él. Aerouant luchó, debía guardar esta energia en él sin que lo consumiera, al mismo tiempo. Marlok se decia que cualquier otro, probablemente, habría sido desintegrado por el exceso de magia, pero este descendiente de Dragón poseía las capacidades suficientes para realizar este prodigio. Ahora Aerouant utilizó sus conocimientos de cristalomancia para convocar una a una las piedras-corazón. Aparecian, a medida que reunia cada una a su propietario. Aerouant agotaba toda la magia, arrancando las piedras-corazón de la voluntad del Néhantista que por su parte luchaba para guardarlas bajo control. Pero la magia de Dragón fue la más poderosa y el ritual del Profeta funcionó a las mil maravillas. Aerouant invitó a Marlok al centro del círculo y creó otra gema más pequeña de cristal, encerró allí sus últimas porciones de magia. Poco antes de desvanecerse, le pidió a Marlok devolver a la actividad los lazos que habían roto con el ritual anterior. Lo que hizo inmediatamente. Cansados los Enviados les pidieron asilo y protección a los combatientes de Zil para el resto de la noche. El día siguiente, Abyssien agradeció a los Enviados de Noz' Dinard por su preciosa ayuda y le ofreció a Aerouant la paz y la promesa de una mutua ayuda entre sus dos gremios.
Llegó el tiempo para los Draconicos de volver a su casa, una vez cumplida su misión. Marlok, en tanto, fue enviado a Kastel Drakken con el fin de participar en el Baile de los cortesanos.
Algunos días más tarde, concluido el baile, Ishaïa habia venido para ponerles un ultimátum a los combatientes de Zil y Salem se encontraba libre. Abyssien estaba fuera, sólo, con el nuevo recién llegado.
- Reflexioné sobre los últimos acontecimientos, pienso que hemos sido engañados por uno de los nuestros y que nos vendió al Néhantista.
- ES posible, sí. Salem sacudia la cabeza como una muñeca.
Abyssien se sumió en sus memorias. Una treintena de años antes, mientras que era joven, era el aprendiz de un mago en el pequeño reino de Oryfort al noroeste de las tierras de Guem. Su facultad para comprender la magia había atraído hacia él el interés de una persona que le reveló seguir la vía de Néhant. Todo esto era tentador para el joven que en esa época todavía no llevaba su nombre de artista. Despacio, le habían inculcado la base de los preceptos de Néhant y estaba en camino de convertirse en un aprendiz Néhantista real. Pero se dio cuenta rápidamente que todo esto no era lo que esperaba de la magia. Por cierto, la magia de la Sombra era la que quería practicar, pero no de ese modo. Zil entonces había intervenido para sacarle de esta situación y había formado al chico según sus preceptos y lo que pensaba debía ser la verdadera magia de la Sombra. Para Zil, la magia de la Sombra permitía muchas cosas, pero no debía llevar al avasallamiento de otras personas. Servía para ver lo que sucede en la sombra. Se volvió miembro de los Combatientes de Zil, y luego a la edad de veinticinco años se convirtio en el jefe.
- Zil, voy a dejarlo salir.
- SI ES NECESARIO sí, el es una parte de TI como yo de ArtRezIl.
Abyssien entonces, se puso en cuclillas y miró su sombra proyectada en el suelo por la luz de día.
- Mi viejo compañero, te devoré hace mucho tiempo y hoy debo dejarte salir. Debes acosar al miembro de los combatientes que nos vendió.
Una vez dicho esto, el mago de la sombra comenzó a vomitar una materia negra que tomó vagamente una forma hominoide. Cuando Abyssien hubo terminado su físico era diferente, había perdido mucha corpulencia. Salem se echó a aplaudir mostrando su satisfacción.
- Eres nuestro lazo a todos ellos, dado que yo en su momento, me comí una parte de las sombras de todos los combatientes. Llévanos allí dónde el traidor se encuentra.
La persona de sombra, de buen talante, inclinó la cabeza, luego giró despacio. Analizaba a cada miembro del gremio, todo estaba bien con los que se encontraban presentes, pero los combatientes de Zil son muchos más que estos. Por fin se paró, puso sus manos sobre Salem y Abyssien, y luego se hundieron en su propia sombra.
Los tres reaparecieron en la sombra de una persona de espalda. Ésta discutía visiblemente con alguien pero se calló cuando sintió las presencias. Abyssien reconoció inmediatamente a Máscara de hierro, y la relación le pareció lógica. Era el único, que sistemáticamente, estuvo ausente de todas las reuniones, recorriendo el mundo en un fin diplomático y de relación social con otros gremios.
- ¡ Tú ! Dice Abyssien con una entonación de cólera.
- ¡ Jefe Abyssien, que sorpresa ! ¿ Puedo hacer algo por usted ?
Salem se adelantó cojeando. Con rapidez cortó el tejido al nivel del cascabel que colgaba en su espalda, el objeto cayó al suelo sin el menor ruido.
¡ No Eres MÁS uno de mis combatientes! ¡ DEFRAUDASTE La confianza de tu jefe!
Cuando un nuevo Combatiente de Zil era reclutado, el jefe del gremio le confiaba entonces un cascabel. Éste representaba el compromiso de servir siempre al gremio.
Sorprendido el diplomático suspiró, su expresión quedaba escondida detrás de su máscara de metal.
- ¡ En este caso, ya no estoy obligado a esconderme más!
En un santiamén Máscara de hierro desapareció, de la misma manera que lo hizo el Néhantista en el momento de su enfrentamiento con Marlok.
- Lo encontraremos, devoré su sombra. Afirmó Abyssien con firmeza.
- ¡ NEhanT Extiende su Sombra Mi amigo!
Regencia
La vieja criada corría por los estrechos pasillos del palacio imperial, sosteniendo con una mano la falda de su quimono. Era menester, que no cayera. Sofocada, llegó cerca de una puerta y cayó de rodillas delante de ella. Se inclinó como lo requería la tradición.
- ¡ Eiji-sama! ¡ Eres solicitado urgentemente!
Al otro lado de la puerta, el tono enloquecido de la criada alertó a Eiji Kakiji, quien rápidamente se inquietó. Sentado detrás de una mesa baja, el médico soltó sus pinceles y se levantó bruscamente. No era tan flexible como en su juventud, pero el paso de los años habia sido generoso con él. Trotó hasta la puerta y la abrió de un gesto seco.
- ¿ Qué pasa ?
La mujer levantó la cabeza, las lágrimas rodaban sobre su cara, deformada por el cansancio.
- ¡ Es el Emperador ! Él... Él...
Se derrumbó. Eiji miró hacia uno y otro lado del pasillo, luego con vigor tomó a la vieja dama por el brazo.
- ¡ Deja de llorar ! ¡Vamos, rápidamente !
Eiji Kakaji era desde hace tiempo el médico oficial del Emperador. Lo había asistido para que naciera del vientre de la Emperatriz Saisho y se había ocupado de él hasta este momento. Cuando su enfermedad apareció, fue rápidamente desplazado debido a su incapacidad para aplicarle el tratamiento. Pero, seguia siendo el único habilitado para establecer diagnósticos oficiales.
Poco tiempo transcurrio hasta que llegó delante de la habitación imperial. Estaba guardada por dos oficiales, como lo quería la tradición, en caso de que el Emperador guardara reposo. Feliz Azar o por alguna artimaña, Asajiro era justamente uno de los guardias de turno. Se inclinó delante de respetable personaje y le abrió la puerta:
- Eres esperado, añadió. Echando un ojo en el interior.
Iro el campeón del Emperador se arrodilló delante de la cama imperial. Viendo a la persona que acababa de entrar, se levantó con la esperanza de que por fin recibiria una respuesta. Alrededor del Emperador, varios médicos cuchicheaban entre ellos, denigrando a su colega. Eiji se adelantó hasta el Emperador, este último parecía apacible, con los ojos cerrados. Se propuso entonces examinarlo. Rápidamente se sintio aliviado, al ver que todavía no se había reunido con sus antepasados, sino que por desgracia había caído en un sueño muy profundo. Su pulso era regular pero débil. Después de varias tentativas para despertar al Emperador, el viejo hombre sacudió la cabeza de modo negativo mirando a Iro.
- ¡ Todo el mundo fuera ! Gritó Iro, habitualmente tan tranquilo. ¡ Déjennos !
Delante del furor del hijo del señor imperial, las personas presentes dejaron el cuarto, solo Eiji se quedó. Iro fue a cerrar la puerta y le murmuró algunas palabras a Asajiro.
- No dejes entrar a nadie.
- Cumpliré, con mi vida.
Asajiro se colocó delante de la entrada de la habitación, su lanza atravésada para significar la interdicción de acceso.
- ¿ Kakiji-sama, el Emperador va a morir ?
- No lo creo, pero su estado es crítico. Su cuerpo, todavía esta animado por la llama de la vida, pero su espíritu parece estar más allá.
- ¿ Entonces ya está, es el fin de su reinado ?
- No, pues todavía respira. Pero cuando una situación como ésta aparece, las leyes son muy claras.
- Lo sé, una regencia debe ser puesta en su lugar. Y visto la situación actual, no estoy seguro que esto sea provechoso para el imperio. Hace falta que ponga orden en todo esto. Voy a procurar que usted se quede al cuidado del Emperador y que los miembros de la Kotoba estén a cargo de la guardia de la habitación.
- Sabia decisión, Campeón.
Iro salió de la habitación, encomendandole órdenes a Asajiro, luego de a paso precipitado, volvió a su casa. La morada familiar no estaba muy lejos del palacio imperial. Era una casa de gran tamaño, en medio de un jardín perfectamente mantenido, actualmente solo Ayako, la más joven de la familia vivía allí con su abuelo, Henshin, quien la entrenaba durante la ausencia casi-permanente de Gakyusha. La joven estaba justamente, al comienzo de una lección de magia del agua al borde del estanque, Henshin le prodigaba consejos con el fin de que domine sus facultades. El viejo hombre vio a Iro llegar a la casa con aspecto preocupado.
- Ayako, continúa sin mí y piensa que el agua es también una materia viva.
Encontró a Iro en el escritorio de su padre, en busca de material de escritura.
- ¿ Tienes un aire descontento Iro, podria ayudarte en algo ?
- Gracias Jii-san, pero debo prevenir a mi padre y hacer venir a la Kotoba. Suceden acontecimientos graves en el imperio.
- ¿ Graves ? ¿ Cuáles son ?
El joven duelista consideraba al Emperador como un tío benévolo, verle en este estado y pensar en esta regencia lo hería.
- Las cosas van a cambiar, el Emperador no esta en condiciones de gobernar y una regencia va a reemplazarlo, dandole lugar a personas que no deberían tener acceso al poder.
- Veo.
El viejo hombre dejó al campeón en sus asuntos. Este último comenzó a escribir una carta cuando oyó a su abuelo llamarle desde el salón. Desconcertado por esta llamada, fue a ver para que lo requeria. Allí, Henshin estaba de rodillas en el centro del salón,y un detalle llamó la atención de Iro, su abuelo llevaba puesta una Magatama de jade, una pechina en forma de lágrima. Delante de él, en el suelo, habia un rollo de pergamino lacrado con el sello imperial.
- Soy Shi-ze del Emperador en persona. Me confiaron este papel con el fin de que te sea devuelto cuando llegase el momento, con un mensaje de su parte, así tambien como este edicto imperial.
El joven hombre se instaló frente a su abuelo, estuvo a la vez sorprendido y curioso de conocer el mensaje.
- Iro, eres una persona en la que el Emperador colocó su confianza. Este pergamino simboliza para ti la esperanza de no ver caer el imperio en malas manos. Desconfía de los que han subido demasiado alto. Hoy la Kotoba representa más que nunca un ideal y el medio de actuar en nombre del Emperador. No olvides una cosa, la Kotoba obedece al Emperador y solo a él, un regente no tendra poder sobre ella. Se fuerte, jamás flaquees, tú eres el futuro del Imperio.
Henshin tomó el rollo de pergamino y se lo dio a Iro que lo aceptó con honor.
- Este pergamino debe ser leído delante del consejo imperial. Apurate tú ahora, no debería tardar mucho en reunirse. Iro, revigorizado por el mensaje del Emperador volvió inmediatamente hacia el palacio. Saludó a su hermana que verdaderamente había crecido últimamente, sin hablar de sus aptitudes mágicas que se desarrollaban a alta velocidad. Merecería seguramente un día un sitio en el seno de la Kotoba.
La gran sala del consejo raramente había visto tanta gente desde hacia años. Todos los ministros y los consejeros imperiales estaban allí, sentados en círculo, cada uno sobre su cojín sedoso y confortable. Llevaban ya varias horas de discusiones animadas sobre el estado del Emperador y sobre las políticas que habia que seguir. Daijin y Oogoe observaban a sus adversarios, la hora de la lucha por el poder había llegado.
El Cuervo ya sabía que iba a conseguir el triunfo en esta contienda y su silencio ponia nerviosos a algunos fieles del Emperador. Oogoe se levantó y se colocó en el centro del recinto con toda su acostumbrada indolencia.
- Las leyes son precisas en estos casos, honorables servidores del Emperador. Cuando el Augur Celestial no puede asumir su papel y cuando no tiene descendencia, un regente debe ser nombrado por el conjunto de las personas habilitadas para hacerle. Aunque le tengo mucho respeto Señor Akizuki pienso que Daijin-sama es la persona, mas indicada en la actualidad para regir el imperio.
La reacción fue inmediata. Los partidarios del primer ministro Akizuki, se levantaron para protestar. Oogoe regresó en su sitio, visiblemente contento del giro que tomaban las cosas, le gustaba instalar la duda y la confusión entre sus adversarios. Fue luego el turno de hablar de Daijin, el Cuervo conocía bien a su adversario, sabía también que el equilibrio estaba en lo sucesivo en su favor. Se levantó, ayudado por Karasu.
- Vamos, vamos, un poco de calma por favor, no olvidemos que el Emperador en su sueño nos ve y nos juzga. Akizuki-dono, le corresponde a usted tomar la decisión de quién debe asumir.
El primer ministro bajó la cabeza, vergonzoso no haber visto venir el golpe.
- Un regente debe ser nombrado.
En aquel momento Iro llegó a la sala con estruendo, a paso decidido. Los partidarios del Cuervo protestaron por esta intrusión del campeón del Emperador. Pero Iro no se inmuto y vistas de la mirada amenazadora del duelista las protestas cesaron.
- Campeón. ¿ Que es lo que lo trae al tribunal de las políticas ? Lanzó a Oogoe.
- ¡ Esto! Dice tendiéndole el rodillo a Akizuki. Pienso que le incumbe leerlo al consejo imperial.
El ministro aceptó el rodillo y lo abrió. Autentificó el objeto como que era oficialmente escrito por la mano del Emperador. Se levantó pues para leerlo en voz alta.
- Son estas las voluntades del Emperador, dice con voz temblorosa.
" Mientras que no somos más que un espiritu retenido por su cuerpo terrestre, es nuestro deber el soñar con el mantenimiento de la unidad de lo que nuestros antepasados nos legaron. Mientras no tengamos descendencia y como lo quieren las leyes establecidas deberá ser nombrado un regente, al tiempo que un nuevo Emperador se erija. Decidimos que si un regente debía ser nombrado, entonces será escogido de entre la orden Tsoutaï. Sólo ellos tienen el distanciamiento necesario para poner orden en el caos que deja nuestra ausencia y así restablecer el equilibrio.
Así es la voluntad del Emperador. "
El parloteo comenzó nuevamente, muchos encontraban esto injusto, ya que no habia postulantes en el bando de Daijin o en el de Akizuki. El Cuervo cuchicheó algo a la oreja de Oogoe.
- ¡ Por favor un poco de compostura ! Gritó al primer ministro. La voluntad del Emperador debe ser respetada. En mi calidad de primer ministro le pido solemnemente al Campeón del Emperador ser el garante de ésta.
- Acepto, quienquiera que vaya en su contra, deberá pasar por mi espada. Respondió Iro.
Oogoe se levantó de nuevo.
- El Clan del Cuervo propone buscar al mejor candidato posible para esta regencia.
Akizuki no se engañaba, probablemente había una mala jugada encubierta por debajo de esta frase, pero el Cuervo era poderoso y negarsele esto habría sido percibido como un insulto y una afrenta grave. ¿ Y luego después de todo, los Tsoutaï no eran sabios ?
- ¡ Que así sea ! Aseguraré la transición el tiempo necesario para que el Cuervo encontre a este regente.
Akizuki no sospechaba que Daijin sabia precisamente a quien iba a nombrar. La reunión del consejo fue suspendida.
En la morada del clan del Cuervo, Daijin discutía con Karasu y Oogoe.
- He aquí una historia que ustedes deben conocer. Hace ya mucho tiempo, un Cuervo tuvo un destino particular, habia sido escogido por los Busca-fallas y reconocido como Tsoutaï. En esa época y delante de esta situación, me había pedido el derecho de dejar de ser parte del Clan con el fin de seguir la vía Tsoutaï. Y acepté, con una pequeña condición, si un día le necesitábamos, debería responder a nuestra llamada.
- ¿ Bien señor, pero esta persona es capaz de asumir la regencia del imperio? Interrogó Oogoe.
- Lo es. Voy a preparar el edicto oficial del consejo imperial para su nombramiento. Les envío a los dos a anunciar esta noticia a quien corresponda.
- ¿ Señor Daijin, a dónde nos envías ?
- Al templo de Yafujima.
Ninguno de los dos conocía este lugar, pero no tardarían remediar esta ignorancia, porque al día siguiente se encontraban en el camino, llevando el preciado mensaje. Tenían ya un nombre, el cual no les era desconocido. Este hombre, había hecho hablar de él, hace ya algun tiempo. Karasu estaba furioso, sacó provecho del trayecto para echar pestes contra el Emperador, que no tuvo el coraje de hacer a Daijin el regente, vociferó contra este maldito Tsoutaï, que no conocía nada ni de la política, ni de lo que era la vida en Meragi. Llegaron al templo al anochecer y fueron recibidos poco tiempo después por su dirigente, que se revelaba también ser el futuro regente. El encuentro se celebró en uno de los pequeños salones previstos para recibir a la gente de paso. Toran se preguntaba lo que querían dos miembros del Cuervo que venían especialmente para verle.
- Gracias por recibirnos, Toran-sama. Comenzó Oogoe.
- No me agradezca, la puerta de este templo esta abierta a los que necesitan paz y serenidad.
- No es casualidad, usted hablaba de paz, y es por ella que estamos aquí.
El joven magistrado puso delante de él, sobre la pequeña mesa de madera, la carta del consejo imperial.
- Esto es para usted. Antes de que usted la lea y de su respuesta, porque es cierto que usted se puede negar, Daijin se permite recordarle quién es usted realmente.
Toran frunció el ceño y sus tatuajes comenzaron a moverse.
- Gracias Oogoe de recordarme mi condición, sé muy bien quién soy y dónde está mi lugar, le sugiero reflexionar sobre el suyo.
El joven Cuervo, dibujo en su cara una sonrisa sarcástica, había dado en el blanco. Afuera, Aku que habia vuelto a ser el aprendiz de Toran, espiaba la escena y a pesar de su discreción no escapó de la vigilancia de Karasu. Este último se levantó y se inclinó delante del viejo Tsoutaï antes de salir a darle un ejemplo de cortesía a este joven descarado.
Después de leer dos o tres veces, Toran debió resignarse a su destino. Habia sido nombrado para volverse regente del Imperio de Xzia, él un hombre que había pasado algunos años recorriendo el mundo, procurando perfeccionar su arte.
- Comprendo su sentimiento Toran-sama, sólo usted puede decidir.
- Hay otro Tsoutaï, persona mucho más prudente que yo.
- Sí, pero no son del clan del Cuervo. Sería lamentable que usted le niegue este favor a Daijin-sama sobre todo en este período cuando el imperio esta debilitado, no haría falta gran cosa para que todo esto se derrumbe.
- Reconozco allí las palabras de los que me vieron nacer. Acepto el papel que me confía el consejo imperial. ¿ Cuándo debo ir a Méragi?
- Lo más a prisa posible.
Fuera Karasu recriminaba a Aku.
- ¿ Jugamos a los espías sin tener los medios? Escupió Karasu.
- Solo quería asegurarme que no le pase nada a mi maestro, replicó el joven Tsoutaï con nerviosismo.
- ¡ Voy a hacerte pasar las ganas de espiar !
Karasu empujó violentamente a Aku quien fue a dar de nalgas por tierra. Alrededor de él y a pesar de la hora tardía algúnos otros Tsoutaï asistían a la escena. En su filosofía, que no era responder a la violencia con mas violencia, le pidieron educadamente al miembro del clan del Cuervo terminar sus artimañas. Karasu hizo oídos sordos, hacía falta que descargara sus nervios sobre alguien, sin embargo no estaba en sus costumbres el actuar así. Aku no podía replicar, Toran categóricamente le había prohibido ser violento en su estado de fragilidad.
Debería mas adelante aprender con Akujin, su Busca-falla, a dominar los arcanos de guerra Tsoutaï. La joven Hime, justamente presente en ese momento no veía esta agresión de la misma manera que los otros. Se interpuso.
- ¡ Cuervo! Si buscas a alguien para pelearte enfréntate a mi.
Su Busca-fallas, una garza majestuosa, apareció entonces a su lado, sacudiendo su pico delante de la cara de Karasu. Este último, se paró allí, no valía la pena continuar y su actitud ya había irritado a los Tsoutaï.
- Otra vez, posiblemente estaría encantado de medirme con una combatiente como tú. Pero tengo mejores cosas que hacer.
En ese momento Toran y Oogoe llegaron al patio, poniendo punto final a la oposición.
- Hime reúne a nuestra comunidad quieres, tengo algo que anunciar. Le dijo Toran.
Algunos minutos más tarde, todo los Tsoutaï del templo estaban en el patio, interrogándose sobre la futura declaración de su maestro. Toran, de mas altura en relación a los otros, reclamó silencio.
- El Imperio está en una coyuntura de su historia. El Emperador está sumido en un sueño infinito y un regente ha sido nombrado. Sucede que he sido escogido, el emperador pensó que un Tsoutaï estaría en condiciones de poner fin a la división interna. Siendo así, acepté humildemente esta función.
Cada uno hizo su comentario sobre la cuestión, muchos pensaban que el Emperador había hecho una elección juiciosa y justa, que sorprendio a mas de uno.
- Apenas me encuentro de vuelta entre ustedes, y ya debo irme de nuevo hacia Meragi. Confío la dirección del templo al venerable Zaoryu. Ahora les dejo, me iré al amanecer, mañana por la mañana.
Aparte, Hime y Aku se inquietaban por su porvenir. Pero Toran fue a verlos y les explicó que debían venir los dos a Meragi con él, continuarían su formación en el templo de Komakai, más pequeño y modesto que Yafujima.
Toran ya no estaba acostumbrado al lujo. El, había visto la luz en una familia rica pero se había alejado de todo eso rápidamente. Esta habitación, solo era comparable con las de algunos hacendados. Alrededor de él varias criadas se atareaban. Iba a ser oficialmente nombrado delante del consejo como regente del imperio y hacía falta pues que fuera presentable. Sin embargo valoraba, el lado práctico que ofrecían sus vestidos de Tsoutaï, y del cual no queria privar a su postura de regente. El Imperio le necesitaba y la situación era delicada. Por un lado hacía falta que mantuviera la cohesión, administrara los conflictos políticos e hiciera malabarismos con los deseos de poder del Cuervo. Siempre había luchado para guardar en el fondo de su corazón sus orígenes en este clan.
Una vez listo, fue conducido a la sala de los consejeros y ministros donde todos ellos se inclinaron, lo que molestó al viejo Tsoutaï.
- En este día, cuando ustedes me hacen el regente, guarden esto en su cabeza, el Emperador no ha muertó, volverá.
Sí, el Emperador volvería, muy en su interior, Toran lo sabía, porque ordenaría todo para esclarecer la situación sobre este mal inexplicable que lo aquejaba.
¿ Que les reservaba el futuro a Toran y al Imperio de Xzia ?
La busqueda del Rey Trueno
¡ El rey ha muerto ! ¡ Viva el rey ! ¡ El rey ha muerto ! ¡ Viva el rey !
La muchedumbre al pie del castillo de Carleon coreaba el mensaje de adiós como lo quería la costumbre. Pero esta vez la tradición no sería respetada. Gaumatta, rey de Yses acababa de dejar este mundo, sin un heredero que lo sucediera. Esto significaba, según las tradiciones de los siete reinos, que se debería organizar un gran torneo, por la conquista de las tierras de Yses. Y esto, a uno de los Protectores del reino no le caía bien. Sevylath, sentado al borde de una fuente, miraba los curiosos ir y venir de la plaza principal. Evaluaba la importancia de esta defunción y las consecuencias dramáticas que esto tendría sobre el futuro. Los buitres vendrían para devorar los restos y para matarse por este territorio, probablemente en detrimento de la población. Había que actuar, y rápidamente. Sin esperar más, dejó su ensueño y se dirigió hacia la biblioteca, o por lo menos lo que se parecía a una. Gaumatta era un rey sabio y gracias a él las ciudades más grandes se habían dotado de bibliotecas, que en realidad eran lugares donde se almacenaba pergaminos, pieles escritas y otros libros. En esta leonera, el héroe de Yses pensaba encontrar una ley o una costumbre que pudiera contrarrestar esta regla del gran torneo. Después de dos días de búsqueda exhaustiva no encontró nada con que hacer frente a las leyes. Sin embargo algo despertó su curiosidad. En el fondo de la gran sala, detrás de una pila de objetos diversos se encontraba un tapiz del tamaño de un hombre. Sobre éste, se encontraba pintada una escena que representaba al primer rey de Yses, quien era apodado con razón, El Rey Trueno. Según las historias, este rey desapareció un día, dejandole el trono a su amigo Argal, del cual Gaumatta era su descendiente. Se acordó entonces de una estela inmensa grabada en bajorrelieve, que se encontraba en la ciudad. Su instinto lo empujó a ir a verla.
De nuevo, perdido en sus pensamientos, no vio pasar el tiempo, mientras recorría el trayecto hasta la piedra. Existía un tipo de culto hacia este emblemático personaje. Ése culto, creía con fervor en la existencia de fuerzas divinas, y que estas regían la vida de los habitantes de las tierras de Guem. Sevilath jamás se había interesado por este culto, era para él la ocasión de descubrirlo. No recordaba que esta piedra era tan grande, su tamaño se podía comparar con una de las torres del castillo de Yses. Al pie de ésta, bailaban llamas a merced del viento, en un brasero de piedra. No había nadie, lo que a la vista de los acontecimientos no le sorprendía, para nada. Grabado en la piedra, majestuoso e inmenso, El Rey Trueno vigilaba la ciudad con su fría mirada. Sevylath la había visto mil veces, pero jamás se había percatado de los detalles, ni tampoco en la escritura abajo de todo. Los caracteres presentes no eran los de la lengua hablada en Yses actualmente. Pero para el, estos símbolos no les eran desconocidos. Tomó el libro que colgaba de su cinturón y examinó la superficie de la cubierta de cuero. Había allí dos glyphos, no idénticos, sino semejantes a los de la frase. Este libro era una herencia de su familia y se le atribuían importantes poderes, aunque ninguno de sus parientes hubiera conseguido penetrar sus secretos. Alguien llegó en aquel momento, sacándolo de sus reflexiones.
- ¡ Oh ! Me siento verdaderamente mal, por molestarle.
Era una joven, que llevaba puesto un simple vestido blanco, y joyas que se parecían a las del Rey Trueno. Sevylath reconoció en ella a una sacerdotisa.
- No este afligida, soy yo quien perturba estos lugares. Pienso que usted puede ayudarme. Sevylath le tendió su libro. Usted ve estos símbolos, son de la misma lengua que ésa, dice mostrando las inscripciones sobre la estela.
La joven mujer, con los cabellos teñidos en blanco miró el libro y pasó los dedos sobre los relieves. Su cara se alumbró con una sonrisa radiante.
- Es la misma lengua, era hablada por El Rey Trueno y su familia cuando éste reinaba. ¿ Dónde lo obtuvo?
Sevylath vaciló un instante, pero delante de la ayuda que podría darle esta mujer, se aventuró.
- Este libro está en mi familia desde hace mucho tiempo.
La sacerdotisa se tomo un momento para pensar. "¿ Podría ser que... ?"
- ¿ Puedo abrir este libro señor Sevylath?
- ¿ Usted sabe quién soy? Interrogó con interés.
- Es difícil de no reconocer a un protector de Yses, cuando se ve uno. ¿ Puedo ?
- Con una condición, quiero saber lo que dicen estos símbolos, le dice apuntando con el dedo a la estela.
- Ahí esta escrito: " Blande mi lanza y golpearé. Engalánate con mi corona y estaré a tu lado. Lleva mi armadura y te protegeré ". Realmente no sabemos quien escribió esto, ni si son las palabras del Rey Trueno, pero muchos de nosotros piensan que existe una herencia.
- Gracias por la traducción. Este asunto me interesa muchísimo. Sevylath dio el libro a la sacerdotisa. ¿ Sería juicioso que vayamos a examinarlo en un lugar dónde estemos mejor instalados, no?
- Tiene usted razón, falto a mis deberes, por favor, acompáñeme a la sala de estudio del templo de los dioses.
Existían, en Yses, tres templos de los dioses, los lugares de culto abiertos a los que deseaban rogar o practicar su creencia. Tenían como particularidad, el no estar afiliados a una divinidad, y libres para todas ellas. El protector y la joven mujer que se llamaba Dandranne, fueron pues a algunas calles de allí, a una gran construcción de piedras grises en parte recubierta por el musgo. La sala de estudio tenía sólo el nombre, era sobre todo un lugar de reunión para algunos fieles. Los presentes en ese momento discutían sobre el acontecimiento superior del día, la muerte del rey, y no prestaron atención a la presencia del protector y todavía menos a su actividad. Dandranne se instaló en una mesa de madera y trató de abrir el libro. ¡ Por desgracia, no pudo mover la correa que lo cerraba, ni un milímetro ! Sevylath se asombró porque siempre había conseguido abrirlo y cuando trató, pudo hacerlo sin esfuerzo. En el momento en el que Dandranne tomó el viejo libro, para leerlo, éste se cerró de un golpe y pequeños relámpagos recorrieron la cubierta, antes de desaparecer.
- ¡ Y bien, he aquí una extrañeza ! Se asombró la sacerdotisa.
- Hay que decir que hasta ahora, a parte de mis parientes, nadie más que yo lo había tocado. Va a hacer falta que lo tenga para que usted pueda leerlo.
La técnica pareció buena porque el libro quedó abierto y pudo leer, o más bien intentar leer.
- No conozco bien esta lengua, aprendí los rudimentos pero jamás practiqué sobre textos como éstos. Se trata de oraciones a un dios. Si traduzco bien se trataría de Kurun.
Dandranne le pidió a Sevylath girar las páginas para ir hacia el fin. La escritura cambió, pasó a símbolos más rápidamente escritos. Después de haber leído la primera plana se contoneó en el mismo lugar.
- ¡ Es él ! ¡ Es El Rey Trueno ! ¡ Gire las páginas ! ¡ Stop ! ¡ Allí ! ¡ Espere !
Releyó muchas veces una página, luego levantó la nariz y miró al protector con cierta alegría.
- ¿ Conoce el origen de su familia señor Sevylath ?
- ¿ Es una pregunta, relacionada con lo que ha leído ?
- Sí, y a mi parecer usted no sabe que El Rey Trueno tuvo un hijo, un niño llamado Korvent, esto le dice algo.
- ¿ Korvent? Sevylath se zambulló en sus memorias, este nombre no era extraño para él. Efectivamente, Korvent era un nombre ya evocado en el pasado. Sí, creo que mi abuelo cuando era niño me habló de Korvent, fue un gran jefe de guerra si recuerdo bien.
- ¡ Y es también uno de sus antepasados ! ¡ Usted se da cuenta ! ¡ Usted desciende del Rey Trueno !
- ¿ Quiero creer en usted, pero cómo esta tan segura ?
- ¡ Esta escrito ! ¡ Allí ! Dandranne estaba en un estado próximo de la euforia, encontrar al descendiente de aquel, a quien veneraba, era un milagro verdadero.
- ¿ Muy bien, pero que es, lo que esta escrito ?
- Oh, sí, perdón. Esta escrito, para resumir, que sólo sus herederos pueden abrir este libro, es tan simple como esto.
Sevylath no mostró particular alegría por este anuncio, veía más allá de esto. ¿ El destino lo había puesto sobre el camino de esta sacerdotisa y ella le había hecho estas revelaciones, hasta dónde iba a llevarlo todo esto ?
- Hay también, otras cosas que no entiendo tanto. Habla de una búsqueda, que debería llevar a cabo y que lo llevaría hacia un tipo de renacimiento. Indica que debería seguir un camino para ir hacia los confines. Indica su trayecto, explicando que no seria un viaje sin retorno y que la misma muerte no se lo llevaría.
- ¿ Usted cree esto posible, que una persona que vivió hace ya mucho tiempo pueda volver ? Preguntó Sevylath que tenía una idea dando vueltas en su cabeza.
- Todo es posible en este mundo. ¿ Si El Rey Trueno puede volver, deberíamos hacernos los desentendidos ?
- No, usted tiene razón, un rey murió hoy, otro rey podría tomar las riendas de Yses. El protector se levantó. La búsqueda del Rey Trueno comienza.
- Voy a rezar por el éxito de esta empresa. Pero antes que nada voy a transcribirle los escritos de su antepasado.
Dandranne se levantó luego de decir esto.
- Todo esto es increíblemente apasionante. Otros fieles no le creeran a sus orejas cuando escuchen esta historia.
Dos días más tarde, la traducción estaba terminada, Sevylath y Dandranne no habían dormido mucho, había mucho en juego, como para perder el tiempo. Lo esencial estaba allí y había que comenzar por aventurarse en las brumas de los confines siguiendo un camino preciso. Después de un merecido descanso el protector se puso en camino hacia lo desconocido, con la loca esperanza de que la leyenda del Rey Trueno, no fuera solo eso.
Con melancolía, pensando que dejaba a Yses presa de una de las crisis mas importante de su historia, el protector se puso en camino. El viaje hasta la bruma de los confines pasaba por Baranthe donde supo que las autoridades estaban inquietas por la situación del reino vecino. Pero no se retrasó más y continuó su camino que lo llevó una semana más tarde cerca de las brumas, pesadas y negras. Era como si las nubes hubieran tomado posesión de todo el espacio entre el suelo y el cielo. Todo esto, verdaderamente, no lo inspiraba, después de todo, detrás de la bruma fue encerrada la peor amenaza de esta tierra. Todos los que habían buscado la prisión de Obsidiana jamás reaparecieron, alimentando así las leyendas respecto a los poderes tenebrosos de Nehant. No le gustaba este lugar, había allí demasiadas desgracias y sufrimientos. Hace casi ochenta años se efectuaba aquí, un enfrentamiento terrible, muchos héroes de la guerra cayeron contra Nehant. Teniendo firmemente su martillo santificado, avanzó según las indicaciones de Dandranne. Creyó que se asfixiaba, algun poder sobrenatural presente en el lugar volvía el aire increíblemente sofocante. Sevylath tomó esto como una prueba y no se dejó abatir por tan poco. Con su vision del lugar sumamente restringida, progresaba muy lentamente. Al cabo de algunas horas llegaba por fin hacia la última indicación: tres pasos a la izquierda de una piedra grabada por un símbolo de espiral. Encontró la piedra e hizo tres pasos a la izquierda de ésta. Por desgracia para el protector, esta piedra era en realidad un trozo de una pequeña estela que desde la época de Rey Trueno había sufrido la erosión. Dicha estela, allí dónde el símbolo se encontraba había caído a un lado. Esto tuvo una consecuencia muy lastimosa de la que el protector se enteraría sólo mucho más tarde.
Sevylath salió de la bruma y respiró de golpe. Una bocanada salvadora de aire y un viento vivo lo revitalizaron. Su nuevo entorno era increíble y pasmoso. Hasta donde la vista alcanzaba, islas de tierra y de cristales de múltiples colores flotaban por los aires. Algunas de ellas se movían como troncos sobre el agua, rozándose unas a otras.
" Cómo ir de una isla a otra " se interrogó el protector. Examinó la situación y sobre todo dónde había llegado. Visiblemente la isla sobre la cual se encontraba era grande, y si su antepasado había llegado allí debía haber dejado indicios en alguna parte. " Comencemos por ahí ". El paisaje difería de Yses. Allí dónde en su casa había verdor y bosques hasta perderse de vista, aquí los cristales inmensos reemplazaban a los árboles. Pero lo que mas intrigaba a nuestro heroe eran unas aparentes quemaduras sobre ciertos peñascos y cristales, como si fueran grandes rasguños al suelo. No había el menor ruido, ni siquiera un pequeño gorjeo, hasta el sonido de sus pasos parecía atenuado. Marchó largas horas con la vaga impresión de no ser el único en estos parajes. A su vez, se fue dando cuenta que los lugares eran mucho más vastos que lo pensado a primera impresión y la vegetación se volvía más densa. Luego de un rodeo del camino, su mirada fue atraída por un tipo de viejo tótem, representaba una criatura deformada y repugnante. No se retrasó apenas en esta representación, pero esto le confirmó que debía mantenerse alerta. Algo no iba bien, la magia estaba manos a la obra en este lugar. Efectivamente, de un solo golpe, bejucos procedente de los árboles y raíces que venían del suelo lo aferraron y en algunos instantes fue incapaz de moverse.
- ¡ Qué es este maleficio ! Exclamó en voz alta.
Una criatura se adelantó hacia él, jamás había visto nada igual, de grandes cuernos, ojos blancos, ninguna boca. Cojeaba y su lado izquierdo estaba protegido por placas de cuero cosidas entre si. Detrás de ella había otras personas, entre las que una claramente estaba vestida como una habitante de la Draconia, reconoció el blasón y el color distintivo en la joven mujer.
- Estamos desolados por infligirle esto. Pero desde que llegamos a los Confines, los problemas se suceden. Dice la joven mujer examinando el martillo del protector.
- ¡ Soy Sevylath ! ¡ Protector de Yses, suelteme ya, dráconica !
- ¿ Sevylath ? Anryéna miró a los otros con cara de sorpresa. Usted desapareció hace veinte años.
- ¡ Cuentos ! Acabo de llegar aquí y dejé los siete reinos hace algunos días. Escuchen, no les hare ningún daño, sueltenme ya y discutamos.
El Daïs interrumpió su sortilegio y el protector fue liberado de su prisión. Recuperó su martillo, demostrando que desconfiaba de estas personas.
- Yo me he presentado, sería de buena educación que ustedes hicieran lo mismo.
- Es verdad, sera que estos Confines nos han influenciado. Soy Anryéna, hija de Dragón. He aquí a Ojo de Gema de la tripulación de Al la Triste y Granizardo del pueblo Eltari...
- El podría ciertamente ayudarnos a quebrar el escudo, interrumpío Ojo de Gema.
Anryéna ya casi no soportaba la compañía de la pirata, era grosera y sin modales, muy distinta en el comportamiento a las damas de la Draconia. Sevylath conocía el nombre de Anryéna, esto se añadía a su confusión porque si veinte años hubieran pasado, ella no debería parecerse a una joven mujer con no mas de una treintena de años. Évidentemente no sabía que para ella el tiempo tenía muy poca influencia. Asistió a un debate entre las tres personas, que finalmente invitaron a Sevylath a acompañarles.
- ¿ Qué pasa ? Estaría encantado de ayudarles, pero ustedes no me dicen gran cosa.
- No muy lejos de aquí, encontramos un tipo de templo bastante antiguo. Pero esta protegido y no logramos llegar hasta el, explicó Granizardo.
- ¿ Y por qué quieren entrar allí ? Si esta protegido será por una buena razón.
- Porque nos encontramos en busca de alguien y puede que dentro del templo, lo encontremos o encontremos algun indicio de donde buscarle.
- Yo también busco a una persona, voy a ayudarles, si puedo.
La tropa se reunió con Malyss y Ergue que esperaban delante del templo, una vieja construcción, cuya arquitectura mezclaba cristales y piedra. Todo se encontraba blanqueado por la exposición del sol y una pequeña parte del tejado se había hundido. Desde su punto de observación, los viajeros se preguntaron si no iba a derrumbarse en cuanto se encontraran dentro. En la base de la colina, en cuya cima estaba el edificio y circundandola se encontraban columnas grabadas por símbolos. Y aunque no se la veía, entre cada una de ellas, una pared invisible impedía pasar a cualquiera.
- Nuestra magia no consiguió quebrantar las columnas y la fuerza física no consiguio mejores resultados. Sin embargo, nuestros poderes son grandes, se jactó el mago del clan del cuervo.
Sevylath veía las cosas de otro modo. Esta pared no se trataba de magia y es por esta razón que su magia era ineficaz para contrarrestarla. Los símbolos no eran nada más que escrituras teúrgicas, la "magia" de los dioses. Para él todo esto estaba muy claro, alguien no quería que se entrara aquí, y sólo uno o varios sacerdotes habrían conseguido esta proeza. Sevylath se volvió hacia el grupo y habló bastante con el fin de que acabaran las discusiones inútiles.
- Su fracaso es normal. Esto no tiene nada mágico, es una barrera de fe. ¿ Puedo anularlo, pero estamos seguros que nada nefasto va a producirse?
- Nosotros no podemos predecir aquello que vaya a pasar, pero creo que si esta barrera está allí, no es por nada. ¡ Hay que ir allá ! Ojo de Gema invitó a todo el mundo a sumarse, con la cabeza baja, al modo de los piratas.
Anryéna hizo un mohín, todo lo que se tratara de teúrgias no le gustaba. Granizardo estaba indeciso, pero el Comepiedras podría estar allí, a su alcance. Ergue se burlaba de todo, pero jamás se negaba a un poco de acción. Malyss apoyo la opinión de la pirata, cualquiera fuera el caso,había que develar este secreto. La decisión estaba tomada y Sevylath puso manos a la obra.
Cada pilar presentaba una prueba de fe, una cuestión a la cual el lector debía en el fondo de su corazón responder con rectitud. Escogío la cuestión que le pareció la más interesante a sus ojos y cuya respuesta era como un credo para él. La cuestión podía resumirse en esto: " hasta donde puede llevarte tu fe ". No vaciló, la respuesta era límpia y cristalina para él: estaba dispuesto a cualquier sacrificio, en su abnegación y fervor hacia los principios de fe que seguía. Visiblemente la respuesta era correcta porque el pilar se pulverizó y luego se derrumbó. La barrera de fe había caído.
- Usted es digno de la reputación que lo precede, protector de Yses, lo felicitó Anryéna.
El grupo emprendió la ascensión de la colina recubierta con viejos peñascos. Su velocidad vario al descubrir múltiples esqueletos hominoides cuya presencia estaba disimulada por los peñascos.
- Esto no es muy alentador, cuchicheó Ergue.
- ¡ Miren esto ! Gritó Ojo de gema. ¡ Qué maravilla !
La joven mujer arrancó de un cadáver, una lanza totalmente hecha cristal.
- Es ligera como una pluma, añadió.
A la primera ojeada Sevylath reconocío la factura del objeto y se precipitó.
- ¿ Puedo ? Dijo con autoridad.
Para un pirata, un objeto perdido pertenece al que lo descubre, pero en vista de los que se encontraban cerca, no tuvo reparos y dio la lanza. Sin ninguna duda, se trataba de un objeto fabricado en Yses, y visto el estilo, databa de mucho tiempo atrás, había visto algunas como ésa entre ciertas familias nobles. Andaban por buen camino.
- Estoy sobre la pista correcta. ¡ Avancemos !
Llegaron a la entrada del templo y pudieron ver que los nuevos símbolos teúrgicos cubrían la inmensa puerta en su totalidad y daban la vuelta al templo entero.
- Un sello divino, comentó Sevylath, debe ser quebrantado por la fe.
Todos se apartaron a buena distancia. Sevylath se retiró algunos pasos, sosteniendo su martillo firmemente y masculló algunas oraciones. Luego se lanzó e hizo arremolinarse su martillo para quebrantar la línea de las escrituras. Nadie lo esperaba, pero la violencia del golpe, hizo literalmente explotar la puerta. Todos fueron a echar una mirada a través del marco y lo que vieron no presagiaba nada bueno. En el interior, había una buena cantidad de criaturas que se parecían a humanos, pero que se comportaban como salvajes. Su piel era azul, sucia y su actitud muy agresiva. El templo mismo era una sala inmensa y en medio de ésta, una persona flotaba en los aires, encerrada en un tipo de columna compuesta de una multitud de arcos eléctricos que salian del suelo. Mientras que Ergue y Ojo de gema retrocedían ante el avance de las criaturas, Sevylath que sabía muy bien quien era el extraño personaje en la columna, saltó hacia el interior sin el menor miedo.
" ¿ Será el Comepiedras ? " Se preguntó Granizardo. Al mismo paso que el protector, entró por detras de este. No pudiendo abandonarse los unos a los otros, cada miembro del grupo se unio con otro. Sevylath había comenzado a aplastar cráneos a base de martillo, pero las criaturas eran fuertes y numerosas, Granizardo rápidamente fue rodeado por algunas de ellas y debió su salvación sólo a la destreza de Ergue que lo sacó hacia sus espladas. Malyss hizo bailar al fuego mientras que Anryéna desplegaba la magia draconica. Todo se desenvolvia a la perfección, sus estrategias complementarias iban a hacer triunfar rápidamente al grupo. Por desgracia, un error involuntario vino a complicar la situación. Anryéna, acorralada en una esquina del templo, acudió a otros poderes, los del rayo. De sus manos brotaron relámpagos que golpearon violentamente a sus agresores. Varios hechos inesperados se produjeron en ese momento: los relámpagos se propagaron sobre la gran mayoría de las criaturas y cada vez que una de ella era tocada, el relámpago no les provocaba dolor, al contrario la magia parecía reforzarlos. Tal como la marea se abalanzaron sobre el grupo, hiriendo a algúnos de sus miembros. Sevylath no tenía otra elección, acudió a su fe. Su martillo brilló intensamente y pensó en cada uno de sus compañeros. Luego con furor, mató a las criaturas una por una. A cada golpe asestado, las heridas de sus compañeros se cerraban. Impresionados por la teúrgia del protector, la batalla prosiguió cada vez más. Anryéna, que había comprendido su error, cesó en la utilización del rayo y prefirió la defensa al ataque. Sevylath, galvanizado, se pusó en camino hacia la persona en la columna de relámpagos. Pero allí se interpuso una criatura más grande que las demas y quien parecía más sagaz. Llevaba una corona de cristal. Visiblemente la criatura buscaba el duelo con el protector. Pero este último empujado por un acceso de orgullo se echó a reír y puso su martillo al suelo.
- Sé lo que ustedes son, reconozco esa piedra que llevan en su garganta.
Detrás de él, los otros viajeros no veian lo que hacía Sevylath.
- ¡ Les repudio guémélites ! ¡ Reúnanse con su creador ! Gritó.
Levantó las manos en el aire y una luz viva y blanca brotó de éllas. Ojo de gema que se encontraba en la entrada del templo, tiró sus extrañas armas y saltó hacia afuera del templo viendo lo que el hombre de fe hacía. Las criaturas aullaron con dolor y cayeron como moscas, muertas. Llamando a Sevylath, no había tenido cuidado con Anryéna, que no estaba lejos de ella y quién sufriendo también los efectos del exorcismo, se derrumbó inconsciente.
La batalla había acabado, las criaturas habían muerto en su totalidad, incluido su jefe. Sevylath recuperó la corona de cristal. Los otros estaban sofocados, el combate no había durado mucho tiempo, pero había sido intenso y muy fatigoso. Granizardo se ocupó de Anryéna, mientras que Malyss se preguntaba que seria esta prisión de relámpagos. Ergue intentó pasar allí la mano y aunque no tenia mala intención, fue muy doloroso para él.
Después de un cuidado aportado por el protector, Anryéna recuperó la conciencia y echó pestes contra ese acto, por cierto eficaz, pero desconsiderado de su parte. La hija de Dragón se interesó entonces por el preso y por su cárcel.
- ¿ Es el Comepiedras ? Preguntó a Granizardo.
Este último estaba por responder, cuando Sevylath se interpuso.
- No sé lo que es un Comepiedras, pero esta persona es la que yo buscaba y es ni más ni menos que el Rey Trueno.
Todos intercambiaron miradas interrogantes, no conocían al Rey Trueno, pero estaban dispuestos a creerle a su ilustre compañero.
- La cuestión es, cómo sacarlo de ahí, dice Malyss.
- ¿ Esto no es teúrgico? Preguntó Ergue. La respuesta fue negativa.
- En este caso, es mágico y en este caso, puedo hacer algo. Intercedió Anryéna quien estaba decidida a reparar su error.
Los sortilegios de rayo eran numerosos y muy variados. Aunque sus estudios en la academia de Noz' Dinagrd databan de una época lejana, no había olvidado los principios aprendidos. Rodeó la prisión y se enfocó en la magia. Percibió en primer lugar los relámpagos, violentos, protectores y peligrosos. Luego detrás de estos la persona misma, ella tenía un sortilegio activo sobre si, otro salia de los rayos pero que no tenían el mismo objetivo.
- ¡ Una éstasis ! Gritó. Creo que yo sé cómo hacer. Sevylath por favor venga a mi lado.
El protector se acercó preguntándose lo que preparaba la draconica.
- Usted recobrará a la persona cuando los sortilegios sean rotos y accesoriamente a mi también si es que caigo inconsciente, lo que puede llegar a pasar. Usted es un creyente y conoce las teúrgias de cuidado. Le aconsejo lanzar una sobre usted para este caso. Voy a combatir el rayo con el rayo.
Al oir estas palabras los otros se apartaron rápidamente para no correr peligro de ser heridos.
Anryéna se concentró un largo rato antes de desencadenar el rayo sobre la prisión. Soltó todo su poder. La prisión que se sobrecargaba de magia estalló de un golpe, liberando al Rey Trueno. Al extremo, Sevylath, protegido por su fe recibió a su antepasado. Luego vivamente se volvió para ver el estado de la maga. Ésta vaciló, al agotarse toda su magia. El protector tomó a Anryéna antes de que cayera. En seguida el cuerpo de la maga se comenzó a brillar por una aura azul muy brillante que se propagó sobre Sevylath y el Rey Trueno. Luego el aura se difuminó al mismo tiempo que las tres personas que se volvieron transparentes. Por fin desaparecieron delante de los rostros boquiabiertos de sus compañeros.
Los tres juntos reaparecieron en la sala del trono en Noz' Dingard delante de Kounok que se había levantado, con Quimera en la mano.
- ¿ Madre? Gritó.
La batalla de la piedra, parte 1
Salón del trono del palacio de Noz' Dingard.
Kounok vio aparecer repentinamente varias personas en el centro del gran salón. Pensando en un ataque, el Profeta empuñó a Quimera, sacandola fuera de su nueva funda y saltó al pie del trono con destreza. Valentin, presente en ese momento, imitando a su superior, sacó su arma y se puso en guardia en contra del pequeño grupo. Los recién llegados no mostraban un aire agresivo, muy al contrario. Sólo uno de ellos se encontraba en condiciones, los otros dos estaban inconscientes.
- ¡ Paz, Draconianos ! ¡ Paz ! Clamó Sevylath, depositando sus cargas en el suelo con cuidado. Soy Sevylath, protector de Yses, añadió mirando alrededor suyo. No soy vuestro enemigo, dice dejando su martillo lentamente.
Kounok no comprendía gran cosa de todo esto, pero reconoció a su madre que yacia por tierra.
- ¿ Que le ha hecho ? Acusó, alzando la voz.
- Yo no le he hecho nada, esta dama acaba de salvar al Rey Trueno y de repente desaparecimos en una nube de luz azulada y aparecimos aquí.
- Va a tener que ser más preciso.
Kounok puso a Quimera en el suelo y tomó a Anryéna en sus brazos. Estaba inconsciente, Con sus poderes mágicos agotados. En estas situaciones, no habia otra solución que hacer venir a Dragón. - Valentin, ve pues con nuestros invitados sorpresa. Instálalos cómodamente.
- Bien Profeta, así se hara, respondió el Caballero Draconiano.
- ¿ Nos encontramos cautivos ?
- ¡ No, si fuera el caso habría empleado ese término, pero cuando alguien aparece repentinamente en medio de un salón de Noz' Dingard, llevando a mi madre inconsciente, estoy en derecho de saber más sobre lo ocurrido !
Cuéntele pues su historia a Valentin.
Kounok salió por una de las puertas del salón que daba a un patio muy particular. Se encontraba al pie de la gema azul e imponente de Dragón. Había allí, un jardín donde rosas azules crecían al ritmo de la naturaleza. En medio de los rosales una fuente representaba un Dragón majestuoso. Kounok atravesó rápidamente el patio, inquieto por su madre a quien nunca habia visto en su estado actual. Cuando llegó al pie de la piedra, una forma humana se materializó delante de él. Era un hombre alto quien de alguna manera se parecía a Kounok y a su difunto hermano. Varios cuernos de cristal salían de su cráneo y sus largos cabellos flotaban a merced del viento. Su apariencia era casi fantasmal como un espectro azul transparente. Kounok se mostró sorprendido, luego volvió a empezar e inclinó la cabeza en signo de respeto.
- Buenos días Profeta, comenzó la aparición.
- Señor Dragón, quería verle justamente.
- Es por eso que estoy aquí. Eres todavía joven y a menudo olvidas que estamos vinculados, todavía más que con cualquier otro habitante de la Draconia. Estas inquieto por tu madre, pero no tengas ninguna inquietud, ella se encuentra bien.
- ¿ Que tiene ? Preguntó Kounok con una pizca de ansiedad en la voz.
- Esta agotada. Casi utilizó toda su magia.
- ¿ Es por eso que volvió aquí, es así ?
- Valoro a mi hija, mi única hija. No permitiría que cayera en desgracia, entonces la protejo lo mejor que puedo. Lleva una de mis escamas encantadas con el fin de que si este tipo de problema sucedia, o si una situación la dejaba vulnerable, instantaneamente volveria aquí.
- Comprendo. ¿ Y ahora ?
- Le hace falta descanso, dijo Dragón acercándoseles.
Tomó a la joven mujer en sus brazos y sonrío a Profeta antes de desaparecer.
Anryéna se despertó. Su corazón latía fuertemente en su pecho. Todas sus fuerzas habían vuelto y el poder de la sangre de Dragón la recuperaba. Alrededor de ella, todo era azul, reconociendo el lugar se incorporó para sentarse al borde de la cama con baldaquín. Conocía bien este lugar por haber pasado allí su infancia. Siendo el dominio de su padre, todo lo que veía emanaba de él. Y justamente mientras que pensaba en su padre, este apareció.
- Tus fuerzas han vuelto, hija mia.
- Padre, estoy contenta de verte. Pero por qué me has traido de vuelta, todavía tenía mucho por descubrir en los Confines.
- Tu retorno es el resultado de tus actos. Te pusiste en peligro al quedarte casi sin magia. Recuerda lo que te dije hace mucho tiempo. Los guémélites pueden morir sin magia.
- Era la unica solución, sentí que la persona a la que encontramos en los Confines podía ayudarnos y convertirse en una aliada, replicó Anryéna.
- El Rey Trueno puede ser una ventaja en esta guerra. Pero hasta que desempeñe su papel, tú debes, jugar el tuyo.
Dragón puso su mano sobre la mejilla de su hija, asaltado por antiguos recuerdos. Anryéna puso entonces su mano sobre la suya. Los momentos de complicidad entre padre e hija eran raros, tanto como para que ambos atesoraran este acto de amor.
- ¿ Qué pasa padre ? ¿ Que papel quieres que juegue ?
Dragón quitó su mano y tomó un aire serio y grave.
- Kounok no es tan estimado por esta gente, como lo fue su hermano. Desde la desaparición de este último, el Compendium se encuentra preso de una lucha intestina que no tolero más. Prometí hace mucho tiempo no interferir en los asuntos de esta orden, pero por desgracia nadie es capaz de tomar las riendas. Debes retomar su liderazgo.
Anryéna pareció asombrada, conocía bien a los magos del Compendium y sabia que algunos contaban con la capacidad suficiente como para esa tarea.
- ¿ Y Marzhin ? Es bastante poderoso y sabio, seria un muy buen archimago.
- Es verdad que tiene facilidad, pero su lugar esta cerca de los aprendices de la academia.
- Hay algo más, que no me estas contando ! replicó Anryéna con convicción.
- La guerra ha comenzado y deberas enfrentarte con adversarios con poderes poco conocidos, hasta ahora. Hace falta que dirijas el Compendium para devolverles la fe en la magia a los magos de la Draconia y que se conviertan en el símbolo de Guem. Y mi corazón se parte, al saberte prontamente contra el enemigo. Nuestra familia ya ha sufrido mucho...
Anryéna concluyó.
- Asumiré mi papel, con Dragón a mi lado ¿ que podría pasarme ?
- En ese caso, te devuelvo esto.
Aparecio en las manos de su hija, un cetro largo, al cabo del cual se enrollaba un dragón de cristal. Había sido llevado por muchos magos de la Draconia, por otra parte fue ella la primera en ser digna de ello. Anryéna se concentró y se encontró entonces al pie de la academia de magia de Noz' Dingard.
Anryéna había contribuido a construir la academia de magia de Noz' Dingard, un lugar de intercambio y de aprendizaje para todas las personas que tenían sensibilidad hacia los arcanos mágicos. El castillo había sido construido sobre una de las gemas satélite a la piedra-corazón de Dragón, dominando la gran ciudad. Había allí, minimamente cerca de quinientos estudiantes que venían de la Draconia, pero también de tierras lejanas porque las costumbres y las prácticas mágicas extranjeras contribuían al mejoramiento de los conocimientos generales. Anryéna estaba delante del gran arco, el artefacto mágico que había que atravesar para entrar en la academia. Era el fin de la tarde y muchos aprendices dejaban los cursos para regresar a su dormitorio común, en donde la mayoria realizaban las tareas pendientes. Los más jóvenes de estos, pasaron sin reconocer a la dama, pero a algunos alumnos les llamó la atención el cetro draconico. Dejó a los estudiantes con sus teorías para si mismos y tras pasar el arco, se encontró en el vestíbulo de entrada de la academia. Majestuoso e inmenso, el vestíbulo era la encrucijada central del edificio y no era raro pasar por allí, muchas veces al día. Desde su salida de la academia y del Compendium nada se había movido, todavía las mismas tapicerías notables y grandiosas vidrieras de vidrio azul. La luz allí era dulce y encantadora. Los pasos de la hija de Dragón, la llevaron al lugar preciso por un automatismo asombroso. Había atravesado los pasillos, subido las numerosas escaleras y atravesado por numerosos portales mágicos antes de llegar a la sala del consejo del Compendium. Allí Dragón había convocado a las eminencias más altas y las instancias dirigentes de la academia. Se encontraban instalados en un anfiteatro de madera, las caras de ciertos altos magos expresaban contrariedad, otros al contrario se mostraban encantados con el nombramiento de la hija de Dragón como la nueva dirigente del Compendium y por extensión de la academia de magia. El Compendium era una organización que tenía por objeto la gestión de todo lo que es mágico, sea en la investigación o el aprendizaje. La academia se había convertido, con el paso del tiempo, en el cuartel general de esta organización. Anryéna se colocó frente a la asistencia y golpeó tres veces el suelo con su cetro.
- Altos magos y Maestros magos, rumores horribles han llegado a mis oidos. La indisciplina se agita entre las filas del Compendium. Todo esto sólo puede ser de provecho para nuestros enemigos y perturba la enseñanza de nuestros aprendices, que nos necesitan y a nuestra integridad. Qué cesen las disputas de poder, ya que en este día me presento ante ustedes, poseedora del título de Archimaga del Compendium. Los magos se levantaron y aplaudieron a su nueva jefa con mayor o menor convicción. Las cosas eran claras, aquí no reinaria el caos. Anryéna terminó la algazara porque todavía tenía cosas por decir.
- Maestro mago Marzhin, levántese.
Un hombre de una treintena de año se levantó, llevaba la librea de los profesores de la academia y también varias insignias que indicaban proezas mágicas efectuadas así como la invención de varios nuevos sortilegios.
- Le nombro director adjunto de la academia de magia de Noz' Dingard.
Era una función muy importante porque en ausencia del dirigente del Compendium tomaba la dirección del ilustre establecimiento. De nuevo los aplausos resonaron mientras que el Maestro mago se inclinaba, aceptando la pesada tarea. Después de algunas consignas, cada uno regresó a sus pequeños asuntos, sólo se quedaron Anryéna y Marzhin que deseaba discutir a propósito de ciertos puntos.
- Le agradezco por la confianza que usted ha depositado en mi, Anryéna.
- Usted es una persona de un valor incalculable para la Draconia, usted es un ejemplo para nuestros estudiantes.
- Lo que usted me dice me toca en lo mas profundo. Haré lo mejor posible.
- Tengo por otra parte un caso de estudio para sus aprendices de nivel más elevado.
El Maestro mago se mostró muy interesado.
- Debemos conocer a nuestros enemigos y adaptarnos a sus facultades. Sé que usted es el más indicado para encontrar una solución. ¿ Que sabe a propósito de la Teúrgia ?
Marzhin no esperaba que lo supiera, pero había estudiado la Teúrgia y efectivamente estaba en condiciones para hablar de eso.
Si estos enemigos efectivamente son sacerdotes y otros aficionados a las teurgias, tenemos motivos para preocuparnos. Lo que le propongo es que venga, mañana por la mañana, al patio, para asistir a una charla sobre la Teúrgia y alli veremos con mis alumnos lo que usted desea poner en práctica. Pero solo una pregunta, ¿ por qué ver esto con estudiantes quiénes todavía no tienen el título de magos y no, con los Altos magos? Algunos están en muy buenas condiciones para hablar de estos temas.
- Lo comento con usted y lo considero calificado. Pero tambien deseo tener una nueva mirada sobre esta práctica y la imaginación de las mentes jóvenes al respecto.
- En este caso dama Anryéna, será un verdadero honor para mis alumnos.
- Bien, en este caso sera hasta mañana.
Pero antes de que la Archimaga se vaya, Marzhin le pidió una última cosa.
- ¿ Dígame, tiene noticias de mi hijo ?
- Pilkim es un joven que aprende mucho en cada ocasión, los Enviados de NozDingard estan encantados de contarlo entre ellos. Tranquilícese, no se encontrara en peligro. Y si fuera el caso, a semejanza de su padre, sus facultades mágicas son impresionantes para su edad. Le auguro un gran futuro.
El Maestro mago se encontro satisfecho de saber que su hijo se encontraba seguro.
El día siguiente los alumnos de Marzhin, todos a un paso de convertirse en magos, tuvieron la alegría de pasar a una sala, en principio reservada para los investigadores en magia del Compendium. Un lugar protegido por sortilegios muy poderosos y que, en principio, no corría peligro de derrumbarse en respuesta a un error mágico. Apenas se instalaron tuvieron la agradable sorpresa de ver a su nueva directora y algunas otras personas llegar con su profesor. Este último era seguido por un pequeño golem que transportaba una caja de caudales cerrada por una cerradura. Los estudiantes se levantaron para saludar la llegada de la pequeña tropa. Alishk y Aerouant, recientemente nombrados como miembros del Compendium habían sido invitados no por cortesía, sino para comprender y ayudar. Marzhin se adelantó sobre el estrado.
- Siéntense, por favor.
Los alumnos tomaron asiento y se quedaron a la espera de las palabras de su profesor.
- Como pueden verlo, la archimaga Anryéna nos hace el gran honor de estar presente para este curso y esta acompañada por dos magos del Compendium, que no hace tanto tiempo se contaban entre ustedes. El Maestro mago se dirigió hacia el golem que llevaba siempre la caja de caudales y comenzó a quitar el cierre a esta última.
- ¿ Quién puede decirme lo que es la Teúrgia?
Varias manos se levantaron instantáneamente.
- Le escucho, Armand.
Un joven de cabellos negros desgreñados saltó sobre sus dos pies y se entonó la garganta.
- La Teúrgia es una forma de magia particular. Es practicada por sacerdotes y la gente de fe que invoca poderes sobrenaturales por la voluntad de divinidades.
El chico se detuvó allí.
- Es una definición corta, pero justa. ¿Y conoce la diferencia entre la magia tradicional, es decir la que practicamos aquí, y la Teúrgia ?
La respuesta fue inmediata.
- La magia es un poder encerrado dentro de nosotros y al cual podemos acudir conociendo las fórmulas, los gestos y los encantamientos mientras que la Teúrgia es un poder concedido por una entidad superior. Hay pues, que conocer oraciones y ceremonias con el fin de que la divinidad responda nuestra llamada.
- ¡ Excelente ! Añadió Marzhin, volviéndose hacia la asistencia. Los felicito. Pues, la magia es muy diferente de la Teúrgia en un sentido, pero en ambos casos hace falta un lazo con algo que esté en nosotros o por fuera. No somos totalmente capaces de acudir a la magia o a la teúrgia por muchas razones. En este caso otro problema se presenta frente a nosotros. Marzhin tomó de la caja de caudales una gran gema azul y reluciente.
- Esta es una piedra de Dragón. ¿ alguno de ustedes ha oido hablar de tal gema?
Una alumna con los cabellos rubios muy largos levantó la mano.
- ¿ Sí, Lenya ?
- Una piedra de Dragón es un pedazo de la piedra-corazón de Dragón ofrecida por nuestro señor, con el fin de que podamos utilizar su fuerza mágica.
- Eso es, respondió el profesor, poniendo la piedra sobre el escritorio. Pues podemos servirnos de un poder que no es mágico, entonces si se sigue la lógica de Armand realizariamos una Teurgia cuando utilizamos este poder externo.
Un alumno lo interrumpió.
- ¿ Pero olvida la entidad superior?
- ¿ Verdaderamente ? ¿ Dragón no es una entidad superior ?
- Pero no lo veneramos, añadió otro estudiante.
- Es verdad que podemos utilizar las piedras de Dragón sin tener que dirigir nuestras oraciones hacia Dragón.
Anryéna estaba satisfecha, las respuestas dadas eran justas y sin ninguna vacilación.
- Este curso va a ser particular, ustedes me conocen desde hace algunos años, más para algunos, y ustedes saben que me gusta crear sortilegios. Les propongo hoy, que comencemos estudiando un problema y que a partir de nuestras teorías nos hallemos en situación de dar a nuestra archimaga, la descripción de un ritual, utilizable y aplicable en cualquier situación. ¿ Puedo contar con ustedes ? Las caras se iluminaron y los meneos de cabeza le señalaban a Marzhin que sí estaban interesados.
- Hasta hace poco, la teúrgia jamás representó una actividad muy común en las tierras de Guem. Si ustedes conocen un poco el trascurso de los acontecimientos que sacuden a nuestro mundo, ustedes saben que la gente del desierto, quienes poseen grandes poderes teúrgicos, se levantan contra nosotros. Nuestra magia no está prevista para hacer frente a la teúrgia, y parecería que nuestras facultades son más débiles que las suyas. La problemática es pues la siguiente: ¿ cómo la magia podría combatir eficazmente la teúrgia ?
A partir alli, los alumnos trabajaron en varias teorías. Algunas fueron apartadas rápidamente mientras que otras fueron retenidas y desarrolladas. El día pasó rapidamente, Anryéna y sus compañeros dejaron a los alumnos y a su maestro al diseño del que iba a comvertirse en un ritual de nivel superior. La noche cayó sobre la Draconia, pero los aprendices magos no se preocuparon de esto, estaban poseidos por una pasión de creación devoradora y sólo muy tarde, cuando el Maestro mago, estuvo satisfecho del resultado, paró allí la sesión de trabajo. Después de un día de descanso, todo el mundo, alumnos, maestros y archimaga fueron convidados a una demostración del resultado. Para tal ocasión Marzhin había pedido la presencia de una persona que contaba con los favores de un dios, para prestarse al experimento. En Noz' Dingard los lugares de cultos eran muy raros, pero esta persona aceptó ayudar a los magos de la academia. Los alumnos presentaron su ritual realizandolo ellos mismos. El "conejillo de Indias" se instaló en medio de la gran sala liberada de todo objeto, para la ocasión. Luego un grupo de tres alumnos comenzó con los encantamientos mientras que Marzhin, les explicaba el principio a Anryéna, Alishk y Aerouant.
- Nos basamos en las investigaciones de su hijo y las de Marlok que concernían a los lazos mágicos. Los alumnos dieron por sentado que entre un sacerdote y su divinidad había un lazo más o menos fuerte como un mago tiene un lazo con su piedra-corazón cuando tiene una. Además estudiamos los informes del combate reciente contra el nehantista. De esto, los alumnos hicieron una transposición. Para que la teúrgia se vuelva ineficaz hace falta que la divinidad no sea capaz de oír las súplicas y asi aislar a los sacerdotes. La archimaga miraba la demostración, con sus ojos de maga, descifrando cada gesto, cada actitud y cada efecto mágico producido por los alumnos. La idea era buena, pero si esto funcionaba, había un punto que había que cuidar. Así como en la inmensa mayoría de los rituales, había un maestro del ritual y el resto eran acólitos. Estos últimos concentraron su fuerza mágica y gracias a un sortilegio de transferencia le otorgaron más fuerza al maestro del ritual. Después de algunos minutos el dirigente sacó una piedra del Dragón y lanzó un sortilegio vertiendo allí su magia. Esto dio por resultado el crear una esfera de gran tamaño, la cual englobó casi toda la sala. El ritual en si estaba concluido, pero para que el sortilegio fuera mantenido, el maestro del ritual debía mantener el flujo mágico. Marzhin pasó la esfera y fue hasta el "conejillo de Indias".
- ¿ Cómo se siente ?
- Extraño, tengo la impresión de ser único de nuevo. La sensación es rara.
- ¿ Me permite ? El maestro mago sacó un pedazo de cristal, se levantó la manga y se hizo un corte en el brazo. Por favor, acuda a la teúrgia y asista esta cuchillada.
El sacerdote se concentró y rogó a su dios como lo hacía normalmente. Pero no hubo ninguna respuesta, la prueba fue concluyente. El maestro del ritual estaba agotando su fuerza, Marzhin le avisó con la cabeza para que concluyera con el mantenimiento del ritual. El pobre estudiante no podía más, estaba extenuado. Anryéna estaba satisfecha y Aerouant encantado del resultado y del modo en el que los trabajos de magos ilustres habían servido. Alishk fue a ayudar a los estudiantes y los felicitó por su éxito. En tanto el sacerdote, encantado de poder utilizar nuevamente la teúrgia, asistió la cortadura del maestro mago. Marzhin explicó luego el desarrollo exacto del ritual así como cada etapa. La archimaga sacó provecho de esto para plantear sus cuestiones.
- ¿ Si comprendo bien vamos a tener que mantener el ritual y su duración únicamente dependera del maestro del ritual ?
Sí, pero preveimos que su fuerza, acumulada con la de Alishk y Aerouant sería suficiente para asegurar una longitud correcta a este ritual. Pero debo advertirle, el ritual de la piedra impide a las personas practicar la teúrgia, pero siempre serán capaces de salir de la burbuja y de moverse libremente.
- Tenemos aliados que asumirán el ataque cuerpo a cuerpo.
Anryéna miraba su cetro con nostalgia.
- Ya tenemos la piedra de Dragón, es hora pues de poner en practica todo esto, en su correspondiente lugar. Agradezca a sus estudiantes, usted puede estar orgulloso de ellos y de su gran trabajo. Esto me confirma que hice bien, en nombrarle en su nuevo puesto. Por otra parte le confío la academia, ya que habrá comprendido, yo misma voy a dirigir el ritual de la piedra.
- Le deseo buena suerte en este combate, Anryéna.
Los magos del Compendium pasaron el día encargándose del ritual para prepararse lo mejor posible y el día siguiente ya era hora de salir a reunirse con sus aliados. Un portal que llevaba a el bosque de los Eltarites fue creado por Dragón con el fin de no perder más tiempo porque este último era precioso. Anryéna, Alishk, Aerouant y Kounok atravesaron pues el portal y se encontraron instantáneamente a días de viajes de ahí.
El lindero del bosque era tranquilo, la bruma matutina daba un carácter misterioso e inquietante. El portal apareció en la frontera con la Tumba de los antepasados y los Enviados de Noz' Dingard fueron transportados hasta alli. No hizo falta mucho tiempo para que ciertos miembros de los Corazón de Savia vengan a su encuentro para acogerles. Después de un intercambio de informaciones, los Enviados supieron que los Piratas habían ido detrás de algo importante para ellos y que la "corrupción" de las tierras de la Tumba de los antepasados progresaba, lenta pero segura. En el otro sentido, el ritual de la piedra fue presentado a la Kotoba y a los Corazón de Savia, los dos principales gremios que se habían quedado para enfrentarse con el enemigo. Las tropas se pusieron en marcha, movilizadas por la esperanza de una rápida resolución de los conflictos de la Piedra Caida del Cielo. Por su parte, los nómadas del desierto habían montado un campamento y esperaban pacientemente un signo de su divinidad. La paz mental de los lugares fue perturbada por Kararine quien vigilaba los alrededores y vio llegar sobre ellos, al pequeño ejército. Sono el zafarrancho de combate y en poco tiempo los nómadas fueron llamados a la batalla, y se encontraron de frente a sus adversarios. La estrategia de ataque en línea ordenada era la especialidad de Kotoba. Gakyusha había establecido rápidamente un plan tomando en consideración las caracteristicas de cada uno. Los guerreros serían la punta de lanza, mientras que los merodeadores rodearían al enemigo con el fin de matar a los sacerdotes que probablemente estarían en retirada. Por ultimo, los magos se quedarían a distancia y protegerían al Compendium, el tiempo que durase el ritual. El Señor Imperial no esperó más tiempo y ordenó el asalto. Anryéna, Alishk y Aerouant comenzaron el ritual. Ambos hombres habían previsto una pequeña reserva antes de comenzar, con el ritual de los cristales, en los cuales fueron encerrados por la magia, haciéndoles temporalmente mucho mas fuertes. La primera fase del ritual pasó bien, Aerouant y Alishk estaban rebozantes de magia, luego su fuerza se trasladó a Anryéna que no esperaba recibir tanto de ellos. Pero los sortilegios de preparación inventados por los aprendices de Marzhin hacían maravillas. Blandio entonces su cetro con sus dos manos y canalizó toda la magia que estaba en ella y la hizo pasar por el cetro. La burbuja de magia apareció, luego creció a una velocidad increíble. Englobó muy rápidamente el campo de batalla y a la Piedra Caida del Cielo. Ïolmarek y sus sacerdotes se sorprendieron al ver esta burbuja y comprendieron de qué se trataba cuando no se hallaron en situación de asistir a los guardiánes del templo. Aislados de su dios, los fieles de Sol´ra fueron rápidamente sobrepasados y el talento de los combatientes del desierto no estuvo a la altura, frente al número de los adversarios...
Batalla de la piedra, capitulo 2
El sol brillaba intensamente en el cielo sin nubes del desierto de esmeralda. El calor era insostenible a esta hora del día, y los habitantes preferían recorrer los callejones más frescos de la ciudad de P´tra. Esta, en otro tiempo era una ciudad floreciente y era el centro de un reino, hoy desaparecido. De aquella magnifica ciudad cavada y esculpida en la tierra roja de las montañas de Ponant, hoy solo quedaba la sombra. Quedaban viviendo en ella, un pequeño grupo de familias que trabajaban en la creación de joyas a base de esmeralda. P´tra era también el dominio de un dios venerado únicamente en este continente y en relación directa con los insectos hormigueantes en la región: Kehper, el dios escarabajo. Su templo era un edificio magnífico y troglodítico bañado por la luz que pasaba por la multitud de aperturas en su fachada. La entrada desembocaba en una sala inmensa con un techo increíblemente alto. En medio de dicha sala, se encontraba la representación humanizada de Kehper, un hombre cuya cabeza era un escarabajo, de reflejos azulados y que observaba petreo la eternidad. Por todas partes en las paredes, había pequeños hoyos de donde los escarabajos sagrados iban y venían. Soraya había sido designada por Kehper para convertirse en su nueva sacerdotisa y la joven mujer, aunque no le atraía el escarabajo, se sentia honrada de servir a un dios. Por desgracia, se resignó de ver a su pueblo irse en busca de una vida menos dura en otras comarcas . Aquel día rezaba para que Kehper le ayude.
- ¿ Que hicimos mal ? ¿ Provocamos tu furia ? Nuestro río se deseca y nuestro pueblo tiene hambre. ¿ Cual es el significado de todo esto ? ¿ Es una prueba, un tanto cruel, a la cual tu voluntad divina nos somete ?
La joven mujer no esperaba una respuesta, Kehper siempre le había respondido de otro modo. Sólo por signos y tambien con esta facultad para poder controlar los escarabajos. Pero esta vez, parecia que sus oraciones habian sido oídas, pero posiblemente no como lo esperaba.
- Tu pueblo no hizo nada que pueda enfadar a los dioses, sacerdotisa. En la abertura de la entrada se encontraba un hombre alto. La luz que llegaba por detrás suyo le daba a su llegada un sello singular. Se adelantó hacia la sacerdotisa a paso seguro, descubriendo entonces su aspecto. Vestido de tunica y de ornamentos que representaban el sol, su piel era muy oscura como quemada. Contrastando con esto, caian sus cabellos que eran color blanco hueso. Por fin, y para aumentar el carácter increíble de su aspecto, dos grandes alas se batían muy lentamente en su espalda. Soraya jamás había visto en su vida, nada como esto, que era de carácter divino sin lugar a dudas. Se levantó y fue al encuentro del visitante.
- ¿ En este caso, dígame a qué debemos toda esta miseria, si esto no es porque los dioses han alejado su vista de nosotros?
- Dios te mira y tus actos condicionan el futuro de tu pueblo. ¿ Sabes quien soy? Soraya negó con la cabeza. Una lanza nimbada de luz aparecio en la mano del hombre.
- Soy Tsheptès, mensajero de Sol´ra, dios de los dioses. Impresionada y con la certeza que no se le mentía, la sacerdotisa se puso de rodillas para probar su sumisión.
- ¿ Viniste a anunciarme el fin de P´tra ?
- No, no estoy aquí para eso. Vengo a darte a ti la voluntad de Kehper, servidor de Sol´ra. Si quieres salvar a tu pueblo, escucha su voz y obedece.
- Estoy a su servicio.
- Debes encontrar Kehpsoun, la cuna de Kehper y recuperar el vaso canope de su encarnación.
Soraya volvió a repasar muchas veces la frase, para comprender bien la implicación de los actos que se le pedía. Kehpsoun era un templo, el primero dedicado al dios escarabajo. En cuanto al vaso canope, los textos consagrados escritos en la piedra arenisca, en el fondo del templo de P´tra contaban los siguientes hechos.
Fue en el tiempo de la guerra de los dioses, que se les dio a estos la posibilidad de elegir: capitular o morir. Kehper vio allí la oportunidad de establecer, por fin, un panteón estable, con un dios capaz de hacer respetar el orden entre sus filas.
Pero muchos de los otros dioses y diosas no vieron esto de la misma manera, asi fue como la guerra estalló contra los fieles de Sol´ra. Los dioses decidieron tomar forma humana. Numerosas fueron las batallas y muchas encarnaciones fueron vencidas. La encarnación de Kehper habría perecido enfrentándose con Ayepth dios del mal y esposo de Ptol´a. Su cuerpo fue devuelto a Kehpsoun. Asi Sol´ra lo homenajeó. Su cuerpo fue embalsamado y enterrado en una tumba. Un vaso canope que contiene una parte de su fuerza divina fue encerrado en el templo. Se decía que Ayepth enterró con vida a los sacerdotes de Kehper, en Kehpsoun, cubriendo el lugar con arena para toda la eternidad.
- Nadie jamás encontró Kehpsoun y...
- ¡ Usted duda demasiado de usted, usted tiene todo a su alcance, mire, observe y sobre todo tenga fe !
La joven mujer miró a la derecha, y luego a la izquierda pensando que todo se le revelaría, pero nada pasó. Estaría encantada de poder recobrar el vaso canope del que veneraba, pero la tarea parecía imposible.
- ¡ No olvide quien es usted, Soraya, no lo olvide !
Tsheptès dejó a la joven mujer con su misión divina, otro destino le esperaba al Solarian, un destino un tanto increíble...
Soraya perturbada por esta visita, emprendió un registro minucioso del templo. Todo era viejo y era difícil para ella el encontrar personas para mantener el templo. Había menos fieles, menos dinero y sobre todo menos personas cualificadas. Había más actividad cuando ella era pequeña y sobre todo cuando habia más sacerdotes. Su mentor había muerto de viejo, cinco años antes, lo que la convertía en la única y última criada de Kehper. El templo era un conjunto de galerías que daba a pequeñas salas de oración o salas de estar, desocupados en su inmensa mayoría. Dio la vuelta, sintiendo el estado ruinoso de esta obra arquitectonica. Se fijó en el antiguo lugar de oración, un cuarto que fue abandonado, al comenzar a usarse la gran sala de oración y que sirvió cuando el templo fue fundado hace ya mucho tiempo. De manera extraña, todo se encontraba en buenas condiciones, tanto las pinturas como las paredes. La decoración había sido hecha en base a las viviendas de los escarabajos. Lo que llamó la atención de Soraya fue el número impresionante de insectos presentes. Había escarabajos de todos los colores y de todas las tallas. Bullían sobre el altar alumbrado por una apertura en una de las paredes. Al acercarse, se detuvieron como si observaran los actos de la sacerdotisa. Escudriñó el altar y encontró en el medio, un ídolo de escarabajo en relieve. Ya había venido aquí, pero no tenía memoria de una escultura cualquiera en este preciso lugar. Las pequeñas bestias se apartaron del ídolo, en el momento en el que tendió la mano para pasar la punta de sus dedos sobre la superficie del objeto, en parte cubierto de arena. Sopló para dispersar la arena y observó a los escarabajos, que por todos lados parecían esperar algo. El ídolo, rompió su superficie, que se partio como una cascara de huevo. Pasaba que ciertos escarabajos sagrados pasan mucho tiempo adormecidos en las paredes del templo y el que estaba allí se despertaba de un sueño largo, Mucho más largo, que la mayoria de sus congéneres. La quitina de este escarabajo era verde con reflejos arco iris. Soraya colocó la mano delante de él y este subió a ella, más mal que bien.
- ¿ Y bien, tu serías Kehperis?
El escarabajo sacó sus alas y voló, al principio despacio, luego más rápidamente y acabó por colocarse delante de la cara de la joven mujer.
- Kehperis ak-toun ik.
Soraya comprendió las palabras del escarabajo, la lengua de Kehper. Aparte de algunos antiguos moradores de P´tra y ella, nadie más la hablaba. Estas palabras confirmaban el estatuto de la criatura. Los Kehperis acompañaban al dios escarabajo en el tiempo cuando éste pisaba la arena caliente del desierto de esmeralda. Soraya no creía verdaderamente en el azar, todo llegaba con un fin preciso. La aparición de Tsheptès, la misión encomendada, luego el Kehperis, hasta la etapa próxima. Sabía muy bien lo que implicaba este descubrimiento, el lazo entre Kehper y sus insectos era poderoso, iba poder encontrar Kehpsoun.
- ¿ Kehperis, es importante encontrar el vaso canope de Kehper, todavía puedes sentir su energía ?
El escarabajo se estancó algunos instantes, luego giró en el cuarto antes de pararse delante del pasillo.
- ¡ Kheks ! Lo que quería decir " asi es ".
La sacerdotisa apenas tuvo tiempo de cargar algunos bartulos para realizar el viaje, ya que Kehperis se alejaba del templo seguido por un gran número de otros escarabajos.
La arena ardiente no detuvo a Soraya, a pesar del cansancio de los dos días de marcha. Su determinación y su fe fueron el motor de esta travesía hacia el oeste. Atravesó una región donde cortantes rosas de las arenas de esmeraldas se habían formado con el paso de los años. Sus pies sufrieron de cortaduras y tomó parte del tiempo de descanso, con el fin de acudir a la generosidad de su dios. Al tercer día el aire se volvió más fresco, el océano no se encontraba muy lejos. Esa misma tarde, Kehperis detuvo su vuelo, se posó sobre un cerrillo y comenzó a enterrarse, seguido por sus semejantes. En poco tiempo, desenterraron una puerta de roca grabada por símbolos antiguos.
- ¡ La entrada de Kehpsoun! Exclamó. Gracias a ti, Kehperis.
Soraya empujó la puerta, que para su gran asombro, se abrió sin ningún problema. Dio un paso para atrás, pues se desprendía de este lugar una presencia funesta. No se desanimó y después de haber encendido una antorcha, entró en el interior. A cada paso, oía pequeños crujidos y al alumbrar hacia el suelo, vio centenares de restos de escarabajos muertos, cuyas conchas eran aplastadas bajo sus pasos. Recorrio un gran pasillo antes de ver los primeros cadáveres de sacerdotes de Kehper. Todo esto la entristeció y comprendió por qué había sentido tantas emociones cuando se abrió la puerta. Habían seguido a su maestro, en una muerte, que no podía desearle ni a su peor enemigo. Progresó lentamente mirando con curiosidad la arquitectura increíble que se le ofrecía. Siglos de historia de su culto fueron grabados allí, en la piedra blanca, en la superficie extremadamente lisa. Pero esta sensación de dolor aumentaba a medida que su exploración avanzaba. Algo la molestaba y comprendió que una fuerza sombría estaba presente aquí. Sus pequeños compañeros no se le separaban, emitían desde su llegada aquí, un ruido sordo de conchas que se entrechocan entre sí. De golpe, estos últimos se reagruparon delante de la sacerdotisa para formar una pared. Fue salvada por milagro, ya que una jabalina se hundió dentro de la pared, matando algunos escarabajos. La luz irregular de la antorcha le permitió discernir una criatura que se dirigía hacia ella. Un hombre, cuyas ropas desgarradas eran los de un gran sacerdote de Kehper, avanzó hacia ella a pasos vacilantes. Su aspecto monstruoso la sobresalto. Su piel estaba seca sobre sus huesos y su cabeza era la de una serpiente.
- ¡ Una maldición de Ayepth ! ¡ Es inmundo !
Los escarabajos se arremolinaban alrededor de Soraya para protegerla lo mejor posible. La reacción de esta última fue rápida y expeditiva. Muy enfurecido debido al sortilegio que lo poseia el sacerdote atacó,y Soraya hizo uso de la teúrgia. El combate entró en su climax, a cada golpe realizado por el sacerdote, ya sea por la teúrgia o por la intervención de los escarabajos, Soraya obligaba a la criatura a retroceder y su lentitud jugaba en su contra. La vieja espada herrumbrosa rozó cada vez con la joven mujer sin llegar a herirla jamás. La cabeza de serpiente gritaba locuras y promesas de una agonía eterna y de una muerte lenta. Pero al contrario de la criatura, Soraya tenía con ella la voluntad y el apoyo de un dios, lo que la hacía fuerte y poderosa. Por su parte, la criatura estaba muerta hace tiempo, no sentía pena, cólera o sufrimiento, sólo debia cumplir con su siniestra misión: matar a todo intruso. El cansancio de los últimos días se hizo notar en la joven mujer que resoplaba, su corazón latía a alta velocidad y el adversario ganó terreno. Delante del peligro, Kehperis abandonó temporalmente el combate para ir detrás del vaso canope tan deseado. Atraido como un imán, no tardó mucho en encontrar el emplazamiento del objeto. Rascó la arena, se coló entre las piedras y accedió por fin al vaso, que percutió con todas sus fuerzas con el fin de derribarlo. El vaso canope rodó, girando sobre si mismo, hasta que cayó, rompiendo la tapa de barro cocido. Una miríada de pequeños escarabajos verdes salieron de el y asolaron todo a su paso. Kehperis siguió a los escarabajos, que volvían al lugar del enfrentamiento. Los pequeños escarabajos sumergieron a la criatura que fue roída en poco tiempo y de la cual solo quedo el esqueleto. Soraya cayó de rodillas, postrandose ante la aparición de los escarabajos, reconociendo la presencia de Kehper.
- Mi vida le pertenece señor.
Kehperis se puso delante de ella y a traves de su intermediario el dios escarabajo le habló.
- Tu vida es preciosa sacerdotisa. Te agradezco por la ayuda que me brindaste. Eres aquella por la que todo va a comenzar de nuevo, este templo es en lo sucesivo el tuyo y P´tra volvera a ser aquella que fue. Pero antes de esto, habra que librar una nueva batalla.
- Haré según tu deseo.
- Debo regenerarme y mientras tanto, debes hacer un viaje largo hacia comarcas sin arena. Kehperis va a acompañarte y cuando te hayas reunido a los tuyos, me reuniré contigo. ¿ Comprendiste Soraya ?
- Sí señor.
- Entonces ponte en camino. El hambre, la sed y el cansancio te serán desconocidos, marcharás día y noche, nada podrá cortarte el paso, esa es mi voluntad.
La joven mujer se levantó y sin esperar dejó el lugar, seguida por sus compañeros escarabajos.
Varios días habían pasado. Soraya oía el canto de la piedra, la voz le pedía venir, ayudarle contra los infieles. Pasó la frontera de la tumba de los antepasados y por fin la piedra estuvo a la vista. Sentía toda esta energía divina que se extendía desde la piedra, purificando estas comarcas. Rodeó la piedra y llegó mientras que los nómadas se encontraban en dificultades. Una burbuja inmensa y mágica englobaba la piedra, Kehperis le pidió no ir allá. Ya era hora de llamar a Kehper.
La sacerdotisa tomó el escarabajo sagrado y habló en la lengua de sus antepasados. Imploraba a Kehper que veniera aquí, en este momento y a este lugar para restablecer la justicia y combatir a los que querían matarlos. Apoyó el escarabajo en el suelo y continuó su invocación. Ciertos Nómadas que se habían replegado, llegaron en aquel momento al lugar donde estaba la sacerdotisa. Eran perseguidos por algunos de sus adversarios. Comprendiendo lo que realizaba la joven mujer, sus compatriotas hicieron frente a sus agresores con el fin de protegerle lo mejor posible. Lodir partió una lanza de ámbar en dos, con su cimitarra, mientras que la Esfinge, determinada a desempeñar su papel, no cedió una onza de terreno. Los guardiánes del templo sufrían numerosas heridas pero se defendían con uñas y dientes. Esta piedra era suya y de nadie más. Sobrepasada por el número, la Esfinge se derrumbó en su propia sangre, su misión estaba concluida ya que Kehper apareció.
Un escarabajo más grande que una casa surgio en una tempestad de arena caliente. Soraya estaba en trance de pie sobre su espalda. De un cabezaso, la encarnación de este dios menor barrió a ambos Tipos de Hom' chaï como si nada. Luego el ritual de la piedra cesó, dejando por el suelo a los nómadas y a la esperanza de la coalición de gremios de una victoria definitiva. Pero en esta partida de fracasos, Sol´ra parecía llevar la delantera. Kehper concedió a la sacerdotisa el derecho de tomar parte de su energía divina. Soraya se concentró, visualizando a cada nómada del desierto. Una luz se escapó de ella y golpeó a todos los fieles de Sol´ra, curando instantáneamente sus heridas. Anryéna y los otros miembros del Compendio estaban agotados, el ritual les había costado mucha magia. Todo había funcionado bien, los nómadas estaban deshechos.
Pero un invitado de último momento acababa de poner todo “patas arriba” y era imposible para Anryéna el reactivar el ritual, no en estas condiciones por lo menos. Los Nómadas se ordenaron rápidamente y contraatacaron con celeridad, tomando de improviso a la coalición. Los miembros de Los Corazón de Savia se retiraron a la vista del escarabajo, símbolo de la muerte, para ellos. Gakyusha no pudo retener a sus tropas y perdio su estrategia. Kotoba apretó las filas, apoyado por los enviados de Noz' Dingard todavía en estado de combatir. Su estrategia, en lo sucesivo consistía en evitar las pérdidas y ponerse a cubierto. Al cabo de una hora de batalla la coalición fue rechazada lo más lejos posible de la piedra, para ellos La batalla de la Piedra estaba perdida.
Cronicas de la Kotoba: Jian Qiao y Sen´Ryaku
El desenlace de la Batalla de la Piedra no fue favorable a la coalición de los gremios. Los Nómadas en presencia temporal de una encarnación divina se revelaron temibles. Cada gremio se replegó entonces hacia su patria respectiva con el fin de realizar un análisis de esta derrota y de reflexionar sobre sus acciones próximas. Por una razón que les era desconocida los Nómadas no persiguieron a los fugitivos sino que se quedaron junto a la Piedra Caida del Cielo. Kotoba encontró refugio en la pequeña ciudad de Okïa, situada en la frontera de la Tumba de los antepasados y del imperio de Xzia. Gakyusha, herido en la batalla, reposaba en casa del señor Ayao. El resto de los miembros de la Kotoba, que lo acompañaban fueron hospedados en el hostal “Kirin duerme”.
Por la ocasión, había mucha animación. Los habitantes empujados por la curiosidad se amontonaban en la entrada con el fin de escuchar las conversaciones a propósito de los últimos acontecimientos. Xin se había instalado, al lado de otros, en el fondo del cuarto principal. Amaya, Tsuro, Masamune y Sen´Ryaku platicaban sobre la batalla. Amaya siempre muy despreocupada quería devolver el favor, dandole “una patada en las nalgas " a los Nómadas, mientras que Masamune y Tsuro se concentraban en un examen minucioso del desarrollo de la batalla, con el fin de establecer una estrategia adecuada a futuro. Sen´Ryaku escuchaba los argumentos de unos y otros haciéndo su propio analisis. Tenía dudas en cuanto al futuro de esta guerra. Los Nómadas eran capaces de invocar seres superiores, el equivalente de los “Kamis” según su cultura. ¿ Y qué podría hacer ella, una simple mortal, contra los dioses ? Compartió con los demas su inquietud, agregando frialdad a un ambiente ya taciturno.
- ¡ No es tiempo de dudas, querida prima !
La voz fue lo bastante fuerte para que todo el mundo la escuchara. Apartando a los curiosos, una joven mujer vestida de ropaje amplio, blanco y rojo entró en el hostal. Su parentesco con Sen´Ryaku era evidente.
- ¡ Y bien ! ¿ No me saludan ?
Sen´Ryaku saltó a los brazos de su prima. Hay que reconocer que se encontraba verdaderamente sorprendida de verla aquí.
- ¡ Jian ! ¿ Que haces aquí ? Estas muy lejos de la casa de mi tío. El aspecto de Jian Qiao se ensombrecio repentinamente.
- ¡ Te contaré todo, pero ahora, dice mirando por turnos a Tsuro y Masamune, vengo para presentarme al Señor Imperial, porque recientemente fui nombrada miembro de la Kotoba !
Sen´Ryaku estalló de alegría y las dos jóvenes mujeres festejaron sin moderación.
- El Señor Imperial no se encuentra disponible por el momento, pero siendo su segundo, usted se presentará conmigo, cortó Tsuro.
Un " Hum... Hum... " ronco vino a perturbar el intercambio de cortesías. Detrás de Jian Qiao, en el paso de la puerta se encontraba un hombre vestido como un magistrado, luciendo el magatama del emperador. Por un momento Jian Quiao, lo habia olvidado totalmente, sin embargo esta persona era sumamente importante a los ojos del Regente imperial.
- ¡ Oh, euh, sí ! Él es el cronista imperial Sima Qian.
Al oir este nombre Tsuro, Masamune y Xïn que se habian levantado para la ocasión, se inclinaron respetuosamente.
- Veo que todavía quedan algunas personas que recuerdan el respeto que se debe demostrar a un cronista imperial, dice fulminando con la mirada a Jian Qiao y a su prima. El Señor Imperial sabrá de esta flagrante falta de disciplina en las filas de la Kotoba.
- ¿ Honorable Sima Qian, a que debemos el honor de su llegada ? Preguntó Tsuro.
- El Regente imperial desea que la historia de los miembros de la Kotoba sea conocida por el pueblo con el fin de devolverle la esperanza y las ansias de progreso. Voy a quedarme con ustedes para plasmar sus experiencias de vida.
Los miembros de la Kotoba se encontraron un poco desorientados con esta noticia. Ambas primas se adelantaron en conjunto, mostrandose voluntarias para comenzar con la tarea. Un poco despechada, Sima Qian aceptó.
- Bien, ya que hay que hacerlo, hagamoslo de una vez... El gerente del establecimiento dispusó de un espacio con el fin de que el cronista pudiera instalarse y tomar aliento antes de recibir a Jian Qiao y a Sen´Ryaku. Ambas mujeres se arrodillaron ante el viejo hombre y esperaron pacientemente, como lo requería la tradición, a que éste se les dirigiese.
- Repentinamente las encuentro muy tranquilas y respetuosas de las reglas de cortesía. Supongo que han sido sermoneadas por su superior. Ustedes pertenecen a la misma familia según las largas historias que me contó Jian Qiao, durante nuestro viaje hasta aquí.
El hombre se mostraba bastante exasperado mientras decia esto.
- Entonces, las escucho.
Jiain Qiao se aclaró la garganta.
- Nacimos en el pueblo de Ciam-oi donde nuestra familia vive desde hace tiempo. Ambas vimos la luz la misma noche, una noche de luna llena. Nuestros padres son hermanos y ellos también nacieron el mismo día y sus padres también eran hermanos. Como consecuencia de este destino extraordinario, tambien crecimos juntas. Muy rápidamente mostramos facultades particulares en las artes marciales y el manejo de las armas.
Al su lado, Sen´Ryaku matizaba las palabras de su prima con expresiones de su cara, yendo de la sonrisa a la risa discreta pasando por un entrecerrar interrogante de los ojos. Sima Qian tomaba nota de todo, con frases propias del romancero.
- Continúen, cuentenme sus hazañas.
Ambas primas buscaban una buena historia que contar, cuando Jian Qiao se acordó de un momento particular.
- ¿ Puede ser el ataque de los bandidos de los Montes del Perro Muerto ? Exclamó Jian Qiao a su prima.
- ¡ Sí sí ! Tu cuentas tan bien, esa historia.
La joven mujer saltó sobre sus dos pies con el fin de hacer poses e ilustrar la historia.
Era un día de verano, ese famoso verano cuando el río de nuestro pueblo casi se seca a causa del calor. Nuestros ancianos jamás habían vivido semejante período de sequía. Los cultivos y el ganado sufrían y el hambre acechaba a los más débiles de nosotros. Muchos hombres del pueblo partieron en busca de agua y alimento, dejando a los ancianos, las mujeres y los niños. Aquel día, los bandidos de los Montes del Perro Muerto decidieron venir a pillarnos... ¡ Grave error !
¡ Eran una treintena, estas cucarachas perdidas, y armadas hasta los dientes ! No sabían que allí estabamos mi prima y yo. Los previnimos: váyanse o perezcan. Se rieron, se burlaron y perecieron...
Jian Qiao imitó una escena de combate tomando posturas de arte marcial, peleándose contra bandoleros imaginarios. Simulaba cada rotura de hueso, esquivando cada golpe. Sen´Ryaku se levantó e hizo lo mismo.
- Habíamos puesto en tierra a estos malvados cuando el innoble Thang-ye cuya reputación en la región lo convertía en el peor ser existente sobre tierra, mostró su cara quemada. Pretendía que podía matar a un hombre de un solo golpe de puño y que su soplo era el del dragón.
Sen´Ryaku imitaba entonces a una persona horrible y saltó sobre Jian Qiao. Se efectuó un rápido combate entre las dos jóvenes mujeres, luego Sen´Ryaku fingió la derrota cayendo al suelo.
- ¡ No era nadie frente a nosotros ! Así es como los terribles bandoleros de los Montes del Perro Muerto fueron detenidos...
Ambas chicas aplaudieron, sonriéndose una a la otra.
- Muy bien, apasionante. ¿ Hay alguna otra ? Preguntó el cronista imperial.
Esta vez fue Sen´Ryaku quien tomó la palabra.
- Una vez hubo un gran incendio en el bosque bonzaï. ¿ Escucho hablar de él ?
Sima Qian sacudió la cabeza negativamente mientras que Jian Qiao tenía los ojos chispeantes de excitación.
- ¡ Sí, que momento increíble ! Mi prima y yo habíamos decidido que ya era hora de vivir nuestra propia vida, deseábamos ir a Meragi para probar fortuna y gloria. Habíamos marchado varios días cuando en el cielo apareció una negra humareda. Empujadas por la curiosidad fuimos a ver de qué se trataba. ¡ Y era el milenario bosque bonzaï de Mishima qué se consumía ! ¿ Imagine la escena ? ¡ Este místico lugar protegía árboles raros y animales únicos ! No lejos de allí, había un pueblo al borde de un río. Los habitantes estaban enloquecidos viendo el desastre. Pero nos pusimos manos a la obra. Jian Qiao tomó el mando del grupo más cercano al fuego y organizó una gran partida con el fin de extinguir esta fuerza de la naturaleza. ¡ Y allá fuimos ! Sen´Ryaku se acercó a Jian Qiao y a Sima Qian y cuchicheó. - Pero esto no termina ahi... El fuego no se había iniciado solo, había sido provocado y no por cualquiera. Huo había roto su prisión mística y había vuelto a provocar los mayores daños posibles.
Jian Qiao tomó el relevo de su prima.
- Buscaba problemas... y los encontró. Gracias a nuestro espíritu de estrategas, atrajimos a Huo hacia el río, en el cual lo sumergimos para destruirlo. Resultado de esto, terminamos con numerosas quemaduras, dice mostrando sus antebrazos cubiertos de viejas cicatrices. Sen Ryaku hizo lo mismo para probar su " buena fe ". El cronista imperial estaba silencioso, su pincel apeaba la hoja con flexibilidad y delicadeza. No había levantado la mirada, solo concentrado en la redacción de esta primera crónica. No dudó un segundo que todo lo que le contaban las jóvenes mujeres estaba adornado como era menester, al contar historias heroicas. Se endurecieron, esperando que les pidiera otra cosa. Sima Qian puso sus pequeñas gafas sobre la bandeja de madera donde escribía y su cara tomo un aire risueño.
- Sus historias están encantadoras, plenas de vida e increíbles. ¿ Pero qué hay del incidente Azawa ?
A la sola pronunciación del incidente, las primas lo miraron con ojos terribles, Azawa era para ellas la peor humillación posible, a sus ojos.
- Si se pudiera no hablar de ello, seria mejor. Lanzó Jian Qiao muy molesta y visiblemente tímida.
¿ Por qué no hablaríamos de él ? Después de todo, esa misión fue un éxito.
Pero la situación no fue para nada ventajosa. ¿ No hace falta que el pueblo guarde una buena imagen de los miembros de la Kotoba ?
Sen´Ryaku no decía nada. Recordaba muy bien esta misión dónde su prima y ella fueron enviadas para conseguir informacion acerca de un señor Azawa. En esa ocasión fueron obligadas a vestirse " de señoritas " con maquillaje, peinado y quimono tal como lo exigía la tradición. Su mascarada fue descubierta en el momento en el cual obtenían la información y un desemboco en un enfrentamiento que tuvo lugar en los jardines de la morada del señor Azawa, delante de un gran numero de invitados, entre los que se encontraba el señor Gakyusha, supervisor de la misión. Sen´Ryaku y Jian Qiao no se encontraban comodas de pelearse en su atavío y acabaron por encontrarse en paños menores, delante de todo el mundo...
- Usted tiene razón, pasemos por alto esta historia, ya tengo suficiente material para mi cronica. Ustedes pueden dejarme ahora, voy a terminar el relato.
Las primas no se hicieron rogar, contentas con no tener que contar esta historia detalladamente.
- Crees que comprendió, que le habían contado cualquier cosa. Se inquietaba Jian Qiao.
- A mi parecer, habrá escuchado otras historias traidas de los pelos.
- Puede ser, en todo caso, era muy gracioso...
Tras el rastro del Comepiedras
Anryéna, Sevylath y El Rey Trueno habían desaparecido repentinamente delante de los rostros boquiabiertos de Granizardo y sus compañeros. Esto fue tan súbito que tardaron algunos momentos antes de recuperar el sentido. Ergue examinó el suelo y su estructura para ver si nada era "anormal".
¡ Pouah ! ¡ Es por esto que no me gusta la magia ! ¡ Es demasiado inestable ! ¡ Ahora, si que estamos bien ! Ergue estaba bastante enervado por la situación. Le habría gustado saber exactamente quién era este personaje y tener una recompensa a la altura de la batalla librada.
- Ergue, si sucedio esto, por algo será. Hacemos mal en quedarnos aquí, ya es hora de continuar, ordenó Granizardo después de una rápida revisión del templo.
Ojo de gema no se hizo rogar y fue la primera en salir corriendo del templo, al cual habia incluido en la categoría " lugares que no volvere a pisar ". Era el primer golpe animico que sufria el grupo. Hasta ese momento, se encontraban animados por la misión, pero alli empezaron las dudas. Algunos días después de la desaparición de Anryéna, estas tomaron cuerpo. Recorrían los Confines sin ninguna idea certera, de adonde debian ir o al menos a que se parecia el famoso Comepiedras al cual buscaban en vano. Un bello día, Malyss no aguantó más y se quebró
- ¡ De hecho, Granizado, no sabes nada en absoluto y nos paseas para evitar regresar a tu prisión ! ¡ Te valiste de nosotros para liberarte !
El Daïs inclinó la cabeza, contrariado por el cuestionamiento sobre su honradez y los fundamentos de la misión.
- ¿ Cuervo, tienes la memoria un poco corta, sabes que las tierras de Guem peligran ? Los bosques ancestrales de los Eltarites son amenazados y nuestra unica esperanza es encontrar al Comepiedras, replicó Granizardo
La tensión aumentó rápidamente. Sumados Ergue y Ojo de gema que no eran particularmente diplomáticos, pronto la situación se volvió crítica. Fue un viajero, como ellos, quien interrumpió las hostilidades. Un joven hombre se acercó por el mismo camino que seguia el grupo. Su atavío no recordaba a nada conocido. Cuando vio a la pequeña tropa, se detuvo al borde del camino no muy lejos de ellos y se instaló para alimentarse, sin mas cuidados. Granizardo dejó el grupo y fue al encuentro del joven hombre que lo recibió con una sonrisa franca.
- Disculpas por molestarlo, pero debo reconocer que estamos perdidos.
- Buenas tardes Daïs, escuche su disputa.
- ¿ Usted sabe de que raza soy ?
- Hay gente de su raza en los Confines. Pero se ve que no conoce bastante de este continente. ¿ Cómo podrían, ya que ustedes están perdidos ?
El chico revolvió su bolsa y sacó un pergamino bastante grueso. Lo desplegó con precaución y descubrió un mapa groseramente dibujado.
- Estamos aquí, dice apuntando el dedo a una parte del mapa. Hay varios caminos que llevan a diferentes pequeñas ciudades. La más próxima de aqui, esta a algunos días de marcha. ¿ Posiblemente deberían comenzar por ahí ? Tenga, tómelo, yo se lo regalo.
Granizardo regresó cerca de los otros aventureros y los anoticio del descubrimiento del mapa.
- ¡ Vamos ! Lanzó Ojo de gema, encantada que hubiera una ciudad no muy lejos.
- ¡ No ! Vayamos en otra dirección. Cuanto más gente se cruce en nuestro camino, más arriesgamos nuestra misión, añadió Malyss enervado.
- No era él, el que nos charlataneaba, dice Ergue con aire suspicaz
El Zil tomó el mapa y trató de descifrar los símbolos inscritos en él, sin éxito. Todo esto reactivó el debate y las disputas prosiguieron cada vez más, delante de la mirada incrédula del joven hombre. Al final de la tarde, no habian tomado ninguna decisión y el campamento se sumio en un ambiente taciturno y eléctrico. Granizardo invitó al viajero a que se les uniera, después de todo era mejor contar con su compañía para sobrellevar el momento tan poco agradable. Era tambien una ocasión propicia para que el grupo aprendiera algo mas sobre los Confines.
- Gracias por acogerme entre ustedes, siempre es más agradable compartir las noches con alguien. Es raro cruzarse con otras personas en los caminos.
El joven hombre echó en el fuego un puñado de nueces extrañas, antes de proseguir.
- Los habitantes de las tierras de Guem no tienen ninguna idea de lo que son los Confines, ni donde se sitúan. Pero puede ser que esto no les interese, no voy atestarle de mis cuentos.
Después de haber hecho un pequeño gesto con la mano, las nueces que se calentaban en el fuego se elevaron en los aires para aterrizar delante del chico. Las peló con dificultad, al estar calientes y luego se tragó su contenido. Tal como niños, Ergue y Ojo de gema pidieron al joven hombre, si no tenía mas de esas nueces. Les dio algunas, antes de enrollarse en una manta.
- ¿ Cuál es su nombre? Preguntó Granizardo.
- Ciramor, le respondió. Buenas noches "Granizardo".
- ¡ Espere ! Usted debía hablarnos de los Confines, cortó Malyss.
- Sera en otra ocasión, estoy cansado. Guarde con paciencia, su ansiedad.
El Cuervo protestó algunos instantes y se fue a dar un paseo, este día decididamente no era el mejor. Desviado y descontento, Malyss trazó rápidamente un plan, no olvidemos que hablamos de un miembro del clan del Cuervo. Ergue también suspicaz, se unió al mago para discutir sobre este encuentro.
- ¿ Crees que nos esconde algo, Malyss?
- Estoy seguro. Este lugar me pone nervioso y pienso que este chico no es un simple viajero. ¿ En todo caso, demuestra conocer el lugar, y si acaso nos indica un camino falso?
- ¡ Dices cualquier cosa ! Ojo de gema interrumpió la discusión. ¿ Ustedes no tienen nada más que hacer que andar de charlataneria ? El caso es que se trata de un viajero, mañana nos dirá más sobre lo que sabe, pero mientras esperamos, durmamos, nuestra búsqueda esta lejos de terminar. Malyss y Ergue no dijeron nada más, pero la disensión en el seno del grupo aumentaba un poco más a cada instante.
Al día siguiente, el sol perforaba las nubes y sus rayos golpeaban los cristales diseminados sobre la multitud de islotes de los Confines. Mientras que Malyss, Ergue y Ojo de gema todavía dormían, Granizardo sacaba provecho de un momento de tregua para discutir con su improvisado compañero. Habiéndose levantado muy temprano, el Daïs utilizó sus dones mágicos para adivinar la naturaleza de Ciramor. Y el resultado fue muy sorprendente, detectó en él una magia muy poderosa.
- ¿ Usted sabía que éstabamos allí, cierto?
- A decir verdad, sí, sentí su presencia desde su llegada a los Confines.
- ¿ Entonces quién es ? ¿ Debemos temer algo de usted ?
El joven hombre se rió
- No no, realmente viajo y esperaba encontrar a otras personas para evitar ser el único en estas tierras.
" No me dice todo " pensó, " Si la palabra no basta para soltar las lenguas, voy a entrar en acción ". Con rapidez desenvainó su daga y se puso en guardia. Ciramor se levantó y se desplazó lentamente levantando las manos en signo de paz.
- ¡ Le prometo que no le hare ningún mal ! Si procurara perjudicarle, habría muerto por la noche.
- Usted posiblemente no procura matarnos, sino que usted quiere algo más.
Ciramor se colocó para tener el sol detrás, Granizardo fue deslumbrado y la magia de su opositor se puso manos a la obra. Los ropas de Ciramor cambiaron, y una máscara apareció sobre su cara. Realizó entonces un sortilegio que paralizó inmediatamente a su adversario antes de que éste hubiera tenido tiempo de reaccionar.
- Ahora que usted no puede herir a nadie, sabe que yo...
Pero fue interrumpido por Malyss que lo atacó sin hacerse rogar. Un cara a cara se desató. Ciramor intentó dar a entender al Cuervo que esto era sólo para protegerse, pero esto no detuvo al Cuervo quien acudió a toda su magia. El duelo no duró mucho tiempo, Malyss soltó su frustración y su cólera. Pero Ciramor se reveló temible, su magia no era la misma que la practicada en las tierras de Guem. Su apariencia volvió a ser la del joven chico, la máscara se difuminó. Plantó entonces su palo en la tierra, luego de un gesto flexible abrió un libro que apareció de la nada. Malyss sacó provecho de eso para jugar sus últimas cartas y lanzó los sortilegios más negros de las artes del Cuervo. El palo encantado protegía al chico y nada podia tocarlo. Por fin, después de haber leído algunas líneas, el viajero chascó su libro y con ello puso fin al duelo, porque en ese instante Malyss no tuvo mas ganas de enfrentarse con Ciramor. Toda su cólera y su confusión se habían disipado de su espíritu. Granizardo era libre nuevamente, pero tampoco sentia la necesidad de oponérse a Ciramor. Este último recuperó su palo emitiendo un suspiro de exasperación.
- Voy a darles respuestas. Pero antes de eso, sepan que para encontrar al Comepiedras van a tener que ser solidarios y formar a un equipo verdadero, sino nunca llegarán allá. Sentemosnos para hablar de eso, todavía tengo algunas nueces de Zyx, que ustedes parecian apreciar.
Después de haberse instalado alrededor del fuego, Ciramor lanzó algunas nueces en las brasas y comenzó su historia.
En otro tiempo, este continente se parecía mucho a aquel de dónde ustedes vienen. Pero hombres en nombre de una divinidad desconocida atacaron y una guerra estalló. Convertidas en campos de batalla de esta guerra, las tierras se pulverizaron, formando grietas inmensas, fallas y otras grietas. Los Confines deben su salvación sólamente a una persona. Ustedes ciertamente la conocen , también contribuyó a la salvaguardia de las tierras de Guem, hablo de Eredan.
Los cuatro viajeros de las tierras de Guem estaban pendientes de las palabras de Ciramor. No describía gran cosa, pero si todo era verdad, Eredan todavía tenia muchos secretos por develar.
- Veo sus caras interrogantes. ¿ Que saben sobre Eredan ?
- Sé solo que gracias a él, fue que Nehant ha sido vencido, pero que en respuesta a esto desapareció sin que ninguno sepa dónde se fue, explicó Ergue pelando una nuez.
Y con razón, en ese momento respondió a un grito de socorro de los habitantes de estas tierras. No lograban rechazar a los invasores. El mismo Eredan tambaleo de dolor al resistir sólo frente a esta amenaza, y entonces creó una criatura capaz de comprender y resistir a la magia de los invasores, ustedes le llaman Comepiedras pero en ese tiempo, allí, llevaba otro nombre. En el momento, de una última batalla, las tierras temblaron y explotaron en millares de islotes que se fueron a flotar por los aires. ¿ Eredan, el Comepiedras y los pueblos de aquel continente que se convirtio en los Confines habían ganado, pero a que precio ? Golpeado por una extraña aflicción, Eredan moriría a fuego lento, por ello se propuso legarles su saber y la guardia del Comepiedras a ciertas personas a las que habría escogido.
- ¿ Usted es una de estas personas ? Afirmó Granizardo.
- Mi maestro, hoy desaparecido era uno de los discípulos de Eredan.
- ¿ Y justamente, que se hizo de Eredan ? Preguntó Malyss.
- Suponemos que murió, pero no estamos seguros de eso porque aunque terriblemente enfermo quiso irse de nuevo. Dónde se fue, nadie lo sabe.
- ¡ Es una historia increíble! Esto bien vale la leyenda del Titán, Tengo aquí una aventura que voy a poder contarle a la tripulación.
- Ahora que ustedes saben más, es su turno de darme informaciones de las que carezco. ¿ Por qué buscan al Comepiedras ?
- En nuestro hogar, el Comepiedras es una leyenda, esta criatura sería capaz de comer los cristales mágicos más poderosos. El caso es que un meteoro se estrelló en tierras de Guem y desde entonces gente venida del desierto, con poderes desconocidos nos atacaron y defienden esta piedra caida del cielo. Escuchando su cuento tengo miedo en ver que la historia se repite.
- Interesante, pero en mi historia no había meteoro.
Ciramor miraba las llamas, los ojos en el vacío. Varios sentimientos se entremezclaban.
- Voy a ayudarles a encontrar al Comepiedras, pero debo prevenirles, hará falta que ustedes sean muy unidos en las pruebas que van a presentárseles. Eredan no dejó al Comepiedras al alcance de cualquiera. Su compromiso será sometido a un test, la cuestión es entonces: ¿ piensan estar a la altura de esta tarea ?
Resurgencia
Capitulo 1: Dimizar
Esta historia se desarrolla antes de la caída de la piedra a las tierras de Guem, a los pies de los montes negros cercanos a Tantad. El hombre marchaba a paso inestable, sus lágrimas golpeaban tan pesadamente el suelo como la pena que invadía su corazón magullado. Ya no sabía dónde iba y repetidas veces estuvo a punto de caer. Pero nada hubiera podido hacerlo soltar el cuerpo inerte que llevaba. La pena primaba por sobre todas las demás emociones y su razón. Marchó largas horas, perdido en lugares donde nadie se atrevía a aventurarse. En plena noche, casi exhausto, se encontró delante de una caleta donde danzaban las luciérnagas. Depositó afectuosamente a la mujer a la cual habia sido unido. Ya las lágrimas habían cesado, ahora su cara se deformaba por terribles sollozos. Con su mano cubierta de rasguños acarició la cara y besó los párpados de la mujer para despedirse de ella.
- ¿ Podrás, allí dónde vas, perdonar mi debilidad y mi impotencia para encontrar el mal que te aquejaba? Te quedarás para siempre en el fondo de mi corazón.
Tomó luego una piedra y la puso cerca de su mujer, luego la segunda, y asi sucesivamente hasta que la tumba estuvo concluida finalmente. La noche se acercaba y el cansancio moral y físico hicieron presa del hombre. Se durmió, quebrantado para siempre.
- Dimizaaaar... Dimizaaar... ¡ No es tu culpa, no tienes nada que ver ! ¡ Ha sido el ensalmador qué no hizo nada !
En el sueño, el hombre revivía, una y otra vez, los peores momentos de su corta vida. El momento cuando por falta de dinero, nadie lo ayudó y por razones políticas su familia se encontró marginada de su comunidad. La cara de su mujer al principio alegre y plena de vida, y que luego se fue marchitando con la enfermedad que carcomia lentamente su espíritu desgarrado. Se despertó sudoroso. Comprendiendo que todo esto era muy real, volvió a llorar.
- Se fuerte Dimizar, es momento de dar vuelta la cara y mirar hacia el futuro.
¿ De donde venía esa voz ? No había nada excepto él y la tumba de su mujer. Con su cuerpo semi-adormecido se levantó como pudo y examinó los alrededores con sospecha. Fue a dar con una entrada, en parte escondida por malezas, y que daba a un pasaje en la roca. En tiempos normales no se habría aventurado, en un lugar así, de noche y en medio de la nada. ¿ Pero qué tenía que perder además de su propia vida que para él no tenía más sentido? Esta cueva probablemente habia sido tallada por la mano del hombre, porque había varias escaleras que subían a través de la montaña. El hombre no veía muy bien, pero sin importar esto, al cabo de un rato encontró su camino en este laberinto de pasillos sombríos y húmedos. ¿ Cuánto tiempo transcurrió ? No sabía, y se burlaba de esto porque de cualquier modo jamás regresaría a la ciudad que lo había rechazado. Una débil luz le señaló la salida, que desembocaba en un lugar que lo sorprendió. ¿ Todavía soñaba ? Delante de él se levantaba una inmensa casa solariega construida de piedras grises, muy sombrías. El edificio dominaba lo que debió ser un jardín grandioso, hoy yermo. Por todas partes los cristales sombríos se iluminaban con una débil luz. Lo más notable era el paisaje alrededor de la casa solariega. De manera extraña se sintió muy bien aquí, como si esta casa solariega lo estuviera esperando.
- Entra pues, estás en tu casa, cuchicheó de nuevo esa voz, como un eco que resonaba en su cabeza.
El interior estaba arruinado. Los muebles estaban recubiertos con un polvo fino y negro y generaciones de arañas habían contribuido a la creación de una tela gigantesca que recorría el edificio. Las pequeñas criaturas evitaron al hombre que venía para perturbarles su despreocupada vida. Las escaleras rechinaron, amenazando con ceder a cada paso. El estilo allí era muy diferente a los que conocía, todo allí era, tortuoso, desmesurado, negro. El hombre llegó a una oficina que fue devastada en otro tiempo. Hojas de pergaminos se mezclaban al polvo. La persona que vivío allí debío ser alguien extremadamente culto a juzgar por los títulos de los libros que cubrían el suelo: Cristalomancia antigua, Pyrocratia - La era de la Reina-rubí y otros libros mágicos.
- ¡ El escritorio, Dimizar, el escritorio !
Relativamente intacto, el mueble estaba cubierto de cortaduras, como rasguños. Los cajones estaban dispersados a través del cuarto. Sus dedos recorrieron el fondo de la bandeja y se pararon sobre un picaporte, que accionó de un golpe seco. Un faldón de la biblioteca, en el fondo del cuarto, pivotó con un ruido sordo, abriéndose hacia una escalera en caracol. Interminable, el pasaje acababa por desembocar en un gran cuarto tallado en la roca, alumbrado por extraños cristales esféricos. Gemas negras pulidas sobresalían por todas partes, por debajo de símbolos de gran tamaño grabados en la roca. En medio de éstos se encontraba una persona, o más bien un cadáver en el estado de esqueleto. Alargado en posición fetal, el esqueleto apretaba algo en sus manos. Empujado por la curiosidad el hombre se acercó y vio el objeto, una piedra negra en la cual estaba grabado un símbolo particular que se repetía por todas partes en la casa solariega y en esta cueva.
- ¡ Esa piedra es tuya Dimizar, tomala !
Todavía esa voz, pero esta vez el hombre tenía la impresión de que venía de un lugar próximo. Escuchó y tomó la piedra. Inmediatamente el hombre se sintió invadido por algo, una fuerza importante y primaria, destructiva y furiosa. El amor, la compasión, los remordimientos... Todos estos sentimientos desaparecieron como barridos al vacio. Después de haber recuperado el sentido comprendió que no sería nunca más el mismo, pero esto no le importaba, al contrario, la memoria de sus desgracias estaba demasiado presente. Miró el cuarto, sus ojos se pararon sobre un pupitre donde reposaba un libro cerrado. Se acercó a el. La cubierta se encontraba bajo una capa espesa de polvo que apartó con un gesto de la mano. Sobre la página de guardia, una escritura fina y resueltamente gótica inscribia " Periódico de Zejabel ".
- Zejabel, este nombre no me es desconocido. Decia en voz alta mientras comenzaba a girar las páginas para leer el contenido.
Capitulo 2 : Zejabel y el Espejo
Días después. Dimizar había leído el diario completo. Contenía la vida de Zejabel, de cómo había conocido y seguido a Néhant, su investigación sobre la magia y de la información sobre la historia de la tierra de Guem en sus tiempos. La última sección del diario fascinó a Dimizar. El lugarteniente le contó a Nehant los últimos vénetos que conllevaron al oscuro final de la guerra.
“Estábamos tan cerca. La victoria era nuestra y Nehant se convertiría en el maestro de la tierra de Guem. ¿Qué sucedió, cómo llegó la situación hasta este punto? Uno a uno fueron cayendo los terratenientes de Nehant. Nosotros, los que transformamos a las legiones de la cuidad en la civilización más poderosa. Luego el profeta de la maldad profesó las palabras del dragón y poco a poco los perros comenzaron a morder y a luchar contra sus amos. Se organizaron y se encontró Eredan, por esto hemos perdido todos los frentes.
Amidaraxar, el más poderoso de nosotros estaba encerrado y las almas flageladas de Xorzar fueron enviadas al limbo”
Más tarde...
“No siento el poder de Néhant, ya no me habla y parece haber desaparecido. Fui a la mansión, uno de los pocos lugares libres de ese maldito profeta. Sé que él me está buscando y me encontrará pronto si no encuentro una manera de escapar.”
Al final, Dimizar encuentra en el libro una carta compuesta de varias hojas.
“Tú eres el elegido por quién todo empezará de nuevo. Si lees esta carta es porque no has sido destruido por el hechizo que protege mi diario. Por esto tú posees mi corazón de hierro, el cual te pertenece. Pasé días y noches sin que el profeta me encontrara. La solución vino hacia mí a través de nehant y lo que le sucedió. Porque ellos están siendo encarcelados en una roca y luego sellados. Seguí el camino y encontré una manera de sellar mi alma, todo mi conocimiento y mi magia, en una roca. Tú eres yo y yo soy tú. Hoy mientras lees estas líneas deberías sentir lo impactante de este ritual y los numerosos cambios. Restos que se verán si apoyas mi poder y si no eres consumido. Es tiempo para la venganza, es tiempo de reformar los rangos y marchar en contra de los nuevos enemigos de Néhant. Ahora es tiempo de dejar mi vida mortal para descansar un momento. En esta carta encontrarás la ubicación del espejo que yo Néhant he escondido de todos en esta mansión. También encontrarás mi magia, lo que te convertirá en mi heredero.
Zejabel”.
Dimizar se inquietó con esa carta. Por supuesto que él podía sentir los cambios que ocurrían en él. Descubrió poder y el conocimiento que no imaginaba y por ello su forma de pensar ya no era la misma. Sin embargo, eso no le molestó, como sea, él vio la manera de vengar a quienes lo rechazaron, llevando a la muerte de su esposa. Examinó las otras hojas que resultaron ser las claves mágicas. Instintivamente recitó los encantamientos, liberando lo que estaba previamente sellado. Era como si la mansión estuviera despertando poco a poco, como si tuviera una conciencia propia.
- Ven a mí ahora, Dimizar.
Y nuevamente la misma voz estaba en la habitación. Se dirigió rápidamente y vió un pedazo de pared colapsada, revelando un largo espejo decorado con un marco tallado. Dimizar se acercó y sonrió sin saber por qué. Vio el reflejo de un hombre distinto y marcada por su vida pasada. Su barba era abundante y decidió que necesitaba un cambio. Luego el reflejo cambió gradualmente para mostrar una apariencia un poco más odiosa, con las mismas ropas del mismo tamaño. Pero la cara, era la de un demonio, se pasó la mano por la cara para estar seguro, nada había cambiado. Esta imagen no era suya.
- Tú eres Néhant?
- Si me nombras así, entonces seré Néhant.
Dimizar se inclino respetuosamente
- Yo soy tu ciervo obediente, dame una orden y obedeceré.
- Bueno, bueno, bueno, empezaremos con convertirte en un real Néhantista.
Capitulo 3 : Profeta
Varios meses después Dimizar obtuvo mucho poder y obtuvo su venganza. Experimentando con sus poderes maléficos fue hacia su antigua aldea y sólo regresó cuando todos los habitantes estuvieran bajo su control. Ahora, esclavos a la voluntad de Dimizar, su nuevo hogar era la mansión de Zejabel. Le dieron un nuevo aspecto. Mientras tanto el nuevo maestro de la casa pasaba su tiempo pensando en cómo ocultar la mansión de los ojos del Profeta. Ya que luego de una pequeña investigación resultó que él aún estaba vivo y representaba una pequeña amenaza para Dimizar y sus miñones.
Muy lejos, El profeta escrutiñaba un cristal muy cuidadosamente. Al lado de él un libro flotaba en el aire. El cabecilla de Noz’Dingard lentamente daba vuelta la página. Había pasado tiempo desde que el profeta del cristal osmótico había establecido que después de la guerra con Nehánt se detectaba un raro disturbio mágico. Intrigado, el hijo Anryéna pasó todo su tiempo libre para encontrar una explicación a esto. Mientras pasaban los días, la disrupción se intensificaba aún más, causándole disturbios. Finalmente, le llegaron noticias. Una aldea había perdido todos sus habitantes.
Desaparecieron sin dejar rastro. El señor de las tierras donde ocurrió este evento no tenía ninguna explicación. Sin embargo, el profeta sabía la respuesta hace mucho tiempo. Las memorias no le eran tan lejanas para alguien como él, quién tenía la vida más larga que otros. La desaparición de esta gente es probablemente obra de un sirviente de Néhant. Pero no estaba seguro que pudiera verlo.
Dimizar sabía que había atraído el ojo del enemigo directamente a ese lugar del mundo. Pero había aplicado un principio simple: Ningún atentado ocurre sin que él lo prevea. Él anticipó que sus enemigos, entre ellos el profeta, se verían atraídos a esa región. Luego finalizó el ocultamiento de la mansión, haciéndola invisible para quién no ha sido iniciado.
En las afueras, el profeta subestimó el diario, sin sospechar que en un segundo podría ocurrir lo que vio hace tiempo atrás. Pasó días en su búsqueda, revisando, analizando las calles, casas o cualquier señal mágica. Pero no había nada, ninguna pista, lo que lo perturbaba cada vez más porque a esa altura debería haber encontrado algo, aunque sea un tipo de manifestación mágica. En esta caso… la nada misma. Un Néhanista había estado ahí, esa era la única certeza que él tenía en ese momento.
Volvió a Noz’Dingard, para seguir monitoreando la sospechosa actividad mágica.
Infortunadamente para el profeta, el destino tenía otros planes, porque la piedra cayó del cielo y Dimizar completó la protección de la mansión.
Capítulo 4: El Plan
- Dimizar…Dimizar
La voz susurraba en la mansión.
- Ha comenzado.
El Néhantista bajó las escaleras con la certeza de que un cambio iba a irrumpir en el mundo. Una vez que la cueva del espejo irradió la oscura luz roja, símbolo de Néhant. Dimizar se paró frente a su distorsionado reflejo,
- Las estrellas han anunciado el cambio. Una meteoro caerá en el lugar donde todas las fuerzas se encontrarán y competirán.
Dimizar percibió una oportunidad.
- El meteoro no nos interesa, pero sirve como un factor distractor para armar un plan de ataque. Debes ocuparte de encontrar una manera de eliminar a quién puede detenernos, el Profeta. Para eso, pide ayuda a Zil, entre ellos hay gente que pueden servirnos para la causa.
- Bueno, creo que contactaré a esa gente.
El espejo reflejaba a una versión inerte de Dimizar. El plan ya estaba formulado y los preparativos se veian muy prometedores. Para él, era tiempo de marcharse de la mansión de Zejabel e ir hacia los caminos. Pero antes de eso, todavía le quedaba una cosa por hacer. Llamar a las tropas.
El primero en regresar de la tierra de Guem era el Comedor de Almas, en los asuntos de Zejabel eran pocos los objetivos que lo inspiraban a hacer algo. Pero leyendo algunos escritos aprendió la naturaleza exacta de las creaturas que conformaron el ejército de Néhant: los demonios. Con una de las piedras en la caja, el Néhantista podía invocar este demonio. Él no dudo en tratar. Los esclavos terminaron de colocar las velas en el suelo de la cueva donde Dimizar los condujo. En el escritorio, donde había encontrado el diario, puso un libro escrito en un lenguaje que entendía sin siquiera haber aprendido el idioma. Leyó rápidamente los pasajes importantes para asegurarse de lo que iba a decir, luego colocó la piedra en el centro del símbolo de Néhant quemado en el suelo.
- Tú en las entrañas de la tierra, escondido de los ojos de los mortales, escucha las plegarias de este sirviente de Néhant. La piedra se encendió, fusionando magia.
- Tú estás sufriendo, eres el problema.
La piedra comenzó a levitar.
- Tú, que a pesar de los gritos en prisión , aún puedes escuchar mi voz. Tú eres el devorador de almas que yo convoco. Rompe las barreras que están en tu camino.
La energía mágica que rodeaba la piedra se intensificó y comenzó a tomar una vaga forma de un humanoide.
- Devorador de almas, forma tu cuerpo y ve al campo de batalla nuevamente.
Ahora su forma se solidificó completamente. El demonio tenía largos cuernos de cristal y su piel era oscura, lo que se podía ver dentro de su cuerpo parecía lava.
- Eres tú Zejabel, quién me llama?
Dimizar se acercó sin miedo alguno.
- No exactamente, pero él me considera su heredero.
- Yo sólo sirvo a Zejabel, mequetrefe!
- Ah? Supongo que debo demostrarte que lo que digo es verdad – dijo Dimizar muy calmado, lo que es sorprendente para una persona que está cara a cara con un demonio.
El Néhanista sintió la piedra, que era claramente visible en el centro del cinturón del devorador de almas. La conexión que salió de esta fue hacia el corazón de piedra de Dimizar. La conexión era demasiado pequeña para que el demonio pudiera sentirla. Era necesario reactivarlo, tarea fácil para él. Tomó su piedra y se concentró en la conexión. El demonio gritó cuando se dio cuenta de que no estaba bromeando. Todo esto sucedió rápidamente, el demonio no tuvo tiempo de reaccionar: ahora, estaba atado.
- Bien, ahora que hemos aclarado este pequeño malentendido podemos seguir adelante.
Luego de unos días, la prisión de la gran ciudad de Archopolis, la más Este de Tandad, Dimizar se paró frente una gruesa puerta de madera donde una creatura esperaba ser ejecutada por los daños que había causado. El Néhanista no dañó las mentes inferiores que se cruzaron en su camino. El alcaide, que ahora era su marioneta, abrió la puerta.
- Dame las llaves y abandona la guardia en la puerta, si alguien pregunta cualquier cosa, inventa una explicación.
Habla más fuerte.
- Hablaré contigo. No quiero causarte ningún daño, pero si tratas de hacer algo… será bajo tu responsabilidad.
Mientras decía esto abrió la puerta y se metió dentro. La creatura era una mujer, pero por su apariencia se podría decir que había sido cazada durante toda su vida. Sus ojos dorados brillaban en la oscuridad, su piel era negra como la oscuridad y en la punta de sus dedos, habían pequeñas garras. Miró a Dimizar temblorosamente y con lágrimas en los ojos.
- Gracias… No he hecho nada señor, No tenía intención, lo prometo. Dimizar rió.
- Eres una buena actriz, pero yo se lo que eres, tus sentimientos, tu personalidad. Necesito a alguien como tú, Prometo que tus habilidades serán bien usadas y no te arrepentirás.
La joven mujer dejó de llorar, su actitud había cambiado completamente.
- Con tal de salir de aquí, haré lo que sea… matar, robar o herir a personas.
- Excelente. Cuál es tu nombre?
- Soy Anagrama
- Un nombre falso, supongo.
- Obviamente, que harás?
- Perfecto, sencillamente perfecto. Vámonos, tenemos cosas que hacer.
Al día siguiente, no lejos de Archopolis en un bosque que ha experimentado múltiples y horrorosos incendios, Anagrama y Dimizar conocieron a aquellos que serían la perdición del Profeta. Las conocieron cerca de una casa rodante pintada en morado y negro. Dos chicas con ropas excéntricas y piel oscura, quienes estaban discutiendo con un hombre que llevaba una máscara de metal. Cuando Dimizar y Anagrama se acercaron ellos dejaron de hablar, ansiosos al ver la llegada de los nuevos invitados.
- Han verificado que nadie los haya seguido? Dijo Dimizar sin saludar.
El de la máscara se inclinó respetuosamente.
- Maestro, gracias por poner interés en nosotros. No hay de qué preocuparse, podemos hablar sin temor.
- Perfecto. Escuche de tus talentos como orador, máscara de hierro, Te necesito para una misión muy especial. Pero hablaremos de ellos después.
- Me enseñaras lo que sabes?
- Lo haré, pero primero prueba que eres digno de ese honor - dijo Dimizar con un tono un poco irritado.
Anagrama miraba a las dos chicas, el parecido entre ellas era perturbador. Selene y Silene estaban encantadas de conocerla, le tenían un poco de envidia a Anagrama. Aunque ellas tenían una conexión síquica, había una gran diferencia entre ambas. Las hermanas de Zil eran sombras de Guemelite y Anagrama era Néhant Guemelite, lo que era parecido, pero la diferencia era muy importante para las hermanas.
- En cuanto a ustedes mis queridas Damas, tengo una misión importante para ustedes dos. Quiero que se acerquen lo más discretamente posible a Zil. Cuando lo hagan, avísenme, luego iré con ustedes. Háganlo y serán bien recompensadas. Creo que saben lo que quiero y desde ya puedo decirles que es posible.
Las dos mujeres estaban muy emocionadas y llenas de dicha.
- Espero que se den cuenta de que lo que va a suceder es muy importante, por lo que necesito que esto sea un éxito. El fracaso no está permitido, ni para ustedes, ni para mi, que quede claro para todos. El futuro abarca dos destinos: Muerte o Victoria. Ahora hablaré en privado con máscara de hierro, déjennos – le dijo a Silene, Selene y Anagrama tomaron la oportunidad para hablar.
Cuando estuvo a solas con Dimizar, máscara de hierro se quitó la máscara que cubría su cara.
- Entiendo por qué la usas. Algún día ya no tendrás que esconderla, pero hasta entonces tenemos mucho trabajo. Nuestros enemigos son numerosos y no puedo ocuparme de todos ellos, tenemos que actuar en todas partes.
- Que es exactamente lo que quieres que haga?
- Primero quiero que estés pendiente de lo que sucede políticamente en la actualidad. Quiero saber qué es lo que come el emperador o qué es lo que discute con sus concejales, Sé lo del plan de los draconianos.
- Considéralo hecho.
Máscara de hierro, dudó y luego resumió
- Estás armando un ejército que aplastará a estas cucarachas?
- Las cosas están marchando, pero prefiero mantener un bajo perfil y colocar las piezas del puzle donde debo ponerlas. Sin embargo nuestras filas crecen rápidamente, especialmente entre aquellos que no sospechan nada. Entrégame tu corazón de piedra. El de la máscara de hierro se la presentó con preocupación.
- No te preocupes, necesito que tengas tu voluntad propia. Marcaré tu piedra, nos unirá a cierto nivel. Sé que eres leal y que podemos hablarnos. Si algo nos sucediera, la conexión desaparecerá. La mano en la que Dimizar sujetaba el corazón de piedra de máscara de hierro estaba iluminada y luego tomó un tono más oscuro. El joven Néhanista no perdió ni un poco de magia en esta operación.
- Ahora es tiempo de poner el plan en marcha.
Capítulo 5: La Muerte de Ishaia
El consejero verídico no podía màs. La sesión del día fue muy animada pero complicada. Los intensos eventos ocurridos en los últimos meses eran demasiado trabajo para el consejo. Afortunadamente el castillo de Kaes está rodeado de jardines que son especialmente relajantes. El consejero se paseaba respirando el aire freso mientras caminaba por los laberintos de flores y arbustos. La presión bajaba poco a poco y sus pensamientos se ordenaron cuando de repente se tropezó con algo o más bien, con alguien.
- ¿Qué es esto?
Inmediatamente reconoció el cuerpo sin vida que estaba en el suelo: La consejera Ishaia.
- No puede ser!
Se inclinó rápidamente para tomar el pulso de la joven. Buscó en la muñeca y en la garganta, sin embargo lo único que encontró fue sangre por todas partes alrededor de ella.
- Ayuda ! Ayuda ! – gritó.
Su corazón estaba acelerado, sus manos le temblaban… la consejera Ishaia estaba muerta.
Dos meses antes, Máscara de hierro habia estado en un orfanato de niños perdidos, uno de los pocos establecimientos que se dedicaba a educar a niños abandonados y huérfanos. Se le había informado que allà sucedían algunos acontecimientos extraños y que la dirección del centro había pedido ayuda al consejo. Dimizar y él habían hecho uan especie de maniobras para que el affair pase por alto, ya que los dos habían sentido la intervención de una gran magia negra. Así se dió aviso al orferinato de que alguien envíado por el consejo llegaría pronto ahí.
El orfanato en sí, era bastante común. Estaba dentro de una aldea con cinco edificios lo suficientemente grandes protegidos por un muro desmoronado. Máscara de hierro fue recibido como si fuera un salvador ya que el asunto era bastante serio. - Señor, muchas gracias por su apoyo!
La dama tenía un semblante cansado, parecía que no había dormido en días.
- No es necesario agradecerme, el consejo siempre está a su servicio, estamos financiando parte de este negocio, por lo que estamos preocupados de lo que pudiera ocurrir.
- Gracias, muchas gracias en verdad.
- Entonces, ¿Qué es lo que sucede?
- Varios niños han desaparecido
Máscara de Hierro cortó
- Pero eso es horrible! –dijo con un tono de preocupación fingida, pero creíble.
- Eso no es todo, el cosinero se ha marchado y hemos encontrado unos extraños símbolos en su habitación.
La discusión continuó en el cuarto del cocinero, el cual estaba muy desordenado. En el piso, había un simbolo en forma de espiral, se notaba que habia sido hecho con un trozo de carbón. “Es eso”, pensó Máscara de hierro.
- Miren, esta marca mágica ha hecho desaparecer al cocinero! “tendré que deshacerme de ella”
- Por favor, desde ahora, necesito tener acceso a todos los lugares y la cooperación de todos, necesitaré el apoyo de su gente.
- Por supuesto, yo me ocuparé de ello. “Esto se está moviendo”. Una vez sólo, Máscara de hierro examinó mejor la marca de Néhant. Una ligera magia emanaba de ella. “está comenzando a desaparecer”. Ni lo uno ni lo otro, son pocos los que pueden utilizar este tipo de magia. Así encontraría rápidamente al culpable. El rastro era débil, pero este Néhanista estaba especializado en este tipo de magia. Máscara de hierro siguió el rastro hasta el final y más tarde se encontró en el sótano de un edificio principal. Detrás de una pila de cajas vacías, estaba el cuerpo sin vida del cocinero. “ahora entiendo porqué el rastro desaparecía tan rápido”. Al acercarse al cuerpo vio como desaparecía un eslabón más. “Rápido” Fue hacia otro lado para no llamar mucho la atención. Cruzó el patio y entró en un área privada del hotel. Máscara de hierro estuvo muy cerca de perder el rastro. Entró sigilosamente en una habitación. Había un fuerte olor a pergamino quemado… parecía ser magia negra. Cerró la puerta y comenzó su búsqueda dentro del armario. Había un vestido negro, algunos libros y correspondencia, la cual se permitió a sí mismo leer.
“mi querido aprendiz…blablablá… Firmado, Consejera Edrianne.” Leyó las cartas otra vez y descubrió los asuntos de esa persona. Es evidente que esta mujer había sido enviada para controlar las finanzas del orfanato y asistir a la directora en sus funciones. También cayeron unas cenizas de una caja pequeña. Frotó el interior de este y descubrió varios símbolos de Néhant grabados sutilmente. “El pescado gordo”. Volvió a colocar las cosas en su lugar y decidió actuar de noche. Mientras tanto diré que la muerte del cocinero fue un accidente y que es necesario encontrar a los niños. Me faltaría explicar el símbolo en la habitación. De todas formas ya tenía un plan. La noche cayó rápidamente y todo iba en marcha correctamente.
Había encontrado al cocinero muerto por un trágico accidente. A la hora de la comida, Máscara de hierro se sorprendió al saber que el aprendiz del consejero Edrianne era una joven muy frágil y tímida. “Que bien aparenta esa mujer”. Mientras tanto, se colocó en contacto con Dimizar para reportar los acontecimientos y dar a conocer al “culpable” en el caserón de Zejabel. Lo que haría al dia siguiente.
Los pequeños huérfanos se fueron a la cama con la convicción de que estaban a salvo con la presencia de un miembro e investigador del Consejo, si supieran la verdad saldrían todos corriendo. Máscara de hierro fue se presentó en la puerta de “la culpable” y tocó.
- ¿Si? – dijo una voz muy suave – Pase.
El néhanista entró y una vez adentro pusó fijamente su mirada en la joven. Ninguno se movió, pues se examinaban mágicamente el uno al otro. Máscara de hierro fue tumbado por un alma negra. No podía aguantar más, el sufrimiento en ella era demasiado. Él presentía lo que iba a suceder.
- Tú … tú eres un …
- ¡Shh! – lo interrumpió ella – ¡Cállate!
Ahora su actitud no era la de una mujer frágil, sin embargo su aspecto revelaba una de las formas más generosas y aterradoras de belleza.
- Una Néhantista! ¿No podríamos hacer negocios sin enfrentarnos?
- Mas bien, deberías agradecer que no te elimino, si mi señor y yo no hubieramos intervenido ahora mismo estarías en problemas, pero pensé ¿Qué es lo que hace aquí?
- No me interesa tu maestro, ahora déjame en paz y vete!
- Oooh, crees que te voy a dejar continuar? Dime donde están los niños, espero que estén sanos y salvos.
- Oh, no, son tan odiosos y egocéntricos… una verdadera delicia.
- Usted lo ha dicho, yo sirvo a quien tu sirves, serás fácil de someter. Dijo él alzando la voz.
La joven comenzó a respirar apresuradamente, apretando sus puños.
- Bueno, yo te sigo – dijo apretando los dientes.
Al día siguiente todo volvió a la normalidad. Los niños fueron encontrados y no tenían ningún recuerdo negativo de lo sucedido, como si les hubieran lavado el cerebro. La versión oficial es que los niños salieron del orfanato y luego no encontraron el camino de regreso. Respecto a la joven aprendiz, ella pretendía iniciar su viaje con Máscara de hierro y abandonar su misión original. Sin perder el tiempo ambos se dirigieron a la mansión de Néhant donde Dimizar los esperaba ansioso por el nuevo acontecimiento. La joven se hacía llamar Odiosa, era un tema fascinante de estudiar para los néhantistas. El demonio habría aprovechado de un pacto pasado de una joven que no podía integrarse a la sociedad para encarnarse en ella ya que los contratos son contratos, siempre en perjuicio del que lo firma. Odiosa respondía positivamente a ello y le había encontrado a la joven un muy buen trabajo como aprendis de Consejera. El precio del pacto fue muy alto, empezó con leves lapsos de memoria,luego pérdida de la memoria y terminó con la desaparición de la joven para beneficio del demonio. Dimizar vio que estaba bien jugado de su parte y que son pocos los demonios que salen de la prisión en la que se encuentran.
Días más tarde Dimizar tenía un nuevo plan que sacudiría al mundo y permitiría a los néhantistas apoderarse lentamente del control de una organización tan importante como las naciones. El néhantista, convocó a Máscara de hierro y su nueva recluta a una “pequeña reunión de trabajo”. La habitación habia sido cambiada hace algún tiempo se había convertido ahora en un caos, combinación entre laboratorio y biblioteca. Odiosa y Máscara de hierro encontraron aDimizar estaban frente al gran Caserón.
- Bien, mi Señor, esto se hará de acuerdo a sus deseos ¿Tiene alguna otra recomendación para este plan? Tomó una pose como si estuviera escuchando algo y luego continuó la discusión.
- Yo diría que dentro de una semana aproximadamente. Para el resto creo que ellos elejiran a un sustituto , pero hasta entonces algunos miembros ya estarán bajo mi control.
Dimizar se volvió hacia Máscara de hierro y Odiosa con una sonrisa que demostraba alegría.
- Vamos a dar un golpe, un gran golpe! El consejo rige la vida de los gremios, los gremios llevaron a Néhant a la prisión. Debemos tomar el control del consejo y son ustedes dos quienes van a ser la razón de su desgracia. Máscara de hierro, has observado a los diplomáticos en el baile de Kastel Draken, creo que mencionaste que alguien sentía celos por la consejera Ishaia?
- Si señor, Angélica, gusta de Marlok con todo su ser y odia a la consejera Ishaia.
- Odio… haremos resurgir ese odio, tomaremos el control de esa persona – dijo Odiosa impacientemente.
- Comprendieron mi plan? De todas formas les explicaré como van a suceder las cosas. Máscara de hierro se convertirá en el confidente de Angélica y hará crecer aún más su odio por Ishaia. Todo esto debe ocurrir fuera de La Draconía, para evitar la vigilancia de Dragón. Una vez listos los preparativos, vamos a presentarle a una de sus fieles amigas, una hechicera que puede hacer pócimas de amor. Segura que a Ishaia no le gustaba Marlok y que éste estaba ciego por un mal sortilegio elle firmaría un contrato con esta amiga.
Odiosa ya se estaba regocijando, pues sabía lo que Dimizar iba a decir
- Odiosa, te voy a dictar un contrato. Una vez firmado, tomarás la apariencia de Angélica, nadie será capaz de notar la diferencia entre ella y tú.
- Pero señor, ¿Por qué no dejar que Angélica mate a Ishaia?
- Buena pregunta. Ishaia está protegida por hechizos que Angélica no puede vencer. En cambio yo puedo actuar contra demonios, así que es mejor dejar a Odiosa a cargo, la consejera no será más que una niña indefensa.
Dimizar se volvió al caserón.
-Luego de la muerte de Ishaia habrá un espacio libre en el consejo, elegirán al aprendiz que siempre cumple con su trabajo y que solucionó los problemas del orfanato. La votación se hará bien para entonces, ya que algunos de los miembros del consejo se sentirán obligados. Aún tenemos que ver los detalles, pero esas son las pautas generales.
El plan del Néhantista se había llevado a cabo sin ningún porvenir. Angélica e Ishaia paseaban de un lado a otro en los jardines del castillo del consejo. Habrían hablado e intercambiado cortesías.
- Digame mi pequeña Angélica ¿cuál es el asunto tan urgente y secreto del que quiere hablar? Espero que no siga enojada conmigo por el acercamiento con tu amigo Marlok.
- No, no se preocupe, quiero hablar de algo de mayor importancia, es bastante serio. Creo que usted está en mejores condiciones para resolver este problema.
- Bueno, si puedo ser útil, estoy dispuesta a dar consejo. Ahora estaban en el lugar deseado lo suficientemente lejos para que alguien los viera y para que nadie escuchara los gritos, en el caso de que los hubieran. Todo sucedió muy rápido. La falsa Angélica había escondido una fina daga hechizada por Dimizar. Las dos mujeres se enfrentaron, pero Odiosa era superior, hizo un llamado a sus poderes. La daga giró rápidamente y atravesó el corazón de la concejera. Angélica retiró la daga e Ishaia se derrumbó, cayendo de rodillas antes su asesina.
- Con una venia a Dimizar
Ishaia trató de decir algunas palabras, pero Angélica le puso un dedo en la boca y se volvió para irse.
-Shhh, se ha acabado.
El demonio dejó caer un trozo de tela azul que llamó la atención de la consejera antes de hundirse hacia su muerte.
Y así fue como cayó la consejera Ishaia.
La última esperanza
Un temblor sacudió la aldea. A lo lejos, una estalagmita cedió y se derrumbó como un castillo de naipes. Ese fue el primero de muchos. El glaciar Amatista se derrumbada poco a poco. Se reunieron en la comunidad más importante de la región, pues la situación se agraviaba cada vez más. Las mujeres lloraban y los hombres comenzaban a dudar de su profeta, una tal Yilith.
- ¿Qué vamos a hacer? – dijo un hombre, evidentemente uno de los cazadores.
- SI Profetisa! el hielo se derrite o se rompe ¿qué sucederá con nuestro pueblo? – exclamó el elfo que tenía la cabeza más grande de todas.
En ese preciso momento otro temblor se sintió y la escultura sagrada de la aldea se partió en dos. Esta representaba una criatura de un aspecto torturado, atado por una cadena de amatista. Yilith se sintió mal y los otros miembros de la comunidad gritaban con desesperación.
- Yo … tengo que ver a Nibelle
- ¿Estás seguro? Nibelle dijo que nunca deberiamos ir a verla.
- Mi verdad me lleva al crepusculo, debo estar seguro de ello
El resto permaneció confundido por la afirmación de Yilith. El crepúsculo anunciaba el fin de la existencia del glaciar amatista, la ansiedad se había elevado a niveles abrumadores. Yilith no contestó preguntas y partió rápidamente, pues el tiempo estaba en contra. Caminó durante un par de días sin parar, impulsado por una voluntad de hierro. Ella estuvo a punto de morir una docena de veces, el glaciar se volvía cada vez más inestable. Luego una tormenta de nieve cayó sobre ella como un gato sobre un ratón. Afortunadamente ella solo era capaz de sentir la nieve en sus ojos y el viento en contra que la demoraba. Sin perder ímpetu, llegó a la aldea donde vivía Nibelle, la vieja elfo de hielos. En ese lugar había aprendido el arte de la adivinación y de la comunicación espiritual. Luego de tantos años, lo único que llamó la atención de Yilith fue una carta. El mensaje contenía pocas palabras: “Ha llegado el momento de dejar a cargo a mi aprendiz, iré donde las almas descansan. Prohíbo que se acerquen a ese lugar maldito.” Todo el mundo habia respetado esa voluntad, hasta el día de hoy.
Finalmente llegó al lugar que conocia hace muchos años, sin embargo, fue incapaz de reconocerlo. Todo había quedado reducido a un abismo, un agujero gigante… como una herida abierta. La profetisa uso sus poderes para buscar la mejor ruta para bajar, pues sentía una presencia divina, una presencia familiar. Nibelle estava allá abajo, en algun lugar, quizás en peligro. A ese nivel, el hielo se mezclaba con los cristales de amatista, sufrió algunos cortes pero afortunadamente estos no representaron ninguna amenaza para la integridad física de Yilith. Cuando finalmente logró llegar a la parte inferior del agujero, vio un pasaje que parecía tallado en hielo. Se decide a intternarse y al entrar estuvo a punto de ser aplastada por una masa de hielo que se desprendió producto de un temblor.
Sin mirar atrás encendió una lámpara de aceite y avanzó con cautela. El pasaje conducía a una escalera tallada en hielo y desde ahí podía escuchar a alguien hablar. Yilith reconoció la voz de la persona que estaba buscando. Sin dudarlo se precipitó por las escaleras hasta que llegó a una habitación en forma de media luna. Allí una vieja elfo del hielo rezaba de rodillas frente a una gran puerta negra. En su superficie había seis gemas de diferentes formas y colores. Una de ellas, la de color rojo, había dejado de brillar y se separó en de arriba abajo. Yilith nunca había visto algo asi. Avanzó con cautela hacia la elfo.
- No te acerques más hija mia, siéntate, tenemos que hablar.
La anciana elfa no había abierto su boca, se comunicaba mentalmente.
- Qué sucede Nibelle? ¿por qué el hielo se está derritiendo? – se apresuró a decir
- Lo impensable, Yilith, esta sucediendo lo impensable. No tengo la respuesta a todas las preguntas, pero te voy a explicar sobre este lugar. Nuestra vida elfa ha sido golpeada por acontecimientos oscuros, una guerra contra Nehant y sus seguidores, quienes devastaron regiones completas antes de ser detenidos por Eredan y sus héroes. Detrás de esta puerta cerrada se encuentra Amidaraxar y los tenientes más poderosos de Nehant. Ellos duermen bajo mi supervisión hace mucho tiempo.
- Yo estaba al tanto de esta historia, sin emargo no sabia que se llevaba a cabo bajo las profundidades del glaciar.
- ¡Ay!, todo este tiempo han estado drenando el poder de la amatista y la energía contenida en el hielo. Lo extraño es que a medida que se derrite el hielo he ido perdiendo mi capacidad para mantenerlos en prisión. Amidaraxar despierta poco a poco y he perdido la piedra que sella la puerta.
- ¿Hay algo que yo pueda hacer? Quizás puedo ayudarte a canalizar la energía.
- Ya he agotado todas mis fuerzas. Creo que tenemos que resolver este problema con ayuda externa. Busca a alguien que pueda ayudarnos, explica la situación ¡Date prisa, no pierdas ni un instante!
- Traeré a Kyrjas para que te ayude con tu carga.
Yilith dejó a la anciana Nibelle, luego de una breve parada en su pueblo reunió unas pocas pertenencias y partió. Nunca antes había cruzado las estalagmitas de cristal que estaban en el límite entre las tierras frías y las vastas extensiones del desierto, donde residían unos pocos nómadas humanos. No se imaginan la sorpresa que se llevó cuando vio que los famosos icebergs de cristal derretidos flotaban sobre el agua. Sabía que cerca vivía una de las muchas tribus, por su mente pasaron pensamientos devastadores… debía actuar con rapidez.
Sin embargo el pueblo estaba en pleno apogeo. El líder dio la bienvenida a Yilith y le explicó que el área se había vuelto muy peligrosa y que varios han muerto en la caza. Pronto se unirían a otro pueblo que estaba a un día de distancia. La profetiza les dio una bendición para asegurar su viaje y ellos le ofrecieron una embarcación para que pudiera cumplir más rápidamente su misión. Zarpó al continente en busca de ayuda providencial. Por desgracia la gente a la que concurrió no parecía saber nada del asunto. Cruzó el imperio Xzia y su instinto la llevó hacia el templo de Yafujima. Fue recibida por un moje llamado Toran, quién le dio información sobre su historia.
- Hace unos meses, una estrella cayó del cielo. Desde entonces el mundo se ha vuelto loco. Los gremios compiten para conseguir la piedra caída y han resurgidos viejos rencores. Esa piedra parece tener poderes desconocidos para nosotros.
- La información que me das no es muy importante , creo que buscaré esta piedra y me descubriré yo misma de que se trata.
- Le deseo buena suerte, que los Kamis la iluminen.
- No sé lo que son los Kamis, pero gracias. – Dijo Yilith
Ella siguió las instrucciones de Toran y cruzó lugares que separaban de OKIA y las tumbas de sus antepasados. De momentos sentía alguna ligera presencia de algo o alguien, escuchaba hablar o mas bien murmullos como un dulce canto. En cuanto más avancaba, más claro era el canto. De pronto, vió la piedra caída del cielo, inmensa majestuosa. Habian muchos campamentos por todos lados y sus habitantes estaban alborotados. Se acercaba más y más cruzando un camino lleno de gente que delante de un físico así de increible se dentendrían. En desprecupación total, atraida como una abeja al panal, ella derribo la barrera que nadie hasta entonces lo habia logrado y que rodeaba la piedra, luego puso su mano sobre ella.
Ella sentía que su alma se salía de su cuerpo y la veia “entrar” en la piedra. Flotaba en el aire , todo estaba iluminado. De pronto algo se materializa delante de ella, era un elfo de hielo como ella, pero de cabellos blancos como sus ojos.
- He tomade esta apariendia para que no te asustes de mi.
- No tengo miedo, que es lo que eres?
- Soy la plaga de Guem, enviado para convertir este mundo en polvo.
- Es por su culpa que el claciar de Amatista esta desapareciendo?
- Quizas si, pero eso no tiene ninguna importancia.
- Es importante para mi! Min pueblo sufre por ello.
- El sufrimiento no durará, ya que pronto no existirán más.
- Y crees que nosotros nos dejaremos vencer tan facilmente? No eres nadie! Los que esperaba ya están acá. Muy pronto volveré a salir de aqui y destruiré este mundo, no dejaré absolutamente nada.
- Dejame salir de aqui!
- No puedo dejarte ir, tu serás mi primera victima.
La luz se intensificó , luego Yilith sintió una fuerte agresión, algo increiblemente poderoso trataba de destruirla. Comenzó la lucha, pero era como si la quemarán desde el interior.Pero a pesar de ello, la profetiza resistió lo más que pudo. Recordaba las enseñanzas de Nibelle y se concentraba para poder escapar de aquel lugar. Se sentia como expulsada del lugar y solo tuvo tiempo de escuchar unas palabras.
-Nooooooo, no escarás, no de mi, te...
Y ahi, abrió los ojos, cansada y cubierta de sudor, retrocede, luego vacila para por fn caer arrodillada y sofocada. El mundo estaba en peligro. Si nadie estaba en medida de detener la plaga de Guem, eso signifivcaría el fin...
El tesoro del Titán
El Arc-Kadia había culminado su viaje sobrevolando el océano, en el sur de las tierras de Guem. Al la Triste sostenía febrilmente, entre sus manos, un porta-pergamino con la efigie de un pulpo. Con una delicadeza rara en ella, desenrolló el pergamino contenido en el interior y pareció satisfecha. Los piratas presentes alrededor de ella, tenían los ojos brillantes, imaginandose ya la extensión del tesoro de Hic. Bragan tomó preciadamente el último pedazo de la invocación de Artaban. Apenas lo hubo acercado a las otras 3 partes, todas se unieron las unas a las otras para convertirse en un solo y único objeto.
- ¡Listo! Anunció Bragan. Reconozco muchos símbolos utilizados hace mucho tiempo por los piratas. ¡Voy a necesitar ayuda, Mylad! ¡Ardranis!
Las dos jóvenes mujeres salieron de la muchedumbre y echaron un vistazo a la invocación. Después de un poco de coordinación, fue posible realizarla en el acto. Al la Triste ordenó que realizaran la invocación. Temiendo un potencial traspie, la inmensa mayoría del resto de la tripulación, pese al extremo coraje que los caracterizaba, se puso al amparo de eventuales efectos mágicos. Los magos, bajo el cuidado de Al la Triste, empezaron la invocación con gran cantidad de efectos visuales que no tenían otra utilidad, que la de llamar la atención de toda la asistencia. Esto duró, apenas algunos minutos, que parecieron interminables para la capitana del Arc-Kadia, el pergamino lentamente se consumió. Las cenizas fueron esparcidas por el viento. Cada uno, revisaba los alrededores para ver lo que sucedía, se hizo un silencio total, sólo los motores del buque producían un ligero ruido de fondo. Luego el barco tembló ligeramente. Los piratas miraron por encima del barandal y retrocedieron de un salto cuando una torre, y luego casas aparecieron a su nivel. ¿El Arc-Kadia estaba cayendo? No, era una pequeña ciudad la que acababa de aparecer. Pero lo más interesante se situaba por debajo, ya que la ciudad se encontraba en la cabeza de una criatura gigantesca hecha de tierra, roca y lava.
- Artaban, murmuró Al la Triste.
La joven mujer gritó algunas órdenes y recobró el control con el fin de colocar el buque a la altura de la cabeza del gigante. Este último, fijó su atención en el buque, que para él, era minúsculo. Su boca escondida por raíces enormes, lentamente se movió, liberando una voz rocallosa.
- ¿Quién me llama? Dijo con lentitud.
Al la Triste colocó el buque más cerca de los ojos de Artaban.
- ¡Soy Al la Triste, fui yo quien te llamó!
- ¿Qué quieres, Al la Triste?
¿Busco el tesoro del capitán Hic, puedes llevarnos a él?
El gigante miró hacia la derecha, luego hacia la izquierda y luego se paró en una dirección.
- ¡Sígueme Al la Triste!
El gigante se puso en marcha, provocando a cada paso una conmoción sobre tierra firme. Como quien no quiere la cosa, gracias a su gigantismo, Artaban progresaba rápidamente. Atravesó un brazo de mar y se encontró en medio de varias islas, bastante alejadas del continente. El calor allí era sofocante. Artaban se detuvo cerca de una de ellas, sobre la cual habían sido depositados decenas y decenas de buques. El gigante apuntó su dedo a la más grande de las islas del archipiélago.
- Si quieres al Titán deberás luchar por él, Al la Triste.
"¿El Titán había terminado sus correrías aquí, en medio de estos mares? ¿Qué es lo que todavía va a echársenos encima?" Se preguntó ella.
- ¡Gracias, Artaban!
Como respuesta, el gigante pareció hundirse en el agua y en resumidas cuentas, sólo quedó en la superficie la ciudad desierta. El Arc-Kadia se coló entre las diferentes islas y accedió al centro del archipiélago. Allí, sentando en una playa guijarrosa, había otro gigante, todavía más particular que Artaban. Los piratas se inclinaron para verlo mejor. Ardranis, la joven Elfine y antigua cautiva de la tripulación, no creía a sus ojos. Había recorrido el mundo y había oído la historia sobre este gigante. Corrió hasta la capitana.
- ¡Es el gigante de espuma, capitana! ¡Una criatura legendaria, que suerte de ver uno!
- No, no es una suerte.
Ardranis no comprendió la respuesta, Al quedó silenciosa, escudriñando al gigante con atención.
- ¡Es a él, a quien buscamos! Mira, esta bestia tiene varios barcos incrustados en él. ¡Y entre tantos otros, allí, en el medio, está el Titán! Efectivamente, los más antiguos que conocían la descripción del Titán lo apuntaban con el dedo. Para ellos esto significaba que llegaban a la meta y que el tesoro estaba al alcance de la mano. Pero antes que nada, hacía falta que la tripulación mereciera su botín, porque aun existía un obstáculo de talla mayor: ¡el gigante de espuma!
Al la Triste se le acercó para ver mejor, esperaba también que el gigante no reaccionara a su presencia, lo que simplificaría las cosas. Por desgracia éste levantó la cabeza y quiso apartar el buque, tal como apartamos a una mosca demasiado curiosa. La capitana viró rápidamente para resguardar su barco del impacto.
- ¡Zafarrancho de combate! ¡Disparen por el flanco, y tengan cuidado con el Titán!
Al la Triste sentía la adrenalina recorrer su cuerpo, hacía mucho tiempo que ella y su tripulación no tenían un adversario tal como éste y para colmo de males, su segunda no estaba allí para verlo.
- ¡Bragan!
- ¡Qué! Gritó el mago que se aferraba del barandal.
- ¡Ve lo que puedes hacer con tu magia! Si no, no lo lograremos.
Las bolas de fuego volaron y se estrellaron contra el gigante, que vaciló, pero siguió en pie. Viendo que lo agredían, se levantó para defenderse mejor contra su agresor. El gigante no era muy rápido, pero su talla y su fuerza le permitían muchas cosas. Sumergió su mano en los guijarros de la playa y los lanzó sobre el Arc-Kadia. En una situación normal, un puñado de piedras no podían plantear un problema para este buque. Pero allí, proyectados con tal fuerza, los guijarros se convirtieron en proyectiles devastadores. El buque recibio de frente este ataque, todo el casco fue acribillado y el mascarón de proa estalló en millares de pequeños trozos. El gigante iba a repetir la operación nuevamente, pero Al la Triste se anticipó y rodeó al gigante, en el tronar de los cañones que escupían metralla y las bombas de efecto retardado, con toda la rabia e ingeniosidad de Klemencia. La joven pirata había mejorado, sabiamente, estas últimas para que sean más destructivas. Pedazos de espuma caían en el agua, y el furor del gigante se exacerbó. Esta vez no era guijarros, sino peñascos, que se desintegraron sin lograr tocar el buque. Y afortunadamente, porque el menor peñasco habría podido provocar graves averías. Al la Triste se aferraba y pilotaba como su padre le había enseñado: siguiendo su instinto.
Poco a poco los cañones acabaron su cacofonía. Sobre el puente los piratas estaban sin aliento. Algunos estaban heridos a causa de los guijarros o simplemente porque no se habían ataviado como hacía falta. Bragan había pensado en inmovilizar al gigante y tenía una solución que le expuso a la capitana.
- Hay que hacerlo caer hacia atrás, con el arpón lo asiremos de las piernas, y al mismo tiempo nosotros le lanzaremos un sortilegio de inmovilización. El sortilegio no durará mucho tiempo, habrá que hacerlo rápidamente, explicó.
- ¡Vamos ya! ¡Poukoooooos! ¡Arponea al gigante!
Poukos que había entendido perfectamente la orden, corrió hasta la proa y verificó que el arpón todavía funcionaba, a pesar de la rotura. Por suerte estaba intacto. Avisó a la capitana que estaba listo. Al la Triste hizo sumergir al Arc-Kadia en un crujido de madera y de metal, no era una maniobra acostumbrada y exigía muchos esfuerzos al buque. ¡Poukos disparó! El arpón se hincó profundamente en el coral de la pierna del gigante. El Arc-Kadia hizo la primera vuelta, luego la segunda, no quedaba más que un pedazo de cuerda a bordo. Armada había comprendido la táctica y por sobre las órdenes de la capitana fue a buscar su nuevo juguete, recientemente terminado, el Cañón "Fin de los Cielos" Este conglomerado enorme de tubos, emanaba vapor y emitía ruidos muy poco tranquilizadores. Armada apuntó al abdomen del gigante y apretó el gatillo. El aparato silbó, sonó, y luego el proyectil salió de él en un "Bang" ensordecedor. Todo pasó rápidamente, el proyectil impactó en el vientre del gigante y una multitud de explosiones tuvieron lugar. El gigante no pudo resistir la fuerza de "Fin de los Cielos" y se encontró de nalgas en el agua. Dado que el golem no se movía más. Al la Triste estabilizó el Arc-Kadia para pasarle la posta a Bragan y los otros magos piratas. El hielo recubrió poco a poco al gigante, inmovilizándolo definitivamente.
- Listo ya no se moverá más, aseguró Bragan, pero voy a quedarme para mantener el sortilegio.
- ¡Excelente! Briscar, toma el timón. ¡Acércanos a esta cosa, vayamos pues a buscar al famoso Titán!
A bordo, todo era una efusión de alegría, los sombreros volaban.
- Ardranis tu ven conmigo.
El Titán estaba en estado lastimoso. La madera carcomida crujía a cada paso de Al la Triste. Ardranis no estaba muy tranquila, el barco podía derrumbarse en cualquier momento. Pero esto no perturbaba a la capitana, que admiraba lo que quedaba de este ilustre buque que en otro tiempo, fue valeroso opositor del Arc-Kadia. Ambas mujeres recorrieron los pasillos, a veces difíciles de atravesar y acabaron su trayecto en lo que debía ser la habitación del capitán Hic. Había un montón de cosas rotas entre las cuales se escondía una vieja caja de caudales recubierta con joyas. Justo cuando Al la Triste iba a ponerle la mano encima, Ardranis intervino.
- ¡No! Allí hay magia, que emana de la caja de caudales.
La elfine buscó otros rastros de magia y encontró, en un montón de metal enmohecido, una llave que parecía corresponder. Le confió su hallazgo a su capitana que insertó la llave en la cerradura. Sin ningún problema, la llave giró en la cerradura y después de varios castañeteos la caja de caudales se entreabrió ligeramente, dejando divisar un delgado hilo de luz. El corazón de Al se estrechó, por fin después de tanto tiempo lo había encontrado. Un ruido sordo comenzó a oírse, intensificándose muy rápidamente. Ardranis apenas tuvo tiempo de ver la cosa que le asestó un golpe magistral, que la hizo volar a través del cuarto, estrellándola en los escombros. El aparato que le hacía frente a Al la Triste se parecía vagamente a una criatura mecánica humanoide a la cual le faltaban bastantes piezas, entre ellas el brazo derecho. Todo era muy tosco, pero suficiente para representar una amenaza seria. Aunque profundamente enmohecienda, la criatura mecánica actuaba con rapidez. La lucha fue entonces metal contra metal, Al la Triste tomó el brazo de su opositor con su mano mecánica y lo proyectó contra una pared. Desenvainó su pistocuchillo y disparó en lo que se parecía vagamente a una cabeza. ¡Ping! la bala rebotó y fue a dar contra una de las paredes de madera del Titán. El adversario rechinaba cada vez más, el golpe dado por Al la Triste había roto algunas ruedas. La capitana engalanó los golpes y asestaba puñetazos con rabia.
- ¡Pero te voy a reventar, mugre de fondo de cala!
La criatura mecánica resistía mucho, había sido construida para resistir y desempeñar su misión hasta el momento en que fuera desactivada. Ardranis se había recuperado rápidamente, sólo había sido tocada ligeramente, saliendo con una herida en la pierna. La joven Elfine no se daba por vencida fácilmente. Analizó rápidamente la situación. Al la Triste mantenía un status quo con la criatura, pero se agotaría antes que la criatura mecánica. Desenvainó su sable y encantó un ataque mágico que golpeó a la criatura. Sacando provecho de la oportunidad Ardranis hundió la lámina de su espada entre las ruedas, provocando entonces un recalentamiento. La criatura vibró, temblando como un inocente que se encontraba a un pirata. Al la Triste rechazó a la criatura hasta una de las paredes, tomó su cabeza y se la arrancó mientras que colocaba su pie sobre el pecho de la criatura. El pseudo cráneo se desprendió fácilmente y rodó luego sobre el suelo. La mecánica se paró y se inmovilizó.
- ¡Bien hecho mi pequeña! ¡Esto es una batalla!
Ardranis respondió con una sonrisa turbada, siempre se había sentido intimidada por esta gran mujer. La capitana volvió al objetivo principal de su llegada aquí: el tesoro de Hic. Esta vez nada le impidió abrir la caja de caudales. ¡Estaba repleto de piezas: cristales, joyas y otros objetos de valor excepcional! Pero Al se enfocó en una sola cosa. Encima y muy visible se encontraba un collar cuyo medallón era un pequeño disco engastado por una piedra azulada de la que emanaba una luz débil. Lo tomó con una mano temblorosa y acarició la piedra con su mano natural. Se volvió, colocó el collar en el bolsillo de su redingote y se fue de nuevo hacia el Arc-Kadia.
- Tú, Ardranis luego ocúpate de hacer transportar la caja de caudales a bordo y qué Klemencia recupere los restos del autómata. Sé lo que hay en la caja de caudales, y por ende sé cual debe ser mi parte.
De manera extraña, Al no había hablado con su acento acostumbrado.
- ¿Usted dónde va?
- Regreso a bordo, que no se me moleste.
Al la Triste dio un portazo al irse a su habitación. Sufría de cansancio y la unión entre su brazo mecánico y su cuerpo la hacía sufrir. Sacó de un mueble una botella de alcohol, la que usaba en ocasiones especiales. Llenó su jarra y se sentó a la mesa. Con la mirada en el vacío, sacó el collar de su bolsillo para admirarlo. Levantó su jarra de cerveza.
- ¡Padre! Te recobré.
Bebió casi la totalidad del brebaje, y cuando hubo terminado las lágrimas fluían abundantemente sobre su rostro. Perdida en sus memorias, soñaba con su padre y con su desaparición hace ya mucho tiempo. Su ensueño se terminó cuando alguien vino a golpear su puerta.
- ¡Capitana! ¡Capitana, venga rápidamente!
Secó sus lágrimas y se levantó a duras penas. Detrás de la puerta Ardranis se mostraba aterrorizada.
- ¿Qué es lo que te pasa?
- Tenemos algo que mostrarle.
Al, miró de pie a cabezas a Ardranis mientras que la sobrepasaba en el estrecho pasillo. Sobre el puente, toda la tripulación divisaba el horizonte con inquietud. El Arc-Kadia que había tomado la altitud para escapar del gigante de espuma, cabeceaba al ritmo de las borrascas de viento. Briscar se acercó a Al y le tendió un catalejo.
- Mire por allá, capitana, dijo indicando una dirección.
Gracias al catalejo mejorado por Klemencia, se halló en situación de ver con nitidez lo que llegaba hacia ellos, a paso veloz. Un buque enorme, que enarbolaba velas negras se acercaba a su posición. Lo examinó concienzudamente, no reconoció ni las velas, ni el pabellón negro con una espiral rojiza, pero comprendió de quién se trataba cuando el pabellón con una mano esquelética que sostenía un sable fue izado en lo alto del gran mástil.
- ¿Entonces capitana?
- Entonces, tenemos graves problemas, es la Dama Negra del capitán Palpegueuse. Viendo su velocidad, viene a saludarnos y no podremos eludirlo.
Al la Triste le tendió el catalejo a Briscar.
- Vas a tener que secundarme, viejo.
La cara del pirata se crispó.
- No te preocupes, dijo ella, mostrándole el collar al viejo. Mi padre nos acompaña.
Briscar sonrió y miró al resto de la tripulación.
- ¡Zafarrancho de combate! ¡Cada uno a su puesto! ¡Klemencia prepara a Tuerka! ¡Armada prepara los cañones! ¡Izen la vela mayor!
Negro Destino
Capítulo 1: Los trozos de Nehant
Dimizar se encontraba frente al espejo hacía ya varios minutos y discutía con aquel a quien nombraba Nehant. Los planes se concretaban y hasta allí todo iba a las mil maravillas. Ishaïa ya no era un obstáculo, distrayendo a los Nehantistas. Ahora debían pasar a la etapa siguiente.
- Dimizar, más allá de las brumas de Los Confines, mi tumba se pulveriza. La magia se debilita y los demonios pueden sentir nuevamente el lazo.
- ¿Esto quiere decir, que hace falta que vaya hasta donde lo mantienen cautivo?
- No todavía. Di a Tragalma que venga hasta aqui, les tengo un regalo que va a cambiar para siempre el destino de numerosas personas. Dimizar vaciló, Tragalma, ahora sometido a su voluntad era un ejecutor perfecto, separarse de él podía dejar vulnerable la mansión de Zejabel y sobre todo, él podía ser visto durante el viaje. Pero no estaba decidido a desobedecer.
- Muy bien, se irá cuanto antes.
Mientras decia esto, el espejo sólo mostraba el reflejo del Nehantista. No lejos de allí, Máscara de Hierro había observado la escena con sospecha, la que luego expusó a su mentor.
- Dígame, ¿por qué no veo ni oigo a Nehant?
- Buena preguna aprendiz Nehantista, posiblemente ¿porque a veces no te fías de mí o simplemente porque este espejo esta vinculado a mi? Ironizó Dimizar dejando el laboratorio.
Tragalma estaba en el jardín o por lo menos lo que debía parecerse a un jardín y se divertía en aterrorizar a los sirvientes esclavos de la mansión. Sintió la llegada de su amo y prestó atención a su acercamiento.
- ¡Necesito a esta gente! Ya me mataste a dos, otro más y voy a enfadarme.
El demonio pareció entristecerse.
- Vas a dejar la mansión, te enviaré más allá de las brumas de Los Confines cerca de la prisión del Amo. Él te dirá luego que hacer. El Portal Demoníaco estará listo esta tarde.
Tragalma conocía el significado de Portal Demoníaco. Arriesgaba su existencia pasando por allí, porque durante la transferencia se podía cruzar en el camino de otro demonio que podía revelarse más fuerte que él. Tragalma no respondió.
- ¿No será miedo eso que veo? Preguntó Dimizar divertido. ¿Tenemos miedo del portal malo? Jajaja, los demonios me asombran cada día más.
Tragalma volvió a empezar y gruñó para manifestar su descontento.
- Sí, tienes razón, soy poco serio. Prepárate, habré terminado al caer la noche.
Al caer la noche, todos los Nehantistas presentes en la mansión se habían reunido para ver el Portal Demoníaco. Éste recien terminaba de abrirse, formando un torbellino negro que se arremolinaba lentamente. Emanaba de él una poderosa energía nehántica. Tragalma retrocedió, visiblemente poco entusiasmado por la perspectiva de atravesar esa cosa. Por desgracia para él no podía desobedecer sin temer una reprimenda apenas diferente. Se precipitó pues al portal, desapareciendo en seguida en los Meandros.
Tragalma tuvo la impresión de ser lacerado por centenares de afiladas láminas, el sufrimiento aún para un demonio, era insostenible. Gritaba, pero ningún sonido salía de su garganta y a decir verdad no tenía garganta, porque ya no tenía cuerpo. Se sentía aspirado hacia un lugar sin siquiera poder escoger el camino a seguir. Ya había olvidado los Meandros donde él y sus congéneres, fueron encerrados hacia ya muchos años y en donde esperaban el momento de la liberación. Para él fue una prueba que duró una eternidad, el calvario se acabó cuando cayó pesadamente, de vientre, sobre el suelo. Volvío en si, su cuerpo sufría, aunque aparentemente no tenía ninguna herida. Los dolores pasaron rápidamente y el demonio se levantó, mirando adonde había llegado. Este paisaje se parecía de manera extraña a los Meandros, salvo por el cielo colmado de estrellas. La tierra seca estaba agrietada y algunos bloques sobresalian. Delante de él, majestuosa y tortuosa, se encontraba la piedra, enorme y negra, en la cual Nehant estaba encerrado desde el fin de la última guerra. Ésta levitaba a algunos pasos por encima del suelo, se encontraba retenida por gruesas cadenas ancladas al suelo por otros cristales, más pequeños y de diferentes colores. El demonio se acercó, como atraído por la piedra. Una persona se le acercó, un humano, de apariencia demacrada, cojeando. Apretaba en sus manos, algo embalado en una tela blanca y negra agujerada. El humano se detuvó cerca del demonio y le tendió el objeto.
- Toma, demonio, esta es la Selección de lo Prohibido que permite llamar a Infernal.
Aunque la boca y la mandíbula del hombre se movian, parecía que la voz no provenía de él, resonaba alrededor de él. Tragalma supo entonces que era Nehant quien le hablaba. En signo de sumisión, se arrodilló y aceptó el obsequio.
- Amo, esta usted aquí de vuelta, libéreme de mi lazo con Dimizar, se lo ruego.
- No, todavía no estoy listo, mi prisión es todavía demasiado poderosa. Todavía necesito a ese servidor, deberás serle fiel. No voy a poder mantener este cuerpo mucho tiempo, y tengo otra cosa que decirte. La piedra en la cual estoy encerrado se pulveriza, liberando pedazos de cristales. Toma todos los que puedas y confíaselos a Dimizar, señalándole que son pedazos de mi piedra, él sabrá qué hacer con ellos.
En ese momento, el hombre se derrumbó en el suelo, se moría de sed y de hambre. Tragalma no se privó de un momento de crueldad y quebró la nuca del infortunado antes de ponerse a la recolección de los pedazos.
Recogió una buena cantidad antes de usar el portal en el camino inverso.
Nuevamente sentía la impresión de ser perforado de punta a punta y de flotar sin el menor control del destino. Esta vez, Tragalma sintió la presencia de otros demonios. ¿Habían percibido su presencia o fueron atraídos por la Selección? Ninguno pudo abrirse paso hasta él y escapó de otros tormentos. El torbellino se cerró esparciendo todo lo que el demonio llevaba. Recordando las advertencias, se reincorporó rápidamente y se interpuso en medio de los cristales.
- ¡No toquen nada! Exclamó.
Dimizar miró la Selección de lo Prohibido con gran interés. La reconoció por haber visto un grabado en uno de los numerosos libros mágicos del difunto Zejabel.
- Explícate Tragalma, que es lo que nos has traido, dijo recogiendo la Selección.
El demonio reunió los pedazos y los puso sobre una mesa ocupándose de no dejar ningun trozo en el suelo.
- Encontré al Amo, nos confía la Selección, así como estos cristales. Me pidió que te aclare que son pedazos de su prisión.
- ¿Has visto a Nehant? Preguntó Máscara de Hierro entusiasmado por esta perspectiva.
- ¿Asombrado?, somos demonios, añadió Ardrakar. Muchos de nosotros ya lo vimos en la época de su reinado.
- ¡Suficiente! Cortó Dimizar. ¿Pedazos de la prisión? ¿Pedazos de Nehant? Esto cambia la situación. Máscara, Ardrakar, vayan a capturar un guerrero de Tantad, tengo un experimento que realizar. Ahora, vayan, yo tengo que hacer.
Capítulo 2: Experiencias
Algunos días más tarde y con un prisionero, para Dimizar era tiempo de hacer sus primeros experimentos con estos pedazos de Nehant. El guerrero de Tantad se transformó después de que se le hubiera incorporado una de las piedras demoníacas. Dimizar se inspiró en trabajos de Marlok para construir a este nuevo demonio y el resultado estuvo a la altura de sus espectativas ya que nació así Carkasa, una criatura más en las filas de las tropas de Nehant. Pero Dimizar no paró allí y si esta primera prueba se confesaba concluyente deseó pasar a otra experiencia. Había caído por casualidad sobre un libro que hablaba de la Teúrgia y los enviados de los dioses. Convocó a Tragalma y Ardrakar.
- Vamos a hacer un pequeño viaje mis amigos. Nos vamos al Desierto de Esmeralda.
- ¿Qué vamos a hacer allí? Interrogó Ardrakar.
- Mis espías me informaron que gente del desierto ha llegado a la Piedra Caída del Cielo. Sus poderes son muy diferentes de lo que conozco. Me gustaría ver lo que haría un pedazo de Nehant a esta gente.
- ¡Un Poco de acción! Exclamó Tragalma. ¡Y esta vez ningún Portal Demoníaco!
Una sonrisa sádica apareció sobre la cara de Dimizar.
- Te equivocas, vas a ir como explorador para reunir a un grupo de rebeldes. El Desierto de Esmeralda es grande, es como buscar una aguja en un pajar. Sin embargo ellos lo conocen bien y son capaces de encontrar lo que buscamos.
Aunque la cara del demonio fue cuajada para siempre a causa de su inmutable rostro, se podía sentir un desconcierto inmenso emanar de él.
- Preferiría casi los Meandros, dijo el demonio.
- Eso puede arreglarse, si prefieres regresar a tu prisión, estoy seguro que tus pequeños compañeros te tendran una acogida muy buena.
- Muy bien, inútil es amenazarme. Será hecho según sus órdenes.
- Bien, déjanos, yo todavía tengo algunas palabras que decirle a Ardrakar.
Tragalma dejó la oficina de su amo mascullando insultos bien sentidos.
- ¿No arriesgue usted tener problemas con este demonio señor?
- Aun no eres un demonio totalmente y todavía no los conoces bastante, está en su naturaleza actuar así siempre cuando se les dá una orden, son muy teatrales y es un modo de guardar las apariencias para un demonio.
- Efectivamente, esto escapa de mí. ¿Qué puedo hacer por ti Dimizar?
- Vamos a enfrentarnos con una fuerza importante, me gustaría que acudieras a Quimera Negra. Nosotros no estamos atados, viniste de tu propio jefe.
Ardrakar se dio aire de satisfecha. - Con mucho gusto, puedo hacerla venir cuando lo desee, ese es el regalo que me hizo Nehant.
- Entonces preparemosnos.
El viaje se hizo a pie, luego en barco hasta la Costa de Turquesa. Sobre la playa los rebeldes habían levantado un campamento de tiendas típicas de esta tribu. De la salida de la mansión hasta ahí había pasado dos semanas lo que permitió aTragalma acabar su tarea. Los hombres del desierto vinieron al encuentro del Nehantista.
Por una vez no tendría que someterlos a su voluntad, su odio hacia la autoridad y la visión de una buena cantidad de dinero le aseguraba una buena fidelidad de su parte. Su jefe un hombre de gran estatura, acogió a los recién llegados con calidez y les invitó a tomar un té.
- Sean bienvenidos mis amigos, encontramos a uno de estos perros que rogaban al dios sol. Tengo hombres que lo siguen con toda discreción.
Un joven sirviente sirvió el té de menta que hervía.
- Usted sabe, estamos con poca ayuda para reconstruir nuestras antiguas ciudades.
- Cada cosa a su tiempo, respondió Dimizar aceptando el té. Ya pensaremos en ello en el momento adecuado.
El silencio se hizo al tiempo de la degustación. Fuera Tragalma vigilaba los alrededores, como muchos de los suyos no temía el calor de allí, este día era particularmente tórrido. Las únicas sombras de los cristales de esmeralda aportaban un tono verde. El demonio acarició la superficie de uno de ellos que provocó una modificación ligera de su color.
- Demasiada luz aquí.
Dimizar discutió cosas diversas y supo entre otras cosas que la inmensa mayoría de los miembros del gremio conocido bajo el nombre de Nómadas del Desierto había dejado el reino para ir hasta la Piedra Caída del Cielo. Esto representaba mucho para los rebeldes porque sin el apoyo de este gremio el ejército de Mineptra que se encontraba de allí era menos impresionante.
¿Una nueva oportunidad para Nehant? No por el momento, porque Dimizar tenía en la actualidad en mente otras cosas.
Llegó la tarde, tocando el principio de la partida para la pequeña tropa. Por la noche, el desierto mostraba vida. Las criaturas salían de sus guaridas y las plantas desplegaban sus hojas para capturar toda la humedad posible. Era el mejor momento para los desplazamientos en el desierto. Progresaron rápidamente hasta un aparente camino.
- Es el camino que lleva a la Puerta del Desierto. El que nos interesa, debería llegar al levantarse el sol. Pensamos que sale a reunir los suyos, contó un explorador. Escondamosnos.
- Escúchenme, el fin no es matarlo, lo quiero con vida y entero. Ordenó Dimizar.
Efectivamente, mientras que el sol ligeramente sobrepasaba el horizonte, un hombre marchaba hacia ellos. No llevaba gran cosa a parte de su ropa y ornamentos. Marchaba mirando sólo delante de él como si su conciencia estuviera en otro lugar. En el momento en el que estuvo cerca de ellos, Tragalma saltó a su encuentro, rugiendo por toda la frustración sentida estas últimas semanas. Tsheptès no se sorprendió y esquivó a la criatura sin mayor esfuerzo. Ardrakar se lanzó a su lado, Quimera Negra apareció en sus manos y le asestó un golpe magistral de lleno en la espada de su enemigo.
- ¡Infieles! ¡Aulló levantándose, voy a destruirlos!
Un aura amarilla resplandeciente apareció alrededor de él y un rayo salió de sus manos con destino a Ardrakar que no pudo evitarlo. La antigua Caballero Dragón aulló con dolor pero esto no fue suficiente para neutralizarla. Por su parte Dimizar en lo alto de la duna recitaba sortilegios sombríos, por desgracia para él esta criatura no tenía Piedra-Corazón y parecía escapar a su voluntad. Sintió que dentro de este cuerpo no había un espíritu humano, sino otra cosa. Pero tenía muchas otras cartas bajo la manga. El combate se alargó y su adversario fue más poderoso que lo supuso. Emanaba de él un poder real de destrucción. Ardrakar fue herida, Tragalma no lograba tocar a su adversario. Por fin Dimizar acabó su encantamiento, una luz negra rodeó a Tsheptès y asfixió, literalmente, el aura amarilla, inmovilizándolo totalmente.
- ¿Tienes un lazo invisible, no criatura del sol?
Ardrakar golpeó su cabeza con el canto de su espada, y cayó inconsciente.
- Átenle las manos y llévenselo, nos vamos inmediatamente.
De vuelta en la mansión. Tsheptès fue encadenado con correas ardientes que perforaban el suelo de la cueva. No podía acudir a Sol'ra porque aquí no sentía su presencia. Por primera vez en su existencia sentía el miedo, no comprendía lo que querían estos infieles. ¿Por qué no lo había matado? ¿Por qué guardarlo encarcelado?
La respuesta no se hizo esperar. Sólo Dimizar se presentó delante de él con uno de los pedazos de Nehant en la mano.
- Ahora, Solarian, es la hora para ti de comprender que tu fervor no te salvará de la voluntad de mi maestro.
Los ojos del Nehantista se volvieron rojos al mismo tiempo que un aura roja se propagó alrededor del pedazo de piedra de Nehant. Tsheptès intentó liberarse de sus lazos pero nada pudo hacer, al contrario éstos se estrecharon más y lo tiraron hacia atras. Dimizar, con un gesto violento hundió profundamente el pedazo en el pecho del preso. El dolor que sintió no era físico, era su misma naturaleza la que fue atacada. Era como si un veneno se difundiera en él, su voluntad vaciló, sintió hacerse alguien más. Sus lazos desaparecieron mientras que se retorcía de dolor. El pedazo se incrustó profundamente, no quedó más que una extremidad visible en medio de su pecho.
- Pero… ¿Qué me ah... Hecho?
- Te ofrecí una nueva vida. Te ofrecí una Piedra-Corazón que va a transformarte en otra cosa.
Ahora la energía mágica de Nehant se difundía por todas partes modificando la naturaleza del Solarian, transformándolo interiormente.
- ¿Quién eres? Preguntó Dimizar.
- Yo... ¡Tsheptès! Respondió.
La respuesta no fue satisfactoria, esperó un momento y luego insistió.
- ¿¡Quién eres!?
- Tsept en...
Dimizar lo cogió por la garganta y lo miró a los ojos.
- ¿¡QUIÉN ERES!?
- Yo... Soy... Caído.
Dimizar aflojó al infortunado y le dejó acabar su transformación.
Capitulo 2: Experiencias
Algunos días y un preso más tarde era el tiempo para Dimizar de hacer sus primeras experiencias con estos pedazos de Néhant. El guerrero de Tantad se transformó después de que se le hubiera incorporado una de las piedras demoníacas. Dimizar se inspiró en trabajos de Marlok para construir a este nuevo demonio y el resultado estuvo a la altura de sus esperas ya que nació así Carkasa una criatura mas en las filas de las tropas de Néhant. Pero Dimizar no se paró allí y si esta primera prueba se confesaba concluyendo deseó pasar a otra experiencia. Había caído por casualidad sobre un libro que hablaba de la Teúrgia y los enviados de los dioses. Convocó a Tragalma y Ardrakar.
- Vamos a hacer un pequeño viaje mis amigos. Nos vamos al el desierto esmeralda.
- ¿Que vamos a hacer allì ? Interrogó a Ardrakar.
- Mis espías me informaron que gente del desierto había llegado a la piedra caida del cielo. Sus poderes son muy diferentes de lo que conozco. Me gustaría ver lo que daría un pedazo a este género a nehant.
- ¡ Poca acción! Exclamó Tragalma. ¡ Y esta vez ningún pórtico demoníaco!
Una sonrisa sádica apareció sobre la cara de Dimizar.
- Te equivocas, vas a ir como explorador para reunir un grupo de rebeldes. El desierto de esmeralda es grande, es como buscar una aguja en un pajar. Sin embargo ellos lo conocen bien y ellos son capaces de encontrar lo que buscamos.
Aunque la cara del demonio fue cuajada para siempre a causa de su cara inmutable podíamos sentir un desconcierto inmenso emanar de él.
- Prefería casi los Meandros, silbó al demonio.
- Esto puede arreglarse si prefieres regresar en tu prisión, estoy seguro que tus pequeños compañeros te tendran una acogida muy buena.
- Muy bien, inútil amenazarme. Será hecho según sus órdenes.
- Bien déjanos yo todavía tengo algunas palabras que hay que decirle a Ardrakar.
Tragalma dejó la oficina de su dueño mascullando insultos bien sentidos.
- ¿ No arriesgue usted ningún haber del problema con este demonio señor?
- Totalmente no eres un demonio y todavía no los conoces bastante, sino está en su naturaleza de actuar siempre así cuando se les da una orden, es muy teatral y es un modo para un demonio de guardar las apariencias.
- Efectivamente esto totalmente escapa de mí. ¿Que puedo hacer para ti a Dimizar?
- Vamos a enfrentarnos con una fuerza importante, me gustaría que acudieras a Quimera negra. No somos atados los dos, viniste de tu propio jefe.
Ardrakar dio el aire satisfecha.
- Con mucho gusto, puedo hacerla venir cuando lo deseo, es allí el regalo que me hizo Néhant.
- Entonces preparemosnos.
El viaje se hizo a pie, luego en barco hasta la costa de Turquesa. Sobre la playa los rebeldes habían subido un campo de tiendas típicas de esta tribu. De la salida de la casa solariega hasta ahí había pasado dos semanas lo que permitió aTragalma acabar su tarea. Los hombres del desierto vinieron al encuentro del nehantista.
Por una vez no tendría que someterlos a su voluntad, su odio hacia la autoridad y la vista de una buena cantidad de dinero le aseguraba una buena fidelidad de su parte. Su jefe un hombre de gran estatura a la mirada, acogió a los recién llegados con calidez y les invitó a tomar un té.
- Sean bienvenidos mis amigos, encontramos uno de estos perros que rogaban al dios sol. Tengo hombres que lo siguen en toda discreción.
Un joven sirviente sirvió el té para la menta que hervía.
- Usted sabe, estaríamos contra poca ayuda con el fin de repetir nuestras antiguas ciudades.
- Cada cosa a su tiempo, respondió Dimizar aceptando el té. Pero pensaremos en eso en el momento venido.
El silencio se hizo el tiempo de la degustación. Fuera Tragalma vigilaba los alrededores, como muchos de los suyos no temía el calor que de allí este día era particularmente tórrido. Las únicas sombras de los cristales de esmeralda aportaban un tono rojo. El demonio acarició la superficie de uno de ellos que provocaban una modificación ligera de su color.
- Demasiada luz aquí.
Dimizar discutió cosas diversas y supo entre otras cosas que la inmensa mayoría de los miembros del gremio conocido bajo el nombre de Nómadas del desierto había dejado el reino para ir a la piedra derribada por el cielo. Esto representaba mucho para los rebeldes porque sin el apoyo de este gremio el ejército de Mineptra se encontraba de allí menos impresionante. ¿Una nueva oportunidad para el néhant? No por el momento porque Dimizar tenía la intención otras cosas en la actualidad.
Llegó la tarde, tocando el principio de la batida para la pequeña tropa. Por la noche, el desierto mostrava vida. Las criaturas salían de su guarida y las plantas desplegaban sus hojas para capturar toda la humedad posible. Era el mejor momento para los desplazamientos en el desierto. Progresaron rápidamente hasta un aparente camino.
- Es el camino que lleva a la puerta del desierto. El que nos interesa debería llegar al levantamiento del sol. Pensamos que sale a reunir los suyos, contó un explorador. Escondamosnos.
- Escúcheme, el fin no es matarlo, lo quiero en vida y entero. Ordenó a Dimizar.
Y efectivamente, mientras que el sol ligeramente sobrepasaba el horizonte, un hombre marchaba hacia ellos. No llevaba grande cosa a parte de un pagne y ornamentos. Marchaba mirando sólo delante de él como si su conciencia estuviera en otro lugar. En el momento en el que adelantó serca de ellos, Tragalma salta para su encuentro, rugiendo de toda la frustración sentida estas últimas semanas. Tsheptès no se hizo sorprender y esquivó la criatura sin grueso esfuerzo. Ardrakar se lanzó a su vuelta, Quimera negra apareció por magia en sus manos y le asestó un golpe magistral a su enemigo del lleno en su espada. Éste valdingua más lejos.
- ¡ Infieles! ¡ Aulló levantándose, voy a destruirlos!!
Una aura resplandeciente amarilla apareció alrededor de él y un rayo se fue de sus manos con destino a Ardrakar que no pudo evitarlo. La antigua caballero dragon aulló con dolor pero esto no fue suficiente para neutralizarla. Por su parte Dimizar en lo alto de la duna incanta sortilegios sombríos, por desgracia para él esta criatura no tenía piedra-corazón y parecía escapar de su voluntad. Olió que dentro de este cuerpo no era el espíritu de un humano, sino otra cosa. Pero tenía muchas otras cartas bajo la manga. El combate se apresuró y su adversario fue más poderoso que lo supuesto. Emanaba de él un poder real de destrucción. Ardrakar fue herido, Tragalma no lograba tocar su adversario. Por fin Dimizar acabó su encantamiento y la suerte se derritió, una luz negra rodeó a Tsheptès y asfixió literalmente el aura amarilla, totalmente inmovilizándolo.
- ¿ Tienes un lazo invisible no criatura del sol?
Ardrakar golpeó su cabeza con el canto de su espada, cayó entonces inconsciente.
- Átele las manos y lléveselo, nos vamos inmediatamente.
De vuelta a la casa solariega. Tsheptès fue encadenado por correas ardientes que perforaban el suelo de la cueva. No podía más acudir a Sol ra porque aquí no sentía más su presencia. Por primera vez de su existencia sentía el miedo, no comprendía lo que le querían estos infieles. ¿ Por qué no lo había matado? ¿ Por qué guardarlo encarcelado?
La respuesta no se hizo esperar. Sólo Dimizar se presentó delante de él con en una mano uno de los pedazos de Néhant.
- Ahora, Solarian, es la hora para ti de comprender que tu fervor no te salvará de la voluntad de mi dueño.
Los ojos del néhantiste se volvieron rojos al mismo tiempo que una aura roja se propagó alrededor del pedazo de piedra nehant. Tsheptès intentó liberarse de sus lazos pero nada hizo allí, al contrario éstos se estrecharon y lo tiraron hacia atras. Dimizar, de un gesto violento hundió profundamente el pedazo en el pecho del preso. El dolor que sintió era físico ni siquiera, es la misma que la de su naturaleza que fue atacada. Era como si un veneno se difunda en él, su voluntad vaciló, se sintió hacerse alguien más. Sus lazos desaparecieron mientras que se retorcía de dolor. El pedazo se incrustó profundamente, no quedó más que la otra extremidad visible en medio de su pecho.
- Pero.. Que me ah... ¿ Hecho?
- Te ofrecí una nueva vida. Te ofrecí una piedra-corazón que va a hacerte otra cosa.
Ahora la energía mágica de Néhant se difundía por todas partes modificándo tu naturaleza de Solarian, se transformaba interiormente.
- ¿ Quién eres? Preguntó a Dimizar.
- Yo... ¡ Tsheptès! Respondió.
La respuesta no fue satisfactoria, reposó la cuestión insistiendo más.
- ¡ Qué eres!?
- Tsept en...
Dimizar lo cogió por la garganta y lo fijó en los ojos.
- ¡ QUÉ ERES! ¿??
- Yo... Soy... Caído.
Chamanismo
Ydiana zigzagueaba entre los endebles arbustos y echaba una mirada de vez en cuando detrás de ella, verificando no ser seguida por un invasor nómade. La joven llevaba varios días vigilando las actividades de la gente venida del desierto y de la progresión de la podredumbre". Kei'zan había procurado que todos los miembros de los Corazón de Savia así como sus aliados de otros gremios pudieran ver lo invisible. Esa mañana un importante acontecimiento la alertó. El suelo se agrietaba por todas partes alrededor de la Piedra y pedazos de cristal comenzaban a elevarse lentamente. Percibió un peligro inminente y se echó a correr con destino al bosque de los Eltaria.
Esa misma tarde llegó, extenuada y hambrienta, por lo que cayó de rodillas; Marca-Roja que vigilaba el campamento fue a su encuentro, vigilando por si algún enemigo se acercaba.
- Respira, ya llegaste Ydiana. Por qué corrías así.
- Es… es increíble. Dijo jadeando. ¡La tierra alrededor de la Piedra Caída del Cielo, se desagarra!
Hablaespíritu se alzó por encima de ella inclinando la cabeza.
- ¿Puedo ver lo que viste?, te lo ruego.
- Sí, sí.
El Daïs concentró su magia y penetró la barrera psíquica de Ydiana, capturando sus memorias, viendo a través de ella los desastres provocados por los Nómades. Compartió mentalmente esta información con otros Daïs presentes en el bosque de los Eltaria. Kei’zan que no estaba en el campamento con ellos.
Hablaespíritu dejó a Ydiana reposar, al tiempo que él les explicaba la situación a sus aliados que se habían quedado en el campamento.
- Debo advertirles que la situación se degrada rápidamente. Los Nómadas atacan ahora a la tierra misma. Los Corazón de Savia debemos reunirnos urgentemente en lo más profundo del bosque. Ningún extranjero puede pisar ese lugar. Los exhorto a buscar soluciones por su parte.
- Voy a quedarme aquí para esperarlos y esperar las noticias de los Enviados de Noz'Dingard, dijo Alishk que no se había perdido nada de la discusión.
- Gracias Draconiano.
- Vuelve con buenas noticias, es todo lo que importa, comentó Sangrespada quien realmente estaba muy a gusto allí.
Hablaespíritu se volvió hacia los suyos.
- Ahora los Corazón de Savia pónganse en camino.
En algunos minutos el campamento se lleno de Eltarianos y otras bestias que componían este gremio. Por su parte, Kei'zan concentraba sus esfuerzos por analizar la situación lo más precisamente posible. Por desgracia después de varios días de búsquedas y de reflexiones se confesaba incapaz de comprender cómo vencer a estos Nómades. Había este ritual creado por los Draconianos que daba algunas pistas. Comprendió por ejemplo que sus poderes eran concedidos por sus dioses y que crear una barrera entre ambas partes era una solución factible pero extremadamente costosa en magia. Recordó entonces historias ancestrales de su pueblo. Cuando el Árbol-Mundo era majestuoso y fuerte, Hom'chaï y Elfin habrían venido de un lugar muy lejano, tan lejano que se suponía estaba al otro lado de Guem. Los pensamientos que tenía eran motivados no sólo por un pesimismo importante visto en los últimos acontecimientos además de su instinto. Su hermano se había ido hacía ya varias semanas y no tenía ninguna noticia de él que indicara un probable fracaso de la expedición a Los Confines. Este estado de ánimo no lo había tenido desde la explosión del Árbol-Mundo. Y si resumiendo ¿Todo esto era signo de que su tiempo sobre las tierras de Guem estaba acabando? Kei'zan sujetó firmemente la gema verde, semilla del que le dio la vida, que crecía en el interior de una pequeña raíz.
"No puedo devolverte la vida sobre esta tierra que corre peligro de morir," pensó.
Necesitaba saber más sobre la historia de los Hom’chaï y los Elfin, se propuso llegar al Claro de los Espíritus, donde vivía la tribu de los guardianes de los tótems. Ésta tenía una particularidad importante, estaba constituida en su gran mayoría por Hom'chaï no por elección sino simplemente porque reunía a valerosos chamanes Hom'chaï capaces de hablar con los espíritus. Tan pronto como llegó al claro, que por ahora se había convertido en un pueblo próspero en medio del bosque, en seguida fue recibido por aquel al que había venido a ver, Hablaroca.
- Entre Kei'zan, deje a un lado sus dudas y tus temores y abra su mente. Dijo invitándole a pasar al pueblo, donde dos tótems, uno a cada lado del camino, les señalaban a los viajeros que el camino acababa allí.
Había en este pueblo increíbles olores de plantas. El Daïs quedó impresionado por la importante cantidad de magia en el ambiente, aquí se sentía en paz. Hablaroca no pronunció una palabra hasta que hubieron recorrido todo el pueblo y se encontraron sobre la colina que dominaba el lugar. El Hom'chaï se sentó sobre la hierba espesa y apacible.
- Hace mucho tiempo que no nos vemos Kei'zan.
- Es verdad, pero ha llegado el momento para mí de decidir cuál será el futuro de los Eltarianos. ¿Qué puedes decirme sobre el origen de los Hom'chaï y de los Elfin?
Hablaroca sacó un cuenco de piedra de una bolsa en piel y vertió algunas unas hojas secas antes de crear llamas para quemarlas.
- Lo que voy a contarte es lo que nos transmitimos los Guardianes de los Espíritus desde hace tiempo. No pretendo que esta sea la verdad porque es probable que a lo largo de las edades, la verdad sea hecha leyenda. Nadie aparte de los nuestros conoce esta historia porque para nosotros es sinónimo de vergüenza y de un pasado ya demasiado lejano.
El humo que escapaba del cuenco se enrolló y tomó la apariencia de una serpiente, girando alrededor de los dos Eltarianos.
- Había una vez una civilización que dominó las tierras de Guem. Esto fue mucho antes de la aparición de los hombres, mucho antes de la gran erosión. Este pueblo feroz y cruel esclavizaba a otros con facilidad, destruyendo fabulosas ciudades, aniquilando civilizaciones enteras. Los llamaban Eltarianos, lo que dio el nombre a nuestra civilización que agrupa a Hom'chaï, Elfin y Daïs. Nadie sabe realmente a que se parecían estas criaturas. Solo había que un obstáculo a su supremacía, los Daïs.
El humo se enroscó cada vez más y tomó entonces la apariencia de lo que contaba Hablaroca.
- Los Eltarianos emprendieron la conquista del bosque y una guerra salvaje estalló entre ambos pueblos. Esto selló la suerte de esta civilización. El Árbol-Mundo con su total poder los castigó y los separó en dos criaturas distintas: Hom'chaï y Elfin. Todo cambió. En lo sucesivo estas criaturas vivirían en el bosque, olvidando poco a poco su pasado de conquistadores. Hay muchas fallas en esta historia, pero de ahí emana lo que somos. Cada Hom'chaï tiene en algún lugar otra parte Elfin que lo completa, en recuerdo de lo que fuimos. Estamos seguros de que un día vamos a recuperar nuestra unidad y para ello hay que aprender del pasado. Pero todo esto es sólo una leyenda.
Kei'zan jamás había escuchado esta historia y quedó asombrado por eso, él que dirigía a los Eltarianos desde hacía mucho tiempo.
- Ya comprendo mejor algunos hechos, los otros Daïs ¿Me escondieron esta historia deliberadamente?
- No Kei'zan, para evitar todo problema en cuanto a nuestra integración, el Árbol-Mundo se aseguró que los Daïs olvidaban el pasado para que se enfocaran en el futuro.
- Si el Árbol-Mundo lo hizo ¿Por qué me cuentas esto?, arriesgando el despertar de esta memoria.
- Porque es el momento.
- Y estos Eltarianos ¿Vinieron de otra parte?
- No lo sé, pero algo debe quedar en alguna parte de las tierras de Guem con restos de lo que fuimos y nuestro pasado.
- Esperaba otra respuesta, por lo que he oído los Hom'chaï habrían venido de otro lugar fuera de las tierras de Guem.
- Kei’zan, sólo puedo darte estas respuestas, dijo Hablaroca volteando el tazón para asfixiar el fuego.
- En ese caso estamos perdidos, los invasores del desierto van a quebrantar las tierras de Guem y para nosotros será el fin... En ese momento Hablaespíritu se dirigió a él y le contó los últimos acontecimientos. Para Kei'zan no quedaba más que una cosa por hacer sacando provecho del cuento de Hablaroca.
- Hermano, esto es una ofensa a Guem, no podemos quedarnos sin hacer nada frente a esto. Que los Corazón de Savia se reúnan en el Claro de los Espíritus, les encontraré allí, es tiempo de prevenir a los jefes de los clanes.
- ¿Qué piensas hacer Kei'zan?
– Algunos cambios ya están sucediendo. En otro tiempo el Árbol-Mundo murió irremediablemente para que nosotros fuésemos dignos de su legado. Para ustedes los Hom'chaï y los Elfin, ya es hora de luchar para alcanzar lo que buscan: la unidad. No digo que esto sea fácil ni que sea rápido, por el contrario, pero estamos en el umbral de un nuevo amanecer para las tierras de Guem.
Hablaroca parecía satisfecho con la respuesta.
- Voy a escuchar a los espíritus y a soltar sus lenguas.
Mientras que Kei'zan convocaba uno por uno a los diferentes jefes de la tribu Eltaria, Hablaroca se dirigió a su lugar preferido. Lejos del Claro de los Espíritus se encontraba un lugar místico fuera del tiempo donde sólo a los chamanes se les permitía ir. Bajo un cielo estrellado de una noche sin nubes, varios tótems grabados con símbolos tribales brillaban despacio, signo de la presencia de espíritus. El Hom'chaï puso su mano sobre el primero de ellos.
- Piar, espíritu ave del tótem que todo lo ve, escucha mis palabras.
En este momento, las luces se intensificaron y apareció posado en lo alto del tótem un ave azul-noche. Hablaroca hizo lo mismo en el tótem de al lado.
- Akem, espíritu felino del tótem guerrero, escucha mis palabras.
El tótem también se iluminó y apareció un felino diente de sable, de color azul-noche. Terminó en el tercer tótem.
- Ghalagi, espíritu lagarto del tótem místico, escucha mis palabras. Entonces un lagarto en la piel azul-noche apareció en la parte superior de la antigua escultura.
- Escuchamos tus palabras chamán. Pero antes de continuar debes saber que el mundo de los espíritus esta perturbado y sufrimos lo que sufren las tierras de Guem, explicó Ghalagi con una voz triste.
- En este caso ustedes estarán de acuerdo en intervenir sobre el destino de nuestro mundo.
- ¡No hubiésemos respondido si no fuera el caso! Rugió Akem.
- Y tú Akem, ¿Qué ves en nuestro futuro, encontraremos la unidad? ¿Los invasores ganarán la guerra? Preguntó Hablaroca con inquietud.
- El futuro no está claro, está en un perpetuo movimiento, pero una cosa es cierta, cambios van a efectuarse, anunció Piar.
- ¡Una guerra es inevitable, pero estamos listos, ustedes están listos! Gritó Akem.
- Kei'zan es una de las llaves de la historia Hablaroca. Deberá hacer una elección importante para su pueblo. Transmítele este mensaje, nada está perdido totalmente, todo puede recomenzar. Díselo a él.
En ese momento los espíritus desaparecieron mágicamente, volviendo a su mundo invisible. Hablaroca estaba preocupado. ¿Qué iba a pasar sobre las tierras de Guem para que los espíritus habitualmente tan enigmáticos y distantes respondan así?
Hablaroca volvió al pueblo y fue a transmitirle inmediatamente el mensaje de los espíritus a su destinatario. Kei'zan no podía dejar de pensar en la semilla del Árbol-Mundo, había probado todo para hacerlo germinar pero nada había resultado.
"¿Qué hago?" Se preguntó.
A través del desierto
Mouktar había pasado varios días viajando en el desierto. El mensaje que aportaba era de una importancia capital y se había parado sólo para reposarse algunas horas cuando era necesario. Por fin pasó a ambos guardias de arena de la gran puerta de Mineptha capital del reino de las arenas. Excusándose ante la población empujó su montura hasta el palacio real. Este último era el corazón de la ciudad. Las estatuas inmensas de los reyes pasados miraban, firmes para la eternidad, el pueblo que estaba ellos en otro tiempo. Mouktar cayó a rodillas delante de un guardia, soplando como un buey.
- Aporto un mensaje muy importante procedente de Aksenoun. Por favor diga al hijo del Sol que su servidor que entiende y ve para él está aqui, dice al ritmo de las respiraciones fuertes.
El guardia examinó al curioso con desdén.
- ¿ Qué es lo que te hace pensar que el dios del desierto querrá recibirte? Vaya, suelta y que te vemos de nuevo más.
Mouktar se levantó y sumergió sus ojos en los del guardia.
- ¿ Sabes lo que les pasa a los que se levantan delante del escorpión blanco de Selik?
El nombre pareció provocar una conciencia. El guardia observó mejor a su interlocutor y observó el pedazo de tatuaje que sobrepasaba de su brazo, dos garras de un escorpión blanco, la marca espías del rey. Inmediatamente el guardia cogió a Mouktar por el brazo y le hizo avanzar por la puerta del palacio.
- Discúlpeme, es muy raro ver a gente como usted. Le conduzco a la sala de audiencia del dios del desierto.
- No se inquiete esta historia se quedará entre nosotros.
Un poco más tarde Mouktar se hartaba un poco con algunos dátiles y sonido además de agua cuando las puertas de la sala se abrieron con estruendo. Apareció un hombre joven a la belleza ravasadora.
Cada una de sus joyas era una obra de arte y no fue llevada al azar, formando una armonía con resto de su físico. Mouktar reconoció inmediatamente a príncipe Metchaf, heredero de la corona del reino de las arenas. Puso lo que tenía y se aplasta en el suelo como lo pedía el protocolo en presencia de una persona tan ilustre. El príncipe fue hasta los tronos donde se sentó en el sitio de su padre.
- ¿ Te escucho a fiel de Selik, vienes de Aksenoun no?
Alzando la cabeza pero quedándose a rodilla Mouktar tomó la palabra.
- Vengo bien de Aksenoun. Anuncio de muy malas nuevas a hijo del dios del desierto.
El príncipe tuvo el aire ancioso, le había a Aksenoun el que hacía pegar su corazón y la que más tarde se haría la reina del desierto. Mouktar repitió.
- Los rebeldes invistieron la ciudad de Aksenoun y anudaron contactos con políticos importantes. Resulta que el juicio de Aïf Salah Mehdir no es tan adicto más a su majestad. Los rebeldes, sacando provecho de la salida de los Nómadas para tierras lejanas, se reforzaron. Sus filas se ven hinchadas los nuevos partidarios y los nuevos aliados aparecieron.
- ¿ Sé las informaciones de los fieles fiables de Selik, pero tienes pruebas de lo que acercas?
Mouktar cogió su bolsa y salieron de eso de trajes ensangrentados.
- Intercepté a un mensajero rebelde por lo tanto de Aksenoun y quien contaba con ir a Sefka para negociar condiciones de rebelión de la ciudad.
- ¡ El loco! Cortó al príncipe.
- Vealo por usted.
Mouktar derribó sobre el suelo diverso objetos de oro y aportó uno al pie del trono antes de alejarse de eso. El Príncipe se inclinó y en el momento en el que reconoció el objeto estalló.
- ¡ QUÉ! ¡ Cómo se permite ofrecer joyas ofrecidas por mi padre a estos perros!?¿Que hace el sacerdote de Sol ra en Aksenoun, es incapaz de ver esto??
- Temo, príncipe, que sea encerrado en su templo por miedo de un asesinato.
El príncipe se acercó a Mouktar.
- Serviste bien a tus dueños, te dejo otros objetos para los escorpiones blancos de Selik. Ahora tengo que hablar con mi padre.
El viajero no se hizo rezar para irse de nuevo rápidamente llevándose su botín.
Metchaf no tardó en producirle estas noticias a su padre. Encontró al rey del desierto en los jardines del palacio. Hacía allí húmedo y bueno, las palmeras aportaban de la sombra y el estanque de agua fue recubierto con plantas de agua. El rey del desierto estuvo instalado sobre un banco, acariciando a uno de sus numerosos gatos al pelaje increíble.
- ¿ Tus pasos tienen prisa no, hijo?
- Si padre. Un escorpión blanco de Selik acaba de llegar. Aksenoun está en presa a la rebelión y a la entrega en causa de su autoridad.
- ¿ Un escorpión blanco? ¿ Aksenoun se rebela? Veo. ¿ Entonces hijo que vas a hacer para salvar esta situación que parece preocupante?
Metchaf comprendió en este instante que su padre le ponía a prueba. El tiempo de venir hasta los jardines había tenido tiempo de amontonar algunos planes.
- Es importante ser firme, pero la ausencia de los Nómadas es un freno a nuestra potencia. Lo mismo, enviar el ejército correría peligro de provocar pérdidas inútiles. Creo a Aïf d' Aksenoun influenciable creo que su fe en Sol ra y pues en usted padre no es bastante fuerte más.
- ¿ Y qué cuentas con hacer para reforzar su fe?
- ¡ Va a hacerme falta a Shrikan! Respondió firmemente al príncipe.
- ¿ Shrikan? Hace ya mucho tiempo que le acudimos.
- Sí padre, pero va a servirme de aprovechamiento para mostrar a ellos todos a los que dudan en usted que hay sólo dos salidas para ellos: la muerte o la fidelidad.
- Así lo decidiste. Tente cuidado, aunque Shrikan sea un medio de llegar a tus fines, los rebeldes no entenderan así, no quiero perderte.
- ¡ Pero padre Sol ra guía mis pasos y mi mano, no puede nada llegarme a pasar!
El rey del desierto puso su mano sobre el hombro de su hijo.
- Ve y has honor a tu familia y a tu sangre.
El día siguiente, príncipe Metchaf fue al templo de Sol ra en Minepthra dónde fue recibido " en grandes festejos " por los sacerdotes. El que aseguraba el mando en lugar de Ïolmarek invitó al príncipe a la oración matutina. Este último aceptó muy de buena gana, mostrando así que la familia real siempre fue implicada en la vida religiosa del desierto.
Una vez remate el príncipe le pidió a Okthan seguirle en un lugar más aislado.
- ¿ Príncipe, puedo ser útil para usted en qué que sea? Preguntó el sacerdote.
- Por orden del hijo de Sol ra, rey del desierto, Shrikan debe serme devuelto en el instante.
- Shri.. ¿ Shrikan? ¿ Señor, hay un castigo de dictado por el hijo de Sol ra?
- Sí, tráeme hasta él.
El sacerdote no planteó otras cuestiones porque no tenía el derecho a discutir las órdenes de la familia real. Se contentó pues con conducir al príncipe donde quería. Él se hundieron allí dónde la luz de día no alumbraba más y las únicas las llamas de algunas antorchas indicaban el camino que hay que seguir. Esta parte del templo fue reservada para los secretos y para lo que todos los sacerdotes no deseaban ver. Okthan lentamente marchó para no perder al Príncipe en este laberinto, se paró delante de un porche. Por el otro lado había sólo unas tinieblas. Metchaf sentía como un malestar indecible.
- Para evitar el menor problema lo encerramos lejos de los rayos de Sol ra, argumentó al sacerdote.
- Bien, pero hezlo rápido, no quiero quedarme aquí.
Okthan le avanzó en la negrura y le encendió uno a uno las antorchas de una pequeña sala. En medio de éste, puesto sobre una estela se encontraba jarra blanca pintada de un símbolo de Sol ra, un sol de oro estilizado.
- He aquí Shrikan, príncipe.
Metchaf giró alrededor de jarra el aire circunspecto.
- ¿ Entonces eso es Shrikan? No me tiene el aire tan peligroso como su reputación lo pretende.
- Las apariencias son engañosas mi príncipe, y no es el exterior que hay que juzgar, pero el interior. Voy mostrarle. ¡ SHRIKAN! ¡ Despiértete y venga para rendir homenaje al hijo del rey del desierto!
Jarra se echó entonces a vibrar, un humo ocre lentamente se escapó de eso arremolinándose. El conjunto tomó la forma de un genio, una criatura de la que habla las leyendas.
- ¡ Un genio! Exclamó el príncipe.
- ¿Genio? ¿ Dónde ves a un genio joven príncipe? ¡ Soy Shrikan y como tú soy Solarian!
- ¿ Oh? ¿ Soy Solarian? Interrogó a Metchaf con asombro.
- Esto es una historia larga mi príncipe, respondió Okthan.
- ¡ Sí sacerdote cuéntale cómo he sido encerrado en este jarra! ¡ Cómo yo criatura de Sol ra fui arrancado del cuerpo de mi elegido! Dice con cólera.
- Tendrás todo el tiempo contarme esto durante el viaje hasta Aksenoun, Shrikan, pero sepa que tu historia me interese, así como todo lo que se parece mucho a Solarians.
- ¡ Shrikan, te ordeno devolver en tu jarra! Exclamó Okthan.
Inmediatamente y en un proceso inverso, Shrikan se encontró de nuevo en su prisión.
- Le escuchará porque no puede ser de allí de otro modo. Es importante guardar al espíritu que debe ser retenido por esta ancla física, hasta si le suplica, no le conceda su libertad.
El príncipe escuchó sólo una oreja las recomendaciones, se apoderó de jarra y dejó el templo sin demora.
- Si se me libere correría peligro de no dominarme más. Necesitamos un cuerpo para retenernos. Jarra me retiene, por lo menos por el momento.
- Dices también que soy Solarian, sin embargo no siento nada con relación a la costumbre.
- Esto vendrá a tiempo, podemos tardar mucho antes de manifestarnos. Pero sabe que eres bien una parte de Sol ra.
Al día siguiente por la mañana el príncipe fue despertado por Shrikan.
- Despiértate, tenemos visitas. Están llenos de malas intenciones respecto a nosotros. Dice mostrando una dirección.
El príncipe cogió sus armas y se puso en guardia. Tres hombres armados aparecieron entonces en lo alto de una duna. Sus caras fueron escondidas por un turbante. No daban el aire de bandoleros porque sus posturas fueron hechas telas de calidad.
- Así es como se me acoge... Veo que la noticia de mi llegada en Aksenoun se difundió rápidamente.
Los agresores no respondieron, contentándose con entablar el combate con príncipe. Por desgracia para ellos Metchaf había seguido las mejores enseñanzas en materia de manejo de las armas. Apoyado por Shrikan, los infortunados no tuvieron las cualidades requeridas.
Dos de ellos cayeron rápido bajo los golpes del príncipe y de su aliado. Último viendo la situación girar a su desventaja, soltó su arma y cayó a rodillas, rogando que el príncipe acude a su piedad.
- ¿ Piedad? ¡ Sin embargo viniste matarme, perro de rebelde!!
El príncipe tuvo entonces una idea.
- ¡ Quita tus trajes! Dice colocando su lámina bajo la garganta del hombre.
Tiritando de miedo el hombre del desierto se libró de sus vestidos y se encontró en lo sucesivo la piel desnuda bajo el sol ardiente.
- ¿ Quién te envía?
- ¡ Es Aïf d' Aksenoun! Respondió sin vacilación.
- ¡ Mientes! Cortó el genio.
Shrikan se puso a la cabeza entre sus manos y cerró los ojos.
- Veo a un hombre vestido de negro de pies a cabeza, es grande y sus ojos son verdes como los cristales que siembran el desierto. Da el aire de ser su jefe.
- Bien tenemos un blanco. ¡ Vayamosnos! Cuando a ti, perro, vas a arder bajo los rayos de Sol ra, puede que sobrevivirás.
Aksenoun no era muy lejos. El príncipe y Shrikan llegaron a finales del día con vistas a la ciudad imponente. Metchaf se vistió con los trajes tomados sobre el hombre del desierto y pasó un poco más tarde la entrada de la ciudad.
Aksenoun verdaderamente era una de las joyas del desierto. Al contrario de Minepthra no estuvo constituida por casitas esparcidas alrededor de un palacio, sino alrededor de un conglomerado de obras aglutinadas alrededor del palacio de Aïf.
- Resto más que a encontrar a este dirigente.
Las calles de Aksenoun estuvieron ocupadas por escaparates de los vendedores, vendiendo mil maravillas que venían cuatro esquinas del desierto y de más lejos.
Había mucho mundo en aquel momento del día porque la frescura llegaba despacio a medida que la noche caía. El príncipe observaba a la gente evitando a los guardias de la ciudad susceptibles de traerle problemas.
Después de haber hecho la primera vuelta de la ciudad un hombre lo atracó.
- ¡ Tú he aquí! ¿ Que es callado esto hecho? ¿ Te esperamos y tú agarras del buen tiempo? ¿ Entonces usted lo tuvo??
El príncipe volvió al juego inmediatamente y se deslizó en la piel de su agresor.
- Sí, sí, lo tuvimos, tráeme a él yo le contaré.
El hombre miró alrededor de él y avisó al príncipe de seguirle. Fueron entonces al mismo palacio de Aïf. los rebeldes habían crecido el vicio hasta haberse instalado en el mismo emblema de la autoridad y esto el príncipe no podía dejar esto impune. El cuartel general de los rebeldes se encontraba en las cárceles, vaciadas para la ocasión. Había allí varias decenas de hombres armados entre las que su jefe, hombre alto con los ojos verdes devolvían en sitio algunos recalcitrantes. El hombre que acompañaba a Metchaf revolvió a los que se encontraban sobre su paso y se abrió un camino hasta el jefe.
- He aquí uno de los enviado a matar al príncipe.
- ¡ Oh! ¿ Entonces? ¿ Cuenta, lo degolló y dejó su cuerpo en presa al buitre?
- Sí señor, lo encontramos, luego matado, pero tuvo razón dos otros.
- ¡ Muerto con la causa! Pero es perfeccionado.
El hombre en negro se adelantó hasta una de las células.
- Ves querida, tu bello príncipe no es más, tu padre está bajo mi copa, el rey del desierto no podrá mucho tiempo hacer oídos sordos a nuestras reivindicaciones.
" Yo comprende mejor, este hombre retiene a la chica de la Aïf, debo actuar " pensó el príncipe. Aprovechó mientras que el jefe de la rebelión sea inconsiente de ello. " Decapita la cabeza y el resto seguirá ". Con rapidez desenvainó una lámina, cogió por detrás la cabeza del jefe y seccionó de un golpe seco su garganta. La sangre fluyó abundantemente mientras que el hombre en negro caía a cuatro patas teniendo su herida. La asamblea fue ensordecida, pero por seguridad Shrikan apareció para interponerse. Algunos huyeron delante de la muerte del jefe, otros decidieron que había que intervenir y vengarse de esta afrenta hecha a la rebelión. El combate se comprometió a diez contra dos.
Los golpes se cambiaron, las láminas se entrechocaron. Shrikan guardó un ojo sobre el príncipe, cuidando las heridas de este último a medida que era lastimado. Otros hombres llegaron, esta vez se trataba de guardias del palacio, probablemente coorompido por el espíritu de rebelión. Si aunque en resumidas cuentas ambos Tipos de Solarians fueron rápidamente sobrepasados en fuerza. Metchaf olía en el fondo de él de la sensacion una potencia nueva. Alrededor de él llamas de luz aparecieron, quemando traje del impío.
Alas aparecieron en su espalda. Su kopechs, espadas a la lámina arqueada hendieron a varios individuos. Ahora quedaban sólo unos guardias, numerosos y mejor armados. Metchaf que verdaderamente no era más lo mismo sentia que la situación podía serles fatal e hizo lo que no había que hacer sino que era la sola salida válida.
- ¡ Shrikan, en nombre de Sol ra te libero!
En seguida las cadenas que ataban al genio a su jarra cayeron al suelo. Su aspecto cambió para volverse próximo a los aspectos de un hombre.
- ¡ Por fin! ¡! ¡ Larvas voy reducirlos a cenizas!
Hizo entonces llover la cólera de Sol ra sobre sus enemigos, rayas luminosas se fueron en todos los sentidos, si aunque al fin ninguno de ellos quedó con vida cuando la batalla se acabó. Los sollozos de una mujer eran en lo sucesivo los solos ruidos que perturbaban los lugares. Metchaf herido volvio a su apariencia "normal", cuando en Shrikan marcó una pausa antes de pegar en un cuerpo con rabia.
- ¡ Infieles, ustedes serán destruidos retoños de Guem! ¡ Nada me retendrá en lo sucesivo!
Metchaf que vacilaba se acercó a su nuevo amigo después de haber recogido las cadenas. Sin el menor aviso los cerró sobre puño del genio.
- ¿ Que por qué me haces esto?
- Cuídame y devuelve en tu jarra.
Shrikan repitió su aspecto de genio y ejecutó la orden de su "dueño", luego el príncipe fue a librar al que era para él su futura reina.
Esta historia dio la vuelta rápidamente al desierto y por todas partes contamos la leyenda del Príncipe, del Genio, de la chica de la Aïf con un mensaje fuerte: el que se desvía del buen camino será castigado por la muerte.
En el horizonte de un nuevo amanecer
Capitulo 1 - Iniciación
El remolque multicolor se detuvo delante de la carpa negra y morada perteneciente a los Combatientes de Zil. Era conducido por una joven mujer pelirroja vestida con una gran chaqueta de cola. Después de una rápida ojeada para ver si nadie estaba sobre el camino saltó con agilidad y por reflejo abrió los brazos hacia el cielo como si estuviera en un espectáculo frente a un público.
- ¡OH EH! ¡Zils!
La cabeza de Kriss sobrepasó ambos pedazos del tejido espeso de la puerta.
- ¡Oh, un fantasma! Dijo sonriendo. ¡Adelante!
Tiró a la joven mujer por el brazo hacia el interior. Los otros Combatientes de Zil acogieron a la joven con mucha alegría ya que era uno de los ellos. Abyssien apartó al pequeño grupo para tener el campo libre. Se acercó para ver al recién llegado, mientras se preguntaba qué es lo que sucedía. Luego, para sorpresa de todos, el jefe le dio un abrazo a la visitante.
- Estoy muy contento de que estés de vuelta, dijo soltando una lágrima.
- Ahshhh... ¡Me haces daño!
- Oh, perdón.
Abyssien soltó a la joven mujer.
- ¿Salvaje tu año iniciático valió la pena?
- Sí señor, aprendí mucho. Traje lo que me pidió. Está en el remolque. ¿Usted me dirá que quiere hacer?
- ¡Excelente! Esto te concierne de todos modos. Dijo Abyssien saliendo de la carpa.
Salvaje se encontró de nuevo ahogada entre los Combatientes de Zil que la felicitaban y le daban la bienvenida. Fue también la ocasión para ella de ser presentada a los nuevos combatientes como Kolera y Sombría. Salem estaba encantado de ver a la famosa pequeña protegida de Abyssien.
- ¡Te escondió bien al TUNANTE!
- Has crecido bien dijo Sangrespada, eres verdaderamente hermosa, Abyssien estaba loco por haberte dejado sola en los caminos.
- Yo no estaba sola, luego viví un tiempo en la Casa. ¡Qué lugar tan terrorífico!
La Casa de la que hablaba Salvaje era la antigua morada de Artrezil. El mago le dejó a los Zil esta herencia, pero que no le interesó a la gueméliana de la sombra salvo el hecho de que la casa podía servir de almacén. La reputación por los alrededores no animaba a nadie a visitarla porque se decía que era frecuentada, lo que estaba lejos de ser verdad, por el espíritu de Artrezil que todavía vagaba por su casa.
- ¿Qué fuiste a hacer allá? Pregunto la Elfina.
- ¡Fue por esto! Respondió Abyssien con el fin de que todo el mundo lo oyese.
El jefe se colocó en el centro de la pista. Soriek, que le acompañaba, puso una jaula gruesa recubierta con una tela al lado de él.
- ¡Su atención por favor! ¡Colóquense en círculo alrededor de mí! Escuchando a su jefe los Zil formaron un círculo a lo largo de la pista.
- Lo que ustedes verán no es algo común. Esto es una iniciación, una etapa para nosotros. Mis amigos, hoy estamos en el horizonte de una nueva era. ¡Salvaje!
Acércate mi pequeña, no tengas miedo.
Salvaje, sorprendida, se adelantó prudentemente a Abyssien. El mago Zil sumergió sus ojos en los de ella.
- Eras tan pequeña cuando te adoptamos. Hoy eres una joven brillante, llena de espíritu y sobre todo eres una Combatiente de Zil ¿Estás dispuesta a tomar el sitio que te corresponde?
Después de haber mirado la jaula que temblaba y tras un pequeño momento de vacilación meneó positivamente la cabeza. Abyssien tiró de un golpe la tela morada que recubría la inmensa jaula. En el interior había una bestia extraña, pareciera ser un lobo grande o dada la anchura de espaldas se parecía más a un Volk. Pero este animal no estaba hecho de carne y de hueso, sino de sombra.
- He aquí el espíritu de la Jauría. Es todo el salvajismo que nos caracteriza, es tan arisco como sagaz. Tendrás que pelear con él y poner en práctica las enseñanzas que recibiste en el pasado.
La asamblea esperó en silencio. Ritos como éste se hacían mucho antes de que Telendar tomase el lugar de Abyssien. Luego se habían abandonado. Sólo los más antiguos como Kriss, el pequeño grupo de Ergue e incluso Sangrespada y Sinrostro habían tenido el honor de verlo. Salvaje que sabía lo que había dentro de la jaula respiraba rápidamente. Iba a enfrentarse contra esta cosa. "Vamos, coraje" se dijo, " ¡Piensa en las sombras y lo que sabes hacer con ellas!".
- ¿Estás lista? ¡No tienes derecho al fracaso!
Sin esperar, Abyssien abrió la jaula y la bestia se lanzó sobre la pista con velocidad y poder.
Salvaje se acercó a la bestia con paso de terciopelo intentando domesticarla. La bestia daba vueltas para intentar escaparse pero fuera de la pista los otros Zil le bloqueaban el paso. Por desgracia para ella no había el menor lugar para esconderse.
- ¡Bueno, que hermoso es el espíritu de la jauría Zil, exclamó Kolera, se ve como un cachorro que busca a su mamá, jajaja!
Pero la bestia inteligente y maligna intentó saltar sobre Kolera con todos los dientes al descubierto. Su boca se cerró con algunos cabellos del antiguo protector de Yses. Pero fue retenida por Salvaje que la tenía firmemente sujeta por la cola. La bestia se volvió con sus grandes fauces e intento morderla, pero la joven fue rápida, le apretó el hocico para que la cabeza de la bestia no pudiera morder nada más. La sombra trató de liberarse, sus patas se convirtieron en unos brazos y sus manos la empujaban, pero sin éxito. Salvaje había invertido los papeles y tomó a la sombra por la cabeza. Estiro fuertemente el cuello de la bestia esperando rompérselo, pero la criatura se deformó y se estiró. Viendo que esto no daba resultados se propuso entonces luchar como la sombra y comenzó a masticarla. Abyssien conocía este hechizo porque él era el autor. Él también había comido sombras. Poco a poco Salvaje, con la boca y la mandíbula deformadas se comió al espíritu de la jauría y ya no quedó nada. La asamblea comenzó a aplaudir a su compañera Zil.
En el interior de Salvaje algunos cambios se estaban produciendo.
- Felicitaciones, lo has hecho bien. Esta es la situación, ahora soy parte de ti y tú una parte de mí. Verás rápidamente de lo que somos capaces.
- ¿Realmente eres el espíritu de la jauría Zil?
- Digamos que soy una creación de Abyssien, soy una parte de su salvajismo y bestialidad, como verás, me enfurezco rápidamente. Soy la bestia dentro de ti.
Los Combatientes de Zil veían un cambio en la postura y en la apariencia de Salvaje. Mostraba los dientes y gruñía como si fuera un animal. Luego recuperó el sentido, se sentía diferente ahora que se había tragado al espíritu de la jauría. Con un rápido gesto se desgreñó los cabellos y luego desabrochó su chaqueta.
Y ahora, Abyssien, ¿Qué hacemos? Lloró sin ser capaz de controlar su agresivo tono.
El jefe Zil sacudió la cabeza " hace falta que se calme tu juventud" dijo.
- ¡Ya pequeña, cálmate! Interrumpió Kolera.
Pero la "pequeña" no se dejó hablar así y saltó sobre él.
- ¿Grrrr sabes a quién le hablas? Gritó. ¡Yo soy tu dueña, bolsa de pulgas!
A pesar de su talla mucho menor a la del antiguo protector, no era menos impresionante el salvajismo de sus gestos. Sinrostro y Soriek debieron intervenir para separar a ambos combatientes de Zil. Abyssien impuso el silencio.
- ¡Ahora queridos compañeros, es tiempo de actuar! Aunque la Consejera Ishaïa no esté más, la sentencia del Consejo sobre las acciones del gremio sigue en pie. Si nuestras acciones nos permiten rehacer el daño causado, todavía hay esperanzas. Trabajé con algunos de ustedes para encontrar a los traidores Telendar y Máscara de Hierro. Conseguimos localizar a este último. Ahora le toca al gremio probarse a sí mismo. ¡Hay que capturar a Máscara de Hierro cueste lo que cueste!
Todos los Combatientes gritaron de alegría, la perspectiva de pasar a la acción y sobre todo la visión de venganza inflaba las voluntades de los miembros del gremio.
Capitulo 2 - Rastreo
Afuera mientras la noche caía, la Jauría se había reunido alrededor de Abyssien. Sinrostro, Sangrespada, Sombría, Kolera y Salvaje se habían reunido alrededor de una fogata.
- Salvaje tomará el mando de la Jauría, ustedes deberán escucharla y dar su vida por ella, ¿Está claro?
Aunque para Kolera, el más autoritario y orgulloso de la jauría, le costaba por su pasado y su poder que debía asumir el papel, asintió como los otros.
- Esto es lo que sé. Máscara de Hierro llegará a la pequeña ciudad de Egmyos al sur de Tantad. Yendo a lo largo de las montañas deberían estar allí dentro de tres o cuatro días. Máscara de Hierro debería llegar allá un día antes que ustedes. Le tenderemos una trampa obvia, pero morderá el cebo, los Nehantistas son tan orgullosos que esto los hace a veces estúpidos. Lo invitaremos a un encuentro con el señor de la ciudad al que le gustaría proponerle algunas cosas, pero me ahorraré los detalles. Tenemos una caja que contiene asuntos de su interés, pienso que con esto Kolera y Salvaje no tendrán dificultad en encontrar a nuestra presa.
Frente a la perspectiva Sinrostro y Sangrespada actuaron una detención ruda que hizo reír a sus compañeros.
- Nos reiremos todavía más cuando lo capturen. Sean discretos, sobre todo en la ciudad, ustedes no pasarán inadvertidos. Tantad es un imperio estricto en cuanto a los paseos nocturnos y a los desplazamientos de pequeñas tropas. Lo mejor será irse mañana por la mañana. Les dejo reflexionar sobre todo esto. Buenas noches amigos.
Abyssien regresó a la carpa donde Salem y Kriss estaban visiblemente enfrascados en una gran discusión.
- ¿Crees que él va a ir allá? Preguntó el músico volviéndose hacia Abyssien.
- Creo que comprendieron la importancia de su misión. Si los Combatientes de Zil desaparecieran ¿Adónde irían? Ellos no tienen derecho al fracaso y lo saben. No digo que será perfecto, pero será asombroso.
- DiMe ¿EsTáS PrepArAnDO a Un FUTURO SuCEsoR tUYO? Preguntó Salem.
- Siempre perspicaz mi querido Zil. Sí, cuando hace un año me enteré de la traición de Telendar me propuse formar a mi relevo. Salvaje me reemplazará cuando esté lista. Pero no hemos llegado ahí aun. ¿Del lado de Egmyos todo está listo?
- ¡SÍ, allí sólo verá el FUEGO!
- ¡Bien, ahora, esperemos!
A la mañana siguiente, después de una noche bastante animada, la Jauría dejó el campamento Zil. Salvaje mientras discutía con Kolera había conocido a sus tropas y ahora sabía lo que cada uno era capaz de hacer. Separados en varios grupos, los Zil avanzaron por el camino hacia el norte. No tardaron en salir de la Tumba de los Antepasados a lo largo de las tierras que bordeaban el Imperio de Xzia. Al tercer día habían pasado la frontera de Tantad y a pesar de los controles llegaron a Egmyos esa misma tarde. Ellos debían actuar en seguida sin que su presencia fuese descubierta y provocara la huida de su presa.
Aquella tarde la luna estaba llena y alta en el cielo.
- Abyssien, previsor se lo había dicho a Kolera, éste sentía el poder de los Volk aumentar en él.
Sombría salió a explorar en la noche con el fin de hacer un reconocimiento, mientras que el cuarteto restante se había instalado en un callejón sombrío. Sinrostro colocó la caja que contenía los objetos de Máscara de Hierro. Salvaje sacó de ahí una tela larga de seda y se puso a olfatearla para impregnarse del olor. Fue imitada por Kolera, al cual la cara y el físico se modificaban lentamente.
- ¿Es doloroso? Le preguntó.
- Siento que espadas me atraviesan, pero he aprendido a vivir con esta maldición.
Ambos Zil olfateaban el aire mientras caminaban.
- ¡Lo tengo! Exclamó Kolera, cuya transformación ahora estaba completa.
- Vamos. Sinrostro, Sangrespada, vayan delante de nosotros y asegúrense de que no nos crucemos con nadie.
Salvaje miró a los tejados y vio a Sombría que los seguiría desde arriba. La ciudad no era muy grande, pero había un verdadero laberinto de pequeños callejones. La tropa avanzó en este laberinto siguiendo la pista del olor de Máscara de Hierro. Sinrostro, Sangrespada y Sombría fueron de gran utilidad permitiendo prevenir varios encuentros con hombres armados. Este pequeño juego de esquivar duró una hora hasta que Kolera y Salvaje determinaron el lugar donde el olor de Máscara de Hierro era más fuerte.
- Duerme en esa casa, murmuró Sangrespada.
Sombría llamó la atención del grupo. La ex Caza-Magos señaló una ventana del primer piso. Salvaje le hizo señas para de bajara a hablar de esto.
- Hay un hombre enmascarado que está durmiendo, parece no haber más personas con él.
- Pues bien, Creo que se puede acceder por el tejado, ¿No? Dijo mostrando un lugar en la oscuridad.
- Sí, Sangrespada, tú y yo podremos acercarnos a él, a los varones les será más difícil.
- No se preocupen, las esperaremos aquí, respondió el Hombre-Volk.
- Muy bien, he aquí lo que vamos a hacer, vamos en silencio por arriba, recuperamos a la persona y lo trasladamos, para no llamar la atención nos dispersaremos. Nos reuniremos fuera de la ciudad y dejamos Tantad lo más de rápido posible, ordenó Salvaje.
- Es arriesgado, si se despierta tendrán que noquearlo, ¿Cómo se golpea a un hombre con un casco? Preguntó Kolera.
- Eso no es problema, tengo algunos juguetes que le impedirán levantarse, señaló con orgullo Sombría.
- ¡Vamos allá ahora!
Las chicas de la Jauría se lanzaron de un salto a la pared y en poco tiempo estaban en el techo. Sombría lanzó un gancho por el otro lado, luego se aseguró que la cuerda estuviese bien atada, y equilibrándose se encontró sobre el alféizar. Con un seguro movimiento de daga abrió la ventana sin la menor dificultad. Con la vía Salvaje y Sangrespada se reunieron con su compañera y entraron en la habitación sin hacer el menor ruido.
El interior no era rico, pero la decoración era de un estilo depurado. En la cama que ocupaba casi todo el espacio, un hombre enmascarado dormía roncando tranquilamente. Sombría saco un pequeño frasco de donde se escapó un humo verdusco. Paso el contenido por uno de los orificios de la máscara. Mientras tanto Sangrespada escuchaba en la puerta para ver si había una actividad en la casa. No parecía que su visita fuese conocida por los habitantes de la casa. Salvaje se apoderó de Máscara de Hierro y él ato de pies a cabeza. Sombría les hizo señas a Kolera y a Sinrostro para que se acercaran a recibir el paquete.
Los dos recibieron al tan buscado hombre y se alejaron de ahí sin descanso, dejando a sus compañeras hacer lo mismo. Kolera se había memorizado más o menos las solitarias calles. Por desgracia Sombría no estaba allí para ver llegar una patrulla de guardias, e inevitablemente se encontraron con una de ellas cuando casi habían salido. Con su finura acostumbrada Sinrostro golpeó a los guardias para hacerlos caer pero sin herirlos. Ambos hombres se encontraron con el trasero en el suelo sin saber lo que sucedía. Los milicianos que eran sólo unos conscriptos, simples ciudadanos reclutados, no persiguieron a los extraños quiénes ya se alejaban. Sólo se contentaron con avisar a sus superiores.
Sangrespada, Sombría y Salvaje se desenvolvieron bien y se encontraron a ambos fugitivos y su equipaje en el camino un poco más lejos. Se ejecutó el plan de su jefa. La noche se hizo corta para ellos, pero el objetivo se cumplió, tenían a Máscara de Hierro y habían dejado Tantad. ¡No quedaba más que entregarlo!
Capitulo 3 - El Poderoso Gremio
El ambiente era eléctrico en la carpa de los Zil. El calor no ayudaba y la tensión subía como en un día de espectáculo con nuevos números. Nadie habría faltado al juicio del traidor Máscara de Hierro. Había llegado la hora para resolver esta historia familiar. Para la ocasión se había construido un estrado así como una tribuna. El acusado fue sentado y atado sobre una silla, con la cabeza tambaleando. Abyssien lo sacudió para despertarlo, pero no tuvo éxito.
- ¿Me oyes Máscara de Hierro?
Ante la falta de respuesta, el jefe utilizó sus poderes de mago para abrir la máscara. Ambos pedazos de metal cayeron al suelo con estruendo. Todos los combatientes tenían los ojos puestos sobre Máscara de Hierro.
- ¿Telendar? Gritó Sangrespada. ¿Es él?
En seguida toda la multitud en la asamblea comenzó a hablar de "engaño", "manipulación", "malentendido.”
- ¡Basta! Gritó Abyssien enervado por la indisciplina de sus tropas. ¡Vamos a dejar esto claro, siéntense de nuevo!
La algarabía cesó poco a poco. Abyssien examinó entonces a Telendar. La cara del chico estaba destrozada por múltiples grietas y sus cabellos estaban pegados sobre su sudorosa frente. Sus ojos estaban inyectados en sangre y sus pupilas dilatadas. Tenía una vaga emanación mágica nehantica.
-Esto no tiene buena pinta. ¡KRISS! ¿Puedes venir a ver esto?
El músico se acercó y después de haber observado los síntomas fue categórico.
- Está moribundo, es por eso que creo que se nos ha entregado.
- Siento las malas acciones de Nehant, su cuerpo está roído por la magia oscura. Pero no puedo hacer nada por él.
- Pero yo si puedo, respondió Kriss. Está en mi poder el curar a la gente de este tipo de cosas. Pero va a llevarme tiempo.
- Bien, haz lo mejor posible si logras sacarlo de esto nos hallaremos en posición de rehabilitar al gremio. Explicó a Abyssien recogiendo ambas partes de la máscara de hierro. Queridos combatientes, postergaremos la reunión del gremio. No dejen este lugar mientras la situación no esté clara.
Kriss ayudado por algunos Zil llevó a Telendar en un lugar más aislado. El sacerdote se puso a trabajar con el fin de encontrar y aniquilar el mal que padecía. Fue terrible para él porque se oponía a una voluntad fuerte y a una oscuridad destructiva. Con paciencia fue calmando el fuerte sufrimiento y cerró cada herida, lo que para el antiguo jefe de los Zil fue un infinito dolor. Esto duró varias horas antes de que Telendar estuviera limpio.
Durante este tiempo, Abyssien se había encerrado en su oficina con la firme intención de poner en claro este asunto. Colocó sobre una butaca ambas partes de la máscara. Vio que en el interior se encontraba un pergamino pegado sobre el metal.
Lo despegó sin dificultad, ciertamente había magia ahí dentro. Una nota, luego palabras aparecieron en su superficie.
"Querido Abyssien, Me siento desolado por no poder honrar nuestra cita. Estoy seguro que el obsequio que le hice colmará esta ausencia, aunque este regalo tiene una duración muy limitada. Es una pena que no sea más abierto a nuestras prácticas, a las cuales usted es tan próximo. Sepa que le tiendo mi mano y que tendré placer en iniciarle en la verdadera magia. Hasta nuestro próximo no encuentro, le saluda atentamente, Máscara de Hierro."
- Crees que has ganado la batalla, pero perdiste la guerra. Ahora vas a ver la verdadera magia.
Abyssien agarró la máscara y la colocó sobre su rostro. Sintió la sombra sobre su piel y era una delicia el saborearla. Esta sombra se mezcló con la criatura que vivía dentro de él. Así supo más acerca de lo que había sucedido. Vio a Máscara de Hierro cambiarse de Máscara, pegar el pergamino dentro de la anterior cerca de la cara de Telendar que estaba en el suelo. Alrededor de ellos era como una especie de laboratorio dentro de una cueva. Una criatura de aspecto demoníaco se apoderó de Telendar mientras que otro hombre se les acercaba. Abyssien reconoció al Nehantista que había manipulado al Guerrero Zil.
- Tu piedra murió y no tardarás en reunirte con tus antepasados. Trabajaste bien pero no necesitamos más de tus servicios. Adiós.
El demonio atravesó una gran casa hasta el exterior. Abyssien observó el paisaje particular y característico de las montañas del norte occidental de Tantad. Ya había oído hablar de este lugar. Telendar acabó su carrera en una carreta bajo una lona. Las imágenes se detuvieron.
- ¡La casa solariega de Zejabel Se esconden allí, es una información muy útil.
El jefe de los Zil se acomodó en su silla y escribió varias cartas a sus aliados, incluido Marlok.
- Vamos a inclinar la balanza a nuestro favor.
Salvaje apareció en la puerta.
- Kriss consiguió salvar a Telendar, ¿Qué hacemos ahora? Dijo.
- Desmontamos la carpa, arreglamos todo y nos vamos.
- ¿Adónde vamos? ¿Vamos a ver al Consejo de las Gremios?
Efectivamente, varios días más tarde, el gremio casi completo puso su equipaje a los pies del Castillo de Kaes que protege desde hace tiempo al Consejo de los Gremios. Dada la amplia delegación, el Consejo acomodó su horario para recibir a Abyssien en una sesión extraordinaria. La gran sala de reuniones era una pieza circular donde una docena de sillas estaban dispuestas en arco. Faltaban dos consejeros, que habían salido a visitar gremios y a ajustar algunos asuntos. El Consejero Veraz invitó a Abyssien a pasar a hablar.
- Estimados consejeros, queridas consejeras. Es tiempo para los Combatientes de Zil de probarles nuestro valor. Fue la consejera Ishaïa, quien por orden del Consejo nos había dado un ultimátum para enderezar el equilibrio de nuestros actos.
Abyssien hizo señas a Sinrostro que se acercó con una persona atada.
- Nosotros, los Combatientes de Zil, tenemos el honor de devolver al Consejo al asesino de Profeta llamado Telendar.
Un poco más lejos Salem observaba las reacciones de los Consejeros. Todos ellos parecieron totalmente satisfechos, salvo una consejera que entrecerró los ojos e hizo una mueca de descontento. Viendo que la miraban se dominó y pareció impasible. Sinrostro avanzó hasta el centro del semicírculo con su prisionero. Telendar estaba mejor mucho, sabía que estaba en una posición incómoda, pero los hechos estaban allí, había matado a una persona, debía pagar para su crimen.
- Pero eso no es todo, Somos capaces de proporcionar información crucial sobre el lugar donde estarían los Nehantistas.
- Le escuchamos Abyssien. Respondió Veraz.
- Están en la mansión de Zejabel en alguna parte de Tantad.
El Consejero se levantó miró a sus colegas que inclinaban la cabeza para afirmar.
- Hemos tomamos nota de su información, por supuesto, pediremos más detalles, pero nos ocuparemos de esto después. Hasta que Telendar sea devuelto a los Enviados de Noz'Dingard.
Un guardia fue a buscar al antiguo jefe Zil.
- En cuanto a ustedes Combatiente de Zil, conservaran su estatus oficial de gremio.
Las historias de Piratas terminan mal..en general
Capitulo 1 - La Dama Negra y la Dama Pirata
La Dama Negra, barco volador del capitán Palpegueuse aceleró a gran velocidad hacia el Arc-Kadia. A bordo de este último la tripulación estaba emocionada, cada uno trataba de tener su puesto lo mejor que podía. Briscar gritaba sus órdenes desgargantándose.
- ¡Vaya montón de inútiles! ¡Preparen los cañones y hagan escupir la pólvora! ¡Icen nuestros colores!!
La bandera de la calavera, el sable de abordaje y un juego de mecanicista cruzados sobre un fondo negro flameó en lo alto del mástil. Por su parte la Dama Negra enarbolaba el pabellón rojo con el símbolo de Nehant, lo que significaba que: ¡no había ningún capitán! Al, dio vueltas al timón de un golpe y el buque giró al lado. Pero la Dama Negra no podía evitarlo, era necesario que ambos barcos se entrechocaran dónde el Arc-Kadia sufriría menos. Se colocó pues para presentarle la parte delantera derecha del buque a la Dama Negra. El choque fue terrible pero la reacción de Briscar fue inmediata.
- ¡FUEEGOOOOOOOOOO!
Los cañones estallaron y las balas salieron disparadas quebrando el casco de la Dama negra. La madera estalló hacia todos los lados y ambos barcos crujían por todas partes, amenazando con derrumbarse como castillos de naipes. Pero ninguno de los dos cedía. La tripulación de la dama negra abordo el Arc-Kadia y se inició el asalto. Piratas se enfrentaban contra piratas; pero la tripulación de la Dama Negra era mucho más numerosos que Arc-Kadia y rápidamente los hombres de Al la Triste se encontraron sobrepasados. Al la Triste hundió su espada en varios cuerpos de enemigos antes de llegar al puente y unirse a los demás. Viendo a su capitán manos a la obra les volvió el coraje. Klemencia liberó a Tuerca que sólo aplastó a varios adversarios. Los magos utilizaron toda su magia para fundir los motores de la Dama Negra mientras que Empleadillo cortaba las cuerdas de abordaje con el fin de evitar que más gente pudiera abordar o escapar del barco. Poukos lanzó por la borda a varios piratas y Trébol hizo hablar a sus martillos. Parecía que su victoria era inminente. Pero las cosas pronto se volvieron en sus contra cuando varias criaturas aladas y monstruosas se zambulleron en la gresca, hiriendo indiferentemente a miembros de ambas tripulaciones. A bordo de la Dama Negra, Palpegueuse, ahora bajo el dominio nehantista, junto a los magos de su tripulación lanzaba relámpagos sombríos con destino al Arc-Kadia.
El buque se hundía y cuando todo el mundo se ponía a cubierto de las aves de malignas, la Dama Negra se separó de su contrincante. ¡Lentamente la popa agujerada se alejó recibiendo los relámpagos negros directamente, Palpegueuse se centraba en los motores ya que si estallaban, indicarían el fin para la célebre tripulación de Al la Triste!
El primer motor se detuvo y el barco empezó a girar sobre sí mismo en picada. La tripulación además de esconderse debía aferrarse a lo que podía para evitar salir volando por la borda. Al no tenía más la elección, debía salvar el buque y a sus hombres. Se precipitó por las escaleras con destino a la sala de motores. Todo era un desastre, los rayos escapaban de los acumuladores con un chisporroteo insostenible. La joven se adelantó con dificultad hacia una consola circular, en el centro de la cual se encontraba un hueco circular también. Al se descolgó el medallón de su padre y sin vacilar le colocó en el centro de la consola.
-Medallón encontrado, Medallón utilizado...
El mostrador de metal sobre el cual estaba fijada la consola se hundió en el suelo, lo que activó una maquinaria única de metal y de magia. Entonces se produjo un gran destello cegador. El espacio y el tiempo parecieron deformarse, estirarse y estrecharse. Todas las personas a bordo salvo Tuerca se desvanecieron...
Al triste, despertó por el vapor que salía silbando por un tubo. Se levantó y se dio cuenta de que llevaba el medallón de su padre. Había perdido toda la energía mágica que contenía. El barco se inclinó hacia un lado, a sabiendas de que los motores estaban fuera de servicio, ella sospechó que se encontraban en tierra. Al subió a cubierta, sus hombres se ayudaban unos a otros estaban ocupados en capturar a los piratas de la Dama Negra, que se convirtieron en sus prisioneros. Efectivamente el Arc-Kadia no estaba más en los cielos sino sobre tierra firme en una isla volante y no en cualquiera: erala Isla de los Perdidos, la capital de la piratería.
Habían vuelto a las Islas Blancas sanos y salvos, sólo el Arc-Kadia había sufrido.
Capitulo 2 - El pasado resurge
Varios días habían pasado. Klemencia y Trébol se fueron directo a reparar el Arc-Kadia desde su llegada a la isla. Las pobres chicas estaban extenuadas y verdaderamente tristes por el balance que iban a presentarle a su capitán.
- Espero buenas noticias, dijo Al la Triste examinando la maquinaria a simple vista.
Klemencia y Trébol se sentían avergonzadas.
- En realidad no, el "propulsor" derecho se fundió y el acumulador principal sufrió una sobretensión. Esto causó daños por todas partes, ciertos engranajes se rompieron y el gravitador está totalmente vacío. Ciertamente la cosa que usted aceleró fue quién provocó la inmensa mayoría de las averías, le explicó Trébol a su capitán que no comprendía nada.
- ¿Y esto quiere decir que el motor esta perdido?
- ¡No, no! Podemos reparar la inmensa mayoría de las cosas, el Arc-Kadia es una bestia soberbia, pero no lo fabricamos. Creo que logramos devolver el orden a la cosas que usted aceleró.
- Por los cuernos de la Serpiente de Bruma. ¿No tienen ninguna solución?
- Tenemos una, pero hace falta que encontremos a los que construyeron el Arc-Kadia, respondió Trébol.
Al la Triste se quitó su tricornio y se rascó las greñas, siendo esto signo de una profunda reflexión de su parte.
- ¿Lograrán hacerlo volar?
- Dos semanas de reparaciones, pero luego habrá que rezar para que vuele, afirmó Klemencia. Además, voy a necesitar el gólem que se encontró sobre el Titán.
- Es tuyo. No pierdan el tiempo y pónganse a trabajar, ordenó Al que se acomodaba su sombrero. Encuentren lo que hay que encontrar.
¡Mientras que Klemencia dejaba estallar su alegría, la capitana dejó la sala de máquinas gritando " BRISCAR! ¡BRISCAAAARRR! ". El viejo pirata fue al encuentro del capitán.
- Oye tú ven aquí. Arroja al Torbellino a todos los muertos después de haber recuperado sus cosas de valor. Haz desembarcar a los recaderos que estén vivos y hazlos trabajar, que pongan cuñas para enderezar el barco. Una vez hecho esto véndelos en el Mercado de los Perdidos. Vamos a quedar varados aquí varias semanas, hay que vigilar el lugar, hay que ser prudentes, Construye torres de guardia y soborna a los guardiasa para que nos dejen tranquilos.
Después de un esfuerzo de memorización, Briscar inclinó la cabeza para decir que había asimilado bien las órdenes.
- Ve y toma el cuarto de Ojo de Gema y espera su regreso, estoy segura que estará no contra. Dijo Al con un guiño.
Algunos días más tarde, el barco estaba en funcionamiento de nuevo. El camarote de Al la Triste era un completo desorden, los libros y otros instrumentos de navegaciones habían caído sobre el entarimado. Se propuso poner todo en orden. Mientras estaba devolviendo los libros a su sitio se percató que sobre el fondo de la biblioteca estaban dibujas las siluetas de los libros.
Colocó los libros para hacerlos corresponder en cada silueta. Fue un rompecabezas porque varios libros tenían la misma forma, "se divirtió" desplazando los libros semejantes uno por uno. Por fin oyó un clic a nivel de la cama. Al la Triste se puso en cuatro patas y observó el fondo del mueble. Una tabla delgada se movió dejando una apertura bastante ancha. La capitán metió su mano izquierda y retiró de ahí un objeto envuelto en un cuadrado de tejido negro, o más bien gris visto el polvo que le recubría. Febrilmente deshizo el nudo, el tejido se deshacía, era visiblemente antiguo. Encontró una libreta con tapas de cuero flexible y páginas amarillas. Al ya había visto esta libreta hace mucho tiempo en las manos de su padre.
- Tú aquí, te busqué por todas partes y estabas bajo mis ojos. Dijo inspeccionando la primera página.
"Diario de Gigante el Triste" luego más abajo " Para Alexandra". "Mi hija, al momento en que tengas esta libreta probablemente ya no estaré más y me habré regresado a Guem. Reuní aquí toda la información necesaria, todo lo que debes saber sobre mí, lo que hice y el Arc-Kadia. Voy a comenzar con lo básico y a hablarte de mí."
El primer cuarto de la libreta estaba dedicado a la juventud de Gigante el Triste. Se había criado en lo que quedaba de Bramamir, sus padres fueron los primeros en convertirse en piratas cuando el mundo se estaba recuperando lentamente de la guerra contra Nehant. A continuación abrazó la carrera de pirata y descubrió extraños secretos mágicos que le sirvieron de base para la realización de su barco, el Arc-Kadia. El segundo cuarto del libro explicaba la creación del barco y la formación de la primera tripulación. Lo que aprendió era verdaderamente increíble. Se detuvo largamente sobre la descripción de los piratas, todo fue catalogado allí: nombre, grado, función a bordo, así como diversas anotaciones. Encontró allí varios nombres útiles. Por ejemplo Hic fue el segundo de Gigante el Triste antes de hacerse capitán a bordo del Titán y qué aunque hubieran tenido algunas diferencias siempre fueron amigos. Había una historia de rebelión de Ganchillo, un joven que quería hacerse capitán y que fue abandonado en una Isla Blanca aislada cuya posición fue marcada sobre un plano adjunto. Del mismo modo había varias indicaciones técnicas sobre el Arc-Kadia, pero jamás se había sentido atraída por todo esto. Fue a buscar a Trébol a la sala de máquinas. Había subido allí una fragua improvisada para rehacer las partes mecánicas lo mejor posible mientras que Klemencia se atareaba en el montaje.
- Mira esto, dijo Al la Triste, son los planos del barco.
Trébol echó una mirada curioso, pero su especialidad era el trabajo en metal por lo que no comprendió grande cosa.
- Será mejor que se lo pida a Klemencia, está más en condiciones de descifrar estos jeroglíficos.
- ¿Dónde está? Gritó la capitana, mientras que Trébol comenzó a golpear violentamente un pedazo de metal ardiente.
- ¡Está en el taller!
- ¿Por qué tiene que reparar allí quien sabe qué cosa?
- Acabó su nuevo juguete, parece que es importante.
El taller era una pequeña pieza reservada para Klemencia donde pasaba el tiempo jugando con todo y cualquier cosa. Al la Triste entró al taller saltando las diversas cosas esparcidas por el piso. Se escapaba del lugar un fuerte olor a aceite.
- ¡Pilluela!
La susodicha pilluela estaba dándole una orden a Tuerca para que tirara una cadena que pasaba por una polea atada al techo y que sostenía un autómata totalmente reparado.
- Te hiciste rápidamente con el gólem, exclamó Al.
- Estaba muy inspirada, hay que decir que esta cosa es una verdadera maravilla, como no lo hicimos antes.
- ¿Me explicas por qué no estás reparando lo necesario?
- Bueno Hic-kar va a ayudarme, es más ágil y pequeño que Tuerca, me será útil para reparar, perdí tiempo en repararlo, pero vamos a recuperarlo y ganaremos más.
- De acuerdo, entonces actívalo y luego pon tu nariz en él, dijo agitando la libreta de su padre.
Klemencia no se hizo esperar y conectó un cable que salía de la espalda de Tuerca hacia la espalda de Hic-kar. El autómata se sacudió y luego se activó, la energía circuló por diversos cables. Klemencia hizo algunos arreglos con un herramienta y le ordenó a Tuerca soltar la cadena ahora que Hic-kar estaba de pie.
- Debe almacenar nuevos datos, esto va a llevar un tiempo, veamos esta libreta Capitán.
Al la Triste le tendió la libreta abierta sobre las páginas del barco. Para la joven Mecanicista, esto fue como si se hubiera encontrado un tesoro incalculable. Se echó a brincar y a gritar "¡es increíble, es increíble!" A todo lo que veía.
- Sí ¿Pero qué? Cortó Al.
- ¡Son los planos del barco, pero sólo veo allí un montón de cosas que no podríamos adivinar para activar la consola! Además, las indicaciones están en un lenguaje codificado, dijo mostrando las escrituras.
- Oh, es una lástima. Bueno, escucha pilluela, repara mi barco y vamos a encontrarte a alguien que sepa descifrarte esto.
Capitulo 3 - De nuevas buenas para la tripulación
Gracias a Hic-kar, las reparaciones improvisadas y las principales estuvieron acabadas. Para evitar cualquier problema la tripulación fue desembarcada, en caso de que se produjera una explosión. Klemencia y Trébol conectaron los motores al acumulador recargado mágicamente por Bragan y Mylad. Los "propulsores" zumbaron despacio. Todo parecía estar en buenas condiciones, pero la potencia se redujo considerablemente.
- Va a volar, pero no vamos a llegar muy lejos, afirmó Klemencia un poco decepcionada.
- Sobre todo si nos cruzamos con la Dama Negra, sería una derrota segura. Bueno, debemos evitar toparnos con ellos, concluyó Trébol.
Una vez la tripulación estuvo a bordo, Al la triste tomó el timón y en silencio alejo al Arc-Kadia de la isla por un camino equivocado. Briscar se acercó a ella.
- ¿Adónde vamos capitán?
- Vamos a una isla en particular, donde hace tiempo fue lanzado un amotinado llamado Ganchillo.
- ¿Ganchillo? ¿Por qué va a ir a ver a ese traidor? El conocía a su padre hasta que él lo desterró de la tripulación. Usted era muy joven, hará algo así como… veinte años!
- Es el único entre aquellos que han contribuido a la creación del Arc-Kadia y ha formado parte de la tripulación original que queda. Tenemos que lograr traducir el código de la libreta de mi padre, Ganchillo puede ayudarnos.
- Tengamos cuidado, si este canalla vive todavía debe tenerle rencor a su padre.
- Ya veremos.
El buque zigzagueó entre las islas y se alejó hacia el sol poniente. Así como los motores no estaban más en "forma" como antes, Al el triste descansó antes de que la noche cayera y apoyó su barco en una isla periférica. Aprovechó la situación para reunir a la tripulación sobre el puente y hacer un balance de la situación.
- ¡Hermanos y hermanas piratas! ¡Encontramos el tesoro de Hic! Sobrevivimos al ataque de Palpegueuse y estamos de vuelta sobre las vías aéreas. Vamos a hacer todo para reparar lo mejor posible el barco y ahora tenemos los medios. ¡Pero, sobre todo, vamos a encontrar a la Dama Negra y a mostrarles quiénes son los verdaderos piratas!
Desenvainó su sable y lo levantó hacia el cielo, imitada por el resto de la tripulación. La noche fue larga para Al que trazó sobre un mapa, que se había conseguido, la ruta de navegación que había que seguir para ir a la isla de Ganchillo. El asunto habría sido más simple con el barco en mejor estado y si hubiese estado más manejable. Las reparaciones hechas impedían ciertas maniobras delicadas.
Al día siguiente a eso de las doce el Arc-Kadia llegó a una zona particular del antiguo reino de Bramamir. Al sur occidental de las Islas Blancas en última instancia entre el Torbellino y el Mar había una región conocida bajo el nombre de Lágrimas de Polvo. Había allí cientos de islas de diferentes tamaños y formas. Vistas desde lejos verdaderamente parecían polvo y las lágrimas se debían a los cristales de cuarzo translúcido diseminados en las islas.
Era sobre una de ella que Ganchillo había estado abandonado a su suerte desde hace mucho tiempo. Al la Triste hizo replegar las velas y dirigió al Arc-Kadia directo al nubarrón de islas. En seguida la luz se volvió más débil y la vista increíble. Había Islas hasta perderse la vista y además se encontraban más abajo viejos restos de barcos que no habían sobrevivido a la aventura. Al sujetaba firmemente el mapa trazado así como un instrumento de navegación. Briscar que era el mejor timonel de la tripulación estaba en los comandos.
- 5 a estribor susurró la capitán.
- 5 a estribor repitió Briscar, haciendo girar el timón en el sentido indicado.
Todo el resto de la tripulación estaba atenta a lo largo del barco, vigilando que el Arc-Kadia no se cruzase en su camino con una isla que impactara fuertemente contra su proa. El tiempo se hizo largo porque el avance era muy lento para no arriesgar nada. El camino a través de las islas era muy peligroso y bastante particular, ningún barco habría podido llegar hasta la famosa isla de Ganchillo sin haber tenido plan.
Por fin la tripulación llegó al lugar indicado. La isla era de un tamaño confortable para un hombre solo, con una reserva de agua natural, su superficie casi totalmente cubierta con un espeso bosque.
- Bueno, voy a ir allá sola. Aterriza sobre la isla, no uses los "propulsores".
- ¿Segura? Cortó Briscar preocupado.
- Por supuesto.
- Siendo así, tenga cuidado de todos modos, no quiero que le pase algo.
- ¿Yo? ¡Pero si siempre soy cuidadosa! Dijo ella, riendo mientras se dirigía a tierra firme.
Al la Triste se aventuró en la isla, cortando las plantas con grandes golpes de sable. Después de haber recorrido la mitad de la isla sintió un olor vago a crustáceo a la parrilla. Avanzó pues siguiendo su olfato y llegó a una casa construida de restos de barcos hundidos en el pequeño lago. Allí un hombre cocinaba un cangrejo de mar grande en un palo. Su barba era muy larga como sus cabellos. Sus trajes que debían ser suntuosos no eran más que ropas viejas. Esta persona no tenía más que un brazo y su pierna del lado derecho. Al acercarse Al la Triste, alzó los ojos sobre ella y luego se apoderó de su cangrejo y le arrancó una pata antes de aspirar el contenido.
- Buenos días Ganchillo.
El hombre con la boca llena miró con ojos terribles a la derecha y a la izquierda sin prestar atención a la capitán. Luego volvió su atención al cangrejo de mar que se propuso romper con una piedra, lo que se revelaba ser difícil con una sola mano.
- ¡Ganchillo! Gritó.
El hombre estaba sorprendido y examinó a la recién llegada con más atención.
- ¡Lárgate, no ves que estoy comiendo!
- ¡Soy la capitán Al la Triste, hija de Gigante el Triste! Dijo con convicción.
Ganchillo la miró y se puso a temblar.
- ¿Qué es lo que quieres de mi, niña?
- Eso va a depender de ti viejo roñoso.
- ¿De mí? ¿Qué es lo que quieres del viejo Ganchillo, al que tu padre abandonó aquí?
- Necesito que me ayudes a arreglar el Arc-Kadia.
- ¡Jajaja! ¡Tus mecánicos no pudieron arreglarlo! ¿Tu bañera está varada y no se te ocurre como repararla?
Al la triste entrecerró los ojos para mostrar que no se vio afectada por las provocaciones de Ganchillo.
- Veo que quieres quedarte aquí hasta el final de tus días. Adiós.
- Oh no, espera, espera… Ok te ayudo, pero a cambio quiero que me hagan una pierna y un brazo nuevos.
- Acepto.
- Y también quiero...
- No tendrás nada más, te sacamos de aquí te sanamos y tú nos ayudas. Nada más. Cortó Al con determinación.
Ganchillo se rascó la cabeza, probablemente cubierta de insectos, luego se escupió en su única mano y se la tendió a Al. La joven aceptó el apretón de manos. Ganchillo se levantó, tomó su muleta y le señaló el camino a Al la Triste. No se llevó nada más...
Varios días después Al mantuvo su palabra. Klemencia y Trébol utilizaron su destreza para hacer sus nuevas extremidades. Durante este tiempo, Ganchillo que no había visto a nadie desde hacía mucho tiempo sacó provecho del lujo de estar a bordo y conoció a la tripulación. Cuando la capitán encontró que Ganchillo estaba en mejor estado, le recordó sus compromisos. Lo llamó a sus aposentos.
- Nada ha cambiado en esta nave.
- Concéntrate Ganchillo en lugar de ansiar lo que jamás tendrás.
- Hmm, entonces seamos serios de una vez.
- Mira esto y dime lo que sabes.
Al la Triste le mostró el diario de su padre en el lugar donde estaba el código pirata. Ganchillo examinó el plano con minucia.
- Lo siento, pero no puedo traducir esto.
- En ese caso te devuelvo dónde estabas.
- Pero conozco a la persona que puede.
- ¿Quién es?
- ¡El Predicador de los piratas!
- Eso no me dice nada, pero falta una hoja en el diario de mi padre.
- Es normal, quería cambiar su vida, es lo que me dijo antes de que se me echara. Pero sé donde vive, él lo sabe todo.
- Lo quiero ahora, te encargo encontrar a ese predicador. ¡Y no tenemos diez años!
Un mundo al borde del abismo
Capitulo 1 - Sombrosa
Alrededor de las hermanas las llamas rojas y ardientes se agitaban a merced del viento. Por todos lados era un caos. La tierra se agrietaba y el cielo permanecía totalmente negro como una noche sin luna, sin embargo, era de día. Ambas chicas avanzaban con cautela, pero nada podían alcanzarlas y ningún miedo estrechaba sus corazones de Guemelianas de la Sombra. Se sentían atraídas por algo. Más lejos había una colina de tierra negra ardiendo, arriba un trono de cristal con sangre roja cubierto con símbolos negros en forma de espiral, la marca de Nehant. Ambas hermanas llegaron al nivel del trono. Arriba del mismo un hombre alto vestido con un gran trozo de tela perforada y quemada por todas partes. No podían ver su rostro escondido por una capucha. Sabían muy bien que estaba en frente, deseaban este momento desde hace mucho tiempo.
- Maestro, dijeron ellas al unísono.
En seguida y sin el menor control de su parte, se unieron una a la otra para volverse Sombrosa.
- Es mejor así, eres casi perfecta, Dijo el hombre.
La criatura de sombra acercó su cara a la de este hombre que les hablaba. Levantó su mano con dificultad y acarició con sus dedos la mejilla de la joven mujer.
- Sí, eres casi perfecta, no te falta gran cosa. Cuando sea el momento justo ocuparás un lugar a mi lado. Es necesario que sea así.
Todo al rededor de ella se pulverizó. El trono y el hombre misterioso desaparecieron, luego el cielo y al final el suelo. Tenía la sensación de caer en el vacío. Sombrosa se separó en Silene y Selene. La caída duró poco tiempo porque ambas hermanas se despertaron sorprendidas.
Estaban en dos habitaciones separadas en la Mansión de Zejabel. Se toparon la una con la otra en el momento en el que cada una decidió ir hablar de su sueño.
- Tú también...
- Tuviste este sueño...
- Extraño...
- Y muy real...
Las dos mujeres no entendían nada. Había mucha magia entre ellas, pero era muy raro que dos personas o hermanas soñaran con lo mismo. Decidieron ir hablar con el más apto para responderles. Dimizar procuraba no dormir jamás gracias a sortilegios sombríos, cada vez que cerraba los ojos no podía abstenerse de ver de nuevo la cara muerta de la que compartió su vida. No dormir le ofrecía también la posibilidad de no perder el tiempo y de tejer su red de conspiración. Silene y Selene contaron su extraño sueño al Nehantista que se asombró por el significado de éste.
- Ya es hora de pagar tu deuda Dimizar, le dijo una voz desde el fondo de la cueva.
- Sí, es el tiempo, respondió delante de ambas hermanas que no comprendieron esta frase.
- ¿El tiempo de qué Dimizar? Preguntó Silene.
- ¡Pronto llegara el momento de la liberación de Nehant mis señoritas!
Silene y Selene se miraron una a la otra con una sonrisa radiante.
- No estén demasiado contentas, esto será extremadamente doloroso, dijo llevándolas a su laboratorio. Voy a poner en práctica lo que necesitamos, prepárense para un largo viaje, posiblemente sin retorno.
Las hermanas pasaron el día imaginando cuál podría ser el medio de acercarse a Nehant y trataron de imaginar su futuro. Mientras preparaban los pocos asuntos que tenían pendientes, Ardrakar irrumpió en la habitación de Selene poco después de haber ido a buscar a su hermana.
- Así que Nehant decidirá si concederles su marca y cambiarlas. Estoy muy contenta, debes saber que pase por eso en otro tiempo.
- ¿En serio? ¿Cómo te fue?
- Mal, Pero principalmente fue porque estaba vinculada a Dragón. Luchó para conservarme y ese fue el peor de los sufrimientos. El lazo con Dragón fue cortado, entonces recibí una nueva Piedra-Corazón, una ínfima parte de Nehant, dijo mostrando la piedra implantada en la palma de su mano izquierda. Maravilladas, las hermanas empezaron a hacerle un número incalculable de preguntas, pero Ardrakar les cortó.
- Les deseo buena suerte, Dimizar me habló de su sueño, espero que se realice, yo haría cualquier cosa para convertirme en la dama de Nehant, dijo al salir de la habitación.
Las hermanas no podían creer este descubrimiento a costa de Ardrakar, esto les confirmaba aun más su idea. Se prepararon rápidamente y esperaron a Dimizar en la entrada, pasaron el tiempo mirando a Tragalma entrenarse de modo más bien salvaje con Carkasa. Por fin Dimizar acompañado por Máscara de Hierro llegó a la entrada. La pequeña tropa dejó la mansión rápidamente para ponerse en camino a través de las montañas. Atravesaron así durante varios días la cadena principal de las tierras de Guem. Finalmente llegaron al sur de Tantad, una región bastante inhospita. A lo lejos los volcanes de Tantad liberaban un humo negro y denso como de costumbre, un recordatorio de su existencia.
- Casi hemos llegado, no está muy lejos de aquí, tranquilizó Dimizar a sus compañeros que comenzaban a cansarse de viajar. Vamos a esperar esta noche y vamos a llamarlo.
- ¿Llamar a quién? Preguntó a Selene.
- Al Gran Devorador, respondió Máscara de Hierro que para el viaje llevaba una máscara simple en lugar de su máscara completa.
- ¿Quién es? ¿O qué es?
- Es el principio del fin y para ustedes dos la puerta de entrada hacia otro lugar.
El grupo avanzó hasta alcanzar una llanura desértica, sin árboles, sin plantas, sólo tierra arcillosa, peñascos y cristales transparentes pero la mayor parte estaban rotos. Dimizar pareció seguir un sendero invisible y se detuvo cuando llegó al final de éste.
- Aquí estamos, es ahí.
Selene y Silene miraron para todas partes pero no veían nada.
- ¿Dónde está el Gran Devorador?
- Allí dónde no se lo ve, en las profundidades de la tierra, dijo Dimizar mostrando el suelo. Es aquí donde Nehant abrió las puertas de los meandros y dispersó a los demonios. Ahora el Gran Devorador guarda la entrada pacientemente hasta la vuelta su amo.
Dimizar sacó un pequeño cofre de su bolsa, lo puso delicadamente sobre la tierra y lo abrió con una cautela infinita. Saco dos trozos de Nehant y confió uno a Máscara de Hierro.
- Ahora únanse para formar a Sombrosa, ordenó Dimizar.
Las hermanas cumplieron la orden y se convirtieron en la criatura de sombra de cuatro brazos.
- Máscara de Hierro, comencemos.
Ambos magos dibujaron sobre el suelo espirales unidas entre ellas para que los trazos fueran continuos. Así formaron un círculo bastante grande, se colocaron en el centro de éste. Máscara de Hierro absorbió toda la magia nehántica contenida en su trozo y la mitad del círculo que había dibujado se iluminó en rojo. Las espirales cavaron la tierra como si lava fluyera en el lugar de los trazos dibujados. Dimizar hizo lo mismo.
- Guardián de los meandros, Gran Devorador, los sirvientes de Nehant te llaman, escucha nuestras voces.
Repitieron un gran número de veces esta frase y a medida que ellos pronunciaban las palabras las espirales se intensificaban y crecían en tamaño. Luego la tierra tembló. Cristales de cuarzo estallaron y peñascos rodaron en las colinas de los alrededores.
- Está allí, gritó Dimizar. Sombrosa, entra al círculo.
La criatura de sombra atravesó las espirales en el momento en el que el suelo delante de ellos se levantaba. Una colina se formó, luego una montaña. Ésta se ahuecó para formar un tipo de boca humeante cuya garganta fue iluminada por un color rojo.
- Oí la llamada y vine fiel al dueño, dijo una voz que parecía emanar de esta cosa.
Dimizar y Máscara de Hierro tomaron a Sombrosa y la lanzaron al círculo.
- ¡Esta criatura debe verte, devórala! Gritó Dimizar.
Sombrosa sorprendida creyó que era el fin. La boca aspiró hasta tragar a la criatura de sombra que aullaba con espanto. En cuanto se la hubo tragado, el Gran Devorador se dirigió a los Nehantistas.
- Les será devuelta a tiempo. Nos veremos pronto, siento que el amo pronto llegará y seré bastante poderoso de nuevo para vomitar a las legiones.
La boca se cerró y la montaña se hundió en el suelo hasta desaparecer.
- ¿Que hacemos Dimizar?
- Regresaremos a la mansión para acabar el plan, volverá a tiempo.
Sombrosa caía, su caída la atraía inexorablemente hacia un lugar donde nadie deseaba poner los pies. El aterrizaje fue doloroso, cayó de cara contra la tierra, o más bien de cara contra las cenizas. El polvo se filtraba por su garganta y su nariz, era sofocante. Se levantó lo mejor que pudo, buscando un apoyo con sus cuatro manos. Después de escupir la ceniza y recuperar el sentido Sombrosa admiró increíbles decorados que la rodeaba. Por todo el suelo de una gran caverna de piedra negra, estanques se llenaban de una materia viscosa, se veía como la lava, pero era negro como las tinieblas.
- Seas bienvenida Sombrosa. Soy el Gran Devorador, ven hacia mí.
La voz venía del otro lado de la cueva. Obedeció y se deslizó entre los estanques, observó que en algunos lugares la materia fluía como animada por una voluntad propia. Por el otro lado había un altar tallado en cristal negro. Lo examinó pero sólo vio allí su propio reflejo.
- ¿Estás lista para el sacrificio Sombrosa?
- ¿De qué habla? ¡Muéstrese!
Apareció de golpe sobre el altar una pequeña criatura humanoide no más grande que una daga. Su aspecto era espantoso, parecía un modelo reducido de Tragalma, pero con la diferencia que su cara se acercaba más a la de un humano.
"¿Es usted el Gran Devorador?" Le preguntó Sombrosa.
- Sí, yo soy "eso" ¡Ten cuidado con tus pensamientos, que aquí son míos! Muy fácil podría decidir encerrarte aquí para siempre.
- Bueno, en ese caso, ya sabe que voy a preguntar ¿Cómo me acercó a Nehant? ...
- Para responderte, necesito un sacrificio.
- Pero, ¿Qué sacrificio?
El Gran Devorador mostró sus dientes afilados mientras sonreía.
- ¡Arranca esa horrible Piedra-Corazón de en medio de tu pecho!
Sombrosa sabía muy bien, que intentar esa operación no peligrosa sino pero mortal. Había oído historias de personas que habían arrancado su Piedra-Corazón y habían muerto poco tiempo después de la operación.
- Un Guemeliano no puede sobrevivir sin su Piedra-Corazón, dijo persuadida por lo que pensaba.
- Si, es posible que ustedes corran peligro de morir. Supongo que debo dejarlas volver con Dimizar.
- ¿Qué? ¿Eso es todo? ¡Soy la elegida por Nehant! ¡Harás según su voluntad, o perderás tu cabeza!
- Es posible, sí, el amo dispone de mi existencia, si no está satisfecho podrá destruirme. ¡Arranca esa piedra!
Sombrosa tenía dudas, ¿Acaso había que morir para Nehant? ¿Silene y Selene cuyas conciencias estaban mezcladas tenían elección? Después de una intensa reflexión cogió una daga que colgaba de su cinturón. Con un movimiento rápido plantó la daga en su pecho a lo largo de su Piedra-Corazón arrancándola dolorosamente de un golpe seco. El dolor recorrió su cuerpo como si se le arrancaran los brazos o como si la descuartizaran viva. Llegó con mucha dificultad tras arrancar la Piedra-Corazón a entregársela al Gran Devorador. La sangre se escapaba en grandes cantidades por la herida mientras sentía que sus fuerzas la dejaban. La pequeña criatura aceptó la Piedra-Corazón y se la comió enseguida. Sombrosa se desmayó, su vida escapaba de ella, Cayó al suelo inconsciente.
- Sacrificio aceptado, dijo el Gran Devorador.
Este último bajo de un salto, fue por un poco de materia negra de uno de los estanques. Al contacto con el demonio la materia se transformó en un pedazo de Cristal Negro.
- Vivirás Sombrosa, doncella de Nehant, exclamó cuando puso la piedra sobre la herida sangrante.
La piel se regeneró alrededor de la piedra y un profundo cambio se produjo en ella. Su aspecto cambió. Sus cabellos se volvieron blancos y su cuerpo se acercó más a la de una mujer-serpiente. Las sombras en movimiento que formaban su cola desaparecieron y su piel se volvió lisa hasta el final de su cola. La primera cosa que vio fue esta nueva piedra que emitía una débil luz roja. La rozó con una de sus manos y del golpe se dio cuenta que seguía siendo Sombrosa. Silene y Selene no habrían podido mantener esta forma en caso de inconsciencia.
- ¿Qué me hiciste?
La voz de Sombrosa había cambiado, era más sibilante y cautivante.
- Eres tal como el amo lo deseaba y tal como tú lo deseabas también. Dentro de poco Selene y Silene no existirán más, quedará sólo Sombrosa.
Sombrosa escuchaba la voz el Gran Devorador. Sentía algo diferente en ella, además de los cambios físicos sentía un poder más grande, más fuerte y más poderoso y además de un fuerte vínculo con Nehant. Se echó a reír, al principio despacio, luego cada vez más fuerte, Sombrosa se había convertido en una Guemeliana de Nehant.
Capitulo 2 - Metedura de mano
Dimizar y Máscara de Hierro habían vuelto a la mansión desde hace varios días y no se podía decir que no escatimaban en esfuerzos. Desde hacía varias semanas que las piezas estaban en su lugar, y hasta el reciente cambio de situación en relación a los Combatientes de Zil no impediría que empezara la maquinación. Tragalma se precipitó al laboratorio mordiendo una pata de ave sobre la cual había un mensaje enrollado.
- ¿Qué ha pasado? Dime que no que te comiste al ave, preguntó Dimizar, temiendo la respuesta.
El demonio, que solo actúo por reflejo mientras la paloma se había posado no lejos de él, no respondió, contentándose con dar la pata del ave al Nehantista. Dejó la habitación rápidamente para no tener que justificarse.
- Habría hecho mejor no invocarte, gritó Dimizar que se asombraba siempre de la estupidez de este demonio.
Desenrolló el pequeño pergamino moteado de sangre y se puso a leer la misiva.
"Todo está listo, la propuesta es tomada en consideración, va a ser convocado para el debate."
Muy buenas noticias al parecer, dijo la voz del espejo.
- Excelentes, la próxima etapa pronto estará lista.
- Biiiieeen, muy biiienn. Pon atención en nuestros enemigos, todavía son numerosos. Ese Marlok es un verdadero problema.
- Marlok y sus amigos, sí, son un problema pero tienen un punto débil, una persona en sus filas, que les causará muchas preocupaciones. Pero al fin estamos aquí en esta etapa, ahora vamos a la que nos importa. Por otra parte, el ritual está listo, voy para allá. Y tú ¿Estás dispuesto a desempeñar tu papel, Caído?
El antiguo Solarian estaba sentado en el suelo un poco más lejos, inmóvil.
- Según su voluntad, amo.
- ¡Perfecto! En marcha.
Varios días más tarde, en el castillo de Kaes. Los Consejeros se habían reunido en una sesión extraordinaria para tratar un tema muy importante. Al final, el Consejo de los Gremios debería votar para determinar si la magia nehantica debía o no seguir siendo una magia prohibida. El debate era muy animado porque este tema era verdaderamente sensible. La magia de Nehant estaba prohibida desde la creación del Consejo de los Gremios. La palabra se había dado al Consejero Veraz, gran detractor de esta moción, penúltimo en hablar antes de la votación.
- ¡Usted no se da cuenta de lo que implica esto! ¿Olvidó a nuestros padres y lo que el mundo sufrió en el momento de la guerra contra Nehant? Vamos, seamos serios por favor, volver este tema al tapete es para mí una confesión de debilidad.
Pronto, la gran mayoría de consejeros se levantó para protestar o apoyar las palabras de Veraz.
- ¡Silencio! ¡SILENCIO!
El Consejero-Decano Kaketsu golpeó el suelo enlosado con un bastón de ceremonia, llamando al orden así los revoltosos. Durante el debate, un orden preciso de quien hablaba fue organizado, con el fin de alternar a los Consejeros a favor y en contra de la medida.
- La palabra está siempre con el Consejo Veraz, indicó el viejo hombre originario de Xzia.
- Gracias Decano. Estimados Consejeros, queridas Consejeras, ¿Cuál fue el hecho que nos lleva a cuestionar el fundamento mismo de la creación del Consejo, además del hecho que nuestra organización regula a los Gremios? Una de nuestras misiones es luchar contra Nehant. No tengo nada más añadir, creo en mis argumentos. Veraz fue a sentarse de nuevo en su sitio mientras que el Consejero-Decano le concedía la palabra a Edrianne. En el momento en el que la dama iba a comenzar su discurso un joven hombre que llevaba la librea del Consejo entró rápidamente y dio un pergamino a Edrianne. Después de haberlo leído, se levantó y se dirigió a la asamblea.
- La magia de Nehant está prohibida. Pero ¿Qué pensar de las llamas que nos pueden destruir? ¿De la magia de la sombra tan próxima al nehantismo que ciertos gremios usan a exceso? Tal vez sea hora de no prohibir, sino de aprender de nuestros errores con el fin de avanzar en otra dirección, la de la comprensión. Creo que tengo lo suficiente para convencerlos de los tiempos han cambiado y que debemos adaptar nuestras decisiones al contexto. El peligro hoy no es Nehant, sino la Piedra Caída del Cielo así como los venidos del desierto. Tengo aquí un informe que me advierte que mientras hablo una buena parte de las tierras conocidas como Tumba de los Ancestros acaba de desgarrarse.
- ¿Cuál es la relación con el tema que nos ocupa? Intervino Kaketsu.
- Voy para allá Decano. Quiero recordarles un informe de las actividades de los Enviados de Noz'Dingard, la Archimaga Anryena y sus magos del Compendium, a pesar de su reputación de ser los magos más poderosos del mundo no consiguieron vencer las teúrgias de los nómadas. ¿Y si les digo que la magia de Nehant ha tenido éxito allí dónde el Compendium ha fracasado?
- ¡Yo diría que mientes! Acusó el Consejero Edrios originario de Tantad.
- En ese caso permítame presentarle a un invitado que va a probarle que lo que digo es verdad.
En ese momento, Dimizar, sólo, entró en la habitación ante la mirada atónita de algunos Consejeros. El Nehantista avanzó con paso seguro hasta Edrianne. Dimizar esperó hasta que se hizo el silencio, luego miró a Kaketsu. Este último le ofreció la palabra.
- Damas, Señoras y Señores del Consejo de Gremios permítanme ante todo saludarles. Estoy honrado de estar aquí entre ustedes para convencerlos que hoy, los Nehantistas son su mejor ventaja en esta guerra contra los Solarian.
Por su parte Veraz hervía por dentro, ¡un Nehantista! El Nehantista que todo el mundo buscaba, estaba allí delante del Consejo. Era suficiente, no, el Consejo debería detenerlo inmediatamente. Pero todos estaban colgados de los labios del Nehantista.
- Así como muchos, estoy inquieto a causa de la proporción enorme que toma este asunto de Piedra Caída del Cielo. Estudié esta extraña magia traída de una lejana región. He encontrado la solución gracias a la magia de Nehant.
Las protestas aumentaron.
- Pero creo que les hace falta una prueba, le presento a un Solarian que no puede utilizar más su magia destructora sobre nuestra gente. Entró entonces el Caído, que fue recibido con muchos "ho" y "ha", su apariencia estaba fuertemente modificada por la magia nehantica.
- Pienso que todos ustedes leyeron el informe de los gremios respecto a esta persona, hay pocos entre los nómadas que tienen alas y poderes terroríficos. Aquella persona es su equivalente.
- ¡Monstruoso! Exclamó Veraz.
- Nuestras tierras serán monstruosas si no los derrotamos. Les traigo una solución y haré todo lo posible para que la normalidad vuelva sobre las tierras de Guem.
- ¿Qué es lo que nos prueba que esta persona era un Solarian antes de que usted lo transformara en esa cosa? Preguntó Veraz con aire escéptico.
- Puedo aportarle otra prueba en ese caso. Yo sé que usted tiene pequeños trozos de la Piedra Caída del Cielo y que los estudia. Si pudiera aportarme dos trozos, podría entonces hacerle una demostración.
Veraz que no tenía ninguna razón en particular para negarse envió a un guardia a buscar lo que se le pedía. Algunos instantes más tarde volvió con un cofre.
- Le agradezco, dijo Dimizar aceptando el cofre.
Efectivamente en el interior había dos pedazos de cristales amarillos y vivamente brillantes. Tomó uno entre su pulgar y su índice y procuró que todos los Consejeros pudieran ver la escena.
- Vea usted que la magia de Nehant no se basa en la sombra, mientras que esta última se contenta con ocultar o engañar la realidad...
Un velo de sombra se extendió entonces sobre el trozo de la Piedra Caída del Cielo acabando por empañarla. El trozo se volvió completamente negro.
- La magia de Nehant permite cortar el vínculo del Solarian con lo que les da poder y así tener éxito donde todo el resto ha fracasado, dijo lanzándole la piedra a Veraz que hizo un movimiento hacia atrás esquivando la piedra. Tranquilícese no arriesga nada. Consejero Veraz, sé que está versado en el arte de la magia y sé que ahora siente la magia de Guem en esta piedra y no la ignominia venida de otra parte.
Los Consejeros quedaron estupefactos por el resultado, el Nehantista tenía razón, podía luchar y ganar contra los invasores del desierto.
- Puedo cambiar el curso de las cosas, pero para eso ustedes deben autorizar la magia de Nehant para que varios de nosotros que puedan ayudar se sientan más confiados y no sean cazados como vulgares criminales.
- Pero usted es un criminal, atacó Edrios. Se presenta ante nosotros manipulando una magia prohibida, deberíamos ejecutarle de inmediato.
- Podría, pero en ese caso condenaría a las tierras de Guem a un fin seguro. La elección está en su conciencia.
Kaketsu golpeó con su bastón ceremonial de forma particular, lo que señalaba el fin de la sesión y el paso a la votación. Dimizar y el Caído salieron de la sala.
- ¿Amo, piensa usted que van a aceptar? Preguntó el antiguo Solarian.
- Por supuesto, no puede ser de de otro modo, muchos Consejeros nos son totalmente fieles, dijo dejando escapar unas risitas.
Después de una hora, Dimizar fue invitado a reunirse con los Consejeros. Vio la cara de Veraz y supo que la votación había ido muy bien, apoyando la causa Nehantista.
- Con 11 votos contra 4, el Consejo revocó la prohibición de la práctica de la magia Nehantica. Toda persona que practique la magia de Nehant debe registrarse en el Consejo, el que no se registre y practique esta magia sin consentimiento será considerado como criminal y se castigará si se prueba la práctica de la magia de Nehant.
"Y he aquí, el principio del fin" dijo Dimizar. Pero el Decano no parecía haber acabado.
- Usted deberá formar un gremio oficial con sus seguidores, el que estará bajo la tutela del Consejo. Si ustedes no aportan pruebas de su buena voluntad para eliminar la Piedra Caída del Cielo y a los Solarian, serán perseguidos y ejecutados por todos los Gremios existentes.
"Maravilloso".
Más tarde, mientras Dimizar abandonaba el castillo se reunió con una de las Consejeras, que no era otra que Odiosa que bajo otro nombre se había unido al Consejo.
- ¡Muy bien querida, lo ha logrado con brillantes! Dijo Dimizar con aire… alegre.
- Sí, esos idiotas solo opusieron poca resistencia, aparte de Edrios, Veraz, Kaketsu y Chantelain, los otros están bajo contrato.
Además aquí está, póngalos bajo custodia para que nadie le ponga las manos encima, por favor.
Dimizar aceptó el precioso obsequio que decía que a partir de ahora trabajaban en el Consejo; en lo sucesivo no tendrían que esconderse más y la guerra contra los Solarian era una distracción perfecta.
- Y ¿Qué hacemos ahora señor? Preguntó Odiosa.
- ¿Ahora? Nos ocuparemos de Amidaraxar y sacaremos a Nehant de donde está encerrado. Sombrosa se va a encargar de este tema, mientras que nosotros mostramos al mundo nuestros progresos contra los nómadas.
Acto 4 : De Fuego y de Sangre
El Cuervo y el Emperador
Capitulo 1 - El Cuervo
Ambas serpientes emplumadas volaban en sentido contrario una de la otra, haciendo círculos alrededor de la habitación exigua en la cual Toran y ellas se encontraban ahí hace varias horas. Nadie había puesto un pie aquí en mucho tiempo, a juzgar por el polvo que se había asentado en los objetos y muebles. Este lugar era como una sala del tesoro, excepto que aquí sólo había unos objetos dejados por los Emperadores desde Xzia mismo. Normalmente, sólo un emperador podía haber puesto un pie en este lugar, pero Toran era regente y tenía permiso para venir a fisgonear aquí. El viejo Tsoutaï no esperaba nada de esta expedición a través de las memorias imperiales, pero lo que había descubierto cambiaria el curso de la historia, o al menos, el modo en que la historia se contaba. Después de haber mirado cuidadosamente los diferentes pergaminos encontró escondido en la vieja armadura de juventud de uno de los emperadores un kakemono cuidadosamente arreglado en la seda. Toran lo desenrolló cuidadosamente y lo puso al suelo para tener una mejor vista del conjunto, y en ese momento plumas negras muy largas se escaparon de este. Los recuperó y sin ninguna vacilación supo que eran de un cuervo. Alguien había pegado sobre las tablas delgadas de bambú del kakemono unas hojas de arroz sobre las cuales después escribió una historia. Según la calidad de la escritura podía juzgar que el texto había sido redactado en prisa.
Toran se lanzó a la lectura. Visiblemente el emperador Yaji Era el autor, contaba una historia bastante increíble que hablaba de un viejo hombre que fue sospechado de ser un mal espíritu y que fue encerrado en una mina de hierro gris en la región de Oryun. Yaji reconocía haber tenido miedo de la influencia que habría podido tener este ser sobre sus súbditos. A continuación contaba cómo la guerra entre Xzia y Draconia había hecho emerger a una nueva familia y reconocer un clan hasta allí deshonrado.
Toran comprendió entonces era allí la historia del clan del Cuervo, aunque ya conocía el paso a propósito de la intervención del clan en la guerra contra la Draconia. Ignoraba el insulto que había sufrido el Cuervo encontrándose como un miserable en el fondo de una mina. Le hacía falta saber más sobre esta persona encerrada bajo una montaña de hierro gris. Recordando sus obligaciones de regente se dio cuenta que no tendría bastantes tiempo de dedicar a este asunto.
Esa misma tarde le envió una carta al señor imperial Gakyusha con el fin de que le fuera afectado uno o dos miembros de la Kotoba. La respuesta no tardó. Se presentaron al palacio dos personas que deseaban reunirse con Toran. Este último los recibió entre dos reuniones importantes. El primero era Furagu, el Porta-Banderas de la Kotoba y veterano de muchas batallas, y el segundo se trataba de Shuin Khan un antiguo alumno de Tsuro el cual era uno de los mejores abatidores. Ambos se inclinaron respetuosamente delante de Toran y esperaron que el regente les dirigiera la palabra como le requería el protocolo. Pero fueron asombrados de ver al viejo Tsoutaï desplegar su Buscafalla que en seguida giró en la sala.
- Podremos hablar sin que ninguna oreja indiscreta nos escuche. Lo que tengo que decirle y la misión que va serle confiada es de sumo secreto. Soy honrado que el señor imperial me enviara a dos héroes ilustres del imperio. Por desgracia voy enviarle a un lugar que está lejos de la brillantez de sus logros.
Toran desenrolló el kakemono.
- Lea esto.
Ambos hombres leyeron los escritos sin comprender demasiado la finalidad.
- Véase, el clan del Cuervo nació en el dolor, el desprecio y el odio. Sospecho que el viejo hombre de quien habla esta historia debe ser el Cuervo en persona, una entidad poderosa. Los envío a Oryun a examinar esta mina hoy abandonada.
- ¿Una mina de hierro gris? Mi armadura ha sido hecha del metal procedente de allá, explicó Furagu.
- ¿Que debamos buscar señor Regente? Interrogó a Shui Khan.
- Todo lo que usted pueda encontrar relacionado con un prisionero. Los archivos de la mina deben estar conservados allí.
- Nos pondremos en marcha de inmediato.
Ayako estaba escondida detrás de una de las estatuas que se encontraba delante del palacio imperial. Acechando con seriedad las entradas y las salidas con el fin de no perderse la marcha de Furagu y Shui Khan. La hermana pequeña del campeón del Emperador había sacado provecho de la ausencia de Henshin su tutor y abuelo para ir a dar un paseo en las calles animadas de Méragi. Por pura casualidad vio una armadura como la de su padre y la insignia de Kotoba. Creyendo que su padre o su hermano estaban allí, siguió al guerrero. Pero no se trataba de un miembro de su familia sino del porta-bandera, Ayako ya lo había visto una vez en su casa. Y Furagu se encontraba con otro miembro de la Kotoba, y no cualquiera, Shui Khan, el abatidor del que se creía que descendía del rey-mono mismo. La coincidencia era demasiado grande y se le ocurrió la idea que podían tener una misión importante y apasionante. Todo esto la sacaría de la monotonía diaria del aprendizaje de la magia, ella decidió saber más sobre esto.
Ambos miembros de la Kotoba salieron por fin y Ayako les siguió de nuevo. Tomaron la dirección del cuartel general de Kotoba que no se encontraba lejos. La discreción de la joven chica fue próxima de cero, Shui Khan no tardó en observar su circo y lo cogió sin dificultad.
- ¡Suélteme! ¡Suélteme!
- ¿Que tenemos allí? Preguntó Furagu.
- Una pequeña fisgona, respondió Shui Khan.
Pero la joven mujer se defendió y mágicamente puso de manifiesto dos peces hechos de agua con grandes dientes. Shui Khan soltó su presa.
- ¡Oh muy impresionante! Bromeo el abatidor. ¿Y qué piensas hacerme con estos pequeños peces?
- Espera, me parece conocer este símbolo sobre su quimono. ¿No serás la hija de señor Gakyusha? Preguntó Furagu.
- ¡Exactamente! Gritó. ¡Soy Ayako!
- ¿Bueno, que hace sola en la calle? Es peligroso sabes, replicó Shui Khan de repente mucho más inquieto. Vamos a devolverte a tu casa.
Ayako, malignamente hacía girar sus peces alrededor de ambos hombres y mientras que discutían sobre qué hacer con ella, se ocupó de examinar sus recuerdos más cercanos. Lo que vio en la cabeza de Shui Khan era apasionante, vio a Toran leyendo el kakemono y de golpe sacó provecho de eso para enterarse de algo más.
- Usted va a investigar sobre el Cuervo, dijo sin educción.
Shui Kan lo cogió y le puso la mano sobre la boca para imponerle silencio.
- ¡Cállate! ¿Quién te autoriza a registrar nuestras cabezas??
El hombre de aspecto simiesco obviamente no estaba contento. Furagu quitó la mano de su compañero.
- No olvides quien es.
- Poca importancia tiene, puede comprometernos. La devolveremos a su casa rápidamente.
Furagu no tenía nada en contra, ambos hombres arrastraron a Ayako hasta su casa, esta que comprendiendo la importancia de la cosa no hizo escándalo. En el momento en el que las tres personas llegaron Henshin salió al el jardín con una carta a la mano y con aire disgustado.
- Gracias por haberla devuelto, escapó de mi vigilancia, dice suspirando. Acabo de recibir una carta de su padre, leamos esto en el interior. Esto le concierne también a ustedes Furagu y Shui-Khan. Asombrados ambos hombres siguieron a Henshin y Ayako en el interior.
- Aunque esto no me regocije, sobre todo después de lo que acabas de hacer, tu padre te considera preparado y desea que des prueba de esto. En calidad de aprendizaje vas a deber quedarte al lado de Furagu y Shui Khan en su misión. Vas a tener que poner todo lo que te enseñe al servicio de Kotoba y sus miembros. Furagu no se movió, aunque pensaba firmemente que Ayako corría peligro. En cuanto a Shui Khan emitió un gruñido en signo de descontento, arrancó la carta de las manos de Henshin y leyó rápidamente. ¡Y sí, las órdenes están bien claras, esta peste debe acompañarnos a una misión directamente ordenada por el Regente!
- ¡Increíble! Gritó entonces que Ayako exultaba de una alegría visible. ¿Por qué hacernos esto??
- ¡Basta! ¡! Gritó a Furagu, las órdenes son las órdenes y perdimos demasiado tiempo. ¡Vamos! y consideremos a nuestro nuevo recluta como otro miembro. Sigue o muere.
- Hey hey yo sigo aquí indignado por la niña.
Shui Kan y Furagu salieron los dos al el jardín con una actitud hastiada. Ayako herido por la reacción de sus nuevos compañeros corrió y sobrepasó a ambos hombres colocándose espalda al gran estanque. Allí acudió a todo su saber. El agua del estanque se levantó y una ola pasó por encima de ella con violencia que volcaba con rabia Furagu y Shui Khan. La hermana pequeña de Iro el duelista controlaba el agua a las mil maravillas, la ola se transformó en tromba que giró alrededor de ella.
- ¡Soy Ayako, hija del señor imperial Gakyusha, hermana del campeón del Emperador! ¿Esta demostración basta para usted? ¿Probé aquí que soy suficiente fuerte para enfrentarme con el mundo? Dijo enfurecida.
Furagu, se asombro, luego se echó a reír. En cuanto a Shui Khan no volvía en sí, esta pequeña tenía un potencial increíble. Henshin que había presenciado la escena también fue impresionado. Pero debía parar esto antes de que una catástrofe se efectuara. Él, también mago, quebrantó el hechizo de Ayako. El agua regresó entonces al estanque. Shui Khan se levantó de un salto y se dirigió a la joven maga.
- Muy bien, muy bien, me disculpo, te subestimé. Toma tus cosas, nos vamos, pero sabe que no tendrás trato especial y que no cuidaremos de ti. Además si sucede que te haces un peso para el grupo, te reenviaremos cerca de tu abuelo, o peor, cerca de tu padre. ¿Está bien comprendido?
Ayako se apresuro entonces a buscar algo para cambiarse y algunos asuntos más. Su abuelo lo interceptó mientras que iba a irse.
- Escúchame bien. Esto es el principio de una nueva vida para ti. Tú escucha a la magia y al agua, y por supuesto ahora aprenderás la disciplina con tus nuevos compañeros. Y ten cuidado, dice apretándola en sus brazos. Tengo sólo una nieta no quiero verla desaparecer.
- Sí sí Jii-San, debo ir allá, tú también ocúpate de ti. Así es como Furagu, Shui Khan y Ayako dejaron la morada de Gakyusha, luego Méragi. Mientras que se alejaban de la ciudad imperial, Henshin rezó delante del estanque de agua.
- El tiempo pasó, mi viejo amigo, usted que vela sobre mi familia desde generaciones, tengo un favor que pedirte, vela sobre Ayako, mi nieta.
El agua del estanque se iluminó entonces de un color morado y todos los peces que contenía salieron a flote. Apareció entonces una criatura espectral, una carpa inmensa y morada que salió de agua y despegó para rodear a Henshin.
- Gracias por concederme todavía tus favores y salir de tu jubilación apacible.
La carpa hizo varios giros alrededor viejo luego desapareció zambulléndose en el estanque.
La mina de Oryun no estaba muy alejada a Méragi. Basta sólo dos días para llegar allá. Aunque la actividad no era allí muy importante desde su cierre, el pueblo del mismo nombre había guardado una actividad mercante importante. En efecto estaba colocada sobre uno de los caminos más importantes muy a menudo usado por los vendedores y los viajeros. El nombre del pueblo significaba acantilado porque fue construido sobre el costado de una montaña que se derrumbó una vez, liberando así venas de hierro gris, este metal fue rápidamente explotado para sus propiedades especiales. Otra virtud del hierro gris era de orden botánica. Los árboles y las plantas crecían más rápidamente y tenían una talla más importante sobre el lugar que lo contenía. Así Oryun fue salpicado por árboles gigantescos y los habitantes eran de diversas culturas también abundantes. Ayako que no había visto nada más que Méragi fue maravillada por el espectáculo que le ofrecía el pueblo. Por desgracia no era una visita de cortesía ni de turismo, Furagu y Shui Khan se dirigieron directamente hacia la obra más grande que lógicamente era la morada del señor local. Después de una presentación rápida se reorientaron hacia un anciano del pueblo que había pasado una buena parte de su vida en el fondo de la mina. Este último tenía también la tarea principal de velar por los edificios abandonados una vez utilizado por mineros.
- Vamos a descender. Le señaló Furagu al viejo minero.
- Señor, le sugiero quitar su armadura si no usted va a estropearlo y sobre todo usted no podrá pasar por ciertos conductos.
- No pasa nada, replicó Shui Khan.
- Fácil decir para ti, no llevas ninguna armadura. Pero si esto perjudica a la misión, ¡vamos!
- Si usted teme que se le robe puedo procurar que nadie vea su armadura, aseguró Ayako.
- Muy bien, veamos esto.
Una vez que la armadura de Furagu fue enterrada, Ayako pidió qué colocara el conjunto en uno de los numerosos hoyos del suelo. Por fin la joven mujer pasó la mano encima de allí y lanzo un hechizo. Un chorro de agua apareció y rellenó el hoyo, así cualquiera creería que era un charco.
- ¿Eso es la seguridad? Dice a Furagu tendiendo la mano hacia el charco.
Shui Kan paró su gesto.
- ¡No toque! ¡Usted perdería su mano!
El guerrero vaciló, luego se acordó del estanque y los poderes de la chica.
- Espero que tu hechizo funcione Ayako, esta armadura es todo para mí, añadió Furagu antes de dirigirse hacia la entrada de la mina.
El viejo minero encendió varias antorchas y con la ayuda de los miembros de la Kotoba la entrada de la mina se ilumino. Un olor acre y desagradable vino a su nariz y debieron esconderse la parte inferior de la cara con ua pedazo de tela blanca. El interior verdaderamente no inspiraba confianza. Los pilares y las tablas de sostén ciertamente estaban viejos y carcomidos. El hecho de que todo esto se sostuviera en pie dependía más de un milagro que de otra cosa. El viejo minero giró rápidamente sobre otra galería que los devolvió al el exterior en un tipo de cavidad a cielo abierto. Había allí varias casitas que amenazaban con derrumbarse.
- Usted quería ver los registros, están allí, pero no sé cuál es su estado.
Se precipitó en la más grande de ellas y avisó a los otros de seguirlo una vez seguro que esta no fuera a derribarse le en la cabeza. Había allí viejos instrumentos y un fárrago increíble de viejos materiales. Luego en una habitación encontraron una caja de caudales hecha de acero gris. No tenía cerrojo, pues fue abierto sin dificultad. Varios rollos de hojas de arroz estaban cuidadosamente arreglados en pieles curtidas. Ayako sintió que algo en la caja de caudales difundía una magia débil. Impaciente empujó a al minero y rebusco buscando algo. Sacó de este un rollo de color rojo.
- Asombrando que esto esté allí, dice el minero al verlo. El jefe de la mina escribía en eso los hechos sobrenaturales u otro hecho notable. Los otros rollos son sólo de la contabilidad y listas de rendimiento. Por desgracia sin la persona que hizo el rollo no podremos abrirle. Y por el tiempo esta persona debe haber muerto.
Pero Ayako no se dio tan rápidamente vencida. Apretó el rodillo entre sus manos y deslizó agua en el interior. Viendo esto Shui Khan intentó pararla pero era demasiado tarde, el rollo estaba ahora en un globo de agua.
- ¡Bravo, hermosa tontería!
-No, espere, respondió. El agua me permite capturar los escritos.
De un golpe la burbuja estalló formando una especie de espejo inmenso y muy fino. Había encerrado allí en este reflejo fino de agua la integridad del contenido del rollo.
- Hay que leer todo rápidamente, no voy a resistir mucho tiempo así.
El minero que no sabía leer se aparto, Furagu, Shui Khan y Ayako recorrieron las líneas llenas de observaciones y de cosas que, por cierto interesantes, pero que no despertaron mucho su curiosidad.
- Allí, creo que tengo algo. Hay un número a continuación del comentario siguiente: guardias imperiales vinieron y hemos guardado silencio. Tenían con ellos un prisionero, un viejo hombre. Lo encerraron en la siguiente dirección y nos ordenó alimentarlo una vez por día, pero no dirigirle jamás la palabra, leyó Furagu. Y allí, según lo que está inscrito, el viejo hombre habría desaparecido sin dejar rastro. Era poco antes que la mina cerrara sus puertas.
El hechizo de Ayako acabó y el agua desapareció al mismo tiempo que los escritos.
- Con la dirección puedo llevarlos al lugar, si es que este no se ha derrumbado primero.
Aquí la pequeña tropa se adentro de nuevo en el laberinto de conductos. La progresión fue lenta porque numerosos túneles fueron en parte tapados por derrumbamientos y algunos por la vegetación subterránea bastante increíble, para no decir improbable.
- Diez, quince. No estamos muy lejos, aseguró el minero.
- ¿Por ahí? ¡Pero es todavía más sombrío que otras galerías! Exprimió a Shui Khan.
- Efectivamente, allí no veremos nada.
Furagu avanzó prudentemente con su antorcha sostenida en alto. La luz emitida por la llama se encontró disminuida.
- Verdaderamente es por ahí. Se inquietó Ayako.
- Sin duda alguna respondió el minero.
Furagu y Shui Khan ya se hundían en la galería sin esperar más. Ya se habían enfrentado con mil peligros peores, o por lo menos iguales. Sin embargo ambos hombres fueron prudentes. El túnel sequia descendiendo, parecía interminable. Por fin mientras que la luz de la antorcha no alumbraba más llegaron al final, en un callejón sin salida. La atmósfera era pesada y si los visitantes no se quedaban cerca unos de otros se hubieron perdido rápidamente de vista. Ayako se volvió cuando oyó un ruido asfixiado.
- ¡Qué es eso! ¡! Dice mirando en todas las direcciones, se dio cuenta que el minero había desaparecido.
Shui Kan y Furagu desenvainaron sus armas. El minero efectivamente no estaba más allí. Luego oyeron un ruido de huesos quebrantados como si se aplastara el armazón de un ave de corral. El cuerpo del viejo hombre cayó entre los tres miembros de la Kotoba.
- ¡Croa! Visitantes, bien bien bien, me abuurrriiiiaaa...
Esta voz parecía tan extraña como esa oscuridad sobrenatural. Shui Khan saco la máscara que llevaba al cinturón y lo colocó sobre su cara, mientras que Furagu se ponía en posición de defensa. El combate comenzó con un sortilegio lanzado por Ayako. Proyectó una bola de agua luminosa hacia el techo que cuando tocó la piedra prorrumpió en un millar de gotitas de luz.
- ¡Lo vi! ¡! Se lanzó al hombre mono quién salto con rapidez y golpeó una masa negra. Por desgracia sólo rozó una forma indeterminada. La forma se zambulló sobre él y lo laceraba de zarpazos en la sombra. Furagu respondió para ayudarle. Su katana de acero gris se hundió en la oscuridad y cortó de un golpe seco sobre el costado de la cosa. Ésta soltó su toma y retrocedió. La criatura se reveló entonces, la sombra que lo rodeaba se borró. Su apariencia era monstruosa, una especie de hombre, pero su cara deformada presentaba un pico largo y negro. Plumas recubrían su cuerpo en parte desnudo, sólo algunos colgajos de trajes de minero. Sus manos fueron provistas de uñas afiladas y su paso era intimidante.
- ¡Croooaaaa, voy a matarle!
Pero no tuvo tiempo de poner en ejecución su amenaza. Shui Khan había reaccionado con vivacidad y hundió una daga corta en la garganta de su adversario. Éste cayó al suelo haciendo gorgoteos con su propia sangre. Ayako se precipitó para evitar que la criatura muriera porque podría dar informaciones preciosas.
-Aquí vemos al gran abatidor, dijo mientras intentaba por medio de un hechizo cuidar la herida.
Para evitar el problema Furagu y Shui Khan sostuvieron los brazos de la criatura.
- Sufre de una maldición poderosa. No podre quitarle.
- ¿Una maldición? ¿Con magia? Creo que yo puedo hacer algo, afirmó el abatidor. Aléjate si no vas a tener problemas.
Shui Kan se concentró durante minutos largos luego tocó el suelo con su índice derecho. Rayas, luego formas aparecieron para formar glifos luminosos rojos. La criatura aulló entonces luego desapareció como por arte magia. El velo de sombra se difuminó en seguida, las antorchas alumbraron de nuevo normalmente. En el fondo del túnel vieron una forma que se reveló. Este hombre era extremadamente flaco, sus cabellos y su barba muy largas. Visiblemente estaba casi inconsciente. Su voz era sólo un soplo.
- A gracias a ustedes que me libraron de esta carga.
- ¿Cómo es que le paso esto? Preguntó a Furagu.
- Yo... Era contramaestre aquí, responsable de esta sección. Creo que había un viejo hombre encerrado aquí, un brujo o algo así. Había unas personas que... que una querían sacarlo, me echó el mal de ojo y caí allí inconsciente. Después tengo la impresión de estar en un sueño despierto... Yo creo que este hombre era Tengu, el Cuervo, vino a verme muchas veces cuando tenía una apariencia monstruosa *keuf keuf* de vuelta muchas gracias creo que es el tiempo... gracias...
El hombre sin fuerza y cuya vida había sido prolongada por la magia falleció delante de los ojos nublados por las lágrimas de Ayako. Era la primera vez que veía a un hombre morir. Después de un registro rápido de los lugares no descubrieron nada más.
- Vayámonos de este lugar de desgracia, debemos hacer un informe inmediatamente.
Capitulo 2 - El Emperador
Toran leía con atención el informe de los misionados. Apreciaba el número de detalles que contenía porque esto le daba un mejor punto de vista a la situación. Se centró en el final y el encuentro con el minero adormecido. La coincidencia era en exceso y supo en este momento que se el Cuervo había cometido un error, consagrándosele los medios para actuar. Después de haberlo leído lo suficiente para conocerlo de memoria, quemó el informe.
- Ahora, liberemos al Emperador, dice mirando el pergamino consumirse rápidamente.
Toran dejó la sala del consejo para ir a la habitación del emperador. Cruzó a un servidor y le ordenó ir a por Iro urgentemente. Delante de la entrada se postraba Asajiro, el pobre hombre estaba agotado ya que sólo había dormido algunas horas desde que se le pidió tomar el puesto cerca del emperador. Tuvo problemas de ponerse en guardia cuando Toran llegó.
- Usted tiene la tez de un fantasma le dijo el Regente.
- Mi tarea es más importante que mi bien señor.
- He aquí una respuesta que le honra, el imperio jamás olvida a los que lo sirven.
- En este caso pediré al imperio la cama más confortable añadió Asajiro en tono de broma. ¿Quiere ver al Emperador?
- Sí pero espero a alguien. Cuando esta persona llegue vamos a entrar, no habrá que dejar entrar a otras personas que no este autorizada.
- Así será, por mi vida.
Iro llegó precipitadamente, sofocado después de haber recorrido la mitad del palacio imperial corriendo.
- Aquí me tiene... ¿He sido solicitado Regente?
- Sí, entremos yo voy a explicarle todo lo que está pasando. Asajiro, defienda su honor.
Iro frunció las cejas.
- Ahora escúcheme bien, para hacerlo corto, sepa que el sueño del Emperador tiene muy poco de natural. Y que nosotros dos conocemos al responsable.
- El Cuervo cuchicheó Iro apretando los dientes.
- Pero hasta hoy no teníamos pista pero su hermana pequeña, Furagu y Shui Khan buscaron en el pasado y encontraron algo que permitirá, por fin espero, sacar al Emperador de su sueño.
- ¿Mi hermana? ¿Ayako? ¿Se escapó a la atención de nuestro abuelo?
- No exactamente, está en proceso de volverse miembro de la Kotoba, y no quedan duda después de sus hazañas para que esto sea oficializado dentro de poco.
- ¿QUÉ? ¿Ya? ¡Pero es muy joven!
- Usted era más joven cuando fue integrado Kotoba.
Iro no respondió, Toran tenía razón. - ¿Bien y qué hacemos ahora Regente?
- Vamos a entrar al sueño del Emperador a ver qué es lo que lo tiene retenido.
- ¿Y cómo hacemos esto? Preguntó a Iro con el semblante perplejo.
Los tatuajes de Toran se movieron y se transformaron en dos magníficas serpientes emplumadas translúcidas.
- Buscafallas son unos seres increíbles, su nombre viene de una de su facultad, la de encontrar las fallas que permiten pasar de un mundo al otro. Así pueden navegar de su mundo a nuestro y de nuestro a un mundo onírico, o sea creado por alguien desde cero. Ellos nos transportaran con ellos.
Ambos Buscafallas dieron la vuelta a la pieza luego se zambulleron en el vientre del Emperador, provocando un gran flash morado. Ahora, Iro y Toran estaban en otro mundo. Estaban sin embargo en la misma pieza, pero la decoración era diferente y la ausencia del Emperador en su cama probaba el cambio de lugar. Iro desenvainó su palabra del Emperador y avanzó hasta la puerta para escuchar. Algo zumbaba en el pasillo, entonces abrió la puerta. Los pasillos estaban vacíos, totalmente como el resto del palacio. La integridad de los emblemas eran los del clan del Cuervo.
- Esto es una prueba. ¿Pero dónde está el Emperador? ¿? Se puso nervioso Iro.
- Razonemos como el Cuervo. Si yo fuera él y si me encerraban injustamente en el fondo de un hoyo perdido. ¿Cómo podría vengarme? Interrogó a Toran.
- ¿con un duelo a muerte? Respondió al campeón.
- No el Cuervo no haría eso, haría sufrirle la misma cosa a su carcelero.
- ¿Pero el Emperador encerró al Cuervo en alguna parte?
- No, este Emperador no, pero si uno de sus predecesores.
- Ya comprendo mejor. En este caso si estamos aquí es por una razón precisa. ¿El Emperador está encerrado en la prisión del palacio?
- Efectivamente, si comparamos la situación en la mina y ésta, lógicamente hasta haríamos una inspección ocular donde se encontraría.
- No entendería nada si no fuese porque creo en usted, descendamos a la prisión.
Cuando llegaron en los sótanos, todo cambió. No estaban más en los pasillos derechos cortados en piedra del palacio sino en los túneles sombríos. Delante de ellos había un tablero con dos cifras: diez y quince.
- Un sistema de localización. Estamos en las prisiones, afirmó Toran. Procedente del túnel, frente a ellos, se acercaba una luz, una forma humanoide apareció luego. Era un hombre vestido como soldado que sostenía una antorcha. Paró su marcha a su altura.
- Lo siento pero el túnel amenaza con derrumbarse, usted no puede ir más lejos sin arriesgarse a la muerte.
Toran e Iro no escucharon y avanzaron en el túnel.
- ¡Yo usted me habría prevenido, sólo la muerte le espera en el fondo de esta mina! Gritó el soldado.
Apenas hubo dicho esto polvo, y luego gravillas cayeron del techo. Cuanto más avanzaban más rápidamente el techo se derrumbaba. Acabaron por correr tan rápido como pudieron, escapando por los pelos del derrumbamiento total del túnel. La entrada ahora estaba tapada. En el fondo de un callejón sin salida vieron a un hombre que estaba tendido en el suelo. Su pelo y barba eran largos y sus vestiduras se encontraban rasgadas. Cuando Toran e Iro quisieron examinarlo más cerca el hombre se protegió la cabeza con sus manos ensangrentadas y se echó a gemir.
- ¡No! ¡No espera! ¡No me golpee más!
Iro reconoció la voz del Emperador.
- Majestad soy yo Iro, su campeón.
- ¡No no lo es! Ya viniste y callado me cortaste un dedo, no me hagas daño.
El hombre realmente daba un aire aterrorizado. Una zona de sombra comenzó a propagarse alrededor del Emperador.
- ¡Señor, soy Toran, yo me hice cargo de la Regencia del Imperio esperando su vuelta, usted puede confiar en nosotros!
- ¡NOOOOO, usted es lo peor! ¡Usted registra mi cabeza para sacar de mí mis memorias más preciadas y quebrantarlas!!
- El traumatismo es importante, no sé en cual medida esto no jugará sobre su personalidad una vez fuera.
Toran intento sacar de nuevo sus Buscafallas con el fin de volver al mundo normal, pero ninguno de los dos apareció para sacarlos de ahí.
- ¡Estamos atrapados! grito Iro. A menos que...
El Campeón del Emperador que tenía firmemente su arma la sumergió en el corazón del Emperador que murió sobre el instante. Alrededor de ellos todo cambió y se encontraron en la habitación del Emperador. Este último estaba respirando dando grandes bocanada de aire, lágrimas fluían sobre su cara.
- Que hiciste Iro, Demanda Toran.
- Cuando era niño a menudo tenía pesadillas, me peleaba con monstruos. Me despertaba sólo cuando uno de ellos acababa conmigo.
- Fue arriesgado, criticó el Tsoutaï.
- Pero esto hizo efecto, respondió el Emperador que recuperaba poco a poco su espíritu. Estaré eternamente agradecido. Ahora ayúdeme, tengo algo que hacer.
- ¿No quiere reposar un poco? Se inquietó Iro.
- ¡Ya dije!
Toran y el Campeón ayudaron al Emperador a que se levantara. Después de haber pasado tanto tiempo encamado sus piernas tuvieron problemas para sostenerlo pero esto no duró mucho tiempo. En el pasillo Asajiro luchaba desde una buena hora con los cortesanos y consejeros que deseaban rendir homenaje al Emperador. El oficial imperial estaba al borde del desvanecimiento pero había conseguido esta misión.
Iro sacó primero la mano sobre la guardia de su Palabra del Emperador. Miró la asistencia y vio a Oogoe. Fijándolo derecho en los ojos se dirigió a todos.
- ¡Arrodíllense ante el Emperador!!
El Emperador todavía inseguro pasó la puerta ayudado por Toran. Todo el mundo se arrodillo entonces ante este prodigio. El hijo de los cielos abrazó la mirada de los visitantes y reparó en Oogoe.
- Miembro del clan del Cuervo, llévame delante de tu amo.
Oogoe se levantó sin mirar al Emperador y marchó delante de él para conducirlos.
- Majestad, nuestros pasos van a llevarnos a los barrios poco recomendables de Méragi...
- Y para protegerme tengo el mejor combatiente del imperio. Replicó al Emperador.
Toran procuró no contrariar más al Emperador que visiblemente tenía una idea en mente. Se contentó con lograr con Iro una seguridad relativa en un sitio peligroso que era también la ubicación indiscutible del clan del Cuervo.
Oogoe se paró delante de una gran morada ruinosa la que desde el tejado protegía grande número de cuervos. Las aves despegaron en una cacofonía de graznidos cuando el Emperador pasó la puerta. Oogoe continuó haciendo de explorador, anunciándoles la llegada del Emperador a los miembros del clan presentes. Viendo a Toran e Iro nadie vaciló en arrodillarse. Karasu vio pasar la delegación y la siguió para el " caso”. Después de haber subido tres piso Oogoe se paró delante de una puerta doble y cuando iba a anunciar la llegada de un visitador ilustre una voz resonó.
- Déjalo entrar solo.
- ¿Sólo? Ni hablar, replicó Iro.
- yo te lo ordeno, dijo el Emperador.
Oogoe abrió una de las puertas, el interior de la habitación fue sombrío y únicamente alumbrado por velas numerosas. El Emperador penetró allí sin el menor miedo. La pieza fue sumergida en un ambiente tenso. Todo se parecía vagamente a una cueva, las paredes eran deformadas. Daijin estaba sentado en altura, dominando al Emperador. La cara del Cuervo era grave, sus ojos se zambullían en la mirada cansada del soberano. Después de un silencio muy largo donde cada uno observaba y juzgaba el otro, Daijin inició la discusión.
- Al fin saliste de ahí dónde te había puesto... Felicitarás a tu campeón. ¿Entonces ahora que va a pasar? ¿Viniste portando malas noticias? ¿Debería cariñosamente defender mi vida? El Emperador quedó en silencio, había reflexionado bien sobre este momento a esta confrontación delante del responsable de sus desgracias. Había analizado la razón de todo esto y del impacto sobre el Imperio de Xzia. Delante de los ojos asombrados de Daijin, el hijo de los cielos puso sus rodillas al suelo y puso su frente sobre sus manos juntas sobre tierra.
- Los errores de mis antepasados no son mis errores. Mis solos deseos son llevar el Imperio a la gloria que debe ser. Afuera el Imperio está dividido por su cólera hacia mi persona. Escucha espíritu del Cuervo en nombre de este antepasado que le ofendió pido su perdón en nombre del Imperio. El tiempo de la división está acabado y reconozco delante de usted su potencia y la del clan del Cuervo.
Daijin verdaderamente no esperaba esto. Aunque la cólera que sentía desde tanto tiempo le dictaba de continuar, había unas excusas del humano que dirigía el imperio de Xzia y esto contaba. Como espíritu estaba atado por un tipo de código. ¿El tiempo verdaderamente era capaz de acabar esta disputa?
- Por fin...
Daijin se levantó, bajó algunos escalones que lo separaban del Emperador y puso su mano sobre su hombro.
- Hiciste lo que tus predecesores jamás tuvieron el coraje de hacer, llenos de orgullo y de arrogancia. Los espíritus deben ser respetados y visiblemente la lección ha sido comprendida. No tiene razón allí más en lo sucesivo de apenarte. Acepto tus excusas, serás un gran Emperador y seas asegurado por la fidelidad eterna de mi clan. El Emperador se levantó, se quitó el polvo y se fue de nuevo como había venido.
El día siguiente, el Emperador organizó una reunión con los altos dignatarios del Imperio para marcar su vuelta. Toran estaba a su lado, así como Daijin.
- Este es el momento para el Imperio de Xzia de caminar hacia el futuro. Muchos acontecimientos se efectuaron durante mi ausencia y voy a necesitar todas las fuerzas para mantener nuestra supremacía. Señor Toran.
El Tsoutaï se levantó y se arrodilló al hijo del cielo.
- Usted escrupulosamente sirvió el Imperio, le libero de su puesto de Regente. Usted llevará en lo sucesivo la responsabilidad de los templos Tsoutaï del Imperio. Le deseo un buen regreso entre los suyos, Venerable.
Toran se inclinó y regresó a su sitio.
- Daijin, dirigente del clan del Cuervo. El viejo hombre se levantó a su vuelta.
- Ya es hora que el dirigente de su clan forme parte de la nobleza. Le confío la gestión del barrio de Seichin de Méragi. Usted será también consejero místico y protector del Imperio. El neceser será hecho para tirar de la miseria a la gente de su clan.
Para personas extranjeras esto habría podido aparecer pocas cosas, pero en esto el Emperador acababa de reconocer al clan del Cuervo como un actor muy importante de la vida del Imperio.
Daijin procedió lo mismo que Toran y regresó en su sitio, con un nuevo poder.
- ¡Campeón del Emperador!
Iro que ya estaba de pie como lo quería la tradición, fue asombrado de esta llamada. Se colocó en el centro del círculo como Toran y Daijin antes de él. Un guardia aportó una funda de madera bastante larga. - En la historia del Imperio, una sola persona llevó esta arma.
El Emperador agarró la funda y le abrió para lo que todo el mundo pudiera ver el contenido. Había allí una espada con una forma particular, bastante lejos de las formas de las katanas actualmente hechas. Esta arma parecía haber servido bien y su lámina fue mellada.
- He aquí Kusanagi, la espada de Xzia. ¡Blándela orgullosamente Campeón del Emperador porque eres el símbolo de la potencia militar del Imperio!
Iro negó repetidas veces este obsequio que importaba demasiado para su persona. Finalmente y como lo quería la tradición aceptó y regresó también a su sitio con su obsequio.
- ¡Ahora ya es hora de mostrar en el mundo que el Imperio está muy vivo!
La misión del Consejo
Chapitre 1 - Una gran familia
La llave giró en la cerradura y la puerta que llevaba varios meses cerrada se abrió. Marlok entró en el laboratorio del antiguo Profeta con un toque de tristeza y sobre todo con la esperanza de encontrar las respuestas al problema Néhantista. Hace algunos días, durante el baile de los cortesanos, la consejera Ishaïa le había confiado una misión muy importante, encontrar los rastros de los Néhantistas, ver si era solo un caso aislado y lo mejor de todo saber más sobre Eredan. Durante el viaje de vuelta hacia Noz'Dingard, se había propuesto alcanzar sus fines. Después de reflexión se acordó que Profeta se especializaba en la cristalomancia adivinatoria, una rama particular de esta magia que permitía obtener mucha información. Marlok abrazó con la mirada la gran habitación. Los diferentes muebles y los instrumentos fueron cubiertos por tejidos blancos para evitar que el polvo estropeara todo. El mago hizo la primera vuelta y sintió alrededor de él la magia. Retiró uno por uno las telas, sacudiendo el polvo. Estaba en esto cuando Anryéna entró, obviamente todavía y siempre insatisfecha. No digería la reintegración de Marlok entre los suyos y menos de esta forma.
- No cuento más el tiempo que mi hijo pasó aquí, observando, anotando y creando nuevos sortilegios.
- La falta de tu hijo afecta cruelmente en la Draconia.
- No finjas tristeza Marlok, esto no te va, respondió irritada.
- Pero yo no estoy hablando en broma, dice adelantándose hacia la hija del Dragón. ¿Dejarás de odiarme por mis actos pasados?
Anryéna parecía turbada, su estado psicológico estaba todavía débil, y de repente los ojos se le llenaron de lágrimas.
Marlok lentamente se fue acercándose más para no hacerse rechazar. Entonces Anryéna se acurruco entre el hueco de sus brazos.
- No tenías el derecho a abandonarnos en nombre de tus endiabladas búsquedas. A pesar de eso mi corazón no deja de latir por ti, mientras que la razón me pide que te deje.
Marlok sumergió su mirada en el de Anryéna.
- ¿Nosotros?
- Cuando fuiste desterrado, esperaba a un hijo de ti.
El mago creyó haber recibió una puñalada en pecho pleno. - ¿Soy… padre? ¿? ¿Por qué jamás me lo dijiste? Pregunto Marlok debatido entre la alegría y la cólera.
- Me encontré desorientada, decepcionada y enfurecida. ¿Sabrás perdonarme?
- Tú me das una razón para luchar y lograr la misión del Consejo, quiero ofrecer un futuro sereno para...
- Exhien.
- ¿Exhien? entonces es un niño, le escogiste un nombre lleno de significados. Lo veré cuando termine esta tarea.
- Estara en Noz'Dingard cuando regreses, le dijo secando sus lágrimas. Cuídate, dijo mientras abandonaba la habitación.
Con el corazón hinchado por una noticia de esta importancia, Marlok se concentro en devolver el orden al laboratorio. Debía ser el medio día cuando termino. Profeta poseía material bastante increíble y le haría falta al mago Noz tiempo para controlar lo esencial. Comenzó por interesarse por varias estanterías abarrotadas de pergaminos y de cristales de diferentes colores. Se trataba de unas notas de búsqueda de Profeta y experiencias que realizaba así como su diario. Pero no tuvo tiempo de abrir este último porque de nuevo alguien se presentó a la entrada. Ruidos de pasos característicos de un golem de cristal. Y efectivamente dos pequeños golems entraron proseguidos de un hombre de pequeña talla y barba larga. Esta persona no era otra que Delko, el padre de Marlok. Este último estuvo muy asombrado de verlo.
- Padre.
- Hijo.
- ¿A qué le debo el honor de tu presencia?
- No te hagas ilusiones hijo, no voy a quedarme mucho tiempo. Profeta me dio a conocer que estabas aquí y que tomabas posesión del laboratorio de su hermano. Vine para ver pues...
- ¿Viniste para ver que no robaba ningún secreto? ¿? Dijo con sarcasmo.
Delko marco una pausa y suspiró.
- Has pagado, parece, tu deuda con la Draconia, hoy eres aquí un Enviado.
- Pagué sí, pero jamás olvidaré tus palabras respecto a mí.
- El pasado es el pasado, deberías saber que le concedo poca importancia a este. Lo que me interesa es el futuro.
- ¡En su época mi futuro no le importaba mucho!
- Bueno, aparte de estos bellos recuerdos vine a traerte esto.
Un par de golems entraron de nuevo, llevando varias cajas que pusieron una al lado de la otra.
- Haz buen uso de todo esto, volveremos a vernos cuando mi nieto este allí.
- ¿Tú estabas al tanto??
- ¿Y quién crees que lo está educando? Le ha sido confiado a tu hermana durante el tiempo que Anryéna ajuste esto contigo.
- Verdaderamente tengo la impresión de que soy traicionado y por mi propia familia.
- Entonces deja de lloriquear y trabaja.
- ¡Sal de aquí, si quieres que sea útil!
Delko no le siguió el juego y se fue acompañado por su golems.
- ¿Voy a poder trabajar tranquilo ahora? Gritó golpeando la puerta de dos hojas del laboratorio.
Luego de esto se dedico a abrir las cajas. La primera contenía un raro aparato, reconoció un cristalisium, el que permitía encerrar en cristales las imágenes de la realidad para luego generar una especie de ilusión. En la segunda caja un gran número de cristales que iban con el aparato. Por fin en la tercera caja y última, más grande que las otras se encontraban los restos de su golem, destruido en el momento de la confrontación con Harès.
- Bueno, jamás pensaba verte de nuevo. Esta en muy mal estado, me pregunto por qué mi padre quiso darme esto.
Se acordó entonces del diario de Profeta. Marlok se instaló en la butaca del profeta y se echó a leer.
La noche caía, y Marlok había pasado todo el mediodía descifrando el sistema de clasificación de Profeta. Cada pergamino de notas correspondía a un cristalisium preciso en el cual su autor precisaba sus notas. Gracias a esto, Marlok obtuvo sus primeros resultados. Mucho antes de que la piedra cayera del cielo Profeta había llegado a identificar una eventual presencia néhantista por Tantad. Sus investigaciones no habían dado nada, pero era allí un buen punto de partida. Entre todo el material disponible Marlok encontró en una caja hecha de cristal translúcido una pequeña piedra negra. Según el cristalisiums se trataba de un pedazo de la piedra-prisión de Néhant. Una idea le vino entonces, construir un golem rastreador de esta piedra de Néhant. Puso manos a la obra inmediatamente y se propuso a seguir los pasos de Profeta "registrando" su experiencia y anotándolo.
Le hizo falta una semana para arreglar a su viejo golem y todavía una semana más para crear el sortilegio para el rastreo nehantico. Marlok finalizaba su nueva criatura cuando Zahal se presentó en el laboratorio. En el caballero Dragón se le empezaban a notar unas pocas canas en el pelo y la barba mas larga. Entró con paso decidido en la pieza y se puso de rodilla delante del mago.
- Pongo mi brazo y mi espada a su servicio. Permítame recuperar mi honor.
- Usted tiene aire cansado y sobre todo descuidado Caballero.
- Desde la muerte de Profeta me planteo muchas cuestiones de mi estatuto y sobre todo mi sitio en el seno de nuestra sociedad.
- Veo. No soy la mejor persona para hablar de esto, pero creo que puedo ayudarle. Vera, una persona con un valor como usted será útil para mí. Por lo tanto acepto su oferta. Terminé lo que estaba haciendo y vamos a preparar un plan de ataque.
La cara de Zahal se iluminó. Iba a poder hacerse por fin útil. Observó como el mago terminaba sus preparativos. Este último utilizó varios sortilegios con el golem y le implantó una pequeña escama de Dragón.
- He aquí el plan Caballero. Este golem va a servir para rastrear a los néhantistas. Cuando encuentre un blanco válido, gracias a la escama los dos nos tele-transportaremos a lugar indicado, asegurándonos el factor sorpresa. No quedará más que atrapar e interrogar. Por otro lado podemos encontrarnos completamente al otro lado de las tierras de Guem. Pero esto no tiene importancia porque estamos bajo las órdenes del Consejo.
El golem de cristal comenzó a moverse y volvió a la vida.
- Vaya viejo amigo, ya es hora de demostrar que eres capaz de realizar esta tarea. Como respuesta el golem se echó a marchar, de modo mecánico al principio, luego "cada vez más humanamente". Marlok y Zahal lo siguieron hasta la salida de Noz'Dingard donde inmediatamente la criatura pareció captar una presencia néhantica. Se echó entonces a correr para una dirección.
- Nada lo parará hasta que haya encontrado algo. Mientras tanto nosotros debemos prepararnos lo mejor posible. Estese listo porque a cualquier momento del día o de noche podemos ser transportados.
- Estaré listo.
Marlok miraba hacia el horizonte, soñaba con este hijo al que todavía no conocía y su corazón se estrechó mucho.
Chapitre 2 - La Carnada
Marlok y Zahal no tuvieron que esperar mucho tiempo antes de que el Golem hubiera alcanzado su blanco. Dos días más tarde, mientras que ambos discutían sobre los distintos medios a su alcance para poder doblegar a los Néhantistas, un aura azul se propagó alrededor de ellos. Los dos desaparecieron de golpe para reaparecer a cientos de metros lejos de la Draconia, se encontraban a pie de las montañas, no lejos de Tantad. El golem se había parado delante de un pequeño pueblo que debía estar protegido por aproximadamente una cincuentena de almas. Marlok tuvo una sensación extraña, una impresión de dejà vu. El draconiano se escondió en lugar discreto para hacer un balance de la situación.
- Profeta ya vino aquí. En la época que el pueblo estaba vacío y siguió una pista de un néhantista sin tener pruebas reales de esto. En todo caso está seguro que un enemigo se encuentra por aquí.
- Cuando usted se enfrentó con el néhantista y liberó a los combatientes de Zil utilizó un hechizo que permitía ver los lazos invisibles.
- Estas bien informado Caballero. El hechizo de lazo revelado, un hechizo que aprendí con el tiempo.
Marlok en persona lo lanzó sobre Zahal antes de regresar a la observación del pueblo. La integridad de las personas visibles estaba unida por un hilo fino y negro que iba en dirección a una de las casas.
- Va a haber que actuar rápidamente, corramos hasta la casa, tiremos la puerta y neutralizamos lo que encontramos allí.
Marlok rascó su barba reflexionando sobre la propuesta de Zahal.
- ¡Muy bien, vamos!!!
Se lanzaron entonces, empujando a la gente sobre su paso. Zahal que tenía su espada en la mano dio un gran golpe de hombro en la infortunada puerta que cedió sin ninguna resistencia. El interior estaba sumergido en la oscuridad, los postigos estaban cerrados. El olor era espantoso una mezcla entre el del alimento descompuesto, de las defecaciones humanas y de la descomposición. Marlok invoco en su mano un cristal para alumbrar la pieza. El espectáculo que se les ofrecía era difícilmente soportable. La casa era únicamente una pieza grande. En medio una mujer estaba atada sobre una silla, amordazada e incapaz de mover. Alrededor de ella restos humanos se descomponían, comidos por las ratas y los gusanos blancos. La mujer con los cabellos negros estaba inconsciente. Zahal levantó su cabeza para ver si todavía respiraba, lo que era el caso. Lentamente abrió los ojos, visiblemente agotados y tardo un cierto tiempo antes de darse cuenta de quién tenía frente a ella. El Caballero le quitó su mordaza extremadamente apretada.
- Vayan...sen... huy...aann....
En seguida la mujer tuvo convulsiones, los lazos que llegaban hasta ella se intensificaron. Afuera la gente aullaba con dolor y caía unos tras otros. Marlok comprendió rápidamente y se acerco a la joven mujer. Pero era demasiado tarde. En el suelo se dibujó una espiral resplandeciente y toda la energía contenida en la víctima fue directamente hacia el suelo. Luego las llamas acabaron y en lugar de la joven mujer había dos demonios. Para evitar un combate en el interior, Zahal tiró a Marlok por el cuello y le sacó de ahí.
Afuera la calle principal estaba cubierta de cadáveres vaciados de toda sustancia vital.
- ¡ Qué horror! Gritó a Marlok.
Ambos demonios salieron a trote de la casa. Su paso era muy felino y se parecían de manera extraña. Sin el menor aviso cada uno de ellos tomó como blanco uno de los draconicos. Zahal más curtido el combate cuerpo a cuerpo se interpuso entre Marlok y el demonio que se lanzaba hacia él para dejarle espacio libre. El demonio no se dejó distraer por esta maniobra y golpeó al caballero en su brazo con garras supurantes de veneno. Pero el golpe fue frenado por el filo de su espada draconica. Zahal sintió un aura alrededor del demonio algo que a la vez le protegía y debilitaba al caballero. Su espada blandió el aire e hirió a su adversario con facilidad. Marlok por su parte puso en funcionamiento rápidamente una táctica. Habían caído en una trampa y la presencia de los demonios era sinónimo que no estaban lejos de llegar a la meta. Había que capturar uno de los dos, escogió pues neutralizar al segundo demonio que iba a echar una mano al otro. Marlok registró rápidamente en su bolsa y sacó un cristal ensanchado y llano. Lo echó al pie del demonio. Un relámpago azul brota de eso, golpeando al demonio con fuerza. Este último se encontró en el suelo recorrido por relámpagos múltiples. Retorciéndose de dolor, el demonio aullaba con rabia pero estaba inmovilizado.
Zahal continuaba rechazando los ataques de su adversario que se ponía nervioso cada vez más a fuerza de fallar su ataque. El caballero examinaba cada uno de sus movimientos, su modo de llamar y las aperturas posibles. Puso en práctica la enseñanza que le había prodigado Dragón durante los 10 años pasados a su lado. El demonio estaba vivo y era peligroso, pero su armadura y su espada eran suficientes para contener los asaltos. Pasó de vuelta a la ofensiva. Al principio la lámina rozó con el demonio, luego por fin tocó e hirió a su adversario. En este momento preciso Marlok había acabado de invocar no una sino dos bolas de fuego que vinieron para golpear al demonio al que infligió grandes daños. Ahora Zahal oyó que Dragón le hablaba" ahora es turno Zahal! ". Su mano se inflamó entonces una bola de fuego dirigida hacia el demonio que se derrumbó cuando fue tocado. Éste se consumió entonces para hacerse un montón de cenizas que el viento temprano se llevo.
Pero seguían sin contar con el segundo demonio. Las descargas se pararon y el demonio se levantó, todavía más enfurecido.
- No hay que matarlo, gritó Marlok en el fuego de la acción.
Reforzado por sus convicciones y por la presencia de Dragón, Zahal hizo volar a su oponente con el filo de su arma. Marlok había sacado de su bolsa varios pequeños cristales azul oscuro y los lanzó por tierra para formar un círculo.
- ¡Llévalo dentro! Ordenó mostrando el centro.
El Caballero Dragón esquivó varios golpes luego dio una patada en el vientre del demonio que retrocedió hasta el lugar deseado.
Una burbuja mágica se formó entre los diferentes cristales, encarcelando así al demonio.
- ¿Y ahora cómo hacemos para llevarlo hasta Noz'Dingard? Preguntó a Zahal.
- Ya estaba totalmente preparado, pero no esperaba a un demonio. Pienso que a pesar de todo esto va a funcionar. Pronto lo sabremos.
Marlok revolvió de nuevo su bolsa rápidamente y extrajo una estatuilla de cristal en forma de dragón. Lo puso en el suelo y se puso a acariciar su hocico cuchicheando palabras en un lenguaje desconocido. La estatuilla tembló, luego tomó vida.
- Tápate las orejas, le recomendó Marlok a Zahal.
El dragón despegó y entró en la prisión como si la burbuja de magia no existiera. El demonio no tuvo tiempo de reaccionar porque el dragon se puso a gritar hasta que este callo rendido. El escudo y los cristales de la prisión estallaron a la vez. Marlok y Zahal fueron aturdidos sin embargo por la intensidad del grito de la pequeña criatura animada. Marlok recuperó el dragón que se volvió a convertir en estatua y su Golem cuya magia se había agotado. En cuanto a Zahal se ocupó del demonio y le amarró para que no pudiera moverse.
- Bueno, la primera vez que entramos con el pie derecho, dijo el caballero comenzando a irse.
- ¡Espera! Tengo todavía una escama para la vuelta, tranquilizó el mago.
- ¡Grande seas Dragón!
Capitulo 3 - La Pitonisa
El demonio fue encerrado en una sala especial de la academia de Noz'Dingard que era reservada para aislar la magia de los objetos o en este caso de una criatura fuertemente mágica. Acostado sobre una mesa de cristal no podía moverse evitando así que se suicide lo que tiraría a la basura la búsqueda de Marlok. Podía gritar, nadie más allá de las paredes de la pieza lo oía.
Durante este tiempo Kounok recibía en sus apartamentos privados a Zahal y Marlok para tener un informe de lo que acababa de pasar. El pequeño salón era muy confortable y con el estilo más puro de la Draconia. El azul era por supuesto, usado en varios retratos de héroes ilustres que adornaban las paredes. Profeta sirvió de beber para ellos, Zahal fue muy honrado con esta atención. Marlok emprendió entonces el relato de esta aventura y aclaro en el momento del combate la eficacia del Caballero Dragón. Kounok estaba notablemente satisfecho, aunque apenado por el modo en que los demonios habían llegado, implicando la muerte de varias decenas de personas.
- Ahora queda por extraer información de la cabeza de esta abominación, expresó Marlok.
- Dudo que vaya a ser de su propia voluntad. Vamos a tener que utilizar otros medios, respondió Kounok.
- ¿Se refiere a La Pitonisa? Supuso el mago.
- Sí. Usted tiene autorización para enviar por ella. Asegúrese de seguir el protocolo, que es una purista de los principios.
- Bien, voy a hacerla venir, aseguró Marlok. ¿Puedo retirarme?
- Puede, en cambio Zahal tenemos que hablar.
Una vez que el mago se fue, Kounok se sentó en la butaca frente a su caballero.
- Eres perdonado por tus errores, no tienes que reprocharte a la muerte de mi hermano. ¡Hay sólo un culpable, Néhant! Ahora y como en la época, varios caballeros de Dragón existen, anunciando así una guerra próxima. Hoy te siento preparado para combatir en nombre de Dragón.
- Gracias Kounok, creo que necesitaba oír esto.
- Me ves encantado. Ahora tengo que hacer, regresa cerca de Marlok para vigilar nuestro preso y proteger a la Pitonisa.
- A sus órdenes, Profeta.
El caballero dejó la habitación, motivado por las palabras de Kounok.
Algunos días más tarde, una delegación importante procedente de los territorios del sur de la Draconia llegó la ciudad, creando una gran animación. La caravana compuesta de dos carretas tiradas por akirs, criaturas voladoras de la región de Zar-Azil de donde provenía justamente esta delegación. La guardia de Noz'Dingard para la ocasión había circunscrito el gran sitio para permitirle a Kounok, Anryéna, Marlok y Zahal acoger a sus visitadores. De la primera carreta salieron varias criadas vestidas con vestidos simples y blancos, llevaban un velo casi transparente que escondía su cara. Marlok sintió un gran despliegue de magia draconica. Después de haber verificado que la situación no era peligrosa, otra persona hizo su aparición. Una dama con un vestido azul bordado con múltiples dragones. Su cara también iba tapado con un velo, pero hecho de un tejido azul espeso. Una de las criadas colocó la mano de esta persona sobre su hombro y la llevo hasta el Profeta.
- Sea bienvenida a Noz'Dingard, Pitonisa. Le agradecemos por haber aceptado nuestra demanda.
- Pitonisa responde siempre a la llamada del Profeta, respondió. Hice un viaje largo hasta aquí y deseo reposarme.
- Y así será, permítame llevarle a sus barrios.
Mientras que Kounok acompañaba a su invitada y a su delegación, Marlok miraba la segunda carreta. Anryéna lo había prevenido que la Pitonisa llegaba con Exhien. Mientras esperaba, Anryéna le planteó una cuestión que le quemaba los labios.
- No saludaste a tu hermana, ¿estás enojado con ella porque nunca te dijo nada sobre tu hijo?
- No, no es por eso, no podría culparla por eso. Me pidieron observar el protocolo, entonces lo observé. Sólo el Profeta puede acoger y dirigirse a la Pitonisa cuando ella viene a Noz'Dingard. Pero intentare hablar con ella rápidamente.
Anryéna parecía satisfecho de esta respuesta y se adelantó cuando varias personas salieron de la segunda carreta. Marlok no se atrevió a seguirla y se contentó con observar. Un joven chico que debía tener unos seis años se echó entonces a los brazos de Anryéna. El corazón del mago golpeaba fuertemente. No era muy joven y la idea de tener un niño lo asustaba tanto como lo entusiasmaba. El mago no podía dejar al chico cuyo físico probaba su filiación, en efecto como él a la misma edad y como sus antepasados, el chico tenía los cabellos grises oscuros. Pero otra particularidad le interesó más, en efecto había heredado de su madre la sangre de Dragón y también los ojos de su abuelo. De color azul como la gema en el centro de la ciudad y hendido como Kounok cuando era dragón.
Anryéna se acercó entonces a Marlok.
- Ven, no expongamos este asunto de familia en público.
Los tres se encontraron entonces en el laboratorio de Profeta que en este tiempo se había convertido en el de Marlok. Este último no tenía más ojos que para su hijo y sintió claramente el amor haciendo hueco en sus entrañas. Cómodamente instalado el niño fijaba su vista en Marlok.
- Exhien, te presento a Marlok, tu padre. Marlok he aquí tu hijo, Exhien. El chico vaciló luego sonrió. Marlok entonces le hizo seña de acercarse mientras que el se arrodillo en el suelo. La atmósfera era particular, como si el tiempo se hubiera detenido.
Marlok puso su mano izquierda sobre la mejilla de su hijo, las lágrimas le fluían de sus ojos enrojecidos. No soportó más y apretó al chico en sus brazos. Por su parte Exhien, que había esperado conocer tanto a su padre mientras que otros niños jugaban con los suyos, estaba simplemente feliz. Anryéna dejó a padre e hijo discutir y aprender a conocerse el resto del día.
El día siguiente Marlok y Zahal condujeron a la Pitonisa delante del demonio que rugía cuando estaba en frente de su magnificencia. Dos criadas asistían también el interrogatorio.
- ¡No diré nada, rabió el demonio! ¡Todos ustedes perecerán!!
- Eso lo veremos, comentó Zahal. Por mi parte le dimos una bella paliza la otra vez, insistió Zahal.
- ¡Basta demonio! ¡Vas revelar a todo a la Pitonisa aunque no lo quieres! Soltó Marlok.
Las criadas lanzaron varios sortilegios de protección antes de que la Pitonisa se acercara al nivel de la cabeza del demonio. El demonio no movió más un pulgar mientras que ponía su mano en su cabeza. Inmediatamente la hermana de Marlok fue sumergida en las memorias del demonio. Volvió a remontar el tiempo rápidamente, vio al demonio ser convocado por la trampa y enfrentarse con los Enviados, observo luego en lo más hondo de los Meandros prepararse con su demonio gemelo. Alrededor de ellos había otros demonios de todas tallas y más o menos impresionantes. El tiempo desfiló para regresar más lejos en el pasado. Y allí, la escena más interesante se efectuó.
Ambos demonios fueron llamados por un néhantista de traje negro, los cabellos largos y los ojos negros. La invocación de ambos demonios se hizo en una gran cueva con estanterías por todas partes y cuyas paredes fueron grabadas por el símbolo de Néhant. Había también otras personas entre las que estaban una joven mujer de terrible belleza, así como una persona a la que reconoció inmediatamente: Ardrakar. Antigua Caballero Dragón se acercó entonces al demonio y le golpeó. Pero no había procurado hacer daño al demonio, había percibido la presencia de la Pitonisa. Esta última no se halló en situación de enterarse nada mas, había recibido un golpe en la cara. Se callo agarrándose la cabeza con ambas manos. Marlok fue inmediatamente a ayudarle.
- ¿Estás bien?, dice.
Pero ésta se echó a aullar cuando Marlok le tocó el brazo. Tuvo una visión. Marlok estaba en medio de un campo de batalla. Alrededor de él legiones de demonios combatían una coalición inmensa de Draconia y del Imperio de Xzia. Una criada intervino entonces e incitó a Marlok para que la ayudara a la Pitonisa que se había desvanecido. Recobró el conocimiento sólo al día siguiente. Marlok inquieto por su hermana pasó la noche a su cabecera. Las criadas se habían ocupado bien de ella y su velo fue retirado de su rostro, dejando visible su cara. Era más joven que Marlok pero también tenía los cabellos grises. Sus rasgos eran delicados y finos.
- ¿Hermano, pasaste la noche aquí?
- Sí.
- Dame tu mano, tengo miedo, voy a mostrarte todo lo que vi.
El mago escuchó a su hermana, las imágenes desfilaron entonces sin que pueda controlarlas, era como si un rompecabezas se reconstituya. Por fin llegó hasta el final, reconoció al néhantista con el que ya se había enfrentado y más importante, ¡reconoció a Ardrakar!
- ¡Ella! La consideraba muerta después de tanto tiempo.
- Néhant alarga su vida mi hermano.
- Pero todo esto no nos acerca a grande cosa, ya vi este néhantista, ya lo combatí.
- Subestimas los poderes de la Pitonisa. Sabias que precisamente puedo determinar donde este néhantista se encontraba en el momento de esta escena.
Marlok se sonrió luego empezó a reírse. Por fin se levantó y puso un beso sobre la frente de su hermana.
- En este caso, vamos a poder actuar de muchos modos. Debo prevenir al Consejo.
Exiliado
Ciramor, Granizardo, Malyss, Ojos de gema y Ergue habían atravesado gran número de pruebas desde la llegada del aprendiz de Eredan a la tropa. Habían atravesado decenas de islas, cruzado pueblos y cientos de criaturas más extraordinarias una que la otra. Cada vez que el grupo fue puesto a prueba, y a precio de esfuerzo de cada uno, la victoria era para ellos. Pero mientras que la moral estaba en buenas condiciones, la fatiga, también fue invitada a viajar.
La noche caía una vez más sobre los Confines y el campamento ya estaba montado. Ciramor seguía el movimiento del sol esconderse detrás de las islas flotantes. Ergue se ocupaba de vaciar y preparar un animal frescamente matado mientras que Malyss encendía con magia un montón de leña para hacer un fuego. Ojo de gema, demasiada extenuada para hacer nada, se durmió rápidamente. En cuanto a Granizardo se preguntaba en qué podía pensar Ciramor.
- Tienes aire de estar preocupado.
- A decir verdad no hay nada grave.
Ciramor se puso cerca del fuego para dirigirse a todos.
- Escúchenme. Mañana, llegaremos a la isla dónde se encuentra Comepiedra. Estaremos entonces frente a nuestro, o por lo menos, su prueba más grande.
- ¿De acuerdo, pero en qué consiste la prueba? Preguntó a Ergue.
- ¡Eso, usted lo sabrá mañana! Respondió Ciramor divertido.
- Había que probar, replicó el Zil.
- Duerman bien esta noche. Les indicare el lugar, pero ustedes deberán ir allá sin mí.
- Muy bien, estoy encantado de acabar de una vez, no puedo ver más rocas volando añadió Malyss. - Es una buena noticia, esperemos que no hayamos hecho todo esto para nada y que esta Comepiedra merezca su reputación.
- No se preocupe Granizardo, vale la pena la visita.
La tropa no se retrasó y todo el mundo se durmió después de una comida rápida. Sólo Granizardo, que no tenía la misma fisiología, se quedó despierto. Se perdió en sus pensamientos. Olía que había en los alrededores algo muy familiar. Pero no sabía lo que era realmente. Miraba las llamas bailar soñando que su bosque y su hermano le faltaban cruelmente.
Las horas pasaron así y una bruma se levantó despacio. El Daïs comenzaba por fin a dormirse, sentía que se hundía lentamente. Entonces se dio cuenta que algo sucedía alrededor de él. Veía formas moverse y oía cuchicheos. Intentó levantarse pero sin éxito, se encontraba atado en el suelo por una soga. Todo se enturbió alrededor de él, se hundió en la inconsciencia...
- Granizardo... Granizardo despiértate.
El Daïs abrió los ojos con dificultad. El paisaje había cambiado totalmente, como su situación. No estaban más en su campamento, sino en otro lugar, un bosque con árboles gigantescos bajo los cuales cristales de colores múltiples tapizaban el suelo. Granizardo creyó en primer lugar que estaban por fin de vuelta entre los Eltarites, pero comprendió rápidamente que no cuando vio que sus compañeros y él mismo habían sido amarrados.
- ¿Que es lo que pasa?, preguntó.
Verdaderamente no sabemos, nosotros recién acabamos de despertar, le contestó Ergue. - Los escucho hablar, respondió Daïs. Hablan un dialecto particular, pero logro comprender el significado de sus frases.
- Una cosa es cierta, esto no es la prueba para encontrar a la Comepiedra, Ciramor está también con nosotros cuando debía largarse, indicó Malyss mostrando con la cabeza al mago amarrado como todo el mundo.
Todos se volvieron hacia el interesado.
- No puedo decirle gran cosa, estoy en la misma amasadera que usted. No sé quiénes son esta gente.
- Cállese, tengo un contacto mental con uno de ellos.
Efectivamente desde su despertar, la tropa era observada por varias criaturas muy bien escondidas para no hacerse reparar.
- No tengan miedo, muéstrense. No puedo hacerles nada, no puedo mover. El argumento de Granizardo fue bueno porque una persona apareció sobre uno de los cristales no lejos de ellos.
- ¡Una Elfine! Exclamó Ergue.
Era una joven mujer vestida con pedazos de quitina de madera y tejidos verdes. Granizardo se sorprendió por la existencia de la Elfine y de una probable tribu aquí, en los Confines. A su conocimiento todo los Eltarites se encontraban en el bosque sobre las tierras de Guem.
- ¿Por qué nos han amarrado?
- Ustedes penetraron sobre nuestras tierras, ustedes van a ser castigados por este ultraje. Respondió.
- ¿Usted sabía que habían Elfines en los Confines Ciramor? Interrogó a Malyss.
- Así como se lo dije, no conozco a esta gente.
- Usted va a ser conducido cerca del Sachem que decidirá su suerte, añadió Elfine.
- Soy Granizardo, vengo de un lugar donde viven otras tribus de personas como usted.
La Elfine inclinó la cabeza, visiblemente desconcertada por lo que declaraba el Daïs. Saltó de su posición y se coló entre los cristales para desaparecer.
- ¡Bravo! Ya se largó, dijo Ergue. Bueno ¿Que hacemos ahora? Si ustedes quieren puedo librarme de estos lazos.
-Esperemos ver antes de ganarnos más la enemistad de ellos, ¿no?
- He aquí palabras prudentes Ciramor, en nuestra casa en el clan del Cuervo preferíamos evitar los conflictos abiertos. Negociemos nuestra liberación.
- Quiero, ¿Pero como no negociar? ¡No entiendo! Ironizó Ojo de gema.
Tenemos otras ventajas, indicó Ciramor. Tenemos a un Daïs con nosotros.
Granizardo parecía concentrado en su entorno, podía sentir la naturaleza alrededor de él como si estuviera en los bosques Eltarites. Llegaron entonces vario Hom’chaï recubiertos con tatuajes tribales, se llevaron con ellos a los presos y los transportaron hasta un pueblo no sin sufrir los insultos de Malyss, Ergue y Ojo de gema. Allí propiamente fueron echados en un tipo de choza de paja.
- Esto mejora dijo Malyss molesto.
Saliente de la sombra en la cual se había escondido, la Elfine reapareció.
- Shhhh, dijo despacio. Tengo algunas cuestiones para hablar con él-que-habla-sin-la boca.
- Me llamo Granizardo.
No le digas nada, seguro que va a vendernos a su jefe luego. ¡Quiere información! Acusó al pirata.
- ¿Puedes callarte? ¡Preguntó Ciramor, escuchemos!
- Cuando era pequeña, me contaban de historias a propósito de criaturas que nos habían perseguido hace mucho tiempo. Usted corresponde a éstos, juzgó Elfine.
- ¿Cuál es su nombre? Pidió Granizardo.
La Elfine vaciló un pequeño instante.
- Soy Sylikat, hija de Rompe-huesos y de la chaman Elbaïte. Esa es quién soy, ahora quien es usted.
- Déjeme mostrarse quién soy.
Los Daïs no fueron proveídos de boca ya que tenían la capacidad increíble de poder discutir mentalmente con la gente. Gracias a este don, eran capaces de enviar imágenes por el pensamiento. Y es lo que hizo Granizardo. Se concentró y le envió a Sylikat una multitud de imágenes de su bosque, del Árbol-mundo y de la gente que había cruzado, insistió en los Elfines con el fin de mostrarle que su tribu no era la única existente. La reacción de la Elfine indicó claramente que lo que se le mostraba le gustaba.
Pero su "discusión" fue parada por la llegada del mismo Hom'chaï que se cruzaron hace poco. Cuando vio a la Elfine, uno de ellos la cogió y la echó afuera sin más trámite. El ceño fruncido de estos gigantes no tranquilizó a la banda de los viajeros, Malyss incluso pensó que serían torturados. Esto no estuvo lejos de llegar porque fueron cogidos y arrastrados de nuevo como vulgares bolsas de granos a través del pueblo. Allí, en el centro, se encontraba un gran sitio. Por todos lados había unos bancos hechos de leños del bosque. La inmensa mayoría de los habitantes del pueblo estaban sentados allí, echando miradas que iban de la curiosidad al odio. En el centro del sitio que tenía una forma oval había un tótem inmenso que representaba una multitud de criaturas. Una cavidad había sido cavada a la altura de un hombre y protegía un tipo de grueso huevo cuya pared exterior estaba hecha de un cristal gris opaco. Ciramor reconoció inmediatamente del que se trataba.
- ¡Es la Comepiedra! le indico a los otros.
Se centraron tanto sobre el huevo que no vieron a la persona al lado del tótem. Sin embargo su presencia y su carisma no podían faltar. Los Hom'chaï echaron sus "paquetes" con toda la delicadeza que se les conocía, es decir ninguna. Forzaron luego a los intrusos que se arrodillan a pesar de los lazos.
El Sachem, el jefe del pueblo era un Elfine de avanzada edad, sus cabellos largos y entrecanos fueron engalanados de plumas largas de colores diversos y de pequeños cráneos de aves. Sus ojos eran morados, lo que chocó a Granizardo que jamás había visto nada como eso en su hogar. Su adorno estuvo constituido por una multitud de collares tribales hechos de quitina, cristales y hueso. Marchó a lo largo de la línea formada por los cuatro intrusos. Se retrasó sólo un poco sobre los humanos pero se cuajó cuando sumergió su mirada en la del Daïs. Este último sintió una agresión mental, registraba en su pensamiento. Cerró pues su espíritu como únicamente los de su raza sabían hacerlo. Esto irritó fuertemente al jefe que escupió delante del Daïs antes de dirigirse hacia los suyos. Granizardo tradujo su discurso a medias.
- ¡Hermanos, hermanas, he aquí delante de usted los intrusos traídos para destruir a Astenaki y quemar nuestro pueblo! ¡! ¡Se atrevieron a aventurarse sobre nuestras tierras con la voluntad de perjudicarnos! ¡Miren mis hermanos, miren mis hermanas!, ¡vea lo que los dioses malos nos envían!
Entonces le hizo seña a un Hom'chaï que vigilaba a Granizardo para llevarlo hasta él.
- ¡Vean, las criaturas qué causaron perjuicio a nuestros antepasados volvieron para acabarnos! Dijo tirando por los cabellos al Daïs que sintió entonces la cólera subir en él. Algunos se levantaron para reclamar su cabeza, otras para ordenar al Sachem que actuara, pero todos estuvieron de acuerdo en poner fin a la presencia de estos individuos por una muerte cierta. El jefe soltó la cabeza de Granizardo. El Daïs consiguió entonces canalizar toda la rabia que se acumulaba, si actuaba ahora, probablemente podría hacer algo, pero la huida no estaría favorable para él. El Hom'chaï que lo tenía lo devolvió con los otros, seguido de cerca por el jefe.
- ¡Mañana ustedes serán ofrecidos en sacrificio a Astenaki y nuestro pueblo vivirá de nuevo en paz!
- ¡Ustedes cometen un grave error! Respondió el Daïs que aprovecho la oportunidad. No vinimos a causarles dolor. Si violamos su territorio nos disculpamos. - Inútil intentar detenerme con bellas palabras, infame criatura, lo que tienes que decir no cambiará nada, vas a morir y tus amigos también, dijo retrocediendo. Átenlos al pilar de los sufrimientos para que expíen sus faltas antes de ser ejecutados.
Sylikat había asistido, como todo el pueblo, a esta escena. Desde su infancia soñaba con recorrer el mundo. Pero todo indicaba que más allá de los territorios de la tribu sola la muerte esperaba los aventurados. Y luego había llegado Granizardo y le había mostrado otros lugares y otras tribus de los suyos. Pero jamás la dejarían irse de aquí, el pueblo constantemente era vigilado por excelentes guerreros. Los que habían intentado dejar el pueblo habían sido castigados severamente. Por supuesto esta criatura venida de otra parte habría podido mentirle, pero en alguna parte de ella olía que la confianza era la mejor de las vías que tenía que seguir. Le gustaban los suyos, pero se sentía siempre aparte. Sin ánimo de ofender a los fanáticos del Sachem, ¡esa noche, ayudaría a escapar a los desconocidos!
En cuanto a nuestro excelente equipo, ahora se encontraban atados a otro tótem. A cada uno se le adhirió un respaldo en madera tallada. Comprendieron por qué se llamaba el pilar de los sufrimientos, porque había puntas por toda su superficie. Una persona que le fuese atada acababa por sangrar de la espalda y sufrir el martirio.
- ¡Verdaderamente hace falta que nos larguemos de aquí! Insistió Ojo de gema.
Nos iremos esta noche. ¿Ciramor será capaz de ayudarnos señalándonos un camino para salir de aquí?
- Por desgracia no, verdaderamente no sé donde estamos. Los Confines son inmensos.
- Lo haces a propósito, estoy seguro, o entonces verdaderamente no sirves para nada. ¿Dónde está el gran mago que nos dio esa paliza la última vez?
Ciramor efectivamente escondía algo. Se interrogaba sobre lo que sucedía de momento. ¿Era una prueba efectiva que lo implicaba también o una prueba justa para los viajeros? Se inclinó para la segunda solución y se contentaba con mirar. Si llegado el caso, actuaría para no arriesgar la vida de quienquiera que sea.
La noche cayó de nuevo sobre los Confines, y los vientres de nuestros amigos hicieron gorgoteos al unísono. Ninguno de ellos había sido alimentado. El pilar de los sufrimientos lentamente oficiaba. Excesivamente agotados dudaban ahora llegar a partir de aquí, por lo menos vivos. Al borde de la inconsciencia, ninguno de ellos lograba cerrar el ojo debido a sus heridas. Los Hom'chaï hacían guardias mientras se burlaban debes en cuando. Fue entonces que Sylikat hizo su aparición con un gran plato de madera lleno de comida que les interesó a los carceleros.
- ¿Que es lo que nos traes allí? Preguntó uno de ellos.
- Pensé que usted vigilaría mejor a estos intrusos si estaba bien alimentado. Le preparé lo que usted prefiere, Harag-na.
Los Hom'chaï agradecieron a la Elfine antes de echarse sobre el plato con golosina. Lo acabaron en un tiempo récord, no hizo falta mucho tiempo para que el somnífero potente en la mezcla entrara en vigor. Sylikat no se demoro y cortó los lazos de los presos.
- Venga, síganme en silencio...
Demasiado cansados y heridos para decir nada cada uno ayudaba a su compañero. Sólo Granizardo cojeaba solo, y tenía una idea en mente.
- Nos hace falta la Comepiedra. Me ocupo de eso, la encontrare rápido.
No tuvieron tiempo de reaccionar que el Daïs ya había puesto su plan en funcionamiento. Estaba muy furioso porque los miembros de una tribu Eltarite actuaran con crueldad y falta de respeto hacia la vida. Progresando con discreción encontró un plan de ataque simple pero que sería muy eficaz. Debía cortar el pueblo en dos para que el tótem estuviera libre. Acudió a la magia de la naturaleza. Las raíces enormes crecieron para formar una pared infranqueable de vegetación. Corrió luego hacia el tótem pensando ser el único pero percibió que había alguien delante de él, el Sachem. Este último tenía aire muy descontento por verle y se podía leer el odio en sus ojos.
- ¡Voy a matarte y tu cabeza adornará mi choza!
El Daïs se contentó con cultivar los pedazos del Árbol-mundo plantados en su brazo para formar un arma acerada y se lanzó en el enfrentamiento. El Elfine todavía ágil para su edad hizo una voltereta antes de lanzar al suelo una de las cabezas de ave que adornaba sus cabellos. Un espíritu ave apareció y sumergió su pico en la cabeza Daïs que atacó al mismo tiempo. La lámina de cristal verde se hundió en la cabeza del ave que desapareció instantáneamente. Pero esto era sólo una distracción para darle tiempo al jefe del pueblo de lanzar otro hechizo mucho más devastador. Las gotitas finas de ácidos comenzaron a caer sobre la zona donde estaba Granizardo. Humo se liberaba por cada gota que llegaba al suelo. El Sachem ya se reía burlonamente de esta victoria. Por desgracia para él el ácido no atacó la piel del Daïs. Este último al borde de la rabia absoluta sintió que los cerrojos puestos por su hermano cuando fue encerrado en la prisión de ámbar se soltaban unos tras otros. Saltó con vivacidad sobre el jefe del pueblo y puso su mano recubierta con ácido sobre la cara de Elfine. Éste aulló con dolor. - ¡Soy un Daïs, hijo del Árbol-mundo y protector de los Eltarites! ¡Me gustaría que le muestre el camino verdadero aquel que sólo dará lugar a una cosa: su pérdida! Sobre esto aflojó al jefe que se cogía la cara, loco de dolor. Granizardo fue entonces hasta el tótem donde el huevo brillaba suavemente. El jefe se levantó mientras que el ácido todavía quemaba su piel, llevaría hasta el fin de su vida un rastro de su enfrentamiento con Daïs. Reteniéndose de gritar, desenvainó una daga y estuvo a punto de lanzarla en la espalda del Daïs. Un ruido extraño se escuchó y un objeto apenas visible hendió el aire y golpeó al Sachem que se derrumbó al instante. Sylikat corrió hasta Granizardo para ayudarle a recuperar a la Comepiedra.
Lo que he hecho aquí, lo sentiré toda mi existencia, dijo. - Creo que no, gracias a usted vamos a poder salvar el mundo en el cual vivimos.
Granizardo y Sylikat llegaron hasta dónde los otros los estaban esperando. Ciramor miró con asombro el huevo.
- ¡Lo conseguiste!
- ¡Bueno, zarpemos de aquí! Se impacientó Ojo de gema. ¡Lo tenemos al fin, entonces es tiempo de volver a casa!
- Todavía hay que saber por dónde irse, insistió Ergue.
- Bueno, yo tengo una solución, pero hace falta que nos larguemos de aquí estamos demasiado cerca del pueblo, insistió la pirata.
- Sí, usted tiene razón, no hay que quedarse allí o vamos a tener a todo el pueblo a nuestra persecución.
Ciramor ayudó a Malyss a levantarse y la tropa se fue de nuevo a través del bosque con el huevo de la Comepiedra.
Continuara...
Los Dioses Muertos
Capitulo 1 - Muerte
El Príncipe Metchaf miraba el horizonte y la arena hasta perder la vista en el desierto de esmeralda. Este día varias caravanas habían llegado a la ciudad de Aksenoun y con ellas la noticia de un inminente enviste de una gigantesca tempestad de arena. Esto complicaría las búsquedas de los últimos rebeldes de la ciudad. Aïf Salah Mehdi que gracias al príncipe había encontrado a su hija y recuperado el control de la ciudad había invitado al hijo del rey del desierto que se quedara tanto como deseara. No podía negarse porque su novia estaba allí e intentó sacar provecho de la acogida del padre y de los favores de la chica. Esta última llegó por otra parte al balcón donde estaba Metchaf.
- Príncipe, un guardia real acaba de llegar y pide verte.
El príncipe, no habiendo pedido refuerzos, estaba sorprendido de tener tal visita.
- Te ruego hazlo pasar, dice suspirando.
La hija de Aïf se volvió y les delegó la orden a sus servidores. El guardia real se presentó al príncipe como le requería el protocolo. El príncipe estuvo sorprendido con ver que éste era un miembro femenino de la guardia real. Y más bien agradable de mirar.
- Soy Urakia, soy enviada por su padre con el fin de ponerme a su servicio, dijo quitando su casco.
Aquel nombre le recordaba vagamente algo. ¡Sí! La hija del primer consejero de su padre, el Visir Mahamoud. Ambos tenían exactamente la misma edad y jugaban juntos siendo niños hasta la adolescencia cuando Urakia se fue para hacerse más tarde guardia real. “Mi padre no me envió a cualquier guardia, su intención es que vuelva a Minepthra " se dijo.
- En fin, más manos no vienen mal para acabar con los rebeldes. Ve a ver al jefe de la guardia de Aksenoun y dile a él que tomas, en nombre del Príncipe y en nombre de Aïf, el mando.
- Gracias señor.
- ¿Señor? en la época nos llamábamos por nuestros nombres...
- Otros tiempos, otras funciones hijo del rey del desierto. Hice un viaje largo ¿puedo retirarme?
- Ve pues, esta tarde comerás en mi mesa.
Era un honor inmenso y una marca notable de estima cuando un soberano, como era el príncipe, invitaba a una persona de un linaje inferior a su mesa. Urakia pareció honrada mientras se colocaba de nuevo su máscara. La hija del Aïf fue picada en su orgullo y una punta de celos salió a la superficie.
- ¿Es necesario tener esta guerrera en nuestra mesa mi príncipe? Pidió con tono de reproche.
Esta reacción hizo que Metchaf se partiera de risa.
- Hace falta que se muestre para que todos sepan que está ahí. Esto eliminará los espíritus belicosos que conspiran a nuestra espalda. Pero no te inquietes tú eres la única que tiene lugar en mi corazón, dijo abrazando apasionadamente a la joven mujer. Ahora ve a prepararte para la comida, ¡quiero que seas la más bella de las estrellas y estés digna para ser la futura reina! El príncipe había ahogado bien el pez, tocada por la atención que le había puesto, la hija del Aïf se fue a encontrar a sus criadas.
Mientras que el horizonte se teñía del rojo del crepúsculo, el palacio de Aksenoun estaba en efervescencia. Los olores embalsamaban cada pasillo y cada pieza. Los sonidos de la música resonaban mientras que las bailarinas se arremolinaban entre la multitud de mesas donde los invitados esperaban la bendición del sacerdote de Sol'ra. Este último vestido de adornos suntuosos con joyas de oro y piedras solares se levantó de modo tal que todo el mundo pudiera verle. El silencio se hizo y todo el mundo sin excepción se volvió en su dirección.
- Nadie puede ocultarse de la voluntad de Sol'ra. Los que no siguen más su vía han sido castigados. Agradezcamos a Sol'ra por habernos enviado a su grandioso servidor, el príncipe Metchaf con el fin de restablecer el orden.
Los comensales se levantaron para inclinarse delante del hijo del rey del desierto. Este último no tuvo ninguna reacción en particular, este tipo de cosa a menudo le pasaba.
- Vamos, continúe sacerdote.
Todo el mundo regresó a su sitio para escuchar la continuación del sermón. Pero el pobre sacerdote no tuvo la oportunidad de proseguir, una ráfaga de viento sopló en la pieza y se llevó todo lo que era ligero, creando un momento de sorpresa. Mientras que los servidores recogían lo que estaba en el suelo, un grito asfixiado pero audible aterro a todo el mundo. Éste venía del sacerdote de Sol'ra que flotaba a un metro del suelo y se resistía cogiéndose el cuello. Por todos lados de él volutas de arena se arremolinaban a toda velocidad lo que provocaba en él cortaduras profundas. Urakia fue la primera en reaccionar e intentó tirar al sacerdote al suelo pero fue frenada por la arena. Metchaf a su vez intentó hacer algo, tomó un banco de madera y golpeó con todas sus fuerzas. El objeto de madera prorrumpió en pedazos sin ningún otro efecto. Luego, mientras que el sacerdote se desangraba la arena se aglutinó para formar una silueta que tomo forma y se convirtió en una mujer con los ojos totalmente negros. Sus cabellos flotaban aunque no había el menor viento y su vestido parecía muy antiguo y enarbolaba símbolos prohibidos. La inmensa mayoría de los invitados habían huido desde el principio de la agresión, reemplazados por los guardias que provenían del palacio para ver lo que sucedía.
La aparición tenía al sacerdote de Sol'ra agonizando por el cuello, y no tocaba el suelo. El Príncipe Metchaf había desenvainado su arma y la apuntaba con destino al agresor.
- Siento la sangre de los reyes viajar por tus venas joven príncipe, dijo la mujer con los ojos negros.
Luego colocó su mano cerca de la boca del sacerdote. Una luz brillante salió y formo como una bola de humo y la luz, y se la tragó con avidez.
- ¡Volveremos a vernos muy pronto! Termino de decir, entonces los guardias corrieron para a atacarla.
Una vez más, una ráfaga de viento cubrió la habitación y ella volvió a convertirse en guirnaldas de arena y giró a alta velocidad fuera del palacio. Metchaf y Urakia no vacilaron un segundo y se lanzaron en persecución de esta asesina misteriosa. El Solarian en el interior de Metchaf y Urakia se hizo presente, y estos últimos fueron empujados a sobrepasar sus límites físicos. En menos de lo que canta un gallo se encontraron fuera de Aksenoun. Fue difícil de seguir una nube de arena en el desierto pero llegaron allá a pesar de que la noche había caído. Marcharon varias horas antes de darse por vencidos. La tempestad de arena de la que los rumores hablaban en la ciudad cayó sobre ellos, rápida e implacable.
Cada grano de arena era un suplicio. El viento los azotaba por todas partes y su visión fue reducida a un paso delante de ellos. Urakia quedó pegada al príncipe Metchaf porque si eran separados la salida de esta tempestad podía ser sólo una muerte lenta por asfixia. Habían dejado a Aksenoun sin tomar precauciones y en este instante preciso lo sentían porque su piel en gran parte desnuda sufría ahora de la violencia de las ráfagas de arena. Ambos olieron que en este caos había una presencia igual a la que perseguían. La arena se aglutinó alrededor de ellos y les fue cada vez más imposible progresar. Fueron engullidos por el furor de la arena...
Capitulo 2 - El Oasis de Istaryam
Urakia se despertó despacio. Tenía la impresión de que una horda de camellos la habían pisoteado, sentía tanto dolor por todas partes. Pero esto la tranquilizó porque si sufría así es que no había muerto. Al principio incapaz de hacer el menor movimiento, se contentó con mirar alrededor de ella. Era en una gran tienda idéntica a las que ciertas tribus no sedentarias utilizaban en sus desplazamientos. Había un olor de incienso y por todas partes antigüedades diversas. Se levantó de su cama con mucha dificultad y cabeceó hasta la entrada. Una bocanada de frescura recorrió su cara cansada, la razón era un lago alto en medio de una vegetación lujuriosa. En medio de la extensión de agua había una vieja estatua erosionada en partes por el tiempo y la arena del desierto. Al borde del agua el príncipe Metchaf se rociaba la cara. Sus reflejos de guardia real le mandaron dar la vuelta al campamento y ver si había alguien. Pero no había nadie aparte ellos dos. Recupero algunas pertenencias entre las que se encontraban sus armas. Todo esto se volvía cada vez más misterioso, ¿cómo habían llegado allí? ¿Quién los había salvado? Tantas cuestiones que más tarde encontrarían respuestas. Luego de esperar la joven mujer se reunió con el hijo del rey del desierto para recolectar informaciones.
- ¿Comprende algo Majestad?
Pero viendo la cara del príncipe supo que no.
- Me desperté justo antes que tú. Aparte del hecho de que creo que sé dónde estamos, creo que tenemos que dar gracias por encontrarnos con vida.
Urakia se quedo esperando la respuesta, pero el príncipe no estaba dispuesto a decirle todo.
-Y pues ¿dónde estamos? Pidió con tono vagamente exasperado.
- ¿Mmm? Oh sí, pienso que debemos estar en el oasis de Istaryam.
Urakia sintió una que el corazón se le aceleraba al escuchar este nombre. Istaryam era el nombre de una antigua ciudad que fue el baluarte de los politeístas en la guerra entre los dioses antiguos y Sol'ra de esto hace ya un poco más de ciento cincuenta años. Por orden del rey del desierto de esa época el acceso a este lugar fue prohibido bajo pena de muerto. El tiempo paso todo el mundo olvidó esta pequeña parte del desierto.
- Hay que irse, este lugar nos es bueno...
- Quiero esclarecer algo sobre esta historia, quiero saber quiénes son los que desafían la autoridad del rey pero que a la vez nos salvaron. Presiento que hay mucho más detrás de todo este asunto. Tengo una rara impresión, comienzo a comprender por qué este lugar está prohibido.
Urakia no estaba muy tranquila por las palabras del príncipe. Se acordó de las historias que se le contaba cuando era pequeña.
- Vamos a morir soltó Urakia enojada. Este lugar está bajo la mirada de Sol'ra, la gente que vive aquí va a sufrir el fuego de la cólera de Dios, no quiero quedarme aquí.
Metchaf se rascó la nariz, en signo de que la actitud de la guardia no le convenía.
- ¡Vas dónde te digo que vallas, haces lo que te digo que hagas! Primero hace falta que se dé una vuelta al oasis para buscar rastros recientes de pasos o de camello.
La joven mujer dividida entra el sentimiento de vergüenza y de cólera enfrente del príncipe. Tragó su orgullo y se fue delante del príncipe para buscar en los alrededores. El oasis era mucho más grande de lo que dejaba translucir. Después de una hora de marcha ambos Solarians llegaron al borde de una gran playa arenosa al borde de la extensión de agua, donde la estatua estaba próxima a la orilla. Allí había una mujer que nadaba entre algunos nenúfares. Metchaf y Urakia reconocieron a la asesina del sacerdote de Sol'ra de Aksenoun. Urakia desvaino dos sables y comenzó a caminar hacia el agua. Pero no fue muy lejos porque se hundió en arenas movedizas.
- ¿Es así como usted me agradece por haberle salvado? ¿Atentando contra mi vida? Dijo saliendo del agua bastante lejos de Urakia.
Metchaf delante del cuerpo desnudo de una mujer desvió su mirada.
- ¡Asesina! ¡Usted mató a un sacerdote de Sol'ra! ¡Serás ejecutada! Gritó Urakia rabiosa.
Trajes suntuosos aparecieron entonces sobre la joven mujer, haciéndola todavía más impresionante. El príncipe se quedó sin embargo a buena distancia para evitar todo problema. Mientras que Urakia intentaba desesperadamente librarse del hechizo, el hijo del rey del desierto recurrió a la discusión.
- ¿Quién es?
- Esperaba más bien un "gracias".
- ¿¡Qué es usted!?
- La cuestión no es que soy sino por qué usted está acá.
- ¡Porque persigue a una asesina! Gritó a Urakia.
- ¿Podemos decir que matar un asesino significa cometer un homicidio o más bien es una liberación?
- Los sacerdotes de Sol'ra no matan, dijo Metchaf reteniendo su cólera.
- ¿En serio? ¿Estás absolutamente seguro de esta afirmación?
- ¿Quién eres tú?
- He oído rumores de que Ahmid volvió.
- ¿Ahmid? ¿Qué...? ¡Sí, pero deje de cambiar de tema sin interrupción! Entonces responde una vez por todas, ¿¡Que eres!?
La joven mujer pareció perderse en el curso de sus pensamientos. Todo cambió entonces alrededor de ella como si los recuerdos cobraran vida. La escena tuvo lugar en plena batalla, durante la cual la joven luchaba contra un guerrero de Sol'ra. La escena termino con la muerte de la joven mujer. Metchaf y Urakia que perfectamente había comprendido lo que significaba esta escena cayeron rendidos.
- Ptol'a... cuchicheó el príncipe por miedo de ser oído por Sol'ra. Imposible...
- Estoy aquí para mostrarle la vía a los dos porque el futuro depende de usted. Nuestro futuro, y el de todos, ahora síganme.
Urakia de nuevo libre de sus movimientos y Metchaf estupefacto siguieron a la joven mujer sin plantear la menor cuestión. No sabían más cómo reaccionar.
Capitulo 3 - La tumba de los dioses
Lo que pensaban ser la encarnación de Ptol'a, traída de entre los muertos, los llevó cerca del Oasis de Istaryam. El cielo se había cubierto mientras llegaban a una duna mucho mayor a las otras. En realidad este montón de arena no era una, pero protegía un edificio de talla consecuente que la entrada había sido cubierta. Ésta estaba tapada por una baldosa de piedra pero había sido quebrada para que un hombre de buena corpulencia pudiera pasar. Un sol inmenso, un símbolo de Sol'ra estaba pintado en la superficie de la puerta.
- Una advertencia divina, declaró el príncipe.
- Que algunos desafiaron con el fin de no sufrir más la dictadura del dios falso.
- ¡Dios falso! ¡! Se puso nerviosa Urakia, Sol'ra es el único dios.
- En este caso si lo que dices es cierto, ve, entra allí y ve con tus propios ojos la verdad. No serás influenciada por lo que proteges en el interior.
La guardia real hizo una mueca, preguntándose qué quería decir con lo que ella estaba protegiendo en el fondo.
- ¿Y si no queremos entrar? Preguntó al príncipe en tono desafiante.
La encarnación de Ptol'a sonrió entonces.
- En este caso usted se quedará aquí en Istaryam hasta el fin de su vida, o usted puede intentar irse y en ese caso yo tomaría el riesgo de despertar a su Solarian. Y allí usted no se dominará más y morirá por la causa de un dios que se burla bien de usted.
- Pues no tenemos otra elección ¡Vamos Urakia! , ordenó Metchaf con una pequeña idea en su cabeza.
El interior alumbrado por lámparas de aceite daba a una escalera descendente e interminable. Se hundía profundamente bajo el desierto aunque el calor se difuminó para dejar sitio a un refrescante aire.
- ¿Que vamos a hacer príncipe?
- Vamos a ver de qué se trata, pero esto tiene aire de ser una réplica de las grandes tumbas donde están mis antepasados. Si está edificado según el mismo modelo entonces podremos salir por otra salida e irnos rápidamente de aquí.
- Con tal de que usted tenga razón.
- ¡Guardemos la fe!
Al cabo de una media hora llegaron por fin al final de las escaleras, dando a una sala de talla media. Las cuatro paredes de la pieza estaban totalmente recubiertas con jeroglíficos y con dibujos grabados. Tenía allí también un vago olor a muerte. Cada uno examinó un lado y se pusieron a leer las inscripciones. A medida que recorría los escritos la figura del príncipe se descompuso.
- No logro creer lo que leo Urakia.
- ¡Justamente deberíamos no creer en eso porque todo esto es falso!
Las inscripciones eran la obra de sacerdotes y de fieles. Habían sido encerrados aquí vivos con las pieles de las encarnaciones de sus dioses al fin de la guerra contra Sol'ra. Explicaba cómo los Solarians habían arrasados pueblos enteros de habitantes del desierto. Tantos actos increíblemente violentos e imperdonables que habían contribuido a eliminar una civilización, la del desierto del sur todo esto lo puso en duda al príncipe. Porque a pesar de su indiferencia con el pueblo y de su aire altivo, a Metchaf le gustaba su pueblo.
Por su parte Urakia no tomó en consideración las mentiras de los infieles. No aceptaba que tiraran por los suelos sus principios y sus creencias. Sin embargo había unos detalles inquietantes. Creyó reconocer entre las escrituras a una persona cuya historia correspondería a la de uno de sus antepasados. En su familia era una figura temida y emblemática que participó en la creación de Minepthra. La coincidencia era inquietante y bastante extraña para una familia muy creyente como la suya. Salieron de esta habitación verdaderamente enturbiados por estos descubrimientos. Después de su sorpresa se les tenía reservada otra aun más increíble.
Pasaron una nueva puerta de piedra que también había sido roto. Y allí el espectáculo que se les ofreció era simplemente grandioso. Era una verdadera ciudad subterránea que había sido construida allí de pequeñas múltiples moradas hechas de arena que habían sido cavadas en las paredes gigantescas de esta sala. En medio de esta ciudad, unas cincuenta personas vivían allí y parecían esperar algo. Metchaf y Urakia se adelantaron hacia ellos con arma en mano.
Uno de ellos, visiblemente el que ostentaba la autoridad fue a su encuentro.
- Sean bienvenidos a la tumba de los dioses, los que murieron para defender al desierto y sus maravillas. Aquí ustedes van a descubrir la verdad sobre Sol'ra y sobre lo que quiere esta divinidad. Ríndanse, usted no deben temer aquí no le queremos causar ningún dolor.
Continua...
Al Rescate
Capitulo 1 - Lorus
Dhan fue sentado delante de los planos del Arc-Kadia. Hacía ya mucho tiempo que se había encontrado a bordo del buque que había concebido con Géant el triste. Los piratas de Al la triste habían recorrido una multitud de islas volantes antes de encontrar y de convencer al antiguo predicador de venir a bordo. Al la triste empujó los curiosos para abrirse camino hasta su invitado. Éste le sonrió.
- Creciste bien Alexandra. Pero diríamos que tienes un problema con el Arc-Kadia.
- Sí y pongo toda mi confianza en vos para repararlo.
- ¿Explícame que hiciste?
- Aceleré la consola.
Dhan cerró los ojos como si hubiera comprendido instantáneamente la implicación de tal acción.
- Veo, veo. Pero sabes, no soy el único que construyo este buque.
- Si, esta Ganchillo...
- Tu padre verdaderamente no lo apreciaba, desconfiaba de él, dijo Dhan mirando al concernido.
- No, ya puedo ver lo que no va, pero va a ser difícil terminar las reparaciones si no tengo a Lorus a mis lados.
- ¿Lorus? ¿Quién es?
- ¡¡Lorus!! ¿Pico-Rayo? ¿Ese viejo papagayo loco? Masculló Bragan. Es todavía más alcohólico que todos los miembros juntos de la tripulación.
- Puede ser, un viejo lobo de los aires, pero es a pesar de todo con él que se construyó este barco, cuando tú eras recién un marinero.
- ¿Bueno, vamos a encontrarte este tal Lorus, dónde está? Cortó Al la triste.
- Está en la isla de los asolados, en una de sus numerosas tabernas, respondió el sacerdote.
- Estamos bien, no estamos lejos. ¡Bragan en marcha a la isla de los asolados! Gritó. En cuanto a ti, la sala de máquinas es tuya, Klemencia te está esperando, va a prestarte asistencia.
Algunos días más tarde los piratas llegaban a la isla de los asolados. Era una de las islas francas, es decir allí dónde los señores de las islas no tenían el derecho a poner pie y todavía menos a intentar hacer cumplir su ley. Erat una guarida de bandoleros en todo sentido, pero también la cuna de la piratería de las islas blancas. Repetidas veces la isla había sufrido ataques de señores del cielo y es de ahí dónde su nombre le vino, pero jamás fue tomada.
El Arc-Kadia se detuvo en uno de los numerosos embarcaderos de la isla. Después de haber tomado las disposiciones necesarias para la protección del buque, Al la triste, Mylad y Empleadillo comenzaron a buscar la ubicación del famoso Pico-Rayo. Las calles de lo que se podría llamar ciudad eran verdaderamente sucias, malolientes y evidentemente mal frecuentadas. Repetidas veces la pequeña tropa debió mostrar que no eran turistas de simples visitas. El pueblo de los asolados estaba constituido por una gran cantidad de casas hechas de trozos y piezas que se tenían en pie de milagro. Sólo unas pocas casas en el centro habían sido construidas en la arquitectura clásica de las islas blancas, es decir casas de adobe recubierto con cal. Pero Al la triste prefirió ignorar este lugar que le traía muchos malos recuerdos y prefirió pues visitar algunas tabernas que eran seguras y posiblemente cruzarían allí a Lorus en un momento u otro. Después de haber espumado varios "establecimientos" descansaron en la que parecía la menos piojosa de todas ellas.
- Es un verdadero laberinto esta isla, vamos a pasar una eternidad encontrando al otro emplumado, dijo Mylad con falta de motivación. La última vez que lo vi no estábamos en buenos términos los dos.
- ¿Pero lo conoces? La interrogó Empleadillo.
- Sí, es él quien me enseño a mí a servirme de la magia, dijo bebiendo varios tragos de un líquido bastante espeso servido anteriormente por el gerente.
Alrededor de ellos mientras que la noche envolvía la tierra de Guem, varios piratas entraron en la taberna sin que nuestros aventureros se hubiesen dado cuenta. La atmósfera se calentó rápidamente y la presencia de dos mujeres guapas atrajo a los hombres como abejas sobre la miel. Uno de los últimos recién llegados, con un vaso de ron en la mano se coló entre sus compañeros a la vista de los atributos de Mylad y de la capitana.
- ¡Mi moiselles... permítame ofrecerle... un trago!
Su aliento, que respiraba sobre Mylad terminó de convencerlos de problemas inminentes que este hombre traía.
- ¡Suéltanos! Dijo de modo muy audible.
- Oh, oh... vamos a tener problemas, marco el valiente Empleadillo.
- Vaya guapa... Eres descarada, yo soy tan bello como todos los demás.
Alrededor de ellos otros piratas habían venido para sostener a su compañero en este intento ridículo de seducción.
- Ve a navegar, el ron te tapa las orejas pedazo de fondo de cala.
Otros rieron a carcajadas, lo que no le genero gracia al infortunado rechazado. Intentó con un torpe gesto de poner sus atrevidas manos en lugares que las conveniencias prohibían. No le hizo falta más para que Al la triste se levantara para poner un puñetazo que el patán recordaría todo su miserable existencia. Los demás que veían esto soltaron sus vasos para sacar los sables. Pero Mylad fue más rápida, cadenas hechas relámpagos salieron de sus manos para golpear a los que se encontraban delante de ellos, sorprendiendo a la tropa que retrocedió hacia el mostrador.
- Progresaste bien Mylad.
Una persona se abrió un paso entre la multitud enfrente de Al la triste. Su aspecto era verdaderamente increíble. Se notaba que era un hombre porque se tenía en pie, pero estaba recubierto con plumas y tenía un grueso pico encorvado. En realidad se parecía a un gran papagayo. Esto despejo duda sobre su identidad.
- Arreglen esto montón de criaturas estúpidas, usted va a hacerse tostar los pocos sesos que le quedan, yo me ocupo de esto, dijo avanzando hacia Mylad.
Al la triste lanzó a la muchedumbre una mirada negra antes de retirarse. Pico-rayo se instaló sin pedir autorización. Mylad quedó de pie todavía enfurecida.
- Vaya chiquilla siéntate o esto se pondrá peor.
La joven maga frunció los ojos y suspiró mucho antes de reposar su trasero delicadamente en la banqueta media podrida.
- ¿No serás Al la triste? ¿Hija de Géant? La última vez que te vi...
- Yo era muy pequeña, dejen de repetírmelo. Mira no soy alguien paciente por eso escucha Lorus, tengo un trabajo para proponerte, cortó a Al la triste con una toque de falta de respeto.
- Pico-rayo es caro, replicó frotándose las manos.
- Tenemos los medios de vuestras pretensiones, afirmó Empleadillo poniendo una bolsa llena de piezas de cristales.
- Oh, ya veo, ya veo. ¿Y qué hay que hacer?
- Reparar mi buque.
- Perdón... ¿Quieres decir el Arc-Kadia?
- Exactamente.
- Sabes que no soy mecánico.
- Sé, pero el predicador necesita de tu ayuda, entonces...
- ¿El predicador? ¿No murió? Si me necesita es porque hiciste algo que no deberías haber hecho.
- ¿Entonces, aceptas o no?
Lorus pareció reflexionar, miró a Mylad con aire alicaído, luego sopesó la bolsa de la que se desprendió un brillo tentador. Pensó los pros y los contras. De un lado Mylad y el Predicador, del otro una suma presumida, la vuelta a bordo de Arc-Kadia y una aventura lejos de la Isla de los asolados.
-Es definitivo, voy con ustedes.
Capitulo 2 - Retirada Estratégica
Durante varias horas, el grupo perdió en los confines huía de una banda de expatriados Eltarite realmente enfurecido. Los Elfines y Hom'chaï que se encontraban en mejor forma y que tenía un conocimiento perfecto del terreno estaban a punto de coger a los fugitivos. Granizardo había dado todo lo que podía para crear trabas con el fin de disminuir a sus perseguidores, pero era difícil de retener a la gente del bosque. Ergue, Malyss y Ciramor se sostenían unos otros para avanzar lo mejor posible mientras que Sylikat les abría camino. Pero esta tribu era temible en término de caza y a pesar de la experiencia de su nueva compañera de grupo acaba por encontrarse al borde de la isla con una sola opción, el vacío...
- ¡Nos tienen atrapados como ratas! Grito asustado Ergue. El cazador cazado, ya he visto todo.
- Vamos no hay que dejarse matar sin pelear antes, dijo Malyss comenzando a prever una estrategia de ataque.
En cuanto a Ojo de gema ella por su parte se preparaba para algo. Utilizó varias partes de su equipo para armar un objeto extraño.
- ¿Qué es eso que estas fabricando? Preguntó Ergue.
- Nos sacara de acá, nosotros los piratas tratamos de tener siempre una salida de emergencias.
- ¿Y tu cosa va a hacernos volar?
- No, pero abre bien tus ojos, no verás de nuevo esto en tu vida, Zil.
Ojo de gema había acabado de preparar el objeto que se parecía a una gruesa pistola. Malyss sintió inmediatamente una particularidad mágica que provenía de uno de los ojos de la pirata. Ojo de gema apuntó el cañón hacia el cielo y tiró.
Un pequeño haz de luz blanca que emitía una luz viva fue propulsado muy alto en el cielo, alumbrando los alrededores.
Sus agresores no se encontraban muy lejos, ya no procuraban ser discretos y los pesados Hom'chaï que quebrantaba la tierra sobre ellos se escuchaban tan claramente como el "Pcchhhi" del cohete de Ojo de gema.
De aquí hace dos días que Pico-rayo estaba a bordo del Arc-Kadia, había pasado a formar parte del buque, con Dhan, Bragan y Briscar, no sin un cierto pellizco al corazón. Entonces se había puesto a trabajar para que el buque estuviese de nuevo operando en la mejor de sus capacidades. El corazón del barco era una maquinaria muy perfeccionada. Klemencia quedó maravillada de ver al predicador y a Lorus desmontar y luego volver a montar este extraño artefacto por no hablar de la energía implementada por el pajarraco y Mylad. Ambos descargaron totalmente su potencia mágica en forma de sortilegios de rayo al pequeño aparato de medición de pánico y la aguja paso de estar en roja a verde. Por fin Dhan devolvió el orden a la consola y quitó el medallón del padre de Al la triste. La capitana había asistido con ojo curioso a todo lo que había sido hecho sobre su buque. Dhan se le acercó tendiéndole el collar.
- Valore, y utilícelo con sabiduría. Enseñe a su pequeña mecánica que hacer la próxima vez que esto suceda. Esto no es muy complicado, lo que sucede es que este mecanismo es, como se dice..., avanzado a su época.
- Gracias por la ayuda.
- Lo hice como recuerdo de su padre. Ahora que he cumplido, permítame dejar el buque.
Al la triste ató el collar alrededor de su cuello.
- Concedido.
Dhan no se tomó el trabajo de saludar a los otros, recuperó sus asuntos y se fue.
Pico-rayo se paseaba sobre el puente, descorchó una botella acordándose de aventuras vividas a bordo de este buque. Colmado de una nostalgia cierta se echó a engullir una buena mitad del contenido de la botella. De repente contemplo algo en el cielo, una bola incandescente blanca. El aire se enturbió y un torbellino se formó entonces delante del buque y este último fue aspirado, llevándose con él una parte de los viejos pontones a los cuales fue amarrado. Toda la tripulación fue sacudida y el buque tembló pero no tuvo ninguna avería.
Mientras que la bola luminosa se apagaba un torbellino se formó por encima de la isla dónde los viajeros de los Confines se preparaban para una batalla con fin incierto. El Arc-Kadia apareció por arte magia y así su tripulación se vio en vuelta en un enfrentamiento sorpresa con desconocidos al otro lado del mundo. Ergue, Malyss, Ciramor, Sylikat y Granizardo estuvieron muy sorprendidos de esta llegada súbita. Esto no perturbó a los miembros de la antigua tribu de Sylikat que era visible a algunos metros del grupo. Al la triste que había corrido hasta la barra hizo volcar el buque mientras que un miembro de la tripulación examinaba la situación en esta isla. Otros piratas salieron por todas partes para intentar comprender lo que sucedía. Al la triste gritó sus órdenes y dio a entender que Ojo de gema peligraba.
Contra toda previsión fue Lorus quien actúa primero. Soltó su botella y saltó de Arc-Kadia de una altura donde nadie se habría atrevido a saltar. Gracias a sus alas pudo disminuir la caída. Fue seguido por Mylad que envuelta con un tornado imitó a su antiguo maestro. Los Elfines llegaron primero. Luego los Hom'chaï llegaron, grandes, fuertes, poderosos y sobre todo ¡llenos rabia!
- ¡Buscan al Ragianne! Gritó Sylikat. ¡Irán hasta el fin! Continúo mientras esquivando el primer golpe.
Había cinco de estos guerreros rabiosos, recubiertos con tatuajes, eran mucho más impresionantes que los de las tierras de Guem. Granizardo atrapó a uno gracias a unas raíces. Malyss creó varias paredes de hielo. Ciramor que tenía el huevo de la Comepiedra no quiso correr peligro de perderlo, se echó a volar hasta el buque. Escapó por los pelos de varios golpes de espada.
- ¡Esperen, estoy con Ojo de gema!!
Briscar cogió al mago y lo largo a un costado
- ¡No te muevas de aquí!
Después de los Hom’chaïs era el turno de los Elfines de ordenarse para el ataque. Flechas humearon a toda marcha para plantarse en el casco del Arc-Kadia, pasando muy cerca de los piratas que observaban la escena. Pico-rayo que había vivido varias batallas no perdía tiempo para combatir a estos energúmenos.
- ¡Mylad! ¡Barrera!!
Actuando por instinto, cada uno puso de manifiesto un inmensa pantalla de relámpagos de modo que todo el grupo que estaba del lado derecho quedo a salvo, pero no protegió de los rayos a Ergue y la inmensa mayoría de los Hom’chaïs.
Los piratas a bordo del buque echaron cuerdas con el fin de hacer subir a todo el mundo a bordo. Bragan gritó a los que se encontraban en la isla a subir a bordo, lo que hicieron sin discutir demasiado. Por fin Mylad y Pico-rayo se fueron de nuevo volando por los aires y volvieron al barco. Este último se alejó mientras que los Elfines le acribillaban a flechas.
Ya sin fuerzas, los compañeros de los confines se tiraron sobre el suelo, tomando aire. Al la triste ordeno devolver su buque al torbellino que estaba todavía abierto, regresando así de donde habían venido. De vuelta, no lejos de la isla de los asolados, Al la triste hizo parar las máquinas para comprender lo que acababa de pasar. Ojo de gema explicó todo lo que fue pasando en los Confines, por lo menos en versión resumida. Presentó pues a Ciramor y Sylikat que los había reunido y explicó lo que habían encontrado: La Comepiedra de los Confines, o por lo menos su huevo. Por otra parte, Ciramor que tenía el huevo sujetado como si se trate de su vida olió que algo se movía en el interior.
- ¡Miren! ¡! Gritó. ¡Va a nacer!!
Muy rápidamente una muchedumbre se formó alrededor de él, Malyss, Ergue, Granizardo estaban muy intrigados, era el tiempo para ellos de ver la recompensa de sus esfuerzos. El huevo vaciló y luego lentamente se agrietó. Un líquido espeso y amarillento se escapó de las grietas. Esto acabó con la aparición de una criatura de piel grisácea. Vagamente era un humanoide de la talla de un niño, sin embargo no tenía nariz, ni cabellos. Sus ojos casi cerrados miraban a la derecha y a la izquierda. La asistencia incluso fue dejada estupefacta y tan desviada, decepcionada por esta Comepiedra. Sylikat, estaba en posición de reverencia y tendía un pedazo de cuarzo en su mano. La criatura se arrastró hasta ella para coger la piedra y la mordisqueo.
- ¿Esto es la Comepiedra? Preguntó Malyss. ¿Hicimos todo este viaje para esto?
Ciramor, fuertemente emocionado ayudó a la criatura a que se desprendiera los restos de concha.
- El caso es que al principio, va a haber que ocuparse bien de ella, añadió el aprendiz de Eredan.
Granizardo fue a ver a Al la triste.
- Gracias por habernos ayudado, estábamos en una mala situación.
- De nada, somos pirata, también pero tenemos un corazón como todos.
- Le sería posible llevarnos al bosque Eltarite, debemos actuar en lo sucesivo, todo esto llevo demasiado tiempo.
- Me encuentra de buen humor, los llevare hasta allí.
Extinction
Capitulo 1 - El pasado roto
Otro tiempo...
Otro lugar...
Otro combate...
Eredan y los héroes de la guerra acababan de poner fin a la locura del Néhant. Los Néhantistas acababan de perder su supremacía, dejando las tierras de Guem débiles después de varios años de conflictos. El último teniente de Néhant, el poderoso Amidaraxar había sentido la desaparición de su amo. Fue perseguido en lo sucesivo por los habitantes del glaciar de Amatista, deseosos de ponerle fin a su existencia. Nibelle la joven elfa de hielo así como algunos otros hacían frente a este sórdido ser que había sido el causante de la muerte de tantas personas. Sin embargo y a pesar de la desaparición de su amo era un verdadero peligro. Algunos de los compañeros de Nibelle habían aprendido esto a su costa.
Ya hacía varios meses que la joven sacerdotisa preparaba su golpe, Eredan le había ayudado a construir bajo los hielos la prisión en la cual planeaba encerrar a Amidaraxar. La caza organizada había cosechado sus frutos y la presa estaba allí dónde Nibelle lo quería, una grieta en el glaciar era visible y ahora solo quedaba confrontarle.
El Néhantista era un hombre delgado que enarbolaba una máscara opaca y trajes desgarrados, se parecía más a un espectro que a un humano verdadero. Una multitud de piedras negras brillantes flotaban alrededor de él.
- Nibelle eso es... Me deleitaré con tu alma y con tu cuerpo, dijo preparando sus sortilegios.
La elfa no respondió a sus provocaciones, se concentró sobre sus súplicas apretando mucho un extraño bastón. Éste era una simple rama esculpida y recorrida por anillos anchos de oro finamente cincelados. Mantuvo las manos juntas rogando que sus dioses le concediesen la fuerza de resistir el asalto de la magia de Néhant. Amidaraxar sacó provecho de este momento para mostrar toda su potencia, relámpagos de tinieblas salieron disparados desde las piedras para golpear a Nibelle. Aulló con dolor pero resistió a pesar a todos a los que esto había matado. Los dioses respondían a su llamada, un aura blanca rodeó al bastón, una señal para la elfa de que ya era hora de actuar. Y cuando los maleficios del Néhantista le quemaban la carne y recortaban su alma, la elfa de hielo golpeó el suelo con palo.
Amidaraxar fue incapaz de moverse. Todas las piedras cayeron alrededor de él, se sentía cortado de toda magia, todos los lazos que tenía con numerosas personas se estrellaron de golpe.
- ¡No! ¡Noo! ¡NOOOOOO! ¿Qué has hecho??
Cintas de hielo salieron del suelo para enrollarse alrededor del Néhantista. Una vez hecho se transformaron en papel recubierto de símbolos.
- ¡Tú no puedes matarme! Gritó con rabia.
- Lo sé, pero no vas a morir, tú vas a ser encerrado bajo el hielo para toda la eternidad.
Como si el glaciar estuviese vivo lentamente se "tragó" al Néhantista que no pudo hacer nada para salir de este inconveniente. Fue engullido en lo más profundo del hielo. El bastón de Nibelle dejó de brillar y los sortilegios del Néhantista desaparecieron dejando al elfo al borde de desfallecer. Los que habían asistido a la escena ayudaron a Nibelle a recuperarse de este enfrentamiento.
- Llévenme a la puerta, debo desempeñar el papel para el que nací.
Nibelle abrió los ojos...
Se había dormido algunas horas a causa del cansancio. El tiempo había pasado y ella se encontraba vieja y cansada. Yilith se había marchado ya hace mucho tiempo, y no había vuelto, presagiando un problema. Al pasar los años, Amidaraxar se había fortalecido y se había recuperado poco a poco. Su prisión no lo retendría mucho tiempo. Desde hace algunos días lo oía, él uno de los más poderoso Néhantistas que había existido. Le prometía no vengarse si lo dejaba salir, si al final de cuentas sin Néhant no podría hacer nada más. Su corazón se estrechaba en su pecho, estrechado por el miedo de un futuro funesto para los suyos.
Capitulo 2 - Maniobras
Yilith había recorrido las tierras de Guem en busca de personas para ayudar a su pueblo. Había pisado las tierras de Tantad, un imperio extraño de costumbres extrañas. La gente la había rechazado y continuó su carrera desenfrenada contra el tiempo. Volvió a parar en comarcas todavía más lejanas y siempre nada, no había encontrado la menor persona capaz de comprender su problema. Por fin cuando acababa de pasar la frontera de la Draconia, un grupo de personas, soldados para la inmensa mayoría, fue a su encuentro. La Elfa de hielo poco propensa a plantear problemas de cualquier tipo esperó prudentemente a que el grupo la alcanzara. Uno de los hombres visiblemente el jefe tomó la palabra.
- Dama Yilith, tenemos orden para que nos acompañe hasta Kastel Levarak.
- ¿Conoce mi nombre?
- La Pitonisa desea verla, le da a conocer que la ayudará en su búsqueda.
Por fin alguien parecía interesarse por su situación, no se hizo rogar más y acompañó a su guardia hasta una pequeña ciudad típica de este continente. Un castillo de torres afiladas, bordeadas por jardines, totalmente rodeado de casas pegadas las unas a otros en una forma de espiral. Era un lugar apacible y Yilith se maravilló con la limpieza de los lugares así como con la acogida que se le reservó. Fue llevada ante el tribunal del castillo donde lo esperaba una decena de personas entre las que estaba una con una presencia particular, La Pitonisa. Otras, todas mujeres vestidas del mismo modo, hicieron un círculo alrededor de Yilith y alrededor de La Pitonisa, impresionando a la Elfa de hielo que no conocía las costumbres de estas personas.
- Sea bienvenida Yilith. Nuestra morada le es abierta, usted encontrará aquí el descanso. Soy la Pitonisa, oráculo del Dragón. Le vi marchar a lo largo de caminos, le vi golpearle contra la indiferencia de los pueblos del norte. La Pitonisa le ayudará.
- Le agradezco, Pitonisa, por ayudarnos a mi pueblo y a mí. Percibo su sabiduría y su consternación, dijo visiblemente afectada por la presencia de La Pitonisa.
El Oráculo y la Profetisa discutieron una buena parte del día y de la noche sobre lo que sucedía en este mundo. Por fin Yilith fue enviada a Noz'Dingard en compañía de hombres y mujeres de la guardia de Kastel Levarak. En la capital de la Draconia, Moira analizaba a la decena de hombres, todo militar y Sorcelames que el Profeta y Naya le habían confiado. Todo estaba conforme la normativa. Nadie decía nada aunque los soldados tuvieran calor con sus pieles gruesas. Por último, sólo queda esperar a su invitado misterioso que llegó una hora más tarde, como lo requería la Pitonisa. Marlok y Marzhin crearon un pórtico mágico con ciertos miembros del Compendium con el fin de que Moira, Yilith y compañía no perdieran más tiempo. Se precipitaron por el pórtico y se encontraron al otro lado del mundo allí donde el frío jamás se iba, el glaciar de Amatista.
- Es el tiempo Dimizar, el Tiempo que salga de esta prisión, el tiempo de recuperar lo que me pertenece, el tiempo de vengarme...
- Amo, las cosas pasan casi como lo había previsto...
- ¿¡Casi!? Gritó la imagen de Dimizar que se reflejaba en el espejo.
- Digamos que estamos siendo vigilados.
- ¿No callaste al ese maldito Consejo bajo tu dominación?
- Sí...
- Entonces todo estará bien.
- Dragón...
- ¡No me hables de ese cretino escondido en su piedra, no sabe nada!
- No los subestimemos, son especialistas y saben quiénes somos.
- Razón además para actuar en este caso, quebranta a los que se levantan sobre tu camino y únete a aquellos a los que puedes. Todo ejército tiene puntos débiles.
- Si. Salimos a liberar a Amidaraxar.
- Excelente, es el único que puede sacarme de ahí.
- Sí, amo.
- Apresúrate.
La imagen deformada volvió a ser la de Dimizar. El Néhantista reflexionaba sobre su plan y se echó a reír a carcajadas.
Este plan, como todos los demás, iba a tener éxito era evidente. Fue en el comedor donde ciertos miembros sacaban provecho de una comida preparada por las pequeñas manos de la casa solariega. Máscara de hierro jugaba con su vaso de cristal, perdido en los meandros de sus reflexiones sombrías. Anagrama martirizaba a un esclavo. Ardrakar hablaba con su espada y El Caído comía con calma en su esquina.
- Máscara de hierro, Caído, Anagrama atiendan. Ustedes se van a las tierras del norte, al glaciar de Amatista.
Máscara de hierro miró a Dimizar y comprendió lo que iba a pasar. Se había vivido para este momento. Y después de tanto tiempo había llegado. Apoyo su vaso y se levantó con determinación. Se reunieron los cuatro para explicarles lo que iba a pasar.
- ¿Usted conoce totalmente la historia de Amidaraxar?
El Caído sacudió la cabeza negativamente, seguido por Anagrama.
- Para hacerlo breve, Amidaraxar es el teniente de Néhant y es el único que puede librar a nuestro amo de su prisión de cristal. Entonces fue encerrado bajo los hielos al fin de la guerra. Según mis espías, los Elfos de hielo estarían desplazando sus pueblos a causa de la fundición del glaciar. La inmensa mayoría de nuestros adversarios no tiene conocimiento de la existencia de esta prisión, para todo Amidaraxar murió. Entonces él y su prisión están accesibles. Vayan al mismo lugar y devuélvanme a nuestro hombre.
- Vamos lo más rápido posible, respondió Máscara de hierro, de manera extrañamente arrebatada.
Capitulo 3 - Confrontaciones, evasión, convicciones
El día débilmente alumbraba esta parte de mundo que se le consagraba al glaciar de amatista un ambiente único. Los rayos del sol lamían los cristales morados cuyos pedazos se reflejaban sobre el hielo blanco. Moira y sus hombres estaban en una vieja casucha de piedra de la que quedaban sólo unas paredes, probable reliquia de un tiempo pasado. Esta concentraba a Yilith, otras Sorcelames y el suboficial más de los hombres de la guardia de Noz'Dingard. Todos ellos se encontraban delante de un problema a gran escala. El hielo se había derretido y en lo sucesivo el glaciar no podía mantenerse en píe.
- Vamos a tener que encontrar algo que nos lleve hasta allí, dijo Moira en un tono molesto.
- Algunas de nuestras tribus vinieron para instalarse a lo largo de la costa por temor de que los hielos cedan.
Señora Yilith entonces tenía una sensación extraña. Ahora, su estrecho contacto con los espíritus guardianes del glaciar se hizo evidente.
- ¡Afuera ya! ¡Vinieron para destruirnos! Gritó de repente.
Pasada la sorpresa el pequeño grupo salió de la estructura en el momento en el que afuera los primeros combates se efectuaron.
- ¡Demonios! ¡! Gritó Moira. ¡Formen una línea! Dice sacando su lámina bruja de su funda.
Frente a ellos estaba el poderoso Tragalma que ya tenía en una mano la cabeza de uno de los draconicos, pero también estaban otros dos demonios muy diferentes. Uno era enorme, un verdadero montón de músculos, de gestos muy lentos pero devastadores, el último era muy rápido a la inversa dando golpes en lugares precisos. El demonio mas grande se encontraba en el centro y tal un maremoto se hundió en la pelea. Ambas Sorcelames hicieron lo que sabían hacer y se concentraron en doblegar a este demonio demasiado lento para ellas. Moira hizo frente a Tragalma que estaba verdaderamente contento de encontrar a un adversario un poco más a su altura que los otros. La Sorcelame se arremolinó tal una furia que evitaba los golpes por los pelos. Dama Yilith se situó detrás de la tropa e imploró a la madre de los hielos de concederle el don de curación. Esto ayudó mucho a la guardia de Noz'Dingard puesto en un estado lastimoso por el inasequible pequeño demonio.
Dimizar no estaba muy lejos y asistía a la escena con deleite. Su blanco peleaba contra Tragalma y por una vez este cretino demonio había obedecido el plan que el Néhantista cuidadosamente había construido. La Sorcelame se encontró fuera de combate, era una táctica que había dado prueba de su eficacia en el momento del asesinato de Profeta y este se renovó eficazmente aquí.
Dimizar veía bien el lazo entre la joven mujer y El dragón. Se lo cogió entonces como si fuera sólo un vulgar hilo y lo corto de raíz. El lazo languideció y desapareció. Moira aulló con dolor que dio oportunidad a Tragalma de empujar a Moira hasta Dimizar. Debilitada y aturdida por el golpe no vio al Néhantista cuando la agarro.
- ¡Oh querida, tu serás un bello receptáculo! ¡Te invoco demonio de los meandros, oye mi llamada y por este cuerpo sea el instrumento de mi odio! Dijo acudiendo a sus poderes.
Aflojó su abrazo. Moira se retiró algunos pasos, se sentía tan mala. Su piel cambió de color totalmente como su apariencia que se modificó. Quería gritar pero nada salías de su boca, ya no controlaba más su cuerpo. En el fondo de ella otra personalidad apareció. Esta última se apoderó de la Sorcelame, acaparó sus memorias y sus conocimientos, pero no era más Moira sino alguien más. Sus rasgos se hicieron los de un demonio con grandes cuernos y uñas. El símbolo de Néhant aparecido sobre su vientre desnudo. La criatura rompió varios huesos de su cuello y miró a Dimizar.
- ¿Me invocaste Señor? Soy Mortelame.
- Mortelame es tu hora de jugar, muéstrale a tus semejantes la potencia verdadera de un demonio.
La pelea era más confusa en lo sucesivo, el demonio más grande había sido vencido, los soldados estaban terminándole. Cuando el último se enfrentaba con dos Sorcelames. Dimizar miró a Tragalma y le indico que se retirara.
- Dejemos actuar a Mortelame, vayámonos.
Sin esperar Mortelame se puso "a trabajar" y se echó a la pelea. Con agilidad y gracias a la magia de la Sorcelame, el demonio fue capaz de muchas proezas. Mató la integridad de los guardias antes de que éstos hubieran tenido tiempo de reaccionar, inundando el suelo de la sangre de los draconicos. Una de las Sorcelames cayó, la garganta cortada por el pequeño demonio, pero esta acción le costó la vida porque fue perforado en seguida por la lámina bruja de la última opositora. Yilith realizó rápidamente lo que acababa de hacer con Moira y se echó de nuevo a rogar. No quedaba más sobre el campo de batalla que Mortelame, Yilith y la Sorcelame. La demonio echó su espada al suelo porque la magia de dragón había abandonado en lo sucesivo al arma. Indecisa su adversario intentó hacer tiempo para encontrar una solución, ya que al final era Moira. Dragón, herido por la pérdida del lazo susurro a la Sorcelame de bloquear sus golpes o sino perdería. Mortelame la agarró repetidas veces pero esta esquivó los golpes que habrían podido ser fatales. De una ojeada vio que la Elfo de hielo intentaba algo. No fue la única que lo observa y Mortelame cambió de blanco, poca importancia tiene lo que hacía la Elfo de hielo había que pararle. Sorcelame sacó provecho del cambio de blanco para cercar a su enemigo con toda la potencia de su magia.
- ¡No importa lo que esté haciendo, pero haga lo ahora! Gritó.
Yilith estaba fuera del tiempo y del espacio, su espíritu navegaba, acompañando sus oraciones hacia el que veneraba.
- ¡Oh Agmungdar, el destino de esta mujer es vencer a su enemigo, concédele a tu criada tus favores y serás honrado!
Agmungdar era el dios de la guerra en la casa de los Elfos de hielo, el padre de las batallas. El dios a la escucha de la profetisa hizo vaciar en la Sorcelame una onza de su poder. Mortelame le asestaba grandes puñetazos sin hacer prestar la menor atención en el cuerpo de Moira que se degradaba rápidamente, consumiendo su cuerpo y su alma, el demonio redobló de rabia. Sorcelame sintió una presencia, ¿este era Dragón? "¡Hazlo ahora!” Le dijo una voz desconocida. No se tomó el trabajo de reflexionar y golpeo una vez, luego dos. El demonio fue rechazado, luego una patada violenta le empotró literalmente en una de las paredes de la casucha, matándolo en seguida. Moira volvió a ser entonces Moira, por lo menos físicamente, pero estaba en estado lastimoso y en coma. La calma volvió...
¿Pero a cuál precio?
La fisura en forma de media luna había crecido. El pueblo ahora estaba desierto, los Elfos de hielo habían huido de los temblores y encontraron el fin de su hábitat natural. Nibelle continuaba rogando a los dioses para que intervengan y salvaran a los suyos, pero nada pasaba y esto se empeoraba día tras día. ¿Era simplemente el fin tal, como lo había anunciado su antepasado, la primera Profetisa de las Elfas de hielo? Unas personas se acercaban, gente llena de rabia y de vehemencia. Venían por ella. Pero si era el fin, entonces Nibelle no se iría así como así, moriría combatiendo. Efectivamente Máscara de hierro, El Caído y Anagrama llegaron a la sala donde Nibelle vivía después de tanto tiempo. La vieja elfa se tenía en pie gracias al centro y miró llegar sus enemigos. Apretaba el palo que utilizó en otro tiempo contra Amidaraxar.
- Ustedes no irá más lejos hijos de la desgracia, les dijo suavemente.
- ¿Y quién va a impedírnoslo? ¿Tú posiblemente? Replicó Anagrama con sarcasmo.
Estos adversarios daban aire de ser fuertes, no se parecían a los encontrados antaño. Nibelle supo que no podría neutralizarlos a todos, no era tan rápida como antes y al mínimo contacto perdería la vida. Anagrama comenzó a avanzar a paso de terciopelo. Nibelle golpeó el suelo con su bastón y una capa de hielo se formo sobre la piel de la guemeliana, tanto que en poco tiempo se parecía a una estatua de hielo. Máscara de hierro aplaudió entonces provocando el eco.
- Bravo, espectáculo muy bello. Pero ahora, vas a morir, dijo quitando su máscara cornuda. Soy Azaram, hijo de Amidaraxar. Espere todo este tiempo para recibir por fin el momento cuando fueras más débil. Máscara de hierro tenía la apariencia de un joven hombre, rubio con los cabellos medio-largos, de apariencia cuidada. Sus ojos no eran más los de un hombre porque eran amarillos. Nibelle fue golpeada por esta apariencia, se parecía muchísimo a Amidaraxar, no ponía duda sobre sus palabras, este hombre realmente era el hijo de su preso. Máscara de hierro abrió un libro y comenzó a hablar en la lengua de los demonios.
- ¡Cómo tuviste eso! Gritó Nibelle reconociendo el escrito prohibido.
Golpeó de nuevo su bastón contra el suelo para congelar a Azaram, pero el efecto esperado no funcionó esta vez porque el joven hombre no pareció sufrir atrozmente. Azaram cerró el libro chascando los dedos, liberando una magia terriblemente poderosa. El Caído pareció hincharse cambiando físicamente. Creció hasta tocar el techo con su cabeza. No era más El Caído sino una criatura que se acerca más a Tragalma, pero sin comparación de talla. Y de un golpe un calor sofocante se difundió en la pieza.
- ¡SOY INFERNAL! ¿Quién se atreve a llamar al señor demonio de la llama?
Su voz hizo temblar al lugar.
- ¡Soy Azaram, hijo de Amidaraxar, te llamé para pagar tu deuda hacia mi padre! ¡Mata esta a elfa!
Nibelle estaba a punto de entregar combate. Rogó a sus dioses para que una última vez y antes de reunírseles le concedieran el honor de servirlos una última vez. Éstos no respondieron...
La vieja elfa no pudo resistir mucho tiempo frente a sus dos adversarios. Infernal la cogió rápidamente y le quebrantó los huesos antes de tirarla al suelo.
- Deuda pagada, dijo el demonio antes de desaparecer para dejar sitio al Caído, que cayó inconsciente.
Azaram se colocó delante de la puerta que todavía retenía a su padre. Las piedras en su superficie actuaban como desaguaderos mágicos, sólo la última todavía brillaba. El joven hombre desplegó su magia, quebrantando la última piedra. La puerta voló en pedazos, dejando aparecer un hombre enmascarado y visiblemente muy delgado de anchas espaldas. Avanzó hasta Máscara de hierro que se inclinó con respecto.
- Padre.
- Levántate, hijo y vayamos ahora a despertar al Amo.
En Noz'Dingard, Kounok el profeta, el señor Galmara y Marlok discutían en los jardines. La voz de Kounok era grave.
- Gracias por haber venido, tengo noticias muy preocupantes que hay que comunicarle, dijo Kounok.
- ¿Qué pasa? Preguntó Marlok frunciendo las cejas.
- El equipo enviado con la elfa de hielo llamada Yilith fue atacada, todos nuestros hombres a excepción de Moira cayeron. Yilith está en el lugar y vela por Sorcelame que sufrió un gran traumatismo.
- ¿Sabemos quién hizo esto? Interrogó a Galmara.
- Néhantistas. Salgo de una discusión larga con Dragón, estamos contra la espada y la pared, debemos actuar en lo sucesivo. ¿Marlok como va el plan con los Zils?
- Esta en progreso, el estatuto de gremio del grupo Néhantista no será más que un recuerdo, aseguró el mago.
- ¿ Bien y usted señor Galmara, a quién me anuncia como noticias?
- Intercedí a favor del plan que usted nos dio, el clan del Cuervo a través de Kotoba va a lanzar su ofensiva contra los Nómadas dentro de poco. Fue fácil convencerlos, respondió el cortesano.
- Bien, en cuanto a mí voy a preparar a la Draconia para un nuevo conflicto, excepto que no cometeremos los mismos errores que en el pasado, esta vez vamos a estar un paso adelante. Ahora estamos en guerra.
Que el espectáculo comience
Capitulo 1 - Conspiración y Locura
La caravana de remolques y carretas avanzaba lentamente sobre el camino que llevaba al castillo de Kaes, bastión del Consejo de los gremios. Este largo camino cruzaba a lo largo la frontera de la Draconia y acababa su carrera en el más lejano de los siete reinos, Avalonia. He de aquí ya varios días que los combatientes de Zil viajaban con un destino en particular. Encontraron en el camino a una persona que visiblemente los esperaba. Marlok, vestido de manera común para hacerse discreto se levantó viendo la caravana encabezada por Abyssien. El cortejo se freno a su altura y ambos hombres se estrecharon la mano calurosamente.
- Encantado de verte de nuevo Abyssien, tengo noticias para contarte. Seré breve, no vaya a ser que me vean hablar contigo.
- No lo dudo, estoy a tu escucha.
- El Consejo recibió las invitaciones y los consejeros están encantados de asistir a una actuación única dada en honor del regreso a gracias de los Combatientes de Zil. Tengo confirmación: todos estarán allí. Veraz procurará que la guardia del castillo sea mínima esa tarde allí. Le dejo organizar el resto. Por último acá tengo lo más importante, los objetivos, dijo tendiéndole un pedazo de pergamino al jefe de los Zils. Abyssien recuperó el pergamino, examinó los nombres, luego se lo tragó de una tirada.
- ¿Quién tomará el sitio de esta gente más tarde? Se pidió Zil.
- Gente de confianza. Había pensado en usted a decir verdad, respondió el Noz fijando una pequeña sonrisa burlona.
- O usted, replicó Abyssien.
- Acabemos aquí las especulaciones. He aquí los cristales de simulación, duraran poco tiempo, pero les dará mucha diversión. Dicho todo esto, debo hacer mi informe al Profeta. Avísenos del éxito de la misión, y recuerda que no pueden encontrar allí la derrota, si no los Combatientes de Zil y por lo tanto los Enviados de Noz'Dingard serían pura y simplemente disueltos.
- Lo sé, esto no fallará, dijo ordenando a los bueyes reemprender el viaje.
- Buena suerte, Combatientes de Zil, saludó Marlok.
Algunos días después de este encuentro, el gremio ambulante había llegado felizmente a su destino. El equipo se atareaba en colocar la lona y las dependencias rápidamente para no generar retraso con el plan previsto. Lamentablemente un acontecimiento imprevisto vino para poner un poco animación y sorpresa.
El rumor de un nuevo espectáculo se difundió rápidamente entre la población de los alrededores del castillo de Kaes. Una representación de este nivel interesaba siempre, pero no siempre a buenas personas...
La cabeza de Saphyra vacilaba de izquierda a derecha y de atrás para adelante. Caminaba arrastrando los pies hasta un tablero donde un cartel que anunciaba el espectáculo de Zil estaba pegado. La mano de la joven chica se levantó, cogió el cartel y lo arrancó antes de continuar su camino. Un poco apartado de toda vivienda, al amparo de las miradas, Saphyra, con los ojos cerrados pareció examinar el cartel.
- ¡Tsss, ellos se consideran muy buenosss! Gritó la marioneta. ¿Qué sssuzederia zi te presento como mi juguete?
Aryhpas que tenía un pie sobre cada hombro de la joven mujer tenía agarrada firmemente numerosos hilos que transformaban a Saphyra en su esclava.
- ¡Ya veránnn lo que poddemoz hazer! ¡Haremos el show un poco masss interezante! ¡Vamos allá!!
Le ordenó entonces a Saphyra reemprender el viaje, la joven chica cumplió la orden, su ser estaba totalmente aniquilado por Aryhpas. Sin ninguna pausa Saphyra marchó sin poder escapar del control de su marioneta que después de haber cobrado vida se había rebelado contra su creadora.
La lona casi estaba subida, pero todavía quedaba mucho trabajo antes de que todo estuviese listo. Aryhpas observaba a la gente que se movía como hormigas. La marioneta maldita y su títere humano entraron discretamente en la carpa, tratando de pasar de ser percibidas. Allí estaba Sangrespada y Sinrostro, así como un sujeto extraño y de gesto siniestro. Un momento excelente para salir a escena. Aryhpas entonces sacó a bailar a Saphyra como lo habría hecho con su marioneta, pasos bruscos, gestos lentos y caóticos. Los Zil presentes quedaron muy asombrados al presenciar este ballet enigmático. Abyssien atraído por el ruido se juntó entonces a la asamblea. Sangrespada se sentó en el suelo para disfrutar mejor de la actuación Empezó a aplaudir, absolutamente persuadida que era la chica quien hacía creer que una marioneta le manipulaba.
- ¡Es genial! grito la elfine, deberíamos adoptarla, es puramente Zil! Abyssien estaba perplejo hasta que la persona de gesto siniestro puso su mano sobre su hombro, vacilaba.
- Yo... Yo...
- ¡Espiritista! ¿Qué es lo que sucede? Cuchicheó Abyssien.
- Es que... siento sufrimiento, mucho sufrimiento, esta chica... ¡Esto no es un truco que nos está haciendo creer, percibo su alma que grita! ¡Socorro ayúdenme!!
Sinrostro que estaba al otro lado del Espiritista lo miró, luego miró a la joven mujer y su marioneta. Había algo macabro en todo esto, tenía los ojos cerrados, silenciada por un grueso hilo negro y la piel pegada a los huesos. Espiritista, sumergido en el desconcierto de Saphyra se derrumbó en los brazos de Abyssien. Este último avisó al Hom'chaï que interviniera. Sinrostro no se hizo rogar. ¡Recuperó rápidamente su arma puesta no lejos de allí y se propuso a parar este circo!
Aryhpas en su locura bailaba con una música que se inventaba a medida. Tampoco podía recordar ya por qué vino ahí, ¿esperaba que se le reconociera como un ser vivo independiente o solo fue para crear el show? Luego el enorme y grotesco Hom’chai quiso hacer un baile de láminas con ellas, o eso fue lo que pensó en primer lugar. Pero muy rápidamente este danzante falto de gracia se revelaba en sus intenciones.
- ¡Baila mooonntónn de musssculoz! Exclamó la marioneta.
Ahora la cosa era cierta, la joven chica no podía usar ventriloquia porque tenía la boca cocida. Dándose cuenta que su audición terminaba, Aryhpas totalmente cambió su comportamiento. Le ordenó a su "muñeca" a combatir, lo que hizo sacando dos grandes dagas. Por su parte el Espiritista se levantó de su tormento y recupero el aliento. No podía dejar que tal abominación se produjese. Se concentró en la mental de la joven y buscó hasta encontrar el punto de anclaje de esta cosa que la retenía. Había allí una voluntad caótica y sobrenatural, algo fuerte y atropellador, pero no lo bastante fuerte para él. Barrió de un golpe a este parásito psíquico liberando así a Saphyra. Esta última que recobraba el conocimiento hizo la única cosa que tenía que hacer, cortar los hilos que la retenía atada a su muñeca. Aryhpas cayó rodando por tierra y apenas tuvo tiempo de levantarse, Sinrostro dejo caer el filo de su espada de dos manos sobre la marioneta de madera que en seguida se encontró cortada en dos.
El lazo entre Saphyra y Aryhpas desapareció instantáneamente. Sangrespada se echó a aplaudir cada vez más.
- ¡Bravo! ¡Magnífico espectáculo, eres demasiado fuerte Sinrostro!
Saphyra débil, incapaz de abrir los ojos o la boca, terriblemente conmocionado se hundió en la inconsciencia.
- Trae aquí a Kryss que la vigile y que no arruine más el plan, desháganse de esta muñeca del mal, ordenó el jefe del Zil.
El intermedio acababa...
Capitulo 2 - Adelante la música
A pesar del pequeño imprevisto, los Combatientes de Zil habían conseguido acabar el campamento en un tiempo récord. La noche caía y todo estaba listo. La lona para las grandes ocasiones había sido colocada, protegiendo estrados, pista y bastidores. Afuera el suelo fue recubierto con un tejido morado que generaba el más bello efecto. Al lado de esto, los Zil habían creado una casa de fieras que reagrupaba allí las muestras más bellas de criaturas, la inmensa mayoría capturadas por Ergue. Y por todas partes las grandes antorchas proyectaban sombras bailantes. Hasta el castillo imponente de Kaes, justo al lado, se había engalanado para la ocasión de luces moradas proyectadas por fuegos mágicamente creados para la ocasión. Una muchedumbre se había agrupado delante de la entrada donde Soriek, Sinrostro y Sombría ocupaban el servicio de seguridad y boletería. Para hacer que la espera fuera leve para la gente, de las cuales la mayoría habían viajado desde lejos, Kryss jugaba con su órgano portátil, maravillando a pequeños y grandes.
Durante este tiempo, en otra entrada, prevista para las personas importantes, Abyssien se encargaba de acoger a los invitados de elite. ¡Y para acontecimiento excepcional, invitados excepcionales! La inmensa mayoría de los Consejeros acompañados por un esposo, o una esposa o una amante o simplemente un amigo, llegaban uno tras otro.
Algunas personas nobles del reino vecino de Baranthe y por supuesto de la notable Valdoria, uno de los siete reinos donde se encontraba el castillo de Kaes habían venido. Pero de estos últimos, Abyssien no se preocupaba y si en apariencia la acogida fue calurosa, el jefe del Zil estaba enfocado sobre los objetivos de la tarde. Para muchos, lo que iban a hacer esta tarde se emparentaba con un tipo de golpe de Estado, un atentado en contra del Consejo. Todos los Combatientes de Zil tenían esta certeza; esa tarde se encontraban personas manipuladas por Néhant y en el peor de los casos Néhantistas. No había error posible, había que dar prueba de seriedad pero no dejar translucir esto a los ojos del público.
Soriek anunció con un tipo de clarín el principio del espectáculo. La lona estaba abarrotada, no había ni el menor sitio libre. En bastidor Abyssien le daba las últimas consignas a su equipo. Para la ocasión todos los Combatientes disponibles de Zil estaban alrededor de él.
- Cada uno sabe lo que hay a hacer. Vamos a proponer el más grande y magnífico espectáculo que jamás hayamos hecho. La historia guardará esta fecha como la fecha en que los Combatientes de Zil se mostraron dignos de la herencia de Artrezil, dijo mirando a Salem particularmente. Cuento con usted para dar lo mejor de usted. Luego de estas bellas palabras, el Espiritista que se encontraba desde el inicio de la reunión mirando al público por un hoyo hecho en el decorado se volvió hacia Abyssien.
- Confirmado, el demonio se encuentra en la asistencia, precisamente es la joven mujer quien acompaña a la Consejera Edrianne.
- Perfecto. Por lo tanto, permanecer en lo establecido por el plan. ¡Queridos amigos, a escena!
Todo el pequeño mundo se dispersó, el primero en salir fue evidentemente Abyssien, que como líder del gremio debía comenzar el espectáculo. Todas las luces se apagaron entonces, sumiendo a todos en un tono negro. Kryss comenzó a tocar con aire triste y a la vez emocionante. No hubo cuchicheos, ni un aplauso, sólo la melodía. Luego de golpe la música acabó y Abyssien en medio de la pista lanzó un sortilegio, creando pequeñas marionetas moradas y luminosas a su efigie. Éstas tenían cristales del mismo color que ellos, se miraron y entonces empezaron correr hacia los postes cuya altura estaba a dos metros. Una vez colocadas los cristales todos lanzaron un rayo de luz morada muy clara hacia Abyssien, haciéndole visible a los ojos de todos.
- ¡Queridos amigos! ¡Pequeños, grandes y poderosos y gente del pueblo! ¡Sean hoy bienvenidos al circo de Zil!
Todo el mundo se echó a aplaudir acaloradamente. - Ustedes se atrevieron a desafiar el miedo para venir aquí saben que se irán hartados de las emociones que vinieron a buscar.
Abyssien iba mostrando a medida que hablaba, criaturas de humo cada una más increíbles y horribles que las otras. La muchedumbre, poco acostumbrada a la magia fue impresionada, agradable y emocionalmente.
- ¡Ahora que usted están aquí, tiemblen delante de las vertiginosas acrobacias aéreas de nuestro dúo!
La luz se apagó para volver de a poco. Los pequeños farros de Abyssien alumbraron al techo de la lona con una luz viva y blanca. Posada en altura, Sangrespada se echó al vacío delante de clamores de espanto de los espectadores. Fue cogida a último momento por Soriek que se mecía en un trapecio. Luego siguieron con numerosas acrobacias más peligrosas las unas que otras. Al fin un trueno de bravos y aplausos acabaron el número.
De nuevo cambio el ambiente, esta vez los cristales de los mini-Abyssien se volvieron púrpuras, sumergiendo la sala en una atmósfera oprimente. Tomando un aire misterioso, siempre acompañado por efectos mágicos, Abyssien retomo la palabra.
- ¡La persona qué está allí podría hacerle creer que usted es un animal y adivinar muchas cosas! ¡Si este hombre oye voces no es por estar loco, es más les diré que la locura es sólo una ilusión de los espíritus sanos!¡Sea bienvenido el Espiritista!
Abyssien desapareció en volutas de humo rojo que dejaban en su sitio a un hombre delgado de mirada extraña y postura muy simple. Sorprendidos los espectadores sólo cuchichearon.
- ¡Buenas tardes damas y caballeros! Esta tarde os haré vivir las experiencias más increíbles a varios de ustedes. ¡Para esto me gustaría que uno de usted viniera al escenario! ¡Que esperan no tengan miedo, ustedes no arriesgáis nada!
Después de algunas vacilaciones un joven chico levantó el dedo.
- ¡He aquí a un joven y valiente hombre, ven pues reúnete acá! ¡Y todos los demás denle animo!
Bajo los aplausos, el chico se acercó a la pista. En el momento en el que estaba sobre una de las cajas que rodeaban la pista se detuvo de lleno, Espiritista había sumergido su mirada en la suya y lo había forzado a pararse.
- ¡Baila! Gritó.
El chico se echó a bailar sobre la caja lo que fue motivo de gracias para todo el mundo. Espiritista aflojó su voluntad y el chico se encontró libre para moverse, y estaba impresionado por lo que había vivido.
- Pilluelo, te llamas Gontrant, vienes de Valdoria... ¡Tienes ocho años y sueñas en convertirte en un aventurero para recorrer el mundo! El chico, se sorprendió por las revelaciones del "mago".
- ¡Sí sí eso es! ¡Bravo señor! Gritó Gontrant.
- Sí, no podía ser de otro modo. Pero es simple con un niño. Entonces tomemos alguien más, un adulto.
El Espiritista dio la vuelta a la pista y se paró delante de un palco de las personalidades importantes.
- ¡Pero no será el consejero Argalinard de Valdoria! Gritó Espiritista mirando a una persona precisa. Venga, acérquese.
El consejero negó seguidamente.
- Vaya, anímelo él es tímido.
El psíquico comenzó a aplaudir al ritmo. Abyssien bambalinas observando la escena con gran interés, junto a él Kryss parecía nervioso.
- Lo encontró, indicó el mago.
- Muy bien lo espero, respondió Kriss.
Delante de la insistencia y para no perder prestigio, el consejero aceptó reunirse con el psíquico para el número. Odiosa que miraba el espectáculo no lejos de la consejera Edrianne entonces fue molestada por uno de los servidores del Consejo.
- Discúlpeme la molestia, la presencia de la consejera Edrianne obligatoriamente es requerida en la sala del consejo por el consejero-Doyen.
- ¿Ahora? Interrogó Edrianne.
¡Ay!, sí, no sufre ningún retraso, dijo el funcionario.
Después suspiró y otra vez, la consejera se levanto y salió y Odiosa con el pretexto de seguir a la señora dejó su asiento.
El espiritista impresionó a todo el mundo con actos de hipnotismo particularmente peligroso y sorprendente.
La táctica del psíquico era prolongar el número tanto tiempo como fuese posible, el tiempo necesario para él de acabar lo que se le había pedido hacer. Mientras que sus palabras se concentraban sobre el número, actuaba por telepatía y lentamente imprimía su voluntad. Sentía el lazo estrecho entre Néhant y el consejero. A pesar de esto consiguió controlarlo. “Una vez el número acabado y cuando Terorrifik entre a escena, usted se retirara pretextando una necesidad natural. Usted saldrá pasando por los bastidores”. Luego el espectáculo llegó a su fin saludado una vez más con aplausos calurosos. El consejero Argalinard regresó a su sitio.
Odiosa volvió al fin del número, visiblemente irritada porque al final el consejero-decano había cambiado de opinión y la desarreglaba para nada.
Y de nuevo la luz se apagó, pero esta vez una risa sarcástica se oyó. Ensordecedora, horrorosa y burlona. Y allí un nuevo personaje se presentó delante de la muchedumbre, el payaso triste. Las primeras personas alrededor de la pista se miraron entonces al reírse de él de modo irresistible...
Capitulo 3 - El espectáculo continúa
El consejero Argalinard ejecutó la orden mental implantada por el psíquico y cuando Terorrifik el payaso salió a escena se levanto de su sitio y fue a los bastidores. Soriek que guardaba el paso lo dejó pasar y vigiló que nadie más le siguiera el movimiento. Pero los servidores del consejero se habían quedado sobre sus sedes para sacar provecho del espectáculo. Una vez llegado a los bastidores el consejero mismo fue de nuevo libre de pensar. Se asombró de encontrarse en este lugar, pero no tuvo tiempo de reaccionar más. Kryss llegó de modo discreto en su espalda y lo cercó. El espiritista que estaba allí también puso su mano sobre la frente de Argalinard.
- Usted está en lo sucesivo en mi poder, rechazo en usted toda voluntad agresiva, usted no puede moverse.
Efectivamente, la víctima fue incapaz de hablar o de hacer el menor movimiento. Abyssien llegó de vuelta.
- Usted lo tiene, bueno vamos a ver lo que vinimos a ver dijo comenzando a buscar algo en el consejero.
Encontró una Bolsa de cristales pero, más interesante una piedra-corazón de color rojo, bueno casi roja porque la inmensa mayoría de su superficie se había vuelto negra. El mago abrió grande la boca, una mano de sombra salió de esta para cogerse la piedra. Abyssien tragó luego la mano y la piedra.
- Espiritista, te toca jugar, dijo.
- Bien, usted siempre tuvo una aversión para la magia Néhantista, usted no comprende como puede ser practicada y autorizada de nuevo. Todos los hechizos Néhantistas que usted conoce los olvidara, enterrados en lo sucesivo en lo más hondo de su inconsciente. Usted no recuerda haberse enterado más de ellos. Ahora usted va a regresar a su sitio, usted vuelve del baño y olvidó todo lo que sucedió desde su llegada a los bastidores.
Kryss aflojó su abrazo y el consejero se fue como había venido.
- ¿Esto va a funcionar? Preguntó Kryss.
- Sí por un momento, esto nos da tiempo de actuar y de hacer la limpieza, respondió el Psíquico que se reconfortaba.
- Ahora hay que cruzar los dedos para que Sombría y los otros logren su misión.
En el castillo de Kaes, las sombras únicamente no eran el resultado de un juego de luz. Se movían y vivían por los movimientos de personas furtivas. Sombría, Sangrespada y Salem habían salido justo al inicio del acto del Espiritista con destino al castillo con la firme intención de dar un golpe memorable. La guardia esta tarde de fiestas no estaba presente y los pasillos fueron recorridos sólo por algunos pocos servidores. Siguieron los planes que les habían sido proporcionado por el consejero Veraz, supuesto y, según sus declaraciones, el único consejero que no estaba bajo la sombra de los Néhantistas. El pequeño grupo llegó a los barrios de los Consejeros y sus asistentes. En efecto la particularidad de esta organización era que todos sus miembros vivían en el mismo lugar. Pero allí, la guardia estaba vigilante, lo que les planteó un problema temporal. Salem sacó provecho entonces de los cristales ofrecidos por Marlok.
El espantapájaros tomó entonces la apariencia de un consejero y sus acólitas se hicieron criadas seductoras. Los guardias no dijeron nada cuando pasaron para ir a los cuartos.
- Bien, encontrar la habitación de Edrianne y de su sirviente, indicó Sombría siguiendo el plan. Esta en el fondo del pasillo a la derecha.
- ¿Verdaderamente piensas que vamos a encontrar algo? Pregunto Sangrespada.
- ¡PoR SuPueStO! ¿ CuÁl lUgAr es mEjOr que EsTE PaRa EsCondEr AlgO? Respondió Salem siempre bajo otra apariencia.
Encontraron entonces la puerta de entrada de la habitación de la consejera, evidentemente cerrada. Era una puerta de dos hojas enorme dotada de una cerradura bastante impresionante. Sombría la examinó durante unos segundos luego sacó un instrumentos de forzado. La cerradura no resistió a la agilidad de la antigua aprendiz Caza-magos.
El interior era lujoso repleto de bellos muebles, cortinas perfectamente combinadas además candelabros mágicos que se iluminaron solo al paso de los tres Zil.
- Y bien, los del Consejo no se aburren, dijo Sangrespada admirando el lugar. Pero no viviría aquí, es demasiado rico, y no lo bastante purpura.
- ¡A PoR EllA! Dijo a Salem mostrando una puerta en el fondo de la pieza principal.
Esto daba a un pasillo largo y una sucesión de otras puertas que las mismas daba a las viviendas de las sirvientes. Estaban totalmente vacíos, a excepción de uno. Edrianne guardaba sólo y una sola persona para su servicio. Ésta resultaba ser un demonio verdaderamente peligroso que estaba en su elemento en el seno del Consejo de los gremios donde la política reinaba. La puerta no estaba cerrada, demostrando un exceso de confianza en la seguridad. Era una habitación simple con trajes sustentadores y algunos libros descuidadamente puestos aquí y alla. Había sobre la pared opuesta a la cama de talla modesto un hermoso espejo gótico. Salem apartó inmediatamente sus dos primeras amigas a éste.
- ¡ REGisTREmoS, pero aTEnciÓn en el ESpejO!
Gracias a su peritaje, las chicas encontraron una parte de lo que el grupo buscaba: contratos. Había algunos, pero no los requeridos. Por su parte, Odiosa olió inmediatamente que alguien tocaba sus bienes y un sistema de defensa se puso automáticamente en funcionamiento. Desapareció de su sitio para reaparecer en el marco de la puerta de su habitación.
- ¡Asquerosas ratas! Gritó.
Pero verdaderamente no tuvo tiempo de decir nada más ya que Sombría se hecho sobre ella, seguida de cerca por Sangrespada que desenvainó su extraña lámina. Odiosa se recobró del ataque de Sombría y se encontró en el pasillo. Había que actuar rápidamente e imposibilitarla para que no perjudicara y sobre todo impedirle gritar. Pero la demonio no era solo una buena mediadora, sino que era también adversario temible del cuerpo a cuerpo. Gracias a sus poderes fue aspirada por el suelo para reaparecer detrás de la chica de traje extraño y le asestó un golpe violento. Sombría fue eyectada al otro tramo del pasillo pero cayó de pie impecablemente. Sangrespada aprovechó la oportunidad para atacar a diestra y siniestra en la espalda del demonio, y la perforo hasta la médula.
- ¡NO la MaTes! Gritó Salem.
Pero la demonio estaba todavía muy vivaz. Quiso arrastrarse en la habitación para prevenir a Dimizar u a otro néhantista. Sin éxito, Salem encarceló a su presa en un tipo de tela de sombra, inmovilizándola así. Sombría que estaba de nuevo en la lucha cuerpo a cuerpo acaba el trabajo derrotando a Odiosa.
- ¡La bestia a caído!
Salem tiró a Odiosa en la habitación y cerró la puerta verificando que nadie venía para ver el jaleo.
- ¡BiEn! REcONozCO este TipO de EsPEjO... ¡ HagAMOslA Hablar!
Sombría, experta en este dominio despertó Odiosa.
- ¿Dónde están los otros contratos? Dijo poniendo una lámina bajo su garganta.
Pero quedó silenciosa.
- LAs amENazAs de eSTe eStIlO no fuNCioNan cONtigO ¿Eh? En esTE cASo hAgaMos un pAcTo enTRe los dOs, NOS dicEs dONde esTAn los cONtraTos y no te entrEGo a drAGón o a LoS Noz.
Odiosa se encontraba en mala posición, ser confiada a los draconicos podía ser la peor cosa que podía sucederle, ellos serían capaces de sonsacarle toda la información que desearan.
- ¡Y los Noz no se encuentran muy lejos de aquí, este intercambio se hará rápidamente! Agrego Sombría.
- Bien, verdaderamente no tengo otra elección. Le confié los contratos a mi amo, jamás se los dará. De todos modos si muero, la gente que me es atada morirá también.
- ¡jAjA, Gracias por estas informaciones!
Sombría se rió también.
- Así como prometí no te entregare a los Noz, en cambio te confío a mi colega, que no prometió nada, ella añadió desmayando de nuevo a la demonio.
Salem se puso en cuclillas delante de Odiosa y cogió un pedazo de su sombra que tiró hasta que se separó de ella. Luego con un gesto rápido Salem se coló en la sombra y tomó poco a poco la apariencia del demonio, con un aspecto un poco más sombrío, pero verdaderamente realista. Sombría y Sangrespada quedaron verdaderamente impresionadas.
- Necesito aprender a hacer eso, admiró a Sangrespada.
- No es posible querida, esto es un secreto de Zil, dijo Salem con la voz de Odiosa. Ahora vamos a divertirnos. Escondan al demonio y prepárense para la emboscada. ¡Si alguien aparece aquí, ataquen! ¡! Ahora silencio.
Las jóvenes mujeres se escondieron de modo que no se les viera luego Salem se colocó delante del espejo y rozó la superficie. Por el otro lado apareció la cara de un hombre de cabellos y barba negra.
- ¿Que es lo que quieres? No es sensato que tengamos contacto hoy, dijo Dimizar con aire suspicaz.
- Sí ya sé, discúlpeme de molestarlo, pero tengo una noticia excelente.
- ¿Qué?
- Conseguí obtener más poder en el Consejo.
- ¡Oh! ¿Sí?
- Sí, figúrese que el Consejo estaría dispuesto a disolver a los Enviados de Noz'Dingard, pero para esto me harían falta los contratos que me atan a los consejeros, es que son lujuriosos...
- Interesante... Dijo Dimizar reflexionando en perspectiva.
"Va a picar al anzuelo " se interrogó Salem.
- Bien, no vamos a negar este pequeño extra que va a poner un poco de animación. Te envío a Tragalma, le hare volver enseguida, tengo miedo que haga cualquier cosa.
La imagen se borró y Salem se des transformo. Hicieron falta sólo algunos instantes antes de la llegada del famoso Tragalma. Sobre el suelo, al lado de la cama se formó un símbolo extraño, una marca de Néhant que desapareció para dejar sitio a un hoyo abierto que quemaba. Tragalma se reformó al mismo tiempo que el pórtico demoníaco se cerraba. Tenía en su mano una bolsa de cuero cuyos rollos de pergamino sobrepasaban la apertura. Fue grande su sorpresa al no encontrar a Odiosa frente a él, sino un viejo espantapájaros ajado. Sombría y Sangrespada no le dieron tiempo de comprender ni de poder hacer algo. El "pobre" demonio no tuvo las cualidades requeridas frente a este ataque preparado. Siendo tan valiente como inteligente, se colocó en defensa el tiempo suficiente para crear un nuevo pórtico. Sombría pudo cortar las correas de la bolsa de cuero antes de que el demonio, herido, pudiera huir...
La Tumba de los Ancestros - Capitulo 1
El Señor Galmara había hecho un viaje largo hasta Méragi. Le gustaba la asombrosa arquitectura xziarite así como la orden y la serenidad que reinaba allí. Apreciaba el estilo depurado y simple de las viviendas así como el respeto de la gente que vivía allí. Era lo que lo había empujado a hacerse un especialista de las relaciones entre las naciones. Le gustaba viajar, ver lugares, conocer nuevas personas y por supuesto apreciaba la política y la diplomacia. Era justamente una misión diplomática que lo traía al Imperio. En primer lugar era un funcionario y era necesario como representante de la Draconia de presentarle sus respetos a la autoridad suprema, el Emperador, y aportarle un mensaje. Tenía un buen conocimiento de la administración y sin una buena relacional tendría que esperar varios días antes de encontrar al Emperador. Desde el tiempo que caminaba por los pasillos en compañía de ciertos consejeros, tenía derecho en lo sucesivo a algunos favores. Galmara fue recibido por el Emperador cuando el sol se escondió detrás de las colinas que rodeaban la gran ciudad. El encuentro se efectuó en una pieza que hacía a la vez de oficina. Era mucho menos ceremonioso que un encuentro en el tribunal. El emisario de Dragón se esforzó en seguir bien el protocolo de presentación. El Emperador lo detuvo.
- Vayamos Enviado de Dragón, conozco el respeto que usted tiene con nuestras tradiciones, pero estamos aquí en toda sencillez. Tengo poco tiempo par darle, sea breve. Galmara puso delante de él un rollo de pergamino.
- Vengo transmitirle los saludos más cordiales de Dragón y del Profeta. Me encargaron de devolverle este mensaje.
El embajador avanzó de rodillas como las reglas de comportamiento le requerían. El Emperador, vacilando un poco, terminó por aceptar el mensaje que leyó en el proceso... Termino la carta con un aire serio.
- Agradézcale al Profeta por habernos dado estas noticias. Nuestros exploradores en el puesto de Okïa nos informaron de unos cuantos hechos semejantes. No pensábamos en el impacto que esto tendría sobre la Tumba de los antepasados. El Imperio de Xzia hará lo que deba hacerse. El neceser será hecho para anular el pacto que pretenderá establecer una zona neutra entre el Imperio y la Draconia. Es verdaderamente honorable por parte de Dragón de devolvernos las tierras que eran nuestras. Invito así una delegación draconica a la mesa de las discusiones, consciente que si no hacemos frente, nos arriesgamos a la extinción.
El Emperador escribía con la ayuda de un pincel fino al mismo tiempo que hablaba.
- Así como lo desea Profeta, le dejo el cuidado de decidir la marcha a seguir a cerca del clan del Cuervo, dijo acabando su carta. Soy consciente que ya es hora de no vivir más en el temor de lo que nos rodea, estamos a comienzo de nuevos pactos en este mundo. Le ofrezco la protección imperial.
Galmara se inclinó respetuosamente.
- Usted va a ser conducido cerca del Señor Imperial Gakyusha.
- Gracias por su generosidad Augurio Celestial.
El embajador dejó la habitación, muy satisfecho de este intercambio y feliz porque el Emperador fuese tan comprensivo de la situación. Pero ahora había que convencer al Cuervo. Pero antes de esto, le fue ordenado a Asajiro conducir a su distinguido huésped cerca de Gakyusha, éste que se recuperaba de su herida reciente en el momento de la batalla de la Piedra Caída del Cielo. La casa del dirigente de la Kotoba estaba muy animada a esta hora. Desde que Gakyusha volvió se habían generado muchas idas y venidas de los miembros de la Kotoba. La acogida fue calurosa, Galmara ya había visitado esta gran morada. El Señor Imperial, vestido de un quimono simple estaba en el jardín y hablaba con su hijo, el campeón del Emperador. Éstos se interrumpieron cuando Asajiro le presento al embajador Noz. Este último se inclinó delante de estas personas ilustres.
- Bienvenidos a mi morada Galmara, estoy encantado de verle de nuevo, declaró Gakyusha inclinándose a su vuelta. ¿Que nos vale el honor de su visita?
- Temo por desgracia sea la guerra que me trae. Una ofensiva debería ser llevada contra los Nómadas.
Gakyusha cerró los labios.
- ¿Y si está aquí es que esta guerra nos incluya a nosotros? Añadió a Iro.
- La situación es delicada, el conflicto le concierne, pero sepa que es una cuestión de honor. Sus antepasados le llaman.
- Vayamos a discutir sobre esto en el interior. Comparta pues nuestra comida y acepte la hospitalidad en mi morada, dijo Gakyusha invitando a todo el a pasar a su casa.
Galmara explicó por qué regresaba y aunque que Gakyusha no pudiera participar, enviaría a Iro y algunos unos de los miembros de la Kotoba. El campeón del Emperador acompañaría al embajador cerca del Cuervo al día siguiente.
El Cuervo encontró al campeón y al cortesano por la mañana, prevenido por el palacio imperial de su visita. El espíritu con la forma de un viejo hombre recibió a sus invitados en un gran salón en presencia de otros miembros del clan. Estaban allí Karasu y Oogoe de la familia Kage, pero también sentada al lado del Cuervo se encontraba una vieja y extraña dama. Incluso Malyss, que acaba de regresar de su viaje, estaba presente. Como era la tradición y por su status, Iro se quedó de pie, señalando así la autoridad a la que servía. Galmara mostro gala de sus costumbres para saludar al Cuervo.
- Gracias por permitirnos un poco de su tiempo señor Daijin, comenzó el embajador.
- Estoy al servicio del Imperio y cuando el Imperio me necesita respondo. En que puede servirle el Cuervo a usted, diplomático.
- La guerra está tocando a nuestras puertas. Poco a poco La Piedra caída del cielo roe las tierras y la Tumba de los antepasados hoy es amenazada. Va a desaparecer. Y usted sabe lo que esto implica, ¿Verdad?
La vieja mujer susurro algunas palabras a la oreja del Cuervo que respondió luego.
- En este caso, nuestros antepasados serán librados por fin de su maldición.
- Sí y no, desaparecerán pura y simplemente. No tendrán el derecho a la reencarnación, explicó Galmara.
El Cuervo miró con asombro, comprendiendo lo que iba a pasar.
- Como consejero místico del Emperador y de la naturaleza... pienso que esto es... extraordinario, le incumbiría a usted defender este lugar sagrado.
- ¿Cómo es eso que usted está diciendo? Criticó Oogoe. ¡Esto puede ser una maniobra para debilitar nuestro clan!
En esto Gan'so, hasta allí invisible se acercó y se inclinó hasta que se le concediera el derecho de palabra que el Cuervo le dio inmediatamente.
- Señor, le ruego que usted nos dejes comprobar el terreno yendo al mismo, dijo lentamente.
- Es de nuestro deber de ver si todo esto puede producirse o ya paso, Yu Ling se irá con algunos unos de usted. Mientras esperamos vamos a preparar a nuestro clan para la batalla por si es necesario, declaro el Cuervo bastante irritado por la situación. No demoren.
Yu Ling, Gan'so, Malyss e Iro fueron enviados para comprobar la situación de la Tumba de los antepasados. Galmara que había efectuado su trabajo se volvió a informar la conclusión de sus intercambios a los Noz'Dingard. El grupo había dejado Okïa dos días antes, informando a los miembros de la Kotoba en servicio y tomando las últimas noticias de la región. A lo lejos, La Piedra Caída del Cielo brillaba como un sol, tanto y así que la noche jamás era negra. Y eran aun más ciertas todavía las ruinas del pueblo que fue el centro de muchas codicias y que se hizo más tarde la Tumba de los Antepasados. Todo esto daba un ambiente extraño, contrastando entre la desolación cercana y la claridad de la piedra. Después de haber puesto sus pertenecías en un lugar no tan malo, el grupo se puso a trabajar.
- ¡Gan’ so! ¡! ¡Va a hacer falta que regreses al el reino de los espíritus! ¡Intenta encontrar algo de información! Ordenó a la vieja dama. Malyss, ayúdame a abrir el paso.
El mago sacó una pluma larga y negra de una cojea bambú y le utilizó para trazar símbolos en el suelo, formando un círculo. Una vez acabado, lo aceleró con la ayuda de su magia.
- Ve allá Gan'so, voy a mantenerlo abierto, dijo mirando al fantasma.
Este último avanzó prudentemente y entró en el círculo y desapareció en seguida.
- En cuanto a usted, Campeón del Emperador, ayudaría haría más si sacara su arma porque debemos guardar el paso para que Gan'so pueda volver, pero durante este tiempo otras criaturas pueden salir de ahí, dice Yu Ling.
Un poco circunspecto, Iro desenvainó su Wakizashi.
- No, de esta arma hablo, su arma no le causaría nada a estos espíritus, dijo mostrando a Kusanagi.
Escuchándola, guardo su espada para coger a Kusanagi. Se escapaba de la lámina una extraña aura azul-verdosa.
“¿Qué es esto? "Preguntó a Iro mientras que en el círculo aparecía una criatura. Era una especie de babosa gorda, translúcida y vagamente negra.
- ¡Ataque Iro! ¡! Gritó Yu Ling mientras hacía gestos con el fin de lanzar un hechizo. Sin vacilación y con facilidad el campeón cortó esa gran cosa que emitió un grito agudo, un tipo de sangre verdusca saltó sobre el suelo rociando a Malyss al paso. El mago del cuervo verdaderamente debió quedarse zen para no quebrantar su concentración. Yu Ling había acabado su sortilegio y puso sus dos manos en el suelo. La criatura desapareció como lo había hecho Gan'so antes de ella. Malyss tosía para evitar asfixiarse, pero la sangre verde se evaporó sin dejar el menor rastro.
- ¡Paugh paugh! ¡Presta atención la próxima vez! Creí que tenía como centenas de pequeñas babosas sobre mi cara beuuuh...
En el círculo, apareció alguien. Esta vez, ningún monstruo bizarro, sino una persona. Era un hombre alto y de una espalda impresionante. Su atuendo no dejaba duda alguna de su origen. Llevaba una armadura de cristal dorada y aferraba en una mano una espada ancha y mellada quebrantada en trozo. Presentaba también una cicatriz ancha sobre el lado izquierdo de su cara y sus cabellos muy largos.
- ¡Soy el Caballero-dragón Arkalon d’ Arpienne!
Iro ya había oído este nombre de la boca de su gran padre. Este caballero fue una plaga verdadera para los ejércitos de Xzia durante la guerra contra la Draconia. Fue asesinado mientras luchaba sólo frente a Xzia y los maestros de armas imperiales de la época. Entonces había conseguido derrotar a los maestros de arma y herir al Emperador en persona antes de morir. Ante el heroísmo increíble de este caballero derribado en combate, recibió los honores del Imperio y entró en la leyenda a lado de otros héroes de guerra.
- ¿Que quiere a Arkalon d' Arpienne? Preguntó Yu Ling poniéndose a la defensiva.
- Oí a Gan'so hablar, puedo ayudarle a combatir a estos nómadas.
- ¿Y haría esto sin pedir nada a cambio? Ironizó la exorcista.
- No, me gustaría pisar de nuevo las tierras de Guem, el tiempo suficiente para poder hacer lo que tengo que hacer. Pero si usted quiere un mejor argumento, puedo también convencer a un cierto espíritu de quitar su maldición.
Efectivamente, esta propuesta era muy apetitosa para Yu Ling ya que aunque pareciera tener la apariencia de una vieja dama tenía en realidad un poco más de una veintena de años.
- Campeón del Emperador, si usted está de acuerdo, yo deseo acceder a la demanda de este espíritu, dijo en un tono suavizado.
- No conozco nada sobre el dominio de los espíritus, eso se lo dejo a usted. Ahora, mi decisión está dividida entre el hecho de dejar a este enemigo del pasado en donde pertenece y liberarlo porque tendríamos mucho para aprender de él. ¿Pero cumplirá su palabra?
- Este seguro que sí, dijo adelantándose hacia el Caballero dragón. Yu Ling le tendió la mano a este antepasado.
- Tome mi mano, usted estará entonces de nuevo en este mundo, pero estaremos atados, si usted no respeta su palabra, usted regresará de dónde provino.
Sin vacilar Arkalon cogió la mano tensa y pasó el círculo, tomando forma corpórea en este mundo. Poco tiempo después Gan'so reapareció con un hombre de armadura completamente acribillada de flechas.
- He aquí el general imperial y el antiguo campeón del emperador Zatochi Kage, anunció el fantasma.
Iro reconoció también este nombre porque hacía parte del panteón de los héroes. Zatochi había creado un arte de combate de la espada que quedo como un estándar de la instrucción marcial. Él mismo había sido formado por su padre en estas técnicas. Iro reverenciaba a este personaje ilustre. Sin hablar de sus títulos que situaban bien su nivel de honorabilidad.
- Le agradecemos por haber venido, vivos, hablo el general con una voz cavernosa. Estamos anclados a este lugar y si este lugar desaparece no seremos nada. La piedra roe nuestro mundo del mismo modo que el vuestro. ¡Si debemos desaparecer, lo haremos en combate!
- Les propuse a los antepasados ayudarnos a devolver a los nómadas a su sitio y de parar definitivamente esta enfermedad que es la piedra. Pero esto implica que usted sea capaz de hacer volver un ejército de espíritus a este mundo, explicó Gan'so.
Después de reflexionar, Yu Ling inclinó la cabeza afirmativamente.
- Su ayuda será la bienvenida general, podemos hacer volver a todo el mundo en uno o dos días. Pero ustedes no podrán salir de la región porque ustedes estarán atados a este lugar.
- Ya lo estamos, replicó el general.
- En este caso pongámonos a trabajar.
Malyss detuvo su concentración, el círculo dejó de brillar y el general imperial regresó entre los suyos esperando el momento de su vuelta. Iro envió un mensaje al palacio imperial para avisar de lo que le sucedía en la Tumba de los Antepasados. El ataque contra los nómadas estaba previsto dentro de poco y el Imperio no tendría tiempo de enviar refuerzos. Yu Ling y Malyss crearon un ritual inmenso. Había que reproducir el mismo hechizo de portal pero sobre una superficie mucho más grande ya que había que dejar un paso para todos los espíritus, sin distinción de los que eran peligrosos. Yu Ling debería pues confinar los indeseables para guardar sólo los espíritus "benévolos”. En cuanto a Malyss tenía que prepararse para una nueva sesión de concentración. En cuanto a Iro, iba a poder poner en práctica sus dones de mando, y de combatiente evidentemente.
Había llegado el momento. Malyss y Yu Ling habían acabado los preparativos y el círculo de glifos estaba dispuesto. Lentamente, uno a uno los glifos se iluminaron hasta que todos brillaron por la magia. Malyss era el más alejado con relación a la Piedra Caída del Cielo, permitiéndole observar la escena. Uno a uno los hombres y las mujeres fueron aparecieron, como fantasmas que resurgían del pasado. Fue muy sorprendente de ver que los antepasados del ejército imperial no fueron los únicos que participan. Aunque menos numerosos había también unos soldados de la Draconia, preparados para defender a ambas ciudades frente a los guerreros de Sol'ra. El general fue el primero en salir del círculo mágico, seguido por otros espíritus. Los miembros de la Kotoba fueron impresionados por la cantidad de personas presentes, debía haber allí tirando para bajo más de tres millares de almas preparadas para luchar. Hasta había Caballeros de Dragón antes de que estos últimos desaparecieran misteriosamente, los maestros de las armas también habían aparecido, llevando una simple hakama y dos sables a su cinturón. Arkalon tomó el mando de las tropas de la Draconia, el general Zatochi hizo lo mismo para los Xziarites.
Al cabo de algunas horas, el ejército de la tumba de los antepasados se puso en marcha hacia la piedra, comandados por Iro poco acostumbrado a los movimientos de tropas. Pero podía contar con la experiencia de ambos comandantes. A medida que su progresión avanzaba las tierras alrededor de ellos estaban cada vez mas destruidas, terrones de tierra, luego peñascos flotaban en los aires de manera caótica. Ciertas piedras se entrechocaban liberando partículas múltiples y flotantes que recaían luego por tierra. Iro observó rápidamente que las plantas morían y que el suelo desecado por la ausencia de la lluvia se cubría despacio una capa de arena que se volvió cada vez más importante a medida que se acercaban a la Piedra Caída del Cielo.
Kararine la exploradora que espiaba la progresión de este ejército extraño, aceleró el paso para prevenir lo más de prisa posible a Ïolmarek. El paisaje alrededor de la piedra se había hecho un desierto. El calor era sofocante. Pero los nómadas acostumbrados a estas condiciones no se preocupaban de eso. Sólo la piedra era el centro de su atención. Estaban allí desde muchos meses atrás. Pero hasta ahora y a pesar de la progresión de la transformación de las tierras vecinas nada había pasado. La entidad en la piedra esperaba la llegada de alguien. Los nómadas esperaban pues, sacando provecho del espectáculo ofrecido por esta transformación increíble por la voluntad divina de Sol'ra. Kararine sofocada llegó al campamento al pie de la Piedra Caída del Cielo. La Esfinge que, como de costumbre, cuidaba de la seguridad paró a la joven nómada en su carrera.
- ¿Que es lo que pasa? ¿Que es lo que te ha hecho salir huyendo así?
- Un... Ejército caerá sobre nosotros dijo recuperando el aliento.
Todos los nómadas lo oyeron, despertando inquietudes entre los humanos presentes. Ïolmarek calmó las angustias e intervino para organizar la defensa.
- Había que esperarlo. Después de nuestra última confrontación con las criaturas del bosque y de sus aliados magos, era necesario prever que tendríamos de nuevo visitas.
- ¡Éstos son extraños sumo sacerdote, vemos través de ellos! Vi sólo a su jefe, un hombre vestido de rojo como los que tenían su campamento cerca de aquí.
- ¡Poca importancia tiene qué son! Sol'ra sabrá encontrar su debilidad.
- ¡Son millares! Añadió a Kararine.
Ïolmarek entonces se encolerizó.
- ¿Y tú te haces llamar Solarian? Me pregunto a veces si el espíritu humano que habitas no aventaja. ¡Poca importancia tiene su número, tenemos a Sol'ra de nuestros lados! Entonces peleemos con toda nuestra convicción, sin debilitarse y con todo lo que Sol'ra nos conceda de poder.
El Sachem
El Arc-Kadia se había detenido no muy lejos del bosque Eltarite. Malyss y Ergue estaban en el camino para regresar a sus gremios respectivamente. Ojo de gema saludó a Ciramor y a Granizardo que se dirigían con la Comepiedra con destino a los territorios de los habitantes del bosque. Algunos de sus habitantes observaban por otra parte el barco extraño y volante, escondidos en los árboles. Mientras que Al la Triste daba la orden de partida, una sombra saltó por la borda. El Sachem había subido a bordo durante el asalto de los Hom'chaï sin que nadie perciba su presencia. Había observado a estos intrusos con la minucia más grande y, pacientemente, había esperado el momento propicio para actuar. Pero ninguna ocasión se le había presentado, hasta este momento cuando el barco paró por fin su carrera.
En el momento en el que piso la orillo del bosque, sintió una presencia familiar, como si la gente de su tribu estuviera cerca de él. La magia circulaba entre las ramas de los árboles. Pero no se enfocó en estos detalles, la venganza y la voluntad de recuperar lo que se habían robado lo motivaba. Siguió los rastros dejados por Ciramor, porque Granizardo, como Daïs en su elemento, no podía ser seguido la pista. El pequeño grupo se hundía profundamente en el bosque cada vez más denso. El Sachem cruzó en su camino con varias pequeñas criaturas que no dieron aire de estar muy asustadas por la presencia del viejo Elfine. Se escondió gracias a su magia para no ser visible a los ojos de otros. Granizardo y Ciramor llegaron delante de una cepa gigantesca. Ésta había sido esculpida para hacer un pueblo. El Sachem estaba desestabilizado al ver que Elfines y Hom'chaï vivían allí con los que se parecían a ese ladrón de Granizardo. Pero este último no se fijó en el pueblo y continuó su camino para hundirse de nuevo en el bosque. Al cabo de una hora de marcha, llegó a una vivienda hecha de madera y de un estilo muy particular. Las ramas se trenzaban para formar pilares entre los cuales la vegetación formaba las paredes de la chabola. Había por todos lados casas con pequeños objetos chamánicos que colgaban en los árboles y setas gigantescas y fosforescentes crecían por todas partes. Ambos ladrones fueron acogidos por otro Daïs del color y de aspecto diferente de Granizardo. Pareció entonces tener allí una ceremonia. Este nuevo protagonista se mostró encantado de poder ver a la Comepiedra.
- He aquí por fin el que debe sacarnos de la destrucción.
La voz de Kei'zan razonaba en la cabeza del Sachem que comenzaba a percibir el modo de comunicación de Daïs. -Sea bienvenido Ciramor. Usted tiene que contarme mucho. En cuanto a ti, mi hermano, mostraste que eras capaz de retener todo la ira que está en ti. No regresarás a tu prisión.
“¿Una prisión? Era sabido que era un ladrón ", se dijo el Sachem, confirmando su idea. " Esperare la noche para actuar”.
Kei'zan examinó luego a la famosa Comepiedra. La pequeña criatura tenía el comportamiento de un niño de dos años de edad y se divertía con los pedazos de bosque y otras menudencias tiradas alrededor de él.
- El poder es increíble en este pequeño cuerpo Guémélite. Ciramor, ¿Qué puede decirnos al respecto? Pidió Kei'zan invitando a todo el mundo a pasar.
El Sachem observó pues la continuación por un intersticio entre dos pedazos de madera. El interior era caluroso y contaba sólo con una única habitación grande. Había varias pieles de bestia en el suelo y decoraciones tribales muy numerosas. Cada uno encontró un lugar para sentarse. La Comepiedra estuvo instalada en el centro.
- Todo lo que sé sobre la Comepiedra nos ha sido transmitido por Eredan cuando vino a los Confines. Mientras que el mundo era joven, estas criaturas pisaban las tierras de Guem. Vivían en paz y en armonía. Pero habría habido un cambio importante que eliminó esta civilización a excepción de algunos huevos. El tiempo pasó y todavía quedarían en nuestros días algunos de estos huevos escondidos en alguna parte. El único del que tuve conocimiento era éste.
- ¿Pensara como un niño podría ayudarnos??
La Comepiedra de alguna manera se acercó una especie de taburete en el que había una gran piedra verde que descansa sobre un cojín. Todo iba bien hasta que la criatura trata de comer. El Kei’zan saltó justo a tiempo para arrebatarsela de las manos. Ciramor recuperó a la criatura estaba asustada por ese acto brutal.
- Lleva bien su nombre. Come gemas.
- ¡Si se hubiera tragado éste, esto habría sido el fin de mi pueblo! Pero todavía deben quedarme algunas piedras...
Kei'zan registró en sus pertenencias y encontró una pequeña bolsa de cuero. Vacio su contenido delante de la Comepiedra que se maravilló delante de este festín. Se trataba de pedazos de cristales verdes, brillando del mismo color y la intensidad que los profundamente hundidos en la carne de Granizardo. Saltó glotonamente sobre el pedazo más próximo y lo mascujó con deleite.
- ¡Le das fragmentos de la piedra-corazón del Árbol-mundo! ¿? Se indignó Granizardo.
- Sí, algo me dice que hacía falta, respondió Kei'zan.
Ellos todos tres miraron a la Comepiedra engullir los cristales. Una vez que la comida se acabada, se durmió rápidamente.
- ¡Es increíble! Usted tiene razón Kei'zan. Siento la magia crecer en este pequeño cuerpo, observó Ciramor. Dejémosle reposarse, veremos pronto lo que será capaz de hacer.
- Usted puede quedar aquí el tiempo que haga falta, invitó Kei'zan.
Llegó la noche rápida y una cosa inesperada provocó una pequeña animación. La Comepiedra se había puesto en posición fetal y una concha se había formado alrededor de él, creando así un nuevo huevo y probando otra vez que esta criatura estaba llena de sorpresas.
Viendo que no había nada más que hacer aparte que esperar, Ciramor se enrolló en una cobertura y se durmió rápidamente. Los Daïs miraron durante más tiempo pero, ganados por el cansancio, se durmieron también. El Sachem tenía allí la oportunidad tan esperada. “Un huevo por un huevo ", se sonrio. Sin hacer el menor ruido, entró en la choza y recuperó a la Comepiedra cuyo huevo era mucho más grueso y pesado del que estaba acostumbrado. Se arrastro y huyó con su botín.
Pero para su gran desgracia, no conocía este bosque y se perdió rápidamente. Después de varias horas de carrera, llegó a un valle dónde el ambiente era diferente. Los árboles tenían hojas largas y muy finas y había viejos tótems recubiertos con musgo. Poco importaba, debía huir y encontrar un medio para irse de nuevo hacia los confines con los suyos. Luego, al rodeo de un árbol, derribó nariz a nariz con una criatura de espaldas imponente. Era como un gato pero de talla muy grande cuyo pelaje era azulado. Tenía a la altura de la cabeza un cuerno de cristal azul también, como en su cuello envuelto por picos cristalinos. Ocupado por el huevo, no supo qué hacer si no otro casa quedarse congelado. No creía a sus ojos, este animal tenía algo familiar. Lo reconoció por fin: Akem, el espíritu felino. Éste habría tenido una relación estrecha con su tribu y algunas historias hablaban de él.
- Buenas tardes Sachem, decía la criatura.
- ¡Tú... tú hablas! Dijo apretando el huevo.
- Por supuesto, te hablo a través de tus pensamientos. ¿Sabes quién soy?
- ¿Tú eres… tu eres Akem, el espíritu felino?
El cristogato estiró la cabeza en signo de satisfacción.
- No tengas miedo, no te quiero causar daño, muy al contrario. Soy Akem, tal, como se me nombraba en otro tiempo en esta parte del bosque. ¿Quieres que te ayude? Te ves perdido.
- Debo salir de aquí, dice el Sachem sin revelar toda la verdad.
- ¡En este caso, sígueme!
Akem se adelantó sobre un viejo camino. El Sachem verdaderamente no tenía otra elección. Siguió el espíritu. Una hora más tarde, llegaba el alba despacio sobre el bosque y la bruma azulada se levantó.
- Ves Sachem, esta parte del bosque está desierta desde hace años.
- ¿Oh? Por qué, esto me parece un buen lugar, respondió el Sachem mirando a los viejos tótems esculpidos en forma de gatos.
- Hace mucho tiempo aquí, vivía una tribu de la que yo era el tótem-espíritu.
- ¿Era? ¿Qué les pasó?
- Su sachem y la inmensa mayoría de los guerreros se volvieron locos, creyendo ser los esclavos del Daïs se rebelaron y dejaron el bosque Eltarite.
- ¿Daïs? ¡Esos ladrones! Escupió al Sachem.
Caminaron hasta que llegaron a un gran claro donde quedaban unas ruinas de viviendas muy viejas y por todas partes, una y otra vez los viejos tótems.
- Mire. Estamos donde vivían, revelo Akem, sentándose. Sólo tienes que ver por ti mismo lo que les pasó.
Alrededor de ellos todo cambió. Las ruinas volvieron a ser unas chozas que estuvieron habitadas de nuevo por una tribu. Había Hom'chaïs y Elfines por todos lados, pero también vario Daïs. La disposición de este pueblo se parecía de manera extraña a la de su propio pueblo. Las decoraciones y los tatuajes eran semejantes de manera extraña. Pasaba un acontecimiento que determinaba el futuro de esta tribu. Vario guerrero Hom'chaï y Elfine rodeaban al Sachem de la época y varios Daïs amarrado. Este Sachem llevaba cabellos largos y mezclados de baratijas y tenía los ojos morados.
- ¡Ustedes pensaban poder dominarnos y hacer de nosotros simples esclavos! Dijo con rabia. ¡Pero están acabados, no nos quedaremos un minuto más en este bosque maldito!
Uno de los Daïs hizo resonar su voz en las cabezas de las personas presentes.
- ¡Astenaki, tú castigas tu pueblo por tu locura!
- Astenaki, repitió al Sachem que apretaba siempre el huevo de la Comepiedra. ¿El padre fundador de nuestra tribu?
- En persona, hizo eco Akem.
La escena prosiguió con la ejecución pura y simple de los Daïs y el anuncio de la salida de la tribu hacia cielos más clementes. Todo pasó en los días donde se podía ver la sombra del Árbol-Mundo.
- ¿Comprendes ahora?
- Lo temo... Vivíamos en otro tiempo aquí y nos fuimos para seguir la locura de Astenaki. Y yo que soy su descendiente, continué entregándome al odio.
- Daïs, Elfines y Hom'chaï vivían en paz desde hace siglos. Astenaki tenía la culpa y cometió el error de creerse por encima de todos. El huevo de la Comepiedra que aprietas en tus brazos estaba en otro tiempo aquí. Le había sido confiado a tu tribu para que lo proteja hasta el día cuando aparecería para enseñarle todo lo que debería saber. El Sachem bajó la cabeza. Sus pensamientos se entrechocaban en su espíritu. ¿ Akem tenía razón? ¿ Mentía? Sin embargo el Elfine no lograba sentir el menor odio y, hasta si tenía dudas de creer todo esto, la historia correspondía a las leyendas cuyo conocimiento tenía. La verdad estaba allí bajo sus ojos. Astenaki se había coronado como un dios y sin embargo era sólo un asesino que vendía por las calles que los Daïs eran unas criaturas maléficas. Pero no le era Astenaki y, ahora, aunque enturbiado, fue apaciguado que se le hubiera abierto los ojos.
- ¿ Y ahora? Pidió.
- Ya es hora que una nueva era se abra para tu tribu. Es el tiempo para ella de volver entre los suyos. Te ayudaré a acabar la tarea que incumbe a tu tribu y serás el que se ocupará de la Comepiedra. Akem se echó entonces a correr hacia el Sachem y se zambulló en el cuerpo de Elfine. El felino desapareció y el Sachem perdió conocimiento.
El sol era ya alto en el cielo cuando se despertó. La bruma había desaparecido con Akem. El huevo de la Comepiedra estaba justo al lado de él delante de un tótem de piedra a la efigie del espíritu felino. El Elfine tuvo la sorpresa de tener alrededor de sus hombros una piel de bestia, la de un cristogato. Se levantó para sentarse frente a este tótem que brillaba ligeramente.
- Acepto esta tarea, espíritu felino.
En aquel momento, una decena de personas apareció en el claro entre los cuales Granizardo, Kei'zan, Sylikat, Hablaroca y otro Elfines y Hom'chaï. El Granizardo y Sylikat reconocieron al jefe de la tribu a la que habían evitado algunos días antes.
- ¡Tú! Gritó a Sylikat. ¿Que es lo que haces allí??
Sacó sus armas e iba a golpear al Elfine cuando Hablaroca la retuvo.
- ¡No! dijo. Espera, siento la presencia de un espíritu poderoso en este lugar.
La jauría de Eltarite rodeó al Sachem.
- ¿Has recuperado aquello que te había quitado? Interrogó Granizardo. El Sachem levantó a Daïs los ojos arrepentidos.
- Sí había venido para esto, pero hoy le debo excusas. A todos vosotros.
Se levantó entonces y quitó al tótem de algunas plantas que todavía lo cubrían.
- Soy el Sachem de la tribu de Akem, descendiente de Astenaki. Le pido perdón para lo que mi antepasado hizo.
- Akem! Hablaroca estaba muy sorprendido de que pronunciara ese nombre. Este espíritu ha desaparecido hace mucho tiempo.
- No se quedó allí, esperando nuestro regreso. Si usted supiera todos los horrores que hice en nombre de un dios falso. Sylikat, nosotros provenimos de aquí.
- ¿La tribu de Astenaki? ¿De vuelta? Kei'zan estaba perplejo. Extraño que todo esto se produzca en este momento preciso.
- Sé que usted va a tener miedo de confiar en mí después de lo que hice, pero puedo ayudarle. Puedo tomar bajo mi ala a este joven Comepiedra como lo hicimos en el pasado. Déjeme corregir los errores del pasado y devolver a mi tribu a su hogar verdadero.
Todos ellos se volvieron hacia el Kei'zan que era la autoridad más elevada en la sociedad Eltarite. Hablaroca se acercó al Daïs para hablarle.
- Si es poseedor del poder de Akem, debemos confiar en él. Este espíritu se quedó aquí en lugar de seguir a los que veneraban él espíritu tótem. En otro tiempo, Akem fue conocido por su sabiduría. Kei'zan tomó algunos minutos de reflexión. La historia contada por Ciramor y El Granizardo no iba en provecho de este Elfine, pero su arrepentimiento parecía sincero.
- Bien, acepto tu vuelta sobre estas tierras sagradas. No sé cómo prevenir a tu tribu que se encuentra tan lejos, pero encontraremos una solución. Pero esto a condición de que te ocupes de Comepiedra y de que respondas con tu vida y de la suya. Voy a pedir a ciertas tribus de los alrededores ayuden a devolver a este lugar la apariencia que debería tener. ¿Esto te va, Sachem?
- Esto me va. ¿Sylikat, quieres acompañarme y contarme todo lo que debo saber?
- Voy a tenerte más bien al ojo.
- Soy yo quien te enseñará lo que necesita saber, cortó Hablaroca. Bienvenido a casa, Akem.
El Ojo de Sol'ra
Capitulo 1 - Persuasión
Ni el Príncipe Metchaf ni Urakia depusieron sus armas a esta persona que pretendía que creyeran que ni él, ni la gente de alrededor, eran un peligro para ellos. Estaba, sin embargo, entre ellos una manifestación de una diosa terriblemente perversa y sobre todo deshonrada por el culto de Sol'ra.
- Si usted piensa que nos rendiremos sin pelear voy decepcionarle, le grito el príncipe a su auditorio. Algunos ya lo han intentado...
- Sabemos muy bien quién es usted, príncipe Metchaf, pero por favor, comparta con nosotros este alimento. Usted debe tener hambre.
El hombre invitó a sus huéspedes a sentarse alrededor de un fuego. Desconfiada, Urakia se quedó de pié al lado del príncipe para prevenir cualquier problema.
El jefe de los rebeldes les propuso carne y sémola a sus invitados que, a pesar de todo, aceptaron, ya que el hambre que tenían les causaba tirones desde hace tiempo.
- ¿Sabe que Istaryam es una ciudad prohibida y que todos ustedes van a sufrir la furia de Sol'ra? Dijo el príncipe guardando la calma.
- Tomaremos el riesgo, porque creemos en otras cosas. Creemos en los antiguos dioses y en la gloria pasada de nuestra civilización, respondió el jefe.
- Todo lo que les va a pasar, es perder la cabeza, replicó Urakia.
- ¿Pueden matar a gente ya muerta? Porque a los ojos de Sol’ra no somos nada más que insectos sacrificables, nosotros como ustedes. ¿Sabe lo que es un Solarian?
- Es una alta distinción que nos hace los seres más próximos a Sol’ra, respondió el príncipe.
- Un Solarian es una criatura divina que vive en su cuerpo y que toma posesión de usted. Ustedes perderán su libre albedrío para convertirse en esclavos. Estas criaturas no se preocupan por su cuerpo y su vida, aseguró el jefe.
- Si esa es la voluntad de Sol'ra, no tendré problema, añadió Urakia.
- Usted va a ser difícil de convencer. Usted está aquí en el antiguo templo de Istaryam, hoy hecho una prisión para los dioses vencidos por Sol’ra. ¿Ustedes conocen la historia de Ra? Supongo que no, esta no es una historia que se les cuenta a sus fieles.
Metchaf y Urakia no respondieron, dejando al jefe decir lo que tenía que decir.
- Esto comenzó hace varios siglos. Hace antaño, los hombres del desierto rogaban a los dioses para que les concedieran favores a sus servidores. Los dioses eran numerosos y este panteón fue dirigido por cinco dioses: Ptol'a la guardiana del más allá, Kapokèk el guerrero que brota por la noche, Naptys diosa de la renovación y de la vida, Ra dios del sol y de la luz y Cheksathet guardián del saber. Eran el principio del equilibrio y gracias a ellos nuestra civilización se volvió floreciente y poderosa. Istaryam fue la ciudad más bella y más grande, mucho más magnífica que Minepthra. Pero Ra jugaba un juego doble. En apariencia, respetaba a los hombres bañándolos en la luz del sol. Pero de verdad tenía sólo una idea, hacerse el único dios. La primera en caer fue Assthèt diosa tutela de la lejana ciudad de Kta, luego unos tras otros, todos desaparecieron, reforzando la potencia de Ra. Su traición fue desenmascarada por Cheksathet que previno otros actos de Ra. Este último le reservó a este dios un destino muy cruel, pero luego contare esa parte. La guerra de los dioses fue declarada, oponiéndoles los monoteístas a los politeístas. Estos últimos no pudieron parar a Ra que tomó el nombre de Sol'ra. El fin de la guerra llego cuando la cabeza de la gran sacerdotisa de Ptol'a rodó en la arena todavía caliente. Lo que ocurrió luego no es contado. Istaryam se hizo una prisión, un sortilegio en la tumba impedía que los dioses derrotados no pudieran salir más. Fueron encerrados allí con todos sus seguidores, sacerdotes, fieles, los que fueran, hombres, mujeres o niños. Perecieron en condiciones innobles. Hace algunos meses y al precio de numerosas vidas encontramos en Istaryam y la entrada de la tumba.
-Es muy bello todo esto, ¿pero usted que quiere con nosotros? Pregunto Metchaf.
- La cuestión no es lo que quiero, sino lo que usted puede hacer. Usted es el príncipe Metchaf, heredero del rey del desierto. Le incumbe hacer estallar la verdad en plena luz y restablecer el panteón y de devolver a Ra allí dónde debe estar.
- ¿Por qué haría esto? Soy el príncipe, no me falta de nada, tengo todo lo que quiero.
- Sí, parece que su persona, príncipe Metchaf, no necesita nada. ¿Pero qué es de tu pueblo y de tu futuro reinado? ¿Quieres ser el que restablecerá el orden en el desierto o el monarca que será sólo un juguete para Sol'ra? No tengo ninguna razón para mentirte, ¿si sólo somos rebeldes simples, como la autoridad lo pretende, piensas que nos habríamos tomado el trabajo de contarte todo esto? No, te habríamos matado o encarcelado y esclavizado a tu encantadora guardia. Aspiramos a un mundo mejor y más justo, librado de la dominación de Ra.
Metchaf parecía perdido, saturado por toda esta información. Urakia que no quería dejar ver la menor duda sobre su cara se ponía también una multitud de cuestiones. Entre las pinturas, los escritos dejados por los que han sido encarcelados y la historia de este rebelde, había comenzado a dudar.
Si estos dioses están ahí ¿por qué no podemos verlos? Dijo Urakia aunque ella se había cruzado con Ptol'a poco antes de eso. Mientras tanto, un hombre empujó suavemente a otros para hacerse camino hacia los invitados. Era un coloso con la cabeza rapada, una verdadera montaña de músculos.
- Soy Kebek, dijo con voz poderosa. Soy un guerrero de Kapokèk. Los dioses están encerrados y retenidos por el ojo de Sol'ra en lo más hondo de Istaryam. Solo Ptol'a puede manifestarse.
Y justamente, hablando de ella, apareció al lado del guerrero.
- Ves príncipe, tú has sido engañado como todo el mundo, Sol'ra quiere sólo una cosa: exterminar a todo el mundo y ser único. Es tu deber el de procurar que esto no pase. Pero si todavía tienes dudas, te invito a seguir a Kebek hasta el ojo de Sol'ra, te darás cuenta por ti mismo la extensión de nuestro sufrimiento.
Capitulo 2 - El Inmortal Guerrero de Kapokek
El príncipe, a pesar de las vacilaciones y la opinión contraria de Urakia aceptó la propuesta. Los argumentos que tenían el jefe rebelde y Ptol'a lo incitaban por lo menos a la curiosidad. ¿Qué era ese ojo de Sol'ra? ¿Cómo verificar que toda esta historia no era una manipulación con el fin de tomar el control del desierto con la desaparición del culto de Sol'ra? Kebek, seguido por los habitantes del lugar, los llevó hasta una apertura practicada en una pared. Debía haber allí anteriormente una estatua de una esfinge pero había sido quebrantada para liberar el paso. A partir de allí, estuvieron solos caminando en un verdadero laberinto de pasillos. Todo había sido hecho para que el que entrara allí se perdiera y no llegara hasta el fin. Pero eso pasaba nomas sino contaran con un guerrero de Kapokèk.
- El que sirvo me guía, no podremos extraviarnos. Pero no sé lo que nos espera del otro lado, por eso sean precavidos.
- ¡¿Por qué nos tomas, soy una guardia real!? Masculló a Urakia. Kebek se divirtió con la reacción de la joven mujer.
- No decía esto por subestimarla, conozco bien el valor de los guardias reales. ¡Oh! ¡Llegamos!
El pasillo acabó en una antecámara alumbrada por el sol pintado sobre las paredes, el suelo y el techo. Metchaf avanzó primero, sentía aquí una bendición poderosa de Sol'ra.
- Jamás pasarás Kebek, pienso que sólo Solarians pueden atravesar esta pieza, de modo que ninguno infiel pueda violar el lugar.
El guerrero no escuchó y entró en la habitación. Para gran sorpresa de Urakia y del príncipe, no pasó nada más.
- Tengo también un Solarian que dormita en el fondo de mi alma, dijo con una sonrisa burlona. Pero no soy afectado más por su presencia.
Entonces, mientras estaba a punto de cortar con su lámina los símbolos de Sol'ra, Urakia paró el brazo del guerrero.
- No, profanar es prevenir a Sol'ra.
- ¿Por qué crees que no sabe que estamos aquí? Ironizó Metchaf. Este lugar debe ser uno de los más vigilados.
- Excepto que los nómadas del desierto tienen otras esfinges que hay que azotar por momento. La mirada de Sol'ra es girada hacia otra parte de este mundo. Extraño que usted, príncipe del desierto, no esté al tanto.
- Si, si estoy al tanto, respondió totalmente ignorando de que hablaba.
Pasaron la puerta de la pieza para llegar en un pasillo bastante ancho. Sobre toda la extensión, había unas inscripciones, advertencia en contra de los que profanaran este templo, jurándoles una maldición eterna a los infractores. Metchaf y Urakia tenían el ánimo apretado, seguía al príncipe pero iba también hacia la condenación eterna. ¿Debía interrumpir esta locura? No, tenía que demostrar el engaño y mostrarle a Kebek que estaba totalmente equivocado. Y quién sabe, quizás había una salida al final del camino. Observaron por otra parte que sus pasos los llevaban a un nuevo laberinto, pero que alrededor de ellos el decorado era increíble. Había fachadas de casas a ambos lados de una carretera pavimentada. Por encima de ellos, la arena se basa en una cúpula de cristal. Emanaba de esta una luz dulce que alumbraba bastante el lugar.
- Las antiguas calles de Istaryam... cuchicheó Kebek.
En el centro de la cúpula estaba grabado un sol alto cuyo interior era un ojo. Un rayo amarillo salía de él y golpeaba un templo en el centro de la ciudad.
- ¿Eso es el ojo de Sol'ra? Preguntó Metchaf.
- Sí eso es, dijo Kebek avanzando.
- ¿Y crees que vas a poder hacer algo contra esto? Ironizó una vez más el guardia real.
-Yo sólo, no, pero somos tres. No se dé por vencido ahora, usted tiene dudas y la verdad está allá.
El templo ya no estaba muy lejos cuando una criatura se interpuso delante de ellos. Era una especie de enorme león con cabeza de cocodrilo y las patas de hipopótamo. Medía dos veces la talla del guerrero de Kapokèk. A sus pies una balanza apareció. Había una pluma sobre una de ambas bandejas.
- Si ustedes quieren pasar, deben poner su corazón sobre la bandeja vacía del equilibrio. Si sus pescados son más pesados que la pluma entonces ustedes serán destruidos por la voluntad de Sol'ra.
Después de haber hecho retroceder a Metchaf y Urakia, Kebek desenvainó una lámina larga antes de lanzarla sobre la criatura. Ésta esquivó los primeros golpes.
- Veamos cuáles son tus pecados, arrogante humano, dijo rodeándose de un halo luminoso.
Kebek sintió entonces un gran dolor. Una lanza, surgida de ninguna parte, le había traspasado el pecho y perforado el corazón. Urakia y el príncipe miraron el espectáculo de modo incrédulo. Si el guerrero moría esto significaría pues que la verdad estaba del lado de Sol'ra.
Kebek había caído a tierra, pero no estaba inconsciente por eso. Sopló una vez, luego dos y se lanzó como una flecha. La criatura sorprendida no tuvo tiempo de reaccionar. La lámina del guerrero atravesó su pecho.
- ¡Me encuentro bendecido por Ptol’a, tengo la fuerza de Kapokèk! ¡Veamos si tu corazón esta relleno por pecados sombríos!
La criatura se derrumbó sobre los adoquines de la calle arenosa. Kebek se apoyo sobre su espada. Miró la herida en su pecho y extirpó la lanza en un grito casi inhumano. La herida, que habría matado cualquiera, se cerró justo después. Metchaf y Urakia no creían sus ojos.
- ¡Usted no es un humano! Supuso el príncipe.
- Lo soy, pero estoy provisto por poderes que me sobrepasan.
Capitulo 3 - Sacrificio
La sangre negra de la criatura se derramaba sobre el suelo mientras que los tres habitantes del desierto avanzaban hacia el templo. El rayo del ojo de Sol'ra, aunque luminoso, no los impidió entrar al interior del templo. Era un antiguo lugar de culto abierto al panteón de los cinco antiguos dioses: Ptol'a, Kapokèk, Ra, Naptys y Cheksathet. Todo estaba intacto como si los habitantes se hubieran evaporado, dejando allí sus asuntos. Solo quedaban las estatuas a las efigies de los dioses que habían sido decapitadas, probablemente por los soldados del ejército de Sol'ra en el momento de la toma de Istaryam.
- Una civilización erradicada por la locura de un dios, soltó Kebek. Vayamos a ver lo que esconde este rayo.
- Empiece por explorar los pisos y no precipitarse como lo hemos hecho hasta ahora, pidió Urakia.
- Usted tiene razón, los dioses esperan desde hace tiempo, todavía pueden esperar un poco, respondió Kebek.
El templo poseía tres pisos, las escaleras anchas y exteriores perjudicaban éstas. El primer piso fue dedicado a Naptys, la diosa de la renovación. Había plantas muy numerosas pero quedaban sólo unos rastros y cepas muertas. La diosa estaba en el centro de la pieza con los brazos abiertos como para acoger a sus fieles cerca de ella. Como otras estatuas, no tenía más su cabeza. El rayo del ojo de Sol'ra exactamente caía sobre esta representación. El segundo piso era el dominio de Kapokèk, había allí unos mecanismos que permitían traer agua hasta unos grandes estanques. Esqueletos de animales cubrían el suelo, indicando que cocodrilos debían vivir allí. Así como el piso inferior, había una estatua. El de Kapokèk lo representaba con una lanza en la mano, sumergiendo la punta en el suelo. Esta también fue decapitada, al pasar el rayo del ojo. En cuanto al tercer piso, que era también el tejado, era el dominio de Ra. Un mosaico de azulejo de cristal tapizaba al dar en el suelo, generando un ambiente muy luminoso. En el centro, Ra estaba representado, majestuoso con los brazos tendidos hacia el cielo. Pero en cambio esta representación había conservado su cabeza.
- Mire, el mosaico en el suelo forma un sol, exactamente igual que sobre la cúpula, observó el príncipe Metchaf. Había un ojo también.
- Bien, vimos lo que había que ver aquí. No nos quedemos, toda esta luz es molesta, pidió el guerrero de Kapokèk. Vayamos a ver abajo ahora.
El piso de bajo era el lugar de vivienda y de gestión del templo. Había numerosos apartamentos y pequeñas oficinas, seguramente reservadas para el sacerdote y para los sacerdotes del panteón. En el centro, había una gran sala de oración donde numerosas divinidades fueron invocadas y veneradas. El rayo del ojo pasaba por el centro de esta pieza, atravesando una gran baldosa de cristal muy espeso. Por un sistema astuto de espejos, la luz del sol debía pasar por aperturas en las paredes para alumbrar el piso en el sótano. Por desgracia, todo estaba fuera de uso, pero el rayo bastaba para alumbrar casi como a la luz del día.
Encontraron una escalera polvorienta la que se hundía bajo el suelo. Había un pasillo que daba la vuelta totalmente a una gran sala circular. La divinidad de la verdad, se encontraba en una apertura hacia la gran sala lo que permitía una buena circulación. Por todas partes en las paredes, alveolos habían sido acondicionados con el fin de colocar allí objetos o papiros que permitían a los que lo deseaban aumentar sus conocimientos. Pero todo estaba vacío en lo sucesivo. La estatua que representaba esta divinidad estaba totalmente destruida. Así era el antro de Cheksathet.
- ¡No tuvo suerte! Según lo que sé, este dios ha sido absorbido por Ra, consagrándole una potencia increíble, indicó respetuosamente Kebek. Un dios teóricamente no puede morir, pero he ahí lo peor: puede ser absorbido por otro.
No había otra salida separada a la de la entrada.
- ¿Si hay un piso para cada dios, donde está el de Ptol'a?
Cada uno se fue entonces en una dirección para registrar un poco más concienzudamente. Urakia encontró entonces algo insólito. Aunque hubo unos cascajos y arena, encontró una forma sobre el suelo que despertó su curiosidad. Rozó y sopló para sacar la arena que descubría una parte de un símbolo inmenso en forma de sol. Éste había sido grabado y no estaba allí al principio. Se propusieron soltar todo, a riesgo de pasar a través del rayo. Había una vez más un ojo de Sol'ra.
- ¡Si es un ojo, entonces destruyámoslo! ¡El dominio de Ptol'a debe estar abajo! Dijo Kebek sacando su espada.
- ¡No! ¡Espera! Gritó a Metchaf.
Pero era demasiado tarde, el guerrero de Kapokèk plantó la lámina en el suelo en el centro del ojo, entrando así en el rayo. Éste se volvió más intenso y el templo comenzó a temblar. Kebek sufrió entonces un choque que le eyectó al otro lado de la pieza. Murmuro, inconsciente...
- ¿Quién se atreve? ¿Quién se atreve a poner en duda la autoridad de Sol'ra?
Una forma humana se formó en el rayo, Metchaf fue asombrado de ver que se parecía a Shrikan a diferencia que tenía sólo un ojo.
-Soy príncipe Metchaf hijo del rey del desierto, quítate de aquí y libera el paso.
- Regresa de dónde vienes príncipe Metchaf, no te opongas a la voluntad divina, ordenó el Solarian, mientras retiraba la espada del suelo. Váyanse y deje a este profanador que será castigado por la muerte.
- ¡Me iré sólo después de tener respuestas! ¿Sol’ra es en realidad Ra? ¿Absorbió a Cheksathet y mato a todos los fieles de los dioses antiguos?
- ¡No plantees estas cuestiones, príncipe Metchaf! ¡No te preocupes de esto y vallase o morirás!
- ¿Destruyó antiguas civilizaciones para su supremacía? Insistió fuertemente el príncipe.
Solarian entonces se encolerizó, una lanza de luz apareció en sus manos luego de un gesto rápido, lo proyectó sobre el príncipe. Pero Urakia, ágil de instinto, protegió a Metchaf interponiéndose delante de él. Se encontró empalada por la lanza. La sangre se derramo pero la guardia real resistió mucho. Para el príncipe, era impensable que un servidor de Sol'ra actuara así.
“¡Ve, les protejo, los golpes no te matarán! " Le dijo la voz de Ptol'a. Inspirado por la presencia de la diosa el príncipe se lanzó después de haber desenvainado su arma. El Solarian, rodeado de la potencia de Sol'ra recibió la carga sin inmutarse y devolvió el ataque. Gracias a sus poderes teúrgicos, imploró a Sol'ra para que este infiel sea quemado. El príncipe aulló por el dolor que sentía su alma que ardía como la paja. Pero Ptol'a insuflaba de a poco su potencia y aliviaba a Metchaf de sus heridas.
- ¡Reconozco la presencia de Ptol'a! ¡Estamos de nuevo cara a cara!
La diosa habló por boca del príncipe.
- Sí pero esta vez tú va a perder. Tu amo no está entre nosotros.
Urakia y Kebek también gozaban de la protección de Ptol'a. La guardia real se quitó la lanza y se sirvió de esta contra el Solarian. Kebek recogió su arma y corrió.
“¡Ataquen a su ojo!” Cuchicheó Ptol'a a sus protegidos.
Así como guiadas, sus armas se dirigieron hacia su ojo. Por su parte Metchaf lo inmovilizó para que los golpes se dirigieran a un buen lugar.
- ¡Raaaah nooo! ¡! ¡Traidores! ¡! Voy...
No tuvo tiempo de acabar su frase. La lanza y la espada hendieron el cráneo de Solarian perforando su ojo. Inmediatamente, la criatura de Sol'ra estalló en una gavilla de luz que largo a todo el mundo al suelo. El resto fue fácil. Al mismo tiempo que el suelo se hendía de grietas anchas, la cúpula de cristal que retenía la arena del desierto cedió. Istaryam fue engullido bajo toneladas y toneladas de arena. Metchaf y sus acólitos intentaron salvarse, pero fueron cogidos en la trampa como ratas.
Se despertaron en el oasis cerca de la entrada de Istaryam. Tres personas los miraban. Eran reconocibles gracias a las estatuas del templo: Ptol'a, Naptys y Kapokèk. Y es Naptys quien tomó la palabra.
- Reciba la gratitud de los dioses y nuestro eterno reconocimiento. Usted abrió la vía de la renovación, sean ustedes los instrumentos para esta.
El Almirante.
Capítulo 1 - El Almirante
El Arc-Kadia tembló al despegar del borde del bosque Eltariano. Al la Triste miró hacia el horizonte mientras el barco se dirigía ahora hacia una marca en una de las numerosas Islas Blancas. Después de luchar contra un gigante y Palpegueuse, después de realizar muchas pruebas, llegó el momento para la tripulación de tomarse un merecido descanso. Con el retorno de Ojo de Gema, todo el mundo estaba presente y nunca había habido tantos piratas a bordo desde los tiempos de Gigante el Triste. Briscar fue, por lo tanto, relevado de la posición de segundo a favor de la Guemeliana del Aire, que estaba feliz de volver a bordo.
Al sustituyó a Bragan en el timón, siempre le había gustado ganarse en ese lugar. Con el cabello al viento, se dejó arrullar por el suave sonido de los motores. Todo pirata sueña con un tesoro y Al la Triste había recuperado al fin aquel del que había oído hablar desde su infancia: el tesoro del Capitán Hic del Titán. Estaba protegida de la necesidad por un largo tiempo. Había llegado el momento de seguir adelante y ya tenía una idea en la cabeza. La huida delante de la Dama Negra todavía le atravesaba la garganta. Para salvar su honor de pirata, debía ir en busca de su buque y combatirlo de nuevo. Pero esta vez, el Arc-Kadia y su tripulación estaban listos a hacer morder el polvo a Palpegueuse y sus secuaces.
Dos días más tarde, el barco arribó a las Islas Blancas con vista al oscuro vórtice que se había tragado al antiguo reino. El barco tomó rumbo norte para evitar los barcos de la flota de Bramamir y unirse a la ruta de los piratas.
- Capitán, ¿Podemos detenernos en el Diente de Tiburón? Preguntó Klemencia. Necesito conseguir algunas piezas.
- No desperdicies tu parte del botín niña. Respondió Al.
- Hay otras personas que quieren detenerse allí, intervino Ojo de Gema. Yo también necesito algunos cosas.
- Está bien, pero no permaneceremos mucho tiempo. Un par de horas y quiero a todo el mundo a bordo, ¿Lo entienden?
- Sí, capitán, exclamaron Ojo de Gema al unísono con Klemencia.
- Supongo que hay que reponer comida y aguardiente. ¡Que lo disfruten!
El Diente de Tiburón una vez fue una verdadera isla, rodeada por el océano. Su nombre proviene por la vaga forma de un roquerío que un pirata un poco ebrio vio como un gran diente de tiburón. También era una de las muchas islas bajo el yugo de la piratería. La peculiaridad de esta isla eran sus cuevas, antiguamente submarinas, que se habían convertido en el referente de muchos piratas. Una verdadera ciudad fue fundada bajo la isla en vez de estar por encima. El Arc-Kadia atracado en el muelle vertía su cuota de piratas febriles por gastar sus riquezas. Al la Triste, Bragan, Klemencia, Ojo de Gema y Ganchillo dejaron la nave custodiada por el resto de la tripulación. Ganchillo se sentía oprimido, como si hubiera una presencia inquietante, los demás también lo notaron pero en menor medida. El viejo pirata miraba de derecha a izquierda y vio al otro lado de la bahía un extraño barco.
- ¿Qué? Parece que... dijo con un ligero temor. ¿Será? ¡¡¡Noooo!!!
Ganchillo tomó del brazo a Al la Triste y le mostró la embarcación. El pirata miró mejor, pero no reconoció la embarcación.
- Vamos, dijo Ganchillo.
Al acercarse, vieron mejor el barco. Era más pequeño que el Arc-Kadia, y quedaron muy impresionados por su estilo antiguo. La madera era negra, vieja y estaba dañada. En la proa tenía una sirena que sostenía una espada rota hacia adelante. Sobre su costado una placa parcialmente oxidada daba el nombre de la nave: El Almirante. Bragan dio un paso atrás tomando a Al y a Ojo de Gema.
- ¡El Almirante! ¡El Almirante! ¡El almirante! ¡Será mejor salir de aquí rápidamente!
Al recordaba perfectamente la leyenda de El Almirante. Una vez fue el buque insignia de la flota de Bramamir en la época en que los barcos navegaban sobre el agua. Fue implicado en numerosas batallas por la gloria de su comandante en jefe. Desapareció después de una batalla contra los piratas del norte durante la guerra contra Nehant. Desde entonces, las leyendas dicen que ronda las proximidades de las Islas Blancas para capturar las almas de los marineros.
- ¡Qué no cunda el pánico, tranquilos!, dijo Ojo de Gema. Si El Almirante está aquí para tomar las almas de la gente, nosotros estamos igual que la gente de el Diente de Tiburón. Mira a tu alrededor.
El área del puerto estaba bastante animada, como de costumbre, aunque nadie se atrevía a acercarse a El Almirante además de la tripulación de Al la Triste.
- Al final sólo nos reímos, vayamos a hacer nuestras compras y partamos inmediatamente, cortó Al.
El pequeño grupo salió del puerto, Ganchillo estaba aún más paranoico de lo normal y Empleadillo miraba a su alrededor por si veía algún pirata fantasma. El pueblo no era muy grande y rápidamente llegaron al centro, era un lugar lleno de pilares que sostenían las tablas que formaban el suelo. En todo este lugar rectangular la gente entraba y salía de numerosas casitas hechas de retazos. La atención de nuestros aventureros fue atraída por una multitud delante de una de las casas. A la vista de un cartel que representa una bombona con la cabeza al revés, dedujeron que se trataba de una taberna.
- ¿Tú lo has visto? Le preguntó un transeúnte a otro. ¿Eh?
Al la Triste fue a ver de qué se trataba. Al estar allí cedió a la curiosidad. Dada su alta estatura, empujo a los espectadores para hacerse camino hacia la puerta. El interior estaba completamente vacío, sólo el tabernero estaba tratando de “limpiar” jarros como de costumbre. Cuando se dio cuenta de la presencia del grupo, se sintió muy aliviado.
- ¡Ah, entren! ¡Entren! dijo con voz trémula. Siéntense... donde deseen.
Pero los piratas no lo escuchaban, su atención se centraba en la presencia que había en el fondo de la sala. Ganchillo abrió los ojos y retrocedió un paso, al igual que Bragan. Al la Triste, al contrario, se adelantó para ver mejor, seguida por Ojo de Gema y Empleadillo. Lo que estaba allí tenía que ser un hombre del pasado, pero sólo era un esqueleto que llevaba un sombrero pirata muy viejo. Sus órbitas vacías sondeaban las almas de los vivos.
- El Comandante de El Almirante supongo, dijo Al la Triste. El esqueleto se puso de pie, puso sus manos huesudas sobre la mesa y luego se acercó a ella. A continuación tomó su mano de metal y la besó.
- Señora, se lo ruego, siéntese a mi mesa y acepte beber en mi compañía.
- Con mucho gusto, dijo, tirando de una silla.
El tabernero apenas se atrevió a servirle a Al. Puso con una velocidad increíble vasos y alcohol.
- Ésta va por la casa, dijo huyendo hacia su mostrador.
El esqueleto mordió el corcho y lo arrancó de la botella, luego sirvió a su invitada con generosidad.
- Entonces Comandante ¿Qué hace aquí? ¿Asusta a los vivos?
- Oh, vamos, llámeme Jon. Se equivoca, yo no vine a asustar a los vivos, vine en busca de ayuda. Pero parece que el miedo es demasiado fuerte. Por lo que, realmente sólo me interesa una persona: ¡Usted!
- Ayuda ¿Para hacer qué? Dijo antes de comprender que había venido a buscarla.
- ¡Para proteger un lugar conocido por todos, yo soy el guardián del cementerio pirata!
Todo buen pirata había oído hablar de este lugar, fruto de numerosas leyendas y fantasías. Cuando un buque o un viejo capitán debían poner fin a su vida, se iba en busca de una isla, el cementerio. Se dice que numerosos restos se encuentran allí, así como tesoros fabulosos. Muchos buscaron este cementerio sin encontrarlo. Los curiosos y el resto de la actual tripulación comentaban sobre el intercambio entre ambos capitanes.
- ¿El Guardián? Explíquese. Y ¿por qué yo? - Es una larga historia que me encantaría contarle a bordo. Pero para hacerlo más corto sepa que el gobierno de Bramamir decidió que era hora de actuar. No sé por cual azar se las han arreglado para obtener la ubicación exacta del cementerio, ahora están en camino. Su padre está velando por usted, fue él quien me dijo que viniera aquí. Que aquí la encontraría. Jon había tocado una fibra sensible.
- ¿Mi padre? Dijo ella, emocionada. ¿Todavía está vivo?
- No, querida, por supuesto que no. No tengas falsas esperanzas, pero a través de la muerte él cuida de usted.
- Pero no entiendo, si usted es el Comandante de El Almirante, ¿Para qué me necesita?
- Yo no puedo hacer frente a toda la flota de Bramamir, la necesito a usted y al Arc-Kadia. Acepte y será recompensada justamente.
- Ya tengo todas las riquezas que quiero.
- La recompensa que tengo que ofrecer es mucho más hermosa que cualquier tesoro. ¿Qué hay de tener la oportunidad de ver nuevamente a su padre?
Al la Triste se echó a reír, luego escupió en su mano antes de tendérsela a Jon.
- Es un trato, dijo.
Detrás de ella, la gente no lo podía creer, La famosa Al la Triste acababa de pactar con el comandante de El Almirante...
Capítulo 2: El cementerio pirata.
El Almirante y el Arc-Kadia abandonaron rápidamente el Diente de Tiburón. La tripulación tuvo el tiempo justo para cargar las provisiones del barco y objetos para sus usos personales. De hecho, el cementerio no estaba lejos, pero nadie lo podía encontrar, porque estaba oculto en una isla muy grande. Pero gracias a Jon, pudieron acceder al mítico cementerio pirata. Era una cueva medio llena de barcos hundidos, rotos, como restos de antiguos naufragios. El número era colosal, Por lo menos una treintena de buques habían acabado aquí. Todo estaba iluminado por una multitud de lámparas de tormenta colocadas por todas partes. Este espectáculo llenó de emoción a la tripulación. Al la Triste era la más preocupada. Aquí quedarían atrapados como ratas. Jon trajo a El Almirante junto al casco del Arc-Kadia para establecer un plan de batalla.
- No te preocupes, estamos en una posición fuerte. Sus barcos no pueden pasar más de uno a la vez. Nunca llegarán hasta aquí, aseguró el Comandante. El Almirante es un excelente espoloneador y su barco está provisto de cañones excepcionales. ¡Haga hablar la pólvora, yo los hare gritar con El Almirante!
- ¿Cuántos serán?
- Con arrogancia serán una docena. Con prudencia serán veinte.
- Son muchos.
- Entonces, apuesto por diez.
- ¡No sé por qué me metí en este lío, pero bueno, incluso si voy a morir tengo que hacerlo con estilo! Dijo, dirigiéndose al timón. ¡Zafarrancho de combate!
En ese momento, toda la tripulación se ordenó. Bragan, Mylad y Lorus se prepararon para tostar a sus enemigos. Klemencia realizaba algunos ajustes a Tuerka y a Hic-kar. El equipo de asalto estaba listo. Armada estaba feliz por adelantado por utilizar sus últimos inventos. Ojo de Gema gritaba órdenes a cada momento. Era como si alguien hubiese pateado un hormiguero. Por su parte, Jon estaba listo, era el único ocupante de El Almirante, que le respondía como si el barco estuviera vivo.
El primer barco apareció por la desembocadura de la cueva. El almirante se precipitó con gran velocidad sin dejar ninguna posibilidad al Cáscara de Nuez, un barco mucho más pequeño que él. Lo partió en dos como un cuchillo en un trozo de mantequilla. Un segundo buque más grueso aprovechó la oportunidad para pasar por la derecha justo después del primero. "Un explorador, haciendo de señuelo. Han penetrado nuestra defensa... a los motores".
- Adelante, ordenó, ¡preparen los cañones!
El Arc-Kadia enfiló y se puso detrás de la nave enemiga.
- ¡Apunten a los motores! FUEGOOOO!
Los cañones escupieron fuego y metal, haciendo añicos la maquinaria del buque enemigo. Sin propulsión, este último se fue de punta estrellándose con otros restos. Por su parte, El Almirante salió a espolonear a otro buque que seguía a sus predecesores. Era un buque de guerra de más o menos el mismo tamaño que El Almirante. Jon se contentó con atacar la parte posterior para romper el timón. Su antigua nave se clavó en el barco enemigo, alcanzando su objetivo. En ese momento apareció una verdadera amenaza. Llegó por la entrada de la cueva un enorme galeón negro con la bandera roja pintada con el símbolo de Nehant. El almirante se encontró en problemas al ser embestido por este gigante. Briscar que analizó la batalla corrió a toda velocidad para unirse a Al la Triste.
- ¡Capitán! ¡Es la Dama Negra!
- ¿Qué?
Ella cogió el telescopio de las manos del pirata.
- ¡Eso es! ¡Esta vez no te perderemos!
El barco negro todavía tenía huellas de su último enfrentamiento, Palpegueuse no se había molestado siquiera en reparar su nave. Al encontraba esto escandaloso e indigno de un pirata. Ella condujo el Arc-Kadia cerca de la Dama Negra. Esta vez, fue Al quien dirigió el asalto.
- ¡Al abordaje!, gritó. ¡Armada! ¡BOMBAS!
La joven, atrapada en su locura, lanzó sus creaciones explosivas sobre la cubierta enemiga, los daños fueron considerables. La tripulación de la Dama Negra se dividió entre quienes defendían el buque y las personas que intentaban la incursión al Arc-Kadia.
Klemencia soltó babores y estribores mientras que Tuerka y Hic-kar defendían el puente. Ninguno de sus oponentes pudo pasar esta defensa perfecta. Incluso Al tomó parte en el combate. Después de haber cortado a varios enemigos y haber abordado la Dama Negra buscó con la mirada al que había planeado todo, Palpegueuse. El horrible capitán de la Dama Negra exhortó a todos a hacer frente a Al. Un combate determinante se produjo. Palpegueuse era un hombre formidable y muy macizo, con el pelo sucio y una larga barba negra aceitosa. Su mirada era la de un loco, lo que le daba un aspecto impresionante.
- AAAAHHH la hija de Gigante, un trofeo que adornará mi camarote por las noches. Dijo escupiendo.
- Pelea en lugar de hablar, respondió Al con hostilidad.
Ella luchó con dos pistocuchillos usando en exceso el poder de su brazo mecánico. Pero Palpegueuse era un pirata formidable que había matado a muchos hombres. Ninguno de ellos parecía tener la ventaja. Cerca de ahí Ganchillo asestaba grandes golpes de sable cuando su brazo decidió actuar por sí sólo. Tirado por una fuerza invisible, su brazo le arrastró hasta Al la Triste agarrándola por el cabello y moviéndola en todas direcciones. La joven, sorprendida fue herida por un golpe de espada. Observó entonces un aura negra alrededor de su oponente, ¡Palpegueuse parecía haber cambiado!
- ¡Eso está bien! Dijo con una voz distorsionada. ¡Usted ya comprendió que no soy Palpegueuse el célebre pirata, soy Muertelame, servidora de Nehant!
El regocijo del demonio no duró mucho tiempo, Jon había abandonado El Almirante y cortó el brazo de Ganchillo, liberando a Al la Triste. Tomando ventaja de la sorpresa, Al usó la máxima presión de su brazo mecánico y hundió su espada de un golpe en Muertelame.
- ¡Toma esto! Dijo ella, tirando de la espada.
La cabeza del pirata explotó como una calabaza.
Durante el enfrentamiento, una mujer joven había aprovechado el caos para colarse en la bodega de la Dama Negra. Lo que encontró le hizo estremecerse. Los cadáveres de piratas y otros más cubrían el suelo. Era demasiado para ella, puso las cargas en lugares estratégicos y se fue corriendo.
- ¡REGRESEN A BORDO DEL ARC-KADIA, TODOS A BORDO! - Gritó Armada.
Al la Triste se apoyó en Ganchillo y los últimos miembros de su tripulación subieron justo a tiempo. El Arc-Kadia se alejó mientras que la Dama Negra y El Almirante estallaban en una lluvia de humo negro y llamas verdes. La tripulación en mal estado acaba de ganar una batalla de la que se hablaría durante años.
Juicio y Castigo.
Capítulo 1: Juicio
¿Cómo llegué aquí? A veces me pregunto por qué mi destino es tan atroz. Parece que la muerte será mi premio, que ella misma me tomó por compañero, al que niega su dulce beso. Cometí mi primer asesinato cuando nací, tomando la vida de mi madre. Se fue al mismo tiempo que daba mi primer llanto. A continuación, a mis siete años, fue mi hermano mayor quien murió por mi culpa. Y huí de un padre loco de rabia, dejándolo solo y sin familia. En mi camino me encontré con una banda de gente loca y afectuosa, que me quería a mí, hay que decir que tengo habilidad con una daga en la mano. Pusieron su confianza en mis manos. Pero no tomé en serio mi papel y fallé, manipulado por la oscuridad, consumido por mis dudas y mi maldición. Serví a la muerte, incluso mejor de lo que había estado haciéndolo, maté ciegamente a gente que no conocía. Por último la oscuridad me rechazó, pensando abandonarme a un destino peor que la muerte, pero sobreviví... aun ahora. Mi nombre es Telendar, espero que la muerte me deje pasar al otro lado para expiar mis pecados. Espero mi hora, aquí en una celda de la prisión de Noz'Dingard. No hay duda, de que los dracónicos pondrán fin a mi locura.
La gran puerta de madera que conducía a las celdas rechinó cuando el guardia la abrió, dejando entrar un rayo de luz que iluminó al ex jefe de los Zil. Zahal entró primero con la espada en la mano, su apariencia severa contrastaba con su habitual humor. ¿Era necesario volver a enfrentarse a sus propios fracasos? El Profeta había insistido en que el Caballero Dragón asistiera al interrogatorio de Telendar. Detrás de él la Pitonisa le pisaba los talones. La joven no llevaba el velo tradicional de su orden. Su rostro no expresaba nada, sólo sus ojos la traicionaban y manifestaban su renuencia a venir aquí y acabar su trabajo.
El carcelero se apresuró en abrir la puerta de barrotes de la celda del prisionero más importante en aquel momento. Telendar les dio la espalda, no tenía nada que decirles. Este gesto fue muy mal recibido por Zahal, aunque sin duda esperaba una reacción así a su presencia, pero no dejó de despertar su ira. Le dio una rápida patada al preso y una vez que tuvo su espalda en el suelo, le apuntó con su espada con aire furioso.
- ¡Tenemos suficiente de ti! ¡Dame una razón y te entierro mi espada en la garganta!
Telendar se mostró sorprendido por tanto odio, pero se recuperó rápidamente.
- ¿Qué esperas? ¡Hazlo entonces! Replicó, esperando el gesto salvador.
La Pitonisa puso su mano sobre la del Caballero, reteniendo su movimiento.
- Comprendo sus sentimientos Zahal, pero matarlo le haría un gran favor y no vinimos aquí para eso.
Delante de los grandes ojos de rasgados y la dulzura de la cara del oráculo de Draconia, el Caballero se calmó y levantó su pie, liberación a Telendar. Este último dio un repentino paso atrás y se frotó el pecho para hacer que se fuera el dolor.
- ¿Por qué están hay entonces? Preguntó.
- Vengo a interrogarle acerca de sus acciones, dijo la Pitonisa con el rostro congelado. Por supuesto, no espero que usted hable, creo que toda la información y sus conocimientos han sido borrados. Ahora tendremos que ir más lejos.
¿Qué quiere decir con ir más lejos? Telendar lo supo inmediatamente.
La Pitonisa tomó su rostro entre sus manos y sumergió su mirada en la de él, rompiendo la voluntad de su mente. El Oráculo escarbaba, estaba buscando algo específico. Por último, allí estaba, el miedo suficiente como para borrar la voluntad del joven y sacar fuera todo lo que ocultaba. La apariencia de la Pitonisa cambió ligeramente, sus características se volvieron más reptilianas, sus ojos se separaron como los de una serpiente. El miedo se apoderó del joven y se hundió en una especie de catatonia, y luego todo se reveló. Zahal observaba el intercambio con cuidado, listo para atacar al menor gesto incongruente.
- Aquí está la falla que utilizó nuestro adversario para someterte, dijo la Pitonisa en voz alta. Finalmente tendremos una visión clara de lo que le sucedió a usted y concluiremos esta historia.
Efectivamente, la Pitonisa ahora tenía una visión clara de la vida de Telendar, vio los buenos momentos como los peores. Ella se centró en el año pasado, cuando el joven se encontraba bajo el control de los Nehantistas. Aunque los recuerdos de su esclavitud, se desvanecían durante el día, para ella todo seguía ahí intacto. Telendar había matado a muchos opositores sin jamás poder hacer nada. Pero lo más importante eran los lugares y las personas encontradas en compañía de los Nehantistas responsable de todo esto. Había muchas imágenes, sonidos y sensaciones. La Pitonisa pasó mucho tiempo para poner esto en orden.
- Claro es que Dimizar está detrás de los asesinatos y la decisión del Consejo. Ahora que sé esto va a cambiar el trato.
La Pitonisa dejó de cavar en la cabeza del prisionero, cuando sintió una presencia difusa dentro de la celda, no era Telendar ni Zahal, era otra cosa. No supo por qué pero tuvo un sobresalto y dejó al joven.
- ¿Cómo está? Preguntó Zahal.
La presencia había desaparecido, la Pitonisa no se preocupó más.
- Tengo lo que quería, ahora su futuro está en las manos del Profeta.
Telendar, postrado en un rincón, se tomó la cabeza dejando escapar algunas lágrimas.
A la mañana siguiente, Noz'Dingard estaba agitada. Aunque el acontecimiento del día pasaba a puertas cerradas, una parte de la población se había congregado frente al palacio donde Telendar sería juzgado. Para el común de la gente la culpabilidad del ex-Zil no cabía en duda, sin embargo, el caso era mucho más complejo. El servicio de orden de la ciudad tenía mucho trabajo que hacer y las Guerreras-Mágicas habían acudido a complementar la guardia. Personas que por lo general eran muy disciplinadas gritaban: "muerte al asesino", "que lo cuelguen" o "debe hacerse justicia". En el interior, el futuro del joven, se jugaba ante una audiencia de dignatarios Enviados de Noz'Dingard que asistió a escuchar la sentencia que daría Kounok. Anryena estuvo presente como líder del Compendio y la Academia de Magia y como madre del difunto Profeta. También estaba el Maestro-Mago Marzhin, su hijo Pilkim, Aerouant, Marlok, Zahal, Valentín, Alishk, Eglantyna, Moira y finalmente la Pitonisa que había querido asistir al juicio.
La mayoría de estas personas había vivido los acontecimientos que condujeron al asesinato del Profeta. Cada uno dio su testimonio siendo estos testimonios cada vez más importantes. Una hora más tarde y después de muchas explicaciones, la Pitonisa intervino para poner fin a la discusión. Avanzó hasta el centro de la sala para que todos pudieran verla.
- Nuestro enemigo en su arrogancia piensa que está escondido en su mansión. Pero cometió el error de darnos lo que queríamos, una persona que lo vio de cerca y que actuó para él. Es un hecho de que acabó con la vida del Profeta, pero ¿Telendar es el responsable? Como parte de los Combatientes de Zil su voluntad se hizo la del enemigo. El que debería estar en el sitio de Telendar tiene un nombre: ¡Dimizar! No nos dejemos cegar por la ira y el odio contra alguien que sólo ha sido una herramienta, un arma en la mano del Nehantista.
Ante la asistencia, Aerouant se debatía entre varios sentimientos. Tenía ante sí al asesino de su padre, pero este no era al que tenía que castigar sino al vil corruptor. Anryena lo percibía, la muerte de su hijo se vengaría el día en que Dimizar pereciera. El alboroto se instaló rápidamente, pero todos los Enviados estuvieron de acuerdo: el Profeta había muerto a causa de los Nehantistas. Kounok se levantó de su asiento y tomó el lugar de la Pitonisa en el centro de la habitación, se colocó frente a Telendar y se arrodilló ante él.
- Usted no es responsable por el asesinato del Profeta. Sin embargo, según las leyes del Consejo de los Gremios usted como líder del Gremio de los Combatientes de Zil debía proteger a las personas bajo su mando del poder de los Nehantistas.
Esta regla efectivamente era parte de las leyes del Consejo de los Gremios, pero nadie realmente la aplicaba porque no se había identificado actividad Nehantista por más de veinte años.
- Siendo capaz para juzgar en nombre del Consejo de los Gremios, se le condena a pasar el resto de su vida reparando sus errores. Bajo nuestra supervisión y la del Consejo usted ayudará en la lucha contra el Nehantista llamado Dimizar. Esta será su única razón para vivir. Una vez cumplido esto, será libre.
¡Una sentencia mágica! Esta resultó ser rara pero importante para los Enviados de Noz'Dingard porque significaba que Telendar sólo encontraría el descanso una vez que lograra el objetivo. Esto le dejaba una oportunidad de sobresalir y resolver este asunto lo antes posible.
- Volverá a su celda hasta que el Compendio está listo para implementar su castigo.
Kounok regresó a su asiento y se enfrentó a la asamblea.
- En nombre de Dragón declaro este caso cerrado. ¡Guardias! Llévenselo.
Zahal, Eglantyna y Moira lo escoltaron a la cárcel para evitar cualquier enfrentamiento con la población.
En la gran sala del Palacio de Noz'Dingard, mientras Kounok conversaba con Marzhin, Dragón se apareció en forma humana muy cerca de ellos. El Maestro-Mago se arrodilló en señal de reverencia.
- Vamos Maestro-Mago, por favor, póngase de pie.
- ¿Quiere que me vaya? Preguntó Marzhin.
- No, lo que tengo que decir le concierne. He recibido noticias muy importantes. La expedición regresó de Los Confines y con ella el Comepiedras.
- Buenas noticias, dijo Kounok.
- Sí, y es necesario que algunos Enviados vayan al lugar, añadió Dragón.
- Así se hará, aseguró Kounok.
- En cuanto a la otra noticia, deriva de la acción del Señor Galmara. Un portal se ha abierto entre este mundo y el de los espíritus de los muertos. Arkalon de Arpienne, derribado durante la guerra contra el Imperio de Xzia aprovechó la oportunidad para volver a unirse a nosotros; de paso, los Kotoba se pusieron en marcha para poner fin a la presencia de los Solarian en la Tumba de los Ancestros. Yo hubiera preferido que nos pidieran participar, pero finalmente no fue el deseo del Emperador. El regreso de Arkalon es determinante, todo se apresura. Ahora y por el momento coexisten cuatro Caballeros Dragón. Ellos guiarán a los ejércitos de Draconia hacia grandes batallas. Arkalon debe volver a nosotros y desempeñar su papel. Debemos prepararnos, Profeta, porque todo esto llegará en un futuro próximo. Dragón dio vuelta su cabeza hacia Marzhin.
- Tengo una tarea muy importante que confiarle Maestro-Mago, tendrá que trabajar con su hijo.
- Estamos a su servicio, Dra...
No tuvo tiempo de terminar su frase, Dragón le tocó el hombro y ambos desaparecieron al instante.
Capítulo 2: Castigo
La niña esperó durante horas delante de esta inmensa piedra azul. Estaba aburrida y mataba el tiempo como podía. Afortunadamente el jardín que bordeaba el palacio era una bendición en esa estación del año. Además de las miles de flores que estaban allí, también era un lugar de calma y serenidad. La niña que estaba cansada de esperar empezó a explorar los alrededores. Ella vino desde el fin de Draconia sólo para tener la oportunidad de estar aquí. Se maravilló delante de las estatuas de los héroes del pasado y del gran estanque donde peces de formas exóticas vivían en paz. Se sentó en el borde del estanque con la cabeza llena de sueños y esperanza. ¿Cuál era la razón de su llegada? Ella no lo sabía, tampoco le importaba. Un ruido la sacó de su sopor, una pequeña criatura apareció de un arbusto.
- ¡Un dragón! Exclamó ¡Excelente!
En realidad todas las características atribuidas por las leyendas a los dragones estaban reunidas delante de ella: piel escamosa, mirada de reptil, un par de alas y ojos rasgados. Sólo un poco más grande que un cachorro el dragón se acercó a Ardrakar sin tener miedo. Se frotó contra ella reclamando caricias, las que ella le ofreció con alegría.
- Eres muy lindo, yo soy Ardrakar ¿Y tú?
- Su nombre es Kounok, contestó una persona que se acercaba. Desde la entrada del jardín dos personas venían. Había dos hombres, uno parecía un mago, que llevaba gafas pequeñas, pelo largo de color azul grisáceo, aunque su postura era simple, su traje era notable por su hombrera de cristal con la cabeza de un Dragón. El segundo era más grande y claramente enfocado a las artes de la guerra destacando su armadura y su espada. Su particularidad física se encontraba en su cabellera completamente blanca a pesar de tener una edad relativamente joven.
- ¿Eso es todo? Dijo el segundo con un toque de decepción. Es endeble.
Pero el profeta no escuchaba, estaba fascinado por la rápida relación establecida entre Ardrakar y Kounok.
- No hay ninguna duda de eso mi amigo, dijo finalmente.
El mago se puso en cuclillas frente a Kounok y a Ardrakar.
- Veo que conociste a Kounok, yo soy el Profeta. ¿Sabes quién es el Profeta, no es así?
La niña asintió con la cabeza mientras tomaba un aire tímido.
- En cuanto él, es el Caballero Dragón Arkalon, que va a necesitar a alguien para ayudarle, a cambio él te protegerá y te hará instruirá. Entonces ella se levantó ágilmente, sosteniendo en sus brazos al pequeño dragón.
- ¿Tendré una armadura y una espada también? preguntó ella mirando a Arkalon.
El Caballero Dragón se le acercó y puso su enorme mano sobre la cabeza de la niña.
- Si eres digna de eso, sí; Pero antes de eso vamos a empezar por darte un nuevo hogar y una buena educación.
Ardrakar a continuación, se despertó con una extraña sensación. ¿Por qué había soñado con este pasaje de su anterior vida? Los sentimientos la afectaban menos desde su paso al bando Nehantista. Esto no era tristeza, no, más bien como un mal presentimiento, como una impresión funesta, incluso un malestar. Sentía una presencia vaga, algo terriblemente familiar pero a la vez tan lejana. Esa mañana se quedó lejos de los otros, pensando, tratando de entender estos sentimientos. Ella había puesto en un armario estos sentimientos tan humanos que veía como una debilidad. Al comenzar la tarde, salió de la mansión de Zejabel sin decírselo a nadie. Comenzó a caminar sin saber a dónde ir de verdad. El tiempo pasó sin que ella se diera cuenta, incluso cruzó la frontera de Draconia. Y aún así sus sentimientos...
La noche estaba muy avanzada cuando llegó a un lugar conocido por ella.
- La Tumba de Ehxien... ¿Caminé hasta aquí? ¿Cuántos días han pasado?
Una ligera niebla exacerba la mística del lugar. La tumba del fundador y primer Caballero Dragón de Noz'Dingard era sagrada para la orden de la que una vez formó parte. Lentamente avanzó, llegando finalmente al monumento dedicado al héroe del pasado. Una estatua de cristal azul fue construida sobre un promontorio al corazón del cual yacían los restos de Ehxien. Se quedó congelada en la entrada, los recuerdos resurgían, recordándole sus orígenes.
- ¡Honor!
La palabra resonó como un eco en su cabeza. Ella se volvió e hizo frente a una persona que se encontraba allí. Era Arkalon de Arpienne quien llevaba su armadura de Caballero Dragón, su rostro era delgado y por lo demás, era un fantasma. Ardrakar se asustó cuando se dio cuenta. Arkalon sujetaba un arma pero se mantuvo inmóvil. Ella reconoció de inmediato el arma, Azur, la espada que llevó en otro tiempo.
- ¡Devoción! ¡Lealtad! ¡El pragmatismo! ¿Recuerdas tu juramento Ardrakar?
La entonación no dejó ninguna duda en cuanto a el nerviosismo y la ira de Arkalon.
- ¿Cómo has llegado ahí? Tú que eras mi orgullo y mi alegría.
Hizo una breve pausa y prosiguió.
- Volví de la muerte por ti, vengo a sellar tu destino.
Ardrakar no respondió, ella que trataba con los demonios y horrores de los Nehantistas, estar frente a esta única persona era capaz de asustarla. Ella conocía muy bien a su antiguo maestro, lo había visto pelear con coraje a los combatientes del Imperio de Xzia. El destino quiso que no quedara aquí entre los antiguos Caballeros Dragón. Pero, ¿Qué quería exactamente su muerte? Instintivamente, llamó a su espada, Quimera Negra. Arkalon con su mirada vacía de vida, miró la espada confiada por Nehant. Ella tomó fuerzas de flaqueza y respondió.
- No sabes nada de lo que he experimentado Arkalon.
- Sé que fuiste débil, que creíste controlar a Quimera, pero su poder te volvió loca.
- No es cierto, es ella quien me desvió del camino, pero no me arrepiento de nada, mira hoy, estoy mucho más poderoso que tú.
- ¡Te miro y no veo nada más que una imitación! -Exclamó con rabia el Caballero.
En eso Arkalon plantó a Azur en el suelo, luego un amplio movimiento apareció la verdadera Quimera en su mano. Ardrakar estaba aterrorizada de estar nuevamente en presencia de la espada. A medida que se mezclaban tantos sentimientos contradictorios sintió estar en una paradoja. ¿Qué esperaba Arkalon para castigarla por sus acciones? ¿Acaso ella debía poner fin a la discusión? En eso pensaba cuando se fue de frente a atacar a Arkalon. La batalla estuvo acompañada por el choque de las Quimeras. Durante el combate ya no eran los antiguos compañeros de armas que luchaban, sino una oposición entre Nehant y Dragón. La violencia de los golpes producidos por los cristales que se entrechocaban, eran como gritos agudos a través de la noche. Ardrakar acudió a sus poderes de Guemeliana de Nehant, mientras que Arkalon contaba con el estrecho lazo que tenía con Dragón. El viejo maestro quedó impresionado por la destreza de Ardrakar, estaba a la vez feliz de verla con tanto potencial y triste por lo que había llegado a ser. Por desgracia Ardrakar no estaba a la altura, la verdadera Quimera sobrepasaba ampliamente a su alter ego Nehantista. En un elaborado paso, Arkalon desarmó a su oponente y le asestó un golpe que la lanzó lejos, inconsciente.
Quimera, satisfecha con el giro de los acontecimientos regresó junto a Kounok. Arkalon a continuación, se arrodilló junto a Ardrakar, luego con un gesto cariñoso, le acarició la mejilla.
- Yo te considero mi hija. Asó como un padre que vela por su hijo, no puedo dejarte en manos de Nehantistas.
Dicho esto, sacó de una bolsa de terciopelo una piedra azul con manchas negras y la puso en la mano de Ardrakar.
- Dragón me pidió que te diera esto. Te cambio la copia de Quimera por Azur. Ahora depende de ti probar que eres fuerte, hay que morir para renacer.
Arkalon le dio un beso en la mejilla a Ardrakar antes de dejarla allí. Salió después de mucho tiempo con un impresionante dolor de cabeza. Ella se sentó y se dio cuenta que la piedra en su mano emitía un calor suave. Era su antigua Piedra-Corazón, que la había ligado una vez con Dragón antes de obtener de la mano de Nehant una nueva piedra. En ese momento ella se vino abajo. Apretó las piernas contra su pecho y dejó escapar algunas lágrimas negras. Delante de ella Azur brillaba intensamente, como si esperara que Ardrakar la blandiera nuevamente. La tentación era fuerte, recordó los momentos que pasó con Arkalon, el hombre la había entrenado durante casi una década antes de la guerra que le quitó la vida. Todavía tenía la oportunidad de volver atrás y probar que en realidad era una Caballero-Dragón. Se levantó lentamente y sin poder evitarlo llamó a Quimera Negro, pero esta no llegó. Otra razón para Ardrakar de elegir a Azur. Apretó el mango de la espada y la sacó de la tierra. La espada era mucho más ligera que la Quimera de Nehant cuya magia negativa era agresiva. Azur, en cambio, era un placer de manejar, más ligera y delgada. Se quedó allí, pensando sobre su condición y su futuro. En caso de continuar siguiendo a Nehant, del cual fue amante hace mucho tiempo, pero ahora él prefería a Sombrosa. Había llegado el momento de la introspección, así dejó este lugar sagrado con el corazón congelado.
Disidencia
Capítulo 1 El lazo invisible.
-Ya esta hecho. La semilla de la duda lentamente crece pero seguramente, será uno de nuestros mejores aliados. Ahora, mi hijo, ya es hora de desempeñar tu papel y protegerlo.
Anryéna observaba a su hijo más joven, Exhien, que jugaba en los jardines del palacio. Kounok parecía afectado por las palabras de su madre, pero dudaba.
- Madre, siento de nuevo el lazo. Voy dejarle el mando durante mi ausencia.
- Ya estoy acostumbrada, tranquilízate, La Draconia esta en buenas manos, indicó Anryéna levantándose del banco sobre el cual estaban.
- No lo dudo, pero no he dejado Noz'Dingard desde que me convertí en Profeta, dijo con un dejo de culpabilidad.
- Función que cumples a las mil maravillas. Sé que piensas no estar a la altura de tu hermano, pero ustedes son muy diferentes, con métodos diferentes y resultados diferentes. Ser Profeta es también devolver al Dragón los seres que se alejaron de su vía. Va a necesitarte.
Como respuesta Kounok se levantó y besó a Anryéna en la mejilla.
-Espero no estar ausente mucho tiempo.
Anryéna miró a Kounok irse con los ojos de una madre a su niño.
- Aún alejas a uno de mis niños, padre, nuestros adversarios son tantos guerreros peligrosos como magos corruptores. No soportaría perderle, dijo en voz alta.
-¡Pesimista! Tiene que temer más los Néhantistas que se enfrenten a la furia de Quimera y de Profeta que al revés. Bramo la voz de Dragón.
- Vale más irse de pesimista y sorprenderse que tener un exceso de confianza y caerse de las nubes. ¿Dónde está?
-Como lo esperaba, ella va hacia otra persona para aportarle respuestas. Pero su progresión es lenta, se reunirá con Kounok a tiempo.
Anryéna pareció entonces inquieta.
- Ven mi querido, dijo tendiéndole la mano a Exhien que lo cogió tan seguramente como si se la hubiese tendido una azucarera.
- Yo estoy con él, mi hijo, no olvides eso.
Cada paso que daba era un reflejo, un peso en cada bandeja de un equilibrio que determinaría su lealtad. El juego de pros y contras daba vuelta en su cabeza sin que uno pudiera sobreponerse al otro.Había dejado a Azur lejos de ella antes de arrepentirse y volver a buscarla. La piedra en su frente le recordaba el juramento que seguía desde varias decenas de años, pero la piedra que tenía firmemente en su mano desde el enfrentamiento contra su antiguo dueño Arkalon la tiraba en la otra dirección, hacia Dragón. ¿Que hacer? Dilema cruel, odiosa división que no deseaba más vivir. Sin embargo, inexorablemente persiguió su carrera hacia un destino preciso sin darse cuenta que no decidía nada. Fue llamada por una fuerza que la sobrepasaba, Néhant. Este viaje estuvo para ella una introspección y una sucesión de cuestionamientos.Néhant, desde su prisión de cristal no le gustaba esta duda, ya que hizo un llamamiento al hombre que se había incorporado recientemente, su fiel teniente Amidaraxar. Es él quien, gracias a sus poderes atraía a la única caballero Néhant que existía, firmemente decidida a no permitir la posesión de su amo.
El sol se escondía detrás del horizonte. Kounok dejó apacentar su montura para tomarse una noche bien merecida de descanso. Sentado cerca de un fuego él miraba el corazón que latía a lo lejos. Veía el espesor de la bruma de los Confines que escondía la prisión de Néhant, una reflexión le vino " ¿Cuándo la Draconia acabara con ese furúnculo purulento?". Para Profeta esta prisión era una mancha de tinta sobre un pergamino virgen. ¿Su viaje en busca de Ardrakar lo llevaría a eliminar a Néhant para siempre? Mañana encontraría aquella por la cual arriesgaba tanto. Se acordó del principio del entrenamiento cuando era niño, no fallaba ninguna ocasión de estar en presencia de la futura sustituta de Arkalon. El lazo se reforzaba, era perfectamente consciente de eso. Esto le recordó también el tiempo bendito cuando bajo su forma de dragón era libre de volar y jugar con su compañera de aventuras. Jamás había comprendido por qué este lazo, que se había creado entre ellos desde su encuentro, existía. ¿Era ese el poder de un amor no confesado? ¿O una ayuda de Dragón para que Kounok se sintiera menos apartado de la gente a la que no se le parecía?
En el centro de la bruma de los Confines, la prisión de Néhant raramente había conocido tanta animación desde el fin de la guerra. Néhantistas preparaban concienzudamente la liberación de su mentor. La magia que lo encerraba se debilitaba, pero allí ni siquiera Amidaraxar lograba penetrar los secretos del poderoso ritual hecho por Eredan. A pesar de eso Néhant podía hacer una manifestación mágica de la gema en la cual estaba, consagrándole más realidad a su presencia. Una decena de esclavos trabajaban días y noches para mejorar la comodidad del lugar, habían erigido un trono esculpido en la roca roja de los alrededores. Sombrosa pasaba a la inmensa mayoría de su tiempo vigilando el lugar con el fin de que nadie percibiera su pequeño juego.
Néhant, bien en alto sobre su trono, rabiaba.
-¡¿Cómo se atreve a tener uno duda?! ¡¿Cómo puede escapar de mi magia?!Gritó.
Amidaraxar, rodilla en tierra, mirando hacia el suelo respondió.
- Encerrado en esta prisión su influencia es menos fuerte amo. Déjeme arreglar esto.
No veían el rostro de Néhant, escondido en una capucha ancha y negra, pero no había duda que en ese momento se congelo en reflexión. Sombrosa había tomado el lugar de Ardrakar cerca de Néhant, que era su antigua amante por razones prácticas: su talento increíble en el combate. Pero no podía dejar tal elemento volver al regazo de Dragón. También la decisión fue radical.
-Hazlo pues, quítame este problema.
Le ordenó a uno de los humanos presentes que lo siguiera en la bruma de los Confines. Lejos, la noche caía lentamente. El Néhantista se arrodillo ante él al hombre bajo su control y a continuación conjuró un libro de hechizos grande en sus manos. A medida que conjuraba, un círculo se dibujó alrededor de ellos y un halo de luz roja sombrío se formó alrededor del hombre que se echó a aullar con dolor. Su cuerpo cambió para volverse enorme, más grande que cualquier humano. Su forma era la de un demonio de la talla de dos hombres del cual se libraba un calor increíble.
- ¿Quién llama a Infernal? Dijo una extraña voz.
- Siempre dices la misma frase cuando se te invoca, podrías variar un poco, respondió Amidaraxar con humor.
-¡¿Tú?!
Infernal retrocedió dos pasos viendo a su invocador.
- Estoy a sus órdenes amo. Dijo cambiando de opinión.
- Hago caso omiso a su tuteo, voy a poner esto a la cuenta del tiempo pasado sin haber tenido que hacerlo a tus amos. Te necesito para que hagas venir a tus criados.
Infernal inclinó la cabeza luego puso la mano derecha sobre el suelo que se hendió en una multitud de grietas que brillaban intensamente. De ahí salió una decena de pequeños demonios, una especie de mini-infernales. Cacareantes y gimientes se agruparon entrechocándose unos con otros.
- Aquí están, amo, ordene, obedecerán.
-¡Corre a través de la llanura y devuélveme a Ardrakar! Dijo mostrando una dirección. ¡Sigue el olor de la demonio Rasgadura!
Capítulo 2 Rasgadura
Ardrakar había acabado por quedarse dormida, vencida por un cansancio que se acumulaba día tras día. Hasta en sus sueños su antigua vida intentaba resurgir...
La guerra duró varios meses. Las fuerzas de Néhant ganaban terreno sobre todos los frentes. Los 7 reinos habían caído rápidamente, el ataque tierras bárbaras del oeste. Ardrakar había recibido la carga de parar a una tribu compuesta, según un rumor, por seres que se saciaban de sangre. Los soldados bajo su mando tenían como virtud ser veteranos de la guerra contra el Imperio de Xzia, se encontraba también con una buena mitad de la tropa constituida por reclutas asustados.
-¡Que cobarde! Deben ser fuertes para Dragón.
Quimera hablaba a la caballero dragón con fuerza. Desde hace varios días dormía mal, llenada la cabeza de visiones horribles.
-Llévame al combate Ardrakar, no te decepcionaré.
Guió a sus hombres hasta la frontera de la Draconia donde encontró a los salvajes. La batalla fue violenta al extremo, si aunque al fin la victoria de la Draconia era total, pero al precio de numerosas vidas.
Un ruido cortó el sueño, o debería decir pesadilla, de Ardrakar. Sus ojos de demonio le permitían una visión clara aún si no había la menor luz. Ella los vio sólo en el momento en el que los criados le saltaron arriba. Su reacción fue demasiado tardía para escapar de ellos. Tuvo tiempo de coger a Azur y de atravesar uno antes de ser sumergida y finalmente derribada.
Kounok se despertó como si le acabasen de gritarle en los oídos. Puso sus manos contra su cabeza para atenuar el ruido, pero no sirvió. El lazo estaba allí, muy presente y en lo sucesivo claramente establecido. Sentía que peligraba, por eso se lanzó inmediatamente a su búsqueda. Voló como el viento a través de la llanura, empujando su caballo a dar lo máximo. Se dirigió por instinto en buena dirección y al cabo de una hora encontró un objeto que brillaba así como otros objetos. En el suelo descubrió un gran número de huellas en forma de garras. - ¡Azur! La espada yacía algunos metros más lejos recubierta con una sustancia viscosa y rojiza. Justo al lado un sirviente demoníaco intentaba arrastrarse para huir de la escena. Kounok hizo aparecer a Quimera y lo hundió en la criatura que sucumbió inmediatamente. Recuperó a Azur y siguió su rumbo, sintiendo siempre a Ardrakar en peligro.
Kounok tenía razón de preocuparse por ella porque los criados llegaron a dónde estaba Amidaraxar con su preciosa carga. La depositaron no lejos del cuerpo del humano que Infernal había habitado. Entonces empezaron a dar vueltas en círculo alrededor del Néhantista y de su presa. Ardrakar estaba herida por todas partes, los criados le habían arrastrado sin tener cuidado a que golpeara sobre piedras. Amidaraxar caminaba alrededor de ella como un buitre que estaba a punto de deleitarse de un cadáver.
-Querida Ardrakar, viniste al menos.
-Ami... daraxar... ¿A qué se debe esta farsa?
-¿Farsa? Esto no es una farsa, esto es el fin de la aventura para la caballero de Néhant. Después de tanto tiempo resultó un fracaso, un soldado perdido por la causa, se deleitó el Néhantista. También voy a recuperar lo que el amo te prestó. Será un proceso lento y extremadamente doloroso. Es probable que hasta mueras en el transcurso.
-Dimizar no permitirá esto, intentó replicar.
- Di... pero deja a ese loco donde está, no tiene ningún poder, sirve al amo como yo y si el amo quiere verte muerta, entonces su voluntad será hecha. Me acuerdo cuando te hice la guerrera que asustó a las civilizaciones. ¡Ese día allí te confié mi mejor elemento, pensando hacerte la máxima criatura, un ser próximo a Néhant! ¡Mírate, eres patética! Amidaraxar se alejó de ella y miró a los sirvientes. - Sosténganle las piernas y los brazos, ordenó sacando una daga negra de la manga. ¡Empecemos!
Hizo entonces una cortadura profunda en el brazo de Ardrakar e impregnó la lámina con su sangre. Los sirvientes entraron en trance y comenzaron al unísono un tipo de melodía mágica y lúgubre en una lengua que pocas personas se atrevían a hablar en tierra de Güem. Amidaraxar colocó su mano libre sobre su víctima totalmente encantada por el hechizo Néhantico. Una vez acabado, puso su mano sobre el vientre de Ardrakar que aulló con dolor. Su armadura y los trajes que recubrían la piel de su abdomen se consumieron rápidamente dejando la piel al aire libre. Luego mediante la magia el símbolo de Néhant apareció, como grabado por cuchillo, el dolor era incomparable e insostenible. Perdió conocimiento cuando el símbolo se completo y se iluminó de rojo sombrío.
-¡Corto las cadenas qué te retenían, demonio, ahora eres libre de volver a mí! Una mano translúcida salió del símbolo, luego la segunda. Se agarraron a lo que pudieron, luego fue el turno de una cabellera, luego de una cabeza inscrita con el símbolo Néhantico. Por fin, de un golpe, valiéndose de sus manos la criatura se propulsó para liberarse del cuerpo de Ardrakar. Tenía las facciones características de un demonio, la piel suave y una espesa cabellera de fuego, cuernos en lo alto de una cara inexpresiva y privada de boca. Sus formas eran las de una mujer y exactamente tenía la misma talla y forma que la de Ardrakar. Se inclinó para saludar a Amidaraxar encantado de ver de nuevo a la demonio. -Otro tiempo, otro nombre, en lo sucesivo serás nombrada Rasgadura.
La demonio puso de manifiesto una arma muy extraña, una especie de hoz de forma particular.
-Si puedes termínalo, de todo modo está perdida.
Kounok llegó en el momento en el que Rasgadura blandía su espada con la voluntad de abrir la garganta de Ardrakar. El Caballero Dragón saltó de su caballo para lanzarse sobre la demonio que tuvo el tiempo de reaccionar al asalto. El impacto fue duro pero ambos se recobraron y se levantaron rápidamente. Kounok puso de manifiesto a Quimera al mismo tiempo que los sirvientes huyeron para evitar el enfrentamiento. El tiempo se detuvo, Kounok observaba a sus adversarios detenidamente. Había un demonio, pero también había un Néhantista desconocido. No se preocuparía en vencer a sus enemigos, pretendería establecer una estrategia de protección con el fin de recuperar a Ardrakar. Despacio se interpuso entre el demonio y Ardrakar la cual seguia inconsciente. Amidaraxar se tomaba muy en serio la situación, se le había puesto al tanto del nombramiento de un nuevo Profeta así como de su descripción exacta. Conocía bien al antiguo Profeta porque había tenido un duelo mágico en el momento de la guerra contra Néhant y por lo tanto habría podido reaccionar en función si lo hubiera tenido frente a él. Pero este Profeta parecía ser un combatiente curtido, además llevaba Quimera y esto le hacía muy peligroso. Se contentó pues con mirar a Rasgadura pelear contra él. Los primeros intercambios entre ambos adversarios sólo eran pretextos para medir la fuerza del otro. Quimera vibraba de satisfacción en la mano de Kounok y por primera vez desde que la blandía, la lámina se dejo oír.
- ¡Venganza Kounok! Mataron a tu hermano y llegaste exactamente a tiempo para salvar a un antiguo Caballero Dragón. !!Sorpréndelos!!
El Profeta se concentró y acudió al lazo privilegiado con Dragón y se lanzó contra Rasgadura. Pero ésta era temible, dando prueba de una agilidad extraordinaria, esquivando la lámina de Kounok con destreza. Ella también preparaba un golpe. Cada demonio tenía su especialidad, y ella era más poderosa en compañía de sus sirvientes. Asi que acudió a estos últimos que llegaron por un portal demoníaco. La situación se complicó para Kounok, estos pequeños demonios saltaban en el aire, más amenazadores unos que otros. Por desgracia para las criaturas no eran muy resistentes y en algunos golpes tres de ellas mordían el polvo. Los sirvientes saltaron sobre Kounok que los evitó, pero esto dejó una brecha a Rasgadura que dejo caer su cuchilla para cortar profundamente el costado del Guemeliano. Muy afortunadamente su armadura lo protegió gran parte. El respondió propulsándola sobre Amidaraxar. Era ahora o nunca. Kounok plantó Quimera en el suelo, levantó a Ardrakar para ponerla sobre su hombro antes de correr hacia su montura. Habría sido atrapado fácilmente si Quimera no hubiera emitido una luz fuerte y azul.
Amidaraxar que sintió allí la magia de Dragón y temiendo un posible ataque frenó la carrera de Rasgadura que iba a perseguir al fugitivo. -¡ no! ¡Espera! Gritó teniendo el brazo de la demonio.
Haciendo bien de esperar ya que la lámina se evaporó creando un efecto mágico destructor.
-interesante encuentro. Este Profeta va a causarnos problemas. Apresurémonos para librar al amo lo más rápido posible. En Cuanto a ti demonio voy a enviarte a llevarle un mensaje a Dimizar.
Capítulo 3 Nuevas revelaciones
La lluvia caía sobre la mansión de Zejabel desde hace varios días. Dimizar sabía que Ardrakar había huido sin decir adiós, lo que lo había puesto fuera de si. Pero la cólera dejó el sitio a la reflexión y a las interrogaciones. Se encerró en su laboratorio con la consigna de no molestarlo bajo ningún pretexto.
-¿Que haces Dimizar? preguntó una voz procedente del espejo.
Pero no respondió.
-¿Que haces a Dimizar?, repitió la voz con más insistencia.
-Busco algo. Pero gracias por inquietarse por lo que hago. Dijo leyendo una página precisa del periódico. Acabo de encontrarlo. De un paso decidido atravesó la cueva e hizo frente a su reflejo deformado. Respiró profundamente y dictó repetidas veces la misma frase en una lengua antigua. - ¿que haces? - T... Pero la imagen deformada desapareció de un golpe, dejando sitio a otra visión. El hechizo que acababa de lanzar servía en otro tiempo para localizar las tropas Nehantistas, Zejabel muy paranoico principalmente lo utilizaba para espiar a otros adeptos Nehantistas.
- Por qué no pensé en eso antes.
En efecto Dimizar podía así ver donde exactamente se encontraba Ardrakar. El destino estuvo más allá de sus expectativas porque localizó a Amidaraxar. Por curiosidad se detuvo en él y oyó lo que estaba hablando. Para su gran sorpresa la discusión se refería sobre Ardrakar que no estaba lejos de la prisión de Néhant. Observó pues todos los hechos y el gesto del teniente de Néhant durante horas largas, hasta la captura de Ardrakar. Un hecho le interesó más que el resto.
- Di... pero deja a ese loco donde está, no tiene ningún poder, sirve al amo como yo y si el amo quiere verte muerta, entonces su voluntad será hecha. Me acuerdo cuando te hice la guerrera que asustó a las civilizaciones. ¡Ese día allí te confié mi mejor elemento, pensando hacerte la máxima criatura, un ser próximo a Néhant! ¡Mírate, eres patética!
Frunciendo las cejas la cólera subió.
-¿Ah sí que no tengo ningún poder? Yo que te ayudé a salir de tu prisión de la que eras incapaz de salir solo, dijo como si Amidaraxar estuviese delante de él. ¿Por qué me tratas de loco?
Las ideas se atropellaban en su cerebro. Continuó viendo la escena y vio el combate contra Profeta y la inercia de Amidaraxar frente a él.
-Hules a traición por todos lados. Dimizar continuó el viaje con la ayuda del espejo para llegar hasta Máscara de hierro. Este último estaba detrás de la puerta cerrada del laboratorio y escuchaba lo que sucedía.
- Bien... cada vez mejor. Comprendo por qué Zejabel era tan prudente, va a hacer falta que proteja mis espaldas, dijo anulando el sortilegio.
Su imagen en el espejo se deformó de nuevo.
- ¿Entonces Dimizar, fue instructivo?
- ¿Maestro que significa esto? Se lamentó. Usted no esta satisfecho de mí, poderoso Néhant, que su teniente y mi aprendiz juegan contra mí.
- Creo que estás listo para enterarte de la verdad.
- ¿De qué habla?
- ¿Jamás te preguntaste por qué tus compañeros no podían verme ni escucharme?
-¿Por que esa es su voluntad?
- No, porque no lo pueden y jamás lo podrán. Me tomaste desde el principio por Néhant, pero no soy él, aunque yo le serví en otro tiempo.
- Zejabel, respondió Dimizar.
-Exactamente, tienes nuestra piedra-corazón, recuerda, lo dije a través de la carta que dejé. Tú eres yo y yo soy tú.
-Por qué haberme hecho creer que usted era Néhant. Usted me engañó.
-Era necesario. Y en verdad no te hice creer, tu me nombraste así. Pero gracias a mí eres tan poderoso en lo sucesivo como yo. Y esto no está acabado. Liberado de Néhant, esperando a mi heredero reflexioné sobre mi condición y sobre mis poderes. Estaban todavía muy presentes a pesar de todo. Entonces me propuse recuperarlos. Es gracias a mis descubrimientos que te hice lo que eres. Luego le permitiste a Néhant restablecerse moderadamente.
- ¿Qué importa?
- Para Néhant no eres nada mas que un servidor, totalmente como yo lo fuí y como tal sacrificable. Lo que trato de decirte es que todos los poderes que tienes, lo tienes sin estar en deuda de Néhant y esto gracias a mí. Haznos quien quieras ser. Estas atado a mi antigua piedra-corazón entonces esto no será difícil. El espejo empezó a brillar, provocando un flash verdusco. Cuando éste acabó Dimizar sintió los cambios. Fue circunspecto en el espejo, su imagen siempre fue deformada, excepto que esta vez, lo sabía, el reflejo era bien el suyo.
-Ahora, ocupemos nosotros del fisgón, dijo abriendo la puerta. Máscara de hierro sorprendido retrocedió en las escaleras.
-Es tu piedra-corazón la que tengo aquí, dijo Dimizar mostrando su mano donde efectivamente una piedra verde sombría se encontraba. Máscara de hierro puso la mano en el bolsillo interior de su abrigo y confirmó la ausencia de su piedra-corazón.
-¿Que piensas hacer Dimizar?
-Lo que debí hacer cuando nos encontramos.
La piedra se volvió entonces negra como la oscuridad.
La Ofensiva Zil
Capitulo 1 - Vientos de Cambio
Kaketsu, el consejero de más edad se miraba en el espejo de su sala de aseo. Debía presentarse con su mejor atuendo porque ese día era un cambio en su vida. Sus sirvientes lo habían vestido con el atuendo de gala del Consejo, el que endosaba sólo en ocasiones muy, muy raras.
- Envejecí, le dijo a sus sirvientes.
- Somos todos presos del tiempo, Decano, pero en nuestra casa la vejez es signo de sabiduría.
- Aduladores, dijo el viejo hombre riéndose. Venga alrededor mio, compañeros. Los tres servidores pararon sus actividades para escuchar al decano.
- Estoy orgulloso de tenerlos a mi servicio, algunos desde hace algunos años, otros casi desde una vida. Ustedes son mi apoyo, mis confidentes, mis consejeros y a decir verdad espero que ustedes continúen asumiendo estos papeles en mis nuevas funciones. Sé que les pido mucho, pero sería un verdadero honor tenerles a mi lados.
Los servidores estuvieron sorprendidos. El de mayor edad de ellos, originario del imperio de Xzia sonreía.
- Usted sabe bien que le seguiré en su nuevas funciones, dijo el servidor inclinándose respetuosamente.
Los dos otros siguieron el movimiento.
- En este caso, prepárense para el viaje, nos iremos dentro de dos días. En cuanto a mí, ya es hora de hacer lo que tengo que hacer.
Este día allí el Consejo de gremios, disminuido de algunos miembros se preparaba para una reunión un tanto excepcional, lo que tenía una tendencia a ocurrir con frecuencia en estos días. El Decano entró en la gran sala donde ciertos sitios yacían desocupados, fue acogido por una salva de aplausos por parte de los Consejeros. El viejo hombre estaba tan conmovido que cuando tomó la palabra tenia la garganta anudada y la voz temblorosa.
- Gracias a todos mis amigos. Antes de comenzar esta sesión permítame tomar la palabra. Estoy en los albores de los ochenta años de vida. Tenía una decena de años cuando Eredan detuvo a Néhant, cerando así una época de guerra. incluso tuve el privilegio inmenso de encontrarlo y de hablarle. Todavía recuerdo lo que me dijo:
- Una nueva era de paz se abre a los pueblos de Guem. Héroes se levantaron frente a la adversidad y vencieron. Ahora otros héroes van a aparecer, fiadores de una paz preciosa.
Kaketsu marca una pausa para tomar aliento.
- Vi el Consejo de gremios crearse y sabía que mi sitio estaba allí, pensando proteger el mundo. Lo que hice hasta ahora. Ahora un nuevo conflicto asola las tierras de Guem y yo soy demasiado viejo, incapaz de ver la serpiente colarse entre las piedras. Los Consejeros fallaron, cayeron bajo la influencia del mal y sin la intervención de los Combatientes de Zil y de los Enviados de Noz' Dingard la situación habría empeorado. La antorcha debe ser transmitida a una nueva generación de consejeros y debe tener un nuevo decano.
La emoción se hizo sentir entre la asamblea.
- Es deber del de mayor de edad entre ustedes tomar el relevo y convertirse en el Consejero-decano.
Kaketsu dejó su pupitre para ponerse en el centro de la pieza.
- Consejero Veraz, acerquese. Veraz lo sabía, en ausencia de Edrianne que no era más consejera, era él el de mayor edad. Se adelantó con orgullo.
- Es su deber guiar a otros consejeros. La función del Decano no es simple, le hará falta mucha paciencia y sangre fría para resolver las peores situaciones. Pero su determinación en poner fin a la tempestad con la que nos enfrentamos me hace pensar que usted es la persona ideal. Lo nombro en nombre del Consejo y por mi capacidad, Consejero-decano, dijo tendiéndole la mano al nuevo Decano. Todo el mundo saludó este nombramiento, validando así la asunción a la función de Veraz.
- Ahora, Decano, Consejeros, los dejo, mis aposentos estarán vacíos algunos días. Buen viaje todos, dijo Kaketsu retrocediendo hacia la salida. No me despido de usted porque volveremos a vernos.
El viejo hombre dejó a aquellos con los que se había codeado durante años. Dejando a Veraz tomar sus primeras decisiones. Este último se instaló en el pupitre-sede del Consejero-decano y tomó la palabra.
- Queridos consejeros, tenemos mucho trabajo para mejorar la situación. En primer lugar hay que nombrar a nuevos consejeros que vendrán para sentarse entre nosotros. Así como lo requieren los reglamentos del Consejo usted tiene dos días para darme parte de sus recomendaciones que luego serán discutidas en una sesión particular el día siguiente.
Los consejeros comenzaron a hablar entre ellos, ya dejando escapar algunos nombres. Veraz anotó con aplicación los actos tomados hoy como debía hacerlo el Decano. Para esto le había ayudado mucho un pedazo de pergamino dejado por Kaketsu al que señalaba varios puntos que había que tratar. Una vez hecho esto y por primera vez golpeó el suelo con el bastón de ceremonia. Y se levantó.
- Como Consejero Decano, soy responsable de la validez de las leyes aprobadas por el Consejo. ¡En respuesta a los acontecimientos recientes invalido la ley sobre la autorización de la práctica de la magia Néhantista! por lo mismo el gremio del llamado Dimizar es declarado fuera de la ley.
No se escucho un solo ruido en la sala, solo el meneos de cabeza que apoyaba la decisión.
- Sabemos por fuentes confiables y con mucha evidencia de que el intento de hacerse con el poder es la obra de este tal Dimizar. También pido que sea puesto un precio por la cabeza de esta persona para que todos los gremios sean informadas sobre eso. Votaremos mañana sobre este sujeto...
Una semana más tarde.
El Consejo salio luego de varios días de deliberaciones sobre sujetos diversos y muy importantes. Kaketsu había dejado el castillo de Kaes para regresar hacia el imperio de Xzia donde un puesto importante le esperaba. Marlok y Abyssien fueron convocados los dos al castillo, la razón de su llegada claramente no era clara, pero lo esperaban, el Consejo los había nombrado para unirseles a la organización. Veraz los recibió en una de las salas anexas.
- Gracias por haber aceptado dijo dándoles un vaso lleno de un bebida a sus invitados.
- Todavía no dije sí, ironizó Abyssien. Marlok tomó un trago y se puso en un sofá ancho.
- Vayamos Abyssien, no negarías una vuelta al Consejo mi amigo.
Abyssien se instaló en una butaca.
- Aunque no contaba con devolver la mano al nivel de los combatientes.
- Usted honra al Consejo, estoy seguro que seremos eficaz con usted. Usted ajustará los detalles administrativos como consejero acargo de esto, me gustaría que habláramos de la situación actual.
- ¿Piensa en Dimizar ¿no? Preguntó Marlok con aire serio.
Veraz se sentó , suspirando.
- Rozamos con lo peor con este demonio infiltrado. Desde entonces es importante tomar la delantera y llamar antes de que el enemigo perciba nuestra acción. No les dejemos ninguna tregua.
- Usted tiene razón Decano, dijo Abyssien. Más dejamos que el tiempo pase más dejamos que la corrupción se instale. Deles tarjeta blanca a los Combatientes de Zil y desalojaremos a Dimizar y sus amigos.
- El demonio que ha sido capturado habló, pero Dimizar está al tanto no va a quedarse en el mismo lugar, apoyo pues la demanda del consejero Abyssien, argumentó a Marlok.
- El Néhant ha sido declarado fuera de la ley, los combatientes pueden actuar, el Consejo da el aval para que se haga, replicó Veraz. Todo esto nos trae al segundo punto que esta directamente atado a nuestro primer asunto. Parece que los Nómadas del Desierto son también un problema importante. Pero no podemos disolver ese gremio ya que sus miembros no han infringido las leyes, fuera de todos informe a los que conciernen ellos son claros sobre este punto, han sido atacados y se defendieron.
- Usted oha lvidado que su presencia provoca un cambio importante, provoca un tipo de corrupción en las tierras alrededores.
- Sí, Marlok, aunque esto sea el sentido común ninguno de nuestras leyes permite darles culpa a los que están sobre un territorio que no pertenece a nadie.
- ¿ Usted quiere decir que mientras esto no alcanze a la Draconia o al territorio del Imperio de Xzia o Eltarie no podemos hacer nada? Reprochó Marlok.
- Por desgracia.
- ¡ Bueno! Voy a prevenir a Salvaje y a dejarle el mensaje, le dejo discutir sobre el futuro, dice Abyssien muy alegre y risueño.
Capitulo 2 - Ataque Directo
Gracias a diversas indicaciones, los Combatientes de Zil habían localizado con más o menos precisión el lugar donde debía estar la casa solariega de Zejabel. Salvaje llevaba las tropas con mucha pasión y todo el mundo estaba muy entusiasta por este ataque contra los que les habían causado muchos problemas el año pasado. Aunque la infiltración era para ellos un juego de niños, tuvieron muchos problemas para encontrar la entrada del túnel que llevaba a la casa solariega que estaba bien escondida por una magia nehantica. La cual no escapaba de la experiencia de Salem.
- Ahora apliquemos el plan al pie de la letra, ninguna desviación o distracción. En primer lugar Sombría, Sangrespada, y Enfurecida ustedes irán como exploradoras, quiero saber cuánto antes su indicación. En cuanto se sepa quiénes y dónde, se ataca con toda la fuerza de nuestros cuerpos. El objetivo es capturar a su jefe. Será fácil reconocerlo es él quien da las órdenes y que es protegido por su amigos. Sopló Salvaje.
El conjunto de Zil escuchaba con mucha atención y excitación. Por cierto todo esto era extremadamente peligroso, pero esto no era importante visto la puesta de la maniobra.
- Salem, Kuraying, le dejo poner en práctica su arte. Ergue sabes lo que tienes que hacer. ¿ Cabeza grande nos haces la red por favor?
- No me llames cabeza gruesa, respondió el Espiritista con mucha paciencia. Me ocupo de esto.
- ¡ Genial!
Salvaje respiró una gran bocanada de aire...
- ¡ Nosotros no fallaremos! Dijo mirando a Kuraying.
El personaje extraño se levantó y se inclinó delante de la joven mujer. Su cara no dejaba duda sobre sus orígenes, venía el imperio de Xzia. Su papel en el seno de los Combatientes era preparar el terreno y hacer espectáculos en solitario con el fin de encontrar los lugares donde la gente fue abierta a los artistas.
- Señor Salem, puedo tener el honor de ocuparme de esconder a nuestros amigos con las sombras.
El espantapájaros meneo la cabeza y Kuraying se levantó.
- Vengan combatientes nombrados por Salvaje a los que esconderé de los ojos de los ignorantes, pidió el hombre de mirada sombría.
Kuraying los llevó aparte al amparo de un peñasco enorme.
- Le pido no moverse, quédense con los brazos pegados al cuerpo. Mientras que hizo como un tipo de baile alrededor de la sombra del peñasco, serpientes negras como la noche salieron de sus mangas para ir lentamente hasta una de las chicas. Hasta que todas ellas fueron enrolladas por una de las criaturas. Estas serpientes se enrollaron hasta apretar muy fuerte a su "presa".
- ¡ Dejen a la sombra apoderarse de ustedes para hacer sólo uno!
Las serpientes se arremolinaron apretando cada vez más mucho cuando de un golpe no quedaron más que serpientes, la chicas Zil había desaparecido. Transformadas en serpientes de las sombras tenían qué pasar totalmente inadvertidas. Serpenteando deslizaron entre los peñascos y entraron en el orificio escondido en la pared de la montaña.
Del lado de Salvaje otra parte del plan se colocaba. Ergue cantaba un aire muy perturbador, extraño y exótico. Soriek golpeaba un pequeño tambor de forma particular, ritmando así el canto de su amigo. Otros Combatientes de Zil vigilaban los alrededores para que ninguno curioso viniera a meter las narices en sus asuntos. El espiritista estaba cerca de Salvaje con sus dos manos en sus sienes. "Salvaje, desde ahora puedes comunicarte con el resto de los Combatientes de Zil". Salem asistía al ritual de Ergue con mucho interés.
En su momento no sentía la presencia de estas personas en el Gremio que había fundado, hoy tenía esto por qué se había peleado, un Gremio de soldados fuertes.
" ¿ Sombria, Sangreespada, Enfurecida, a quién ven?"
" SSsssuis en el jardinss, allí estar estado lleno de humanosss, esssclavosss. Oh allí essstaa una criatura de cristal muy rojo y feo que protege la ssssalida del túnel. " Respondió Enfurecida.
" Estoy en la casa solariega, tiene allí un demonio que se pasea y un demonio con alas raras " dijo Sangrespada.
" Yo encontre el premio gordo, son numerosos abajo, tiene allí una cueva, un tipo de laboratorio."
En este momento, Ergue y Soriek fueron rodeados por un humo rougeoyante y giratorio. Salem vio repetidas veces imágenes como de máscaras tribales, próximas a las usadas por los elfines, pero más imponentes. Poco a poco el humo esto concentró y rodeó a una persona de la talla de Soriek, excepto que no había más Ergue. Cuando él humo se disperso, Salem comprendió, Ergue y Soriek hacían sólo a uno, era muy impresionante.
" ¿ Hay que hacerlos salir de allí asi cómo sacar ratas de su hoyo? " les dijo Salvaje a las chicas.
" ¡ Con fuego! " Exclamó Sombria, " Sangrespada venga choquen los 5."
" ¡ Llego! "
" ¡ Espere mi orden para actuar! Enfurecida, creo que tus amigos te esperan, vuelve a la entrada de la cueva del lado de la casa solariega y preparate ".
" Muy bien, me voooyy ".
- ¡ Ahora que Mashtok está aquí, podemos ir hasta allá, vamos a destruirlos!!! Dijo la criatura con la mezcla de las voces de Ergue y Soriek.
- En este caso, adelantate y diviertete. " ¡ Las chicas, apúrense ahora mismo! " grito Salvaje con firmeza.
Por su parte Sombria y Sangrespada volvieron a su apariencia normal en una esquina del laboratorio de Dimizar. El néhantista estaba allí con una parte de su camarilla. Sombría avisó a Sangrespada para lanzar su botella encendida al mismo tiempo que ella. Un pequeña seña con la cabeza y la fiesta comenzó. Las botellas se estrellaron sobre los muebles de madera, difundiendo su materia que se inflamó instantáneamente.
La sorpresa fue total para el néhantista. A la vista del ataque Dimizar y Máscara de hierro salieron pitando como conejos delante de cazadores. Solo Anagrama se quedó, visiblemente irritada observó entre el humo y las llamas a ambas responsables. Sombria y Sangrespada que comenzaron a subir a la torre que se dirige hacia la salida. Anagrama, muy depravada esperó que Sombria comenzara a subir para atacar. Sangrespada se dio cuenta rápidamente de eso y un combate se presentó entre ellas con la amenaza de las llamas como decorado.
Por el otro lado el asalto fue dado por Salvaje y Mashtok que se precipitó en el túnel, su objetivo era simple, empujar un gran peñasco para que rodara cuesta abajo de una pendiente y abrir el paso hasta la casa solariega. Otros Combatientes de Zil pisaron los talones de este, bien decididos a erradicar toda criatura néhantica. Enfurecida esperó para que la cabeza de Mashtok salga de la sombra del túnel para atacar a Carkasa. La criatura, mitad Ergue-mitad Soriek, dio un golpe a Carkasa con tal violencia, dejándo el campo libre a los otros Zil para pasar.
Dimizar ordenó a Máscara de hierro defender la casa solariega mientras que iba a su oficina. El aprendiz de Dimizar reunio a Tragalma para asegurarse de hacer frente. La magia del néhantista se derritió sobre Mashtok, teniendo por resultado de dar la fuerza a Carkasa que repitió el paso para aventajar finalmente. Tragalma se enfrentó con Sinrostro y Kolera mientras que Saphyra y Salem se lanzaron contra Máscara de hierro. Manipulando por la magia de Dimizar y Máscara de hierro, los humanos a los alrededores fueron forzados a interponerse, dando asco a los Combatientes de Zil de tal perfidia.
Una tormenta estalló por encima de la casa solariega que vertía una lluvia recia. Cuando Enfurecida, había retirado y le había empezado un ritual semejante al de Ergue y Soriek antes del ataque. Mashtok le dio un gran golpe a Carkasa con sus dos manos juntas para hacerle retroceder, luego dio un salto atrás para reunirse con Enfurecida. Terrorifik el payaso y El espiritista se interpusieron a tiempo para que el ritual acabara, lo que duró sólo algunos minutos. Un rugido hizo eco en este lugar rodeado de altos acantilados.
Este grito, era el del monstruo, EL monstruo, la Abominación acababa de rehacer su aparición, mezcla de Enfurecida, Ergue y Soriek. La criatura Zil se echó sobre Carkasa y le asestó puñetazos rabiosos. Su furor era infinito y el pobre Carkasa apenas tuvo suerte contra un adversario tan fuerte. Varios golpes hicieron bailar como vals al coloso rojo, luego otro puñetazo comenzó a destrosar el cristal…
Por fin la Abominación puso todas sus fuerzas en un último golpe. La armadura de cristal que recubría a la pobre víctima de las experiencias de Dimizar estalló en decenas de pedazos que se agregaron a la lluvia. El corazón del hombre de carne y de sangre que se encontraba abajo dejó de pegar, acabado por su enemigo...
En él bajo suelo Anagrama, Sombría y Sangrespada se peleaban como furias. Pero las llamas les habían brotado en las escaleras que se le consagraban la ventaja a la mujer a los pasos de araña concediéndole un enfrentamiento uno contra uno.
Pero ambas Zil eran fuertes y ágiles, Anagrama tenía que escaparse de inmediato. Gracias a sus patas se agarró a la pared y de un salto las posiciones se invirtieron, estaba arriba y ellas abajo, era el buen momento, se echó a correr hacia la salida. En el segundo piso, Dimizar, reunido con el Caído tenía recuperar algunos asuntos importantes.
El humo nocivo rondaba sobre el techo. El néhantista no tenía elección, la única salida estaba bloqueada por los Combatientes de Zil, debía tomar otro camino. Verdaderamente no se tomó el tiempo para hacerlo bien, derribó su oficina y se echó a dibujar símbolos sobre el suelo.
- Con tal que esto funcione, dijo, inquieto. En el pasillo, Caído estuvo confrontado con un problema por lo menos inesperado. Télendar, que discretamente había seguido a los Combatientes de Zil desde hace varios días sacó provecho de la espalda del Caído para plantarle una daga muy profundamente entre los omóplatos y retirarlo tan rápidamente. El Demonio aulló y para evitar el segundo golpe saltó por la ventana a un gran estruendo. Tenido muchísimo dolor de aletear entre su herida y la lluvia, pero llegó allá al precio con grandes esfuerzos.
En el interior Télendar iba a poder desquitarse y ajustar su deuda con la Draconia. Derribó la puerta de la oficina de Dimizar y sumergió la daga adelante hacia la forma que se encontraba allí. El néhantista estaba apunto de desaparecer en el momento en el que la lámina perforó su pecho. Télendar lanzo la lámina y rodó por tierra para acabar su carrera la cabeza en los libros puestos a granel.
La batalla de la Casa solariega se había acabado algunos minutos más tarde. El balance no estaba a la altura de las esperanzas del gremio. La lluvia se detuvo rápidamente, dejando el fuego consumir despacio pero seguramente la casa solariega de Zejabel. Télendar fue al encuentro de sus antiguos compañeros asombrados de encontrarle aquí.
- Aunque Dimizar huyó, conseguí perjudicarle cosa que no olvidará. Espero que vaya morir después de eso.
Por fin los humanos eran libres y el resto de los nehantistas en fuga, esto daría la tregua en un mundo que lo necesitaba bien. Por fin pensaban todos.
Dimizar reaparecido al otro trozo del mundo en un lugar sombrío y húmedo. Estaba a cuatro patas, sangre fluía por su boca y a lo largo del puñado de la daga sumergido en su pulmón izquierdo.
Sentía su vida irse...
La llegada del Invierno
Oscuridad...
El calor debería atenuarse...
Sin embargo es mas intenso que en las profundidades de la tierra...
Esto no puede suceder, escucho el eco de la lenta agonía...
¿Cuánto tiempo he dedicado a dormir?
La tierra se cubría de pétalos marchitos de rosas, dejaba al descubierto la riqueza del humus del bosque Eltariano. Algo emergió de allí, aparentemente una mano, pero hecha de raíces. Luego se levantó lentamente en ese lugar, acompañado por el solitario sonido del susurro que provocaba el viento al pasar través de las ramas casi desnudas. Los pocos animales que se estaban preparando para pasar el invierno escondidos dentro de una madriguera o un agujero de un árbol, se detuvieron intrigados por este suceso. Los montículos de tierra mezclada con vegetación muerta se abrieron en dos para darle lugar a una criatura por demás extraña. Ella tenía dos brazos, dos piernas y todas las características de un humanoide, pero su espalda estaba encorvada y sus dedos tocaban el suelo. Su aspecto frágil daba la impresión de ser una criatura muerta, pero este no era el caso. Se balanceaba de un lado a otro, y luego comenzó a caminar en una dirección. Sus pies habían perdido el hábito de caminar provocando que sus pasos fuesen imprecisos y lentos, en ocasiones terminando tumbado de nuevo en el suelo. Con dolor, su cuerpo entumecido por el sueño se despertaba lentamente. Sus ojos poco a poco se acostumbraron a la tenue luz del otoño, alcanzando a observar el caos. Era otoño, sin duda uno muy potente, pero de todos medos no era un otoño como otro. A pesar de que desde sus orígenes como fruto del Árbol-Mundo, a causa de su reloj interno siempre resurgía de las profundidades durante los inviernos. Desorientado, sin señales, la criatura deambulo hasta que supo adonde ir, atraído por sus pares.
Hablaespíritu venía siguiendo desde hace algún tiempo a los espíritus del bosque quienes se encontraban perturbados. Transitaban un camino que solo ellos parecían conocer, y uno de lo más ilógico. Rodearon un árbol, pasaron por debajo de una raíz, después cambiaron sin sentido la dirección. Pensó en algún momento que sus pequeños amigos le estaban jugando una travesura. Los espíritus con forma de llama se detuvieron cerca de un agujero recién excavado, donde las lombrices de tierra estaban luchando contra la glotonería de varios erizos. Hablaespíritu sintió la magia de la naturaleza y las pequeñas criaturas continuaron con su camino tan errático como desde su inicio. Por último, el Daïs se encontró cara a cara con la criatura salida de la tierra. Los espíritus saltaron y la rodearon como para darle la bienvenida. Ella no se movió, sus largos pies la mantenían estabilizada, mientras sus ojos miraban fijamente al Daïs. Hablaespíritu examinó este hallazgo con interés y curiosidad, y solo percibía pensamientos confusos. Él habló en su lengua. A pesar del aspecto físico no había duda de lo que había delante suyo, se trataba de un Daïs, pero uno al que no conocía, uno ancestral. La criatura cubierta de tierra y raíces se acerco a Hablaespíritu.
- Fruto del Gran Árbol, hijo de la naturaleza, ¿aceptaras la ayuda de un ancestro? Le dijo con el pensamiento.
Hablaespíritu asintió con la cabeza.
- El tiempo me encorvo y confundió mis ideas, me llevaron hasta mi hermano, Quercus, el mayor de todos los Daïs.
¿Quercus? Sí, el nombre de ese Daïs forma parte de las leyendas, fue el primer fruto del Árbol-Mundo y el que enseñó la voz de la naturaleza a Kei’zan.
- ¿Quercus? Él murió hace mucho tiempo, ¿quién eres tú para saberlo?
- Quercus ... el regresó a la tierra. Eikytan es el nombre que me fue otorgado por el Gran Árbol. ¿Quién dirige a los Eltarianos?
A este nombre también lo había oído Hablaespíritu, El Kei’zan lo menciono en historias de otros tiempos. Eikytan ... el guardián del invierno, quien procuraba que en la temporada de frió todos encontraran un sitio donde refugiarse hasta que llegara la primavera. ¡Pero en ningún caso se trataba de alguien vivo! El Daïs raramente se impresionaba por alguien o por algo, pero esta vez Hablaespíritu se sintió honrado por conocer y hablar con una persona tan ilustre.
- Ven Eikytan, te voy a llevar con Kei’zan.
- Kei’zan? Hmm... bueno. Préstame tu hombro para asentar mi mano porque mis piernas están entumecidas.
Este gesto le provocó escalofríos a Hablaespíritu, pero no dijo nada prefiriendo ver lo que sucedería con el encuentro entre ellos.
Al norte del bosque Eltariano, El Sachem y Kei’zan se ocupaban del Comepiedras. Granizardo por su parte llegaba del territorio desde Akem, acompañado de dos invitados y aliados a los Corazón de Savia - Pilkim y su padre, el Maestro-Mago Marzhin. Estos habían sidos enviados por Dragón para encontrar al Comepiedras y con el fin de evaluar su capacidad para actuar en el conflicto de la Piedra Caída del Cielo. El Kei’zan saludó a sus invitados con gran diplomacia.
- Enviados de Dragón, siéntanse como en casa...
No había terminado su frase cuando Pilkim, detrás de su padre se giro y vio un poco más allá, al Sachem hablando con el Comepiedras, pequeña criatura de apenas un metro de altura y apariencia de ser alguien único en su especie. El joven Draconiano tiro del manto de su padre, mostrándole la criatura.
- Por favor perdona a mi hijo, Kei’zan, el es un genio en términos de poder mágico, pero no es bueno con el protocolo, dijo Marzhin avergonzado.
- No pasa nada, viniste a ver al Comepiedras, así que no pierdas el tiempo, añadió el Daïs invitándolos a entrar en la aldea ahora habitada por aquellos que alguna vez residieron en los confines.
El viento flotaba lentamente entre los árboles, desnudándolos poco a poco de sus hojas color naranja. Pilkim corrió hacia la pequeña plaza central y se detuvo antes de llegar al Sachem quien le daba algunas gemas de colores a su pequeño protegido.
- Así que era cierto, el hecho de que comiera una gran cantidad de cristales extasió al joven mago. ¿El come mucho? ¿Ha crecido desde que salió de su huevo? Ese huevo estaba escondido ¿no? ¿Esta hecho de magia? ¿Cuantas horas duerme por noche? En el caso de que durmiera, por supuesto...
Por primera vez el adolescente se mostró como un verdadero hablador, cuando lo habitual es que no diga ni una sola palabra, sobre todo en presencia de extranjeros y aun peor si tienen otros orígenes.
- ¡Pilkim! ¡Ahora mismo deja de acosarlo! Limitémonos en estos momentos a observar únicamente, porque por ahí es donde todo empieza.
La enseñanza de Marzhin era su mayor prioridad y siempre le hablaba a Pilkim como si fuese uno de sus estudiantes. Sin embargo él ya no tenía dos años, por lo que el al Guemeliano no le daba para nada gracia. El muchacho se comporto como esperaban de el y al mismo tiempo, demostró por qué era un dotado. Se agachó y examinó al Comepiedras, observando su naturaleza.
- Bueno, a juzgar por la magia que emana de el se podría pensar que es un Guemeliano. Es posible que sea el caso de que posea una piedra-corazón visible en la superficie de su cuerpo. Excepto que no tiene esta característica, a lo mejor a causa de su extraña apariencia la piedra se encuentra dentro de él.
Pilkim vaciló, luego tocó la piel de color gris del Comepiedras, recorriendo las extrañas franjas blancas que parecían sinuosos tatuajes.
- Me siento increíblemente poderoso y único... ¿Padre de qué elemento se tratará?
El Maestro-Mago era un especialista en Guemelianos, el mismo se había convertido en uno y en repetidas ocasiones, lo que para le significó una gran hazaña. Habían muchos elementos, pero en el caso del Comepiedras estos no eran ni el fuego, ni el aire, ni el agua, ni siquiera unos más exóticos como la sombra o la luz. No era este el caso, era uno muy diferente, no una potencia que los draconianos conocieran, al menos no una familiar.
- ¿Hay algo que te haga pensar en el origen de la magia, hijo?
Pilkim frunció el ceño y puso las manos en la parte superior de la cabeza del Comepiedras. La relación evidente entre el y el Dragón salio a la luz.
- Es un Guemeliano ... de Guem?? Se preguntó.
- Esa es la teoría que tengo. Dragón no nos ha enviado aquí por casualidad, al parecer conoce o conoció la naturaleza del Comepiedras.
Los Eltarianos presenciaban la escena tratando de seguir la conversación, pero los términos utilizados por los draconianos no eran los mismos que los suyos y se perdieron rápidamente.
- Lo que es sorprendente es que su apariencia corresponde a la de un niño, volviéndolo tan difícil de conocer sus habilidades. Dijo Marzhin perplejo. ¿Dices que estaba en un huevo?
- Sí, respondió el Sachem. Permanecía en esa forma desde que lo encontramos, hace ya mucho tiempo.
- ¿Entonces, por qué ha nacido ahora? Preguntó Pilkim.
- Una vez más tengo una teoría. Como debes saber, la magia proviene de Guem. Si nosotros los Guemelianos podemos usar una parte de la magia, como por ejemplo los Guemelianos de fuego la magia de fuego, de esa forma mantenemos una estrecha relación con dicho elemento. Dragón esta relacionado con Guem, por eso su percepción del mundo es muy precisa. Lo mismo debe ocurrir con el Comepiedras.
- ¿Quieres decir que Guem ha pedido la intervención del Comepiedras? Pregunto Kei’zan.
- ¡Por supuesto! Pero no directamente, lo que amerita nuestra intervención. Dicho esto, me pregunto que poderes poseerá.
Mientras Marzhin y Pilkim analizaban al Comepiedras, la atención de Kei’zan y Granizardo se desvió a la llegada de dos personas. Hablaespíritu llegaba por el camino de la aldea de Akem y el hombre que lo seguía congeló a Graniazrdo. Le trajo a la mente recuerdos muy desagradables.
- Eikytan!! Resonó con gran amargura en la mente de todos los presentes.
Kei’zan agarró el brazo de su hermano para detenerlo.
- ¡No! No hagas nada que pueda causarte nuevamente un regreso a la prisión de ámbar! Amenazó.
Eikytan no distinguió a Kei’zan ni a Granizardo hasta que pudo observarlos mejor al acercarse hasta donde se encontraban los mismos.
- Aquí Eiky ... Estaba por decir Hablaespíritu.
- Sabemos quien es, interrumpió Granizardo molesto por la presencia del viejo Daïs.
- En ese caso no los molestaré, dijo Hablaespíritu muy avergonzados por el repentino deterioro de la atmósfera.
- Te puedes quedar, amigo mío. En cuanto a ti Eikytan soy escéptico en cuanto a la razón de tu despertar.
El viejo Daïs trato de acercarse más pero el dolor lo obligó a descansar un poco antes de volver a intentarlo.
- Así que tú has tomado el lugar de Quercus, joven Daïs.
- El no tomo su lugar, el rol de guía de la nación Eltariana le fue confiada con la muerte del venerable! Jadeó Granizardo.
- No te di la palabra, paria. Tú no te dirijas a mí. Ordeno Eikytan.
Lamentó que su hermano interviniera.
- Ve a buscar noticias de nuestros exploradores y me adviertes si surge algo nuevo por favor, hermano mío.
Enojado, el Daïs pateó con su pie una inocente piedra y abandonó la escena rápidamente. Kei’zan invitó a Eikytan a descansar en la aldea y se alejó temporalmente de los Draconianos quienes a su vez se encontraban muy ocupados tratando de desentrañar los misterios del Comepiedras.
- La naturaleza agoniza, Kei’zan, ¿escuchas los gritos de su sufrimiento? Preguntó Eikytan.
- ¿Tienes alguna novedad para agregar? ¿Algo que ignore? ¿Por qué estás despierto?
- Algo está destruyendo la tierra, hace mucho calor, el invierno esta tardando en acercarse y no será como de costumbre. Recuerda, yo soy el guardián del invierno y como tal, tenía que reaccionar con este profundo cambio.
- De lo que hablas es consecuencia de una piedra que cayo del cielo hace ya algún tiempo. Estamos buscando con nuestros aliados una forma de deshacernos de ella, pero está bien protegida por un pueblo cuya magia es muy diferente a la nuestra.
- Me aliare contigo, Kei’zan, en la lucha de nuestro pueblo. Con mi partida despertaran las criaturas del invierno.
El líder de los Corazón de Savia había olvidado ese detalle, los guardianes de las temporadas en caso de peligro podrían despertar los espíritus de las otras temporadas. Eso sucedería en un invierno frío e implacable como la temporada que esta por llegar. Por el momento y varias semanas antes, el Comepiedras no había hecho progresos y la situación cada vez ameritaba más y más, si la piedra agredía a la naturaleza entonces tendremos que decidir rápidamente, sí actuamos sin el Comepiedras o sí esperamos una reacción de su parte.
- Bueno, cualquier ayuda es bienvenida en estos tiempos de conflicto.
Marzhin y Pilkim pasaron la noche en presencia del Comepiedras. El adolescente tuvo la oportunidad de escribir todo lo que pudo para un informe que posteriormente enviaría al Compendio, una organización a la que el espera integrar alcanzada su mayoría de edad. Lo tenía todo en el mismo, tamaño, forma, cómo se movía, la forma de los restos del huevo. Lo más notable era su increíble metabolismo. Su nombre no fue adrede, sólo comía piedras pero con una notable preferencia por los cristales. Eikytan no pudo evitar la atracción y pronto comenzó a tener interés en la pequeña criatura. Escuchó con mucha atención las conversaciones de los seres humanos y los encontró sabios e inteligentes. También conocía la leyenda sobre el Comepiedras, pero fue un recuerdo vago dentro de su espíritu y únicamente con mucho esfuerzo lograba acordarse algo de el. Se esperanzó al recordar algo con el efecto de una bomba.
- Cuando yo nací, entre los primeros frutos del Árbol-Mundo, habían varios Comepiedras. Nosotros los llamábamos solo Cristaliens. En ese momento las naciones humanas eran sólo unas pocas tribus dispersas por Guem. Un día desaparecieron sin que nadie sepa qué fue de ellos. Sólo quedaron unos pocos huevos, incluido éste. El Kei’zan se sorprendido bastante por esta historia, debido a que el había nacido mucho después de la desaparición de los Comepiedras. A su vez se acerco aun más para escuchar la historia de su mayor.
- Entonces, ¿tu viste a los adultos? Se atrevió a preguntar Pilkim.
- Sí. Cuando un joven Cristalien poseía demasiado poder dentro de él se aislaba para convertirse en otra cosa.
- ¿Como una oruga en una mariposa? Dijo Marzhin fascinado.
- Pero como hacen para alcanzar la... Pero Pilkim interrumpió su opinión y se levantó lentamente para no perder su brillante idea. Padre, cierto que las Piedras-Corazón son fuentes de gran poder mágico, ¿no?
Él no espero a que su padre respondiera porque ya sabía muy bien la respuesta.
- Creo que un Comepiedras puede llegar a adquirir potencia ingiriendo piedras-corazón.
- Pero dudo que alguien pueda devorar una piedra-corazón y los guemelianos no pueden vivir sin ellas.
Marzhin asintió a su hijo, no habían demasiadas opciones para que un Comepiedras obtuviera lo necesario.
- La piedra-corazón del Árbol-Mundo, dijo Kei’zan evitando que Pilkim respondiera.
Si Eikytan tuviera boca, entonces él habría sonreído.
- ¿El Árbol-Mundo poseía una piedra-corazón? ¡Ciertamente el día de hoy estaba realmente lleno de enseñanzas! Comento Marzhin a su turno.
- Sí tenía una, pero estallo juntamente con él. Quedaron fragmentos, pero sólo uno de ellos todavía tiene la magia del Árbol-Mundo y llevará mucho de tiempo para que el Comepiedras lo encuentre. Acotó Kei’zan abruptamente.
La alegría de los draconianos fue efímera, pero aun existían otras probabilidades para encontrar.
- ¿Resplandores de Dragón? Nosotros los usamos para nuestros rituales más poderosos, ¿pero podrían ser de su agrado? Suscitó Pilkim la atención de su padre.
Después de un largo suspiro y una intensa reflexión del Maestro-Mago, él estuvo de acuerdo.
- Esta es la mejor solución que encontramos. Podríamos buscar vendedores de piedras-corazón, pero el resultado sería incierto. ¡Tenemos que contactar a Dragón cuanto antes! Se entusiasmó. Pilkim, ven dime que te ha confiado Marlok antes de partir, algo que nos sea útil.
Muy lejos de allí, Marlok se encontraba en su laboratorio cuando sintió que uno de sus cristales mágicos colocados sobre la mesa se activo por la magia. Corrió hacia él y lo tomo con la mano izquierda porque el mismo tenía que tener contacto con la carne para que la conexión se realizara. Inmediatamente los espíritus de Marzhin y Marlok entraron en contacto como si sus pensamientos se hubieran fusionado. La experiencia fue inquietante para los draconianos. Una extraña discusión tuvo lugar entre ellos, pero no como si fuese cara a cara, sino más bien como una maraña de pensamientos, impresiones, sentimientos. Sólo duró un instante, pero el mensaje ya había pasado. Marlok asentó el cristal lentamente sobre su escritorio, pero el objeto se partió en dos.
- La próxima vez tendrá que resistir el cristal, porque sino me va a costar una fortuna. Pues bien, enviare un resplandor de Dragón a Marzhin ... Sólo que ...
Marlok se dirigió al palacio para pedir una audiencia con Anryéna, quien asumió la gerencia en ausencia de Kounok. Por lo que pretendía resultó ser mucho más fácil de lo que presagiaba. Todavía tenía que enviar el objeto rápidamente y dada la distancia entre la Dracónia y el bosque Eltariano, Marlok se la tendría que ingeniar nuevamente. Pero los miembros del Compendio son magos formidables y gracias a ellos, sumado a un poco de impulso de parte del mismísimo Dragón en persona, el resplandor fue teletransportado a Marzhin y su hijo.
Fue Pilkim quien tuvo el honor de darle el resplandor del Dragón al Comepiedras. Sus ojos brillaban de alegría cuando el mago le entregó el cristal relleno de magia, no se le pudo resistir y se abalanzó sobre el como un niño a un pastel. El resplandor del Dragón no pudo resistirse a sus poderosas mandíbulas, las que trituraban cada partícula mientras las ingería complacidamente por su delicioso sabor. Una vez que termino, se levantó fácilmente y salio corriendo hacia la salida del pueblo. Toda la tropa hizo lo mismo y la siguieron a través de un largo bosque antes de que el Comepiedras se detuviese en una zona tranquila y serena. Allí, entre los árboles y sus grandes raíces, el Comepiedras cayó inconsciente. Los Eltarianos no se sorprendieron por esto, pero Eikytan retuvo a Marzhin.
- Espera, deja a la naturaleza actuar.
El Comepiedras se encontraba en posición fetal y poco a poco se empezó a formar un caparazón alrededor de el, hasta que al final terminó dentro de su interior.
- Déjenlo tranquilo, dijo el Kei’zan. Draconianos si desean pueden quedarse para observar, pronto el aire renacerá... progresivamente.
Efectivamente Pilkim no había esperado demasiado tiempo antes de continuar tomando notas.
- Sí, gracias Keizan, nos quedaremos aquí para ser testigos de su nacimiento. ¿Pero no nos quedamos ya demasiado tiempo?
- No se preocupen para nada.
Dos días habían pasado y los draconianos habían terminado sus largas observaciones. Se esperaba con entusiasmo lo que sería un renacimiento. A su debido tiempo, el huevo se dividió por una multitud de grietas y en su parte superior emergió algo, mientras crujía como si se rompiera un cristal. Pilkim estaba en la cúspide de su excitación, asistiría a un evento que para él seria "el mejor momento de su vida." Uno a uno los pedazos del cascaron caían sobre las milenarias raíces.
- ¡Es pegajoso! Contó Pilkim con alegría. ¿Debo anotarlo también?
- Sí, por supuesto, la academia necesitará de este tipo de detalles. Mira cuidadosamente Pilkim, dudo que tengamos la oportunidad de volver a presenciar esto otro día.
Marzhin ayudó al Comepiedras a salir de su huevo y su tamaño los sorprendió. El Comepiedras ahora tenía una forma femenina y era del tamaño de Pilkim. Ella tenía el cabello corto y de color perlado.
- ¡Es una niña! ¡Increíble! Exclamo Pilkim algo inhibido. Siento una fuerte magia que emana de ella.
- Sí, y mucho más que eso, respondió su padre.
La Comepiedras se estiró, bostezó abriendo toda su mandíbula y luego sonrió a su público. Una vez que pudo liberarse del extraño líquido del huevo dio unos pasos, acostumbrándose a su nuevo tamaño. Marzhin, atentamente le ofreció su abrigo para cubrirse.
- Gracias, Maestro-Mago Mazhin, dijo tocándole la piedra en la frente del draconiano. Estas próximo a Guem, ¡mantente así!
- Yo ... Yo la llevare a un lugar mas comodo, dijo tartamudeando.
Pilkim no podía dejar de hacer preguntas.
- ¿Usted habla nuestro idioma? ¿Usted nos reconoce? ¿Cuáles son sus creencias? Etc..
El Guemeliano de Guem puso su mano sobre su mejilla, mientras el joven mago se ponía del rojo de una langosta como acostumbraba aponerse al entrar en contacto con mujeres.
- Tendrás tus respuestas Pilkim, pero por ahora necesito descansar, la transformación fue rápida gracias a Dragón, pero me dejo muy agotada.
En la aldea, reapareció Granizardo acompañado de Melissandra, la Elfina estaba muy preocupada.
- Kei’zan, el pueblo de la Kotoba marchara con un ejército para atacar a los invasores. ¿Quizás esta sea la oportunidad de unir fuerzas con ellos para erradicar definitivamente esta amenaza?
El Daïs analizó la situación y tomó una de las decisiones más importantes de su vida.
- Melissandra, prepara a la tribu. Eikytan, despierta a los espíritus del invierno, por mi parte me encargare del Llamado. Ahora que tenemos a la Comepiedras podremos obtener la victoria.
Arribaron los Enviados de Noz'Dingard acompañados de su nueva amiga.
- Por lo que sé, intervino Marzhin, Dragón también enviará una delegación para apoyar a la Kotoba. Mi misión acá ha finalizado por lo que también me uniré a ellos.
- ¿Cómo darte las gracias por su ayuda? Preguntó Eikytan.
- Bueno como sabrás, la ayuda que nos brindaran en la batalla que se avecina ya es una valiosa recompensa.
Sociedad Secreta
Capítulo 1: Chantelain
Las llamas de las velas vacilaban cada vez que el viento soplaba afuera, las sombras bailadoras no perturbaban al Consejero Chantelain. Instalado en su vieja oficina recubierta con pergaminos anotaba con minucia toda la información que creyera pertinente para el registro entre todo el papeleo. La pluma temblorosa mostraba la emoción de este, cada palabra inscrita lo acercaba a una verdad, a la verdad, la que quebrantaría un mito. Sumergió la pluma en la tinta, respiró profundamente mirando la puerta cerrada por una barra de metal. El hombre, originario de las tierras altas del oeste se había convertido a muy temprana edad en consejero gracias a sus capacidades de investigador, ya que no contaba el número de consultas resueltas a través de él. Con casi treinta años era uno de los pilares del Consejo de los gremios. Pero esta vez la investigación era una bolsa verdadera de nudos, una cesta de cangrejos donde está a punto de perder los dedos. Una gota de tinta cayó sobre el escritorio gastado de su oficina, sacándolo así de su estupor. Iba a empezar de nuevo a escribir cuando todas las velas se apagaron, sumergiendo la pieza en la oscuridad. El ruido del viento silbante era el único sonido audible en aquel momento. Chantelain se levantó despacio, barriendo la habitación de la mirada, cogió una daga escondida bajo varios pergaminos. En ese momento lo sabía, estaba allí.
-Acércate Caza-magos, facilítame la tarea entregándote tú mismo, dijo como si su adversario estuviera allí.
Chantelain se colocó en una esquina de la pieza para tener una mejor visibilidad. ¿Al final posiblemente era sólo una corriente de aire que había soplado las llamas? ¿Todas las llamas? No imposible. Repentinamente a lo lejos un relámpago atravesó el cielo que alumbró por un instante la pieza. ¡Allí! Lo había visto, estaba allí en el medio. El combate empezó, Chantelain no esperó y sobre todo no tenía miedo. Esperaba esta visita y se había preparado para esto. Los intercambios fueron interrumpidos por los relámpagos que hendían la noche. Las láminas unas veces se entrechocaban, y otras daban en el blanco. La lente del Caza-magos le habría permitido, si no fuera por los relámpagos, tener una gran ventaja porque para él la oscuridad no era un problema. El cuerpo a cuerpo fue violento, El Caza-magos no esperaba una oposición tan buena, había juzgado mal su blanco. La pelea se convirtió en un ballet, uno empujando al otro, luego al revés, objetos cayendo, chocando o estrellándose sobre el suelo con estruendo.
Toda esta conmoción atrajo a los guardias de la casa, que se apresuraron a golpear la puerta con llave y gritaron: "señor" y "¿que es lo que sucede?". El Caza-magos no tenía elección, había que aplicar el plan. Dio una patada a Chantelain que retrocedió hasta su oficina luego con un movimiento amplio pero rápido desenvainó una pistola y tiró en el momento en el que un relámpago rasgó el cielo. Falló por muy poco y su blanco ya reaccionaba. En un segundo saltó sobre el Caza-magos y lo levantó empujándolo hacia la ventana. Su maniobra funcionó, el consejero sabía que para salir de este abejaruco haría falta que los guardias intervinieran. Empujando lo mas fuerte posible y ambos pasaron a través del cristal y cayeron al primer piso. El Caza-magos que se encontraba abajo se estrelló sobre el suelo herboso dolido por el golpe, Chantelain cayó justo al lado y tuvo más suerte que su rival. Se lanzo inmediatamente sobre su arma para recomenzar el combate. El Caza-magos se levantó mas mal que bien y ahora que los relámpagos se volvían casi incesante no veía nada más.
-¿Entonces Caza-magos, es todo lo que puedes dar? Gritó a Chantelain con el fin de provocar con su insolencia al célebre asesino. Conozco tus pequeños secretos.
Este último se sacó su mascara para ver mejor, descubriendo la cara de un hombre moreno con los cabellos cortos y con el rostro estropeado por diversas cicatrices. Ambos hombres eran circunspectos, Chantelain prestaba atención al menor detalle para no perder nada de este encuentro. ¡Si el Caza-mago se recupero de la caída sin el menor problema, ¡Había que continuar peleando! La pistola de su adversario había caído en la oficina antes de la caída por lo tanto no tenía que temer más por esta, sólo su habilidad iba a notar la diferencia. Caza-magos atacó, desvaino unas pequeñas dagas muy cortas y las lanzo sobre Chantelain con el fin de darse el tiempo de llegar al objetivo. Efectivamente su adversario los esquivó sin demasiada dificultad y consciente de la maniobra se agacho sosteniendo dos dagas en manos. En este instante, en el momento en el que el Caza-magos iba a golpearlo, el Consejero saltó con su daga para adelante. Caza-magos, demasiado ceca, no tuvo tiempo de esquivar el ataque, la lámina se hundió en su pecho del lado de su pulmón derecho. Al mismo tiempo había conseguido plantar su daga entra una de las costillas de Chantelain. El Caza-magos se hundió en el suelo mientras que Chantelain soltaba el puñal de su arma. El Consejero vaciló y pasó la mano al nivel de su herida, perdía sangre pero su vida no estaba en juego. En el suelo el Caza-magos todavía se movía pero ya no era un peligro. Luego Chantelain tuvo un dolor violento en la cabeza, cayó de rodillas, su visión se nubló. El dolor lentamente se propagaba. Una sombra pasó al lado de él, luego otra. Reconoció para su pesar, otro Caza-magos. En cuanto al otro su postura era diferente, menos abultada parecía más próxima al cuerpo de un hombre y provista de una libertad importante de movimiento.
- Si conoces nuestros secretos sabes que nosotros somos varios y no del mismo nivel. No te preocupes, no haría el error de matarte a Chantelain sé lo que te preparaste para nuestro encuentro...
- ¿Que... que... que me has hecho? Dijo al Consejero con dificultad.
El Caza-magos con la capa recogió a su homólogo mientras que el otro se volvió hacia Chantelain.
- Jamás verás de nuevo la luz de día Consejero.
- Esa... voz... tú eres... El dolor era demasiado fuerte, todos sus músculos se contrajeron. Su cuerpo no resistió y cayo en la inconsciencia...
Capítulo 2: Sombría
Dos meses antes, Veraz accedía al puesto de Consejero-decano, abriendo una nueva era, más moderna y menos aletargada en un contexto que le necesitaba. Al igual que otros consejeros tuvo que informarse de las nuevas directivas. Chantelain había sido un opositor feroz de Edrianne y el aliado de Veraz antes de que limpieza fuera hecha al Consejo y que los consejeros corrompidos por los Nehantistas fueran degradados de su rango. Con Veraz, a los pedidos Ouestien fue persuadido de que iba a tener grandes cambios, cambiando así costumbres viejas. No se decepcionó, porque el encuentro entre ambos hombres se hizo en los jardines donde a pesar de la llegada de la temporada fría las flores sacaban provecho del sol.
-Felicitaciones para tu nombramiento Consejero-decano.
-Gracias Chantelain dijo estrechando la mano de su amigo. Te debo en parte este nombramiento y esto no lo olvidare, añadió invitándole a caminar.
-¿Cuáles son mis nuevas prerrogativas en lo sucesivo? Preguntó Chantelain.
-Bien, querido amigo, tengo un asunto importante, diría hasta critico, que confiarte, respondió solemnemente.
Esta tarde debería llegar una persona, un miembro de los Combatientes de Zil. Según el Consejero Abyssien tendría informaciones importantes y vitales que conciernen al Caza-magos. En la evocación de este nombre Chantelain se intereso, el ojo le chispeaba de curiosidad.
-¿Quieres que investigue sobre El Caza-magos? Si mis memorias son buenas, la última persona que intentó descubrir la identidad de este asesino fue asesinada y eso fue hace ya diez años.
-Sé que es peligroso y tu vida es valiosa para mí, pero no veo nadie más para esta misión delicada.
Chantelain reflexionó algunos instantes antes de proseguir la marcha. -Es una situación peligrosa, pero la perspectiva de desenmascarar al Caza-magos es una motivación a la altura del peligro. Acepto la misión.
La misma tarde, Chantelain recibió en secreto a este testigo famoso que no era otro mas que la joven Sombría. La audición pasó en una de las salas de interrogatorio muy poco utilizadas. La pieza era realmente muy pequeña, teniendo en total tres muebles; una mesa y dos sillas. Chantelain encendió tres velas pegadas a la mesa e invitó a Sombría a sentarse. La joven combatiente de Zil examinó la habitación y ya bastante lejos y al amparo de las miradas indiscretas tomó asiento. El Consejero sacó de su bolsa algo para tomar notas y se presentó con algunas cuestiones generales.
-Sombría, es un apodo ¿no? ¿Cuál es su verdadero nombre?. Aunque la pregunta era bastante trillada el consejero le pidió a la joven mujer muchos esfuerzos como si no conociera su verdadero nombre.
-Creo que era Yasma. Pero no estoy segura. Me llamaron Sombría poco tiempo después.
-¿Perdió la memoria? - Perdido no es la palabra correcta, me secuestraron cuando era pequeña y procuraron que no fuera más que una entidad
- ¿Procuraron? ¿Usted quiere decir que son varios?
-Sí, es una organización, son numerosos.
-Déme más detalles por favor. ¿Tiene un número exacto para darme? ¿Un lugar? ¿Nombres? ¿Cuales son sus métodos? Chantelain visiblemente estaba encantado de este encuentro, le entregaban la información servida en bandeja
-Por desgracia procuraron que me acordara de poco. Vivía en un pequeño pueblo. Me acuerdo de haber sido vendida a un vendedor por parientes que no podían cuidarme. No recuerdo más de sus caras y a decir verdad la memoria que tengo luego es un hombre que me compra y me trae a un lugar donde había otros niños como yo.
No sé donde estaba pero nos entrenaron para convertirnos en asesinos perfectos. Los más débiles fueron eliminados así que entre los de mi edad fuimos solo un puñado que tuvo el derecho al Paso.
- en que consistía este... ¿Paso?
- Matar a alguien sin hacerse tomar.
-¡Qué locura!
-Ahora que lo pienso, también lo encuentro ridículo, pero cuando se forma parte de la organización de Caza-magos pensamos de otro modo.
-Continua, luego qué paso.
- recuerdo de aquel que maté, un aprendiz mago en lo profundo de la Draconia. Todavía tengo el olor de su sangre impregnado en mis fosas nasales. Dijo haciendo muecas. Pero lo conseguí y entonces me dieron el traje para convertirme en una parte del sistema. Es aqui dónde se pierde pie, la doctrina y las reglas son estrictas y quien no las sigue corre riesgo su vida.
-Suena como una enorme organización.
-La red es gigantesca y están extremadamente bien informados. No hay duda que nuestra charla no quedará en privado por mucho tiempo. Encontré a gente capaces de protegerme a cambio de mis servicios, ¿pero?
-No tengas miedo por mí, tengo mis recursos. Continua con tu historia te lo ruego.
Sombría respiro profundamente, recordando pasos de su vida que preferiría olvidar.
-En cuanto uno se hace Caza-magos nos ponen bajo la tutela del Caza-magos más antiguo, se nos da un contrato, una persona que hay que matar. La persona a la que debía matar era un sacerdote, un blanco fácil.
Pero no salio como debía ser, creo que el destino no quería que cumpliera este acto. Al final me encontré moribunda a las orillas de un río, Caza-magos que me acompañaba me abandonó pensándome por muerta. Hizo un error gravísimo porque en este caso habría debido buscarme para eliminar mi cuerpo. Pero no lo hizo.
-¿Y en este caso?
-Dos elecciones. Uno es reparar su error, la otra es la muerte. Visto que no lo vimos de nuevo pienso que murió. Pero si no fuera el caso, lo espero a firmemente.
-Veo, dijo Chantelain poniendo su pluma sobre la mesa. ¿ Ahora, usted sabría darme un lugar?
Sombría negó con la cabeza.
- Los Caza-magos utilizan una magia y una tecnología asombrosa, tanto que si una misión no era completada no se podía recordar un punto de encuentro.
Generalmente no se encuentra un Caza-magos, es él quien nos encuentra. No tengo nada más que decirle por desgracia.
-Usted ya abrió muchas puertas, todavía no tengo conocimiento del expediente, pero su testimonio será útil. Gracias por todo y gracias por su coraje.
-Esto no es coraje, tengo sólo una esperanza, ¡¡Que todos ellos mueran!! Dijo Sombría levantándose de su silla.
Capítulo 3: Cazar al caza-magos.
Los archivos del Consejo ocupaban una única torre entera del imponente castillo de Kaes, la morada que pertenecía en otro tiempo al protector. En casi cien años, la construcción había sufrido numerosas modificaciones y casi no tenía mucho parecido con su forma primaria.Chantelain había recorrido un verdadero laberinto antes de llegar a destino, un lugar donde rara vez entraban los visitantes. Sin embargo, según su opinión, los archivos eran un punto estratégico, una fuente de información y una fuente de conocimientos. Contigua a la biblioteca, que estaba mucho menos ordenada y el consejero pensaba pasar numerosas horas antes de encontrar lo que quería. Visiblemente su llegada despertó al responsable de toda esto, Leonera.
- ¿Qué puedo hacer por usted consejero Chantelain? Preguntó el joven hombre. Después de haber desplegado un pergamino y leído su contenido, respondió a su homólogo.
-Debo obtener el acceso a los informes finales del consejero Egobert. Luego debo tener acceso al expediente cuyo número esta inscrito aquí, dijo con aire estricto.
Muy impresionado el archivero se fue al cuarto de torre balbuceando un "sígame " que, como eco, se reflejó sobre las paredes de la torre. El interior tenía una arquitectura verdaderamente original. Varias escaleras iban a lo largo de las paredes de la torre escalada. Las paredes que fueron construidas sin ninguna pared ni viga que lo sostuviera, daba la impresión para los visitantes que venían por primera vez podría que todo esto podía derrumbarse de un golpe. Pero tal no era el caso y a pesar del tiempo poco clemente de la región nada se movía. En el centro de la torre se encontraba un pilar enorme de piedra alrededor del cual una escalera se enrollaba hasta su cumbre. Y por todas partes, a lo largo de dichas escaleras, se encontraban estanterías que rebosaban de pergaminos y baratijas de todo tipo.
El joven archivista llevó a Chantelain hasta lo mas alto de la torre en la única parte de la torre cerrada con dos vueltas. Esta sección, reservada para las personas autorizadas estaba asombrosamente arreglada. Cada estantería poseía un número, como para el resto de los archivos, pero aquí la magia protegía cada alcoba para que ningún intruso pudiera poner la mano sobre informaciones delicadas.
-Oh, aquí. Por favor, firme el registro de los retiros.
Cada archivo tenía su ficha, permitiendo así volver a trazar las diversas consultas hechas. Chantelain echó una ojeada rápida sin tener cuidado con los detalles. Luego, después de haber firmado recuperó un cofrecito ancho de madera antes de sumergirlo rápidamente en una bolsa de lona que llevaba. Una vez fuera de la habitación el archivista lo llevó a la siguiente plataforma en el centro de la torre.
-He aquí las notas del consejero Egobert. No fue conocido por su rigor.
-Veo, dijo Chantelain alzando las cejas. Bueno le agradezco, ya puedes descansar, esto va a llevarme tiempo.
Efectivamente el consejero se quedó allí cerca de una hora. Egobert estuvo en su puesto durante casi diez años y estando a cargo de los asuntos corrientes, sus informes fueron numerosos. Después de una selección intensa y un arreglo obligatorio Chantelain se asombró. Cada consejero debía tener un registro de sus informes con el fin de servir de índice a quienquiera que consultar sus escritos, pero allí faltaban varias hojas del registro. Volviendo a trazar el historial de los informes la desaparición flagrante de documentos saltó a la vista.
-No me extraña. A pesar de todo y gracias a sus dones de deducción encontró a pesar de todo algunos informes interesantes. El día siguiente su oficina se había transformado en una verdadera obra, acumulando pergaminos Chantelain no se le escapo nada, acechando el menor indicio.
-Vamos viejo, concéntrate. "El hombre iba de negro y era muy grande" "rápido como el relámpago, pequeño con una capa, algo brillaba sobre su cara "... "Organización".
-Ya esta confirmado, estamos en relación con una sociedad secreta. Si los informes de asesinato son ciertos, supieron dar en el blanco siempre con precisión, los detalles son inquietantes porque todos los sistemas de seguridad, hasta los mágicos fueron desbaratados. Estan demasiado informados para que esto sea fruto del azar, deben tener allí un cerebro detrás de todo esto. Hace falta que me proteja. Cogió una campanilla y lo hizo zumbar, llamando a uno de sus servidores. Luego después de haber garrabateado algunas palabras dio un pergamino sellado a un joven hombre.
-Para el Consejero-decano Veraz. No hable a nadie antes de habérselo dado, ¿comprendido?
El hombre moreno con los cabellos cortos y con la mina estropeada tomó el pergamino con mucho respeto y se fue por laberinto, hasta encontrar, una media hora más tarde, al destinatario. Veraz recorrió la carta rápidamente y agradeció a su servidor. Se apareció en la puerta de la oficina de Chantelain poco tiempo después.
- ¿Quién está allí? Preguntó al investigador del consejo.
-Yo, Veraz.
- ¡oh! Espera. Respondió quitando la barra pesada que cerraba la puerta.
- ¿Te encierras? Se asombró el consejero-decano mientras entraba.
- Sí, escúchame bien, estamos en relación con una organización que a mi parecer es tan importante como el Consejo o cualquier gremio. Lo que descubrí me da miedo, necesito que me hagas un favor.
-Pídeme.
-Me gustaría que me lanzaras el sortilegio del mensajero fantasma. Si llego a ser asesinado quiero que seas prevenido.
Veraz reflexiona un instante la idea de su amigo, pero la respuesta fue evidente.
-Claro que acepto, me parece que Edrios sabe hacerlo.
-No, tú mismo debes hacerlo, comprenderás el riesgo de advertir a todo el mundo en caso de que suceda.
-Por supuesto, me ocupo de esto.
Capítulo 4: Orígenes
Finales del 36avo año del calendario imperial, setenta años antes de que las tierras de Guem se abrasen en el conflicto de la piedra caída del el cielo. Encerrado Néhant ahora en su prisión, los pueblos salían después de varios años de devastación. Sobre las cenizas de un mundo a la agonía los héroes de la guerra y los dirigentes de las grandes civilizaciones decidían el futuro. Kotoba y los Enviados de Noz'dingard habían construido sus campamentos al pie de las ruinas del castillo de Kaes. Tirando por lo bajo diez mil hombres y mujeres estaban presentes a los alrededores, los que fueran, simples aventureros o grandes héroes. Era un momento que importaba porque los gremios oficialmente se asentaban en este lugar. En una tienda inmensa al mando de las personas más importantes de las tierras de Guem discutían saboreando su victoria
-¿Dónde está Eredan? Preguntó el Profeta que examinaba las caras alrededor de él.
- Consolida la prisión de Néhant, nos encarga de finalizar el pacto de los gremios, respondió Artrezil.
-En este caso, es el tiempo de actuar y también de dejar a nuestros hombres regresar a sus hogares, se interpuso un pequeño trozo de mujer que debía tener apenas veinte años y que enarbolaban los colores de Kotoba. El Imperio debe prepararse para decir hasta la vista al primer emperador.
-Usted tiene razón señora imperial Ayako, honorable chica de Xzia. Si la asistencia me lo permite, presidiré esta reunión.
El hombre que acababa de expresarse tenía el paso de la gente de Tantad. Sus cabellos largos y negros jamás habían conocido la menor lámina, los llevaba pues trenzados con joyas de dinero para mantenerlos. También se apoyaba una armadura negra rígida de cuero en la parte superior así como canilleras y brazaletes de plata empañados por la edad. Sus ojos azules muy claros apretados por un maquillaje negro en forma de calavera sobre la mitad de su cara le daban un carisma increíble. Su voz a la vez fuerte y tranquila era para él un arma tan importante como su espada. Efectivamente todo el mundo, incluido los reyes y los dirigentes presentes de naciones se habían callado esperando la continuación, confirmando la demanda de este personaje extraño.
-Lo escuchamos al señor de Orgos, dijo Profeta, tocando así el principio de la creación del pacto de los gremios.
El hombre subió sobre una caja de bosque, no lejos de él otras cuatro personas que tenían sensiblemente el mismo equipo miraban la asamblea con desconfianza.
-La guerra está acabada, es un hecho. Los errores que hicimos son fuentes de enseñanzas. Aquellos a los que nombramos héroe se levantaron contra la adversidad y se reunieron. Así es como han sido creados Kotoba, los Enviados de Noz'Dingard, Thanatosiens y muchos otros. Veo allí así el medio verdadero de prevenir totalmente amenaza en un mundo que necesita reconstruirse. Las pérdidas fueron pesadas, los ejércitos de las grandes potencias han sido barridos por el fulgor de los ataques de las fuerzas de Néhant. Considero necesario crear un estatuto, reconocido de todas las naciones de las tierras de Guem, que permitirá a los gremios ser reconocidos y aceptados sea cual sea su origen o su destino.
-¿No habrá allí la puerta abierta al oportunismo que podrían tener ciertas personas poco escrupulosas pero protegidas por un estatuto de gremios? Interrogó Artrezil.
-Para esto tengo una idea para proponer. Además de los diversos detalles que se resolverán mediante consultas mutuas, parece esencial para evitar el desbordamiento mediante la creación de una organización central. Su papel sería hacer observar las reglas establecidas por el tratado y quien controlará las creaciones de gremios. Un tipo de consejo de gremios del que los miembros serían determinados por el tratado, pensaba, con un miembro de cada gremio que se había formado durante la guerra.
Dos días más tarde, el tratado de los gremios estaba listo. Ratificado por las grandes potencias del mundo, oficializando así la creación del Consejo y del sistema de gremios. En homenaje a este gran acontecimiento el rey de Lokta'ch ofreció al Consejo de los gremios el castillo de Kaes y las tierras cercanas. El señor de Orgos y el gremio de Thanatosiens de la que era el dirigente se quedaron en el mismo lugar consagrándoseles cita a los nuevos consejeros tres meses más tarde con el fin de abrir la primera sesión del Consejo. Fue nombrado, por sus hechos honorables durante la guerra como el primer Consejero-decano de la historia. Así el Castillo de Kaes encontró la calma y la paz mental que se le concede. Pero en la gran sala que se haría más tarde un lugar donde las grandes decisiones serían tomadas, Thanatosiens escuchaban a su jefe.
-Mis amigos, mis hermanos, como yo, ustedes perdieron a su familia y seres queridos por su corazón.
Ustedes me conocen tanto como yo los conozco. Nuestro odio contra Néhant es total, absoluto, implacable. Para esto tenemos otras elecciones sólo de pasar por el hilo de la espada a los contraventores. Ustedes saben que el tratado no castiga por la muerte a los que serían atraídos por Néhant.
De Orgos se calmó, la memoria de su familia le perforó otra vez el corazón.
-Nuestro plan pasa como lo habíamos previsto. Ebohki llegará mañana o pasado mañana, se pondrá a trabajo en seguida. Si alguna vez tienen dudas acerca de nuestro trabajo todavía hay tiempo para que ustedes se puedan retirar, y prometo no mantendré rencor.
Pero ninguna de las tres personas presentes retrocedió aceptando así una nueva vida.
Ebohki llegó dos días más tarde, visiblemente cansado. El artesano y genio verdadero, venía de la región de Thane donde un asunto importante lo había retenido más tiempo de lo previsto. Fue acogido delante del castillo por el señor de Orgos.
-Maestro de Kref'ga, sea bienvenido el castillo de Kaes, cuna del Consejo de los gremios.
Ebohki era un hombre de una constitución sólida y de inteligencia viva. Cuando examinó el exterior de la obra, la imaginaba tal como debía ser antes de que una parte se derrumbe y tal, como podría mejorarlo. Recuperó un grueso talego, aparentemente pesado de su caravana que se parecía más a una caja de caudales que a una carreta.
-Va a tener que sacar el material y traer todo al lugar deseado, dijo el artesano.
- Esto será hecho no se preocupe, venga descanse antes de que ataquemos nuestro asunto. ¿Su viaje desde Thane estuvo tranquilo?
-Lo que tenía que hacer esta hecho, me pase el camino pensando en su proyecto. Le traje algunos obsequios que espero que le gusten, dijo mostrando su bolsa. Una vez en la gran sala Ebohki se puso sobre el suelo frío e invitó a todo el mundo a que se sentara delante de él.
-No soy el mejor cuando se trata de armamento, pero me inspiré en sus deseos y sobre todo en sus orígenes.
Comenzó entonces a desembalar objetos diversos; varios tipos de revólveres, dagas y espadas, objetos llanos, trajes y otros. Los ojos de los Thanatosiens brillaban por interés delante de todo esto.
- Así como usted me lo pidió señor de Orgos el estilo de estos objetos es muy diferente del vuestro.
-Veo esto, voy a dejar a mis amigos informarse de sus creaciones. Nos vemos en seguida para mostrarle el lugar que me gustaría acondicionar.
Así como su nombre lo indicaba, el castillo era la antigua morada de Kaes, uno de los protectores de los siete reinos que desapareció de la noche a la mañana. La leyenda quería que el castillo quedara vacío hasta la vuelta del protector, pero éste no volvió y por consiguiente era en lo sucesivo propiedad del Consejo de los gremios. Kaes era un hombre secreto un guerrero sabio que no hacía nada al azar. También había hecho construir su castillo sobre un lugar lleno de magia. Ebohki y Orgos visitaron pues los subterráneos, el verdadero laberinto.
El jefe del Thanatosiens había reparado en los lugares desde hace tiempo ya, se había refugiado en eso con los suyos durante la guerra, es por otra parte de ahí su plan había emergido porque al rodeo de un pasillo una pared se había hundido, dejando una apertura abierta sobre lo que era una cueva inmensa donde la atmósfera estaba cubierta de magia, exhalando centenas de cristales azulados.
Ebohki que tenía una afinidad con la magia quedó pasmado delante del espectáculo que se le ofrecía.
-Me gustaría que este lugar fuera acondicionado para hacerse una guarida. Hace falta una gran sala de reuniones en el centro, luego pequeñas piezas múltiples con el fin de hacer dormir allí a gente. Me harían falta también apartamentos privados y una caja fuerte con el fin de que los objetos néhanticos que no podrían ser destruidos puedan ser guardados anulando sus poderes.
Por fin si mi sentido de la orientación no me engaña pienso que podemos crear un acceso secreto en el fondo de la cueva para entrar y salir sin ser visto.
Las ideas naturalmente venían a Ebohki, imaginó de repente un sistema increíble.
-Para la caja fuerte no hay problema, acabo de crear una muy poderosa, podré rehacerla en versión más pequeña. Dijo quedando concentrado en sus reflexiones.
Sacó de una pequeña Bolsa un cristal morado de la talla de un dedo y la acercó a uno de los gruesos cristales azules. La luz se concentró en seguida entre los dos, formando como un humo coloreado y luminoso. Esto se paró al cabo de algunos instantes. Ebohki tuvo el cristal en la palma de su mano para mostrar en Orgos de quien se trataba.
-Estos cristales rebosan magia.
Es un lugar fabuloso y único, voy fabricarle una tecnología que no tendrá igual... Pero esto costará caro porque los materiales son raros.
-Considere que usted tiene un presupuesto ilimitado.
La sonrisa de Ebohki fue una respuesta muy convincente.
-Me pongo a trabajar.
Casi tres años habían pasado. Thanatosiens y el artesano habían laborado sin tregua por la obra del señor de Orgos. Ahora la cueva tenía un estilo mucho más extraño y menos natural. Por todas partes grabados en la materia extraña que servía de pared se encontraban tipos de surcos donde fluía una energía mágica azul. Había unos pilares sobre los cuales las runas fueron grabadas con el fin de contener y atraer la magia de los cristales que formaban parte integrante en lo sucesivo del edificio.
El artesano pareció satisfecho con su obra.
-Está terminado, todo está echo, prepárese yo voy mostrarle cómo funciona.
Orgos y sus amigos se equiparon pues, abandonando sus armaduras de cuero y su maquillaje para algo más ligero y más fácil que llevar. Ebohki había creado una máscara que poseía un solo lente grueso.
-Es increíble nada molesta nuestros movimientos, afirmó uno de ellos.
-Usted no encontrará nada común en las tierras de Guem. Creé todo esto con materiales que no vienen de este continente, cada fibra, cada lámina, cada cristal, cada parte de sus armas están impregnadas en magia. Ustedes serán capaces de proezas increíbles y a decir verdad viendo su reputación de guerrero casi tengo miedo del resultado.
Orgos examinó una de las láminas, ella también era recorrida por pequeñas runas azuladas. Conocía el significado porque era la magia utilizada en Tantad, desde entonces supo que su meta había sido alcanzada.
-¡Venga, síganme! Ordenó el artesano.
Los llevó al otro lado del edificio en una habitación muy particular. Sobre el techo los surcos múltiples convergían hacia un centro. Una vez totalmente adentro la puerta se cerró herméticamente.
-He aquí lo que llamo la sala de curación. Cuando usted se sirve de su equipos la magia se escapa de este, cuando un punto crítico es atravesado usted lo sentirá. Entonces usted deberá quedarse varias horas encerrado aquí. Para acelerar la curación colóquese en el centro del círculo grabado en el suelo. Los thanatosiens dieron la vuelta a la pieza, admirando la construcción y la realización perfecta de los lugares.
-Debo advertirles, no hay que abusar de la curación porque es susceptible a estropear sus equipos. Todo esto es experimental, nadie todavía creó tales cosas. Más de un exceso de magia podría tener consecuencias muy lastimosas.
Orgos que había retirado su máscara felicitó a Ebohki por su trabajo luego dejaron la pieza para regresar a la sala principal.
-Voy a quedarme algún tiempo, declaró el artesano, voy a entrenarlos para servirse de lo que creé para ustedes luego regresaré a otras ocupaciones. El entrenamiento duró varios días, lapso de tiempo que bastaba para los Thanatosiens a acostumbrarse en sus nuevas habilidades y aprender a usar armas a distancia. Pero esto no planteó problemas, la tecnología era simple de utilizar y natural para ellos. Una noche Ebohki puso fin a su trabajo.
-No tengo nada más que hacer con ustedes, están preparados para las misiones que va darle el Consejo, anunció.
De Orgos se acercó al artesano, fijándole a través de su visera-lente, sabía que vendría este momento y para que la empresa tenga éxito debe sacrificarse a un inocente.
-El Consejo no sabe lo que hacemos y jamás lo sabrá. Con el fin de la frase Orgos sumergió su lámina en el pecho de Ebohki luego tiró de un golpe seco. El hombre se derrumbó muerto en seguida sin comprender el gesto de aquel al que había ayudado.
-En lo sucesivo los Thanatosiens no existen más, únicamente quedaran los Caza-magos. No somos más que uno y ninguno deberá conocer nuestro secreto sino será castigado con la muerte. Espero que sea oído. Ahora voy a tomar mi sitio en el seno del Consejo y a explicar que nuestro gremio esta oficialmente disuelto, continúen con el entrenamiento y pronto nuestro primer blanco será designado. Visto el número de Nehantistas todavía en la naturaleza esto no debería tardar.
Capítulo 5: asuntos internos
Bam bam bam El soldado de la guardia del Consejo tamborileó fuertemente en la puerta del Consejero-decano.
-¡Consejero-decano, Consejero-decano, despiértese!
Veraz que tenía el sueño ligero se levantó sin dolor de su cama. Cogió la capa de su postura y lo echó sobre sus hombros.
- ¿Qué sucede?
-Es el Consejero Chantelain
- ¿Esta bien? Cortó Veraz.
-Desapareció.
- Acompáñeme hasta sus aposentos le ruega. Y haga despertar al consejero Marlok y Abyssien, sean discretos yo no quiero que el pánico se apodera del castillo. En ropa de noche, Veraz corrió a lo largo de los pasillos, inquietándose por su amigo, interiormente rabiando de este incidente. En el lugar encontró el caos. La puerta hundida, el cristal roto, los muebles derribados y papeles por todas partes. Veraz se inclinó por la ventana, los relámpagos no le ofrecían la suficiente luz. Comprendiendo más o menos lo que había sucedido aquí e hizo salir a los guardias y se colocó a lado de la entrada de la oficina. Allí utilizó su magia y el interior se volvió fangoso.
-¿No tocaron nada? Pidió irritado.
-No consejero-decano. - Bien, pida a los sirvientes que recojan los pedazos que cayeron más abajo, que no responden a ninguna pregunta de quién sea.
Poco tiempo después Marlok llegó, seguido por Abyssien todavía adormecido.
-¿Consejero-decano, nos hizo llamar?
-Sí Consejero Marlok. Venga los dos, dijo entrando en la oficina.
-¿Una suerte de éxtasis? Observó a Abyssien.
-Siento afligirlo de molestarle en plena noche, pero la situación lo exige. El Consejero Chantelain desapareció, probablemente a causa del Caza-magos. Tenía la misión de investigar sobre esta persona.
-Con toda evidencia este no lo consiguió, declaró Abyssien que bostezaba.
-Sí y no. Vino verme ayer pidiéndome concederle un hechizo de mensajero fantasma. Lleva una marca de la sombra, esperando para que sea activa.
-Es curioso que el Caza-magos directamente no maté a Chantelain, no recuerdo todos sus ataques, pero la mayoría son muertes espectaculares, observó a Marlok.
-¿Una marca de la sombra? En ese caso puedo seguirle la pista.
-Sí Abyssien, le hice venir para esto. Encuentre a Chantelain y termine su misión antes de que le llegue la desgracia. En cuanto a mí tengo algunos trabajos que hacer rápidamente. Si Chantelain no murió es porque el Caza-magos sabía que su blanco llevaba un mensajero fantasma.
-Nos ocuparemos de esto de inmediato, anunció Marlok.
Chantelain tenía un dolor de cabeza horrible, tardó mucho en despertar, levanto sus párpados y se cerraron casi inmediatamente. Una mano lo sacudió, luego una bofetada le dio un latigazo que lo despertó instantáneamente. La luz proyectada por un tipo de lámparas, probablemente mágicas, no era agresiva, muy al contrario.
-El dolor va a pasar rápidamente, no se preocupe Chantelain.
El consejero se concentró y su visión volvió a ser clara, la voz era la misma que la persona que había matado por la tarde. Se acordó lo había oído antes. Delante de él el Caza-magos lo miraba, pero éste no tenía el mismo traje que aquel con el que se había enfrentado. Todo esto pasaba en una gran pieza cerrada, sin ventana ni puerta. La decoración lujosa desentonaba con la modernidad de las paredes lisas estriadas de surcos luminosos.
-¿Que es lo que voy a hacerle? ¿Esperar que el mensaje fantasma desaparezca y matarle?
Ahora Chantelain estaba seguro de la identidad de este Caza-magos.
-Edrios... Quítate esa máscara, tu voz el acento de Tantad, eres un traidor.
El Caza-magos tiró su máscara de cuero, descubriendo la cara del Consejero Edrios. Éste tiró entonces una silla para instalarse allí, haciendo frente a su preso que, estaba en el piso, atado.
-Usted siempre fue un detective bastante bueno Chantelain, y pude ver que también es un ser temible con arma en mano. Usted mató a un aprendiz, pero no pasa nada.
- Libérame Edrios, no ganarás nada teniéndome cautivo y todavía menos si me mata, sólo hacia mi trabajo.
- y yo, el mío. Debo proteger la organización.
-Usted no protege nada, al contrario, el Consejo pondrá en ejecución todo lo posible para encontrarme aun si el mensajero fantasma no se activa.
-¿El Consejo? Dijo Edrios suspirando. El Consejo ha sido creado por el que creó la organización Caza-magos, estamos bajo el castillo de Kaes. Creeme, no te encontrarán.
-¿Cómo puedo creerte? Después de todo podríamos estar en el otro trozo del mundo y puedes muy bien estar mintiendo.
-Podría sí, pero quiero que sepas que mis fines son honorables. Lucho contra Néhant gracias a mi organización.
Chantelain recordó los diferentes informes que había leído y sus conclusiones no eran gloriosas.
-¿Matar a inocentes y robarles luego eso es el honor para usted?
Edrios frunció las cejas, visiblemente la observación lo puso fuera de si. Se levantó de un golpe, y sacó su arma de su funda.
-¡Cállate! no conoces NADA del sacrificio que hacemos para salvar las tierras de Guem de esta locura nombrada Néhant!
Chantelain no se dejó impresionar, ya había tenido varias confrontaciones de opiniones en la gran sala del Consejo.
-¿En verdad dices? ¿Cómo puede decir esto después de lo que acaba de pasar? ¡Un demonio qué consigue controlar el Consejo! Si alguien falló, eres tú! Dijo gritando.
Durante este tiempo, Abyssien y Marlok recorrían los pasillos de castillo de Kaes, siguiendo una pequeña criatura de sombra que "olfateaba" el suelo.
-Ya hace un buen rato que da vuelta sin salir del castillo, ¿Chantelain estará aquí? Interrogó a Marlok.
-Aun mas, delimitando la zona de búsqueda, debería estar...
Abyssien no acaba su frase, el rastreador se embaló y se echó a correr.
- ¡Ah, bueno! ¡Aquí vamos!
Ambos consejeros siguieron pues a su pequeño compañero mágico, bajando pasillos y escaleras. Algunas veces a la derecha, y otras a la izquierda, descendiendo y volviendo a subir los pisos hasta que por fin entraron en un pasillo en lo más profundo de las entrañas de la morada. Allí sin otra razón el rastreador paró su carrera desenfrenada delante de una pared, en medio de un pasillo no tenia nada particular. La criatura de sombra en forma de perro quedó entonces inmóvil apuntando la pared con su hocico.
-Tu rastreador no sirve, se rió el Dracónico.
-De ninguna manera mi amigo. Es sólo que Chantelain está en algún lugar detrás de esa pared.
Marlok tocó con su mano un cristal en la superficie de la piedra mientras que Abyssien examinaba los alrededores. El Dracónico se concentró y acudió a sus poderes de mago.
-Tengo algo, dijo seriamente.
-Yo también, aunque esto no se ve, pienso que personas pasan por detrás.
-Tienes razón Abyssien, hay alguien del otro lado y a decir verdad, una poderosa magia se desprende de este lugar.
La mano de Marlok se iluminó con una luz azulada, en ese momento inscripciones aparecieron sobre la pared, formando un círculo mágico. Luego en cuanto fueron totalmente visibles un pasaje mágico se formó, como si la superficie fuera agua. Marlok tiró de su chaqueta un bastón de cristal de unos veinte centímetros y pasó un extremo por la puerta mágica.
- ¡Muy bien! Se regocijaba Abyssien, ¿vamos a ver?
- sí sí, pero hay que ser prudente, ya vi esta magia en otro tiempo, la de las runas de Tantad. Vi proezas increíbles en el momento de mis viajes en ese continente.
¿Pero cuál es la relación con el Caza-magos?
- Nos toca a nosotros descubrirlo, dijo Abyssien cubriendo a ambos con un velo de tinieblas. ¡Y para esto volvámonos invisibles!
Aspirados por la puerta, transformados en sombras, ambos consejeros se encontraron del otro lado. Deslizándose en las numerosas sombras de la guarida de los Caza-magos. Por otra parte percibieron rápidamente la actividad presente. En esta gran habitación principal había una decena de Caza-magos. Continuaron su búsqueda, colándose a espaldas de los asesinos. Chantelain continuaba desafiando a Edrios, procuraba ganar tiempo de modo que el dolor dejara de cuajarlo y sobre todo el tiempo de deshacerse de sus lazos sin que este se diera cuenta. Un plan había germinado rápidamente en su espíritu. Sobre una mesa no lejos de allí una de las dagas del Caza-magos estaba clavada, probablemente con el fin de impresionarlo. Si podía deshacer sus ataduras, y demostrar que éstos eran cobardes...
Edrios se había ido a dar un monólogo virtuoso, explicando que Chantelain tenía la culpa y que ellos seguían la única y verdadera lucha contra Néhant. El preso había observado el cuarto, había allí ciertos objetos conocidos como obras de arte propiedades de un rey, de un señor, de un vendedor y de otros pero que no tenían nada que ver, con certeza, con los Nehantistas. Comprendió entonces que Edrios no tenía un discurso coherente con relación a sus actos. La situación iba a evolucionar más rápidamente que previsto. Marlok y Abyssien consiguieron alcanzar el cuarto donde Chantelain estaba encerrado. Este último entró en acción en ese momento. Acudió a todas sus fuerzas restantes para saltar entre Edrios y la mesa. De su mano izquierda cogió el brazo de su adversario, del otro arrancó la daga de la mesa. Por desgracia para Chantelain no fue bastante fuerte, ni rápido. Edrios llegó a librarse del abrazo de Chantelain. Ambos magos escondidos en las sombras reconocieron a ambos protagonistas y actuaron en ese preciso momento. Ambos volvieron a su forma verdadera. Abyssien se sirvió de las sombras presentes para crear varios tentáculos que se enrollaron alrededor de Edrios. En cuanto a Marlok, él modificó la estructura de su brazo de cristal para que se hiciera una lámina y la plantó en las costillas de su adversario. Edrios no tuvo tiempo de herir a Chantelain, sorprendido y trabado por los tentáculos de sombra. El combate se dio vuelta, y viendo que la huida le era desfavorable, no pudiendo hacer frente a tres consejeros de este valor, Edrios llevado por su locura no tenía otra elección que de suicidarse. Se hundió la lámina de su espada en el vientre y se derrumbó luego, perdiendo la vida...
Chantelain, muerto de cansancio se tiro al suelo, aliviando por la intervención providencial de Marlok y Abyssien.
-¿Bueno y ahora? Preguntó Abyssien. Podemos volver a salir como entramos, no quiero quedarme aquí, nos ocuparemos de los Caza-magos más tarde ahora que sabemos donde están.
-No espere, me gustaría registrar esta sala. Hay que llevarse también el cuerpo de Edrios para evitar que su muerte sea malinterpretada. Chantelain se levantó mas mal que bien y se propuso a buscar la habitación. Su búsqueda fue muy fructuosa porque encontró varios escritos ilegibles que eran las notas del señor de Orgos y de sus sucesores, otros objetos y trajes del Maestro Caza-magos.
-Ya termine, vayamosnos. Tengo un favor que pedirle, va a haber que quitar los trajes de Edrios, quemarlos y le pasárselo otros.
-Usted tiene una idea detrás de todo; afirmó Marlok.
- Más de lo mismo, no hable a nadie de todo esto, haremos una reunión privada con Veraz tan pronto como lea esta información.
Con dificultad Abyssien consiguió transformar a todo el mundo en sombra, desapareciendo de la guarida de Caza-magos sin que éstos se dieran cuenta de lo que acababa de pasar aquí.
Algunos días más tarde, Marlok, Abyssien, Chantelain y Veraz se habían reunido en la oficina, ahora arreglada, de Chantelain. El Consejero-decano selló mágicamente la pieza para que nadie de indiscreto asistiera a su intercambio.
-Consejeros, Decano, leí, de manera rápida, los escritos ilegibles encontrados con los Caza-magos. Lo que se descubre aquí es increíble. Fue el Consejero-decano Orgos quien creó a los Caza-magos por odio a los Nehantistas. Al no conceder el Consejo pena capital, creó una sociedad secreta, que perduró después de setenta años de actividad. Varios consejeros dirigieron a los Caza-magos hasta Edrios. Pero es ahí dónde esto cambio para mal. Era hace casi veinte años cuando se le confió la dirección de la organización. Pero lo pervirtió, sirviéndose para sus propios intereses y para su provecho personal. Veraz no creyó lo que oía. Caza-magos, aquí, después tanto tiempo y bajo el control de un consejero.
-¿En serio? Todos los días se aprende algo nuevo, se lamentó. Bueno reflexionemos sobre lo que podemos hacer con ellos ahora.
-Yo tengo una idea, declaró Chantelain. No doy la razón a Orgos, pero tenemos aquí una oportunidad. El Consejo debe guardar el control de los Caza-magos y hacer perdurar la organización, pero con nuestras directivas. Todo sin que sepan la verdad.
-Es peligroso, afirmó Marlok. Si la verdad es revelada acusaran al Consejo de asesinato y esto perjudicará una reputación ya mancillada por los últimos acontecimientos.
-Pero es también un medio de lucha contra los Nehantistas, tienen las herramientas, explicó Chantelain con convicción.
-Puede ser en este caso nosotros deberíamos temporalmente guardar el control de los Caza-magos, por lo menos hasta que hayamos eliminado el problema Néhantista, intervino Abyssien.
El Consejero-decano miró a los otros consejeros unos tras otros, debía tomar una decisión sobre el futuro de los Caza-magos. ¿Que se harían si desmantelaba la organización? ¿Iban a hacerse unos bandidos? ¿Que hacer a personas cuyo solo modo de vivir era de ser asesino?
-Chantelain, usted sucede a Edrios. Los Caza-magos deberán reorientarse hacia su fin primario y recuperar el trabajo. ¿Marlok, ustedes conoce el ritual del juramento de palabra?
-Sí, sí, lo conozco.
-En este caso va a haber que hacerlo, con el fin de que este secreto se quede entre nosotros y sea escondido para siempre.
La epopeya
Capítulo 1: El Retorno
El retorno de Aez a Camlahan fue triunfal. Blandiendo la Espada de los Cinco Ancestros sobre su caballo y con su armadura verde, el guerrero una vez errante ahora redimido en héroe, traía esperanza a su reino. Los sirvientes del castillo habían estado ocupados preparando todo antes de su regreso anunciado por los exploradores del Este. Como para saludar su regreso, grandes pancartas con la cabeza del león blanco flotaban con la suave brisa de este brillante día. La noticia se había difundido en la ciudad y toda la población estaba allí para esta gran ocasión. La madre de Aez, la joven reina Isabel, sintió su corazón derretirse lleno de alegría mientras apretaba contra su pecho la corona de su difunto esposo. A causa de su estatus no podía inmutarse ni dejarse llevar por las emociones, pero muy dentro de ella el ver a su hijo con vida y portando la espada era un sueño.
Los guardias de Camlahan corrieron a un costado a la multitud para dejar pasar al caballero que arribaba a gran velocidad a la puerta del castillo. Allí, saltó de su caballo para recorrer el camino central que daba a la entrada del bastión. A mitad del camino, con un amplio gesto desenvainó la Espada de los Cinco Ancestros para que todos la admiraran y comprendieran que en Avalonia había ahora un Rey. El joven llegó hasta su madre y asentando una rodilla, puso la punta de la espada contra el suelo de piedra.
- Madre, aquí está la Espada de los Cinco Ancestros forjada por el primer rey de Avalonia y símbolo de mi rango. ¡Se me será confiada la corona y no seré más un simple guardián del reino! Dijo con el fin de que todos a su alrededor escucharan sus palabras.
La reina mostró una amplia sonrisa y tomó una gran bocanada de aire antes de responder.
- De acuerdo con la tradición, el rey de Avalonia debe blandir la Espada de los Cinco Ancestros. Tú has salvado el honor de una familia y el honor de un pueblo. ¡Ahora se te reconoce como el legítimo rey!
En ese momento colocó la corona suavemente sobre la cabeza de su hijo. Pasaron unos segundos antes de que él se levantara para darle la cara al público. No había ruido. Cortesanos y nobles se inclinaron ante él, seguido por la gente común. Los hombres se quitaron sus sombreros conjuntamente con las damas, quienes se inclinaron tomando sus vestidos en señal de respeto.
En Avalonia había un rey.
Desde su balcón, en la parte superior de la torre más alta del castillo, Aez miró al cielo con gran preocupación. No había una sola parte de cielo que fuese visible, estaba todo oculto por unas densas nubes de un color que no auguraban nada bueno. La atmósfera era pesada, abrumadora y sofocante. ¿Qué está pasando? ¿Es este el fin del mundo? Se preguntó. No esperó más tiempo porque estaba decidido a encontrar la respuesta. Dentro de la ciudad la misma no era más que calles vacías, la gente se había refugiado en sus hogares demasiado supersticiosos. Cruzó rápidamente la ciudad en su caballo hasta llegar a una casa de piedra aislada en medio de un bosque.
Afuera, esperaba un hombre. Al ver llegar a Aez, se levantó de su asiento y se inclinó en reverencia. El hombre llevaba un manto púrpura y su edad se marcaba por su cara y su barba gris. El rey miró hacia los costados en busca de alguien más.
- Majestad, me alegro de verlo nuevamente, dijo el anciano. Tengo poco tiempo para darle así que seré breve.
Aez se concentró y lo reconoció.
- ¿Tempus? ¿Eres tú mi amigo? Dijo mientras se bajaba del caballo. Has aparecido.
- Soy el mismo. Yo era joven cuando partiste a las tierras lejanas y ahora te encuentras con mi yo más anciano. Es una larga historia, pero no tiene nada que ver con lo que te trajo acá.
- ¿Por qué sabias que estaría aquí?
- Por el Equinoccio, mi amigo.
- El Equinoccio... ¿QUÉ? ¡Un equinoccio!
- Sí, majestad, ha oído bien. El último tuvo lugar durante el Gran Torneo de Yses, hace ya un poco más de veinte años. Y ahora sucederá nuevamente. Excepto que esta vez será diferente. Escúcheme bien, porque tendrá que actuar ahora. El Equinoccio será una oportunidad ideal para que una criatura reparta sus huevos por toda la superficie terrestre de Guem. Es su responsabilidad limpiar Avalonia, por ser este su destino.
Aez ya estaba pensando en diferentes estrategias y convocaría a todos los señores, barones, condes y duques. El destino estaba por poner en acción una cruel jugada, desafiándolo. Muchas preguntas se atiborraron en su cabeza.
- ¿Cómo sucederá esto? ¿Cuál será su apariencia? Le preocupaba.
- Mire majestad, respondió el anciano invitándolo a seguirlo.
Detrás de la casa, pegado contra el tronco de un árbol se encontraba una especie de huevo de aspecto oscuro y áspero. El olor que emanaba de él era tan atroz como su apariencia.
- Arderán con el fuego, dijo el mago creando llamas mágicas, que devorarán los huevos en muy poco tiempo.
- ¿Cómo darte las gracias por tu consejo? preguntó el rey.
- Bueno, la próxima vez pensaremos en ello, respondió con una sonrisa. Ahora tengo que irme. Adiós majestad hasta pronto.
- Adiós señor Tempus.
El Equinoccio duró sólo unos pocos días. La diferencia entre noche y día fue mínima, perturbando la vida de los habitantes de las tierras de Guem. Avalonia nunca había experimentado una gran cacería. A través de las órdenes del rey que se expandían, la población se movilizó para luchar junto a los ejércitos de los Señores de Avalonia. La tierra fue recorrida de arriba hacia abajo. De a miles los huevos fueron destruidas liberando en la atmósfera un olor a putrefacción que se estancó por falta de viento. Sólo unos cuantos incidentes de poca importancia fueron lamentables y cuando las nubes se dispersaron anunciando el fin del Equinoccio, los huevos restantes no escaparon de las llamas.
Esta historia reconfortó a Aez en su papel de rey y gracias a las indicaciones de Tempus, él salió de esta aventura victorioso, y aun más amado por su pueblo. Había tomado las decisiones correctas y contribuido a superar esta prueba. Pero la historia no termina aquí. En Avalonia existe un héroe.
Capítulo 2: La Criatura
El joven Firmin sólo tenía siete años. Hijo del molinero de su pueblo, le gustaba imaginar aventuras donde él era un fiel caballero del rey Aez, matando las criaturas emergentes de los huevos del Equinoccio con el fin de salvar a damiselas en apuros. Pero esta vez, la aventura que viviría no sería producto de su imaginación, sería real. No sentía las piernas ni los pies magullados, impulsados por su voluntad. Respiraba como un caballo después de una agotadora carrera, pero tenía que llegar a su destino. En su mano, llevaba un trozo de tela manchada y ennegrecida. ¡El Rey tenía que verla! Como un fantasma caminaba por las calles de Camlahan, bajo las miradas sospechosas de las personas y la indiferencia de los guardias, fue directamente al castillo. Su energía lo había abandonado, ya no podía más, y peor aún, no contaba con la suerte de que sus esfuerzos fuesen recompensados. Aez hablaba en el patio con algunos consejeros, tratando de hacerles entender su visión de la gestión del reino. La voz del muchacho sonó contra las paredes. Una voz llena de tristeza, pero pidiendo la atención del rey.
- ¡¡¡Majestad, Rey de Avalonia!!!
Firmin dio unos pasos hacia el patio delantero pero se encontró con los guardias que le detuvieron el paso. Al ver esto el chico repitió el llamado.
- ¡Ayúdeme Majestad! ¡Una gran desgracia le ha sucedido a Lodèc! ¡Ayúdeme!
Los guardias rechazaron al chico quien cayó al suelo agotado dejando escapar algunas lágrimas, a la vez que decía "Ayúdeme... ¡Ayúdeme!". Aez miró hacia la entrada y vio al guardia que estaba empujando violentamente al muchacho. El no pudo permitirlo y personalmente se acerco para ver qué era lo que sucedía.
- Eso es todo guardia, ¿este niño es tan peligroso que lo tienes que tratar así?
El llamado de atención fue suficiente para que el guardia se pusiera firme al instante.
- Discúlpeme Majestad pero este mendigo quería entrar al castillo.
- Sí, ¡pero hay otras maneras de actuar además de la brutalidad! ¡Fuera de mi vista!
El guardia no tuvo necesidad de responder porque quería salir cuanto antes de esta situación vergonzosa. Aez alejó los cabellos que estaban sobre los ojos medio cerrados de Firmin. Respiraba con dificultad y cuando se dio cuenta de que estaba en los brazos del rey le entregó el pedazo de tela.
- Majestad... Lo... Lodèc fue atacado... una criatura... ayuda...
Pero inminentemente terminó inconsciente. Aez le dio el niño al segundo guardia que estuvo presente en la escena.
- Llévalo a una habitación, que sea curado y alimentado. Dijo mirando el tejido que le dio Firmin.
Era una pieza de cortina, lo giró en una dirección, luego en otra y reconoció gracias a algunos detalles su origen.
- Un trozo del gran tapiz del castillo de Lodèc... Esto lo preocupó.
El niño fue capaz de contar su historia a la mañana siguiente después de una larga noche de descanso y de una abundante comida. Aez entró mientras una sirvienta terminaba de recoger los utensilios del almuerzo. Saludó al rey y luego salió inmediatamente de la habitación. Firmin se veía pequeño en la gran cama cubierta de pieles. Estaba muy inhibido por encontrarse delante de él, a quien admiraba tanto. Preso de la timidez, no dijo nada hasta que Aez inicio la conversación. Este último se sentó en el borde de la cama, prefiriendo actuar con menos distancia que la que sus estatus le permitían.
- ¿Cómo estás chico?
El muchacho contestó afirmativamente con una ligera inclinación de su cabeza.
- ¿Cuál es tu nombre?
- Yo soy... Firmin, hijo del molinero de Lodèc.
- Firmin, cuéntame tu historia.
El niño se acurrucó en la cama.
- Una criatura alta como el castillo de Camlahan atacó la aldea, rompiendo todo a su paso. Inmediatamente nos refugiamos en el fuerte de Lodèc pero... pero...
El niño empezó a llorar.
- ¡Todo el mundo está muerto, majestad, menos yo!
- Firmin, que sucedió después, dímelo.
- El Señor y los soldados trataron de detener a la criatura, pero ella era demasiado fuerte y rompió los muros que se desmoronaron sobre nosotros. Y entonces cuando toda la tierra se partía, pude escapar de la muerte y eh venido a informárselo...
- Has hecho bien, Lodèc no está lejos de aquí, no vamos a permitir que una criatura deambule por la zona, dijo el rey levantándose. Quédate aquí todo el tiempo que desees y tendrás a tu servicio a los cocineros. En cuanto a mí, iré a ver lo que pasó.
Aez y algunos guardias reales estaban listos. En su caballo, con su armadura verde y dorada el rey lucía radiante. A su lado, los portaestandartes los ondeaban en el viento armoniosamente. Lodèc no estaba lejos, el viaje iba a durar a lo sumo un par de horas. La reina madre no esperaba que su hijo también partiera.
- ¿Por qué vas tú mismo, Aez?
- Madre, esta criatura ha destruido un fuerte y arrasó un pueblo, ¿quién más que yo es el indicado para combatirla?
- Tu ejército.
- No será necesario.
- ¡Ten cuidado, ten cuidado y retorna a mí con vida! Recuerda una cosa, si tú mueres sin un heredero, Avalonia organizará un Gran Torneo, por ser esa la ley de los Siete Reinos.
Pero Aez no prestó atención a las advertencias de su madre y juntamente con la armada abandonaron el castillo a trote, provocando la admiración de la población. Pronto se encontraron en la única carretera pavimentada que atravesaba el reino de punta a punta. El sonido de la cabalgata rompía el habitual silencio de la región advirtiendo a los viajeros de su inminente cruzada.
Lodèc era un pequeño señorío entre las tierras del rey, situado entre el Condado de Barkaram y el Gran Ducado de Salan. No había nada especial, salvo el paisaje de los inmensos bosques, donde vivía la población esparcida. Aunque hay algunas aldeas situadas por aquí y allá, la única aldea de importancia era la del pueblo del Señor Lodèc. Los jinetes llegaron justo cuando una columna de humo se levantaba en el cielo. Enfrente de ellos, una verdadera escena de desolación se apreciaba. Las casas fueron destruidas y consumidas por el fuego. Sobre una colina por encima del pueblo, el fuerte no era más que un montón de piedras. Los Avalonienses no podían creer lo que veían.
- Adéntrense y vean si hay algún sobreviviente, apaguen los incendios. Una vez que dio esa orden, mando a continuación a construir un campamento en las afueras del pueblo. Ustedes dos, dijo señalando a dos caballeros, patrullen y mantengan los ojos bien abiertos.
Aez esperaba que en el fuerte todavía se encontraran algunas personas con vida. Pensaba también en Leodran de Lodèc, a quien conocía muy bien desde su infancia, un hombre noble y de valor según su opinión, pero impulsivo y a menudo, demasiado temerario. Debido a sus características el Rey temía lo peor...
Su caballo estaba nervioso, así que tuvo que tirar de las riendas para que se dirigiera a la fortaleza. Toda la construcción era sólo escombros, una mezcla de madera y piedras de gran tamaño. Aquí una mano, allá un rostro, sin rastros de vida. "¡Qué catástrofe! Tantas vidas destrozadas... Por desgracia, la puerta de entrada estaba cerrada para siempre porque en su interior el techo se había derrumbado y probablemente encima de la personas que estaban allí esperanzados de encontrar un refugio. Caminó alrededor de las ruinas mientras imaginaba el tamaño de la criatura responsable de tal desastre. Atravesó lo que había sido parte del fuerte y luego se dirigió al bosque. Notablemente la mayoría de los árboles estaban tumbados, como si un niño hubiera caído sobre un campo de trigo. Sin el menor temor, el rey se alejo siguiendo la pista visible. En su camino se encontró a varios soldados o aldeanos de Lodèc muertos, sus cuerpos estaban despedazados.
- ¡La mandíbula de esa cosa tiene que ser enorme! Dijo en voz alta.
Al parecer caminó unas tres millas al norte antes de encontrarlo. Enorme, monstruoso, increíble, fueron las primeras palabras que le vinieron a la mente. Lo que buscaba tenía varias cabezas y aspecto digo de las criaturas que solo se cuentan en leyendas. Él tomó las riendas con ambas manos y lanzó su caballo al galope, alcanzado la distancia que lo separaba de su meta. Sigilosamente, lanzándose sobre ella la tomó por su espalda.
Desde hacía cuatro días que Johan y Aelide viajaban. Enviados por sus padres, el Duque y la Duquesa de Alto-Abismo, con el fin de brindar sus respetos al Rey Aez. El Duque tuvo la idea de deshacerse de su hija por al menos unos días, quien se comportaba más como un joven. Johan había quedado atrapado por las piernas como su cuidador, pero esto no le molestó a Aelide porque amaba a su hermano más que nada. Lo que en sus comienzos parecía ser para ellos un viaje protocolar, se convertiría rápidamente en una gran aventura que cambiaría para siempre sus vidas. Era la hora de la cena. Ellos se reunieron alrededor de una fogata e intercambiaron historias que como era habitual, una era más fantástica que la otra. Luego escucharon un ruido que interrumpió sus conversaciones, parecido a cuando un leñador tira abajo un árbol. Lo que en un principio parecía un sonido alejado, poco a poco se sentía más cerca. Y, finalmente, la criatura fue visible, sus cabezas salían por entre los árboles y estos eran destrozados como si fuesen simples ramas. Enojada y furiosa, aparentemente estaba herida en varias zonas. No tuvieron otra opción porque se dirigía directamente hacia ellos. Johan tomó su gran espada y escudo, poniendo a Aelide detrás de él.
- ¡Sigue tu camino o morderás el polvo! Gritó lleno de coraje.
Aelide agarró su arma y se puso en guardia con el fin de ayudar a su hermano. El terreno no lo favorecía pero Johan era un caballero temible. La criatura atacó. Una mandíbula se cerró cerca de la cara del Avaloniense y otra cabeza se estrelló contra el largo escudo de metal con cabeza de león, símbolo del reino. Un movimiento de la espada de Johan detuvo a otra cabeza, entonces Aelide encontró una abertura y se abalanzó tomando su arma con ambas manos, dañando una de sus cabezas de arriba a abajo. La criatura era feroz y fuerte, el tener una multitud de cabezas le beneficiaba más que otra cosa, podía atacar a todos a la vez. Aelide y Johan lo habían entendido y se resistieron a los incesantes ataques de los maxilares. Se estaban esforzando al máximo y a pesar de sus habilidades en su lucha contra sus múltiples objetivos, inevitablemente quedaban en ridículo. Aelide tropezó y por poco una mandíbula se cierra sobre su brazo, recibiendo afortunadamente solo un gran arañazo. Ella dejó escapar un grito que desorientó a Johan. Una cabeza con la boca abierta se dirigía velozmente al caballero y entonces… Aez hundió la espada en uno de los cuellos de la bestia que gritó de dolor y de esa forma salvo de una muerte segura a Johan. El rey no pudo soportar todo el peso de la bestia sobre su espada por lo que la alejo cortando su carne y generando una gran hemorragia en la herida. El olor que se propagaba no era desconocido y "Equinoccio" fue la primera palabra que se le vino a la mente. ¿Se trataba de un huevo que había nacido? Pero en ese momento poco importaba, ¡tenía que actuar! Aez contaba con el apoyo de los otros dos seres humanos que como él también se enfrentaban a la cosa. Ellos habían tenido grandes dificultades a causa de sus múltiples enemigos, a pesar de demostrar ser feroces combatientes!
Cuando Johan y Aelide observaron la armadura y espada del recién llegado, pronto se dieron cuenta de quien se les había unido. Esto fue como una dosis de energía y sintieron el deseo de sobresalir. Las hojas cortaban el aire y la carne. Una cabeza voló, luego dos, luego tres, y cada vez que una era cortada, estas se desvanecían como humo. ¡La criatura estaba a punto de ser derrotada! Los tres se sintieron vigorizados, pero las ilusiones de victoria se desvanecieron cuando una a una las cabezas empezaron a crecer nuevamente.
- ¡Esta criatura es inmortal! Gritó Johan desilusionado.
- ¡Corten todas! Ordeno Aez.
Aplicando una disciplina casi militar, los tres avalonienses ejecutaron el plan, en un principio simple pero difícil en la práctica. Y otra vez las cabezas fueron cortadas, siendo finalmente derrotada la criatura quien cayó sobre suelo. Aez, Aelide y Johan agotados por la batalla se miraron entre sí para darse cuenta de que estaban vivos. La mirada de Aelide se cruzo con los ojos verde esmeralda del rey provocándole que se sonrojara. Ella ya había escuchado hablar del rey y habían viajado en busca del hombre, guiándose por los comentarios de los Siete Reinos, pero los rumores eran inferiores a la verdad. El corazón le latía velozmente en el pecho, ¿era este el efecto de la lucha o el encuentro con el rey? ¡Ni uno ni lo otro! Un veneno insidioso se esparció lentamente en el cuerpo de la joven. Ella cayó...
- ¡Aelide! Grito Johan soltando su arma y escudo. ¡Aelide!
Con cuidado levantó a su hermana y encontró la gran herida de su brazo. A lo largo de la herida una materia oscura fluía.
- Veneno... ¡Oh, no! ¡No mueras, hermanita!
Aez observaba la herida cuando vio a la criatura moverse. Ella se levantó rápidamente e instantáneamente ataco con una de sus cabezas.
- ¡Cuidado! Gritó Aez, ¡ella no está muerta!
Johan tomó su espada pero no se atrevió a soltar a su hermana.
El rey entonces se encontró solo con la bestia. Mientras ella se abalanzaba el tomó unos segundos para observarla mejor. Un poco más abajo, a la altura del pecho, se encontraba una especie de esfera, grande y negra, de donde emanaban pequeños destellos en diferentes direcciones. Rápidamente y con fuerza lanzó la Espada de los Cinco Ancestros en el extraño objeto. Hubo una explosión que tiró al suelo al avaloniense y luego una lluvia de materia extraña, parecida a crema chantilly se desparramó por todas partes. Esta vez no había dudas de que la Hidra de Bruma del Equinoccio ya no existía. Johan se levantó como pudo mientras cargaba a su hermana, mientras que Aez recuperaba su espada cubierta de una materia viscosa.
- ¿Cómo está ella, caballero?
- Está inconsciente.
- Llevémosla a mi campamento al otro lado de la colina. Vamos a estar más cómodos.
- ¡Gracias majestad, mil veces gracias!
Avalonia fue vengada.
Capítulo 3: La misión
El sudor en la frente adornaba con perlas la blanca piel de Aelide. Habían pasado dos días en que su condición se mantenía estable, lo que le permitió a Aez trasladarla a una habitación del Castillo de Camlahan. El viejo curandero de la familia real no conocía el veneno de la criatura y el hecho de que su cuerpo estallara en miles de pedacitos, no ayudaba. Aez se sentó al borde de la cama, su pelo recogido y su larga barba le daban el aspecto de una persona mayor, pero en realidad no era mucho más mayor que Aelide y Johan. En los raros momentos en que la mujer despertaba buscaba a Aez, éste la tranquilizaba tomándole la mano. Johan, muy ansioso, había dejado a su hermana al cuidado del rey y su séquito con el fin de encontrar una cura, verla en ese estado era simplemente insoportable. De pie junto a la puerta del dormitorio miraba a su hermana sufrir y este sentía la impotencia más absoluta. Se acercó a Aez.
- Majestad, no puedo permanecer más tiempo sin hacer nada. Mi padre el duque de Gran-Abismo está en camino, llegará aquí mañana por la mañana, me gustaría confiarle mi hermana a usted.
Aez cuyos ojos verdes expresaban inquietud veía sólo la belleza de Aelide y aunque no estaba en sus mejores trajes la encontraba muy de su agrado.
- Su hermana estará bajo vigilancia caballero. Vaya a buscar lo que necesitamos y dígale a los que lo detengan que usted es mi brazo y mi espada.
Johan se inclinó sobre la cama y le dio un beso en la mejilla a su hermana, cuyos ojos entreabiertos lo miraban fijamente.
- Resistente hermana, pronto regresaré...
El caballero salió de la habitación con el corazón acongojado. ¿Seguiría con vida cuando regresara? Lo esperaba con todo su ser, pues nunca se recuperaría si ella falleciera en su ausencia. Trató de despejar su cabeza de estos pensamientos para poder seguir adelante. Bajó corriendo las escaleras a riesgo de resbalar, golpeando a varios sirvientes que pasaban de quienes se disculpó llanamente. Pero ¿Por dónde empezar? ¿Debía ver a algún sacerdote, cuya magia podría curar cualquier lesión? Su sentido común le decía que era la mejor idea a seguir, por desgracia era muy raro en Avalonia encontrar a este tipo de personas. Había varios lugares considerados sagrados en el reino, pero en Yses no había de forma abierta grandes congregaciones de devotos, aunque pudiera ser que todavía estuvieran allí. Se sentó en la silla de montar y partió al galope hacia el norte donde según su memoria aun existían varios lugares sagrados.
Cuando llegó la noche, Johan no había visto pasar nada ese día, pues estaba muy concentrado en su búsqueda. Llegó a la aldea de Siemhar cuando el camino sólo estaba iluminado por la luna. Se encontró con una actividad poco habitual a esas horas. La aldea estaba construida como un anillo alrededor de una colina, cuya cima había sido aplanada para construir una gran plaza pavimentada con piedras planas. En su centro varias piedras grandes talladas miraban la región desde la altura. Era a los pies de éstas piedras que se había reunido la gente, la plaza estaba iluminada por múltiples antorchas lo que le daba un aire de misterio al lugar. Johan desmontó para ver el extraño espectáculo que estaba sucediendo en ese momento. Sentado en un cofre de madera, un bardo pellizcaba las cuerdas de su lira con pasión y entusiasmo. Éste contaba la historia del Equinoccio y de Aez, embellecida por el encanto poético la historia resultaba muy épica, pero realista. Los aplausos siguieron al final de la representación junto al sonido de cristales que caían al suelo.
La plaza se vació rápidamente de modo que sólo quedaron el Bardo y Johan iluminados por las moribundas llamas. El caballero se acercó al bardo y le ayudó a recoger las ofrendas del público.
- Rara vez he oído esta historia tan bellamente contada.
El bardo se levantó y miró por unos segundos a su interlocutor y por sus conocimientos de la heráldica supo su identidad.
- Gracias, señor Johan de Gran-Abismo.
¿Cuál es su nombre amigo bardo?
- Salmo, narrador y vagabundo, dijo haciendo una reverencia.
- ¿Dónde va a dormir esta noche, Salmo?
- Vi un hermoso árbol más abajo del pueblo, se ve muy cómodo y me protegerá del rocío.
- ¿Sabe usted algunas historias acerca de los lugares sagrados de Avalonia?
El bardo se concentró y se enumeró las historias de estos lugares.
- Sí, creo que puedo satisfacer su curiosidad, respondió.
- Según las reglas de caballería, el jefe de este pueblo debe ofrecerme comida y refugio, le ruego que me acompañe para hablar de estos lugares.
La perspectiva de pasar la noche al calor y en una casa verdadera lo apresuró a decidirse. Ambos hombres fueron a buscar al jefe de la aldea quien invitó al caballero y al bardo a su casa. Gran parte de la noche se dedicaron al tema escogido por Johan: los lugares sagrados. Y efectivamente no se había equivocado en cuanto a su existencia. Por supuesto, Salmo le dijo que sus historias no reflejaban necesariamente la realidad, pero como él explicó, las leyendas a menudo tomaban cuerpo de eventos, lugares o personas que existieron.
- Los primeros hombres que vivieron aquí y que más tarde se fundaron Avalonia y luego los Siete Reinos adoraban a dioses antiguos. Era una población verdaderamente creyente. Por otra parte, a pesar de que ya no son tan fervientes, siguen rogando a esos dioses. Las leyendas hablan de un cese súbito de estas prácticas, pero no se conocen las razones, una teoría es que es el orgullo de los hombres habían obligado a los dioses a cortar el vínculo con ellos.
Johan escuchaba con mucha atención estas historias.
- ¿Cree usted que los dioses permitían a los hombres curar cualquier enfermedad?
El jefe de la aldea, que hasta entonces no había dicho palabra, recordó algo.
- La leyenda de la Copa de Vida
Estas palabras despertaron la curiosidad del caballero y del bardo que se incorporaron de sus asientos.
- ¡La Copa de Vida! ¡Sí, por supuesto! -Exclamó.
- Cuénteme, dijo Johan esperanzado.
Salmo tomó su lira cuyo mango estaba tallado con una Serpiente de Bruma.
Mi dios al que mis ojos lloran, que deja este lugar sagrado a la noche, que viven algunas luces, que no resuena ningún ruido. Que la tristeza mis lágrimas vacía, mientras que mi corazón se detiene, puede mi dolor convertirse en olas, y barrer toda la maldad. De la Copa y de mis lágrimas nace esta arma sagrada, Que será de la real mano, hasta mi último aliento.
La música se detuvo y dejó a Johan pensativo, el jefe de la aldea reanudó la discusión.
- Un poco sobre lo que dijo es correcto. Estas palabras están escritas en una gran piedra plana que se encuentra a cuatro kilómetros de aquí. Si quiere puedo guiarlo.
- Le estaría muy agradecido a usted. Respondió el caballero. Salmo guardo su instrumento y se levantó para calentarse junto al fuego.
- Joven Señor le advierto que los dioses se encargaron de ocultar todo esto a los ojos de los hombres. Muchas personas que buscaban fama o fortuna han tratado de encontrar este cáliz y otros objetos, todos ellos jamás fueron vistos nuevamente.
- No tengo otra opción, si esta copa puede salvar a mi hermana del mal que la corroe, tengo que encontrarla.
- En ese caso le deseo suerte, dijo el bardo con la mirada fija en las llamas.
Al día siguiente, como lo había prometido el jefe de la aldea llevó a Johan hacia el oeste. El paisaje ondulado al principio poco a poco se convirtió en accidentado y montañoso, casi inquietante. El camino serpenteaba subiendo lentamente a lo largo de un acantilado donde lo mejor era no caerse. La progresión lenta y peligrosa comenzó a debilitar la moral del jefe de la aldea, poco acostumbrado a aventurarse aquí. Aunque, ya había estado aquí una vez hace mucho tiempo. Finalmente llegaron a una amplia meseta sumergida en la niebla, donde nada crecía a excepción de un musgo gris en las paredes de la roca.
- La piedra está ahí, delante de nosotros, por el otro lado. Lo llevaré ahí y luego volveré a mi hogar.
Johan le dio un pequeño golpe en los costados a su caballo, que se mostró nervioso al cruzar por ese mar de niebla. Por el otro lado y delante de una apertura que daba a otro camino se encontraba una gran piedra grabada con una escritura. El caballero le pasó las riendas a su compañero antes de frotar las escrituras para que fuesen legibles. Después de una rápida mirada se dio cuenta que eran los mismos versos de la historia de Salmo.
- Bien, voy a mirar por aquí, espéreme un momento por favor.
- Tenga cuidado.
- No se preocupe, dijo tomando el camino que rápidamente lo sumergió en la espesa niebla. Con la mano puesta en la espada, tanteaba con el pie delante de él para evitar cualquier obstáculo o agujero. Luego descendió y todo quedó claro, la niebla era una nube negra atrapada en las alturas. El sendero corría a lo largo de una quebrada hasta un puente de cuerdas y madera que cruzaba al otro lado, un ser esperaba delante del puente.
- ¿Alguien aquí? Dijo mientras caminaba hacia él.
Era un anciano muy delgado y vestido con harapos, que se apoyaba en un bastón. Le cerró el paso a Johan cuando trató de cruzar el puente.
- ¿Cuál es su nombre joven? Dijo con voz temblorosa.
- Yo soy Johan de Gran-Abismo.
- ¿Y cuál es su misión?
- Mi misión... Busco una cura para el envenenamiento de mi hermana.
- ¿Cuál es el color del peluche de Zahal, el Caballero Dragón?
- No le veo ninguna importancia. ¿Puedo pasar por favor?
- Puede... si intenta... trate... sí... Dijo, saliendo del camino.
Johan se precipitó. Las tablas de madera estaban deformadas, pero mantuvieron su posición. Al otro lado vio a alguien que miraba hacia él. Reconoció al viejo hombre.
- ¿Cómo es esto posible?
Miró hacia atrás y en realidad era la dirección en la que él quería ir. Intentó pasar de nuevo, pero ocurrió lo mismo. Esta vez iba a poner en claro esto con el viejo.
- ¿Qué es esta magia?
- ¿Ha leído las palabras?
- ¿Las palabras? ¿Quiere decir el poema? Si, lo he leído.
- ¡Leído, pero no entendido!
Johan lo comprendió, corrió de vuelta por el sendero donde sin aliento se encontró al jefe de la aldea que estaba preocupado por su ausencia. Pero no lo escuchó, sólo leía las palabras de la piedra. Se detuvo en "Qué será de la mano real." Aunque él era hijo de un duque, no era de sangre real.
- Aez...
- ¿El rey?
- Sí, ¿quién más? , dijo Johan preocupado por la situación. No tengo otra opción, tendrá que venir aquí, agregó registrando el bolso de cuero unido a la silla de montar de su caballo.
Sacó algo para escribir un mensaje. Redactó a toda prisa solicitando que acudiera el rey, explicando la situación. Dobló cuidadosamente la carta y le colocó un sello de cera con el escudo de armas de su familia.
- Vi un palomar en el pueblo, regrese allí y envíe esto al castillo de Camlahan. Es muy importante, ¿Lo comprende?
- Sí, sí. Dijo tomando la carta.
Capítulo 4: Reliquias
Aez llegó a la noche siguiente. Camlahan no estaba muy lejos de Siemhar, ¿Cómo era posible que Avalonia ocultara estos lugares mágicos bajo las narices de sus dirigentes? El rey parecía agotado y preocupado, con grandes ojeras bajo los ojos y una mirada vaga. A pesar de ello mantenía una apariencia noble.
- Majestad, gracias por venir.
- Su hermana está en compañía de sus padres, yo también quería participar en esta búsqueda. Muéstrame lo que encontró, caballero.
- Vamos a tener que dejar los caballos aquí, el paso no permite descender con ellos.
- Muy bien, le sigo dijo mientras desmontaba. Ah, ahora que lo pienso...
Aez desenvainó la Espada de los Cinco Ancestros y con aire solemne dijo:
- Johan de Alto-Abismo, arrodíllese.
Sin discutir cumplió la orden. Aez colocó la hoja de su espada en el hombro del caballero.
- Usted demostró valor a través de sus actos. ¡Avalonia necesita un protector, un hombre de confianza, un caballero infalible!
Aez guardó su arma y tomó un objeto envuelto en un tejido verde.
- Tome, lleve con orgullo esta espada, dijo revelando el objeto. Su padre supo como usted le hizo frente a la criatura y quedó muy impresionado, me dio esto para usted.
Johan admiró la espada. La había visto tantas veces en el castillo de sus padres. Le habían dicho que perteneció al primer señor de Alto-Abismo, y que el tiempo no la afectaba. Él se levantó, desenganchó su vieja espada y guardo la nueva.
- Ahora, Protector del reino, ¡muéstreme ese puente!
Los dos hombres tomaron el camino y salieron de la niebla. El viejo todavía estaba ahí, en el mismo lugar, cualquiera creería que él no se había movido desde que Johan se fue. Con sus ojos vidriosos el anciano los vio bajar por la cornisa hasta él. Cuando Aez intentó pasar, el hombre se interpuso.
- ¿Cuál es su nombre joven hombre? Dijo con voz temblorosa.
- ¡Soy Aez Rey de Avalonia!
- ¿Y cuál es su misión?
- ¡Debo salvar a mi amiga de la muerte!
Frente a la mirada asesina de Johan, el hombre detuvo su interrogatorio y dejó libre la entrada al puente.
- Adelante... y muera por la voluntad de los dioses...
Johan y Aez se miraron, la posibilidad de sufrir un castigo divino los inquietó, pero darían su vida para salvar la de Aelide. El rey se lanzó sobre el puente cuyas tablas de madera crujían bajo el peso del hombre con armadura.
- ¿¡Voluntad de los Dioses!? Más bien madera podrida, si usted me lo pregunta, maldijo Aez a medio camino. ¿Qué nos espera al otro lado?
- ¡No lo sé Alteza, pero no vamos a fallar!
Esta vez la magia no bloqueó el paso y llegaron al otro lado del puente, a un camino que subía por la ladera. Caminaron mucho tiempo y al caer la noche llegaron al final del camino que terminaba contra una pared de roca. Lo que era muy extraño porque no había nada más, no había lugares para escalar, ni siquiera una puerta.
- Hemos llegado ¿Nos perdimos en algún cruce? Se exasperó el rey.
Johan examinó mejor la roca y al estar acostumbrado a las montañas se percató de que la superficie era demasiado regular para ser obra de la naturaleza. Golpeó con su mano enguantada la piedra y se dio cuenta de dos cosas: la pared estaba hueca y había rastros grabados de escritura. Rascó suavemente para llegar a leer las inscripciones. Aez descifraba en forma progresiva el fragmento, aunque el mensaje parecía bastante comprensible:
Metal contra piedra, llave de un tiempo pasado, que no puede molestar en esta oración.
- ¡Aléjese Johan! Dijo el Rey desenfundando la Espada de los Cinco Ancestros.
El protector se hizo a un lado. Aez tomó su espada con ambas manos apuntando hacia abajo, tomó unos pasos de carrera y la plantó firmemente en la pared, se hundió hasta la mitad antes de quedarse atascada. Giró la hoja como si quisiera infligirle más dolor a un enemigo. La roca crujió y aparecieron grietas a partir del punto de impacto. Retiró la espada y dio una patada a la pared que se pulverizó y se vino abajo, dejando al descubierto una entrada a través de un montón de escombros.
- ¿Cree que fue acertado? Preguntó Johan.
- ¿No quiere salvar a su hermana?
- ¡Por supuesto que sí!
- Entonces fue acertado. Ya basta de charlas y dudas, nuestra causa es noble, entraremos en la boca del lobo y si es necesario se la vamos a romper, dijo pasando por la entrada.
El interior era un paso tallado en la roca. Cristales de cuarzo luminoso iluminaban débilmente, pero lo suficiente para permitir a los avalonienses avanzar. El túnel se elevó ligeramente a través de la montaña y los llevó a otro acantilado con vistas impresionantes. Frente a ellos a lo lejos se encontraba Camlahan y las altas torres de su castillo, más abajo se encontraba Siemhar con su construcción en un círculo. Aunque de noche el espectáculo era increíble por la belleza de los paisajes bajo la luz de la luna, no se retrasaron más tiempo continuando su viaje. El camino más ancho subió hasta llegar a nubes que se aferraban a los picos y se sumergió en un bosque de viejos robles. La atmósfera cambió y la falta de luz les jugó varias rondas sobre todo cuando la niebla se hubo reunido con la oscuridad. Allí, hasta su temeridad fue puesta a prueba y sólo sus armas los tranquilizaban. Había aquí dos grandes guerreros capaces de derrotar a un enemigo en la cima de una montaña, pero la noche les hizo experimentar una disminución en su valor.
Ambos se sintieron aliviados al salir del paso que los había llevado a una meseta por encima de las nubes. Observaron varias luces dispersas entre los árboles. El sendero se convirtió en un camino pavimentado que se ensanchaba progresivamente y acababa al llegar a una plaza circular, antorchas ardían por todos lados y la construcción le recordó a Johan la disposición de la plaza de Siemhar. Al otro lado de había un montículo de piedras blancas con una pequeña cascada que fluía sobre un altar construido más abajo. Algo brillaba sobre la mesa de piedra, un objeto.
- ¡Es la copa! Exclamó Johan.
Sí, lo es, la Copa de Vida, pero en el momento en que avanzaron en la plaza, una mujer de aspecto fantasmal apareció delante de ellos.
- Antes, los dioses nos dieron sus prodigios, pero el orgullo nos abrazó. Así que nos castigan. Ellos han visto a Aez rey de Avalonia y a Johan de Alto-Abismo, sus corazones están desprovistos de orgullo, podrán irse con lo que vinieron a buscar. La persona que beba de esta copa deberá traerla aquí y luego comenzará un nuevo ciclo.
El Fantasma se alejó dejando al rey recuperar la copa.
- No te olvides de mis palabras, ¡No provoques la ira de los dioses!
Algunos días después en Camlahan. Aelide estaba totalmente sanada para el deleite de su séquito y una vez listo lo acordado comenzó el retorno al lugar sagrado donde el fantasma estaba esperando.
- Ustedes son personas honorables y los dioses se apiadan. Ustedes dos llevarán a Avalonia a una nueva era de prosperidad. Sus corazones laten como uno solo.
Aez y Aelide se miraron con ojos de enamorados.
Cuando pase el tiempo y estén listos. Vuelvan aquí con la persona que aman y delante de los dioses quedarán unidos.
El viaje de vuelta fue una oportunidad para Aez y Aelide de revelar su mutuo amor y una vez en el castillo, el rey solicitó formalmente al duque de Alto-Abismo la mano de su hija. Este último no tenía ninguna razón para rechazarlo y ofreció su bendición a esta unión que fortalecería al reino. La Reina Madre estaba igualmente complacida por la noticia ya que siempre imaginó ver algún día a su hijo casado.
El rey ordenó la reconstrucción del camino hasta el lugar sagrado para facilitar el acceso. Y unos meses más tarde durante la estación cálida Aelide y Aez intercambiaron la promesa de amor eterno delante de la copa sagrada y delante de los dioses.
En Avalonia había una reina.
Eclosión
Capítulo 1: El Sacerdote-Rey
"Hakim...
Hakim...
Cuando el sol con sus rayos iluminen tu rostro. Mientras te despiertas, deberás venir a mí. Tendrás que caminar hacia la estrella que está arriba en el cielo. Allí me encontrarás, yo soy Ozymandias…
El joven despertó sobresaltado sobre su cama. El día se había levantado, la luz bañaba la pequeña habitación donde había vivido desde hacía varios años. Un poco demacrado se levantó y pasó un poco de agua sobre su cara. Un nombre se repetía en su cabeza: Ozymandias. Una vez correctamente vestido, salió de su habitación y recorrió a través del pequeño templo dedicado a Sol'ra. A esta hora los otros sirvientes y sacerdotes aún dormían. Su sueño estaba todavía muy presente, vio allí una llamada mística, Hakim se dirigió hacia el pórtico del templo. Allí dormía un guardia de servicio, debido a la inseguridad del lugar a raíz de la intensificación de las actividades de los rebeldes en la región. Cogió una cimitarra apoyada contra la pared, jurando devolvérsela a su dueño. Dejó el lugar, caminando por el desierto, siguiendo el sol que progresaba rápido en el inmaculado cielo.
Mouktar había recibido unos pocos días antes las órdenes del visir en persona. Le había solicitado un informe sobre las actividades de los rebeldes en Aksenoun. Lo que él había descubierto sin duda le daría gran honor y una increíble recompensa, pero el destino finalmente detuvo su caso y no le dio tiempo de informar sobre los abrumadores hechos acerca del Príncipe Metchaf y Urakia. Había seguido a estos últimos hasta Istaryam donde los espió con la máxima discreción. Pero fue más allá de lo que permitía la presencia de Pto'la. Observó a cada persona presente y pronto se dio cuenta de que se trataba de un grupo rebelde, el Príncipe y Urakia no habían hecho nada en contra de ellos. Mouktar estaba obligado a informar a las autoridades correspondientes. Luego, el suelo se estremeció cuando los dioses antiguos fueron puestos en libertad, decidió no andar rondando más por esa zona. Fuera de Istaryam, un espectáculo extraño se le presentaba. El desierto se tragó, literalmente, el lugar donde había una cúpula, descubriendo así algunos vestigios de la antigua Istaryam. Cuando todo se detuvo y la arena acabó invadiendo la ciudad el Escorpión Blanco de Selik observó un detalle muy interesante, por decir lo menos. Al final de la antigua ciudad, la punta de una pirámide sobresalía de la arena. Sobre las paredes estaba grabado el símbolo de Sol'ra. Por lo que sabía, no había ningún templo aquí. Movido por la curiosidad, obedeció el segundo mandamiento de los Escorpiones Blancos: Averigua todo lo que pueda.
El sol estaba alto sobre el cielo cuando Hakim notó una nube de polvo. Pensó de inmediato que se trataba de una señal y fue a mirar. Se subió a una duna alta y una vez en la parte superior quedó impresionado por la vista: ¡ruinas salían de la arena! Justo debajo de donde estaba, el símbolo de la Sol'ra atrajo su atención. Luego empezó a bajar la duna para ir a ver. Ahora sentía una presencia familiar, como si el Gran Sacerdote de Sol'ra estuviera casi a su lado. Mouktar escondido detrás de una de las aristas de la pirámide vio llegar a Hakim, preguntándose de dónde venía. ¿Sabía que esta pirámide estaba allí? No se dejó intimidar y fue al encuentro del joven hombre, este último se mostró sorprendido.
- ¿Quién eres tú? Dijo el Escorpión Blanco.
- Yo... Hakim, vengo de un templo a un día y medio aquí. ¿Y usted?
- Mouktar, Escorpión Blanco de Selik.
Pero eso no le decía mucho a Hakim.
- ¿Qué es lo que quiere? No tengo dinero para darle, respondió pensando que se trataba de un bandido.
- Yo no quiero su dinero... No soy un ladrón... Trabajo para el visir. Acabo de ver lo que ocurrió aquí y lo encuentro extraño...
Hakim sumido en sus pensamientos dejo a Mouktar allí para enfocarse en por qué estaba allí. Por desgracia, después de recorrer por completo el edificio, no había encontrado una entrada, sólo bloques sellados entre sí. El Escorpión Blanco se divirtió mirándolo, más acostumbrados a las aberturas secretas ya se había imaginado la forma de entrar.
- Dime por qué estás aquí y te ayudaré, comentó.
- Estoy aquí por la voluntad de Dios, si usted quiere saber más eso ayúdeme a entrar ahí dentro, dijo Hakim un poco irritado.
- Muy bien, vaya a ver... ¡allí! Le dijo, señalando un símbolo de Sol'ra. Mouktar tocó cuatro símbolos jeroglíficos que Hakim tradujo como una breve oración. Una vez asimilada, se arrodilló y batiendo las manos sobre la piedra caliente, susurró varias veces las palabras que acababa de aprender. El sonido de piedra contra piedra indicó que un pasaje acababa de abrirse. Una de las piedras se había hundido en la pirámide, dejándoles el campo libre a ambos nómadas. Una vez dentro, todo cambió a su alrededor. Las paredes desaparecieron y se encontraron en medio del desierto frente a un cristal amarillo.
- ¿Qué? Murmuró Mouktar impresionado.
"¡Acércate!" Pidió una voz que parecía venir de ninguna parte. "Yo soy Ozymandias, Sacerdote-Rey al servicio de Sol'ra. Venid a mí fieles.
- Ozy... mandias... Repitió Hakim.
Había tenido tiempo para reflexionar en su viaje sobre ese nombre y sólo recordaba a una persona que había sido nombrada así en el pasado. Uno de los primeros reyes del desierto. Pero eso fue hace mucho, mucho tiempo, ¿por qué milagro, podría ser él? Sobre todo porque esta voz vino a confirmar su suposición. "Ozymandias, Sacerdote-Rey". Mouktar por su parte no conocía el nombre, pero eso no le detuvo para ir ver el cristal para hacerse una idea "Averigua todo lo que puedas." En el interior del cristal había un hombre. Mouktar golpeó la superficie para poner a prueba la solidez del cristal, no sonaba hueco. Hakim dio una vuelta, examinando los viejos atuendos y el estado del hombre. Reconoció por la ropa que se trataba de un sacerdote Sol'ra con su característico color azul y sus símbolos. Aferrado a su espalda y detrás de su cabeza, un adorno de oro representaba al sol.
- ¡Este es Ozymandias!
"Hakim... Rompe mi cadenas... ¡Libérame de este cristal! Y responderé a tus preguntas.
El joven Guardián del Templo, impulsado por su fervor tomó impulso y golpeó el cristal con su cimitarra. El cristal se agrietó, pero no cedió. Mouktar decidió ayudarle, se dio la vuelta y golpeó con fuerza. Repitieron sus acciones hasta que el cristal se rompió completamente. Ozymandias cayó de rodillas en medio de gritos, tomó una gran bocanada de aire como un bebé que sale del vientre materno. De alguna manera él se levantó, su alta figura filiforme superaba en tamaño a los otros dos. Apretó sus puños como para hacer volver sus fuerzas. Luego se dirigió a Hakim y a Mouktar y extendió sus manos.
- La historia no se olvidará su nombres y cuando Sol'ra a haya destruido este mundo los acogerá a su lado. Tomen mi mano y vayamos hacia donde están los nuestros que esperan una señal fuerte, la señal de mi regreso, la señal de Dios.
Claramente esto no era una sugerencia, sino una orden divina. Cada hombres tomó una de sus manos y todo vaciló a su alrededor. La luz se intensificó, hasta cegarlos, el suelo se escabullía bajo sus pies. La sensación no era desagradable, porque sentían que este milagro era obra de Sol'ra.
Capítulo 2: Preludio a la Guerra
Noz'Dingard...
La preocupación pesaba sobre la conciencia de uno de los seres más cercanos a Guem existentes en la actualidad. Dragón había sentido esto sólo en raras ocasiones, una de ellas fue la llegada de Nehant. Eso estuvo mal. Y aunque su modo de sentir los sentimientos difería de los seres humanos, la angustia iba en aumento. A lo lejos Arkalon luchaba junto a los Kotoba en una batalla contra los Nómadas del Desierto. Él se había centrado en su ex-Caballero de Dragón para ver a través de sus ojos, pero lo que veía no le gustaba. La tierra alrededor de la Piedra Caída del Cielo ahora era arena estéril y nunca antes había sentido a esta maldita piedra con un poder tan fuerte. Dragón sabía que ésta sería la última batalla, que tenía que actuar y dejar de ser un espectador. Se materializó delante del trono del palacio de Noz'Dingard Anryena leía un pergamino. Inmediatamente dejó de leer cuando vio a su padre. La cara de Dragón estaba tensa y su estado de ánimo impactaba la atmósfera. Anryena se inquietó por este estado.
- Padre, ¿Qué te pasa?
- Hija mía, el mundo está inestable y ahora nos encontramos en una encrucijada. Si un camino conduce a la victoria, otro nos sumerge en el caos. No debemos quedarnos replegados sobre nosotros hasta la resolución de este conflicto, apoyemos a los que ofrecen sus vidas. Reúne lo más rápido posible a los guardias de la ciudad, no tenemos tiempo para llamar a todo el ejército de Draconia.
Dragón cerró los ojos por concentrarse, sentía a cada persona con quien tenía un vínculo, toda la gente que habían recibido su Piedra-Corazón y que formaba parte de los Enviados de Noz'Dingard. Hizo un llamado a todos los que estaban en la capital.
"Enviados, escuchen mi llamado, los espero en el palacio para darles una importante misión para las tierras de Guem. Pónganse en camino sin demora.
- Hija mía, tendrás que permanecer aquí para dirigir, en ausencia de Kounok no puedo hacerme a la idea de dejarte arriesgar tu vida.
Anryena comprendía bien la situación no le respondió a su padre y se contentó con obedecer convocando al capitán de la guardia de la ciudad.
Los primeros en aparecer fueron los que se prepararon para la guerra, es decir, los Caballeros Dragón Zahal y Valentín así como Naya y una parte de sus Guerreras-Mágicas. Luego llegaron los Magos, Aerouant con su gólem, también Marlok que visitaba la ciudad e incluso Alishk. Aparte de Marzhin, Pilkim, Kounok y la Pitonisa no faltaba nadie. Finalmente llegó el turno de los soldados, la gran plaza frente al palacio se llenó rápidamente. En el Palacio, Dragón dirigida a las máximas autoridades de la ciudad, Zahal en tiempos de guerra se convertía en el líder de los ejércitos, Naya en líder de las Guerreras- Mágicas y Marlok fue designado como representante del Compendio en la misión que iba a seguir.
- Lo que va a suceder es crucial para las tierras de Guem. Voy a abrir un portal mágico a la Tumba de los Ancestros, donde parte de los Kotoba se enfrentan con Nómadas del Desierto. Ubíquense a su lado y combinen sus fuerzas. En el mismo lugar encontrarán fácilmente el Caballero Dragón Arkalon, díganle que lo pongo a la cabeza del ejército de Draconia. No voy a negar que esta misión será terriblemente arriesgada, no me extenderé más. Esto va mucho más allá de una guerra de Clanes.
Marlok se adelantó para tomar la palabra.
- Dragón, yo no estoy por una simple visita aquí, sino enviado por el Consejo de los Gremios. Sepa que acabamos de votar la disolución del Gremio conocido como los Nómadas del Desierto. Podemos actuar sin temor a represalias por parte del Consejo.
- En ese caso, golpee, golpee fuerte y ponga a nuestros enemigos de rodillas. ¡Pero sobre todo debemos destruir la Piedra Caída del Cielo! Dragón abandonó el palacio seguido por los Enviados de Noz'Dingard. Acudió a su magia y un portal mágico se abrió ante él.
- La apertura de un portal me exige una gran cantidad de magia, váyanse de inmediato. Voy a llamar a nuestros aliados para informarles que vamos a la guerra.
Okia un día antes de la confrontación.
El Señor Imperial se mantuvo firme en su caballo, el dolor en su costado le recordaba la derrota sufrida en la última batalla en la Tumba de los Ancestros. Ahora debía enfrentar y reparar la deshonra con una resonante victoria. Su hijo el Campeón Imperial Iro lo precedía y las últimas noticias eran inquietantes. Ya estaban allí el resto de los Kotoba y parte del ejército imperial, es decir, unos dos mil hombres en espera de las órdenes del Señor Imperial. Orden se produjo después de que todos los capitanes de sección hubieron informado de que estaban listos para marchar. La procesión comenzó, vaciando poco a poco la aldea que no había estado tan animada en las últimas décadas. Los aldeanos animaban orgullosos a los soldados imperiales para darles valor en el corazón en la batalla. Las columnas de tropas parecían hormigas que se dirigían a la piedra que brillaba en la distancia. A los lados de Gakyusha estaban Tsuro y Xin quienes discutían la estrategia.
- Mis Abatidores nos preceden y las noticias que reportar hablan de dos ejércitos sobrenaturales que estarán enfrentándose en el momento en que lleguemos. Shui Khan, Hime y Amaya están listos para responder a nuestra señal.
- Y el Clan del Cuervo, ¿Qué hace?
- Por lo que sé, intervino Xin, el señor Daijin envió a algunos de sus hombres, además de su exorcista. Si usted me pregunta, no vamos a verlos antes de que actúen.
- Desde el momento en que escuchen las órdenes todo estará bien. Apresurémonos quiero que intervengamos lo más rápido posible y liberemos la Tumba de los Ancestros de estos invasores del desierto.
- ¡Vamos a mostrarles lo que valen los Kotoba! Exclamó Xin, aplastando su puño derecho en la palma de su mano izquierda.
Bosque Eltaria cuando los Enviados de Noz'Dingard atraviesan el portal.
El Maestro-Mago Marzhin estaba muy impresionado con la velocidad de crecimiento de la Comepiedras de Los Confines. En sólo dos días su cabello había crecido unos treinta centímetros. Pilkim no alejaba de sus ojos a la criatura, no por su físico femenino sino por todo lo que representaba. Ella había pasado todas las pruebas que los dracónicos le habían puesto y que se consideraban difíciles en la Academia de Magia de Noz'Dingard. En medio de una de ellas, la Comepiedras se quedó inmóvil, ya no estamos reaccionando a los problemas de Pilkim y Marzhin. Kei’zan que la observaba inclinó la cabeza y vio que algo andaba mal.
- ¿Comepiedras?
La criatura se levantó y se giró en una dirección específica.
- ¡Ya ha comenzado! Dijo ella en voz alta.
- ¿Pues qué? ¿Qué es lo que comenzó? Preguntó Marzhin curioso.
- Pues, esto por lo que fueron a buscarme, esto por lo qué me estoy preparando, por lo que nos vamos de aquí. Las fuerzas están en movimiento, siento el poder divino allá a lo lejos, la guerra comienza.
- ¿Qué? ¿Ahora? Exclamó Pilkim.
- ¿Hace falta que la guerra te espere hijo? Ironizó Marzhin.
- Los tuyos están en camino a la Piedra Caída del Cielo, dijo la Comepiedras dirigiéndose a los draconianos.
Luego, dirigiéndose al Kei’zan.
- Debemos ponernos en marcha, los Corazón de Sabia, deben volver a intervenir.
- Tiene usted razón Comepiedras, vayámonos, la gran mayoría de los Corazón de la Sabia nos espera en el límite del bosque, otros ya están allá. ¿Va a venir Maestro-Mago?
Marzhin se levantó y se sacudió el polvo, pensando en que iba a hacer. Si los Enviados de Noz'Dingard iban a la batalla ¿Por qué él no? Su misión aquí ya había terminado después de todo, por no mencionar el hecho de que esta batalla era importante y quizá decisiva.
- Por supuesto que vamos, no se divertirán sin nosotros.
Pilkim no sabía qué pensar ante la emoción de la perspectiva de una batalla y el temor a enfrentar la muerte. Pero si su padre decidió participar, él también debería hacerlo.
Inmediatamente los Corazón de Sabia se pusieron en marcha y salieron de su bosque para apretar a los Nómadas del Desierto.
Capítulo 3: ¿El fin?
La cabeza de Soraya rodó por el suelo y se hundió un poco en la arena.
El cuerpo de la encarnación de Kehper cayó pesadamente delante de Iro y los demás miembros de los Kotoba presentes en ese momento. El joven Xziarite esperaba ver a los escarabajos guerreros huir en ese preciso momento, pero el hecho de haber derrotado a la encarnación de Kehper no tuvo el efecto deseado. La ola de quitina avanzaba sin cesar y pronto el Ejército de los Ancestros tuvo que retroceder.
- No puede ser, ¿Cómo lo hacen? Gritó Iro molesto por la situación, mientras cortaba cabezas de insectos con toda su fuerza.
Yu Ling vio que el general adverso se levantó, se acercó a su cabeza y la colocó en su lugar como si nada hubiera pasado. Quedó sorprendido por esta visión catastrófica. Perderían si no podían derrotarlo definitivamente.
Aquí aparecieron cerca las tropas de combate cuerpo a cuerpo de Draconia. El azul se agregó al negro y al rojo en una caótica mezcla de colores. Zahal encontró a Arkalon, muy visible entre el Ejército de los Ancestros. Como cualquier buen Caballero Dragón el joven conocía la prestigiosa línea de los portadores del título, también sabía que él allí había perdido la vida contra el Imperio de Xzia.
- ¡Señor! Soy Zahal dirijo las tropas regulares de Draconia, siguiendo las órdenes de Dragón nos ponemos bajo su mando. Arkalon se sorprendió poco por la llegada de los "suyos". Tampoco se sorprendió al ver a varios Caballeros Dragón, esto ya había ocurrido antes. Así que asumió el rol que le fue asignado. Llevó a Zahal hasta Iro para idear un plan rápidamente. Pero tan pronto como se encontraban con el campeón, Yu Ling les mostró algo.
- ¡La bandera de mi padre! ¡Otros refuerzos! -Gritó el Campeón lleno de esperanzas. ¡La batalla no está perdida! Mientras tanto, la encarnación de Kehper se cobraba de vidas, destruyendo tanto a vivos como a Ancestros. Al ver esto, los pocos Nómadas del Desierto en la batalla se retiraron a la Piedra Caída del Cielo.
Al pie de la Piedra Caída del Cielo se estaba jugando el futuro del mundo. Ïolmarek observaba la batalla gritando órdenes a cualquier precio, vio llegar a los Xziarites y tenía previsto lanzar sus fuerzas a la batalla. Pero la aparición repentina de los dracónicos reducía sus esfuerzos a cero.
- ¿Qué debo hacer? "¡Mantén la esperanza, sacerdote, mantén la esperanza, ya llegará y con él el fin de este mundo!", Dijo una voz venida de la Piedra Caída del Cielo "mantén la esperanza.
- ¿Quién llegará? Y ¿Cuando actuará?
"¡El que era mi receptáculo, el que fue yo, el que será yo, la plaga de Guem!
En ese momento una luz amarilla fuerte atrajo la mirada del sumo sacerdote de Sol'ra. Unos hombres habían aparecido milagrosamente. Djamena no lejos de allí se les unió. Se acercó al Sacerdote-Rey, entonces ella le rozó la mejilla con el dorso de los dedos.
- Usted... Estás de vuelta…
A continuación, se arrodilló en señal de reverencia. Ïolmarek saltó de su rocas voladora para obtener más información sobre los recién llegados. Llevaban los símbolos de su orden religiosa, ya había conocido a Mouktar y a Hakim pero no sabía ante quien se postraba Djamena.
- Levántate Djamena, estamos juntos otra vez, ¿Sabes lo que eso significa?
- No, ¿Qué significa? cortó Ïolmarek.
Djamena intervino para hacer las presentaciones, mientras que otros Nómadas se reunían alrededor de ellos.
- He aquí Sacerdote-Rey Ozymandias, dijo mostrándolo, luego a la inversa, Sacerdote-Rey, he aquí al sumo sacerdote de Sol'ra Ïolmarek.
El anciano conocía el nombre y sobre todo sabía lo que había hecho antes.
- Pensé que estabas muerto hace tiempo. ¿Has sobrevivido?
- ¡Sol'ra nunca habría permitido que muriera, soy el único capaz de contener su poder! Con su permiso tomaré la palabra.
- Sí, por supuesto... se resignó Ïolmarek impresionado.
- Solarian, niños Sol'ra, es el momento de liberar a este mundo al que espera pacientemente dentro de la Piedra Caída del Cielo. Es hora de despertarlo, el sol brilla sobre nosotros, terminemos el duelo entre nosotros y Guem. Dejen hablar su naturaleza, dijo abriendo los brazos. ¡Inicien las súplicas y letanías, hagamos oír nuestra fe!
Ïolmarek llevó lejos a la Esfinge, a otros Guardias del Templo y a algunos miembros de Eclipse.
- Impidan a cualquier persona interrumpir lo que ahora va a pasar, recuerden que ustedes son el brazo armado de Sol'ra y que nuestras vidas le pertenecen a él.
- ¡Entendido! Dijo la Esfinge, golpeándose el pecho. Mientras viva, nadie se acercará.
- ¡Mire ahí abajo! dijo Malika mostrando la otra cara de la piedra. Todavía tenemos visita.
Era Kei’zan y los Corazón de Sabia, acompañados por la Comepiedras, Marzhin y los dracónicos. La Esfinge escupió en el suelo.
- ¡Voy a tomar mi venganza! Dijo tranquilamente caminando hacia las tropas Eltaria.
- Espera, no durarás mucho frente a ellos. Me aseguraré de que los atropelles, dijo Ïolmarek soplando luego sobre su lámpara.
A continuación salió una criatura azul.
- Sí, mi amo, ¿Puedo realizar su último deseo?
- Dale a estas personas la capacidad de resistir a la magia de Guem para que puedan derrotar a nuestros enemigos.
El genio abrió los brazos y un aura brillante apareció alrededor de la Esfinge y de los otros Nómadas.
- ¡Concedido! Dijo el genio. Ahora que te he servido tres veces, debes respetar el pacto.
- Lo sé. Vete ahora, eres libre.
Con un "puf", el genio desapareció para siempre. Ïolmarek tiró la lámpara a sus pies.
- ¡Ahora ve y derrótalos! Ordenó el sumo sacerdote.
En la guerra.
Otra vez, esta parte del mundo conocía otra increíble batalla. Por un lado, los Kotoba y los Enviados de Noz'Dingard luchaban contra Kehper y su ejército de escarabajos, por el otro los Corazón de Sabia se medían con el increíble poder de algunos de los Nómadas del Desierto. Todo iba muy rápido y a pesar de la voluntad de cohesión de los distintos jefes esto rápidamente se convirtió en un gran lucha general. La Esfinge y sus amigos, protegidos por la magia del genio no temían a la magia de la naturaleza de los Daïs. Estos últimos, impotentes, no tenía más elección que dejar a los Hom'chaï tratar de romper la línea de ataque de los Nómadas. La Comepiedras de los Confines tomó del hombro a Marzhin.
- ¡Rápido, van a abrir un paso! Tenemos que ir a la piedra ahora.
- Pero no podemos pasar a los Nómadas, nos cortan el paso y parecen resistir a nuestra magia.
Molesta la criatura de Guem se elevó del suelo para pasar por encima de la Esfinge. Sobre su cabeza una bola blanca se formó, con un gesto con ambas manos la arrojó a su objetivo.
- ¡Debemos avanzar! Gritó. Marzhin y Pilkim sacaron provechó de la distracción para cruzar al otro lado. Ahora podían ir a la piedra.
Djamena, Ahlem, Ïolmarek, Ozymandias y otros Solarian rezaban juntos por un objetivo común. Situados alrededor de la piedra, su fe se fortalecía ante la posibilidad de llevar a cabo la voluntad divina. Para ellos, nada más importaba a su alrededor, sólo su objetivo común importaba. Su fervor era tal que provocaron el final de esta batalla. Un crujido cristalino se oyó en toda la región. La Piedra Caída del Cielo tembló y luego se elevó lentamente en el aire junto con los nómadas que estaban rezando alrededor. Ninguno de los gremios que luchaban contra ellos pudo hacer algo. La Comepiedras, Pilkim y Marzhin aún no estaban cerca para actuar.
- ¡Vamos a llegar demasiado tarde! Declaró la Comepiedras que empezó a levitar a su alrededor.
Ahora la piedra dominaba la zona. Los Nómadas seguían sus cánticos, mientras que la luz emitida por el cristal de la Piedra Caída del Cielo se intensificaba.
"Ozymandias... La voz resonó en la cabeza de cada uno de los Solarian.
"Una vez más conocerás el éxtasis de mi presencia, sólo tú eres un receptáculo capaz de contener mi poder
Una gran grieta apareció a través de la piedra.
"Sumo Sacerdote, ¿Qué estás dispuesto a sacrificar?
Ïolmarek había dedicado su vida a Sol'ra, su vida ya no le pertenecía, pues ahora el Solarian que residía en su interior lo dominaba. Estaba listo. Sentía que su vida salía de su cuerpo y el Solarian la hacía entrar en la piedra. De nuevo ésta se agrietó y pedazos cayeron en la arena más abajo. La Comepiedras volaba sobre la piedra con la esperanza de que no fuera demasiado tarde. La Guemeliana de Guem apeló a todo su poder e intentó una experiencia inédita, mezclar los distintos tipos de magia para eliminar la piedra y a los Nómadas. La Comepiedras sentía la presencia de Guem y la magia más pura circuló en torno a ella, luego la lanzó con toda su voluntad sobre la piedra. La magia recorrió la superficie del cristal amarillo lo que provocó el estallido de su superficie y la expansión de las grietas. Esto fue suficiente para liberar lo que había en su interior.
La roca estalló en una conflagración de violencia inusitada. Todos los que luchaban en las cercanías fueron proyectados sobre el suelo, arrastrados por la fuerza de la explosión. La Plaga de Guem que anteriormente estaba encerrada dentro la piedra se hundió en el cuerpo del Sacerdote-Rey. Este último comenzó a crecer y a cambiar de apariencia. Su cabeza se convirtió en la de un halcón, sus piernas dieron paso a filamentos de energía divina. Tal como un astro solar la temperatura a su alrededor aumentó rápidamente. Marzhin y Pilkim fueron sus primeras víctimas, golpeados de frente por el aura divina las quemaduras aparecieron sobre sus brazos y sus rostros. Al ver esto la Comepiedras se interpuso entre ellos y aquel ser.
- ¡Váyanse rápido! Gritó.
Los dracónicos se fueron arrastrando dada su condición. Ellos abandonaron la esperanza de intervenir, dejando a la Comepiedras frente al Avatar de Sol'ra.
- ¡Niña de Guem! Tú serás mi primera víctima, y después el mundo que te engendró ya no existirá más, dijo el Avatar de Sol'ra antes de abalanzarse contra la Comepiedras.
El increíble calor generado por la criatura divina era insoportable, pero la Comepiedras se mantuvo firme. Por lo menos al principio, pues el Avatar resultó demasiado fuerte para la que llevaba las esperanzas de las tierras de Guem.
- NOOOO ¡TODOS HUYAN! ¡O USTEDES PERECERAN! Gritó la Comepiedras que comprendía que sería incapaz de contrarrestar al Avatar de Sol'ra.
Al ver la resistencia mostrada por la criatura de Guem, el Avatar decidió empezar su trabajo y destruir los alrededores y a todas las criaturas vivientes que estaban allí. Un rayo de sol lo golpeó, como si el brillante sol en lo alto del cielo respondiera a la voluntad del Avatar, el calor aumentó todavía más, luego, sirviendo de paso envió el rayo solar a la tierra. La Comepiedras vio acercarse el rayo, sabía que si éste tocaba el suelo, sería un desastre. No tenía otra opción, debía detenerlo. Se lanzó a toda velocidad y se interpuso.
La Tumba de los Ancestros estalló en un arrebato de ira de Sol'ra...
Acto 5 : La Guerra de Sol'ra
Bramamir
Capitulo 1: Asamblea
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"Un juego de niño " pensó Empleadillo mientras la puerta de una caja fuerte disimulada detrás de un cuadro se abría en silencio. Echó una ojeada a la oficina del gobernador de las Islas Blancas. Ningún ruido, ningún movimiento, nada que pudiera hacerle pensar que había sido encontrado. Cogió su mochila bastante llena de algunos objetos fabricados especialmente para su misión. Sin examinar más vació el contenido de la caja de caudales, sin dejar el menor objeto. Una vez hecho esto cerró la puerta, luego puso el cuadro sobre el cual estaba pintado el retrato de una mujer horrible y torcida en un vestido demasiado pequeño para ella.
"Bueno, ahora, ¡sal de aquí!".
Bramamir era la capital de las Islas Blancas. La ciudad llevaba desde el fin de la guerra contra Néhant el nombre del antiguo reino en el cual esta república había sido creada. Gracias a sistemas ingeniosos una multitud de islas volantes estaban conectadas con la gigantesca isla principal, siendo esta última el pulmón económico y social de la ciudad. El gobernador, el dirigente de la república, residía en una de las alas del antiguo castillo real que fue destruido en parte durante la guerra. Ahora las torres destruidas se habían hecho unos jardines en medio de los cuales se encontraba el memorial en honor del último rey de Bramamir.
Este día lluvioso, la guardia era mínima. Los pocos soldados en acción se habían lavado la mano gracias a uno de los ministros unidos a la causa de la piratea con el fin de que éstos fueran a dar un paseo por una hora a otra parte. También fue fácil para Empleadillo introducirse allí dónde hacía falta sin encontrar el menor obstáculo.
Algunos días antes de esto, Al la Triste y su tripulación registraban los escombros del Almirante y de la Dama Negra después de un combate encarnizado. Armada y Klemencia se exultaban de poder recuperar diversos objetos útiles para sus respectivos experimentos.
-¡Recuperen todo lo que puedan, lo queda encuentren se lo dejan! ¡Quiero información! Gritó Al la Triste.
A pesar de la orden tan imprecisa la idea global era simple: descubrir la clave de toda esta historia. Jon, aunque incapaz de experimentar la menor emoción, por lo menos físicamente, recuperó algunos asuntos esparcidos en los escombros del Almirante, el buque que escrupulosamente había servido durante muy mucho tiempo. Luego, levantando una ancha tabla y en parte calcinada cayó de un estuche, un pergamino hecho de cuero y sellado con el escudo de armas del gobierno de las Islas Blancas. De sus dedos muertos arranco el fino hilo de cuero que tenía la tapa, luego dejó caer el pergamino antes de leer las primeras líneas. En este momento, si hubiera tenido cejas, las habría levantado en signo de sorpresa.
-Capitana, debería leer esto, dijo aportando su hallazgo.
Al la Triste leyó la carta bastante rápido, luego la arrugo en su mano de hierro con cólera.
-¡Mierda! ¡Escoria! ¡Marinero de mar! ¿¡Como!? ¡Vamos a hacerle entender! La joven mujer que sobrepasaba a todo el mundo por una cabeza se fue de nuevo con destino a su buque que estaba no lejos de allí.
-Ojo de Gema, Jon, encuéntrenme en mis apartamentos dentro de una hora. Los demás terminen la búsqueda y tomen lo que haya que tomar.
Una hora más tarde las tres personas más importantes de la tripulación estaban reunidas alrededor de la mesa redonda de la capitana. Al la Triste había diseminado en su superficie elementos diversos de los cuales, la mayoría, habían sido encontrados en la última hora. Ojo de Gema examinó algunos pergaminos sin prestarles mucha atención, esperando que su capitana tomara la palabra, en cuanto a Jon, no demostraba nada, como de costumbre.
-Bueno, reconstituí la situación y descubrí que nuestro amigo Akeyros había autorizado una parte de la flota que acompañaba al asqueroso de Palpegeuse. A mi parecer tendremos mas visitas, va a hacer falta detener esto y de hacer una limpieza.
-¿Akeyros el gobernador? Preguntó Ojo de Gema.
-¡El mismo! Respondió la capitana con aire chasqueado. Y esto a pesar del tratado entre nosotros y ellos, agregó plantando una daga en un símbolo néhantista dibujado sobre una hoja.
-No le había mentido. El gobernador secretamente trabaja en la pronta eliminación del problema más espinoso para él, nosotros, los piratas. Temo, por desgracia, que para hacerlo se haya aliado con la chusma néhantista, replicó Jon.
-¿Y con esto que hacemos? Preguntó Ojo de Gema. Tenemos un pacto con el gobierno.
-Y bien vamos "a renegociar", ironizó Al la Triste.
-¿Cuál es su plan Capitán?
- Vamos a comenzar por darle a entender al gobernador la estupidez de su misión. Y que no somos ningunos piratas. En este momento allí alguien enérgicamente llamó a la puerta de los apartamentos.
-Capitán eh usted debería venir al puente, dijo Briscar.
-¿Que es lo que pasa? Dijo enervada abriendo la puerta.
-Vah creo que tiene que ver con nuestra victoria contra Palpegeuse ya sabe. Venga a ver.
Efectivamente, el cementerio de los piratas estaba más animado de lo que fue hace antaño. Los buques piratas volvían unos tras otros. Pequeños, grandes, en buen estado o no. Los buques volantes se acomodaban más o menos para evitar chocar unos otros. Los miembros de la tripulación del Arc-kadia fueron asombrados por el espectáculo, apuntaban los buques dando el nombre de su respectivo capitán. Al la Triste era la única que no estaba contenta por esta reunión improvisada.
-Locos, estamos vulnerables aquí. ¡Debemos escondernos!
Por un sistema astuto de código el mensaje fue trasmitido, había que salir de ahí y reunirse más lejos ya que el gobierno probablemente estaba al tanto en lo sucesivo de la posición geográfica de este lugar sagrado. Atracaron en la Isla de los Tres Vientos conocida por ser un lugar donde los vientos eran cambiantes, y eran terriblemente peligrosos en el momento de una batalla eventual. Este islote jamás había conocido una atracada tan importante. La isla tembló cuando los buques, o por lo menos los que podían, aterrizaban no lejos de la y única cabaña que había allí, la posada del Pez-viento. Su gerente, un hombre terriblemente estresado y de una vida complicada se le había descolgado la mandíbula cuando vio a esta afluencia. Luego vio por fin en su vida una posibilidad. Abrió grande las puertas de su bar haciendo sonar un estado de guerra entre su equipo compuesto de su mujer en el servicio y de su hija en las cocinas. Rápidamente todas las mesas estuvieron ocupadas por los capitanes piratas y algunos de sus hombres. La atmósfera se volvió rápidamente caótica, hasta el momento cuando Al la Triste se levantó para hablar y explicar los acontecimientos recientes.
Souchi era la hija del gerente, con la cabeza repleta de leyendas sobre los piratas, había visto llegar a sus ídolos más grandes. Al la Triste, la más célebre de los capitanes piratas estaba allí a algunos pasos de ella, reconocible por su cabellera pelirroja, su gran talla y su brazo mecánico. La gran especialidad de la zona era pues la preparación de platos diversos a partir de peces del lago salado, el resto de un antiguo mar que ocupaba la mayor parte de la isla. Además la cocina no estaba separada de la sala donde se encontraban las mesas y sillas. Souchi cogió su cuchillo y comenzó a preparar los pedidos que fluyeron rápidamente. Mientras que Al la Triste exponía su plan, la joven cocinera observó a dos piratas no lejos de ella. En esto lugares estaban llenos de eso. Pero ésos daban el aire todavía más miserables y bizcos que otros, ya que se cuchicheaban algo a la oreja. ¿Por qué ella no podía dejar de dudar de ellos? Porque de hecho, mirando bien, estaban vestidos con harapos y estaban rasurados perfectamente, cosa muy raras entre los piratas, y sobre todo sus espadas, así como sus fundas, ¡eran semejantes a los del gobierno! No importaba nada, aquellos dos los estaban espiando ¡Y lo hacían bien!
Así que ahora siguiendo con Empleadillo, que algunos días más tarde continuaba siguiendo el plan de su querida capitana. Verdaderamente se preguntaba por qué Souchi y él fueron los afortunados ganadores de esta misión que calificaba fácilmente de suicida. Escuchando desde el interior de los apartamentos del gobernador no oyó nada en el pasillo y se arriesgó a salir. A pesar de sus botas chirriantes de cuero y el sonar de todos los objetos en su bolsa, casi conseguía salir del castillo... Casi, porque por desgracia un guardia, probablemente más riguroso que los que miraban hacia otro lado vio al infortunado pirata cuya apariencia presagiaba el robo. Fue allí el principio de una carrera de persecución desenfrenada a través de la morada.
"¡Plan B! ¡Plan B!"Pensó el joven pirata en dirección exactamente opuesto a la entrada del edificio principal.
Afuera Souchi que vigilaba los alrededores advirtió la escena y decidió correr rápidamente hacia las amplias ventanas del piso bajo.
-¡Tenia razón! ¡Plan B! Corrió entonces hasta el fin del edificio y se detuvo en la esquina.
En el interior Empleadillo sacó de su bolsa una máscara extraña y la colocó sobre su cara, luego sacó una pequeña botella que contenía un líquido verdusco. Con un rápido movimiento estalló la botella sobre el suelo delante de él. Inmediatamente el líquido verde se transformó en un gas opaco y terriblemente nauseabundo. Los guardias no escaparon del hedor y se pusieron a vomitar, dejando así de perseguir a Empleadillo. Este último puso en funcionamiento el plan, salvar su botín. Rompió el ventanal al fondo del pasillo, no para salvarse ya que este poseía grandes barrotes, sino para dar su bolso a Souchi que lo esperaba allí.
-¿Vas a salir de allí? Se inquietó este nuevo miembro de la tripulación de Al la Triste.
-¡Si, si, vete! La alerta esta dada, te encuentro en el punto de reunión como estaba previsto, dijo Empleadillo soltando su bolsa antes de irse de nuevo a los pasillos del castillo del Gobierno.
Souchi dejó el lugar inmediatamente, siguiendo el trayecto que se le había dado: el primer árbol a la izquierda, seguir el camino de piedras en el fondo del jardín, luego saltar la pequeña cerca y por fin pasar la puerta de la muralla previamente abierta por los cuidados de los piratas. Por fin y este fue el más fácil, salir de Bramamir sin hacerse reparar y llegar al punto de reunión. Allí esperó una buena hora antes de que llegara su cómplice, extenuado y sobre todo herido.
-¿Qué tal? se inquietó su compañera de misión.
- Estoy bien, me vieron y de golpe mi cabeza tiene precio, pero aparte de eso ¡bien! Cae la noche, vayamos a encontrar al Arc-kadia.
Algunos días antes, Souchi acababa de preparar una buena decena de platos cuando ambos cómplices de las armas gubernamentales decidieron entrar en acción. Uno de ellos agarro un fusil colocado al lado de él, él, entonces se deslizó sobre la mesa para posicionarse lo mejor posible con el fin de dispararle a Al la Triste. Viendo esto, Souchi cogió su enorme cuchillo, saltó sobre su mesa de trabajo antes de saltar sobre el tirador. La hoja se planta entre los dos huesos del antebrazo y se hundió en la madera, crucificando al infortunado. El otro pirata falso intentó escapar, pero por desgracia para él estaba en un callejón sin salida frente a varias decenas de los piratas más peligrosos! En menos de lo que canta un gallo se encontraron cercados, picados, amordazados, y golpeados un poco (mucho).
-Pónganme estas ratas en la bodega de mi barco, ordenó Al la Triste furiosa de que se hubiera intentado hacer con su vida.
A causa de este incidente, la reunión fue aplazada, pero las primeras decisiones fueron tomadas ¡Y pronto se sentiría la pólvora! A causa de su increíble intervención la capitana le propuso a Souchi unirse a su tripulación. En contra de la opinión de sus padres la joven mujer tomó su mochila, sus utensilios de cocina y dejó el "capullo" familiar. La misma tarde Souchi y Empleadillo fueron convocados en los apartamentos de la capitana. Esta última visiblemente un poco embebida en alcohol les propuso unirse a la pequeña fiesta, que de hecho no era realmente una.
-¡Mis pequeños marinos! ¡Tengo una misión para ustedes! ¡Algo peligroso pero ciertamente útil para nosotros! Dijo Al entrecortando su frase de trago de alcohol. ¡Tenddaa que tomar el tratado de paz entra nozzotroos y el gobierno! Vamos a ponerles la botella profundamente en él... Pero no acabó su frase.
-¿Nosotros?
-Beh si, tú porque ya es hora de que te hagas útil, y tú Poupi, porque te eres nueva y puedes ocupar el puesto del grumetillo.
-Souchi, no Poupi, insistió la cocinera.
-¡Da igual! ¡Vayan a prepararse, vean a Briscar para hacer un plan y todo lo demás!
Capitulo 2: Hacer frente
La puerta crujió cuando Al La Triste la abrió. La luz alumbro el interior, iluminando a los dos prisioneros del gobierno de las Islas Blancas. Los dos hombres que estaban encadenados levantaron sus cabezas, cegados por la luz. Hace dos días que se encontraban ahí, sin alimento ni agua. La capitana del Arc-Kadia bajó las escaleras de madera diciendo algunos insultos.
-Bien, es hora de escupir todo lo que saben, dijo inclinándose hacia uno de ellos. Tienen dos opciones. Uno, dicen todo lo que saben sobre quién les envía y todo lo demás, en este caso esto ustedes la pasaran bien. O dos, ustedes se quedan callados, en ese caso le quebranto los huesos uno por uno, luego cuando usted habrá sufrido lo suficiente los llevo a la tabla, directo al Vórtice.
Eligieron la segunda perspectiva, verdaderamente no encantados, pero ambos pseudos asesinos habían recibido un entrenamiento militar y no hablaron... por lo menos al principio. Al la Triste se irrito rápidamente, por eso comenzó por quebrar un dedo de uno de ellos. Lo que, para alguien que poseía una mano mecánica era una operación de los más fácil.
-¿Entonces continúo o me dices todo?
-¡No, no, esta bien, Deteeenngaase! Dijo el desgraciado prisionero. ¡Voy a hablar, nosotros...!
-¡Cállate! Gritó el otro preso, ¡no debemos decir nada!
Al la Triste hundió su puño mecánico en la figura del miembro de la Resistencia que se encontró desmayado con la cabeza contra el suelo mugriento.
- Retomemos, ibas a decirme algo, te escucho.
- Esta bien voy decirle, pero a cambio usted me desembarcará sobre una isla que yo elija, ¿de acuerdo?
Pidió cogiéndose la mano totalmente dolorida por el índice quebrantado.
-De acuerdo, haremos eso.
Al la Triste golpeo la puerta de la bodega con una sonrisa satisfecha sobre la cara. Tenía las informaciones que quería. El enfrentamiento entre el gobierno y los piratas comenzó en ese momento. Jon, Bragan, Lorus y una gran parte de la tripulación esperaban las revelaciones de la capitana.
-¿Entonces señora, estos viles agentes venidos del gobierno para intentar el asesinato sobre su bella persona hablaron?
-¡Sip, ninguna persona se me resiste! Ahora va a haber que hacer una reunión de capitanes. Dile a aquellos que han decidido unir sus fuerzas con nosotros que son invitados.
Decepcionados de no tener una respuesta inmediata la tropa se dispersó y cada uno regresó a las actividades, es decir, sobre todo no hacer nada. Otros capitanes fueron avisados de la pequeña reunión y a horas de la noche dos de ellos solamente habían respondido a la llamada, pero no cualquieras. Azalys Cinco Veces Viuda, la capitán de la Viuda Negra y Corc el Feo capitán del Rayo de Guerra habían puesto pie sobre el Arc-Kadia. Fueron invitados a los apartamentos de Al la Triste. La reunión comenzó con la presentación de Jon el filibustero como antiguo capitán del Almirante. Pero otro invitado llegó en el momento en el que todos estos jefes piratas acababan las cortesías habituales, muy numerosas entre los piratas. Un ruido sordo se oyó como un motor que canturreaba. Klemencia que se paseaba vio llegar un barco dos veces más grande que el Arc-Kadia, este mastodonte tapaba los rayos de la luna. La joven mecánica no creyó a sus ojos cuando reconoció el buque y su bandera.
-¡Waoouuuu! ¡Es el Titán de Hierro! Dijo con los ojos brillantes del fuego de la pasión.
Klemencia brincó viendo el barco pararse al nivel del puente e instalar la pasarela entre ellos. No podía ver bien pero las maquinarias visibles eran increíbles. No había un único ser vivo, todo era controlado por mecanismos coordinados a la perfección por su capitán. Por otra parte éste salió al puente del Titán de Hierro. A Klemencia el corazón le latía con fuerza, su ídolo, el que había provocado su vocación estaba allí. Cuando lo vio mejor, confirmando su identidad no se contuvo más ante el gran asombro de los otros piratas. Interceptó al que para ella era una superestrella, el bien nombrado Maestre Galena, el más ingenioso de los mecánicos, un verdadero genio en su campo. El hombre debía estar en los treinta, arropado en una armadura de ruedas.
-¿Dime pequeña, puedes decirme donde puedo encontrar a Tristona?
-Euh, euh, euh, dijo brincando alrededor de Galena, pasmada por la maquinaria.
-¿Eso quiere decir sí?
-¡SI! ¡SI! ¡Venga! Respondió poniéndose un millar de preguntas de lo que veía.
Al la Triste que oía la llegada de un nuevo buque hizo guardar paciencia a sus invitados hasta que Klemencia llegara con el nuevo capitán. Lo que retrasó todavía más las cosas porque todos iban a volver de nuevo a las presentaciones usuales. Klemencia se pegó a Galena hasta el que este último le pregunto que quería.
-¿Puedo echarle un ojo al Titán? ¡Soy uno de los mecánicos del Arc-Kadia, lo adoro!
Esto hizo reír a Galena.
-¡Sí puedes, pero no toques nada!
Se fue, berreando "Yaoouu" con toda la fuerza.
-¡Bien! Dijo finalmente Al la Triste, ¡ya es hora de armar el plan de ataque!
-Antes de esto, permítame llevar a su conocimiento las últimas informaciones de las que dispongo, cortó Galena. Mis autómatas espías me informaron que el gobierno prepara un nuevo asalto...
Afuera Ganchillo, lejos de los demás, refunfuñaba como de costumbre. Una maldición era peso sobre sus hombros desde hace muchos años. En el momento del encuentro con Palpegeuse /Mortelame olía que algo cambiaba en el fondo de su corazón. Una pequeña voz le hablaba, perversa, maligna y manipuladora.
"¡Mira en qué te convertiste, un paria, hasta en el seno de los tuyos eres un desterrado! ¡Acuérdate de quien eras en otro tiempo! Valeroso pirata temido por todos. Nadie se habría atrevido a tratarte de este modo. Esta Al la Triste tiene tu piel"
Las palabras dieron en el blanco porque la voz sólo repetía lo que realmente sentía. Debería ser el capitán de este buque, ya lo había sido una vez hace mucho, mucho tiempo.
-¿Qué hacer? Preguntó en voz alta.
"¡Recupera lo que te pertenece! ¡Podrías fácilmente hacerte de nuevo amo del Arc-Kadia y más todavía, someter a otros capitanes, luego tomas el poder de las Islas Blancas!"
-¿Pero cómo?
"¡Déjame ayudarte!".
Ganchillo sacudió todo su ser, sintió que su brazo ardía y una fuerza mágica se apoderaba de él. Su brazo se hinchó, luego el resto de su cuerpo siguió el movimiento. Empezó a crecer y a cambiar para tomar la apariencia de un demonio. Siempre fue Ganchillo pero su piel era sombría y cuernos adornaban sus sienes. Otros piratas reaccionaron rápidamente al verlo, dando la alarma. Briscar se interpuso primero e intentó dar un golpe con su pala. Por desgracia ésta se estrelló sobre la pantorrilla de este Ganchillo demoníaco.
-HAHAHA eres sólo una mosca Briscar, dijo asestándole un golpe de revés con su enorme mano. ¡AAAAAAALLL ven enfrentarte conmigo y muere como la chica de carroña que eres!
La discusión había comenzado entre los diferentes capitanes. Galena explicaba un plan de combate más bien innovador y audaz, pero que permitiría deshacer las fuerzas de la república. Una batalla le permitiría a un grupo regresar a la capital para desempeñar una nueva misión extremadamente peligrosa. Fue en este momento que un alboroto se oyó afuera. Se escucharon varios ruidos de pasos precipitados en el pasillo que llevaba a los apartamentos de Al la Triste.
-¡Capitana, capitana! Gritó Ardranis, ¡Venga rápidamente!
-¡Ciertamente jamás podemos estar tranquilos en esta tina! Exploto Al la Triste abriendo la puerta.
En ese momento oyó la voz gruesa de Ganchillo, modificada por su nueva condición de demonio, intimando a Al la Triste de mostrarse.
-¿Que es esto? Preguntó a la Elfina.
-Es Ganchillo se parece a un monstruo y ataca a todo lo que se le acerca.
Al empujó a Ardranis de su camino y se echó a correr, seguida por otros capitanes curiosos de ver que sucedía. Nadie se decepciono por el espectáculo, el demonio medía casi tres metros y había barrido una buena parte de la tripulación. Ganchillo vio a Al la Triste y se abrió camino hasta ella.
-¡En cuanto te halla derrotado el Arc-Kadia será mió!
Ganchillo intentó poner un puñetazo pero la joven capitana opuso su brazo mecánico y recobró la carga sin problema. La maquinaria rechinó y la caldera portátil escupió vapor bajo el esfuerzo. Nadie se atrevió a intervenir, asistiendo así a un tipo de desafío, un ajuste de cuentas. Al desenvainó su arma y disparo al demonio, haciendo así hablar a la pólvora. Las balas silbaron. Todo el mundo se escondió detrás de lo que podía con el fin de evitar recibir una. Las balas rebotaron sobre la gruesa piel del demonio y hasta los golpes del puño de hierro no le hacían gran cosa. Ganchillo se burló de su adversaria con gran cantidad de insultos piratas. Galena y Azalys decidieron intervenir, porque además del hecho de que Al la Triste no aventajaba, el Arc-Kadia corría peligro de ser dañado, corriendo el riesgo de una caída en el torbellino negro situado bajo las Islas Blancas. Galena sacó de un bolsillo de cuero un raro aparato que se desplegó para convertirse en una araña mecánica. Ajustó rápidamente la máquina gracias a varias ruedas y la puso sobre el suelo. La araña se dirigió derecha hacia el demonio. En cuanto a Azalys, desde el principio del combate ensamblaba un fusil por medio de numerosas piezas ocultas en su ropa. Termino más o menos en el momento en el que el autómata de Galena empezó a subir al demonio. Puso en seguida el fusil sobre su hombro, apuntó a la cabeza y tiró. La bala humeó a una velocidad alucinante y se estrelló contra la frente de Ganchillo. Pero no le hizo nada más que sólo provocar un movimiento de retroceso. Galena aceleró a distancia su araña que había subido hasta la nuca del demonio. Ésta libró entonces una carga fuerte de energía que provocó un dolor importante. Corc que examinaba varios planes decidió actuar en este momento, sacando provecho de los relámpagos emitidos por la creación de Galena. Con un amplio movimiento magnifico los relámpagos y los localizó en la cabeza. Ganchillo gritó, la electricidad le provocaba espasmos paralizantes.
-¡Su brazo! ¡Corte su brazo! Gritó Bragan escondido detrás de un barril tratando de llamar la atención de su capitana.
Al no vaciló un segundo, soltó su pistola, desenvainó su sable y se lanzó con la lámina para atrás. Ganchillo vio llegar a la Capitana sin poder hacer nada. Con la rapidez y la fuerza del golpe de la lámina seccionó el brazo al nivel del hombro. El brazo voló y se estrelló algunos metros más lejos sobre el suelo del puente. Ganchillo se derrumbó instantáneamente recuperando una apariencia más humana. Los piratas presentes aclamaron a los capitanes. Bragan no se regocijaba tan rápidamente, el brazo de Ganchillo brillaba intensamente con una luz roja, dejando presagiar una nueva picardía Néhantica. Y tenía razón porque una forma fantasmal se dibujó.
-¡Capitana! ¡Capitana! Gritó Bragan que señalaba el brazo.
Al, Galena, Azalys y Corc se aglutinaron alrededor del "brazo", que en realidad era el demonio que había poseído al "pobre" Ganchillo. Sin esperar Al dio varios golpes de sable a través de la forma, pero sin ningún efecto.
- JAJA... ¡No soy de aquellos que temen a una lámina Al la Triste! Usted vive su últimas horas, cuando sus buques sean tragados por el gran vórtice este continente nos pertenecerá. ¡Toda resistencia es inútil!
-No temes las láminas cómo, pero ¿Acaso sabes volar? Preguntó a Al dando un gran golpe con el brazo para eyectarlo del borde del Arc-kadia.
El demonio gritó un "NOOOOOOOO" que probaba que efectivamente no sabía volar.
- Bueno, tengan cuidado de Ganchillo, ajustaremos cuentas más tarde. Ordenó la capitana. Gracias a ustedes Capitanes, era un tipo duro.
Algunos días más tarde, la flota pirata constituida por la Viuda Negra, el Titán de Hierro, el Relámpago de Guerra, bajo la dirección de Al la Triste al bordo del Arc-Kadia llegó con la flota del gobierno. En resumen una decena de grandes buques les hacía frente, imponentes y armados con varias hileras de cañones macizos y destructores. Esto no inquietó a los capitanes, que tenían un plan infalible.... pero muy arriesgado. Al la Triste dio la orden de asalto, pero no era cuestión de abordaje, porque no tenían ninguna posibilidad de sobrevivir. No, el plan establecido era inventivo y se basaba en un trabajo en equipo sagrado. Desde el ataque del demonio hacia Al la Triste y la reunión de los piratas, Galena y Klemencia habían trabajado en la creación de una treintena de autómatas volantes e indetectables. Y cuando se reúne dos genios en materia de mecánica sin duda puede encontrarse con invenciones brillantes. Rápidamente se dieron cuenta que los autómatas eran perfectos.
La primera fase del plan consistía en mantenerse a distancia de la flota adversa y en lanzar los autómatas con un cierto tiempo de intervalo con el fin de que éstos no formen una nube insectoïde. Durante el tiempo que recorren la distancia habría que resistir los tiros de cañones opuestos, pero debido a la distancia sólo algunos carbones de bola consiguieron llegar a provocar daños moderados. Los autómatas no se demoraron y se pegaron a los cascos de los buques opuestos-a excepción de uno- al nivel de los motores.
La segunda fase del plan era más arriesgada porque había que acercarse al enemigo y esto debían hacerlo los que podían hacer hablar al rayo. Corc, Bragan, Mylad y Ojo de Gema estaban cada uno en uno de los buques y a la señal de Al la Triste y cuando las balas de cañón cayeron sobre ellos lanzaron los rayos. Los enemigos se preguntaban a qué jugaban los piratas porque sus buques estaban protegidos contra los rayo para evitar todo problema en el momento de las tormentas. Pero los relámpagos no estaban allí para atacar sino para cargar, acelerar y explosionar los autómatas de Galena y Klemencia. El resultado fue definitivo, uno por uno los robots estallaron, provocando daños irreparables a los motores. Así que no quedó más que un único de los buques en funcionamiento, los otros, sin propulsión, cayeron hacia el torbellino que rápidamente se los trago.
Y por fin la fase tres del plan se puso en marcha. La Viuda Negra y el Arc-Kadia dejaron la formación para tomar por asalto al último buque en el que la tripulación no tuvo tiempo de reaccionar. Azalys y Al la Triste llevaron el asalto con eficacia. Su objetivo era capturar el barco para ser utilizado más tarde para establecer un nuevo plan.
Capitulo 3: Asalto a Bramamir
Algunos días más tarde, la noche había caído en las Islas Blancas. A bordo del Arc-Kadia, Al la Triste vació el contenido de la bolsa de botín sobre la mesa donde comían los miembros de la tripulación. Había por supuesto algunos de los objetos usados para la misión de Empleadillo y Souchi, pero también una gran suma de dinero y por fin, y más importante, el tratado pirata firmado por la mano del Gigante de los ojos tristes, padre de Al la Triste.
-Ahora, ¡Vamos a sacudir los cimientos de esta república enmohecida y pervertida por Néhant!
-¿Qué es? Preguntó Empleadillo desconcertado por el objeto.
-Es una especie de alto al fuego firmado por mi padre y sus amigos en el momento de la escisión, explicó Al la triste. Travieso amigo, Bramamir era un reino fuerte era un reino fuerte hace mucho tiempo. Luego después de lo que hizo Néhant se hundió poco a poco. Muchos años más tarde los antiguos señores y los hombres amantes de libertad escogieron no confiar más en el gobierno y hubo rebeliones. Esto dio a años de oposición de los piratas contra el gobierno. Luego mi padre y algunos otros propusieron terminar todo. En este tratado esta indicado que el gobierno deja tranquilo a los piratas y a la inversa. Pero también que no debe haber una batalla entre nosotros y ellos, sin una reunión "amistosa" antes de esto. Es allí que directamente se nos ataca.
-Veo, dijo Empleadillo contento de enterarse de esto. ¿Y pues esto que hace el gobierno es ilegal?
-¡Si, pero el problema es que el gobierno, es el gobierno! No hay nadie por encima para decirles que esta mal. Vamos a tener que encargarnos de esto.
Souchi puso mala cara al oír esto.
- ¿Pero capitana, por qué haber recuperado este tratado?
-¡Legitimidad! Sopló Empleadillo.
-¡Tú lo has dicho! Si tomamos el poder podemos legitimar muy rápidamente nuestro acto. ¡Ahora mi pequeños lobos del aire, vayamos a prepararnos, esto va a ser una fiesta!
Algunas horas más tarde sobre el Relámpago de Guerra, Al la Triste explicaba el detalle de su plan que concernía a este buque y a su prestigioso capitán.
-Corc, tengo una misión muy importante que confiarle.
-La escucho joven, ¿qué va poder hacer mi barcaza y yo para la gran nación pirata? Dijo en tono de broma. Al la Triste tomó un plan retenido por su cinturón y lo desenrolló en el suelo antes de ponerse en cuclillas al lado.
-He aquí, me gustaría que te embarques algunos magos y para que montes una buena distracción. Vamos a ser acogidos por toda la flota de Bramamir, va a haber que depurar a todo este pequeño mundo.
Corc se rascó el lado de su cara en buen estado mientras pensaba en una distracción.
-Te propongo esto. Tengo los planes de un illusium, es una máquina que puede hacer ilusiones a gran escala, me sirvo de eso para escapar de mis enemigos. Con Lorus y Mylad pienso tener el poder para cargar las baterías necesarias para duplicar el Arc-Kadia, el Titán y hasta podría ser la Viuda. Pasamos bastante lejos de Bramamir para ser atacados y bastante cerca para interesarles, luego los atraigo por el otro lado. Durante este tiempo usted aprovecha para avanzar, y todo esta hecho. Todo esto fue acompañado con una demostración del plan.
Al la Triste examinó la propuesta del capitán, luego dio a entender su satisfacción apretando su mano de hierro con fuerza.
-Ahora, si el engaño es descubierto, y todavía no llego, maquinas a fondo y hasta la vista.
-No hay riesgo alguno, la ilusión funcionara. Puedes lanzar la operación "Espejismo".
-¿Operación "Espejismo"?
-Si, es así como llamo a esta maniobra de distracción.
Un poco más tarde sobre el Titán de Hierro, Al la Triste se presentó en el gran taller del Maestre Galena. Si este joven capitán era un líder en su dominio resultaba ser muy desordenado. Entre las herramientas, los tubos, los tornillos y otras tuercas, difícil de poner un pie sobre el suelo, por otra parte el suelo no era visible. Al encontró allí a Klemencia que admiraba a Galena, haciendo retoques en una esquina.
- ¡Ah! Al está de suerte... me viene muy bien, dijo, evidentemente molesto por la presencia de la joven mecánica. ¿Que puedo hacer por usted?
Al le echó una mirada tenebrosa a Klemencia.
-¿No tienes nada que reparar a en el barco? Dijo con voz amenazante.
- ¡Uh, uh, sí capitán! Respondió Klemencia corriendo a toda marcha.
Ahora sola Al la Triste dio la vuelta al rededor de taller, bajo el ojo vigilante de Maestre Galena cuyo corazón se aceleraba cada vez que acercaba la mano a una de sus creaciones.
-¿Capitana Al la Triste, que puedo hacer para usted? Dijo inquieto.
-Tú eres un misterio para mí, Galena
-¡Sí, sí, soy un misterio, pero por piedad no toque nada!
-¿Que escondes? ¿Dinero acaso? Preguntó mostrando la sábana blanca que recubría visiblemente algo.
-Oh esto, es mi última creación, ¡esto nos hará ganar la batalla!
-¿Un arma? Bueno, bueno..., ¿estas seguro que no estallara en nuestra cara?
Galena se rió, pensando que era una broma de Al, pero aparentemente la observación era muy seria.
-¡hum, no, no tema nada, mi criatura no estallará! Es justamente... ¡¡PERFECTA!!
-Te dejo en tu delirio, pero que tus autómatas estén listos, nos vamos pronto a la batalla.
-Estaremos listos, no te preocupes...
La hora había llegado por fin. El Arc-Kadia humeaba a alta velocidad, líder de esta coalición de las tripulaciones piratas. El plan de batalla fue ajustado milimétricamente. El gobierno de Bramamir estuvo al tanto rápidamente del inminente ataque y su flota estaba lista para la batalla. La isla de la ciudad de Bramamir estaba a la vista, un nubarrón de buques de guerra esperaba pacientemente. Nadie jamás lo había atacado, habría que estar loco para intentar una cosa así.
Y eso era lo que pensaba el gobernador de Bramamir posado en su balcón, observando la llegada de estos insectos que volaban desde los piratas. Al bordo del Megalodon, el Almirante Gardison esperaba las órdenes del gobierno. Este veterano, acostumbrado a las batallas aéreas se regocijaba de su futura victoria y las bromas con sus oficiales iban a buen paso. Cada uno daba su pronóstico en cuanto a quien abatiría al Arc-Kadia y cenaría en la mesa del gobernador. Por su parte Al la Triste se concentró, luego, una vez que toda su flota estuvo en su sitio, le ordenó a Corc lanzar la operación "Espejismo".
Este último descendió rápidamente a la bodega para reunirse con Lorus y Mylad. Baterías cargadas al fondo chisporroteaban despacio. Las baterías cargadas totalmente chisporroteaban despacio. Unidas unas a otras por un cable de cobre, el conjunto acababa sobre una máquina misteriosa, era un gran tubo de vidrio con dos placas de metal, cada una unida a ambos lados del tubo. En el interior se encontraba un líquido aparentemente viscoso en el cual flotaban pequeños cristales.
-Pongan sus manos sobre el tubo y cuando les avisé ustedes lanzaran una pequeña descarga mágica.
Mylad y Lorus escucharon las consignas y dejaron que su magia se expresara a la señal de Corc. Los pequeños relámpagos se reflejaron contra los cristales que en seguida se iluminaron. Las baterías zumbaron cada vez más, liberando la magia contenida en el interior. Por fuera nada pareció haber cambiado, pero el illusium había actuado. Las copias ilusorias de los buques piratas eran controladas desde dentro para seguir el plan de batalla. La verdadera flota, invisible por la magia, avanzó rápidamente. Como estaba previsto la mayoría de los enormes buques gubernamentales siguió a la falsa flota, sólo se quedaron cinco. Al la Triste, desde su catalejo estaba un poco desorientado de ver los nombres de estos opositores.
-El Florón de Bramamir... El Firmamento... Y Megalodon... ¡No hay posibilidad! Bien vamos a ocuparnos del Florón y del Firmamento. Dígale a Galena que tiene que ocuparse de Megalodon y a la Viuda de hacer su trabajo. ¡En cuanto a los demás, destruyan todos los barcos viejos de menor importancia!
Una vez que las ordenes fueron transmitidas la flota se lanzó a gran velocidad hacia el objetivo. Desde la primera bala de cañón tirada por el Arc-kadia empezó el asalto à Bramamir.
La sorpresa fue demasiado para el pobre Almirante Garison que se tomo su tiempo antes de comprender la trampa. Soltó entonces su taza de té y bramó órdenes a sus oficiales. El Megalodon entonces fue espoleado por el Titán de Hierro y rápidamente el buque líder se sumergió por extrañas creaciones mecánicas. Galena se atareaba en darle vida a su última obra. La sábana no recubría más la máquina o más bien el autómata. Ésta poseía curvas femeninas no se parecía en nada a otros autómatas como Tuerka o Hick-kar. La tecnología extremadamente perfeccionada era verdaderamente increíble. Galena separaba los tubos que unían su criatura a otras máquinas. Por fin activó a la autómata. El ser se movió lentamente luego se incorporó. Su apariencia casi humana tenía algo desconcertante, casi inquietante. Sus ojos se fijaron en su creador que lo observaba con una curiosidad devoradora.
-Identificación... ¿Orden? Preguntó el autómata.
-Mmm... Voy a llamarte S.A.R.A.H. Orden: obedecerme y combatir a los soldados del gobierno. S.A.R.A.H siguió a Galena al puente, analizó la situación, identificó a los soldados de Bramamir y se precipitó contra la multitud.
Al bordo del Megalodon los soldados tenían problemas para rechazar el asalto pirata. Por su parte el Arc-Kadia se oponía con dificultad al Florón de Bramamir y al Firmamento, dos buques temibles. El fin no era destruirlos sino retenerlos más tiempo, por eso Al la Triste, que llevaba el timón, exigía las capacidades de su buque, maniobrando con gran destreza. Las balas de cañón volaban desde ambos lados, a veces algunas daban en el blanco, haciendo estallar la madera con una increíble facilidad. La tripulación se apresuraba como podía, rezando para que ninguna bala los decapitara o les arrancara un buen pedazo...
Poco a poco el Arc-Kadia se alejaba de sus dos adversarios. El Titán de Hierro, siempre enganchado en el Megalodon aseguraba que la Viuda Negra pudiera cumplir su objetivo. El buque de Azalys, más pequeño que los otros pero mucho más rápido se había abierto un camino hasta el palacio del gobierno. Una vez por encima de la torre más alta el equipo de intervención compuesto por una pequeña decena de personas saltó sobre el gran balcón donde algunos minutos antes el Gobernador fanfarroneaba con sus ministros. Muy rápidamente la escaramuza estalló. Bragan, Ardranis y Klemencia se lanzaron hacia la cámara donde el gobernador se había refugiado. Bragan lo sabía, había que actuar rápidamente. La puerta de dos hojas, prevista para resistir el golpe de ariete no tuvo las cualidades requeridas delante de la mecánica de Klemencia que a base de puños lo desfondó. En el interior, los ministros, aterrados y exaltados ya se veían saltando al gran torbellino. Entre ellos el gobernador, orgulloso y arrogante se adelantó.
-¡Ustedes no tienen derecho, malditos piratas! Un llamado y terminaran su vidas en prisión, o peor la muerte.
Bragan se adelantó, por primera vez algo verdaderamente impresionante se libraba en él. Su cara seria verdaderamente no pegaba con este personaje tan pervertido y alcohólico. Una vez que estuvo a la altura del gobernador saco el Tratado pirata.
-¡Gobernador, pedimos su dimisión! Dijo reteniéndose de reírse, luego no pudiendo más Bragan le descolgó una bofetada memorable. ¡Te jugaste y te perdiste! Ordena a la flota de Bramamir acabar con las hostilidades y entréguese sin demora.
Pero lo que Bragan no había previsto es que el gobernador llevaba siendo manipulado ya mucho, mucho tiempo por los esbirros de Néhant. El gobernador no era más dueño de si mismo y sin que nadie pudiera hacer algo éste corrió hasta la ventana más próxima y salto, zambulléndose así en el gran vórtice negro que rápidamente se lo trago...
Bragan se cuajó.
- Bah al final...
Otros ministros empujaron entonces al primer ministro hacia los piratas. Éste totalmente aterrorizado garrapateó la orden de cese de hostilidades.
-¡¡Nos rendimos!! ¡¡Nos rendimos!!
Continuará en "El Gran Final"
Nehant
Capítulo 1 - Romper la primer cadena
-No importa que me encierres, me encontrarán. Te lo prometo Eredan, el tiempo pasará y un día mis más fieles seguidores vendrán a liberarme. Mi odio asolará de nuevo este mundo y todos serán mis esclavos.
El cristal claro como el agua flotaba por encima del suelo. Las anchas cadenas salían de este y se arraigaban al suelo gracias a otros cristales más pequeños. Eredan, sólo frente a su adversario se había llevado una gran victoria y la guerra contra Néhant terminaba por fin. El Guardián de Guem estaba ataviado con un traje ancho y una capa con capucha cubría totalmente su cara.
-¿En verdad crees que voy a dejar este lugar desprotegido? Aprendí mucho en estos años de luchas contra ti, conozco la extensión de tus poderes y construí esta prisión para evitar que nadie llegue hasta aquí.
En este instante, la bruma se levantó, primero suave y transparente, y luego volvió rápidamente espesa y opaca. Toda la región fue cubierta por esta, rodeando la prisión de Néhant.
-Que los que te buscan y los que intenten pasar los defectos de mi protección se encontrarán al otro lado del mundo. Ahora ya es hora que selle tu suerte.
Apareció entonces en su mano un palo inmenso, tan grande como él. Varias pequeñas gemas se arremolinaban alrededor del mango del mismo el cual terminaba en un cristal de color azulado.
-El poder de los hijos de Guem es mío. Mientras que mi enemigo es derrotado cierro esta prisión para que su poder sea contenido para siempre. Esta es mi voluntad, yo Eredan, guardián de Guem.
-Que... NOOOOOOOOOO...
Eredan golpeó el suelo con la punta de su bastón y elimino la presencia de Néhant de este mundo. El Guardián se sentó entonces en una piedra no lejos de allí y reflexionaba sobre lo que iba a hacer este lugar cuando ya no estuviera más. Pero creía haber hecho lo máximo posible para los habitantes de las tierras de Guem y debía llevar en lo sucesivo su atención a otro lugar, otro peligro.
-Adiós Néhant, probablemente no volvamos a vernos jamás. Eredan atravesó la bruma, abriendo un paso sobre una tierra lejana, los Confines.
Las brumas de los Confines se habían debilitado desde aquel momento y pasos hasta la prisión de Néhant podían ser seguidos. Así es como Amidaraxar y su camarilla habían llegado hasta ahí. Todo había cambiado aquí desde la época en que Eredan había encerrado a Néhant. La corrupción de este último había vuelto al cristal de su prisión y los alrededores inmediatos en un paisaje de ruina y desolación. Los numerosos demonios vigilaban el límite de la bruma de modo que el menor intruso fuera neutralizado. Amidaraxar, teniente fiel, se atareaba sin tregua para que su dueño pisara de nuevo las tierras de Guem, soñando entonces con una eternidad a su servicio. Por ahora, éste grababa en el suelo rocoso y estéril, debajo del cristal Néhantico con la ayuda de un pedazo de roca negra. Cada golpe en la roca se acompañaba de encantamientos antiguos y funestos.
-Pronto estará listo señor, dijo continuando con los grabados. Luego deberé acudir a su potencia mágica con el fin de cumplir el ritual.
Al caer la tarde, Amidaraxar había terminado por fin su impresionante obra. Debajo del cristal estaba representado el símbolo de Néhant.
Cada línea era en realidad una multitud de pequeños escritos. Una de estas líneas, la que estaba abajo en vertical, continuaba su camino para reunirse más lejos a otro símbolo de Néhant que se oponía como un espejo al primero. Estaba allí la base de un ritual que estaba a punto de realizar el brujo.
Por su parte Azaram, antiguamente apodado Máscara de hierro se preparaba para la ocasión. Algunos días antes su padre le anunciaba que su amo quería hacerle un regalo, un don inestimable. Que después de esto todo iba a cambiar para él. No teniendo ninguna razón para negarse, muy al contrario, se preparó para pasar la prueba, un rito, un paso hacia un nuevo estado. Estaba así pues, totalmente desnudo, su piel sacudida por un viento feroz. Hacía caso omiso a este frío para concentrarse en lo esencial. Se colocó pues en el centro del símbolo dibujado.
-Ponte de rodillas, póstrate delante de Néhant, le pidió Amidaraxar.
Obedeció sin la menor vacilación, dejando sus manos caer al suelo, las palmas hacia la prisión de Néhant.
-Azaram...
El joven, por lo menos en apariencia, levantó la cabeza y lo vio, él, el que servía desde hace muchos años. Estaba allí frente a él en el centro del signo gemelo, bajo la piedra-prisión. No veía su cara porque estaba cubierta por una capucha. Y a pesar de esto Azaram sentía su potencia, toda esta magia, ese poder inconmensurable que emanaba de el. Atropellado por esta visión bajó la cabeza en signo de sumisión y soltó un "sí" en respuesta.
-Tú que me servís con devoción, eres el primero que me ha encontrado, el primero que ha penetrado el secreto del laberinto de estas brumas.
En aquel momento, Amidaraxar empezó el ritual. La magia se manifestó en sus manos bajo la forma de un aura roja oscura. Luego se colocó dónde se encontraba Azaram pegando sus manos en la línea vertical desde lo alto del símbolo. Lentamente, las inscripciones empezaron a brillar como si la magia se difundiera por ellas.
-Azaram, en el fondo de ti duerme el que dirigirá las legiones de los meandros. De tu alma negra va a nacer el demonio, de tu mano blandirás la lámina que partirá de un tajo a los inconscientes que se revelen contra nosotros. Azaram elige ¿deseas servirme para toda la eternidad?
¿Tenía la elección? En realidad no. Néhant le planteaba la cuestión para verificar el compromiso de sus seguidores, pero el plan ya estaba en camino. Azaram sólo podía aceptar, pero en el fondo de él una pizca de miedo le recordaba que era un humano.
-¡Es el honor que nunca tuve! Comentó Amidaraxar.
Él, que estaba separado de los símbolos no veía, ni oía a Néhant. Conocía este ritual, lo había practicado una vez sobre otra persona hace antaño. Conocía la finalidad y esta vez era un gran orgullo por su hijo. Este hijo que lo había liberado de la prisión de hielo y por con el que todo finalmente había llegado. El suelo se oscureció bajo Azaram, un pórtico se abrió y se lo tragó sin previó aviso. La impresión de la caída duró una eternidad, el ya había estado ahí, sabía dónde lo llevaría, y esto no tardó en ser verificado. Se estrelló sobre el suelo con estruendo sobre el lado derecho, quebrándole dos costillas. Sacudió la cabeza y se levantó bastante herido. El ruido era ensordecedor, como un tipo de canto de sonidos guturales. Y con razón, alrededor de él centenas y centenas de demonios gritaban juntos totalmente de allí al roñoso él. Luego un demonio más delgado que los demás pero también más majestuoso se adelantó, espada en mano. Se la ofreció entonces a Azaram antes de volver las filas. El Néhantista vaciló, había varias posibilidades. ¿Era esa una prueba, que debía pasar? ¿Tomar la espada y pelear? No, otra idea le atravesó la cabeza. Cogió el puño con la mano izquierda antes de cortarse profundamente el antebrazo derecho. La lámina extremadamente cortante abrió una herida profunda en la piel, dejando correr la sangre. Los demonios rugían y gritaba aún más fuerte. Azaram se quedó de rodillas, mirando la sustancia de vida escaparse de él. El olor atrajo a una multitud de sirvientes, estos pequeños demonios serviciales útiles a su voluntad. Bebieron la sangre, luego sin el menor aviso se echaron sobre Azaram para morderlo profundamente. Cada mordedura era un suplicio, su carne era devorada, su vida se iba...
Cuando los criados terminaron su trabajo no quedaba demasiado de él. Todavía respiraba, pero estaba al borde de la muerte. El demonio que había entregado la espada la recuperó y se colocó delante de Azaram.
-Hiciste una buena elección, acepto tu sacrificio. El Néhantista no sabía si era su estado que lo hacía alucinar, pero por un instante breve le pareció el demonio se le parecía.
- Te seré y me serás para la eternidad, dijo el demonio perforando el pecho de Azaram. El golpe lo terminó.
Amidaraxar continuaba con las invocaciones observando la escena. Azaram no se movía aún después de mucho tiempo, su alma estaba lejos de allí, en los meandros donde su destino se jugaba. Esto duró hasta que se derrumbo sobre el suelo.
-¡Levántate Señor-demoníaco Azaram! Dijo Néhant siempre sobre el símbolo bajo la piedra-prisión.
El joven hombre se paro, levantándose con una dificultad inmensa. Miró sus manos humanas y tocó su cara luego comenzó a reírse. Se sentía diferente, no era del todo el, aunque conservando sus memorias sabía que era otra cosa, no el Azaram mago ni Néhantista, pero un Señor-demonio, comandante de temibles guerreros.
Amidaraxar dejó de lanzar los encantamientos lo que termino el ritual. Los símbolos de Néhant no brillaban más y Néhant tal, como lo veía Azaram desapareció. Esclavos humanos le aportaron trajes al joven hombre desnudo. Amidaraxar no pudo abstenerse de observar el cambio de su hijo, este último tenía una expresión diferente en su rostro.
- ¿Que miras padre? Preguntó Azaram que observaba el pequeño gesto. Veo detrás de tu máscara que tus ojos se ponen sobre mí.
-¿Qué eres? Interrogó el teniente de Néhant.
-¿Un demonio? Tengo la impresión de poder levantar montañas, que nada puede detenerme, siento tal potencia en mí. Dijo acabando de vestirse.
-Ahora podemos pasar a la etapa siguiente, declaró Amidaraxar. - ¿Qué haremos?
-Liberar a Néhant.
-Esto me emociona ¿Pero cómo?
-Vamos a romper las cadenas que lo retienen. Y para la primera, te necesitaré.
-En ese caso, dime lo que tendré que hacer.
-Participar en otro ritual, éste con el fin de dar a Infernal la potencia suficiente para quebrantar la primera cadena.
Azaram apretó los labios, dejando hablar al Señor-demonio en él. Dar la potencia a un demonio era delicado porque éstos eran por esencia muy inestable. Otorgárselo significaba grandes problemas en potencia. La rabia de un demonio podía volverse contra los que le habían dado un exceso de magia. Gracias a sus nuevas aptitudes, conocía a cada demonio sea en los meandros o bien por sortilegios aquí sobre las tierras de Guem.
-Infernal hará este ritual, forma parte de los demonios más poderosos.
-Sé que lo es, por eso es que pensé en él, cuento contigo para velar sobre él y hacer venir a todos los criados a que puedas.
Azaram tuvo una pequeña risa, en seña de que no había problema.
-¿Tienes el hechizo para invocarlo? Preguntó a Azaram.
-Sí, te dejo hacerlo. Voy a preparar la cadena con el fin de debilitarla lo mejor posible. Azaram tenía el libro escrito por Néhant en persona. No le gustaba porque permitía al que leía las líneas poder abrir un paso entre los meandros y esta gente para obtener los favores de un demonio. Y desde el encarcelamiento de Néhant el libro fue pasado de manos a manos tal un juguete confiado a niños. Afortunadamente ahora estaba en sus manos. Recorrió las páginas y comenzó a leer la invocación de Infernal. Cada palabra fue perfectamente pronunciada, la lengua de los demonios, natural para él abofeteaba tal un látigo sobre la espalda de un esclavo. Por otra parte un esclavo estaba a sus pies, totalmente sometidos a la magia oscura de Néhant, esperando sin ser consciente de que tendría una muerte horrible. Y así como la primera vez, en el momento del combate contra Nibelle el elfo de hielo, chascó el libro cuando hubo acabado la invocación. El esclavo dejó entonces lugar a Infernal, siempre tan imponente. Este demonio era verdaderamente gigantesco haciendo dos o tres veces la talla de Azaram.
-¡Soy Infernal! ¿Quién se atreve a llamar al Señor-demonio de la llama?
- Yo, de vuelta, dijo el invocador.
Enfurecido de tener que obedecer de nuevo a este cachorro, Infernal estuvo a punto de aplastar con su mano la cabeza del infortunado cuando comprendió quién estaba frente a él. Cambió de opinión y puso una rodilla a tierra. Alrededor de él decenas de criados se retorcían, saltaban, aullaban, se peleaban.
-Señor-demoníaco, estoy a tu servicio.
-Muy bien, creía que iba a tener que reenviarte a tu hoyo. Ahora escucha tengo un trabajo para ti.
Azaram condujo a Infernal delante de una de las cadenas que retenía el cristal de Néhant. Alrededor de ellos Rasgadura, Mortelame encarnado en el cuerpo de un esclavo y Cáliz estaban de rodillas.
-Ya traté de quebrantar estas cadenas, declaró Infernal enfadado.
-¡Sí pero esta vez, no estas solo! Dijo una voz de mujer.
Sombrosa serpenteó hasta ellos, mirando uno por uno a todos los demonios.
-¡No nos decepcionen, den lo mejor de ustedes y serán recompensados como se debe!
-Nadie decepcionará a nadie Doncella de Néhant porque no tenemos derecho al fracaso, insistió Amidaraxar.
¡Ahora, oficiemos!
Azaram, tiró de su funda una daga negra y pasó entre los criados que exultaban, abriendo los brazos hacia el Señor-demoníaco.
-¡Tú, tú y tú! Dijo designando algunos de ellos. Los sirvientes, alegres, brincaron a los pies de Infernal como si se hubieran ganado un fabuloso premio. Amidaraxar cogió el primero que chilló fuertemente, la energía mágica del mago lo mató en seguida, luego toda la potencia del criado entró en Infernal. Luego lo repitió con los otros criados. Infernal aullaba cada vez que recibía la energía. Luego fue el turno de Rasgadura, pero esta vez Amidaraxar no la mató sino que tomó una buena parte de su energía. Esta vez cuando recibió la energía demoníaca Infernal gruñó fuertemente, el calor alrededor de él se volvió insoportable. Sintiéndose listo agarró los eslabones de la cadena y desplegó su fuerza sobre desarrollada. Los eslabones rechinaron, pero todavía resistían mucho. La furia subió. Fue entonces el turno de Cáliz. La lámina murmuró en el momento en el que Amidaraxar le arrancó una pequeña parte de ella. La energía golpeó a Infernal con fuerza, esta vez la furia fue tal que Azaram debió intervenir para controlarle.
-¡¡Debes contener la rabia sobre tu objetivo!!¡¡Quebranta esa cadena!!
Infernal vaciló en soltar toda su ira, pero la presencia de Azaram lo contuvo.
Si la cadena no estuviese encantada ya habría cedido bajo los asaltos del demonio, pero este todavía no conseguía terminar su misión.
-¡Raaaah, vas a romperte! Gritó con su poderosa voz.
Amidaraxar se acercó a Mortelame que le acogió con los brazos apartados en signo de sumisión. La cogió por la garganta y aspiró la energía demoníaca. Cargado completamente de tanto de poder el mago puso sus manos sobre la piel de Infernal, a riesgo de quemarse.
-¡Recibe esto! Gritó vertiendo su magia, mezclada de potencia demoníaca y de flujo Néhantista.
La rabia estalló, Infernal gritó, temblando bajo el efecto de una sobredosis. Su naturaleza impedía que se consumiera por un exceso lleno de magia como habría podido hacerlo otra criatura, pero la rabia era más temible. Azaram desplegó todas sus facultades para aumentar la influencia sobre Infernal. Esta vez, debilitado y delante de esta energía increíble, el metal se agrietó para luego estallar en decenas de pequeños pedazos.
Así fue quebrantada la primera cadena de la prisión de Néhant.
Capítulo 2 - Romper la segunda cadena
La oscura silueta de Néhant tomó la apariencia de un fantasma, embrujando todo a su alrededor a medida que avanzaba por este mundo. Amidaraxar daba ordenes con tanta seguridad como si se tratara de un perro frente a un ejercito de gatos. Pero aquellos gatos no tenían nada de felinos, y estaban dispuestos a obedecer todos los pedidos. La primera cadena había cedido bajo la fuerza increíble de Infernal, sus eslabones andaban rodando por el suelo siendo ignorados. Los fieles del Señor Sombrío se atareaban a quebrantar las otras cadenas, incansablemente los esclavos trabajaban en este último fin contra su voluntad. Esta vez la potencia de los demonios no serviría para nada, habían probado el mismo método sobre cada una de las cadenas sin obtener el menor resultado, Eredan probaba ochenta años mas tarde su gran poder con la magia.
Amidaraxar había entrado en cólera delante de esta falta de resultado. Debió entonces examinar una a una las tres cadenas restantes para determinar cuál de ella sufriría su furia. Pero sus secretos estaban bien escondidos, impenetrables
-Paciencia... Hace años que intento liberarme, indicó Néhant con una voz triste y monótona.
-Lo sé, Señor, pero ahora que el mundo mira hacia otro lugar debemos actuar rápidamente y perforar los misterios de estas cadenas, respondió Amidaraxar mostrando su diligencia.
-Me acuerdo bien de ese día maldito cuando Eredan me encerró con sus aliados... Puedo ayudarte a cumplir un ritual que quebrantará una de las cadenas, te permitirá sobrepasarte. Prepárate...
Amidaraxar se alejó, reflexionando sobre lo que iba a suceder. Mientras, Néhant convocó a Azaram para una misión muy particular.
-¿Sí, Señor? ¿Puedo hacer algo para satisfacerle?
-Cuando logremos quebrantar otras dos cadenas tendré la mayoría de mis poderes, pero podré regresar a mi cuerpo sólo cuando la última cadena no me retenga más. Va a hacerme falta los tres fragmentos de Onyrim.
-¿Onyrim?
-La antigua corona del rey de una pequeña civilización que sometí hace mucho tiempo. Estos fragmentos están en las manos de los draconicos y no conocen su verdadero poder. Con él esto será más fácil.
Azaram inclinó la cabeza.
- Puede ser difícil de recuperarlos, de acuerdo con nuestros exploradores Dragón mantiene cerradas las fronteras de su territorio mediante magia, indicó Azaram un poco decepcionado.
-¿Crees que esto me parará? Interrogó a Néhant. Tengo muchos otros servidores por todas partes del el mundo. Como Señor Demoníaco, quiero que despiertes a los tres Tormentos, están en alguna parte de la Draconia.
Azaram no había oído hablar de estos demonios desde hace años por lo que suponía que habían sido destruidos para siempre.
-Esto será hecho según su voluntad. Dijo el demonio inclinándose.
-No puede ser de otra manera...
Azaram atravesó la bruma de los Confines con determinación. Dondequiera que estuvieran los Tormentos iban a oír su llamada y se pondrían en marcha para realizar las intenciones sombrías de Néhant. Una vez del otro lado de la bruma vio a lo lejos el escudo mágico de Dragón, los reflejos azules no dejaban ninguna duda sobre la naturaleza de esta.
El Señor Demoníaco paró un momento a recitar, pidiéndole a Néhant la fuerza necesaria para la realización de su tarea. Después de un momento muy largo la tierra se agrietó, poniendo de manifiesto una luz fuerte y roja. Un par de manos salió de esta grieta para agarrarse a los bordes. Una criatura demoníaca de aspecto deformado se extirpó de este con dificultad. Reconociendo a su superior bajó la cabeza, dominado por sonido invocador.
-A su orrrdeennees Señooorrrr... Dijo el demonio recién llegado de los Meandros.
-¿Sabías que los Tormentos seguían vivos, escoria? Gritó Azaram.
El demonio dio aire de estar molesto, se frotó las manos y no se atrevió a mirar a su amo. Su silencio fue elocuente.
-¿Por qué no me informaste? ¿No se supone que eres mi brazo derecho, mensajero de los meandros?
Delante de las reprimendas el servidor rompió, suspirando y gimiendo.
- pero es no mi culpa, fe el gran amo quien me dijo que no hablara de eso y que solo lo mencionara cuando hiciera falta.
Azaram cambió de opinión, si era una orden de Néhant, entonces no tenía que gritar más a su servidor. Dio un respiro antes de continuar.
-Vas a transmitirles un mensaje a los Tormentos. Abre sus ojos para que ellos mismos vuelvan a cumplir la voluntad de Néhant.
- Bieeen, voy de inmediato...
-Nadie te tiene que ver, ni oír.
El servidor se zambulló en la falla que se cerró justo después. Azaram miró con destino a la Draconia. Era arriesgado confiar en los Tormentos sin que un verdadero Néhantista o un Señor Demonio le avisaran.
Verdaderamente esperaba que esto saliera bien, así evitaría perder tiempo intentando pasar la barrera mágica. La liberación de Néhant dependía ahora de los tres demonios...
Durante la una hora Amidaraxar se había alejado del mundo. Sentando en un peñasco alto meditaba, preparándose para recibir una potencia mágica considerable. Devolvió el orden a sus pensamientos y sus conocimientos. Fue en otro tiempo el primero que se unió a Néhant cuando comprendió el potencial increíble de los poderes de este gran maestro de la magia, de ese hijo de Guem. Era un mago reconocido antes de su cambio de identidad. Había nacido con el don de manipular y de comprender la magia totalmente bajo todas sus formas, el Néhantismo estaba para él más allá que el resto, la magia capaz de manipular otras magias, incluso la de Guem.
Los recuerdos volvían a el, proyectándolo muchos años para atrás. Negó con la cabeza, para él el pasado se había ido, sólo el futuro le interesaba ahora. Esta vez no habría Eredan para salvar esta gente, ni prisiones bajo los hielos. Este mundo no resistiría mucho tiempo bajo el asalto de las legiones demoníacas y la magia de Néhant. Estaba listo, reduciría esta cadena a un montón de cenizas humeantes. Se adelantó a su objetivo, un aura roja lo rodeaba signo de que el ritual había comenzado. Oía en su cabeza las palabras de Néhant. Le insuflaba sortilegios sombríos que repitió incansablemente. La magia se aferró a la cadena tan fuerte como una garrapata sobre la piel de un perro. El encantamiento néhantista a coste de un esfuerzo físico increíble le magia fue puesta en libertad más allá de lo que podría producir los magos más poderosos, en ese momento sabía que no estaba solo en ese ritual, Néhant estaba allí, le dio su magia a su disposición la cual era increíble. Y este era sólo una fracción de lo que podría hacer Néhant cuando recorriera libremente las tierras de Guem. A Amidaraxar le gustaba este poder. Los otros Néhantistas, demonios y esclavos presentes habían dejado de trabajar para admirar al teniente de Néhant a la obra. Estos espectadores no se decepcionaron. Símbolos rojos mágicos aparecieron sobre el suelo y formaron poco a poco la marca de Néhant. Una vez que el signo estuvo terminado se movió para reunirse bajo Amidaraxar para formar luego un tentáculo de escritura que serpenteó sobre los primeros eslabones de la cadena y sobre el ancla de cristal que retenía la prisión de Néhant. El mago sentía sus fuerzas desaparecer pero no debía flaquear y continuar el ritual. En lo sucesivo conectado mágicamente a esta ancla comprendió por qué Néhant le había pedido atarse a éste. La magia que lo componía era compleja pero el podía comprender como funcionaba. Era una verdadera mezcla de diferentes magias -Agua, tierra, aire, fuego, natural, luz y hasta la de Dragón- cada una tenía una función particular. La tierra daba la solidez mientras que el aire la escondía y mientras que la luz protegía el conjunto contra la sombra y por consecuencia la de Néhant. Debía corromperlas una por una, desenredar un nudo fuerte para obtener una cuerda fina que le bastaría con cortar luego.
No se movía más. El sudor fluía sobre su cara enmascarada, el duelo mágico con la protección de la cadena no estaba ganado. Pelear así contra una realización de Eredan regocijaba a Amidaraxar y Néhant. Uno a uno las magias cedieron, hasta que la cadena se convirtió en nada más que metal inerte. De un gesto amplio el mago cerró el puño, consagrándose la señal a las escrituras a acabar el trabajo. Los eslabones se desintegraron. Néhant apareció al lado de Amidaraxar con más fuerza. Todos se postraron ante él.
-Es bueno poder respirar el aire de las tierras de Guem de nuevo... Ahora esto va a complicarse. Quebrar esta cadena claramente le ha dejado en claro a Dragón que mi regreso es más que probable.
- Déjeme llamar las legiones, pidió Amidaraxar con voz débil.
-Ahora procedamos al siguiente paso, pero me primero me hace falta encontrar el Onyrim.
Así fue quebrantada la segunda cadena de la prisión de Néhant.
El mensajero demoníaco reapareció del otro lado de la Draconia en un pueblo con algunas casas mal cuidadas. Sin hacerse ver atravesó varios callejones para escalar por fin una pared hasta una ventana abierta. Se coló luego hasta una pieza donde dormía un joven hombre. El sueño de este último parecía muy perturbado y con razón.
-Despiértate atormentador, ya es hora de servir a tu amo, cuchicheó a la oreja del chico. Eres Pesadilla y harás vivir a tus enemigos los sueños más atroces. Despiértate, demonio de Néhant... Añadió antes de salir de las instalaciones.
Por la mañana, cuando el muchacho se levantó, oyó las órdenes de Néhant y comenzó a buscar un fragmento de Onyrim. El mensajero visitó así a los demás Tormentos -Lamento y Sufrimiento- que emprendieron esta caza del tesoro...
Capítulo 3: Romper la tercera cadena
Los aromas picantes flotaban por las calles embriagando las narices de los habitantes y de los viajeros de numerosas fortalezas. La ciudad fortaleza de Karreg, importante centro de la Draconia se convirtió en un paso obligado de todo tipo de aventureros. La ciudad en sí no era nada extraordinaria. Solo unos cientos de personas se asentaron, un pueblo formado por casas de varios pisos construidas en torno a una plaza central, a su vez con vistas a la imponente puerta principal de la fortaleza. La historia tenía a Karreg hasta ahora a salvo, pero la tranquilidad del lugar era sólo la superficie, el frente del escenario. Era sólo una noche entre tantas otras, los numerosos hostales atestados ocultaban mil tesoros exóticos. Cual patio de recreo fabuloso para los tres tormentos, demonios ávidos, devorando el psiquismo de sus víctimas. Afuera algunos rezagados y borrachos recorrían el gran sitio bajo la vigilancia benévola de los soldados del señor draconico de Karreg. Pesadilla, Lamento y Sufrimiento atraídos aquí tan seguros como moscas a la miel tenían sin embargo un objetivo muy preciso, recuperar los tres fragmentos de Onyrim. Dos ya estaban en su posesión y la pista del tercer fragmento los traía hasta aquí. Pesadilla, a paso de terciopelo se colaba de cuarto en cuarto, visitando los sueños de los dormilones.
La puerta no hizo el menor ruido, apenas un ligero *clac* cuando se cerró. El cuarto era modestamente elegante. El demonio se adelantó sin hacer rechinar el entarimado. Luego una luz se encendió. No una luz de una lámpara sino la de las llamas ligeramente moradas, creadas mágicamente por el ocupante del cuarto.
-Con el tiempo todo se consigue, dijo teniendo las llamas sobre la palma de su mano.
La luz alumbraba la cara enmascarada de este hombre de postura extraña. El demonio no pudo hacer nada, no lograba avanzar más como si una pared invisible le bloqueara el paso.
-¿¡Que es esto!? Masculló el demonio, ¿quién eres?
-Soy Ciramor, heredero de Eredan. Y tú eres el demonio conocido bajo el nombre de Pesadilla. Vine para proponer un trato, que tu maestro no podrá negar. Haz venir a los otros tormentos, que detengan en su inmunda tarea...
A sí, el fragmento de Onyrim que les falta a ustedes esta muy protegido, será inútil buscarlo, no lo encontrarán.
Pesadilla, continuamente en contacto con Lamento y Sufrimiento les advirtió de la situación. El equipo fue reunido rápidamente en el cuarto estrecho para ellos. Los otros dos demonios con la apariencia de jóvenes mujeres se quedaron en retirada con el fin de no caer en la trampa mágica de Ciramor. Los Tormentos discutían mentalmente sobre lo que convenía hacer. Ciramor se quedó sentado en la cama, interceptando los intercambios mentales a espaldas de los demonios.
-Debemos actuar, dijo Pena.
-¿En qué piensas? Pidió Sufrimiento.
-¡Tormento! No podrá hacer nada frente a nosotras dos reunidas, decidió Lamento.
-Este sujeto no da aire de ser un bromista, si verdaderamente es el heredero de Eredan no hay razón para preocuparse, dijo Pesadilla.
-¡Efectivamente! Cortó entonces Ciramor. ¡No intenten nada y escúchenme! No vine a buscar problemas, vine para negociar.
Los demonios se echaron miradas suspicaces.
-¿Qué quieres negociar? Pregunto Lamento.
Detrás de su máscara Ciramor respiró profundamente, lo que iba a revelar iba a inclinar la historia del conflicto superior de las tierras de Guem.
-Ustedes buscan los fragmentos de Onyrim y tengo el último. Además tengo algo que pedir a... Néhant. Ustedes van a conducirme hasta él y a hacer un pacto demoníaco con el fin de asegurar mi seguridad a él.
-¿Quieres hacer un pacto? Se asombró Sufrimiento.
Eso es una buena idea. ¡Entonces hagamos este pacto! Garantizamos tu seguridad hasta la prisión del Maestro.
Ciramor se risa.
-¿Qué es lo que te hace reírte? Pregunto Pesadilla.
-Me río porque el engaño esta a la altura de la reputación de los demonios. Vamos, no traten de burlarse de mí, tengo los conocimientos de Eredan, sé cómo funciona. Si acepto ustedes me conducen hasta allá y me matarán luego. No, no mis pequeños demonios, usted me conducirán hasta él y me garantiza la seguridad hasta que yo los libere del pacto. A cambio el Onyrim les pertenecerá.
-¡Aceptado! Declaró Sufrimiento. Nos comprometemos en respetar este pacto.
En ese momento una marca apareció sobre la mano izquierda de Sufrimiento así como sobre la de Ciramor, indicando por ahí que un pacto acababa de ser concluido. El heredero de Eredan descendió entonces de la cama, recuperó su bastón y salió de su cuarto.
-Espérenme a fuera de la ciudad.
-¿Cómo piensas pasar la frontera de la Draconia? Interrogó Pesadilla.
-No te hagas problema por esto demonio...
Los tres Tormentos acompañaron pues a Ciramor a través de los campamentos draconicos. Ciramor que cerraba su espíritu a las tentaciones no se dejó engañar por los demonios que no dejaron de someter a prueba sus límites. Pero el joven hombre sabía muy bien lo que tenía que hacer, se preparaba para eso desde hace varias semanas y nada podía desviarlo del fin.
Se reunieron en la frontera del este al cabo de algunos días de viaje. Detrás de la pared de energía azulada que crepitaba de magia levantado por Dragón se extendían las tierras salvajes. Ciramor llevó esta tropa increíble a través de un laberinto de cuevas que permitía atravesar esta frontera sin problemas, al júbilo de los Tormentos, felices de haber engañado al enemigo más grande Néhant.
El viaje continuó hasta las brumas de los Confines donde la actividad parecía intensificarse. Amidaraxar fue avisado de la llegada de la tropa y se apresuró a ir a su encuentro. El teniente fiel se alegro de ver de nuevo a los Tormentos pero quedo estupefacto al percibir a la persona con ellos. Reconoció los vestidos y el miedo se apodero de él.
-¡Eredan! Luego la curiosidad tomó el sitio del miedo. Si los vestidos correspondían, pero no así la talla ni el palo en su mano. Comprendió que no era el Guardián en persona, por suerte. Pero completamente alguien más.
Amidaraxar acogió el grupo con aprensión. Los Tormentos se arrodillaron al Néhantista. Este último observó la marca sobre la mano de Sufrimiento y vio el lazo del pacto entre ellos y el otro sujeto.
- Señor, he aquí Ciramor heredero de Eredan... Cuchicheó Sufrimiento.
Amidaraxar no había prestado atención a esto, pero Eredan y Ciramor se parecían en cierta medida, por lo menos al nivel de las apariencias. Ambos llevaban una máscara que ocultaba sus emociones y los rasgos de sus caras.
-¿Qué vienes a ofrecernos heredero de Eredan? Interrogó a Amidaraxar rodeándose de un aura roja de magia Néhantica.
El teniente iba a atacar a Ciramor cuando los Tormentos se interpusieron.
-Tenemos un pacto con él, debemos llevarlo hasta Néhant y nos dará el Onyrim.
Amidaraxar dejó su magia, quien afirmó que en todo caso, una vez en la prisión Ciramor seria de ellos.
-Bien no le hagamos esperar, dijo Amidaraxar con ironía. Lo llevo por el ya conocido camino rápidamente, deseoso de asistir a la confrontación terriblemente cruel que le esperaba a Ciramor. Este último fue dejado pasmado cuando la prisión de Néhant se alzo ante él. No tenía ningún parecido a la memoria de Eredan de la él era el custodio. Todo estaba roído, dañado, quebrantado, lleno de esclavos bárbaros y de demonios de toda clase. Este espectáculo lastimoso lo tocaba, pero se concentró en su tarea.
El cristal rojo oscuro utilizado de prisión para una de las criaturas más poderosas de estas tierras estaba mellado en partes y dos de cuatro cadenas no aseguraban más su trabajo. En la parte de adelante y por debajo del cristal se encontraba un trono esculpido a partir de los peñascos que lo rodeaban. La manifestación mágica de Néhant estaba sentada allí cómodamente, admirando a las criaturas que le pertenecían en cada pedacito de alma.
Viendo a Ciramor, Néhant se incorporó, la cara todavía escondida por una capucha ancha. Él también creyó ver de regreso a Eredan, viniendo a regresarlo donde lo había encerrado después de tanto tiempo. Pero no percibió el aura impresionante del Guardián de las tierras de Guem.
-Señor Néhant, el heredero de Eredan desea una reunión con usted.
-¿El heredero de Eredan? Adelante, heredero de Eredan, para que pueda contemplar el que por mi voluntad será mió hasta su muerte.
Ciramor tenía miedo, pero no debía dejarlo translucir, los demonios podrían leer en él si sus sentimientos estallaban demasiado. Sacando fuerzas de la nada se adelantó hasta el pie del trono y no espero más para declarar sus intenciones.
-Sus demonios son eficaces, encontraron dos fragmentos de Onyrim de los tres que existían. Esta información posiblemente no le llegó, pero uno de los fragmentos de Onyrim ha sido destruido por Dragón en persona hace algún tiempo ya. Usted no podrá recuperar sus poderes.
-¿Viniste hasta aquí para decirme esto, heredero de Eredan? Dijo Néhant con una voz cavernosa e impregnada de cólera.
-A decir verdad no... Me parecía que le importaría saber esto. Voy permitirle quebrantar una cadena además.
Entonces las marcas del pacto se borraron de las manos de Sufrimiento y de Ciramor.
Los Tormentos se sintieron avergonzados de haber sido manipulados así por un chiquillo. Se abalanzaron sobre el heredero cuando Néhant hizo un gesto para pararlos.
-Mis pequeños demonios, esperemos haber escuchado lo que el heredero tiene que decirme antes de devorar su carne. Te escucho heredero.
El pez había picado, ahora quedaba en lo sucesivo tirar despacio la línea para traerlo hasta él.
-¿Sabe lo que sucede lejos En el noroeste, allí dónde la piedra caída del cielo se estrelló? ¿La encarnación de un dios destructor, Sol'ra tal vez, o debería decir Solar le dice algo? Uno de sus servidores, un cierto Dimizar, hizo hace algunos meses una demostración sorprendente de los poderes de los que usted es el dueño contra los poderes de este dios.
-¿Crees que me importa? No me destruirá.
-Es allí dónde usted se equivoca. Mientras usted sea incapaz de salir de su prisión no podrá defenderse cuando llegue aquí y lo hará añicos.
-Veo claro tu juego, heredero.
¿Quieres que mate a este dios para evitar que esta gente de sea destruida?
Ciramor había pegado allí dónde Néhant era sensible: el orgullo. Pero esto no estaba acabado, la negociación apenas comenzaba.
-Exactamente. ¿Que tendrá que gobernar si este mundo no existe más?
Néhant se levantó de su trono y bajó los escalones con un paso desequilibrado. Sirvientes demoníacos lo seguían como su sombra, gruñendo y ladrando como animales. Néhant se paró delante de Ciramor, los dos tenían la misma talla.
-Supongo que sabes cómo librarme de mi prisión ¿no? Afirmó a Néhant.
-Sí, puedo procurar que sea liberado de sus cadenas. He aquí cómo esto va a suceder, escuche bien porque esto no es discutible de ninguna manera o negociación.
-Habla.
-Voy a quebrantar la tercera de las cadenas. A partir de ese momento usted podrá tomar un cuerpo y será el mío que le servirá de receptáculo. En cuanto no formemos más que uno nos hallaremos en situación de oponernos al que quiere destruir esta gente. Cuando esta amenaza sea apartada nos hallaremos en situación de quebrantar la última cadena. Néhant escuchó las palabras del heredero de Eredan con mucha atención, le proponía un cuerpo y así ir donde quisiera. ¿Él, capaz de aniquilar las voluntades más fuertes, este joven guardián quería hacerse con Néhant?
-¡Este pacto me conviene! Declaró a Néhant seguro de ser capaz de tomar el control de Ciramor.
¿Cómo piensas romper la tercera cadena?
-¡Usted aceptó y nuestros destinos están sellados en lo sucesivo! Gritó Ciramor golpeando el trozo de suelo.
Cáliz apareció en la otra mano de Ciramor. La lámina exhalaba humo por una boca grabada en el metal. Crepitaba de una energía mágica increíble. Néhant estaba encantado de verla aquí, su enemigo y joven heredero de Eredan le devolvía su creación más bella, otro error para Ciramor.
-Prepárese señor Néhant, en cuanto halla quebrantado la cadena usted entrará en mí, dijo cogiendo el puño de la lámina.
-¿Cómo encontraste a Cáliz? Preguntó Amidaraxar.
-Botín de guerra respondió Ciramor sin detenerse a los detalles. El heredero de Eredan, que no deseaba responder más a las cuestiones que pondrían en un estado lastimoso su plan entró en acción. Cogió a Cáliz por el puño y la levantó sin el menor esfuerzo. La lámina tenía en lo sucesivo un nuevo portador, sabía que pronto se encontraría de nuevo con Néhant y esa perspectiva le encanto.
Ciramor se acercó a la cadena y los demonios y los esclavos a los alrededores se apartaron de su paso. Néhant seguía el movimiento, esperando su próxima " casi liberación”. La concentración era extrema. Ciramor, frente a la cadena tenía Cáliz en ambas manos y detrás de su máscara el sudor corría. Un golpe, único, le permitiría hacer terminar el plan, en el cual había trabajado tanto tiempo. Semanas y semanas de preparaciones con los magos más grandes de este mundo y ciertos secretos de Eredan descubierto para que las tierras de Guem sean salvadas de Solar. Las escrituras muy numerosas se iluminaron sobre la cadena, Ciramor cuchicheaba en un lenguaje que hoy sólo los guardianes hablaban. La magia de Guem se quitaba del cierre poco a poco... Luego Cáliz se zambulló sobre un eslabón con avidez. El metal de la lámina seccionó el metal de la cadena en un golpe estridente. Así fue quebrantada la tercera cadena de la prisión de Néhant. El resto sucedió rápidamente. Néhant siempre retenido por la cuarta y última cadena olió sin embargo que formaba parte de nuevo en este mundo. La forma negra se apoderó de Ciramor que soltó a Cáliz. El heredero no se resistió a pesar de un dolor insoportable. En la cabeza del joven hombre Néhant tejía su tela, pero no se esperaba caer contra la voluntad de un viejo enemigo: Eredan.
"¿No soñabas con tomar el control de mi heredero? Ciramor se preparó largamente y su plan es ineludible. ¡Conozco tus secretos, él sabe tus secretos, sabemos quién eres y cómo cogerte! No es posible el engaño, se debe respetar su palabra y lucha contra la ira de solar.
Ciramor es en lo sucesivo tu receptáculo, tu cuerpo, pero también el guardián de esta gente. Sus pensamientos van a mezclarse, velará por que todo vaya en el sentido correcto. Ahora mi viejo enemigo, ya es hora de cumplir la tarea para la cual parcialmente te liberamos. Tus aliados esperan fuera, están dispuestos a dejar su odio respecto a ti. Y tú Néhant, deberás llevar las legiones.
"La fusión entre Néhant y Ciramor se produjo como era previsto. La máscara del guardián cayó al suelo y se estrelló, su aspecto físico cambió para parecerse tanto a un hombre como a un demonio. Amidaraxar, Azaram y todos los demás se inclinaron delante de la vuelta de su amo.
-¿Señor Néhant, cuáles son sus órdenes? Néhant se apoderó de Cáliz que ronroneó entonces como un gato.
-Llame mis legiones... Tenemos que matar a un dios, yo no voy a tolerar que destruyan lo que me pertenece.
Amidaraxar que conocía bien a Néhant encontró su actitud extraña.
-¿Pero no quiere quebrantar la última cadena? Se atrevió a preguntar el teniente.
-No me cuestiones y obedece. Ya dispongo de una potencia increíble y el tiempo se nos acaba. Nos vamos.
La respuesta no satisfacía a Amidaraxar, pero no intentó más al diablo, se contentaría con servir a su maestro como lo había hecho durante años. La perspectiva de la dominación del mundo perfectamente le convenía. Néhant que no era completamente el de verdad, percibía cada lazo que tenía con los esclavos, los demonios, Guemelianos y otro Nehantistas, le sería fácil controlarlos. No le quedaba más que ir a ver quiénes eran estos famosos aliados.
Mucho más tarde, una cohorte de demonios había invadido el lugar y Néhant estaba dispuesto a llevar su ejército a través de la Draconia. Ciramor/Néhant que disponía del saber de Eredan quebrantó el encanto poderoso y mágico que escondía la prisión. Las brumas de los Confines se disiparon poco a poco, dejando en lo sucesivo un acceso libre al entredicho. Por el otro lado, perfectamente alineada, un ejército humano con los estandartes de la Draconia les hacía frente. Los demonios rugieron frente a este enemigo, pero el Receptáculo de Néhant les impuso silencio. Dos personas se desprendieron de este ejército, cabalgando magníficos caballos. Néhant avanzó a su encuentro, seguido por Amidaraxar. Ambos draconicos no eran otros que Kounok el Profeta y Zahal el Caballero Dragon. Sus caras estaban cerradas, privadas de emociones.
- Estás listo... ¿Ciramor? Preguntó Kounok.
-Prefiero Néhant si permites, Draconico.
-¿Que es lo que esto quiere decir? Masculló a Amidaraxar.
-Esto quiere decir que el fin esta próximo, aseguró Néhant afirmando su influencia sobre su teniente.
-Ahora vamos, Solar ataca a la Draconia y Dragón no aguantara mucho tiempo, dijo Kounok volviéndose con su montura.
Dragón
Capítulo 1: Después de la tempestad, viene la tormenta.
La sirvienta se llevó el susto de su vida cuando encontró a la Pitonisa tendida en el suelo de su habitación. Súbitamente dejó caer la bandeja con comida, gritando el nombre de su ama y pidiendo ayuda. De rodillas y con las manos temblorosas vio surcos de sangre en la nariz, ojos y oídos de la Pitonisa. ¿Estaba muerta? Le rogó a Dragón que no fuera el caso. Se tranquilizó cuando vio que aún respiraba. Los cristales que solían flotar alrededor de la joven se habían estrellado sobre el suelo de piedra, rompiéndose en varias partes. Varias otras sirvientas, alertadas por el alboroto y los gritos, llegaron a la puerta de la habitación, aterrorizada. La llevaron con cuidado a la cama para acostarla. La sirviente de mayor edad tocó la frente de la Pitonisa y escuchó su corazón.
- Traigan un poco de agua caliente... ¡Rápido! Ella ordenó.
- ¿Qué tiene? Dijo la más joven, preocupada.
- No sé, pero está empezando a despertar, regreso a sus labores, yo me ocupo de ella.
Una fue a buscar agua y las otras se fueron, no sin ser mirar a la cabecera a su ama.
- No le digan a nadie lo que vieron, ¿Entendido?
Todas dijeron que sí. La Pitonisa se movió, levantando el brazo cogió su sirvienta y se levantó a duras penas.
- No se muevas mi señora, usted no está lista.
- ¿Qué?... mi cabeza... me duele...
- La hemos encontrado en el suelo, sangrando por todos los orificios de la cabeza. Estaba helada, dijo cubriendola.
La Pitonisa se esforzó en hacer memoria y reubicó las piezas de un rompecabezas de recuerdos.
- Yo estaba allí sentada, leyendo una carta, cuando me llamó la atención el espejo frente a mí. Tuve múltiples visiones, todas de golpe me asaltaron. Sentí la miseria, la desolación, la muerte. Debo desatar todas estas visiones para comprenderlas mejor, pero ya sé que varios eventos importantes se llevarán a cabo pronto. El tipo de acontecimiento que marcará nuestra historia para siempre.
- ¿De qué habla?
En ese momento, la sirvienta que había ido a buscar el agua llegó con un neceser, se tranquilizó al ver a la Pitonisa consciente. Puso el neceser en el borde de la cama y fue a dar las buenas noticias a las otras sirvientas.
- Un poder divino acaba de llegar a las tierras de Guem, que trata de destruirlo todo. Alguien murió, no son más numerosos ahora...
La sirvienta que estaba limpiando el rastro de sangre, estaba acostumbrada a escuchar las profecías de la Pitonisa, pero ésta era tan misteriosa como las demás.
- Muy cerca de nosotras, en esta ciudad, una mujer tendrá el corazón roto...
Kastel Levarak, era una de las ciudades más bellas de Draconia. Construida en una colina en medio de un lago artificial, el lugar estaba bañado en misticismo. Se decía que el castillo, de extraordinaria arquitectura, existía desde mucho antes de la fundación de Draconia y muchas leyendas de esta región, lo confirmaban. Fue ahí donde nacieron Marlok y la Pitonisa, esta última aun vivía allí. Pero no son estos dos personajes quienes nos interesan, sino una mujer de pueblo a quien una mañana el destino golpeó con el filo de una espada.
El despertar fue difícil y la noche muy corta. El día anterior, Zerimar e Ylliana había celebrado dignamente su compromiso con sus familias y amigos. El vino había corrido como un río y las delicias de los cocineros habían deleitado los paladares. Con la cabeza llena de sueños y amor, los dos tortolitos se habían desvanecido en el tiempo, dando una caminata en un encantador frío amanecer. Cogidos del brazo, ambos planeaban su vida futura, pensaban en los niños y el hogar que pronto sería suyo. Sus pasos los llevaron en un rincón un tanto aislado de la ciudad, frecuentado por gente, a menudo, maliciosa. En la esquina de un callejón, se dieron cuenta donde estaban, por desgracia para ellos un ladrón que no había terminado de expulsar el alcohol ingerido durante la noche se tambaleó hasta ellos con la esperanza de hacerle a Ylliana lo que la moral impide describir. Zerimar poco propenso a dejar a su amada en las sucias y sudorosa manos de este agresor, se interpuso. Este último no vio la daga desenvainada rápidamente por alguien que, obviamente, estaba acostumbrado a hablar con violencia. La hoja entera se hundió en la carne del joven. Un grito desgarró el silencio, el de Ylliana, mientras que su novio caía sobre el suelo con barro. El ladrón se lanzó sobre la joven, colocando la mano sobre su boca para luego empujarla a un oscuro callejón. En el suelo, Zerimar agonizaba, su sangre fluía de la herida en abundancia. Trató de levantarse, pero esto empeoró su situación, cayó nuevamente con manos llenas de sangre.
Ylliana trató de pedir ayuda y librarse de las sucias manos del bandido. Ella no estaba dispuesta a dejarlo ir, por supuesto que tenía miedo, pero este sentimiento quedó sepultado detrás de su deseo de escapar de él. Ella mordió la mano apretada contra su boca, golpeó con el codo el plexo solar de su atacante. Con la respiración entrecortada y el dolor de su mano, soltó a su presa por reflejo, ésta se echó a correr por un callejón sombrío, perseguida de cerca. La muerte acababa de llevarse a Zerimar cuando ella cayó de rodillas junto a él. El hombre yacía sin vida en un baño de sangre. Ylliana lloró lágrimas ardientes y repetía sin cesar el nombre de su amado. El miedo dio paso al dolor y a la pena, luego a la ira y entonces...
El atacante se reía de su maldad, ya imaginando posteriormente, el placer que sentiría. Pero no había anticipado la llegada de la autoridad, encarnada por una Guerrera-Mágica. Con una furia desconocida saltó desde el techo y aterrizó en la espalda del bandido que cayó al suelo como un saco de patatas. Este último, con la cabeza en el barro no pudo ver la cara de la Guerrera-Mágica que lo aturdió con la empuñadura de su Cuchilla bruja. Ylliana, con los ojos empañados por las lágrimas apenas se dio cuenta de la acción, demasiado ocupado sujetando a Zerimar en sus brazos.
- Señorita... señorita.
La Guerrera-Mágica puso su mano sobre el hombro de Ylliana, quien se sobresaltó.
- ¿Está bien?
¡La pregunta era absurda, no estaba bien! ¡El amor de su vida estaba muerto! ¡MUERTO! Ylliana se levantó, llevada por la ira se enfrentó a la Guerrera-Mágica y la examinó de pies a cabeza. Viendo una apertura, agarró el mango de una daga unida al cinturón de su salvadora, sacó la daga y saltó sobre el asesino de su novio. Con el arma en su brazo, agarró la cabeza del ladrón hacia atrás con el fin de plantarle la hoja en la garganta. Su gesto fue detenido por la Guerrera-Mágica que le tomó la muñeca con fuerza.
- No señorita, usted no debe hacer eso, le dijo en voz baja.
- ¡Él lo hizo! ¡Lo mató! ¡Él era todo para mí! Gritó, antes de caer en los brazos de su interlocutora.
- Déjelo en manos de la justicia de Dragón, tendrá el castigo que merece. Venga conmigo, la llevaré de vuelta con su familia, luego cuando la ira y el odio sean demasiado insoportables, venga a verme. Varios soldados de la milicia de Kastel Levarak llegaron al lugar, alertados por los vecinos.
- Llévese el cuerpo de este desgraciado hasta su casa y avísele al Vigilante del muerto, para que venga cuanto antes.
Capitulo 2: Sacrificio
Hacía apenas algunas horas que las tropas draconicas habían emprendido su marcha hacia la Piedra Caída del Cielo. Anryena estaba a punto de dejar el palacio para ir a sus aposentos cuando se produjo un temblor. No duró mucho tiempo pero la misma naturaleza de la hija de Dragón basto para despertar su curiosidad. La zona no era conocida por su actividad sísmica. La energía divina se había reflejado hasta aquí y se había hecho sentir con fuerza. Ella se giró en la dirección de dónde venía esta energía.
- Es tan fuerte...
Dragón se apareció a su lado, con su cara terriblemente inquieta.
- Hija mía... Perdimos.
Anryena abrió desmesuradamente los ojos, no creyendo las palabras de su padre.
- La Piedra Caída del Cielo acaba de estallar, liberando una criatura. Es de ella de quien emanan estos extraños brillos.
- ¿Explosión? ¡Nuestras tropas! Exclamó inquieta.
- No lo sé, no siento a nadie más que a las personas con las que estoy vinculado.
- ¡Es una catástrofe! ¡Hay que ir a ver rápidamente! ¡Desplegar la totalidad del ejército de Draconia!
- Voy a encargarme de eso hija mía, voy a levantar una barrera alrededor de Draconia con el fin de impedir que esa criatura llegue hasta aquí. Debemos recoger toda la información que sea posible. En ausencia de Naya, su discípula que pertenece a Kastel Levarak tomará el mando. También debemos prevenir a Kounok, vamos a necesitarle, dijo en un tono un tanto irritado.
- Bien. ¡GUARDIAS! ¡GUARDIAS!
Los dos guardias dracónicos que estaban en la entrada de la sala del trono llegaron apresuradamente ante las ilustres personalidades.
- ¡Vayan inmediatamente a buscar a los ministros y a los heraldos de Dragón!
Ambos saludaron y se fueron de la sala rápidamente.
- Eso no es todo hija mía, dijo Dragón.
- ¡Qué!
- El Señor-Dragón de Marca del Este me envió información todavía más inquietante. Hay una actividad poco usual en la Neblina de Los Confines.
- ¿Nehant? No podemos cubrir todas los frentes padre, es imposible, si se libera se habrá acabado todo para nosotros.
-Mientras yo viva jamás permitiré esto, le juré a Eredan que daría mi vida con tal de que esto no ocurra. Pero, ¿Cómo hacer frente a dos amenazas tan grandes? Hija mía tenemos que actuar con inteligencia y estrategia. Anryena asintió.
- En este instante voy a crear un escudo mágico, después de eso no apareceré más, serás la única a la cabeza de Draconia. Ven a verme si la situación lo requiere, pero todos mis pensamientos estarán puestos en la defensa del territorio.
- No te preocupes, esta no es la primera crisis que atravieso, me habría gustado, sin embargo, que la última vez hubiese sido justamente la última.
Dragón se acercó a Anryena y le dio un beso en la frente.
- Recibe pues los plenos poderes, convoca a Kounok, dijo antes de desaparecer.
Ella dio un gran suspiró.
- ¿Los plenos poderes? Bien, comencemos, dijo en voz alta tomando su cetro dracónico con las dos manos.
Se concentró, su fuerte vínculo con Dragón y su hijo le permitió poder localizarlo y hablarle. Lo visualizó en lo alto de una montaña en medio de una ventisca. Apoyaba en su espalda a una persona inconsciente. Ambos estaban envueltos en pieles.
"¿Pero qué hace ahí? Creo que pasó algo malo. Tanto peor, parece que debo intervenir."
El cetro empezó a brillar con una energía azul, Anryena utilizó los poderes concedidos por su padre.
- ¡En nombre de Dragón te convoco Profeta, en este instante y en este lugar!
Un momento pasó sin que nada sucediera, luego una forma apareció. Kounok debió hacer un esfuerzo para no resbalar con sus botas llenas de nieve. Se asombró al encontrarse así delante de su madre en el palacio de Noz'Dingard. Depositó a la persona inconsciente con mucha precaución, luego se quitó sus pieles para cubrir con ella a su compañera, que no era otra más que Ardrakar.
- Siento haber tenido que traerte así Kounok, parecías estar en una situación lastimosa y nos hace falta un Profeta para guiar a Draconia. Kounok que visiblemente no se había afeitado, parecía a un verdadero espantapájaros. Sus ropas no eran más que unos andrajos sucios y llenos de agujeros. Anryena giró alrededor de él con aire de desesperación, expresión que pasó rápidamente al estupor cuando vio quién venía con él, el caballero caído.
- Te contaré esta aventura extraordinaria en otra ocasión madre. ¿Gracias por habernos traído, qué ha pasado en mi ausencia?
La hija de Dragón sacudió la cabeza.
- Me pregunto si hice bien en dejarte ir.
- Hacía falta, era mi deber como Profeta dijo con aire desafíante.
"En Cambió " Dijo Anryena. Ella le explicó los acontecimientos que la habían conducido a traerlo a Draconia. Kounok reflexionó sobre las diferentes opciones que se le presentaban.
- Fuimos vencidos por los Nómadas, trataremos primero el problema Nehantista como prioridad. Ardrakar nos ayudará.
- ¿Tienes confianza en esta traidora?
- Tengo confianza en mi esposa.
Anryena lo miro a los ojos y no supo que responder, miró a su hijo con aprensión mientras que éste apoyaba a Ardrakar. Los ministros y heraldos de Dragón llegaron en aquel momento, intrigados por la situación las discusiones fueron a buen paso.
- Les prohíbo comenzar a establecer planes sin mí, ¿Entendido? Dijo el Profeta con autoridad.
La luz había sido deslumbrante. Sol’ra en su sed de destrucción había expresado su voluntad divina, quería borrar esta región del mapa del mundo. Nadie había tenido tiempo de reaccionar cuando la luz cesó, Sol’ra había perforado la tierra y abierto un gran hoyo en el suelo de Guem. Alrededor todo era ruinas y hasta la Tumba de los Ancestros, no lejos de allí, estaba transformada en un montón de escombros. El Ejército de los Ancestros había sido barrido como un montón de paja. Marzhin sacó su cabeza de la arena. Se levantó con dificultad, su cuerpo le hacía sufrir. No era el único, por todos lados había fácil un millar de personas inconscientes que se encontraban sepultadas a la mitad bajo la arena. El matiz de colores le dio a entender que estaban allí los ejércitos de Kotoba, el de los Enviados de Noz'Dingard y el de los Corazón de Savia. Justo al lado de él, Pilkim despertaba, no comprendiendo lo que acababa de pasar. El Maestro-Mago se acordó de la acción: la criatura divina iba a destruir el mundo, la Comepiedras se había interpuesto. ¿Y luego? Nada más, el blanco o más bien el color amarillo, una fuerte luz, el poder divino y el despertar.
- ¿Estás bien? Dijo Marzhin mirando a su hijo que le respondió sí con la cabeza en la cual recaían sus lentes sobre la nariz. ¿La Comepiedras? ¿Dónde está? dijo mirando alrededor de él.
- ¡Allá! Gritó Pilkim.
El joven prodigio mostraba un brazo que sobresalía del suelo. La piel era gris y los tenía los tatuajes característicos de la Comepiedras. El padre y el hijo corrieron y escarbaron en la arena sacando el cuerpo inanimado de la Comepiedras quien todavía se movía pero el Maestro-Mago no percibía ni el menor rastro de magia en ella. La Guemeliana de Guem abrió a duras penas los ojos y sonrió al reconocer a las personas presentes.
- Ustedes están a salvo... Hice lo mejor que pude... Siento no poder hacer más, tomen mi piedra cuando...
Su frase no acabó, la Comepiedras murió en los brazos de Marzhin.
- Un sacrificio que nos salvó.
Capitulo 3 - Penitencia
Kounok se había aproximado a las fronteras de la Draconia por temor a una eventual aparición de Néhantistas. Su armadura presentaba varios cortes debido a su enfrentamiento contra Rasgadura. Sus dedos recorrían las profundas hendiduras "Afortunadamente la saque barata", pensó "Estos demonios son formidables, lo que me preocupa bastante". Mientras tanto sus ojos no se despegaban de la silueta de Ardrakar quien dormía muy agitada cerca del fuego.
Ardrakar erraba en tierras desoladas por la magia oscura de Néhant. Ella no sabía dónde estaba ni quién era realmente. Portaba a Quimera en su puño, arrastrando la hoja sobre barro nauseabundo. La espada viviente la había llevado a cometer abusos indignos de su rango y la corrupción de Néhant poco a poco agrietaba su alma. Estando semi-consciente y sin tener ninguna noción del tiempo, llegó a la frontera de la Draconia. Fue Dragón quien la había estado guiando hasta ahora o fue su deber de caballero? Ella quien era la más poderosa en su orden, había terminado siendo arrastrada en un espiral infernal y en estos momentos cada vez se acercaba más a sus últimos momentos como Caballero Dragón. Quimera, dotada de vida, parte de Dragón, le gritaba que no lo hiciera, pero ella nunca la escuchó. Escaló las montañas para lograr alcanzar su objetivo - el templo de Ehxien. Oyó la voz oscura, siniestra e increíblemente seductora que la animaba a dejar a su familia por una nueva vida, eterna y llena de aventuras. En el interior del templo las gemas azules proyectan una luz pálida en las paredes de una cueva natural, ella había estado aquí antes con su maestro Arkalon ¿pero cuándo? No lo recordaba pero en ese momento poco le importaba. En las profundidades de la cueva llegó al corazón del templo, el santuario de las armas. Desde el nacimiento de la orden, cuando un caballero moría, su espada era dejada aquí para su descanso hasta el final de los tiempos. Ardrakar estaba bajo un sortilegio que la hacia olvidar a Quimera. Esta espada debía descansar aquí, pero no solo eso, también debía ser ella quien la destruyera!
- Si haces esto, no serás más una Caballero Dragón! Soy tu única protección contra Néhant! Rugió Quimera.
- No... No lo eres... no lo ERES! Este será mi último gesto... ningún Caballero Dragón volverá a empuñarte nunca más!
Ardrakar agarro firmemente el mango de la espada antes de estampillarla contra el muro de piedra. El impacto fue terrible, el cristal de la espada estalló. La joven dejó caer lo que quedaba entre las otras armas de los Caballeros Dragón. Cuando salió del templo, el dragón quitó sus ojos de ella y se convirtió en Ardrakar, Caballero de Néhant...
Se despertó sobresaltada. Sobre su rostro caían gotas de sudor y su corazón latía fuertemente. Examinó a su alrededor, ¿pero dónde estaba? Sus ojos se posaron sobre un hombre sentado a su lado quien la miraba. Ella no sabía cómo reaccionar, sus pensamientos eran confusos, Amidaraxar, los Sirvientes, el Ritual!
- No tienes nada que temer Ardrakar.
¿Quién era él? Una vaga sensación de deja vu la tranquilizó. Pero aunque ella no lo reconoció a él, si lo hizo con la espada que reposaba sobre su rodilla, Quimera. Retrocedió presa del miedo. La última vez que vió la espada fue en su reciente enfrentamiento contra Arkalon, y ahora está en manos de otra persona.
- Esta es la espada que te asusta Ardrakar?
Ella contestó que sí con la cabeza, luego Kounok hizo desaparecer la espada, para alivio de la joven.
- Te he dicho que no tienes nada que temer. Yo... Yo soy Kounok.
Ardrakar abrió grande los ojos con esta revelación.
- Kounok? Pero... como es posible? Dijo ella, acercándosele.
- Dragón me nombro Profeta y me dio una forma humana. Ah, tengo algo que te pertenece, dijo, acercándose a su montura.
Desató de Azur las correas de cuero que la tapaban. La hoja reflejaba los rayos de luz en tonos morados.
- Cuando salí a buscarte encontré a tu espada. Tómala, te pertenece.
Ardrakar recordó. Azur se había perdido la ocasión que fue atacada por los Sirvientes de Amidaraxar.
- Yo no tengo el derecho a usarla. Mi... ¡Mírame! Yo no soy más que una traidora, abandoné todo aquello en lo que creía, rompí la confianza de Dragón!
Kounok, quien tendía Azur a Ardrakar suspiró profundamente. En realidad él no sabía como curar los males del alma, pero por ella hizo un esfuerzo.
- Veo el remordimiento y el deseo de redimirte. Depende de ti arreglar tus errores para tener una mejor vida. Yo prefiero conservar de ti tu pasado de Caballero Dragón, aquel con el que pasé buenos momentos, aquel con el que...
Vaciló, pero no terminó la frase.
- Néhant quien te tiró a la basura como cualquier otro de sus esclavos, ahora eres libre de vincularte con Dragón.
Kounok estaba en lo cierto, el demonio dentro de ella se había ido y se sentía muy diferente, más cerca de lo que una vez fue. Pero ella todavía poseía una parte corrompida en su interior. Ella desató la bolsa atada a su cinturón y sacó la piedra-corazón, que una vez le confió Dragón. La piedra brillaba débilmente a pesar de las manchas negras en su superficie.
- Imposible, si me quito mi piedra-corazón, moriré!
- Comprendo tu pesimismo, con lo que te sucedió es normal. Pero no compartimos la misma opinión. Si tu deseo es real y motivado yo te ayudaré, conozco un enlazador de piedras capaz de solucionarlo. Arriba en las montañas, dijo señalando a los picos nevados a lo lejos de la Draconia.
Ardrakar, sumida en tinieblas vio allí una luz de esperanza. Ella no podía permanecer de esa manera pero no entendía por qué él quería ayudarla, a ella, la que mató a gente inocente y traicionó a la Draconia. La pregunta fluía turbiamente.
- ¿Por qué me ayudas Kounok?
Profeta se sentó frente a ella, con la luz de fondo que proyectaban las llamas tenia un aspecto irreal.
- Las razones son muchas, los lazos entre nosotros... y el deber. Hemos tenido muchas aventuras juntos. Quizás no lo recuerdes, pero para mí esos momentos están grabados para siempre, dijo poniendo la mano sobre su corazón. Yo soy el Profeta a pesar de no tener la sabiduría de mi difunto hermano pero sé que lo que percibo es una increíble oportunidad para mí. Dragón ha dicho la verdad, en estos tiempos de guerra muchos Caballeros Dragón recorrerán las tierras de Guem reunidos. Yo creo que tienes un lugar entre nosotros. Arkalon regresó, Valentín postergó su retiro, Zahal está listo para tomar el mando, en cuanto a mí, mi papel es el de asegurar que estemos preparados para los acontecimientos futuros. Ardrakar tú tienes la fuerza necesaria para afrontar este reto y para romper las cadenas que te sujetan y te hacen sufrir.
Las lágrimas negras corrían por las mejillas de la joven. Las palabras de Kounok fueron reconfortantes, los recuerdos de su vida anterior resurgían y recordó la presencia de Kounok durante su entrenamiento como caballero aprendiz. Él siempre había estado allí para ella.
- Yo... Yo podría hacer penitencia...
- No será fácil, ya que estás conectada a él, te vigilará. No puede permitirse el lujo de dejarte con vida. Así que toma a Azur y estate lista para defenderla tanto como te defenderías a ti misma.
Ardrakar aceptó la espada cuya empuñadura era perfecta para su mano. Otra pregunta le vino a la cabeza.
- ¿Cómo es que tienes a Quimera? Yo la rompí en el templo de Ehxien.
- La he recuperado de donde la dejaste. La regla es que cada Caballero Dragón debe tener su espada pero en lugar de tener una nueva me decidí a repararla y... corregirla.
La palabra "corregir" hizo sonreír a Ardrakar, después de todo ella no era la única exenta de fallas.
- Esta Quimera es mucho más estable que la que blandiste anteriormente asi que no te preocupes. Mañana por la mañana emprenderemos el viaje y haremos una parada en una aldea para equiparnos antes de nuestro ascenso a las montañas.
Kounok y Ardrakar eran la atracción en la villa Suelo-de-niebla, poco acostumbrada a las visitas por lo que el rumor de la llegada de una personalidad de alto rango se propagó rápidamente. El Señor-Dragón local nunca ponia un solo pie aquí y eso no tardó en llegar a los oídos de Kounok. A pesar de que no estaba allí para escuchar a la gente, asumio su papel como Profeta. Ardrakar que viajaba con él durante dos días sentía el vínculo entre ellos creciendo más fuerte, pero a su vez, su lado unido a Néhant la hostigaba constantemente. Pero el cambio se estaba produciendo, poco a poco se convirtió un poco más en ella misma. Las cualidades de demonio habían desaparecido, ya no llevaba los cuernos de cristal negro aunque sus ojos recién comenzaban a cambiar.
Kounok la encontró en la única posada en la zona. El interior era cálido, agradable, los delicioso aromas de la cocina flotaban por la gran sala de esta casa de madera.
- Me reuní con el jefe de la aldea y las noticias no son muy buenas. Se han producido varios derrumbes y las carreteras fueron cortadas. Hay un guía que volvera aquí en unos días, sólo él puede conducirnos por el camino correcto.
Ardrakar escuchaba distraida con un solo oido, estaba perdida en los ojos del joven Profeta.
- Lo siento por Kétanir ...
Este repentino signo de afecto perturbó a Kounok.
- Gracias ... No hay un solo día que no pienso en él, dijo mientras llamaba al sirviene intimidado por la presencia de Profeta en su establecimiento.
El hombre con un ligero sobrepeso corrió con una bandeja cargada de una botella y dos copas. Le preguntó con voz trémula.
- Sientese como en casa, señor .. euh Profeta.
- Esta es una buena atención de su parte, sin dudas la tendre en cuenta.
El hombre se congeló y luego se apuro a tomar la botella y servir a sus ilustres personajes que lo honraban con su presencia. Kounok sacó unas cuantas monedas de cristal rojo y se las dio al posadero.
- Trae un poco de comida y preparara ... dos dormitorios por favor.
La cantidad de habitaciones y de comida era muy inferiores a la suma pagada, pero no importaba, Kounok sólo quería simplemente instalarse con su compañia. Y la noche transcurrió tranquilamente, las discusiones giraron principalmente en torno al pasado y lo que valia la pena ser vivido. Los sentimientos también se relajaron, uniendolos aun mas. Terminaron lo más cerca posible, uno en brazos del otro iluminados por la tenúe luz del fueo. Esto tenia nada que ver con las prioridades de la sociedad Draconiana, pero poco importaba.
El acercamiento entre ellos fue aun más fuerte cada día y pasó una semana sin que se dieran cuenta. Lo que está destinado a suceder, secederá. Y qquí están irremediablemente atraídos el uno por el otro, como dos almas gemelas que finalmente se reencontraron.
Kounok permanecia despierto desde hace un buen rato mientras Ardrakar acurrucada a su lado se despertaba. Esta vez sintió que por fin pudo tener una noche sin pesadillas de ningún tipo, la sensación de cansancio y de tensión se habían ido.
- Yo ... mmm, te lo dire, me gustaría preguntarte algo.
Ardrakar se inclinó, atenta a la pregunta.
- Mi corazón late por ti desde la primera vez que te conocí, cuando éramos niños. Ahora que te he reencontrado quiero estar contigo para siempre.
Las mejillas de Kounok se tornaron coloradas. Ardrakar parpadeó y le regalo su más bella sonrisa.
- ¿Quieres casarte conmigo? Dijo ella comprendiendo la verdadera pregunta de Profeta.
- Sí.
Pensó unos momentos antes de dar su respuesta.
- Por supuesto que ... ¡Sí! dijo encantada.
Rebosante de alegría, Kounok tomó a Ardrakar entre sus brazos hasta el borde de la asfixia.
Su guía finalmente llegó. Después de obtener los viveres y pieles para protegerse del frio, el grupo partió a las montañas con la promesa de un futuro mejor. El encantador paisaje que combinaba bosque de pinos y enormes piedras azules escondia en realidad un entorno peligroso. El guía llamado Vaerzar, les explicó que debian salirse del camino ni alejarse uno del otro, porque el bosque era el territorio de Cristogatos.
- No tomen su presencia a la ligera. Una vez casi fui cazado por una de esas malditas bestias, casi fue mi ultima experiencia, su cuerno casi me parte en dos. Habría muerto de no ser que salte al agua, ellos detestan el agua! Desde entonces me prevengo, con mi fiel Gatoscuro, un depredador natural de Cristogatos.
Con gran asombro atravesaron el bosque sin problemas, al menos sin Cristogatos en el horizonte. A Vaerzar le parecio sospechosa su ausencia. Normalmente su Darkat encontraba algunos Cristogatos atraídos por su presencia, pero esta vez nada de nada. Como prometió el guía los condujo hasta los límites del camino. Unos kilómetros mas adelante la nieve los acompañaba, cayendo lentamente sobre el suelo helado.
- Desde aquí no puedes avanzar a caballo, por lo que lo llevare de vuelta a Suelo-de-niebla, donde voy a estar esperando. El lugar al que quieren se encuentra a unas horas de marcha hacia el norte, si sigues la estrella de Almad lo deberías encontrar sin preocupaciones. Te deseo mucha suerte! Kounok agradeció a Vaerzar, el guía no se quedó más y tenía muchas ganas de regresar a la aldea lo más pronto posible. Seguido, la pareja comenzó el ascenso por un camino empinado.
Kounok y Ardrakar habían enfrentado a mil peligros, combatieron a criaturas poderosas y terriblemente peligrosas, pero no era nada en comparación con el frío y los peligros de la montaña. La más leve caída sería fatal para ellos, alrededor de ellos el manto de nieve se hacía más y más espeso compuesto de cristales azules amenazandolos con un destino funesto. Al subir aun más el viento se sumaba a la aventura y el frío helado era penetrante para estos aventureros de otra parte del mundo. Kounok alentaba a Ardrakar, luego Ardrakar empujaba a Kounok, el progreso se había desacelerado, siendo una verdadera prueba de la voluntad de la pareja. De repente desde detrás de una roca, la estrella de Almad apareció. Claramente visible por encima de sus cabezas una luz azul brillante atravesaba las nubes. En realidad no se trataba de una verdadera estrella, si no de un enorme cristal en la cúspide de Almad. Gracias a ella les fue más fácil moverse por la región. Para los viajeros esta visión les dio una indicación del tiempo – habían alcanzado la mitad de la jornada.
De repente Ardrakar se detuvo. Ella sacó a Azur de su cinturón y entrecerró los ojos para evitar la nieve.
- ¿Qué? Preguntó Kounok. Por qué te detienes?
- Ellos están ahí? Los demonios, siento su presencia, son numerosos... Ahh!
Ardrakar golpeó el aire como si alguien estuviera allí, el golpe tocó algo que aparecio rapidamente, un demonio! Los demonios invisibles entonces atacaron.Eran una docena, de todas formas y tamaños. Entre ellos Ardrakar notó a un demonio más grande y más impresionante.
- Tragalma!
Los graznidos de los demonios eran ensordecedores, en medio de un lío increíble atacaban a sus presas, asediandolos, tratando de arañar y morderos. Pero Kounok era un estratega, se puso de espalda a espalda con su pareja, revelando la magia de Dragon. Ardrakar gracias a su condicion tenia una ventaja, por su union a Néhant se las podia arreglar para limitar los poderes de sus oponentes. La combinación resultó formidable, pero claramente insuficiente. Muchos demonios se metian bajo tierra, complicando a Quimera y Azur. Hasta ese momento Tragalma se limitaba a seguir la orden de prestar atencon a sus oponentes, hasta que comenzó un extraño ritual. Se inclinó sobre un pequeño demonio con muchos cuernos, agonizando en la nieve. Este le rogó que lo ayudara, pero en su lugar Tragalma en respuesta metió la mano en el vientre del demonio, y de un movimiento brusco te quitó su astilla de Néhant, vital para su supervivencia. El pequeño demonio de repente desapareció y Tragalma se tragó la astilla. Sintió que su fuerza aumentó de forma considerable. Y continuó con tres otros demonios. Kounok usó su tecnica de Empuñada y Punzante apoyado por Ardrakar. Está ultima observo los gestos de su antiguo camarada y comprendio lo que estaba haciendo.
- Kounok, debemos derrotarlo! ¡Date prisa! De lo contrario no le podremos ganar ...
Sin importar como, Kounok empujó a los dos demonios delante suyol y se dirigió a Tragalma. Chimera cortó el aire en direccion al cuello de su oponente. Ella fue esquivada sin esfuerzo, y a continuación retruco Tragalma, de su mano aparecio una espada de cristal negro translúcido. Kounok atacó nuevamente y las dos espadas se enfrentaron en una mezcla de magia. Ardrakar vio la espada y no podía creer lo que sus ojos le mostraban.
- Quimera Negra! Pero era Arkalon quien la tenía!
Tragalma saltó hacia un costado y extirpó una nueva piedra demoníaca en resguardo de sus enemigos.
- Ella regresó con su único amo, traidora! Le dice antes de tragarse la piedra.
Ahora quedaban tres de ellos, pero a pesar de la inferioridad numérica, Ardrakar sabía que ya no tenía la ventaja sobre el demonio cuya fuerza había crecido hasta acercarse al nivel de Infernal. Ella apartó a Kounok para evitar que este sea golpeado por Quimera Negra. El demonio saltó a una velocidad increíble hacia la antigua caballero de nehant y con un golpe magistral la envió volando. Azur se clavó en la nieve, junto a Kounok. Lleno de ira arremetió hacia sus oponentes.
"Muestrale quienes somos Kounok, destrozalo! Destrozalo! "Le ordenó Quimera.
- Yo soy Profeta, un descendiente de Dragón, tu no llevas mas que una pálida copia de Quimera! Contempla su poder!
La hoja brilló con una luz azul y un aura se formó alrededor de Kounok, sus ojos se volvieron completamente azul, parte de su rostro tomó la apariencia de una piel de dragón, como habia sido tiempo atras. Entonces ambos se lanzaron uno contra el otro cegados de furia. Las Quimeras se entrecruzaron, demasiado ansiosas por vencer a su alter-ego.
Ardrakar recuperó la conciencia en medio de la pelea, ella se levantó lentamente y se deslizó hacia Azur. Una vez con la espada en mano, llena de ira, se entregó a su lado Néhantista. Se concentró, focalizandose en el poder de Tragalma. El suelo bajo sus pies se rasgó en cientos de pequeñas grietas. Lo mismo ocurrió bajo el demonio, inmovilizandolo inmediatamente. Kounok aprovechó la situación y golpeó las manos del demonio provocando que Quimera Negra ya no sea más un problema. Luego lo cortó a la altura de sus piernas. Atonito por la situacion Tragalma trató de escapar arrastrandose, pero le fue imposible debido al sortilegio Nehantista lanzado por Ardrakar, quedandose atorado. Sin más preámbulos Kounok lo perforó de parte en parte con su Quimera. El demonio aulló de dolor.
- Tu... Tu no me vas a matar de esta forma!
Tragalma intentó ahora abrir un portal hacia Laberintos desesperado por huir de su agresor. Ardrakar, demasiada débil como para mantener el sortilegio, ya no deseaba seguir escuchando las palabras de Néhant quien le susurraba nuevamente, dejando de utilizar su magia. Ella se arrastró hasta el moribundo Tragalma y el portal de pronto se abrió.
- ¡No! No iras a ninguna parte!
Seguido plantó su espada sobre la espalda del demonio, al nivel de su vientre y después de retirar la espada le metió la mano en su cuerpo ardiente para extirparle la piedra con el símbolo de Nehant. El portal de los Laberintos no se abrio a causa de que la magia del demonio desapareció en ese instante. Tragalma pereció resecado...
- ¿Qué hiciste? Preguntó Kounok sin aliento.
- Lo maté, definitivamente! Todo lo que halla sido se redujo a esto, una piedra, dijo mientras la tiraba.
La batalla habia terminado con una sensación extraña. No habían cuerpos de sus atacantes. Sólo huellas en muchos lugares donde sucedió el evento.
- No te quedes ahí, pueden haber otros, sigamos el enlace no está muy lejos.
Estaban agotados. Ardrakar plagada por el remordimiento de haber utilizado la magia y Kounok cansado por una batalla extremadamente física. Sin embargo, alcanzaron la meta. Él ya habia estado aquí una vez, en la epoca que volaba cuando le fue muchísimo mas fácil. El enlazador de piedras habitiaba una gran mansión aferrada a la montaña. Kounok le había preguntado por un milagro, o por aquella magia que habia descubierto. Aferrados, medio congelados, cansados, finalmente pisaron la cima. En la puerta habia un hombre envuelto con una gran manta de piel que los saludó y los invitó a pasar, invitacion que no fue rechazada.
El interior era una gran sala abovedada cuyo techo era apoyada por multiples troncos. Una enorme chimenea emitia un reconfortante calor. Kounok arrastro a Ardrakar hasta el fuego donde la dejo descansar toda mojada. El hombre se quitó su manto y se acercó hacia ellos.
- Estas como en casa, dijo dejándose caer en una silla grande y cómoda. Ahora bien, que los trae acá a un Enviado de Noz'Dingard y a una Guemeliana de Nehant?
- Maestro Maen, yo soy el Kounok el Profeta y ella es Ardrakar.
- Kounok? Si te recordaba, pero pensé que me habías olvidado.
- La verdad es de que no, respondió él frotándose las manos. Hemos hecho un largo viaje para que pedirte ayuda.
- ¡Ah! ¿Y cómo puedo ayudarlos?
Ardrakar tomó la palabra para explicar su caso.
- Ya no soy quiero ser más una Guemeliana vinculada a Néhant. Me gustaría poder verme sin este brillo oscuro que tengo en mí.
Maestro Maen suspirño largamente, pero larefleccion solo le llevo unos segundos antes de responder.
- Puedo hacer lo que me pides, pero tendras que pagarme. Los enlazadores de piedras no trabajan gratuitamente, Estoy seguro de que me entenderan.
Maestro Maen levantó su mano al cielo y la piedra-corazon azul de Ardrakar al igual que la piedra de Tragalma salio de su escondite y se elevaron en el aire, girando alrededor de ellas mismas.
- Voy a recuperar tu brillo y a cambio me daras la piedra demoniaca. ¿Crees que este será un buen precio?
Ardrakar no dudó un segundo.
- Acepto.
- Bien, dijo Maen aplaudiendo. Pero por desgracia debo advertirte, esto será extremadamente doloroso!
- He pasado por lo peor.
Maestro Maen procedió al día siguiente, dandole tiempo a Ardrakar para recuperar algo de fuerza antes de la intervencion. Kounok no pudo asistir a la escena, en enlace de piedra guarda celosamente sus secretos. Pero los peores gritos de la mujer en su vida no lo tranquilizaron en absoluto. La operación duró más de una hora, cuando los gritos se detuvieron. Maestro Maen reaparecio, el hombre tenía los ojos cansados y una multitud de pequeñas piedras de diferentes colores se arremolinaban a su alrededor. Cuando llegó a la altura de Kounok, las piedras se asentaron. Al observar mientras las guardaba llegó entendió la conclusión de la operacion.
- Ya está hecho. Fue realmente una hazaña con esta piedra, la misma se asegurabá de matar al portador. Pero el arte del enlazador de piedras fue mas eficaz que lo que pensaba Néhant. Resumiendo, pude enlazarle la piedra-corazon de Ardrakar. Ella se recuperará rápidamente por tener una constitución asombrosa. Dicho esto tienes que partir con ella mañana para Noz'Dingard. Aislados aquí no podran estabilizarle mágicamente, El Compendio los ayudara. Sin embargo, dudo que ella recobre el conocimiento en este momento.
- No importa, voy a llevar en la espalda si es necesario.
- Vas a tener que hacerlo, me temo.
- Gracias, Maestro.
- De nada, como me iba a negar a ayudar al Profeta y a la posibilidad de obtener una de las piedras enlazadas a Néhant?
- Se prudente, sabes que esta prohibido practicar la magia de Néhant nisiquiera para estudiar sus poderes.
Sonaba como un reproche a los oídos del enlazador de piedras.
- Si yo no conociera un minimo acerca de la magia de Néhant, nunca me las hubiera arreglado para quitarle la piedra ! Así que vamos a decir que estudiaré la forma de combate Néhant. ¿De acuerdo?
Kounok realmente no pudo oponerse lo suficiente a este argumento, él habia venido para salvar a la mujer que más amaba en la tierra.
- Vamos, olvida esta pequeña charla y brindemos por los enlazadores de piedra…y Dragón!
Conforme a lo solicitado por Maestro Maen, Kounok retomó el camino de regreso con Ardrakar en su espalda, la tormenta se había intensificado. Pero esto no era nada contra la voluntad de Kounok, llevaria a Ardrakar de vuelta a su hogar. Y efectivamente gracias a la intervención de Anryéna, su madre, la pareja regresó a buen puerto mucho más rápido de lo que pensaba.
Capitulo 4: Detrás de escena
Los pálidos rayos del sol de invierno atravesaban el escudo mágico levantado por Dragón alrededor de Draconia y acariciaban lentamente las altas torres del palacio de Noz'Dingard. La luz ligeramente azul le daba un aspecto aun más increíble al lugar ya lleno de magia. Kounok el Profeta, por fin de vuelta en casa, después de un pequeño momento de descanso, luego de su aventura, había convocado a una gran asamblea. El programa del día era simple y revelaba los problemas actuales: los Nehantistas y la criatura de la Piedra Caída del Cielo. El Maestro-Mago Marzhin y Pilkim, que estuvieron en el frente, contaron los últimos acontecimientos sin omitir el menor detalle: cómo los ejércitos se reunieron, cómo la piedra estalló liberando una criatura con un poder inaudito y finalmente el sacrificio de la Comepiedras de Los Confines. Luego se presentaron personas desconocidas por la asistencia. El Consejero Abyssien había hecho el viaje acompañado por Marlok. Ciramor heredero de Eredan había viajado con la delegación Noz desde la Tumba de los Ancestros.
Anryena, sentada a la derecha de Kounok, tenía la pesada tarea de aconsejar a su hijo en un período estratégicamente importante. Esta derrota no ayudaba a los asuntos de Draconia porque ahora debían luchar en dos frentes, al igual que un nudo que se apretaba poco a poco. Marlok pidió la palabra en nombre del Consejo de los Gremios luego levantándose tomó algunos pergaminos puestos sobre la mesa delante de él.
- Los informes de los exploradores confirman que los Nehantistas están en plena actividad. Tratan de librar a Nehant. Actualmente los demonios están recorriendo los caminos de Draconia en busca de un objeto.
La Pitonisa tuvo entonces la visión de un objeto: una corona de poder.
- El Onyrim… dijo sin aliento.
La noticia dio la impresión de ser una puñalada en el corazón de cada uno de los presentes.
- El Consejero-Decano Veraz nos encomendó, al Consejero Abyssien y a mí, coordinar los esfuerzos que conciernen a la lucha contra los Nehantistas, lo que deberá ser llevado a cabo inmediatamente.
Kounok elaboraba un plan, estaba claro que combatir en dos frentes sería sólo una pérdida del tiempo, de energía y de hombres. Marlok convidó a Abyssien a hablar.
- Señores, señoras, tengo el honor de estar presente a esta asamblea. Vine hasta aquí para hacerles un obsequio. Ustedes probablemente saben que los Combatientes de Zil destruyeron la mansión de Zejabel, Dimizar murió al igual que otra criatura de Nehant. También obtuvimos un tesoro increíble.
Abyssien les hizo una señal a dos guardias de librea púrpura para que avanzaran. Ellos llevaban una extraña caja de metal que era casi de la altura de un hombre. La superficie estaba grabada con símbolos verdes muy extraños. Luego, con un gesto Abyssien quitó el cierre gracias a su magia. Este arcón encerraba una brillante espada, atada firmemente a las paredes. La espada ancha de dos manos desbordaba magia Nehantica. Anryena, al igual que otros, no tuvo problemas en reconocerla.
- ¡Cáliz! Gritó Anryena levantándose de su asiento para ir a admirar mejor este botín de guerra.
Kounok junto a Quimera, que acababa de aparecer, fue a dar una vuelta alrededor de la lámina de Nehant.
- Abyssien, en nombre de los Enviados de Noz'Dingard agradecemos a los Combatientes de Zil por este asombroso regalo. Sepan que de ahora su Gremio será considerado como nuestro aliado y que les ayudaremos en caso de ser necesario.
El consejero Zil se mostró muy satisfecho por esta declaración, no esperaba menos.
- Cerremos esta caja por favor, pidió el Maestro-Mago Marzhin, perturba la magia de Dragón.
Marlok ordenó el cierre del arcón, luego todo el mundo volvió a su sitio para continuar las discusiones.
- Está todo muy bien, pero ¿En verdad creen que Cáliz va a ayudarnos? A menos que esto sea un nuevo engaño de los Zil para hacernos caer en una trampa, escupió Aerouant que no soportaba la presencia de Abyssien y de Marlok.
Esta intervención dejó helada a la asistencia, Abyssien parecía sorprendido mientras que Anryena sentía subir la ira dentro de ella. Naya la madre de Aerouant iba a infligirle un correctivo delante de todo el mundo. Pero fue Ciramor quien puso fin a la situación.
- ¿Me permite? Preguntó con timidez. Creo tener un plan, pero, sin querer ofender a nadie, me gustaría discutir esto con el Profeta y los Magos de Draconia aquí presentes.
- En cualquier caso es imperativo que se levante un ejército, indicó Zahal. Hace falta también que discuta con los Caballeros Dragón y Ardrakar. Así que si usted me autoriza...
Kounok asintió con la cabeza. Zahal fue seguido por las Guerreras-Mágicas y los Consejeros Abyssien y Marlok.
En el pasillo, Marlok esperó a que Aerouant saliera. Lo cogió por el cuello y lo puso contra la pared delante de la mirada aprobatoria de Naya.
- Escúchame Aerouant. Desde la muerte de tu padre te abruma un odio infinito hacia los Combatientes de Zil, eres incapaz de recuperarte. Luego con un rápido movimiento Marlok lo abofeteó con su mano izquierda.
- Despierta descendiendo de Dragón, te deshonras y deshonras a tu familia actuando como acabas de hacerlo.
Los músculos de la mejilla de Aerouant temblaron luego de la sorpresiva bofetada y se dio cuenta de que, efectivamente, estaba yendo demasiado lejos. Marlok lo soltó y se fue, dejándolo frente a su madre.
- Quería a tu padre, lo lloré durante mucho tiempo. Haz tu duelo hijo mío.
Dentro de la gran sala de reuniones, la discusión con Ciramor continuaba.
- Le escuchamos Ciramor, dijo Kounok más cómodo con menos gente alrededor.
- Hace tiempo Eredan encerró a Nehant en un cristal muy particular, retenido por cuatro cadenas, todas ellas encantadas de diferentes modos. Eredan procuró que si Nehant llegaba a rodearse nuevamente de esbirros no fuera capaz de liberarse. Según los informes del Consejo que tengo aquí en frente, dos de las cadenas ya fueron destruidas. Si Nehant desea a Onyrim ahora no es por casualidad. El caso es que no puede librarse de las dos últimas cadenas sin la corona. Pero Eredan había previsto esta eventualidad, la corona fue dividida en varios pedazos.
- Y destruimos un pedazo hace casi veinte años durante el gran torneo de Yses, añadió Anryena ¿Esto quiere decir que Nehant no podrá destruir una de las cadenas?
- Es más complicado que eso. Digamos que se necesitará más tiempo, mucho más. Pero antes de continuar creo que es importante tomar en consideración otros informes, dijo Ciramor mostrando varios pergaminos proporcionados por el Consejo. Veo que Dimizar hizo una demostración bastante sorprendente de los poderes de Nehant. El logró corromper un pedazo de cristal de la Piedra Caída del Cielo. Cito a Dimizar ante el Consejo de los Gremios: " La magia de Nehant permite cortar el vínculo del Solarian con lo que les da poder y así tener éxito donde todo el resto ha fracasado...”
- ¡Ya veo adonde apunta su objetivo Ciramor! Y está fuera de discusión, cortó secamente Anryena.
- ¿Quiere empujar a Nehant a combatir contra este Solarian? Preguntó Marzhin. Pero ¿Cómo, si él no puede salir de su prisión en este momento?
- Vamos a romper una de las cadenas y a partir de ahí será capaz de poseer un cuerpo. Dijo Ciramor poniendo su mano sobre su corazón.
- ¡Usted está verdaderamente loco! Combatir el mal con el mal no está bien, supongamos que Nehant lleva al fin del Solarian, ¿Qué haremos luego? ¿Podrá crear nuevas cadenas y devolver esta ignominia a su prisión? Criticó Kounok.
- Vamos a doblar su voluntad. Dijo Ciramor con aplomo.
- ¡Usted sueña! Otros tuvieron la audacia de pensar poder resistírsele, en el mejor de los casos ellos murieron y en el peor de los casos se convirtieron en esclavos privados de voluntad.
- Yo… yo creo que podemos… se atrevió a interrumpir Pilkim ante el asombro de su padre. Creo que comprendo lo que quiere hacer Ciramor y sé que puede ser factible.
- ¿Ah sí? ¿Y cómo, rezando? Se burló Anryena.
- ¿Usted quiere que Nehant lo escoja como huésped, no es así Ciramor?
- Sí, el plan es en definitiva simple, pero demanda muchísima preparación. En fin: encontrar a los demonios que buscan a Onyrim y convencerlos de llevarme hasta Nehant. Luego, una vez en el lugar hacer un pacto mágico con Nehant, lo liberamos si me toma como huésped. Una vez hecho esto y seamos uno sólo, zanjamos el problema "Solarian".
Anryena pasó sus manos sobre su cara, reflexionando sobre la perspectiva poco agradable de trabajar con los Nehantistas.
- ¿Y cómo romperíamos la tercera cadena?
- ¡Cáliz!
- Cáliz.
Respondieron Ciramor y Pilkim al unísono.
- Pero ella jamás le obedecerá.
- Está hecha de magia y la magia es nuestro dominio, dijo Pilkim. Tengo una idea en mente, comencemos con Cáliz, si esto funciona seré capaz de darle a Ciramor bastantes protecciones y sortilegios para someter a Nehant.
- ¡Te encuentro muy presuntuoso pequeño mago, pero si logras someter a Cáliz, cosa que dudo, estoy dispuesto a nombrarte Maestro-Mago! Ironizó Kounok.
Eso fue suficiente para motivar a Pilkim.
- ¿Está seguro de su plan Ciramor? Si usted fracasara, significaría que sus conocimientos acerca de Eredan y Cáliz le pertenecerían, sin hablar del hecho de que a partir de ese momento él será capaz de liberarse.
- Como dijo Pilkim, veamos los resultados con Cáliz, si son concluyentes, validarán nuestro plan.
- Muy bien, adelante. Mientras tanto vamos a pedirles a los Señores-Dragón que reúnan a sus tropas.
A la mañana siguiente en la morada familiar de Marzhin y Pilkim. Este último había pasado la noche preparándose con su padre. El Maestro-Mago quedó impresionado ante tanto ingenio, su hijo tenía un don increíble, la magia le era instintiva y él sólo escuchaba al joven. Por otra parte, desde el inicio del conflicto, Marzhin encontraba que su hijo había crecido. Pilkim acaba por dormirse en medio de sus libros abiertos y anotaciones, pero había acabado por crear nuevos hechizos muy poderosos.
Había llegado el momento de testear estos nuevos hallazgos. Ciramor, Marzhin y Pilkim fueron a una pieza circular dentro de su casa. Allí, no correrían el riesgo de romper los muebles, pues ese lugar estaba destinado para las pruebas de los magos. Marzhin se quedó aparte como un simple observador, listo para actuar en caso de que algo fuera mal.
- ¿Cómo procedemos? Preguntó Ciramor.
- Le explicaré el proceso. Estudié la relación de la magia de las sombras. Atención, esta se parece mucho al nehantismo pero no es lo mismo. Si el nehantismo cede a su voluntad, la solución que pienso emplear, modifica profundamente la naturaleza misma de la magia. Para esto he tenido que ir a los orígenes de la magia, es decir: Guem. En ese momento Pilkim sacó de una bolsa de terciopelo la Piedra-Corazón de la Comepiedras de Los Confines luego la puso delante de él.
- La magia más pura, la que domina a las demás, es la misma fuente de casi todas las formas de vida sobre la tierra.
La Piedra-Corazón comenzó lentamente a levitar cerca de la cabeza de Pilkim. Luego, de un bolsillo lanzó otros cristales que se quedaron en el aire.
- Todo se trata de lograr sacar de estos cristales la magia más pura sin perder el control. Estos cristales azules son fragmentos de la gema de Dragón. Que es un Guemeliano de Guem, al igual como lo fue el mismísimo Eredan o la Comepiedras. Si mi parte del ritual es peligrosa, la vuestra no será menos arriesgada. Va a tener que sostener a Cáliz el tiempo en que corto su vínculo con Nehant y que la modifique ligeramente para vinculársela a usted. Si esto funciona, como segundo paso, le enseñaré a usted a hacer pactos mágicos y luego a modificar la magia de Nehant. ¡Con eso, vamos a empezar!
La caja de metal que encerraba a Cáliz fue puesta en un rincón junto a Marzhin. Ciramor la desató y la agarró firmemente.
"¡Por fin un nuevo portador, digno de este nombre!" Se felicitó la espada, hablando mentalmente al joven guardián. Sintió la voluntad de la espada que lo atacaba con violencia, pero debía resistir a esta magia a toda costa. Un tira y afloja entre Cáliz y Ciramor había comenzado, Pilkim desplegó el sortilegio concebido durante la noche. Los ojos de su padre estaban llenos de orgullo y de temor.
Los cristales de la piedra de Dragón se iluminaron y armonizaron las unas con las otras. Finos filamentos de magia dracónica las conectaban entre sí. Luego la Piedra-Corazón de la Comepiedras, formó otros filamentos, golpeando a cada una de las piedras de Dragón. Pilkim concentrado en su objetivo, sentía la magia de Guem fluir en los cristales.
Ciramor sostenía la espada como si fuera una extensión de él, no podía soltarla, al mismo tiempo la lámina le quemaba las manos igual que un pedazo de brasas. "¡No te dejaré el control!" Gritaba interiormente el joven hombre. Pero inexorablemente Cáliz le ganaba terreno a Ciramor. Cómo no podía ser de otro modo, su existencia estaba basada en un aspecto corruptor.
- ¡Rápido! ¡Rápido! Gritó Ciramor, ¡Me devora!
Pilkim absorbió toda la magia de los cristales, el tiempo parecía ir más despacio alrededor de él. Su mano se encendió de volutas azules y luego cogió la espada de Nehant. Percibió entonces hasta la más mínima porción de magia y de metal que la componía. Como si la espada se hubiese roto, así pudo mirar en su interior de modo muy preciso. La sintió rabiar a su contacto, pero la voluntad maléfica no lo tocó, su propia voluntad era inasequible. Por fin alcanzó el corazón del objeto, allí encontró el lazo entre Cáliz y Ciramor, el joven guardián estaba en dificultades. Pilkim invirtió el proceso a fin de que sea la persona que tenga la espada la que tome el control.
Repentinamente Pilkim soltó a Cáliz y en poco tiempo Ciramor fue capaz de controlarla.
- ¡Increíble! Dijo Marzhin con el ceño fruncido.
A continuación, el ritual terminó. Las piedras de Dragón cayeron al suelo y Pilkim apenas tuvo tiempo de recuperar la Piedra-Corazón de la Comepiedras que seguía el mismo trayecto.
- A veces me pregunto si no estás al mismo nivel que Eredan, hijo.
- Yo no soy Eredan, sólo soy el Maestro-Mago Pilkim.
Árbol-Mundo
Capítulo 1: peligro en casa
Eikytan y el Sachem no habían participado en la batalla que se vivía desde la llegada de Sol'ra. Mientras que el brujo Elfin reunía las tropas tardías, Daïs se le aventuraba allí dónde pocos Eltarianos se atrevían a aventurarse. Allí, la vegetación era más sombría y más tortuosa. A Elfines y Hom'chaïs no le gustaba este lugar demasiado triste e inhóspito para ellos. Sin embargo detrás de esta fealdad aparente se escondía lo maravilloso y el asombro. Eikytan vivió aquí en otro tiempo. Conocía el valor de los seres que vivían allí en el curso de las temporadas. Éstos se negaban por el momento a mostrarse, mucho tiempo ignorados por el resto de los habitantes del bosque. El Daïs paró su marcha en medio de un claro poco acogedor.
- Soy Eikytan, guardián del invierno, fruto del Árbol-mundo. Vengo aquí para pedir su ayuda.
Un cuchicheo se oyó.
-¿Por qué? ¿Por qué?
-¿Por qué ayudarnos? Me desperté cuando no lo debía, la tierra se muere y ya el bosque retrocede. Si no hacemos nada nuestros pueblos desaparecerán.
-¡No vienen! ¡Jamás nos honran!
-¿Debemos echarles la culpa? Ustedes desaparecieron y se hicieron leyendas. Si ustedes no hacen nada el bosque desaparecerá y esto implica que ustedes también.
Pequeños crujidos se oyeron seguidos de rumores de hojas y de ruidos de paso. Uno por uno los espíritus del invierno se revelaron. Su forma era la de humanos, pero su piel y su aspecto los hacían parecerse a viejos árboles raquíticos.
Sus pasos eran bruscos, sus caras impresionantes de fealdad recordaban las leyendas viejas de las criaturas crueles del invierno.
-Gracias por aceptar ayudarnos.
-No tenemos elección, eres el guardián del invierno. ¿Qué quieres que se haga para ti?
-Varias cosas. Unirse fuerzas Eltarianos y decirme que es lo que ha ocurrido con Quercus.
Uno de ellos se adelantó hacia Eikytan.
-Puedo llevarte a él, sé donde está su piel.
- En cuanto a nosotros, nos reuniremos en el pueblo más cercano...
Mientras que los espíritus del invierno dejaban por primera vez desde bien mucho tiempo el territorio que era suyo, Eikytan siguió a su guía a través del bosque. Algunas horas pasaron y el camino que siguieron los llevó lejos hacia el norte. Normalmente los Eltarianos no subían tan lejos, no había más pueblos en esta región y sólo los Eltarianos perdido o más solitario se aventuraban aquí. En lo sucesivo el bosque bordeaba la cadena montañosa nombrada montes Pico del cielo, la vegetación constaba de robles gigantescos así como de castaños. Eikytan olía que estos árboles eran mucho más viejos que el resto del bosque.
-No puedo ir más lejos. Encontrarás a Quercus continuando tu camino.
-Recibe toda mi gratitud, espíritu del invierno, reúnete rápidamente con los tuyos, nosotros nos encontraremos más tarde.
El guardián del invierno, maravillado por el esplendor del lugar se sentía bien. Aquí la piedra Caída del cielo no tenía ninguna influencia, aquí los colores eran numerosos, tornasolados. Los robles recubiertos con liquen contrastaban con las hojas de castaño que caían con dulzura sobre el suelo húmedo. Un perfume dulce de bosque flotaba, era muy agradable. Anduvo lentamente, buscando un edificio construido en honor a Quercus. Todo lo que consiguió encontrar fue una flecha que vino para plantarse entre sus pies.
-¡Parad ahora! Gritó una voz femenina. ¡No te acerques más!
El Daïs reparó en una forma en un gran roble, una Elfina blandía un arco que reflejaba luces blancas.
-¿Qué quieres Daïs? Pregunto otra voz, masculina esta vez.
Un Hom'chaï pequeño pero de espalda ancha hizo su aparición al rodeo de un árbol y bloqueó el paso a una distancia respetable de este desconocido.
-Mi nombre es Eikytan, soy el guardián del invierno. Me dijeron que Quercus se encontraba aquí, vengo para honrar su memoria.
La elfina saltó de su percha y cayo con gracia manteniendo su arco listo para atacar.
-No soy un enemigo, soy un Daïs.
El Hom'chaï y la Elfina se miraron uno al otro, luego empujada por la curiosidad la arquera dio la vuelta a Eikytan tocándolo con las puntas de los dedos.
-Ningún Daïs viene aquí desde hace varias generaciones, dijo el Hom'chaï con tono acusador.
-Es una desgracia, Keï'zan no debería ignorar esta parte del bosque, es también parte del territorio Eltariano. ¿Puede responder a mi pregunta? ¿Dónde está Quercus?
Ambos guardias se consultaron aparte.
-¿Lo dejamos pasar o lo enviamos por donde vino? Preguntó la Elfina a la ofensiva.
-No, por una vez un Daïs nos visita, hay que desinteresarse y dejarlo ir a donde quiera.
-Bien pero lo tendré vigilado, luego si hace el menor gesto le hincho una flecha entre ambos ojos.
Luego volviendo hacia el Daïs, que de todo modo había oído todo
-¿Cuáles son sus nombres? Preguntó Eikytan.
-Moarg, y ella es Castaña.
-Castaña... Creo que yo comprendo por qué se llama así dijo con ironía.
La Elfina dejó pasar la broma sobre la relación entre su carácter y su nombre, solo para comenzar su viaje. Moarg, Castaña y Eikytan anduvieron a lo largo de varios senderos que serpenteaban entre los árboles hasta un pueblo construido en el centro de un círculo inmenso de peñasco. En medio de este círculo se encontraba un roble todavía más grande que cualquier otro. Eikytan se sorprendió por la semejanza entre éste y el Árbol-mundo. Comprendió seguidamente que su origen no provenía de una bellota. Los aldeanos presentes miraron a Eikytan con una curiosidad mezclada de temor, aunque sintieron una atracción. Castaña y Moarg se felicitaron y se jactaron a de otros de su "hallazgo". Pero este último los dejó hablar porque estaba allí con un fin preciso. También se adelantó hasta el árbol sin tener cuidado con los Hom'chaïs y Elfines que lo miraban cuchicheando.
Después de haber dado la vuelta a este, se sentó al pie del tronco del árbol, cerró los ojos y dejó andar a su espíritu. La magia era omnipresente aquí, ya sea dentro o alrededor de este árbol extraño, una magia familiar que se parecía a la suya. "Quercus, se que esta aquí" pensó.
Para respuesta a su hipótesis las raíces del árbol que salían de la tierra se empezaron a moverse lentamente.
"Soy yo, hermano Daïs " le dijo una voz cavernosa.
Las raíces rodearon a Eikytan con delicadeza, luego lo tiraron a la tierra. El Daïs se dejó caer, no sintiendo ninguna agresión. La tierra se abrió y lo dejó pasar como si un paso se hubiera hecho y lo llevó bajo el árbol. Las raíces lo dejaron en una cavidad donde brillaban varios pedazos de Ámbar. Eikytan sentía más que nunca la presencia de Quercus, pero había allí sólo unas raíces caídas y traversantes.
-¡Quercus!
Las raíces que derribaban tales bejucos se entrelazaron para hacer un cuerpo que se parecía al del Daïs. La cosa se sentó en el suelo frente a Eikytan.
-Guardián del invierno... La dicción no era perfecta, la voz era vacilante y cavernosa.
- Quercus... ya no es... no soy más.
-Cómo es posible esto, sin embargo estás allí frente a mí, me hablas. Kei’zan me dijo que habías muerto.
-soy... más allá... de la muerte... Kei'zan cree en mí... Muerto... ¡No! ¡No muerto! ¡Cambiado!
-¿Cómo hiciste para hacerte Árbol? ¡No he visto a ningún Daïs entrar en este estado! ¿Esto quiere decir que nosotros también podemos convertirnos en árbol?
-No... Recibí este don porque nací... de la primera fruta...
Eikytan se decepciono por esta revelación, pero aliviado al saber que al final Quercus realmente no había muerto.
-¿Te convertiste en un Árbol-mundo?
-No... No tengo el poder... de madre... no puedo dar vida
-¡Revelaré esta buena noticia a los otro Eltarianos!
-No... Este lugar no debe ser conocido.
En aquel momento la tierra tembló, haciendo derrumbar a la pequeña cueva sobre el Daïs. Eikytan supo que esa era la energía que le había despertado, la que roía la tierra.
-Es el principio... Eikytan agarra esto lleva la gran casería...
Otras raíces crecieron de una de las paredes como dedos largos, sujetando un objeto de bosque. El guardián del invierno sujetó el objeto que era la máscara que llevaba Quercus en la época en la que pisaba las tierras de Guem.
Kei'zan se despertó a su regreso, después del sacrificio de la Comepiedras, supo que en lo sucesivo todo iba a ser diferente.
A lo lejos la columna de humo, inmensa y blanca, añadida a la llamada de desamparo de los suyos dejaba presagiar de lo peor. Y estaba lejos de la verdad... Todo su ser vibraba, llevado por una pena que no comprendía. Rápidamente otros miembros de Corazón de savia se reagruparon alrededor de su jefe, al ordenar este último una postura en marcha rápido hacia su hogar. La preocupación ocupó la mente con cada paso hacia el bosque, el humo salía en abundancia. Las llamas gigantescas bailaban en un ritmo caótico, asolando los árboles unos tras otros. El Sachem había sentido la energía de Sol'ra difundirse como una enfermedad, perdió la cabeza cuando el olor característico del bosque camino a arder llegó hasta su pueblo. Elfinas y Hom'chaïs de su tribu abandonaron inmediatamente sus actividades, inquietos de este olor fuerte, esperaron las órdenes de su jefe. Este último vaciló hasta que una horda de animales que huía pasó tal maremoto.
-¡Hay que ir a ver! ¡Qué los guerreros vengan conmigo, los demás reúnan todo lo que puedan por si acaso!
A medida que avanzaban hacia el bosque el olor se volvía cada vez más fuerte, luego el humo al principio ligero hizo su aparición entre los árboles. La tropa corría hacia la orilla del bosque dónde las llamas devoraban hierbas y árboles. El calor era insoportable. La propagación del incendio era impresionante, las llamas daban el aire de estar realmente vivas, saltando de una rama a la otra. La energía soltada por el incendio no tenía nada normal. Allí no lejos otro pueblo era amenazado, también envió a sus guerreros ayudar todo lo posible mientras que el intentaba parar las llamas gracias a su magia. Se echó entonces a bailar gritando invocaciones al cielo. Bailo durante una unos minutos antes de que las primeras gotas cayeran sobre la región.
Kei'zan y los supervivientes de los Corazón de savia llegaron al momento en el que la lluvia era fuerte. Pero el llamado del agua no pareció tener el menor efecto sobre las llamas…
Capítulo 2 - Ayuda Inesperada
La tempestad se desataba con violencia. Ella sin dudas mataría a cualquier criatura que hubiese cometido el error de aventurarse en medio de su entorno hostil. Sin embargo los Elfos de Hielo ya estaban acostumbrados a este tipo de fenómenos, y más allá de demandarles un poco de atención, ellos no le temían al frío en lo absoluto. La Profetisa Yilith había viajado alrededor de todo el mundo en la búsqueda de una solución para su pueblo inmerso en la agonía. Por desgracia no tuvo éxito. Para peor la situación se había degradado y lo que iba a descubrir acabaría de terminar un viaje sobre una nota del fin del mundo, su mundo. Jamás había visto una tempestad tan fuerte, vio allí la cólera de los dioses, pero éstos se habían callado, ninguna voz venía a decir las verdades divinas. ¿Esto era el Crepúsculo tan temido? En solamente un año la Falla se había convertido en lago de agua helada de un azul muy claro, casi turquesa. A Yilith le resulto difícil abrirse un camino hasta la cueva donde esperaba encontrar a Nibelle. Las marcas de uñas en el hielo no presagiaba nada bueno. El agua había invadido los pasillos allí dónde en otro tiempo pasaban a los profetas más grandes. Su corazón se estrechó mucho cuando descubrió el cuerpo de la que consideraba como una madre. Nibelle yacía allí muerta, en parte cubierta por los hielos. Lágrimas heladas fluyeron sobre sus mejillas azules a medida que liberó a la vieja elfa de sus trabas.
-¿Por qué? ¿Por qué? Dejó escapar mientras que sus lágrimas se diluían en el agua. ¿Por qué dioses la dejaron morir?
El dolor de la pérdida de un ser tan querido hizo vacilar la fe de Yilith como el agua sobre el fuego. Una vez pasados los primeros instantes de dolor tristeza examinó los alrededores para comprender lo que había ocurrido ahí. La puerta que cuidaba Nibelle estaba abierta y las marcas de quemaduras que cubrían el cuerpo de la elfa nombraban claramente al asesino, un demonio.
-Permanezcan en silencio, dioses. Posiblemente fallamos ya que el prisionero se liberó de sus guardianes, dijo llevando a Nibelle en sus brazos. ¿Cómo quieren que su pueblo todavía crea en ustedes?
Sin esperar una respuesta dejó este lugar que consideraba en lo sucesivo como maldito. El pueblo más próximo a la Falla se encontraba sobre la costa a un mediodía de marcha del glaciar. Decidió ir hasta ahí para poder practicar los ritos funerarios adecuados.
Una desgracia llamando a otra Yilith no había acabado con las sorpresas. En lugar del pueblo famoso y costero había en lo sucesivo una multitud de iceberg a la deriva a merced de los vacíos. Los habitantes habían salvado la mayor cantidad de pertenencias y ahora vivían en refugios improvisados. La profetisa se encontró rápidamente cercada por mujeres en llantos, rogándole que interviniera con los dioses para que la fundición del glaciar cesara inmediatamente. Yilith puso a Nibelle en el centro del pueblo y sacó fuerzas de su flaqueza, para anunciarles las nuevas y tristes noticias.
-Recorrí el mundo y vi allí el miedo, la violencia y la desestimación de otros. Yo vine aquí y he visto la muerte y el fin de nuestro pueblo. Los dioses no me hablan más, miraron hacia otro lado de este continente. Nibelle no esta más y el que reteníamos recorre de nuevo el mundo, libre.
Un elfo se adelantó hasta ella, por su postura se trataba ciertamente de un jefe de tribu.
-Lo que nos anuncias es terrible, profetisa. Esto confirma aquello en lo que pensaba. Soy Ursyd, convoqué en tu ausencia a los jefes de tribu y las decisiones han sido tomadas.
Yilith escuchaba sólo a la mitad, ocupada en recuperar por aquí y allá los objetos necesarios para el rito que quería practicar.
-Discutiremos sobre esto después si quieres Ursyd, debemos despedir a Nibelle, dijo con lágrimas en los ojos.
Comprensivo el jefe ordenó que se ayudara a Yilith y que respetaran las tradiciones. Una hora más tarde todo estaba listo.
Nibelle estuvo instalado sobre una hoguera construida a partir de madera blanca de las antiguas casas del pueblo. Todos los habitantes, es decir unos cuarenta individuos formaban varios círculos alrededor de Nibelle y Yilith. Esta última entonó un canto sagrado repetido por todos, con el fin de que los dioses pudieran acoger a su criada cerca de ellos para toda la eternidad. El canto lleno los corazones ya pesados de tristeza y de pena por la pérdida de uno de los suyos. Luego cuando esto acabo el fuego fue puesto en la hoguera con el fin de liberar el alma de la difunta. Yilith se quedó plantada allí hasta que las cenizas se apagaron. Al terminar, se dirigió a Ursyd.
-Te escucho.
-La inmensa mayoría de los pueblos desapareció, incluidas la nuestra, llevadas por el deshielo. Los jefes de las tribus decidieron llevar a los suyos hacia el norte, más allá del bosque blanco de Norr, allí dónde los hielos jamás se funden.
-Es una buena decisión, pero es peligrosa. Todos los que intentaron pasar por el otro lado jamás volvieron.
-¡Sí es una buena decisión, pero mi opinión es otra! Rabió.
Yilith volvió la cabeza hacia el líder que estaba acompañado por varios elfos, un guerrero con un hacha de hielo y una mujer joven con los ojos llenos de ira.
-Explícate.
-Mi tribu va a reunirse en Asmardine, lo conducirá hacia Norr sin nosotros.
-¿Y tú?
-Me voy con ellos, dijo mostrando a sus compañeros. Vamos a viajar hacia el sur y a encontrar a los responsables de este desastre. Porque seguimos los preceptos de Agmundar: si eres golpeado, golpéalos, con todas tus fuerzas.
- Pero no sabes contra que te enfrentas.
-Estaremos bien. Nuestro destino es irnos del glaciar, vivir en otro lugar.
Ella que había perdido la esperanza se encontraba frente a estos valerosos elfos preparados para dejar a los suyos para enfrentarse con un enemigo del que no sabia n nada. ¿Era un período de prueba impuesto por los dioses?
-¿Y tú profetisa a que vas a hacer?
La pregunta era buena ¿que iba a hacer ahora? La respuesta era sin embargo simple.
-Voy acompañarlos... Voy a por el asesino de Nibelle y encerrare de nuevo aquel al que debíamos vigilar.
Así se fueron estos exiliados. Ayir, Kokrëm, Ursyd y Yilith dejaron el glaciar de Amatista para no volver jamás. Lo que les sucedió a partir de entonces permanecerá para siempre en la historia de la tierra Guem.
Dama Yilith había decidido llevarlos al lugar donde cruzó varios pueblos diferentes, allí donde esta piedra había caído del cielo. Después de varios días de viaje a través de varias tierras, el grupo llego a lo largo de los montes Pico del cielo bordeándolo, a lo largo de la frontera del Imperio de Xzia centenas de kilómetros. En lo mejor de su viaje Yilith detuvo al grupo justo antes de que la tierra temblara, seguido por una onda amarilla que estuvo a punto de derribarlos.
-¿¡Qué era eso!? Preguntó Ursyd inquieto.
-No había sentido esto desde la visita de los dioses hermano Athorg y Berylnir. Y esta presencia es más poderosa, respondió Yilith.
-¿Un dios? ¿Varios dioses? ¿Esto quiere decir que finalmente no desaparecieron? Preguntó a Ayir.
-Creo que estos no son nuestros dioses. Durante mi viaje vi otras religiones, otros cultos. ¡Vayamos a ver!
El grupo avanzo más rápido hasta que alcanzaron la cima de las montañas. Su altura dominaba toda la región. Frente a ellos y sobre su derecha se extendía el bosque Eltariano hasta perderse de vista, majestuoso e imponente. ¡Sin embargo estallaba en llamas! Los Elfos de Hielo podían sólo comprobar este incendio de envergadura que asolaba este bosque, liberando un humo negro que oscurecía el cielo. Sobre su izquierda la tumba de los antepasados no era más que un cráter vasto en parte rellenado por una bruma amarillenta. Yilith estuvo convencido que una divinidad se encontraba allí, sentía el poder, pero también la voluntad, una envidia terrible de destrucción.
-¿Qué hacemos? Pregunto Ursyd.
-Vayamos a ver el bosque en llamas.
Al día siguiente habían llegado al lugar y cayeron en lo mejor de una batalla entre el pueblo del bosque y la gente venidas del desierto. Verdaderamente no comprendían la situación pero Yilith tomó la decisión de ayudar a un Hom'chaï herido que estaba apoyado contra un árbol. Se adelantó despacio hacia él mientras que Kokrëm, Ursyd y Ayir la protegían formando un semicírculo alrededor de la sacerdotisa. El Hom'chaï vaciló, estas personas se parecían a los Elfines, pero con la piel azul. De todos modos era incapaz de ir más lejos. La elfa empezó entonces la discusión.
-Soy Yilith, mis amigos y yo venimos de muy lejos en el norte. No le quiero causar ningún mal, estoy aquí para ayudarlo.
Al cabo de fuerza, las rodillas del Hom'chaï no pudieron sostenerlo más tiempo, por lo tanto se sentó, dejando que la extraña mujer actuara.
-¿Puede decirme su nombre? ¿Y lo que sucede aquí?
-Soy Marca-roja, guerrero del Corazón de Savia... Lo que sucede aquí es una historia larga, pero para darle una idea estamos siendo invadidos por los hombres del desierto. Hicieron venir a su dios sobre nuestra gente, asolándonos por todos lados. Intentamos resistir y parar este fuego, pero es imposible llegar allá...
Mientras que Marca-roja contaba su historia, Yilith acudió a Berylnir, dios benefactor. Ella se sorprendió al ver que se le concedía el don de curación. Las heridas del Hom'chaï se cerraron.
-¡Increíble! Dijo el guerrero tanteando allí dónde fue herido ¡Ya no tengo nada! ¡Gracias extranjero, no sé qué sea usted exactamente, pero gracias! dijo mientras se levantaba, tomaba su lanza y se dirigía con paso firme hacia la batalla.
Ursyd apretaba luego aflojaba sus puños con frenesí, Kokrëm, él, se calentaba haciendo molinillos de su brazo derecho.
-Estoy de acuerdo, dijo Yilith que comprendía que sus compañeros querían combatir.
Ayuden a esta gente que lucha contra el invasor. Salvo tú Ayir, te necesito.
La Joven elfa de hielo pareció decepcionada cuando ambos hombres se echaron a la batalla con rabia.
-Estas llamas no son la obra de la naturaleza... Es aquí la obra de un dios, seguramente el que se vio a lo lejos.
- ¿Crees que podemos hacer algo? Preguntó a Ayir, perpleja.
- ¡Somos los niños de los dioses, pienso que sí, pero va a hacer falta que reces conmigo con el fin de que seamos oídas!
-¡Vale!
Mientras que Ayir y Yilith se alejaban del combate, Ursyd y Kokrëm se habían unido al Corazón de savia para el deleite de los eltarianos que vieron fieros guerreros frente a los nómadas inspirados por Sol'ra. Los Hom'chaï eran particularmente conocidos por su agresividad en combate, sin embargo éstos fueron impresionados por la rabia de estos Elfos de Hielo. Los nómadas se organizaron con el fin de doblegar a los nuevos recién llegados. La Esfinge bien decidida acabar rápidamente con la "preocupación" Corazón de Savia intentó cargar sobre el grupo donde se encontraban Ursyd y Kokrëm. El jefe de tribu vio al ser llegar ¡y dejó estallar su Rabia! En un santiamén su apariencia cambió, su cabeza se hizo la de un oso de pelaje blanco y sus manos engordaron, convirtiéndose en uñas de hielo. Aullando, cargó, no siendo consciente del peligro, solo pensando En una cosa: destruir a su enemigo. El choque fue terrible. Ursyd se zambulló para evitar la lanza de la Esfinge y lo golpeó al nivel del torso. El nómada no pudo evitar la enorme masa y escapó como pudo. Se veía como dos animales salvajes que luchan por el territorio, Ursyd agarraba y mordía mientras que la Esfinge golpeaba con sus anchos puños. Delante de este espectáculo Kokrëm llamó también a Agmundar, dios de la guerra, con el fin de que pudiera hacerse un berserker, un sembrador de muerte. A su vez, cambió de apariencia convirtiéndose en un guerrero con cabeza de carnero y se echó a la batalla. Los nómadas se propusieron ayudar a la Esfinge, Ursyd se encontró entonces agobiado bajo los combatientes opuestos. ¡Con valor! Rargnor, Marca-roja y Kokrëm no se quedaron atrás. Poco a poco la coalición de Corazón de Savia y de los Elfos de Hielo rechazó a los Nómadas hasta la orilla del territorio Eltariano...
Más lejos, durante este tiempo, los magos Corazón de Savia intentaban desesperadamente parar las llamas que roían los árboles uno por uno. Una pequeña parte, pero sin embargo demasiado importante, del bosque ya se había consumido bajo las miradas estupefactas de Kei'zan y de sus semejantes. Su magia se revelaba ineficaz contra el poder divino. Cada árbol que ardía era una cuchillada en el corazón de los Dais, ellos atados a la naturaleza más que cualquier otra criatura. Kei'zan había despilfarrado toda su magia, en vano... Otros intentaban encontrar soluciones pero ninguno era eficaz. Yilith y Ayir se les acercaron con prudencia. Kei'zan se levantó y fue a su encuentro, intrigado.
-Perdón por venir a perturbarlos, dijo Yilith a la atención del jefe de Corazón de Savia.
- Usted no nos molesta, tengo la mala impresión de que esto es causa perdida, respondió con derrotismo. Otros magos dejaron su trabajo en seguida oyendo estas palabras.
-¿Podemos probar a nuestra manera?
-Por supuesto, pero debo prevenirle la magia es inútil contra este fenómeno.
-No practicamos la magia. Apártese, colóquese en retaguardia detrás de esos árboles y no mire, le ruego.
Hablaroca y el Sachem emitieron protestas, pero Kei'zan hizo usó de su autoridad. No lograban apagar estas llamas, por lo tanto toda ayuda era bienvenida. En cuanto Yilith hubo juzgado segura la situación para los seres del bosque se aplicó a la tarea. Se colocó en el centro del pequeño claro y plantó su lanza derecha delante de ella, apuntando hacia arriba.
-¿Preparada? Pregunto a Ayir.
- En realidad no, no sé que hacer.
-Pon tus manos sobre la lanza, cierra los ojos y dirige tus pensamientos hacia Edda la creadora. Encuentra las palabras justas, suplícale lo mejor que puedes.
-¿Es todo?
-Ya es mucho, yo me ocupo del resto...
Ayir obedeció a la profetisa. A pesar del calor se concentró lo mejor que pudo. Edda era la diosa principal del panteón venerado por los Elfos de Hielo. Según sus creencias el soplo de Edda creó al glaciar de Amatista y sus lágrimas se convirtieron en los Varelses, los Elfos de Hielo. Permanecieron así, con los ojos cerrados durante media hora, rogando que Edda detuviera las llamas que roían este bosque. No lejos de allí Kei'zan y los otros sintieron el calor bajar progresivamente, luego vino el frío cada vez más glacial.
- Qué pasa, preguntó Hablaroca que veía los árboles cubrirse de hielo.
-¡Miren! Gritó el Sachem señalando la copa de los árboles. Las llamas desaparecen.
Efectivamente, mientras que los árboles se cubrían de hielo no había ninguna llama. Tomando el riesgo Kei'zan fue a ver. Encontró a ambas elfas de hielo en medio del claro. El paisaje era invernal recubierto con hielo.
-¿Cómo sucedió tal milagro? Interrogó el Dais estupefacto por el prodigio.
Ayir soltó la lanza de Yilith mirando a derecha e izquierda.
-Parece el bosque blanco, dijo con cierta alegría.
-Un poco sí, respondió Yilith. Luego se volvió hacia el Daïs. Lo que es hecho por un dios puede ser deshecho por otro. Podemos apagar este incendio, esto nos tomará tiempo.
- Tómese el tiempo que usted desea, usted está aquí... en casa.
Capítulo 3 - Espíritus del invierno
En aquel momento de la aventura el bosque de Eltaria todavía no había estallado en llamas por la presencia divina de Sol'ra. Eikytan, Daïs encargado de cuidar el invierno se había despertado antes de lo previsto. La situación particular de la gente de Guem lo inquietaba, él uno de los primeros frutos del Árbol-mundo, jamás había estado tan preocupado. El peligro omnipresente lo oprimía como la nieve que comenzaba a caer lentamente. Eikytan dejó a Kei'zan y la gente de la Draconia con el huevo de la Comepiedras, juzgando el tiempo de salir a despertar a los espíritus del invierno. El Sachem vio irse al Daïs, intrigado fue a reunirse con él.
-¿Puedo acompañarle, Antiguo? Preguntó con mucho respeto.
-Si no temes el frío, sí. Me gustaría hablar contigo. Tenemos mucho camino hasta los territorios del norte.
Ambos anduvieron a lo largo del Ondeante el río que cortaba el bosque en un eje norte-meridional. Eikytan se asombró de ver la nieve derretirse tocando el suelo.
-¿De qué quiere hablar, Antiguo?
-Vivo desde hace mucho tiempo y en cada uno de mis despertares puedo asistir a la desaparición lenta de nuestras costumbres. Muchos espíritus y criaturas no parecen recorrer más el bosque. ¿Qué ha pasado?
-Es una pregunta que estoy teniendo problemas para contestar. Mi familia y yo pasamos varias décadas en el otro extremo del mundo haciendo caso omiso de nuestros hermanos y hermanas encerrado en falsas creencias. No tengo punto de comparación, sin embargo, puedo decirle lo que veo.
Los Elfines hombres se mostraba a menudo muy sensibles a su entorno, esto los hacía buenos chamanes y jefes respetados.
- Dime tu impresión, Akem.
- Akem, repitió el Elfin. Este nombre es la ilustración de la idea que quiero hacerle ver. Cuando el bosque peligra las fuerzas convergen con el fin de hacerle frente. No pienso que esto sea por casualidad que mi tribu este de vuelta, que la Comepiedra llame la atención, que Akem y yo hayamos hecho un pacto. Usted despertó y es su turno de actuar llamando a los espíritus del invierno. Creo que usted esta herido por la desaparición del Árbol-mundo y tiene la impresión de que nada más importa ya. Por mi parte pienso que su alrededor cambio, pero no con usted.
Eikytan camino una hora larga sin decir una palabra mientras meditaba las palabras del Sachem. Este último intentó repetidas veces renovar el diálogo con el Daïs, pero nada funcionó hasta que llegaron a una zona fría de la selva. La nieve caía más intensamente, los árboles habían perdido sus hojas. Allí, Eikytan estuvo dando vueltas, visiblemente desorientado.
-¿Algo va mal, Antiguo? Ya pasamos por aquí repetidas veces.
-La presencia de los espíritus del invierno es muy difusa, es extraño. Tienes razón Akem, no me gusta la evolución del pueblo de Eltaria, no me gusta el cambio. No sentir los espíritus del invierno no es normal, lo que me hace pensar que hubo un… cambio, dijo Eikytan cuyo tono había subido.
- De acuerdo, no conozco esta parte del bosque, le soy sincero.
El Sachem observó bien al Daïs. Había considerado estas criaturas malvadas toda su vida. Durante este tiempo había cambiado su idea sobre su forma de pensar y sobre su naturaleza. Pero el fenómeno que presencio con el guardián del invierno le llamo la atención. Cuando dejaron el pueblo del Sachem, el Daïs iba encorvado y caminaba lentamente. Pero desde que la nieve se volvió abundante e hizo mas frío fue más alerta y derecho, cambiado literalmente. No resistió en preguntarle las razones de este cambio brusco.
-Soy el guardián del invierno, cuando hace frío, cuando la tierra es helada y cuando los animales duermen esperando días mejores, estoy en el más alto de mis capacidades. Cuando se acerque la primavera decaeré hasta el momento cuando el sueño me ganará de nuevo. Esto será entonces el regreso de otro guardián para tomar el relevo.
-Comprendo, gracias por su respuesta Antiguo.
-Llegamos, mira. Exclamó Eikytan mostrando un pilar en medio de un claro. El tótem era un bloque inmenso de ámbar esculpido. La nieve se había aglutinado arriba y lo cubría en parte. El Daïs fue hasta él y lo rodeo.
-¡Las piedras no están!
-¿De qué habla?
-Había aquí cuatro piedras mágicas. Es gracias a ellas que el tótem puede ser activado. ¡Aquí no puedo despertar los espíritus del invierno!
El Sachem frotó la nieve sobre el tótem, confirmando a los animales que representaban -un alce, un lobo, un conejo y un búho. Efectivamente había un emplazamiento para cuatro objetos no más grandes que un huevo de gallina.
-¿Me permite ver la historia del lugar? Así podría explicar lo que sucedió.
Eikytan estuvo de acuerdo. El Sachem se sentó con las piernas cruzadas a unos metros del tótem y concentrado. Ya había utilizado este sortilegio en los Confines.
-Tiene que saber Eikytan cuando se utiliza la magia del tiempo hay siempre un riesgo de quedarse atrapado. Cuento con usted para traerme de vuelta si usted me ve desaparecer. El Sachem formó uno "V" con sus brazos de modo paralelo en el suelo.
- Espíritus del pasado, me oyes, líbrame de esta cadena. Recorro el camino de la gran trama... Imágenes desfilaron en su cabeza, varios días y varias noches se sucedieron, el tiempo viajo hacia atrás. La nieve desapareció, las hojas volvieron del suelo a los árboles que los rodeaban, y finalmente apareció una criatura. El Sachem utilizó su magia para frenar el paso hasta la llegada de este último. Su apariencia era la de una urraca, un pájaro de plumaje negro con manchas blancas. Sus alas llevaban unas armas y su aspecto general no dejaba ninguna duda sobre su origen pertenecía a los Eltarianos. Ella quito con agilidad las cuatro piedras y las puso en una bolsa de cuero. Eikytan miraba al Sachem que estaba perfectamente quieto. Se quedo así una buena media hora, porque después de este tiempo el cuerpo del Sachem comenzó a ser ligeramente translúcido. Así que decidió interrumpir este pequeño ritual, sacudiendo al compañero Elfin.
Respiro hondo y se levantó mas mal que bien, no sentía sus piernas ni su trasero. Apretó la piel de Akem sobre su cuerpo para calentarse.
-¿Que viste?
-Brrrr... Vi a una mujer-ave, robó las piedras y se fue de nuevo como si nada.
-¿Una mujer-ave dices? ¿Tenía manchas blancas sobre sus alas?
-sí, eso es, tenía también algo al nivel del pico.
-Un Laken. No son más que un puñado. Si no me equivoco viven no muy lejos de aquí. Una pequeña visita será necesaria. Y otra vez, desafiando la nieve y el frío. El Sachem, superada su resistencia, no tuvo mas elección que acudir al poder de Akem y se transformó en hombre-felino. El pelaje lo recalentó rápidamente y el clima no lo importunaba más, volviendo su progresión hacia el territorio Laken más fácil. El paisaje no cambio nada solo la aparición de plumas largas negras y blancas atadas a las ramas indicaba que la frontera había sido atravesada. Akem reparó rápidamente en la forma negra que volaba hacia ellos y reconoció a la ladrona de las piedras. Avisó a Eikytan que imaginó inmediatamente un plan de ataque. La Laken no tuvo tiempo de hacer nada porque raíces crecieron de manera fulgurante hasta ella, agarrándole las patas. Eikytan tiró las raíces hacia el suelo pero la Laken resistía ferozmente con grandes aletazo. Cuando estuvo al alcance Akem, después de tomar un poco de impulso, saltó sobre él. En lo sucesivo incapaz de mantener el vuelo se estrelló en una caída amortiguada por el espeso manto de nieve. Akem y Eikytan la inmovilizaron rápidamente con gran cantidad de raíces.
-¿Que hiciste con las rocas? Interrogó Akem sosteniendo su garganta. Asustada y sorprendida por la agresión de la que acababa de ser la víctima la mujer-ave sacudió la cabeza en todos los sentidos, intentando librarse de sus lazos emitiendo gemidos agudos.
- - Espere Akem, mire su pico, dijo Eikytan mostrando la joya extraña que le impedía a la Laken abrir el pico.
-¡Deja de moverte no te hará nada!
Eikytan se inclino hacia ella.
-Voy a quitar una parte de las raíces, luego tienes interés en encontrar un medio para explicarnos tu gesto. ¡Soy muy poco paciente, tu acto me impide despertar los espíritus del invierno y proteger este bosque! Menea la cabeza si comprendiste.
La Laken indicó perfectamente que había comprendido y Eikytan le quito las raíces que le retenían las patas.
-Donde están las piedras, insistió Akem.
La Laken señaló con el dedo a Eikytan y Akem luego mostró la joya sobre su pico, repitió este gesto para darse a entender bien. Delante de la mirada desentendida de Akem y la impasible del Daïs, ella soltó la nieve y recogió algunas piedras. Luego lentamente repitió el gesto, mostrando la joya y mostrándoles las piedras preciosas a Akem que comprendió el mensaje.
-¿Quieres que se te quite la joya a cambio de las piedras?
Ella contestó, asintiendo con la cabeza.
-Si querías que se te liberara de esta joya ¿por qué no le preguntaste a un chamán? Se asombró Akem.
La Laken levantó la mirada al cielo y se encogió de hombros.
-Esta en su naturaleza, explicó Eikytan. Los Laken son unas criaturas astutas. Pienso que actuó así para forzarme de ayudarle a pesar de los errores que la llevaron a ser castigada. Este pequeño chantaje no me asombra para nada.
-¿No vamos a jugar su juego espero? Criticó Akem.
La Laken recuperó las piedras y las escondió bajo la nieve, luego por nuevos gestos dio a entender que si no le ayudaban, jamás encontrarían las piedras.
-Aceptamos, dijo Eikytan para poner término al conflicto. Devuélvenos las piedras y te prometo devolverte el habla. Akem continuó enojado, pero Daïs no le escuchaba concentrado en su tarea. La Laken los llevó apenas unos cien metros más lejos, al borde de una extensión de agua helada donde hizo señas de haber escondido las piedras.
-No siento ninguna magia aquí. Jamás los habría encontrado en tal lugar, dijo Eikytan avanzando prudentemente sobre el hielo.
Luego la Laken se paró indicando que las piedras estaban allí bajo el espeso hielo. El guardián del invierno quebrantó el hielo golpeándolo con su bastón repetidas veces, dejando un espacio suficiente para que alguien pudiera sumergirse. Detrás de él, la Laken y Akem rezaban para que no se les pidiera zambullirse en el agua glacial. No fue el caso, sin temer al frío Eikytan se zambulló sin vacilar. No había mucha profundidad pero la luz era muy débil, difundiéndose con dificultad a través de la gruesa capa hielo. Eikytan no tenía el mismo metabolismo que los Elfines o qué los humanos, el Daïs podía quedarse bajo el agua más tiempo. En lo sucesivo en el fondo del lago y al precio de mucho esfuerzo encontró por fin la Bolsa de cuero y verificó rápidamente su contenido. Abriendo el bolso la magia de las piedras casi le saltó a la cara. Akem lejos de estar tranquilo sobre las grietas sobre el hielo ayudó a pesar de todo a Eikytan a salir de agua, arrastró luego al Daïs lejos de la extensión con el fin de no mojarse, cuando se convertía en Akem el Sachem sentía una repulsión cierta por todo lo que era lago, río y otros. Al fin, Akem era un gato.
Eikytan examinó mejor la Bolsa. Cuando ésta se cerraba no sentía la magia de las piedras.
-¿Cuero de Zanil no? Pregunto el Daïs.
-¿Zanil? Preguntó Akem.
-Zanil es un animal insensible a la magia, hoy esta especie esta extinta, erradicada por los hombres por la facultad de esta piel. Dijo devolviendo la Bolsa. La Laken meneó la cabeza positivamente, luego se le acercó tanto que acabaron cara contra cara. Le mostró la joya sobre su pico.
-Voy a respetar mi palabra y a librarte de esto. Pero atención a tus palabras, me es fácil devolvértelo.
Eikytan acarició el pico largo de la Laken y se detuvo en la joya, una barra de metal labrado. De un golpe el metal se movió como si estuviera vivo luego lentamente como si se tratara de una cuerda Eikytan tiró hacia arriba. La Laken abrió grande el pico, feliz de no tener mas esta cosa. Se echó en los brazos de Daïs que quedo insensible ante este.
- Gracias, gracias, gracias, gracias, dijo con una voz a la vez estridente y croante.
-No me agradezcas yo fui obligado, pero no he terminado contigo. ¿Cuál es tu nombre mujer Laken?
-Unos me llaman Ladronena, nunca comprendí verdaderamente por qué.
-¡Porque eres una ladrona! Ironizó Akem.
-¡Akem! Ya te dije que para los Lakens el robo era algo normal. No nos demoremos más, regresemos al tótem.
Eikytan ayudado por Ladronena pusieron en su lugar cada piedra en cada emplazamiento previsto con este fin. El tótem de ámbar vibró cuando la última piedra fue devuelta, entonces toda la nieve pegada arriba se fue.
-Contemple la magia del Árbol-mundo. Es Quercus mismo quien lo esculpió en otro tiempo y quien me ató a él. Me siento próximo a los espíritus del invierno, ellos están a.C.
Eikytan plantó su bastón frente a el, la nieve lentamente se arremolinó alrededor del Daïs y alrededor de el tótem.
-Mientras que el frío muerda la tierra y que el hielo agarre la corteza, ahora que todos duermen esperando los bellos días, recorrerán de nuevo nuestro territorio. ¡Espíritus del invierno despiértense dondequiera que ustedes estén!
Eikytan repitió una decena de veces esta invocación y cada vez las piedras del tótem brillaban más y más. Finalmente toda esta estructura de ámbar se iluminó, llena de magia. El Daïs estaba en trance, estaba en armonía con el bosque de Eltaria. Sentía el despertar de cada uno de los espíritus del invierno. Cuando el ritual acabó, el tótem volvió a estar inerte, como las piedras.
-¿Esta hecho? Preguntó Akem.
-Los espíritus del invierno se despiertan, nos ayudarán seguramente.
Ladronena, me gustaría ahora que me prestes un servicio, ¿quieres? Entre los espíritus del invierno hay algunos Laken, como tu, que están al norte. Me gustaría que los encontraras para convencerlos de unírsenos. Soy reacio a mezclarme con los demás. Sobre tu camino si cruzas a otras personas diles que es importante reagruparse, estaremos en el sudeste del bosque.
Ladronena puso su mano plumosa sobre la mejilla del Daïs.
-No es problema. Luego de un salto despegó, haciendo deslizar la nieve sobre su plumaje.
Akem, tengo que hablar con los espíritus del invierno, no lejos de su pueblo, tengo que saber qué fue de Quercus. Ahora vamos a ir.
Capitulo 4 – La elección Kei’zan
El viento frío soplaba entre las ramas desnudas de los árboles del bosque de Eltaria. La llegada providencial de los Elfos de Hielo venidos de lejo derribó el curso de la batalla que oponía a los fieles de Sol'ra y los Corazón de Savia. Estos últimos, sobrepasados por su incomprensión frente de los poderes de sus adversarios no habían durado mucho. Ahora la calma reinaba. Los Nómadas, empujados lejos de allí, no mostraban más signo de actividad desde hacia un mediodía, dandole a los valerosos guerreros del bosque un momento de tregua salvadora. Había numerosos heridos entre ellos - Ydiane, Hablaespritu y el mismo Ursyd cuya raba mortífera lo había expuesto a las armas opuestas y sangraba de una cortadura profunda. Maïlandar el cazador venerable recogió su lanza quebrada en varios pedazos.
-Raah, que pena... un arma tan hermosa. Dijo con un dejo de tristeza.
-Yo te haría otra, no puedo dejarte así, se rió Gaya sacándole los pedazos de lanza.
- Si, tu te burlas, pero la tenía desde antes de tu nacimiento. Replicó alejándose.
Kei'zan se afligía de ver tal desastre. La naturaleza quebrantada tardaria muchos años en regenerarse y ciertos árboles llevarían los estigmas de esta batalla por siglos. Pero no fue la única cosa que Keizan se lamentó desde que la llegada de una nueva persona anunció que la desgracia había caído sobre ellos. Mientras que los Elfos de Hielo y los Eltarianos vendaban sus heridas Hablaroca levantó súbitamente la cabeza atraída su atención por una extraña sensación.
-¡Alguien se acerca! Dijo mirando a su alrededor.
Los demas tambien buscaron, temiendo que el enemigo llamara de nuevo. No fue un Nómada quien, al rodeo de un árbol, se mostró, era un Hom'Chaï. No cualquiera, éste enarbolaba escrituras pintadas sobre su cara y dos series de escritos sobre sus anchos brazos. Su vestimenta simple y su cabello despeinado le daban un aspecto bastante salvaje. Hablaroca lo reconoció en seguida.
-Guarda-los-totems... luego su voz se sofocó...
¿Guarda-los-totems? Kei'zan ya había oído de el en el momento de sus viajes en los diferentes pueblos del bosque.
-¿Que vienes a hacer aquí? Interrogó Maïlandar, negándose a admitir la verdad, él también conocía las escrituras sobre la cara de este desconocido.
Rápidamente rodeado de los Hom'Chaïs y Elfines presente, el nuevo recién llegado miro con seriedd esta reunión.Un tipo de rito se presentó entonces, Rargnor se colocó en el centro del círculo, frente a Guarda-los-totems.
-No te acerques, somos los guardiánes del Árbol-mundo. Dijo Rargnor de manera fuerte, casi agresiva.
Guarda-los-totems entonces puso de manifiesto un tótem de ámbar de la mitad de la altura del Hom'Chaï.
-Los espíritus me hablaron, me anunciaron la batalla, me gritaron su victoria, me lloraron el nombre del que se esta mueriendo respondió Guarda-los-totems.
Aparentemente la respuesta del nuevo recién llegado perturbó a Hom'Chaï y Elfines. Los elfos de hielo no entendían lo que estaba ocurriendo ante sus ojos. Ayir interrogó a Kei' zan.
-Es un guardián de los muertos. Viene a buscar a alguien que esta a punto de morir. Los Elfos de Hielo llevaron su atención a la continuación del rito.
-No te acerques porque no sabemos que vienes a buscar, replicó Rargnor con los brazos extendidos.
-Grabé este tótem en el ámbar del Árbol-mundo... No se demore, porque como la respiración no se puede evitar... No demore más porque Marca-roja el guerrero, valiente entre los buenos, se muere.
En este instante el nombre de Hom'Chaï fue tal como un puñal que traspasaba el corazón de sus compañeros. Y el corazón de Ydiana no fue traspasado, literalmente le fue arrancado.
-Marca... Roja... balbuceó, las lágrimas inundaron sus ojos de color oro. ¿Dónde? La arquera quebrantó el círculo del rito, lanzándose entonces por encima de las malezas en busca de su amigo y compañero. - ¡ENCUÉNTRENLO! Aulló volviendo la cabeza en todas direcciones. ¡Encuéntrenlo! Todo el mundo comenzó a buscarlo, pero fue inútil, porque el Guarda-los-totems sabía con exactitud dónde se encontraba el guerrero caído. Marca-roja apoyada contra una vertiente rocosa se cogía el pecho. Su mano derecha estaba cubierta de sangre y el fluido vital lentamente se difundía con regularidad. Su corazón todavía latía, ¿pero cuánto tiempo todavía? Ydiane vio al Guarda-los-totems irse en otra dirección y lo siguió hasta Marca-rojo.
-¡NO! ¡No, no, no, no! ¡No debes morir! Gritó con rabia a su amigo agonizante.
Ydiane casi se echó sobre él, con la mano temblorosa. Marca-roja tenia los ojos entornados y daba la impresión de flotar fuera de su cuerpo. La Elfina vio a Dama Yilith y le suplicó hacer algo, le había visto curar tantas heridas y ésta no debería plantear el menor problema. Con delicadeza la profetisa levantó la mano imponente de Hom'Chaï y examinó la herida.
Pero no había nada más que hacer.
-La herida es demasiado profunda... Su suerte ya está en las manos de los dioses... Yo... Lo siento.
Ydiane dejó su tristeza hablar, las lágrimas fluían abundantemente sobre sus mejillas vueltas pálidas. Marca-roja, mientras que la vida lo dejaba, percibió a Ydiane detrás de este velo que le mezclaba los ojos. Tuvo la fuerza suficiente para poner su mano sobre la mejilla de la que compartió su vida.
-No llores... asi tenia... que ser... susurro.
-Marca-roja, mi nombre es Guarda-los-totems, vengo para capturar tu último aliento para que lo que fuiste perdure para siempre.
El Hom'Chaï inclinó la cabeza, comprendiendo que su hora había venido.
- Estoy... preparado. Luego mirando a Ydiana. Estaras siempre en tu corazón... Sintiendo el fin de Marca-roja Guarda-los-totems se puso a trabajar. Plantó el tótem de ámbar sobre el moribundo. Éste se iluminó lentamente. El Hom'Chaï quedo hipnotizado, el dolor lo dejó, tuvo cada vez menos conciencia de lo que lo rodeaba. Luego su corazón dejó de latir... El tótem se iluminó más fuerte y Guarda-los-totems gritó en la vieja lengua de los espíritus, ordenando a Marca-rojo a levantarse y llegar a su lugar de descanso final. Un tipo de fantasma, réplica espectral del difunto salió del cuerpo de Marca-roja. Toda la asamblea se revoluciono, Ydiana, ayudada por Melisandra, dijo adiós al hombre que amaba. El fantasma les envió una sonrisa a sus antiguos compañeros de aventuras y los saludó con un gesto de mano. Luego Guarda-los-totems lo invito a unirse al tótem de ámbar, lo que hizo inmediatamente.
-Este es todo. Ustedes pueden acompañarme si lo desean, dijo el chamán.
Kei'zan perdido en sus pensamientos no oyó la invitación. Recordaba los meses pasados y las diferentes discusiones que había tenido con los chamanes más grandes del bosque. En este instante preciso pensaba en Marca-roja por supuesto, pero también en la Garra, en esta huérfana a la que había acogido y querido como su propia hija. Su pena estaba todavía muy presente cuando realizo el sortilegio de regreso a la tierra sobre el Hom'Chaï. Las raíces agarraron el cuerpo inerte antes de hundirse despacio en el suelo del bosque adormecido por el invierno. Granizardo que conocía bien a su hermano observó los disturbios que invadían el espíritu de Kei'zan.
-¿Qué tienes?
Kei'zan le hizo señas a su hermano para discutir lejos de los otros.
-Cada día que pasa aporta su cuota de desgracia sobre nuestro pueblo, dijo con una voz asombrosamente tranquila.
-No es la primera vez que atravesamos una tempestad.
-Pero ésta puede ser la última.
-¿Por qué lo sería?
-Hermano, ¿me acompañarías hasta el monte Ulmus?
-¿Qué quieres hacer alli?
-Ya lo verás.
-De acuerdo ¡Vamos!
Ambos Daïs previnieron al resto de los Corazón de Savia, pero Hablaespiritu, que había interceptado la discusión, se ofreció para este pequeño viaje. Los Daïs se fueron pues, confiándole la seguridad del lideres del bosque a los Elfos de Hielo, dejando también a Elfines y Hom'Chaïs despedirse de Marca-roja.
El monte Ulmus era el centro del bosque de Eltaria. En realidad era más una colina grande que una montaña.
Este montículo estaba rodeado de magnificos Olmos. Y nada crecía en la parte superior. En otro tiempo Kei'zan intentó cultivar una semilla del Árbol-mundo. Pero esto fue un fracaso porque el joven retoño no encontró bastante fuerza para asegurarse la supervivencia. Muchos Daïs habían vivido aquí y la inmensa mayoría de ellos habían desaparecido después de mucho tiempo. El grupo encontró en el mismo lugar a Eikytan que no pudo explicarse por qué estaba allí, una intuición simple lo había atraído. No fue por otra parte el único que vino, otros Daïs, más de una veintena, llegaron unos tras otros.
-¿Que es lo que sucede? Preguntó Granizardo.
-Vienen por mí, respondió Kei'zan.
-¿Qué vas a hacer? No comprendo.
-Pase lo que pase hermano, ¡te suplico que no intervengas!
Kei'zan subió al centro de la colina para hacer frente a su destino.
-¡Estamos todos aquí! He aquí todo lo que queda de las frutas del Árbol-mundo. Éramos muy numerosos por aquellos tiempos, antes de que el Árbol-mundo estallase, dejándonos huérfanos y sin futuro.
En ese momento Kei'zan acudió a su magia y se transformó como lo había hecho en el momento de su primera confrontación con los Nómadas. Su aspecto se acercó entonces al de un árbol, su cara se hizo un tipo de llama verde. Todo los Daïs a los alrededores sintieron el poder inmenso del Kei'zan.
-¿Qué haces? Preguntó Eikytan. Quieres hacer como Quercus y dejarnos a nuestra suerte, se lamento.
-Quercus no esta más, se hizo un árbol pero ninguno de sus frutos da vida. ¡Hermanos, es hora de revivir al Árbol del Mundo!
Kei'zan sacó de una bolsa la última de las semillas del Árbol-mundo en posesión de los Eltarianos. Se concentró y difundió toda su magia en su objetivo para abastecer de energía a la semilla para que creciera y luego fusionarse con ella. La magia se sintió a leguas a la redonda.
-Ustedes me protegerán, es en lo sucesivo su prioridad, dijo Kei' zan mientras que la semilla que tenía firmemente nacia.
Granizardo quedó sorprendido por la elección y la audacia de su hermano, nadie lo había intentado antes que él y si esto no era suspendido lo perdería. Pero no tuvo tiempo de reaccionar. Kei'zan caminó hasta la cumbre del monte Ulmus e hizo frente a los demas Daïs. Allí, mezcló por magia esta semilla con su cuerpo. Esta fusión lo transformó, sus pies se hundieron en la tierra de la colina, su torso se convirtió en un tronco de árbol y los brazos se volvieron ramas. Keizan ahora era un olmo magnífico, joven y a juzgar por las hojas y los brotes, vigoroso. En su tronco, muy visibles, decenas de pequeños cristales verdes irradiaban magia. Los Daïs no caían en si y el Eikytan más antiguo que existía en la actualidad sintió en este árbol la potencia de un Árbol-mundo.
-Se acerca la primavera.
Artrezil
Capítulo 1: El Liberado
La Mansión de Zejabel ardía. Salvaje y los Combatientes de Zil acababan de llevarse una gran victoria frente a los Néhantistas. Durante el combate, Télendar había regresado, llegando a ejecutar la sentencia de los Enviados de Noz'Dingard...
El antiguo jefe Zil fue rodeado rápidamente por sus compañeros y acosado con preguntas sobre lo que había sucedido durante más de un año, cómo había pensado hablar del ataque del gremio a la mansión de Zejabel y aproximadamente un millón de otras preguntas. El joven hombre no supo por dónde empezar, no que responder primero.
-¡Déjenlo! ¡Vamos! Gritó Sangrespada. ¡De todos modos nos debe explicaciones! Dijo con un tono teñido de reproches.
Salvaje lanzo a un lado a todos para abrirse paso hasta Télendar. Ella lo miró fijamente, entornando los ojos.
-¡¡Eh, tú! ¿Crees que puedes volver así en medio de una batalla, localizar nuestro blanco y actuar como si nada hubiera pasado? Ella abrió la boca. Nuestro plan era ineludible.
En verdad el plan no era tan ineludible como decía, sin la intervención del ex-líder Dimizar habría escapado. Luego una parte de la camarilla Néhantista había conseguido huir, él era parte de esta victoria parcial. Pero Télendar no se quejo por estas palabras, comprendiendo que tenía algunas cuentas que pagar y la historia de su aventura para contarle a sus antiguos compañeros.
-No me creo nada Salvaje, voy a contarte todo. Luego queriendo cambiar de conversación.
-¡La vaca! Creciste bastante desde la última vez que te vi, ¡ya eres una mujer!
Salvaje se sonrojó, lo que provocó la hilaridad de la tropa.
- ¡Si, si, vaya todo el mundo, regresamos a la carpa, misión cumplida! Gritó avergonzada.
Una buena hora más tarde, al anochecer, el gremio llegó a la carpa. Télendar se sintió mejor cuando vio esta última, trayéndole muchos recuerdos. Mientras que la columna de humo de la mansión de Zejabel se esparcía bajo la luz débil del crepúsculo, los Zils rápidamente organizaron una celebración para conmemorar su victoria. La risa lleno la carpa, cada uno contó su pequeña anécdota, algunos hasta imitaron sus combates contra los Néhantistas con grandes exageraciones. Ergue, Soriek y Enfurecida, volviendo a estar separados, explicaron cómo habían destruido "al ser de cristal rojo y negro" de un solo golpe y con la fuerza de sus puños. A pesar del buen humor aparente de todo el mundo Salvaje no le sacó el ojo de encima a Télendar que, estaba en una esquina y sonreía al humor un poco particular de sus congéneres. Salvaje se levantó de su enorme cojín y se aclaró la garganta.
-Combatientes de Zil, ganamos la batalla, pero no la guerra. Esta tarde celebremos hasta el final de la noche. Pero cuando el día se levante mañana volveremos al camino, la caza no termina. Nuestra primera misión esta cumplida, Abyssien será informado de lo que sucedió en la Mansión de Zejabel y no hay duda que continuaremos la batalla contra los Néhantistas.
Salvaje se rascó la nariz y miró a Télendar.
-Bien es tu turno de hablar, anunció con monotonía.
La frase de Salvaje fue acogida por una "¡Vamos Télendar!" "¡Explícate!". El joven hombre se levantó para colocarse en medio de la pista. Jamás le había gustado tomar la palabra en público, ni siquiera ese tiempo, no tan lejano, cuando era el líder de este gremio. Pero había que hacer un esfuerzo para demostrar que había cambiado.
-Siempre me ha gustado luchar. Siempre me gustó la violencia, nací con el don de matar. Dimizar lo había comprendido bien y gracias a Máscara de hierro consiguió poner bajo su influencia todo el gremio. Él nos mantuvo, a Silene, Selene y a mi bajo su control para servirse de nosotros. No me di cuenta lo que estaba haciendo, todavía recuerdo el rostro de cada hombre, mujer y niño, el recuerdo de todos los que murieron por mi mano durante este tiempo aún me persigue. Sin poder oponerme a eso. Dimizar me hizo asesinar a Profeta, para generar el odio de Los Enviados de Noz'Dingard contra Los Combatientes de Zil. Télendar recordaba su desafortunado viaje con dolor, porque ahora evocaba un período todavía más sombrío.
-Dimizar no se contuvo con ningún asesinato, me hizo su conejillo de Indias, haciendo experimentaciones que no le desearía a nadie. En aquella época me habría gustado morir, tuve que soportar lo insoportable. Cuando por fin había terminado conmigo, yo era una mera sombra de mí mismo. Cuando comprendió que no era mas útil para él me entregó a ustedes bajo el disfraz de este traidor de Máscara de hierro. A partir de allí ustedes conocen el resto. Después de haber sido cuidado por Kriss, con el que jamás estaré lo suficientemente agradecido, Abyssien decidió, lógicamente, entregarme al Consejo de los Gremios. Luego me confiaron a los Enviados de Noz'Dingard para ser juzgado. Esperaba a la muerte, la rápida muerte que por fin me librará de mi dolor. Pero tal no fue el caso. Los Dráconicos juzgaron que el único responsable era Dimizar y que éste debía pagar por su crimen. El castigo en mi contra consistía en hacer todo lo posible para encontrar al Néhantista y matarlo. La magia de Dragón debía forzarme a ejecutar esta sentencia. Seguí las pistas durante varias semanas y saqué provecho de su ataque para infiltrarme en la mansión y encontrar mi blanco. He aquí, mi historia Combatientes de Zil.
El silencio cayó sobre la carpa. Todo el mundo había escuchado con mucha atención. Sombría se levantó, sus cabellos estaban desgreñados por la batalla pasada.
-¿Entonces Dimizar murió?
-A priori, no. Todavía siento la magia de Dragón sobre mí, esto quiere decir que sobrevivió, y que voy a continuar buscándolo. Dijo a Télendar un poco decepcionado. También me gustaría tener la palabra para preguntarle a Abyssien si podía volver con ustedes.
Salvaje se adelantó hacia el joven hombre y lo cogió del hombro.
-No debes saberlo, pero Abyssien no es mas el líder, se encuentra en el Consejo de los Gremios. ¡Ahora yo soy la líder! Bueno, estaría encantada de que vuelvas, pero...
Levanto la cabeza hacia el resto del los combatientes de Zil.
-¿Acaso piensan que Télendar merece volver entre nosotros?
Las miradas se intercambiaron, comúnmente era el jefe quien tomaba este tipo de decisión. Salvaje jugaba allí un pequeño juego, ya conocía la respuesta, pero tenía que distinguirse de sus predecesores. Ergue, Enfurecida y Soriek fueron los primeros en gritar "¡Sí!, ¡Sí! ¡SI!", seguido por otros, incluso aquellos que no conocían a Télendar finalmente respondieron positivamente.
-¡Tú regresas a los Combatiente de Zil! Libérate del peso de la culpa hacia nosotros. A continuación le susurro al oído. Es gracias a ti que quise integrar este gremio, dijo enrojeciendo, me alegro de que hayas vuelto.
La reintegración de Télendar fue una razón suplementaria para continuar la fiesta hasta el fin de la noche. Pero no todos festejaban. Salem, en parte su naturaleza prefería quedarse aparte. Pero no era la única razón. Desde hace algunos días se sentía... malo, lo que para él era inhabitual. Cojeó aun más confuso que lo normal y de golpe se desplomo como una muñeca que se cae al suelo.
-Que... ¿QUÉ?
La sombra hasta ahora bien escondida en el espantapájaros comenzó a fluir de su cara. Salem puso una mano sobre su rostro, como intentando detener a la sombra. -NoooOOoO. Gritó.
Kriss también andaba por afuera, al músico le gustaban estas noches de júbilo pero prefería beber a la luz de la luna que esta noche de otoño estaba alta en el cielo. Los ruidos emitidos por Salem lo alertaron y fue a ver que eran estos ruidos extraños. Vio al pobre Salem en el suelo en un charco negro.
-¡Salem! ¿Que es lo que tienes? El músico no se atrevió a avanzar demasiado por la sustancia negra. Jamás había visto esto.
-No... No Te MueVAs nO... KrISs...
La voz no provenía de la marioneta de paja, sino del charco mismo. Ésta empezó a moverse, probando que estaba viva, luego de golpe un millar de pequeños tentáculos de sombra lo sacaron para coger el espantapájaros. La materia negra se infiltró por todas partes, por lo que desapareció del suelo en un parpadeo. Salem intentó levantarse pero sus fuerzas flaquearon. Kriss le ayudó y lo instaló un poco alejado de la tienda. No quería que otros Combatientes de Zil estuvieran al tanto de este incidente.
-¿Me explicas? ¿Qué fue eso? Preguntó Kriss terriblemente inquieto.
-No sE. No FuI cAPaZ dE ManTENermE MAs En eSTe CuERpO.
-¿Así? ¿De golpe? ¿Quieres que mire?
-De GoLpE... Me siENTo dEBiL.
Kriss puso su mano sobre la superficie fría del brazo de Salem y se concentró. Después de unos minutos tuvo que enfrentar el hecho de que no encontró nada para justificar este estado. Esto lo asombró mucho porque Kriss se jactaba de poder descubrir cualquier enfermedad, ya sea mágica o natural.
-No tienes nada, tranquilízate.
- NO, TenGO AlGo SeRIo. POdrIa dESApareCeR KrIss
-Pero sin embargo estar en el espantapájaros te permite poder perdurar. Por supuesto que no es tan poderoso que en el momento de su creación, pero aún así. ¿Crees que Artrezil no tenía la magia suficiente para ofrecerte la inmortalidad?
-LA TeNÍa... Es OtrA cOSa.
-¿Pero qué? Si alguna vez usted no esta, si desaparece, el gremio perdería su propósito de existir y no seríamos más los Combatientes de Zil.
Capitulo 2: Alycia
La fiesta duró toda la noche. La tienda dormía apaciblemente al ritmo de los ronquidos de sus ocupantes, un olor dulce a alcohol inundaba el interior. Télendar y Kriss habían sido más prudentes que los demás. El asesino y el músico sacaban provecho de la frescura matutina y platicaban sobre su gremio recordando sus aventuras a menudo increíbles pero muy arriesgadas. Hablaron sobre la persecución en el seno de una aldea de Baranthe que había acabado un montón de estiércol, cuando un hombre a caballo se paró delante de ellos. El hombre vestido con el uniforme del Consejo de gremios miró a ambos Zils con cierto temor.
-Dios los salve Combatientes de Zil. He recorrido un largo camino para llevar un mensaje del Consejero Abyssien, ¿puedo hablar con el líder del clan?
-¿Consejero Abyssien? No me lo creo, dijo Télendar soltando una pequeña risa burlona. Voy por la líder.
Kriss ayudó al hombre a bajarse de su montura, vivamente le agradeció explicando que había recorrido la distancia desde el castillo de Kaes, cuna del Consejo de los gremios, hasta aquí en un tiempo récord.
-Lo que usted tiene que decir parece urgente, entre a descansar y coma algo, dijo Kriss mostrándole la entrada de la carpa.
El mensajero no negó la hospitalidad debido a su cansancio. Hacía poco tiempo que trabajaba para el Consejo de los gremios y la pasión así como el deseo de hacer bien su trabajo lo habían empujado al límite de sus fuerzas. Se recostó sobre uno de los enormes cojines e intentó quedarse despierto para acabar su misión.
Télendar volvió acompañado por Salvaje medio adormecida y la cara llena de equimosis.
-Soy el jefe de esta banda de ladrones, dijo dando una palmada simpática sobre el hombro de Télendar. ¿Qué podemos hacer para el Consejo?
El hombre se puso de pie, arregló su postura y se aclaró la garganta, por fin agarró un rollo de la bolsa que colgaba de su costado. Leyó el contenido delante de todo el mundo.
"Querida Salvaje,
Espero que sigas a la cabeza de los Combatientes de Zil y que logres hacerte respetar mientras que los respetes. Mi integración en el seno del Consejo es finalmente menos fastidiosa de lo que preveía, es mas, sucede que algunos de mis talentos encuentran aquí una utilidad.
Las noticias que te hago llegar no son buenas y es muy importante que escuches atentamente las órdenes que voy a darte. Los numerosos informes y las observaciones tienen en cuenta una actividad importante en la bruma de los Confines. Idas y venidas de personas sospechosas hicieron al Consejero Marlok investigar y sus descubrimientos son catastróficos.
Néhant reagrupa sus fieles tropas y Néhantistas a su sueldo capturan a numerosos esclavos para cumplir el trabajo sucio. Pensamos que tienen por objeto liberar a Néhant de su prisión.
¡Esto no debe pasar!
También el Consejo les ordena a los Combatientes de Zil juntar sus fuerzas con los Enviados de Noz'Dingard con el fin de llevar un asalto sobre los Néhantistas y erradicar la amenaza. El Consejero Marlok te espera en la ciudad fronteriza de Arbenn póngase en camino en cuanto reciba este mensaje. La situación es extremadamente compleja y tensa. El Consejo va a tratar de administrar este problema así como el de los Nómadas. Te tengo informado. Abyssien."
El hombre enrolló el pergamino para dárselo a Salvaje.
-¿Tenias que leerlo en voz alta? Protestó.
Indignado el hombre abrió los ojos.
-Pero señorita así es como esto debe hacerse.
-Como sea, bueno gracias por todo, descanse todo lo que sea necesario. En cuanto a ustedes Combatientes de Zil ya oyeron las órdenes del Consejo de Gremios, desmontamos y nos ponemos en camino. Arbenn está a una semana de marcha de aquí, no demoremos.
La tienda estaba en el suelo, los combatientes arreglaban todo en diferentes caravanas y algunos se hacían cargo de los animales. En una de las carretas Kriss había reunido a diferentes miembros del gremio entre los que estaban Salem, Salvaje y El Espiritista, este último que estaba al tanto en lo sucesivo del pequeño problema encontrado por Salem. El mentalista había examinado por todas partes al espantapájaros buscando cualquier indicio sobre lo que provocó su crisis. Su conclusión no era divertida y confirmaba los temores ya emitidos: Salem iba desaparecer. La magia de este mundo estaba revuelta y la que había permitido crear a la creación de Zil, Salem, desaparecía con el tiempo. Kriss debía de informarle a su líder.
- Salvaje tenemos algo que decirte. Viendo las caras preocupadas Salvaje esperaba una noticia terrible.
-¿Te escucho, qué sucede?
-Hubo un incidente ayer por la noche durante la fiesta. No es algo que podamos explicarnos aunque tenemos teorías. Encontré a Salem en el suelo en lo que creí que rea una charca de sombra. En verdad era el mismo en estado líquido. Después de un pequeño momento recuperó su forma normal pero piensa que esto va a ir empeorando.
Salvaje estaba sorprendida por la historia, las cosas mágicas no eran su ámbito, no como el de Abyssien en todo caso. Simplemente se contentó con seguir escuchando. El Espiritista intervino.
-Siento mucho desconcierto en nuestro amigo Salem, enturbiado por lo que le sucederá. Así como se lo decía a Kriss la magia parece perturbada. No conozco mucho los detalles sobre la creación de Salem, en fin solo puedo hacer suposiciones simples basadas en mis observaciones...
- Sí, sí, acorta, se impacientó Salvaje.
- De acuerdo, para hacer la versión corta el espantapájaros no podrá contener más tiempo a Zil.
-¿En este caso que regrese al gato, no?
-Es una de las soluciones que establecimos. Pero según Salem esto no servirá para nada, pasaría la misma cosa en el cuerpo del felino. Zil está descomponiéndose mágicamente.
-Esto quiere decir que perderíamos a Zil, añadió Kriss para dar todavía más gravedad a la situación. Sé que la orden ha sido, debemos unir nuestras fuerzas con los Noz, pero nosotros, y cuando digo nosotros hablo de Salem y yo, pensamos que debemos encontrar rápidamente una solución a su estado. - ¿Y pues usted no se quedará con nosotros? Preguntó Salvaje que reflexionaba sobre todo esto.
-Salem tiene una idea, una pista que debemos seguir. Para no poner al gremio en problemas iremos solos.
-¿Y cual es esa idea?
-Aunque la antigua morada de Artrezil sea nuestro cuartel general todavía no tenemos todo descubierto de él. Puede que hubiera otros diarios de trabajo o del material al que pertenezca él en otros lugares. Salem tiene un vago recuerdo de una mansión perdida alejada de todo. Me gustaría ir a buscarla con él y quien sabe posiblemente encontrar la forma de curarle.
-Es débil como pista pero es la única que tenemos, añadió el Espiritista.
-Comprendo el problema, pónganse en marcho, usted dos se van. Prevengan a Abyssien, la magia de la sombra es su gran pasión.
-Contábamos con hacerlo, pero Salem formó a Abyssien en la magia de la sombra y no piensa que se halle en situación de remediar su problema, replicó Kriss.
-¿Y los Dráconicos? Tienen una escuela superior de magia, posiblemente pueden hacer algo.
-Sí pero no. Si recuerdas bien la historia de Zil, los dráconicos lo buscaban, por lo tanto no es una buena idea.
-Bueno, confío en sus opiniones, espero que ustedes encuentren la forma de devolver a Salem sobre pie.
-Y yo también, cuchicheó Kriss.
Kriss y Salem viajaban desde hace varios días y en lo sucesivo sus amigos combatientes estaban muy lejos, viajando hacia Draconia. Salem tuvo otra "crisis" esta vez más impresionante. Kriss tenía el ánimo por el piso, quería a Zil por sobre todo, eran amigos desde que había dejado a su familia para recorrer el mundo. Se acordaba del día en que se le confío el secreto, el día en que le reveló que era Zil y que iban a encerrarlo en el pequeño gato negro que era tan aficionado a Kriss. Pero Salem se había recuperado de esta prueba al precio de un esfuerzo mágico que lo debilitó considerablemente. En lo sucesivo la marioneta de paja hablaba sólo rara vez prefiriendo guardar su energía para continuar marchando a buen ritmo. Salem se acordaba de una vieja construcción en un lugar lejano. Gracias a los poderes de Kriss y una buena dosis de suerte ambos compañeros acabaron por encontrarse frente a lo que pensaban que era el lugar buscado. Era una mansión de talla respetable con tres pisos. Construida con piedras talladas, su arquitectura se parecía de manera extraña a la morada de Artrezil aunque esta última era mucho más grande que esta.
-¡SÍ! Es AcA.
-En todo caso se parece a nuestro cuartel general. ¡Alguien debe vivir allí, hay luz dentro!
Ambos Combatientes de Zil avanzaron sin ser consciente de lo que iba a esperarles al otro lado de la puerta espesa de roble. Kriss tocó una vez, luego al cabo de un momento sin respuesta toco por segunda vez
-¿Hay alguien ahí? Perdona que le moleste. Somos unos viajeros en busca de un tejado para pasar la noche. Salem trató de mirar a través de las persianas, pero aparte de la luz que vio nada más.
-vOy a eCHar uN vIStaZo.
-¿Esto no va a debilitarte?
-No, PueDO.
Salem dio la vuelta al edificio y encontró una brecha en una piedra. A partir de allí utilizó la magia de la sombra para unirse a las sombras e intentar dar un paseo en el interior. Pero por desgracia se topó rápidamente con la luz y la desaparición de las sombras. Volvió cerca de Kriss, este último tenía la oreja pegada a la puerta.
-¿Entonces?
- ¡Silencio! Creo que he oído ruido, como de pasos.
Kriss cogió entonces el anillo de hierro de la puerta y lo empujó lentamente. Las bisagras emitieron un rechinido largo para disgusto del músico. Nadie en la entrada. Ellos quedaron impresionados por su semejanza con el antiguo lugar de residencia de Artrezil.
-Por lo menos no estamos desorientados. Luego gritando: ¿HAY ALGUIEN? Como siempre ninguna respuesta.
-¿Realmente extraño, piensas que se nos vio llegar y que los habitantes se escondieron por miedo?
-NO, HueLO muCHo a mAGia aQuÍ.
- Bueno en este caso no nos molestemos en registrar el lugar, tenemos un objetivo esperándonos aquí.
La planta baja consistía en una gran sala de estar en el lado derecho, una cocina y una despensa grande a la izquierda. Aunque todo fuera viejo y en parte decrepitas no había polvo, signo de una presencia. Entre la cocina y la despensa una escalera subía y otra descendía.
-¿Entonces, sótano o pisos? La respuesta fue un crujido, largo y terriblemente angustioso de toda la casa. Polvo se escapó de las paredes y el techo echándoseles encima.
-¿Kof, kof, qué pasa?
Luego tan precipitadamente como había aparecido el fenómeno se paró, en seco.
- DONG DONG DONG DONG DONG*
Algo empezó a sonar, como una pequeña campana, el sonido llenaba toda la casa aunque era imposible localizar la fuente de estos "dongs".
-¡SÓtANo! Dijo Salem empujando a Kriss hacia las escaleras.
Las lámparas de aceite ardían lentamente proporcionando la visibilidad necesaria. Abajo una puerta de hierro les bloqueó el paso para gran asombro de ambos cómplices.
-La misma puerta que en nuestro cuartel general, Artrezil era o a un cómodo o le gustaba tanto su casa que la reprodució lo más escrupulosamente posible.
-¡OpCión dOs!
-Bien de acuerdo, si mis memorias son buenas había en nuestro sede central había un laboratorio de Artrezil, pues podemos suponer que encontraremos algo interesante aquí, dijo Kriss abriendo la puerta. Allí una visión de horror asaltó a nuestros héroes. En el suelo en medio de un revoltijo de libros, de cuadros, de ollas y de aparatos extraños se encontraba el cuerpo de un hombre que estaba inmerso en un charco de sangre, con la cara contra el suelo. Su espalda presentaba cortaduras profundas. Kriss tomó el pulso de este hombre.
-Muerto.
Pero Salem no tenía que hacer nada, ya estaba dando la vuelta al laboratorio, empujando objetos inútiles y examinando lo que le parecía mágico. Kriss devolvió el cadáver para ver mejor la cara de este desconocido.
-¿Artrezil?
Salem levantó la cabeza hacia ellos.
-¿QUé? Dijo volviendo hacia Kriss.
-Dime si sueño o no, pero la semejanza entre su retrato en nuestro cuartel general y el es más que sorprendente.
-¡TieNEs RazÓn!
-¡¿Pero cómo es posible esto?!
Fue entonces cuando se oyeron pasos. Como si alguien corriera por encima de ellos. Kriss sorprendido por su descubrimiento levantó la cabeza y miró al techo.
-¿Qué es esta historia?
-VE a vEr, mE QuEDo.
No hizo falta más para que Kriss se lance hacia la escalera y subiera rápidamente. Nada en el salón, nada en la despensa y tampoco nada en la cocina.
-¡No es verdad, no lo me lo imagine!
Los ruidos de paso se repitieron, esta vez en el piso superior. Kriss, un poco enervado se lanzó de nuevo hacia la escalera, subiéndolas de dos en dos.
Una vez arriba, se encontró cara a cara con una pequeña criatura que flotaba en el aire. Esta cosa se parecía vagamente a una muñeca con un vestido rosa y una peluca, pero estaba hecha de sombra.
-¡VÁYASE! Gritó, ¡usted no tiene nada que hacer aquí! Kriss no supo que decir, esta cosa estaba viva, pero de manera extraña no había la menor chispa de vida ahí dentro.
-Nuestras intenciones no son malas, venimos para buscar ayuda para curar a alguien.
La criatura miró a Kriss que intentaba acercarse. En seguida el hombre fue abrumado por emociones. Un flujo inmenso de sentimientos a veces contradictorios, tristeza, cólera, deseo y muchos otros. Kriss tuvo que aferrarse a la barandilla para no caer por las escaleras, su mente no podía soportar tanto, cayó de rodillas y se agarro la cabeza, gritando.
-PARA, YA BASTA, gritaba retorciéndose, su cabeza iba a estallar.
Luego el flujo se interrumpió. Kriss que jadeaba se incorporó, aliviado. Salem estaba allí, tentáculos de sombra salían de su mano, reteniendo a la pequeña muñeca de sombra.
-¿Que es?
- ¡UNa CReaCIoN de uNa MEntE TRasTORnadA! TOdo es fALso AQuí
-Hummmm, carecimos de prudencia mi amigo, ¡Hay que esclarecer esta historia! Kriss hizo aparecer su órgano portátil y girar la manivela en la dirección opuesta a lo habitual. Una música destructurada sonó. La canción duró unos cinco minutos, después de lo cual todo a su alrededor cambió. Las paredes parecían derretirse como si fuera chocolate, la criatura desapareció a su vez. Finalmente estaban en medio de una ruina, allí en el suelo a dos metros de ellos una joven mujer acurrucada meneaba su cabeza hacia atrás y hacia adelante, sollozando.
- PoDEr de lA SoMBra, siENtO La PResenCIa de ArtreZIL AQui.
-Esta casa debió pertenecerle, dijo Kriss poniéndose en cuclillas delante de la joven chica con los cabellos rubios.
La ropa era extrañamente parecida al estilo de los Combatientes de Zil y apretaba un espejo contra su corazón. Kriss observó que una parte de su cara había sido quemada.
-No tengas miedo, mi nombre es Kriss.
- Ya sé... yo te conozco... y... y tú eres... Zil dijo a la atención de Salem.
La pequeña muñeca de sombra hizo su aparición sobre el hombro de la chica, le cuchicheó algo a la oreja.
-¿Nos conoces? ¿Pero no te conocemos, quién eres? ¿Que haces aquí?
-Me llamo Alycia. Yo... no... ¿Puede ayudarme? No me deje aquí, tengo miedo.
-La noche esta cerca, vamos a quedarnos aquí y nos debes explicaciones. ¿Fuiste tu quién provocaste a todo esto?
-Sí fui yo, no puedo hacer nada yo no controlo lo que soy.
-¿QuE EreS tÚ? Preguntó Salem qué ya tenía su pequeña idea.
-¡Una creación, una cosa, me transformaron! Dijo mostrando la escalera que desciende hacia el sótano. Salem y Kriss fueron a ver, encontraron a un hombre muerto, según Kriss, de un infarto.
En este lugar había una cama, una jaula y todo un montón de material mágico. Entre esto encontraron diferentes diarios de trabajo así como trabajos de Artrezil sobre la transformación de la sombra. Salem explicó que esto formaba parte de búsquedas que permitieron al archimago crearle. El investigador explicaba haber secuestrado a Alycia cuando era niña porque disponía de un poder increíble. La había hecho su criatura.
Un misterio por resolver, pero creo que nos puede ayudar con el asunto que te preocupa Salem.
- Si, TambIéN yO.
Capítulo 3: El legado de Artrezil
Esta historia tiene que ser contada por mí. Yo fui un Combatiente de ZIl por aproximadamente una década, la cual estuvo llena de aventuras tan innumerables como increíbles. Pero esta historia va mas allá de lo que alguna vez vi y merece ser contada para los que se unirán a nuestro gremio en el futuro.
Todo esto comenzó hace algunas semanas. En el momento de la fiesta dada en honor del regreso de Télendar entre nosotros, encontré a Salem en estado lastimoso, casi liquido. Delante de este hecho y la eventual posible desaparición de Zil, emprendí el viaje en su compañía con el fin de encontrar una solución. Me doy cuenta hoy que posiblemente habríamos debido poner al tanto a todo el gremio. Después de todo ¿No somos no los Combatientes de Zil? ¿Debía emprender este viaje sólo? Pero lo que esta hecho, hecho esta.
Nos fuimos los dos viajando por comarcas dónde nadie va, lugares desolados y sombríos. Buscamos información sobre el Archimago Artrezil que creó en otro tiempo a Zil con la esperanza de encontrar una cualquier indicio para detener el dolor que roía a mi compañero. Sobre nuestro camino, encontramos a Alycia, un personaje extraño para el que tenía dudas sobre sus motivaciones. Y con razón, tenía razones muy buenas. Nuestro primer encuentro estuvo a punto de acabar muy mal. Encerrados en una ilusión casi perfecta. Pero nuestra experiencia en este género de manifestación notamos la diferencia y salimos de allí, heredando al paso un nuevo desequilibrio, como si no tuviéramos suficiente en el gremio. Creo que me comprenderás a Alycia cuando leas estas líneas, no digo que esto es negativo, sino que hay que reconocer lo que es: los Combatientes de Zil son un gremio de excéntricos y de sociópatas. Esto no es un mal es lo que da su fuerza. Pero no es el punto. Afuera, dejamos una de las antiguas moradas de Artrezil, hoy en ruina, con nuestra nueva compañera. Entonces nos planteamos la cuestión: ¿Qué hacer? Nuestros indicios eran más que débiles. Las crisis de Salem continuaban y cada vez las remisiones le pedían esfuerzos más importantes.
Presencie una de las escenas más... bizarras. Era la mitad de la noche. Estábamos en marcha hacia nuestro punto de referencia principal, el único lugar en la tierra oficial que los Combatientes de Zil tienen: el señorío de Artrezil. Dormía el sueño de los justos, muy al abrigo bajo la tela de mi tienda, cuando un ruido me extirpó de mis sueños. El jaleo era terrible, este provenía del exterior. Los sonidos guturales me recordaban algo, ya había oído esto repetidas veces. Allí sobre el borde del camino apenas alumbrado por la luna encontré a Alycia y a Salem. El espantapájaros totalmente desarticulado no se movía, como vulgar objeto. La joven mujer inclinada encima cuchicheaba en un lenguaje conocido solo por nosotros los Combatientes de Zil. Entonces reconocí sus palabras, el lenguaje de las sombras, ¿Qué hacía? Pensé que era una alucinación o, como en el momento del encuentro con Alycia, a una ilusión. Pero no, a la que no conocíamos hablaba como uno de los nuestros. Yo ni siquiera tuve tiempo para exigir la rendición de cuentas en esta historia que se fue. "¿Dónde vas?" Le dije. La respuesta que obtuve me tranquilizó y me inquietó a la vez. "Voy a salvar a Zil". ¿¡Salvar a Zil!? ¡Presuntuosa!
Pero no tenía elección, el espantapájaros estaba vacío, y por tanto ni Zil ni Salem estaban. Recogí pues con rapidez algunos objetos, bien determinado a comprender y después corrí detrás de Alycia. Fue viéndola de cerca que comprendí. Su piel negra, su mirada, sus actitudes. Todo en ella me recordaba a Salem. Alycia me explicó entonces haber actuado de instinto y que en lo sucesivo protegía a Zil dentro de ella. ¿Por qué ella? ¿Por qué no yo? Después de todo lo conocía desde hace tiempo y ella no. ¿Cómo había conseguido este prodigio? Seguimos el camino durante leguas sin que la menor palabra fuese pronunciada. Nuestra carrera terminó con nosotros en la mansión de Artrezil. Por otra parte es aquí dónde me encuentro de momento para escribir esta historia. Al final, el destino nos había traído aquí, por fin el azar, no realmente. ¿Que veníamos a hacer aquí? Zil y yo conocemos bien esta mansión, vivimos aquí durante meses invernales. Las posesiones de Artrezil estaban siempre allí, como de costumbre, y no había nada en todo esto capaz de resolver el problema. ¿Entonces qué? ¿Fue la nostalgia por parte de nuestro compañero de sombra? El fin le era próximo y quería desaparecer en un lugar familiar. Alycia no me escuchaba de todo modo, perdíamos el tiempo haciendo no sé que.
Ella se encontraba en la oficina de Artrezil la cual también conozco bien: compuse allí mis canciones más bellas. La veo girar en círculo como buscando algo, luego mira los libros y agarra uno, lo abre en una página y lo pone en el suelo. Bueno, de acuerdo, ¿Pero después? Hace lo mismo con otros, poniéndolos en el suelo con delicadeza. Delante de mí un esquema apareció, sobre cada página un dibujo, un símbolo, colocándolos en el suelo ¡Alycia hacía un ritual! ¿¡Usted comprende!? Pensábamos totalmente saber todo sobre Artrezil y sus creaciones increíbles y mucho tiempo después de su muerte todavía nos asombra. Una vez que el último libro estuvo abierto y puesto en su lugar una pequeña criatura de Sombra semejante a la que se paseaba todo el tiempo con Alycia apareció. Se inclinó delante de nosotros y se fue de ahí. La seguimos hasta el sótano donde atravesó una pared. Alycia hizo lo mismo atravesando también la pared. Reconozco haber tenido una puntada en el corazón cuando fue mi turno de enfrentar la pared. ¿Una habitación desconocida? Estoy seguro que si se destruyera la mansión seríamos incapaces de encontrarla, porque esta pieza verdaderamente no estaba allí, sino en otro lugar, deberemos descubrir su verdadero emplazamiento algún día. El lugar no era muy grande pero emanaba de las paredes una luz morada. Todo aquí era sólo magia de la sombra y hasta yo, que no estoy apegado a las artes mágicas, lo sentía, la presencia era fuerte. Allí, Alycia se puso en ángulo recto a vomitar a la Sombra, de hecho a vomitar a Zil. Otra persona apareció a su vez, o en todo caso se adelantó, porque estaba allí desde nuestra llegada. Me quede boquiabierto delante del el: era Artrezil. Lo que pasó luego verdaderamente supera lo increíble. Siempre recordaré sus palabras de consuelo a la atención de su criatura. Esta pieza estaba dedicada a el, el archimago no había tenido tiempo antes de su muerte de revelar su existencia. ¿Cómo lo supo Alycia entonces? Es una de las cuestiones a la cual estoy dispuesto a consagrarme en cuerpo y alma con el fin de encontrar la respuesta. Artrezil encantaba al pobre Zil en su última instancia de la desaparición. Poco a poco Artrezil reforzaba al que era a la vez él y su heredero. Tentáculos de sombra se movían en todos los sentidos, volviendo el espectáculo fascinante, y peligroso. Alycia en una esquina no se movió más. Este pequeño juego duró una buena hora antes de que Zil estuviera totalmente "acabado". Artrezil desapareció como había aparecido.
En cuanto a Zil he aquí muy nuevo y pimpante como en el momento de nuestro primer encuentro...
Verdaderamente tengo la impresión de haber vivido un sueño despierto. ¿Debo procurar comprender? Creo que no y que al final pienso que sólo el resultado cuenta. Zil esta de vuelta entre nosotros, es la herencia de Artrezil y tenemos mucha suerte de tenerlo. Los misterios que nos rodean son numerosos y todavía tenemos días largos delante de nosotros antes de descubrirlos.
El Imperio de Xzia
Capitulo 1: Descontento
El aullido de los espíritus era insoportable. Daijin meditaba y recibía de frente la peor parte de sus lamentos, mientras desaparecían uno tras otro bajo las llamas divinas. El vínculo establecido con cada miembro de su clan le permitió estar informado en todo momento del progreso de la situación, que era extremadamente crítica. El Ejército Imperial, dirigido por los Kotoba, se encontraba disperso y derrotado. Sin la intervención de la Comepiedras no quedaría ningún valiente hombre para enviar a luchar contra el enemigo. Pero Daijin estaba más preocupado por los espíritus que de los vivos y, en ese momento, sabía que el futuro sería sombrío... Esto fue corroborado algunos días después, cuando regresaron los Kotoba a Meragi, la capital imperial. Los rumores de la destrucción de la Tumba de los Ancestros y la derrota del Imperio fueron confirmados, socavando el espíritu de la población. Gakyusha, herido en su orgullo, fue convocado rápidamente con su hijo ante el Emperador y sus ministros. El Augurio de los Cielos estaba esperando con impaciencia la historia de su brazo derecho y el regreso de su Campeón. Gakyusha e Iro no se hablaban mucho desde hacía algunos años. Pero últimamente ambos hombres estaban más abiertos el uno con el otro y ese día fueron solidarios entre sí. Mientras esperaban frente a la puerta principal de la Cámara del Consejo Imperial, discutieron sobre los últimos acontecimientos.
- No te preocupes, hijo, no tenemos ninguna razón para avergonzarnos. Dijo el Señor Imperial con los ojos sumergidos en los de Iro.
- ¿Ah? Pero si hemos perdido en la vergüenza absoluta, sobre todo yo el portador de Kusanagi. No merezco esta espada, y mucho menos ser el Campeón.
- Y tú me dices esto, incluso cuando salimos vivos del campo de batalla. Recuerdo que decapitaste a una criatura con inmensos poderes y que sin la intervención de esa cosa divina le íbamos ganando a los escarabajos y a los nómadas.
En esto el guardia invitó a los dos hombres a entrar. Gakyusha ajustó su traje y pasó antes que Iro. Al ver el aspecto de los ministros y el Emperador, el debate parecía haber sido agitado. Después de efectuar el protocolo a la perfección, ambos se encontraban de rodillas en el centro de la sala, frente al Emperador. A la derecha de éste el Primer Ministro Akizuki con un abanico en la mano examinaba algunas notas escritas sobre un papel de arroz. A la izquierda Daijin miraba a Iro y a Gakyusha con singular indiferencia. El Emperador permaneció impasible reflexionando sobre los últimos acontecimientos y lo que pasaría con su Imperio. Más atrás, porque no era ministro, Toran, ex regente imperial, asistía a la reunión.
Iro se inclinó, con la frente en el suelo.
- Lo escuchamos, Campeón del Emperador, dijo Akizuki plegando su abanico.
- Venerado Emperador, mi honor está manchado con una vergonzosa derrota. Dijo levantándose. Aunque en la batalla inicialmente tuvimos la ventaja, hemos fracasado en nuestro deber y por nuestra culpa la Tumba de los Ancestros fue destruida.
Akizuki iba a responder, pero Daijin intervino.
- Efectivamente, es un fracaso. ¡Esta misión era simple, proteger la Tumba de los Ancestros, evitar su destrucción! Dijo con enojo.
En ese momento una niebla muy ligera se levantó en la habitación y varias formas fantasmales aparecieron por aquí y por allá. Luego susurraron quejas contra los seres vivos que escuchaban.
- ¡Escuchas, Campeón del Emperador! Gritó Daijin ¡Lloran a los ancestros desaparecidos para siempre!
Iro inclinó la cabeza, tenía claro que se merecía esta reprimenda. Lentamente desenvainó a Kusanagi y la colocó en el suelo.
- Usted tiene razón Daijin. Yo no merezco llevar a Kusanagi ni el título de Campeón del Emperador.
A su lado, Gakyusha hervía de rabia por dentro, estaban atacando a su hijo y de manera injusta. Por lo que decidió entrar en la discusión, de forma poco cordial.
- ¿Nos cree más fuertes que un dios señor Daijin? Dijo levantándose, ante la sorpresa de la audiencia. ¿Cree que su título de Asesor Místico le da el derecho de hablar así del Campeón del Emperador? ¡Luchamos lo mejor que pudimos, vi a Iro decapitar a una criatura que podría vencerlo Cuervo! Sólo el Emperador y el Primer Ministro pueden levantar su voz contra el Campeón o contra mí. ¿Soy lo suficientemente claro, ministro de los "misterios"?
La tensión aumentó. A pesar de su naturaleza sobrenatural la cara de Daijin enrojeció y estalló de cólera.
- Escuche esto, Señor Imperial porque soy...
Pero fue interrumpido en seco. Kusanagi puesta delante de Iro comenzó a vibrar, luego se elevó en el aire ante un sorprendido Emperador. Una nueva forma fue tomando cuerpo, una presencia que Iro ya había sentido. Todos quedaron sorprendidos en frente del primer emperador. Se postraron ante este ilustre antepasado.
- La ira no conduce a nada, espíritu Cuervo. Es demasiado tarde para volver atrás, la Tumba de los Ancestros ya no existe y su destrucción ha creado una abertura entre este mundo y el de los muertos. Escúchame Emperador de esta época, estoy aquí para advertirte. Tu mundo es la presa de elección para poderes superiores. Nosotros, los ancestros, fuimos sus guardianes, pero ahora no podemos retenerlos más tiempo. Van a despertar y caminarán por el Imperio. Éste debe permanecer unido como lo ha sido desde que lo cree.
El Primer Emperador recorrió la sala, buscando a alguien.
- ¡Nashi!
Uno de los fantasmas que se quedó en el fondo avanzó hasta Xzia. Era un hombre vestido con un abrigo rojo parcialmente desgarrado.
- Te quedarás con los Kotoba mientras puedas, aconséjalos acerca de lo que sabes sobre este caso.
- A sus órdenes Primer Emperador, dijo haciendo una reverencia. En cuanto a ti, Daijin.
- Has creado celos por quedarte en este mundo, Cuervo. Algunos de tus compañeros se sienten ofendidos, espero que hagas todo lo posible para mantenerlos donde están.
Luego se detuvo a nivel de Iro y Gakyusha.
- Hiciste todo lo posible y has seguido el código de honor al pie de la letra. No te culpes, mantén el corazón valiente y la espada lista para golpear al enemigo. Iro, blandes a Kusanagi tan bien como yo, mi descendiente hizo bien en confiártela.
Por último se enfrentó al actual Emperador.
- Tu vía es diferente de la que yo elegí, veo que diriges con sabiduría y no con la espada. Sabes rodearte de la mejor gente, debes confiar en ellos.
- Tengo toda la confianza en mi Campeón y en el Señor Imperial, ilustre ancestro. Yo iba a intervenir en el momento de su providencial aparición. He oído su advertencia y todo el Imperio tomará las medidas necesarias para evitar que las desgracias caigan sobre él. Por desgracia, debemos también supervisar al destructor de la Tumba de los Ancestros, sin duda, él no permanecerá en ese sitio.
- Ese es asunto de los vivos...
Xzia desapareció al igual que los otros fantasmas, excepto Nashi. La calma volvió. Daijin fue y se sentó de nuevo en su lugar, pensando en las primeras palabras del Emperador respecto a él.
- Vuelva a colocar esa espada a su lado Campeón del Emperador, yo no acepto que me la entregue. Sus acciones fueron valientes y son para la gente de Xzia un ejemplo. Señor Imperial, aunque estoy de acuerdo con mi ancestro, sólo puedo recomendarle que no vuelva a actuar con ira, sobre todo en mi presencia. Dicho esto, es cierto que mi Primer Ministro y yo somos los únicos que pueden permitirse el lujo de levantarle la voz a mi Campeón y al Señor Imperial. ¡Qué esto sea conocido por todos! Ahora reúna a las filas, veamos pues a nuestro nuevo invitado.
Iro y Gakyusha se sentaron detrás del Emperador con el corazón más ligero.
- Nashi... ¿Uno de los hermanos Cazador de Demonios de Onabunda? Preguntó el Emperador con gran curiosidad.
- El mismo, respondió el fantasma haciendo una reverencia. Toran se levantó y se colocó al lado de Nashi para poder hablar.
- ¿Sí? Maestro Toran.
- Perdone mi interrupción en esta discusión. La presencia de Nashi me obliga a revelar ciertos hechos.
El Emperador frunció el ceño, le ocultaban algo y eso no le agradaba.
- Le escuchamos Maestro Tsoutaï.
- Hace muchos años, mientras que Xzia luchaba ante las legiones dracónicas venidas del sur, otra guerra se llevaba a cabo. Una guerra silenciosa, una guerra mística que pocas personas pueden describir en la actualidad. Si Xzia dirigió su guerra, por su parte fue la coalición de los Cazadores de Demonios de Onabunda y los Tsoutaï bajo la guía del maestro Akiyoshi la que llevó los otros enfrentamientos. Hemos trabajado activamente para que lo sucedido durante esos años no se conozca. Le contaré en detalle el curso de esta guerra, pero en resumen confinamos a varios Karukaï, espíritus malignos, en el mundo de los espíritus y de los muertos. Creo que por eso está acá ¿No es así Nashi?
- Si maestro Tsoutaï, tienes razón. Y si vuelven me habré sacrificado por nada.
- No entiendo, intervino Akizuki ¿Por qué nos han estado ocultando esto?
- Porque era necesario. El emperador se enfrentaba a Draconia, era nuestro deber resolver los problemas internos del Imperio, dijo Nashi con calma.
- Sí ¿Pero después de la guerra contra Draconia? Preguntó el Emperador.
- Los ancestros tienen sus razones, nos hicieron jurar jamás hablar de esto con los vivos. Y hemos cumplido con nuestro compromiso.
Esta respuesta no satisfacía al Emperador, pero estaba contento, por lo menos por el momento.
- Gracias por sus respuestas. Señor Daijin, le encomiendo este asunto, trabajará en conjunto con los Kotoba y Nashi. Por ahora es inútil revelar esta información al pueblo.
Esa misma noche, en un lugar secreto se llevó a cabo una reunión de Cazadores de Demonios. Zatochi Kage, Nashi, Kyoshiro, Ryouken y Okooni formaron un círculo alrededor de Yu Ling. Alrededor de ellos docenas de palillos de incienso difundían sus fuertes olores. Del mismo modo varios farolillos rojos contribuían a crear una atmosfera especial. La anciana se puso en medio de los otros, cerró los ojos y escuchó las palabras de Nashi.
- Nuestra hermandad ha sobrevivido al tiempo bajo el manto del secreto. Protegemos al Imperio de las amenazas místicas de las que podría ser víctima. Yu Ling, ponte de rodillas delante de tus pares.
La anciana llevó a cabo la orden con gran dificultad.
- Por tus actos llevaste a la muerte a uno de los nuestros cuando She Zuan trató de liberarse. Por eso fuiste castigada.
Yu Ling recordaba perfectamente aquel desafortunado episodio de hace unos años. Desde ese momento llevó en su rostro la marca de la maldición.
- Ya has pagado suficiente por tu falta. Yo Nashi, Cazador de Demonios de Onabunda, borro tu marca y lo libero de tu carga. A veces nos enfrentamos a fuerzas increíbles, ese fue el caso en el pasado y este será el caso nuevamente. Encuentra edad y belleza en estos tiempos turbulentos, y levántate ante nuestros enemigos.
Nashi puso su mano sobre la frente de Yu Ling y su dedo pulgar translúcido borró la marca como si la tinta aún estuviera fresca. Un humo azul oscuro se liberó de la marca y rápidamente envolvió a la anciana que cayó al suelo. Ella se retorcía de dolor, su cuerpo cambiaba y cuando el humo desapareció, ya no parecía la misma. La anciana había dado paso a una joven mujer en la plenitud de la vida y hermosa como el día. Se sentía bien y en plena posesión de sus facultades.
- Cazadores de Demonios, ahora nos toca a nosotros.
- ¿Qué debemos hacer? Preguntó Kyoshiro.
- Ir a los cuatro rincones del Imperio y reunir a nuestro ejército.
- ¡Podemos hacerlo! Dijo Okooni con su voz ronca.
- En cuanto a mí, voy a buscar algunos ancestros perdidos, creo que todavía hay algunos pocos. Dijo Zatochi. Luego, mirando a Ryouken le preguntó ¿Quieres venir conmigo?
En respuesta, el Lobo de la Guerra puso su hocico bajo la mano del ex general.
- El Emperador quiere que nos asociemos con Daijin y los Kotoba. Dijo Yu Ling mientras se levantaba.
- Y tiene razón, vamos a necesitarles. Hay que verificar que las puertas todavía están selladas. Dijo Nashi. Y eso no será nada fácil...
Capitulo 2: Capturar un Karukaï
Iro, sentado en pose de loto sobre un tatami, miraba severamente a un pobre hombre, postrado en el suelo, tal cual, una miserable lombriz. El hombre, que denotaba ser un campesino, se excusaba una y otra vez, de la pobreza de sus cultivos que habían abastecido de pocos granos al Imperio en este año de escasez. Pero Iro no quería oír excusas. Sus numerosas canas y sus arrugas lo envejecían muchísimo, y aunque todavía no había alcanzado una edad avanzada, las pruebas atravesadas habían marcado lo más profundo de su ser. Retomó su postura de primer ministro, luego con un gesto ágil puso la mano sobre Kusanagi. Lentamente se levantó y dejó reposar el filo de su espada en la nuca del pobre hombre.
-¡Si no puedes alimentar al Imperio, ya no le sirves para nada !
Levantó su brazo y blandiendo la espada, le cortó la cabeza. Las otras personas que asistieron al espectáculo, se sintieron horrorizadas por el gesto. Pero Iro no se inmutó, su unico deber era llevar el Imperio hacia la gloria y la grandeza, el resto no tenía la menor importancia. Iro se despertó sudoroso. Hacía ya una semana que tenía el mismo sueño, cada noche él se veía mayor, decapitando a un campesino, que le pedía redención. Sus noches más cortas comenzaban a cansarlo. Se pusó el quimono rojo, uniforme de la Kotoba y salió un momento a el jardín. Hacía frío pero esto no lo molestaba, admiró la luna, en parte visible. " Estoy perdiendo la cabeza " se dijo. " Es medianoche y sé que no voy a poder dormir más ". Iro regresó a su cama y tomó a Kusanagi.
-Xzia, antepasado benévolo, necesito de tus iluminados consejos. No tengo ganas de hablar con otros de esto que sueño, ya que se vería como un signo de debilidad.
Puso la espada del primer emperador a su lado y luego miró el techo hasta que el sol se levantó. Lentamente se vistió, estando cansado de una nueva noche de insonmio. Saludó apenas a su padre y a su abuelo que discutían de las últimas noticias. A Gakyusha no le gustaba ver a su hijo en ese estado, sabía que algo no iba bien.
-¿Período difícil para nuestro campeón ? Interrogó al abuelo a quien Iro se parecía tanto.
- Es así desde hace algún tiempo. Cuando un hombre comienza a no dormir convenientemente es que su espíritu está ocupado por malos pensamientos. Veré que puedo hacer.
Más tarde en la oficina de Gakyusha, Tsuro el maestro de los Abatidores, escuchaba atentamente a su viejo amigo, inquieto por su hijo.
- Si quieres voy a vigilarlo algún tiempo, si algo no marcha bien te prevengo.
- Te agradezco por dedicarle tiempo a esto.
- Es normal, es miembro de la Kotoba, El campeón del Emperador y también un amigo. ¿ Sabes que debe hacer hoy?
- Debe asistir a un curso de esgrima en la escuela imperial.
- Muy bien, allá voy.
Iro había pasado la mañana cumpliendo su servicio en el palacio imperial. Había asistido a reuniones fastidiosas y políticas, así como a la recepción del jefe de un clan lejano, que había venido a saludar al Emperador. Todo esto, fue de una trivialidad penosa para nuestro héroe, enamorado de las aventuras. También estuvo contento de llegar por fin a la escuela imperial, un lugar que le gustaba por haber pasado allí algunos años. Fundada por el padre del Emperador actual, esta escuela tenía por objeto formar a los futuros magistrados imperiales, pero también a los oficiales y a los futuros soldados. Pequeño genio de las armas, el hijo del Señor Imperial, Iro se había incorporado a muy temprana edad, al prestigioso establecimiento y había vuelto a salir de él, tres años más tarde con el sobrenombre del "Duelista". El maestro Fu-Fa estaba contento de ver al campeón, este viejo hombre cuya barba llegaba hasta sus pies era el maestro más viejo de la armada del Imperio y a pesar de su edad muy avanzada, no era facil de vencer.
- Iro, siempre es un honor el recibirte aquí, mis jóvenes aprendices están verdaderamente impacientes de recibir las enseñanzas del campeón de nuestro, bien amado Emperador.
- ¡ Vayamos pues, voy a enseñarles lo que yo mismo, tuve el privilegio de aprender del mejor espadachin que vive en esta tierra !
- Me halagas, llegado el caso habrá que verificar si el alumno ha sobrepasado al maestro, sobre todo que este alumno se ha hecho merecedor de llevar a Kusanagi.
- Esto es posible. Acepto el desafío, como siempre. Ya es hora de dejar que la juventud asuma su lugar, dijo, sin tener el menor cuidado sobre el verdadero significado de sus palabras.
El maestro Fu-Fa quedó en shock algunos instantes, por esta última observación muy poco respetuosa. Pero no le guardó rencor por ella. Los alumnos en traje de campaña ligero, estaban bien alineados, de rodillas alrededor de la superficie de arena reservada para los enfrentamientos con espada. Iro se instaló donde no habia nadie, seguido de cerca por el maestro Fu-Fa. Los alumnos se inclinaron respetuosamente.
- Así como ustedes pueden verlo jóvenes, hoy tenemos el inmenso honor de recibir al Campeón Imperial, quién ha aceptado asistir a nuestra sesión de enseñanza.
Iro no se sentía bien, tenía un sueño terrible y una extraña sensación de ya haber visto esta escena. El maestro Fu-Fa les recordaba a sus alumnos las reglas que todo buen espadachin debía conocer. Luego con el fin de que cada uno pudiera dar prueba de sus habilidades adquiridas, motivó a sus alumnos organizando un torneo rápido, el ganador tendria la posibilidad de confrontar a Iro, gozando así de toda su experiencia. Impulsados por el reto, los alumnos se superaron. Iro, con sus pensamientos en otro lugar, no fue muy respetuoso con alumnos, y sus bostezos provocaron por aqui y por allá algunos cuchicheos de indignación.
" ¿ Que es lo que le pasa ? " Se preguntó Tsuro a algunos pasos de ahí. " Esta historia llegará a oidos del Emperador, y esto puede perjudicarle. "
Por fin, después de cerca de una hora de justas amistosas,de los alumnos más fuertes, un cierto Yang Guo, quedo a la cabeza. Fue saludado por el maestro Fu-Fa, quien estaba encantado por esta victoria, ya que este era su mejor alumno. El joven hombre se adelantó hacia Fu-Fa e Iro y como lo marcaba la tradición, se puso de rodillas y apoyó su frente contra el suelo. En la cabeza del campeón hubo un deja vu. Vió de nuevo la escena de su sueño excepto que esta vez, estaba despierto. Se levantó, tomó una de sus espadas y fue hasta Yang Guo. Fu-Fa hizo un movimiento hacia atrás, sin entender lo que pasaba. Otros alumnos se preguntaban a que estaba jugando el Campeón Imperial. Tsuro, no lejos de allí, no vaciló un segundo y se lanzó. Pero Iro era rápido y bajó la espada. Sin embargo Yang Guo no iba a dejarse aplastar, rodó de lado y en uso de su arma detuvó el segundo golpe que le propinaba Iro. Tsuro llegó justo a tiempo sobre Iro, antes de que se derramara la menor gota de sangre. El maestro Abatidor, y Yang Guo, desarmaron y luego inmovilizaron al campeón imperial que cayó desvanecido. El maestro Fu-Fa reaccionó con rapidez, comprendiendo que la situación no era normal, despachó inmediatamente a todos sus alumnos y le ordenó a Tsuro y Yang Guo traer al Campeón hasta su casa, frente a la escuela. Allí, el campeón fue dispuesto comodamente.
- ¡ Hay que prevenir rapidamente al Señor imperial ! Está en su casa en este momento, usted podría encargarse de ello, dice dirijiendose a Yang Guo.
El joven hombre se fue corriendo, no podia creer lo que acababa de vivir. Mucho más tarde, en casa de Fu-Fa, Iro se despertó y se recuperó del trance. Gakyusha había seguido al joven alumno, pidiéndole a Yu Ling que viniera también para examinar a su hijo.
-¿Entonces Exorcista, que tiene?
Yu Ling analizó los influjos mágicos alrededor de Iro y su diagnóstico era claro.
- ¡Está bajo una influencia mágica, reconozco allí la marca de un Karukaï!
-¿Entonces la amenaza es real? Se inquietó Gakyusha. Exorcista, te lo encomiendo.
Yu Ling pasó la mano sobre la frente de Iro, revelando un símbolo en forma de ola.
- ¡El señor de las serpientes! ¡Está aquí!
- ¿Aquí dónde? Preguntó Tsuro.
-Voy a explicarles, esto tiene que ver con la creación de Meragi. Antes de que esta ciudad fuera fundada, vivía aquí un hombre cruel, el señor Onoba. Poseía todas las tierras de esta comarca y consideraba a los habitantes como sus esclavos y su perfidia era incomparable, conspirando para ganar el máximo de poder. Cuando Xzia llegó a la región con el fin de unificar los clanes, se encontró confrontado con Onoba. Este hombre con lengua de serpiente fue uno de los desafíos más grandes del futuro Emperador.
-¿La historia del Emperador y de la Serpiente? Cortó a Tsuro.
-Sí, y cuando Onoba se encontró con su alma podrida, en las manos de su alter-ego serpiente, se fusionaron al extremo de convertirse en Karukaï. Es probable que Onoba se haya quedado en el mismo lugar que Meragi, pero en el mundo de los espíritus. Es bien sabido que al Karukaï le gustan las ciudades, por ello no seria de extrañar, que se encuentre aquí, en Meragi. Añadió Yu Ling que observaba a Gakyusha. ¿Algo no va bien, Señor Imperial?
-Sí, esto no va bien. No he prestado jamás, mucho atención a estas historias, sólo creo en mi espada. Nuestra familia es una de las más antiguas, descendemos de Onoba, dijo Gakyusha que comenzaba a comprender.
Yu Ling inclinó la cabeza, esta noticia no era buena.
-Intenta influir sobre Iro, dijo con grandes gestos.
-¿Entonces? ¿Que podemos hacer? Se inquietó Tsuro.
-Vamos a tener que afrontar la situación. Habrá que ir al mundo de los espíritus y ajustar cuentas con este despreciable Karukaï...
Morada del Cuervo, una casa lúgubre en un barrio lúgubre de la capital imperial. Tsuro e Iro sentados uno frente al otro fueron rodeados por Daijin, Malyss, Yu Ling, Kyoshiro y otros magos del clan del Cuervo. Todos ellos, en la misma posición de encantamiento, con el fin de abrir un pasaje hacia el mundo de los espíritus.
-¿Por qué somos dos? Preguntó Iro, al ilustre anciano.
-¿Por qué no? ¿Tienes miedo de fracasar? Dijo Tsuro, punzando al campeón.
-No, no tengo miedo de nada.
-Entonces, concéntrate.
Decenas de cuervos aparecieron unos tras otros, arremolinándose por encima de ellos con frenesí. Comenzando a volar cada vez más bajo, rozando, y luego golpeando a Iro y Tsuro. En lo sucesivo, ninguno de los dos podían moverse. Al cabo de un momento, ya no veían nada, envueltos por las numerosas aves y las plumas caídas. De repente, todo desaparecio, ningun ave, solo una luz viva y roja. Y cuando sus ojos se adaptaron, se oyó un silbido, largo y penetrante. Iro se levantó, como impulsado por un resorte, colocando instintivamente la mano sobre Kusanagi. Tsuro, a su vez, se colocó la máscara de los Abatidores sobre su cara.
-Me siento raro dijo al viejo hombre.
-Yo también, algo no va bien...
Iro siempre oía este silbido agudo y no comprendía de donde venía.
-¿Oyes eso? Algo parecido al silbido de una serpiente, debemos estar en el antro de Karukaï.
Tsuro prestó atención pero no comprendía, porque no oía nada en lo absoluto. Solo Iro podía oírlo.
"Graccciasss por haber venido " le dijo una voz en su cabeza, " ¡ dessssde ahora, ME pertenecesssssss ! "
Iro sintió un dolor inmenso en el vientre que lo dobló en dos. El dolor subió rápidamente hasta su cabeza, creyendo morirse. Tsuro saltó entonces sobre Iro y le puso un puñetazo al nivel del torso. Símbolo de los Xziarites apareció sobre el joven campeón.
-¡De ninguna manera! Gritó Tsuro, golpeando por segunda vez.
Allí una forma translúcida salió de Iro, una forma que comenzó echó a crecer y a crecer para convertirse por fin en un tipo de hombre serpiente. Su apariencia era repulsiva, esta cosa con piel escamosa y roja, no poseía ojos y en su cabeza se movían varios tentáculos. Iro se aferró de Kusanagi para no zozobrar, al pasar el dolor.
-Tssssss, que molessssssto, me privasssss de mi nuevo cuerpo...
-¡Onoba ! ¡No saldrás de aquí! Gritó Tsuro sentado en pose de loto. ¡Iro animaté y atacá !
El campeón, ahora liberado de la influencia de Onoba, tenía la firme intención de ajustar cuentas. Se saco la parte superior de su vestimenta para estar libre en sus movimientos y tomó a Kusanagi en una mano y otra espada en la otra.
-¿Creesss que puedessss derrotar a la sssssserpiente? ¡Esssssss mi casa! ¡Missss reglasssss !
-¡Vas a ver tus reglas! Soltó Tsuro, que deseaba hacer un comentario socarrón.
Un glypho de protección se formó bajo el maestro Abatidor, y luego otro, bastante diferente sobre el Karukaï. Iro se lanzó y asestó un golpe violento de espada sobre la criatura. Ésta sorprendida con no poder utilizar más sus poderes intentó esquivar y replicar. A pesar del glypho de Tsuro, Onoba era una criatura temible, Iro, con mucho esfuerzo mantenia el ataque. Karukaï, encarcelado resistía mientras podía
"¡Toma la espada con ambas manos y golpea, Iro, no eres el descendiente de Onoba, sino el mío! "
Esta voz, era la de Xzia que parecía manifestarse en los momentos más delicados. Iro lanzó su segunda espada, tomó impulsó y saltó. Se encontró sorprendido al verse a la altura de la cabeza de Karukaï. Agarró firmemente a Kusanagi con las dos manos y hendió la hoja de arriba a abajo, cortando toda la longitud de la piel de la criatura que aulló. Una materia gelatinosa, casi ectoplasmica chorreó por la herida. Tsuro que había concluido su concentración, aflojó toda la energía del glypho, una red mágica capturó a Onoba,que se sacudía de dolor.
-¡Eres nuestro! Esto no fue muy difícil, dijo Iro con orgullo.
El combate había sido breve, pero intenso. Iro, ahora se encontraba libre de la influencia de su antepasado. Pero no sabía que todo esto, habia sido previsto y que el plan de Karukaï funcionaba perfectamente...
Capitulo 3: El secreto del Cuervo
Hace mucho tiempo...
Daijin sobrevolaba las futuras tierras imperiales, batiendo sus alas con vigor, impulsado por el fuerte viento. Él, que había vivido los primeros momentos de su existencia en el mundo de los espíritus. Le gustaba tanto esta libertad duramente adquirida a través de Yachoukou, el Karukaï, maestro de los espíritus aves. Había imaginado este momento con emoción y cuando por fin encontró el camino de la salida del mundo de los espíritus, supo que de ahora en adelante se encontraba en casa. Visitó las diferentes regiones de las tierras de Guem, pero nada lo atraía más que los grandes bosques de bambú de las tierras orientales, allí donde los hombres parecían reverenciar el honor como a un Kami. Se maravilló ante tanto ingenio, coraje y valentía, de la que daban prueba estos hombres. Quedó aun más impresionado por la facilidad que tenían para luchar entre sí por cuestiones territoriales o incluso por simples trivialidades.
Luego vino la ascensión de Xzia. Este humano que por la fuerza, la diplomacia y la perspectiva de un mundo mejor reunió a todos los clanes bajo su bandera. Daijin estaba allí cuando esto sucedió. Aquel día, decidió tomar forma humana y vivir entre ellos. ¿Probablemente así podría aprender más sobre sus costumbres y su naturaleza? Y quizás así escaparía de las eventuales búsquedas de los enviados de Yachoukou. Fue así como Daijin se convirtió en un anciano, al menos en apariencia, entre los hombres.
Muchos años más tarde Daijin se encontró en una historia en la que él no lo había pasado bien. Había llegado el tiempo de la guerra. El Emperador Xzia pronto iba a llevar a sus ejércitos contra Draconia y el mundo iba a arder. Daijin no deseaba participar porque vivía como un observador y era amigo de los hombres. Desde que vivía en el Imperio numerosas leyendas acerca del Cuervo se contaban alrededor del fuego y desde entonces el Cuervo tiene un sitio especial en la mitología de esta región, hasta se le atribuían poderes muy superiores a los que realmente poseía. Esto le convino hasta el momento en que el Emperador pensó que la victoria se le escapaba de las manos y ordenó que encontraran y le trajeran a este "Cuervo". Si no lo tiene, lo que el Emperador desea, el Emperador lo obtiene. Daijin no se escondía y fue fácil para los consejeros de Xzia encontrarlo y conducirlo frente al que lo llamaba. Fue llevado a Meragi, la capital que cada día acogía a nuevos habitantes, una ciudad con gran actividad. Daijin fue recibido en la sala del trono donde el Emperador y sus consejeros lo esperaban. Entre la gente el Cuervo reconoció a una persona de la orden Tsoutaï, no le gustaban estas personas porque estaban a la vez en este mundo y en el de los espíritus. Xzia habló.
- Cuervo, me han hablado de la extensión de tus poderes y nos serán útiles para derrotar a nuestros enemigos. Colócate bajo el mando de los Tsoutaï y vean cómo organizar nuestra defensa mágica.
Pero Daijin no deseaba intervenir en esta guerra que no era suya. Respondió lo más natural que pudo.
- Si, es honorable querer lo mejor para su imperio, pero debe saber que no soy de este mundo y que no intervengo en los asuntos de los hombres.
Esta negativa pública hirió profundamente al Emperador, provocando un maremoto político. Xzia levantó su mano y la audiencia guardó silencio. No era del tipo de personas que se deja impresionar por cualquiera, sea humano o no.
- Si pisas mis tierras, eres mi sirviente, yo soy el Emperador, designando por los Kamis para gobernar el mundo de los hombres y también el de los espíritus. Tú harás lo que te ordene.
Daijin hubiera actuado en aquel momento, pero fue incapaz de utilizar sus poderes.
- Emperador, si los Kamis te confiaron este mundo no puedes jactarte de ser el Emperador de los espíritus. El mundo del que hablas es regido por otras leyes. Yo dispongo de mi buena voluntad, Pero no recibo ordenes de nadie.
La cólera de Xzia estalló ante esta afrenta.
- ¡Si no estás dispuesto a ayudar al Imperio desaparecerás!
Los guardias, ayudados por los Tsoutaï, cogieron a Daijin incapaz de resistirse. Mientras salían de la sala del trono Daijin lanzó una última frase.
- Tejeré sobre tu Imperio un velo de desgracia. Un día el Emperador se inclinará ante de mí como un siervo ante de su amo. ¡Te condeno Xzia y a tus sucesores a tener que pactar con mi descendencia!
El Cuervo fue arrojado al fondo de una mina abandonada de hierro gris, metal capaz de contener los poderes de los espíritus y no se volvió a hablar más de él.
Un pasado más próximo...
Han pasado muchos años. Dentro de quince años la Piedra Caída del Cielo, provocará un conflicto mayor. Pero, por ahora, el Emperador había vuelto a abrir las puertas de la mina de hierro gris, enviando una pequeña cohorte de obreros a extraer los últimos restos del precioso metal. El joven Oykun recorría las entrañas de la mina, desafiando el peligro, evitando los golpes de los capataces. En lo más profundo de la montaña encontró a un viejo hombre medio inconsciente. Oykun se apresuró a ayudarlo, dándole un poco de su agua cuando ya casi no le quedaba. El viejo con los ojos amarillos se secó la barba.
- Gracias… muchas gracias joven. No sé cuánto tiempo he pasado aquí.
- ¿Qué fue lo que hiciste anciano? Preguntó Oykun alumbrando las cadenas de hierro gris que retenían a Daijin.
- He sido encerrado aquí porque supuestamente dije palabras amenazadoras contra el Emperador. Desde entonces estoy aquí encerrado en el fondo de esta mina. Ayúdame, libérame de estas cadenas y salvaré a tu familia de la servidumbre y del infierno de esta mina.
Oykun era muy escéptico, pero consagraba hacia las autoridades un odio de los más feroces. Por lo que buscó el medio para liberar al viejo hombre, una vez hecho esto, lo llevó afuera dónde la noche ya había caído. Daijin sintió nuevamente el viento fresco sobre su cara, olió los perfumes de un bosque cercano.
- Tomará un tiempo en que mis poderes vuelvan joven Oykun, llévame hasta tu familia, escóndeme. Dime Oykun ¿Cuál es tu apellido?
- Soy Oykun Kage. Nos arrastremos, los capataces vigilan el lugar. La familia de Oykun vivía en los ruinosos campamentos de barracas destinados a los obreros de la mina. Todo estaba sucio y en mal estado. Daijin ya había visto en el pasado la esclavitud del hombre por el hombre, al parecer nada había cambiado desde su encierro. La llegada del anciano y el modo en el que Oykun lo liberó sembró la discordia entre los miembros de la familia Kage. Algunos querían entregar al viejo a las autoridades, otros veían ahí la ocasión de hacer pagar por los sufrimientos a los que habían sido sometidos. Daijin finalmente logró ponerlos de acuerdo respecto a su presencia entre ellos. A la noche siguiente Daijin estaba mejor, habló con Oykun sobre el futuro que iba a ofrecerle a su familia.
- Yo siempre cumplo mi palabra Oykun. Dime ¿Quiénes son estos niños que duermen tan agitado sueño? Preguntó Daijin mirando a dos jóvenes chicos acurrucados bajo su manta.
- Él es Oogoe y él Karasu, y este pequeño hombrecito, dijo señalando a un bebé, es Kotori.
Daijin veía un enorme potencial en los chicos y supo que este encuentro iba a permitirle vengarse.
- Tomaré a tus hijos, tus primos, tus tíos y todos los que quieran colocarse bajo mi protección. Romperé las cadenas que te amarran así como lo hiciste conmigo. Luego iremos a Meragi y tomaremos el control. Esto probablemente tomará algún tiempo, pero lo haremos.
En el presente...
Daijin había vuelto a Meragi desde hacía tiempo. El Clan del Cuervo había prosperado rápidamente, Daijin obtuvo su venganza envenenando los sueños del Emperador. Luego la situación cambió y ahora Daijin era consejero del Emperador, al fin reconocido y sobre todo respetado. Una nueva amenaza golpeaba al Imperio, los Karukaï pronto iban a pisar esta tierra, lo que horrorizaba a Daijin. Había escapado mucho tiempo de Yachoukou, pero la barrera entre el mundo de los espíritus y este mundo había sido destrozada.
Kotori Kage, el más joven de la familia se reveló rápidamente como un niño dotado en las artes marciales. Gracias al poder de su clan y a sus increíbles habilidades llegó a integrar la orden de los Abatidores. Shui Khan, que recibió las enseñanzas de Tsuro le transmitía ahora su saber al joven Kotori. Su entrenamiento los había llevado al bosque de árboles milenarios de Kobimori, no lejos de Meragi. Kotori corría zigzageando entre los árboles, sabía que en cualquier momento podía surgir su maestro, el fin era escapar de él el mayor tiempo posible. Hasta ahí todo iba bien. Luego una daga rozó su cara. Se lanzó detrás de un grueso peñasco para esconderse.
- ¡Creía que no utilizaríamos los kunaïs maestro! Gritó Kotori.
Enseguida se dio cuenta que el objeto que estuvo a punto herirlo no era un kunaï, sino una daga de metal negro con forma de pluma. ¡Esta no era un arma de Abatidor! Lo atacaban de verdad, a pesar de todo guardó la calma, analizó la situación, intentó descubrir donde se encontraba su enemigo. Según el ángulo de la daga y su velocidad, su enemigo estaba en uno de los árboles a sólo algunos metros de su posición. Rápidamente se equipó, mientras armaba su Lanza Agujas, desenvainó varios kunaïs. Luego dio un salto sobre el peñasco que lo protegía, lanzando unos kunaïs sobre los árboles. Luego, una nueva daga negra voló a toda velocidad con destino a la cabeza de Kotori, pero un kunaï venido de otra parte se estrelló contra ella antes de que hubiera tocado al joven Abatidor. Shui Khan no tardó en aparecer a los pies de los árboles, tenía una decena de pequeños shurikenes apretados entre sus dedos. Con un movimiento ágil y poderoso los lanzó en el aire, cortando hojas y ramas. Sacando provecho de la distracción Kotori se abalanzó sobre las primeras ramas del árbol. Pero no encontró nada más que unas pocas plumas negras que caían lentamente hacia el suelo. Shui Khan vigiló los alrededores pero el atacante ya se había ido.
- ¿Estás bien Kotori?
- Además de que estuve a punto recibir una daga en plena cara, estoy bien. ¿Qué fue eso?
- No tengo idea, pero sentí una presencia maligna en los alrededores, no sospeché en ningún momento que arriesgabas tu vida.
- ¿Fui tomado como un objetivo? Preguntó Kotori recogiendo las plumas caídas.
- Sí, sin duda. Me da la impresión que estás en mejor posición que yo para comprender esta historia, dijo Shui Khan mostrando las plumas. Volvamos a Meragi, voy a informar al Señor Imperial de esta historia.
- Y yo voy a hablar con el que podrá responderme.
Daijin discutía con Oykun en la gran sala de la morada del clan. El antiguo minero con algunos años más y sus sienes entrecanas le recordaban que el tiempo avanzaba inexorablemente. El joven minero que salvó en otro tiempo al Cuervo se había hecho una persona importante, dirigía el clan con Daijin. Su discusión fue interrumpida por la llegada de Kotori que había corrido hasta aquí para evitar todo encuentro fortuito. Se inclinó ante el Cuervo y su padre.
- Disculpen por molestarlos.
- ¿Qué pasa? Preguntó Oykun frunciendo sus cejas.
- Acaban de intentar asesinarme, dijo tendiendo las plumas recogidas en el sitio.
La cara de Oykun se volvió blanca, ¡Alguien había intentado matar a su hijo! En cuanto a Daijin, tomó las plumas, ya había visto algunas semejantes.
- ¿Quién se atrevió a hacer esto? Gritó Oykun.
Kotori no supo que responder.
- Cálmese señor Oykun, sé quién hizo esto, y pienso que verdaderamente no fue una tentativa de asesinato, sino una advertencia, incluso una invitación. Pero esto me incumbe a mí, el espíritu Cuervo.
- ¡No me gusta que se sirva de los míos para sus historias de espíritus!
- Comprendo su ira, voy a arreglar esto, y siempre cumplo mi palabra. Oykun apretó los dientes pero no respondió, prefiriendo examinar a su hijo para ver si no estaba herido. Daijin se fue hasta sus aposentos, en la parte superior de la morada, luego abrió la ventana y se transformó en un cuervo enorme. Voló con destino al bosque de Kobimori. Percibió la presencia de innumerables espíritus en la zona.
- Tan cerca de Meragi, esto no va bien en lo absoluto.
Luego reparó en el que venía a ver y en este momento sintió miedo. Tomó forma humana y se acercó a alguien o algo.
- Veo que tienes el coraje de venir a verme mi pequeño Cuervo... Pero, ¡Que feo estás! Dijo esta extraña persona mitad humana y mitad ave. ¡Cambia eso!
Daijin cambió de apariencia, rejuveneciendo.
- Así está mejor.
- Señor Yachoukou.
- Mi presencia aquí te da miedo no mi pequeño Cuervo. Escapaste de mí mucho tiempo, pero ahora que te encontré vamos a poder ajustar nuestras diferencias. Muchos de los Karukaï hablan de ti, tienen miedo de que los traiciones como me engañaste a mí, mi pequeño Cuervo.
- Usted no está todavía plenamente en el mundo de los hombres, no puede hacer nada contra mí.
- Es verdad, si, todavía no soy capaz de igualarte en este mundo. También pensé en otros planes... Pareces atado a la familia humana Kage. Vamos a comenzar con ellos mi pequeño Cuervo.
En ese momento surgieron de entre los árboles decenas y decenas de aves, cornejas, cuervos y otras aves del mismo tipo.
Todas despegaron hacia Meragi bajo la divertida mirada de Yachoukou.
Sol’ra
Capitulo 1: A prueba
El sol se levantaba mucho tiempo después sobre el desierto de esmeralda. Como de costumbre el primer consejero del rey, el Visir Mahamoud consultaba las misivas llegadas durante la noche. El té de menta de las orillas de Ekta difundía un olor delicioso, al visir le gustaba la frescura relativa del lugar a esta hora. El día se anunciaba bien, las noticias hasta ahí excelentes lo ponían de buen humor. Hasta se corrió el riesgo de servirse de nuevo té. Mientras llevaba la taza a sus labios observó un pergamino plegado que llevaba un sello de cera. Este sobre ciertamente no venía del reino del desierto, sino de otra parte, lo que era cosa rara porque pocas personas entre otras naciones se interesaban por el desierto. Acento su taza humeante y examinó el sello.
-El Consejo de los Gremios...
Abrió el sobre y comenzó a recorrer las escrituras. La carta había sido redactada por la mano de una mujer.
Muy estimado Visir Mahamoud, desde hace mucho tiempo que no le envió noticias y la que estoy a punto de darle es muy mala por desgracia. Una reunión excepcional del Consejo se efectuó a principios de este mes. Ha sido votado por mayoría la disolución temporal de los Nómadas del Desierto. Esta decisión ha sido validada por el Consejero-decano Veraz y entró en vigor al mismo tiempo. Visir, puedo sólo alertarle de la opinión extremadamente desfavorable en contra de los Nómadas del Desierto y por extensión hacia el reino del desierto. La decisión ha sido motivada por los ataques recientes sobre la Tumba de los antepasados llevados por Ïolmarek. Sabiendo que una pequeña parte de estas tierras, es decir, el lugar donde estrelló la piedra caída del cielo y sus alrededores son ahora propiedad de los Zil. Por consiguiente los actos de los Nómadas han sido juzgados como una agresión frente a los Combatientes de Zil. Visir, hasta ahora nosotros conseguimos salvar el desierto de esmeralda de la llegada de los extranjeros y esto gracias al hecho de nuestra presencia en el Consejo. Ahora que el gremio esta disuelto, es probable que haya consecuencias graves. También le imploro devolver a Ïolmarek la razón. Teniendo buenas relaciones con los Combatientes de Zil voy a intentar calmar las tensiones esperando órdenes de su parte. El Consejo me autoriza a guardar mis funciones cerca de ellos, pero todavía no sé cuánto tiempo. Su consagrada, Hasna
Mahamoud releyó la carta repetidas veces para asimilar bien la información. Familiarizado con los complots y un poco paranoico vio allí a primeras una maquinación en contra de los Nómadas, pero no siendo hombre que actúa bajo el golpe de la cólera le hacía falta más información. Replegó cuidadosamente la carta y la resbaló dentro de su chaqueta luego dentro de un sorbo se tragó el resto de té.
-¡Atcha!
Una criada de cierta edad entró en la sala y miró al visir con respecto.
-Me ausento el resto del día, vaya a ver a Arzeb, dile que avise a los Nómadas del Desierto todavía presentes en el reino, que son convocados sin demora.
-Bueno visir, esto será hecho.
-Gracias. Mahamoud había decidido en primer lugar prevenir al rey del desierto de esta mala noticia. A esta ahora se encontró al rey y a la mayoría del tribunal en camino hacia el templo de Sol'ra en Mineptra. Ante el rostro inquieto de su primer consejero, el rey aceptó una entrevista aparte, a riesgo de llegar tarde para la adoración. Una vez que la situación fue explicada y luego de un breve intercambio de opinión Mahamoud reanudó su viaje con la intención firme de resolver esta lamentable historia.
En el oasis de Istaryam, el príncipe Metchaf, Urakia y Kébèk se adaptaban a una nueva vida, una vida sin Sol'ra pero bajo la guía del panteón original o por lo menos lo que quedaba de el. Desde que Istaryam había sido parcialmente destruido y los antiguos dioses fueron libres, grupos de personas llegaban para ponerse bajo la protección del príncipe. La noticia se difundía rápidamente para condena de Metchaf porque esto llegaría tarde o temprano a las orejas de su padre. Temía porque esto le impondría una confrontación que en realidad no quería. El destino se apresuro a ocuparse de imponerle esta confrontación... La mujer que resultaba ser la encarnación de Naptys fue a encontrar al hijo del rey.
-Hay una persona a la que me gustaría presentarle. Tiene algo que decir, escúchala. Le espera al otro lado del lago.
-Usted es muy misteriosa, Diosa. Esta observación la hizo reírse a carcajadas.
-¡Es ahí la ventaja de ser un dios! Y es por eso que valoro que usted conozca a esta persona, algo me dice que se quedará a su lado por largos años.
-Veremos.
Sakina era uno de las raras sacerdotisa de Naptys. Desafiaba desde hace varios años la prohibición de Sol'ra por otros cultos. Su pueblo vivía por y para el viaje, prefiriendo evitar las ciudades y los contactos con otras comunidades. Naptys había decidido guiar este pueblo hacia Istaryam con el fin de que dioses y mortales cohabitaran en una nueva armonía. La joven mujer con los cabellos morenos mojaba sus pies en el agua tibia del lago y se deleitaba del contacto del líquido de vida. A Sakina le gustaba la vida y es por eso que tenía una gran afinidad con la diosa a la que representaba: Naptys. Sumergió las manos en el agua y se roció la cara. Metchaf había rodeado la extensión de agua y había visto a esta joven mujer bella como un rayo de sol. ¿Se preguntó si Naptys le había dicho que ellos dos se entenderían bien porque le gustaba seducir a las mujeres? Esta joven mujer no tenía que avergonzarse al lado de Urakia o de la hija del Aïf de Aksenoun. Metchaf se engalanó de su sonrisa más bella de seductor llegando frente a Sakina. La sacerdotisa se le quedo mirando algunos instantes con sus grandes ojos.
-Las leyendas sobre tu belleza son lejos de ser verdad Príncipe, Naptys tiene buen gusto.
Esto tocó al príncipe de lleno en el corazón. No mostró molestia para quedar digno frente a una persona de clase social mucho inferior a la suya.
-Gracias gracias. Encantado de conocerle...
-Sakina
-Un hermoso nombre, dijo para recuperar ventaja. Pero su efecto cayó al agua porque miró hacia otro lado hacia la extensión de agua.
-Tengo algo mostrarle Príncipe Metchaf, mire el reflejo...
Desconcertado echó un ojo a la superficie del agua. Vio allí imágenes en movimiento...
Los Nómadas del desierto asentados en la lejana piedra caída del cielo luchaban contra guerreros vestidos de rojo...
Luego Ïolmarek y otros sacerdotes de Sol'ra rezaban al pie de la piedra...
El cristal amarillo se quebró y una criatura de energía tomó posesión del cuerpo de una persona a la que Metchaf no conocía...
Al final una criatura de potencia divina apareció...
Por fin la visión acabó. Metchaf reflexionaba sobre el significado de lo que acababa de ver.
-¿Que fue eso?
-Si hace referencia a la criatura con pico de halcón, se trata de Sol'ra que viene a Guem para destruirla.
-¿Destruirla?
- sí Príncipe, Sol'ra no tiene un uso para los que le ruegan y todavía menos para este mundo, tiene sólo un fin, aniquilarlo.
-¿Como hacer frente a esto?
-Abriste el camino desviándote de él. Ahora las cosas cambian rápidamente, un ave venida de la capital va a llegar, aportándote un mensaje.
-¿Ves el futuro?
Sakina sonrío entonces y mostró el cielo.
-No, dijo entonces cuando un halcón se poso sobre su antebrazo. Metchaf comprendió entonces que lo había visto llegar, era de notoriedad que el halcón servía de mensajero real. Esto se verificó inmediatamente cuando Metchaf separó el mensaje del collar del animal y lo recorrió muy rápidamente.
-El Visir Mahamoud convoca a todos los Nómadas del Desierto. ¿Esto también lo sabías?
-No, pero pienso que esto tiene un informe con respecto a la visión de recién. Estoy segura que hay una coincidencia entre la vuelta de los dioses y la llegada de Sol'ra sobre esta tierra, pero que es sólo el principio.
-En este caso, vamos a Mineptra, ¿nos acompañas?
-Seguro.
Algunos días más tarde Metchaf, Sakina, Kébèk y Urakia habían llegado a Mineptra. Sin tardar la tropa pidió audiencia al Visir Mahamoud, este último los recibió en sus aposentos. Estuvo feliz de ver de nuevo a su hija de la cual no tenia noticia desde su salida con el príncipe. El viejo hombre apretó mucho a su hija contra su corazón con los ojos chispeantes, luego saludó al príncipe excusándose por no haberlo hecho antes.
-¿Quiénes son estas personas? Preguntó Mahamoud refiriéndose a Kébèk y Sakina. El príncipe echó un ojo a la entrada de la pieza para verificar que estaban solos.
-He aquí a Kébèk guerrero de Kapokék y Sakina sacerdotisa de Naptys.
A la evocación de estos nombres el visir se puso tieso, frunciendo las cejas.
-Instalémonos Visir, voy contarle nuestra historia. ¡Kébèk! ¡Vigila la entrada, que nadie pase, ni siquiera mi padre!
Metchaf contó entonces su aventura, cómo había encontrado a Shrikan y desbaratado el complot rebelde en Aksenoun, luego la historia de Istaryam y de los dioses encarcelados, su encuentro con Kébèk y la liberación de Ptol'a, Naptys y Kapokék y sobre todo la llegada a Guem de Sol'ra a través de la visión de Sakina.
-Todo esto debe quedarse entre usted y nosotros, Visir.
-Yo comprendo bien. Por mi parte las noticias son malas. El Consejo de los gremios tiene disuelto temporalmente a los Nómadas del Desierto, Ïolmarek y los suyos perdieron la razón. Lea esto, dijo tendiendo la carta enviada por Hasna.
Sakina y Urakia leían al mismo tiempo por sobre la parte superior del hombro del príncipe, este último apretó los labios.
-¿Y que piensa mi padre sobre esto?
-Su padre es un creyente fiel, pero tiene los ojos abiertos. Usted tendrá que ir a verlo antes de salir.
-¿Salida? ¿Dónde vamos?
-Los Nómadas del desierto han sido creados con un principio político y no religioso. Esto nos permite cosechar información, asegurar el comercio con el exterior y controlar nuestras fronteras. Nos hace falta un gremio oficial, no nos hallamos en situación de prescindir de los Nómadas. También lo envío a defender nuestra causa cerca del Consejo y si hay que levantarse contra Ïolmarek lo haremos. Estamos en la cúspide de grandes cambios, su padre lo sabe y pienso que cuenta con usted para asegurar su relevo y evitar que el reino del desierto caiga en el caos. La acción de Ïolmarek nos causa perjuicio y el mundo nos pone a prueba en lo sucesivo.
-En este caso, dijo el príncipe mirando a sus compañeros, ¡preparemosnos para el viaje!
Capitulo 2: Guerra Divina
El Príncipe Metchaf, el Visir Mahamoud y todos sus compañeros habían hecho un largo viaje desde Mineptra. Delante de ellos, las altas torres del castillo de Kaes se elevaban, eternas, demostrando a simple vista, que el Consejo de los gremios, tenia su sede aquí. Y es justamente al Consejo a quien los Nómadas del desierto venían a visitar. Las noticias no habían sido buenas para ellos y venian con el fin de defenderse. Avisada de su inminente llegada, Hasna se encontraba delante de la gran puerta del castillo, rodeada de soldados del Consejo, con uniformes púrpura. Su corazón palpitaba, iba a ver nuevamente a sus compatriotas y esto la hacía feliz. Cuando divisó la caravana con sus camellos y sus palanquínes, sintió el perfume de la arena, y fue como tener allí un pequeño trozo de su hogar. Urakia, Kébèk y Sakina fueron los primeros en pisar el suelo frío, verificando así la seguridad del lugar. Luego el Príncipe Metchaf y el Visir Mahamoud salieron de sus palanquínes. Hasna se inclinó, apartando los brazos como lo requerían las tradiciones del reino del desierto.
- Príncipe Metchaf, Visir Mahamoud, es un verdadero honor para el Consejo de las gremios, así como para mí, el recibirles aquí. Sean bienvenidos al castillo de Kaes. Su camino ha sido largo, los invito a seguirme. Voy a llevarlos hasta los aposentos preparados para ustedes.
Mahamoud avanzó hasta ella con el fin de completar el protocolo.
- Gracias al Consejo de las gremios por recibirnos. Deseamos reunirnos con el Consejo lo más rapido posible.
- El Consejero-decano Veraz los recibirá tan pronto como ustedes estén instalados.
- Gracias embajadora, no dejare de informar a su majestad, de sus esfuerzos para satisfacerlo. Dijo para cerrar las cortesías.
Hasna se incorporó y avisó a los guardias que ayudaran a la caravana con el fin de llevar a sus ilustres invitados a los aposentos.
- Estoy harto de este viaje, creí que esto jamás se terminaría, soltó Kébèk.
- Ni me hables de eso, los dioses crearon los camellos para marchar sobre la arena, no para hacerlo sobre la tierra extraña de esta región del mundo, añadió Urakia echándose en una butaca confortable.
- Hace frío, es una extraña sensación, replicó Kébèk mirando fuera.
- ¿Un gran guerrero como tú, tienes frío? Ironizó Urakia. ¿Dónde están el príncipe y mi padre?
- Salieron a reunirse con el Consejo. ¿Que hacemos? Se inquietó Sakina.
- Puedo ofrecerles un paseo, declaró Hasna impaciente por mostrarle los alrededores a los nómadas.
Mientras que algunos disfrutaban del descanso, para el Príncipe Metchaf y el Visir Mahamoud la reunion decisiva con el Consejo había comenzado. Fueron recibidos en el salón de los apartamentos de Véraz. Los servidores se esmeraban en ofrecerles bebidas y alimentos a los invitados, que para la ocasión habían dejado armas y armaduras de lado, luciendo suntuosas vestimentas. Véraz, en poder del bastón de ceremonias del Consejo, se instaló frente a ellos y sin rodeos ni consideración alguna, planteó la cuestión que le parecía necesario abordar.
- Príncipe, Visir, el tiempo, tanto el suyo como el nuestro es muy importante. Así que sin rodeos, en nombre del Consejo de los gremios que represento, debo preguntarles: ¿Pór qué deberíamos reconsiderar nuestra decisión de disolver el gremio de los Nómadas del desierto?
Esta era la cuestión esencial de su encuentro, el Príncipe y el Visir habían tenido tiempo durante el viaje para preparar una argumentación que podría serles favorable, según ellos. El Visir tomó la palabra.
- Consejero-decano, gracias por haber aceptado recibirnos y darnos la oportunidad de defender lo mejor posible nuestra visión de las cosas. El desierto es un lugar de secretos y de misterios, lo que sucede allí, solo lo saben las personas que allí residen. Hace ya varios meses que grandes cambios sacuden nuestra civilización, estamos, por así decirlo, nuevamente en una guerra divina.
Véraz miró con asombro, demostrando con ello que no tenía conocimiento de los hechos. El Visir continuó.
- Una parte de los Nómadas del desierto actuó contra los intereses del Rey del desierto y por esto defraudó nuestra confianza. Ïolmarek, gran sacerdote de Sol´ra, cegado por su fe incondicional en el que, consideramos hoy como nuestro enemigo, provocó un desastre sin nombre. He sido nombrado por su majestad, Hijo de la Arena y de los Dioses, como nuevo dirigente de los Nómadas del desierto y es en calidad ello, que les pido concedernos su confianza.
- Cómo puedo estar seguro que usted no traicionará de nuevo esta confianza. La llegada de esta criatura provocó una guerra entre gremios y muchos guerreros del desierto están a punto de atacar a los Corazón de Savia.
- No reconocemos más a estos guerreros como parte de los Nómadas del desierto. Vinimos aquí para mostrar nuestra buena fe, por así decirlo. Combatiremos esta amenaza que es una amenaza para las tierras de Guem, porque está en nuestros intereses, el restablecer la situación. La última vez que un acontecimiento similar se produjo, conllevo el fin de florecientes civilizaciones del desierto, no deseamos que esto pase nuevamente. Conocemos bien a nuestro enemigo y usted no encontrará mejores aliados en esta guerra contra Sol´ra, nosotros somos enviados de antiguos dioses del desierto, deseosos de restablecer el orden en el seno de su panteón.
A su vez, el príncipe Metchaf se dirigió al Consejero-decano.
- Combatí a los Solarians en el desierto, sé que no traman nada bueno y que ahora su deseo más profundo es destruir este mundo. No podemos y usted tampoco puede dejar pasar esta ocasión. ¡Nos iremos mañana para enfrentarnos con Sol´ra!
Véraz no expresó nada de sus impresiones sobre todo esto.
- Voy a exponer sus argumentos durante la sesión de esta tarde. Hasna les informará sobre lo que sea decidido. Unase a nosotros durante la comida, ¿entiendo que usted ha traido de vuelta el Laardish? Dijo Veraz para aflojar la atmósfera.
Final de la tarde.
El sol se escondía detrás de los árboles desnudos cuando Hasna entró en la gran sala de recepción donde esperaban los Nómadas del desierto.
- ¿Entonces? Se inquietó Metchaf.
- He aquí la decisión del Consejo, dijo desenrollando un pergamino. El Consejo, representado por el Consejero-decano Véraz en este día estatuyó, sobre la demanda formulada por el Rey del desierto representado por el Príncipe Metchaf y el Visir Mahamoud. El gremio de los Nómadas del desierto temporalmente es aceptado y reconocido como tal por el Consejo de los gremios. El Visir Mahamoud es reconocido como jefe actual del gremio de los Nómadas y reemplaza al gran sacerdote Ïolmarek caído de la dirección de los Nómadas del desierto. Convinimos que esta decisión está sometida a un período al término del cual, si el gremio de los Nómadas del desierto, no ha seguido las reglas del Consejo de los gremios, éste será nuevamente disuelto. Por el Consejo de los Gremios, El consejero-decano Véraz.
Kébèk frunció las cejas.
- No entendí nada.
Todos se echaron a reír, el príncipe se levantó de su asiento para tomar el pergamino tendido por Hasna. El Visir se levantó a su vez.
- Esto quiere decir que los Nómadas del desierto ya no son parias. Pero así tambien, debemos dar prueba de ello. Nómadas del desierto, prepárense, salimos a enfrentarnos con la muerte.
- ¿La muerte? ¡Ya he muerto muchas veces, una vez más no va a detenerme! Respondió Kébèk mostrando sus bíceps.
- Esperemoslo... añadió Sakina soñadora.
Varias semanas antes de esto, en la Tumba de los antepasados, la guerra desataba su furia.
- ¡HUYAN TODOS! ¡O USTEDES PERECERAN! Gritó la Comepiedras que comprendía que sería incapaz de oponerse a la transformación de Sol'ra.
Viendo la resistencia de la que daba prueba la criatura de Guem, la transformación decidió comenzar su obra y destruir los alrededores y todas las criaturas vivientes que se encontraban allí. Un rayo de sol llego hasta él, como si el astro que brillaba en el cielo reaccionara a voluntad de la transformación, el calor aumentó todavía más, luego usándolo como arma, lanzó nuevamente el rayo de sol. La Comepiedras vio el rayo partir, y lo supo, si este último tocaba el suelo esto sería una catástrofe. No tenía elección, debía detenerlo. Se arrojó a toda velocidad y se interpuso.
El tiempo comenzó a ir más despacio para todas las personas presentes a excepción de la transformación y de la Comepiedras. Ambos se encontraron cara a cara. El rayo de sol se detuvó antes del suelo, detenido por el sortilegio del tiempo. El dios destructor no comprendía esta magia, pero cometio el error de subestimar algo que desconocía.
- Siento en ti la presencia de mi viejo enemigo, criatura. ¡No sé lo que haz hecho, pero detenlo rapidamente!
La Comepiedra en levitación delante de la cabeza inmensa de la transformación, sonrío por última vez en su vida.
- Me es imposible derrotarte. Pero ahora veo todo claro, sé quién soy, sé quién eres y sé lo que debo hacer. ¡Ya que no puedo vencerte, puedo debilitarte, Solar y darle a las tierras de Guem el tiempo necesario para llegar a oponérse a ti! Dijo la Comepiedras mientras que una aura de luz verde se expandia alrededor de su cuerpo.
Una onda, como una explosión, fue proyectada por su cuerpo, liberando toda la magia que encerraba en lo más profundo de ella. Incapaz de evitarlo, Solar recibido la magia de frente y se congelo instantáneamente. Para él el tiempo acababa de detenerse. Muy debilitada, la Comepiedra, contuvó un instante su respiración.
- Ya trataste repetidas veces de destruirme, esta vez no lo conseguirás, dijo la Comepiedras.
Luego yendo hacia su destino, se interpuso delante del rayo de sol y devolvió el tiempo a su ritmo normal. El rayo de sol la golpeó, pero la Comepiedras acudiendo a sus últimas fuerzas evitó lo peor de los daños. La explosión derribó a todo el mundo al suelo...
En el presente.
- ¿Por qué no se mueve? Interrogó Kébèk, que miraba la transformación no lejos de ella.
- Sí, es extraño esto, hace más de dos horas que lo observamos, y esta como congelado, respondió Metchaf.
- Saquemos provecho de ello, si se mueve esto no será nada fácil, dijo Urakia desenvainando su espada.
- Adelantemosnos, pero atención puede haber allí otros Nómadas disidentes, ordenó Mahamoud que ostentaba su casco con forma de cabeza de león bajo el brazo. ¡Qué los dioses nos guíen en el camino de la victoria!
La tropa no tuvo ningún problema para avanzar, ya que por todos lados, alrededor de la transformación todo era sólo desolación y arena. Aquí y alla pedazos de armaduras y trozos de armas recordaban la violencia de la batalla que habia tenido lugar hace algunas semanas.
- ¡Cuidado! Previno una voz venida de ninguna parte.
Los nómadas advertidos a tiempo escaparon por poco del asalto de una cosa, mitad humana, mitad escarabajo. En el mismo momento un hombre espectral con cabeza de escarabajo apareció al lado de los Nómadas. La criatura que no era otra que la encarnación de Kehper, golpeaba con sus uñas quitinosas a los guerreros inmortales.
- ¡Kehper! Gritó la aparición, que no era otra que Naptys.
Sin esperar, Kébèk se interpuso delante de la criatura.
- ¡Yo me encargó de él!
- ¡Miserable, eres sólo un insecto! Increpó Kehper.
- ¿Te haz visto la cara, escarabajo? Bromeó Kébèk encajando un puñetazo a su adversario.
Metchaf le echó una mano a su compañero de combate, dando algunos golpes de espada al caparazón de la encarnación. En ese mismo instante aparecieron allí Ptol'a y Kapokèk.
- ¡Visir, la batalla comienza! ¡Ábrannos sus almas y entonces nos haremos uno! Gritó Ptol'a.
Las piezas del rompecabezas encajaban perfectamente y cuando Kébèk se hizo Kapokèk, Urakia se hizo Ptol'a y Naptys se encarnó en Mahamoud, el sortilegio que congelaba a la transformación fue quebrantado por su voluntad divina. Apartando los brazos la transformación liberó su cólera. La tierra tembló, luego se agrietó, lentamente engullendo la arena de la Tumba de los antepasados. Sol'ra analizó la situación a la velocidad del relámpago. Ya no había allí un ejército de miserables criaturas de Guem, en su lugar, personas a las maneras de los habitantes del desierto le hacían frente.
Comprendió que tenía que hacer cuando observó la presencia de los dioses encarcelados hacia ya mucho tiempo.
-¿USTEDES? ¿Cómo es posible esto?
Mahamoud que sostenía firmemente a Juicio del alma no se tomó el trabajo de responder, contentándose con cargar.
- ¡ALTO! Gritó la transformación que desplegaba su poder. ¡SOY SOL'RA!
El combate dio comienzo, una batalla donde las fuerzas en pugna, no tenían nada de humano. Mientras que Kébèk y el Príncipe Metchaf se ocupaban de Kehper desencadenado, Mahamoud, Urakia y Sakina combatían a Sol´ra y toda su rabia divina.
En este día, la historia se repitió nuevamente...
La batalla fue titánica, los dioses no se tomaron el trabajo de tener cuidado con su entorno destruyendo gran parte de los alrededores. Las energías divinas se chocaban con violencia. Mahamoud y Urakia cortaban los tentáculos de luz de la transformación unos tras otros y cuando las uñas de Solar traspasaban sus corazones, Ptol'a les devolvía vida. Por su parte Kébèk y el Príncipe Metchaf tenían la ventaja sobre la encarnación de Kehper, apoyados por Sakina cuyos dones permitían cerrar las heridas más graves. Kébèk consiguio cercar a la criatura mitad escarabajo, mientras que el príncipe inspirado por Kapokèk le traspasaba el pecho para arrancarle el corazón con sus manos. Kehper sucumbió, demasiado débil por enfrentarse con dioses superiores.
Sol´ra y los dioses muertos, estaban en igualdad de condiciones, de aquí en adelante. Los golpes asestados ya no tenían nada de normal, y los cuerpos, las armaduras y las armas ya no importaban, en lo sucesivo era una lucha de fuerzas divinas, de voluntades increíbles determinadas a terminarlo todo. Sol´ra conocía bien la extensión de los poderes de Ptol'a y de sus compañeros, y tenía también una ventaja muy importante que hizo volcar la victoria a su favor: Cheksateth. Este dios del saber había desaparecido desde hacia mucho tiempo, o por lo menos no tenía más la misma forma. El dios Sol'ra había absorbido su energía divina así como sus conocimientos. Sol'ra repelió lento, pero seguro de la victoria, a sus adversarios, con ataques de una eficacia temible.
Por fin todo se detuvó. Sol´ra puso fin a todo esto. Concentrándose, explotó literalmente, barriendo a los Nómadas del desierto, borrando del mapa, a la Tumba de los antepasados y toda región. Incapaces de luchar, Ptol'a, Naptys y Kapokèk no pudieron quedarse en los cuerpos de sus servidores más tiempo... La batalla estaba pérdida, Sol´ra, libre de la menor oposición exultaba. Era el caos alrededor de él, las grietas profundas liberaban despacio la lava hasta ese momento escondidas en las entrañas de este mundo. Era este el momento de emprender la destrucción de este mundo.
Los Nómadas se encontraron a decenas de kilometros de allí, no lejos de la Draconia. Heridos, pero todavía vivos gracias a la ayuda de los dioses, se reunieron para poner a punto una nueva estrategia, después de esta derrota. Mientras que recuperaban el sentido no lejos de un camino, asistieron a un espectáculo extraño. Ciertas criaturas con aspecto monstruoso corrían con movimientos erráticos. Luego un jinete de vestido de azul apareció. Su armadura brillaba levemente y su casco tenía la forma de una cabeza de Dragón. Era seguido por otras criaturas, así como de soldados humanos. El jinete se detuvó cerca de ellos y los Nómadas fueron rodeados rápidamente por los humanos.
- ¿Quienes son ustedes?, preguntó el jinete.
- Soy el Príncipe Metchaf y he aquí a mis compañeros, somos el nuevo gremio de los Nómadas del desierto. Acabamos de enfrentarnos con Sol'ra y perdimos...
- ¿Nuevos Nómadas del desierto? Marlok nos avisó de esto. Soy el caballero draconiano Zahal. Comandó este ejército, alianza improbable de fuerzas opuestas. Y marchamos con destino a la Plaga de Guem para una última batalla.
El Mundo Invisible
Hace dos días que Mynos recorría los bosques en busca de presas para cazar. Hasta entonces la caza no había sido mala. Algunos conejos y una perdiz, aunque algunos pequeños morfals habrían devorado algunas piezas. Juzgando que esto bastaba decidió volver a su casa para reunirse con su esposa e hijos. Estaba cansado, pero él amaba por sobre todo estos momentos de soledad, cuando no eran más que él y la naturaleza. Aprovechó el camino de vuelta para recoger algunas setas que de seguro serían deliciosas una vez tostadas. Se regalaba por anticipado el futuro festín que iba a compartir con su familia. Apresuró el paso, sabía que estaba cerca de su casa porque el bosque era cada vez menos denso. Finalmente salió del bosque y llegó delante de las dulces colinas al pie de las altas montañas. Escondida en un valle, rodeada de corrales, Mynos encontró su casa, de la que estaba orgulloso. Él mismo la había construido con la ayuda de su esposa, por otra parte, su arquitectura irregular probaba la calidad de aficionados de los constructores. El cazador se extrañó al no ver a sus hijos alrededor de él, pues esperaba verlos rodar cuesta abajo a toda velocidad.
Luego vio la puerta entreabierta y se preocupó. Normalmente la puerta estaba cerrada, o abierta con su mujer delante vigilando los alrededores. Tuvo razón en inquietarse, porque cuando empujó la puerta vio a su esposa, una joven tan bella como el día, acurrucada en el suelo sollozando. Mynos dejó caer su arco al suelo.
- ¿Dónde están los niños?
La mujer al oír la voz de su esposo levantó la cabeza. Mynos horrorizado vio las marcas sobre su cara: alguien la había golpeado. La tomó en sus brazos tratando de calmarla, pero resultó imposible. Su voz temblaba, no podía sentir más su cara.
- ¿Qué es lo que pasó? ¡Dímelo!
- Los… Los hombres vinieron... ¡Se llevaron a los niños… Se llevaron a los niños!
- ¡QUÉ! ¿Quién? ¿Cuántos? Dijo el hombre con rabia.
- Eran tres o… cuatro… muy grandes... Había un hombre que tenía sólo un brazo... Ellos, me dieron una paliza, sin preguntarme nada, sólo por diversión.
- Un hombre sin un brazo... ¿Dijeron algo además?
- S… sí, el hombre con un brazo dijo que era necesario que fueras a la Caleta de la Lechuza... ¡Mynos, haz algo!
El hombre apretó los dientes ayudando a su mujer a levantarse. Luego corrió hacia un armario desde donde sacó sin contemplación su contenido. Desplazó una tabla del fondo que descubría un escondite. De ahí sacó un traje negro y dos dagas.
- Voy a avisarle a los vecinos para que vengan a acompañarte.
- ¿No irás a...? Pero lo prometiste.
- ¡LO SÉ! Luego se suavizó. Lo siento, no te inquietes voy a traerlos de vuelta, dijo mientras se vestía.
Él ahora estaba vestido de negro y con una capa ancha con capucha. Sacó las dagas de sus fundas, las láminas brillaron vivamente. Después de haberlas atado a su cinturón ancho dejó a su mujer.
- Cierra la puerta...
Mynos había llegado a la Caleta de la Lechuza, que llevaba su nombre debido a un peñasco que dominaba una pequeña extensión de agua y que recordaba la cabeza de este animal. Escondido en un árbol observaba los alrededores. Sobre la orilla, muy próxima al peñasco de la Lechuza, dos hombres con brazos gruesos como jamones cuidaban a los tres hijos de Mynos, éstos estaban atados y amordazados. El tercero discutía con un hombre que tenía sólo un brazo. Ninguna de las caras de estas personas le recordaba algo, ¿Ya se los había cruzado antes? Él no lo sabría decir. Trataba de pensar más bien en un plan de ataque y liberación. Pero no llegaba a ningún plan que pudiera asegurar la seguridad de su progenie. Luego el manco miró en su dirección.
- ¡Malandrín! ¡Muéstrate! ¡Sé que estás aquí! Gritó.
Bueno, perdido por perdido, no le quedaba más que ir a ver lo que quería. Podría improvisar un plan en el momento, pero la presencia de los niños no ayudaba en la situación. Mynos saltó del árbol para aterrizar en la arena gris de la orilla. Se detuvo a una distancia segura para evitar que los tipos grandes lo atraparan sin un máximo de esfuerzo de su parte.
- ¡No sé quién es usted, libere a los niños!
El manco tenía a su presa en la red, sólo quedaba cerrarla.
- Me he tardado en encontrarte Malandrín, discúlpame por lo que sucedió con tu mujer, mis amigos hablan con sus puños más que cualquier otra cosa. Soy Volius de Andromicès.
- ¿Por qué me llamas Malandrín? Mi nombre es Mynos.
- Vamos, vamos, estamos solos puedes ser tu mismo. Se perfectamente quien eres, ladrón de tumbas. Pensaba que eras más inteligente que esto, Mynos. Pero en realidad no. Bueno, me dijeron que nada podría hacerte volver a ser el que eras, así que elaboré este pequeño plan. Tranquilízate, no le haremos daño a tus encantadores chiquillos, sólo quiero que encuentres algo para mí.
Los recuerdos de la vida pasada de Malandrín resurgieron. A la edad de quince años vivía de pequeños hurtos, luego el destino hizo que encontraba varios objetos antiguos, se hizo conocido como ladrón de tumbas y se volvió famoso. Luego, diez años más tarde conoció a su mujer y decidió retirarse para formar una familia, lejos de todos los problemas que su actividad atraía como a las moscas. También se cambió el nombre, dejando a Malandrín dormir en su armario, dando a Mynos la vida que soñaba. De eso ya ocho largos años de felicidad, hasta ese momento...
- ¿Quieres que haga algo para ti, a cambio de mis niños?
- Exactamente. Yo mismo lo habría hecho igual de bien, hice el mismo trabajo que tú hasta que tuve un trágico accidente. Dijo mostrando el lado de su torso sin brazo. No conozco a nadie más que sea capaz de realizar lo que voy a pedirte. Malandrín no tenía la elección.
- ¿Qué es lo que quieres?
- ¡Quiero el tesoro del Mundo Invisible!
Conocía la leyenda del Mundo Invisible, al igual que muchas otras leyendas también. Los ladrones de tumbas como se les llamaba vulgarmente basaban una parte de su "trabajo" en función de las leyendas porque a menudo tenían su origen en hechos reales. La leyenda más famosa, la que creaba la vocación era la del Mundo Invisible. Algunos de los saqueadores más célebres habían pasado su vida en busca de este mundo, se afirma que quienes lo encontraron jamás volvieron.
- ¡Qué locura! Dijo Malandrín, ese tesoro existe sólo en tus fantasías.
- Es ahí dónde te equivocas.
Volius se acercó a Malandrín separando una bolsa de su cinturón, que le lanzó al ladrón de tumbas.
- ¿Qué es?
- Ábrelo, pon atención.
Malandrín deshizo el nudo de la cuerda, descubriendo un extraño objeto de cobre. Era una esfera alrededor de la cual flotaban tres finos anillos cortados de cristales de diferentes colores. Esto se parecía mucho a una joya y hasta se podía pasar una cadena. Reconoció este objeto, que había buscado en otro tiempo.
- ¿La lágrima de Thyrs? ¿Dónde encontraste esto?
- Poca importancia tiene eso, es asunto mío. Tu asunto ahora es encontrar el Mundo Invisible y traerme su tesoro. No pierdas el tiempo o tu familia sufrirá las consecuencias.
- Muy bien, lo haré, toca un solo pelo a mis niños y te degollaré.
- ¿Me amenazas...? ¡Qué ridículo!
Malandrín cerró la bolsa y volvió a su casa, debía hacer un balance de toda esta historia. De vuelta en su casa encontró a Apolynia su esposa, rodeada de un par de personas mayores, sus vecinos más cercanos. Contó una parte de la historia - el donde se lo fuerza a ir por algo y que contaba con hacer bien aquello. Los vecinos le propusieron ir a ver a la autoridad, el Señor Rúnico más próximo, pero se negó educadamente, particularmente no quería ver su historia ante los ojos de la justicia de Tantad y no quería correr el peligro de perderlo todo. Agradeció a los vecinos por su gentileza y les liberó de su presencia. Entonces le contó los pedazos faltantes a Apolynia.
- Sabía que esto pasaría algún día, soñaba con una vida tranquila y apacible lejos de…
- ¡Espera! ¡Nada está perdido, voy a encontrar ese tesoro y a recuperar a nuestros hijos!
- Que los dioses te escuchen, dijo dejando escapar unas lágrimas.
Malandrín puso la Lágrima de Thyrs sobre la mesa y comenzó a pensar en voz alta.
- Según los escritos de Zabius, Thyrs loca de pena después de la muerte de su hija selló el acceso a su templo mediante una lágrima, dejando su mundo se volvió mortal.
- Luego tomó el camino hasta Sarys donde se enfrentó con el gigante Kaïross. Ambos murieron al caer desde lo alto del acantilado al borde del cual se encuentra Sarys, continuó Apolynia. Pero esto no indica cómo acceder al Mundo Invisible, ni cómo funciona la lágrima.
- En realidad la lágrima de Thyrs es un objeto creado por Keborius el célebre joyero. Mira, los anillos se pueden mover en cualquier dirección.
- ¿Un rompecabezas?
- Con millones de posibilidades. En mi búsqueda del Mundo Invisible procuré saber donde vivía Keborius para buscar alguna pista, pero jamás lo encontré.
Con mucho cuidado y delicadeza, Malandrín limpió el objeto para sacar la suciedad y el oxido. Una vez limpia la lágrima resultó ser una magnífica joya. Malandrín la examinó mejor.
- ¡Cobre rojo! Observó.
- ¿Abypolis?
- Sí, ahí hay estatuas de dioses de cobre rojo. ¡No hay ningún otro lugar donde exista este metal! Debo ir allá, Abypolis está a dos días a caballo de aquí.
Malandrín se tomó menos tiempo que el previsto para llegar a la antigua ciudad. Abypolis era la tercera ciudad de Tantad, una joya que a pesar de los numerosos ataques jamás había sido tomada. Conocía bien la ciudad por haber vivido allí muchos años, las miles de maravillas no lo detuvieron, concentrándose sólo en su objetivo: el Cenáculo.
Este lugar era una amplia plaza soleada en medio de la ciudad, un hervidero de gente. Alrededor de este sitio circular, las estatuas de los dioses del panteón de Tantad dominaban los tejados de las casas. Malandrín dio una vuelta y se paró delante de la de Thyrs. Esta deidad estaba representada con una armadura y un casco cubiertos de runas y una lanza en donde cada extremo acababa en largas hojas filosas. Observó un símbolo que se repetía con bastante frecuencia, un triángulo con un círculo en su centro que tocaba los lados del triángulo. Uno de estos símbolos estaba hueco.
- ¿Acaso será esto? No, no puede ser esto...
Sin embargo, tras varios intentos, insertó ahí la lágrima colocando los anillos a cada lado para que al ser vistos de perfil formaran un triángulo. Al tercer intento funcionó. Entonces, Malandrín desapareció… literalmente. Para reaparecer en otro lugar en un lugar muy diferente y familiar a la vez. Alrededor de él todo estaba con vapor, como si hiciera mucho calor, excepto que la temperatura no era muy alta. Se encontraba en un templo, a algunos metros por encima de él no había nada, a parte de un inmenso cielo azul y casi opaco. Estaba asombrado por el silencio casi inquietante. También se percató que tenía en la mano la lágrima de Thyrs. Una vez pasada la sorpresa comenzó a registrar meticulosamente el templo. Era un verdadero laberinto de pasillos, piezas y cientos de columnas. Encontró unas escaleras anchas que subían con numerosos peldaños. Pero no estaba cansado, su corazón latía muy rápido. Una vez en la parte superior encontró de nuevo grandes columnas y varias habitaciones. En el centro de una de ellas, sobre un altar de piedra blanca cubierto de runas, se encontraba el cuerpo de una mujer. Una vez que se acercó, vio mejor y observó una máscara sobre su cara. Tenía el cabello largo que caía por ambos lados del altar. Estaba seguro, se encontraba delante del tesoro del Mundo Invisible.
- Tomaré la máscara y encontraré la forma de salir de aquí...
Fue a tomar el objeto cuando una voz lo detuvo.
- ¡No haga eso!
Se volvió y vio a la misma joven, no enmascarada y totalmente espectral. Su mirada vacía de vida se fijó en el visitante venido de las tierras de Guem. Varias veces Malandrín miró a la mujer sobre el altar y a la presencia delante de él. No había duda de que eran la misma persona, ambas tenían la misma cabellera.
- Todos aquellos que tocaron esta máscara murieron. Váyase de aquí y olvide lo que vio.
- ¿Usted es Antellechia la hija de Thyrs, no es así? No tengo elección, debo volver con esta máscara.
- No le impediré irse, sólo puedo advertirle.
- Tomaré el riesgo no tengo la elección, una persona retiene cautivos a mis hijos, los matará si no regreso.
Malandrín se volvió hacia el altar y retiró la máscara de la cara de Antellechia muerta. Si la superficie visible era muy convencional el interior tenía un aspecto fantástico. La energía azulada crepitaba de diez pequeñas runas.
- Cuando lleve esta máscara, usted morirá o quedará vinculado con ella para siempre. Atención, a veces usted verá su mundo de otro modo, se le revelarán muchas cosas. Hay sólo una condición para su utilización. Usted jamás debe hablar de lo que ve a través de ella, sino su alma será desgarrada y sufrirá tormentos eternos. Si usted muere, la máscara volverá a mí.
No me importa si el mundo se derrumba o que yo muera si esto pone en libertad a mis niños. Puso la máscara en su bolsa.
- ¿Sabe lo que sucede en nuestro mundo? Preguntó Malandrín por curiosidad.
- No, mi madre selló este mundo para siempre.
- ¿No sabe lo que hizo por usted? ¿No puede salir de aquí?
- No, no sé, ni lo uno ni lo otro.
- Si las leyendas son ciertas, su madre mató al que le quitó la vida, pero murió durante ese combate.
- Lo sospechaba, sino ya habría vuelto a verme.
- ¿Cómo salgo de aquí?
- Con la llave, concéntrese.
Malandrín cerró los ojos. Luego lentamente, oyó ruido… de gente que discutía y niños que jugaban. Abrió los ojos. Fue ante la estatua de Thyrs en Abypolis. Verificó que la máscara estuviera bien en su bolsa, lo que fue confirmado. ¡Uf! Sólo falta hacer el intercambio.
Malandrín no volvió a pasar por su casa, continuó su carrera directo hasta la Caleta de la Lechuza. Durante su viaje sintió como una presencia y repetidas veces debió parar a mirar que nadie lo seguía. Luego, mientras se acercaba al lugar indicado, algo cambió, pero no sabía muy bien qué. Detuvo su caballo en la orilla, advirtiendo así a Volius y a sus esbirros de su presencia. El lugar se había convertido en un verdadero campamento, con varias tiendas y una fogata que crepitaba cerca de la cual los tres niños atados esperaban el regreso de su padre. Comprendió lo que había cambiado cuando tuvo una extraña visión. Vio a Volius salir de la tienda, discutir algunos instantes con él, tomar la máscara y luego derrumbarse al suelo agarrándose el corazón. La visión acabó y Malandrín levantó su mano a su cara, ¡Llevaba la máscara! Sin embargo no tenía la sensación del contacto de la máscara sobre su piel, su campo de visión tampoco fue modificado. Volius salió entonces de la tienda, con el mismo traje y el mismo caminar que en su visión.
- Entonces Malandrín ¿Qué es lo que encontraste? Dijo al manco con impaciencia.
Se quitó la máscara y se la dio.
- Este es el tesoro del Mundo Invisible.
La mano de Volius tembló examinando el objeto. Luego su cara se paralizó, incapaz de sostenerla, soltó la máscara que se estrelló sobre la arena. Volius cayó de rodillas y luego... Murió. Las personas mayores observaron la escena, pálidos. Su jefe había muerto en circunstancias muy sospechosas. Temiendo por sus vidas recuperaron sus pertenencias - y las de Volius – y tomaron sus caminos sin darle una mirada a Malandrín. Este último recuperó la máscara y a sus niños para devolverlos a su casa cerca de su esposa...
Temporalis
Otro tiempo… Un futuro lejano...
El templo de Tempus, encaramado en la montaña más alta de esta tierra, allí dónde las nubes parecen un mar hasta perderse de vista. La fortaleza circular, oculta al resto del mundo, acogía una organización cuyo fin último era la protección de la Trama del Tiempo. Aquella mañana, los rayos del sol lamían las grandes paredes de alabastro, calentando suavemente esta pequeña ciudad adormecida por la agitación de la noche. Porque para el inicio de ese día, la gran mayoría de los Tempusien, había usado el paso prohibido, el Tempus Fugit...
En lo más profundo de las entrañas de la gran morada se despertó la última persona todavía presente ahí. Este despertar no fue menos extraordinario que los acontecimientos ocurridos por la noche. Doloreanna se sobresaltó como si estuviera en peligro. Con la respiración agitada examinó su cuarto, una pieza simple y rectangular con las paredes blancas, privadas de decoración, al borde de su cama había una caja de madera sobre la cual su ropa con los símbolos de los Tempusien esperaba pacientemente el momento en que se la colocarían. Algo no iba bien… pero ¿Qué? Esta impresión no la dejó cuando se colocó su vestido incluso cuando fue hasta la sala principal. Y entonces, nadie, ni el menor Tempusien. El fuego lentamente se sofocaba por falta de mantenimiento, y las brasas lentamente perdían su vigor.
- Pero ¿Dónde se han ido?
Luego, visitó la cocina y se encontró cara a cara con uno de los sirvientes.
- Ah, buenos d...
Pero el pobre cocinero estaba congelado, sujetando un huevo en una mano y una cuchara de madera en la otra. Doloreanna pasó la mano delante de los ojos del cocinero que no reaccionó, en absoluto, a los estímulos. No tardó mucho en comprender que el pobre hombre estaba atrapado en un momento fijo. Chasqueó los dedos para detener el destino que afectaba al hombre, con gran ingenuidad pensó que sería fácil. Se equivocaba, pues nada pasó.
- ¿Qué? Dijo asombrada.
Apretó con fuerza su bastón tras lo cual las agujas del reloj se detuvieron, luego utilizó más magia para reintentar liberar al cocinero. Relojes hechos de magia giraron alrededor del cocinero y cuando el sortilegio de Doloreanna cesó… no pasó nada, o casi. Mientras el cocinero se encontraba en su burbuja temporal la joven mujer sintió que la magia del tiempo no estaba como de costumbre, sino algo perturbada. Momentos más tarde encontró varias otras anomalías temporales, personas que no estaban congeladas sino que enlentecidas, otros iban más rápido. Todo esto la inquietó muchísimo. Fue fuera dónde la manifestación más importante podía ser observada. Por encima del templo, relámpagos verdes, cargados de magia temporal desgarraban el cielo. Con cada flash de un relámpago, Doloreanna podía ver imágenes de este mundo en un tiempo pasado, presente o futuro.
- Una fisura... ¡Y estoy sola para luchar contra esto! Gritó como si pidiera que el efecto mágico desapareciera. ¡Qué hago… Qué hago… el Temporalis!
De inmediato corrió hacia la sala del tiempo, una pieza contigua a la gran sala de vida en donde había una estatua del célebre padre fundador de la orden, Tempus, que la miraba con aire severo. En el centro y sobre el suelo se encontraba un reloj inmenso cuyas ruedas, visibles, giraban en todos los sentidos. Doloreanna se colocó en medio con la firme intención de realizar uno de los poderosos sortilegios de la orden, el Temporalis. Su objetivo era restaurar los problemas del tiempo con el fin de corregir ciertos errores que no podían ser corregidos de otro modo. Ella ya había participado en este ritual, pero jamás sola. Se concentró sosteniendo su bastón con ambas manos...
El tic tac de las ruedas retumbaba sobre las paredes, el suelo y el techo. La aguja de los segundos avanzaba a un ritmo muy preciso luego disminuyó la velocidad, enseguida el reloj emitió una luz verde muy débil de donde salieron otras agujas, relojes espectrales y otras esferas que fijaban horas diferentes de la hora actual. La magia llenó la pieza y las ruedas se detuvieron, inmovilizando las agujas. Es en ese preciso momento el Temporalis se realizó. Las paredes desaparecieron para dejar sitio a otros lugares y a otros tiempos. Doloreanna sintió el gran poder del artefacto creado por Tempus y si al principio era dueña de la situación, ésta escapó de ella rápidamente. Las ruedas sonaron de nuevo, tomando velocidad, igual que las agujas del reloj. La magia, era demasiado poderosa y no pudo controlarla por más tiempo. ¡Doloreanna fue tragada y el Temporalis estalló!
Doloreanna se despertó con la vaga impresión de haber dormido un año entero. ¡No reconocía el lugar, pero un detalle le llamó la atención, había un enorme cristal en el horizonte! Dio un paseo por los alrededores y vio a lo lejos un árbol gigantesco cuya copa tocaba las nubes. Había un bosque de árboles magníficos hasta perderse la vista.
- ¿Cuando estoy? Vamos a ver, dijo agitando los brazos para poder ver el pedazo de la Trama del Tiempo sobre el cual se encontraba.
Pero la magia del tiempo parecía no querer cooperar. Doloreanna trató de nuevo varias veces, sin éxito. Estaba atrapada ahora en otra época, incapaz de poder volver a su casa...
En otra época, esta montaña todavía no era el refugio de la sociedad secreta, pero Tempus en persona estaba presente, atraído por la particular posición de la cumbre. Sentado sobre un peñasco, cerca del fuego, se apresuraba a dibujar los planos de una máquina increíble. Se detuvo cuando relámpagos verdes aparecieron brevemente por encima de él. Observó entonces el fenómeno con mucha curiosidad y lo que vio puso en marcha acontecimientos que lo harían entrar en la historia de las tierras de Guem. Las imágenes mostraban a personas que no conocía, pero sus trajes se parecían a los suyos, con colores y símbolos semejantes.
- Increíble, una fisura temporal... La gente juega con el tiempo, será necesario que me ocupe de arreglar esto. Y mi máquina no está completamente lista.
A algunas leguas de ahí los Tempusien enviados en busca del Relojero y del Apóstol, desde el futuro, acababan de aparecer en este tiempo. Ellos también observaron la fisura temporal visible desde lejos.
- ¿Qué es eso? Preguntó el Ejecutor.
- Una fisura temporal, respondió el Carcelero.
- No sólo eso mis hermanos, me temo que es culpa nuestra y de los que vinimos a buscar, explicó el Observador.
El último observaba el fenómeno mientras escuchaba a sus hermanos.
- Hermanos míos... Vamos allá, declaró el Observador. Sabíamos que este momento llegaría, nos espera.
- Pero él todavía no lo sabe, declaró el Anunciador.
Misma época, otro lugar. El Relojero y el Apóstol aprovechaban el calor de las llamas de una fogata. El Tempus Fugit les había llevado algunos años antes de la llegada de otros Tempusien y habían recorrido las tierras de Guem. Ellos también sintieron esta fisura en la Trama del Tiempo. El Apóstol no la vio con sus ojos pues era ciega desde que había leído el Gran Libro del Destino, pero su naturaleza de Guemeliana del Tiempo le hizo sentir los efluvios de magia.
- ¿Qué ves amigo mío? Pidió al Relojero.
- Problemas, problemas serios. Creo que el Tempus Fugit ha sido usado.
- Sabíamos que nos perseguirían amigo mío.
- Sí, pero el Tempus Fugit jamás había sido usado muchas veces seguidas. Y no tenemos el Temporalis para controlar esto, la misma Trama del Tiempo corre peligro de colapsarse.
- Yo… tengo que confesarte algo. Cuando sumergí mi mirada en el Gran Libro de los Destinos, vi el destino de muchas personas, vi el de Tempus y el tuyo.
El Relojero levantó las cejas.
- Si me dices esto, ¿Es porque me contarás una revelación?
- Debo hacerlo. Pues está escrito.
- Realmente, el destino es muy particular. ¿Y si no acepto que me cuentes nada?
El Apóstol sonrió ampliamente.
- Ciertamente podrías, y veo la pregunta que te haces.
-En este caso ¿Leí que te negarías a escucharme? Y creo que te diviertes, en un momento en que no deberías. Así que no voy a responder tu pregunta.
- De todos modos jamás comprendes mis bromas…
- No, jamás.
- ¡Muy bien, muy bien! Te escucho.
- No voy a darte un curso sobre la historia de nuestra orden, pero voy a hablar de un punto en particular: la creación del Temporalis. Se nos enseñó que fue el mismo Tempus quien creó el artefacto y los sortilegios asociados a él. Eso no es del todo cierto. Fuiste tú quien lo ayudo… es decir, quien le ayudará a Tempus a terminar su obra y utilizaremos el Temporalis.
- ¿Cuándo?
- Mañana.
El Relojero sabía que Tempus existía en esta época en la cual se encontraban, pero las leyes de la Trama del Tiempo, ya violadas por su llegada no debían ser modificadas más por el encuentro con el legendario Tempus.
- ¿Estás segura de esto, Samia? Dijo inquieto el Relojero, si tratas de convencerme de encontrar a Tempus por puro altruismo, arriesgamos la caída inmediata de la Trama.
- ¿¡Me tomas por mentirosa!? ¡Mira mis ojos! ¿No crees que haya sido castigada lo suficiente por haber transgredido una ley de nuestra orden? Dijo enojada. Luego, suavizando el tono, hay algo más, convencerás a Tempus de fundar la orden, el Eternal estará presente.
- ¡El Eternal! ¡Esto quiere decir que casi la totalidad de la orden está presente en nuestra época!
- No del todo, pero pronto vamos a traer al último de nosotros, una que existía en el tiempo de dónde venimos.
El Relojero creó mágicamente agua sobre el fuego para apagarlo. Samia se levantó apoyándose en su paraguas, recogiendo al paso una bolsa con algunas pertenencias. Luego siguieron su camino rápidamente.
Tempus había pasado la noche intentando lo imposible. Aunque comprendía perfectamente la Trama del Tiempo, concepto que había descubierto algunos años antes, no podía hacer nada frente a la fisura que percibía como más importante de lo que parecía. Había dormido sólo algunas horas y el cansancio se hacía sentir. Creyó que alucinaba cuando vio llegar al Carcelero, al Anunciador, al Observador y al Ejecutor, con sus extraños trajes que escondían sus rostros.
- Ya los he visto antes... ¿Son reales? Dijo examinándolos.
Los cuatro extraños personajes se arrodillaron y el Anunciador tomó la palabra.
- Lo conocemos... Señor Tempus. Venimos de un futuro lejano.
- ¡Del futuro! Exclamó Tempus. ¡Dígame más!
- No podemos revelarle nada, declaró el Anunciador.
- Sino estaría obligado a intervenir y encerrar a mis compañeros, añadió el Carcelero.
- Ustedes son muy extraños… Dijo Tempus.
- Discúlpenos, señor, por lo que hicimos. Somos falibles y aceptaremos el castigo justo que nos será impuesto. Soy el Observador, he aquí el Anunciador, el Ejecutor y el Carcelero.
- Ustedes deben maldecir a sus padres, a menos que esos sean sus sobrenombres.
- Sí, estas son nuestras funciones dentro de… nuestra orden, respondió el Observador.
- ¿Cuál orden? Luego, dos personas más llegaron. Después de haber oído la pregunta, el Relojero se permitió responder.
- No se lo dirán, pero si queremos resolver de una buena vez por todos los desacuerdos entre nosotros, vamos a tener que contarle todo.
El Carcelero que todavía tenía una rodilla en el suelo, se levantó de un brinco y saltó sobre el Relojero, fuertemente acondicionando por su orden en que debía hacer su trabajo y detener a los fugitivos. El Relojero paró la carrera del Carcelero, congelándolo inmediatamente, despertando de inmediato la curiosidad de Tempus.
- ¡Un sortilegio del tiempo! ¿¡Alguien quiere explicarme!? Dijo con un tono a la vez irritado y curioso.
- ¡Voy a explicarle! Dijo el Apóstol, silenciando a la audiencia. En cuanto a ustedes, dijo señalando al Observador y sus compañeros, nosotros tenemos toda la intensión en dejar a un lado nuestros problemas.
- Tempus. Somos exiliados temporales. La historia comienza cuando esta joven mujer leerá el Gran Libro de los Destinos, contó el Relojero antes de ser interrumpido.
- ¿El Gran Libro de los Destinos? ¿El que Eredan escribió a mano? Lo consideraba desaparecido para siempre.
- Sí Señor lo está por el momento, pero este no es un tema que debamos abordar. Bien, continúo, en este libro intentó leer su destino y sus ojos fueron quemados. ¡Por lo tanto, la orden a la qué todos nosotros pertenecemos…!
- ¡Usted no! Cortó el Anunciante.
- ¡Todos! Desafió el Relojero. La orden, decía, decidió encerrar y castigar a la culpable. Pero yo no estaba de acuerdo, entonces ayudé a la prisionera a que se escapara y pedimos prestado el Tempus Fugit, un pasillo que corre a través de la Trama del Tiempo.
- ¿Hizo eso? ¡Parar o acelerar el tiempo es posible, pero viajar a lo largo de la Trama, es increíble!
- No tanto, en algún tiempo otros serán capaces de hacerlo y entonces usted fundará la orden de la que le hablo con el fin de prevenir los problemas temporales. ¿Usted sabe de qué hablo? Preguntó el Relojero.
- ¿Temporalis?
- Sí, en el futuro seré el que mantiene el Temporalis, soy el Relojero porque esa es mi función.
- Ya entiendo, es muy astuto. Pero entonces ¿Por qué está aquí?
- ¿Puedo ver el plano del artefacto?
Doloreanna había caminado varios días para volver hasta la montaña que más tarde acogería el Templo de Tempus. Su plan era simple: hacer una llamada de socorro. Si no podía abrir el Tempus Fugit esperaba grabar un mensaje en la roca, esperando que el destinatario la viera. Llegó a la cumbre de la montaña y aunque el paisaje era diferente encontró un lugar que sabía que existía en el futuro. Esperaba que Tempus encontrara lo que ella dejaría, es decir su bastón. Sólo un Maestro del Tiempo sería capaz de tomarlo. Lo plantó en la tierra y colocó pequeñas rocas a sus pies... El Relojero recuperó el plano y se percató entre los objetos de Tempus de dos extremadamente familiares. Eran dos agujas de reloj que emanaban magia del tiempo.
- ¿Dónde encontró eso? Se asombró el viejo mago.
- Justo aquí, cuando llegué, reconozco no haber tenido tiempo para estudiar el asunto.
- Usted debió hacerlo, si me lo permite. Le entregué esto a nuestra recluta más joven.
- Te lo advertí, dijo el Apóstol.
- Ella no es capaz de utilizar el Tempus Fugit, dijo el Observador. Probablemente utilizó el Temporalis.
- ¡Esto no es posible! ¡Esto no es posible! Rabió el Relojero.
- ¡Démelas! Ordenó Tempus, puedo localizarla a través de la Trama.
El relojero se las pasó al Señor del Tiempo, que sin demasiada dificultad remontó la historia de estas agujas.
- Hace mil años.
- Tempus, voy a ayudarle a acabar la primera versión del Temporalis. ¿Vosotros, vamos a necesitar al Eternal, pueden hacer eso?
- ¿Cuál es el plan? Preguntó el Observador.
- En cuanto el Temporalis esté listo, en el momento en que vayamos a acelerarlo, hará falta que alguien traiga a nuestra amiga aquí. Tiene que ser alguien poderoso para hacer esto.
- ¿Quién es el Eternal? Preguntó Tempus quién entendió el raciocinio del Relojero.
- Es el hijo de la Trama del Tiempo, es el ser Supremo, a la vez Anunciador, Observador, Carcelero y Ejecutor, dijo el Apóstol apuntando a los otros.
Algunas horas más tarde, los esfuerzos conjugados de Tempus y del Relojero permitieron la puesta a punto del Temporalis. Durante este tiempo los otros habían acabado de prepararse para la llegada del Eternal. El Tiempo los englobó y luego desaparecieron. Luego otra persona se materializó, mezcla estricta de los Tempusien desaparecidos. Hablaba como si cuatro personas hablaran al mismo tiempo.
- ¡Ha llegado el momento!
Todos se ubicaron en torno a un reloj de arena del tamaño de un humano, luego el Relojero acostumbrado a la maniobra accionó el Temporalis. La Trama del Tiempo se deformó, corrigiendo bajo el impulso de la orden reunida de Maestros del Tiempo los errores pasados, presentes o futuros. El Eternal parecía desfasado en relación a los otros. Las agujas de Doloreanna humeaban en su mano a lo largo de la Trama. Por fin la encontró. Decidió entonces llevársela con él, justo después que hubo enterrado su bastón en el suelo...
La energía mágica se atenuó hasta desaparecer. Todos ellos quedaron reunidos alrededor del reloj de arena que se quebró, dejando escapar la arena. El Relojero quedó asombrado de estar todavía ahí con todos los demás.
- ¿Por qué no volvimos a nuestro tiempo?
- Porque este Temporalis está sólo en una etapa temprana de lo que será, declaró el Eternal. No puede devolvernos a todos, estamos atrapados aquí.
El final de una época
-Los ejércitos de la alianza más increíble que se haya visto avanzan hacia el lugar dónde había estado la piedra caída del cielo hace dos años, día a día. Es el principio de un fin anunciado e inevitable. Quebrantará este mundo como nunca. ¿La guerra de Solar acaba pronto, está dispuesto a desempeñar su papel Archimaga Anryéna?
-¿De qué habla, Apóstol? Preguntó la hija de Dragón.
-Usted lo sabrá dentro de poco.
-¿Simplemente viniste a decirme esto? Conozco la historia que la concierne a usted, usted leyó el Gran libro y leyó mi destino. ¿Por qué venir hasta aquí en ese caso?
-Vengo contarle cómo esto va a suceder... o más bien cómo esta batalla se celebró. Usted se pregunta como puede ser qué nosotros adeptos de Tempus no intervenimos para evitarlo, pero sabemos que no podemos hacer nada al respecto.
- Una vez más usted no me ayuda mucho, pero la escucho, me decías sobre esta batalla...
- Nadie hubiera creído que el ejército de la Draconia hiciera una alianza con su peor enemigo - Néhant - y sus demonios. Sin embargo, y con la ayuda de la magia más poderosa de Guem, Ciramor el heredero de Eredan engañó al imparable Néhant y fue forzado a aceptar la alianza. Pero esto usted ya lo sabe. Sobre su camino Zahal que lideraba el ejército de la Draconia encontró al Visir Mahamoud y al príncipe Metchaf que acababan de enfrentarse con Sol'ra sin haber podido vencerlo.
-¿Una última batalla? ¿Alianza improbable? Se asombró Mahamoud rodeado de otros Nómadas. Venimos de lejos y no estamos al corriente de esta alianza.
- Es una larga historia, pero los demonios que ve corriendo en todas direcciones con nosotros, es parte del ejército de la Draconia. Metchaf vio allí la ocasión de poder enfrentarse de nuevo con Sol'ra y esta vez triunfar.
-¿Podemos unirnos a ustedes? Preguntó el joven príncipe.
-Usted dice que ya se han enfrentado, lo precisare para esta batalla. Sean bienvenidos entre nosotros Nómadas del desierto.
Entonces una luz brillante, seguida por un fuerte ruido interrumpió la discusión entre los nómadas y el Caballero del Dragón. Una explosión gigantesca acababa de producirse en la tumba de los antepasados. La tierra tembló creando pánico en las filas dracónicas.
-¡Detengan los caballos! ¡Detenga los caballos! Gritó Zahal.
-¡Sol'ra comienza a destruir todo! Afirmó Mahamoud.
- No tengas miedo, voy a poner fin a la presencia de esta plaga, respondió un hombre rodeado por dos grandes demonios. Los Nómadas tuvieron nauseas al ver a esta maligna criatura. No lo conocían pero emanaba un aura impregnada de una magia nefasta y negra como la noche.
-Ustedes pueden venir solo si no me molestan, dijo Néhant con un aire altivo.
Los Nómadas no se atrevieron a responder a este ser de odio y muerte, se contentaron con volver al camino. Con la esperanza de que por fin el "problema Sol'ra " fuese resuelto. La tierra continúo temblando, como un estruendo de peñascos que se estrellaba. Los ejércitos conjugados de Néhant, Dragón y Nómadas llegaron a una saliente desde donde ellos podían ver el cráter donde numerosas batallas se habían efectuado. ¡Pero allí delante de humanos, Guémélianos y demonios se extendían el caos! Sol'ra enloquecido en el centro de la tumba de los antepasados lanzaba un rayo de energía divina que perforaba la tierra con ferocidad. Néhant no esperó el consentimiento de sus aliados de Dragón para lanzar la ofensiva. Blandiendo a Cáliz ordena a la horda demoníaca ponerse en movimiento. Tal un maremoto los demonios bajaron la pendiente que llevaba a la meseta. Ellos que no sentían el cansancio podían correr distancias muy largas sin debilitarse, a diferencia de los humanos. Néhant y sus tenientes marchaban lentamente preparados para acabar el trabajo en cuanto los demonios hubieran debilitado al enemigo.
-¡Esto es un buen comienzo! Dijo un eufórico Aerouant siempre irritado por la presencia de los Néhantistas.
-No controlamos a los demonios Aerouant, grábate eso en la cabeza, replicó Zahal que examinaba con la vista la línea formada por sus tropas. Seamos prudentes, veamos cómo nuestros "aliados" van a salir a enfrentar a Sol'ra. Naya, quédate atrás con tus Guerreras-mágicas en caso de cualquier imprevisto y responder con rapidez. Qué los magos se queden en la retaguardia, escudos mágicos desplegados. Sabemos que la magia será ineficaz contra nuestro enemigo y quiero que se sea capaz de mantener y en el peor de los casos doblegar a los néhantistas si éstos se les ocurre oponérsenos.
A medida que las órdenes fueron dadas los comandantes de cada orden y de cada grupo organizaban las tropas en funciones.
- Caballeros Dragón conmigo, cada uno a la cabeza de un regimiento. ¿Ardrakar serás capaz de asumir el mando de los hombres?
-Por supuesto, respondió desenvainando a Azur. No fallaré.
Zahal tuvo una mirada de inquietud en contra de ella.
-Si nos traiciona debemos matarla, ustedes son conscientes de esto, replicó Valentín llamando la atención de Kounok y Zahal.
-Tengo más confianza en ella que en ciertos miembros de mi propia familia, explicó Profeta mirando hacia Aerouant. No olvide quien es, es lo último que te digo.
Por su parte los Nómadas discutían sobre la estrategia a emplear. ¿Cómo adaptarse a sus aliados para generar el mejor partido? Sabiendo que Néhant había empezado el ataque debían poner a punto un plan.
-Van a hacerse barrer como vulgares insectos, objetó Kébèk.
-¿No saben con quién están tratando?, Deberíamos protegerlos de la voluntad divina de Sol'ra Sugirió Urakia.
Mahamoud, que sostenía su casco de cabeza de león bajo el brazo, reflexionaba. Había vivido varias batallas en el desierto, pero jamás había visto un ejército contra un solo individuo.
-La gente de la Draconia esta expectante, parece ser que ya tienen un plan de batalla. Los dioses no ayudarán ni a los demonios ni a los no creyentes, podemos fiarnos sólo de nosotros. Cuando un enemigo es demasiado fuerte de frente lo mejor que se puede hacer es rodearlo y golpearlo mientras no somos vistos. Sé que esto no es muy conveniente, pero frente a Sol'ra todos los medios son buenos. Imploremos a los dioses para que nos permitan alcanzar nuestro objetivo. Dijo Mahamoud aferrando el hombro de Metchaf. Guardemos la fe y castiguemos a Sol'ra por lo que hizo y por lo que hace en momento, añadió poniéndose su casco.
Sol'ra vio acercarse a los demonios, innumerables, que correrían gritando pero permaneció inmóvil, considerándolos incapaces de perturbar su obra de destrucción. Se equivocaba porque entre ellos algunos tenían la fuerza de decenas de hombres. Tormento, encolerizada por la presencia de Néhant fue la primera que atacó a Sol'ra. Tomando impulso el demonio saltó sobre el avatar para golpearle con todas sus fuerzas. El golpe transportado fue terrible, Sol'ra no esperaba esto y detuvo inmediatamente su concentración, dejando un hoyo abierto debajo de él. Tormento cayo del otro lado sobre sus piernas. En ese momento otros demonios hicieron lo mismo, agarrándose a Sol'ra para arañarlo o morderlo. La reacción no se hizo esperar. El avatar emitió una luz brillante, quemando a los demonios tal cual papel echado fuego. Los aullidos de dolor cubrieron pronto a los guerreros. Al ver esto Néhant ordenó una retirada estratégica y de inmediato llamó a Infernal.
-Ve mi pequeño Infernal, ve a ayudar a Tormento.
El demonio se arrojó sobre su blanco ardiendo de deseo de satisfacer a su amo. Tormento apoyó el asalto de su semejante y ambos demonios se enfrentaron rápidamente contra el avatar que desplegaba poderes increíbles. Pero no pudieron aventajar porque a la luz del día y delante de este radiante día el sol irradiaba su calor sobre la tumba de los antepasados. Hacía mucho calor y el avatar recibía su potencia de Sol'ra. Infernal fue el primero en ser destruido, consumido por un rayo de sol, luego Tormento que era más ágil escapó por los pelos de la furia divina. Entonces el Avatar voló, deteniéndose fuera del alcance de los demonios. Los Néhantistas aprovecharon el descanso para tejer un velo de sombra, tratando de encontrar el punto débil del oponente.
Ahora, Sol'ra juzgaba la amenaza de manera mas seria. Esta magia allí era muy diferente de la de los Dracónicos y lo temía. Debía continuar la destrucción de esta gente, debía ganar tiempo. Así que dirijo sus pensamientos hacia aquel del que formaba parte, ordenándole enviar refuerzos. La respuesta no tardó, centenas de formas luminosas se materializaron frente a los demonios. Sol'ra se mostraba jubiloso porque ciertamente nada podría vencer a estos Solarians en la forma más pura. Otros Nómadas también estaban allí, venidos de la misma manera que otros. Djamena, la Esfinge, a Ahlem, Kroub, Shrikan, Lodir y Kararina, todos estaban allí para defender a su dios. Ahora con un fuerte ejército, Sol'ra regresó a su ocupación pensando que los Solarians estaban en condiciones de rechazar a los demonios. Cruzó los brazos sobre su pecho y de nuevo emitió un rayo mortal, continuando destruyendo un poco más el lugar.
Néhant soltó a los demonios sobre las criaturas de luz y la batalla comenzó. Zahal decidió intervenir lanzando el ejército de la Draconia a la batalla. El fin de los Solarians era simplemente ocupar el terreno, impedir a quienquiera acercarse a Sol'ra y deshacerse de los Néhantistas. Djamena tomó la delantera y organizó la defensa, comprendiendo rápidamente la situación. Esta vez la batalla no era una simple escaramuza. Los demonios eran tan numerosos como los solarians. Néhant abría numerosos portales demoníacos, vaciando los Meandros de sus habitantes. A pesar de eso los Solarians sobrepasaban las criaturas de Néhant con una facilidad desconcertante. Amidaraxar y algunos otros adeptos del Néhantismo lograron derrotar a algunos de sus oponentes, pero esto no salía como estaba planeado...
Zahal vio la situación degenerarse y ordenó la carga. Los Caballeros Dragón a la cabeza hendieron las filas, seguidas por el grueso de las tropas humanas. ¿Pero cómo vencer a enemigos constituidos únicamente por energía divina? Pilkim y Marzhin detrás del combate discutían justamente a propósito de eso. Alishk y Aerouant escuchaban con mucha atención. Este último tuvo una idea.
-El ritual de la piedra. Lo practicamos con Alishk para cortar a los Nómadas del lazo con Sol'ra. Podemos rehacerlo y aunque esto no tendrá impacto sobre esta transformación, esto tendrá un efecto sobre los Solarians.
-¡Es una idea excelente! Juzgó Pilkim. Estudié este ritual, creo poder modificarlo para darle un poco más de potencia. Pero antes de esto debemos estar seguros de los lazos existentes, y los mejores para descubrir los lazos son los néhantistas.
-Déjalos donde están, mira el espectáculo ellos sólo agitan al viento, criticó Aerouant.
-Yo me ocupo de prevenirlos, comiencen el ritual, ordenó el Maestro-mago Marzhin. Efectivamente Néhant no se contentaba con poner de manifiesto a los demonios con toda la fuerza. Observaba a los Solarians y a Sol'ra. Dimizar había creado una criatura hibrida de Solarian/demonio gracias a los pedazos de la gema de Néhant. Debía corromper a los Solarians modificando su naturaleza y atarlos a él. Fue entonces que Marzhin llego con él.
- Cir eh... Néhant, vamos a intentar cortar los lazos de los Solarians, pero debemos saber de qué modo son atados, hacia la transformación o directamente a su dios.
El rostro impasible de Néhant se sorprendió. Sí, esto podía ayudar, incluso hasta lo duplicaría. Podría corromper a los Solarians más fácilmente si los lazos estaban rotos. Para el Amo de las Sombras y Máximo Corruptor los lazos no tenían secreto alguno, los veía naturalmente. Una buena parte de los Dracónico estaban atados a Dragón, los filamentos azul claro se dirigían con destino a Noz'Dingard. Los demonios estaban atados a Néhant por hilos negros, igual que numerosas correas. Luego en el medio los Solarians no tenían los mismo lazos, pero representan un vinculo con Sol'ra y finas líneas blancas ascendió al cielo. Por último el Avatar también estaba en armonía, pero de manera más fuerte que los otros. Néhant le describió rápidamente los hechos a Marzhin que se volvió rápidamente hacia los suyos.
Muchos demonios y humanos murieron por los poderes divinos de los Solarians. La batalla estaba en marcha y pronto iba a tomar un giro todavía más increíble, porque el Avatar dejó escapar su cólera al mundo. Del hoyo abierto se escapaba lava, brillante y devastadora. A continuación, el piso se vino abajo en ese momento, una grieta cortó la tumba de los antepasados de este a oeste y se trago a humanos, demonios y hasta los mismo Solarians. La lava salpicaba los alrededores con géiseres inmensos y mortales.
-¡Ahora! Gritó Pilkim que veía esto. ¡Padre! La lava va a devastar nuestras filas, ¡Hay que hacer algo!
Marzhin controlaba la magia del fuego a la perfección, la lava era considerada como la sangre de Guem. Así que se dedico a retener lo máximo posible las grietas para evitar que alcanzaran las tropas Dracónicas. Un nuevo ritual de la piedra comenzó, pero esta vez la potencia era mucho superior al ya practicado. Pilkim tenía la piedra-corazón de la Comepiedra en ambas manos por encima de su cabeza, de una y otra parte Alishk y Aerouant se elevaron en los aires por el hechizo. Luego, una vez listos ambos hombres trasladaron su magia a Pilkim que se sintió investido de una potencia más allá de la normal. La magia de Dragón mezclada con la magia de Guem fue proyectada a los aires, cizallando los lazos entre Solarians y Sol'ra. Néhant actúa entonces, recuperando los cristales negros de los demonios y empezó a apuñalar sin discreción a los Solarians.
Cada vez que lo hacia las criaturas se retorcían de dolor y luego caían al suelo.
El Avatar no podía dejar que esto sucediera, el lazo con Sol'ra se había debilitado pero aún así podría destruir este inconsciente que se le oponían. Para ponerle fin a esto volvió a bajar de ahí dónde se encontraba para lanzarse hacia Néhant.
-¡Perfecto! Gritó Néhant viendo que el Avatar se lanzaba hacia él.
El plan funcionaba a la perfección y ambos mastodontes de impresionante poder se enfrentaron por fin...
En otro tiempo Néhant había combatido a muchos magos y guerreros. Hasta el Archimago Artrezil se había sido derrotado frente a él. Solo Eredan fue capaz, al precio de un futuro funesto, de encerrarlo. No destruirlo, solo encarcelarlo. Hoy Néhant tenía una venganza. Era allí la eterna oposición entre Solar / Sol'ra y Guem, como un ciclo eterno ambos dioses con su odio hacia el otro se enfrentaban una vez más. Era la Magia contra la Teúrgia. Néhant no podía apuñalar a Sol'ra con uno de sus fragmentos porque estaba rodeado de una barrera de protección que le bloqueaba el paso. Pero Néhant contaba también con Cáliz para perforar este escudo. La lámina perforó la protección que sorprendió al dios que lanzaba Teúrgia a todo lo que podía. Néhant soportaba con mucha dificultad los asaltos, pero no debía debilitarse. Una vez más Cáliz cortó el escudo y lo hizo pedazos...
Para ambas superpotencias nada más existía alrededor. Sólo existía su combate. Sol'ra se concentró para que la luz del sol destruya a su adversario. Pero en este momento allí Néhant descubrió la falla, porque Sol'ra había cometido un error. Si era el avatar de Sol'ra qué hacía frente a Néhant, ¡Este dios no tenía otra elección que poseer el cuerpo de un hombre! Y a pesar de la diferencia física Néhant sintió en el la esencia de Guem y por este hecho podía ser corrompido. Néhant envolvió al Avatar con tentáculos de sombras que se agarraron a Ozymandias el Sacerdote-rey. Inmovilizado el Avatar no podía hacer nada además que invocar la potencia de Sol'ra que todavía que golpeo a Néhant que resistía a pesar de quemaduras profundas. Pero para el Avatar era demasiado tarde, la encarnación no podía ser mantenida sin el humano que la protegía porque sin no había más ancla nada lo mantenía en este mundo. Néhant se infiltró en pensamiento de Ozymandias como Ciramor le había hecho con él y tomó el control. Cortó el lazo entre el hombre y el poderoso Solarian. La energía divina se escapó como un humo blanco, evaporándose. Poco a poco Ozymandias bajo la voluntad de Néhant expulsaba la encarnación. Hecho marioneta en las manos de Néhant finalmente quedó convertido en sólo un humano. Los Solarians invocados antes en la batalla desaparecieron del mismo modo, incapaces de quedarse ahora que el Avatar no estaba más. En medio del campos de batalla, los Caballeros Dragón habían asistido a la derrota de Sol'ra.
-¿Entonces termino? Preguntó Zahal qué tenía el cuerpo de Valentín en sus brazos.
- No Zahal, si eliminamos una amenaza, pero la otra permanece como estaba previsto, tendremos que hacer todo lo posible para eliminarla. Da la orden de reagruparse, que las tropas formen las filas y destruyamos a Néhant.
-Pero esto parece imposible no somos más que un puñado.
-Entonces perderemos, pero no sin pelear, dijo Kounok apretando el puño de Quimera cubierto de la sangre de Djamena.
Acto 6: Un Mundo Destrosado
Capítulo 1: Botín de guerra
-¡Arena de mierda! Tuvo un estertor Valentín saltando de su caballo, hundiéndose al mismo tiempo en la arena creada por la intervención de un dios. No me gusta la arena, añadió engalanando el golpe al Solarian con su espada de cristal. El ruido de la batalla cubría el insulto del Caballero Dragón mientras que el suelo temblaba, magullado por la violencia de los golpes de Sol'ra. Luego sucedió la explosión, la tierra se desgarró, como una cuchilla sobre la piel, la lava, la sangre de Guem, saltó de esta herida. Valentín escapó por los pelos de un tentáculo incandescente que cayó justo al lado de él, calcinando la arena. Vio a varios de sus soldados hacerse engullir como vulgares conejos echados en una hoguera.
-¡Por los cuernos de Dragón! ¡Rápido! ¡Aléjense de ahí! Gritó mientras hacía gestos para llamar la atención de su regimiento.
Escuchando la orden que se les daba el grupo se bifurcó y en lugar de progresar hacia adelante se encontró rápido sobre el costado occidental, encontrando a Zahal que no sabía dónde acudir. Las órdenes se derretían en todos los sentidos mientras que al mismo tiempo los magos preparaban el ritual de la piedra. Zahal abrazó con la mirada el campo de batalla y vio un saliente de Solarians entre el medio de la frente y el costado es.
-Valentín, toma al resto de tus hombres y ve a ayudar a Ardrakar y a las Guerreras-mágicas.
El Caballero Dragón llamó a sus hombres y se puso en marcha sin demora.
Muchos demonios estaban presentes aquel día. Grandes, pequeños, pero también demonios más insidiosos que para existir debían depender de otros. Néhant estaba presente, muchos demonios fluían, invocados por el maestro oscuro. Si la mayoría de estos demonios estaban alocados, cuando Néhant pronunció el nombre de Mortelame, la inestabilidad de la misma naturaleza de los demonios casi hizo volcar la batalla. La demonio dejó los Meandros y buscó rápidamente a alguien que pudiera servir como huésped aceptable. Instintivamente fue hacia Moira la Guerrera-mágica y el demonio se transformo. La joven mujer se doblo del dolor.
-¡Aquí vamos de nuevo! Gritó, ¡El demonio está de vuelta!
Eglantyna, que peleaba con un Solarian no vio a su hermana derrumbarse en el suelo. Mortelame tenía la habilidad de demonio de sacar fuerzas de la presencia de otros demonios, los siervos. Afuera los siervos pululaban sobre el campo de batalla, tan numerosos como pulgas navegando por la piel de un perro. Esta mega-presencia de siervos volvió a Mortelame fuerte, terriblemente fuerte. Ya había sentido tal flujo de poder, había sido durante la guerra contra Néhant, en el momento de una batalla contra los hombres de la Draconia. Tal una furia la demonio se echó sobre una primera víctima que no fue otra que Eglantyna. La Guerrera-mágica intentó bien esquivar los golpes y hacer razonar a su hermana, pero el demonio tenía demasiada influencia y Moira había desaparecido totalmente. La lámina perforó el pecho de Eglantyna de lado a lado delante de las miradas estupefactas y sorprendidas de otras guerreras-mágicas y de Ardrakar que no lejos de allí asistió al gesto de la demonio. La pobre Eglantyna cayó al suelo cuando Mortelame tiró la lámina con rapidez, la sangre fluyó a grandes chorros. Naya, Ardrakar y otras Guerreras-mágicas gritaron con rabia y se abalanzaron sobre el demonio, con la única intención de matarlo. Este incidente provocó entonces una debilidad en el ejército de los hombres y de los demonios. Solarians sacaron provecho de eso para abrirse paso, atropellando a los humanos por su ferocidad. Ellos no conocían el desorden, implacables, resueltos, actuaban en concreto con el único objetivo de ponerles fin a las criaturas de Guem. Las Guerreras-mágicas no supieron dónde acudir entre Mortelame ayudada por otros demonios y los Solarians aunque debilitados no eran nada menos que temibles adversarios. Naya ordenó a Ylianna, Anazra y algunas otras intentar retenerles mientras que ella y otras combatían a la demonio. La situación verdaderamente era crítica, si los Draconicos no llegaban a tener las fuerzas conjugadas iban a ser divididos en dos ejércitos y rápidamente cercados. Valentín llego en ese momento.
- Ustedes a la derecha, ustedes a la izquierda, ordenó designando a sus soldados. Apoyen a las Sorcelames pero no traben sus movimientos.
Como una ola los Solarians cayeron sobre la muralla formada por los Draconicos. La lucha comenzó rápidamente y los Drásticos habían alcanzado por el momento su objetivo: disminuir la ola. Una criatura más grande que las otras se coló revolviendo todo a su paso. Valentín creyó primero ver un demonio, pero no, el estilo de los vestidos y las joyas eran de origen del reino del desierto. Esta cosa mitad humana y mitad león cargó sobre Valentín con su lanza hacia adelante. El Caballero Dragón recibió el ataque de frente. La punta de la lanza venció la resistencia de la armadura de Dragón y encontró un camino hacia el vientre del guerrero. En un "crack" Valentín se vio impulsado a varios metros de distancia. Su corazón dejó de latir en su pecho al mismo tiempo que en la ciudad de Noz'Dingard una piedra-corazón se desprendía de la gema de Dragón que indicaba la muerte del caballero.
Anryéna había escuchado la historia del Apóstol y cuando la batalla comenzó fue a los jardines del palacio, contiguos a la gema de Dragón. Allí, los millares de piedra-corazón de los que habían decidido atar su destino al de Dragón brillaban con colores tornasolados. La Apóstol la había seguido porque no había acabado su historia. Ambas sabían que a lo lejos, en la Tumba de los antepasados el destino de las Tierras de Guem se jugaba. Pero por ahora el Apóstol no hablaba más y Anryéna miraba las piedras. Luego un crujido la sacó de su estupor, una piedra-corazón se desolidarizó de la gema de Dragón y cayó delante de ella.
Ella recogió el corazón apenado.
-Eglantyna murió, cuchicheó.
-Usted conoce a los propietarios de cada piedra no?
-Es un don que me otorgó mi padre.
-Espere otras pérdidas, no es la última de esta batalla. Efectivamente otra piedra cayó varios minutos más tarde, un bello cristal redondo y azul.
-Vale... Valentín... Una lágrima fluyó de la cara de la Archimaga, una lágrima azul.
El Señor Rúnico Eilos miraba el campo de batalla la mente agudizada por la curiosidad y el deseo de entrar a la batalla.
-¡Todo este trayecto y esta maldita cosa caída del cielo no está más allí! Gruño Harès.
-¡Lania! ¿Puedes venir por favor?
La sacerdotisa tan endeble como bella escaló la colina dónde se encontraban ambos guerreros no sin dificultades, ya que no estaba acostumbrada realmente a caminar por sitios como este.
-¿Sí señor Eilos?
-Me gustaría tener la opinión de la fiel de Thyrs sobre lo que sucede aquí.
-Será de acuerdo a su voluntad, dice con una voz suave y servicial.
La joven con el pelo negro ondulado, de pie en frente de la batalla, se arrodilló y comenzó a abordar las oraciones a Thyrs. La diosa respondió favorablemente, dando información diversa de lo que sucedía aquí y quiénes eran los diferentes protagonistas.
-Las criaturas del aura blanca no son de nuestro mundo, Thyrs es categórica, son una amenaza para nosotros. Los hombres de azul y los seres del fondo forman una alianza contra natural pero lógica.
-Reconozco los estandartes, es la Draconia, no estamos muy lejos de esta región del mundo. Añadió Eilos. Te agradezco Lania, le ofreceremos la victoria a Thyrs y le haremos una ofrenda.
-Fuiste oído señor.
El Señor rúnico se puso su casco y desenvainó una de sus espadas antes de volverse hacia el resto de la Legión rúnica que estaba más abajo.
-¡Legión Rúnica! Los Enviados de Noz'Dingard se enfrentan con un invasor desconocido. Vayamos a ayudarles, ¡Luego cuando la batalla haya terminado partiremos en dos a los demonios!
Los hombres y las mujeres que componían la Legión gritaron para animarse unos otros luego siguieron a su jefe hacia la batalla. Este último rodeado de Harès y Xenophon se enfocaba en sus acciones futuras.
-Xenophon, lleva a Loquitus y Neixiriam contigo, tendrás también a Lania como apoyo. Ustedes son de lejos los más macizos y los más forzudos, por lo tanto irán directamente centro.
Los Solarians comprendieron su desgracia sólo cuando vieron brillar las runas sobre las armas y las armaduras de estos soldados venidos de ninguna parte. Los poderes de los Solarians no pudieron hacer nada contra ellos, los rayos de sol no pudieron pasar las protecciones de estas armaduras rúnicas.
Harès debía probar su valor, buscó la mirada del enemigo que le parecía el más fuerte. En el centro vio dos de esos. Una mujer con la forma de una demonio que peleaba con Enviados de Noz'Dingard luego una criatura medio hombre medio león que mataba con sus anchas cimitarras los soldados de la Draconia.
-Tú, no fallare dijo corriendo hacia su blanco. Las runas sobre la armadura y los guanteletes de Harès brillaban intensamente los cuales le ofrecían un gran poder.
Luego llegando por fin a su blanco levanto su brazo y le asesto a la Esfinge un puñetazo monumental de lleno en la cara, sacándole así algunos dientes de paso. La Esfinge retrocedió, tocada por el golpe. Harès no dejó tiempo muerto, usando de nuevo su puño enguantado, esta vez con un gancho al mentón. Otros Solarians se echaron sobre él para alejarlo de su dirigente, pero sin poder conseguir tirarlo al suelo. La Esfinge hizo romper los huesos de su golpe bajo la cólera.
-¡Muévanse! ¡Es mío! ¡Vas a ver lo que pasa cuando tocas a la Esfinge! Pero Harès no se dejó vencer y según su estrategia lanzó su puño en el vientre de su adversario. Pero éste esta vez no se dejó hacer y un duelo mortal se comprometió.
La Legión rúnica luchaba allí admirablemente. Los ejércitos de Tantad eran reconocidos en el resto del mundo por ser increíblemente tácticos y marciales, hasta el imperio de Xzia les envidiaba. Mientras que los guerreros, en fila estaban en el cuerpo a cuerpo, los sacerdotes imploraban a sus dioses para infligir grandes daños en las filas opuestas. El grupo del Señor Rúnico Eilos estaba reunido con los nuevos Nómadas, el Visir Mahamoud ya había cruzado el camino del señor Eilos. Frente a ellos se reagruparon los antiguos Nómadas.
Contrariamente a los Solarians invocados por Sol'ra, tenían un cuerpo humano. Djamena había reparado en los recién llegados y en los servidores de los antiguos dioses y más que los Draconicos, ellos representaban un peligro. Esto fue una batalla en una batalla, una coalición de los dioses del panteón de Tantad y de los antiguos dioses del desierto cara a cara contra Sol'ra. Luego el ritual de la piedra lanzado por Pilkim y otros magos se presentó desvinculando a los Solarians de Sol'ra, cambiando el curso de la batalla. Los antiguos Nómadas se encontraron solos frente a la Legión y los nuevos Nómadas, lo que siguió entonces fue una carnicería increíble. Así que no quedó más nadie con vida de aquel lado. Por encima de ellos Néhant se enfrentaban con Sol'ra, el resultado no era obvio para uno como para el otro, pero finalmente Néhant fue quien se llevó la parte, extirpando a Ozymandias. Néhant se rió de su victoria y lanzó a su enemigo al suelo. Comprendiendo que esta persona debía ser capturada Eilos se arrojó sobre ella, seguido de cerca por Mahamoud. El Señor Rúnico lo tomó por la garganta y examinó las heridas. Ozymandias no tenía grande heridas físicas, pero mentalmente estaba destruido. Mahamoud dejó actuar a Eilos, juzgando que la temeridad y la intervención de la Legión rúnica habían ayudado en esta batalla.
-¿Acaso existen otros cristales como la piedra caída del cielo? ¡Habla!
Pero Ozymandias no estaba en condiciones de revelar esto. Por encima de ellos las nubes se amontonaban rápido, demasiado rápido. Un cuerno resonó, el ejército de la Draconia, reuniendo sus tropas. La guerra de Sol'ra había acabado, pero otra a comenzaba en el acto.
Capítulo 2: Liberar la Llama
- ¡¡No nos mates!! Balbuceo el Primer Ministro. Estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo ¿no te parece?
Los piratas se miraron unos a los otros hasta que alguien se acercó.
- ¿Acaso crees que somos salvajes o qué? Bromeo Bragan. No te preocupes, no te haremos nada. Ordena a tu flota que se rinda, inmediatamente… y todo saldrá bien.
Uno de los ministros, un pequeño hombre de tez macilenta se separó del grupo y, temblando, le pidió a uno de los guardias transmitir la orden de retirada y rendición de la flota de Bramamir.
Apenas algunos minutos más tarde, Al la Triste entró triunfalmente al lugar que representaba ciertamente toda la potencia del gobierno. Debido a su tamaño se quedó mirando a cada ministro con un aplomo y un toque de orgullo.
-Ahora ustedes se ven menos fanfarrones, banda de zapatos viejos. Como dirigente de la rebelión pirata declaro la disolución del gobierno.
-¡Usted no puede! Se sublevó uno de los ministros. El silencio cayó sobre la asamblea como una capa de plomo. Al la Triste se cuajó y miró al impertinente, un hombre serio vestido con prendas demasiado grandes para él. - Vea esto, muy corruptible Ardrios, Ministro de Hacienda de las personas que tomaron al pueblo de Bramamir por la garganta, tiene que devolverlo. ¡Tengo todo el derecho aquí! Dijo sacando el viejo pacto entre el gobierno y su padre. Y todo esto es legal.
Luego mirando a Briscar y a Poukos.
-Llévenlo a una de las celdas del palacio, estoy segura que esto le devolverá las ideas en sitio.
Ambos piratas se ocuparon entonces del ex ministro de Hacienda que, después de haber emitido algunas protestas, se encontró rápidamente... golpeado.
-¿Alguien más tiene una objeción?
Al lado de su capitán, Ardranis y Empleadillo discutían sobre un asunto que les parecía primordial.
-¿Así no era su sueño? Preguntó Empleadillo.
-¿Qué? Preguntó la Elfina pirata.
-¿Me escuchaste?
- Euh no.
-No es modo de hablar a la capitana, mastica más las palabras... Ardranis frunció las cejas que escuchaban a Al la Triste.
Efectivamente en el tiempo normal Al la Triste no tenía en absoluto este lenguaje.
-Esconde bien su juego... Bromeo Ardranis.
-...Pues antes de nuestra acción pretendía esclarecer totalmente la corrupción de este gobierno. Vamos pues a hacer un poco de "limpieza". Dijo Al la Triste golpeando su puño de metal en la palma de su mano de carne. El ejército pasa a estar bajo mi mando y yo le prohíbo irse la ciudad. Ustedes serán puestos a mi disposición muy rápidamente porque mi deseo es dejar a las personas íntegras en sus puestos. No hay duda que hay entre usted.
Sobre estas últimas palabras Al la Triste se fue, no sin haberle dado la consigna a Bragan de velar que el primer ministro tuviera todo lo necesario para la administración. Luego, desenvainando su pistocuchillo, giró a toda marcha con destino a la oficina del gobernador. La puerta, cerrada con llave, no resistió por mucho tiempo y después de algunos golpes de hombro mecánico la infortunada cerradura cedió. El interior de la oficina era casi tan grande como el puente del Arc-Kadia. Todo parecía nuevo, mesa grande de madera fabricada por los artesanos más hábiles, en el suelo una piel de un animal exótico de colores increíbles, sobre las paredes pinturas diversas que presentaban escenas - a menudo batallas contra insurrectos piratas-. La luz entraba por una ventana ancha que ofrecía un sin número de luces sobre la ciudad magnífica de Bramamir. Al tuvo cuidado al estar sola, desconfiando del el menor escondrijo y de la menor posibilidad de una emboscada. Al no producirse nada inesperado, puso su pesada arma sobre el escritorio y comenzó el examen en regla de los papeles. Informes sobre varios temas, cartas escritas por diversos ministros, cifras anotadas sobre un pergamino e informes militares. Exasperada tiró al suelo los pergaminos luego se dejo caer sobre la butaca confortable del ex gobernador. Enterró su cara en sus manos para devolverle el orden a sus ideas cuando una variación brusca de luminosidad la sacó de sus pensamientos. Repentinamente la habitación se oscureció, luego una corriente de aire se llevó algunos pergaminos restantes de la superficie de la oficina mientras que aparecía al mismo tiempo la forma de una pequeña criatura. Ésta apenas más alta que un tonel de ron presentaba todas las características de un demonio. Pequeños cuernos negros transparentes, aspecto monstruoso y ausencia de boca.
-¿Entonces esta hecho? Gobernador... preguntó antes de darse cuenta que no era el gobernador sentado en el asiento.
Al la Triste, furiosa lo cogió por el cuello con su mano de hierro. Sorprendido el demonio se echó entonces a chillar como un perro al que se le ha dado una patada.
-¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡Suéltame! Cobarde *glurgl*. El demonio resistía, intentando desesperadamente agarrar la gran mano de metal.
-¿Quién eres? ¡¿Quien es tu amo, cagada de letrinas?! Sera mejor que hables si no quieres que te arranque la cabeza.
-¡No diré nada! ¡No diré nada! Respondió el demonio sacudiendo piernas y cabeza.
- Crac*
Al estranguló tan fuerte que acabo por molerlo, matando al demonio. Ella largó con desdén el cuerpo de esta cosa al otro trozo lado de la pieza. La cólera subía, oliendo que algo se le escapaba dio una patada al escritorio, sorprendiéndose en seguida. Allí observó escrituras extrañas y símbolos grabados en la parte inferior del escritorio.
-¿Qué es esto? Pero su reflexión fue interrumpida por Briscar y Poukos.
-Ya está jefa, lo hicimos... ¿Pero qué pasó aquí? Preguntó el viejo pirata, viendo el cuerpo del demonio y la oficina derribada.
-Me gustaría mucho saberlo, quiero a los gusanos responsables de esto, dijo mostrando los símbolos. Esta historia huele mal.
-¿Estoy de acuerdo bien, usted sabe a quién encontré en las cárceles?
-¿Problemas?
-No, a la pequeña Llamara.
-Llama... Pfff, bien hecho por ella, esto le servirá para la vida.
-Pide verla a jefa, dijo Briscar mostrando la entrada de la pieza.
-Bueno vamos a ver lo que quiere, dijo recogiendo y acomodando su pistocuchillo.
El palacio de Bramamir fue en otro tiempo una fortaleza muy imponente antes de que la realeza le dejara el sitio a un gobierno más democrático. Después, los edificios habían sufrido numerosas revisiones. Las cárceles, por su parte, se habían salvado de cualquier modificación. Los gruesos muros, supurando de humedad, escondían numerosas celdas insalubres. Al la Triste encontró al guardián desvanecido, probablemente debido al encuentro entre su cabeza y el Anclaje de Poukos. En la primera celda, varios hombres con largas barbas y vestidos con harapos sostienen sus manos para ser ayudado, pero Al la triste no les hizo caso, por ahora. Ella paso por delante de la nueva residencia de Ardrios que gritaba a la injusticia, luego después de varias celdas vacías se paró por fin delante de la última al fondo del largo pasillo. Apoyada sobre la pared del fondo grabada por inscripciones la presa evitaba mirar con destino a Al la Triste.
-¿Entonces Llama otra vez en problemas? Ironizó tomando y abriendo el registro de la prisión puesto sobre una estantería a altura.
Pero Llamara respondió fulminándole con la mirada, ¡y cual mirada! Sus ojos tenían la forma normal en cambio el blanco como el iris eran rojo vivo.
-No me mires así, no fui yo quien te puso allí. Entonces veamos... Lla... Llamara, he aquí, rebelión... agresión... incendio... asombroso. ¿Perdiste el control? ¿Te hiciste capturar por tus compañeros? ¿Dónde está esa rata de fondo de cala, ese chupador de médula que te sirve de capitán? ¿Eh?
Herida, Llamara saltó sobre los barrotes de su prisión, golpeando el aparato extraño que le apretaba la cabeza.
-Hermoso sombrero, por lo menos un poco de sentido común en esta barraca. Nada de magia de fuego... así que...
-Voy a decirte lo que hago aquí pero sácame primero de aquí. Esto va a gustarte... te lo prometo.
-¡No! La última vez que te escuché termino en desastre. Y además no estás en posición de poner las reglas, tú estás en la cárcel, no yo.
Llamara rechinó los dientes, luego que comprendió que esto no conduciría a su liberación dio prueba de un poco de sentido común.
-Me ganaste Al... ¡Me hice agarrar mientras estaba en una misión, era una trampa! Seguidamente ganó la atención de su oyente.
-No sabes lo que sucede aquí en Bramamir...
Al la interrumpió.
-¿Crees? ¿Poukos y Briscar no te dijeron?
Por la cara interrogante de Llamara, la respuesta era probablemente no.
-Acabamos de tomar el palacio y el gobierno acaba de someterse, el gobernador se suicidó.
-¡Bien! Pero la historia que me concierne ciertamente es mucho más importante que esto. Al sé que nuestros informes siempre son muy encendidos, pero escúchame, descubrí indicios y lo que sucede está conectado con el torbellino. Un secreto que el gobierno esconde desde el fin de la guerra contra Néhant.
-¿Y qué es?
-Liberarme ahora, ya te revelé mucho, y de todo modo no puedo contarte todo sin ayuda. Pienso que este perro de Dedos Ganchudos me vendió al gobierno y está metido en todo esto.
-O se dio cuenta que eres una verdadera plaga y encontró gracioso el enviarte en no sé qué historia fantástica. ¡Pero bueno, estoy teniendo un buen día, te indulto!
Al recuperó las llaves para abrir la puerta de la celda.
-Por otro lado, mientras no esté segura de tus intenciones, vas a llevar esto sobre la cabeza, añadió la capitana mostrando el aparato extraño en la cabeza de Llamara, no quiero que quemes el palacio... Agrego en voz alta.
Capitulo 3: Erradicación
- Usted no obtendrá nada de mí, si me mata me reuniré con el gran astro. Ozymandias asentía.
Hacía ya ahora varias semanas que Sol'ra había sido derrotado por la alianza de los Draconicos, los Néhantistas, los Nómadas y los Rúnicos. El antiguo Sacerdote-rey que protegía en su pecho al Avatar de Sol'ra no era más que la sombra de lo que fue. En lo sucesivo en las manos de la Legión Rúnica sufría un interrogatorio perpetuo.
-Es ahí dónde te equivocas... comenzó a responder Eilos antes de ser interrumpido.
-No el error fue Néhant quien lo hizo, tendría que haberme arrancado la información que usted deseaba... pero ya es demasiado tarde.
Eilos cogió a Ozymandias por la mandíbula y apretó mucho.
-Hay otras maneras, puede tener una voluntad de acero, pero nosotros somos capaces de moldear el metal, dijo Eilos soltando su agarre.
Los campamentos de los Rúnicos y de los nuevos Nómadas se encontraban en la extremidad norte de lo que quedaba de la Tumba de los antepasados. Una alianza temporal entre estos dos gremios se dibujaba y Eilos y el Visir Mahamoud intentaban vanamente levantar el ánimo a las tropas después de una batalla agotadora frente a Néhant. Para Eilos solo contaba la misión que el Cenáculo de Tantad le había confiado: recuperar el cristal caído del cielo. Por desgracia no quedaba nada después de que la criatura que se encontraba en el interior tomara posesión de Ozymandias con el fin de destruir este mundo. Pero Eilos era la misma perseverancia, ciertamente no iba a detenerse en este hecho, en este fracaso.
Al día siguiente por la mañana, había una agitación en el campamento. Eilos salió de su tienda al mismo tiempo que otros a su alrededor, también atraídos por el ruido. Corantia, Lania y Xenophon rodeaban a un hombre reverenciándole, glorificándole. No veía la cara de esta persona escondida por la estatura imponente del minotauro. Pero el bastón le señaló a Eilos que la persona a la que esperaba había llegado por fin. Después de haber saludado a sus congéneres el hombre avanzó hasta Eilos. Su cara estaba marcada por los años, su vestido blanco con bordes de oro era el de un sacerdote y efectivamente era un hombre de fe, y no de cualquiera.
-Te saludo Señor Rúnico Eilos, que el Panteón esté a tu favor.
-Y te saludo a cambio Sapiente, Oráculo de Orpiance, respondió Eilos con los brazos extendido para luego apretarlo contra su pecho. Tu llegada me alivia, necesitamos desesperadamente tu talento... en muchos asuntos, añadió aflojando el abrazo. Pero entra, eres el bienvenido bajo la tienda de los Arcontes como debe ser.
El interior rebosaba de armas, armaduras, sillas y camas. Había justo en medio una mesa con varios objetos arriba, un jarro de agua y diversas copas. Sapiente puso su cetro contra una de las columnas que sostenía la tela de la inmensa tienda. Luego se sentó en una silla con gran esfuerzo dejando escapar un estertor de alivio.
-Comienzo a hacerme viejo para estos viajes, dijo sirviéndose un poco de agua. ¿Entonces por qué me hiciste venir hasta aquí? Ciertamente no es para aprender del arte de las runas, Corantia y Lania son expertas en su dominio.
-No, por lo menos no por el momento, pero dispones de un saber que va a permitirme soltar una lengua. Tengo un preso, alguien importante, me gustaría que nos revelara lo que sabe, pero no quiere decir nada. Después de haber impedido arrancarle los brazos, consideré bueno hacerte venir.
Sapiente se tragó el contenido de la copa antes de servirse de nuevo.
-¿Me haces venir para jugar al verdugo? Dijo con aire de reproche.
-Ni siquiera, este preso puede decirnos donde encontrar cristales caídos del cielo, y tu serias el primero que pueda crear runas con este. Pienso que es una motivación y una razón suficiente, ¿no?
El sacerdote suspiró y puso su copa sobre la mesa.
-Sí, es suficiente. Mis servidores van a instalar mis pertenencias aquí. Déjame un poco de descanso e iremos a soltar la lengua de tu preso.
-¡Usted no obtendrá nada de mí! Gritó Ozymandias.
El Visir Mahamoud, que estaba de pie al lado de Eilos y al lado de Sapiente, se preguntaba cómo iban a obtener respuestas. Después de todo, ellos también, los nuevos Nómadas, habían intentado hacer hablar a Ozymandias, pero aparte de maldiciones e insultos, no había dicho nada. Sapiente se colocó delante de Ozymandias que fue atado a un poste profundamente hundido en el suelo.
-Usted no hablará, pero delante de nosotros va a enderezarse lo que se esconde en los meandros de su cabeza, dijo Sapiente con una voz gruesa.
En este momento allí las runas sobre sus vestidos y sobre su bastón se iluminaron.
-Sosténganlo, se resiste mucho, añadió a la vez que sus ojos se iluminaron.
Loquitus pasó detrás del poste y sostuvo a Ozymandias de modo que el infortunado estuvo totalmente inmovilizado. Ahora las runas brillaban como mil fuegos volaban en círculo alrededor del bastón que tenía en una mano. De la otra mano, Sapiente dibujaba runas sobre la frente de Ozymandias.
-O dioses del Panteón, oiga la voz de su servidor, Sapiente Oráculo de Orpiance. Haga aparecer lo que nos está escondido, concédame la clarividencia.
Luego las runas sobre la cara de Ozymandias se borraron unas tras otras, como si hubieran sido absorbidos por la piel.
-¡Veamos tus memorias ahora!
Sapiente cerró los ojos y puso la palma de su mano sobre la frente de Ozymandias que comenzaba a convulsionar. Formas humanas, lugares diferentes con diferentes situaciones aparecieron tales espejismos. Las memorias pasaban andando hacia atrás, del hacia más reciente al más antiguo. Al principio el Avatar de Sol'ra, volvió a ser Ozymandias continuación al que la asistencia vio cómo fue liberado por un cristal amarillo semejante a la piedra caída del cielo.
-Hay otros cristales amarillos, dijo Eilos sonriendo.
Un momento largo pasó antes de que otros recuerdos volvieran, en aquella época muy lejana Ozymandias era un gran jefe de guerra, dirigiendo los ejércitos en nombre de Sol'ra. Por fin, más joven un hecho más extraordinario que hizo volcar el destino de Ozymandias. Una lluvia de meteoritos regó una buena parte del desierto, de estos cristales habían salido criaturas de Sol'ra. Sapiente paró allí su búsqueda, oliendo que el preso no iba a aguantar más tiempo. Las runas sobre los vestidos y el bastón lentamente se apagaron.
-Hay otros cristales sembrados en el desierto, dijo Sapiente recuperando el aliento. Vi en su espíritu que Sol'ra previó un plan de socorro si su Avatar no triunfaba. Por todas partes en el desierto hay... ¿Cómo lo llaman? ¿Sol’rain?
-Solarians, respondió príncipe Metchaf.
-Gracias. Los Solarians están encerrados en cristales y son pues una amenaza para el futuro.
Mahamoud y Metchaf se miraron, la noticia era mala y directamente impactaba el reino del desierto.
-En este caso es el momento para nuestro regreso a nuestra casa, decidió el Visir.
-¿Aceptaría nuestra compañía? Contamos con recuperar bien estos cristales y con destruir estos Solarians, añadió Eilos tendiendo la mano con destino a Mahamoud.
El hombre de la armadura de león cogió en seguida la oportunidad ofrecida y selló la decisión por un apretón de manos.
-Con mucho gusto, no seremos demasiados dos gremios para esta tarea, debemos liberar definitivamente al desierto de la influencia del dios solar.
-Legión Rúnica, levantamos campamento. ¡Los dioses nos miran y nos juzgan! Dijo Eilos.
-¡Los dioses nos miran y nos juzgan! Respondió como un eco el resto de la Legión Rúnica.
La Legión Rúnica y sus nuevos aliados Nómadas viajaron hasta la puerta de la doble esfinge, el único acceso hacia el desierto de Esmeralda. El viento encargado de calor se precipitaba allí con fuerza, proyectando la arena fina sobre las caras de los viajeros. Los Nómadas comenzaron la marcha, acostumbrados a seguir los caminos invisibles con los ojos de los extranjeros. Los Nómadas esperaban tener que arrastrar a los Rúnicos como cargas, agobiadas por el calor, pero no fue así. La inmensa mayoría de ellos estaba acostumbrada a las temperaturas extremas.
-Esto me recuerda al entrenamiento a Faistaios, con menos lava, se acordó Agillian.
-¡Faistaios! Pero si aquí se está genial comparado a allí, respondió Loquitus riéndose.
No comprendiendo las alusiones, los nómadas se concentraron sobre su nuevo objetivo y guiaron al grupo que seguía las indicaciones de Sapiente. Varios días más tarde en el nordeste del desierto, delante de ellos se levantaban ruinas en parte cubiertas con arena.
-Estamos aquí, reconozco este lugar de las memorias de Ozymandias, varios cristales se encuentran por aquí, explicó Sapiente.
-Bien, levantemos un campamento aquí. Ustedes conocen sus funciones, patrullando en parejas, vivamente ordenó Eilos.
-Vamos ayudarle para el campamento y para las patrullas, índico Mahamoud que no estaba familiarizados con las tácticas militares Tantadienses.
-Arena, arena y mas arena, ¿Cómo hace la gente de aquí para vivir en tal entorno? Tuvo un estertor Agillian y que extirpaba sus pies de la arena.
-Bah, sabes de dónde venimos no es mejor, piedra y siempre piedra, ironizó Loquitus.
-¿Que es eso...?
Agillian mostraba un punto que brillaba en lo alto de una duna.
Ambos Guerreros Rúnicos corrieron hasta ahí para descubrir pedazos múltiples de cristales amarillos. Era como si un cristal más grueso hubiera estallado, esparciendo pedazos por todos lados.
-Agillian, mira allí, rastros. A priori una persona había venido hasta ahí, luego se había ido de nuevo en otra dirección.
-Se dirige hacia aquella montaña.
-Si lo que me decía Urakia es verdad, los rastros desaparecen rápidamente en el desierto. Puede deducir por eso que esta persona paso por aquí hace poco tiempo, explicó Agillian.
-¡Vamos a ver! Ordenó Loquitus sujetando firmemente su gran espada.
Ambos Guerreros Rúnicos siguieron los rastros hasta el pie de la cadena de montaña que rodeaba el desierto de esmeralda. Allí vieron a un hombre de pelo blanco con alas luminosas. Éste desenterraba un cristal enterrado bajo la tierra. Cuando se percibió que no estaba solo el Solarian se volvió y largo una piedra a Loquitus.
-¡Váyanse o mueran! Gritó el Solarian.
No hizo falta más para enervar al minotauro que cargó sin esperar más al provocador. El combate no tenía nada de equilibrado pero el Solarian se defendió lo mejor que pudo, hiriendo a Agillian en el brazo izquierdo. Pero por desgracia para él Los Guerreros Rúnicos no eran fáciles de impresionar. Loquitus llegó a inmovilizar a su adversario, luego Agillian agarró su brazo y traspasó la garganta de Solarian con su lanza.
Loquitus soltó el cuerpo muerto de Solarian, las alas desaparecieron y el hombre recuperó la apariencia que verdaderamente era la suya, un simple humano que había tenido la desgracia de pasar por aquí. De este cuerpo se escapó entonces una forma luminosa que en seguida se dispersó. Así que no quedaba ni rastro del Solarian.
Capitulo 4: Ni vivo, ni muerto
El fuego crepitaba en la chimenea, el olor del humo se difundía en toda la casa, sin que esto molestara a los ocupantes. A esto se agregaba un perfume a embutidos y vinos. Delante de la chimenea dos cuencos tirados allí, vacíos de todo contenido, los únicos rastros de salsa y de pan indicaban el festín pasado. No lejos un pequeño caldero de cobre acababa de enfriarse después de los asaltos de las llamas. Girando una copa en su mano, Dimizar sentado en una butaca miraba el fuego con la cabeza llena de ilusiones en el futuro. Se dejó soñar con esta descendencia que deseaba tanto, de chiquillos que llenarían esta gran casa vacía de felicidad y de alegrías infantiles.
-¿En qué piensas? Preguntó una voz femenina que venía de atrás.
- En el futuro.
Una joven mujer se unió a él. Su cara blanca era encuadrada por una cabellera larga morena y ensortijada. Sus ojos verdes exprimían un amor profundo hacia el hombre al que miraba.
-Es una bella mansión, estaremos bien, dijo sonriendo.
-Esperemos, algunas personas que vi no me daban el aire de ser muy acogedoras.
-Es así en todas partes, la gente es desconfiada de aquellas a las que no conocen, deja el tiempo al tiempo y...
La joven mujer dejó de hablar, algo no iba. Se cogió el pecho al nivel del corazón, sus piernas no la retuvieron más y se derrumbó sobre las tablas delgadas del suelo. Dimizar soltó la copa de vino y se lanzó al cuerpo inerte de su esposa.
-¡Almaria! ¡ALMARIA! Gritó cogiendo delicadamente su cabeza. El corazón de Dimizar latía con fuerza absorbiendo y expulsando la sangre por el terror.
La sangre.
La sangre fluía sobre el suelo húmedo de esta cueva donde se arrastraba Dimizar. Las memorias de esta vida pasada tamborileaban en su cabeza en ritmo con este corazón que latía cada vez más lentamente. La frialdad de la lámina plantada en su tórax lo helaba a cada respiración. Era una tortura para él. Ningún sonido salió de su garganta demasiada apretada para dejar pasar la menor emoción, sólo la sangre podía abrirse camino. Intentó quitarla pero apenas pudo poner la mano sobre el puño de la daga sufrió cual mártir. Esta vez iba a morir, lo sabía, su suerte estaba tirada.
Almaria abrió a duras penas los ojos. La luz ambiente lo agredía, se protegió con su brazo jadeando. Sentado en una silla simple de madera Dimizar tenía su otra mano sobre su palma. Desde la primera vez, la primera crisis, todo se había encadenado en un proceso infernal. Esta bella morada terminó siendo solo una cascara vacía. Cada mueble, cada joya, cada libro vendido fue una cruel decepción, pero fue necesario. Para él sólo su mujer contaba, todo el resto sólo era secundario. Le estrechaba la mano como para impedirle irse, como si pudiera evitar el fin, sin embargo el fin llegó.
-Estoy aquí, estoy aquí, dijo con voz temblorosa.
-Perdóname...
-No tienes nada que perdonar.
-Jamás te ofrecí al niño que habría colmado tus sueños... Yo... tengo la impresión de que te diste por vencido. No los odies Dimizar, no saben y tienen miedo.
Lágrimas adornaban con perlas las mejillas huecas del hombre.
-No te vayas... No te vayas...
La mano que tenía sobre la suya se relajó, inanimada, muerta. Dimizar se quedó allí, inmóvil, intentando asimilar la muerte de su mujer. Afuera la noche caía, como un eco a la negrura de la muerte. Tiritando en todo su ser pasó los brazos bajo el cuerpo muerto de Almaria para apretarla mucho contra él.
-Soy yo quien debía pedirte perdón.
Perdón.
-Podrá ser perdonado mi amigo.
En la niebla sobre el camino de la muerte Dimizar creía estar alucinando. ¿Quién le hablaba, aquí en medio de ninguna parte?
-Ciertamente no voy a dejarte así mi amigo atravesamos muchas pruebas juntos.
Sí, conocía esa voz. Extraño que se manifestara ahora. La piedra-corazón de Zejabel, que había caído cuando Dimizar llegó allí después de haber atravesado los meandros brillaba intensamente. Una forma se dibujó, como una aparición fantasmal.
-Morimos mi amigo Néhant no te ayudará, nos rechazó, sabes que esto podía ser así, tú mismo actuaste como el peor Néhantista, yo también por otra parte, actué así.
La forma espectral de Zejabel dio la vuelta a Dimizar, contemplando al Néhantista agonizante.
-¿La muerte te da tanto miedo que hace todo esto Zejabel? Preguntó Amidaraxar. Deberías estar honrado de dar tu vida por Néhant.
-Pero estor honrado, el temo no es ese. Soy un mago… un brujo, estudio la magia y estoy seguro que existe una aplicación del poder Nehantico con la muerte, dijo Zejabel en el centro de la gran cueva bajo su mansión. Mis búsquedas serán largas.
-Justamente, este puede no ser el momento para esto, el lagarto azul de Noz'Dingard anunció una profecía. ¿Estás al tanto?
- Por supuesto, ¿Crees que porque estoy encerrado aquí ignoro lo que sucede en otro lugar?
-Pronto voy a conducir las legiones hacia el norte con el fin de atropellar a los que se atreven a rebelarse. En cuanto a ti, ve con Artrezil para la destrucción de este desgraciado Dragón.
-Ya veré, acabo algunos experimentos y me pongo en camino.
-Trabajé horas y horas manipulando las magias más oscuras. Y cuando Néhant decidió desecharme estaba a punto de conseguirlo. Dimizar, voy a quitar esta daga que te traspasa y vas a morir, tu corazón va a dejar de latir para siempre. En aquel momento todo va a cambiar. Te había dicho que formaríamos sólo uno, que me serías y que te sería. Vamos a continuar nuestro camino y vamos a hacerlo a nuestra manera, porque entonces tus recuerdos se mezclaran con los míos, tus rasgos de personalidad seran también los míos.
Dimizar casi se había desangrado cuando la mano espectral de Zejabel cogió el puñal de la daga que Télendar plantó con todas sus fuerzas. Luego de un golpe seco la retiró en un brote sangriento. La cara de Dimizar exprimía el espanto pero también la tristeza, lágrimas fluían de sus ojos desorbitados. Todo se paró, el dolor, la pena, el miedo. Todo esto fue barrido mientras que sobre él se extendía el velo de la muerte. Sus párpados mariposearon algunos instantes mientras que todo se ponía patas arriba en él. Algo había cambiado, se dio cuenta de eso inmediatamente, digamos que el cambio que esperaba Zejabel se había producido. Ambos espíritus hacían sólo uno, lo sabía porque era a la vez Zejabel y Dimizar. Tenía la daga de Télendar en su mano y en lugar de su herida se encontraba en lo sucesivo su piedra-corazón. Sólo su superficie sobrepasaba.
-Esto ha funcionado, la muerte fue vencida, dijo con voz cavernosa y apenas humana.
Su corazón había dejado de latir, su sangre no circulaba más y en lo sucesivo no respiraba más. No veía más el mundo de la misma manera, su visión deformaba la realidad. Después de un tiempo de adaptación se dio cuenta de la magnitud de lo que había sucedido. Esto era muy confuso pero el resultado estaba allí, no estaba vivo, ni muerto, solo existía, de manera... diferente. Ahora que no formaban más uno, el suceso fatal que lo impulsó a Dimizar apareció bajo una nueva luz, que era sólo una coincidencia. Zejabel trabajó en otro tiempo creando enfermedades mágicas que experimentó en aldeanos, precisamente el pueblo donde Dimizar se había instalado con su mujer.
El círculo estaba cerrado, Zejabel era un Néhantista y a pesar del hecho de que tenía que mezclar su alma con la de Dimizar había acabado por tener lo que buscaba.
Capítulo 5: Objetivo: Dimizar
Los Combatientes de Zil se atareaban a arreglar todos sus pertenencias. La carpa de líneas verticales negras y moradas se encontraba en el suelo, esperando ser plegado una vez más. Los estigmas de la fiesta se difuminaban en los corazones. Cada uno tenía un papel preciso que jugar en la organización del gremio. Salvaje escondía su inquietud enfrente de Salem y enfrente de Kriss, que partían para zanjar un problema vital. La joven mujer ahora líder del grupo no mostraba sus temores enfrente de la batalla que se venía e intentaba poner buena cara. Télendar ya había sentido esto en otra vida, comprendía la aprensión de Salvaje. Pero debía hablarle y lo que iba a decirle no le gustaría.
-¿Puedo hablarte Salvaje? Le preguntó con seriedad.
- Euh sí.
-Cuando atacamos la mansión conseguí tener al Néhantista, por lo menos pude ponerle una daga en el pecho antes de que éste desapareciera.
- Lo sé ¿Y?
-No estoy seguro de que haya muerto. Debo asegurarme que no sobrevivió y si es el caso ajustar cuentas. ¿Es crucial para mí, comprendes?
-Sí comprendo, pero las órdenes son claras, los Combatientes de Zil deben ayudar a los Enviados de Noz'Dingard. Y tus cuchillas nos serán preciosas. Las manos sobre las caderas Salvaje le envió una mirada de reproche.
-¿Y cómo vas a hacer para seguir a alguien que desapareció? Preguntó pensando poner término así al deseo de Télendar.
El joven hombre canoso esperaba este argumento.
-Puedo localizar la daga que planté en este Néhantista... en el otro extremo del mundo si es necesario. Pero huelo que no esta tan alejado de aquí. Algunos días nomas, luego volveré.
-Bueno, supongo que te harás la maleta durante el viaje si te digo que no. Y luego debemos luchar contra los Néhantistas, sería tonto de dejar cabos sueltos. Entonces ve, pero no vas a ir sólo, llévate por lo menos a otro combatiente.
-Eso está totalmente visto, necesito discreción. Sangrespada y a la que no conozco, ¿Saphyra se llama?
-Eso es todo. Pero vuelve lo más pronto posible, si es necesario pase por la morada de regreso y vuelva a amotinar a los Combatientes que podrían encontrarse allí. Cuento contigo Telen, dijo enviándole una amplia sonrisa.
-¿Se vieron obligados a hacer una marioneta con mi forma? Tuvo un estertor Télendar.
Saphyra estaba asombrada que las primeras palabras pronunciadas desde hace un mediodía de marcha fueron ésas.
-Es una larga historia, era para devolverte un homenaje.
-De acuerdo, pero esto me perturba, tengo la impresión que me mira.
-¿Es sólo una muñeco Télendar, no vas a tener miedo de un muñeco? Se burló Sangrespada conteniendo una risa loca.
¡Bouh el muñeco me mira con recelo, mamá tengo miedo! Ambas chicas se rieron juntas de su compañero de viaje.
Este último no se dejó hacer y aunque las burlas no le gustaban, el asesino le gustaba este ambiente limpio de los Combatientes de Zil. El trayecto a través de las montañas fue la ocasión de conocer un poco mejor a Saphyra que se había unido al gremio durante la ausencia de su antiguo líder. Su historia realmente atípica tenía todo el enigma como a menudo decían.
Al llegar la tarde, los compañeros de aventura se instalaron en una cueva bordeada por grandes peñascos. Sangrespada conocía bien este lugar por haberse detenido allí una vez con ciertos Combatientes de Zil, era un paso hacia su cuartel general, la morada célebre de Artrezil.
-Nos provoca con insolencia tu Néhantista Tel, ¿está lejos de aquí? Porque estamos cerca de nuestra casa a pesar de todo, dijo Sangrespada desconcertada.
-Pienso que esto no lo divierte, no después del golpe que le di. No siento la daga moverse, a mi parecer murió. Pero bueno... no estaremos seguros hasta que tenga su corazón limpio. ¿Qué es lo que cuentas Sangre? Sinrostro ya te debe echar de menos.
-No, dijo dejando escapar una pequeña risita. Me pregunto qué pasó con Kriss y Salem.
-Igual, al final somos pocos los que hemos obedecido la orden de Abyssien, dijo Saphyra removiendo las brasas de la fogata.
-Y no es de extrañar, somos los Combatientes de Zil, no olvidemos que el gremio es más importante que cualquier otro interés. Nos reuniremos con los otros cuanto antes, solamente llegaremos con retraso, solo hemos sido prevenidos después que los otros.
-¿Después? Oh si, por supuesto, respondió Saphyra que comprendía la idea de Télendar.
-¡Duerman chicas nosotros vamos a tener una larga caminata mañana, y puede que no sea fácil hacerlo con tacos, cómo Saphyra!
-Pfff, respondió la interesada mirando sus zapatos.
Télendar, Saphyra y Sangrespada escondidos detrás de los peñascos observaban la entrada de la cueva durante varias horas. El camino hasta ahí se había revelado más difícil de lo previsto debido al derrumbamiento de un acantilado sobre el camino que atravesaba los Montes negros. El equipo debió hacer un amplio rodeo para volver finalmente sobre el buen camino. Luego Télendar paró la carrera porque entraban en una zona donde potencialmente podían cruzar Néhantistas, demonios o diferentes criaturas malintencionadas. Pero siendo expertos en infiltración la pequeña tropa se encontró rápidamente imperceptible a los ojos de un novato.
-Vamos, cuchicheó a Télendar desenvainando una daga. Sean prudentes.
-Adelántate, cuidamos tu espalda, respondió Sangrespada. Télendar saltó de peñasco a peñasco hasta la entrada de la cueva donde se pegó contra la pared para ser lo más discreto posible.
La luz débil no lo impidió discernir las manchas en el suelo y el pedazo del metal.
-¡Sangre! ¡Mi daga!
-¡Tel! ¡Télendar! ¡Deberías venir a ver esto! Gritó Sangrespada. Hay unos tipos graciosos que se acercan...
-¿Tipos graciosos? Se preguntó Télendar yendo a ver.
Los tres hombres que llegaban hacia la cueva no tenían en realidad nada particularmente divertido. Al contrario, su paso renqueante, los pedazos faltantes de carne, sus miradas vacías no tenían la menor chispa de vida, tenían algo que hacía temblar los corazones de los más endurecidos. Sus trajes estaban desgarrados y el olor que se escapaba de ellos se sentía a varios metros alrededor. Saphyra y Sangrespada repugnadas por estas "cosas" se retiraron. Télendar que no probaba el miedo se adelantó no sin apretar su daga.
-¡No se acerquen! ¡Somos miembros de los Combatientes de Zil, gremio oficial!
Pero los recién llegados no producían nada más que sonidos inhumanos. El primero llegó al nivel de Télendar e intentó agarrarlo con sus dedos ganchudos. Zil reacciona por instinto y hundió su lámina en la garganta de esta cosa. Poca sangre fluyó de la herida y cuando retiró la lámina ésta fue cubierta de un líquido espeso y negruzco de olor nauseabundo.
-¡Herk! Gritó Saphyra esquivando el golpe de otro agresor.
-¿Qué es esto? ¿Cadáveres vivos? Preguntó Sangrespada dando un golpe de su lámina de ámbar en el tórax del tercero.
-¡Zombies asqueroso! Es como en las historias que se me contaba cuando era sólo una niña, explicó Saphyra atacando al zombie enfrente de ella con su marioneta de garras de acero.
Télendar batalló con este cuerpo muerto y se puso nervioso después de haber golpeado los puntos vitales con su daga sin alcanzar el resultado. Sangrespada no iba mucho mejor y cortó por lo sano sin otra forma de interrogatorio. Los miembros volaron rápidamente, la resistencia de estos cuerpos verdaderamente no era la misma que la de los vivientes. Aunque bastante rápido el suelo se encontró cubierto de brazo, de piernas, de dedos y de cabezas. Y al cabo de un momento nada más se movió.
-¡Y están en todas partes! ¡Esto me molesta! Criticó Saphyra que comenzaba a limpiar su marioneta.
-¿Y tu daga Télendar? Dijo Sangrespada que reflexionaba sobre el porqué de lo sucedido.
-Está en la cueva. Lo que implica que el Néhantista no murió y esto me enfurece.
-Entonces ¿Que hacemos ahora? ¿Nos quedamos aquí?
-No, recupero mi daga, tomamos una cabeza de... ¿Cómo dijiste que se llamaban? ¿Zombie? Un trozo de esta cosa y vamos a hacer una parada en la morada para hacer un balance de lo sucedido y tratar de entenderlo
-Tú... ¿Quieres que tome un trozo de esto? Se asombró Sangrespada.
-Sí, respondió el asesino echándole un saco de lona en los brazos. Te encargas de eso por favor.
Mientras que Sangrespada recuperaba la cabeza del zombie, Télendar examinó su daga, la sangre no estaba todavía seca porque el interior de esta cueva era muy húmedo. Observó rastros negros sobre el suelo y pedazos minúsculos de cristales negros que recuperó preciosamente velando a no tocarlos directamente.
- Kriss, gente se acerca a mi morada.
-Sí, eh ¿Zil? ¿Debo llamarte así? Reconozco que se siente raro.
-Si mi apariencia es diferente, ya no soy Salem, mi nombre es Zil. Pues decía, personas llegan, Combatientes.
-¿Quiénes?
-Télendar, Sangrespada y Saphyra.
-¿Debamos nosotros revelarles en lo sucesivo quién realmente eres?
-Sí, podemos y debemos decirles. Lo mismo el Triunvirato debe ser activo de nuevo, pienso que tienes siempre tu lugar y la juventud de Salvaje será una ventaja. Pero hablaremos de eso más tarde, están allí, vayamos a acogerlos.
La puerta rechinó cuando Télendar tiró la aldaba ancha en forma de serpiente. El lugar jamás fue cerrado con el fin de acoger a los viajeros en busca de un momento de descanso y los Combatientes ambulantes de Zil que deseaba estar al tanto de las noticias del gremio. Volver aquí fue una locura para al antiguo líder del gremio, esto le traía recuerdos, buenos como malos. Saphyra descubría la morada de Artrezil por primera vez, observó rápidamente los objetos diversos dejados allí, maquinarias de espectáculo, de tiendas viejas, del material de malabarismo etc. La gran entrada estaba atestada ocupando todo el espacio. Se dirigieron hacia la gran escalera central cuando Kriss, Alycia y Zil salían de la gran puerta del primer piso, la puerta que daba a la sala principal, el salón inmenso y que servía como sala de reuniones. Télendar estaba encantado de ver de nuevo a su amigo, pero no conocía a las dos otras personas. Ambas verdaderamente soltaban algo, como un aura imponente y familiar.
-Télendar, Sangrespada y Saphyra, yo no esperaba verlos aquí ¿Que sucede? Venga subamos a la gran sala, debemos hablar.
-Tienes razón.
La gran sala no estaba igual de sucia que el resto de la casa, sino un esfuerzo había sido hecho para que esto fuera soportable. En el centro sobre la pared del fondo, encuadrando por dos grandes ventanas la chimenea aspiraba el humo soltado por el fuego que crepitaba. Por encima de la chimenea, el retrato del Archimago Artrezil miraba quienquiera que entraba allí.
-Télendar, he aquí
-¿Zil? Dijo el joven hombre. Difícil de no ver la sorprendente semejanza. En efecto Zil girado hacia ellos con el retrato en la espalda era el retrato pintado del Archimago, desaparecido desde hace años.
-Bravo, jamás dejarás de sorprenderme. Efectivamente soy Zil.
Saphyra no sabía demasiado que pensar, en cuanto a Sangrespada no podía creer lo que veía.
-Zil... ¡ZIL! ¡WOUH! Dijo. ¿De veras? ¡No es ninguna broma o un truco de magia de la sombra espero!
-No Sangrespada, dulce Elfina sedienta de batallas. Le contaría todo, pero he aquí Alycia, una nueva recluta muy prometedora y quien por ciertos aspectos se me parece mucho.
-Bienvenida entre nosotros, dijo Télendar consagrándole una ojeada vaga a la joven chica, el espíritu girado por la llegada súbita de Zil.
-¿Y ustedes entonces? Interrogó Kriss.
-Usted no va a creernos, ironizó Saphyra.
-Al día siguiente de tu salida Kriss, me fui con Saphyra y Sangrespada en busca del Néhantista que casi maté durante el ataque de la mansión y que había huido gracias a su magia. Había previsto tal picardía y la daga que utilicé me permitiría si llegara el caso seguirle el rastro, dijo dejando caer el puñal con un paño empapado en sangre. Acabamos por llegar allí dónde había reaparecido, pero cometió algunos errores.
Télendar mostró entonces la bolsa llevada por Sangrespada, la Elfina pareció satisfecha de poder desembarazarse por fin de esta cabeza de zombie. Vació el contenido por tierra sobre la alfombra ya en parte devorada por insectos voraces.
-Hemos sido atacados por cadáveres ambulantes, hombres muertos, demacrados y muy agresivos. No hay duda que la magia esté detrás de esto.
-Es... sí es cierto, es magia, exclamó Alycia.
-Y malvada, detesto lo que hacen los Néhantistas las artes de la sombra, pero esta magia allí, mis pequeños, representa lo peor que hay, el Néhantismo pervertido y apartado.
Zil cogió la cabeza y lo echó al fuego, muy enfurecido.
-Entonces este Néhantista está todavía vivo. Y doy rabia de haberle fallado.
-¿Y el fragmento de cristal? Recordó Saphyra.
-El fragmento... ahh sí, encontré pequeños fragmento de cristales negros al lado de la charca de sangre.
-Muéstrame.
Télendar cogió la Bolsa en la cual se encontraban los fragmentos negros y se los dio a Zil. La sombra viva se concentró para encontrar los residuos de magia que todavía podían contener.
-Zejabel... Cucaracha, peor que el mismo Amidaraxar.
-¿Quién es? Preguntó Kriss.
-Zejabel era un Néhantista, un investigador que se había metido en la cabeza pervertir y desviar todas las magias. Son estos pedazos de piedra-corazón, de su piedra-corazón siento un lazo de sombra, muy débil pero existente. Zejabel viviría siempre.
-Sin embargo el nombre de este Néhantista según el Consejo de los gremios sería Dimizar, no Zejabel.
- Mis amigos, descansen, desde mañana vamos detrás de este Dimizar o Zejabel, poca importancia tiene su nombre. Si es capaz de hacer volver a los muertos a la vida entonces es nuestro deber de poner fin a estas artimañas.
Télendar sonreía, encantado de esta decisión. Iban a irse a la caza del Néhantista y lo haría al lado de Zil y al lado de sus compañeros.
Capítulo 6: Vientos de Cambio
Se dice que Minepthra es la ciudad más antigua del mundo. Ella había sido construida por una civilización previa a la humanidad, la que posteriormente abandonó la ciudad por una razón desconocida, esta es la leyenda de Minepthra, una leyenda totalmente falsa. Sus muros fueron en otro tiempo los testigos de batallas increíbles, pero desde que Sol'ra había vencido a los Antiguos Dioses había reprimido todo recuerdo de que nunca ningún ejército se había presentado a sus puertas. Sin embargo una guerra lejos se había efectuado aparte del reino del desierto de Esmeralda, el visir Mahamoud, el príncipe Metchaf y otros valerosos combatientes volvían después de varios meses de ausencia de la ciudad eterna. Nada había cambiado verdaderamente. En las calles sombreadas los habitantes saludaban el regreso de estos héroes salidos a defender una causa cuyo objetivo, de hecho, no era muy conocido. El rumor sobre su regreso fue a buen paso y rápidamente los ministros así como el rey en persona fueron al encuentro de la tropa.
El gran sitio, delante de la puerta colosal del palacio real se encontró con un mundo de gente. Allí el Rey del desierto apretó, delante de todos a su hijo contra su corazón.
-Sé bienvenido a tu casa hijo, te ausentaste del reino de las arenas y del sol.
La fórmula, aunque clásica, no era lo que esperaba Metchaf que habría preferido una acogida menos solemne.
-Gracias padre... que los dioses... te cuiden, respondió Metchaf sin tener cuidado. Vimos mil maravillas y participamos en mil batallas.
La frase golpeó profundamente al rey así como al gran sacerdote de Sol'ra presente a su lado. En tiempo normal tal blasfemia, hasta que provendría de un miembro de la familia real sería castigada con severidad. El Príncipe Metchaf quería provocar a su padre y sobre todo al gran sacerdote, iba a tener lugar allí el cambio, y esta frase lo anunciaba.
-Gracias por haber venido en persona acogernos a los hijos del desierto y del sol, dijo Mahamoud que comprendió la provocación de Metchaf.
-Estoy feliz de verle de nuevo, Visir, temo decirle que su salida fue agitada seguida de discusiones por parte de mis ministros.
-Estoy a su entera disposición.
-Vayamos a hablar de su viaje y de sus acciones en el palacio. Ordenó al viejo rey del desierto.
El salón del trono era el único que tiene un techo de cristal que dejaba entrar el sol de la mañana a la noche. La sede real estaba hecha de arena comprimida y endurecida y casi irrompible, adornada de una multitud de jeroglíficos que invocaba la protección de Sol'ra. Las paredes de esta sala cuadrada también estaban cubiertas de escritura, pero esta vez se trataba de nombres de los antiguos reyes y de los héroes que marcaron el pasado. Sólo estaban presentes el príncipe, el visir, el rey y el gran sacerdote de Sol'ra en sustitución del difunto Ïolmarek. La atmósfera era bastante pesada y mucho más que un informe simple se trataba de afirmar y cebar los cambios de un lado y de mantener la estabilidad del otro.
-Leí sus diversos papiros de nuestra embajadora en el seno del Consejo de los Gremios, antes de que le llegara la desgracia. ¿Acaso todo esto es verdad? ¿Sol'ra realmente vino sobre las tierras de Guem y fue derrotada por las fuerzas combinadas de varios Gremios, incluidos mis Nómadas del Desierto?
Metchaf iba a hablar, de manera áspera como de costumbre, pero fue retenido por Mahamoud.
-Pido a vuestra excelencia...
-Oficialmente estando a la cabeza de los Nómadas, yo me permito tomar la palabra para a alumbrar su eminencia del saber que eventualmente le faltaría. Lo que es dicho es verdad, Sol'ra pisó las tierras de Guem. Pero su fin era destruir este mundo y no guiar a sus fieles. Ha sido vencido con la ayuda de los antiguos dioses en lo sucesivo libres. Luego nos fuimos de nuevo con destino al desierto con nuevos aliados, un gremio de nombre Legión Rúnica. Nos propusimos limpiar el desierto de la presencia de los Solarians que amenazaban su reino.
El gran sacerdote Atetsis no creía en los antiguos dioses, igual que Metchaf tampoco creía en ellos tampoco antes de enfrentarse a la verdad. ¿Cuál ultraje más grande podíamos hacerle en aquel momento?
-Si tal fuera la voluntad de Sol'ra entonces este mundo tendría que desaparecer y entonces nos habría concedido misericordia y perdón por nuestras faltas, ofreciéndonos la vida eterna. Usted habría debido estar a su lado. Cortó al gran sacerdote. No sabría tolerar esta traición hecha a Sol'ra el todo poderoso.
-¿Es esta tu opinión padre? Yo también era como usted al principio fiel a Sol'ra, pero abrí los ojos. En otro tiempo antes de que Sol'ra encerrara a los otros dioses existía un panteón que protegía el desierto y prodigaba a nuestra civilización sus beneficios. ¿Lo sabía Atetsis? Sepa que durante las antiguas guerras tribus enteras habían desaparecido del desierto. Hombres, mujeres y niños fueron asesinados o, en el mejor de los casos, exiliados o esclavizados, Metchaf dijo alzando la voz. Atetsis no respondió nada y esto se notó.
-¿Lo sabía Atetsis? Interrogó el rey del desierto quién siempre había predicado una política girada hacia su pueblo. ¿Sí, usted lo sabía, cuáles otros secretos esconde el gran sacerdote?
-Escúchanos hijo del desierto.
La voz se reflejó contra la cúpula de vidrio y las paredes. Entonces varias siluetas aparecieron tal un espejismo, un hombre con cabeza de cocodrilo, una mujer de gesto muy dulce y otra de cabellos negros como las tinieblas y con la diadema en cabeza de un chacal. La mujer de rostro radiante se adelantó hacia el sacerdote de Sol'ra que tiritaba en todo su ser.
-Sol'ra jamás apareció ante usted Gran sacerdote, no como lo hacemos en este momento ¿no? Llegamos a cabo un ciclo y va a tener allí una renovación. Rey del desierto estamos en lo sucesivo de vuelta gracias a los Nómadas del desierto y prometemos velar sobre ustedes como nosotros lo hacíamos en otro tiempo, entonces ustedes saldrán de esto ganando. Pero esto puede hacerse sólo si volvemos a ser tales como éramos. Antes éramos cinco. Y no poder ser cinco de nuevo sin ustedes mortales y sin usted... Atetsis. Ptol'a se adelantó a su vuelta.
-La muerte es diferente para nosotros las divinidades, reviste formas variadas pero en ningún caso es definitiva. También debemos encontrar a Cheksathet y a Ra que se hizo Sol'ra. Es por eso que lo necesitamos Gran sacerdote.
El rey del desierto muy impresionado por la presencia de los dioses se planteaba tantas cuestiones que no le bastaría una vida para darlas a conocer. Pero no estaba dispuesto a echar a las ortigas todos estos años pasados rogando a Sol'ra y creyendo en él.
-Le oímos a dioses. Un cambio demasiado brutal generaría el peligro de perturbar el equilibrio del reino. Un equilibrio que ya comenzó a ser quebrantado por aquellos que se rebelaban contra el culto de Sol'ra. Retengan a sus fieles, denos tiempo, dijo el rey del desierto con firmeza.
-Volveremos pronto, el tiempo necesario para que usted de devuelva el orden a su asuntos de mortales, dijo Ptol'a desapareciendo con Kapokèk y Naptys.
-Ahora no pueden negar más la evidencia, los antiguos dioses son libres y pase lo que pase, el reino del desierto no será nunca más el mismo. Pongo mi vida entre sus manos, totalmente como mucha gente en lo sucesivo. Usted debe aceptar esto, y requerirá la reforma de los preceptos de Sol'ra, explicó Metchaf.
-Hijo del hijo del desierto, tus palabras son más prudentes de lo que fueron hace algún tiempo. Yo sé que habrá que aceptar el cambio. Pero esto simplemente no se hará. La sangre puede correr.
-Hay que procurar que no, hijo del desierto, gran sacerdote, los Nómadas del desierto pueden ser utilizados para mantener la paz y resolver los conflictos que podrían generarse allí.
El rey del desierto que perfectamente conocía los preceptos de Sol'ra sabía pertinentemente que un problema espinoso iba a aparecer.
-¿Gran sacerdote, tenemos algo que temer por parte del Eclipse?
Aquel nombre no debía ser pronunciado porque esta sociedad secreta, al servicio de Sol'ra tenía mala reputación y las acciones llevadas por sus miembros eran mal vistas. Mahamoud había oído hablar de ellos, sabía que el Eclipse era una orden de asesinos utilizada por el rey y los sacerdotes de Sol'ra de categoría. Atetsis conocía bien a los miembros del Eclipse, algunos de ellos se mostrarían implacables, pero muchos ya habían desaparecido, probablemente debido a la derrota del Avatar de Sol'ra.
-Cuestión pertinente majestad. A decir verdad el Eclipse ya sufre repercusiones de los últimos acontecimientos. Puede que no nos hallemos en situación más de controlar a todos los Eclipsistas.
-¿Dónde está su escondite secreto? Preguntó el visir.
-No, sólo los Eclipsistas lo saben y no soy uno. Son muy prudentes enfrente de los contactos que mantienen con otros. Puedo ponerme en contacto con ellos.
-En este caso pongámonos en contacto con ellos, quiero verlos, no se convertirán en unos camellos sin pastor, o peor que sean controlados por alguien que pueda servirse de ellos en nuestra contra.
-Bien, Sumo sacerdote harás como lo desea el visir. Luego quiero que convoques a los otros Sumos sacerdotes, que vengan a Minepthra.
-Su palabra es la de Dios, dijo Atetsis inclinándose.
La reunión terminó allí, las cosas habían sido dichas, pero puede ser no las correctas.
Mientras tanto Atetsis ejecutó la orden del rey y pidió qué el Eclipse entrara en contacto con el visir Mahamoud. No hizo falta mucho tiempo para obtener la respuesta.
El Visir sacaba provecho de su vuelta para devolver un poco de orden en sus asuntos. Su oficina, se hundía bajo los papiros de política o económica. Tenía que recuperar el tiempo perdido antes de reunirse con otros ministros y ponerlos al tanto.
-Discúlpeme.
Mahamoud se sobresaltó. No había visto ni oído venir a Mouktar. Esto a menudo se producía, el joven hombre era de lo más discreto.
-¿Mouktar? ¿Puedo hacer algo para ti? Preguntó al visir.
El joven hombre acompañado por su escorpión blanco gigante entró en la pieza.
-No señor, pero pienso poder hacer algo para usted. ¿Estamos solos?
-Creo que sí, ¿deberíamos estarlo?
-Usted pidió encontrar el Eclipse y el Eclipse le responde. Soy Mouktar, escorpión blanco de Selik y Eclipsista.
Mahamoud se asombró de esta revelación, conocía a este hombre desde hace algún tiempo ya y no se había dado cuenta de nada.
-Muy bien... Me preparo y estoy contigo Mouktar.
Una vez que su armadura estuvo puesta y Juicio del Alma atada a su cinturón, el visir siguió a Mouktar. Este último colocó una pieza ancha de tela sobre Mahamoud porque iban a viajar de manera anónima. Sobre la espalda de camellos ambos se dirigieron hacia el norte, al pie de las montañas. Pidieron prestado un antiguo camino utilizado en otro tiempo para el comercio, antes de que el desierto se cerrara a los extranjeros y que los pasos para la inmensa mayoría fueran amurallados.
-¿El valle del sol?
-Sí visir, es allá dónde lo llevo. Usted va a encontrar a Inatka que es en lo sucesivo la que ocupa el más alto rango en la jerarquía del Eclipse.
-Tengo prisa.
El valle del sol llevaba bien su nombre. Un río fluía allí ofreciendo un poco de frescura en este entorno árido, la roca desnuda fue amarilleada por los rayos del sol y la arena resbalaba entre las gemas de esmeralda deshiladas como láminas de puñal. Nadie venía aquí, era un lugar ideal para que las personas querían encontrar sin que esto se supiera. Mouktar y Mahamoud subieron hasta un viejo templo escondido detrás de varias pequeñas colinas. Esto se parecía mucho a un templo de Sol'ra, pero la arquitectura y el estilo estaban en diferencia con relación a otros templos, Mahamoud comprendió rápidamente que este edificio había sido dedicado, en su época, a Ra, antes de que fuera Sol'ra. El interior era sorprendente como el exterior. Las paredes cubiertas de jeroglíficos contaban una historia, la del Eclipse. Viendo que el visir deseaba saber más sobre eso, Mouktar corrió peligro de explicarle el significado de todo esto:
-Únete o perece por él. Ellos se librarán de mi mirada solar, pero allí dónde mis rayos no llegan, los siervos del Eclipse estarán.
-¿Esto quiere decir que es la base de los deicidios?
-No esto sería presuntuoso y dar prueba de arrogancia que podemos aspirar a poder matar a un dios, nosotros simples mortales. El Eclipse mató a numerosos fieles de otros cultos. Pero en nuestros días era un poco diferente. Por lo menos era diferente cuando la inmensa mayoría de los Eclipsistas eran Solarians.
-Y yo que soy visir ignoraba todo esto.
Siguieron por diversos pasillos que llevaron a ambos hombres al corazón del templo, allí donde sólo la luz del fuego podía alumbrar los lugares. Luego al rodeo de uno de sus pasillos cayeron cara a cara con una gran mujer de piel morena. Sus pinturas de guerra y su atavío indicaban sus orígenes. Kebek venía de la misma región que ella, allí donde el sol el sol golpea todavía con más fuerza.
-Tienes al Eclipse delante de ti visir. ¿Qué quieres decirle?
-¿Tengo el Eclipse delante de mí? ¿Eres quién la dirige? ¿Cuánto son? ¿Cuáles son sus misiones actuales? Esto es...
-Viniste para plantear cuestiones, pero no tendrás ninguna respuesta, porque el Eclipse responde sólo al Eclipse... Cortó antes de que Mahamoud actúe.
Tomando a Inatka por sorpresa Mahamoud tiró su arma puñal hacia adelante para hundir la cuchilla en el vientre de la mujer. Luego, mientras que fue plegada en dos del dolor le cogió los cabellos y le chapó la cara contra la pared, haciéndole una llave de brazo.
-Eclipse, una nueva orden va a nacer. Puedes escoger hacerte útil para el reino del desierto o la independencia, puedes escoger entre la vida y la muerte. Quiero toda la información que voy a pedirle, quiero que el Eclipse quede como una organización secreta, pero sus fines serán diferentes. ¿Comprendiste Eclipse Dijo con cólera.
Mouktar miró la escena sin intervenir e Inatka comprendió las puestas que se escondían en las palabras del visir. No tenía en definitiva la elección, cooperar o morir.
-Bien, dijo soltando la presa. Soy el visir, pero soy también el jefe de los Nómadas del desierto. Sé y tengo prueba de que ciertos miembros del gremio hacían o formaban parte del Eclipse, esto me conviene si el Eclipse actúa en el sentido que deseo.
-¿Y qué deseas a visir? Mahamoud resbaló algunas palabras a la oreja de Inatka, la joven mujer abrió desmesuradamente los ojos de par en par, horrorizada por lo que acababa de oír...
Capitulo 7: Renovación
El tiempo en su frenética carrera avanzando inexorablemente en esta constante evolución. Así el invierno había terminado y con él, él frío había desaparecido dejando surgir la nueva vegetación. En medio de este bosque, un verdadero mar de hojas, Kei'zan, el nuevo Árbol-mundo crecía de manera fulgurante, y ya las primeras frutas estaban allí. No eran muy numerosas, apenas un puñado. Pero para los Daïs, aquellos que no habían visto un nacimiento desde la explosión del antiguo Árbol-mundo, asistir a este espectáculo era un momento fuerte. Desde que Kei'zan había elegido sacrificarse, los Daïs restante decidieron quedarse en el mismo lugar para fundar un nuevo hogar, una nueva ciudad.
Muy rápidamente la noticia dio la vuelta al bosque y muchos Hom'chaïs, Elfines y otras criaturas hicieron el viaje para ver el nuevo Árbol-mundo y posiblemente vivir allí.
El viento soplaba despacio en los follajes, el calor revigorizaba el pueblo Eltariano todavía un poco adormecido por este invierno un cuánto particular. En efecto poco faltó para que el bosque fuera asolado por el incendio más importante de su historia. Sin la llegada providencial de los Elfos de Hielo, quedarían sólo unas cepas calcinadas y un pueblo en la agonía. Estos aliados, a excepción de uno, se instalaron entonces al extremo norte del bosque, allí donde la temperatura era más aceptable para ellos. Por otro lado el joven Yulven, Elfo de Hielo recogido por Elfines corría como un cabrito entre las diferentes viviendas eltarianas expresando su alegría.
-¡Ya está! ¡Ya está! ¡Está allí! ¡Está allí!
Los habitantes miraron al chico con curiosidad, luego el rumor se hinchó, y cada uno acabó sus actividades para ir a ver este gran acontecimiento.
Una buena decena de personas se encontró al pie de Kei'zan donde desde ahora el conjunto de Daïs formaban un círculo ancho alrededor de Eikytan. El guardián del invierno estaba inclinado por encima de una fruta de Kei'zan que se había descolgado, indicando la llegada inminente de un recién nacido Daïs. La fruta se parecía a una nuez más lisa y mucho más grande. Lentamente Eikytan retiró como un tipo de piel viscosa y fibrosa que rodeaba la fruta. Luego en cuanto esto fue hecho acarició el casco con la mayor dulzura, la magia que se libraba de esta probaba que una forma de vida se encontraba allí, en el interior.
Los Daïs, por su corazón de savia, sentían una alegría enorme y al unísono ejecutaron un antiguo ritual de bendición, acogiendo al recién llegado.
- Clac*
El cascaron se entreabrió dejando escapar un líquido verde semejante al de la savia. Algo se movía en el interior entonces Eikytan se propuso a ayudar a este joven retoño terminando de abrir el cascarón. Los recuerdos fluían en él, este gesto, lo había hecho numerosas veces con Quercus y otras primeras frutas del antiguo Árbol-mundo. La inmensa mayoría de los Daïs que se encontraban recordaron su nacimiento porque contrariamente a muchas de las otras razas que pisaban las Tierras de Guem, guardaban sus memorias desde el nacimiento. El guardián del invierno examinó esta pequeña criatura todavía enviscada, ésta presentaba todos los atributos de un Dais, la ausencia de boca, los ojos, la piel blanca como la corteza lisa, un pequeño mechón de hojas pequeñas en la parte superior de la cabeza y dos pequeños cuernos encima de la frente. Este Daïs tenía la piel ligeramente morena con estrías horizontales más claras, sus "cabellos" eran blancos y rosas. Eikytan cogió al recién nacido con precaución quitando los restos de savia de la fruta.
-Bienvenida entre nosotros. ¿Cuál nombre eligió para ti el Árbol-mundo para que pueda revelarlo al pueblo Eltariano?
El pequeño Daïs recibió el mensaje telepático del guardián del invierno, no era la primera vez que se le hablaba, Kei'zan lo hacía hasta ahí.
- Fe'y.
Eikytan llevó preciosamente al niño en el hueco de sus brazos y dio la vuelta al círculo formado por Daïs. Luego se paró delante de la muchedumbre para presentarlo.
-¡He aquí Fe'y, nacida de la primera fruta de Kei'zan y nuevo guardián de la primavera!
Los Eltarianos aullaron con alegría, este nacimiento daba a ellos toda la esperanza de un futuro radiante. Dos días pasaron, dos días de alborozo, dos días durante los cuales Fe'y creció a una velocidad increíble. De una treintena de centímetro a casi un metro de altura. Eikytan y los demás Daïs encontraron esto notable e imputaron este crecimiento excepcional a este nuevo Árbol-mundo. ¿Otros Daïs nacidos de este árbol iban a sufrir el mismo fenómeno? El futuro lo diría, pero por el momento otras preocupaciones iban a borrar rápidamente esta cuestión por la intervención de Fe'y cuyo precocidad no dejaba duda.
-Estoy en armonía con Kei'zan, me habla y me guía, dijo Fe'y.
-Quieres decir que Kei'zan tiene conciencia, preguntó Hablaespíritu.
-Sí, cambió de forma pero está siempre allí, tal como usted lo conoció. ¿No lo oye?
-No, no lo oímos, respondió Granizardo que la curiosidad lo atrajo.
¿Que dices?
-¿Y cómo oírlo? Preguntó Eikytan. El antiguo Árbol-mundo jamás nos habló, no tenía aquella facultad.
-Kei'zan piensa que puede haber tensiones entre nosotros, entre su generación y la que llega y no quiere esto. Propongo a los que lo desea armonizarse con él.
-¿Por qué teme una disensión? Interrogó otro Daïs.
-A propósito de otro sujeto, primordial y quien va a influir en nuestra civilización. ¿Que saben sobre los Eltarianos? Dijo Fe'y con su voz cristalina.
-Es el nombre de nuestro pueblo, exclamó Hablaespíritu.
-Ni siquiera, comenzó a Eikytan. Es una historia que poco de nosotros conocen yo soy de ésos porque estaba allí cuando este acontecimiento superior se produjo. Por aquel tiempo era sólo un joven retoño, dispuesto a dar su vida por defender el Árbol-Mundo. Justamente fuera de una guerra había estallado contra una raza salvaje, primitiva y poderosa: los Eltarianos. Vivían allí donde hoy se levantan reinos humanos, eran conquistadores y ellos no se quedaban en su lugar. Entonces éramos por muy numerosos, millares y millares de Daïs. En poco tiempo fuimos barridos, infligiéndoles pérdidas colosales. Finalmente hubo una culminación, una batalla final en la que las fuerzas de ambos bandos se enfrentaron por última vez, no muy lejos del Árbol-mundo.
Los Daïs se miraban unos a otros. Ninguno de ellos había oído hablar de esta historia. Eikytan siguió.
-Es allí en el corazón de la batalla que el Árbol-mundo intervino, mientras que nosotros estábamos aniquilándonos mutuamente. Del suelo miles y miles de raíces capturaron a todas las criaturas del bosque, tanto Daïs como Eltarianos. No sé cuánto tiempo estuvimos capturados, pero recuperamos conciencia poco a poco. Perfectamente me acuerdo, ayudaba a otros a que se liberaran de sus capullos y descubrimos entonces seres de una naturaleza nueva: Hom'chaï, grandes guerreros pacíficos y Elfines de corazón batiente de libertad. Verdaderamente no comprendía, sólo Quercus y yo estábamos al corriente de todo lo que acababa de pasar, otros Daïs, Hom'chaïs y Elfines no tenían más recuerdos de la guerra pasada. Quercus y entonces comprendí, que el Árbol-mundo había creado a los Hom'chaïs y Elfines a partir de los Eltarianos y que nosotros, los Daïs, debíamos integrarlos en nuestra civilización para mantenerlos cerca de nosotros. Y funcionó. ¿Esto es lo que querías oír, Fe'y?
-Sí, dijo la joven Daïs.
-Descubrí este secreto hace mucho tiempo, declaró Granizardo, esto me valió de años largos encarcelado en el Ámbar. Está prohibido evocar esta historia, arriesgaríamos un levantamiento de Hom'chaïs y de Elfines si encuentran una sola prueba de la veracidad de los hechos.
-Ya es demasiado tarde. Usted vive entre los que saben, como cierto Hablaespíritu. Esto no es un mal, porque nuestro bosque está en peligro, totalmente como las tierras de Guem. Otros pueblos todavía no son conscientes de eso, porque son ignorantes, aunque el Árbol-mundo va a originar Daïs, el pueblo Eltariano no será capaz de hacer frente.
-¿Tendrá que ver con Dragón y lo que ocurrió con él? Preguntó Granizardo.
-Es en incidencia directa. El Árbol-mundo quiere traer de vuelta a los Eltarianos originales.
Esta noticia creó una protesta viva entre los Daïs.
-¿No es demasiado riesgoso hacerlos volver? Cortó Eikytan con el fin de evitar un caos demasiado grande.
-Toda acción implica un riesgo, Antepasados, la cuestión que habría que discutir es: ¿Cómo? Y allí, sólo tú puedes estar en condiciones de responder porque eres el único en posesión de la llave del enigma. Kei'zan no tiene la solución solo sabe que todo comienza con el antiguo Árbol-mundo.
-¿La Cepa? Hay que ir a ver allí, dijo Granizardo impaciente de actuar.
-Hay muchas otras cuestiones antes de hacer nada. ¿Debamos implicar a Hom'chaïs y Elfines? ¿Cuál es este peligro que nos amenaza? Tantas cosas importantes para determinar, ordenó Eikytan.
-Kei'zan quiere que tomes su sitio dirigiendo el Corazón de Sabia en esta... tarea.
- Siendo el más antiguo debo de tomar el sitio que era el de Kei'zan. ¡Daïs, reunamos a los Corazón de Savia!
Capítulo 8: Maestro de los espíritus
- Tu fascinación por el hombre es desconcertante mi pequeño Cuervo. Mira como son débiles. Dejaron consumir la Tumba de los antepasados olvidando que les habíamos dejado estas tierras bajo su protección. Dijo Yakoushou el señor Karukaï de las aves.
A lo lejos los cuervos, las cornejas y otras aves de mal agüero volaban a paso vivo hacia la morada de la familia Kage conocida como la sede dirigente del clan del Cuervo. Daijin no podía intervenir, Yakoushou se lo impediría y frente a este sus fabulosos poderes no podían hacer nada. No, la familia Kage estaba por su cuenta.
Armonía, es el primero de los valores de la orden Tsoutaï, es lo que rige la vida de estos xziarites tan particulares. En el corazón de Méragi, al amparo de Pakyu el árbol milenario del jardín del templo Tsoutaï, Toran y sus discípulos meditaban. A pesar de la frescura de este día de finales de invierno ninguno se movía excepto los Buscafallas que se colocaban frente a cada uno de ellos. Toran saboreaba este momento privilegiado después de haber asumido la regencia del imperio y cada mañana en armonía con sus Buscafallas lo llenaban de plenitud. Ahora podía dedicarse totalmente a la formación de los últimos recién llegados a la orden como Ayako, la hija del señor Imperial Gakyusha y de Hime. El viejo hombre había escogido el más pequeño de los templos para ocuparse de ellos, reunido en esta tarea estaba Xianren un viejo amigo. Aku por su parte no sufría más la influencia de su Buscafalla. Akujin era de nuevo libre al cuidado de Toran, pero la relación entre Aku y el estaba en lo sucesivo sobre bases más sanas. Luego ambos Buscafallas de Toran se agitaron perturbando en seguida al viejo amo que salió entonces de su meditación.
-¿Y bien, que pasa? Dijo sintiendo una sensación de nerviosismo emanar de ellos. Los demás Buscafallas también olieron que algo no iba y como el de Toran dieron prueba de nerviosismo, anunciando el fin de la sesión de meditación. Toran que conocían bien a sus dos compañeros se inquietó rápidamente, tanto cuando vio a las inmensas aves de Yakoushou pasar a paso vivo por encima del jardín.
-¡Espíritus! Exclamó Ayako.
-¿A dónde van? Preguntó Aku.
-No sé, pero siento en su cuerpo una agresividad extraordinaria. ¡Debemos detenerlos! Declaró Toran.
No hizo falta más para que los Buscafallas regresaran inmediatamente a su estado de tatuaje en su amo. La carrera en las calles de Meragi comenzó entonces. Las aves fueron más rápidas, sacando provecho de los grandes pasillos de las calles y del viento que se precipitaba allí llegaron con vistas a la morada del Cuervo. En el lugar nadie sospechaba la amenaza que avanzaba a alta velocidad sobre ellos, la sorpresa habría sido total si Toran y sus Tsoutaïs no hubieran tomado atajos y interceptado una parte de la nube de aves. Sin prevenir el viejo amo ordenó a su Buscafallas atacar, siguiendo el mismo movimiento soltó una patada magistral a la primera ave dentro de su alcance. Xianren y Aku se lanzaron a su vez en la nube de plumas, de picos y de garras. Por su parte, Hime y Ayako se apresuraron hacia la entrada de la morada del Cuervo donde la gran mayoría de las aves había entrado. La gran sala principal, siempre sumergida en la penumbra, era ahora el teatro de un enfrentamiento poco ordinario. Normalmente la familia Kage controlaba los cuervos y no sufría su furia. Los gritos de los xziarites, los ruidos de los aleteos y los graznidos se agregaban a este gigantesco tropel.
Efectivamente Yakoushou había subestimado la familia Kage. No había soñado con solo un momento que habrían sido ayudados por esta orden de guerreros místicos acompañados por sus Buscafallas. ¿Quiénes otros que los Tsoutaïs podían hacer fracasar a los espíritus? Tenían como misión proteger el Imperio de Xzia de los espíritus y respetaban sus votos lo mejor posible. Afuera algunos habitantes huyeron rápidamente, evitando el ataque de las aves. Toran y Xianren nunca había experimentado un ataque de esta magnitud, especialmente aquí en Méragi a la vista de todos. Minutos largos pasaron antes de que en el interior del clan del Cuervo, ayudados por los Tsoutaïs lograron rechazar el asalto. Las aves salieron unas tras otras asustadas por la potencia de los Buscafallas.
Viendo a sus congéneres batirse en retirada el resto siguió el movimiento. La nube tan reformada comenzó a irse de nuevo con destino al señor Yakoushou. Toran contaba con sacar a la luz todo esto por eso persiguió entonces a las aves. Los Tsoutaïs ciertamente no iban a dejar a su mentor actuar sólo y la tropa se puso en camino, en la incomprensión relativa de los miembros del clan del Cuervo. Daijin miraba a Méragi con mucha atención, observado de cerca por Yakoushou cierto de una victoria brillante. Pero esto no pasó así, y el Cuervo mostró júbilo cuando vio que las aves retornaban, derrotados, resoplando del terror.
-Vea su derrota señor Yakoushou y admita sus errores. Váyase de nuevo de donde vino y deja las tierras de Guem en paz.
Yakoushou, herido en su orgullo no podía dejar pasar tal ofensa. Vaciló largamente, luego se decidió por fin.
-¿Cuentas con dejar el mundo de los espíritus? Está en la frontera de esta realidad señor Yakoushou. Pero antes de hacer esto debe saber que es definitivo.
-Si esto me permite eliminarte, es un pequeño sacrificio que voy a tomar. Y luego si quiero tomar el control de este imperio, luego de este mundo.
El señor de las aves pareció tomar consistencia en este mundo, como si atravesara una barrera invisible. Su aspecto, hasta ahora ligeramente translúcido y aureolado por el blanco cambió. La semejanza entre Daijin y el era sorprendente e intrigante, sin embargo, ni uno ni el otro se encontraba en su verdadera apariencia. Mientras las aves servidores de Yakoushou, posadas en los árboles y los peñascos empezaron a volar, entrando en pánico. Toran y los otros Tsoutaïs corrían en su dirección, custodiados por su Buscafallas. Daijin sonrió, retrocedió algunos pasos y recuperó su apariencia de viejo hombre con el fin de ser reconocido por Toran.
-Debiste haberme escuchado Yakoushou... Me subestimaste demasiado, y ahora pagara su arrogancia.
Las serpientes emplumadas de Toran volaron rápidamente hasta Yakoushou con el fin de cercarlo. El señor de las aves se sentía atrapado y no tenía elección. Los Buscafallas venían desde un principio del mundo de los espíritus antes de ser desterrado hacia un mundo anexo donde no podían amenazar a otros espíritus. Pero ciertos magos xziarites habían conseguido contactar con ellos y conseguir que llegaran a las tierras de Guem, dando lugar a la orden Tsoutaï.
Aunque era poderoso, Yakoushou sabía que no podría hacer nada contra tantos Buscafallas, Tsoutaïs y contra Daijin. Él escogido entonces huir, dividiéndose en una multitud de aves, para sorpresa general. Esto no habría sido un problema para Daijin si estas aves no se habían unidos a otras. Los Tsoutaïs golpearon a algunas aves, pero muy rápidamente estas últimas se dispersaron, haciendo imposible toda tentativa de persecución.
-Maestro Toran, debo reconocer que su llegada me quita una espina del pie. Dijo Daijin acogiendo al grupo.
-Señor Daijin... Usted nos debe una explicación, dijo Toran con un dejo de severidad en la voz.
- Y tengo una buena explicación. La persona que usted vio es un Karukaï, uno de los más poderosos. Trato de convencerme del bien fundado de sus actos e intentaba volverme contra el Imperio, lo que está desde luego fuera de cuestión. También intentó amenazarme enviando un ataque contra mi clan. Por desgracia para él su ataque no tuvo frutos. ¿Usted tuvo algo que ver? ¿Mi clan sufrió pérdidas?
-Nuestros Buscafallas percibieron el ataque y procuramos restablecer la situación. Tranquilícese, todo está bien en su morada. Esta historia del Karukaï comienza a ser un problema verdadero.
-Problema que estoy decidido a resolver. También permítanme honorables Tsoutaïs invitarlos en mi casa con el fin de agradecerles.
-Hicimos sólo nuestro deber, replicó Xianren que acariciaba su Buscafalla con forma de panda pelirrojo.
-Aceptamos, es el tiempo para nosotros de intervenir más adelante en este asunto. Hime, dijo mirando a la joven mujer. Va a prevenir el señor imperial, dile que deseo verle, con Iro.
Esto no convencía a Daijin, pero el Cuervo no dijo nada, procurando cueste lo que cueste guardar su secreto intacto.