De Eredan.
Acto 4: De Fuego y de Sangre
El Cuervo y el Emperador
Capitulo 1 - El Cuervo
Ambas serpientes emplumadas volaban en sentido contrario una de la otra, haciendo círculos alrededor de la habitación exigua en la cual Toran y ellas se encontraban ahí hace varias horas. Nadie había puesto un pie aquí en mucho tiempo, a juzgar por el polvo que se había asentado en los objetos y muebles. Este lugar era como una sala del tesoro, excepto que aquí sólo había unos objetos dejados por los Emperadores desde Xzia mismo. Normalmente, sólo un emperador podía haber puesto un pie en este lugar, pero Toran era regente y tenía permiso para venir a fisgonear aquí. El viejo Tsoutaï no esperaba nada de esta expedición a través de las memorias imperiales, pero lo que había descubierto cambiaria el curso de la historia, o al menos, el modo en que la historia se contaba. Después de haber mirado cuidadosamente los diferentes pergaminos encontró escondido en la vieja armadura de juventud de uno de los emperadores un kakemono cuidadosamente arreglado en la seda. Toran lo desenrolló cuidadosamente y lo puso al suelo para tener una mejor vista del conjunto, y en ese momento plumas negras muy largas se escaparon de este. Los recuperó y sin ninguna vacilación supo que eran de un cuervo. Alguien había pegado sobre las tablas delgadas de bambú del kakemono unas hojas de arroz sobre las cuales después escribió una historia. Según la calidad de la escritura podía juzgar que el texto había sido redactado en prisa.
Toran se lanzó a la lectura. Visiblemente el emperador Yaji era el autor, contaba una historia bastante increíble que hablaba de un viejo hombre que fue sospechado de ser un mal espíritu y que fue encerrado en una mina de hierro gris en la región de Oryun. Yaji reconocía haber tenido miedo de la influencia que habría podido tener este ser sobre sus súbditos. A continuación contaba cómo la guerra entre Xzia y Draconia había hecho emerger a una nueva familia y reconocer un clan hasta allí deshonrado.
Toran comprendió entonces era allí la historia del clan del Cuervo, aunque ya conocía el paso a propósito de la intervención del clan en la guerra contra la Draconia. Ignoraba el insulto que había sufrido el Cuervo encontrándose como un miserable en el fondo de una mina. Le hacía falta saber más sobre esta persona encerrada bajo una montaña de hierro gris. Recordando sus obligaciones de regente se dio cuenta que no tendría bastantes tiempo de dedicar a este asunto.
Esa misma tarde le envió una carta al señor imperial Gakyusha con el fin de que le fuera afectado uno o dos miembros de la Kotoba. La respuesta no tardó. Se presentaron al palacio dos personas que deseaban reunirse con Toran. Este último los recibió entre dos reuniones importantes. El primero era Furagu, el Porta-Banderas de la Kotoba y veterano de muchas batallas, y el segundo se trataba de Shuin Khan un antiguo alumno de Tsuro el cual era uno de los mejores abatidores. Ambos se inclinaron respetuosamente delante de Toran y esperaron que el regente les dirigiera la palabra como le requería el protocolo. Pero fueron asombrados de ver al viejo Tsoutaï desplegar su Buscafalla que en seguida giró en la sala.
- Podremos hablar sin que ninguna oreja indiscreta nos escuche. Lo que tengo que decirle y la misión que va serle confiada es de sumo secreto. Soy honrado que el señor imperial me enviara a dos héroes ilustres del imperio. Por desgracia voy enviarle a un lugar que está lejos de la brillantez de sus logros.
Toran desenrolló el kakemono.
- Lea esto.
Ambos hombres leyeron los escritos sin comprender demasiado la finalidad.
- Véase, el clan del Cuervo nació en el dolor, el desprecio y el odio. Sospecho que el viejo hombre de quien habla esta historia debe ser el Cuervo en persona, una entidad poderosa. Los envío a Oryun a examinar esta mina hoy abandonada.
- ¿Una mina de hierro gris? Mi armadura ha sido hecha del metal procedente de allá, explicó Furagu.
- ¿Que debamos buscar señor Regente? Interrogó a Shui Khan.
- Todo lo que usted pueda encontrar relacionado con un prisionero. Los archivos de la mina deben estar conservados allí.
- Nos pondremos en marcha de inmediato.
Ayako estaba escondida detrás de una de las estatuas que se encontraba delante del palacio imperial. Acechando con seriedad las entradas y las salidas con el fin de no perderse la marcha de Furagu y Shui Khan. La hermana pequeña del campeón del Emperador había sacado provecho de la ausencia de Henshin su tutor y abuelo para ir a dar un paseo en las calles animadas de Méragi. Por pura casualidad vio una armadura como la de su padre y la insignia de Kotoba. Creyendo que su padre o su hermano estaban allí, siguió al guerrero. Pero no se trataba de un miembro de su familia sino del porta-bandera, Ayako ya lo había visto una vez en su casa. Y Furagu se encontraba con otro miembro de la Kotoba, y no cualquiera, Shui Khan, el abatidor del que se creía que descendía del rey-mono mismo. La coincidencia era demasiado grande y se le ocurrió la idea que podía tener una misión importante y apasionante. Todo esto la sacaría de la monotonía diaria del aprendizaje de la magia, ella decidió saber más sobre esto.
Ambos miembros de la Kotoba salieron por fin y Ayako les siguió de nuevo. Tomaron la dirección del cuartel general de Kotoba que no se encontraba lejos. La discreción de la joven chica fue próxima de cero, Shui Khan no tardó en observar su circo y lo cogió sin dificultad.
- ¡Suélteme! ¡Suélteme!
- ¿Que tenemos allí? Preguntó Furagu.
- Una pequeña fisgona, respondió Shui Khan.
Pero la joven mujer se defendió y mágicamente puso de manifiesto dos peces hechos de agua con grandes dientes. Shui Khan soltó su presa.
- ¡Oh muy impresionante! Bromeo el abatidor. ¿Y qué piensas hacerme con estos pequeños peces?
- Espera, me parece conocer este símbolo sobre su quimono. ¿No serás la hija de señor Gakyusha? Preguntó Furagu.
- ¡Exactamente! Gritó. ¡Soy Ayako!
- ¿Bueno, que hace sola en la calle? Es peligroso sabes, replicó Shui Khan de repente mucho más inquieto. Vamos a devolverte a tu casa.
Ayako, malignamente hacía girar sus peces alrededor de ambos hombres y mientras que discutían sobre qué hacer con ella, se ocupó de examinar sus recuerdos más cercanos. Lo que vio en la cabeza de Shui Khan era apasionante, vio a Toran leyendo el kakemono y de golpe sacó provecho de eso para enterarse de algo más.
- Usted va a investigar sobre el Cuervo, dijo sin educción.
Shui Kan lo cogió y le puso la mano sobre la boca para imponerle silencio.
- ¡Cállate! ¿Quién te autoriza a registrar nuestras cabezas??
El hombre de aspecto simiesco obviamente no estaba contento. Furagu quitó la mano de su compañero.
- No olvides quien es.
- Poca importancia tiene, puede comprometernos. La devolveremos a su casa rápidamente.
Furagu no tenía nada en contra, ambos hombres arrastraron a Ayako hasta su casa, esta que comprendiendo la importancia de la cosa no hizo escándalo. En el momento en el que las tres personas llegaron Henshin salió al el jardín con una carta a la mano y con aire disgustado.
- Gracias por haberla devuelto, escapó de mi vigilancia, dice suspirando. Acabo de recibir una carta de su padre, leamos esto en el interior. Esto le concierne también a ustedes Furagu y Shui-Khan. Asombrados ambos hombres siguieron a Henshin y Ayako en el interior.
- Aunque esto no me regocije, sobre todo después de lo que acabas de hacer, tu padre te considera preparado y desea que des prueba de esto. En calidad de aprendizaje vas a deber quedarte al lado de Furagu y Shui Khan en su misión. Vas a tener que poner todo lo que te enseñe al servicio de Kotoba y sus miembros. Furagu no se movió, aunque pensaba firmemente que Ayako corría peligro. En cuanto a Shui Khan emitió un gruñido en signo de descontento, arrancó la carta de las manos de Henshin y leyó rápidamente. ¡Y sí, las órdenes están bien claras, esta peste debe acompañarnos a una misión directamente ordenada por el Regente!
- ¡Increíble! Gritó entonces que Ayako exultaba de una alegría visible. ¿Por qué hacernos esto??
- ¡Basta! ¡! Gritó a Furagu, las órdenes son las órdenes y perdimos demasiado tiempo. ¡Vamos! y consideremos a nuestro nuevo recluta como otro miembro. Sigue o muere.
- Hey, hey, yo sigo aquí indignado por la niña.
Shui Kan y Furagu salieron los dos al el jardín con una actitud hastiada. Ayako herido por la reacción de sus nuevos compañeros corrió y sobrepasó a ambos hombres colocándose espalda al gran estanque. Allí acudió a todo su saber. El agua del estanque se levantó y una ola pasó por encima de ella con violencia que volcaba con rabia Furagu y Shui Khan. La hermana pequeña de Iro el duelista controlaba el agua a las mil maravillas, la ola se transformó en tromba que giró alrededor de ella.
- ¡Soy Ayako, hija del señor imperial Gakyusha, hermana del campeón del Emperador! ¿Esta demostración basta para usted? ¿Probé aquí que soy suficiente fuerte para enfrentarme con el mundo? Dijo enfurecida.
Furagu, se asombro, luego se echó a reír. En cuanto a Shui Khan no volvía en sí, esta pequeña tenía un potencial increíble. Henshin que había presenciado la escena también fue impresionado. Pero debía parar esto antes de que una catástrofe se efectuara. Él, también mago, quebrantó el hechizo de Ayako. El agua regresó entonces al estanque. Shui Khan se levantó de un salto y se dirigió a la joven maga.
- Muy bien, muy bien, me disculpo, te subestimé. Toma tus cosas, nos vamos, pero sabe que no tendrás trato especial y que no cuidaremos de ti. Además si sucede que te haces un peso para el grupo, te reenviaremos cerca de tu abuelo, o peor, cerca de tu padre. ¿Está bien comprendido?
Ayako se apresuro entonces a buscar algo para cambiarse y algunos asuntos más. Su abuelo lo interceptó mientras que iba a irse.
- Escúchame bien. Esto es el principio de una nueva vida para ti. Tú escucha a la magia y al agua, y por supuesto ahora aprenderás la disciplina con tus nuevos compañeros. Y ten cuidado, dice apretándola en sus brazos. Tengo sólo una nieta no quiero verla desaparecer.
- Sí, sí Jii-San, debo ir allá, tú también ocúpate de ti. Así es como Furagu, Shui Khan y Ayako dejaron la morada de Gakyusha, luego Méragi. Mientras que se alejaban de la ciudad imperial, Henshin rezó delante del estanque de agua.
- El tiempo pasó, mi viejo amigo, usted que vela sobre mi familia desde generaciones, tengo un favor que pedirte, vela sobre Ayako, mi nieta.
El agua del estanque se iluminó entonces de un color morado y todos los peces que contenía salieron a flote. Apareció entonces una criatura espectral, una carpa inmensa y morada que salió de agua y despegó para rodear a Henshin.
- Gracias por concederme todavía tus favores y salir de tu jubilación apacible.
La carpa hizo varios giros alrededor viejo luego desapareció zambulléndose en el estanque.
La mina de Oryun no estaba muy alejada a Méragi. Basta sólo dos días para llegar allá. Aunque la actividad no era allí muy importante desde su cierre, el pueblo del mismo nombre había guardado una actividad mercante importante. En efecto estaba colocada sobre uno de los caminos más importantes muy a menudo usado por los vendedores y los viajeros. El nombre del pueblo significaba acantilado porque fue construido sobre el costado de una montaña que se derrumbó una vez, liberando así venas de hierro gris, este metal fue rápidamente explotado para sus propiedades especiales. Otra virtud del hierro gris era de orden botánica. Los árboles y las plantas crecían más rápidamente y tenían una talla más importante sobre el lugar que lo contenía. Así Oryun fue salpicado por árboles gigantescos y los habitantes eran de diversas culturas también abundantes. Ayako que no había visto nada más que Méragi fue maravillada por el espectáculo que le ofrecía el pueblo. Por desgracia no era una visita de cortesía ni de turismo, Furagu y Shui Khan se dirigieron directamente hacia la obra más grande que lógicamente era la morada del señor local. Después de una presentación rápida se reorientaron hacia un anciano del pueblo que había pasado una buena parte de su vida en el fondo de la mina. Este último tenía también la tarea principal de velar por los edificios abandonados una vez utilizado por mineros.
- Vamos a descender. Le señaló Furagu al viejo minero.
- Señor, le sugiero quitar su armadura si no usted va a estropearlo y sobre todo usted no podrá pasar por ciertos conductos.
- No pasa nada, replicó Shui Khan.
- Fácil decir para ti, no llevas ninguna armadura. Pero si esto perjudica a la misión, ¡vamos!
- Si usted teme que se le robe puedo procurar que nadie vea su armadura, aseguró Ayako.
- Muy bien, veamos esto.
Una vez que la armadura de Furagu fue enterrada, Ayako pidió qué colocara el conjunto en uno de los numerosos hoyos del suelo. Por fin la joven mujer pasó la mano encima de allí y lanzo un hechizo. Un chorro de agua apareció y rellenó el hoyo, así cualquiera creería que era un charco.
- ¿Eso es la seguridad? Dice a Furagu tendiendo la mano hacia el charco.
Shui Kan paró su gesto.
- ¡No toque! ¡Usted perdería su mano!
El guerrero vaciló, luego se acordó del estanque y los poderes de la chica.
- Espero que tu hechizo funcione Ayako, esta armadura es todo para mí, añadió Furagu antes de dirigirse hacia la entrada de la mina.
El viejo minero encendió varias antorchas y con la ayuda de los miembros de la Kotoba la entrada de la mina se ilumino. Un olor acre y desagradable vino a su nariz y debieron esconderse la parte inferior de la cara con un pedazo de tela blanca. El interior verdaderamente no inspiraba confianza. Los pilares y las tablas de sostén ciertamente estaban viejos y carcomidos. El hecho de que todo esto se sostuviera en pie dependía más de un milagro que de otra cosa. El viejo minero giró rápidamente sobre otra galería que los devolvió al el exterior en un tipo de cavidad a cielo abierto. Había allí varias casitas que amenazaban con derrumbarse.
- Usted quería ver los registros, están allí, pero no sé cuál es su estado.
Se precipitó en la más grande de ellas y avisó a los otros de seguirlo una vez seguro que esta no fuera a derribarse le en la cabeza. Había allí viejos instrumentos y un fárrago increíble de viejos materiales. Luego en una habitación encontraron una caja de caudales hecha de acero gris. No tenía cerrojo, pues fue abierto sin dificultad. Varios rollos de hojas de arroz estaban cuidadosamente arreglados en pieles curtidas. Ayako sintió que algo en la caja de caudales difundía una magia débil. Impaciente empujó a al minero y rebusco buscando algo. Sacó de este un rollo de color rojo.
- Asombrando que esto esté allí, dice el minero al verlo. El jefe de la mina escribía en eso los hechos sobrenaturales u otro hecho notable. Los otros rollos son sólo de la contabilidad y listas de rendimiento. Por desgracia sin la persona que hizo el rollo no podremos abrirle. Y por el tiempo esta persona debe haber muerto.
Pero Ayako no se dio tan rápidamente vencida. Apretó el rodillo entre sus manos y deslizó agua en el interior. Viendo esto Shui Khan intentó pararla pero era demasiado tarde, el rollo estaba ahora en un globo de agua.
- ¡Bravo, hermosa tontería!
-No, espere, respondió. El agua me permite capturar los escritos.
De un golpe la burbuja estalló formando una especie de espejo inmenso y muy fino. Había encerrado allí en este reflejo fino de agua la integridad del contenido del rollo.
- Hay que leer todo rápidamente, no voy a resistir mucho tiempo así.
El minero que no sabía leer se aparto, Furagu, Shui Khan y Ayako recorrieron las líneas llenas de observaciones y de cosas que, por cierto interesantes, pero que no despertaron mucho su curiosidad.
- Allí, creo que tengo algo. Hay un número a continuación del comentario siguiente: guardias imperiales vinieron y hemos guardado silencio. Tenían con ellos un prisionero, un viejo hombre. Lo encerraron en la siguiente dirección y nos ordenó alimentarlo una vez por día, pero no dirigirle jamás la palabra, leyó Furagu. Y allí, según lo que está inscrito, el viejo hombre habría desaparecido sin dejar rastro. Era poco antes que la mina cerrara sus puertas.
El hechizo de Ayako acabó y el agua desapareció al mismo tiempo que los escritos.
- Con la dirección puedo llevarlos al lugar, si es que este no se ha derrumbado primero.
Aquí la pequeña tropa se adentro de nuevo en el laberinto de conductos. La progresión fue lenta porque numerosos túneles fueron en parte tapados por derrumbamientos y algunos por la vegetación subterránea bastante increíble, para no decir improbable.
- Diez, quince. No estamos muy lejos, aseguró el minero.
- ¿Por ahí? ¡Pero es todavía más sombrío que otras galerías! Exprimió a Shui Khan.
- Efectivamente, allí no veremos nada.
Furagu avanzó prudentemente con su antorcha sostenida en alto. La luz emitida por la llama se encontró disminuida.
- Verdaderamente es por ahí. Se inquietó Ayako.
- Sin duda alguna respondió el minero.
Furagu y Shui Khan ya se hundían en la galería sin esperar más. Ya se habían enfrentado con mil peligros peores, o por lo menos iguales. Sin embargo ambos hombres fueron prudentes. El túnel sequia descendiendo, parecía interminable. Por fin mientras que la luz de la antorcha no alumbraba más llegaron al final, en un callejón sin salida. La atmósfera era pesada y si los visitantes no se quedaban cerca unos de otros se hubieron perdido rápidamente de vista. Ayako se volvió cuando oyó un ruido asfixiado.
- ¡Qué es eso! ¡! Dice mirando en todas las direcciones, se dio cuenta que el minero había desaparecido.
Shui Kan y Furagu desenvainaron sus armas. El minero efectivamente no estaba más allí. Luego oyeron un ruido de huesos quebrantados como si se aplastara el armazón de un ave de corral. El cuerpo del viejo hombre cayó entre los tres miembros de la Kotoba.
- ¡Croa! Visitantes, bien, bien, bien, me abuurrriiiiaaa...
Esta voz parecía tan extraña como esa oscuridad sobrenatural. Shui Khan saco la máscara que llevaba al cinturón y lo colocó sobre su cara, mientras que Furagu se ponía en posición de defensa. El combate comenzó con un sortilegio lanzado por Ayako. Proyectó una bola de agua luminosa hacia el techo que cuando tocó la piedra prorrumpió en un millar de gotitas de luz.
- ¡Lo vi! ¡! Se lanzó al hombre mono quién salto con rapidez y golpeó una masa negra. Por desgracia sólo rozó una forma indeterminada. La forma se zambulló sobre él y lo laceraba de zarpazos en la sombra. Furagu respondió para ayudarle. Su katana de acero gris se hundió en la oscuridad y cortó de un golpe seco sobre el costado de la cosa. Ésta soltó su toma y retrocedió. La criatura se reveló entonces, la sombra que lo rodeaba se borró. Su apariencia era monstruosa, una especie de hombre, pero su cara deformada presentaba un pico largo y negro. Plumas recubrían su cuerpo en parte desnudo, sólo algunos colgajos de trajes de minero. Sus manos fueron provistas de uñas afiladas y su paso era intimidante.
- ¡Croooaaaa, voy a matarle!
Pero no tuvo tiempo de poner en ejecución su amenaza. Shui Khan había reaccionado con vivacidad y hundió una daga corta en la garganta de su adversario. Éste cayó al suelo haciendo gorgoteos con su propia sangre. Ayako se precipitó para evitar que la criatura muriera porque podría dar informaciones preciosas.
-Aquí vemos al gran abatidor, dijo mientras intentaba por medio de un hechizo cuidar la herida.
Para evitar el problema Furagu y Shui Khan sostuvieron los brazos de la criatura.
- Sufre de una maldición poderosa. No podre quitarle.
- ¿Una maldición? ¿Con magia? Creo que yo puedo hacer algo, afirmó el abatidor. Aléjate si no vas a tener problemas.
Shui Kan se concentró durante minutos largos luego tocó el suelo con su índice derecho. Rayas, luego formas aparecieron para formar glifos luminosos rojos. La criatura aulló entonces luego desapareció como por arte magia. El velo de sombra se difuminó en seguida, las antorchas alumbraron de nuevo normalmente. En el fondo del túnel vieron una forma que se reveló. Este hombre era extremadamente flaco, sus cabellos y su barba muy largas. Visiblemente estaba casi inconsciente. Su voz era sólo un soplo.
- A gracias a ustedes que me libraron de esta carga.
- ¿Cómo es que le paso esto? Preguntó a Furagu.
- Yo... Era contramaestre aquí, responsable de esta sección. Creo que había un viejo hombre encerrado aquí, un brujo o algo así. Había unas personas que... que una querían sacarlo, me echó el mal de ojo y caí allí inconsciente. Después tengo la impresión de estar en un sueño despierto... Yo creo que este hombre era Tengu, el Cuervo, vino a verme muchas veces cuando tenía una apariencia monstruosa *keuf keuf* de vuelta muchas gracias creo que es el tiempo... gracias...
El hombre sin fuerza y cuya vida había sido prolongada por la magia falleció delante de los ojos nublados por las lágrimas de Ayako. Era la primera vez que veía a un hombre morir. Después de un registro rápido de los lugares no descubrieron nada más.
- Vayámonos de este lugar de desgracia, debemos hacer un informe inmediatamente.
Capitulo 2 - El Emperador
Toran leía con atención el informe de los misionados. Apreciaba el número de detalles que contenía porque esto le daba un mejor punto de vista a la situación. Se centró en el final y el encuentro con el minero adormecido. La coincidencia era en exceso y supo en este momento que se el Cuervo había cometido un error, consagrándosele los medios para actuar. Después de haberlo leído lo suficiente para conocerlo de memoria, quemó el informe.
- Ahora, liberemos al Emperador, dice mirando el pergamino consumirse rápidamente.
Toran dejó la sala del consejo para ir a la habitación del emperador. Cruzó a un servidor y le ordenó ir a por Iro urgentemente. Delante de la entrada se postraba Asajiro, el pobre hombre estaba agotado ya que sólo había dormido algunas horas desde que se le pidió tomar el puesto cerca del emperador. Tuvo problemas de ponerse en guardia cuando Toran llegó.
- Usted tiene la tez de un fantasma le dijo el Regente.
- Mi tarea es más importante que mi bien señor.
- He aquí una respuesta que le honra, el imperio jamás olvida a los que lo sirven.
- En este caso pediré al imperio la cama más confortable añadió Asajiro en tono de broma. ¿Quiere ver al Emperador?
- Sí pero espero a alguien. Cuando esta persona llegue vamos a entrar, no habrá que dejar entrar a otras personas que no este autorizada.
- Así será, por mi vida.
Iro llegó precipitadamente, sofocado después de haber recorrido la mitad del palacio imperial corriendo.
- Aquí me tiene... ¿He sido solicitado Regente?
- Sí, entremos yo voy a explicarle todo lo que está pasando. Asajiro, defienda su honor.
Iro frunció las cejas.
- Ahora escúcheme bien, para hacerlo corto, sepa que el sueño del Emperador tiene muy poco de natural. Y que nosotros dos conocemos al responsable.
- El Cuervo cuchicheó Iro apretando los dientes.
- Pero hasta hoy no teníamos pista pero su hermana pequeña, Furagu y Shui Khan buscaron en el pasado y encontraron algo que permitirá, por fin espero, sacar al Emperador de su sueño.
- ¿Mi hermana? ¿Ayako? ¿Se escapó a la atención de nuestro abuelo?
- No exactamente, está en proceso de volverse miembro de la Kotoba, y no quedan duda después de sus hazañas para que esto sea oficializado dentro de poco.
- ¿QUÉ? ¿Ya? ¡Pero es muy joven!
- Usted era más joven cuando fue integrado Kotoba.
Iro no respondió, Toran tenía razón. - ¿Bien y qué hacemos ahora Regente?
- Vamos a entrar al sueño del Emperador a ver qué es lo que lo tiene retenido.
- ¿Y cómo hacemos esto? Preguntó a Iro con el semblante perplejo.
Los tatuajes de Toran se movieron y se transformaron en dos magníficas serpientes emplumadas translúcidas.
- Buscafallas son unos seres increíbles, su nombre viene de una de su facultad, la de encontrar las fallas que permiten pasar de un mundo al otro. Así pueden navegar de su mundo a nuestro y de nuestro a un mundo onírico, o sea creado por alguien desde cero. Ellos nos transportaran con ellos.
Ambos Buscafallas dieron la vuelta a la pieza luego se zambulleron en el vientre del mperador, provocando un gran flash morado. Ahora, Iro y Toran estaban en otro mundo. Estaban sin embargo en la misma pieza, pero la decoración era diferente y la ausencia del Emperador en su cama probaba el cambio de lugar. Iro desenvainó su palabra del Emperador y avanzó hasta la puerta para escuchar. Algo zumbaba en el pasillo, entonces abrió la puerta. Los pasillos estaban vacíos, totalmente como el resto del palacio. La integridad de los emblemas eran los del clan del Cuervo.
- Esto es una prueba. ¿Pero dónde está el Emperador? ¿? Se puso nervioso Iro.
- Razonemos como el Cuervo. Si yo fuera él y si me encerraban injustamente en el fondo de un hoyo perdido. ¿Cómo podría vengarme? Interrogó a Toran.
- ¿Con un duelo a muerte? Respondió al campeón.
- No el Cuervo no haría eso, haría sufrirle la misma cosa a su carcelero.
- ¿Pero el Emperador encerró al Cuervo en alguna parte?
- No, este Emperador no, pero si uno de sus predecesores.
- Ya comprendo mejor. En este caso si estamos aquí es por una razón precisa. ¿El Emperador está encerrado en la prisión del palacio?
- Efectivamente, si comparamos la situación en la mina y ésta, lógicamente hasta haríamos una inspección ocular donde se encontraría.
- No entendería nada si no fuese porque creo en usted, descendamos a la prisión.
Cuando llegaron en los sótanos, todo cambió. No estaban más en los pasillos derechos cortados en piedra del palacio sino en los túneles sombríos. Delante de ellos había un tablero con dos cifras: diez y quince.
- Un sistema de localización. Estamos en las prisiones, afirmó Toran. Procedente del túnel, frente a ellos, se acercaba una luz, una forma humanoide apareció luego. Era un hombre vestido como soldado que sostenía una antorcha. Paró su marcha a su altura.
- Lo siento pero el túnel amenaza con derrumbarse, usted no puede ir más lejos sin arriesgarse a la muerte.
Toran e Iro no escucharon y avanzaron en el túnel.
- ¡Yo usted me habría prevenido, sólo la muerte le espera en el fondo de esta mina! Gritó el soldado.
Apenas hubo dicho esto polvo, y luego gravillas cayeron del techo. Cuanto más avanzaban más rápidamente el techo se derrumbaba. Acabaron por correr tan rápido como pudieron, escapando por los pelos del derrumbamiento total del túnel. La entrada ahora estaba tapada. En el fondo de un callejón sin salida vieron a un hombre que estaba tendido en el suelo. Su pelo y barba eran largos y sus vestiduras se encontraban rasgadas. Cuando Toran e Iro quisieron examinarlo más cerca el hombre se protegió la cabeza con sus manos ensangrentadas y se echó a gemir.
- ¡No! ¡No espera! ¡No me golpee más!
Iro reconoció la voz del Emperador.
- Majestad soy yo Iro, su campeón.
- ¡No no lo es! Ya viniste y callado me cortaste un dedo, no me hagas daño.
El hombre realmente daba un aire aterrorizado. Una zona de sombra comenzó a propagarse alrededor del Emperador.
- ¡Señor, soy Toran, yo me hice cargo de la Regencia del Imperio esperando su vuelta, usted puede confiar en nosotros!
- ¡NOOOOO, usted es lo peor! ¡Usted registra mi cabeza para sacar de mí mis memorias más preciadas y quebrantarlas!!
- El traumatismo es importante, no sé en cual medida esto no jugará sobre su personalidad una vez fuera.
Toran intento sacar de nuevo sus Buscafallas con el fin de volver al mundo normal, pero ninguno de los dos apareció para sacarlos de ahí.
- ¡Estamos atrapados! grito Iro. A menos que...
El Campeón del Emperador que tenía firmemente su arma la sumergió en el corazón del Emperador que murió sobre el instante. Alrededor de ellos todo cambió y se encontraron en la habitación del Emperador. Este último estaba respirando dando grandes bocanada de aire, lágrimas fluían sobre su cara.
- Que hiciste Iro, Demanda Toran.
- Cuando era niño a menudo tenía pesadillas, me peleaba con monstruos. Me despertaba sólo cuando uno de ellos acababa conmigo.
- Fue arriesgado, criticó el Tsoutaï.
- Pero esto hizo efecto, respondió el Emperador que recuperaba poco a poco su espíritu. Estaré eternamente agradecido. Ahora ayúdeme, tengo algo que hacer.
- ¿No quiere reposar un poco? Se inquietó Iro.
- ¡Ya dije!
Toran y el Campeón ayudaron al Emperador a que se levantara. Después de haber pasado tanto tiempo encamado sus piernas tuvieron problemas para sostenerlo pero esto no duró mucho tiempo. En el pasillo Asajiro luchaba desde una buena hora con los cortesanos y consejeros que deseaban rendir homenaje al Emperador. El oficial imperial estaba al borde del desvanecimiento pero había conseguido esta misión.
Iro sacó primero la mano sobre la guardia de su Palabra del Emperador. Miró la asistencia y vio a Oogoe. Fijándolo derecho en los ojos se dirigió a todos.
- ¡Arrodíllense ante el Emperador!!
El Emperador todavía inseguro pasó la puerta ayudado por Toran. Todo el mundo se arrodillo entonces ante este prodigio. El hijo de los cielos abrazó la mirada de los visitantes y reparó en Oogoe.
- Miembro del clan del Cuervo, llévame delante de tu amo.
Oogoe se levantó sin mirar al Emperador y marchó delante de él para conducirlos.
- Majestad, nuestros pasos van a llevarnos a los barrios poco recomendables de Méragi...
- Y para protegerme tengo el mejor combatiente del imperio. Replicó al Emperador.
Toran procuró no contrariar más al Emperador que visiblemente tenía una idea en mente. Se contentó con lograr con Iro una seguridad relativa en un sitio peligroso que era también la ubicación indiscutible del clan del Cuervo.
Oogoe se paró delante de una gran morada ruinosa la que desde el tejado protegía grande número de cuervos. Las aves despegaron en una cacofonía de graznidos cuando el Emperador pasó la puerta. Oogoe continuó haciendo de explorador, anunciándoles la llegada del Emperador a los miembros del clan presentes. Viendo a Toran e Iro nadie vaciló en arrodillarse. Karasu vio pasar la delegación y la siguió para el " caso”. Después de haber subido tres piso Oogoe se paró delante de una puerta doble y cuando iba a anunciar la llegada de un visitador ilustre una voz resonó.
- Déjalo entrar solo.
- ¿Sólo? Ni hablar, replicó Iro.
- yo te lo ordeno, dijo el Emperador.
Oogoe abrió una de las puertas, el interior de la habitación fue sombrío y únicamente alumbrado por velas numerosas. El Emperador penetró allí sin el menor miedo. La pieza fue sumergida en un ambiente tenso. Todo se parecía vagamente a una cueva, las paredes eran deformadas. Daijin estaba sentado en altura, dominando al Emperador. La cara del Cuervo era grave, sus ojos se zambullían en la mirada cansada del soberano. Después de un silencio muy largo donde cada uno observaba y juzgaba el otro, Daijin inició la discusión.
- Al fin saliste de ahí dónde te había puesto... Felicitarás a tu campeón. ¿Entonces ahora que va a pasar? ¿Viniste portando malas noticias? ¿Debería cariñosamente defender mi vida? El Emperador quedó en silencio, había reflexionado bien sobre este momento a esta confrontación delante del responsable de sus desgracias. Había analizado la razón de todo esto y del impacto sobre el Imperio de Xzia. Delante de los ojos asombrados de Daijin, el hijo de los cielos puso sus rodillas al suelo y puso su frente sobre sus manos juntas sobre tierra.
- Los errores de mis antepasados no son mis errores. Mis solos deseos son llevar el Imperio a la gloria que debe ser. Afuera el Imperio está dividido por su cólera hacia mi persona. Escucha espíritu del Cuervo en nombre de este antepasado que le ofendió pido su perdón en nombre del Imperio. El tiempo de la división está acabado y reconozco delante de usted su potencia y la del clan del Cuervo.
Daijin verdaderamente no esperaba esto. Aunque la cólera que sentía desde tanto tiempo le dictaba de continuar, había unas excusas del humano que dirigía el imperio de Xzia y esto contaba. Como espíritu estaba atado por un tipo de código. ¿El tiempo verdaderamente era capaz de acabar esta disputa?
- Por fin...
Daijin se levantó, bajó algunos escalones que lo separaban del Emperador y puso su mano sobre su hombro.
- Hiciste lo que tus predecesores jamás tuvieron el coraje de hacer, llenos de orgullo y de arrogancia. Los espíritus deben ser respetados y visiblemente la lección ha sido comprendida. No tiene razón allí más en lo sucesivo de apenarte. Acepto tus excusas, serás un gran Emperador y seas asegurado por la fidelidad eterna de mi clan. El Emperador se levantó, se quitó el polvo y se fue de nuevo como había venido.
El día siguiente, el Emperador organizó una reunión con los altos dignatarios del Imperio para marcar su vuelta. Toran estaba a su lado, así como Daijin.
- Este es el momento para el Imperio de Xzia de caminar hacia el futuro. Muchos acontecimientos se efectuaron durante mi ausencia y voy a necesitar todas las fuerzas para mantener nuestra supremacía. Señor Toran.
El Tsoutaï se levantó y se arrodilló al hijo del cielo.
- Usted escrupulosamente sirvió el Imperio, le libero de su puesto de Regente. Usted llevará en lo sucesivo la responsabilidad de los templos Tsoutaï del Imperio. Le deseo un buen regreso entre los suyos, Venerable.
Toran se inclinó y regresó a su sitio.
- Daijin, dirigente del clan del Cuervo. El viejo hombre se levantó a su vuelta.
- Ya es hora que el dirigente de su clan forme parte de la nobleza. Le confío la gestión del barrio de Seichin de Méragi. Usted será también consejero místico y protector del Imperio. El neceser será hecho para tirar de la miseria a la gente de su clan.
Para personas extranjeras esto habría podido aparecer pocas cosas, pero en esto el Emperador acababa de reconocer al clan del Cuervo como un actor muy importante de la vida del Imperio. Daijin procedió lo mismo que Toran y regresó en su sitio, con un nuevo poder.
- ¡Campeón del Emperador!
Iro que ya estaba de pie como lo quería la tradición, fue asombrado de esta llamada. Se colocó en el centro del círculo como Toran y Daijin antes de él. Un guardia aportó una funda de madera bastante larga.
- En la historia del Imperio, una sola persona llevó esta arma.
El Emperador agarró la funda y le abrió para lo que todo el mundo pudiera ver el contenido. Había allí una espada con una forma particular, bastante lejos de las formas de las katanas actualmente hechas. Esta arma parecía haber servido bien y su lámina fue mellada.
- He aquí Kusanagi, la espada de Xzia. ¡Blándela orgullosamente Campeón del Emperador porque eres el símbolo de la potencia militar del Imperio!
Iro negó repetidas veces este obsequio que importaba demasiado para su persona. Finalmente y como lo quería la tradición aceptó y regresó también a su sitio con su obsequio.
- ¡Ahora ya es hora de mostrar en el mundo que el Imperio está muy vivo!
La misión del Consejo
Chapitre 1 - Una gran familia
La llave giró en la cerradura y la puerta que llevaba varios meses cerrada se abrió. Marlok entró en el laboratorio del antiguo Profeta con un toque de tristeza y sobre todo con la esperanza de encontrar las respuestas al problema Néhantista. Hace algunos días, durante el baile de los cortesanos, la consejera Ishaïa le había confiado una misión muy importante, encontrar los rastros de los Néhantistas, ver si era solo un caso aislado y lo mejor de todo saber más sobre Eredan. Durante el viaje de vuelta hacia Noz'Dingard, se había propuesto alcanzar sus fines. Después de reflexión se acordó que Profeta se especializaba en la cristalomancia adivinatoria, una rama particular de esta magia que permitía obtener mucha información. Marlok abrazó con la mirada la gran habitación. Los diferentes muebles y los instrumentos fueron cubiertos por tejidos blancos para evitar que el polvo estropeara todo. El mago hizo la primera vuelta y sintió alrededor de él la magia. Retiró uno por uno las telas, sacudiendo el polvo. Estaba en esto cuando Anryéna entró, obviamente todavía y siempre insatisfecha. No digería la reintegración de Marlok entre los suyos y menos de esta forma.
- No cuento más el tiempo que mi hijo pasó aquí, observando, anotando y creando nuevos sortilegios.
- La falta de tu hijo afecta cruelmente en la Draconia.
- No finjas tristeza Marlok, esto no te va, respondió irritada.
- Pero yo no estoy hablando en broma, dice adelantándose hacia la hija del Dragón. ¿Dejarás de odiarme por mis actos pasados?
Anryéna parecía turbada, su estado psicológico estaba todavía débil, y de repente los ojos se le llenaron de lágrimas.
Marlok lentamente se fue acercándose más para no hacerse rechazar. Entonces Anryéna se acurruco entre el hueco de sus brazos.
- No tenías el derecho a abandonarnos en nombre de tus endiabladas búsquedas. A pesar de eso mi corazón no deja de latir por ti, mientras que la razón me pide que te deje.
Marlok sumergió su mirada en el de Anryéna.
- ¿Nosotros?
- Cuando fuiste desterrado, esperaba a un hijo de ti.
El mago creyó haber recibió una puñalada en pecho pleno.
- ¿Soy… padre? ¿? ¿Por qué jamás me lo dijiste? Pregunto Marlok debatido entre la alegría y la cólera.
- Me encontré desorientada, decepcionada y enfurecida. ¿Sabrás perdonarme?
- Tú me das una razón para luchar y lograr la misión del Consejo, quiero ofrecer un futuro sereno para...
- Exhien.
- ¿Exhien? entonces es un niño, le escogiste un nombre lleno de significados. Lo veré cuando termine esta tarea.
- Estará en Noz'Dingard cuando regreses, le dijo secando sus lágrimas. Cuídate, dijo mientras abandonaba la habitación.
Con el corazón hinchado por una noticia de esta importancia, Marlok se concentro en devolver el orden al laboratorio. Debía ser el medio día cuando termino. Profeta poseía material bastante increíble y le haría falta al mago Noz tiempo para controlar lo esencial. Comenzó por interesarse por varias estanterías abarrotadas de pergaminos y de cristales de diferentes colores. Se trataba de unas notas de búsqueda de Profeta y experiencias que realizaba así como su diario. Pero no tuvo tiempo de abrir este último porque de nuevo alguien se presentó a la entrada. Ruidos de pasos característicos de un golem de cristal. Y efectivamente dos pequeños golems entraron proseguidos de un hombre de pequeña talla y barba larga. Esta persona no era otra que Delko, el padre de Marlok. Este último estuvo muy asombrado de verlo.
- Padre.
- Hijo.
- ¿A qué le debo el honor de tu presencia?
- No te hagas ilusiones hijo, no voy a quedarme mucho tiempo. Profeta me dio a conocer que estabas aquí y que tomabas posesión del laboratorio de su hermano. Vine para ver pues...
- ¿Viniste para ver que no robaba ningún secreto? ¿? Dijo con sarcasmo.
Delko marco una pausa y suspiró.
- Has pagado, parece, tu deuda con la Draconia, hoy eres aquí un Enviado.
- Pagué sí, pero jamás olvidaré tus palabras respecto a mí.
- El pasado es el pasado, deberías saber que le concedo poca importancia a este. Lo que me interesa es el futuro.
- ¡En su época mi futuro no le importaba mucho!
- Bueno, aparte de estos bellos recuerdos vine a traerte esto.
Un par de golems entraron de nuevo, llevando varias cajas que pusieron una al lado de la otra.
- Haz buen uso de todo esto, volveremos a vernos cuando mi nieto este allí.
- ¿Tú estabas al tanto??
- ¿Y quién crees que lo está educando? Le ha sido confiado a tu hermana durante el tiempo que Anryéna ajuste esto contigo.
- Verdaderamente tengo la impresión de que soy traicionado y por mi propia familia.
- Entonces deja de lloriquear y trabaja.
- ¡Sal de aquí, si quieres que sea útil!
Delko no le siguió el juego y se fue acompañado por su golems.
- ¿Voy a poder trabajar tranquilo ahora? Gritó golpeando la puerta de dos hojas del laboratorio.
Luego de esto se dedico a abrir las cajas. La primera contenía un raro aparato, reconoció un cristalisium, el que permitía encerrar en cristales las imágenes de la realidad para luego generar una especie de ilusión. En la segunda caja un gran número de cristales que iban con el aparato. Por fin en la tercera caja y última, más grande que las otras se encontraban los restos de su golem, destruido en el momento de la confrontación con Harès.
- Bueno, jamás pensaba verte de nuevo. Está en muy mal estado, me pregunto por qué mi padre quiso darme esto.
Se acordó entonces del diario de Profeta. Marlok se instaló en la butaca del profeta y se echó a leer. La noche caía, y Marlok había pasado todo el mediodía descifrando el sistema de clasificación de Profeta. Cada pergamino de notas correspondía a un cristalisium preciso en el cual su autor precisaba sus notas. Gracias a esto, Marlok obtuvo sus primeros resultados. Mucho antes de que la piedra cayera del cielo Profeta había llegado a identificar una eventual presencia néhantista por Tantad. Sus investigaciones no habían dado nada, pero era allí un buen punto de partida. Entre todo el material disponible Marlok encontró en una caja hecha de cristal translúcido una pequeña piedra negra. Según el cristalisiums se trataba de un pedazo de la piedra-prisión de Néhant. Una idea le vino entonces, construir un golem rastreador de esta piedra de Néhant. Puso manos a la obra inmediatamente y se propuso a seguir los pasos de Profeta "registrando" su experiencia y anotándolo.
Le hizo falta una semana para arreglar a su viejo golem y todavía una semana más para crear el sortilegio para el rastreo nehantico. Marlok finalizaba su nueva criatura cuando Zahal se presentó en el laboratorio. En el caballero Dragón se le empezaban a notar unas pocas canas en el pelo y la barba más larga. Entró con paso decidido en la pieza y se puso de rodilla delante del mago.
- Pongo mi brazo y mi espada a su servicio. Permítame recuperar mi honor.
- Usted tiene aire cansado y sobre todo descuidado Caballero.
- Desde la muerte de Profeta me planteo muchas cuestiones de mi estatuto y sobre todo mi sitio en el seno de nuestra sociedad.
- Veo. No soy la mejor persona para hablar de esto, pero creo que puedo ayudarle. Vera, una persona con un valor como usted será útil para mí. Por lo tanto acepto su oferta. Terminé lo que estaba haciendo y vamos a preparar un plan de ataque.
La cara de Zahal se iluminó. Iba a poder hacerse por fin útil. Observó como el mago terminaba sus preparativos. Este último utilizó varios sortilegios con el golem y le implantó una pequeña escama de Dragón.
- He aquí el plan Caballero. Este golem va a servir para rastrear a los néhantistas. Cuando encuentre un blanco válido, gracias a la escama los dos nos tele-transportaremos a lugar indicado, asegurándonos el factor sorpresa. No quedará más que atrapar e interrogar. Por otro lado podemos encontrarnos completamente al otro lado de las tierras de Guem. Pero esto no tiene importancia porque estamos bajo las órdenes del Consejo.
El golem de cristal comenzó a moverse y volvió a la vida.
- Vaya viejo amigo, ya es hora de demostrar que eres capaz de realizar esta tarea. Como respuesta el golem se echó a marchar, de modo mecánico al principio, luego "cada vez más humanamente". Marlok y Zahal lo siguieron hasta la salida de Noz'Dingard donde inmediatamente la criatura pareció captar una presencia néhantica. Se echó entonces a correr para una dirección.
- Nada lo parará hasta que haya encontrado algo. Mientras tanto nosotros debemos prepararnos lo mejor posible. Estese listo porque a cualquier momento del día o de noche podemos ser transportados.
- Estaré listo.
Marlok miraba hacia el horizonte, soñaba con este hijo al que todavía no conocía y su corazón se estrechó mucho.
Capitulo 2 - La Carnada
Marlok y Zahal no tuvieron que esperar mucho tiempo antes de que el Golem hubiera alcanzado su blanco. Dos días más tarde, mientras que ambos discutían sobre los distintos medios a su alcance para poder doblegar a los Néhantistas, un aura azul se propagó alrededor de ellos. Los dos desaparecieron de golpe para reaparecer a cientos de metros lejos de la Draconia, se encontraban a pie de las montañas, no lejos de Tantad. El golem se había parado delante de un pequeño pueblo que debía estar protegido por aproximadamente una cincuentena de almas. Marlok tuvo una sensación extraña, una impresión de dejà vu. El draconiano se escondió en lugar discreto para hacer un balance de la situación.
- Profeta ya vino aquí. En la época que el pueblo estaba vacío y siguió una pista de un néhantista sin tener pruebas reales de esto. En todo caso está seguro que un enemigo se encuentra por aquí.
- Cuando usted se enfrentó con el néhantista y liberó a los combatientes de Zil utilizó un hechizo que permitía ver los lazos invisibles.
- Estas bien informado Caballero. El hechizo de lazo revelado, un hechizo que aprendí con el tiempo.
Marlok en persona lo lanzó sobre Zahal antes de regresar a la observación del pueblo. La integridad de las personas visibles estaba unida por un hilo fino y negro que iba en dirección a una de las casas.
- Va a haber que actuar rápidamente, corramos hasta la casa, tiremos la puerta y neutralizamos lo que encontramos allí.
Marlok rascó su barba reflexionando sobre la propuesta de Zahal.
- ¡Muy bien, vamos!!!
Se lanzaron entonces, empujando a la gente sobre su paso. Zahal que tenía su espada en la mano dio un gran golpe de hombro en la infortunada puerta que cedió sin ninguna resistencia. El interior estaba sumergido en la oscuridad, los postigos estaban cerrados. El olor era espantoso una mezcla entre el del alimento descompuesto, de las defecaciones humanas y de la descomposición. Marlok invoco en su mano un cristal para alumbrar la pieza. El espectáculo que se les ofrecía era difícilmente soportable. La casa era únicamente una pieza grande. En medio una mujer estaba atada sobre una silla, amordazada e incapaz de mover. Alrededor de ella restos humanos se descomponían, comidos por las ratas y los gusanos blancos. La mujer con los cabellos negros estaba inconsciente. Zahal levantó su cabeza para ver si todavía respiraba, lo que era el caso. Lentamente abrió los ojos, visiblemente agotados y tardo un cierto tiempo antes de darse cuenta de quién tenía frente a ella. El Caballero le quitó su mordaza extremadamente apretada.
- Vayan...sen... huy...aann....
En seguida la mujer tuvo convulsiones, los lazos que llegaban hasta ella se intensificaron. Afuera la gente aullaba con dolor y caía unos tras otros. Marlok comprendió rápidamente y se acerco a la joven mujer. Pero era demasiado tarde. En el suelo se dibujó una espiral resplandeciente y toda la energía contenida en la víctima fue directamente hacia el suelo. Luego las llamas acabaron y en lugar de la joven mujer había dos demonios. Para evitar un combate en el interior, Zahal tiró a Marlok por el cuello y le sacó de ahí. Afuera la calle principal estaba cubierta de cadáveres vaciados de toda sustancia vital.
-¡Qué horror! Gritó a Marlok.
Ambos demonios salieron a trote de la casa. Su paso era muy felino y se parecían de manera extraña. Sin el menor aviso cada uno de ellos tomó como blanco uno de los draconicos. Zahal más curtido el combate cuerpo a cuerpo se interpuso entre Marlok y el demonio que se lanzaba hacia él para dejarle espacio libre. El demonio no se dejó distraer por esta maniobra y golpeó al caballero en su brazo con garras supurantes de veneno. Pero el golpe fue frenado por el filo de su espada draconica. Zahal sintió un aura alrededor del demonio algo que a la vez le protegía y debilitaba al caballero. Su espada blandió el aire e hirió a su adversario con facilidad. Marlok por su parte puso en funcionamiento rápidamente una táctica. Habían caído en una trampa y la presencia de los demonios era sinónimo que no estaban lejos de llegar a la meta. Había que capturar uno de los dos, escogió pues neutralizar al segundo demonio que iba a echar una mano al otro. Marlok registró rápidamente en su bolsa y sacó un cristal ensanchado y llano. Lo echó al pie del demonio. Un relámpago azul brota de eso, golpeando al demonio con fuerza. Este último se encontró en el suelo recorrido por relámpagos múltiples. Retorciéndose de dolor, el demonio aullaba con rabia pero estaba inmovilizado.
Zahal continuaba rechazando los ataques de su adversario que se ponía nervioso cada vez más a fuerza de fallar su ataque. El caballero examinaba cada uno de sus movimientos, su modo de llamar y las aperturas posibles. Puso en práctica la enseñanza que le había prodigado Dragón durante los 10 años pasados a su lado. El demonio estaba vivo y era peligroso, pero su armadura y su espada eran suficientes para contener los asaltos. Pasó de vuelta a la ofensiva. Al principio la lámina rozó con el demonio, luego por fin tocó e hirió a su adversario. En este momento preciso Marlok había acabado de invocar no una sino dos bolas de fuego que vinieron para golpear al demonio al que infligió grandes daños. Ahora Zahal oyó que Dragón le hablaba" ahora es turno Zahal! ". Su mano se inflamó entonces una bola de fuego dirigida hacia el demonio que se derrumbó cuando fue tocado. Éste se consumió entonces para hacerse un montón de cenizas que el viento temprano se llevo. Pero seguían sin contar con el segundo demonio. Las descargas se pararon y el demonio se levantó, todavía más enfurecido.
- No hay que matarlo, gritó Marlok en el fuego de la acción.
Reforzado por sus convicciones y por la presencia de Dragón, Zahal hizo volar a su oponente con el filo de su arma. Marlok había sacado de su bolsa varios pequeños cristales azul oscuro y los lanzó por tierra para formar un círculo.
- ¡Llévalo dentro! Ordenó mostrando el centro.
El Caballero Dragón esquivó varios golpes luego dio una patada en el vientre del demonio que retrocedió hasta el lugar deseado. Una burbuja mágica se formó entre los diferentes cristales, encarcelando así al demonio.
- ¿Y ahora cómo hacemos para llevarlo hasta Noz'Dingard? Preguntó a Zahal.
- Ya estaba totalmente preparado, pero no esperaba a un demonio. Pienso que a pesar de todo esto va a funcionar. Pronto lo sabremos.
Marlok revolvió de nuevo su bolsa rápidamente y extrajo una estatuilla de cristal en forma de dragón. Lo puso en el suelo y se puso a acariciar su hocico cuchicheando palabras en un lenguaje desconocido. La estatuilla tembló, luego tomó vida.
- Tápate las orejas, le recomendó Marlok a Zahal.
El dragón despegó y entró en la prisión como si la burbuja de magia no existiera. El demonio no tuvo tiempo de reaccionar porque el dragón se puso a gritar hasta que este callo rendido. El escudo y los cristales de la prisión estallaron a la vez. Marlok y Zahal fueron aturdidos sin embargo por la intensidad del grito de la pequeña criatura animada. Marlok recuperó el dragón que se volvió a convertir en estatua y su Golem cuya magia se había agotado. En cuanto a Zahal se ocupó del demonio y le amarró para que no pudiera moverse.
- Bueno, la primera vez que entramos con el pie derecho, dijo el caballero comenzando a irse.
- ¡Espera! Tengo todavía una escama para la vuelta, tranquilizó el mago.
- ¡Grande seas Dragón!
Capitulo 3 - La Pitonisa
El demonio fue encerrado en una sala especial de la academia de Noz'Dingard que era reservada para aislar la magia de los objetos o en este caso de una criatura fuertemente mágica. Acostado sobre una mesa de cristal no podía moverse evitando así que se suicide lo que tiraría a la basura la búsqueda de Marlok. Podía gritar, nadie más allá de las paredes de la pieza lo oía.
Durante este tiempo Kounok recibía en sus apartamentos privados a Zahal y Marlok para tener un informe de lo que acababa de pasar. El pequeño salón era muy confortable y con el estilo más puro de la Draconia. El azul era por supuesto, usado en varios retratos de héroes ilustres que adornaban las paredes. Profeta sirvió de beber para ellos, Zahal fue muy honrado con esta atención. Marlok emprendió entonces el relato de esta aventura y aclaro en el momento del combate la eficacia del Caballero Dragón. Kounok estaba notablemente satisfecho, aunque apenado por el modo en que los demonios habían llegado, implicando la muerte de varias decenas de personas.
- Ahora queda por extraer información de la cabeza de esta abominación, expresó Marlok.
- Dudo que vaya a ser de su propia voluntad. Vamos a tener que utilizar otros medios, respondió Kounok.
- ¿Se refiere a La Pitonisa? Supuso el mago.
- Sí. Usted tiene autorización para enviar por ella. Asegúrese de seguir el protocolo, que es una purista de los principios.
- Bien, voy a hacerla venir, aseguró Marlok. ¿Puedo retirarme?
- Puede, en cambio Zahal tenemos que hablar.
Una vez que el mago se fue, Kounok se sentó en la butaca frente a su caballero.
- Eres perdonado por tus errores, no tienes que reprocharte a la muerte de mi hermano. ¡Hay sólo un culpable, Néhant! Ahora y como en la época, varios caballeros de Dragón existen, anunciando así una guerra próxima. Hoy te siento preparado para combatir en nombre de Dragón.
- Gracias Kounok, creo que necesitaba oír esto.
- Me ves encantado. Ahora tengo que hacer, regresa cerca de Marlok para vigilar nuestro preso y proteger a la Pitonisa.
- A sus órdenes, Profeta.
El caballero dejó la habitación, motivado por las palabras de Kounok.
Algunos días más tarde, una delegación importante procedente de los territorios del sur de la Draconia llegó la ciudad, creando una gran animación. La caravana compuesta de dos carretas tiradas por akirs, criaturas voladoras de la región de Zar-Azil de donde provenía justamente esta delegación. La guardia de Noz'Dingard para la ocasión había circunscrito el gran sitio para permitirle a Kounok, Anryéna, Marlok y Zahal acoger a sus visitadores. De la primera carreta salieron varias criadas vestidas con vestidos simples y blancos, llevaban un velo casi transparente que escondía su cara. Marlok sintió un gran despliegue de magia draconica. Después de haber verificado que la situación no era peligrosa, otra persona hizo su aparición. Una dama con un vestido azul bordado con múltiples dragones. Su cara también iba tapado con un velo, pero hecho de un tejido azul espeso. Una de las criadas colocó la mano de esta persona sobre su hombro y la llevo hasta el Profeta.
- Sea bienvenida a Noz'Dingard, Pitonisa. Le agradecemos por haber aceptado nuestra demanda.
- Pitonisa responde siempre a la llamada del Profeta, respondió. Hice un viaje largo hasta aquí y deseo reposarme.
- Y así será, permítame llevarle a sus barrios.
Mientras que Kounok acompañaba a su invitada y a su delegación, Marlok miraba la segunda carreta. Anryéna lo había prevenido que la Pitonisa llegaba con Exhien. Mientras esperaba, Anryéna le planteó una cuestión que le quemaba los labios.
- No saludaste a tu hermana, ¿estás enojado con ella porque nunca te dijo nada sobre tu hijo?
- No, no es por eso, no podría culparla por eso. Me pidieron observar el protocolo, entonces lo observé. Sólo el Profeta puede acoger y dirigirse a la Pitonisa cuando ella viene a Noz'Dingard. Pero intentare hablar con ella rápidamente.
Anryéna parecía satisfecho de esta respuesta y se adelantó cuando varias personas salieron de la segunda carreta. Marlok no se atrevió a seguirla y se contentó con observar. Un joven chico que debía tener unos seis años se echó entonces a los brazos de Anryéna. El corazón del mago golpeaba fuertemente. No era muy joven y la idea de tener un niño lo asustaba tanto como lo entusiasmaba. El mago no podía dejar al chico cuyo físico probaba su filiación, en efecto como él a la misma edad y como sus antepasados, el chico tenía los cabellos grises oscuros. Pero otra particularidad le interesó más, en efecto había heredado de su madre la sangre de Dragón y también los ojos de su abuelo. De color azul como la gema en el centro de la ciudad y hendido como Kounok cuando era dragón. Anryéna se acercó entonces a Marlok.
- Ven, no expongamos este asunto de familia en público.
Los tres se encontraron entonces en el laboratorio de Profeta que en este tiempo se había convertido en el de Marlok. Este último no tenía más ojos que para su hijo y sintió claramente el amor haciendo hueco en sus entrañas. Cómodamente instalado el niño fijaba su vista en Marlok.
- Exhien, te presento a Marlok, tu padre. Marlok he aquí tu hijo, Exhien.
El chico vaciló luego sonrió. Marlok entonces le hizo seña de acercarse mientras que el se arrodillo en el suelo. La atmósfera era particular, como si el tiempo se hubiera detenido. Marlok puso su mano izquierda sobre la mejilla de su hijo, las lágrimas le fluían de sus ojos enrojecidos. No soportó más y apretó al chico en sus brazos. Por su parte Exhien, que había esperado conocer tanto a su padre mientras que otros niños jugaban con los suyos, estaba simplemente feliz. Anryéna dejó a padre e hijo discutir y aprender a conocerse el resto del día.
El día siguiente Marlok y Zahal condujeron a la Pitonisa delante del demonio que rugía cuando estaba en frente de su magnificencia. Dos criadas asistían también el interrogatorio.
- ¡No diré nada, rabió el demonio! ¡Todos ustedes perecerán!!
- Eso lo veremos, comentó Zahal. Por mi parte le dimos una bella paliza la otra vez, insistió Zahal.
- ¡Basta demonio! ¡Vas revelar a todo a la Pitonisa aunque no lo quieres! Soltó Marlok.
Las criadas lanzaron varios sortilegios de protección antes de que la Pitonisa se acercara al nivel de la cabeza del demonio. El demonio no movió más un pulgar mientras que ponía su mano en su cabeza. Inmediatamente la hermana de Marlok fue sumergida en las memorias del demonio. Volvió a remontar el tiempo rápidamente, vio al demonio ser convocado por la trampa y enfrentarse con los Enviados, observo luego en lo más hondo de los Meandros prepararse con su demonio gemelo. Alrededor de ellos había otros demonios de todas tallas y más o menos impresionantes. El tiempo desfiló para regresar más lejos en el pasado. Y allí, la escena más interesante se efectuó.
Ambos demonios fueron llamados por un néhantista de traje negro, los cabellos largos y los ojos negros. La invocación de ambos demonios se hizo en una gran cueva con estanterías por todas partes y cuyas paredes fueron grabadas por el símbolo de Néhant. Había también otras personas entre las que estaban una joven mujer de terrible belleza, así como una persona a la que reconoció inmediatamente: Ardrakar. Antigua Caballero Dragón se acercó entonces al demonio y le golpeó. Pero no había procurado hacer daño al demonio, había percibido la presencia de la Pitonisa. Esta última no se halló en situación de enterarse nada mas, había recibido un golpe en la cara. Se callo agarrándose la cabeza con ambas manos. Marlok fue inmediatamente a ayudarle.
- ¿Estás bien?, dice.
Pero ésta se echó a aullar cuando Marlok le tocó el brazo. Tuvo una visión. Marlok estaba en medio de un campo de batalla. Alrededor de él legiones de demonios combatían una coalición inmensa de Draconia y del Imperio de Xzia. Una criada intervino entonces e incitó a Marlok para que la ayudara a la Pitonisa que se había desvanecido. Recobró el conocimiento sólo al día siguiente. Marlok inquieto por su hermana pasó la noche a su cabecera. Las criadas se habían ocupado bien de ella y su velo fue retirado de su rostro, dejando visible su cara. Era más joven que Marlok pero también tenía los cabellos grises. Sus rasgos eran delicados y finos.
- ¿Hermano, pasaste la noche aquí?
- Sí.
- Dame tu mano, tengo miedo, voy a mostrarte todo lo que vi.
El mago escuchó a su hermana, las imágenes desfilaron entonces sin que pueda controlarlas, era como si un rompecabezas se reconstituya. Por fin llegó hasta el final, reconoció al néhantista con el que ya se había enfrentado y más importante, ¡reconoció a Ardrakar!
- ¡Ella! La consideraba muerta después de tanto tiempo.
- Néhant alarga su vida mi hermano.
- Pero todo esto no nos acerca a grande cosa, ya vi este néhantista, ya lo combatí.
- Subestimas los poderes de la Pitonisa. Sabias que precisamente puedo determinar donde este néhantista se encontraba en el momento de esta escena.
Marlok se sonrió luego empezó a reírse. Por fin se levantó y puso un beso sobre la frente de su hermana.
- En este caso, vamos a poder actuar de muchos modos. Debo prevenir al Consejo.
Exiliado
Ciramor, Granizardo, Malyss, Ojos de gema y Ergue habían atravesado gran número de pruebas desde la llegada del aprendiz de Eredan a la tropa. Habían atravesado decenas de islas, cruzado pueblos y cientos de criaturas más extraordinarias una que la otra. Cada vez que el grupo fue puesto a prueba, y a precio de esfuerzo de cada uno, la victoria era para ellos. Pero mientras que la moral estaba en buenas condiciones, la fatiga, también fue invitada a viajar.
La noche caía una vez más sobre los Confines y el campamento ya estaba montado. Ciramor seguía el movimiento del sol esconderse detrás de las islas flotantes. Ergue se ocupaba de vaciar y preparar un animal frescamente matado mientras que Malyss encendía con magia un montón de leña para hacer un fuego. Ojo de gema, demasiada extenuada para hacer nada, se durmió rápidamente. En cuanto a Granizardo se preguntaba en qué podía pensar Ciramor.
- Tienes aire de estar preocupado.
- A decir verdad no hay nada grave.
Ciramor se puso cerca del fuego para dirigirse a todos.
- Escúchenme. Mañana, llegaremos a la isla dónde se encuentra Comepiedra. Estaremos entonces frente a nuestro, o por lo menos, su prueba más grande.
- ¿De acuerdo, pero en qué consiste la prueba? Preguntó a Ergue.
- ¡Eso, usted lo sabrá mañana! Respondió Ciramor divertido.
- Había que probar, replicó el Zil.
- Duerman bien esta noche. Les indicare el lugar, pero ustedes deberán ir allá sin mí.
- Muy bien, estoy encantado de acabar de una vez, no puedo ver más rocas volando añadió Malyss. - Es una buena noticia, esperemos que no hayamos hecho todo esto para nada y que esta Comepiedra merezca su reputación.
- No se preocupe Granizardo, vale la pena la visita.
La tropa no se retrasó y todo el mundo se durmió después de una comida rápida. Sólo Granizardo, que no tenía la misma fisiología, se quedó despierto. Se perdió en sus pensamientos. Olía que había en los alrededores algo muy familiar. Pero no sabía lo que era realmente. Miraba las llamas bailar soñando que su bosque y su hermano le faltaban cruelmente.
Las horas pasaron así y una bruma se levantó despacio. El Daïs comenzaba por fin a dormirse, sentía que se hundía lentamente. Entonces se dio cuenta que algo sucedía alrededor de él. Veía formas moverse y oía cuchicheos. Intentó levantarse pero sin éxito, se encontraba atado en el suelo por una soga. Todo se enturbió alrededor de él, se hundió en la inconsciencia...
- Granizardo... Granizardo despiértate.
El Daïs abrió los ojos con dificultad. El paisaje había cambiado totalmente, como su situación. No estaban más en su campamento, sino en otro lugar, un bosque con árboles gigantescos bajo los cuales cristales de colores múltiples tapizaban el suelo. Granizardo creyó en primer lugar que estaban por fin de vuelta entre los Eltarites, pero comprendió rápidamente que no cuando vio que sus compañeros y él mismo habían sido amarrados.
- ¿Que es lo que pasa?, preguntó.
Verdaderamente no sabemos, nosotros recién acabamos de despertar, le contestó Ergue. - Los escucho hablar, respondió Daïs. Hablan un dialecto particular, pero logro comprender el significado de sus frases.
- Una cosa es cierta, esto no es la prueba para encontrar a la Comepiedra, Ciramor está también con nosotros cuando debía largarse, indicó Malyss mostrando con la cabeza al mago amarrado como todo el mundo.
Todos se volvieron hacia el interesado.
- No puedo decirle gran cosa, estoy en la misma amasadera que usted. No sé quiénes son esta gente.
- Cállese, tengo un contacto mental con uno de ellos.
Efectivamente desde su despertar, la tropa era observada por varias criaturas muy bien escondidas para no hacerse reparar.
- No tengan miedo, muéstrense. No puedo hacerles nada, no puedo mover.
El argumento de Granizardo fue bueno porque una persona apareció sobre uno de los cristales no lejos de ellos.
- ¡Una Elfine! Exclamó Ergue.
Era una joven mujer vestida con pedazos de quitina de madera y tejidos verdes. Granizardo se sorprendió por la existencia de la Elfine y de una probable tribu aquí, en los Confines. A su conocimiento todo los Eltarites se encontraban en el bosque sobre las tierras de Guem.
- ¿Por qué nos han amarrado?
- Ustedes penetraron sobre nuestras tierras, ustedes van a ser castigados por este ultraje. Respondió.
- ¿Usted sabía que habían Elfines en los Confines Ciramor? Interrogó a Malyss.
- Así como se lo dije, no conozco a esta gente.
- Usted va a ser conducido cerca del Sachem que decidirá su suerte, añadió Elfine.
- Soy Granizardo, vengo de un lugar donde viven otras tribus de personas como usted.
La Elfine inclinó la cabeza, visiblemente desconcertada por lo que declaraba el Daïs. Saltó de su posición y se coló entre los cristales para desaparecer.
- ¡Bravo! Ya se largó, dijo Ergue. Bueno ¿Que hacemos ahora? Si ustedes quieren puedo librarme de estos lazos.
-Esperemos ver antes de ganarnos más la enemistad de ellos, ¿no?
- He aquí palabras prudentes Ciramor, en nuestra casa en el clan del Cuervo preferíamos evitar los conflictos abiertos. Negociemos nuestra liberación.
- Quiero, ¿Pero como no negociar? ¡No entiendo! Ironizó Ojo de gema.
Tenemos otras ventajas, indicó Ciramor. Tenemos a un Daïs con nosotros.
Granizardo parecía concentrado en su entorno, podía sentir la naturaleza alrededor de él como si estuviera en los bosques Eltarites. Llegaron entonces vario Hom’chaï recubiertos con tatuajes tribales, se llevaron con ellos a los presos y los transportaron hasta un pueblo no sin sufrir los insultos de Malyss, Ergue y Ojo de gema. Allí propiamente fueron echados en un tipo de choza de paja.
- Esto mejora dijo Malyss molesto.
Saliente de la sombra en la cual se había escondido, la Elfine reapareció.
- Shhhh, dijo despacio. Tengo algunas cuestiones para hablar con él-que-habla-sin-la boca.
- Me llamo Granizardo.
No le digas nada, seguro que va a vendernos a su jefe luego. ¡Quiere información! Acusó al pirata.
- ¿Puedes callarte? ¡Preguntó Ciramor, escuchemos!
- Cuando era pequeña, me contaban de historias a propósito de criaturas que nos habían perseguido hace mucho tiempo. Usted corresponde a éstos, juzgó Elfine.
- ¿Cuál es su nombre? Pidió Granizardo.
La Elfine vaciló un pequeño instante.
- Soy Sylikat, hija de Rompe-huesos y de la chaman Elbaïte. Esa es quién soy, ahora quien es usted.
- Déjeme mostrarse quién soy.
Los Daïs no fueron proveídos de boca ya que tenían la capacidad increíble de poder discutir mentalmente con la gente. Gracias a este don, eran capaces de enviar imágenes por el pensamiento. Y es lo que hizo Granizardo. Se concentró y le envió a Sylikat una multitud de imágenes de su bosque, del Árbol-mundo y de la gente que había cruzado, insistió en los Elfines con el fin de mostrarle que su tribu no era la única existente. La reacción de la Elfine indicó claramente que lo que se le mostraba le gustaba. Pero su "discusión" fue parada por la llegada del mismo Hom'chaï que se cruzaron hace poco. Cuando vio a la Elfine, uno de ellos la cogió y la echó afuera sin más trámite. El ceño fruncido de estos gigantes no tranquilizó a la banda de los viajeros, Malyss incluso pensó que serían torturados. Esto no estuvo lejos de llegar porque fueron cogidos y arrastrados de nuevo como vulgares bolsas de granos a través del pueblo. Allí, en el centro, se encontraba un gran sitio. Por todos lados había unos bancos hechos de leños del bosque. La inmensa mayoría de los habitantes del pueblo estaban sentados allí, echando miradas que iban de la curiosidad al odio. En el centro del sitio que tenía una forma oval había un tótem inmenso que representaba una multitud de criaturas. Una cavidad había sido cavada a la altura de un hombre y protegía un tipo de grueso huevo cuya pared exterior estaba hecha de un cristal gris opaco. Ciramor reconoció inmediatamente del que se trataba.
- ¡Es la Comepiedra! le indico a los otros.
Se centraron tanto sobre el huevo que no vieron a la persona al lado del tótem. Sin embargo su presencia y su carisma no podían faltar. Los Hom'chaï echaron sus "paquetes" con toda la delicadeza que se les conocía, es decir ninguna. Forzaron luego a los intrusos que se arrodillan a pesar de los lazos. El Sachem, el jefe del pueblo era un Elfine de avanzada edad, sus cabellos largos y entrecanos fueron engalanados de plumas largas de colores diversos y de pequeños cráneos de aves. Sus ojos eran morados, lo que chocó a Granizardo que jamás había visto nada como eso en su hogar. Su adorno estuvo constituido por una multitud de collares tribales hechos de quitina, cristales y hueso. Marchó a lo largo de la línea formada por los cuatro intrusos. Se retrasó sólo un poco sobre los humanos pero se cuajó cuando sumergió su mirada en la del Daïs. Este último sintió una agresión mental, registraba en su pensamiento. Cerró pues su espíritu como únicamente los de su raza sabían hacerlo. Esto irritó fuertemente al jefe que escupió delante del Daïs antes de dirigirse hacia los suyos. Granizardo tradujo su discurso a medias.
- ¡Hermanos, hermanas, he aquí delante de usted los intrusos traídos para destruir a Astenaki y quemar nuestro pueblo! ¡! ¡Se atrevieron a aventurarse sobre nuestras tierras con la voluntad de perjudicarnos! ¡Miren mis hermanos, miren mis hermanas!, ¡vea lo que los dioses malos nos envían!
Entonces le hizo seña a un Hom'chaï que vigilaba a Granizardo para llevarlo hasta él.
- ¡Vean, las criaturas qué causaron perjuicio a nuestros antepasados volvieron para acabarnos! Dijo tirando por los cabellos al Daïs que sintió entonces la cólera subir en él.
Algunos se levantaron para reclamar su cabeza, otras para ordenar al Sachem que actuara, pero todos estuvieron de acuerdo en poner fin a la presencia de estos individuos por una muerte cierta. El jefe soltó la cabeza de Granizardo. El Daïs consiguió entonces canalizar toda la rabia que se acumulaba, si actuaba ahora, probablemente podría hacer algo, pero la huida no estaría favorable para él. El Hom'chaï que lo tenía lo devolvió con los otros, seguido de cerca por el jefe.
- ¡Mañana ustedes serán ofrecidos en sacrificio a Astenaki y nuestro pueblo vivirá de nuevo en paz!
- ¡Ustedes cometen un grave error! Respondió el Daïs que aprovecho la oportunidad. No vinimos a causarles dolor. Si violamos su territorio nos disculpamos. - Inútil intentar detenerme con bellas palabras, infame criatura, lo que tienes que decir no cambiará nada, vas a morir y tus amigos también, dijo retrocediendo. Átenlos al pilar de los sufrimientos para que expíen sus faltas antes de ser ejecutados.
Sylikat había asistido, como todo el pueblo, a esta escena. Desde su infancia soñaba con recorrer el mundo. Pero todo indicaba que más allá de los territorios de la tribu sola la muerte esperaba los aventurados. Y luego había llegado Granizardo y le había mostrado otros lugares y otras tribus de los suyos. Pero jamás la dejarían irse de aquí, el pueblo constantemente era vigilado por excelentes guerreros. Los que habían intentado dejar el pueblo habían sido castigados severamente. Por supuesto esta criatura venida de otra parte habría podido mentirle, pero en alguna parte de ella olía que la confianza era la mejor de las vías que tenía que seguir. Le gustaban los suyos, pero se sentía siempre aparte. Sin ánimo de ofender a los fanáticos del Sachem, ¡esa noche, ayudaría a escapar a los desconocidos! En cuanto a nuestro excelente equipo, ahora se encontraban atados a otro tótem. A cada uno se le adhirió un respaldo en madera tallada. Comprendieron por qué se llamaba el pilar de los sufrimientos, porque había puntas por toda su superficie. Una persona que le fuese atada acababa por sangrar de la espalda y sufrir el martirio.
- ¡Verdaderamente hace falta que nos larguemos de aquí! Insistió Ojo de gema.
Nos iremos esta noche. ¿Ciramor será capaz de ayudarnos señalándonos un camino para salir de aquí?
- Por desgracia no, verdaderamente no sé donde estamos. Los Confines son inmensos.
- Lo haces a propósito, estoy seguro, o entonces verdaderamente no sirves para nada. ¿Dónde está el gran mago que nos dio esa paliza la última vez?
Ciramor efectivamente escondía algo. Se interrogaba sobre lo que sucedía de momento. ¿Era una prueba efectiva que lo implicaba también o una prueba justa para los viajeros? Se inclinó para la segunda solución y se contentaba con mirar. Si llegado el caso, actuaría para no arriesgar la vida de quienquiera que sea.
La noche cayó de nuevo sobre los Confines, y los vientres de nuestros amigos hicieron gorgoteos al unísono. Ninguno de ellos había sido alimentado. El pilar de los sufrimientos lentamente oficiaba. Excesivamente agotados dudaban ahora llegar a partir de aquí, por lo menos vivos. Al borde de la inconsciencia, ninguno de ellos lograba cerrar el ojo debido a sus heridas. Los Hom'chaï hacían guardias mientras se burlaban debes en cuando. Fue entonces que Sylikat hizo su aparición con un gran plato de madera lleno de comida que les interesó a los carceleros.
- ¿Que es lo que nos traes allí? Preguntó uno de ellos.
- Pensé que usted vigilaría mejor a estos intrusos si estaba bien alimentado. Le preparé lo que usted prefiere, Harag-na.
Los Hom'chaï agradecieron a la Elfine antes de echarse sobre el plato con golosina. Lo acabaron en un tiempo récord, no hizo falta mucho tiempo para que el somnífero potente en la mezcla entrara en vigor. Sylikat no se demoro y cortó los lazos de los presos.
- Venga, síganme en silencio...
Demasiado cansados y heridos para decir nada cada uno ayudaba a su compañero. Sólo Granizardo cojeaba solo, y tenía una idea en mente.
- Nos hace falta la Comepiedra. Me ocupo de eso, la encontrare rápido.
No tuvieron tiempo de reaccionar que el Daïs ya había puesto su plan en funcionamiento. Estaba muy furioso porque los miembros de una tribu Eltarite actuaran con crueldad y falta de respeto hacia la vida. Progresando con discreción encontró un plan de ataque simple pero que sería muy eficaz. Debía cortar el pueblo en dos para que el tótem estuviera libre. Acudió a la magia de la naturaleza. Las raíces enormes crecieron para formar una pared infranqueable de vegetación. Corrió luego hacia el tótem pensando ser el único pero percibió que había alguien delante de él, el Sachem. Este último tenía aire muy descontento por verle y se podía leer el odio en sus ojos.
- ¡Voy a matarte y tu cabeza adornará mi choza!
El Daïs se contentó con cultivar los pedazos del Árbol-mundo plantados en su brazo para formar un arma acerada y se lanzó en el enfrentamiento. El Elfine todavía ágil para su edad hizo una voltereta antes de lanzar al suelo una de las cabezas de ave que adornaba sus cabellos. Un espíritu ave apareció y sumergió su pico en la cabeza Daïs que atacó al mismo tiempo. La lámina de cristal verde se hundió en la cabeza del ave que desapareció instantáneamente. Pero esto era sólo una distracción para darle tiempo al jefe del pueblo de lanzar otro hechizo mucho más devastador. Las gotitas finas de ácidos comenzaron a caer sobre la zona donde estaba Granizardo. Humo se liberaba por cada gota que llegaba al suelo. El Sachem ya se reía burlonamente de esta victoria. Por desgracia para él el ácido no atacó la piel del Daïs. Este último al borde de la rabia absoluta sintió que los cerrojos puestos por su hermano cuando fue encerrado en la prisión de ámbar se soltaban unos tras otros. Saltó con vivacidad sobre el jefe del pueblo y puso su mano recubierta con ácido sobre la cara de Elfine. Éste aulló con dolor. - ¡Soy un Daïs, hijo del Árbol-mundo y protector de los Eltarites! ¡Me gustaría que le muestre el camino verdadero aquel que sólo dará lugar a una cosa: su pérdida! Sobre esto aflojó al jefe que se cogía la cara, loco de dolor. Granizardo fue entonces hasta el tótem donde el huevo brillaba suavemente. El jefe se levantó mientras que el ácido todavía quemaba su piel, llevaría hasta el fin de su vida un rastro de su enfrentamiento con Daïs. Reteniéndose de gritar, desenvainó una daga y estuvo a punto de lanzarla en la espalda del Daïs. Un ruido extraño se escuchó y un objeto apenas visible hendió el aire y golpeó al Sachem que se derrumbó al instante. Sylikat corrió hasta Granizardo para ayudarle a recuperar a la Comepiedra.
Lo que he hecho aquí, lo sentiré toda mi existencia, dijo. - Creo que no, gracias a usted vamos a poder salvar el mundo en el cual vivimos.
Granizardo y Sylikat llegaron hasta dónde los otros los estaban esperando. Ciramor miró con asombro el huevo.
- ¡Lo conseguiste!
- ¡Bueno, zarpemos de aquí! Se impacientó Ojo de gema. ¡Lo tenemos al fin, entonces es tiempo de volver a casa!
- Todavía hay que saber por dónde irse, insistió Ergue.
- Bueno, yo tengo una solución, pero hace falta que nos larguemos de aquí estamos demasiado cerca del pueblo, insistió la pirata.
- Sí, usted tiene razón, no hay que quedarse allí o vamos a tener a todo el pueblo a nuestra persecución.
Ciramor ayudó a Malyss a levantarse y la tropa se fue de nuevo a través del bosque con el huevo de la Comepiedra.
Continuara...
Los Dioses Muertos
Capitulo 1 - Muerte
El Príncipe Metchaf miraba el horizonte y la arena hasta perder la vista en el desierto de esmeralda. Este día varias caravanas habían llegado a la ciudad de Aksenoun y con ellas la noticia de un inminente enviste de una gigantesca tempestad de arena. Esto complicaría las búsquedas de los últimos rebeldes de la ciudad. Aïf Salah Mehdi que gracias al príncipe había encontrado a su hija y recuperado el control de la ciudad había invitado al hijo del rey del desierto que se quedara tanto como deseara. No podía negarse porque su novia estaba allí e intentó sacar provecho de la acogida del padre y de los favores de la chica. Esta última llegó por otra parte al balcón donde estaba Metchaf.
- Príncipe, un guardia real acaba de llegar y pide verte.
El príncipe, no habiendo pedido refuerzos, estaba sorprendido de tener tal visita.
- Te ruego hazlo pasar, dice suspirando.
La hija de Aïf se volvió y les delegó la orden a sus servidores. El guardia real se presentó al príncipe como le requería el protocolo. El príncipe estuvo sorprendido con ver que éste era un miembro femenino de la guardia real. Y más bien agradable de mirar.
- Soy Urakia, soy enviada por su padre con el fin de ponerme a su servicio, dijo quitando su casco.
Aquel nombre le recordaba vagamente algo. ¡Sí! La hija del primer consejero de su padre, el Visir Mahamoud. Ambos tenían exactamente la misma edad y jugaban juntos siendo niños hasta la adolescencia cuando Urakia se fue para hacerse más tarde guardia real. “Mi padre no me envió a cualquier guardia, su intención es que vuelva a Minepthra " se dijo.
- En fin, más manos no vienen mal para acabar con los rebeldes. Ve a ver al jefe de la guardia de Aksenoun y dile a él que tomas, en nombre del Príncipe y en nombre de Aïf, el mando.
- Gracias señor.
- ¿Señor? en la época nos llamábamos por nuestros nombres...
- Otros tiempos, otras funciones hijo del rey del desierto. Hice un viaje largo ¿puedo retirarme?
- Ve pues, esta tarde comerás en mi mesa.
Era un honor inmenso y una marca notable de estima cuando un soberano, como era el príncipe, invitaba a una persona de un linaje inferior a su mesa. Urakia pareció honrada mientras se colocaba de nuevo su máscara. La hija del Aïf fue picada en su orgullo y una punta de celos salió a la superficie.
- ¿Es necesario tener esta guerrera en nuestra mesa mi príncipe? Pidió con tono de reproche.
Esta reacción hizo que Metchaf se partiera de risa.
- Hace falta que se muestre para que todos sepan que está ahí. Esto eliminará los espíritus belicosos que conspiran a nuestra espalda. Pero no te inquietes tú eres la única que tiene lugar en mi corazón, dijo abrazando apasionadamente a la joven mujer. Ahora ve a prepararte para la comida, ¡quiero que seas la más bella de las estrellas y estés digna para ser la futura reina! El príncipe había ahogado bien el pez, tocada por la atención que le había puesto, la hija del Aïf se fue a encontrar a sus criadas.
Mientras que el horizonte se teñía del rojo del crepúsculo, el palacio de Aksenoun estaba en efervescencia. Los olores embalsamaban cada pasillo y cada pieza. Los sonidos de la música resonaban mientras que las bailarinas se arremolinaban entre la multitud de mesas donde los invitados esperaban la bendición del sacerdote de Sol'ra. Este último vestido de adornos suntuosos con joyas de oro y piedras solares se levantó de modo tal que todo el mundo pudiera verle. El silencio se hizo y todo el mundo sin excepción se volvió en su dirección.
- Nadie puede ocultarse de la voluntad de Sol'ra. Los que no siguen más su vía han sido castigados. Agradezcamos a Sol'ra por habernos enviado a su grandioso servidor, el príncipe Metchaf con el fin de restablecer el orden.
Los comensales se levantaron para inclinarse delante del hijo del rey del desierto. Este último no tuvo ninguna reacción en particular, este tipo de cosa a menudo le pasaba.
- Vamos, continúe sacerdote.
Todo el mundo regresó a su sitio para escuchar la continuación del sermón. Pero el pobre sacerdote no tuvo la oportunidad de proseguir, una ráfaga de viento sopló en la pieza y se llevó todo lo que era ligero, creando un momento de sorpresa. Mientras que los servidores recogían lo que estaba en el suelo, un grito asfixiado pero audible aterro a todo el mundo. Éste venía del sacerdote de Sol'ra que flotaba a un metro del suelo y se resistía cogiéndose el cuello. Por todos lados de él volutas de arena se arremolinaban a toda velocidad lo que provocaba en él cortaduras profundas. Urakia fue la primera en reaccionar e intentó tirar al sacerdote al suelo pero fue frenada por la arena. Metchaf a su vez intentó hacer algo, tomó un banco de madera y golpeó con todas sus fuerzas. El objeto de madera prorrumpió en pedazos sin ningún otro efecto. Luego, mientras que el sacerdote se desangraba la arena se aglutinó para formar una silueta que tomo forma y se convirtió en una mujer con los ojos totalmente negros. Sus cabellos flotaban aunque no había el menor viento y su vestido parecía muy antiguo y enarbolaba símbolos prohibidos. La inmensa mayoría de los invitados habían huido desde el principio de la agresión, reemplazados por los guardias que provenían del palacio para ver lo que sucedía.
La aparición tenía al sacerdote de Sol'ra agonizando por el cuello, y no tocaba el suelo. El Príncipe Metchaf había desenvainado su arma y la apuntaba con destino al agresor.
- Siento la sangre de los reyes viajar por tus venas joven príncipe, dijo la mujer con los ojos negros.
Luego colocó su mano cerca de la boca del sacerdote. Una luz brillante salió y formo como una bola de humo y la luz, y se la tragó con avidez.
- ¡Volveremos a vernos muy pronto! Termino de decir, entonces los guardias corrieron para a atacarla.
Una vez más, una ráfaga de viento cubrió la habitación y ella volvió a convertirse en guirnaldas de arena y giró a alta velocidad fuera del palacio. Metchaf y Urakia no vacilaron un segundo y se lanzaron en persecución de esta asesina misteriosa. El Solarian en el interior de Metchaf y Urakia se hizo presente, y estos últimos fueron empujados a sobrepasar sus límites físicos. En menos de lo que canta un gallo se encontraron fuera de Aksenoun. Fue difícil de seguir una nube de arena en el desierto pero llegaron allá a pesar de que la noche había caído. Marcharon varias horas antes de darse por vencidos. La tempestad de arena de la que los rumores hablaban en la ciudad cayó sobre ellos, rápida e implacable.
Cada grano de arena era un suplicio. El viento los azotaba por todas partes y su visión fue reducida a un paso delante de ellos. Urakia quedó pegada al príncipe Metchaf porque si eran separados la salida de esta tempestad podía ser sólo una muerte lenta por asfixia. Habían dejado a Aksenoun sin tomar precauciones y en este instante preciso lo sentían porque su piel en gran parte desnuda sufría ahora de la violencia de las ráfagas de arena. Ambos olieron que en este caos había una presencia igual a la que perseguían. La arena se aglutinó alrededor de ellos y les fue cada vez más imposible progresar. Fueron engullidos por el furor de la arena...
Capitulo 2 - El Oasis de Istaryam
Urakia se despertó despacio. Tenía la impresión de que una horda de camellos la habían pisoteado, sentía tanto dolor por todas partes. Pero esto la tranquilizó porque si sufría así es que no había muerto. Al principio incapaz de hacer el menor movimiento, se contentó con mirar alrededor de ella. Era en una gran tienda idéntica a las que ciertas tribus no sedentarias utilizaban en sus desplazamientos. Había un olor de incienso y por todas partes antigüedades diversas. Se levantó de su cama con mucha dificultad y cabeceó hasta la entrada. Una bocanada de frescura recorrió su cara cansada, la razón era un lago alto en medio de una vegetación lujuriosa. En medio de la extensión de agua había una vieja estatua erosionada en partes por el tiempo y la arena del desierto. Al borde del agua el príncipe Metchaf se rociaba la cara. Sus reflejos de guardia real le mandaron dar la vuelta al campamento y ver si había alguien. Pero no había nadie aparte ellos dos. Recupero algunas pertenencias entre las que se encontraban sus armas. Todo esto se volvía cada vez más misterioso, ¿cómo habían llegado allí? ¿Quién los había salvado? Tantas cuestiones que más tarde encontrarían respuestas. Luego de esperar la joven mujer se reunió con el hijo del rey del desierto para recolectar informaciones.
- ¿Comprende algo Majestad?
Pero viendo la cara del príncipe supo que no.
- Me desperté justo antes que tú. Aparte del hecho de que creo que sé dónde estamos, creo que tenemos que dar gracias por encontrarnos con vida.
Urakia se quedo esperando la respuesta, pero el príncipe no estaba dispuesto a decirle todo.
-Y pues ¿dónde estamos? Pidió con tono vagamente exasperado.
- ¿Mmm? Oh sí, pienso que debemos estar en el oasis de Istaryam.
Urakia sintió una que el corazón se le aceleraba al escuchar este nombre. Istaryam era el nombre de una antigua ciudad que fue el baluarte de los politeístas en la guerra entre los dioses antiguos y Sol'ra de esto hace ya un poco más de ciento cincuenta años. Por orden del rey del desierto de esa época el acceso a este lugar fue prohibido bajo pena de muerto. El tiempo paso todo el mundo olvidó esta pequeña parte del desierto.
- Hay que irse, este lugar nos es bueno...
- Quiero esclarecer algo sobre esta historia, quiero saber quiénes son los que desafían la autoridad del rey pero que a la vez nos salvaron. Presiento que hay mucho más detrás de todo este asunto. Tengo una rara impresión, comienzo a comprender por qué este lugar está prohibido.
Urakia no estaba muy tranquila por las palabras del príncipe. Se acordó de las historias que se le contaba cuando era pequeña.
- Vamos a morir soltó Urakia enojada. Este lugar está bajo la mirada de Sol'ra, la gente que vive aquí va a sufrir el fuego de la cólera de Dios, no quiero quedarme aquí.
Metchaf se rascó la nariz, en signo de que la actitud de la guardia no le convenía.
- ¡Vas dónde te digo que vallas, haces lo que te digo que hagas! Primero hace falta que se dé una vuelta al oasis para buscar rastros recientes de pasos o de camello.
La joven mujer dividida entra el sentimiento de vergüenza y de cólera enfrente del príncipe. Tragó su orgullo y se fue delante del príncipe para buscar en los alrededores. El oasis era mucho más grande de lo que dejaba translucir. Después de una hora de marcha ambos Solarians llegaron al borde de una gran playa arenosa al borde de la extensión de agua, donde la estatua estaba próxima a la orilla. Allí había una mujer que nadaba entre algunos nenúfares. Metchaf y Urakia reconocieron a la asesina del sacerdote de Sol'ra de Aksenoun. Urakia desvaino dos sables y comenzó a caminar hacia el agua. Pero no fue muy lejos porque se hundió en arenas movedizas.
- ¿Es así como usted me agradece por haberle salvado? ¿Atentando contra mi vida? Dijo saliendo del agua bastante lejos de Urakia.
Metchaf delante del cuerpo desnudo de una mujer desvió su mirada.
- ¡Asesina! ¡Usted mató a un sacerdote de Sol'ra! ¡Serás ejecutada! Gritó Urakia rabiosa.
Trajes suntuosos aparecieron entonces sobre la joven mujer, haciéndola todavía más impresionante. El príncipe se quedó sin embargo a buena distancia para evitar todo problema. Mientras que Urakia intentaba desesperadamente librarse del hechizo, el hijo del rey del desierto recurrió a la discusión.
- ¿Quién es?
- Esperaba más bien un "gracias".
- ¿¡Qué es usted!?
- La cuestión no es que soy sino por qué usted está acá.
- ¡Porque persigue a una asesina! Gritó a Urakia.
- ¿Podemos decir que matar un asesino significa cometer un homicidio o más bien es una liberación?
- Los sacerdotes de Sol'ra no matan, dijo Metchaf reteniendo su cólera.
- ¿En serio? ¿Estás absolutamente seguro de esta afirmación?
- ¿Quién eres tú?
- He oído rumores de que Ahmid volvió.
- ¿Ahmid? ¿Qué...? ¡Sí, pero deje de cambiar de tema sin interrupción! Entonces responde una vez por todas, ¿¡Que eres!?
La joven mujer pareció perderse en el curso de sus pensamientos. Todo cambió entonces alrededor de ella como si los recuerdos cobraran vida. La escena tuvo lugar en plena batalla, durante la cual la joven luchaba contra un guerrero de Sol'ra. La escena termino con la muerte de la joven mujer. Metchaf y Urakia que perfectamente había comprendido lo que significaba esta escena cayeron rendidos.
- Ptol'a... cuchicheó el príncipe por miedo de ser oído por Sol'ra. Imposible...
- Estoy aquí para mostrarle la vía a los dos porque el futuro depende de usted. Nuestro futuro, y el de todos, ahora síganme.
Urakia de nuevo libre de sus movimientos y Metchaf estupefacto siguieron a la joven mujer sin plantear la menor cuestión. No sabían más cómo reaccionar.
Capitulo 3 - La tumba de los dioses
Lo que pensaban ser la encarnación de Ptol'a, traída de entre los muertos, los llevó cerca del Oasis de Istaryam. El cielo se había cubierto mientras llegaban a una duna mucho mayor a las otras. En realidad este montón de arena no era una, pero protegía un edificio de talla consecuente que la entrada había sido cubierta. Ésta estaba tapada por una baldosa de piedra pero había sido quebrada para que un hombre de buena corpulencia pudiera pasar. Un sol inmenso, un símbolo de Sol'ra estaba pintado en la superficie de la puerta.
- Una advertencia divina, declaró el príncipe.
- Que algunos desafiaron con el fin de no sufrir más la dictadura del dios falso.
- ¡Dios falso! ¡! Se puso nerviosa Urakia, Sol'ra es el único dios.
- En este caso si lo que dices es cierto, ve, entra allí y ve con tus propios ojos la verdad. No serás influenciada por lo que proteges en el interior.
La guardia real hizo una mueca, preguntándose qué quería decir con lo que ella estaba protegiendo en el fondo.
- ¿Y si no queremos entrar? Preguntó al príncipe en tono desafiante.
La encarnación de Ptol'a sonrió entonces.
- En este caso usted se quedará aquí en Istaryam hasta el fin de su vida, o usted puede intentar irse y en ese caso yo tomaría el riesgo de despertar a su Solarian. Y allí usted no se dominará más y morirá por la causa de un dios que se burla bien de usted.
- Pues no tenemos otra elección ¡Vamos Urakia! , ordenó Metchaf con una pequeña idea en su cabeza.
El interior alumbrado por lámparas de aceite daba a una escalera descendente e interminable. Se hundía profundamente bajo el desierto aunque el calor se difuminó para dejar sitio a un refrescante aire.
- ¿Que vamos a hacer príncipe?
- Vamos a ver de qué se trata, pero esto tiene aire de ser una réplica de las grandes tumbas donde están mis antepasados. Si está edificado según el mismo modelo entonces podremos salir por otra salida e irnos rápidamente de aquí.
- Con tal de que usted tenga razón.
- ¡Guardemos la fe!
Al cabo de una media hora llegaron por fin al final de las escaleras, dando a una sala de talla media. Las cuatro paredes de la pieza estaban totalmente recubiertas con jeroglíficos y con dibujos grabados. Tenía allí también un vago olor a muerte. Cada uno examinó un lado y se pusieron a leer las inscripciones. A medida que recorría los escritos la figura del príncipe se descompuso.
- No logro creer lo que leo Urakia.
- ¡Justamente deberíamos no creer en eso porque todo esto es falso!
Las inscripciones eran la obra de sacerdotes y de fieles. Habían sido encerrados aquí vivos con las pieles de las encarnaciones de sus dioses al fin de la guerra contra Sol'ra. Explicaba cómo los Solarians habían arrasados pueblos enteros de habitantes del desierto. Tantos actos increíblemente violentos e imperdonables que habían contribuido a eliminar una civilización, la del desierto del sur todo esto lo puso en duda al príncipe. Porque a pesar de su indiferencia con el pueblo y de su aire altivo, a Metchaf le gustaba su pueblo.
Por su parte Urakia no tomó en consideración las mentiras de los infieles. No aceptaba que tiraran por los suelos sus principios y sus creencias. Sin embargo había unos detalles inquietantes. Creyó reconocer entre las escrituras a una persona cuya historia correspondería a la de uno de sus antepasados. En su familia era una figura temida y emblemática que participó en la creación de Minepthra. La coincidencia era inquietante y bastante extraña para una familia muy creyente como la suya. Salieron de esta habitación verdaderamente enturbiados por estos descubrimientos. Después de su sorpresa se les tenía reservada otra aun más increíble.
Pasaron una nueva puerta de piedra que también había sido roto. Y allí el espectáculo que se les ofreció era simplemente grandioso. Era una verdadera ciudad subterránea que había sido construida allí de pequeñas múltiples moradas hechas de arena que habían sido cavadas en las paredes gigantescas de esta sala. En medio de esta ciudad, unas cincuenta personas vivían allí y parecían esperar algo. Metchaf y Urakia se adelantaron hacia ellos con arma en mano.
Uno de ellos, visiblemente el que ostentaba la autoridad fue a su encuentro.
- Sean bienvenidos a la tumba de los dioses, los que murieron para defender al desierto y sus maravillas. Aquí ustedes van a descubrir la verdad sobre Sol'ra y sobre lo que quiere esta divinidad. Ríndanse, usted no deben temer aquí no le queremos causar ningún dolor.
Continua...
Al Rescate
Capitulo 1 - Lorus
Dhan fue sentado delante de los planos del Arc-Kadia. Hacía ya mucho tiempo que se había encontrado a bordo del buque que había concebido con Géant el triste. Los piratas de Al la triste habían recorrido una multitud de islas volantes antes de encontrar y de convencer al antiguo predicador de venir a bordo. Al la triste empujó los curiosos para abrirse camino hasta su invitado. Éste le sonrió.
- Creciste bien Alexandra. Pero diríamos que tienes un problema con el Arc-Kadia.
- Sí y pongo toda mi confianza en vos para repararlo.
- ¿Explícame que hiciste?
- Aceleré la consola.
Dhan cerró los ojos como si hubiera comprendido instantáneamente la implicación de tal acción.
- Veo, veo. Pero sabes, no soy el único que construyo este buque.
- Si, esta Ganchillo...
- Tu padre verdaderamente no lo apreciaba, desconfiaba de él, dijo Dhan mirando al concernido.
- No, ya puedo ver lo que no va, pero va a ser difícil terminar las reparaciones si no tengo a Lorus a mis lados.
- ¿Lorus? ¿Quién es?
- ¡¡Lorus!! ¿Pico-Rayo? ¿Ese viejo papagayo loco? Masculló Bragan. Es todavía más alcohólico que todos los miembros juntos de la tripulación.
- Puede ser, un viejo lobo de los aires, pero es a pesar de todo con él que se construyó este barco, cuando tú eras recién un marinero.
- ¿Bueno, vamos a encontrarte este tal Lorus, dónde está? Cortó Al la triste.
- Está en la isla de los asolados, en una de sus numerosas tabernas, respondió el sacerdote.
- Estamos bien, no estamos lejos. ¡Bragan en marcha a la isla de los asolados! Gritó. En cuanto a ti, la sala de máquinas es tuya, Klemencia te está esperando, va a prestarte asistencia.
Algunos días más tarde los piratas llegaban a la isla de los asolados. Era una de las islas francas, es decir allí dónde los señores de las islas no tenían el derecho a poner pie y todavía menos a intentar hacer cumplir su ley. Era una guarida de bandoleros en todo sentido, pero también la cuna de la piratería de las islas blancas. Repetidas veces la isla había sufrido ataques de señores del cielo y es de ahí dónde su nombre le vino, pero jamás fue tomada.
El Arc-Kadia se detuvo en uno de los numerosos embarcaderos de la isla. Después de haber tomado las disposiciones necesarias para la protección del buque, Al la triste, Mylad y Empleadillo comenzaron a buscar la ubicación del famoso Pico-Rayo. Las calles de lo que se podría llamar ciudad eran verdaderamente sucias, malolientes y evidentemente mal frecuentadas. Repetidas veces la pequeña tropa debió mostrar que no eran turistas de simples visitas. El pueblo de los asolados estaba constituido por una gran cantidad de casas hechas de trozos y piezas que se tenían en pie de milagro. Sólo unas pocas casas en el centro habían sido construidas en la arquitectura clásica de las islas blancas, es decir casas de adobe recubierto con cal. Pero Al la triste prefirió ignorar este lugar que le traía muchos malos recuerdos y prefirió pues visitar algunas tabernas que eran seguras y posiblemente cruzarían allí a Lorus en un momento u otro. Después de haber espumado varios "establecimientos" descansaron en la que parecía la menos piojosa de todas ellas.
- Es un verdadero laberinto esta isla, vamos a pasar una eternidad encontrando al otro emplumado, dijo Mylad con falta de motivación. La última vez que lo vi no estábamos en buenos términos los dos.
- ¿Pero lo conoces? La interrogó Empleadillo.
- Sí, es él quien me enseño a mí a servirme de la magia, dijo bebiendo varios tragos de un líquido bastante espeso servido anteriormente por el gerente.
Alrededor de ellos mientras que la noche envolvía la tierra de Guem, varios piratas entraron en la taberna sin que nuestros aventureros se hubiesen dado cuenta. La atmósfera se calentó rápidamente y la presencia de dos mujeres guapas atrajo a los hombres como abejas sobre la miel. Uno de los últimos recién llegados, con un vaso de ron en la mano se coló entre sus compañeros a la vista de los atributos de Mylad y de la capitana.
- ¡Mi moiselles... permítame ofrecerle... un trago!
Su aliento, que respiraba sobre Mylad terminó de convencerlos de problemas inminentes que este hombre traía.
- ¡Suéltanos! Dijo de modo muy audible.
- Oh, oh... vamos a tener problemas, marco el valiente Empleadillo.
- Vaya guapa... Eres descarada, yo soy tan bello como todos los demás.
Alrededor de ellos otros piratas habían venido para sostener a su compañero en este intento ridículo de seducción.
- Ve a navegar, el ron te tapa las orejas pedazo de fondo de cala.
Otros rieron a carcajadas, lo que no le genero gracia al infortunado rechazado. Intentó con un torpe gesto de poner sus atrevidas manos en lugares que las conveniencias prohibían. No le hizo falta más para que Al la triste se levantara para poner un puñetazo que el patán recordaría todo su miserable existencia. Los demás que veían esto soltaron sus vasos para sacar los sables. Pero Mylad fue más rápida, cadenas hechas relámpagos salieron de sus manos para golpear a los que se encontraban delante de ellos, sorprendiendo a la tropa que retrocedió hacia el mostrador.
- Progresaste bien Mylad.
Una persona se abrió un paso entre la multitud enfrente de Al la triste. Su aspecto era verdaderamente increíble. Se notaba que era un hombre porque se tenía en pie, pero estaba recubierto con plumas y tenía un grueso pico encorvado. En realidad se parecía a un gran papagayo. Esto despejo duda sobre su identidad.
- Arreglen esto montón de criaturas estúpidas, usted va a hacerse tostar los pocos sesos que le quedan, yo me ocupo de esto, dijo avanzando hacia Mylad.
Al la triste lanzó a la muchedumbre una mirada negra antes de retirarse. Pico-rayo se instaló sin pedir autorización. Mylad quedó de pie todavía enfurecida.
- Vaya chiquilla siéntate o esto se pondrá peor.
La joven maga frunció los ojos y suspiró mucho antes de reposar su trasero delicadamente en la banqueta media podrida.
- ¿No serás Al la triste? ¿Hija de Géant? La última vez que te vi...
- Yo era muy pequeña, dejen de repetírmelo. Mira no soy alguien paciente por eso escucha Lorus, tengo un trabajo para proponerte, cortó a Al la triste con una toque de falta de respeto.
- Pico-rayo es caro, replicó frotándose las manos.
- Tenemos los medios de vuestras pretensiones, afirmó Empleadillo poniendo una bolsa llena de piezas de cristales.
- Oh, ya veo, ya veo. ¿Y qué hay que hacer?
- Reparar mi buque.
- Perdón... ¿Quieres decir el Arc-Kadia?
- Exactamente.
- Sabes que no soy mecánico.
- Sé, pero el predicador necesita de tu ayuda, entonces...
- ¿El predicador? ¿No murió? Si me necesita es porque hiciste algo que no deberías haber hecho.
- ¿Entonces, aceptas o no?
Lorus pareció reflexionar, miró a Mylad con aire alicaído, luego sopesó la bolsa de la que se desprendió un brillo tentador. Pensó los pros y los contras. De un lado Mylad y el Predicador, del otro una suma presumida, la vuelta a bordo de Arc-Kadia y una aventura lejos de la Isla de los asolados.
-Es definitivo, voy con ustedes.
Capitulo 2 - Retirada Estratégica
Durante varias horas, el grupo perdió en los confines huía de una banda de expatriados Eltarite realmente enfurecido. Los Elfines y Hom'chaï que se encontraban en mejor forma y que tenía un conocimiento perfecto del terreno estaban a punto de coger a los fugitivos. Granizardo había dado todo lo que podía para crear trabas con el fin de disminuir a sus perseguidores, pero era difícil de retener a la gente del bosque. Ergue, Malyss y Ciramor se sostenían unos otros para avanzar lo mejor posible mientras que Sylikat les abría camino. Pero esta tribu era temible en término de caza y a pesar de la experiencia de su nueva compañera de grupo acaba por encontrarse al borde de la isla con una sola opción, el vacío...
- ¡Nos tienen atrapados como ratas! Grito asustado Ergue. El cazador cazado, ya he visto todo.
- Vamos no hay que dejarse matar sin pelear antes, dijo Malyss comenzando a prever una estrategia de ataque.
En cuanto a Ojo de gema ella por su parte se preparaba para algo. Utilizó varias partes de su equipo para armar un objeto extraño.
- ¿Qué es eso que estas fabricando? Preguntó Ergue.
- Nos sacara de acá, nosotros los piratas tratamos de tener siempre una salida de emergencias.
- ¿Y tu cosa va a hacernos volar?
- No, pero abre bien tus ojos, no verás de nuevo esto en tu vida, Zil.
Ojo de gema había acabado de preparar el objeto que se parecía a una gruesa pistola. Malyss sintió inmediatamente una particularidad mágica que provenía de uno de los ojos de la pirata. Ojo de gema apuntó el cañón hacia el cielo y tiró.
Un pequeño haz de luz blanca que emitía una luz viva fue propulsado muy alto en el cielo, alumbrando los alrededores.
Sus agresores no se encontraban muy lejos, ya no procuraban ser discretos y los pesados Hom'chaï que quebrantaba la tierra sobre ellos se escuchaban tan claramente como el "Pcchhhi" del cohete de Ojo de gema.
De aquí hace dos días que Pico-rayo estaba a bordo del Arc-Kadia, había pasado a formar parte del buque, con Dhan, Bragan y Briscar, no sin un cierto pellizco al corazón. Entonces se había puesto a trabajar para que el buque estuviese de nuevo operando en la mejor de sus capacidades. El corazón del barco era una maquinaria muy perfeccionada. Klemencia quedó maravillada de ver al predicador y a Lorus desmontar y luego volver a montar este extraño artefacto por no hablar de la energía implementada por el pajarraco y Mylad. Ambos descargaron totalmente su potencia mágica en forma de sortilegios de rayo al pequeño aparato de medición de pánico y la aguja paso de estar en roja a verde. Por fin Dhan devolvió el orden a la consola y quitó el medallón del padre de Al la triste. La capitana había asistido con ojo curioso a todo lo que había sido hecho sobre su buque. Dhan se le acercó tendiéndole el collar.
- Valore, y utilícelo con sabiduría. Enseñe a su pequeña mecánica que hacer la próxima vez que esto suceda. Esto no es muy complicado, lo que sucede es que este mecanismo es, como se dice..., avanzado a su época.
- Gracias por la ayuda.
- Lo hice como recuerdo de su padre. Ahora que he cumplido, permítame dejar el buque.
Al la triste ató el collar alrededor de su cuello.
- Concedido.
Dhan no se tomó el trabajo de saludar a los otros, recuperó sus asuntos y se fue.
Pico-rayo se paseaba sobre el puente, descorchó una botella acordándose de aventuras vividas a bordo de este buque. Colmado de una nostalgia cierta se echó a engullir una buena mitad del contenido de la botella. De repente contemplo algo en el cielo, una bola incandescente blanca. El aire se enturbió y un torbellino se formó entonces delante del buque y este último fue aspirado, llevándose con él una parte de los viejos pontones a los cuales fue amarrado. Toda la tripulación fue sacudida y el buque tembló pero no tuvo ninguna avería.
Mientras que la bola luminosa se apagaba un torbellino se formó por encima de la isla dónde los viajeros de los Confines se preparaban para una batalla con fin incierto. El Arc-Kadia apareció por arte magia y así su tripulación se vio en vuelta en un enfrentamiento sorpresa con desconocidos al otro lado del mundo. Ergue, Malyss, Ciramor, Sylikat y Granizardo estuvieron muy sorprendidos de esta llegada súbita. Esto no perturbó a los miembros de la antigua tribu de Sylikat que era visible a algunos metros del grupo. Al la triste que había corrido hasta la barra hizo volcar el buque mientras que un miembro de la tripulación examinaba la situación en esta isla. Otros piratas salieron por todas partes para intentar comprender lo que sucedía. Al la triste gritó sus órdenes y dio a entender que Ojo de gema peligraba.
Contra toda previsión fue Lorus quien actúa primero. Soltó su botella y saltó de Arc-Kadia de una altura donde nadie se habría atrevido a saltar. Gracias a sus alas pudo disminuir la caída. Fue seguido por Mylad que envuelta con un tornado imitó a su antiguo maestro. Los Elfines llegaron primero. Luego los Hom'chaï llegaron, grandes, fuertes, poderosos y sobre todo ¡llenos rabia!
- ¡Buscan al Ragianne! Gritó Sylikat. ¡Irán hasta el fin! Continúo mientras esquivando el primer golpe.
Había cinco de estos guerreros rabiosos, recubiertos con tatuajes, eran mucho más impresionantes que los de las tierras de Guem. Granizardo atrapó a uno gracias a unas raíces. Malyss creó varias paredes de hielo. Ciramor que tenía el huevo de la Comepiedra no quiso correr peligro de perderlo, se echó a volar hasta el buque. Escapó por los pelos de varios golpes de espada.
- ¡Esperen, estoy con Ojo de gema!!
Briscar cogió al mago y lo largo a un costado
- ¡No te muevas de aquí!
Después de los Hom’chaïs era el turno de los Elfines de ordenarse para el ataque. Flechas humearon a toda marcha para plantarse en el casco del Arc-Kadia, pasando muy cerca de los piratas que observaban la escena. Pico-rayo que había vivido varias batallas no perdía tiempo para combatir a estos energúmenos.
- ¡Mylad! ¡Barrera!!
Actuando por instinto, cada uno puso de manifiesto un inmensa pantalla de relámpagos de modo que todo el grupo que estaba del lado derecho quedo a salvo, pero no protegió de los rayos a Ergue y la inmensa mayoría de los Hom’chaïs.
Los piratas a bordo del buque echaron cuerdas con el fin de hacer subir a todo el mundo a bordo. Bragan gritó a los que se encontraban en la isla a subir a bordo, lo que hicieron sin discutir demasiado. Por fin Mylad y Pico-rayo se fueron de nuevo volando por los aires y volvieron al barco. Este último se alejó mientras que los Elfines le acribillaban a flechas.
Ya sin fuerzas, los compañeros de los confines se tiraron sobre el suelo, tomando aire. Al la triste ordeno devolver su buque al torbellino que estaba todavía abierto, regresando así de donde habían venido. De vuelta, no lejos de la isla de los asolados, Al la triste hizo parar las máquinas para comprender lo que acababa de pasar. Ojo de gema explicó todo lo que fue pasando en los Confines, por lo menos en versión resumida. Presentó pues a Ciramor y Sylikat que los había reunido y explicó lo que habían encontrado: La Comepiedra de los Confines, o por lo menos su huevo. Por otra parte, Ciramor que tenía el huevo sujetado como si se trate de su vida olió que algo se movía en el interior.
- ¡Miren! ¡! Gritó. ¡Va a nacer!!
Muy rápidamente una muchedumbre se formó alrededor de él, Malyss, Ergue, Granizardo estaban muy intrigados, era el tiempo para ellos de ver la recompensa de sus esfuerzos. El huevo vaciló y luego lentamente se agrietó. Un líquido espeso y amarillento se escapó de las grietas. Esto acabó con la aparición de una criatura de piel grisácea. Vagamente era un humanoide de la talla de un niño, sin embargo no tenía nariz, ni cabellos. Sus ojos casi cerrados miraban a la derecha y a la izquierda. La asistencia incluso fue dejada estupefacta y tan desviada, decepcionada por esta Comepiedra. Sylikat, estaba en posición de reverencia y tendía un pedazo de cuarzo en su mano. La criatura se arrastró hasta ella para coger la piedra y la mordisqueo.
- ¿Esto es la Comepiedra? Preguntó Malyss. ¿Hicimos todo este viaje para esto?
Ciramor, fuertemente emocionado ayudó a la criatura a que se desprendiera los restos de concha.
- El caso es que al principio, va a haber que ocuparse bien de ella, añadió el aprendiz de Eredan.
Granizardo fue a ver a Al la triste.
- Gracias por habernos ayudado, estábamos en una mala situación.
- De nada, somos pirata, también pero tenemos un corazón como todos.
- Le sería posible llevarnos al bosque Eltarite, debemos actuar en lo sucesivo, todo esto llevo demasiado tiempo.
- Me encuentra de buen humor, los llevare hasta allí.
Extinción
Capitulo 1 - El pasado roto
Otro tiempo...
Otro lugar...
Otro combate...
Eredan y los héroes de la guerra acababan de poner fin a la locura del Néhant. Los Néhantistas acababan de perder su supremacía, dejando las tierras de Guem débiles después de varios años de conflictos. El último teniente de Néhant, el poderoso Amidaraxar había sentido la desaparición de su amo. Fue perseguido en lo sucesivo por los habitantes del glaciar de Amatista, deseosos de ponerle fin a su existencia. Nibelle la joven elfa de hielo así como algunos otros hacían frente a este sórdido ser que había sido el causante de la muerte de tantas personas. Sin embargo y a pesar de la desaparición de su amo era un verdadero peligro. Algunos de los compañeros de Nibelle habían aprendido esto a su costa.
Ya hacía varios meses que la joven sacerdotisa preparaba su golpe, Eredan le había ayudado a construir bajo los hielos la prisión en la cual planeaba encerrar a Amidaraxar. La caza organizada había cosechado sus frutos y la presa estaba allí dónde Nibelle lo quería, una grieta en el glaciar era visible y ahora solo quedaba confrontarle.
El Néhantista era un hombre delgado que enarbolaba una máscara opaca y trajes desgarrados, se parecía más a un espectro que a un humano verdadero. Una multitud de piedras negras brillantes flotaban alrededor de él.
- Nibelle eso es... Me deleitaré con tu alma y con tu cuerpo, dijo preparando sus sortilegios.
La elfa no respondió a sus provocaciones, se concentró sobre sus súplicas apretando mucho un extraño bastón. Éste era una simple rama esculpida y recorrida por anillos anchos de oro finamente cincelados. Mantuvo las manos juntas rogando que sus dioses le concediesen la fuerza de resistir el asalto de la magia de Néhant. Amidaraxar sacó provecho de este momento para mostrar toda su potencia, relámpagos de tinieblas salieron disparados desde las piedras para golpear a Nibelle. Aulló con dolor pero resistió a pesar a todos a los que esto había matado. Los dioses respondían a su llamada, un aura blanca rodeó al bastón, una señal para la elfa de que ya era hora de actuar. Y cuando los maleficios del Néhantista le quemaban la carne y recortaban su alma, la elfa de hielo golpeó el suelo con palo.
Amidaraxar fue incapaz de moverse. Todas las piedras cayeron alrededor de él, se sentía cortado de toda magia, todos los lazos que tenía con numerosas personas se estrellaron de golpe.
- ¡No! ¡Noo! ¡NOOOOOO! ¿Qué has hecho??
Cintas de hielo salieron del suelo para enrollarse alrededor del Néhantista. Una vez hecho se transformaron en papel recubierto de símbolos.
- ¡Tú no puedes matarme! Gritó con rabia.
- Lo sé, pero no vas a morir, tú vas a ser encerrado bajo el hielo para toda la eternidad.
Como si el glaciar estuviese vivo lentamente se "tragó" al Néhantista que no pudo hacer nada para salir de este inconveniente. Fue engullido en lo más profundo del hielo. El bastón de Nibelle dejó de brillar y los sortilegios del Néhantista desaparecieron dejando al elfo al borde de desfallecer. Los que habían asistido a la escena ayudaron a Nibelle a recuperarse de este enfrentamiento.
- Llévenme a la puerta, debo desempeñar el papel para el que nací.
Nibelle abrió los ojos...
Se había dormido algunas horas a causa del cansancio. El tiempo había pasado y ella se encontraba vieja y cansada. Yilith se había marchado ya hace mucho tiempo, y no había vuelto, presagiando un problema. Al pasar los años, Amidaraxar se había fortalecido y se había recuperado poco a poco. Su prisión no lo retendría mucho tiempo. Desde hace algunos días lo oía, él uno de los más poderoso Néhantistas que había existido. Le prometía no vengarse si lo dejaba salir, si al final de cuentas sin Néhant no podría hacer nada más. Su corazón se estrechaba en su pecho, estrechado por el miedo de un futuro funesto para los suyos.
Capitulo 2 - Maniobras
Yilith había recorrido las tierras de Guem en busca de personas para ayudar a su pueblo. Había pisado las tierras de Tantad, un imperio extraño de costumbres extrañas. La gente la había rechazado y continuó su carrera desenfrenada contra el tiempo. Volvió a parar en comarcas todavía más lejanas y siempre nada, no había encontrado la menor persona capaz de comprender su problema. Por fin cuando acababa de pasar la frontera de la Draconia, un grupo de personas, soldados para la inmensa mayoría, fue a su encuentro. La Elfa de hielo poco propensa a plantear problemas de cualquier tipo esperó prudentemente a que el grupo la alcanzara. Uno de los hombres visiblemente el jefe tomó la palabra.
- Dama Yilith, tenemos orden para que nos acompañe hasta Kastel Levarak.
- ¿Conoce mi nombre?
- La Pitonisa desea verla, le da a conocer que la ayudará en su búsqueda.
Por fin alguien parecía interesarse por su situación, no se hizo rogar más y acompañó a su guardia hasta una pequeña ciudad típica de este continente. Un castillo de torres afiladas, bordeadas por jardines, totalmente rodeado de casas pegadas las unas a otros en una forma de espiral. Era un lugar apacible y Yilith se maravilló con la limpieza de los lugares así como con la acogida que se le reservó. Fue llevada ante el tribunal del castillo donde lo esperaba una decena de personas entre las que estaba una con una presencia particular, La Pitonisa. Otras, todas mujeres vestidas del mismo modo, hicieron un círculo alrededor de Yilith y alrededor de La Pitonisa, impresionando a la Elfa de hielo que no conocía las costumbres de estas personas.
- Sea bienvenida Yilith. Nuestra morada le es abierta, usted encontrará aquí el descanso. Soy la Pitonisa, oráculo del Dragón. Le vi marchar a lo largo de caminos, le vi golpearle contra la indiferencia de los pueblos del norte. La Pitonisa le ayudará.
- Le agradezco, Pitonisa, por ayudarnos a mi pueblo y a mí. Percibo su sabiduría y su consternación, dijo visiblemente afectada por la presencia de La Pitonisa.
El Oráculo y la Profetisa discutieron una buena parte del día y de la noche sobre lo que sucedía en este mundo. Por fin Yilith fue enviada a Noz'Dingard en compañía de hombres y mujeres de la guardia de Kastel Levarak. En la capital de la Draconia, Moira analizaba a la decena de hombres, todo militar y Sorcelames que el Profeta y Naya le habían confiado. Todo estaba conforme la normativa. Nadie decía nada aunque los soldados tuvieran calor con sus pieles gruesas. Por último, sólo queda esperar a su invitado misterioso que llegó una hora más tarde, como lo requería la Pitonisa. Marlok y Marzhin crearon un pórtico mágico con ciertos miembros del Compendium con el fin de que Moira, Yilith y compañía no perdieran más tiempo. Se precipitaron por el pórtico y se encontraron al otro lado del mundo allí donde el frío jamás se iba, el glaciar de Amatista.
- Es el tiempo Dimizar, el Tiempo que salga de esta prisión, el tiempo de recuperar lo que me pertenece, el tiempo de vengarme...
- Amo, las cosas pasan casi como lo había previsto...
- ¿¡Casi!? Gritó la imagen de Dimizar que se reflejaba en el espejo.
- Digamos que estamos siendo vigilados.
- ¿No callaste al ese maldito Consejo bajo tu dominación?
- Sí...
- Entonces todo estará bien.
- Dragón...
- ¡No me hables de ese cretino escondido en su piedra, no sabe nada!
- No los subestimemos, son especialistas y saben quiénes somos.
- Razón además para actuar en este caso, quebranta a los que se levantan sobre tu camino y únete a aquellos a los que puedes. Todo ejército tiene puntos débiles.
- Si. Salimos a liberar a Amidaraxar.
- Excelente, es el único que puede sacarme de ahí.
- Sí, amo.
- Apresúrate.
La imagen deformada volvió a ser la de Dimizar. El Néhantista reflexionaba sobre su plan y se echó a reír a carcajadas.
Este plan, como todos los demás, iba a tener éxito era evidente. Fue en el comedor donde ciertos miembros sacaban provecho de una comida preparada por las pequeñas manos de la casa solariega. Máscara de hierro jugaba con su vaso de cristal, perdido en los meandros de sus reflexiones sombrías. Anagrama martirizaba a un esclavo. Ardrakar hablaba con su espada y El Caído comía con calma en su esquina.
- Máscara de hierro, Caído, Anagrama atiendan. Ustedes se van a las tierras del norte, al glaciar de Amatista.
Máscara de hierro miró a Dimizar y comprendió lo que iba a pasar. Se había vivido para este momento. Y después de tanto tiempo había llegado. Apoyo su vaso y se levantó con determinación. Se reunieron los cuatro para explicarles lo que iba a pasar.
- ¿Usted conoce totalmente la historia de Amidaraxar?
El Caído sacudió la cabeza negativamente, seguido por Anagrama.
- Para hacerlo breve, Amidaraxar es el teniente de Néhant y es el único que puede librar a nuestro amo de su prisión de cristal. Entonces fue encerrado bajo los hielos al fin de la guerra. Según mis espías, los Elfos de hielo estarían desplazando sus pueblos a causa de la fundición del glaciar. La inmensa mayoría de nuestros adversarios no tiene conocimiento de la existencia de esta prisión, para todo Amidaraxar murió. Entonces él y su prisión están accesibles. Vayan al mismo lugar y devuélvanme a nuestro hombre.
- Vamos lo más rápido posible, respondió Máscara de hierro, de manera extrañamente arrebatada.
Capitulo 3 - Confrontaciones, evasión, convicciones
El día débilmente alumbraba esta parte de mundo que se le consagraba al glaciar de amatista un ambiente único. Los rayos del sol lamían los cristales morados cuyos pedazos se reflejaban sobre el hielo blanco. Moira y sus hombres estaban en una vieja casucha de piedra de la que quedaban sólo unas paredes, probable reliquia de un tiempo pasado. Esta concentraba a Yilith, otras Sorcelames y el suboficial más de los hombres de la guardia de Noz'Dingard. Todos ellos se encontraban delante de un problema a gran escala. El hielo se había derretido y en lo sucesivo el glaciar no podía mantenerse en píe.
- Vamos a tener que encontrar algo que nos lleve hasta allí, dijo Moira en un tono molesto.
- Algunas de nuestras tribus vinieron para instalarse a lo largo de la costa por temor de que los hielos cedan.
Señora Yilith entonces tenía una sensación extraña. Ahora, su estrecho contacto con los espíritus guardianes del glaciar se hizo evidente.
- ¡Afuera ya! ¡Vinieron para destruirnos! Gritó de repente.
Pasada la sorpresa el pequeño grupo salió de la estructura en el momento en el que afuera los primeros combates se efectuaron.
- ¡Demonios! ¡! Gritó Moira. ¡Formen una línea! Dice sacando su lámina bruja de su funda.
Frente a ellos estaba el poderoso Tragalma que ya tenía en una mano la cabeza de uno de los draconicos, pero también estaban otros dos demonios muy diferentes. Uno era enorme, un verdadero montón de músculos, de gestos muy lentos pero devastadores, el último era muy rápido a la inversa dando golpes en lugares precisos. El demonio más grande se encontraba en el centro y tal un maremoto se hundió en la pelea. Ambas Sorcelames hicieron lo que sabían hacer y se concentraron en doblegar a este demonio demasiado lento para ellas. Moira hizo frente a Tragalma que estaba verdaderamente contento de encontrar a un adversario un poco más a su altura que los otros. La Sorcelame se arremolinó tal una furia que evitaba los golpes por los pelos. Dama Yilith se situó detrás de la tropa e imploró a la madre de los hielos de concederle el don de curación. Esto ayudó mucho a la guardia de Noz'Dingard puesto en un estado lastimoso por el inasequible pequeño demonio.
Dimizar no estaba muy lejos y asistía a la escena con deleite. Su blanco peleaba contra Tragalma y por una vez este cretino demonio había obedecido el plan que el Néhantista cuidadosamente había construido. La Sorcelame se encontró fuera de combate, era una táctica que había dado prueba de su eficacia en el momento del asesinato de Profeta y este se renovó eficazmente aquí.
Dimizar veía bien el lazo entre la joven mujer y El dragón. Se lo cogió entonces como si fuera sólo un vulgar hilo y lo corto de raíz. El lazo languideció y desapareció. Moira aulló con dolor que dio oportunidad a Tragalma de empujar a Moira hasta Dimizar. Debilitada y aturdida por el golpe no vio al Néhantista cuando la agarro.
- ¡Oh querida, tú serás un bello receptáculo! ¡Te invoco demonio de los meandros, oye mi llamada y por este cuerpo sea el instrumento de mi odio! Dijo acudiendo a sus poderes.
Aflojó su abrazo. Moira se retiró algunos pasos, se sentía tan mala. Su piel cambió de color totalmente como su apariencia que se modificó. Quería gritar pero nada salías de su boca, ya no controlaba más su cuerpo. En el fondo de ella otra personalidad apareció. Esta última se apoderó de la Sorcelame, acaparó sus memorias y sus conocimientos, pero no era más Moira sino alguien más. Sus rasgos se hicieron los de un demonio con grandes cuernos y uñas. El símbolo de Néhant aparecido sobre su vientre desnudo. La criatura rompió varios huesos de su cuello y miró a Dimizar.
- ¿Me invocaste Señor? Soy Mortelame.
- Mortelame es tu hora de jugar, muéstrale a tus semejantes la potencia verdadera de un demonio.
La pelea era más confusa en lo sucesivo, el demonio más grande había sido vencido, los soldados estaban terminándole. Cuando el último se enfrentaba con dos Sorcelames. Dimizar miró a Tragalma y le indico que se retirara.
- Dejemos actuar a Mortelame, vayámonos.
Sin esperar Mortelame se puso "a trabajar" y se echó a la pelea. Con agilidad y gracias a la magia de la Sorcelame, el demonio fue capaz de muchas proezas. Mató la integridad de los guardias antes de que éstos hubieran tenido tiempo de reaccionar, inundando el suelo de la sangre de los draconicos. Una de las Sorcelames cayó, la garganta cortada por el pequeño demonio, pero esta acción le costó la vida porque fue perforado en seguida por la lámina bruja de la última opositora. Yilith realizó rápidamente lo que acababa de hacer con Moira y se echó de nuevo a rogar. No quedaba más sobre el campo de batalla que Mortelame, Yilith y la Sorcelame. La demonio echó su espada al suelo porque la magia de dragón había abandonado en lo sucesivo al arma. Indecisa su adversario intentó hacer tiempo para encontrar una solución, ya que al final era Moira. Dragón, herido por la pérdida del lazo susurro a la Sorcelame de bloquear sus golpes o sino perdería. Mortelame la agarró repetidas veces pero esta esquivó los golpes que habrían podido ser fatales. De una ojeada vio que la Elfo de hielo intentaba algo. No fue la única que lo observa y Mortelame cambió de blanco, poca importancia tiene lo que hacía la Elfo de hielo había que pararle. Sorcelame sacó provecho del cambio de blanco para cercar a su enemigo con toda la potencia de su magia.
- ¡No importa lo que esté haciendo, pero haga lo ahora! Gritó.
Yilith estaba fuera del tiempo y del espacio, su espíritu navegaba, acompañando sus oraciones hacia el que veneraba.
- ¡Oh Agmungdar, el destino de esta mujer es vencer a su enemigo, concédele a tu criada tus favores y serás honrado!
Agmungdar era el dios de la guerra en la casa de los Elfos de hielo, el padre de las batallas. El dios a la escucha de la profetisa hizo vaciar en la Sorcelame una onza de su poder. Mortelame le asestaba grandes puñetazos sin hacer prestar la menor atención en el cuerpo de Moira que se degradaba rápidamente, consumiendo su cuerpo y su alma, el demonio redobló de rabia. Sorcelame sintió una presencia, ¿este era Dragón? "¡Hazlo ahora!” Le dijo una voz desconocida. No se tomó el trabajo de reflexionar y golpeo una vez, luego dos. El demonio fue rechazado, luego una patada violenta le empotró literalmente en una de las paredes de la casucha, matándolo en seguida. Moira volvió a ser entonces Moira, por lo menos físicamente, pero estaba en estado lastimoso y en coma. La calma volvió...
¿Pero a cuál precio?
La fisura en forma de media luna había crecido. El pueblo ahora estaba desierto, los Elfos de hielo habían huido de los temblores y encontraron el fin de su hábitat natural. Nibelle continuaba rogando a los dioses para que intervengan y salvaran a los suyos, pero nada pasaba y esto se empeoraba día tras día. ¿Era simplemente el fin tal, como lo había anunciado su antepasado, la primera Profetisa de las Elfas de hielo? Unas personas se acercaban, gente llena de rabia y de vehemencia. Venían por ella. Pero si era el fin, entonces Nibelle no se iría así como así, moriría combatiendo. Efectivamente Máscara de hierro, El Caído y Anagrama llegaron a la sala donde Nibelle vivía después de tanto tiempo. La vieja elfa se tenía en pie gracias al centro y miró llegar sus enemigos. Apretaba el palo que utilizó en otro tiempo contra Amidaraxar.
- Ustedes no irá más lejos hijos de la desgracia, les dijo suavemente.
- ¿Y quién va a impedírnoslo? ¿Tú posiblemente? Replicó Anagrama con sarcasmo.
Estos adversarios daban aire de ser fuertes, no se parecían a los encontrados antaño. Nibelle supo que no podría neutralizarlos a todos, no era tan rápida como antes y al mínimo contacto perdería la vida. Anagrama comenzó a avanzar a paso de terciopelo. Nibelle golpeó el suelo con su bastón y una capa de hielo se formo sobre la piel de la guemeliana, tanto que en poco tiempo se parecía a una estatua de hielo. Máscara de hierro aplaudió entonces provocando el eco.
- Bravo, espectáculo muy bello. Pero ahora, vas a morir, dijo quitando su máscara cornuda. Soy Azaram, hijo de Amidaraxar. Espere todo este tiempo para recibir por fin el momento cuando fueras más débil. Máscara de hierro tenía la apariencia de un joven hombre, rubio con los cabellos medio-largos, de apariencia cuidada. Sus ojos no eran más los de un hombre porque eran amarillos. Nibelle fue golpeada por esta apariencia, se parecía muchísimo a Amidaraxar, no ponía duda sobre sus palabras, este hombre realmente era el hijo de su preso. Máscara de hierro abrió un libro y comenzó a hablar en la lengua de los demonios.
- ¡Cómo tuviste eso! Gritó Nibelle reconociendo el escrito prohibido.
Golpeó de nuevo su bastón contra el suelo para congelar a Azaram, pero el efecto esperado no funcionó esta vez porque el joven hombre no pareció sufrir atrozmente. Azaram cerró el libro chascando los dedos, liberando una magia terriblemente poderosa. El Caído pareció hincharse cambiando físicamente. Creció hasta tocar el techo con su cabeza. No era más El Caído sino una criatura que se acerca más a Tragalma, pero sin comparación de talla. Y de un golpe un calor sofocante se difundió en la pieza.
- ¡SOY INFERNAL! ¿Quién se atreve a llamar al señor demonio de la llama?
Su voz hizo temblar al lugar.
- ¡Soy Azaram, hijo de Amidaraxar, te llamé para pagar tu deuda hacia mi padre! ¡Mata esta a elfa!
Nibelle estaba a punto de entregar combate. Rogó a sus dioses para que una última vez y antes de reunírseles le concedieran el honor de servirlos una última vez. Éstos no respondieron...
La vieja elfa no pudo resistir mucho tiempo frente a sus dos adversarios. Infernal la cogió rápidamente y le quebrantó los huesos antes de tirarla al suelo.
- Deuda pagada, dijo el demonio antes de desaparecer para dejar sitio al Caído, que cayó inconsciente.
Azaram se colocó delante de la puerta que todavía retenía a su padre. Las piedras en su superficie actuaban como desaguaderos mágicos, sólo la última todavía brillaba. El joven hombre desplegó su magia, quebrantando la última piedra. La puerta voló en pedazos, dejando aparecer un hombre enmascarado y visiblemente muy delgado de anchas espaldas. Avanzó hasta Máscara de hierro que se inclinó con respecto.
- Padre.
- Levántate, hijo y vayamos ahora a despertar al Amo.
En Noz'Dingard, Kounok el profeta, el señor Galmara y Marlok discutían en los jardines. La voz de Kounok era grave.
- Gracias por haber venido, tengo noticias muy preocupantes que hay que comunicarle, dijo Kounok.
- ¿Qué pasa? Preguntó Marlok frunciendo las cejas.
- El equipo enviado con la elfa de hielo llamada Yilith fue atacada, todos nuestros hombres a excepción de Moira cayeron. Yilith está en el lugar y vela por Sorcelame que sufrió un gran traumatismo.
- ¿Sabemos quién hizo esto? Interrogó a Galmara.
- Néhantistas. Salgo de una discusión larga con Dragón, estamos contra la espada y la pared, debemos actuar en lo sucesivo. ¿Marlok como va el plan con los Zils?
- Esta en progreso, el estatuto de gremio del grupo Néhantista no será más que un recuerdo, aseguró el mago.
- ¿Bien y usted señor Galmara, a quién me anuncia como noticias?
- Intercedí a favor del plan que usted nos dio, el clan del Cuervo a través de Kotoba va a lanzar su ofensiva contra los Nómadas dentro de poco. Fue fácil convencerlos, respondió el cortesano.
- Bien, en cuanto a mí voy a preparar a la Draconia para un nuevo conflicto, excepto que no cometeremos los mismos errores que en el pasado, esta vez vamos a estar un paso adelante. Ahora estamos en guerra.
Que el espectáculo comience
Capitulo 1 - Conspiración y Locura
La caravana de remolques y carretas avanzaba lentamente sobre el camino que llevaba al castillo de Kaes, bastión del Consejo de los gremios. Este largo camino cruzaba a lo largo la frontera de la Draconia y acababa su carrera en el más lejano de los siete reinos, Avalonia. He de aquí ya varios días que los combatientes de Zil viajaban con un destino en particular. Encontraron en el camino a una persona que visiblemente los esperaba. Marlok, vestido de manera común para hacerse discreto se levantó viendo la caravana encabezada por Abyssien. El cortejo se freno a su altura y ambos hombres se estrecharon la mano calurosamente.
- Encantado de verte de nuevo Abyssien, tengo noticias para contarte. Seré breve, no vaya a ser que me vean hablar contigo.
- No lo dudo, estoy a tu escucha.
- El Consejo recibió las invitaciones y los consejeros están encantados de asistir a una actuación única dada en honor del regreso a gracias de los Combatientes de Zil. Tengo confirmación: todos estarán allí. Veraz procurará que la guardia del castillo sea mínima esa tarde allí. Le dejo organizar el resto. Por último acá tengo lo más importante, los objetivos, dijo tendiéndole un pedazo de pergamino al jefe de los Zils. Abyssien recuperó el pergamino, examinó los nombres, luego se lo tragó de una tirada.
- ¿Quién tomará el sitio de esta gente más tarde? Se pidió Zil.
- Gente de confianza. Había pensado en usted a decir verdad, respondió el Noz fijando una pequeña sonrisa burlona.
- O usted, replicó Abyssien.
- Acabemos aquí las especulaciones. He aquí los cristales de simulación, duraran poco tiempo, pero les dará mucha diversión. Dicho todo esto, debo hacer mi informe al Profeta. Avísenos del éxito de la misión, y recuerda que no pueden encontrar allí la derrota, si no los Combatientes de Zil y por lo tanto los Enviados de Noz'Dingard serían pura y simplemente disueltos.
- Lo sé, esto no fallará, dijo ordenando a los bueyes reemprender el viaje.
- Buena suerte, Combatientes de Zil, saludó Marlok.
Algunos días después de este encuentro, el gremio ambulante había llegado felizmente a su destino. El equipo se atareaba en colocar la lona y las dependencias rápidamente para no generar retraso con el plan previsto. Lamentablemente un acontecimiento imprevisto vino para poner un poco animación y sorpresa.
El rumor de un nuevo espectáculo se difundió rápidamente entre la población de los alrededores del castillo de Kaes. Una representación de este nivel interesaba siempre, pero no siempre a buenas personas...
La cabeza de Saphyra vacilaba de izquierda a derecha y de atrás para adelante. Caminaba arrastrando los pies hasta un tablero donde un cartel que anunciaba el espectáculo de Zil estaba pegado. La mano de la joven chica se levantó, cogió el cartel y lo arrancó antes de continuar su camino. Un poco apartado de toda vivienda, al amparo de las miradas, Saphyra, con los ojos cerrados pareció examinar el cartel.
- ¡Tsss, ellos se consideran muy buenosss! Gritó la marioneta. ¿Qué sssuzederia zi te presento como mi juguete?
Aryhpas que tenía un pie sobre cada hombro de la joven mujer tenía agarrada firmemente numerosos hilos que transformaban a Saphyra en su esclava.
- ¡Ya veránnn lo que poddemoz hazer! ¡Haremos el show un poco masss interezante! ¡Vamos allá!!
Le ordenó entonces a Saphyra reemprender el viaje, la joven chica cumplió la orden, su ser estaba totalmente aniquilado por Aryhpas. Sin ninguna pausa Saphyra marchó sin poder escapar del control de su marioneta que después de haber cobrado vida se había rebelado contra su creadora.
La lona casi estaba subida, pero todavía quedaba mucho trabajo antes de que todo estuviese listo. Aryhpas observaba a la gente que se movía como hormigas. La marioneta maldita y su títere humano entraron discretamente en la carpa, tratando de pasar de ser percibidas. Allí estaba Sangrespada y Sinrostro, así como un sujeto extraño y de gesto siniestro. Un momento excelente para salir a escena. Aryhpas entonces sacó a bailar a Saphyra como lo habría hecho con su marioneta, pasos bruscos, gestos lentos y caóticos. Los Zil presentes quedaron muy asombrados al presenciar este ballet enigmático. Abyssien atraído por el ruido se juntó entonces a la asamblea. Sangrespada se sentó en el suelo para disfrutar mejor de la actuación Empezó a aplaudir, absolutamente persuadida que era la chica quien hacía creer que una marioneta le manipulaba.
- ¡Es genial! grito la elfine, deberíamos adoptarla, es puramente Zil! Abyssien estaba perplejo hasta que la persona de gesto siniestro puso su mano sobre su hombro, vacilaba.
- Yo... Yo...
- ¡Espiritista! ¿Qué es lo que sucede? Cuchicheó Abyssien.
- Es que... siento sufrimiento, mucho sufrimiento, esta chica... ¡Esto no es un truco que nos está haciendo creer, percibo su alma que grita! ¡Socorro ayúdenme!!
Sinrostro que estaba al otro lado del Espiritista lo miró, luego miró a la joven mujer y su marioneta. Había algo macabro en todo esto, tenía los ojos cerrados, silenciada por un grueso hilo negro y la piel pegada a los huesos. Espiritista, sumergido en el desconcierto de Saphyra se derrumbó en los brazos de Abyssien. Este último avisó al Hom'chaï que interviniera. Sinrostro no se hizo rogar. ¡Recuperó rápidamente su arma puesta no lejos de allí y se propuso a parar este circo!
Aryhpas en su locura bailaba con una música que se inventaba a medida. Tampoco podía recordar ya por qué vino ahí, ¿esperaba que se le reconociera como un ser vivo independiente o solo fue para crear el show? Luego el enorme y grotesco Hom’chai quiso hacer un baile de láminas con ellas, o eso fue lo que pensó en primer lugar. Pero muy rápidamente este danzante falto de gracia se revelaba en sus intenciones.
- ¡Baila mooonntónn de musssculoz! Exclamó la marioneta.
Ahora la cosa era cierta, la joven chica no podía usar ventriloquia porque tenía la boca cocida. Dándose cuenta que su audición terminaba, Aryhpas totalmente cambió su comportamiento. Le ordenó a su "muñeca" a combatir, lo que hizo sacando dos grandes dagas. Por su parte el Espiritista se levantó de su tormento y recupero el aliento. No podía dejar que tal abominación se produjese. Se concentró en la mental de la joven y buscó hasta encontrar el punto de anclaje de esta cosa que la retenía. Había allí una voluntad caótica y sobrenatural, algo fuerte y atropellador, pero no lo bastante fuerte para él. Barrió de un golpe a este parásito psíquico liberando así a Saphyra. Esta última que recobraba el conocimiento hizo la única cosa que tenía que hacer, cortar los hilos que la retenía atada a su muñeca. Aryhpas cayó rodando por tierra y apenas tuvo tiempo de levantarse, Sinrostro dejo caer el filo de su espada de dos manos sobre la marioneta de madera que en seguida se encontró cortada en dos.
El lazo entre Saphyra y Aryhpas desapareció instantáneamente. Sangrespada se echó a aplaudir cada vez más.
- ¡Bravo! ¡Magnífico espectáculo, eres demasiado fuerte Sinrostro!
Saphyra débil, incapaz de abrir los ojos o la boca, terriblemente conmocionado se hundió en la inconsciencia.
- Trae aquí a Kryss que la vigile y que no arruine más el plan, desháganse de esta muñeca del mal, ordenó el jefe del Zil.
El intermedio acababa...
Capitulo 2 - Adelante la música
A pesar del pequeño imprevisto, los Combatientes de Zil habían conseguido acabar el campamento en un tiempo récord. La noche caía y todo estaba listo. La lona para las grandes ocasiones había sido colocada, protegiendo estrados, pista y bastidores. Afuera el suelo fue recubierto con un tejido morado que generaba el más bello efecto. Al lado de esto, los Zil habían creado una casa de fieras que reagrupaba allí las muestras más bellas de criaturas, la inmensa mayoría capturadas por Ergue. Y por todas partes las grandes antorchas proyectaban sombras bailantes. Hasta el castillo imponente de Kaes, justo al lado, se había engalanado para la ocasión de luces moradas proyectadas por fuegos mágicamente creados para la ocasión. Una muchedumbre se había agrupado delante de la entrada donde Soriek, Sinrostro y Sombría ocupaban el servicio de seguridad y boletería. Para hacer que la espera fuera leve para la gente, de las cuales la mayoría habían viajado desde lejos, Kryss jugaba con su órgano portátil, maravillando a pequeños y grandes.
Durante este tiempo, en otra entrada, prevista para las personas importantes, Abyssien se encargaba de acoger a los invitados de elite. ¡Y para acontecimiento excepcional, invitados excepcionales! La inmensa mayoría de los Consejeros acompañados por un esposo, o una esposa o una amante o simplemente un amigo, llegaban uno tras otro.
Algunas personas nobles del reino vecino de Baranthe y por supuesto de la notable Valdoria, uno de los siete reinos donde se encontraba el castillo de Kaes habían venido. Pero de estos últimos, Abyssien no se preocupaba y si en apariencia la acogida fue calurosa, el jefe del Zil estaba enfocado sobre los objetivos de la tarde. Para muchos, lo que iban a hacer esta tarde se emparentaba con un tipo de golpe de Estado, un atentado en contra del Consejo. Todos los Combatientes de Zil tenían esta certeza; esa tarde se encontraban personas manipuladas por Néhant y en el peor de los casos Néhantistas. No había error posible, había que dar prueba de seriedad pero no dejar translucir esto a los ojos del público.
Soriek anunció con un tipo de clarín el principio del espectáculo. La lona estaba abarrotada, no había ni el menor sitio libre. En bastidor Abyssien le daba las últimas consignas a su equipo. Para la ocasión todos los Combatientes disponibles de Zil estaban alrededor de él.
- Cada uno sabe lo que hay a hacer. Vamos a proponer el más grande y magnífico espectáculo que jamás hayamos hecho. La historia guardará esta fecha como la fecha en que los Combatientes de Zil se mostraron dignos de la herencia de Artrezil, dijo mirando a Salem particularmente. Cuento con usted para dar lo mejor de usted. Luego de estas bellas palabras, el Espiritista que se encontraba desde el inicio de la reunión mirando al público por un hoyo hecho en el decorado se volvió hacia Abyssien.
- Confirmado, el demonio se encuentra en la asistencia, precisamente es la joven mujer quien acompaña a la Consejera Edrianne.
- Perfecto. Por lo tanto, permanecer en lo establecido por el plan. ¡Queridos amigos, a escena!
Todo el pequeño mundo se dispersó, el primero en salir fue evidentemente Abyssien, que como líder del gremio debía comenzar el espectáculo. Todas las luces se apagaron entonces, sumiendo a todos en un tono negro. Kryss comenzó a tocar con aire triste y a la vez emocionante. No hubo cuchicheos, ni un aplauso, sólo la melodía. Luego de golpe la música acabó y Abyssien en medio de la pista lanzó un sortilegio, creando pequeñas marionetas moradas y luminosas a su efigie. Éstas tenían cristales del mismo color que ellos, se miraron y entonces empezaron correr hacia los postes cuya altura estaba a dos metros. Una vez colocadas los cristales todos lanzaron un rayo de luz morada muy clara hacia Abyssien, haciéndola visible a los ojos de todos.
- ¡Queridos amigos! ¡Pequeños, grandes y poderosos y gente del pueblo! ¡Sean hoy bienvenidos al circo de Zil!
Todo el mundo se echó a aplaudir acaloradamente. - Ustedes se atrevieron a desafiar el miedo para venir aquí saben que se irán hartados de las emociones que vinieron a buscar.
Abyssien iba mostrando a medida que hablaba, criaturas de humo cada una más increíbles y horribles que las otras. La muchedumbre, poco acostumbrada a la magia fue impresionada, agradable y emocionalmente.
- ¡Ahora que usted están aquí, tiemblen delante de las vertiginosas acrobacias aéreas de nuestro dúo!
La luz se apagó para volver de a poco. Los pequeños farros de Abyssien alumbraron al techo de la lona con una luz viva y blanca. Posada en altura, Sangrespada se echó al vacío delante de clamores de espanto de los espectadores. Fue cogida a último momento por Soriek que se mecía en un trapecio. Luego siguieron con numerosas acrobacias más peligrosas las unas que otras. Al fin un trueno de bravos y aplausos acabaron el número.
De nuevo cambio el ambiente, esta vez los cristales de los mini-Abyssien se volvieron púrpuras, sumergiendo la sala en una atmósfera oprimente. Tomando un aire misterioso, siempre acompañado por efectos mágicos, Abyssien retomo la palabra.
- ¡La persona qué está allí podría hacerle creer que usted es un animal y adivinar muchas cosas! ¡Si este hombre oye voces no es por estar loco, es más les diré que la locura es sólo una ilusión de los espíritus sanos! ¡Sea bienvenido el Espiritista!
Abyssien desapareció en volutas de humo rojo que dejaban en su sitio a un hombre delgado de mirada extraña y postura muy simple. Sorprendidos los espectadores sólo cuchichearon.
- ¡Buenas tardes damas y caballeros! Esta tarde os haré vivir las experiencias más increíbles a varios de ustedes. ¡Para esto me gustaría que uno de usted viniera al escenario! ¡Que esperan no tengan miedo, ustedes no arriesgáis nada!
Después de algunas vacilaciones un joven chico levantó el dedo.
- ¡He aquí a un joven y valiente hombre, ven pues reúnete acá! ¡Y todos los demás denle animo!
Bajo los aplausos, el chico se acercó a la pista. En el momento en el que estaba sobre una de las cajas que rodeaban la pista se detuvo de lleno, Espiritista había sumergido su mirada en la suya y lo había forzado a pararse.
- ¡Baila! Gritó.
El chico se echó a bailar sobre la caja lo que fue motivo de gracias para todo el mundo. Espiritista aflojó su voluntad y el chico se encontró libre para moverse, y estaba impresionado por lo que había vivido.
- Pilluelo, te llamas Gontrant, vienes de Valdoria... ¡Tienes ocho años y sueñas en convertirte en un aventurero para recorrer el mundo! El chico, se sorprendió por las revelaciones del "mago".
- ¡Sí sí eso es! ¡Bravo señor! Gritó Gontrant.
- Sí, no podía ser de otro modo. Pero es simple con un niño. Entonces tomemos alguien más, un adulto.
El Espiritista dio la vuelta a la pista y se paró delante de un palco de las personalidades importantes.
- ¡Pero no será el consejero Argalinard de Valdoria! Gritó Espiritista mirando a una persona precisa. Venga, acérquese.
El consejero negó seguidamente.
- Vaya, anímelo él es tímido.
El psíquico comenzó a aplaudir al ritmo. Abyssien bambalinas observando la escena con gran interés, junto a él Kryss parecía nervioso.
- Lo encontró, indicó el mago.
- Muy bien lo espero, respondió Kriss.
Delante de la insistencia y para no perder prestigio, el consejero aceptó reunirse con el psíquico para el número. Odiosa que miraba el espectáculo no lejos de la consejera Edrianne entonces fue molestada por uno de los servidores del Consejo.
- Discúlpeme la molestia, la presencia de la consejera Edrianne obligatoriamente es requerida en la sala del consejo por el consejero-Doyen.
- ¿Ahora? Interrogó Edrianne.
¡Ay!, sí, no sufre ningún retraso, dijo el funcionario.
Después suspiró y otra vez, la consejera se levanto y salió y Odiosa con el pretexto de seguir a la señora dejó su asiento.
El espiritista impresionó a todo el mundo con actos de hipnotismo particularmente peligroso y sorprendente.
La táctica del psíquico era prolongar el número tanto tiempo como fuese posible, el tiempo necesario para él de acabar lo que se le había pedido hacer. Mientras que sus palabras se concentraban sobre el número, actuaba por telepatía y lentamente imprimía su voluntad. Sentía el lazo estrecho entre Néhant y el consejero. A pesar de esto consiguió controlarlo. “Una vez el número acabado y cuando Terorrifik entre a escena, usted se retirara pretextando una necesidad natural. Usted saldrá pasando por los bastidores”. Luego el espectáculo llegó a su fin saludado una vez más con aplausos calurosos. El consejero Argalinard regresó a su sitio.
Odiosa volvió al fin del número, visiblemente irritada porque al final el consejero-decano había cambiado de opinión y la desarreglaba para nada.
Y de nuevo la luz se apagó, pero esta vez una risa sarcástica se oyó. Ensordecedora, horrorosa y burlona. Y allí un nuevo personaje se presentó delante de la muchedumbre, el payaso triste. Las primeras personas alrededor de la pista se miraron entonces al reírse de él de modo irresistible...
Capitulo 3 - El espectáculo continúa
El consejero Argalinard ejecutó la orden mental implantada por el psíquico y cuando Terorrifik el payaso salió a escena se levanto de su sitio y fue a los bastidores. Soriek que guardaba el paso lo dejó pasar y vigiló que nadie más le siguiera el movimiento. Pero los servidores del consejero se habían quedado sobre sus sedes para sacar provecho del espectáculo. Una vez llegado a los bastidores el consejero mismo fue de nuevo libre de pensar. Se asombró de encontrarse en este lugar, pero no tuvo tiempo de reaccionar más. Kryss llegó de modo discreto en su espalda y lo cercó. El espiritista que estaba allí también puso su mano sobre la frente de Argalinard.
- Usted está en lo sucesivo en mi poder, rechazo en usted toda voluntad agresiva, usted no puede moverse.
Efectivamente, la víctima fue incapaz de hablar o de hacer el menor movimiento. Abyssien llegó de vuelta.
- Usted lo tiene, bueno vamos a ver lo que vinimos a ver dijo comenzando a buscar algo en el consejero.
Encontró una Bolsa de cristales pero, más interesante una piedra-corazón de color rojo, bueno casi roja porque la inmensa mayoría de su superficie se había vuelto negra. El mago abrió grande la boca, una mano de sombra salió de esta para cogerse la piedra. Abyssien tragó luego la mano y la piedra.
- Espiritista, te toca jugar, dijo.
- Bien, usted siempre tuvo una aversión para la magia Néhantista, usted no comprende cómo puede ser practicada y autorizada de nuevo. Todos los hechizos Néhantistas que usted conoce los olvidara, enterrados en lo sucesivo en lo más hondo de su inconsciente. Usted no recuerda haberse enterado más de ellos. Ahora usted va a regresar a su sitio, usted vuelve del baño y olvidó todo lo que sucedió desde su llegada a los bastidores.
Kryss aflojó su abrazo y el consejero se fue como había venido.
- ¿Esto va a funcionar? Preguntó Kryss.
- Sí por un momento, esto nos da tiempo de actuar y de hacer la limpieza, respondió el Psíquico que se reconfortaba.
- Ahora hay que cruzar los dedos para que Sombría y los otros logren su misión.
En el castillo de Kaes, las sombras únicamente no eran el resultado de un juego de luz. Se movían y vivían por los movimientos de personas furtivas. Sombría, Sangrespada y Salem habían salido justo al inicio del acto del Espiritista con destino al castillo con la firme intención de dar un golpe memorable. La guardia esta tarde de fiestas no estaba presente y los pasillos fueron recorridos sólo por algunos pocos servidores. Siguieron los planes que les habían sido proporcionados por el consejero Veraz, supuesto y, según sus declaraciones, el único consejero que no estaba bajo la sombra de los Néhantistas. El pequeño grupo llegó a los barrios de los Consejeros y sus asistentes. En efecto la particularidad de esta organización era que todos sus miembros vivían en el mismo lugar. Pero allí, la guardia estaba vigilante, lo que les planteó un problema temporal. Salem sacó provecho entonces de los cristales ofrecidos por Marlok.
El espantapájaros tomó entonces la apariencia de un consejero y sus acólitas se hicieron criadas seductoras. Los guardias no dijeron nada cuando pasaron para ir a los cuartos.
- Bien, encontrar la habitación de Edrianne y de su sirviente, indicó Sombría siguiendo el plan. Está en el fondo del pasillo a la derecha.
- ¿Verdaderamente piensas que vamos a encontrar algo? Pregunto Sangrespada.
- ¡PoR SuPueStO! ¿CuÁl lUgAr es mEjOr que EsTE PaRa EsCondEr AlgO? Respondió Salem siempre bajo otra apariencia.
Encontraron entonces la puerta de entrada de la habitación de la consejera, evidentemente cerrada. Era una puerta de dos hojas enorme dotada de una cerradura bastante impresionante. Sombría la examinó durante unos segundos luego sacó un instrumentos de forzado. La cerradura no resistió a la agilidad de la antigua aprendiz Caza-magos.
El interior era lujoso repleto de bellos muebles, cortinas perfectamente combinadas además candelabros mágicos que se iluminaron solo al paso de los tres Zil.
- Y bien, los del Consejo no se aburren, dijo Sangrespada admirando el lugar. Pero no viviría aquí, es demasiado rico, y no lo bastante purpura.
- ¡A PoR EllA! Dijo a Salem mostrando una puerta en el fondo de la pieza principal.
Esto daba a un pasillo largo y una sucesión de otras puertas que las mismas daba a las viviendas de las sirvientes. Estaban totalmente vacíos, a excepción de uno. Edrianne guardaba sólo y una sola persona para su servicio. Ésta resultaba ser un demonio verdaderamente peligroso que estaba en su elemento en el seno del Consejo de los gremios donde la política reinaba. La puerta no estaba cerrada, demostrando un exceso de confianza en la seguridad. Era una habitación simple con trajes sustentadores y algunos libros descuidadamente puestos aquí y allá. Había sobre la pared opuesta a la cama de talla modesto un hermoso espejo gótico. Salem apartó inmediatamente sus dos primeras amigas a éste.
- ¡REGisTREmoS, pero aTEnciÓn en el ESpejO!
Gracias a su peritaje, las chicas encontraron una parte de lo que el grupo buscaba: contratos. Había algunos, pero no los requeridos. Por su parte, Odiosa olió inmediatamente que alguien tocaba sus bienes y un sistema de defensa se puso automáticamente en funcionamiento. Desapareció de su sitio para reaparecer en el marco de la puerta de su habitación.
- ¡Asquerosas ratas! Gritó.
Pero verdaderamente no tuvo tiempo de decir nada más ya que Sombría se hecho sobre ella, seguida de cerca por Sangrespada que desenvainó su extraña lámina. Odiosa se recobró del ataque de Sombría y se encontró en el pasillo. Había que actuar rápidamente e imposibilitarla para que no perjudicara y sobre todo impedirle gritar. Pero la demonio no era solo una buena mediadora, sino que era también adversario temible del cuerpo a cuerpo. Gracias a sus poderes fue aspirada por el suelo para reaparecer detrás de la chica de traje extraño y le asestó un golpe violento. Sombría fue eyectada al otro tramo del pasillo pero cayó de pie impecablemente. Sangrespada aprovechó la oportunidad para atacar a diestra y siniestra en la espalda del demonio, y la perforo hasta la médula.
- ¡NO la MaTes! Gritó Salem.
Pero la demonio estaba todavía muy vivaz. Quiso arrastrarse en la habitación para prevenir a Dimizar u a otro néhantista. Sin éxito, Salem encarceló a su presa en un tipo de tela de sombra, inmovilizándola así. Sombría que estaba de nuevo en la lucha cuerpo a cuerpo acaba el trabajo derrotando a Odiosa.
- ¡La bestia a caído!
Salem tiró a Odiosa en la habitación y cerró la puerta verificando que nadie venía para ver el jaleo.
- ¡BiEn! REcONozCO este TipO de EsPEjO... ¡HagAMOslA Hablar!
Sombría, experta en este dominio despertó Odiosa.
- ¿Dónde están los otros contratos? Dijo poniendo una lámina bajo su garganta.
Pero quedó silenciosa.
- LAs amENazAs de eSTe eStIlO no fuNCioNan cONtigO ¿Eh? En esTE cASo hAgaMos un pAcTo enTRe los dOs, NOS dicEs dONde esTAn los cONtraTos y no te entrEGo a drAGón o a LoS Noz.
Odiosa se encontraba en mala posición, ser confiada a los draconicos podía ser la peor cosa que podía sucederle, ellos serían capaces de sonsacarle toda la información que desearan.
- ¡Y los Noz no se encuentran muy lejos de aquí, este intercambio se hará rápidamente! Agrego Sombría.
- Bien, verdaderamente no tengo otra elección. Le confié los contratos a mi amo, jamás se los dará. De todos modos si muero, la gente que me es atada morirá también.
- ¡jAjA, Gracias por estas informaciones!
Sombría se rió también.
- Así como prometí no te entregare a los Noz, en cambio te confío a mi colega, que no prometió nada, ella añadió desmayando de nuevo a la demonio.
Salem se puso en cuclillas delante de Odiosa y cogió un pedazo de su sombra que tiró hasta que se separó de ella. Luego con un gesto rápido Salem se coló en la sombra y tomó poco a poco la apariencia del demonio, con un aspecto un poco más sombrío, pero verdaderamente realista. Sombría y Sangrespada quedaron verdaderamente impresionadas.
- Necesito aprender a hacer eso, admiró a Sangrespada.
- No es posible querida, esto es un secreto de Zil, dijo Salem con la voz de Odiosa. Ahora vamos a divertirnos. Escondan al demonio y prepárense para la emboscada. ¡Si alguien aparece aquí, ataquen! ¡! Ahora silencio.
Las jóvenes mujeres se escondieron de modo que no se les viera luego Salem se colocó delante del espejo y rozó la superficie. Por el otro lado apareció la cara de un hombre de cabellos y barba negra.
- ¿Que es lo que quieres? No es sensato que tengamos contacto hoy, dijo Dimizar con aire suspicaz.
- Sí ya sé, discúlpeme de molestarlo, pero tengo una noticia excelente.
- ¿Qué?
- Conseguí obtener más poder en el Consejo.
- ¡Oh! ¿Sí?
- Sí, figúrese que el Consejo estaría dispuesto a disolver a los Enviados de Noz'Dingard, pero para esto me harían falta los contratos que me atan a los consejeros, es que son lujuriosos...
- Interesante... Dijo Dimizar reflexionando en perspectiva.
"Va a picar al anzuelo " se interrogó Salem.
- Bien, no vamos a negar este pequeño extra que va a poner un poco de animación. Te envío a Tragalma, le hare volver enseguida, tengo miedo que haga cualquier cosa.
La imagen se borró y Salem se des transformo. Hicieron falta sólo algunos instantes antes de la llegada del famoso Tragalma. Sobre el suelo, al lado de la cama se formó un símbolo extraño, una marca de Néhant que desapareció para dejar sitio a un hoyo abierto que quemaba. Tragalma se reformó al mismo tiempo que el pórtico demoníaco se cerraba. Tenía en su mano una bolsa de cuero cuyos rollos de pergamino sobrepasaban la apertura. Fue grande su sorpresa al no encontrar a Odiosa frente a él, sino un viejo espantapájaros ajado. Sombría y Sangrespada no le dieron tiempo de comprender ni de poder hacer algo. El "pobre" demonio no tuvo las cualidades requeridas frente a este ataque preparado. Siendo tan valiente como inteligente, se colocó en defensa el tiempo suficiente para crear un nuevo pórtico. Sombría pudo cortar las correas de la bolsa de cuero antes de que el demonio, herido, pudiera huir...
La Tumba de los Ancestros - Capitulo 1
El Señor Galmara había hecho un viaje largo hasta Méragi. Le gustaba la asombrosa arquitectura xziarite así como la orden y la serenidad que reinaba allí. Apreciaba el estilo depurado y simple de las viviendas así como el respeto de la gente que vivía allí. Era lo que lo había empujado a hacerse un especialista de las relaciones entre las naciones. Le gustaba viajar, ver lugares, conocer nuevas personas y por supuesto apreciaba la política y la diplomacia. Era justamente una misión diplomática que lo traía al Imperio. En primer lugar era un funcionario y era necesario como representante de la Draconia de presentarle sus respetos a la autoridad suprema, el Emperador, y aportarle un mensaje. Tenía un buen conocimiento de la administración y sin una buena relacional tendría que esperar varios días antes de encontrar al Emperador. Desde el tiempo que caminaba por los pasillos en compañía de ciertos consejeros, tenía derecho en lo sucesivo a algunos favores. Galmara fue recibido por el Emperador cuando el sol se escondió detrás de las colinas que rodeaban la gran ciudad. El encuentro se efectuó en una pieza que hacía a la vez de oficina. Era mucho menos ceremonioso que un encuentro en el tribunal. El emisario de Dragón se esforzó en seguir bien el protocolo de presentación. El Emperador lo detuvo.
- Vayamos Enviado de Dragón, conozco el respeto que usted tiene con nuestras tradiciones, pero estamos aquí en toda sencillez. Tengo poco tiempo para darle, sea breve. Galmara puso delante de él un rollo de pergamino.
- Vengo transmitirle los saludos más cordiales de Dragón y del Profeta. Me encargaron de devolverle este mensaje.
El embajador avanzó de rodillas como las reglas de comportamiento le requerían. El Emperador, vacilando un poco, terminó por aceptar el mensaje que leyó en el proceso... Termino la carta con un aire serio.
- Agradézcale al Profeta por habernos dado estas noticias. Nuestros exploradores en el puesto de Okïa nos informaron de unos cuantos hechos semejantes. No pensábamos en el impacto que esto tendría sobre la Tumba de los antepasados. El Imperio de Xzia hará lo que deba hacerse. El neceser será hecho para anular el pacto que pretenderá establecer una zona neutra entre el Imperio y la Draconia. Es verdaderamente honorable por parte de Dragón de devolvernos las tierras que eran nuestras. Invito así una delegación draconica a la mesa de las discusiones, consciente que si no hacemos frente, nos arriesgamos a la extinción.
El Emperador escribía con la ayuda de un pincel fino al mismo tiempo que hablaba.
- Así como lo desea Profeta, le dejo el cuidado de decidir la marcha a seguir a cerca del clan del Cuervo, dijo acabando su carta. Soy consciente que ya es hora de no vivir más en el temor de lo que nos rodea, estamos a comienzo de nuevos pactos en este mundo. Le ofrezco la protección imperial.
Galmara se inclinó respetuosamente.
- Usted va a ser conducido cerca del Señor Imperial Gakyusha.
- Gracias por su generosidad Augurio Celestial.
El embajador dejó la habitación, muy satisfecho de este intercambio y feliz porque el Emperador fuese tan comprensivo de la situación. Pero ahora había que convencer al Cuervo. Pero antes de esto, le fue ordenado a Asajiro conducir a su distinguido huésped cerca de Gakyusha, éste que se recuperaba de su herida reciente en el momento de la batalla de la Piedra Caída del Cielo. La casa del dirigente de la Kotoba estaba muy animada a esta hora. Desde que Gakyusha volvió se habían generado muchas idas y venidas de los miembros de la Kotoba. La acogida fue calurosa, Galmara ya había visitado esta gran morada. El Señor Imperial, vestido de un quimono simple estaba en el jardín y hablaba con su hijo, el campeón del Emperador. Éstos se interrumpieron cuando Asajiro le presento al embajador Noz. Este último se inclinó delante de estas personas ilustres.
- Bienvenidos a mi morada Galmara, estoy encantado de verle de nuevo, declaró Gakyusha inclinándose a su vuelta. ¿Que nos vale el honor de su visita?
- Temo por desgracia sea la guerra que me trae. Una ofensiva debería ser llevada contra los Nómadas.
Gakyusha cerró los labios.
- ¿Y si está aquí es que esta guerra nos incluya a nosotros? Añadió a Iro.
- La situación es delicada, el conflicto le concierne, pero sepa que es una cuestión de honor. Sus antepasados le llaman.
- Vayamos a discutir sobre esto en el interior. Comparta pues nuestra comida y acepte la hospitalidad en mi morada, dijo Gakyusha invitando a todo el a pasar a su casa.
Galmara explicó por qué regresaba y aunque que Gakyusha no pudiera participar, enviaría a Iro y algunos unos de los miembros de la Kotoba. El campeón del Emperador acompañaría al embajador cerca del Cuervo al día siguiente.
El Cuervo encontró al campeón y al cortesano por la mañana, prevenido por el palacio imperial de su visita. El espíritu con la forma de un viejo hombre recibió a sus invitados en un gran salón en presencia de otros miembros del clan. Estaban allí Karasu y Oogoe de la familia Kage, pero también sentada al lado del Cuervo se encontraba una vieja y extraña dama. Incluso Malyss, que acaba de regresar de su viaje, estaba presente. Como era la tradición y por su status, Iro se quedó de pie, señalando así la autoridad a la que servía. Galmara mostro gala de sus costumbres para saludar al Cuervo.
- Gracias por permitirnos un poco de su tiempo señor Daijin, comenzó el embajador.
- Estoy al servicio del Imperio y cuando el Imperio me necesita respondo. En que puede servirle el Cuervo a usted, diplomático.
- La guerra está tocando a nuestras puertas. Poco a poco La Piedra caída del cielo roe las tierras y la Tumba de los antepasados hoy es amenazada. Va a desaparecer. Y usted sabe lo que esto implica, ¿Verdad?
La vieja mujer susurro algunas palabras a la oreja del Cuervo que respondió luego.
- En este caso, nuestros antepasados serán librados por fin de su maldición.
- Sí y no, desaparecerán pura y simplemente. No tendrán el derecho a la reencarnación, explicó Galmara.
El Cuervo miró con asombro, comprendiendo lo que iba a pasar.
- Como consejero místico del Emperador y de la naturaleza... pienso que esto es... extraordinario, le incumbiría a usted defender este lugar sagrado.
- ¿Cómo es eso que usted está diciendo? Criticó Oogoe. ¡Esto puede ser una maniobra para debilitar nuestro clan!
En esto Gan'so, hasta allí invisible se acercó y se inclinó hasta que se le concediera el derecho de palabra que el Cuervo le dio inmediatamente.
- Señor, le ruego que usted nos dejes comprobar el terreno yendo al mismo, dijo lentamente.
- Es de nuestro deber de ver si todo esto puede producirse o ya paso, Yu Ling se irá con algunos unos de usted. Mientras esperamos vamos a preparar a nuestro clan para la batalla por si es necesario, declaro el Cuervo bastante irritado por la situación. No demoren.
Yu Ling, Gan'so, Malyss e Iro fueron enviados para comprobar la situación de la Tumba de los antepasados. Galmara que había efectuado su trabajo se volvió a informar la conclusión de sus intercambios a los Noz'Dingard. El grupo había dejado Okïa dos días antes, informando a los miembros de la Kotoba en servicio y tomando las últimas noticias de la región. A lo lejos, La Piedra Caída del Cielo brillaba como un sol, tanto y así que la noche jamás era negra. Y eran aun más ciertas todavía las ruinas del pueblo que fue el centro de muchas codicias y que se hizo más tarde la Tumba de los Antepasados. Todo esto daba un ambiente extraño, contrastando entre la desolación cercana y la claridad de la piedra. Después de haber puesto sus pertenecías en un lugar no tan malo, el grupo se puso a trabajar.
- ¡Gan’so! ¡! ¡Va a hacer falta que regreses al el reino de los espíritus! ¡Intenta encontrar algo de información! Ordenó a la vieja dama. Malyss, ayúdame a abrir el paso.
El mago sacó una pluma larga y negra de una cojea bambú y le utilizó para trazar símbolos en el suelo, formando un círculo. Una vez acabado, lo aceleró con la ayuda de su magia.
- Ve allá Gan'so, voy a mantenerlo abierto, dijo mirando al fantasma.
Este último avanzó prudentemente y entró en el círculo y desapareció en seguida.
- En cuanto a usted, Campeón del Emperador, ayudaría haría más si sacara su arma porque debemos guardar el paso para que Gan'so pueda volver, pero durante este tiempo otras criaturas pueden salir de ahí, dice Yu Ling.
Un poco circunspecto, Iro desenvainó su Wakizashi.
- No, de esta arma hablo, su arma no le causaría nada a estos espíritus, dijo mostrando a Kusanagi.
Escuchándola, guardo su espada para coger a Kusanagi. Se escapaba de la lámina una extraña aura azul-verdosa.
“¿Qué es esto? "Preguntó a Iro mientras que en el círculo aparecía una criatura. Era una especie de babosa gorda, translúcida y vagamente negra.
- ¡Ataque Iro! ¡! Gritó Yu Ling mientras hacía gestos con el fin de lanzar un hechizo. Sin vacilación y con facilidad el campeón cortó esa gran cosa que emitió un grito agudo, un tipo de sangre verdusca saltó sobre el suelo rociando a Malyss al paso. El mago del cuervo verdaderamente debió quedarse zen para no quebrantar su concentración. Yu Ling había acabado su sortilegio y puso sus dos manos en el suelo. La criatura desapareció como lo había hecho Gan'so antes de ella. Malyss tosía para evitar asfixiarse, pero la sangre verde se evaporó sin dejar el menor rastro.
- ¡Paugh paugh! ¡Presta atención la próxima vez! Creí que tenía como centenas de pequeñas babosas sobre mi cara beuuuh...
En el círculo, apareció alguien. Esta vez, ningún monstruo bizarro, sino una persona. Era un hombre alto y de una espalda impresionante. Su atuendo no dejaba duda alguna de su origen. Llevaba una armadura de cristal dorada y aferraba en una mano una espada ancha y mellada quebrantada en trozo. Presentaba también una cicatriz ancha sobre el lado izquierdo de su cara y sus cabellos muy largos.
- ¡Soy el Caballero-dragón Arkalon d’ Arpienne!
Iro ya había oído este nombre de la boca de su gran padre. Este caballero fue una plaga verdadera para los ejércitos de Xzia durante la guerra contra la Draconia. Fue asesinado mientras luchaba sólo frente a Xzia y los maestros de armas imperiales de la época. Entonces había conseguido derrotar a los maestros de arma y herir al Emperador en persona antes de morir. Ante el heroísmo increíble de este caballero derribado en combate, recibió los honores del Imperio y entró en la leyenda a lado de otros héroes de guerra.
- ¿Que quiere a Arkalon d' Arpienne? Preguntó Yu Ling poniéndose a la defensiva.
- Oí a Gan'so hablar, puedo ayudarle a combatir a estos nómadas.
- ¿Y haría esto sin pedir nada a cambio? Ironizó la exorcista.
- No, me gustaría pisar de nuevo las tierras de Guem, el tiempo suficiente para poder hacer lo que tengo que hacer. Pero si usted quiere un mejor argumento, puedo también convencer a un cierto espíritu de quitar su maldición.
Efectivamente, esta propuesta era muy apetitosa para Yu Ling ya que aunque pareciera tener la apariencia de una vieja dama tenía en realidad un poco más de una veintena de años.
- Campeón del Emperador, si usted está de acuerdo, yo deseo acceder a la demanda de este espíritu, dijo en un tono suavizado.
- No conozco nada sobre el dominio de los espíritus, eso se lo dejo a usted. Ahora, mi decisión está dividida entre el hecho de dejar a este enemigo del pasado en donde pertenece y liberarlo porque tendríamos mucho para aprender de él. ¿Pero cumplirá su palabra?
- Este seguro que sí, dijo adelantándose hacia el Caballero dragón. Yu Ling le tendió la mano a este antepasado.
- Tome mi mano, usted estará entonces de nuevo en este mundo, pero estaremos atados, si usted no respeta su palabra, usted regresará de dónde provino.
Sin vacilar Arkalon cogió la mano tensa y pasó el círculo, tomando forma corpórea en este mundo. Poco tiempo después Gan'so reapareció con un hombre de armadura completamente acribillada de flechas.
- He aquí el general imperial y el antiguo campeón del emperador Zatochi Kage, anunció el fantasma.
Iro reconoció también este nombre porque hacía parte del panteón de los héroes. Zatochi había creado un arte de combate de la espada que quedo como un estándar de la instrucción marcial. Él mismo había sido formado por su padre en estas técnicas. Iro reverenciaba a este personaje ilustre. Sin hablar de sus títulos que situaban bien su nivel de honorabilidad.
- Le agradecemos por haber venido, vivos, hablo el general con una voz cavernosa. Estamos anclados a este lugar y si este lugar desaparece no seremos nada. La piedra roe nuestro mundo del mismo modo que el vuestro. ¡Si debemos desaparecer, lo haremos en combate!
- Les propuse a los antepasados ayudarnos a devolver a los nómadas a su sitio y de parar definitivamente esta enfermedad que es la piedra. Pero esto implica que usted sea capaz de hacer volver un ejército de espíritus a este mundo, explicó Gan'so.
Después de reflexionar, Yu Ling inclinó la cabeza afirmativamente.
- Su ayuda será la bienvenida general, podemos hacer volver a todo el mundo en uno o dos días. Pero ustedes no podrán salir de la región porque ustedes estarán atados a este lugar.
- Ya lo estamos, replicó el general.
- En este caso pongámonos a trabajar.
Malyss detuvo su concentración, el círculo dejó de brillar y el general imperial regresó entre los suyos esperando el momento de su vuelta. Iro envió un mensaje al palacio imperial para avisar de lo que le sucedía en la Tumba de los Antepasados. El ataque contra los nómadas estaba previsto dentro de poco y el Imperio no tendría tiempo de enviar refuerzos. Yu Ling y Malyss crearon un ritual inmenso. Había que reproducir el mismo hechizo de portal pero sobre una superficie mucho más grande ya que había que dejar un paso para todos los espíritus, sin distinción de los que eran peligrosos. Yu Ling debería pues confinar los indeseables para guardar sólo los espíritus "benévolos”. En cuanto a Malyss tenía que prepararse para una nueva sesión de concentración. En cuanto a Iro, iba a poder poner en práctica sus dones de mando, y de combatiente evidentemente.
Había llegado el momento. Malyss y Yu Ling habían acabado los preparativos y el círculo de glifos estaba dispuesto. Lentamente, uno a uno los glifos se iluminaron hasta que todos brillaron por la magia. Malyss era el más alejado con relación a la Piedra Caída del Cielo, permitiéndole observar la escena. Uno a uno los hombres y las mujeres fueron aparecieron, como fantasmas que resurgían del pasado. Fue muy sorprendente de ver que los antepasados del ejército imperial no fueron los únicos que participan. Aunque menos numerosos había también unos soldados de la Draconia, preparados para defender a ambas ciudades frente a los guerreros de Sol'ra. El general fue el primero en salir del círculo mágico, seguido por otros espíritus. Los miembros de la Kotoba fueron impresionados por la cantidad de personas presentes, debía haber allí tirando para bajo más de tres millares de almas preparadas para luchar. Hasta había Caballeros de Dragón antes de que estos últimos desaparecieran misteriosamente, los maestros de las armas también habían aparecido, llevando una simple hakama y dos sables a su cinturón. Arkalon tomó el mando de las tropas de la Draconia, el general Zatochi hizo lo mismo para los Xziarites.
Al cabo de algunas horas, el ejército de la tumba de los antepasados se puso en marcha hacia la piedra, comandados por Iro poco acostumbrado a los movimientos de tropas. Pero podía contar con la experiencia de ambos comandantes. A medida que su progresión avanzaba las tierras alrededor de ellos estaban cada vez mas destruidas, terrones de tierra, luego peñascos flotaban en los aires de manera caótica. Ciertas piedras se entrechocaban liberando partículas múltiples y flotantes que recaían luego por tierra. Iro observó rápidamente que las plantas morían y que el suelo desecado por la ausencia de la lluvia se cubría despacio una capa de arena que se volvió cada vez más importante a medida que se acercaban a la Piedra Caída del Cielo.
Kararine la exploradora que espiaba la progresión de este ejército extraño, aceleró el paso para prevenir lo más de prisa posible a Ïolmarek. El paisaje alrededor de la piedra se había hecho un desierto. El calor era sofocante. Pero los nómadas acostumbrados a estas condiciones no se preocupaban de eso. Sólo la piedra era el centro de su atención. Estaban allí desde muchos meses atrás. Pero hasta ahora y a pesar de la progresión de la transformación de las tierras vecinas nada había pasado. La entidad en la piedra esperaba la llegada de alguien. Los nómadas esperaban pues, sacando provecho del espectáculo ofrecido por esta transformación increíble por la voluntad divina de Sol'ra. Kararine sofocada llegó al campamento al pie de la Piedra Caída del Cielo. La Esfinge que, como de costumbre, cuidaba de la seguridad paró a la joven nómada en su carrera.
- ¿Que es lo que pasa? ¿Qué es lo que te ha hecho salir huyendo así?
- Un... Ejército caerá sobre nosotros dijo recuperando el aliento.
Todos los nómadas lo oyeron, despertando inquietudes entre los humanos presentes. Ïolmarek calmó las angustias e intervino para organizar la defensa.
- Había que esperarlo. Después de nuestra última confrontación con las criaturas del bosque y de sus aliados magos, era necesario prever que tendríamos de nuevo visitas.
- ¡Éstos son extraños sumo sacerdote, vemos través de ellos! Vi sólo a su jefe, un hombre vestido de rojo como los que tenían su campamento cerca de aquí.
- ¡Poca importancia tiene qué son! Sol'ra sabrá encontrar su debilidad.
- ¡Son millares! Añadió a Kararine.
Ïolmarek entonces se encolerizó.
- ¿Y tú te haces llamar Solarian? Me pregunto a veces si el espíritu humano que habitas no aventaja. ¡Poca importancia tiene su número, tenemos a Sol'ra de nuestros lados! Entonces peleemos con toda nuestra convicción, sin debilitarse y con todo lo que Sol'ra nos conceda de poder.
El Sachem
El Arc-Kadia se había detenido no muy lejos del bosque Eltarite. Malyss y Ergue estaban en el camino para regresar a sus gremios respectivamente. Ojo de gema saludó a Ciramor y a Granizardo que se dirigían con la Comepiedra con destino a los territorios de los habitantes del bosque. Algunos de sus habitantes observaban por otra parte el barco extraño y volante, escondidos en los árboles. Mientras que Al la Triste daba la orden de partida, una sombra saltó por la borda. El Sachem había subido a bordo durante el asalto de los Hom'chaï sin que nadie perciba su presencia. Había observado a estos intrusos con la minucia más grande y, pacientemente, había esperado el momento propicio para actuar. Pero ninguna ocasión se le había presentado, hasta este momento cuando el barco paró por fin su carrera.
En el momento en el que piso la orillo del bosque, sintió una presencia familiar, como si la gente de su tribu estuviera cerca de él. La magia circulaba entre las ramas de los árboles. Pero no se enfocó en estos detalles, la venganza y la voluntad de recuperar lo que se habían robado lo motivaba. Siguió los rastros dejados por Ciramor, porque Granizardo, como Daïs en su elemento, no podía ser seguido la pista. El pequeño grupo se hundía profundamente en el bosque cada vez más denso. El Sachem cruzó en su camino con varias pequeñas criaturas que no dieron aire de estar muy asustadas por la presencia del viejo Elfine. Se escondió gracias a su magia para no ser visible a los ojos de otros. Granizardo y Ciramor llegaron delante de una cepa gigantesca. Ésta había sido esculpida para hacer un pueblo. El Sachem estaba desestabilizado al ver que Elfines y Hom'chaï vivían allí con los que se parecían a ese ladrón de Granizardo. Pero este último no se fijó en el pueblo y continuó su camino para hundirse de nuevo en el bosque. Al cabo de una hora de marcha, llegó a una vivienda hecha de madera y de un estilo muy particular. Las ramas se trenzaban para formar pilares entre los cuales la vegetación formaba las paredes de la chabola. Había por todos lados casas con pequeños objetos chamánicos que colgaban en los árboles y setas gigantescas y fosforescentes crecían por todas partes. Ambos ladrones fueron acogidos por otro Daïs del color y de aspecto diferente de Granizardo. Pareció entonces tener allí una ceremonia. Este nuevo protagonista se mostró encantado de poder ver a la Comepiedra.
- He aquí por fin el que debe sacarnos de la destrucción.
La voz de Kei'zan razonaba en la cabeza del Sachem que comenzaba a percibir el modo de comunicación de Daïs. -Sea bienvenido Ciramor. Usted tiene que contarme mucho. En cuanto a ti, mi hermano, mostraste que eras capaz de retener todo la ira que está en ti. No regresarás a tu prisión.
“¿Una prisión? Era sabido que era un ladrón ", se dijo el Sachem, confirmando su idea. " Esperare la noche para actuar”.
Kei'zan examinó luego a la famosa Comepiedra. La pequeña criatura tenía el comportamiento de un niño de dos años de edad y se divertía con los pedazos de bosque y otras menudencias tiradas alrededor de él.
- El poder es increíble en este pequeño cuerpo Guémélite. Ciramor, ¿Qué puede decirnos al respecto? Pidió Kei'zan invitando a todo el mundo a pasar.
El Sachem observó pues la continuación por un intersticio entre dos pedazos de madera. El interior era caluroso y contaba sólo con una única habitación grande. Había varias pieles de bestia en el suelo y decoraciones tribales muy numerosas. Cada uno encontró un lugar para sentarse. La Comepiedra estuvo instalada en el centro.
- Todo lo que sé sobre la Comepiedra nos ha sido transmitido por Eredan cuando vino a los Confines. Mientras que el mundo era joven, estas criaturas pisaban las tierras de Guem. Vivían en paz y en armonía. Pero habría habido un cambio importante que eliminó esta civilización a excepción de algunos huevos. El tiempo pasó y todavía quedarían en nuestros días algunos de estos huevos escondidos en alguna parte. El único del que tuve conocimiento era éste.
- ¿Pensara como un niño podría ayudarnos??
La Comepiedra de alguna manera se acercó una especie de taburete en el que había una gran piedra verde que descansa sobre un cojín. Todo iba bien hasta que la criatura trata de comer. El Kei’zan saltó justo a tiempo para arrebatársela de las manos. Ciramor recuperó a la criatura estaba asustada por ese acto brutal.
- Lleva bien su nombre. Come gemas.
- ¡Si se hubiera tragado éste, esto habría sido el fin de mi pueblo! Pero todavía deben quedarme algunas piedras...
Kei'zan registró en sus pertenencias y encontró una pequeña bolsa de cuero. Vacio su contenido delante de la Comepiedra que se maravilló delante de este festín. Se trataba de pedazos de cristales verdes, brillando del mismo color y la intensidad que los profundamente hundidos en la carne de Granizardo. Saltó glotonamente sobre el pedazo más próximo y lo mascujó con deleite.
- ¡Le das fragmentos de la piedra-corazón del Árbol-mundo! ¿? Se indignó Granizardo.
- Sí, algo me dice que hacía falta, respondió Kei'zan.
Ellos todos tres miraron a la Comepiedra engullir los cristales. Una vez que la comida se acabada, se durmió rápidamente.
- ¡Es increíble! Usted tiene razón Kei'zan. Siento la magia crecer en este pequeño cuerpo, observó Ciramor. Dejémosle reposarse, veremos pronto lo que será capaz de hacer.
- Usted puede quedar aquí el tiempo que haga falta, invitó Kei'zan.
Llegó la noche rápida y una cosa inesperada provocó una pequeña animación. La Comepiedra se había puesto en posición fetal y una concha se había formado alrededor de él, creando así un nuevo huevo y probando otra vez que esta criatura estaba llena de sorpresas.
Viendo que no había nada más que hacer aparte que esperar, Ciramor se enrolló en una cobertura y se durmió rápidamente. Los Daïs miraron durante más tiempo pero, ganados por el cansancio, se durmieron también. El Sachem tenía allí la oportunidad tan esperada. “Un huevo por un huevo ", se sonrió. Sin hacer el menor ruido, entró en la choza y recuperó a la Comepiedra cuyo huevo era mucho más grueso y pesado del que estaba acostumbrado. Se arrastro y huyó con su botín.
Pero para su gran desgracia, no conocía este bosque y se perdió rápidamente. Después de varias horas de carrera, llegó a un valle dónde el ambiente era diferente. Los árboles tenían hojas largas y muy finas y había viejos tótems recubiertos con musgo. Poco importaba, debía huir y encontrar un medio para irse de nuevo hacia los confines con los suyos. Luego, al rodeo de un árbol, derribó nariz a nariz con una criatura de espaldas imponente. Era como un gato pero de talla muy grande cuyo pelaje era azulado. Tenía a la altura de la cabeza un cuerno de cristal azul también, como en su cuello envuelto por picos cristalinos. Ocupado por el huevo, no supo qué hacer si no otro casa quedarse congelado. No creía a sus ojos, este animal tenía algo familiar. Lo reconoció por fin: Akem, el espíritu felino. Éste habría tenido una relación estrecha con su tribu y algunas historias hablaban de él.
- Buenas tardes Sachem, decía la criatura.
- ¡Tú... tú hablas! Dijo apretando el huevo.
- Por supuesto, te hablo a través de tus pensamientos. ¿Sabes quién soy?
- ¿Tú eres… tu eres Akem, el espíritu felino?
El cristogato estiró la cabeza en signo de satisfacción.
- No tengas miedo, no te quiero causar daño, muy al contrario. Soy Akem, tal, como se me nombraba en otro tiempo en esta parte del bosque. ¿Quieres que te ayude? Te ves perdido.
- Debo salir de aquí, dice el Sachem sin revelar toda la verdad.
- ¡En este caso, sígueme!
Akem se adelantó sobre un viejo camino. El Sachem verdaderamente no tenía otra elección. Siguió el espíritu. Una hora más tarde, llegaba el alba despacio sobre el bosque y la bruma azulada se levantó.
- Ves Sachem, esta parte del bosque está desierta desde hace años.
- ¿Oh? Por qué, esto me parece un buen lugar, respondió el Sachem mirando a los viejos tótems esculpidos en forma de gatos.
- Hace mucho tiempo aquí, vivía una tribu de la que yo era el tótem-espíritu.
- ¿Era? ¿Qué les pasó?
- Su sachem y la inmensa mayoría de los guerreros se volvieron locos, creyendo ser los esclavos del Daïs se rebelaron y dejaron el bosque Eltarite.
- ¿Daïs? ¡Esos ladrones! Escupió al Sachem.
Caminaron hasta que llegaron a un gran claro donde quedaban unas ruinas de viviendas muy viejas y por todas partes, una y otra vez los viejos tótems.
- Mire. Estamos donde vivían, revelo Akem, sentándose. Sólo tienes que ver por ti mismo lo que les pasó.
Alrededor de ellos todo cambió. Las ruinas volvieron a ser unas chozas que estuvieron habitadas de nuevo por una tribu. Había Hom'chaïs y Elfines por todos lados, pero también vario Daïs. La disposición de este pueblo se parecía de manera extraña a la de su propio pueblo. Las decoraciones y los tatuajes eran semejantes de manera extraña. Pasaba un acontecimiento que determinaba el futuro de esta tribu. Vario guerrero Hom'chaï y Elfine rodeaban al Sachem de la época y varios Daïs amarrado. Este Sachem llevaba cabellos largos y mezclados de baratijas y tenía los ojos morados.
- ¡Ustedes pensaban poder dominarnos y hacer de nosotros simples esclavos! Dijo con rabia. ¡Pero están acabados, no nos quedaremos un minuto más en este bosque maldito!
Uno de los Daïs hizo resonar su voz en las cabezas de las personas presentes.
- ¡Astenaki, tú castigas tu pueblo por tu locura!
- Astenaki, repitió al Sachem que apretaba siempre el huevo de la Comepiedra. ¿El padre fundador de nuestra tribu?
- En persona, hizo eco Akem.
La escena prosiguió con la ejecución pura y simple de los Daïs y el anuncio de la salida de la tribu hacia cielos más clementes. Todo pasó en los días donde se podía ver la sombra del Árbol-Mundo.
- ¿Comprendes ahora?
- Lo temo... Vivíamos en otro tiempo aquí y nos fuimos para seguir la locura de Astenaki. Y yo que soy su descendiente, continué entregándome al odio.
- Daïs, Elfines y Hom'chaï vivían en paz desde hace siglos. Astenaki tenía la culpa y cometió el error de creerse por encima de todos. El huevo de la Comepiedra que aprietas en tus brazos estaba en otro tiempo aquí. Le había sido confiado a tu tribu para que lo proteja hasta el día cuando aparecería para enseñarle todo lo que debería saber. El Sachem bajó la cabeza. Sus pensamientos se entrechocaban en su espíritu. ¿Akem tenía razón? ¿Mentía? Sin embargo el Elfine no lograba sentir el menor odio y, hasta si tenía dudas de creer todo esto, la historia correspondía a las leyendas cuyo conocimiento tenía. La verdad estaba allí bajo sus ojos. Astenaki se había coronado como un dios y sin embargo era sólo un asesino que vendía por las calles que los Daïs eran unas criaturas maléficas. Pero no le era Astenaki y, ahora, aunque enturbiado, fue apaciguado que se le hubiera abierto los ojos.
- ¿Y ahora? Pidió.
- Ya es hora que una nueva era se abra para tu tribu. Es el tiempo para ella de volver entre los suyos. Te ayudaré a acabar la tarea que incumbe a tu tribu y serás el que se ocupará de la Comepiedra. Akem se echó entonces a correr hacia el Sachem y se zambulló en el cuerpo de Elfine. El felino desapareció y el Sachem perdió conocimiento.
El sol era ya alto en el cielo cuando se despertó. La bruma había desaparecido con Akem. El huevo de la Comepiedra estaba justo al lado de él delante de un tótem de piedra a la efigie del espíritu felino. El Elfine tuvo la sorpresa de tener alrededor de sus hombros una piel de bestia, la de un cristogato. Se levantó para sentarse frente a este tótem que brillaba ligeramente.
- Acepto esta tarea, espíritu felino.
En aquel momento, una decena de personas apareció en el claro entre los cuales Granizardo, Kei'zan, Sylikat, Hablaroca y otro Elfines y Hom'chaï. El Granizardo y Sylikat reconocieron al jefe de la tribu a la que habían evitado algunos días antes.
- ¡Tú! Gritó a Sylikat. ¿Qué es lo que haces allí??
Sacó sus armas e iba a golpear al Elfine cuando Hablaroca la retuvo.
- ¡No! dijo. Espera, siento la presencia de un espíritu poderoso en este lugar.
La jauría de Eltarite rodeó al Sachem.
- ¿Has recuperado aquello que te había quitado? Interrogó Granizardo. El Sachem levantó a Daïs los ojos arrepentidos.
- Sí había venido para esto, pero hoy le debo excusas. A todos vosotros.
Se levantó entonces y quitó al tótem de algunas plantas que todavía lo cubrían.
- Soy el Sachem de la tribu de Akem, descendiente de Astenaki. Le pido perdón para lo que mi antepasado hizo.
- Akem! Hablaroca estaba muy sorprendido de que pronunciara ese nombre. Este espíritu ha desaparecido hace mucho tiempo.
- No se quedó allí, esperando nuestro regreso. Si usted supiera todos los horrores que hice en nombre de un dios falso. Sylikat, nosotros provenimos de aquí.
- ¿La tribu de Astenaki? ¿De vuelta? Kei'zan estaba perplejo. Extraño que todo esto se produzca en este momento preciso.
- Sé que usted va a tener miedo de confiar en mí después de lo que hice, pero puedo ayudarle. Puedo tomar bajo mi ala a este joven Comepiedra como lo hicimos en el pasado. Déjeme corregir los errores del pasado y devolver a mi tribu a su hogar verdadero.
Todos ellos se volvieron hacia el Kei'zan que era la autoridad más elevada en la sociedad Eltarite. Hablaroca se acercó al Daïs para hablarle.
- Si es poseedor del poder de Akem, debemos confiar en él. Este espíritu se quedó aquí en lugar de seguir a los que veneraban él espíritu tótem. En otro tiempo, Akem fue conocido por su sabiduría. Kei'zan tomó algunos minutos de reflexión. La historia contada por Ciramor y El Granizardo no iba en provecho de este Elfine, pero su arrepentimiento parecía sincero.
- Bien, acepto tu vuelta sobre estas tierras sagradas. No sé cómo prevenir a tu tribu que se encuentra tan lejos, pero encontraremos una solución. Pero esto a condición de que te ocupes de Comepiedra y de que respondas con tu vida y de la suya. Voy a pedir a ciertas tribus de los alrededores ayuden a devolver a este lugar la apariencia que debería tener. ¿Esto te va, Sachem?
- Esto me va. ¿Sylikat, quieres acompañarme y contarme todo lo que debo saber?
- Voy a tenerte más bien al ojo.
- Soy yo quien te enseñará lo que necesita saber, cortó Hablaroca. Bienvenido a casa, Akem.
El Ojo de Sol'ra
Capitulo 1 - Persuasión
Ni el Príncipe Metchaf ni Urakia depusieron sus armas a esta persona que pretendía que creyeran que ni él, ni la gente de alrededor, eran un peligro para ellos. Estaba, sin embargo, entre ellos una manifestación de una diosa terriblemente perversa y sobre todo deshonrada por el culto de Sol'ra.
- Si usted piensa que nos rendiremos sin pelear voy decepcionarle, le grito el príncipe a su auditorio. Algunos ya lo han intentado...
- Sabemos muy bien quién es usted, príncipe Metchaf, pero por favor, comparta con nosotros este alimento. Usted debe tener hambre.
El hombre invitó a sus huéspedes a sentarse alrededor de un fuego. Desconfiada, Urakia se quedó de pié al lado del príncipe para prevenir cualquier problema.
El jefe de los rebeldes les propuso carne y sémola a sus invitados que, a pesar de todo, aceptaron, ya que el hambre que tenían les causaba tirones desde hace tiempo.
- ¿Sabe que Istaryam es una ciudad prohibida y que todos ustedes van a sufrir la furia de Sol'ra? Dijo el príncipe guardando la calma.
- Tomaremos el riesgo, porque creemos en otras cosas. Creemos en los antiguos dioses y en la gloria pasada de nuestra civilización, respondió el jefe.
- Todo lo que les va a pasar, es perder la cabeza, replicó Urakia.
- ¿Pueden matar a gente ya muerta? Porque a los ojos de Sol’ra no somos nada más que insectos sacrificables, nosotros como ustedes. ¿Sabe lo que es un Solarian?
- Es una alta distinción que nos hace los seres más próximos a Sol’ra, respondió el príncipe.
- Un Solarian es una criatura divina que vive en su cuerpo y que toma posesión de usted. Ustedes perderán su libre albedrío para convertirse en esclavos. Estas criaturas no se preocupan por su cuerpo y su vida, aseguró el jefe.
- Si esa es la voluntad de Sol'ra, no tendré problema, añadió Urakia.
- Usted va a ser difícil de convencer. Usted está aquí en el antiguo templo de Istaryam, hoy hecho una prisión para los dioses vencidos por Sol’ra. ¿Ustedes conocen la historia de Ra? Supongo que no, esta no es una historia que se les cuenta a sus fieles.
Metchaf y Urakia no respondieron, dejando al jefe decir lo que tenía que decir.
- Esto comenzó hace varios siglos. Hace antaño, los hombres del desierto rogaban a los dioses para que les concedieran favores a sus servidores. Los dioses eran numerosos y este panteón fue dirigido por cinco dioses: Ptol'a la guardiana del más allá, Kapokèk el guerrero que brota por la noche, Naptys diosa de la renovación y de la vida, Ra dios del sol y de la luz y Cheksathet guardián del saber. Eran el principio del equilibrio y gracias a ellos nuestra civilización se volvió floreciente y poderosa. Istaryam fue la ciudad más bella y más grande, mucho más magnífica que Minepthra. Pero Ra jugaba un juego doble. En apariencia, respetaba a los hombres bañándolos en la luz del sol. Pero de verdad tenía sólo una idea, hacerse el único dios. La primera en caer fue Assthèt diosa tutela de la lejana ciudad de Kta, luego unos tras otros, todos desaparecieron, reforzando la potencia de Ra. Su traición fue desenmascarada por Cheksathet que previno otros actos de Ra. Este último le reservó a este dios un destino muy cruel, pero luego contare esa parte. La guerra de los dioses fue declarada, oponiéndoles los monoteístas a los politeístas. Estos últimos no pudieron parar a Ra que tomó el nombre de Sol'ra. El fin de la guerra llego cuando la cabeza de la gran sacerdotisa de Ptol'a rodó en la arena todavía caliente. Lo que ocurrió luego no es contado. Istaryam se hizo una prisión, un sortilegio en la tumba impedía que los dioses derrotados no pudieran salir más. Fueron encerrados allí con todos sus seguidores, sacerdotes, fieles, los que fueran, hombres, mujeres o niños. Perecieron en condiciones innobles. Hace algunos meses y al precio de numerosas vidas encontramos en Istaryam y la entrada de la tumba.
-Es muy bello todo esto, ¿pero usted que quiere con nosotros? Pregunto Metchaf.
- La cuestión no es lo que quiero, sino lo que usted puede hacer. Usted es el príncipe Metchaf, heredero del rey del desierto. Le incumbe hacer estallar la verdad en plena luz y restablecer el panteón y de devolver a Ra allí dónde debe estar.
- ¿Por qué haría esto? Soy el príncipe, no me falta de nada, tengo todo lo que quiero.
- Sí, parece que su persona, príncipe Metchaf, no necesita nada. ¿Pero qué es de tu pueblo y de tu futuro reinado? ¿Quieres ser el que restablecerá el orden en el desierto o el monarca que será sólo un juguete para Sol'ra? No tengo ninguna razón para mentirte, ¿si sólo somos rebeldes simples, como la autoridad lo pretende, piensas que nos habríamos tomado el trabajo de contarte todo esto? No, te habríamos matado o encarcelado y esclavizado a tu encantadora guardia. Aspiramos a un mundo mejor y más justo, librado de la dominación de Ra.
Metchaf parecía perdido, saturado por toda esta información. Urakia que no quería dejar ver la menor duda sobre su cara se ponía también una multitud de cuestiones. Entre las pinturas, los escritos dejados por los que han sido encarcelados y la historia de este rebelde, había comenzado a dudar.
Si estos dioses están ahí ¿por qué no podemos verlos? Dijo Urakia aunque ella se había cruzado con Ptol'a poco antes de eso. Mientras tanto, un hombre empujó suavemente a otros para hacerse camino hacia los invitados. Era un coloso con la cabeza rapada, una verdadera montaña de músculos.
- Soy Kebek, dijo con voz poderosa. Soy un guerrero de Kapokèk. Los dioses están encerrados y retenidos por el ojo de Sol'ra en lo más hondo de Istaryam. Solo Ptol'a puede manifestarse.
Y justamente, hablando de ella, apareció al lado del guerrero.
- Ves príncipe, tú has sido engañado como todo el mundo, Sol'ra quiere sólo una cosa: exterminar a todo el mundo y ser único. Es tu deber el de procurar que esto no pase. Pero si todavía tienes dudas, te invito a seguir a Kebek hasta el ojo de Sol'ra, te darás cuenta por ti mismo la extensión de nuestro sufrimiento.
Capitulo 2 - El Inmortal Guerrero de Kapokèk
El príncipe, a pesar de las vacilaciones y la opinión contraria de Urakia aceptó la propuesta. Los argumentos que tenían el jefe rebelde y Ptol'a lo incitaban por lo menos a la curiosidad. ¿Qué era ese ojo de Sol'ra? ¿Cómo verificar que toda esta historia no era una manipulación con el fin de tomar el control del desierto con la desaparición del culto de Sol'ra? Kebek, seguido por los habitantes del lugar, los llevó hasta una apertura practicada en una pared. Debía haber allí anteriormente una estatua de una esfinge pero había sido quebrantada para liberar el paso. A partir de allí, estuvieron solos caminando en un verdadero laberinto de pasillos. Todo había sido hecho para que el que entrara allí se perdiera y no llegara hasta el fin. Pero eso pasaba nomas sino contaran con un guerrero de Kapokèk.
- El que sirvo me guía, no podremos extraviarnos. Pero no sé lo que nos espera del otro lado, por eso sean precavidos.
- ¡¿Por qué nos tomas, soy una guardia real!? Masculló a Urakia. Kebek se divirtió con la reacción de la joven mujer.
- No decía esto por subestimarla, conozco bien el valor de los guardias reales. ¡Oh! ¡Llegamos!
El pasillo acabó en una antecámara alumbrada por el sol pintado sobre las paredes, el suelo y el techo. Metchaf avanzó primero, sentía aquí una bendición poderosa de Sol'ra.
- Jamás pasarás Kebek, pienso que sólo Solarians pueden atravesar esta pieza, de modo que ninguno infiel pueda violar el lugar.
El guerrero no escuchó y entró en la habitación. Para gran sorpresa de Urakia y del príncipe, no pasó nada más.
- Tengo también un Solarian que dormita en el fondo de mi alma, dijo con una sonrisa burlona. Pero no soy afectado más por su presencia.
Entonces, mientras estaba a punto de cortar con su lámina los símbolos de Sol'ra, Urakia paró el brazo del guerrero.
- No, profanar es prevenir a Sol'ra.
- ¿Por qué crees que no sabe que estamos aquí? Ironizó Metchaf. Este lugar debe ser uno de los más vigilados.
- Excepto que los nómadas del desierto tienen otras esfinges que hay que azotar por momento. La mirada de Sol'ra es girada hacia otra parte de este mundo. Extraño que usted, príncipe del desierto, no esté al tanto.
- Si, si estoy al tanto, respondió totalmente ignorando de que hablaba.
Pasaron la puerta de la pieza para llegar en un pasillo bastante ancho. Sobre toda la extensión, había unas inscripciones, advertencia en contra de los que profanaran este templo, jurándoles una maldición eterna a los infractores. Metchaf y Urakia tenían el ánimo apretado, seguía al príncipe pero iba también hacia la condenación eterna. ¿Debía interrumpir esta locura? No, tenía que demostrar el engaño y mostrarle a Kebek que estaba totalmente equivocado. Y quién sabe, quizás había una salida al final del camino. Observaron por otra parte que sus pasos los llevaban a un nuevo laberinto, pero que alrededor de ellos el decorado era increíble. Había fachadas de casas a ambos lados de una carretera pavimentada. Por encima de ellos, la arena se basa en una cúpula de cristal. Emanaba de esta una luz dulce que alumbraba bastante el lugar.
- Las antiguas calles de Istaryam... cuchicheó Kebek.
En el centro de la cúpula estaba grabado un sol alto cuyo interior era un ojo. Un rayo amarillo salía de él y golpeaba un templo en el centro de la ciudad.
- ¿Eso es el ojo de Sol'ra? Preguntó Metchaf.
- Sí eso es, dijo Kebek avanzando.
- ¿Y crees que vas a poder hacer algo contra esto? Ironizó una vez más el guardia real.
-Yo sólo, no, pero somos tres. No se dé por vencido ahora, usted tiene dudas y la verdad está allá.
El templo ya no estaba muy lejos cuando una criatura se interpuso delante de ellos. Era una especie de enorme león con cabeza de cocodrilo y las patas de hipopótamo. Medía dos veces la talla del guerrero de Kapokèk. A sus pies una balanza apareció. Había una pluma sobre una de ambas bandejas.
- Si ustedes quieren pasar, deben poner su corazón sobre la bandeja vacía del equilibrio. Si sus pescados son más pesados que la pluma entonces ustedes serán destruidos por la voluntad de Sol'ra.
Después de haber hecho retroceder a Metchaf y Urakia, Kebek desenvainó una lámina larga antes de lanzarla sobre la criatura. Ésta esquivó los primeros golpes.
- Veamos cuáles son tus pecados, arrogante humano, dijo rodeándose de un halo luminoso.
Kebek sintió entonces un gran dolor. Una lanza, surgida de ninguna parte, le había traspasado el pecho y perforado el corazón. Urakia y el príncipe miraron el espectáculo de modo incrédulo. Si el guerrero moría esto significaría pues que la verdad estaba del lado de Sol'ra.
Kebek había caído a tierra, pero no estaba inconsciente por eso. Sopló una vez, luego dos y se lanzó como una flecha. La criatura sorprendida no tuvo tiempo de reaccionar. La lámina del guerrero atravesó su pecho.
- ¡Me encuentro bendecido por Ptol’a, tengo la fuerza de Kapokèk! ¡Veamos si tu corazón esta relleno por pecados sombríos!
La criatura se derrumbó sobre los adoquines de la calle arenosa. Kebek se apoyo sobre su espada. Miró la herida en su pecho y extirpó la lanza en un grito casi inhumano. La herida, que habría matado cualquiera, se cerró justo después. Metchaf y Urakia no creían sus ojos.
- ¡Usted no es un humano! Supuso el príncipe.
- Lo soy, pero estoy provisto por poderes que me sobrepasan.
Capitulo 3 - Sacrificio
La sangre negra de la criatura se derramaba sobre el suelo mientras que los tres habitantes del desierto avanzaban hacia el templo. El rayo del ojo de Sol'ra, aunque luminoso, no los impidió entrar al interior del templo. Era un antiguo lugar de culto abierto al panteón de los cinco antiguos dioses: Ptol'a, Kapokèk, Ra, Naptys y Cheksathet. Todo estaba intacto como si los habitantes se hubieran evaporado, dejando allí sus asuntos. Solo quedaban las estatuas a las efigies de los dioses que habían sido decapitadas, probablemente por los soldados del ejército de Sol'ra en el momento de la toma de Istaryam.
- Una civilización erradicada por la locura de un dios, soltó Kebek. Vayamos a ver lo que esconde este rayo.
- Empiece por explorar los pisos y no precipitarse como lo hemos hecho hasta ahora, pidió Urakia.
- Usted tiene razón, los dioses esperan desde hace tiempo, todavía pueden esperar un poco, respondió Kebek.
El templo poseía tres pisos, las escaleras anchas y exteriores perjudicaban éstas. El primer piso fue dedicado a Naptys, la diosa de la renovación. Había plantas muy numerosas pero quedaban sólo unos rastros y cepas muertas. La diosa estaba en el centro de la pieza con los brazos abiertos como para acoger a sus fieles cerca de ella. Como otras estatuas, no tenía más su cabeza. El rayo del ojo de Sol'ra exactamente caía sobre esta representación. El segundo piso era el dominio de Kapokèk, había allí unos mecanismos que permitían traer agua hasta unos grandes estanques. Esqueletos de animales cubrían el suelo, indicando que cocodrilos debían vivir allí. Así como el piso inferior, había una estatua. El de Kapokèk lo representaba con una lanza en la mano, sumergiendo la punta en el suelo. Esta también fue decapitada, al pasar el rayo del ojo. En cuanto al tercer piso, que era también el tejado, era el dominio de Ra. Un mosaico de azulejo de cristal tapizaba al dar en el suelo, generando un ambiente muy luminoso. En el centro, Ra estaba representado, majestuoso con los brazos tendidos hacia el cielo. Pero en cambio esta representación había conservado su cabeza.
- Mire, el mosaico en el suelo forma un sol, exactamente igual que sobre la cúpula, observó el príncipe Metchaf. Había un ojo también.
- Bien, vimos lo que había que ver aquí. No nos quedemos, toda esta luz es molesta, pidió el guerrero de Kapokèk. Vayamos a ver abajo ahora.
El piso de bajo era el lugar de vivienda y de gestión del templo. Había numerosos apartamentos y pequeñas oficinas, seguramente reservadas para el sacerdote y para los sacerdotes del panteón. En el centro, había una gran sala de oración donde numerosas divinidades fueron invocadas y veneradas. El rayo del ojo pasaba por el centro de esta pieza, atravesando una gran baldosa de cristal muy espeso. Por un sistema astuto de espejos, la luz del sol debía pasar por aperturas en las paredes para alumbrar el piso en el sótano. Por desgracia, todo estaba fuera de uso, pero el rayo bastaba para alumbrar casi como a la luz del día.
Encontraron una escalera polvorienta la que se hundía bajo el suelo. Había un pasillo que daba la vuelta totalmente a una gran sala circular. La divinidad de la verdad, se encontraba en una apertura hacia la gran sala lo que permitía una buena circulación. Por todas partes en las paredes, alveolos habían sido acondicionados con el fin de colocar allí objetos o papiros que permitían a los que lo deseaban aumentar sus conocimientos. Pero todo estaba vacío en lo sucesivo. La estatua que representaba esta divinidad estaba totalmente destruida. Así era el antro de Cheksathet.
- ¡No tuvo suerte! Según lo que sé, este dios ha sido absorbido por Ra, consagrándole una potencia increíble, indicó respetuosamente Kebek. Un dios teóricamente no puede morir, pero he ahí lo peor: puede ser absorbido por otro.
No había otra salida separada a la de la entrada.
- ¿Si hay un piso para cada dios, donde está el de Ptol'a?
Cada uno se fue entonces en una dirección para registrar un poco más concienzudamente. Urakia encontró entonces algo insólito. Aunque hubo unos cascajos y arena, encontró una forma sobre el suelo que despertó su curiosidad. Rozó y sopló para sacar la arena que descubría una parte de un símbolo inmenso en forma de sol. Éste había sido grabado y no estaba allí al principio. Se propusieron soltar todo, a riesgo de pasar a través del rayo. Había una vez más un ojo de Sol'ra.
- ¡Si es un ojo, entonces destruyámoslo! ¡El dominio de Ptol'a debe estar abajo! Dijo Kebek sacando su espada.
- ¡No! ¡Espera! Gritó a Metchaf.
Pero era demasiado tarde, el guerrero de Kapokèk plantó la lámina en el suelo en el centro del ojo, entrando así en el rayo. Éste se volvió más intenso y el templo comenzó a temblar. Kebek sufrió entonces un choque que le eyectó al otro lado de la pieza. Murmuro, inconsciente...
- ¿Quién se atreve? ¿Quién se atreve a poner en duda la autoridad de Sol'ra?
Una forma humana se formó en el rayo, Metchaf fue asombrado de ver que se parecía a Shrikan a diferencia que tenía sólo un ojo.
-Soy príncipe Metchaf hijo del rey del desierto, quítate de aquí y libera el paso.
- Regresa de dónde vienes príncipe Metchaf, no te opongas a la voluntad divina, ordenó el Solarian, mientras retiraba la espada del suelo. Váyanse y deje a este profanador que será castigado por la muerte.
- ¡Me iré sólo después de tener respuestas! ¿Sol’ra es en realidad Ra? ¿Absorbió a Cheksathet y mato a todos los fieles de los dioses antiguos?
- ¡No plantees estas cuestiones, príncipe Metchaf! ¡No te preocupes de esto y vallase o morirás!
- ¿Destruyó antiguas civilizaciones para su supremacía? Insistió fuertemente el príncipe.
Solarian entonces se encolerizó, una lanza de luz apareció en sus manos luego de un gesto rápido, lo proyectó sobre el príncipe. Pero Urakia, ágil de instinto, protegió a Metchaf interponiéndose delante de él. Se encontró empalada por la lanza. La sangre se derramo pero la guardia real resistió mucho. Para el príncipe, era impensable que un servidor de Sol'ra actuara así.
“¡Ve, les protejo, los golpes no te matarán! " Le dijo la voz de Ptol'a. Inspirado por la presencia de la diosa el príncipe se lanzó después de haber desenvainado su arma. El Solarian, rodeado de la potencia de Sol'ra recibió la carga sin inmutarse y devolvió el ataque. Gracias a sus poderes teúrgicos, imploró a Sol'ra para que este infiel sea quemado. El príncipe aulló por el dolor que sentía su alma que ardía como la paja. Pero Ptol'a insuflaba de a poco su potencia y aliviaba a Metchaf de sus heridas.
- ¡Reconozco la presencia de Ptol'a! ¡Estamos de nuevo cara a cara!
La diosa habló por boca del príncipe.
- Sí pero esta vez tú va a perder. Tu amo no está entre nosotros.
Urakia y Kebek también gozaban de la protección de Ptol'a. La guardia real se quitó la lanza y se sirvió de esta contra el Solarian. Kebek recogió su arma y corrió.
“¡Ataquen a su ojo!” Cuchicheó Ptol'a a sus protegidos.
Así como guiadas, sus armas se dirigieron hacia su ojo. Por su parte Metchaf lo inmovilizó para que los golpes se dirigieran a un buen lugar.
- ¡Raaaah nooo! ¡! ¡Traidores! ¡! Voy...
No tuvo tiempo de acabar su frase. La lanza y la espada hendieron el cráneo de Solarian perforando su ojo. Inmediatamente, la criatura de Sol'ra estalló en una gavilla de luz que largo a todo el mundo al suelo. El resto fue fácil. Al mismo tiempo que el suelo se hendía de grietas anchas, la cúpula de cristal que retenía la arena del desierto cedió. Istaryam fue engullido bajo toneladas y toneladas de arena. Metchaf y sus acólitos intentaron salvarse, pero fueron cogidos en la trampa como ratas.
Se despertaron en el oasis cerca de la entrada de Istaryam. Tres personas los miraban. Eran reconocibles gracias a las estatuas del templo: Ptol'a, Naptys y Kapokèk. Y es Naptys quien tomó la palabra.
- Reciba la gratitud de los dioses y nuestro eterno reconocimiento. Usted abrió la vía de la renovación, sean ustedes los instrumentos para esta.
El Almirante.
Capítulo 1 - El Almirante
El Arc-Kadia tembló al despegar del borde del bosque Eltariano. Al la Triste miró hacia el horizonte mientras el barco se dirigía ahora hacia una marca en una de las numerosas Islas Blancas. Después de luchar contra un gigante y Palpegueuse, después de realizar muchas pruebas, llegó el momento para la tripulación de tomarse un merecido descanso. Con el retorno de Ojo de Gema, todo el mundo estaba presente y nunca había habido tantos piratas a bordo desde los tiempos de Gigante el Triste. Briscar fue, por lo tanto, relevado de la posición de segundo a favor de la Guemeliana del Aire, que estaba feliz de volver a bordo.
Al sustituyó a Bragan en el timón, siempre le había gustado ganarse en ese lugar. Con el cabello al viento, se dejó arrullar por el suave sonido de los motores. Todo pirata sueña con un tesoro y Al la Triste había recuperado al fin aquel del que había oído hablar desde su infancia: el tesoro del Capitán Hic del Titán. Estaba protegida de la necesidad por un largo tiempo. Había llegado el momento de seguir adelante y ya tenía una idea en la cabeza. La huida delante de la Dama Negra todavía le atravesaba la garganta. Para salvar su honor de pirata, debía ir en busca de su buque y combatirlo de nuevo. Pero esta vez, el Arc-Kadia y su tripulación estaban listos a hacer morder el polvo a Palpegueuse y sus secuaces.
Dos días más tarde, el barco arribó a las Islas Blancas con vista al oscuro vórtice que se había tragado al antiguo reino. El barco tomó rumbo norte para evitar los barcos de la flota de Bramamir y unirse a la ruta de los piratas.
- Capitán, ¿Podemos detenernos en el Diente de Tiburón? Preguntó Klemencia. Necesito conseguir algunas piezas.
- No desperdicies tu parte del botín niña. Respondió Al.
- Hay otras personas que quieren detenerse allí, intervino Ojo de Gema. Yo también necesito algunos cosas.
- Está bien, pero no permaneceremos mucho tiempo. Un par de horas y quiero a todo el mundo a bordo, ¿Lo entienden?
- Sí, capitán, exclamaron Ojo de Gema al unísono con Klemencia.
- Supongo que hay que reponer comida y aguardiente. ¡Que lo disfruten!
El Diente de Tiburón una vez fue una verdadera isla, rodeada por el océano. Su nombre proviene por la vaga forma de un roquerío que un pirata un poco ebrio vio como un gran diente de tiburón. También era una de las muchas islas bajo el yugo de la piratería. La peculiaridad de esta isla eran sus cuevas, antiguamente submarinas, que se habían convertido en el referente de muchos piratas. Una verdadera ciudad fue fundada bajo la isla en vez de estar por encima. El Arc-Kadia atracado en el muelle vertía su cuota de piratas febriles por gastar sus riquezas. Al la Triste, Bragan, Klemencia, Ojo de Gema y Ganchillo dejaron la nave custodiada por el resto de la tripulación. Ganchillo se sentía oprimido, como si hubiera una presencia inquietante, los demás también lo notaron pero en menor medida. El viejo pirata miraba de derecha a izquierda y vio al otro lado de la bahía un extraño barco.
- ¿Qué? Parece que... dijo con un ligero temor. ¿Será? ¡¡¡Noooo!!!
Ganchillo tomó del brazo a Al la Triste y le mostró la embarcación. El pirata miró mejor, pero no reconoció la embarcación.
- Vamos, dijo Ganchillo.
Al acercarse, vieron mejor el barco. Era más pequeño que el Arc-Kadia, y quedaron muy impresionados por su estilo antiguo. La madera era negra, vieja y estaba dañada. En la proa tenía una sirena que sostenía una espada rota hacia adelante. Sobre su costado una placa parcialmente oxidada daba el nombre de la nave: El Almirante. Bragan dio un paso atrás tomando a Al y a Ojo de Gema.
- ¡El Almirante! ¡El Almirante! ¡El almirante! ¡Será mejor salir de aquí rápidamente!
Al recordaba perfectamente la leyenda de El Almirante. Una vez fue el buque insignia de la flota de Bramamir en la época en que los barcos navegaban sobre el agua. Fue implicado en numerosas batallas por la gloria de su comandante en jefe. Desapareció después de una batalla contra los piratas del norte durante la guerra contra Néhant. Desde entonces, las leyendas dicen que ronda las proximidades de las Islas Blancas para capturar las almas de los marineros.
- ¡Qué no cunda el pánico, tranquilos!, dijo Ojo de Gema. Si El Almirante está aquí para tomar las almas de la gente, nosotros estamos igual que la gente de el Diente de Tiburón. Mira a tu alrededor.
El área del puerto estaba bastante animada, como de costumbre, aunque nadie se atrevía a acercarse a El Almirante además de la tripulación de Al la Triste.
- Al final sólo nos reímos, vayamos a hacer nuestras compras y partamos inmediatamente, cortó Al.
El pequeño grupo salió del puerto, Ganchillo estaba aún más paranoico de lo normal y Empleadillo miraba a su alrededor por si veía algún pirata fantasma. El pueblo no era muy grande y rápidamente llegaron al centro, era un lugar lleno de pilares que sostenían las tablas que formaban el suelo. En todo este lugar rectangular la gente entraba y salía de numerosas casitas hechas de retazos. La atención de nuestros aventureros fue atraída por una multitud delante de una de las casas. A la vista de un cartel que representa una bombona con la cabeza al revés, dedujeron que se trataba de una taberna.
- ¿Tú lo has visto? Le preguntó un transeúnte a otro. ¿Eh?
Al la Triste fue a ver de qué se trataba. Al estar allí cedió a la curiosidad. Dada su alta estatura, empujo a los espectadores para hacerse camino hacia la puerta. El interior estaba completamente vacío, sólo el tabernero estaba tratando de “limpiar” jarros como de costumbre. Cuando se dio cuenta de la presencia del grupo, se sintió muy aliviado.
- ¡Ah, entren! ¡Entren! dijo con voz trémula. Siéntense... donde deseen.
Pero los piratas no lo escuchaban, su atención se centraba en la presencia que había en el fondo de la sala. Ganchillo abrió los ojos y retrocedió un paso, al igual que Bragan. Al la Triste, al contrario, se adelantó para ver mejor, seguida por Ojo de Gema y Empleadillo. Lo que estaba allí tenía que ser un hombre del pasado, pero sólo era un esqueleto que llevaba un sombrero pirata muy viejo. Sus órbitas vacías sondeaban las almas de los vivos.
- El Comandante de El Almirante supongo, dijo Al la Triste. El esqueleto se puso de pie, puso sus manos huesudas sobre la mesa y luego se acercó a ella. A continuación tomó su mano de metal y la besó.
- Señora, se lo ruego, siéntese a mi mesa y acepte beber en mi compañía.
- Con mucho gusto, dijo, tirando de una silla.
El tabernero apenas se atrevió a servirle a Al. Puso con una velocidad increíble vasos y alcohol.
- Ésta va por la casa, dijo huyendo hacia su mostrador.
El esqueleto mordió el corcho y lo arrancó de la botella, luego sirvió a su invitada con generosidad.
- Entonces Comandante ¿Qué hace aquí? ¿Asusta a los vivos?
- Oh, vamos, llámeme Jon. Se equivoca, yo no vine a asustar a los vivos, vine en busca de ayuda. Pero parece que el miedo es demasiado fuerte. Por lo que, realmente sólo me interesa una persona: ¡Usted!
- Ayuda ¿Para hacer qué? Dijo antes de comprender que había venido a buscarla.
- ¡Para proteger un lugar conocido por todos, yo soy el guardián del cementerio pirata!
Todo buen pirata había oído hablar de este lugar, fruto de numerosas leyendas y fantasías. Cuando un buque o un viejo capitán debían poner fin a su vida, se iba en busca de una isla, el cementerio. Se dice que numerosos restos se encuentran allí, así como tesoros fabulosos. Muchos buscaron este cementerio sin encontrarlo. Los curiosos y el resto de la actual tripulación comentaban sobre el intercambio entre ambos capitanes.
- ¿El Guardián? Explíquese. Y ¿por qué yo? - Es una larga historia que me encantaría contarle a bordo. Pero para hacerlo más corto sepa que el gobierno de Bramamir decidió que era hora de actuar. No sé por cual azar se las han arreglado para obtener la ubicación exacta del cementerio, ahora están en camino. Su padre está velando por usted, fue él quien me dijo que viniera aquí. Que aquí la encontraría. Jon había tocado una fibra sensible.
- ¿Mi padre? Dijo ella, emocionada. ¿Todavía está vivo?
- No, querida, por supuesto que no. No tengas falsas esperanzas, pero a través de la muerte él cuida de usted.
- Pero no entiendo, si usted es el Comandante de El Almirante, ¿Para qué me necesita?
- Yo no puedo hacer frente a toda la flota de Bramamir, la necesito a usted y al Arc-Kadia. Acepte y será recompensada justamente.
- Ya tengo todas las riquezas que quiero.
- La recompensa que tengo que ofrecer es mucho más hermosa que cualquier tesoro. ¿Qué hay de tener la oportunidad de ver nuevamente a su padre?
Al la Triste se echó a reír, luego escupió en su mano antes de tendérsela a Jon.
- Es un trato, dijo.
Detrás de ella, la gente no lo podía creer, La famosa Al la Triste acababa de pactar con el comandante de El Almirante...
Capítulo 2: El cementerio pirata
El Almirante y el Arc-Kadia abandonaron rápidamente el Diente de Tiburón. La tripulación tuvo el tiempo justo para cargar las provisiones del barco y objetos para sus usos personales. De hecho, el cementerio no estaba lejos, pero nadie lo podía encontrar, porque estaba oculto en una isla muy grande. Pero gracias a Jon, pudieron acceder al mítico cementerio pirata. Era una cueva medio llena de barcos hundidos, rotos, como restos de antiguos naufragios. El número era colosal, Por lo menos una treintena de buques habían acabado aquí. Todo estaba iluminado por una multitud de lámparas de tormenta colocadas por todas partes. Este espectáculo llenó de emoción a la tripulación. Al la Triste era la más preocupada. Aquí quedarían atrapados como ratas. Jon trajo a El Almirante junto al casco del Arc-Kadia para establecer un plan de batalla.
- No te preocupes, estamos en una posición fuerte. Sus barcos no pueden pasar más de uno a la vez. Nunca llegarán hasta aquí, aseguró el Comandante. El Almirante es un excelente espoloneador y su barco está provisto de cañones excepcionales. ¡Haga hablar la pólvora, yo los hare gritar con El Almirante!
- ¿Cuántos serán?
- Con arrogancia serán una docena. Con prudencia serán veinte.
- Son muchos.
- Entonces, apuesto por diez.
- ¡No sé por qué me metí en este lío, pero bueno, incluso si voy a morir tengo que hacerlo con estilo! Dijo, dirigiéndose al timón. ¡Zafarrancho de combate!
En ese momento, toda la tripulación se ordenó. Bragan, Mylad y Lorus se prepararon para tostar a sus enemigos. Klemencia realizaba algunos ajustes a Tuerka y a Hic-kar. El equipo de asalto estaba listo. Armada estaba feliz por adelantado por utilizar sus últimos inventos. Ojo de Gema gritaba órdenes a cada momento. Era como si alguien hubiese pateado un hormiguero. Por su parte, Jon estaba listo, era el único ocupante de El Almirante, que le respondía como si el barco estuviera vivo.
El primer barco apareció por la desembocadura de la cueva. El almirante se precipitó con gran velocidad sin dejar ninguna posibilidad al Cáscara de Nuez, un barco mucho más pequeño que él. Lo partió en dos como un cuchillo en un trozo de mantequilla. Un segundo buque más grueso aprovechó la oportunidad para pasar por la derecha justo después del primero. "Un explorador, haciendo de señuelo. Han penetrado nuestra defensa... a los motores".
- Adelante, ordenó, ¡preparen los cañones!
El Arc-Kadia enfiló y se puso detrás de la nave enemiga.
- ¡Apunten a los motores! FUEGOOOO!
Los cañones escupieron fuego y metal, haciendo añicos la maquinaria del buque enemigo. Sin propulsión, este último se fue de punta estrellándose con otros restos. Por su parte, El Almirante salió a espolonear a otro buque que seguía a sus predecesores. Era un buque de guerra de más o menos el mismo tamaño que El Almirante. Jon se contentó con atacar la parte posterior para romper el timón. Su antigua nave se clavó en el barco enemigo, alcanzando su objetivo. En ese momento apareció una verdadera amenaza. Llegó por la entrada de la cueva un enorme galeón negro con la bandera roja pintada con el símbolo de Néhant. El almirante se encontró en problemas al ser embestido por este gigante. Briscar que analizó la batalla corrió a toda velocidad para unirse a Al la Triste.
- ¡Capitán! ¡Es la Dama Negra!
- ¿Qué?
Ella cogió el telescopio de las manos del pirata.
- ¡Eso es! ¡Esta vez no te perderemos!
El barco negro todavía tenía huellas de su último enfrentamiento, Palpegueuse no se había molestado siquiera en reparar su nave. Al encontraba esto escandaloso e indigno de un pirata. Ella condujo el Arc-Kadia cerca de la Dama Negra. Esta vez, fue Al quien dirigió el asalto.
- ¡Al abordaje!, gritó. ¡Armada! ¡BOMBAS!
La joven, atrapada en su locura, lanzó sus creaciones explosivas sobre la cubierta enemiga, los daños fueron considerables. La tripulación de la Dama Negra se dividió entre quienes defendían el buque y las personas que intentaban la incursión al Arc-Kadia.
Klemencia soltó babores y estribores mientras que Tuerka y Hic-kar defendían el puente. Ninguno de sus oponentes pudo pasar esta defensa perfecta. Incluso Al tomó parte en el combate. Después de haber cortado a varios enemigos y haber abordado la Dama Negra buscó con la mirada al que había planeado todo, Palpegueuse. El horrible capitán de la Dama Negra exhortó a todos a hacer frente a Al. Un combate determinante se produjo. Palpegueuse era un hombre formidable y muy macizo, con el pelo sucio y una larga barba negra aceitosa. Su mirada era la de un loco, lo que le daba un aspecto impresionante.
- AAAAHHH la hija de Gigante, un trofeo que adornará mi camarote por las noches. Dijo escupiendo.
- Pelea en lugar de hablar, respondió Al con hostilidad.
Ella luchó con dos pistocuchillos usando en exceso el poder de su brazo mecánico. Pero Palpegueuse era un pirata formidable que había matado a muchos hombres. Ninguno de ellos parecía tener la ventaja. Cerca de ahí Ganchillo asestaba grandes golpes de sable cuando su brazo decidió actuar por sí sólo. Tirado por una fuerza invisible, su brazo le arrastró hasta Al la Triste agarrándola por el cabello y moviéndola en todas direcciones. La joven, sorprendida fue herida por un golpe de espada. Observó entonces un aura negra alrededor de su oponente, ¡Palpegueuse parecía haber cambiado!
- ¡Eso está bien! Dijo con una voz distorsionada. ¡Usted ya comprendió que no soy Palpegueuse el célebre pirata, soy Muertelame, servidora de Néhant!
El regocijo del demonio no duró mucho tiempo, Jon había abandonado El Almirante y cortó el brazo de Ganchillo, liberando a Al la Triste. Tomando ventaja de la sorpresa, Al usó la máxima presión de su brazo mecánico y hundió su espada de un golpe en Muertelame.
- ¡Toma esto! Dijo ella, tirando de la espada.
La cabeza del pirata explotó como una calabaza.
Durante el enfrentamiento, una mujer joven había aprovechado el caos para colarse en la bodega de la Dama Negra. Lo que encontró le hizo estremecerse. Los cadáveres de piratas y otros más cubrían el suelo. Era demasiado para ella, puso las cargas en lugares estratégicos y se fue corriendo.
- ¡REGRESEN A BORDO DEL ARC-KADIA, TODOS A BORDO! - Gritó Armada.
Al la Triste se apoyó en Ganchillo y los últimos miembros de su tripulación subieron justo a tiempo. El Arc-Kadia se alejó mientras que la Dama Negra y El Almirante estallaban en una lluvia de humo negro y llamas verdes. La tripulación en mal estado acaba de ganar una batalla de la que se hablaría durante años.
Juicio y Castigo
Capítulo 1: Juicio
‘‘¿Cómo llegué aquí? A veces me pregunto por qué mi destino es tan atroz. Parece que la muerte será mi premio, que ella misma me tomó por compañero, al que niega su dulce beso. Cometí mi primer asesinato cuando nací, tomando la vida de mi madre. Se fue al mismo tiempo que daba mi primer llanto. A continuación, a mis siete años, fue mi hermano mayor quien murió por mi culpa. Y huí de un padre loco de rabia, dejándolo solo y sin familia. En mi camino me encontré con una banda de gente loca y afectuosa, que me quería a mí, hay que decir que tengo habilidad con una daga en la mano. Pusieron su confianza en mis manos. Pero no tome en serio mi papel y fallé, manipulado por la oscuridad, consumido por mis dudas y mi maldición. Serví a la muerte, incluso mejor de lo que había estado haciéndolo, maté ciegamente a gente que no conocía. Por último la oscuridad me rechazó, pensando abandonarme a un destino peor que la muerte, pero sobreviví... aun ahora. Mi nombre es Télendar, espero que la muerte me deje pasar al otro lado para expiar mis pecados. Espero mi hora, aquí en una celda de la prisión de Noz'Dingard. No hay duda, de que los draconicos pondrán fin a mi locura.
La gran puerta de madera que conducía a las celdas rechinó cuando el guardia la abrió, dejando entrar un rayo de luz que iluminó al ex jefe de los Zil. Zahal entró primero con la espada en la mano, su apariencia severa contrastaba con su habitual humor. ¿Era necesario volver a enfrentarse a sus propios fracasos? El Profeta había insistido en que el Caballero Dragón asistiera al interrogatorio de Télendar. Detrás de él la Pitonisa le pisaba los talones. La joven no llevaba el velo tradicional de su orden. Su rostro no expresaba nada, sólo sus ojos la traicionaban y manifestaban su renuencia a venir aquí y acabar su trabajo.
El carcelero se apresuró en abrir la puerta de barrotes de la celda del prisionero más importante en aquel momento. Télendar les dio la espalda, no tenía nada que decirles. Este gesto fue muy mal recibido por Zahal, aunque sin duda esperaba una reacción así a su presencia, pero no dejó de despertar su ira. Le dio una rápida patada al preso y una vez que tuvo su espalda en el suelo, le apuntó con su espada con aire furioso.
- ¡Tenemos suficiente de ti! ¡Dame una razón y te entierro mi espada en la garganta!
Télendar se mostró sorprendido por tanto odio, pero se recuperó rápidamente.
- ¿Qué esperas? ¡Hazlo entonces! Replicó, esperando el gesto salvador.
La Pitonisa puso su mano sobre la del Caballero, reteniendo su movimiento.
- Comprendo sus sentimientos Zahal, pero matarlo le haría un gran favor y no vinimos aquí para eso.
Delante de los grandes ojos de rasgados y la dulzura de la cara del oráculo de Draconia, el Caballero se calmó y levantó su pie, liberación a Télendar. Este último dio un repentino paso atrás y se frotó el pecho para hacer que se fuera el dolor.
- ¿Por qué están hay entonces? Preguntó.
- Vengo a interrogarle acerca de sus acciones, dijo la Pitonisa con el rostro congelado. Por supuesto, no espero que usted hable, creo que toda la información y sus conocimientos han sido borrados. Ahora tendremos que ir más lejos.
¿Qué quiere decir con ir más lejos? Télendar lo supo inmediatamente.
La Pitonisa tomó su rostro entre sus manos y sumergió su mirada en la de él, rompiendo la voluntad de su mente. El Oráculo escarbaba, estaba buscando algo específico. Por último, allí estaba, el miedo suficiente como para borrar la voluntad del joven y sacar fuera todo lo que ocultaba. La apariencia de la Pitonisa cambió ligeramente, sus características se volvieron más reptilianas, sus ojos se separaron como los de una serpiente. El miedo se apoderó del joven y se hundió en una especie de catatonia, y luego todo se reveló. Zahal observaba el intercambio con cuidado, listo para atacar al menor gesto incongruente.
- Aquí está la falla que utilizó nuestro adversario para someterte, dijo la Pitonisa en voz alta. Finalmente tendremos una visión clara de lo que le sucedió a usted y concluiremos esta historia.
Efectivamente, la Pitonisa ahora tenía una visión clara de la vida de Télendar, vio los buenos momentos como los peores. Ella se centró en el año pasado, cuando el joven se encontraba bajo el control de los Néhantistas. Aunque los recuerdos de su esclavitud, se desvanecían durante el día, para ella todo seguía ahí intacto. Télendar había matado a muchos opositores sin jamás poder hacer nada. Pero lo más importante eran los lugares y las personas encontradas en compañía de los Néhantistas responsable de todo esto. Había muchas imágenes, sonidos y sensaciones. La Pitonisa pasó mucho tiempo para poner esto en orden.
- Claro es que Dimizar está detrás de los asesinatos y la decisión del Consejo. Ahora que sé esto va a cambiar el trato.
La Pitonisa dejó de cavar en la cabeza del prisionero, cuando sintió una presencia difusa dentro de la celda, no era Télendar ni Zahal, era otra cosa. No supo por qué pero tuvo un sobresalto y dejó al joven.
- ¿Cómo está? Preguntó Zahal.
La presencia había desaparecido, la Pitonisa no se preocupó más.
- Tengo lo que quería, ahora su futuro está en las manos del Profeta.
Télendar, postrado en un rincón, se tomó la cabeza dejando escapar algunas lágrimas.
A la mañana siguiente, Noz'Dingard estaba agitada. Aunque el acontecimiento del día pasaba a puertas cerradas, una parte de la población se había congregado frente al palacio donde Télendar sería juzgado. Para el común de la gente la culpabilidad del ex-Zil no cabía en duda, sin embargo, el caso era mucho más complejo. El servicio de orden de la ciudad tenía mucho trabajo que hacer y las Guerreras-Mágicas habían acudido a complementar la guardia. Personas que por lo general eran muy disciplinadas gritaban: "muerte al asesino", "que lo cuelguen" o "debe hacerse justicia". En el interior, el futuro del joven, se jugaba ante una audiencia de dignatarios Enviados de Noz'Dingard que asistió a escuchar la sentencia que daría Kounok. Anryéna estuvo presente como líder del Compendio y la Academia de Magia y como madre del difunto Profeta. También estaba el Maestro-Mago Marzhin, su hijo Pilkim, Aerouant, Marlok, Zahal, Valentín, Alishk, Eglantyna, Moira y finalmente la Pitonisa que había querido asistir al juicio.
La mayoría de estas personas había vivido los acontecimientos que condujeron al asesinato del Profeta. Cada uno dio su testimonio siendo estos testimonios cada vez más importantes. Una hora más tarde y después de muchas explicaciones, la Pitonisa intervino para poner fin a la discusión. Avanzó hasta el centro de la sala para que todos pudieran verla.
- Nuestro enemigo en su arrogancia piensa que está escondido en su mansión. Pero cometió el error de darnos lo que queríamos, una persona que lo vio de cerca y que actuó para él. Es un hecho de que acabó con la vida del Profeta, pero ¿Télendar es el responsable? Como parte de los Combatientes de Zil su voluntad se hizo la del enemigo. El que debería estar en el sitio de Télendar tiene un nombre: ¡Dimizar! No nos dejemos cegar por la ira y el odio contra alguien que sólo ha sido una herramienta, un arma en la mano del Néhantista.
Ante la asistencia, Aerouant se debatía entre varios sentimientos. Tenía ante sí al asesino de su padre, pero este no era al que tenía que castigar sino al vil corruptor. Anryéna lo percibía, la muerte de su hijo se vengaría el día en que Dimizar pereciera. El alboroto se instaló rápidamente, pero todos los Enviados estuvieron de acuerdo: el Profeta había muerto a causa de los Néhantistas. Kounok se levantó de su asiento y tomó el lugar de la Pitonisa en el centro de la habitación, se colocó frente a Télendar y se arrodilló ante él.
- Usted no es responsable por el asesinato del Profeta. Sin embargo, según las leyes del Consejo de los Gremios usted como líder del Gremio de los Combatientes de Zil debía proteger a las personas bajo su mando del poder de los Néhantistas.
Esta regla efectivamente era parte de las leyes del Consejo de los Gremios, pero nadie realmente la aplicaba porque no se había identificado actividad Néhantista por más de veinte años.
- Siendo capaz para juzgar en nombre del Consejo de los Gremios, se le condena a pasar el resto de su vida reparando sus errores. Bajo nuestra supervisión y la del Consejo usted ayudará en la lucha contra el Néhantista llamado Dimizar. Esta será su única razón para vivir. Una vez cumplido esto, será libre.
¡Una sentencia mágica! Esta resultó ser rara pero importante para los Enviados de Noz'Dingard porque significaba que Télendar sólo encontraría el descanso una vez que lograra el objetivo. Esto le dejaba una oportunidad de sobresalir y resolver este asunto lo antes posible.
- Volverá a su celda hasta que el Compendio está listo para implementar su castigo.
Kounok regresó a su asiento y se enfrentó a la asamblea.
- En nombre de Dragón declaro este caso cerrado. ¡Guardias! Llévenselo.
Zahal, Eglantyna y Moira lo escoltaron a la cárcel para evitar cualquier enfrentamiento con la población.
En la gran sala del Palacio de Noz'Dingard, mientras Kounok conversaba con Marzhin, Dragón se apareció en forma humana muy cerca de ellos. El Maestro-Mago se arrodilló en señal de reverencia.
- Vamos Maestro-Mago, por favor, póngase de pie.
- ¿Quiere que me vaya? Preguntó Marzhin.
- No, lo que tengo que decir le concierne. He recibido noticias muy importantes. La expedición regresó de Los Confines y con ella el Comepiedras.
- Buenas noticias, dijo Kounok.
- Sí, y es necesario que algunos Enviados vayan al lugar, añadió Dragón.
- Así se hará, aseguró Kounok.
- En cuanto a la otra noticia, deriva de la acción del Señor Galmara. Un portal se ha abierto entre este mundo y el de los espíritus de los muertos. Arkalon de Arpienne, derribado durante la guerra contra el Imperio de Xzia aprovechó la oportunidad para volver a unirse a nosotros; de paso, los Kotoba se pusieron en marcha para poner fin a la presencia de los Solarian en la Tumba de los Ancestros. Yo hubiera preferido que nos pidieran participar, pero finalmente no fue el deseo del Emperador. El regreso de Arkalon es determinante, todo se apresura. Ahora y por el momento coexisten cuatro Caballeros Dragón. Ellos guiarán a los ejércitos de Draconia hacia grandes batallas. Arkalon debe volver a nosotros y desempeñar su papel. Debemos prepararnos, Profeta, porque todo esto llegará en un futuro próximo. Dragón dio vuelta su cabeza hacia Marzhin.
- Tengo una tarea muy importante que confiarle Maestro-Mago, tendrá que trabajar con su hijo.
- Estamos a su servicio, Dra...
No tuvo tiempo de terminar su frase, Dragón le tocó el hombro y ambos desaparecieron al instante.
Capítulo 2: Castigo
La niña esperó durante horas delante de esta inmensa piedra azul. Estaba aburrida y mataba el tiempo como podía. Afortunadamente el jardín que bordeaba el palacio era una bendición en esa estación del año. Además de las miles de flores que estaban allí, también era un lugar de calma y serenidad. La niña que estaba cansada de esperar empezó a explorar los alrededores. Ella vino desde el fin de Draconia sólo para tener la oportunidad de estar aquí. Se maravilló delante de las estatuas de los héroes del pasado y del gran estanque donde peces de formas exóticas vivían en paz. Se sentó en el borde del estanque con la cabeza llena de sueños y esperanza. ¿Cuál era la razón de su llegada? Ella no lo sabía, tampoco le importaba. Un ruido la sacó de su sopor, una pequeña criatura apareció de un arbusto.
- ¡Un dragón! Exclamó ¡Excelente!
En realidad todas las características atribuidas por las leyendas a los dragones estaban reunidas delante de ella: piel escamosa, mirada de reptil, un par de alas y ojos rasgados. Sólo un poco más grande que un cachorro el dragón se acercó a Ardrakar sin tener miedo. Se frotó contra ella reclamando caricias, las que ella le ofreció con alegría.
- Eres muy lindo, yo soy Ardrakar ¿Y tú?
- Su nombre es Kounok, contestó una persona que se acercaba. Desde la entrada del jardín dos personas venían. Había dos hombres, uno parecía un mago, que llevaba gafas pequeñas, pelo largo de color azul grisáceo, aunque su postura era simple, su traje era notable por su hombrera de cristal con la cabeza de un Dragón. El segundo era más grande y claramente enfocado a las artes de la guerra destacando su armadura y su espada. Su particularidad física se encontraba en su cabellera completamente blanca a pesar de tener una edad relativamente joven.
- ¿Eso es todo? Dijo el segundo con un toque de decepción. Es endeble.
Pero el profeta no escuchaba, estaba fascinado por la rápida relación establecida entre Ardrakar y Kounok.
- No hay ninguna duda de eso mi amigo, dijo finalmente.
El mago se puso en cuclillas frente a Kounok y a Ardrakar.
- Veo que conociste a Kounok, yo soy el Profeta. ¿Sabes quién es el Profeta, no es así?
La niña asintió con la cabeza mientras tomaba un aire tímido.
- En cuanto él, es el Caballero Dragón Arkalon, que va a necesitar a alguien para ayudarle, a cambio él te protegerá y te hará instruirá. Entonces ella se levantó ágilmente, sosteniendo en sus brazos al pequeño dragón.
- ¿Tendré una armadura y una espada también? preguntó ella mirando a Arkalon.
El Caballero Dragón se le acercó y puso su enorme mano sobre la cabeza de la niña.
- Si eres digna de eso, sí; Pero antes de eso vamos a empezar por darte un nuevo hogar y una buena educación.
Ardrakar a continuación, se despertó con una extraña sensación. ¿Por qué había soñado con este pasaje de su anterior vida? Los sentimientos la afectaban menos desde su paso al bando Néhantista. Esto no era tristeza, no, más bien como un mal presentimiento, como una impresión funesta, incluso un malestar. Sentía una presencia vaga, algo terriblemente familiar pero a la vez tan lejana. Esa mañana se quedó lejos de los otros, pensando, tratando de entender estos sentimientos. Ella había puesto en un armario estos sentimientos tan humanos que veía como una debilidad. Al comenzar la tarde, salió de la mansión de Zejabel sin decírselo a nadie. Comenzó a caminar sin saber a dónde ir de verdad. El tiempo pasó sin que ella se diera cuenta, incluso cruzó la frontera de Draconia. Y aún así sus sentimientos...
La noche estaba muy avanzada cuando llegó a un lugar conocido por ella.
- La Tumba de Ehxien... ¿Caminé hasta aquí? ¿Cuántos días han pasado?
Una ligera niebla exacerba la mística del lugar. La tumba del fundador y primer Caballero Dragón de Noz'Dingard era sagrada para la orden de la que una vez formó parte. Lentamente avanzó, llegando finalmente al monumento dedicado al héroe del pasado. Una estatua de cristal azul fue construida sobre un promontorio al corazón del cual yacían los restos de Ehxien. Se quedó congelada en la entrada, los recuerdos resurgían, recordándole sus orígenes.
- ¡Honor!
La palabra resonó como un eco en su cabeza. Ella se volvió e hizo frente a una persona que se encontraba allí. Era Arkalon de Arpienne quien llevaba su armadura de Caballero Dragón, su rostro era delgado y por lo demás, era un fantasma. Ardrakar se asustó cuando se dio cuenta. Arkalon sujetaba un arma pero se mantuvo inmóvil. Ella reconoció de inmediato el arma, Azur, la espada que llevó en otro tiempo.
- ¡Devoción! ¡Lealtad! ¡El pragmatismo! ¿Recuerdas tu juramento Ardrakar?
La entonación no dejó ninguna duda en cuanto al nerviosismo y la ira de Arkalon.
- ¿Cómo has llegado ahí? Tú que eras mi orgullo y mi alegría.
Hizo una breve pausa y prosiguió.
- Volví de la muerte por ti, vengo a sellar tu destino.
Ardrakar no respondió, ella que trataba con los demonios y horrores de los Néhantistas, estar frente a esta única persona era capaz de asustarla. Ella conocía muy bien a su antiguo maestro, lo había visto pelear con coraje a los combatientes del Imperio de Xzia. El destino quiso que no quedara aquí entre los antiguos Caballeros Dragón. Pero, ¿Qué quería exactamente su muerte? Instintivamente, llamó a su espada, Quimera Negra. Arkalon con su mirada vacía de vida, miró la espada confiada por Néhant. Ella tomó fuerzas de flaqueza y respondió.
- No sabes nada de lo que he experimentado Arkalon.
- Sé que fuiste débil, que creíste controlar a Quimera, pero su poder te volvió loca.
- No es cierto, es ella quien me desvió del camino, pero no me arrepiento de nada, mira hoy, estoy mucho más poderoso que tú.
- ¡Te miro y no veo nada más que una imitación! -Exclamó con rabia el Caballero.
En eso Arkalon plantó a Azur en el suelo, luego un amplio movimiento apareció la verdadera Quimera en su mano. Ardrakar estaba aterrorizada de estar nuevamente en presencia de la espada. A medida que se mezclaban tantos sentimientos contradictorios sintió estar en una paradoja. ¿Qué esperaba Arkalon para castigarla por sus acciones? ¿Acaso ella debía poner fin a la discusión? En eso pensaba cuando se fue de frente a atacar a Arkalon. La batalla estuvo acompañada por el choque de las Quimeras. Durante el combate ya no eran los antiguos compañeros de armas que luchaban, sino una oposición entre Néhant y Dragón. La violencia de los golpes producidos por los cristales que se entrechocaban, eran como gritos agudos a través de la noche. Ardrakar acudió a sus poderes de Guemeliana de Néhant, mientras que Arkalon contaba con el estrecho lazo que tenía con Dragón. El viejo maestro quedó impresionado por la destreza de Ardrakar, estaba a la vez feliz de verla con tanto potencial y triste por lo que había llegado a ser. Por desgracia Ardrakar no estaba a la altura, la verdadera Quimera sobrepasaba ampliamente a su alter ego Néhantista. En un elaborado paso, Arkalon desarmó a su oponente y le asestó un golpe que la lanzó lejos, inconsciente.
Quimera, satisfecha con el giro de los acontecimientos regresó junto a Kounok. Arkalon a continuación, se arrodilló junto a Ardrakar, luego con un gesto cariñoso, le acarició la mejilla.
- Yo te considero mi hija. Asó como un padre que vela por su hijo, no puedo dejarte en manos de Néhantistas.
Dicho esto, sacó de una bolsa de terciopelo una piedra azul con manchas negras y la puso en la mano de Ardrakar.
- Dragón me pidió que te diera esto. Te cambio la copia de Quimera por Azur. Ahora depende de ti probar que eres fuerte, hay que morir para renacer.
Arkalon le dio un beso en la mejilla a Ardrakar antes de dejarla allí. Salió después de mucho tiempo con un impresionante dolor de cabeza. Ella se sentó y se dio cuenta que la piedra en su mano emitía un calor suave. Era su antigua Piedra-Corazón, que la había ligado una vez con Dragón antes de obtener de la mano de Néhant una nueva piedra. En ese momento ella se vino abajo. Apretó las piernas contra su pecho y dejó escapar algunas lágrimas negras. Delante de ella Azur brillaba intensamente, como si esperara que Ardrakar la blandiera nuevamente. La tentación era fuerte, recordó los momentos que pasó con Arkalon, el hombre la había entrenado durante casi una década antes de la guerra que le quitó la vida. Todavía tenía la oportunidad de volver atrás y probar que en realidad era una Caballero-Dragón. Se levantó lentamente y sin poder evitarlo llamó a Quimera Negro, pero esta no llegó. Otra razón para Ardrakar de elegir a Azur. Apretó el mango de la espada y la sacó de la tierra. La espada era mucho más ligera que la Quimera de Néhant cuya magia negativa era agresiva. Azur, en cambio, era un placer de manejar, más ligera y delgada. Se quedó allí, pensando sobre su condición y su futuro. En caso de continuar siguiendo a Néhant, del cual fue amante hace mucho tiempo, pero ahora él prefería a Sombrosa. Había llegado el momento de la introspección, así dejó este lugar sagrado con el corazón congelado.
Disidencia
Capítulo 1 El lazo invisible
-Ya está hecho. La semilla de la duda lentamente crece pero seguramente, será uno de nuestros mejores aliados. Ahora, mi hijo, ya es hora de desempeñar tu papel y protegerlo.
Anryéna observaba a su hijo más joven, Exhien, que jugaba en los jardines del palacio. Kounok parecía afectado por las palabras de su madre, pero dudaba.
- Madre, siento de nuevo el lazo. Voy dejarle el mando durante mi ausencia.
- Ya estoy acostumbrada, tranquilízate, La Draconia está en buenas manos, indicó Anryéna levantándose del banco sobre el cual estaban.
- No lo dudo, pero no he dejado Noz'Dingard desde que me convertí en Profeta, dijo con un dejo de culpabilidad.
- Función que cumples a las mil maravillas. Sé que piensas no estar a la altura de tu hermano, pero ustedes son muy diferentes, con métodos diferentes y resultados diferentes. Ser Profeta es también devolver al Dragón los seres que se alejaron de su vía. Va a necesitarte.
Como respuesta Kounok se levantó y besó a Anryéna en la mejilla.
-Espero no estar ausente mucho tiempo.
Anryéna miró a Kounok irse con los ojos de una madre a su niño.
- Aún alejas a uno de mis niños, padre, nuestros adversarios son tantos guerreros peligrosos como magos corruptores. No soportaría perderle, dijo en voz alta.
-¡Pesimista! Tiene que temer más los Néhantistas que se enfrenten a la furia de Quimera y de Profeta que al revés. Bramo la voz de Dragón.
- Vale más irse de pesimista y sorprenderse que tener un exceso de confianza y caerse de las nubes. ¿Dónde está?
-Como lo esperaba, ella va hacia otra persona para aportarle respuestas. Pero su progresión es lenta, se reunirá con Kounok a tiempo.
Anryéna pareció entonces inquieta.
- Ven mi querido, dijo tendiéndole la mano a Exhien que lo cogió tan seguramente como si se la hubiese tendido una azucarera.
- Yo estoy con él, mi hijo, no olvides eso.
Cada paso que daba era un reflejo, un peso en cada bandeja de un equilibrio que determinaría su lealtad. El juego de pros y contras daba vuelta en su cabeza sin que uno pudiera sobreponerse al otro. Había dejado a Azur lejos de ella antes de arrepentirse y volver a buscarla. La piedra en su frente le recordaba el juramento que seguía desde varias decenas de años, pero la piedra que tenía firmemente en su mano desde el enfrentamiento contra su antiguo dueño Arkalon la tiraba en la otra dirección, hacia Dragón. ¿Qué hacer? Dilema cruel, odiosa división que no deseaba más vivir. Sin embargo, inexorablemente persiguió su carrera hacia un destino preciso sin darse cuenta que no decidía nada. Fue llamada por una fuerza que la sobrepasaba, Néhant. Este viaje estuvo para ella una introspección y una sucesión de cuestionamientos. Néhant, desde su prisión de cristal no le gustaba esta duda, ya que hizo un llamamiento al hombre que se había incorporado recientemente, su fiel teniente Amidaraxar. Es él quien, gracias a sus poderes atraía a la única caballero Néhant que existía, firmemente decidida a no permitir la posesión de su amo.
El sol se escondía detrás del horizonte. Kounok dejó apacentar su montura para tomarse una noche bien merecida de descanso. Sentado cerca de un fuego él miraba el corazón que latía a lo lejos. Veía el espesor de la bruma de los Confines que escondía la prisión de Néhant, una reflexión le vino " ¿Cuándo la Draconia acabara con ese furúnculo purulento?". Para Profeta esta prisión era una mancha de tinta sobre un pergamino virgen. ¿Su viaje en busca de Ardrakar lo llevaría a eliminar a Néhant para siempre? Mañana encontraría aquella por la cual arriesgaba tanto. Se acordó del principio del entrenamiento cuando era niño, no fallaba ninguna ocasión de estar en presencia de la futura sustituta de Arkalon. El lazo se reforzaba, era perfectamente consciente de eso. Esto le recordó también el tiempo bendito cuando bajo su forma de dragón era libre de volar y jugar con su compañera de aventuras. Jamás había comprendido por qué este lazo, que se había creado entre ellos desde su encuentro, existía. ¿Era ese el poder de un amor no confesado? ¿O una ayuda de Dragón para que Kounok se sintiera menos apartado de la gente a la que no se le parecía?
En el centro de la bruma de los Confines, la prisión de Néhant raramente había conocido tanta animación desde el fin de la guerra. Néhantistas preparaban concienzudamente la liberación de su mentor. La magia que lo encerraba se debilitaba, pero allí ni siquiera Amidaraxar lograba penetrar los secretos del poderoso ritual hecho por Eredan. A pesar de eso Néhant podía hacer una manifestación mágica de la gema en la cual estaba, consagrándole más realidad a su presencia. Una decena de esclavos trabajaban días y noches para mejorar la comodidad del lugar, habían erigido un trono esculpido en la roca roja de los alrededores. Sombrosa pasaba a la inmensa mayoría de su tiempo vigilando el lugar con el fin de que nadie percibiera su pequeño juego.
Néhant, bien en alto sobre su trono, rabiaba.
-¡¿Cómo se atreve a tener uno duda?! ¡¿Cómo puede escapar de mi magia?!Gritó.
Amidaraxar, rodilla en tierra, mirando hacia el suelo respondió.
- Encerrado en esta prisión su influencia es menos fuerte amo. Déjeme arreglar esto.
No veían el rostro de Néhant, escondido en una capucha ancha y negra, pero no había duda que en ese momento se congelo en reflexión. Sombrosa había tomado el lugar de Ardrakar cerca de Néhant, que era su antigua amante por razones prácticas: su talento increíble en el combate. Pero no podía dejar tal elemento volver al regazo de Dragón. También la decisión fue radical.
-Hazlo pues, quítame este problema.
Le ordenó a uno de los humanos presentes que lo siguiera en la bruma de los Confines. Lejos, la noche caía lentamente. El Néhantista se arrodillo ante él al hombre bajo su control y a continuación conjuró un libro de hechizos grande en sus manos. A medida que conjuraba, un círculo se dibujó alrededor de ellos y un halo de luz roja sombrío se formó alrededor del hombre que se echó a aullar con dolor. Su cuerpo cambió para volverse enorme, más grande que cualquier humano. Su forma era la de un demonio de la talla de dos hombres del cual se libraba un calor increíble.
- ¿Quién llama a Infernal? Dijo una extraña voz.
- Siempre dices la misma frase cuando se te invoca, podrías variar un poco, respondió Amidaraxar con humor.
-¡¿Tú?!
Infernal retrocedió dos pasos viendo a su invocador.
- Estoy a sus órdenes amo. Dijo cambiando de opinión.
- Hago caso omiso a su tuteo, voy a poner esto a la cuenta del tiempo pasado sin haber tenido que hacerlo a tus amos. Te necesito para que hagas venir a tus criados.
Infernal inclinó la cabeza luego puso la mano derecha sobre el suelo que se hendió en una multitud de grietas que brillaban intensamente. De ahí salió una decena de pequeños demonios, una especie de mini-infernales. Cacareantes y gimientes se agruparon entrechocándose unos con otros.
- Aquí están, amo, ordene, obedecerán.
-¡Corre a través de la llanura y devuélveme a Ardrakar! Dijo mostrando una dirección. ¡Sigue el olor de la demonio Rasgadura!
Capítulo 2 Rasgadura
Ardrakar había acabado por quedarse dormida, vencida por un cansancio que se acumulaba día tras día. Hasta en sus sueños su antigua vida intentaba resurgir...
La guerra duró varios meses. Las fuerzas de Néhant ganaban terreno sobre todos los frentes. Los 7 reinos habían caído rápidamente, el ataque tierras bárbaras del oeste. Ardrakar había recibido la carga de parar a una tribu compuesta, según un rumor, por seres que se saciaban de sangre. Los soldados bajo su mando tenían como virtud ser veteranos de la guerra contra el Imperio de Xzia, se encontraba también con una buena mitad de la tropa constituida por reclutas asustados.
-¡Que cobarde! Deben ser fuertes para Dragón.
Quimera hablaba a la caballero dragón con fuerza. Desde hace varios días dormía mal, llenada la cabeza de visiones horribles.
-Llévame al combate Ardrakar, no te decepcionaré.
Guió a sus hombres hasta la frontera de la Draconia donde encontró a los salvajes. La batalla fue violenta al extremo, si aunque al fin la victoria de la Draconia era total, pero al precio de numerosas vidas.
Un ruido cortó el sueño, o debería decir pesadilla, de Ardrakar. Sus ojos de demonio le permitían una visión clara aún si no había la menor luz. Ella los vio sólo en el momento en el que los criados le saltaron arriba. Su reacción fue demasiado tardía para escapar de ellos. Tuvo tiempo de coger a Azur y de atravesar uno antes de ser sumergida y finalmente derribada.
Kounok se despertó como si le acabasen de gritarle en los oídos. Puso sus manos contra su cabeza para atenuar el ruido, pero no sirvió. El lazo estaba allí, muy presente y en lo sucesivo claramente establecido. Sentía que peligraba, por eso se lanzó inmediatamente a su búsqueda. Voló como el viento a través de la llanura, empujando su caballo a dar lo máximo. Se dirigió por instinto en buena dirección y al cabo de una hora encontró un objeto que brillaba así como otros objetos. En el suelo descubrió un gran número de huellas en forma de garras. - ¡Azur! La espada yacía algunos metros más lejos recubierta con una sustancia viscosa y rojiza. Justo al lado un sirviente demoníaco intentaba arrastrarse para huir de la escena. Kounok hizo aparecer a Quimera y lo hundió en la criatura que sucumbió inmediatamente. Recuperó a Azur y siguió su rumbo, sintiendo siempre a Ardrakar en peligro.
Kounok tenía razón de preocuparse por ella porque los criados llegaron a dónde estaba Amidaraxar con su preciosa carga. La depositaron no lejos del cuerpo del humano que Infernal había habitado. Entonces empezaron a dar vueltas en círculo alrededor del Néhantista y de su presa. Ardrakar estaba herida por todas partes, los criados le habían arrastrado sin tener cuidado a que golpeara sobre piedras. Amidaraxar caminaba alrededor de ella como un buitre que estaba a punto de deleitarse de un cadáver.
-Querida Ardrakar, viniste al menos.
-Ami... daraxar... ¿A qué se debe esta farsa?
-¿Farsa? Esto no es una farsa, esto es el fin de la aventura para la caballero de Néhant. Después de tanto tiempo resultó un fracaso, un soldado perdido por la causa, se deleitó el Néhantista. También voy a recuperar lo que el amo te prestó. Será un proceso lento y extremadamente doloroso. Es probable que hasta mueras en el transcurso.
-Dimizar no permitirá esto, intentó replicar.
- Di... pero deja a ese loco donde está, no tiene ningún poder, sirve al amo como yo y si el amo quiere verte muerta, entonces su voluntad será hecha. Me acuerdo cuando te hice la guerrera que asustó a las civilizaciones. ¡Ese día allí te confié mi mejor elemento, pensando hacerte la máxima criatura, un ser próximo a Néhant! ¡Mírate, eres patética! Amidaraxar se alejó de ella y miró a los sirvientes. - Sosténganle las piernas y los brazos, ordenó sacando una daga negra de la manga. ¡Empecemos!
Hizo entonces una cortadura profunda en el brazo de Ardrakar e impregnó la lámina con su sangre. Los sirvientes entraron en trance y comenzaron al unísono un tipo de melodía mágica y lúgubre en una lengua que pocas personas se atrevían a hablar en tierra de Guem. Amidaraxar colocó su mano libre sobre su víctima totalmente encantada por el hechizo Nehantico. Una vez acabado, puso su mano sobre el vientre de Ardrakar que aulló con dolor. Su armadura y los trajes que recubrían la piel de su abdomen se consumieron rápidamente dejando la piel al aire libre. Luego mediante la magia el símbolo de Néhant apareció, como grabado por cuchillo, el dolor era incomparable e insostenible. Perdió conocimiento cuando el símbolo se completo y se iluminó de rojo sombrío.
-¡Corto las cadenas qué te retenían, demonio, ahora eres libre de volver a mí! Una mano translúcida salió del símbolo, luego la segunda. Se agarraron a lo que pudieron, luego fue el turno de una cabellera, luego de una cabeza inscrita con el símbolo Nehantico. Por fin, de un golpe, valiéndose de sus manos la criatura se propulsó para liberarse del cuerpo de Ardrakar. Tenía las facciones características de un demonio, la piel suave y una espesa cabellera de fuego, cuernos en lo alto de una cara inexpresiva y privada de boca. Sus formas eran las de una mujer y exactamente tenía la misma talla y forma que la de Ardrakar. Se inclinó para saludar a Amidaraxar encantado de ver de nuevo a la demonio. -Otro tiempo, otro nombre, en lo sucesivo serás nombrada Rasgadura.
La demonio puso de manifiesto una arma muy extraña, una especie de hoz de forma particular.
-Si puedes termínalo, de todo modo está perdida.
Kounok llegó en el momento en el que Rasgadura blandía su espada con la voluntad de abrir la garganta de Ardrakar. El Caballero Dragón saltó de su caballo para lanzarse sobre la demonio que tuvo el tiempo de reaccionar al asalto. El impacto fue duro pero ambos se recobraron y se levantaron rápidamente. Kounok puso de manifiesto a Quimera al mismo tiempo que los sirvientes huyeron para evitar el enfrentamiento. El tiempo se detuvo, Kounok observaba a sus adversarios detenidamente. Había un demonio, pero también había un Néhantista desconocido. No se preocuparía en vencer a sus enemigos, pretendería establecer una estrategia de protección con el fin de recuperar a Ardrakar. Despacio se interpuso entre el demonio y Ardrakar la cual seguía inconsciente. Amidaraxar se tomaba muy en serio la situación, se le había puesto al tanto del nombramiento de un nuevo Profeta así como de su descripción exacta. Conocía bien al antiguo Profeta porque había tenido un duelo mágico en el momento de la guerra contra Néhant y por lo tanto habría podido reaccionar en función si lo hubiera tenido frente a él. Pero este Profeta parecía ser un combatiente curtido, además llevaba Quimera y esto le hacía muy peligroso. Se contentó pues con mirar a Rasgadura pelear contra él. Los primeros intercambios entre ambos adversarios sólo eran pretextos para medir la fuerza del otro. Quimera vibraba de satisfacción en la mano de Kounok y por primera vez desde que la blandía, la lámina se dejo oír.
- ¡Venganza Kounok! Mataron a tu hermano y llegaste exactamente a tiempo para salvar a un antiguo Caballero Dragón. !!¡¡Sorpréndelos!!
El Profeta se concentró y acudió al lazo privilegiado con Dragón y se lanzó contra Rasgadura. Pero ésta era temible, dando prueba de una agilidad extraordinaria, esquivando la lámina de Kounok con destreza. Ella también preparaba un golpe. Cada demonio tenía su especialidad, y ella era más poderosa en compañía de sus sirvientes. Así que acudió a estos últimos que llegaron por un portal demoníaco. La situación se complicó para Kounok, estos pequeños demonios saltaban en el aire, más amenazadores unos que otros. Por desgracia para las criaturas no eran muy resistentes y en algunos golpes tres de ellas mordían el polvo. Los sirvientes saltaron sobre Kounok que los evitó, pero esto dejó una brecha a Rasgadura que dejo caer su cuchilla para cortar profundamente el costado del Guemeliano. Muy afortunadamente su armadura lo protegió gran parte. El respondió propulsándola sobre Amidaraxar. Era ahora o nunca. Kounok plantó Quimera en el suelo, levantó a Ardrakar para ponerla sobre su hombro antes de correr hacia su montura. Habría sido atrapado fácilmente si Quimera no hubiera emitido una luz fuerte y azul.
Amidaraxar que sintió allí la magia de Dragón y temiendo un posible ataque frenó la carrera de Rasgadura que iba a perseguir al fugitivo. -¡no! ¡Espera! Gritó teniendo el brazo de la demonio.
Haciendo bien de esperar ya que la lámina se evaporó creando un efecto mágico destructor.
-interesante encuentro. Este Profeta va a causarnos problemas. Apresurémonos para librar al amo lo más rápido posible. En Cuanto a ti demonio voy a enviarte a llevarle un mensaje a Dimizar.
Capítulo 3 Nuevas revelaciones
La lluvia caía sobre la mansión de Zejabel desde hace varios días. Dimizar sabía que Ardrakar había huido sin decir adiós, lo que lo había puesto fuera de sí. Pero la cólera dejó el sitio a la reflexión y a las interrogaciones. Se encerró en su laboratorio con la consigna de no molestarlo bajo ningún pretexto.
-¿Qué haces Dimizar? preguntó una voz procedente del espejo.
Pero no respondió.
-¿Qué haces a Dimizar?, repitió la voz con más insistencia.
-Busco algo. Pero gracias por inquietarse por lo que hago. Dijo leyendo una página precisa del periódico. Acabo de encontrarlo. De un paso decidido atravesó la cueva e hizo frente a su reflejo deformado. Respiró profundamente y dictó repetidas veces la misma frase en una lengua antigua. - ¿Qué haces? - T... Pero la imagen deformada desapareció de un golpe, dejando sitio a otra visión. El hechizo que acababa de lanzar servía en otro tiempo para localizar las tropas Néhantistas, Zejabel muy paranoico principalmente lo utilizaba para espiar a otros adeptos Néhantistas.
- Por qué no pensé en eso antes.
En efecto Dimizar podía así ver donde exactamente se encontraba Ardrakar. El destino estuvo más allá de sus expectativas porque localizó a Amidaraxar. Por curiosidad se detuvo en él y oyó lo que estaba hablando. Para su gran sorpresa la discusión se refería sobre Ardrakar que no estaba lejos de la prisión de Néhant. Observó pues todos los hechos y el gesto del teniente de Néhant durante horas largas, hasta la captura de Ardrakar. Un hecho le interesó más que el resto.
- Di... pero deja a ese loco donde está, no tiene ningún poder, sirve al amo como yo y si el amo quiere verte muerta, entonces su voluntad será hecha. Me acuerdo cuando te hice la guerrera que asustó a las civilizaciones. ¡Ese día allí te confié mi mejor elemento, pensando hacerte la máxima criatura, un ser próximo a Néhant! ¡Mírate, eres patética!
Frunciendo las cejas la cólera subió.
-¿Ah sí que no tengo ningún poder? Yo que te ayudé a salir de tu prisión de la que eras incapaz de salir solo, dijo como si Amidaraxar estuviese delante de él. ¿Por qué me tratas de loco?
Las ideas se atropellaban en su cerebro. Continuó viendo la escena y vio el combate contra Profeta y la inercia de Amidaraxar frente a él.
-Hules a traición por todos lados. Dimizar continuó el viaje con la ayuda del espejo para llegar hasta Máscara de hierro. Este último estaba detrás de la puerta cerrada del laboratorio y escuchaba lo que sucedía.
- Bien... cada vez mejor. Comprendo por qué Zejabel era tan prudente, va a hacer falta que proteja mis espaldas, dijo anulando el sortilegio.
Su imagen en el espejo se deformó de nuevo.
- ¿Entonces Dimizar, fue instructivo?
- ¿Maestro que significa esto? Se lamentó. Usted no está satisfecho de mí, poderoso Néhant, que su teniente y mi aprendiz juegan contra mí.
- Creo que estás listo para enterarte de la verdad.
- ¿De qué habla?
- ¿Jamás te preguntaste por qué tus compañeros no podían verme ni escucharme?
-¿Por qué esa es su voluntad?
- No, porque no lo pueden y jamás lo podrán. Me tomaste desde el principio por Néhant, pero no soy él, aunque yo le serví en otro tiempo.
- Zejabel, respondió Dimizar.
-Exactamente, tienes nuestra piedra-corazón, recuerda, lo dije a través de la carta que dejé. Tú eres yo y yo soy tú.
-Por qué haberme hecho creer que usted era Néhant. Usted me engañó.
-Era necesario. Y en verdad no te hice creer, tú me nombraste así. Pero gracias a mí eres tan poderoso en lo sucesivo como yo. Y esto no está acabado. Liberado de Néhant, esperando a mi heredero reflexioné sobre mi condición y sobre mis poderes. Estaban todavía muy presentes a pesar de todo. Entonces me propuse recuperarlos. Es gracias a mis descubrimientos que te hice lo que eres. Luego le permitiste a Néhant restablecerse moderadamente.
- ¿Qué importa?
- Para Néhant no eres nada más que un servidor, totalmente como yo lo fui y como tal sacrificable. Lo que trato de decirte es que todos los poderes que tienes, lo tienes sin estar en deuda de Néhant y esto gracias a mí. Haznos quien quieras ser. Estas atado a mi antigua piedra-corazón entonces esto no será difícil. El espejo empezó a brillar, provocando un flash verdusco. Cuando éste acabó Dimizar sintió los cambios. Fue circunspecto en el espejo, su imagen siempre fue deformada, excepto que esta vez, lo sabía, el reflejo era bien el suyo.
-Ahora, ocupemos nosotros del fisgón, dijo abriendo la puerta. Máscara de hierro sorprendido retrocedió en las escaleras.
-Es tu piedra-corazón la que tengo aquí, dijo Dimizar mostrando su mano donde efectivamente una piedra verde sombría se encontraba. Máscara de hierro puso la mano en el bolsillo interior de su abrigo y confirmó la ausencia de su piedra-corazón.
-¿Qué piensas hacer Dimizar?
-Lo que debí hacer cuando nos encontramos.
La piedra se volvió entonces negra como la oscuridad.
La Ofensiva Zil
Capitulo 1 - Vientos de Cambio
Kaketsu, el consejero de más edad se miraba en el espejo de su sala de aseo. Debía presentarse con su mejor atuendo porque ese día era un cambio en su vida. Sus sirvientes lo habían vestido con el atuendo de gala del Consejo, el que endosaba sólo en ocasiones muy, muy raras.
- Envejecí, le dijo a sus sirvientes.
- Somos todos presos del tiempo, Decano, pero en nuestra casa la vejez es signo de sabiduría.
- Aduladores, dijo el viejo hombre riéndose. Venga alrededor mío, compañeros. Los tres servidores pararon sus actividades para escuchar al decano.
- Estoy orgulloso de tenerlos a mi servicio, algunos desde hace algunos años, otros casi desde una vida. Ustedes son mi apoyo, mis confidentes, mis consejeros y a decir verdad espero que ustedes continúen asumiendo estos papeles en mis nuevas funciones. Sé que les pido mucho, pero sería un verdadero honor tenerles a mi lados.
Los servidores estuvieron sorprendidos. El de mayor edad de ellos, originario del imperio de Xzia sonreía.
- Usted sabe bien que le seguiré en su nuevas funciones, dijo el servidor inclinándose respetuosamente.
Los dos otros siguieron el movimiento.
- En este caso, prepárense para el viaje, nos iremos dentro de dos días. En cuanto a mí, ya es hora de hacer lo que tengo que hacer.
Este día allí el Consejo de gremios, disminuido de algunos miembros se preparaba para una reunión un tanto excepcional, lo que tenía una tendencia a ocurrir con frecuencia en estos días. El Decano entró en la gran sala donde ciertos sitios yacían desocupados, fue acogido por una salva de aplausos por parte de los Consejeros. El viejo hombre estaba tan conmovido que cuando tomó la palabra tenia la garganta anudada y la voz temblorosa.
- Gracias a todos mis amigos. Antes de comenzar esta sesión permítame tomar la palabra. Estoy en los albores de los ochenta años de vida. Tenía una decena de años cuando Eredan detuvo a Néhant, cerrando así una época de guerra. Incluso tuve el privilegio inmenso de encontrarlo y de hablarle. Todavía recuerdo lo que me dijo:
- Una nueva era de paz se abre a los pueblos de Guem. Héroes se levantaron frente a la adversidad y vencieron. Ahora otros héroes van a aparecer, fiadores de una paz preciosa.
Kaketsu marca una pausa para tomar aliento.
- Vi el Consejo de gremios crearse y sabía que mi sitio estaba allí, pensando proteger el mundo. Lo que hice hasta ahora. Ahora un nuevo conflicto asola las tierras de Guem y yo soy demasiado viejo, incapaz de ver la serpiente colarse entre las piedras. Los Consejeros fallaron, cayeron bajo la influencia del mal y sin la intervención de los Combatientes de Zil y de los Enviados de Noz' Dingard la situación habría empeorado. La antorcha debe ser transmitida a una nueva generación de consejeros y debe tener un nuevo decano.
La emoción se hizo sentir entre la asamblea.
- Es deber del de mayor de edad entre ustedes tomar el relevo y convertirse en el Consejero-decano.
Kaketsu dejó su pupitre para ponerse en el centro de la pieza.
- Consejero Veraz, acérquese. Veraz lo sabía, en ausencia de Edrianne que no era más consejera, era él el de mayor edad. Se adelantó con orgullo.
- Es su deber guiar a otros consejeros. La función del Decano no es simple, le hará falta mucha paciencia y sangre fría para resolver las peores situaciones. Pero su determinación en poner fin a la tempestad con la que nos enfrentamos me hace pensar que usted es la persona ideal. Lo nombro en nombre del Consejo y por mi capacidad, Consejero-decano, dijo tendiéndole la mano al nuevo Decano. Todo el mundo saludó este nombramiento, validando así la asunción a la función de Veraz.
- Ahora, Decano, Consejeros, los dejo, mis aposentos estarán vacíos algunos días. Buen viaje todos, dijo Kaketsu retrocediendo hacia la salida. No me despido de usted porque volveremos a vernos.
El viejo hombre dejó a aquellos con los que se había codeado durante años. Dejando a Veraz tomar sus primeras decisiones. Este último se instaló en el pupitre-sede del Consejero-decano y tomó la palabra.
- Queridos consejeros, tenemos mucho trabajo para mejorar la situación. En primer lugar hay que nombrar a nuevos consejeros que vendrán para sentarse entre nosotros. Así como lo requieren los reglamentos del Consejo usted tiene dos días para darme parte de sus recomendaciones que luego serán discutidas en una sesión particular el día siguiente.
Los consejeros comenzaron a hablar entre ellos, ya dejando escapar algunos nombres. Veraz anotó con aplicación los actos tomados hoy como debía hacerlo el Decano. Para esto le había ayudado mucho un pedazo de pergamino dejado por Kaketsu al que señalaba varios puntos que había que tratar. Una vez hecho esto y por primera vez golpeó el suelo con el bastón de ceremonia. Y se levantó.
- Como Consejero Decano, soy responsable de la validez de las leyes aprobadas por el Consejo. ¡En respuesta a los acontecimientos recientes invalido la ley sobre la autorización de la práctica de la magia Néhantista! por lo mismo el gremio del llamado Dimizar es declarado fuera de la ley.
No se escucho un solo ruido en la sala, solo el meneos de cabeza que apoyaba la decisión.
- Sabemos por fuentes confiables y con mucha evidencia de que el intento de hacerse con el poder es la obra de este tal Dimizar. También pido que sea puesto un precio por la cabeza de esta persona para que todos los gremios sean informados sobre eso. Votaremos mañana sobre este sujeto...
Una semana más tarde.
El Consejo salió luego de varios días de deliberaciones sobre sujetos diversos y muy importantes. Kaketsu había dejado el castillo de Kaes para regresar hacia el imperio de Xzia donde un puesto importante le esperaba. Marlok y Abyssien fueron convocados los dos al castillo, la razón de su llegada claramente no era clara, pero lo esperaban, el Consejo los había nombrado para unírseles a la organización. Veraz los recibió en una de las salas anexas.
- Gracias por haber aceptado dijo dándoles un vaso lleno de un bebida a sus invitados.
- Todavía no dije sí, ironizó Abyssien. Marlok tomó un trago y se puso en un sofá ancho.
- Vayamos Abyssien, no negarías una vuelta al Consejo mi amigo.
Abyssien se instaló en una butaca.
- Aunque no contaba con devolver la mano al nivel de los combatientes.
- Usted honra al Consejo, estoy seguro que seremos eficaz con usted. Usted ajustará los detalles administrativos como consejero a cargo de esto, me gustaría que habláramos de la situación actual.
- Piensa en Dimizar ¿no? Preguntó Marlok con aire serio.
Veraz se sentó, suspirando.
- Rozamos con lo peor con este demonio infiltrado. Desde entonces es importante tomar la delantera y llamar antes de que el enemigo perciba nuestra acción. No les dejemos ninguna tregua.
- Usted tiene razón Decano, dijo Abyssien. Más dejamos que el tiempo pase más dejamos que la corrupción se instale. Deles tarjeta blanca a los Combatientes de Zil y desalojaremos a Dimizar y sus amigos.
- El demonio que ha sido capturado habló, pero Dimizar está al tanto no va a quedarse en el mismo lugar, apoyo pues la demanda del consejero Abyssien, argumentó a Marlok.
- El Néhant ha sido declarado fuera de la ley, los combatientes pueden actuar, el Consejo da el aval para que se haga, replicó Veraz. Todo esto nos trae al segundo punto que está directamente atado a nuestro primer asunto. Parece que los Nómadas del Desierto son también un problema importante. Pero no podemos disolver ese gremio ya que sus miembros no han infringido las leyes, fuera de todos informe a los que conciernen ellos son claros sobre este punto, han sido atacados y se defendieron.
- Usted ha olvidado que su presencia provoca un cambio importante, provoca un tipo de corrupción en las tierras alrededores.
- Sí, Marlok, aunque esto sea el sentido común ninguno de nuestras leyes permite darles culpa a los que están sobre un territorio que no pertenece a nadie.
- ¿Usted quiere decir que mientras esto no alcance a la Draconia o al territorio del Imperio de Xzia o Eltaria no podemos hacer nada? Reprochó Marlok.
- Por desgracia.
- ¡Bueno! Voy a prevenir a Salvaje y a dejarle el mensaje, le dejo discutir sobre el futuro, dice Abyssien muy alegre y risueño.
Capitulo 2 - Ataque Directo
Gracias a diversas indicaciones, los Combatientes de Zil habían localizado con más o menos precisión el lugar donde debía estar la casa solariega de Zejabel. Salvaje llevaba las tropas con mucha pasión y todo el mundo estaba muy entusiasta por este ataque contra los que les habían causado muchos problemas el año pasado. Aunque la infiltración era para ellos un juego de niños, tuvieron muchos problemas para encontrar la entrada del túnel que llevaba a la casa solariega que estaba bien escondida por una magia néhantica. La cual no escapaba de la experiencia de Salem.
- Ahora apliquemos el plan al pie de la letra, ninguna desviación o distracción. En primer lugar Sombría, Sangrespada, y Enfurecida ustedes irán como exploradoras, quiero saber cuánto antes su indicación. En cuanto se sepa quiénes y dónde, se ataca con toda la fuerza de nuestros cuerpos. El objetivo es capturar a su jefe. Será fácil reconocerlo es él quien da las órdenes y que es protegido por su amigos. Sopló Salvaje.
El conjunto de Zil escuchaba con mucha atención y excitación. Por cierto todo esto era extremadamente peligroso, pero esto no era importante visto la puesta de la maniobra.
- Salem, Kuraying, le dejo poner en práctica su arte. Ergue sabes lo que tienes que hacer. ¿Cabeza grande nos haces la red por favor?
- No me llames cabeza gruesa, respondió el Espiritista con mucha paciencia. Me ocupo de esto.
- ¡Genial!
Salvaje respiró una gran bocanada de aire...
- ¡Nosotros no fallaremos! Dijo mirando a Kuraying.
El personaje extraño se levantó y se inclinó delante de la joven mujer. Su cara no dejaba duda sobre sus orígenes, venía el imperio de Xzia. Su papel en el seno de los Combatientes era preparar el terreno y hacer espectáculos en solitario con el fin de encontrar los lugares donde la gente fue abierta a los artistas.
- Señor Salem, puedo tener el honor de ocuparme de esconder a nuestros amigos con las sombras.
El espantapájaros meneo la cabeza y Kuraying se levantó.
- Vengan combatientes nombrados por Salvaje a los que esconderé de los ojos de los ignorantes, pidió el hombre de mirada sombría.
Kuraying los llevó aparte al amparo de un peñasco enorme.
- Le pido no moverse, quédense con los brazos pegados al cuerpo. Mientras que hizo como un tipo de baile alrededor de la sombra del peñasco, serpientes negras como la noche salieron de sus mangas para ir lentamente hasta una de las chicas. Hasta que todas ellas fueron enrolladas por una de las criaturas. Estas serpientes se enrollaron hasta apretar muy fuerte a su "presa".
- ¡Dejen a la sombra apoderarse de ustedes para hacer sólo uno!
Las serpientes se arremolinaron apretando cada vez más mucho cuando de un golpe no quedaron más que serpientes, la chicas Zil había desaparecido. Transformadas en serpientes de las sombras tenían qué pasar totalmente inadvertidas. Serpenteando deslizaron entre los peñascos y entraron en el orificio escondido en la pared de la montaña.
Del lado de Salvaje otra parte del plan se colocaba. Ergue cantaba un aire muy perturbador, extraño y exótico. Soriek golpeaba un pequeño tambor de forma particular, ritmando así el canto de su amigo. Otros Combatientes de Zil vigilaban los alrededores para que ninguno curioso viniera a meter las narices en sus asuntos. El espiritista estaba cerca de Salvaje con sus dos manos en sus sienes. "Salvaje, desde ahora puedes comunicarte con el resto de los Combatientes de Zil". Salem asistía al ritual de Ergue con mucho interés.
En su momento no sentía la presencia de estas personas en el Gremio que había fundado, hoy tenía esto por qué se había peleado, un Gremio de soldados fuertes.
“¿Sombría, Sangrespada, Enfurecida, a quién ven?"
“SSsssuis en el jardinss, allí estar estado lleno de humanosss, esssclavosss. Oh allí essstaa una criatura de cristal muy rojo y feo que protege la ssssalida del túnel. “Respondió Enfurecida.
“Estoy en la casa solariega, tiene allí un demonio que se pasea y un demonio con alas raras " dijo Sangrespada.
“Yo encontré el premio gordo, son numerosos abajo, tiene allí una cueva, un tipo de laboratorio."
En este momento, Ergue y Soriek fueron rodeados por un humo espeso y giratorio. Salem vio repetidas veces imágenes como de máscaras tribales, próximas a las usadas por los elfines, pero más imponentes. Poco a poco el humo esto concentró y rodeó a una persona de la talla de Soriek, excepto que no había más Ergue. Cuando él humo se disperso, Salem comprendió, Ergue y Soriek hacían sólo a uno, era muy impresionante.
“¿Hay que hacerlos salir de allí así cómo sacar ratas de su hoyo? " les dijo Salvaje a las chicas.
“¡Con fuego! " Exclamó Sombría, " Sangrespada venga choquen los 5."
“¡Llego! "
“¡Espere mi orden para actuar! Enfurecida, creo que tus amigos te esperan, vuelve a la entrada de la cueva del lado de la casa solariega y prepárate”.
“Muy bien, me voooyy ".
- ¡Ahora que Mashtok está aquí, podemos ir hasta allá, vamos a destruirlos!!! Dijo la criatura con la mezcla de las voces de Ergue y Soriek.
- En este caso, adelántate y diviértete. “¡Las chicas, apúrense ahora mismo! " grito Salvaje con firmeza.
Por su parte Sombría y Sangrespada volvieron a su apariencia normal en una esquina del laboratorio de Dimizar. El néhantista estaba allí con una parte de su camarilla. Sombría avisó a Sangrespada para lanzar su botella encendida al mismo tiempo que ella. Un pequeña seña con la cabeza y la fiesta comenzó. Las botellas se estrellaron sobre los muebles de madera, difundiendo su materia que se inflamó instantáneamente.
La sorpresa fue total para el néhantista. A la vista del ataque Dimizar y Máscara de hierro salieron pitando como conejos delante de cazadores. Solo Anagrama se quedó, visiblemente irritada observó entre el humo y las llamas a ambas responsables. Sombría y Sangrespada que comenzaron a subir a la torre que se dirige hacia la salida. Anagrama, muy depravada esperó que Sombría comenzara a subir para atacar. Sangrespada se dio cuenta rápidamente de eso y un combate se presentó entre ellas con la amenaza de las llamas como decorado.
Por el otro lado el asalto fue dado por Salvaje y Mashtok que se precipitó en el túnel, su objetivo era simple, empujar un gran peñasco para que rodara cuesta abajo de una pendiente y abrir el paso hasta la casa solariega. Otros Combatientes de Zil pisaron los talones de este, bien decididos a erradicar toda criatura néhantica. Enfurecida esperó para que la cabeza de Mashtok salga de la sombra del túnel para atacar a Carkasa. La criatura, mitad Ergue-mitad Soriek, dio un golpe a Carkasa con tal violencia, dejando el campo libre a los otros Zil para pasar.
Dimizar ordenó a Máscara de hierro defender la casa solariega mientras que iba a su oficina. El aprendiz de Dimizar reunió a Tragalma para asegurarse de hacer frente. La magia del néhantista se derritió sobre Mashtok, teniendo por resultado de dar la fuerza a Carkasa que repitió el paso para aventajar finalmente. Tragalma se enfrentó con Sinrostro y Kolera mientras que Saphyra y Salem se lanzaron contra Máscara de hierro. Manipulando por la magia de Dimizar y Máscara de hierro, los humanos a los alrededores fueron forzados a interponerse, dando asco a los Combatientes de Zil de tal perfidia.
Una tormenta estalló por encima de la casa solariega que vertía una lluvia recia. Cuando Enfurecida, había retirado y le había empezado un ritual semejante al de Ergue y Soriek antes del ataque. Mashtok le dio un gran golpe a Carkasa con sus dos manos juntas para hacerle retroceder, luego dio un salto atrás para reunirse con Enfurecida. Terorrifik el payaso y El espiritista se interpusieron a tiempo para que el ritual acabara, lo que duró sólo algunos minutos. Un rugido hizo eco en este lugar rodeado de altos acantilados.
Este grito, era el del monstruo, EL monstruo, la Abominación acababa de rehacer su aparición, mezcla de Enfurecida, Ergue y Soriek. La criatura Zil se echó sobre Carkasa y le asestó puñetazos rabiosos. Su furor era infinito y el pobre Carkasa apenas tuvo suerte contra un adversario tan fuerte. Varios golpes hicieron bailar como vals al coloso rojo, luego otro puñetazo comenzó a destrozar el cristal…
Por fin la Abominación puso todas sus fuerzas en un último golpe. La armadura de cristal que recubría a la pobre víctima de las experiencias de Dimizar estalló en decenas de pedazos que se agregaron a la lluvia. El corazón del hombre de carne y de sangre que se encontraba abajo dejó de pegar, acabado por su enemigo...
En él bajo suelo Anagrama, Sombría y Sangrespada se peleaban como furias. Pero las llamas les habían brotado en las escaleras que se le consagraban la ventaja a la mujer a los pasos de araña concediéndole un enfrentamiento uno contra uno.
Pero ambas Zil eran fuertes y ágiles, Anagrama tenía que escaparse de inmediato. Gracias a sus patas se agarró a la pared y de un salto las posiciones se invirtieron, estaba arriba y ellas abajo, era el buen momento, se echó a correr hacia la salida. En el segundo piso, Dimizar, reunido con el Caído tenía recuperar algunos asuntos importantes.
El humo nocivo rondaba sobre el techo. El néhantista no tenía elección, la única salida estaba bloqueada por los Combatientes de Zil, debía tomar otro camino. Verdaderamente no se tomó el tiempo para hacerlo bien, derribó su oficina y se echó a dibujar símbolos sobre el suelo.
- Con tal que esto funcione, dijo, inquieto. En el pasillo, Caído estuvo confrontado con un problema por lo menos inesperado. Télendar, que discretamente había seguido a los Combatientes de Zil desde hace varios días sacó provecho de la espalda del Caído para plantarle una daga muy profundamente entre los omóplatos y retirarlo tan rápidamente. El Demonio aulló y para evitar el segundo golpe saltó por la ventana a un gran estruendo. Tenido muchísimo dolor de aletear entre su herida y la lluvia, pero llegó allá al precio con grandes esfuerzos.
En el interior Télendar iba a poder desquitarse y ajustar su deuda con la Draconia. Derribó la puerta de la oficina de Dimizar y sumergió la daga adelante hacia la forma que se encontraba allí. El néhantista estaba a punto de desaparecer en el momento en el que la lámina perforó su pecho. Télendar lanzo la lámina y rodó por tierra para acabar su carrera la cabeza en los libros puestos a granel.
La batalla de la Casa solariega se había acabado algunos minutos más tarde. El balance no estaba a la altura de las esperanzas del gremio. La lluvia se detuvo rápidamente, dejando el fuego consumir despacio pero seguramente la casa solariega de Zejabel. Télendar fue al encuentro de sus antiguos compañeros asombrados de encontrarle aquí.
- Aunque Dimizar huyó, conseguí perjudicarle cosa que no olvidará. Espero que vaya morir después de eso.
Por fin los humanos eran libres y el resto de los néhantistas en fuga, esto daría la tregua en un mundo que lo necesitaba bien. Por fin pensaban todos.
Dimizar reaparecido al otro trozo del mundo en un lugar sombrío y húmedo. Estaba a cuatro patas, sangre fluía por su boca y a lo largo del puñado de la daga sumergido en su pulmón izquierdo.
Sentía su vida irse...
La llegada del Invierno
Oscuridad...
El calor debería atenuarse...
Sin embargo es más intenso que en las profundidades de la tierra...
Esto no puede suceder, escucho el eco de la lenta agonía...
¿Cuánto tiempo he dedicado a dormir?
La tierra se cubría de pétalos marchitos de rosas, dejaba al descubierto la riqueza del humus del bosque Eltariano. Algo emergió de allí, aparentemente una mano, pero hecha de raíces. Luego se levantó lentamente en ese lugar, acompañado por el solitario sonido del susurro que provocaba el viento al pasar través de las ramas casi desnudas. Los pocos animales que se estaban preparando para pasar el invierno escondidos dentro de una madriguera o un agujero de un árbol, se detuvieron intrigados por este suceso. Los montículos de tierra mezclada con vegetación muerta se abrieron en dos para darle lugar a una criatura por demás extraña. Ella tenía dos brazos, dos piernas y todas las características de un humanoide, pero su espalda estaba encorvada y sus dedos tocaban el suelo. Su aspecto frágil daba la impresión de ser una criatura muerta, pero este no era el caso. Se balanceaba de un lado a otro, y luego comenzó a caminar en una dirección. Sus pies habían perdido el hábito de caminar provocando que sus pasos fuesen imprecisos y lentos, en ocasiones terminando tumbado de nuevo en el suelo. Con dolor, su cuerpo entumecido por el sueño se despertaba lentamente. Sus ojos poco a poco se acostumbraron a la tenue luz del otoño, alcanzando a observar el caos. Era otoño, sin duda uno muy potente, pero de todos medos no era un otoño como otro. A pesar de que desde sus orígenes como fruto del Árbol-Mundo, a causa de su reloj interno siempre resurgía de las profundidades durante los inviernos. Desorientado, sin señales, la criatura deambulo hasta que supo adonde ir, atraído por sus pares.
Hablaespíritu venía siguiendo desde hace algún tiempo a los espíritus del bosque quienes se encontraban perturbados. Transitaban un camino que solo ellos parecían conocer, y uno de lo más ilógico. Rodearon un árbol, pasaron por debajo de una raíz, después cambiaron sin sentido la dirección. Pensó en algún momento que sus pequeños amigos le estaban jugando una travesura. Los espíritus con forma de llama se detuvieron cerca de un agujero recién excavado, donde las lombrices de tierra estaban luchando contra la glotonería de varios erizos. Hablaespíritu sintió la magia de la naturaleza y las pequeñas criaturas continuaron con su camino tan errático como desde su inicio. Por último, el Daïs se encontró cara a cara con la criatura salida de la tierra. Los espíritus saltaron y la rodearon como para darle la bienvenida. Ella no se movió, sus largos pies la mantenían estabilizada, mientras sus ojos miraban fijamente al Daïs. Hablaespíritu examinó este hallazgo con interés y curiosidad, y solo percibía pensamientos confusos. Él habló en su lengua. A pesar del aspecto físico no había duda de lo que había delante suyo, se trataba de un Daïs, pero uno al que no conocía, uno ancestral. La criatura cubierta de tierra y raíces se acerco a Hablaespíritu.
- Fruto del Gran Árbol, hijo de la naturaleza, ¿aceptaras la ayuda de un ancestro? Le dijo con el pensamiento.
Hablaespíritu asintió con la cabeza.
- El tiempo me encorvo y confundió mis ideas, me llevaron hasta mi hermano, Quercus, el mayor de todos los Daïs.
¿Quercus? Sí, el nombre de ese Daïs forma parte de las leyendas, fue el primer fruto del Árbol-Mundo y el que enseñó la voz de la naturaleza a Kei’zan.
- ¿Quercus? Él murió hace mucho tiempo, ¿quién eres tú para saberlo?
- Quercus... el regresó a la tierra. Eikytan es el nombre que me fue otorgado por el Gran Árbol. ¿Quién dirige a los Eltarianos?
A este nombre también lo había oído Hablaespíritu, El Kei’zan lo menciono en historias de otros tiempos. Eikytan... el guardián del invierno, quien procuraba que en la temporada de frió todos encontraran un sitio donde refugiarse hasta que llegara la primavera. ¡Pero en ningún caso se trataba de alguien vivo! El Daïs raramente se impresionaba por alguien o por algo, pero esta vez Hablaespíritu se sintió honrado por conocer y hablar con una persona tan ilustre.
- Ven Eikytan, te voy a llevar con Kei’zan.
- Kei’zan? Hmm... Bueno. Préstame tu hombro para asentar mi mano porque mis piernas están entumecidas.
Este gesto le provocó escalofríos a Hablaespíritu, pero no dijo nada prefiriendo ver lo que sucedería con el encuentro entre ellos.
Al norte del bosque Eltariano, El Sachem y Kei’zan se ocupaban del Comepiedras. Granizardo por su parte llegaba del territorio desde Akem, acompañado de dos invitados y aliados a los Corazón de Savia - Pilkim y su padre, el Maestro-Mago Marzhin. Estos habían sido enviados por Dragón para encontrar al Comepiedras y con el fin de evaluar su capacidad para actuar en el conflicto de la Piedra Caída del Cielo. El Kei’zan saludó a sus invitados con gran diplomacia.
- Enviados de Dragón, siéntanse como en casa...
No había terminado su frase cuando Pilkim, detrás de su padre se giro y vio un poco más allá, al Sachem hablando con el Comepiedras, pequeña criatura de apenas un metro de altura y apariencia de ser alguien único en su especie. El joven Draconiano tiro del manto de su padre, mostrándole la criatura.
- Por favor perdona a mi hijo, Kei’zan, el es un genio en términos de poder mágico, pero no es bueno con el protocolo, dijo Marzhin avergonzado.
- No pasa nada, viniste a ver al Comepiedras, así que no pierdas el tiempo, añadió el Daïs invitándolos a entrar en la aldea ahora habitada por aquellos que alguna vez residieron en los confines.
El viento flotaba lentamente entre los árboles, desnudándolos poco a poco de sus hojas color naranja. Pilkim corrió hacia la pequeña plaza central y se detuvo antes de llegar al Sachem quien le daba algunas gemas de colores a su pequeño protegido.
- Así que era cierto, el hecho de que comiera una gran cantidad de cristales extasió al joven mago. ¿El come mucho? ¿Ha crecido desde que salió de su huevo? Ese huevo estaba escondido ¿no? ¿Está hecho de magia? ¿Cuántas horas duerme por noche? En el caso de que durmiera, por supuesto...
Por primera vez el adolescente se mostró como un verdadero hablador, cuando lo habitual es que no diga ni una sola palabra, sobre todo en presencia de extranjeros y aun peor si tienen otros orígenes.
- ¡Pilkim! ¡Ahora mismo deja de acosarlo! Limitémonos en estos momentos a observar únicamente, porque por ahí es donde todo empieza.
La enseñanza de Marzhin era su mayor prioridad y siempre le hablaba a Pilkim como si fuese uno de sus estudiantes. Sin embargo él ya no tenía dos años, por lo que el al Guemeliano no le daba para nada gracia. El muchacho se comporto como esperaban de él y al mismo tiempo, demostró por qué era un dotado. Se agachó y examinó al Comepiedras, observando su naturaleza.
- Bueno, a juzgar por la magia que emana de él se podría pensar que es un Guemeliano. Es posible que sea el caso de que posea una piedra-corazón visible en la superficie de su cuerpo. Excepto que no tiene esta característica, a lo mejor a causa de su extraña apariencia la piedra se encuentra dentro de él.
Pilkim vaciló, luego tocó la piel de color gris del Comepiedras, recorriendo las extrañas franjas blancas que parecían sinuosos tatuajes.
- Me siento increíblemente poderoso y único... ¿Padre de qué elemento se tratará?
El Maestro-Mago era un especialista en Guemelianos, el mismo se había convertido en uno y en repetidas ocasiones, lo que para le significó una gran hazaña. Había muchos elementos, pero en el caso del Comepiedras estos no eran ni el fuego, ni el aire, ni el agua, ni siquiera unos más exóticos como la sombra o la luz. No era este el caso, era uno muy diferente, no una potencia que los draconianos conocieran, al menos no una familiar.
- ¿Hay algo que te haga pensar en el origen de la magia, hijo?
Pilkim frunció el ceño y puso las manos en la parte superior de la cabeza del Comepiedras. La relación evidente entre él y el Dragón salió a la luz.
- Es un Guemeliano... de Guem?? Se preguntó.
- Esa es la teoría que tengo. Dragón no nos ha enviado aquí por casualidad, al parecer conoce o conoció la naturaleza del Comepiedras.
Los Eltarianos presenciaban la escena tratando de seguir la conversación, pero los términos utilizados por los draconianos no eran los mismos que los suyos y se perdieron rápidamente.
- Lo que es sorprendente es que su apariencia corresponde a la de un niño, volviéndolo tan difícil de conocer sus habilidades. Dijo Marzhin perplejo. ¿Dices que estaba en un huevo?
- Sí, respondió el Sachem. Permanecía en esa forma desde que lo encontramos, hace ya mucho tiempo.
- ¿Entonces, por qué ha nacido ahora? Preguntó Pilkim.
- Una vez más tengo una teoría. Como debes saber, la magia proviene de Guem. Si nosotros los Guemelianos podemos usar una parte de la magia, como por ejemplo los Guemelianos de fuego la magia de fuego, de esa forma mantenemos una estrecha relación con dicho elemento. Dragón está relacionado con Guem, por eso su percepción del mundo es muy precisa. Lo mismo debe ocurrir con el Comepiedras.
- ¿Quieres decir que Guem ha pedido la intervención del Comepiedras? Pregunto Kei’zan.
- ¡Por supuesto! Pero no directamente, lo que amerita nuestra intervención. Dicho esto, me pregunto qué poderes poseerá.
Mientras Marzhin y Pilkim analizaban al Comepiedras, la atención de Kei’zan y Granizardo se desvió a la llegada de dos personas. Hablaespíritu llegaba por el camino de la aldea de Akem y el hombre que lo seguía congeló a Granizardo. Le trajo a la mente recuerdos muy desagradables.
- Eikytan!! Resonó con gran amargura en la mente de todos los presentes.
Kei’zan agarró el brazo de su hermano para detenerlo.
- ¡No! ¡No hagas nada que pueda causarte nuevamente un regreso a la prisión de ámbar! Amenazó.
Eikytan no distinguió a Kei’zan ni a Granizardo hasta que pudo observarlos mejor al acercarse hasta donde se encontraban los mismos.
- Aquí Eiky... Estaba por decir Hablaespíritu.
- Sabemos quién es, interrumpió Granizardo molesto por la presencia del viejo Daïs.
- En ese caso no los molestaré, dijo Hablaespíritu muy avergonzados por el repentino deterioro de la atmósfera.
- Te puedes quedar, amigo mío. En cuanto a ti Eikytan soy escéptico en cuanto a la razón de tu despertar.
El viejo Daïs trato de acercarse más pero el dolor lo obligó a descansar un poco antes de volver a intentarlo.
- Así que tú has tomado el lugar de Quercus, joven Daïs.
- ¡El no tomo su lugar, el rol de guía de la nación de Eltaria le fue confiada con la muerte del venerable! Jadeó Granizardo.
- No te di la palabra, paria. Tú no te dirijas a mí. Ordeno Eikytan.
Lamentó que su hermano interviniera.
- Ve a buscar noticias de nuestros exploradores y me adviertes si surge algo nuevo por favor, hermano mío.
Enojado, el Daïs pateó con su pie una inocente piedra y abandonó la escena rápidamente. Kei’zan invitó a Eikytan a descansar en la aldea y se alejó temporalmente de los Draconianos quienes a su vez se encontraban muy ocupados tratando de desentrañar los misterios del Comepiedras.
- La naturaleza agoniza, Kei’zan, ¿escuchas los gritos de su sufrimiento? Preguntó Eikytan.
- ¿Tienes alguna novedad para agregar? ¿Algo que ignore? ¿Por qué estás despierto?
- Algo está destruyendo la tierra, hace mucho calor, el invierno está tardando en acercarse y no será como de costumbre. Recuerda, yo soy el guardián del invierno y como tal, tenía que reaccionar con este profundo cambio.
- De lo que hablas es consecuencia de una piedra que cayó del cielo hace ya algún tiempo. Estamos buscando con nuestros aliados una forma de deshacernos de ella, pero está bien protegida por un pueblo cuya magia es muy diferente a la nuestra.
- Me aliare contigo, Kei’zan, en la lucha de nuestro pueblo. Con mi partida despertaran las criaturas del invierno.
El líder de los Corazón de Savia había olvidado ese detalle, los guardianes de las temporadas en caso de peligro podrían despertar los espíritus de las otras temporadas. Eso sucedería en un invierno frío e implacable como la temporada que está por llegar. Por el momento y varias semanas antes, el Comepiedras no había hecho progresos y la situación cada vez ameritaba más y más, si la piedra agredía a la naturaleza entonces tendremos que decidir rápidamente, sí actuamos sin el Comepiedras o sí esperamos una reacción de su parte.
- Bueno, cualquier ayuda es bienvenida en estos tiempos de conflicto.
Marzhin y Pilkim pasaron la noche en presencia del Comepiedras. El adolescente tuvo la oportunidad de escribir todo lo que pudo para un informe que posteriormente enviaría al Compendio, una organización a la que el espera integrar alcanzada su mayoría de edad. Lo tenía todo en el mismo, tamaño, forma, cómo se movía, la forma de los restos del huevo. Lo más notable era su increíble metabolismo. Su nombre no fue adrede, sólo comía piedras pero con una notable preferencia por los cristales. Eikytan no pudo evitar la atracción y pronto comenzó a tener interés en la pequeña criatura. Escuchó con mucha atención las conversaciones de los seres humanos y los encontró sabios e inteligentes. También conocía la leyenda sobre el Comepiedras, pero fue un recuerdo vago dentro de su espíritu y únicamente con mucho esfuerzo lograba acordarse algo de él. Se esperanzó al recordar algo con el efecto de una bomba.
- Cuando yo nací, entre los primeros frutos del Árbol-Mundo, habían varios Comepiedras. Nosotros los llamábamos solo Cristaliens. En ese momento las naciones humanas eran sólo unas pocas tribus dispersas por Guem. Un día desaparecieron sin que nadie sepa qué fue de ellos. Sólo quedaron unos pocos huevos, incluido éste. El Kei’zan se sorprendido bastante por esta historia, debido a que él había nacido mucho después de la desaparición de los Comepiedras. A su vez se acerco aun más para escuchar la historia de su mayor.
- Entonces, ¿tu viste a los adultos? Se atrevió a preguntar Pilkim.
- Sí. Cuando un joven Cristalien poseía demasiado poder dentro de él se aislaba para convertirse en otra cosa.
- ¿Como una oruga en una mariposa? Dijo Marzhin fascinado.
- Pero como hacen para alcanzar la... Pero Pilkim interrumpió su opinión y se levantó lentamente para no perder su brillante idea. Padre, cierto que las Piedras-Corazón son fuentes de gran poder mágico, ¿no?
Él no espero a que su padre respondiera porque ya sabía muy bien la respuesta.
- Creo que un Comepiedras puede llegar a adquirir potencia ingiriendo piedras-corazón.
- Pero dudo que alguien pueda devorar una piedra-corazón y los guemelianos no pueden vivir sin ellas.
Marzhin asintió a su hijo, no había demasiadas opciones para que un Comepiedras obtuviera lo necesario.
- La piedra-corazón del Árbol-Mundo, dijo Kei’zan evitando que Pilkim respondiera.
Si Eikytan tuviera boca, entonces él habría sonreído.
- ¿El Árbol-Mundo poseía una piedra-corazón? ¡Ciertamente el día de hoy estaba realmente lleno de enseñanzas! Comento Marzhin a su turno.
- Sí tenía una, pero estallo juntamente con él. Quedaron fragmentos, pero sólo uno de ellos todavía tiene la magia del Árbol-Mundo y llevará mucho de tiempo para que el Comepiedras lo encuentre. Acotó Kei’zan abruptamente.
La alegría de los draconianos fue efímera, pero aun existían otras probabilidades para encontrar.
- ¿Resplandores de Dragón? Nosotros los usamos para nuestros rituales más poderosos, ¿pero podrían ser de su agrado? Suscitó Pilkim la atención de su padre.
Después de un largo suspiro y una intensa reflexión del Maestro-Mago, él estuvo de acuerdo.
- Esta es la mejor solución que encontramos. Podríamos buscar vendedores de piedras-corazón, pero el resultado sería incierto. ¡Tenemos que contactar a Dragón cuanto antes! Se entusiasmó. Pilkim, ven dime que te ha confiado Marlok antes de partir, algo que nos sea útil.
Muy lejos de allí, Marlok se encontraba en su laboratorio cuando sintió que uno de sus cristales mágicos colocados sobre la mesa se activo por la magia. Corrió hacia él y lo tomo con la mano izquierda porque el mismo tenía que tener contacto con la carne para que la conexión se realizara. Inmediatamente los espíritus de Marzhin y Marlok entraron en contacto como si sus pensamientos se hubieran fusionado. La experiencia fue inquietante para los draconianos. Una extraña discusión tuvo lugar entre ellos, pero no como si fuese cara a cara, sino más bien como una maraña de pensamientos, impresiones, sentimientos. Sólo duró un instante, pero el mensaje ya había pasado. Marlok asentó el cristal lentamente sobre su escritorio, pero el objeto se partió en dos.
- La próxima vez tendrá que resistir el cristal, porque si no me va a costar una fortuna. Pues bien, enviare un resplandor de Dragón a Marzhin... Sólo que ...
Marlok se dirigió al palacio para pedir una audiencia con Anryéna, quien asumió la gerencia en ausencia de Kounok. Por lo que pretendía resultó ser mucho más fácil de lo que presagiaba. Todavía tenía que enviar el objeto rápidamente y dada la distancia entre la Draconia y el bosque Eltariano, Marlok se la tendría que ingeniar nuevamente. Pero los miembros del Compendio son magos formidables y gracias a ellos, sumado a un poco de impulso de parte del mismísimo Dragón en persona, el resplandor fue teletransportado a Marzhin y su hijo.
Fue Pilkim quien tuvo el honor de darle el resplandor del Dragón al Comepiedras. Sus ojos brillaban de alegría cuando el mago le entregó el cristal relleno de magia, no se le pudo resistir y se abalanzó sobre él como un niño a un pastel. El resplandor del Dragón no pudo resistirse a sus poderosas mandíbulas, las que trituraban cada partícula mientras las ingería complacidamente por su delicioso sabor. Una vez que termino, se levantó fácilmente y salió corriendo hacia la salida del pueblo. Toda la tropa hizo lo mismo y la siguieron a través de un largo bosque antes de que el Comepiedras se detuviese en una zona tranquila y serena. Allí, entre los árboles y sus grandes raíces, el Comepiedras cayó inconsciente. Los Eltarianos no se sorprendieron por esto, pero Eikytan retuvo a Marzhin.
- Espera, deja a la naturaleza actuar.
El Comepiedras se encontraba en posición fetal y poco a poco se empezó a formar un caparazón alrededor de él, hasta que al final terminó dentro de su interior.
- Déjenlo tranquilo, dijo el Kei’zan. Draconianos si desean pueden quedarse para observar, pronto el aire renacerá... progresivamente.
Efectivamente Pilkim no había esperado demasiado tiempo antes de continuar tomando notas.
- Sí, gracias Kei’zan, nos quedaremos aquí para ser testigos de su nacimiento. ¿Pero no nos quedamos ya demasiado tiempo?
- No se preocupen para nada.
Dos días habían pasado y los draconianos habían terminado sus largas observaciones. Se esperaba con entusiasmo lo que sería un renacimiento. A su debido tiempo, el huevo se dividió por una multitud de grietas y en su parte superior emergió algo, mientras crujía como si se rompiera un cristal. Pilkim estaba en la cúspide de su excitación, asistiría a un evento que para él seria "el mejor momento de su vida." Uno a uno los pedazos del cascaron caían sobre las milenarias raíces.
- ¡Es pegajoso! Contó Pilkim con alegría. ¿Debo anotarlo también?
- Sí, por supuesto, la academia necesitará de este tipo de detalles. Mira cuidadosamente Pilkim, dudo que tengamos la oportunidad de volver a presenciar esto otro día.
Marzhin ayudó al Comepiedras a salir de su huevo y su tamaño los sorprendió. El Comepiedras ahora tenía una forma femenina y era del tamaño de Pilkim. Ella tenía el cabello corto y de color perlado.
- ¡Es una niña! ¡Increíble! Exclamo Pilkim algo inhibido. Siento una fuerte magia que emana de ella.
- Sí, y mucho más que eso, respondió su padre.
La Comepiedras se estiró, bostezó abriendo toda su mandíbula y luego sonrió a su público. Una vez que pudo liberarse del extraño líquido del huevo dio unos pasos, acostumbrándose a su nuevo tamaño. Marzhin, atentamente le ofreció su abrigo para cubrirse.
- Gracias, Maestro-Mago Marzhin, dijo tocándole la piedra en la frente del draconiano. Estas próximo a Guem, ¡mantente así!
- Yo... Yo la llevare a un lugar mas cómodo, dijo tartamudeando.
Pilkim no podía dejar de hacer preguntas.
- ¿Usted habla nuestro idioma? ¿Usted nos reconoce? ¿Cuáles son sus creencias? Etc...
El Guemeliano de Guem puso su mano sobre su mejilla, mientras el joven mago se ponía del rojo de una langosta como acostumbraba aponerse al entrar en contacto con mujeres.
- Tendrás tus respuestas Pilkim, pero por ahora necesito descansar, la transformación fue rápida gracias a Dragón, pero me dejo muy agotada.
En la aldea, reapareció Granizardo acompañado de Mélissandra, la Elfina estaba muy preocupada.
- Kei’zan, el pueblo de la Kotoba marchara con un ejército para atacar a los invasores. ¿Quizás esta sea la oportunidad de unir fuerzas con ellos para erradicar definitivamente esta amenaza?
El Daïs analizó la situación y tomó una de las decisiones más importantes de su vida.
- Mélissandra, prepara a la tribu. Eikytan, despierta a los espíritus del invierno, por mi parte me encargare del Llamado. Ahora que tenemos a la Comepiedras podremos obtener la victoria.
Arribaron los Enviados de Noz'Dingard acompañados de su nueva amiga.
- Por lo que sé, intervino Marzhin, Dragón también enviará una delegación para apoyar a la Kotoba. Mi misión acá ha finalizado por lo que también me uniré a ellos.
- ¿Cómo darte las gracias por su ayuda? Preguntó Eikytan.
- Bueno como sabrás, la ayuda que nos brindaran en la batalla que se avecina ya es una valiosa recompensa.
Sociedad Secreta
Capítulo 1: Chantelain
Las llamas de las velas vacilaban cada vez que el viento soplaba afuera, las sombras bailadoras no perturbaban al Consejero Chantelain. Instalado en su vieja oficina recubierta con pergaminos anotaba con minucia toda la información que creyera pertinente para el registro entre todo el papeleo. La pluma temblorosa mostraba la emoción de este, cada palabra inscrita lo acercaba a una verdad, a la verdad, la que quebrantaría un mito. Sumergió la pluma en la tinta, respiró profundamente mirando la puerta cerrada por una barra de metal. El hombre, originario de las tierras altas del oeste se había convertido a muy temprana edad en consejero gracias a sus capacidades de investigador, ya que no contaba el número de consultas resueltas a través de él. Con casi treinta años era uno de los pilares del Consejo de los gremios. Pero esta vez la investigación era una bolsa verdadera de nudos, una cesta de cangrejos donde está a punto de perder los dedos. Una gota de tinta cayó sobre el escritorio gastado de su oficina, sacándolo así de su estupor. Iba a empezar de nuevo a escribir cuando todas las velas se apagaron, sumergiendo la pieza en la oscuridad. El ruido del viento silbante era el único sonido audible en aquel momento. Chantelain se levantó despacio, barriendo la habitación de la mirada, cogió una daga escondida bajo varios pergaminos. En ese momento lo sabía, estaba allí.
-Acércate Caza-magos, facilítame la tarea entregándote tú mismo, dijo como si su adversario estuviera allí.
Chantelain se colocó en una esquina de la pieza para tener una mejor visibilidad. ¿Al final posiblemente era sólo una corriente de aire que había soplado las llamas? ¿Todas las llamas? No imposible. Repentinamente a lo lejos un relámpago atravesó el cielo que alumbró por un instante la pieza. ¡Allí! Lo había visto, estaba allí en el medio. El combate empezó, Chantelain no esperó y sobre todo no tenía miedo. Esperaba esta visita y se había preparado para esto. Los intercambios fueron interrumpidos por los relámpagos que hendían la noche. Las láminas unas veces se entrechocaban, y otras daban en el blanco. La lente del Caza-magos le habría permitido, si no fuera por los relámpagos, tener una gran ventaja porque para él la oscuridad no era un problema. El cuerpo a cuerpo fue violento, El Caza-magos no esperaba una oposición tan buena, había juzgado mal su blanco. La pelea se convirtió en un ballet, uno empujando al otro, luego al revés, objetos cayendo, chocando o estrellándose sobre el suelo con estruendo.
Toda esta conmoción atrajo a los guardias de la casa, que se apresuraron a golpear la puerta con llave y gritaron: "señor" y "¿Qué es lo que sucede?". El Caza-magos no tenía elección, había que aplicar el plan. Dio una patada a Chantelain que retrocedió hasta su oficina luego con un movimiento amplio pero rápido desenvainó una pistola y tiró en el momento en el que un relámpago rasgó el cielo. Falló por muy poco y su blanco ya reaccionaba. En un segundo saltó sobre el Caza-magos y lo levantó empujándolo hacia la ventana. Su maniobra funcionó, el consejero sabía que para salir de este abejaruco haría falta que los guardias intervinieran. Empujando lo más fuerte posible y ambos pasaron a través del cristal y cayeron al primer piso. El Caza-magos que se encontraba abajo se estrelló sobre el suelo herboso dolido por el golpe, Chantelain cayó justo al lado y tuvo más suerte que su rival. Se lanzo inmediatamente sobre su arma para recomenzar el combate. El Caza-magos se levantó más mal que bien y ahora que los relámpagos se volvían casi incesantes no veía nada más.
-¿Entonces Caza-magos, es todo lo que puedes dar? Gritó a Chantelain con el fin de provocar con su insolencia al célebre asesino. Conozco tus pequeños secretos.
Este último se sacó su máscara para ver mejor, descubriendo la cara de un hombre moreno con los cabellos cortos y con el rostro estropeado por diversas cicatrices. Ambos hombres eran circunspectos, Chantelain prestaba atención al menor detalle para no perder nada de este encuentro. Si el Caza-mago se recupero de la caída sin el menor problema, ¡Había que continuar peleando! La pistola de su adversario había caído en la oficina antes de la caída por lo tanto no tenía que temer más por esta, sólo su habilidad iba a notar la diferencia. Caza-magos atacó, desvaino unas pequeñas dagas muy cortas y las lanzo sobre Chantelain con el fin de darse el tiempo de llegar al objetivo. Efectivamente su adversario los esquivó sin demasiada dificultad y consciente de la maniobra se agacho sosteniendo dos dagas en manos. En este instante, en el momento en el que el Caza-magos iba a golpearlo, el Consejero saltó con su daga para adelante. Caza-magos, demasiado ceca, no tuvo tiempo de esquivar el ataque, la lámina se hundió en su pecho del lado de su pulmón derecho. Al mismo tiempo había conseguido plantar su daga entra una de las costillas de Chantelain. El Caza-magos se hundió en el suelo mientras que Chantelain soltaba el puñal de su arma. El Consejero vaciló y pasó la mano al nivel de su herida, perdía sangre pero su vida no estaba en juego. En el suelo el Caza-magos todavía se movía pero ya no era un peligro. Luego Chantelain tuvo un dolor violento en la cabeza, cayó de rodillas, su visión se nubló. El dolor lentamente se propagaba. Una sombra pasó al lado de él, luego otra. Reconoció para su pesar, otro Caza-magos. En cuanto al otro su postura era diferente, menos abultada parecía más próxima al cuerpo de un hombre y provista de una libertad importante de movimiento.
- Si conoces nuestros secretos sabes que nosotros somos varios y no del mismo nivel. No te preocupes, no haría el error de matarte a Chantelain sé lo que te preparaste para nuestro encuentro...
- ¿Que... que... que me has hecho? Dijo al Consejero con dificultad.
El Caza-magos con la capa recogió a su homólogo mientras que el otro se volvió hacia Chantelain.
- Jamás verás de nuevo la luz de día Consejero.
- Esa... voz... tú eres... El dolor era demasiado fuerte, todos sus músculos se contrajeron. Su cuerpo no resistió y cayó en la inconsciencia...
Capítulo 2: Sombría
Dos meses antes, Veraz accedía al puesto de Consejero-decano, abriendo una nueva era, más moderna y menos aletargada en un contexto que le necesitaba. Al igual que otros consejeros tuvo que informarse de las nuevas directivas. Chantelain había sido un opositor feroz de Edrianne y el aliado de Veraz antes de que limpieza fuera hecha al Consejo y que los consejeros corrompidos por los Néhantistas fueran degradados de su rango. Con Veraz, a los pedidos Ouestien fue persuadido de que iba a tener grandes cambios, cambiando así costumbres viejas. No se decepcionó, porque el encuentro entre ambos hombres se hizo en los jardines donde a pesar de la llegada de la temporada fría las flores sacaban provecho del sol.
-Felicitaciones para tu nombramiento Consejero-decano.
-Gracias Chantelain dijo estrechando la mano de su amigo. Te debo en parte este nombramiento y esto no lo olvidare, añadió invitándole a caminar.
-¿Cuáles son mis nuevas prerrogativas en lo sucesivo? Preguntó Chantelain.
-Bien, querido amigo, tengo un asunto importante, diría hasta critico, que confiarte, respondió solemnemente.
Esta tarde debería llegar una persona, un miembro de los Combatientes de Zil. Según el Consejero Abyssien tendría informaciones importantes y vitales que conciernen al Caza-magos. En la evocación de este nombre Chantelain se intereso, el ojo le chispeaba de curiosidad.
-¿Quieres que investigue sobre El Caza-magos? Si mis memorias son buenas, la última persona que intentó descubrir la identidad de este asesino fue asesinada y eso fue hace ya diez años.
-Sé que es peligroso y tu vida es valiosa para mí, pero no veo nadie más para esta misión delicada.
Chantelain reflexionó algunos instantes antes de proseguir la marcha. -Es una situación peligrosa, pero la perspectiva de desenmascarar al Caza-magos es una motivación a la altura del peligro. Acepto la misión.
La misma tarde, Chantelain recibió en secreto a este testigo famoso que no era otro más que la joven Sombría. La audición pasó en una de las salas de interrogatorio muy poco utilizadas. La pieza era realmente muy pequeña, teniendo en total tres muebles; una mesa y dos sillas. Chantelain encendió tres velas pegadas a la mesa e invitó a Sombría a sentarse. La joven combatiente de Zil examinó la habitación y ya bastante lejos y al amparo de las miradas indiscretas tomó asiento. El Consejero sacó de su bolsa algo para tomar notas y se presentó con algunas cuestiones generales.
-Sombría, es un apodo ¿no? ¿Cuál es su verdadero nombre? Aunque la pregunta era bastante trillada el consejero le pidió a la joven mujer muchos esfuerzos como si no conociera su verdadero nombre.
-Creo que era Yasma. Pero no estoy segura. Me llamaron Sombría poco tiempo después.
-¿Perdió la memoria? - Perdido no es la palabra correcta, me secuestraron cuando era pequeña y procuraron que no fuera más que una entidad
- ¿Procuraron? ¿Usted quiere decir que son varios?
-Sí, es una organización, son numerosos.
-Deme más detalles por favor. ¿Tiene un número exacto para darme? ¿Un lugar? ¿Nombres? ¿Cuáles son sus métodos? Chantelain visiblemente estaba encantado de este encuentro, le entregaban la información servida en bandeja
-Por desgracia procuraron que me acordara de poco. Vivía en un pequeño pueblo. Me acuerdo de haber sido vendida a un vendedor por parientes que no podían cuidarme. No recuerdo más de sus caras y a decir verdad la memoria que tengo luego es un hombre que me compra y me trae a un lugar donde había otros niños como yo.
No sé donde estaba pero nos entrenaron para convertirnos en asesinos perfectos. Los más débiles fueron eliminados así que entre los de mi edad fuimos solo un puñado que tuvo el derecho al Paso.
- en qué consistía este... ¿Paso?
- Matar a alguien sin hacerse tomar.
-¡Qué locura!
-Ahora que lo pienso, también lo encuentro ridículo, pero cuando se forma parte de la organización de Caza-magos pensamos de otro modo.
-Continua, luego qué paso.
- recuerdo de aquel que maté, un aprendiz mago en lo profundo de la Draconia. Todavía tengo el olor de su sangre impregnado en mis fosas nasales. Dijo haciendo muecas. Pero lo conseguí y entonces me dieron el traje para convertirme en una parte del sistema. Es aquí dónde se pierde pie, la doctrina y las reglas son estrictas y quien no las sigue corre riesgo su vida.
-Suena como una enorme organización.
-La red es gigantesca y están extremadamente bien informados. No hay duda que nuestra charla no quedará en privado por mucho tiempo. Encontré a gente capaces de protegerme a cambio de mis servicios, ¿pero?
-No tengas miedo por mí, tengo mis recursos. Continua con tu historia te lo ruego.
Sombría respiro profundamente, recordando pasos de su vida que preferiría olvidar.
-En cuanto uno se hace Caza-magos nos ponen bajo la tutela del Caza-magos más antiguo, se nos da un contrato, una persona que hay que matar. La persona a la que debía matar era un sacerdote, un blanco fácil.
Pero no salió como debía ser, creo que el destino no quería que cumpliera este acto. Al final me encontré moribunda a las orillas de un río, Caza-magos que me acompañaba me abandonó pensándome por muerta. Hizo un error gravísimo porque en este caso habría debido buscarme para eliminar mi cuerpo. Pero no lo hizo.
-¿Y en este caso?
-Dos elecciones. Uno es reparar su error, la otra es la muerte. Visto que no lo vimos de nuevo pienso que murió. Pero si no fuera el caso, lo espero a firmemente.
-Veo, dijo Chantelain poniendo su pluma sobre la mesa. ¿Ahora, usted sabría darme un lugar?
Sombría negó con la cabeza.
- Los Caza-magos utilizan una magia y una tecnología asombrosa, tanto que si una misión no era completada no se podía recordar un punto de encuentro.
Generalmente no se encuentra un Caza-magos, es él quien nos encuentra. No tengo nada más que decirle por desgracia.
-Usted ya abrió muchas puertas, todavía no tengo conocimiento del expediente, pero su testimonio será útil. Gracias por todo y gracias por su coraje.
-Esto no es coraje, tengo sólo una esperanza, ¡¡Que todos ellos mueran!! Dijo Sombría levantándose de su silla.
Capítulo 3: Cazar al caza-magos
Los archivos del Consejo ocupaban una única torre entera del imponente castillo de Kaes, la morada que pertenecía en otro tiempo al protector. En casi cien años, la construcción había sufrido numerosas modificaciones y casi no tenía mucho parecido con su forma primaria. Chantelain había recorrido un verdadero laberinto antes de llegar a destino, un lugar donde rara vez entraban los visitantes. Sin embargo, según su opinión, los archivos eran un punto estratégico, una fuente de información y una fuente de conocimientos. Contigua a la biblioteca, que estaba mucho menos ordenada y el consejero pensaba pasar numerosas horas antes de encontrar lo que quería. Visiblemente su llegada despertó al responsable de toda esto, Leonera.
- ¿Qué puedo hacer por usted consejero Chantelain? Preguntó el joven hombre. Después de haber desplegado un pergamino y leído su contenido, respondió a su homólogo.
-Debo obtener el acceso a los informes finales del consejero Egobert. Luego debo tener acceso al expediente cuyo número está inscrito aquí, dijo con aire estricto.
Muy impresionado el archivero se fue al cuarto de torre balbuceando un "sígame " que, como eco, se reflejó sobre las paredes de la torre. El interior tenía una arquitectura verdaderamente original. Varias escaleras iban a lo largo de las paredes de la torre escalada. Las paredes que fueron construidas sin ninguna pared ni viga que lo sostuviera, daba la impresión para los visitantes que venían por primera vez podría que todo esto podía derrumbarse de un golpe. Pero tal no era el caso y a pesar del tiempo poco clemente de la región nada se movía. En el centro de la torre se encontraba un pilar enorme de piedra alrededor del cual una escalera se enrollaba hasta su cumbre. Y por todas partes, a lo largo de dichas escaleras, se encontraban estanterías que rebosaban de pergaminos y baratijas de todo tipo.
El joven archivista llevó a Chantelain hasta lo más alto de la torre en la única parte de la torre cerrada con dos vueltas. Esta sección, reservada para las personas autorizadas estaba asombrosamente arreglada. Cada estantería poseía un número, como para el resto de los archivos, pero aquí la magia protegía cada alcoba para que ningún intruso pudiera poner la mano sobre informaciones delicadas.
-Oh, aquí. Por favor, firme el registro de los retiros.
Cada archivo tenía su ficha, permitiendo así volver a trazar las diversas consultas hechas. Chantelain echó una ojeada rápida sin tener cuidado con los detalles. Luego, después de haber firmado recuperó un cofrecito ancho de madera antes de sumergirlo rápidamente en una bolsa de lona que llevaba. Una vez fuera de la habitación el archivista lo llevó a la siguiente plataforma en el centro de la torre.
-He aquí las notas del consejero Egobert. No fue conocido por su rigor.
-Veo, dijo Chantelain alzando las cejas. Bueno le agradezco, ya puedes descansar, esto va a llevarme tiempo.
Efectivamente el consejero se quedó allí cerca de una hora. Egobert estuvo en su puesto durante casi diez años y estando a cargo de los asuntos corrientes, sus informes fueron numerosos. Después de una selección intensa y un arreglo obligatorio Chantelain se asombró. Cada consejero debía tener un registro de sus informes con el fin de servir de índice a quienquiera que consultar sus escritos, pero allí faltaban varias hojas del registro. Volviendo a trazar el historial de los informes la desaparición flagrante de documentos saltó a la vista.
-No me extraña. A pesar de todo y gracias a sus dones de deducción encontró a pesar de todo algunos informes interesantes. El día siguiente su oficina se había transformado en una verdadera obra, acumulando pergaminos Chantelain no se le escapo nada, acechando el menor indicio.
-Vamos viejo, concéntrate. "El hombre iba de negro y era muy grande" "rápido como el relámpago, pequeño con una capa, algo brillaba sobre su cara "... "Organización".
-Ya está confirmado, estamos en relación con una sociedad secreta. Si los informes de asesinato son ciertos, supieron dar en el blanco siempre con precisión, los detalles son inquietantes porque todos los sistemas de seguridad, hasta los mágicos fueron desbaratados. Están demasiado informados para que esto sea fruto del azar, deben tener allí un cerebro detrás de todo esto. Hace falta que me proteja. Cogió una campanilla y lo hizo zumbar, llamando a uno de sus servidores. Luego después de haber garabateado algunas palabras dio un pergamino sellado a un joven hombre.
-Para el Consejero-decano Veraz. No hable a nadie antes de habérselo dado, ¿comprendido?
El hombre moreno con los cabellos cortos y con la mina estropeada tomó el pergamino con mucho respeto y se fue por laberinto, hasta encontrar, una media hora más tarde, al destinatario. Veraz recorrió la carta rápidamente y agradeció a su servidor. Se apareció en la puerta de la oficina de Chantelain poco tiempo después.
- ¿Quién está allí? Preguntó al investigador del consejo.
-Yo, Veraz.
- ¡oh! Espera. Respondió quitando la barra pesada que cerraba la puerta.
- ¿Te encierras? Se asombró el consejero-decano mientras entraba.
- Sí, escúchame bien, estamos en relación con una organización que a mi parecer es tan importante como el Consejo o cualquier gremio. Lo que descubrí me da miedo, necesito que me hagas un favor.
-Pídeme.
-Me gustaría que me lanzaras el sortilegio del mensajero fantasma. Si llego a ser asesinado quiero que seas prevenido.
Veraz reflexiona un instante la idea de su amigo, pero la respuesta fue evidente.
-Claro que acepto, me parece que Edrios sabe hacerlo.
-No, tú mismo debes hacerlo, comprenderás el riesgo de advertir a todo el mundo en caso de que suceda.
-Por supuesto, me ocupo de esto.
Capítulo 4: Orígenes
Finales del 36avo año del calendario imperial, setenta años antes de que las tierras de Guem se abrasen en el conflicto de la piedra caída del el cielo. Encerrado Néhant ahora en su prisión, los pueblos salían después de varios años de devastación. Sobre las cenizas de un mundo a la agonía los héroes de la guerra y los dirigentes de las grandes civilizaciones decidían el futuro. Kotoba y los Enviados de Noz’Dingard habían construido sus campamentos al pie de las ruinas del castillo de Kaes. Tirando por lo bajo diez mil hombres y mujeres estaban presentes a los alrededores, los que fueran, simples aventureros o grandes héroes. Era un momento que importaba porque los gremios oficialmente se asentaban en este lugar. En una tienda inmensa al mando de las personas más importantes de las tierras de Guem discutían saboreando su victoria
-¿Dónde está Eredan? Preguntó el Profeta que examinaba las caras alrededor de él.
- Consolida la prisión de Néhant, nos encarga de finalizar el pacto de los gremios, respondió Artrezil.
-En este caso, es el tiempo de actuar y también de dejar a nuestros hombres regresar a sus hogares, se interpuso un pequeño trozo de mujer que debía tener apenas veinte años y que enarbolaban los colores de Kotoba. El Imperio debe prepararse para decir hasta la vista al primer emperador.
-Usted tiene razón señora imperial Ayako, honorable chica de Xzia. Si la asistencia me lo permite, presidiré esta reunión.
El hombre que acababa de expresarse tenía el paso de la gente de Tantad. Sus cabellos largos y negros jamás habían conocido la menor lámina, los llevaba pues trenzados con joyas de dinero para mantenerlos. También se apoyaba una armadura negra rígida de cuero en la parte superior así como canilleras y brazaletes de plata empañados por la edad. Sus ojos azules muy claros apretados por un maquillaje negro en forma de calavera sobre la mitad de su cara le daban un carisma increíble. Su voz a la vez fuerte y tranquila era para él un arma tan importante como su espada. Efectivamente todo el mundo, incluido los reyes y los dirigentes presentes de naciones se habían callado esperando la continuación, confirmando la demanda de este personaje extraño.
-Lo escuchamos al señor de Orgos, dijo Profeta, tocando así el principio de la creación del pacto de los gremios.
El hombre subió sobre una caja de bosque, no lejos de él otras cuatro personas que tenían sensiblemente el mismo equipo miraban la asamblea con desconfianza.
-La guerra está acabada, es un hecho. Los errores que hicimos son fuentes de enseñanzas. Aquellos a los que nombramos héroe se levantaron contra la adversidad y se reunieron. Así es como han sido creados Kotoba, los Enviados de Noz'Dingard, Tantadienses y muchos otros. Veo allí así el medio verdadero de prevenir totalmente amenaza en un mundo que necesita reconstruirse. Las pérdidas fueron pesadas, los ejércitos de las grandes potencias han sido barridos por el fulgor de los ataques de las fuerzas de Néhant. Considero necesario crear un estatuto, reconocido de todas las naciones de las tierras de Guem, que permitirá a los gremios ser reconocidos y aceptados sea cual sea su origen o su destino.
-¿No habrá allí la puerta abierta al oportunismo que podrían tener ciertas personas poco escrupulosas pero protegidas por un estatuto de gremios? Interrogó Artrezil.
-Para esto tengo una idea para proponer. Además de los diversos detalles que se resolverán mediante consultas mutuas, parece esencial para evitar el desbordamiento mediante la creación de una organización central. Su papel sería hacer observar las reglas establecidas por el tratado y quién controlará las creaciones de gremios. Un tipo de consejo de gremios del que los miembros serían determinados por el tratado, pensaba, con un miembro de cada gremio que se había formado durante la guerra.
Dos días más tarde, el tratado de los gremios estaba listo. Ratificado por las grandes potencias del mundo, oficializando así la creación del Consejo y del sistema de gremios. En homenaje a este gran acontecimiento el rey de Lokta'ch ofreció al Consejo de los gremios el castillo de Kaes y las tierras cercanas. El señor de Orgos y el gremio de Tantadienses de la que era el dirigente se quedaron en el mismo lugar consagrándoseles cita a los nuevos consejeros tres meses más tarde con el fin de abrir la primera sesión del Consejo. Fue nombrado, por sus hechos honorables durante la guerra como el primer Consejero-decano de la historia. Así el Castillo de Kaes encontró la calma y la paz mental que se le concede. Pero en la gran sala que se haría más tarde un lugar donde las grandes decisiones serían tomadas, Tantadienses escuchaban a su jefe.
-Mis amigos, mis hermanos, como yo, ustedes perdieron a su familia y seres queridos por su corazón.
Ustedes me conocen tanto como yo los conozco. Nuestro odio contra Néhant es total, absoluto, implacable. Para esto tenemos otras elecciones sólo de pasar por el hilo de la espada a los contraventores. Ustedes saben que el tratado no castiga por la muerte a los que serían atraídos por Néhant.
De Orgos se calmó, la memoria de su familia le perforó otra vez el corazón.
-Nuestro plan pasa como lo habíamos previsto. Ebohki llegará mañana o pasado mañana, se pondrá a trabajo en seguida. Si alguna vez tienen dudas acerca de nuestro trabajo todavía hay tiempo para que ustedes se puedan retirar, y prometo no mantendré rencor.
Pero ninguna de las tres personas presentes retrocedió aceptando así una nueva vida.
Ebohki llegó dos días más tarde, visiblemente cansado. El artesano y genio verdadero, venía de la región de Thane donde un asunto importante lo había retenido más tiempo de lo previsto. Fue acogido delante del castillo por el señor de Orgos.
-Maestro de Kref'ga, sea bienvenido el castillo de Kaes, cuna del Consejo de los gremios.
Ebohki era un hombre de una constitución sólida y de inteligencia viva. Cuando examinó el exterior de la obra, la imaginaba tal como debía ser antes de que una parte se derrumbe y tal, como podría mejorarlo. Recuperó un grueso talego, aparentemente pesado de su caravana que se parecía más a una caja de caudales que a una carreta.
-Va a tener que sacar el material y traer todo al lugar deseado, dijo el artesano.
- Esto será hecho no se preocupe, venga descanse antes de que ataquemos nuestro asunto. ¿Su viaje desde Thane estuvo tranquilo?
-Lo que tenía que hacer esta hecho, me pase el camino pensando en su proyecto. Le traje algunos obsequios que espero que le gusten, dijo mostrando su bolsa. Una vez en la gran sala Ebohki se puso sobre el suelo frío e invitó a todo el mundo a que se sentara delante de él.
-No soy el mejor cuando se trata de armamento, pero me inspiré en sus deseos y sobre todo en sus orígenes.
Comenzó entonces a desembalar objetos diversos; varios tipos de revólveres, dagas y espadas, objetos llanos, trajes y otros. Los ojos de los Tantadienses brillaban por interés delante de todo esto.
- Así como usted me lo pidió señor de Orgos el estilo de estos objetos es muy diferente del vuestro.
-Veo esto, voy a dejar a mis amigos informarse de sus creaciones. Nos vemos en seguida para mostrarle el lugar que me gustaría acondicionar.
Así como su nombre lo indicaba, el castillo era la antigua morada de Kaes, uno de los protectores de los siete reinos que desapareció de la noche a la mañana. La leyenda quería que el castillo quedara vacío hasta la vuelta del protector, pero éste no volvió y por consiguiente era en lo sucesivo propiedad del Consejo de los gremios. Kaes era un hombre secreto un guerrero sabio que no hacía nada al azar. También había hecho construir su castillo sobre un lugar lleno de magia. Ebohki y Orgos visitaron pues los subterráneos, el verdadero laberinto.
El jefe del Tantadienses había reparado en los lugares desde hace tiempo ya, se había refugiado en eso con los suyos durante la guerra, es por otra parte de ahí su plan había emergido porque al rodeo de un pasillo una pared se había hundido, dejando una apertura abierta sobre lo que era una cueva inmensa donde la atmósfera estaba cubierta de magia, exhalando centenas de cristales azulados.
Ebohki que tenía una afinidad con la magia quedó pasmado delante del espectáculo que se le ofrecía.
-Me gustaría que este lugar fuera acondicionado para hacerse una guarida. Hace falta una gran sala de reuniones en el centro, luego pequeñas piezas múltiples con el fin de hacer dormir allí a gente. Me harían falta también apartamentos privados y una caja fuerte con el fin de que los objetos néhanticos que no podrían ser destruidos puedan ser guardados anulando sus poderes.
Por fin si mi sentido de la orientación no me engaña pienso que podemos crear un acceso secreto en el fondo de la cueva para entrar y salir sin ser visto.
Las ideas naturalmente venían a Ebohki, imaginó de repente un sistema increíble.
-Para la caja fuerte no hay problema, acabo de crear una muy poderosa, podré rehacerla en versión más pequeña. Dijo quedando concentrado en sus reflexiones.
Sacó de una pequeña Bolsa un cristal morado de la talla de un dedo y la acercó a uno de los gruesos cristales azules. La luz se concentró en seguida entre los dos, formando como un humo coloreado y luminoso. Esto se paró al cabo de algunos instantes. Ebohki tuvo el cristal en la palma de su mano para mostrar en Orgos de quien se trataba.
-Estos cristales rebosan magia.
Es un lugar fabuloso y único, voy fabricarle una tecnología que no tendrá igual... Pero esto costará caro porque los materiales son raros.
-Considere que usted tiene un presupuesto ilimitado.
La sonrisa de Ebohki fue una respuesta muy convincente.
-Me pongo a trabajar.
Casi tres años habían pasado. Tantadienses y el artesano habían laborado sin tregua por la obra del señor de Orgos. Ahora la cueva tenía un estilo mucho más extraño y menos natural. Por todas partes grabados en la materia extraña que servía de pared se encontraban tipos de surcos donde fluía una energía mágica azul. Había unos pilares sobre los cuales las runas fueron grabadas con el fin de contener y atraer la magia de los cristales que formaban parte integrante en lo sucesivo del edificio.
El artesano pareció satisfecho con su obra.
-Está terminado, todo está hecho, prepárese yo voy mostrarle cómo funciona.
Orgos y sus amigos se equiparon pues, abandonando sus armaduras de cuero y su maquillaje para algo más ligero y más fácil que llevar. Ebohki había creado una máscara que poseía un solo lente grueso.
-Es increíble nada molesta nuestros movimientos, afirmó uno de ellos.
-Usted no encontrará nada común en las tierras de Guem. Creé todo esto con materiales que no vienen de este continente, cada fibra, cada lámina, cada cristal, cada parte de sus armas están impregnadas en magia. Ustedes serán capaces de proezas increíbles y a decir verdad viendo su reputación de guerrero casi tengo miedo del resultado.
Orgos examinó una de las láminas, ella también era recorrida por pequeñas runas azuladas. Conocía el significado porque era la magia utilizada en Tantad, desde entonces supo que su meta había sido alcanzada.
-¡Venga, síganme! Ordenó el artesano.
Los llevó al otro lado del edificio en una habitación muy particular. Sobre el techo los surcos múltiples convergían hacia un centro. Una vez totalmente adentro la puerta se cerró herméticamente.
-He aquí lo que llamo la sala de curación. Cuando usted se sirve de su equipos la magia se escapa de este, cuando un punto crítico es atravesado usted lo sentirá. Entonces usted deberá quedarse varias horas encerrado aquí. Para acelerar la curación colóquese en el centro del círculo grabado en el suelo. Los Tantadienses dieron la vuelta a la pieza, admirando la construcción y la realización perfecta de los lugares.
-Debo advertirles, no hay que abusar de la curación porque es susceptible a estropear sus equipos. Todo esto es experimental, nadie todavía creó tales cosas. Más de un exceso de magia podría tener consecuencias muy lastimosas.
Orgos que había retirado su máscara felicitó a Ebohki por su trabajo luego dejaron la pieza para regresar a la sala principal.
-Voy a quedarme algún tiempo, declaró el artesano, voy a entrenarlos para servirse de lo que creé para ustedes luego regresaré a otras ocupaciones. El entrenamiento duró varios días, lapso de tiempo que bastaba para los Tantadienses a acostumbrarse en sus nuevas habilidades y aprender a usar armas a distancia. Pero esto no planteó problemas, la tecnología era simple de utilizar y natural para ellos. Una noche Ebohki puso fin a su trabajo.
-No tengo nada más que hacer con ustedes, están preparados para las misiones que va darle el Consejo, anunció.
De Orgos se acercó al artesano, fijándole a través de su visera-lente, sabía que vendría este momento y para que la empresa tenga éxito debe sacrificarse a un inocente.
-El Consejo no sabe lo que hacemos y jamás lo sabrá. Con el fin de la frase Orgos sumergió su lámina en el pecho de Ebohki luego tiró de un golpe seco. El hombre se derrumbó muerto en seguida sin comprender el gesto de aquel al que había ayudado.
-En lo sucesivo los Tantadienses no existen más, únicamente quedaran los Caza-magos. No somos más que uno y ninguno deberá conocer nuestro secreto sino será castigado con la muerte. Espero que sea oído. Ahora voy a tomar mi sitio en el seno del Consejo y a explicar que nuestro gremio esta oficialmente disuelto, continúen con el entrenamiento y pronto nuestro primer blanco será designado. Visto el número de Néhantistas todavía en la naturaleza esto no debería tardar.
Capítulo 5: asuntos internos
Bam, bam, bam El soldado de la guardia del Consejo tamborileó fuertemente en la puerta del Consejero-decano.
-¡Consejero-decano, Consejero-decano, despiértese!
Veraz que tenía el sueño ligero se levantó sin dolor de su cama. Cogió la capa de su postura y lo echó sobre sus hombros.
- ¿Qué sucede?
-Es el Consejero Chantelain
- ¿Está bien? Cortó Veraz.
-Desapareció.
- Acompáñeme hasta sus aposentos le ruega. Y haga despertar al consejero Marlok y Abyssien, sean discretos yo no quiero que el pánico se apodera del castillo. En ropa de noche, Veraz corrió a lo largo de los pasillos, inquietándose por su amigo, interiormente rabiando de este incidente. En el lugar encontró el caos. La puerta hundida, el cristal roto, los muebles derribados y papeles por todas partes. Veraz se inclinó por la ventana, los relámpagos no le ofrecían la suficiente luz. Comprendiendo más o menos lo que había sucedido aquí e hizo salir a los guardias y se colocó a lado de la entrada de la oficina. Allí utilizó su magia y el interior se volvió fangoso.
-¿No tocaron nada? Pidió irritado.
-No consejero-decano. - Bien, pida a los sirvientes que recojan los pedazos que cayeron más abajo, que no responden a ninguna pregunta de quién sea.
Poco tiempo después Marlok llegó, seguido por Abyssien todavía adormecido.
-¿Consejero-decano, nos hizo llamar?
-Sí Consejero Marlok. Venga los dos, dijo entrando en la oficina.
-¿Una suerte de éxtasis? Observó a Abyssien.
-Siento afligirlo de molestarle en plena noche, pero la situación lo exige. El Consejero Chantelain desapareció, probablemente a causa del Caza-magos. Tenía la misión de investigar sobre esta persona.
-Con toda evidencia este no lo consiguió, declaró Abyssien que bostezaba.
-Sí y no. Vino verme ayer pidiéndome concederle un hechizo de mensajero fantasma. Lleva una marca de la sombra, esperando para que sea activa.
-Es curioso que el Caza-magos directamente no maté a Chantelain, no recuerdo todos sus ataques, pero la mayoría son muertes espectaculares, observó a Marlok.
-¿Una marca de la sombra? En ese caso puedo seguirle la pista.
-Sí Abyssien, le hice venir para esto. Encuentre a Chantelain y termine su misión antes de que le llegue la desgracia. En cuanto a mí tengo algunos trabajos que hacer rápidamente. Si Chantelain no murió es porque el Caza-magos sabía que su blanco llevaba un mensajero fantasma.
-Nos ocuparemos de esto de inmediato, anunció Marlok.
Chantelain tenía un dolor de cabeza horrible, tardó mucho en despertar, levanto sus párpados y se cerraron casi inmediatamente. Una mano lo sacudió, luego una bofetada le dio un latigazo que lo despertó instantáneamente. La luz proyectada por un tipo de lámparas, probablemente mágicas, no era agresiva, muy al contrario.
-El dolor va a pasar rápidamente, no se preocupe Chantelain.
El consejero se concentró y su visión volvió a ser clara, la voz era la misma que la persona que había matado por la tarde. Se acordó lo había oído antes. Delante de él el Caza-magos lo miraba, pero éste no tenía el mismo traje que aquel con el que se había enfrentado. Todo esto pasaba en una gran pieza cerrada, sin ventana ni puerta. La decoración lujosa desentonaba con la modernidad de las paredes lisas estriadas de surcos luminosos.
-¿Que es lo que voy a hacerle? ¿Esperar que el mensaje fantasma desaparezca y matarle?
Ahora Chantelain estaba seguro de la identidad de este Caza-magos.
-Edrios... Quítate esa máscara, tu voz el acento de Tantad, eres un traidor.
El Caza-magos tiró su máscara de cuero, descubriendo la cara del Consejero Edrios. Éste tiró entonces una silla para instalarse allí, haciendo frente a su preso que, estaba en el piso, atado.
-Usted siempre fue un detective bastante bueno Chantelain, y pude ver que también es un ser temible con arma en mano. Usted mató a un aprendiz, pero no pasa nada.
- Libérame Edrios, no ganarás nada teniéndome cautivo y todavía menos si me mata, sólo hacia mi trabajo.
- y yo, el mío. Debo proteger la organización.
-Usted no protege nada, al contrario, el Consejo pondrá en ejecución todo lo posible para encontrarme aun si el mensajero fantasma no se activa.
-¿El Consejo? Dijo Edrios suspirando. El Consejo ha sido creado por el que creó la organización Caza-magos, estamos bajo el castillo de Kaes. Créeme, no te encontrarán.
-¿Cómo puedo creerte? Después de todo podríamos estar en el otro trozo del mundo y puedes muy bien estar mintiendo.
-Podría sí, pero quiero que sepas que mis fines son honorables. Lucho contra Néhant gracias a mi organización.
Chantelain recordó los diferentes informes que había leído y sus conclusiones no eran gloriosas.
-¿Matar a inocentes y robarles luego eso es el honor para usted?
Edrios frunció las cejas, visiblemente la observación lo puso fuera de sí. Se levantó de un golpe, y sacó su arma de su funda.
-¡Cállate! no conoces NADA del sacrificio que hacemos para salvar las tierras de Guem de esta locura nombrada Néhant!
Chantelain no se dejó impresionar, ya había tenido varias confrontaciones de opiniones en la gran sala del Consejo.
-¿En verdad dices? ¿Cómo puede decir esto después de lo que acaba de pasar? ¡Un demonio qué consigue controlar el Consejo! Si alguien falló, ¡Eres tú! Dijo gritando.
Durante este tiempo, Abyssien y Marlok recorrían los pasillos de castillo de Kaes, siguiendo una pequeña criatura de sombra que "olfateaba" el suelo.
-Ya hace un buen rato que da vuelta sin salir del castillo, ¿Chantelain estará aquí? Interrogó a Marlok.
-Aun mas, delimitando la zona de búsqueda, debería estar...
Abyssien no acaba su frase, el rastreador se embaló y se echó a correr.
- ¡Ah, bueno! ¡Aquí vamos!
Ambos consejeros siguieron pues a su pequeño compañero mágico, bajando pasillos y escaleras. Algunas veces a la derecha, y otras a la izquierda, descendiendo y volviendo a subir los pisos hasta que por fin entraron en un pasillo en lo más profundo de las entrañas de la morada. Allí sin otra razón el rastreador paró su carrera desenfrenada delante de una pared, en medio de un pasillo no tenía nada particular. La criatura de sombra en forma de perro quedó entonces inmóvil apuntando la pared con su hocico.
-Tu rastreador no sirve, se rió el Draconico.
-De ninguna manera mi amigo. Es sólo que Chantelain está en algún lugar detrás de esa pared.
Marlok tocó con su mano un cristal en la superficie de la piedra mientras que Abyssien examinaba los alrededores. El Draconico se concentró y acudió a sus poderes de mago.
-Tengo algo, dijo seriamente.
-Yo también, aunque esto no se ve, pienso que personas pasan por detrás.
-Tienes razón Abyssien, hay alguien del otro lado y a decir verdad, una poderosa magia se desprende de este lugar.
La mano de Marlok se iluminó con una luz azulada, en ese momento inscripciones aparecieron sobre la pared, formando un círculo mágico. Luego en cuanto fueron totalmente visibles un pasaje mágico se formó, como si la superficie fuera agua. Marlok tiró de su chaqueta un bastón de cristal de unos veinte centímetros y pasó un extremo por la puerta mágica.
- ¡Muy bien! Se regocijaba Abyssien, ¿vamos a ver?
- sí, sí, pero hay que ser prudente, ya vi esta magia en otro tiempo, la de las runas de Tantad. Vi proezas increíbles en el momento de mis viajes en ese continente.
¿Pero cuál es la relación con el Caza-magos?
- Nos toca a nosotros descubrirlo, dijo Abyssien cubriendo a ambos con un velo de tinieblas. ¡Y para esto volvámonos invisibles!
Aspirados por la puerta, transformados en sombras, ambos consejeros se encontraron del otro lado. Deslizándose en las numerosas sombras de la guarida de los Caza-magos. Por otra parte percibieron rápidamente la actividad presente. En esta gran habitación principal había una decena de Caza-magos. Continuaron su búsqueda, colándose a espaldas de los asesinos. Chantelain continuaba desafiando a Edrios, procuraba ganar tiempo de modo que el dolor dejara de cuajarlo y sobre todo el tiempo de deshacerse de sus lazos sin que este se diera cuenta. Un plan había germinado rápidamente en su espíritu. Sobre una mesa no lejos de allí una de las dagas del Caza-magos estaba clavada, probablemente con el fin de impresionarlo. Si podía deshacer sus ataduras, y demostrar que éstos eran cobardes...
Edrios se había ido a dar un monólogo virtuoso, explicando que Chantelain tenía la culpa y que ellos seguían la única y verdadera lucha contra Néhant. El preso había observado el cuarto, había allí ciertos objetos conocidos como obras de arte propiedades de un rey, de un señor, de un vendedor y de otros pero que no tenían nada que ver, con certeza, con los Néhantistas. Comprendió entonces que Edrios no tenía un discurso coherente con relación a sus actos. La situación iba a evolucionar más rápidamente que previsto. Marlok y Abyssien consiguieron alcanzar el cuarto donde Chantelain estaba encerrado. Este último entró en acción en ese momento. Acudió a todas sus fuerzas restantes para saltar entre Edrios y la mesa. De su mano izquierda cogió el brazo de su adversario, del otro arrancó la daga de la mesa. Por desgracia para Chantelain no fue bastante fuerte, ni rápido. Edrios llegó a librarse del abrazo de Chantelain. Ambos magos escondidos en las sombras reconocieron a ambos protagonistas y actuaron en ese preciso momento. Ambos volvieron a su forma verdadera. Abyssien se sirvió de las sombras presentes para crear varios tentáculos que se enrollaron alrededor de Edrios. En cuanto a Marlok, él modificó la estructura de su brazo de cristal para que se hiciera una lámina y la plantó en las costillas de su adversario. Edrios no tuvo tiempo de herir a Chantelain, sorprendido y trabado por los tentáculos de sombra. El combate se dio vuelta, y viendo que la huida le era desfavorable, no pudiendo hacer frente a tres consejeros de este valor, Edrios llevado por su locura no tenía otra elección que de suicidarse. Se hundió la lámina de su espada en el vientre y se derrumbó luego, perdiendo la vida...
Chantelain, muerto de cansancio se tiro al suelo, aliviando por la intervención providencial de Marlok y Abyssien.
-¿Bueno y ahora? Preguntó Abyssien. Podemos volver a salir como entramos, no quiero quedarme aquí, nos ocuparemos de los Caza-magos más tarde ahora que sabemos donde están.
-No espere, me gustaría registrar esta sala. Hay que llevarse también el cuerpo de Edrios para evitar que su muerte sea malinterpretada. Chantelain se levantó más mal que bien y se propuso a buscar la habitación. Su búsqueda fue muy fructuosa porque encontró varios escritos ilegibles que eran las notas del señor de Orgos y de sus sucesores, otros objetos y trajes del Maestro Caza-magos.
-Ya termine, vayámonos. Tengo un favor que pedirle, va a haber que quitar los trajes de Edrios, quemarlos y le pasárselo otros.
-Usted tiene una idea detrás de todo; afirmó Marlok.
- Más de lo mismo, no hable a nadie de todo esto, haremos una reunión privada con Veraz tan pronto como lea esta información.
Con dificultad Abyssien consiguió transformar a todo el mundo en sombra, desapareciendo de la guarida de Caza-magos sin que éstos se dieran cuenta de lo que acababa de pasar aquí.
Algunos días más tarde, Marlok, Abyssien, Chantelain y Veraz se habían reunido en la oficina, ahora arreglada, de Chantelain. El Consejero-decano selló mágicamente la pieza para que nadie de indiscreto asistiera a su intercambio.
-Consejeros, Decano, leí, de manera rápida, los escritos ilegibles encontrados con los Caza-magos. Lo que se descubre aquí es increíble. Fue el Consejero-decano Orgos quien creó a los Caza-magos por odio a los Néhantistas. Al no conceder el Consejo pena capital, creó una sociedad secreta, que perduró después de setenta años de actividad. Varios consejeros dirigieron a los Caza-magos hasta Edrios. Pero es ahí donde esto cambio para mal. Era hace casi veinte años cuando se le confió la dirección de la organización. Pero lo pervirtió, sirviéndose para sus propios intereses y para su provecho personal. Veraz no creyó lo que oía. Caza-magos, aquí, después tanto tiempo y bajo el control de un consejero.
-¿En serio? Todos los días se aprende algo nuevo, se lamentó. Bueno reflexionemos sobre lo que podemos hacer con ellos ahora.
-Yo tengo una idea, declaró Chantelain. No doy la razón a Orgos, pero tenemos aquí una oportunidad. El Consejo debe guardar el control de los Caza-magos y hacer perdurar la organización, pero con nuestras directivas. Todo sin que sepan la verdad.
-Es peligroso, afirmó Marlok. Si la verdad es revelada acusaran al Consejo de asesinato y esto perjudicará una reputación ya mancillada por los últimos acontecimientos.
-Pero es también un medio de lucha contra los Néhantistas, tienen las herramientas, explicó Chantelain con convicción.
-Puede ser en este caso nosotros deberíamos temporalmente guardar el control de los Caza-magos, por lo menos hasta que hayamos eliminado el problema Néhantista, intervino Abyssien.
El Consejero-decano miró a los otros consejeros unos tras otros, debía tomar una decisión sobre el futuro de los Caza-magos. ¿Que se harían si desmantelaba la organización? ¿Iban a hacerse unos bandidos? ¿Qué hacer a personas cuyo solo modo de vivir era de ser asesino?
-Chantelain, usted sucede a Edrios. Los Caza-magos deberán reorientarse hacia su fin primario y recuperar el trabajo. ¿Marlok, ustedes conoce el ritual del juramento de palabra?
-Sí, sí, lo conozco.
-En este caso va a haber que hacerlo, con el fin de que este secreto se quede entre nosotros y sea escondido para siempre.
La epopeya
Capítulo 1: El Retorno
El retorno de Aez a Camlahan fue triunfal. Blandiendo la Espada de los Cinco Ancestros sobre su caballo y con su armadura verde, el guerrero una vez errante ahora redimido en héroe, traía esperanza a su reino. Los sirvientes del castillo habían estado ocupados preparando todo antes de su regreso anunciado por los exploradores del Este. Como para saludar su regreso, grandes pancartas con la cabeza del león blanco flotaban con la suave brisa de este brillante día. La noticia se había difundido en la ciudad y toda la población estaba allí para esta gran ocasión. La madre de Aez, la joven reina Isabel, sintió su corazón derretirse lleno de alegría mientras apretaba contra su pecho la corona de su difunto esposo. A causa de su estatus no podía inmutarse ni dejarse llevar por las emociones, pero muy dentro de ella el ver a su hijo con vida y portando la espada era un sueño.
Los guardias de Camlahan corrieron a un costado a la multitud para dejar pasar al caballero que arribaba a gran velocidad a la puerta del castillo. Allí, saltó de su caballo para recorrer el camino central que daba a la entrada del bastión. A mitad del camino, con un amplio gesto desenvainó la Espada de los Cinco Ancestros para que todos la admiraran y comprendieran que en Avalonia había ahora un Rey. El joven llegó hasta su madre y asentando una rodilla, puso la punta de la espada contra el suelo de piedra.
- Madre, aquí está la Espada de los Cinco Ancestros forjada por el primer rey de Avalonia y símbolo de mi rango. ¡Se me será confiada la corona y no seré más un simple guardián del reino! Dijo con el fin de que todos a su alrededor escucharan sus palabras.
La reina mostró una amplia sonrisa y tomó una gran bocanada de aire antes de responder.
- De acuerdo con la tradición, el rey de Avalonia debe blandir la Espada de los Cinco Ancestros. Tú has salvado el honor de una familia y el honor de un pueblo. ¡Ahora se te reconoce como el legítimo rey!
En ese momento colocó la corona suavemente sobre la cabeza de su hijo. Pasaron unos segundos antes de que él se levantara para darle la cara al público. No había ruido. Cortesanos y nobles se inclinaron ante él, seguido por la gente común. Los hombres se quitaron sus sombreros conjuntamente con las damas, quienes se inclinaron tomando sus vestidos en señal de respeto.
En Avalonia había un rey.
Desde su balcón, en la parte superior de la torre más alta del castillo, Aez miró al cielo con gran preocupación. No había una sola parte de cielo que fuese visible, estaba todo oculto por unas densas nubes de un color que no auguraban nada bueno. La atmósfera era pesada, abrumadora y sofocante. ¿Qué está pasando? ¿Es este el fin del mundo? Se preguntó. No esperó más tiempo porque estaba decidido a encontrar la respuesta. Dentro de la ciudad la misma no era más que calles vacías, la gente se había refugiado en sus hogares demasiado supersticiosos. Cruzó rápidamente la ciudad en su caballo hasta llegar a una casa de piedra aislada en medio de un bosque.
Afuera, esperaba un hombre. Al ver llegar a Aez, se levantó de su asiento y se inclinó en reverencia. El hombre llevaba un manto púrpura y su edad se marcaba por su cara y su barba gris. El rey miró hacia los costados en busca de alguien más.
- Majestad, me alegro de verlo nuevamente, dijo el anciano. Tengo poco tiempo para darle así que seré breve.
Aez se concentró y lo reconoció.
- ¿Tempus? ¿Eres tú mi amigo? Dijo mientras se bajaba del caballo. Has aparecido.
- Soy el mismo. Yo era joven cuando partiste a las tierras lejanas y ahora te encuentras con mi yo más anciano. Es una larga historia, pero no tiene nada que ver con lo que te trajo acá.
- ¿Por qué sabias que estaría aquí?
- Por el Equinoccio, mi amigo.
- El Equinoccio... ¿QUÉ? ¡Un equinoccio!
- Sí, majestad, ha oído bien. El último tuvo lugar durante el Gran Torneo de Yses, hace ya un poco más de veinte años. Y ahora sucederá nuevamente. Excepto que esta vez será diferente. Escúcheme bien, porque tendrá que actuar ahora. El Equinoccio será una oportunidad ideal para que una criatura reparta sus huevos por toda la superficie terrestre de Guem. Es su responsabilidad limpiar Avalonia, por ser este su destino.
Aez ya estaba pensando en diferentes estrategias y convocaría a todos los señores, barones, condes y duques. El destino estaba por poner en acción una cruel jugada, desafiándolo. Muchas preguntas se atiborraron en su cabeza.
- ¿Cómo sucederá esto? ¿Cuál será su apariencia? Le preocupaba.
- Mire majestad, respondió el anciano invitándolo a seguirlo.
Detrás de la casa, pegado contra el tronco de un árbol se encontraba una especie de huevo de aspecto oscuro y áspero. El olor que emanaba de él era tan atroz como su apariencia.
- Arderán con el fuego, dijo el mago creando llamas mágicas, que devorarán los huevos en muy poco tiempo.
- ¿Cómo darte las gracias por tu consejo? preguntó el rey.
- Bueno, la próxima vez pensaremos en ello, respondió con una sonrisa. Ahora tengo que irme. Adiós majestad hasta pronto.
- Adiós señor Tempus.
El Equinoccio duró sólo unos pocos días. La diferencia entre noche y día fue mínima, perturbando la vida de los habitantes de las tierras de Guem. Avalonia nunca había experimentado una gran cacería. A través de las órdenes del rey que se expandían, la población se movilizó para luchar junto a los ejércitos de los Señores de Avalonia. La tierra fue recorrida de arriba hacia abajo. De a miles los huevos fueron destruidas liberando en la atmósfera un olor a putrefacción que se estancó por falta de viento. Sólo unos cuantos incidentes de poca importancia fueron lamentables y cuando las nubes se dispersaron anunciando el fin del Equinoccio, los huevos restantes no escaparon de las llamas.
Esta historia reconfortó a Aez en su papel de rey y gracias a las indicaciones de Tempus, él salió de esta aventura victorioso, y aun más amado por su pueblo. Había tomado las decisiones correctas y contribuido a superar esta prueba. Pero la historia no termina aquí. En Avalonia existe un héroe.
Capítulo 2: La Criatura
El joven Firmin sólo tenía siete años. Hijo del molinero de su pueblo, le gustaba imaginar aventuras donde él era un fiel caballero del rey Aez, matando las criaturas emergentes de los huevos del Equinoccio con el fin de salvar a damiselas en apuros. Pero esta vez, la aventura que viviría no sería producto de su imaginación, sería real. No sentía las piernas ni los pies magullados, impulsados por su voluntad. Respiraba como un caballo después de una agotadora carrera, pero tenía que llegar a su destino. En su mano, llevaba un trozo de tela manchada y ennegrecida. ¡El Rey tenía que verla! Como un fantasma caminaba por las calles de Camlahan, bajo las miradas sospechosas de las personas y la indiferencia de los guardias, fue directamente al castillo. Su energía lo había abandonado, ya no podía más, y peor aún, no contaba con la suerte de que sus esfuerzos fuesen recompensados. Aez hablaba en el patio con algunos consejeros, tratando de hacerles entender su visión de la gestión del reino. La voz del muchacho sonó contra las paredes. Una voz llena de tristeza, pero pidiendo la atención del rey.
- ¡¡¡Majestad, Rey de Avalonia!!!
Firmin dio unos pasos hacia el patio delantero pero se encontró con los guardias que le detuvieron el paso. Al ver esto el chico repitió el llamado.
- ¡Ayúdeme Majestad! ¡Una gran desgracia le ha sucedido a Lodèc! ¡Ayúdeme!
Los guardias rechazaron al chico quien cayó al suelo agotado dejando escapar algunas lágrimas, a la vez que decía "Ayúdeme... ¡Ayúdeme!". Aez miró hacia la entrada y vio al guardia que estaba empujando violentamente al muchacho. El no pudo permitirlo y personalmente se acerco para ver qué era lo que sucedía.
- Eso es todo guardia, ¿este niño es tan peligroso que lo tienes que tratar así?
El llamado de atención fue suficiente para que el guardia se pusiera firme al instante.
- Discúlpeme Majestad pero este mendigo quería entrar al castillo.
- Sí, ¡pero hay otras maneras de actuar además de la brutalidad! ¡Fuera de mi vista!
El guardia no tuvo necesidad de responder porque quería salir cuanto antes de esta situación vergonzosa. Aez alejó los cabellos que estaban sobre los ojos medio cerrados de Firmin. Respiraba con dificultad y cuando se dio cuenta de que estaba en los brazos del rey le entregó el pedazo de tela.
- Majestad... Lo... Lodèc fue atacado... una criatura... ayuda...
Pero inminentemente terminó inconsciente. Aez le dio el niño al segundo guardia que estuvo presente en la escena.
- Llévalo a una habitación, que sea curado y alimentado. Dijo mirando el tejido que le dio Firmin.
Era una pieza de cortina, lo giró en una dirección, luego en otra y reconoció gracias a algunos detalles su origen.
- Un trozo del gran tapiz del castillo de Lodèc... Esto lo preocupó.
El niño fue capaz de contar su historia a la mañana siguiente después de una larga noche de descanso y de una abundante comida. Aez entró mientras una sirvienta terminaba de recoger los utensilios del almuerzo. Saludó al rey y luego salió inmediatamente de la habitación. Firmin se veía pequeño en la gran cama cubierta de pieles. Estaba muy inhibido por encontrarse delante de él, a quien admiraba tanto. Preso de la timidez, no dijo nada hasta que Aez inicio la conversación. Este último se sentó en el borde de la cama, prefiriendo actuar con menos distancia que la que sus estatus le permitían.
- ¿Cómo estás chico?
El muchacho contestó afirmativamente con una ligera inclinación de su cabeza.
- ¿Cuál es tu nombre?
- Yo soy... Firmin, hijo del molinero de Lodèc.
- Firmin, cuéntame tu historia.
El niño se acurrucó en la cama.
- Una criatura alta como el castillo de Camlahan atacó la aldea, rompiendo todo a su paso. Inmediatamente nos refugiamos en el fuerte de Lodèc pero... pero...
El niño empezó a llorar.
- ¡Todo el mundo está muerto, majestad, menos yo!
- Firmin, que sucedió después, dímelo.
- El Señor y los soldados trataron de detener a la criatura, pero ella era demasiado fuerte y rompió los muros que se desmoronaron sobre nosotros. Y entonces cuando toda la tierra se partía, pude escapar de la muerte y eh venido a informárselo...
- Has hecho bien, Lodèc no está lejos de aquí, no vamos a permitir que una criatura deambule por la zona, dijo el rey levantándose. Quédate aquí todo el tiempo que desees y tendrás a tu servicio a los cocineros. En cuanto a mí, iré a ver lo que pasó.
Aez y algunos guardias reales estaban listos. En su caballo, con su armadura verde y dorada el rey lucía radiante. A su lado, los portaestandartes los ondeaban en el viento armoniosamente. Lodèc no estaba lejos, el viaje iba a durar a lo sumo un par de horas. La reina madre no esperaba que su hijo también partiera.
- ¿Por qué vas tú mismo, Aez?
- Madre, esta criatura ha destruido un fuerte y arrasó un pueblo, ¿quién más que yo es el indicado para combatirla?
- Tu ejército.
- No será necesario.
- ¡Ten cuidado, ten cuidado y retorna a mí con vida! Recuerda una cosa, si tú mueres sin un heredero, Avalonia organizará un Gran Torneo, por ser esa la ley de los Siete Reinos.
Pero Aez no prestó atención a las advertencias de su madre y juntamente con la armada abandonaron el castillo a trote, provocando la admiración de la población. Pronto se encontraron en la única carretera pavimentada que atravesaba el reino de punta a punta. El sonido de la cabalgata rompía el habitual silencio de la región advirtiendo a los viajeros de su inminente cruzada.
Lodèc era un pequeño señorío entre las tierras del rey, situado entre el Condado de Barkaram y el Gran Ducado de Salan. No había nada especial, salvo el paisaje de los inmensos bosques, donde vivía la población esparcida. Aunque hay algunas aldeas situadas por aquí y allá, la única aldea de importancia era la del pueblo del Señor Lodèc. Los jinetes llegaron justo cuando una columna de humo se levantaba en el cielo. Enfrente de ellos, una verdadera escena de desolación se apreciaba. Las casas fueron destruidas y consumidas por el fuego. Sobre una colina por encima del pueblo, el fuerte no era más que un montón de piedras. Los Avalonienses no podían creer lo que veían.
- Adéntrense y vean si hay algún sobreviviente, apaguen los incendios. Una vez que dio esa orden, mando a continuación a construir un campamento en las afueras del pueblo. Ustedes dos, dijo señalando a dos caballeros, patrullen y mantengan los ojos bien abiertos.
Aez esperaba que en el fuerte todavía se encontraran algunas personas con vida. Pensaba también en Leodran de Lodèc, a quien conocía muy bien desde su infancia, un hombre noble y de valor según su opinión, pero impulsivo y a menudo, demasiado temerario. Debido a sus características el Rey temía lo peor...
Su caballo estaba nervioso, así que tuvo que tirar de las riendas para que se dirigiera a la fortaleza. Toda la construcción era sólo escombros, una mezcla de madera y piedras de gran tamaño. Aquí una mano, allá un rostro, sin rastros de vida. "¡Qué catástrofe! Tantas vidas destrozadas... Por desgracia, la puerta de entrada estaba cerrada para siempre porque en su interior el techo se había derrumbado y probablemente encima de la personas que estaban allí esperanzados de encontrar un refugio. Caminó alrededor de las ruinas mientras imaginaba el tamaño de la criatura responsable de tal desastre. Atravesó lo que había sido parte del fuerte y luego se dirigió al bosque. Notablemente la mayoría de los árboles estaban tumbados, como si un niño hubiera caído sobre un campo de trigo. Sin el menor temor, el rey se alejo siguiendo la pista visible. En su camino se encontró a varios soldados o aldeanos de Lodèc muertos, sus cuerpos estaban despedazados.
- ¡La mandíbula de esa cosa tiene que ser enorme! Dijo en voz alta.
Al parecer caminó unas tres millas al norte antes de encontrarlo. Enorme, monstruoso, increíble, fueron las primeras palabras que le vinieron a la mente. Lo que buscaba tenía varias cabezas y aspecto digo de las criaturas que solo se cuentan en leyendas. Él tomó las riendas con ambas manos y lanzó su caballo al galope, alcanzado la distancia que lo separaba de su meta. Sigilosamente, lanzándose sobre ella la tomó por su espalda.
Desde hacía cuatro días que Johan y Aelide viajaban. Enviados por sus padres, el Duque y la Duquesa de Alto-Abismo, con el fin de brindar sus respetos al Rey Aez. El Duque tuvo la idea de deshacerse de su hija por al menos unos días, quien se comportaba más como un joven. Johan había quedado atrapado por las piernas como su cuidador, pero esto no le molestó a Aelide porque amaba a su hermano más que nada. Lo que en sus comienzos parecía ser para ellos un viaje protocolar, se convertiría rápidamente en una gran aventura que cambiaría para siempre sus vidas. Era la hora de la cena. Ellos se reunieron alrededor de una fogata e intercambiaron historias que como era habitual, una era más fantástica que la otra. Luego escucharon un ruido que interrumpió sus conversaciones, parecido a cuando un leñador tira abajo un árbol. Lo que en un principio parecía un sonido alejado, poco a poco se sentía más cerca. Y, finalmente, la criatura fue visible, sus cabezas salían por entre los árboles y estos eran destrozados como si fuesen simples ramas. Enojada y furiosa, aparentemente estaba herida en varias zonas. No tuvieron otra opción porque se dirigía directamente hacia ellos. Johan tomó su gran espada y escudo, poniendo a Aelide detrás de él.
- ¡Sigue tu camino o morderás el polvo! Gritó lleno de coraje.
Aelide agarró su arma y se puso en guardia con el fin de ayudar a su hermano. El terreno no lo favorecía pero Johan era un caballero temible. La criatura atacó. Una mandíbula se cerró cerca de la cara del Avalonienses y otra cabeza se estrelló contra el largo escudo de metal con cabeza de león, símbolo del reino. Un movimiento de la espada de Johan detuvo a otra cabeza, entonces Aelide encontró una abertura y se abalanzó tomando su arma con ambas manos, dañando una de sus cabezas de arriba a abajo. La criatura era feroz y fuerte, el tener una multitud de cabezas le beneficiaba más que otra cosa, podía atacar a todos a la vez. Aelide y Johan lo habían entendido y se resistieron a los incesantes ataques de los maxilares. Se estaban esforzando al máximo y a pesar de sus habilidades en su lucha contra sus múltiples objetivos, inevitablemente quedaban en ridículo. Aelide tropezó y por poco una mandíbula se cierra sobre su brazo, recibiendo afortunadamente solo un gran arañazo. Ella dejó escapar un grito que desorientó a Johan. Una cabeza con la boca abierta se dirigía velozmente al caballero y entonces… Aez hundió la espada en uno de los cuellos de la bestia que gritó de dolor y de esa forma salvo de una muerte segura a Johan. El rey no pudo soportar todo el peso de la bestia sobre su espada por lo que la alejo cortando su carne y generando una gran hemorragia en la herida. El olor que se propagaba no era desconocido y "Equinoccio" fue la primera palabra que se le vino a la mente. ¿Se trataba de un huevo que había nacido? Pero en ese momento poco importaba, ¡tenía que actuar! Aez contaba con el apoyo de los otros dos seres humanos que como él también se enfrentaban a la cosa. Ellos habían tenido grandes dificultades a causa de sus múltiples enemigos, a pesar de demostrar ser feroces combatientes.
Cuando Johan y Aelide observaron la armadura y espada del recién llegado, pronto se dieron cuenta de quien se les había unido. Esto fue como una dosis de energía y sintieron el deseo de sobresalir. Las hojas cortaban el aire y la carne. Una cabeza voló, luego dos, luego tres, y cada vez que una era cortada, estas se desvanecían como humo. ¡La criatura estaba a punto de ser derrotada! Los tres se sintieron vigorizados, pero las ilusiones de victoria se desvanecieron cuando una a una las cabezas empezaron a crecer nuevamente.
- ¡Esta criatura es inmortal! Gritó Johan desilusionado.
- ¡Corten todas! Ordeno Aez.
Aplicando una disciplina casi militar, los tres avalonienses ejecutaron el plan, en un principio simple pero difícil en la práctica. Y otra vez las cabezas fueron cortadas, siendo finalmente derrotada la criatura quien cayó sobre suelo. Aez, Aelide y Johan agotados por la batalla se miraron entre sí para darse cuenta de que estaban vivos. La mirada de Aelide se cruzo con los ojos verde esmeralda del rey provocándole que se sonrojara. Ella ya había escuchado hablar del rey y habían viajado en busca del hombre, guiándose por los comentarios de los Siete Reinos, pero los rumores eran inferiores a la verdad. El corazón le latía velozmente en el pecho, ¿era este el efecto de la lucha o el encuentro con el rey? ¡Ni uno ni lo otro! Un veneno insidioso se esparció lentamente en el cuerpo de la joven. Ella cayó...
- ¡Aelide! Grito Johan soltando su arma y escudo. ¡Aelide!
Con cuidado levantó a su hermana y encontró la gran herida de su brazo. A lo largo de la herida una materia oscura fluía.
- Veneno... ¡Oh, no! ¡No mueras, hermanita!
Aez observaba la herida cuando vio a la criatura moverse. Ella se levantó rápidamente e instantáneamente ataco con una de sus cabezas.
- ¡Cuidado! Gritó Aez, ¡ella no está muerta!
Johan tomó su espada pero no se atrevió a soltar a su hermana.
El rey entonces se encontró solo con la bestia. Mientras ella se abalanzaba el tomó unos segundos para observarla mejor. Un poco más abajo, a la altura del pecho, se encontraba una especie de esfera, grande y negra, de donde emanaban pequeños destellos en diferentes direcciones. Rápidamente y con fuerza lanzó la Espada de los Cinco Ancestros en el extraño objeto. Hubo una explosión que tiró al suelo al avaloniense y luego una lluvia de materia extraña, parecida a crema chantilly se desparramó por todas partes. Esta vez no había dudas de que la Hidra de Bruma del Equinoccio ya no existía. Johan se levantó como pudo mientras cargaba a su hermana, mientras que Aez recuperaba su espada cubierta de una materia viscosa.
- ¿Cómo está ella, caballero?
- Está inconsciente.
- Llevémosla a mi campamento al otro lado de la colina. Vamos a estar más cómodos.
- ¡Gracias majestad, mil veces gracias!
Avalonia fue vengada.
Capítulo 3: La misión
El sudor en la frente adornaba con perlas la blanca piel de Aelide. Habían pasado dos días en que su condición se mantenía estable, lo que le permitió a Aez trasladarla a una habitación del Castillo de Camlahan. El viejo curandero de la familia real no conocía el veneno de la criatura y el hecho de que su cuerpo estallara en miles de pedacitos, no ayudaba. Aez se sentó al borde de la cama, su pelo recogido y su larga barba le daban el aspecto de una persona mayor, pero en realidad no era mucho más mayor que Aelide y Johan. En los raros momentos en que la mujer despertaba buscaba a Aez, éste la tranquilizaba tomándole la mano. Johan, muy ansioso, había dejado a su hermana al cuidado del rey y su séquito con el fin de encontrar una cura, verla en ese estado era simplemente insoportable. De pie junto a la puerta del dormitorio miraba a su hermana sufrir y este sentía la impotencia más absoluta. Se acercó a Aez.
- Majestad, no puedo permanecer más tiempo sin hacer nada. Mi padre el duque de Gran-Abismo está en camino, llegará aquí mañana por la mañana, me gustaría confiarle mi hermana a usted.
Aez cuyos ojos verdes expresaban inquietud veía sólo la belleza de Aelide y aunque no estaba en sus mejores trajes la encontraba muy de su agrado.
- Su hermana estará bajo vigilancia caballero. Vaya a buscar lo que necesitamos y dígale a los que lo detengan que usted es mi brazo y mi espada.
Johan se inclinó sobre la cama y le dio un beso en la mejilla a su hermana, cuyos ojos entreabiertos lo miraban fijamente.
- Resistente hermana, pronto regresaré...
El caballero salió de la habitación con el corazón acongojado. ¿Seguiría con vida cuando regresara? Lo esperaba con todo su ser, pues nunca se recuperaría si ella falleciera en su ausencia. Trató de despejar su cabeza de estos pensamientos para poder seguir adelante. Bajó corriendo las escaleras a riesgo de resbalar, golpeando a varios sirvientes que pasaban de quienes se disculpó llanamente. Pero ¿Por dónde empezar? ¿Debía ver a algún sacerdote, cuya magia podría curar cualquier lesión? Su sentido común le decía que era la mejor idea a seguir, por desgracia era muy raro en Avalonia encontrar a este tipo de personas. Había varios lugares considerados sagrados en el reino, pero en Yses no había de forma abierta grandes congregaciones de devotos, aunque pudiera ser que todavía estuvieran allí. Se sentó en la silla de montar y partió al galope hacia el norte donde según su memoria aun existían varios lugares sagrados.
Cuando llegó la noche, Johan no había visto pasar nada ese día, pues estaba muy concentrado en su búsqueda. Llegó a la aldea de Siemhar cuando el camino sólo estaba iluminado por la luna. Se encontró con una actividad poco habitual a esas horas. La aldea estaba construida como un anillo alrededor de una colina, cuya cima había sido aplanada para construir una gran plaza pavimentada con piedras planas. En su centro varias piedras grandes talladas miraban la región desde la altura. Era a los pies de éstas piedras que se había reunido la gente, la plaza estaba iluminada por múltiples antorchas lo que le daba un aire de misterio al lugar. Johan desmontó para ver el extraño espectáculo que estaba sucediendo en ese momento. Sentado en un cofre de madera, un bardo pellizcaba las cuerdas de su lira con pasión y entusiasmo. Éste contaba la historia del Equinoccio y de Aez, embellecida por el encanto poético la historia resultaba muy épica, pero realista. Los aplausos siguieron al final de la representación junto al sonido de cristales que caían al suelo.
La plaza se vació rápidamente de modo que sólo quedaron el Bardo y Johan iluminados por las moribundas llamas. El caballero se acercó al bardo y le ayudó a recoger las ofrendas del público.
- Rara vez he oído esta historia tan bellamente contada.
El bardo se levantó y miró por unos segundos a su interlocutor y por sus conocimientos de la heráldica supo su identidad.
- Gracias, señor Johan de Gran-Abismo.
¿Cuál es su nombre amigo bardo?
- Salmo, narrador y vagabundo, dijo haciendo una reverencia.
- ¿Dónde va a dormir esta noche, Salmo?
- Vi un hermoso árbol más abajo del pueblo, se ve muy cómodo y me protegerá del rocío.
- ¿Sabe usted algunas historias acerca de los lugares sagrados de Avalonia?
El bardo se concentró y se enumeró las historias de estos lugares.
- Sí, creo que puedo satisfacer su curiosidad, respondió.
- Según las reglas de caballería, el jefe de este pueblo debe ofrecerme comida y refugio, le ruego que me acompañe para hablar de estos lugares.
La perspectiva de pasar la noche al calor y en una casa verdadera lo apresuró a decidirse. Ambos hombres fueron a buscar al jefe de la aldea quien invitó al caballero y al bardo a su casa. Gran parte de la noche se dedicaron al tema escogido por Johan: los lugares sagrados. Y efectivamente no se había equivocado en cuanto a su existencia. Por supuesto, Salmo le dijo que sus historias no reflejaban necesariamente la realidad, pero como él explicó, las leyendas a menudo tomaban cuerpo de eventos, lugares o personas que existieron.
- Los primeros hombres que vivieron aquí y que más tarde se fundaron Avalonia y luego los Siete Reinos adoraban a dioses antiguos. Era una población verdaderamente creyente. Por otra parte, a pesar de que ya no son tan fervientes, siguen rogando a esos dioses. Las leyendas hablan de un cese súbito de estas prácticas, pero no se conocen las razones, una teoría es que es el orgullo de los hombres habían obligado a los dioses a cortar el vínculo con ellos.
Johan escuchaba con mucha atención estas historias.
- ¿Cree usted que los dioses permitían a los hombres curar cualquier enfermedad?
El jefe de la aldea, que hasta entonces no había dicho palabra, recordó algo.
- La leyenda de la Copa de Vida
Estas palabras despertaron la curiosidad del caballero y del bardo que se incorporaron de sus asientos.
- ¡La Copa de Vida! ¡Sí, por supuesto! -Exclamó.
- Cuénteme, dijo Johan esperanzado.
Salmo tomó su lira cuyo mango estaba tallado con una Serpiente de Bruma.
Mi dios al que mis ojos lloran, que deja este lugar sagrado a la noche, que viven algunas luces, que no resuena ningún ruido. Que la tristeza mis lágrimas vacía, mientras que mi corazón se detiene, puede mi dolor convertirse en olas, y barrer toda la maldad. De la Copa y de mis lágrimas nace esta arma sagrada, Que será de la real mano, hasta mi último aliento.
La música se detuvo y dejó a Johan pensativo, el jefe de la aldea reanudó la discusión.
- Un poco sobre lo que dijo es correcto. Estas palabras están escritas en una gran piedra plana que se encuentra a cuatro kilómetros de aquí. Si quiere puedo guiarlo.
- Le estaría muy agradecido a usted. Respondió el caballero. Salmo guardo su instrumento y se levantó para calentarse junto al fuego.
- Joven Señor le advierto que los dioses se encargaron de ocultar todo esto a los ojos de los hombres. Muchas personas que buscaban fama o fortuna han tratado de encontrar este cáliz y otros objetos, todos ellos jamás fueron vistos nuevamente.
- No tengo otra opción, si esta copa puede salvar a mi hermana del mal que la corroe, tengo que encontrarla.
- En ese caso le deseo suerte, dijo el bardo con la mirada fija en las llamas.
Al día siguiente, como lo había prometido el jefe de la aldea llevó a Johan hacia el oeste. El paisaje ondulado al principio poco a poco se convirtió en accidentado y montañoso, casi inquietante. El camino serpenteaba subiendo lentamente a lo largo de un acantilado donde lo mejor era no caerse. La progresión lenta y peligrosa comenzó a debilitar la moral del jefe de la aldea, poco acostumbrado a aventurarse aquí. Aunque, ya había estado aquí una vez hace mucho tiempo. Finalmente llegaron a una amplia meseta sumergida en la niebla, donde nada crecía a excepción de un musgo gris en las paredes de la roca.
- La piedra está ahí, delante de nosotros, por el otro lado. Lo llevaré ahí y luego volveré a mi hogar.
Johan le dio un pequeño golpe en los costados a su caballo, que se mostró nervioso al cruzar por ese mar de niebla. Por el otro lado y delante de una apertura que daba a otro camino se encontraba una gran piedra grabada con una escritura. El caballero le pasó las riendas a su compañero antes de frotar las escrituras para que fuesen legibles. Después de una rápida mirada se dio cuenta que eran los mismos versos de la historia de Salmo.
- Bien, voy a mirar por aquí, espéreme un momento por favor.
- Tenga cuidado.
- No se preocupe, dijo tomando el camino que rápidamente lo sumergió en la espesa niebla. Con la mano puesta en la espada, tanteaba con el pie delante de él para evitar cualquier obstáculo o agujero. Luego descendió y todo quedó claro, la niebla era una nube negra atrapada en las alturas. El sendero corría a lo largo de una quebrada hasta un puente de cuerdas y madera que cruzaba al otro lado, un ser esperaba delante del puente.
- ¿Alguien aquí? Dijo mientras caminaba hacia él.
Era un anciano muy delgado y vestido con harapos, que se apoyaba en un bastón. Le cerró el paso a Johan cuando trató de cruzar el puente.
- ¿Cuál es su nombre joven? Dijo con voz temblorosa.
- Yo soy Johan de Gran-Abismo.
- ¿Y cuál es su misión?
- Mi misión... Busco una cura para el envenenamiento de mi hermana.
- ¿Cuál es el color del peluche de Zahal, el Caballero Dragón?
- No le veo ninguna importancia. ¿Puedo pasar por favor?
- Puede... si intenta... trate... sí... Dijo, saliendo del camino.
Johan se precipitó. Las tablas de madera estaban deformadas, pero mantuvieron su posición. Al otro lado vio a alguien que miraba hacia él. Reconoció al viejo hombre.
- ¿Cómo es esto posible?
Miró hacia atrás y en realidad era la dirección en la que él quería ir. Intentó pasar de nuevo, pero ocurrió lo mismo. Esta vez iba a poner en claro esto con el viejo.
- ¿Qué es esta magia?
- ¿Ha leído las palabras?
- ¿Las palabras? ¿Quiere decir el poema? Si, lo he leído.
- ¡Leído, pero no entendido!
Johan lo comprendió, corrió de vuelta por el sendero donde sin aliento se encontró al jefe de la aldea que estaba preocupado por su ausencia. Pero no lo escuchó, sólo leía las palabras de la piedra. Se detuvo en "Qué será de la mano real." Aunque él era hijo de un duque, no era de sangre real.
- Aez...
- ¿El rey?
- Sí, ¿quién más? , dijo Johan preocupado por la situación. No tengo otra opción, tendrá que venir aquí, agregó registrando el bolso de cuero unido a la silla de montar de su caballo.
Sacó algo para escribir un mensaje. Redactó a toda prisa solicitando que acudiera el rey, explicando la situación. Dobló cuidadosamente la carta y le colocó un sello de cera con el escudo de armas de su familia.
- Vi un palomar en el pueblo, regrese allí y envíe esto al castillo de Camlahan. Es muy importante, ¿Lo comprende?
- Sí, sí. Dijo tomando la carta.
Capítulo 4: Reliquias
Aez llegó a la noche siguiente. Camlahan no estaba muy lejos de Siemhar, ¿Cómo era posible que Avalonia ocultara estos lugares mágicos bajo las narices de sus dirigentes? El rey parecía agotado y preocupado, con grandes ojeras bajo los ojos y una mirada vaga. A pesar de ello mantenía una apariencia noble.
- Majestad, gracias por venir.
- Su hermana está en compañía de sus padres, yo también quería participar en esta búsqueda. Muéstrame lo que encontró, caballero.
- Vamos a tener que dejar los caballos aquí, el paso no permite descender con ellos.
- Muy bien, le sigo dijo mientras desmontaba. Ah, ahora que lo pienso...
Aez desenvainó la Espada de los Cinco Ancestros y con aire solemne dijo:
- Johan de Alto-Abismo, arrodíllese.
Sin discutir cumplió la orden. Aez colocó la hoja de su espada en el hombro del caballero.
- Usted demostró valor a través de sus actos. ¡Avalonia necesita un protector, un hombre de confianza, un caballero infalible!
Aez guardó su arma y tomó un objeto envuelto en un tejido verde.
- Tome, lleve con orgullo esta espada, dijo revelando el objeto. Su padre supo como usted le hizo frente a la criatura y quedó muy impresionado, me dio esto para usted.
Johan admiró la espada. La había visto tantas veces en el castillo de sus padres. Le habían dicho que perteneció al primer señor de Alto-Abismo, y que el tiempo no la afectaba. Él se levantó, desenganchó su vieja espada y guardo la nueva.
- Ahora, Protector del reino, ¡muéstreme ese puente!
Los dos hombres tomaron el camino y salieron de la niebla. El viejo todavía estaba ahí, en el mismo lugar, cualquiera creería que él no se había movido desde que Johan se fue. Con sus ojos vidriosos el anciano los vio bajar por la cornisa hasta él. Cuando Aez intentó pasar, el hombre se interpuso.
- ¿Cuál es su nombre joven hombre? Dijo con voz temblorosa.
- ¡Soy Aez Rey de Avalonia!
- ¿Y cuál es su misión?
- ¡Debo salvar a mi amiga de la muerte!
Frente a la mirada asesina de Johan, el hombre detuvo su interrogatorio y dejó libre la entrada al puente.
- Adelante... y muera por la voluntad de los dioses...
Johan y Aez se miraron, la posibilidad de sufrir un castigo divino los inquietó, pero darían su vida para salvar la de Aelide. El rey se lanzó sobre el puente cuyas tablas de madera crujían bajo el peso del hombre con armadura.
- ¿¡Voluntad de los Dioses!? Más bien madera podrida, si usted me lo pregunta, maldijo Aez a medio camino. ¿Qué nos espera al otro lado?
- ¡No lo sé Alteza, pero no vamos a fallar!
Esta vez la magia no bloqueó el paso y llegaron al otro lado del puente, a un camino que subía por la ladera. Caminaron mucho tiempo y al caer la noche llegaron al final del camino que terminaba contra una pared de roca. Lo que era muy extraño porque no había nada más, no había lugares para escalar, ni siquiera una puerta.
- Hemos llegado ¿Nos perdimos en algún cruce? Se exasperó el rey.
Johan examinó mejor la roca y al estar acostumbrado a las montañas se percató de que la superficie era demasiado regular para ser obra de la naturaleza. Golpeó con su mano enguantada la piedra y se dio cuenta de dos cosas: la pared estaba hueca y había rastros grabados de escritura. Rascó suavemente para llegar a leer las inscripciones. Aez descifraba en forma progresiva el fragmento, aunque el mensaje parecía bastante comprensible:
Metal contra piedra, llave de un tiempo pasado, que no puede molestar en esta oración.
- ¡Aléjese Johan! Dijo el Rey desenfundando la Espada de los Cinco Ancestros.
El protector se hizo a un lado. Aez tomó su espada con ambas manos apuntando hacia abajo, tomó unos pasos de carrera y la plantó firmemente en la pared, se hundió hasta la mitad antes de quedarse atascada. Giró la hoja como si quisiera infligirle más dolor a un enemigo. La roca crujió y aparecieron grietas a partir del punto de impacto. Retiró la espada y dio una patada a la pared que se pulverizó y se vino abajo, dejando al descubierto una entrada a través de un montón de escombros.
- ¿Cree que fue acertado? Preguntó Johan.
- ¿No quiere salvar a su hermana?
- ¡Por supuesto que sí!
- Entonces fue acertado. Ya basta de charlas y dudas, nuestra causa es noble, entraremos en la boca del lobo y si es necesario se la vamos a romper, dijo pasando por la entrada.
El interior era un paso tallado en la roca. Cristales de cuarzo luminoso iluminaban débilmente, pero lo suficiente para permitir a los avalonienses avanzar. El túnel se elevó ligeramente a través de la montaña y los llevó a otro acantilado con vistas impresionantes. Frente a ellos a lo lejos se encontraba Camlahan y las altas torres de su castillo, más abajo se encontraba Siemhar con su construcción en un círculo. Aunque de noche el espectáculo era increíble por la belleza de los paisajes bajo la luz de la luna, no se retrasaron más tiempo continuando su viaje. El camino más ancho subió hasta llegar a nubes que se aferraban a los picos y se sumergió en un bosque de viejos robles. La atmósfera cambió y la falta de luz les jugó varias rondas sobre todo cuando la niebla se hubo reunido con la oscuridad. Allí, hasta su temeridad fue puesta a prueba y sólo sus armas los tranquilizaban. Había aquí dos grandes guerreros capaces de derrotar a un enemigo en la cima de una montaña, pero la noche les hizo experimentar una disminución en su valor.
Ambos se sintieron aliviados al salir del paso que los había llevado a una meseta por encima de las nubes. Observaron varias luces dispersas entre los árboles. El sendero se convirtió en un camino pavimentado que se ensanchaba progresivamente y acababa al llegar a una plaza circular, antorchas ardían por todos lados y la construcción le recordó a Johan la disposición de la plaza de Siemhar. Al otro lado de había un montículo de piedras blancas con una pequeña cascada que fluía sobre un altar construido más abajo. Algo brillaba sobre la mesa de piedra, un objeto.
- ¡Es la copa! Exclamó Johan.
Sí, lo es, la Copa de Vida, pero en el momento en que avanzaron en la plaza, una mujer de aspecto fantasmal apareció delante de ellos.
- Antes, los dioses nos dieron sus prodigios, pero el orgullo nos abrazó. Así que nos castigan. Ellos han visto a Aez rey de Avalonia y a Johan de Alto-Abismo, sus corazones están desprovistos de orgullo, podrán irse con lo que vinieron a buscar. La persona que beba de esta copa deberá traerla aquí y luego comenzará un nuevo ciclo.
El Fantasma se alejó dejando al rey recuperar la copa.
- No te olvides de mis palabras, ¡No provoques la ira de los dioses!
Algunos días después en Camlahan. Aelide estaba totalmente sanada para el deleite de su séquito y una vez listo lo acordado comenzó el retorno al lugar sagrado donde el fantasma estaba esperando.
- Ustedes son personas honorables y los dioses se apiadan. Ustedes dos llevarán a Avalonia a una nueva era de prosperidad. Sus corazones laten como uno solo.
Aez y Aelide se miraron con ojos de enamorados.
Cuando pase el tiempo y estén listos. Vuelvan aquí con la persona que aman y delante de los dioses quedarán unidos.
El viaje de vuelta fue una oportunidad para Aez y Aelide de revelar su mutuo amor y una vez en el castillo, el rey solicitó formalmente al duque de Alto-Abismo la mano de su hija. Este último no tenía ninguna razón para rechazarlo y ofreció su bendición a esta unión que fortalecería al reino. La Reina Madre estaba igualmente complacida por la noticia ya que siempre imaginó ver algún día a su hijo casado.
El rey ordenó la reconstrucción del camino hasta el lugar sagrado para facilitar el acceso. Y unos meses más tarde durante la estación cálida Aelide y Aez intercambiaron la promesa de amor eterno delante de la copa sagrada y delante de los dioses.
En Avalonia había una reina.
Eclosión
Capítulo 1: El Sacerdote-Rey
"Hakim...
Hakim...
Cuando el sol con sus rayos iluminen tu rostro. Mientras te despiertas, deberás venir a mí. Tendrás que caminar hacia la estrella que está arriba en el cielo. Allí me encontrarás, yo soy Ozymandias…
El joven despertó sobresaltado sobre su cama. El día se había levantado, la luz bañaba la pequeña habitación donde había vivido desde hacía varios años. Un poco demacrado se levantó y pasó un poco de agua sobre su cara. Un nombre se repetía en su cabeza: Ozymandias. Una vez correctamente vestido, salió de su habitación y recorrió a través del pequeño templo dedicado a Sol'ra. A esta hora los otros sirvientes y sacerdotes aún dormían. Su sueño estaba todavía muy presente, vio allí una llamada mística, Hakim se dirigió hacia el pórtico del templo. Allí dormía un guardia de servicio, debido a la inseguridad del lugar a raíz de la intensificación de las actividades de los rebeldes en la región. Cogió una cimitarra apoyada contra la pared, jurando devolvérsela a su dueño. Dejó el lugar, caminando por el desierto, siguiendo el sol que progresaba rápido en el inmaculado cielo.
Mouktar había recibido unos pocos días antes las órdenes del visir en persona. Le había solicitado un informe sobre las actividades de los rebeldes en Aksenoun. Lo que él había descubierto sin duda le daría gran honor y una increíble recompensa, pero el destino finalmente detuvo su caso y no le dio tiempo de informar sobre los abrumadores hechos acerca del Príncipe Metchaf y Urakia. Había seguido a estos últimos hasta Istaryam donde los espió con la máxima discreción. Pero fue más allá de lo que permitía la presencia de Ptol’a. Observó a cada persona presente y pronto se dio cuenta de que se trataba de un grupo rebelde, el Príncipe y Urakia no habían hecho nada en contra de ellos. Mouktar estaba obligado a informar a las autoridades correspondientes. Luego, el suelo se estremeció cuando los dioses antiguos fueron puestos en libertad, decidió no andar rondando más por esa zona. Fuera de Istaryam, un espectáculo extraño se le presentaba. El desierto se tragó, literalmente, el lugar donde había una cúpula, descubriendo así algunos vestigios de la antigua Istaryam. Cuando todo se detuvo y la arena acabó invadiendo la ciudad el Escorpión Blanco de Selik observó un detalle muy interesante, por decir lo menos. Al final de la antigua ciudad, la punta de una pirámide sobresalía de la arena. Sobre las paredes estaba grabado el símbolo de Sol'ra. Por lo que sabía, no había ningún templo aquí. Movido por la curiosidad, obedeció el segundo mandamiento de los Escorpiones Blancos: Averigua todo lo que pueda.
El sol estaba alto sobre el cielo cuando Hakim notó una nube de polvo. Pensó de inmediato que se trataba de una señal y fue a mirar. Se subió a una duna alta y una vez en la parte superior quedó impresionado por la vista: ¡ruinas salían de la arena! Justo debajo de donde estaba, el símbolo de la Sol'ra atrajo su atención. Luego empezó a bajar la duna para ir a ver. Ahora sentía una presencia familiar, como si el Gran Sacerdote de Sol'ra estuviera casi a su lado. Mouktar escondido detrás de una de las aristas de la pirámide vio llegar a Hakim, preguntándose de dónde venía. ¿Sabía que esta pirámide estaba allí? No se dejó intimidar y fue al encuentro del joven hombre, este último se mostró sorprendido.
- ¿Quién eres tú? Dijo el Escorpión Blanco.
- Yo... Hakim, vengo de un templo a un día y medio aquí. ¿Y usted?
- Mouktar, Escorpión Blanco de Selik.
Pero eso no le decía mucho a Hakim.
- ¿Qué es lo que quiere? No tengo dinero para darle, respondió pensando que se trataba de un bandido.
- Yo no quiero su dinero... No soy un ladrón... Trabajo para el visir. Acabo de ver lo que ocurrió aquí y lo encuentro extraño...
Hakim sumido en sus pensamientos dejo a Mouktar allí para enfocarse en por qué estaba allí. Por desgracia, después de recorrer por completo el edificio, no había encontrado una entrada, sólo bloques sellados entre sí. El Escorpión Blanco se divirtió mirándolo, más acostumbrados a las aberturas secretas ya se había imaginado la forma de entrar.
- Dime por qué estás aquí y te ayudaré, comentó.
- Estoy aquí por la voluntad de Dios, si usted quiere saber más eso ayúdeme a entrar ahí dentro, dijo Hakim un poco irritado.
- Muy bien, vaya a ver... ¡allí! Le dijo, señalando un símbolo de Sol'ra. Mouktar tocó cuatro símbolos jeroglíficos que Hakim tradujo como una breve oración. Una vez asimilada, se arrodilló y batiendo las manos sobre la piedra caliente, susurró varias veces las palabras que acababa de aprender. El sonido de piedra contra piedra indicó que un pasaje acababa de abrirse. Una de las piedras se había hundido en la pirámide, dejándoles el campo libre a ambos nómadas. Una vez dentro, todo cambió a su alrededor. Las paredes desaparecieron y se encontraron en medio del desierto frente a un cristal amarillo.
- ¿Qué? Murmuró Mouktar impresionado.
"¡Acércate!" Pidió una voz que parecía venir de ninguna parte. "Yo soy Ozymandias, Sacerdote-Rey al servicio de Sol'ra. Venid a mí fieles.
- Ozy... mandias... Repitió Hakim.
Había tenido tiempo para reflexionar en su viaje sobre ese nombre y sólo recordaba a una persona que había sido nombrada así en el pasado. Uno de los primeros reyes del desierto. Pero eso fue hace mucho, mucho tiempo, ¿por qué milagro, podría ser él? Sobre todo porque esta voz vino a confirmar su suposición. "Ozymandias, Sacerdote-Rey". Mouktar por su parte no conocía el nombre, pero eso no le detuvo para ir ver el cristal para hacerse una idea "Averigua todo lo que puedas." En el interior del cristal había un hombre. Mouktar golpeó la superficie para poner a prueba la solidez del cristal, no sonaba hueco. Hakim dio una vuelta, examinando los viejos atuendos y el estado del hombre. Reconoció por la ropa que se trataba de un sacerdote Sol'ra con su característico color azul y sus símbolos. Aferrado a su espalda y detrás de su cabeza, un adorno de oro representaba al sol.
- ¡Este es Ozymandias!
"Hakim... Rompe mi cadenas... ¡Libérame de este cristal! Y responderé a tus preguntas.
El joven Guardián del Templo, impulsado por su fervor tomó impulso y golpeó el cristal con su cimitarra. El cristal se agrietó, pero no cedió. Mouktar decidió ayudarle, se dio la vuelta y golpeó con fuerza. Repitieron sus acciones hasta que el cristal se rompió completamente. Ozymandias cayó de rodillas en medio de gritos, tomó una gran bocanada de aire como un bebé que sale del vientre materno. De alguna manera él se levantó, su alta figura filiforme superaba en tamaño a los otros dos. Apretó sus puños como para hacer volver sus fuerzas. Luego se dirigió a Hakim y a Mouktar y extendió sus manos.
- La historia no se olvidará su nombres y cuando Sol'ra a haya destruido este mundo los acogerá a su lado. Tomen mi mano y vayamos hacia donde están los nuestros que esperan una señal fuerte, la señal de mi regreso, la señal de Dios.
Claramente esto no era una sugerencia, sino una orden divina. Cada hombres tomó una de sus manos y todo vaciló a su alrededor. La luz se intensificó, hasta cegarlos, el suelo se escabullía bajo sus pies. La sensación no era desagradable, porque sentían que este milagro era obra de Sol'ra.
Capítulo 2: Preludio a la Guerra
Noz'Dingard...
La preocupación pesaba sobre la conciencia de uno de los seres más cercanos a Guem existentes en la actualidad. Dragón había sentido esto sólo en raras ocasiones, una de ellas fue la llegada de Néhant. Eso estuvo mal. Y aunque su modo de sentir los sentimientos difería de los seres humanos, la angustia iba en aumento. A lo lejos Arkalon luchaba junto a los Kotoba en una batalla contra los Nómadas del Desierto. Él se había centrado en su ex-Caballero de Dragón para ver a través de sus ojos, pero lo que veía no le gustaba. La tierra alrededor de la Piedra Caída del Cielo ahora era arena estéril y nunca antes había sentido a esta maldita piedra con un poder tan fuerte. Dragón sabía que ésta sería la última batalla, que tenía que actuar y dejar de ser un espectador. Se materializó delante del trono del palacio de Noz'Dingard Anryéna leía un pergamino. Inmediatamente dejó de leer cuando vio a su padre. La cara de Dragón estaba tensa y su estado de ánimo impactaba la atmósfera. Anryéna se inquietó por este estado.
- Padre, ¿Qué te pasa?
- Hija mía, el mundo está inestable y ahora nos encontramos en una encrucijada. Si un camino conduce a la victoria, otro nos sumerge en el caos. No debemos quedarnos replegados sobre nosotros hasta la resolución de este conflicto, apoyemos a los que ofrecen sus vidas. Reúne lo más rápido posible a los guardias de la ciudad, no tenemos tiempo para llamar a todo el ejército de Draconia.
Dragón cerró los ojos por concentrarse, sentía a cada persona con quien tenía un vínculo, toda la gente que habían recibido su Piedra-Corazón y que formaba parte de los Enviados de Noz'Dingard. Hizo un llamado a todos los que estaban en la capital.
"Enviados, escuchen mi llamado, los espero en el palacio para darles una importante misión para las tierras de Guem. Pónganse en camino sin demora.
- Hija mía, tendrás que permanecer aquí para dirigir, en ausencia de Kounok no puedo hacerme a la idea de dejarte arriesgar tu vida.
Anryéna comprendía bien la situación no le respondió a su padre y se contentó con obedecer convocando al capitán de la guardia de la ciudad.
Los primeros en aparecer fueron los que se prepararon para la guerra, es decir, los Caballeros Dragón Zahal y Valentín así como Naya y una parte de sus Guerreras-Mágicas. Luego llegaron los Magos, Aerouant con su golem, también Marlok que visitaba la ciudad e incluso Alishk. Aparte de Marzhin, Pilkim, Kounok y la Pitonisa no faltaba nadie. Finalmente llegó el turno de los soldados, la gran plaza frente al palacio se llenó rápidamente. En el Palacio, Dragón dirigida a las máximas autoridades de la ciudad, Zahal en tiempos de guerra se convertía en el líder de los ejércitos, Naya en líder de las Guerreras- Mágicas y Marlok fue designado como representante del Compendio en la misión que iba a seguir.
- Lo que va a suceder es crucial para las tierras de Guem. Voy a abrir un portal mágico a la Tumba de los Ancestros, donde parte de los Kotoba se enfrentan con Nómadas del Desierto. Ubíquense a su lado y combinen sus fuerzas. En el mismo lugar encontrarán fácilmente el Caballero Dragón Arkalon, díganle que lo pongo a la cabeza del ejército de Draconia. No voy a negar que esta misión sea terriblemente arriesgada, no me extenderé más. Esto va mucho más allá de una guerra de Clanes.
Marlok se adelantó para tomar la palabra.
- Dragón, yo no estoy por una simple visita aquí, sino enviado por el Consejo de los Gremios. Sepa que acabamos de votar la disolución del Gremio conocido como los Nómadas del Desierto. Podemos actuar sin temor a represalias por parte del Consejo.
- En ese caso, golpee, golpee fuerte y ponga a nuestros enemigos de rodillas. ¡Pero sobre todo debemos destruir la Piedra Caída del Cielo! Dragón abandonó el palacio seguido por los Enviados de Noz'Dingard. Acudió a su magia y un portal mágico se abrió ante él.
- La apertura de un portal me exige una gran cantidad de magia, váyanse de inmediato. Voy a llamar a nuestros aliados para informarles que vamos a la guerra.
Okia un día antes de la confrontación.
El Señor Imperial se mantuvo firme en su caballo, el dolor en su costado le recordaba la derrota sufrida en la última batalla en la Tumba de los Ancestros. Ahora debía enfrentar y reparar la deshonra con una resonante victoria. Su hijo el Campeón Imperial Iro lo precedía y las últimas noticias eran inquietantes. Ya estaban allí el resto de los Kotoba y parte del ejército imperial, es decir, unos dos mil hombres en espera de las órdenes del Señor Imperial. Orden se produjo después de que todos los capitanes de sección hubieron informado de que estaban listos para marchar. La procesión comenzó, vaciando poco a poco la aldea que no había estado tan animada en las últimas décadas. Los aldeanos animaban orgullosos a los soldados imperiales para darles valor en el corazón en la batalla. Las columnas de tropas parecían hormigas que se dirigían a la piedra que brillaba en la distancia. A los lados de Gakyusha estaban Tsuro y Xïn quienes discutían la estrategia.
- Mis Abatidores nos preceden y las noticias que reportar hablan de dos ejércitos sobrenaturales que estarán enfrentándose en el momento en que lleguemos. Shui Khan, Hime y Amaya están listos para responder a nuestra señal.
- Y el Clan del Cuervo, ¿Qué hace?
- Por lo que sé, intervino Xïn, el señor Daijin envió a algunos de sus hombres, además de su exorcista. Si usted me pregunta, no vamos a verlos antes de que actúen.
- Desde el momento en que escuchen las órdenes todo estará bien. Apresurémonos quiero que intervengamos lo más rápido posible y liberemos la Tumba de los Ancestros de estos invasores del desierto.
- ¡Vamos a mostrarles lo que valen los Kotoba! Exclamó Xïn, aplastando su puño derecho en la palma de su mano izquierda.
Bosque Eltaria cuando los Enviados de Noz'Dingard atraviesan el portal.
El Maestro-Mago Marzhin estaba muy impresionado con la velocidad de crecimiento de la Comepiedras de Los Confines. En sólo dos días su cabello había crecido unos treinta centímetros. Pilkim no alejaba de sus ojos a la criatura, no por su físico femenino sino por todo lo que representaba. Ella había pasado todas las pruebas que los draconicos le habían puesto y que se consideraban difíciles en la Academia de Magia de Noz'Dingard. En medio de una de ellas, la Comepiedras se quedó inmóvil, ya no estamos reaccionando a los problemas de Pilkim y Marzhin. Kei’zan que la observaba inclinó la cabeza y vio que algo andaba mal.
- ¿Comepiedras?
La criatura se levantó y se giró en una dirección específica.
- ¡Ya ha comenzado! Dijo ella en voz alta.
- ¿Pues qué? ¿Qué es lo que comenzó? Preguntó Marzhin curioso.
- Pues, esto por lo que fueron a buscarme, esto por lo qué me estoy preparando, por lo que nos vamos de aquí. Las fuerzas están en movimiento, siento el poder divino allá a lo lejos, la guerra comienza.
- ¿Qué? ¿Ahora? Exclamó Pilkim.
- ¿Hace falta que la guerra te espere hijo? Ironizó Marzhin.
- Los tuyos están en camino a la Piedra Caída del Cielo, dijo la Comepiedras dirigiéndose a los draconianos.
Luego, dirigiéndose al Kei’zan.
- Debemos ponernos en marcha, los Corazón de Sabia, deben volver a intervenir.
- Tiene usted razón Comepiedras, vayámonos, la gran mayoría de los Corazón de la Sabia nos espera en el límite del bosque, otros ya están allá. ¿Va a venir Maestro-Mago?
Marzhin se levantó y se sacudió el polvo, pensando en que iba a hacer. Si los Enviados de Noz'Dingard iban a la batalla ¿Por qué él no? Su misión aquí ya había terminado después de todo, por no mencionar el hecho de que esta batalla era importante y quizá decisiva.
- Por supuesto que vamos, no se divertirán sin nosotros.
Pilkim no sabía qué pensar ante la emoción de la perspectiva de una batalla y el temor a enfrentar la muerte. Pero si su padre decidió participar, él también debería hacerlo.
Inmediatamente los Corazón de Sabia se pusieron en marcha y salieron de su bosque para apretar a los Nómadas del Desierto.
Capítulo 3: ¿El fin?
La cabeza de Soraya rodó por el suelo y se hundió un poco en la arena.
El cuerpo de la encarnación de Kehper cayó pesadamente delante de Iro y los demás miembros de los Kotoba presentes en ese momento. El joven Xziarite esperaba ver a los escarabajos guerreros huir en ese preciso momento, pero el hecho de haber derrotado a la encarnación de Kehper no tuvo el efecto deseado. La ola de quitina avanzaba sin cesar y pronto el Ejército de los Ancestros tuvo que retroceder.
- No puede ser, ¿Cómo lo hacen? Gritó Iro molesto por la situación, mientras cortaba cabezas de insectos con toda su fuerza.
Yu Ling vio que el general adverso se levantó, se acercó a su cabeza y la colocó en su lugar como si nada hubiera pasado. Quedó sorprendido por esta visión catastrófica. Perderían si no podían derrotarlo definitivamente.
Aquí aparecieron cerca las tropas de combate cuerpo a cuerpo de Draconia. El azul se agregó al negro y al rojo en una caótica mezcla de colores. Zahal encontró a Arkalon, muy visible entre el Ejército de los Ancestros. Como cualquier buen Caballero Dragón el joven conocía la prestigiosa línea de los portadores del título, también sabía que él allí había perdido la vida contra el Imperio de Xzia.
- ¡Señor! Soy Zahal dirijo las tropas regulares de Draconia, siguiendo las órdenes de Dragón nos ponemos bajo su mando. Arkalon se sorprendió poco por la llegada de los "suyos". Tampoco se sorprendió al ver a varios Caballeros Dragón, esto ya había ocurrido antes. Así que asumió el rol que le fue asignado. Llevó a Zahal hasta Iro para idear un plan rápidamente. Pero tan pronto como se encontraban con el campeón, Yu Ling les mostró algo.
- ¡La bandera de mi padre! ¡Otros refuerzos! -Gritó el Campeón lleno de esperanzas. ¡La batalla no está perdida! Mientras tanto, la encarnación de Kehper se cobraba de vidas, destruyendo tanto a vivos como a Ancestros. Al ver esto, los pocos Nómadas del Desierto en la batalla se retiraron a la Piedra Caída del Cielo.
Al pie de la Piedra Caída del Cielo se estaba jugando el futuro del mundo. Ïolmarek observaba la batalla gritando órdenes a cualquier precio, vio llegar a los Xziarites y tenía previsto lanzar sus fuerzas a la batalla. Pero la aparición repentina de los draconicos reducía sus esfuerzos a cero.
- ¿Qué debo hacer? "¡Mantén la esperanza, sacerdote, mantén la esperanza, ya llegará y con él el fin de este mundo!", Dijo una voz venida de la Piedra Caída del Cielo "mantén la esperanza.
- ¿Quién llegará? Y ¿Cuando actuará?
"¡El que era mi receptáculo, el que fue yo, el que será yo, la plaga de Guem!
En ese momento una luz amarilla fuerte atrajo la mirada del sumo sacerdote de Sol'ra. Unos hombres habían aparecido milagrosamente. Djamena no lejos de allí se les unió. Se acercó al Sacerdote-Rey, entonces ella le rozó la mejilla con el dorso de los dedos.
- Usted... Estás de vuelta…
A continuación, se arrodilló en señal de reverencia. Ïolmarek saltó de su rocas voladora para obtener más información sobre los recién llegados. Llevaban los símbolos de su orden religiosa, ya había conocido a Mouktar y a Hakim pero no sabía ante quien se postraba Djamena.
- Levántate Djamena, estamos juntos otra vez, ¿Sabes lo que eso significa?
- No, ¿Qué significa? cortó Ïolmarek.
Djamena intervino para hacer las presentaciones, mientras que otros Nómadas se reunían alrededor de ellos.
- He aquí Sacerdote-Rey Ozymandias, dijo mostrándolo, luego a la inversa, Sacerdote-Rey, he aquí al sumo sacerdote de Sol'ra Ïolmarek.
El anciano conocía el nombre y sobre todo sabía lo que había hecho antes.
- Pensé que estabas muerto hace tiempo. ¿Has sobrevivido?
- ¡Sol'ra nunca habría permitido que muriera, soy el único capaz de contener su poder! Con su permiso tomaré la palabra.
- Sí, por supuesto... se resignó Ïolmarek impresionado.
- Solarian, niños Sol'ra, es el momento de liberar a este mundo al que espera pacientemente dentro de la Piedra Caída del Cielo. Es hora de despertarlo, el sol brilla sobre nosotros, terminemos el duelo entre nosotros y Guem. Dejen hablar su naturaleza, dijo abriendo los brazos. ¡Inicien las súplicas y letanías, hagamos oír nuestra fe!
Ïolmarek llevó lejos a la Esfinge, a otros Guardias del Templo y a algunos miembros de Eclipse.
- Impidan a cualquier persona interrumpir lo que ahora va a pasar, recuerden que ustedes son el brazo armado de Sol'ra y que nuestras vidas le pertenecen a él.
- ¡Entendido! Dijo la Esfinge, golpeándose el pecho. Mientras viva, nadie se acercará.
- ¡Mire ahí abajo! dijo Malika mostrando la otra cara de la piedra. Todavía tenemos visita.
Era Kei’zan y los Corazón de Sabia, acompañados por la Comepiedras, Marzhin y los draconicos. La Esfinge escupió en el suelo.
- ¡Voy a tomar mi venganza! Dijo tranquilamente caminando hacia las tropas Eltaria.
- Espera, no durarás mucho frente a ellos. Me aseguraré de que los atropelles, dijo Ïolmarek soplando luego sobre su lámpara.
A continuación salió una criatura azul.
- Sí, mi amo, ¿Puedo realizar su último deseo?
- Dale a estas personas la capacidad de resistir a la magia de Guem para que puedan derrotar a nuestros enemigos.
El genio abrió los brazos y un aura brillante apareció alrededor de la Esfinge y de los otros Nómadas.
- ¡Concedido! Dijo el genio. Ahora que te he servido tres veces, debes respetar el pacto.
- Lo sé. Vete ahora, eres libre.
Con un "puf", el genio desapareció para siempre. Ïolmarek tiró la lámpara a sus pies.
- ¡Ahora ve y derrótalos! Ordenó el sumo sacerdote.
En la guerra.
Otra vez, esta parte del mundo conocía otra increíble batalla. Por un lado, los Kotoba y los Enviados de Noz'Dingard luchaban contra Kehper y su ejército de escarabajos, por el otro los Corazón de Sabia se medían con el increíble poder de algunos de los Nómadas del Desierto. Todo iba muy rápido y a pesar de la voluntad de cohesión de los distintos jefes esto rápidamente se convirtió en un gran lucha general. La Esfinge y sus amigos, protegidos por la magia del genio no temían a la magia de la naturaleza de los Daïs. Estos últimos, impotentes, no tenía más elección que dejar a los Hom'chaï tratar de romper la línea de ataque de los Nómadas. La Comepiedras de los Confines tomó del hombro a Marzhin.
- ¡Rápido, van a abrir un paso! Tenemos que ir a la piedra ahora.
- Pero no podemos pasar a los Nómadas, nos cortan el paso y parecen resistir a nuestra magia.
Molesta la criatura de Guem se elevó del suelo para pasar por encima de la Esfinge. Sobre su cabeza una bola blanca se formó, con un gesto con ambas manos la arrojó a su objetivo.
- ¡Debemos avanzar! Gritó. Marzhin y Pilkim sacaron provechó de la distracción para cruzar al otro lado. Ahora podían ir a la piedra.
Djamena, Ahlem, Ïolmarek, Ozymandias y otros Solarian rezaban juntos por un objetivo común. Situados alrededor de la piedra, su fe se fortalecía ante la posibilidad de llevar a cabo la voluntad divina. Para ellos, nada más importaba a su alrededor, sólo su objetivo común importaba. Su fervor era tal que provocaron el final de esta batalla. Un crujido cristalino se oyó en toda la región. La Piedra Caída del Cielo tembló y luego se elevó lentamente en el aire junto con los nómadas que estaban rezando alrededor. Ninguno de los gremios que luchaban contra ellos pudo hacer algo. La Comepiedras, Pilkim y Marzhin aún no estaban cerca para actuar.
- ¡Vamos a llegar demasiado tarde! Declaró la Comepiedras que empezó a levitar a su alrededor.
Ahora la piedra dominaba la zona. Los Nómadas seguían sus cánticos, mientras que la luz emitida por el cristal de la Piedra Caída del Cielo se intensificaba.
"Ozymandias... La voz resonó en la cabeza de cada uno de los Solarian.
"Una vez más conocerás el éxtasis de mi presencia, sólo tú eres un receptáculo capaz de contener mi poder
Una gran grieta apareció a través de la piedra.
"Sumo Sacerdote, ¿Qué estás dispuesto a sacrificar?
Ïolmarek había dedicado su vida a Sol'ra, su vida ya no le pertenecía, pues ahora el Solarian que residía en su interior lo dominaba. Estaba listo. Sentía que su vida salía de su cuerpo y el Solarian la hacía entrar en la piedra. De nuevo ésta se agrietó y pedazos cayeron en la arena más abajo. La Comepiedras volaba sobre la piedra con la esperanza de que no fuera demasiado tarde. La Guemeliana de Guem apeló a todo su poder e intentó una experiencia inédita, mezclar los distintos tipos de magia para eliminar la piedra y a los Nómadas. La Comepiedras sentía la presencia de Guem y la magia más pura circuló en torno a ella, luego la lanzó con toda su voluntad sobre la piedra. La magia recorrió la superficie del cristal amarillo lo que provocó el estallido de su superficie y la expansión de las grietas. Esto fue suficiente para liberar lo que había en su interior.
La roca estalló en una conflagración de violencia inusitada. Todos los que luchaban en las cercanías fueron proyectados sobre el suelo, arrastrados por la fuerza de la explosión. La Plaga de Guem que anteriormente estaba encerrada dentro la piedra se hundió en el cuerpo del Sacerdote-Rey. Este último comenzó a crecer y a cambiar de apariencia. Su cabeza se convirtió en la de un halcón, sus piernas dieron paso a filamentos de energía divina. Tal como un astro solar la temperatura a su alrededor aumentó rápidamente. Marzhin y Pilkim fueron sus primeras víctimas, golpeados de frente por el aura divina las quemaduras aparecieron sobre sus brazos y sus rostros. Al ver esto la Comepiedras se interpuso entre ellos y aquel ser.
- ¡Váyanse rápido! Gritó.
Los draconicos se fueron arrastrando dada su condición. Ellos abandonaron la esperanza de intervenir, dejando a la Comepiedras frente al Avatar de Sol'ra.
- ¡Niña de Guem! Tú serás mi primera víctima, y después el mundo que te engendró ya no existirá más, dijo el Avatar de Sol'ra antes de abalanzarse contra la Comepiedras.
El increíble calor generado por la criatura divina era insoportable, pero la Comepiedras se mantuvo firme. Por lo menos al principio, pues el Avatar resultó demasiado fuerte para la que llevaba las esperanzas de las tierras de Guem.
- NOOOO ¡TODOS HUYAN! ¡O USTEDES PERECERAN! Gritó la Comepiedras que comprendía que sería incapaz de contrarrestar al Avatar de Sol'ra.
Al ver la resistencia mostrada por la criatura de Guem, el Avatar decidió empezar su trabajo y destruir los alrededores y a todas las criaturas vivientes que estaban allí. Un rayo de sol lo golpeó, como si el brillante sol en lo alto del cielo respondiera a la voluntad del Avatar, el calor aumentó todavía más, luego, sirviendo de paso envió el rayo solar a la tierra. La Comepiedras vio acercarse el rayo, sabía que si éste tocaba el suelo, sería un desastre. No tenía otra opción, debía detenerlo. Se lanzó a toda velocidad y se interpuso.
La Tumba de los Ancestros estalló en un arrebato de ira de Sol'ra...