De Eredan.

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Acto 3: Iluminación Deslumbrante

Iluminación Deslumbrante

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La naturaleza había cubierto la Tumba de los antepasados de una espesa vegetación. Había obedecido a los que nacieron de la tierra y de los árboles. El furor con el cual los Corazón de Savia había entrado en el conflicto ponía término a la paz que el lugar solía tener. Las lianas que ya cubrían completamente la piedra caída del cielo, pulsaban como si la sangre fluyera por los latidos de un invisible corazón. La Esfinge con rabia divina, cortaba las raíces que lo capturaban, pero estas eran muy fuertes y ya se le acercaban peligrosamente dos enorme Hom'chaïs. Afortunadamente para el Guardián del templo, Kararine le echo una mano. Sigilosa y ágil como una pantera, liberó a su compañero Nómada. Este último decidió replegarse el tiempo que Ïolmarek tardara en encontrar una solución a esta fuerte resistencia. El jefe de los Nómadas del desierto tenía mucho trabajo, rechazando difícilmente los ataques mágicos de Kei'zan y de Hablamente.

La magia de los dos Daïs era poderosa, pero la fe de Ïolmarek y sus acólitos era una muralla contra la cual sus adversarios venían a estrellarse.


Un poco más apartado, los restos del campamento de los Enviados de Noz' Dingard servía de marco a un encuentro extraño. Mélissandra discutía con Valentín, el caballero dragón.

- En usted habita una fuerza que Kei'zan identificó como equivalente a la del Árbol-mundo. Usted debe entender que esta piedra no es buena para nuestra tierra y que va a dañarla.

Valentín se había despertado, por la mañana, sobresaltado mientras que los Corazón de Savia lanzaban su ofensiva. Muy rápidamente, al borde del campo de batalla, había observado las escaramuzas, dando cuenta así por sus ojos a Dragón de una situación bastante compleja y explosiva. Luego más tarde, la joven elfine se le había presentado, por una razón que todavía no comprendía.

- Pensamos hablar a Dragón y apelar a su sabiduría. Hablo en nombre de Kei'zan pidiendo su ayuda y la de su pueblo. El debe sentir los efectos de la perversión que genera la piedra.

Valentín se rascó la barba, bastante confuso. No era mago y no conocía gran cosa de lo que trataban de explicarle. Había sido enviado allí al tiempo que otros miembros volvían de su misión.

- Soy uno de los caballeros de Dragón, todo lo que sé, el también lo sabe porque estamos vinculados.

En ese momento, Dragón decidió tomar la palabra. El aspecto físico de Valentín cambió, sus rasgos se hicieron los de un híbrido hombre - dragón.

- Oí la llamada del Árbol-mundo, Elfine. En este momento el dolor nubla los ojos y embarga a mis Enviados.

Mélissandra se sintió un poco decepcionada por esta respuesta.

- Pero Valentín va a acompañarte y a poner su saber a tu servicio. Les enviaré a otros aliados cuando llegue el momento.

Luego, Valentín retomó su apariencia normal.

- Bien, diríamos que debo ponerme bajo su mando.

Un poco más tarde y con la ayuda fortuita del viejo caballero dragón, los Nómadas estaban en postura muy lastimosa. Había varios heridos en las filas de los fieles de Sol´ra. Pero, afortunadamente para ellos, no estaban solos. Combatían por un ideal y para una fuerza superior que sobrepasaba su condición. La piedra caída del cielo, aunque rodeada de lianas, emitió un nuevo canto. El viejo sacerdote lo oía y lo comprendía como si se tratara de voces celestiales.

- " Apela a ella, servidor. Sólo ella puede sacarte de ahí”.

- ¿Ella?

Malika, que estaba al lado, tomó la sotana de Ïolmarek.

- ¿Quién es ella? ¡Sé más claro!

Pero el sacerdote no escuchaba nada más. Sacó entonces una lámpara de aceite y sopló arriba. Una criatura azulada salió de ella.

- ¿Sí, mi amo, puedo realizar uno de tus deseos?

- Utilizo mi segundo voto, genio. Deseo que Djamena se encuentre aquí inmediatamente.

- Qué sea hecho según tu voluntad, amo.

El genio cerró los ojos y una aura dorada apareció alrededor de él. Un flash se produjo entonces, cegando a todas las personas en los alrededores. Cuando la vista les volvió, se encontraba a su lado una joven mujer con vestidos blancos característicos de los iniciados del dios Sol´ra. La joven mujer daba muestras visibles de encontrarse desconcertada por lo que acababa de producirse y lanzaba miradas a su alrededor con cierto pánico. Luego, mirando con ojos inquisidores sobre el que había salvado a su padre de una suerte incierta, entendió su canto. La dulce voz se le dirigía sólo a ella.

“¡Djamena, despiértate! Es el tiempo para volver a ser la que eras en otro tiempo. ¿Entiendes Djamena? "

La joven mujer no se movía, pero en ella algo se producía, una transformación, una liberación. Una lanza apareció entonces en su mano, luego, de un movimiento, hendió el aire desde abajo, hacia arriba con destino a la piedra. Al cabo de algunos segundos, las lianas que la rodeaban se rompieron, luego, cayeron, se descompusieron y acabaron por hacerse arena. La gema refulgía cada vez más. A su pie, Djamena había cambiado. Alas le habían crecido y sus cabellos que flotaban en el viento se habían vuelto casi blancos. Todos los Nómadas sabían que un nuevo Solarian acababa de hacer su aparición, y que esto significaba que esta batalla no estaba perdida todavía. Ahora, el suelo alrededor de la piedra se agrietaba, y una energía violenta y divina se había puesto manos a la obra.

Alhem sentía que Sol´ra los miraba y juzgaría sus actos. La teúrgia de curación fue invocada, poniendo como nuevos a todos los Nómadas para una nueva ofensiva. El contraataque fue lanzado por la Esfinge que, en un rugido, saltó sobre Marca-rojo y estuvo a poco de decapitarlo, salvado en extremo por Valentín que rechazo al coloso con cuerpo de león. Djamena se interpuso entonces.

- ¡Vas a ser juzgado, soy el brazo de dios, y tú un insecto que voy a aplastar! Dice con cólera. Apenas hubo pronunciado estas pocas palabras, el cielo comenzó a ensombrecerse.

- Señor, nuestros siguientes actos no son dignos de tu mirada. Qué el Eclipse le ponga vendas a tus ojos divinos y nos conceda el favor de la luz negra.

La Garra, se había colado entre los restos de lianas y de árboles e iba a asestarle a la joven Nómada un golpe magistral cuando fue inmovilizada. Se sentía como atraída por el suelo. Ïolmarek se adelantó hasta ella riéndose burlonamente. Su aspecto había cambiado, sus vestidos y su actitud se habían vuelto negros.

- ¡El Eclipse, mi bello Eclipse, tenemos una guémélite!

Luego, con ambas manos, tomó a La Garra de un golpe y la levantó por encima de él.

- ¡Tus pecados son numerosos, infiel! Tu alma me pertenece para toda la eternidad.

Apoyo su mano derecha en la cabeza de la guémélite, luego, como si hubiera tomado algo invisible, tiró con todas sus fuerzas. Una forma fantasmal salió de ella. Su alma dejaba su cuerpo. Su corazón dejó entonces de latir y sus brazos dejaron de agitarse. Kei'zan un poco más lejos asistió a la escena sin poder hacer nada...

Hacia los Confines

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La Tumba de los Ancestros estaba bañada en llamaradas y en sangre. La piedra caída del cielo lleno de fuego a sus alrededores, destruyendo los campamentos de los Enviados de Noz'Dingard y de los Kotoba. La Corazón de Savia y el caballero dragón, Valentín, habían regresado al territorio Eltariano. A ellos pronto se les unieron el resto del equipo quienes habían sido testigos de la batalla y querían conocer más. Los Nómadas del desierto tenían bajo su dominio la Tumba de los Ancestros, galvanizada por la piedra y por el Eclipse que se produjo poco después de la aparición de su nueva camarada. Estos fanáticos habían conseguido la derrota de las criaturas de la naturaleza.

El Kei’zan sostuvo en sus brazos el cuerpo sin vida de la Garra, la tristeza y el cansancio era visible en los rostros de los Eltarianos. Por el duro golpe y la importancia del evento, fue una de las raras ocasiones en que muchos extranjeros fueron aceptados en las tierras ancestrales, por lo general ocultas. Por lo que habían miembros de los Enviados de Noz'Dingard, de los Kotoba, de los Combatientes de Zil e incluso de los Piratas, recién llegados al conflicto.

El viento pasaba entre los árboles, el Kei’zan puso sobre el suelo el cuerpo sin vida de su hija adoptiva. Si hubiera tenido un corazón, este se encontraría roto en miles de pedazos porque su pena era grande. A su alrededor los demás miembros del Corazón de Savia se reunieron y comenzaron el canto ritual de los difuntos, una melodía triste y melancólica. El Daïs encantó a continuación, un antiguo sortilegio de retorno a la tierra, raíces emergieron de la tierra y rodearon a la Garra. Entonces lentamente, todo se hundió en el suelo. Durante este tiempo Valentín se encontraba hablando en su interior con el Dragón.

- Mi señor, usted vio al igual que yo todo lo que pasó. ¿Qué actitud tomará ahora? Estos nómades parecen ser tan peligrosos como los fieles de Néhant.

- Caballero, tendrá que actuar sin una confrontación directa, al menos por ahora. Hay una persona que podría aportar una solución. El se encuentra en este bosque pero aprisionado por los suyos.

- ¿Debo recurrir a esa persona?

- Sí, es necesario. Algunos de los Enviados deben llegar pero por ahora demoraran en hacerlo.

- Obedeceré. Una vez que el canto terminó, Valentín se reencontró con Kei’zan.

- Lamento molestarlo en un momento visiblemente doloroso. Debo pedirle un favor. El Kei'zan asintió con la cabeza y luego Valentín escuchó en su cabeza.

- ¿Sí enviado de Dragón?

- Es evidente que alguien en su pueblo traería una solución contra los poderes de estos nómades.

- ¿Quién?

- Una persona que retienes prisionero. El Daïs con el rostro sin boca sacudió la cabeza.

- La persona que usted menciona ha sido castigada por sus actos.

- No pongo en duda su motivo, ¿pero sería posible hablar con él?

- Sospecho que una presencia superior de usted dio con la existencia de esa persona.

- Dragón piensa que el prisionero es un eslabón en la cadena y que su ayuda es fundamental. Después de una larga vacilación, el Kei'zan acepto guiar al caballero dragón al sitio donde durante muchos años fue encarcelado, hacia el corazón de la selva. Durante dos días viajaron por senderos, Valentín se sorprendió al ver tantos lugares inusuales y maravillosos, aunque él había viajado durante años por el mundo de aquí para allá. Finalmente llegaron donde anteriormente el Árbol-Corazón con su altura dominaba al mundo. No había nada más que un tronco sin vida, pero se trataba del territorio de Kei'zan. A la vuelta de unos pocos árboles grandes rodeados de arbustos largos y peligrosos se encontraba el prisionero.

- Yo te autorizare a hablar, pero ten cuidado con tus palabras, mi hermano es vengativo.

- ¿Tu hermano? Bien. ¿Tenía un nombre?

- Hoy lo llamamos el Granizardo, comprenderás el por qué al verlo. Ante ellos se hizo a un lado la vegetación dejando paso libre a un gran bloque de ámbar. En su interior había confinado un Daïs de gran altura cuyo lado izquierdo estaba lleno de pedazos de piedras brillantes de color verde. El Kei'zan pasó la mano por Granizardo, dándole el poder de percibir el mundo a su alrededor. Inmediatamente sintió una ola de tristeza. Comprendió los acontecimientos que habían sucedido, y sobre todo lo que llevo a la muerte de la Garra. ¡El enojo fue muy rápido, demasiado rápido!

- ¡Ahí es donde todo esto nos lleva a mi hermano! El tiempo para hablar se ha terminado, ¡libérame!

- No, tú sabes que eso es imposible. Valentín fue sorprendido por la voz de Granizardo, potente y clara.

- Y tú guémélite, ¿no sientes la lenta destrucción de nuestro mundo? Dijo él, dirigiéndose al caballero dragón.

- Sé que tenemos un rival difícil y que usted tendría una solución a nuestro propósito.

- ¡Antes tienes que dejarme salir, no puedo permanecer mas inmóvil, paralizado en este lugar mientras los Eltarianos pierden la vida!

- ¡La Garra se había confiado exponiéndose al riesgo! Replicó el Kei'zan vigorosamente.

- Sí, por supuesto, pero tú, tú la dejaste morir. Entonces, ¿cuál de nosotros debería estar en este bloque de ámbar, hermano?

- ¿Pero tú sabes o no un medio para hacer frente a estos nómades provenientes del desierto? El guémélite dragón percibió la animosidad que provenía de entre los dos hermanos, uno para el otro.

- Sí, lo sé. Aclamado Granizardo calmando.

- Ahora dinos lo que sabes hermano.

- Ya te lo dije, voy a tener que salir de esta prisión porque tendré que llevar a la gente fuera de aquí. Escucha Kei'zan, escucha el lamento de Eltarianos, ellos sienten que el viento cambio y que el peligro acecha nuestro hogar.

El Daïs sabía que ese momento llegaría algún día, pero si realmente Granizardo tiene la solución debería dejar los sentimientos de lado, y dar paso a la razón. Y si alguna vez Granizardo se vuelve inestable él se haría cargo de que vuelva a la prisión, donde pasaría el resto de su existencia.

- Bueno, yo te libero. Pero al menor paso en falso, te regresare aquí. Kei'zan a continuación, golpeó con su bastón el suelo recubierto de musgo y hojas secas. Una ola de energía mágica se extendió al bloque de ámbar, que se redujo hasta que el prisionero finalmente se puede mover. Se estiró y luego avanzó de golpe hacia su hermano.

- Mantengo mi palabra, voy a ayudar lo mejor que pueda.

Nuevamente varios días más tarde, en el borde de la selva una aldea de tiendas de campaña se había instalado, una combinación de todos los gremios. El Arc-Kadia, barco de piratas había anclado un poco más tarde en un claro. El intercambio de opiniones sobre lo que estaba sucediendo y las discusiones se detuvieron cuando el Kei'zan, Valentín y Granizardo aparecieron. Se formo un gran círculo alrededor de ellos. Granizardo dio la vuelta mirando a cada uno.

- La guerra está sobre nosotros. Los provenientes del desierto sirven a un dios destructor, que no se detendrá ahí. Entre la multitud abundaban los susurros.

- Los que son capaces de eludir la animosidad que sienten por los demás serán una ayuda sin igual para la batalla que se avecina. Y a él le llevara tiempo enfrentarse a mí, por lo que algunos de ustedes podrán resolver nuestro principal problema, la piedra caída del cielo.

- ¿Y dónde piensa ir, si no es indiscreción? Pregunto Malyss un mago de Kotoba.

- Vamos a tener que ir a los confines. De nuevo los cuchicheos tomaron la reunión, el nombre "Confines" parecía causar un montón de preguntas, algunas por miedo y otras por curiosidad.

- Conozco un camino que nos llevará allí. No voy a negar que sea muy arriesgado, pero ¿cuál es el riesgo comparado al peligro que nos enfrentamos? ¿Voluntarios? Un miembro por cada gremio me parece ser una buena elección. Ergue inmediatamente dio un paso adelante.

- Siempre he querido ir... Fue el turno de Malyss seguido de Moira y finalmente, después de mucha discusión y dado el interés de encontrar algo valioso, Ojo de gema era la representante de los Piratas. Por su parte Dragón ofreció su ayuda. Gracias a Valentín y los Enviados de Noz'Dingard presentes, un portal se abrió entre el lugar donde estaban y la gran sala de recepción del palacio Noz'Dingard, evitando así un largo camino debido a que los Confines se encontraban en el otro lado de la Draconia, comparado con su posición actual. Ellos fueron recibidos por el Profeta.

- Bienvenido. La Draconia pone a disposición de esta expedición alimentos y de algunos medios para que puedan cumplir mejor con su tarea. Me asegurare de que encontraran un lugar para pasar la noche en la frontera con Baranthe.

- Le agradecemos Profeta.

Una semana después, el grupo de aventureros llegaron a la frontera. Cerca se encontraban las nieblas de los Confines. Este lugar en particular era una barrera, escondida detrás de la tumba de Néhant donde fue encarcelado este último por más de 100 años. Esta niebla mágica fue un punto de paso entre dos continentes, los Confines y de lo comúnmente llamado Tierras de Guem. Sucedió en ocasiones que algunas personas de un lado o el otro llegan a cruzar al otro continente, a veces sin darse cuenta, a veces después de una larga búsqueda.

- Aquí en el borde de la niebla de los Confines, nos atreveremos a intentar algo que posiblemente jamás pueda funcionar. Les inquirió Granizardo.

- He oído hablar de este lugar. ¿Seguro que quieres ir allá? una magia poderosa invade la zona, puedo sentir la sensación. Malyss parecía preocupado.

- Esta es la magia que permite cruzar al otro lado. Indicó Granizardo una vez que todos estaban atados los unos a los otros. A la vez impulsados por la curiosidad y la ansiedad ante lo desconocido, los expedicionarios se precipitaron en la espesa niebla. No veían más allá de sus narices y la confianza estaba depositada en avanzar con cautela. Pronto el suelo agrietado bajo sus pies cubierto de partículas de tierra calcinada se añadieron a la opacidad de la visión, haciendo que la respiración fuese difícil y dolorosa. Pasó una hora, y alrededor de ellos, aunque no lo vieran, el paisaje cambio para convertirse en caótico. Unos cristales de muchos colores emergían de todas partes, haciendo su lento avance peligroso. Su guía les hacía pasar por desvíos increíbles, pero poco a poco la niebla se desvaneció y desaparecieron las cenizas. Cuando todo a su alrededor se aclaro evidentemente ya no estaban más en Tierras de Guem, sino en el otro extremo del mundo con un entorno increíble.

- ¡Parecen las Islas Blancas! ¡Pero esto es enorme! -Exclamó Ojo de gema. Todos estaban fascinados con el descubrimiento de esta parte del mundo. No perdían de vista cientos de islas que partían flotando de la tierra hacia el cielo. Después de una rápida mirada hacia abajo podían ver la superficie del planeta.

- Lo conseguimos. Nuestra travesía acaba de empezar y el viaje corre el riesgo de extenderse. Partimos en busca de una criatura legendaria que alguna vez existió en las Tierras de Guem, la “Comepiedras”.


Motín

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Extractos del diario de Al la triste.

‘‘[...] Hemos encontrado un extraño objeto en una isla. El capitán Hic, a quien suponemos, le pertenecía, había protegido el lugar mágicamente, afortunadamente, Bragan conocía este sortilegio sin él, habríamos terminado de culo en el agua. [...]

‘‘[...] El objeto era en realidad una baliza perdida. Cuando acerqué la esfera al mapa me percate que aparecieron símbolos y surcos en el metal. Ojo de gema pasó varias horas con este enigma, sin comprender de qué se trataba. Fue Klemencia quien resolvió el enigma cuando me dirigí por soluciones al resto de la tripulación. Se trataba de otro truco de piratas, una bola a pólvora, un objeto en el cual hay que poner pólvora, y luego encenderla, una vez hecho esto, hay que deslizarla sobre un pergamino. Se debe comenzar apoyado un símbolo en forma de cruz que se encuentra sobre la esfera, en el pergamino, luego la esfera se desliza sola, dibujando una forma. Es muy difícil de explicarse así. Después de haber hecho esto teníamos allí, sobre el pergamino una línea totalmente rara. [...]

‘‘[...] Tengo un dolor de cabeza increíble, hay que decir que se celebró de buena forma nuestro hallazgo. Superponer el mapa del capitán Hic y el pergamino con la línea tomando por punto de partida la isla dónde habíamos encontrado la esfera era una idea excelente. Siguiendo los gruesos puntos que recorre la línea y haciéndoles corresponder a ciertas indicaciones geográficas, esto nos señaló el próximo lugar donde debíamos ir. [...]

‘‘[…] Mientras hacíamos una inspección ocular donde esperábamos encontrar el próximo enigma, nos topamos con un obstáculo de talla mayor, la ausencia de viento. Estamos en medio de la nada, tanto el timón, como las máquinas, no responden más. Resta solo esperar que Klemencia encuentre cómo resolver esto. [...]

‘‘[...] Ya han pasado varios días que el Arc-Kadia esta inmóvil en el aire como un viejo casco encallado. Yo no comprendo qué pasa aquí, estamos exactamente dónde indica el mapa, ¿me habré equivocado? En todo caso, es lo que parecen pensar ciertos marineros que comienzan a hablar entre ellos. Sorprendí una conversación entre Poukos y Ojo de Gema, parecería que ya no soy un capitán muy bueno como pensaba. Voy a vigilar esto de cerca, esta actitud me asombra por parte de mi segunda. [...]

‘‘[...] ¡Motín! Fue tan repentinamente, dudo que todo esto sea normal. Una parte de la tripulación desea que me rinda bajo el pretexto de no haberlos protegido y de no haber anticipado todo esto. Estos cobardes capturaron a Klemencia y a Bragan quienes me siguen siendo fieles. Tal, como lo conozco él va a hacérselos volar por el aire. ¡¡¡Por mi pierna de madera!!! ¿Qué los llevara a hacer esto? ¿Pensaran que el buque súbitamente va a recuperar su movimiento en cuanto se deshagan de mí? Verdaderamente tengo la impresión de que están volviéndose locos. [...] Cuanto más tiempo pasa, más la situación empeora. Voy a tener que recuperar el buque, no me queda otra elección, va a hacer falta que libere a Klemencia en primer lugar y que ella reactive luego a Tuerka. Con esa gran ventaja nos será fácil terminar con el resto. Hace ya mucho tiempo que no tenía la oportunidad de volver a usar mis pistocuchillos, habría preferido que fuera en mejores condiciones, pero que se le va a hacer. [...]

‘‘[...] Conseguido, Klemencia está libre. Armada va a tener un reverendo dolor de cabeza durante largo tiempo, pero no me quería dejar pasar. Sabía que esta chica no era muy lista, pero amenazó con explotarse y a nosotros con ella. ¿Qué es lo que les pasa a los amotinados? [...] Klemencia me dice que los rebeldes estuvieron comportándose muy raro. [...] Salimos a reactivar a Tuerka, ahora van a ver de qué madera estoy hecha. [...]

‘‘[...] Una larga batalla tuvo lugar. ¡Estropeamos mi bello buque, voy a hacerles pagar todo este desastre a estos salvajes! Lo bueno de todo esto, es que neutralizamos a todos los rebeldes sin ningún muerto. Ha sido un lindo castañazo, no sabía que Klemencia era tan inteligente. Fabricó una especie de guantes a la vez mágicos y mecánicos. ¡Cuando Tuerka golpeaba, era Klemencia que exactamente hacía el mismo gesto! Otros se encontraron más sorprendidos aun por este hallazgo. [...] Interrogué a estas bolsas de ron, pero sus respuestas fueron muy evasivas y al final ni ellos mismos sabían demasiado que pasó. Después de reflexionar, la relación entre el punto del enigma próximo y todo esto era casi evidente. Seguidamente Bragan me confirmó que algo mágico todavía estaba manos a la obra. [...]

‘‘[...] Pasó todavía una rara situación, el fantasma del capitán Hic apareció sobre el puente, hombre guapo por otra parte. Me dio a entender que era digna de seguir el camino a su tesoro. Igualmente sin su acuerdo, habría continuado. [...] Cuando él desapareció, el barco recuperó su movimiento, y en el lugar donde se encontraba Hic, apareció un libro rojo, de pequeño tamaño, cerrado por una cerradura cobriza en forma de boca de demonio. Sobre la tapa podíamos leer el título: Diario del Capitán Hic. [...] la cerradura no resistió mucho tiempo, un golpe de culata y voló en pedazos. [...]

‘‘[...] Leí el diario del capitán Hic, podemos decir que vivió muchas aventuras increíbles. Particularmente escribió esto, la escritura era difícil de entender: “...mis huesos son quebrantados. Mi buque esta en medio de un lugar inimaginable, hay burbujas por todas partes. Mientras que la muerte tiende sobre mí su abrigo de desgracia es mi momento para dejar mi herencia. Si lees estas líneas es porque eres mi heredero, pero ten cuidado porque.... “Por desgracia esto terminaba allí. Un nuevo punto brilla sobre el mapa, nos ponemos en camino, tengo prisa por ver lo que esto nos depara. [...]


El Néhantista

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Marlok se miraba en uno de los numerosos espejos del baño. Hacía ya mucho tiempo, desde la última vez, que se había visto de esa manera.

- " Ya tienes canas, viejo." Se decía, en voz alta. “Ya es hora de volver a estar en tu patria."

Aerouant que estaba a un paso de la puerta sacudió la cabeza, persuadido que este hombre se había vuelto loco. Después de todo, ¿Marlok no había formado parte de Combatientes de Zil?

- ¡Marlok, los otros nos esperan desde hace un largo rato! ¿Te puedes apurar?

El tono de Aerouant denotaba su estado de ánimo, como a su abuela, Marlok no le gustaba y no vacilaba en dárselo a conocer.

- Pequeño, la precipitación jamás es buena consejera, y tampoco lo es el rencor.

- ¡No me llames así! Sabes bien qué a pesar de tu relativa libertad, no eres más que un convicto.

- Tienes razón en estar enfadado conmigo, pero si tu tío me liberó es porque soy uno de los pocos que pueden desatar esta bolsa de nudos y resolver el "problema" Zil.

Ambos hombres fueron luego a la puerta norte de Noz' Dingard dónde les esperaban algunos de los Enviados así como el nuevo Profeta, la única ausente era Anryéna. ¿Posiblemente tendría cosas que contarle a su padre? Kounok tomó la palabra.

- Alishk, Aerouant y Pilkim irán contigo hasta la Tumba de los Ancestros, y allí volverás a encontrarte con los Zils. Otros enviados no estarán lejos y te prestaran asistencia si es necesario.

Luego se dirigió a Zahal.

- He aquí una carta dirigida a Angélica que pertenece a Kastel Drakren. Ve a llevarla sin demora Caballero Dragón.

Zahal tomó la carta sin mirar al Profeta, todavía vergonzoso de sus fallos. Saludó a la tropa y se puso en camino directamente.

- Conjuntamente con el inicio de esta misión, reintegro a Marlok al seno de los Enviados. Añadió el Profeta.

Algunos se sintieron bastante asombrados y Aerouant puso mala cara. Pero ninguno dijo ni una palabra porque la orden del Profeta no debe ser discutida.

- ¡La sombra extiende su mano sobre el mundo, a nosotros nos corresponde morderla hasta que sangre! Cuídense y recuerden las enseñanzas que recibieron. La magia de Néhant es muy poderosa, es solapada y puede segar la vida en “un abrir y cerrar de ojos”.

Mientras que hablaba, una pequeña tropa llegó procedente de la ciudad. Se trataba de Naya y algunas de sus “Sorcelames”.

- Profeta, mis “Sorcelames” y yo acompañaremos a tus hombres.

El modo en el que Naya acababa de dirigirse al Profeta era rayano a la falta de respeto y su tono autoritario denotaba su estado de ánimo y su pensamiento, vengaría a aquel, con quien compartió su vida en otro tiempo. Kounok miró a la que fue la compañera de su hermano durante años largos y que también es madre de Aerouant. El Profeta escuchaba a Dragón " Déjala ir, reclama venganza y quiere proteger a su hijo, será una ventaja”.

- Sean bienvenidas en esta expedición, ustedes ya deben conocer el peligro, pero sus ojos brillan por el furor, sus corazones laten con fuerza y ustedes desean vengar a mi hermano. ¡Sean pues los dientes de Dragón y muerdan, muerdan profundamente!

Así Naya, la comandante de las Sorcelames con Anazra, Eglantyne y Moira se unieron a la expedición.

El viaje duró algunos días, Marlok aprovecho este tiempo para explicarle su plan a todo el mundo. Para deshacer el lazo que existía entre los Combatientes de Zil y el Néhantista, hacía falta que los magos cumplieran un ritual. Este ritual atraerá a los malvados, tan seguramente como las deyecciones a las moscas. Instantáneamente atacaran. Las Sorcelames serán pues las protectoras del ritual, el tiempo necesario para completarlo y liberar a los Zils. Mientras tanto hacía falta que todos quedaran discretamente cubiertos. Montaron un campamento a una distancia razonable de aquellos a quienes venían a liberar.

Marlok se puso sus viejos vestidos con los colores de los Zils.

- Mañana al mediodía, empiecen el ritual. Esto me dará el tiempo para reunir a los que están bajo la influencia del Néhantista.

Luego sacó de una bolsa el brazo del que fue su golem, el que, después de un encantamiento, se hizo parte integral de su propio brazo. Luego miró a Aerouant y a Pilkim.

- ¿Deben conocer el sortilegio de Lazo revelado, no?

- Teóricamente, respondió Aerouant. Pero jamás lo lancé.

- Sé hacerlo, dijo Pilkim con una voz tímida. El joven mago todavía se acordaba de su primer encuentro con Marlok.

- En ese caso, láncenlo sobre mí, luego durante mi ausencia hará falta que cada uno de ustedes puedan ver los lazos.

- ¿Con que finalidad? Preguntó Moira empujada por la curiosidad.

- El Lazo revelado permite ver el hilo mágico que vincula a una persona con su piedra-corazón, si tiene una. Es un sortilegio inventado por Eredan mismo. Cuando mañana nos enfrentemos con este Néhantista, esto nos permitirá ver quién es el manipulador y, llegado el caso, saber si uno de nosotros cae bajo la influencia del enemigo. Esto no debería pasar porque nuestras piedras-corazón están vinculadas a Dragón, pero jamás se sabe.

Moira meneó la cabeza, avisando que había recibido el mensaje.

- Vaya, ya es hora de trabajar.

Marlok sacó de una bolsa dos piedras del mismo tamaño y el mismo aspecto, totalmente rojo opaco y con jaspeados negros. Se las dio, una a Aerouant y otra a Pilkim quien se extasió.

- ¡Jaspe! ¿Es muy raro, dónde obtuvo esto?

El Jaspe efectivamente era una piedra con propiedades mágicas innegables y servía en numerosos sortilegios y rituales.

- Esto es mi pequeño secreto. Respondió Marlok con un guiño. ¡Colócate!

Pilkim se mostro con un aire decepcionado, pero sostenía orgullosamente la piedra, sintiendo su poder.

Los dos jóvenes magos se colocaron a la derecha y a la izquierda de Marlok y el ritual comenzó. Acudieron a sus conocimientos del cristalomancia y se concentraron sobre las piedras de Jaspe que levitaron por encima del blanco del sortilegio.

- Qué lo invisible se vuelva visible, gritaron juntos los ritualistas.

En seguida Marlok sintió el efecto mágico, su visión se torno ligeramente rojiza. Guiñó repetidas veces el tiempo necesario para adaptarse. Miró a sus compañeros y comprobó que un hilo más o menos espeso salía de ellos, yendo hacia Noz' Dingard.

- Bien, esto funciona, ustedes tienen mucha facilidad. Naya, cuento con usted, mañana al mediodía.

La dama asintió conforme.

- Váyase ya mismo, el tiempo está corriendo.

El mago no se retrasó más tiempo y se puso en camino para reunirse a los Combatientes de Zil.

En la carpa negra y morada se respiraba un ambiente apacible, solo se oía una dulce música tocada por Kriss. Delante de la entrada Sinrostro medio adormecido hacía las veces de guardia. Marlok se le acercó y a una distancia razonable para evitar la menor confusión se aclaró la garganta. El Hom'chaï se sobresaltó por la sorpresa.

- ¿Quién anda ahí? Tronó con su voz gruesa, apretando firmemente su lámina gigantesca con ambas manos.

- ¡Soy yo, Marlok!

- ¿Marlok? ¡Pero no te habían capturado!

- Si, pero conseguí escaparme.

Visiblemente contento de verlo de nuevo, Sinrostro soltó su arma y apretó en sus brazos al mago que verdaderamente tenía un aire endeble en comparación con la masa de músculos del Hom'chaï.

- Yo también estoy contento de verte, ya... ya... puedes soltarme.

Dándose cuenta de lo que hacía y de cómo podría terminar, el Hom'chaï aflojó su abrazo. Luego llamó a los demás.

- ¡Miren quién está de vuelta! Gritó hacia la carpa.

En seguida una cabeza asomo de la apertura, la de Sangrespada, ella también apretó al mago en sus brazos, luego por turnos los miembros del gremio fueron saliendo. Marlok se percató que todos ellos estaban vinculados al Néhantista. Los filamentos finos salían de ellos hacia el horizonte. Por fin Abyssien puso su mano sobre el hombro de Marlok.

- Bienvenido, debes tener infinidad de cosas que hay que contarnos, ¿no?

- Mañana por la mañana si ustedes quieren, hoy marche todo el día, estoy agotado.

- Sí, sí, te comprendo. Tienes tu lugar entre nosotros, entra ya.

El resto de la tarde fue bastante alegre en el seno de los Combatientes de Zil. Improvisaron para la vuelta de uno de los suyos un espectáculo donde cada uno se expresó libremente.

" Esta gente merece ser salvada " se decía interiormente. " Pueden ser una ventaja importante en el conflicto que se aproxima”.

Luego mientras la noche avanzaba el sueño fue haciendo presas de ellos.

El día siguiente, el sol se había escondido detrás de unas nubes sombrías, como un presagio antes de una batalla de resultado incierto. Marlok contó entonces cómo lo habían capturado, metido en la cárcel, y luego el largo trato que había hecho para poder salir. Si bien todo esto era una mentira, nadie esperaba que fuera diferente. Al mediodía la totalidad de los Zils estaban presentes en la carpa. Era el momento adecuado, Marlok se coló cerca de la puerta y dio la vuelta a la carpa abandonando cristales monos en la tierra. Sangrespada encontró uno de los cristales. Marlok se dirigió en seguida hacia ella. Vio que el lazo con el Néhantista se volvía más fuerte. “¡Toma el control! ¡Rápidamente! ". Marlok salto sobre ella y le sacó la piedra de las manos. Sangrespada se pasó a insultar. Ahora todos los Zils los miraban, Abyssien se adelantó preguntándose lo que sucedía. Pero era demasiado tarde, el ritual acababa de comenzar. El mago lanzó una burbuja de protección, nadie más podía entrar o salir en lo sucesivo de la carpa. Fuera Alishk, Aerouant y Pilkim habían seguido las recomendaciones de las Sorcelames que concernían a una aproximación discreta. Desplegaron todo su arte y aplicaron al pie de la letra el plan de Marlok. Se colocaron para formar un triángulo alrededor de la carpa, invocaron la voluntad de Dragón. Cristales de gran tamaño emergieron del suelo. Dentro de la carpa, Marlok resistía a Sangrespada que se había convertido en una verdadera furia. El lazo entre el Néhantista y ella era fuerte, su voluntad estaba anulada. Los demás se dieron cuenta de la situación cuando la cúpula ya había aparecido. Algunos intentaron salir, otros comprender. Sinrostro decidió ayudar a su fiel amiga y se lanzó sobre el mago. Abyssien por su parte comenzó a entender, oía las súplicas de los Enviados que estaban afuera. El jefe del Zil siempre había sido muy receptivo a la magia y comprendía instintivamente los sortilegios que veía.

- ¡Es un ritual de Aislamiento de Guem! ¡Sangrespada, Sinrostro, basta ya!

Pero ninguno de los dos escuchó la orden. En contraparte, el lazo de Sinrostro se reforzó, volviéndose incontrolable. Marlok apenas tuvo tiempo de lanzar el segundo escudo protector alrededor de él. Sinrostro y Sangrespada tamborileaban con una fuerza sobrehumana en la pared de magia.

¡Abyssien! Gritó Marlok. ¡Un Néhantista los controla! ¡Posee su piedras-corazón!

Un recuerdo, vago y lejano volvió a la superficie de sus pensamientos, el día de la visita del Desconocido. No estaba presente aquel día, pero le habían contado esa historia y hasta entonces la relación no era evidente. Todo se volvía claro, el asesinato de Profeta, la traición de ciertos miembros de los Combatientes de Zil, la salida de su jefe...

Abyssien se decidió a actuar, la magia de la sombra crepitó de sus dedos y puso dos bolas negras en sus pies. Al contacto del suelo las bolas se transformaron en discos de sombra luego en cilindros, encarcelando a los infortunados endemoniados.

Fuera la situación se degradaba muy rápidamente. Los magos iban a acabar el ritual cuando el cielo se oscureció completamente, como si la noche hubiera sido invitada a la fiesta. Naya desenvainó su espada, imitada por las otras Sorcelames. Siluetas humanoides avanzaban hacia ellos, luego se volvieron más precisas más definidas. Se trataba de una decena de personas, para más datos, iban vestidas como simples viajeros o campesinos, armados de horcas, de palos o de dagas.

- ¿Esto es todo lo que nos envían? Exclamó Eglantyne. ¡Nos subestiman!

- Desconfía hermana mía, la perfidia del Néhantista no tiene límites. Le respondió su gemela enviada no muy lejos.

Los posesos avanzaron sin escuchar las advertencias lanzadas por los Enviados de Noz' Dingard, dejándolos sin otra salida que atacarlos. Reforzados por poderes sombríos, los agresores eran de una fuerza importante, pero no suficiente para acabar con las guardias del cuerpo de magos. Mientras que Anazra iba a matar a uno de los últimos posesos todavía levantados, una forma se echó sobre ella. Afortunadamente, la joven mujer fue tomada por Naya, justo a tiempo para evitar las láminas que la habrían desgarrado y probablemente asesinado. Inmediatamente Moira reconoció la figura. ¡Télendar! El joven hombre había cambiado mucho, no se veía ya su cara, estaba sumergido en tinieblas mágicas, las grandes láminas sobresalían de sus anchas mangas.

- ¡TÚ! Fulminó, Naya, tenía en frente al asesino del Profeta. Dejó estallar toda su rabia, por delante de las alas de cristal que se desplegaban en su espalda. Un combate increíble iba a efectuarse.

En el interior Abyssien ayudaba a mantener inmóviles a los Combatientes de Zil bajo la influencia del Néhantista. En ese momento, Marlok sintió una presencia familiar, sofocante y poderosa. El Néhantista estaba allí.

- Marlok, mi pequeño Marlok, tenía bellas perspectivas para ti, pensaba que te reunirías conmigo en el camino de la verdad.

El Desconocido estaba allí, no lejos de ellos, el mago no creyó a sus ojos, había decenas y decenas de hilos que le llegaban, entre los cuales se encontraba uno de un espesor increíble, un lazo privilegiado. “¡Vuelve al presente! " Se dijo.

- ¿Y tú Abyssien, decepcionado de tu jubilación?

Abyssien percibía la potencia de la persona frente a él, pero debía encontrar un plan. En realidad el Néhantista ya actuaba, sintiendo la presencia de una piedra-corazón no corrompida, la de Abyssien. Ambas oponentes se estudiaban, el Néhantista fue el primero que actúo. La piedra-corazón del jefe de los Zil salió de uno de los bolsillos de su chaqueta y voló a paso vivo hacia el Desconocido. Éste la capturó, la piedra se volvió negra a alta velocidad. Marlok se lanzó sobre su adversario al tiempo que transformaba su mano de cristal en una lámina azul de cristal. Abyssien se echó a gritar, su espíritu atacado por una voluntad poderosa, tal como una vulgar mosca aplastada bajo una bota. Marlok golpeó la mano de Néhantista, liberando la piedra-corazón de Abyssien que cayó al suelo, quebrantando el sortilegio del Néhantista. El Desconocido entonces desapareció. Por fuera la situación había evolucionado, Sombrosa se había unido a la batalla, haciendo más difícil la defensa del ritual. Las Sorcelames ponían en práctica todo su arte, sostenidas por Naya extremadamente enfurecida. Ahora una armadura de cristal la protegía, luciendo un casco en forma de cabeza de dragón. Allí, en medio de los enfrentamientos, el Néhantista apareció no lejos de Télendar. Viendo al recién llegado las Sorcelames se acercaron a su comandante para hacer frente común. Si bien, las superaban, se decidieron a no rendirse, animadas por la presencia de Dragón.

- ¿Naya, qué es esto? Usted será a una conversa muy hermosa. Ironizó el Desconocido.

¡Traga tus palabras, Néhantista!

En ese momento las armas de las Sorcelames comenzaron a brillar con una luz blanca y brillante.

- ¡Somos las guardianas de la justicia, y hoy se hará justicia! Gritó.

Mientras esto sucedía el ritual fue completado. Los cristales se desagregaron y se hicieron polvo. Pilkim, Aerouant y Alishk cayeron al suelo, su misión estaba cumplida, los Combatientes de Zil eran libres en lo sucesivo. Néhantista profirió un juramento.

Dentro de la cúpula, Marlok cortó el lazo que unía a los Zils con el Néhantista. No quedaba más que una última parte del plan en poner en ejecución. Salió de la carpa rápidamente, vio el cara a cara entre las Sorcelames y el Néhantista. “Prepara algo " se dijo. Apenas hubo pensado en ello que una forma apareció al lado de Eglantyne. La Sorcelame no tuvo tiempo de reaccionar y se derrumbó con la espalda arañada por las uñas de una criatura de piel negra. La riña prosiguió cada vez más, esta vez cada uno luchaba por su supervivencia. Marlok lanzó sus últimos cristales alrededor de Eglantyne con el fin de protegerle. Naya acudió a sus poderes e hizo retroceder a Télendar y Sombrosa. Su piel lucía un color azulado, haciendo escarceos, combatía como una tigresa que asestaba golpe tras golpe. Moira y Anazra que la acompañaba hicieron lo mismo y una coreografía mortal se celebraba bajo los ojos de Marlok. Por su parte el Néhantista se había replegado en parte, tenia los dedos crispados, con las palmas hacia arriba que dejaban escapar volutas de magia negra. Una piedra-corazón néhantica apareció delante de él, formando así una protección infranqueable.

- ¡Veamos cómo salen de esta, sin el apoyo de su querido Dragón!

El Desconocido liberó toda la fuerza acumulada, creando un círculo de magia negra que tocó a todos los presentes. Pero el efecto esperado no se produjo. Los lazos entre los enviados y El dragón siempre estaban activos. Marlok también se asombro como el Néhantista, este último frunció las cejas.

- ¿Sorprendido con lo que pasó?

La voz era la de Aerouant, vacilante y debilitado, se acercó a Marlok.

Mira, dice mostrando una piedra azul esculpida en forma de cabeza de dragón. ¡Esta era la piedra del Profeta, mi padre!

- ¿Una piedra guardiana? Preguntó Marlok.

- Exactamente. Añadió el joven hombre concentrando su poder mágico hacia la piedra.

La piedra azul se pulverizó en la mano del joven mago y se hizo polvo. El Desconocido masculló.

- ¡No pasa nada, ahora que tu piedra no está más, voy a empezar de nuevo!

Aerouant no lo dejó acabar su frase, concentró todas las fuerzas mágicas que le quedaban.

- ¡El cristalomancia es nuestra especialidad, mira y aprende!

Apartó los brazos para hacer T, la magia se prorrumpió y percutió de frente la piedra néhantica. Su negrura desapareció de un solo golpe. Marlok sacó provecho de esta oportunidad para a su vez lanzar un sortilegio. Sus manos chisporrotearon y relámpagos brotaron. El Desconocido se protegió, luego replicó a su vuelta. Un duelo mágico se desató. Sus magias se entrechocaban con fuerza y alrededor de ellos el suelo se agrietó como si no soportara más el peso de los magos. Marlok alternaba entre suertes ofensivas y defensivas, engalanando así los golpes. Ninguno de los dos podía tomar la ventaja sobre el otro. Por lo menos hasta la intervención de Naya. No viendo venir el golpe, la espada de luz de la Sorcelame se abatió sobre el Néhantista que vaciló, herido. Este último hincó la rodilla.

- ¡Ríndete! Gritó la comandante en tono amenazador. Tus criados están derrotados, estas solo.

El Desconocido levantó la cabeza hacia sus enemigas y se rió burlonamente.

- Todo esto estaba previsto, usted progresó. Pero sé que hoy usted no tiene las cualidades requeridas. Mis criados como usted dice son mi salida. ¡Adiós!

Luego desapareció, dejando solo algunos rastros de sangre en el lugar donde se encontraba.

Festividades

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El Emperador siempre estaba indispuesto, postrado en su habitación en el palacio de Méragi. El pueblo rezaba para que su soberano recuperara rápidamente la salud, para llevarlos de nuevo hacia la luz celestial. En las calles, los habitantes se atareaban en preparar lo mejor posible una gran fiesta, esta vez no era honor del Emperador, pero si con ocasión del cambio de año, el 106 desde la creación del Imperio por Xzia.

Soy Kaori, me encargo de enseñarles nuestras costumbres a los extranjeros, tal como ustedes. He aquí algunas de ellas, las que ustedes deben conocer. Paseémonos por las calles de la capital imperial y observemos lo que allí sucede. ‘‘

En la plaza principal de la capital, una compañía de teatro interpreta, delante de una muchedumbre densa y disciplinada, una pieza que rememora la gloria de Xzia y la fundación del imperio, que marcó el principio del calendario imperial. Toda la obra está contada a modo de cuento épico y heroico. La gente aplaude y esta maravillada por un espectáculo, que durante los días normales, está fuera de su alcance, solo las tropas, que son a menudo solventadas por los señores ricos, cuentan con los medios para permitirse tales lujos. Es una ocasión propicia para que la familia imperial le haga un gesto a su pueblo, y el Emperador actual siempre había sido bueno y justo.

Al atardecer, todo Méragi sale a las calles. La ciudad se ilumina de farolillos y es inundada con la música de la fiesta. Por todas partes, pequeños grupos se reúnen alrededor de músicos o alrededor de danzantes. Todos pueden participar, porque en aquella tarde nada los retiene y todas las penas son dejadas de lado. Delante del palacio imperial se efectúa el tradicional torneo de Año Nuevo, donde los aldeanos más valientes pueden probar su valor. Iro, el mismísimo campeón del Emperador, fue la atracción arbitrando los combates y autorizando a los aldeanos a enfrentarse con él en una justa amistosa de sables de madera. Fue Goshiun, un aguador desconocido del público quien, gracias a su agilidad con el palo, se llevó el título y se coronó campeón del año del Conejo.

En plena noche, hacia el norte de la ciudad se preparaba el evento máximo de este Año Nuevo. Los xziarites que en su gran mayoría son muy supersticiosos, raramente faltaban a este. Para esta ocasión el “Kamizono”, el jardín dedicado a los “kamis”, se había engalanado con numerosas decoraciones a la efigie del conejo y se encontraba a oscuras. El jardín estaba situado al pie de la colina, en la cumbre de la cual, estaba edificado el templo más viejo e importante de Méragi. La tradición requiere tomar el camino que lleva hacia el templo, partiendo desde el “Kamizono” con la efigie del Kami protector del año pasado. Una vez arriba, mientras todo el Imperio tiene los ojos levantados y fijos en la efigie, esta es incendiada con el fin de que el “Kami” sea liberado de su carga física y regrese al mundo celestial. Una vez cumplido este ritual, hay que repetir el mismo camino en sentido opuesto llevándose la efigie del kami del nuevo año del Imperio. El camino que sube hacia el templo pasa por varias "torii", especie de puertas por las cuales pasan los espíritus para reunirse con el mundo terrestre.

Existen otras muchas costumbres observadas por los Xziarites, pero la de las vasijas de tierra son una singularidad de esta civilización. Durante los dos días precedentes al día de año nuevo, las familias Xziarites realizan vasijas en barro cocido. Luego, cada uno escribe arriba un voto que se desea ver realizado por el Kami protector. Luego, estas vasijas son colocadas en su jardín, delante de su puerta o también podrían ubicarse delante de un templo, sin olvidar ponerle alimento en el interior. Los Xziarites deben escoger que poner para congraciarse con el Kami. Por ejemplo, poner carne en las vasijas sería una ofensa grave para el “Usagi no Kami”, el espíritu protector de este nuevo año. Pero si lo que se pone es conveniente y el kami acepta la ofrenda, entonces el voto se realizará en el año. Así, algunas personas afortunadas gozan de favores del más allá.

Bueno... espero que el paseo les haya interesado. Hay muchas otras maravillas que ver en Méragi, pero acuérdense de una cosa, hay algunos lugares donde ustedes no deben aventurarse solos. ‘‘


Más allá de esta paz mental aparente y de este momento de celebración en el Imperio, las maquinaciones y las intrigas siempre continuaban.

Oogoe Kage había trabajado bien, preparando desde hace meses un golpe que le otorgaría con certeza un puesto gubernamental importante en el seno del clan del Cuervo. Su víctima no era otra que uno de los consejeros próximos del Emperador y ministro de las finanzas, Gozou Zhan. La noche acababa de caer sobre Méragi. Al día siguiente por la noche, sería la fiesta en las calles de la ciudad. En una morada rica, el señor Gozou, cuya esposa estaba de viaje por el norte del Imperio, se entregaba a pasar el tiempo en compañía de una joven mujer un poco feroz. No podía sospechar ni un solo instante, que esta mujer había sido pagada por otra persona para acceder a pasar la noche con él. Una cosa era segura, se acordaría el resto de sus días de estos momentos de extravío. Era ya la madrugada. Gozou había aprovechado de la manera más completa este momento de placer carnal, bebiendo en exceso. Esta manera de actuar no era la acostumbrada, pero debido a la zorra que sabia como envolverlo, sumado al alcohol que ayudaba, el consejero se había dejado llevar. Acostado bajo un cobertor, roncaba como un bienaventurado. Se despertó sobresaltado, nauseabundo, a oscuras, fue hasta un frasco que contenía agua y se mojó la cara. Es allí dónde sintió un olor particular y característico. Se frotó los ojos y se acercó a un farolillo.

¡Sangre! Estaba recubierto con ella. Su corazón palpitó. Luego se sobresaltó cuando alguien llamó a la puerta con vigor.

- ¡En nombre del Emperador, abra señor Zhan!

El pobre hombre no sabía que estaba sucediendo. Cojeando, fue hasta la puerta y abrió. Había allí cinco soldados de las fuerzas armadas imperiales.

- Disculpas por molestarle señor Zhan, se escucharon gritos, viniendo de su casa.

- ¿Qué qué? Todo esto debe ser un error, balbuceó.

Allí, a favor de las luces de noche, el joven capitán percibió las ropas manchadas de sangre del señor Zhan. Desenvainó su espada y tuvo a raya al consejero.

- Vosotros, vayan a ver lo que sucede en el interior.

Los soldados fueron a ver y se encontraron con el cuerpo lacerado de la chica de la alegría. En el suelo había sangre a profusión, pero también botellas vacías de alcohol y, no lejos de la cama, la katana del señor Zhan. El pobre hombre no comprendía nada, solo que lo llevaron a pasar el resto de la noche en prisión, acusado de un homicidio del cual no se acordaba haberlo cometido.

Fuera, una sombra se coló hasta un callejón sombrío. Allí, Oogoe, arropado en un abrigo de plumas negras, esperaba.

- ¿Entonces, Karasu? ¿Esta hecho? ¿Serviste el Cuervo decentemente?

- Sí, primo eminente. El plan funcionó a las mil maravillas, nadie vera el ardid, todo parece muy real.

- Muy bien, el capitán tendrá su recompensa. En cuanto a mí, ya es hora de procurar que nadie esté disponible para verificar qué es lo que ha pasado.

- Dentro de una semana, serás el nuevo consejero financiero del Emperador.

- ¡Un año qué estará colocado bajo la influencia del Cuervo y no del conejo, que las fiestas comiencen! Ironizó Oogoe.


Tratado de paz

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La calma había vuelto al campamento de los combatientes de Zil. El Néhantista se había ido o huido según las declaraciones de Marlok. Ensombrecidos, los miembros del gremio de Abyssien recuperaban la conciencia, ya liberados del yugo del mago negro. Igualmente, los Enviados se recuperaban del enfrentamiento, Eglantyne había sido dañada por un ataque pérfido y Aerouant había utilizado gran parte de sus recursos mágicos. La batalla había terminado, pero era sólo el primer asalto, el futuro les reservaría muchas otras escaramuzas de este estilo y Abyssien lo sabía bien.

Poco antes de la noche, la carpa negra y morada protegía a todo el mundo con el fin de hablar de lo que había pasado y de aquello que posiblemente estaba por llegar.

- El Néhantista no se va a quedar de brazos cruzados, Abyssien, tú lo sabes mejor que nadie. Decía Marlok poniendo su mano de cristal sobre el hombro del jefe de los Zil.

Alrededor de ambos magos, los combatientes de Zil y los Enviados se habían ido acercando unos a otros mientras duraba esta corta tregua entre sus gremios.

- Sí, lo que verdaderamente me inquieta, es que todavía tiene las piedras-corazón de mi Zils y que, por consiguiente, pueden recaer bajo su influencia, si logra contrarrestar el ritual con el cual los han liberado.

Todos los Zils parecían muy preocupados. Apenas les devolvían su libre albedrío, y ya corrían peligro de perderlo de nuevo. Las memorias de los actos realizados bajo la influencia del Néhantista, tamborileaban en su conciencia. Sangrespada estaba en los brazos de Sinrostro, aniquilada, y miraba a ambos magos con una tristeza infinita.

Aerouant, una vez restablecido, se levantó. - Existe un ritual que permite recuperar las piedras-corazón.

Todos los presentes se mostraron sorprendidos por la intervención del joven. ¿Por qué querría ayudar a los que contribuyeron, hasta cierto punto, a la muerte de su padre?

- Es mi padre quien lo había ideado pero jamás lo había practicado en una situación efectiva.

Marlok se rascó la barba mirando con sorpresa al joven.

- ¿Piensas poder hacerlo Aerouant? Le preguntó.

- Con la ayuda de los magos presentes, podemos intentarlo. Necesito un poco de preparación y la autorización del Compendium de utilizar este sortilegio.

- Voy a ayudarte con lo último, ve a prepararte.


Algunas horas más tarde, en plena noche los Enviados de Noz' Dingard habían organizado el ritual y estaban a punto de empezarlo. Para la ocasión y visto la importancia de las corrientes mágicas de la obra, la ceremonia se celebraría fuera. Aerouant había abandonado los trozos de armadura de cristal que componían su vestimenta acostumbrada para estar más a gusto. Invitó a los Combatientes de Zil, de los cuales el Néhantista era poseedor de sus piedras-corazón, a instalarse en medio de un gran círculo formado por todos los suyos. Marlok había secundado al hijo del Profeta obteniendo la autorización para utilizar este sortilegio y había tranquilizado los ánimos. Practicó de nuevo su sortilegio de protección colocando gemas azules más gruesas, esta vez, y acelerando el escudo mágico que nadie podía atravesar. Abyssien animó a sus amigos a dar prueba de valentía y a confiar en la magia de los Draconicos. Él también participaría en este experimento.

El ritual comenzó.

Aerouant materializó un cristal en el centro del círculo, luego canalizó la magia que cada mago participante le ofreció, obteniendo así una piedra palpitante de magia. Luego, Aerouant fue estirando un hilo mágico para unir a cada Combatiente de Zil presente, uno por uno. Una vez hecho esto, se colocó debajo de la piedra y se concentró. Abyssien que naturalmente comprendía la magia, analizaba el ritual a medida que se desarrollaba. Según él, esta gran gema servía de antena para Aerouant, permitiéndole localizar las piedras-corazón de la gente que estaba unida a ella. Luego, Aerouant absorbió poco a poco la energía mágica contenida en la piedra. La magia fluía por sus venas y una aura muy fuerte se desprendía de él. Aerouant luchó, debía guardar esta energía en él sin que lo consumiera, al mismo tiempo. Marlok se decía que cualquier otro, probablemente, habría sido desintegrado por el exceso de magia, pero este descendiente de Dragón poseía las capacidades suficientes para realizar este prodigio. Ahora Aerouant utilizó sus conocimientos de cristalomancia para convocar una a una las piedras-corazón. Aparecían, a medida que reunía cada una a su propietario. Aerouant agotaba toda la magia, arrancando las piedras-corazón de la voluntad del Néhantista que por su parte luchaba para guardarlas bajo control. Pero la magia de Dragón fue la más poderosa y el ritual del Profeta funcionó a las mil maravillas. Aerouant invitó a Marlok al centro del círculo y creó otra gema más pequeña de cristal, encerró allí sus últimas porciones de magia. Poco antes de desvanecerse, le pidió a Marlok devolver a la actividad los lazos que habían roto con el ritual anterior. Lo que hizo inmediatamente. Cansados los Enviados les pidieron asilo y protección a los combatientes de Zil para el resto de la noche. El día siguiente, Abyssien agradeció a los Enviados de Noz' Dingard por su preciosa ayuda y le ofreció a Aerouant la paz y la promesa de una mutua ayuda entre sus dos gremios.

Llegó el tiempo para los Draconicos de volver a su casa, una vez cumplida su misión. Marlok, en tanto, fue enviado a Kastel Drakren con el fin de participar en el Baile de los cortesanos.


Algunos días más tarde, concluido el baile, Ishaïa había venido para ponerles un ultimátum a los combatientes de Zil y Salem se encontraba libre. Abyssien estaba fuera, sólo, con el nuevo recién llegado.

- Reflexioné sobre los últimos acontecimientos, pienso que hemos sido engañados por uno de los nuestros y que nos vendió al Néhantista.

- ES posible, sí. Salem sacudía la cabeza como una muñeca.

Abyssien se sumió en sus memorias. Una treintena de años antes, mientras que era joven, era el aprendiz de un mago en el pequeño reino de Oryfort al noroeste de las tierras de Guem. Su facultad para comprender la magia había atraído hacia él el interés de una persona que le reveló seguir la vía de Néhant. Todo esto era tentador para el joven que en esa época todavía no llevaba su nombre de artista. Despacio, le habían inculcado la base de los preceptos de Néhant y estaba en camino de convertirse en un aprendiz Néhantista real. Pero se dio cuenta rápidamente que todo esto no era lo que esperaba de la magia. Por cierto, la magia de la Sombra era la que quería practicar, pero no de ese modo. Zil entonces había intervenido para sacarle de esta situación y había formado al chico según sus preceptos y lo que pensaba debía ser la verdadera magia de la Sombra. Para Zil, la magia de la Sombra permitía muchas cosas, pero no debía llevar al avasallamiento de otras personas. Servía para ver lo que sucede en la sombra. Se volvió miembro de los Combatientes de Zil, y luego a la edad de veinticinco años se convirtió en el jefe.

- Zil, voy a dejarlo salir.

- SI ES NECESARIO sí, el es una parte de TI como yo de ArtRezIl.

Abyssien entonces, se puso en cuclillas y miró su sombra proyectada en el suelo por la luz de día.

- Mi viejo compañero, te devoré hace mucho tiempo y hoy debo dejarte salir. Debes acosar al miembro de los combatientes que nos vendió.

Una vez dicho esto, el mago de la sombra comenzó a vomitar una materia negra que tomó vagamente una forma humanoide. Cuando Abyssien hubo terminado su físico era diferente, había perdido mucha corpulencia. Salem se echó a aplaudir mostrando su satisfacción.

- Eres nuestro lazo a todos ellos, dado que yo en su momento, me comí una parte de las sombras de todos los combatientes. Llévanos allí dónde el traidor se encuentra.

La persona de sombra, de buen talante, inclinó la cabeza, luego giró despacio. Analizaba a cada miembro del gremio, todo estaba bien con los que se encontraban presentes, pero los combatientes de Zil son muchos más que estos. Por fin se paró, puso sus manos sobre Salem y Abyssien, y luego se hundieron en su propia sombra.

Los tres reaparecieron en la sombra de una persona de espalda. Ésta discutía visiblemente con alguien pero se calló cuando sintió las presencias. Abyssien reconoció inmediatamente a Máscara de hierro, y la relación le pareció lógica. Era el único, que sistemáticamente, estuvo ausente de todas las reuniones, recorriendo el mundo en un fin diplomático y de relación social con otros gremios.

- ¡Tú! Dice Abyssien con una entonación de cólera.

- ¡Jefe Abyssien, que sorpresa! ¿Puedo hacer algo por usted?

Salem se adelantó cojeando. Con rapidez cortó el tejido al nivel del cascabel que colgaba en su espalda, el objeto cayó al suelo sin el menor ruido.

¡No Eres MÁS uno de mis combatientes! ¡DEFRAUDASTE La confianza de tu jefe!

Cuando un nuevo Combatiente de Zil era reclutado, el jefe del gremio le confiaba entonces un cascabel. Éste representaba el compromiso de servir siempre al gremio.

Sorprendido el diplomático suspiró, su expresión quedaba escondida detrás de su máscara de metal.

- ¡En este caso, ya no estoy obligado a esconderme más!

En un santiamén Máscara de hierro desapareció, de la misma manera que lo hizo el Néhantista en el momento de su enfrentamiento con Marlok.

- Lo encontraremos, devoré su sombra. Afirmó Abyssien con firmeza.

- ¡ NEhanT Extiende su Sombra Mi amigo!

Regencia

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La vieja criada corría por los estrechos pasillos del palacio imperial, sosteniendo con una mano la falda de su quimono. Era menester, que no cayera. Sofocada, llegó cerca de una puerta y cayó de rodillas delante de ella. Se inclinó como lo requería la tradición.

- ¡Eiji-sama! ¡Eres solicitado urgentemente!

Al otro lado de la puerta, el tono enloquecido de la criada alertó a Eiji Kakiji, quien rápidamente se inquietó. Sentado detrás de una mesa baja, el médico soltó sus pinceles y se levantó bruscamente. No era tan flexible como en su juventud, pero el paso de los años había sido generoso con él. Trotó hasta la puerta y la abrió de un gesto seco.

- ¿Qué pasa?

La mujer levantó la cabeza, las lágrimas rodaban sobre su cara, deformada por el cansancio.

- ¡Es el Emperador! Él... Él...

Se derrumbó. Eiji miró hacia uno y otro lado del pasillo, luego con vigor tomó a la vieja dama por el brazo.

- ¡Deja de llorar! ¡Vamos, rápidamente!

Eiji Kakaji era desde hace tiempo el médico oficial del Emperador. Lo había asistido para que naciera del vientre de la Emperatriz Saisho y se había ocupado de él hasta este momento. Cuando su enfermedad apareció, fue rápidamente desplazado debido a su incapacidad para aplicarle el tratamiento. Pero, seguía siendo el único habilitado para establecer diagnósticos oficiales.

Poco tiempo transcurrió hasta que llegó delante de la habitación imperial. Estaba guardada por dos oficiales, como lo quería la tradición, en caso de que el Emperador guardara reposo. Feliz Azar o por alguna artimaña, Asajiro era justamente uno de los guardias de turno. Se inclinó delante de respetable personaje y le abrió la puerta:

- Eres esperado, añadió. Echando un ojo en el interior.

Iro el campeón del Emperador se arrodilló delante de la cama imperial. Viendo a la persona que acababa de entrar, se levantó con la esperanza de que por fin recibiría una respuesta. Alrededor del Emperador, varios médicos cuchicheaban entre ellos, denigrando a su colega. Eiji se adelantó hasta el Emperador, este último parecía apacible, con los ojos cerrados. Se propuso entonces examinarlo. Rápidamente se sintió aliviado, al ver que todavía no se había reunido con sus antepasados, sino que por desgracia había caído en un sueño muy profundo. Su pulso era regular pero débil. Después de varias tentativas para despertar al Emperador, el viejo hombre sacudió la cabeza de modo negativo mirando a Iro.

- ¡Todo el mundo fuera! Gritó Iro, habitualmente tan tranquilo. ¡Déjennos!

Delante del furor del hijo del señor imperial, las personas presentes dejaron el cuarto, solo Eiji se quedó. Iro fue a cerrar la puerta y le murmuró algunas palabras a Asajiro.

- No dejes entrar a nadie.

- Cumpliré, con mi vida.

Asajiro se colocó delante de la entrada de la habitación, su lanza atravesada para significar la interdicción de acceso.

- ¿Kakiji-sama, el Emperador va a morir?

- No lo creo, pero su estado es crítico. Su cuerpo, todavía está animado por la llama de la vida, pero su espíritu parece estar más allá.

- ¿Entonces ya está, es el fin de su reinado?

- No, pues todavía respira. Pero cuando una situación como ésta aparece, las leyes son muy claras.

- Lo sé, una regencia debe ser puesta en su lugar. Y visto la situación actual, no estoy seguro que esto sea provechoso para el imperio. Hace falta que ponga orden en todo esto. Voy a procurar que usted se quede al cuidado del Emperador y que los miembros de la Kotoba estén a cargo de la guardia de la habitación.

- Sabia decisión, Campeón.

Iro salió de la habitación, encomendándole órdenes a Asajiro, luego de a paso precipitado, volvió a su casa. La morada familiar no estaba muy lejos del palacio imperial. Era una casa de gran tamaño, en medio de un jardín perfectamente mantenido, actualmente solo Ayako, la más joven de la familia vivía allí con su abuelo, Henshin, quien la entrenaba durante la ausencia casi-permanente de Gakyusha. La joven estaba justamente, al comienzo de una lección de magia del agua al borde del estanque, Henshin le prodigaba consejos con el fin de que domine sus facultades. El viejo hombre vio a Iro llegar a la casa con aspecto preocupado.

- Ayako, continúa sin mí y piensa que el agua es también una materia viva.

Encontró a Iro en el escritorio de su padre, en busca de material de escritura.

- ¿Tienes un aire descontento Iro, podría ayudarte en algo?

- Gracias Jii-san, pero debo prevenir a mi padre y hacer venir a la Kotoba. Suceden acontecimientos graves en el imperio.

- ¿Graves? ¿Cuáles son?

El joven duelista consideraba al Emperador como un tío benévolo, verle en este estado y pensar en esta regencia lo hería.

- Las cosas van a cambiar, el Emperador no está en condiciones de gobernar y una regencia va a reemplazarlo, dándole lugar a personas que no deberían tener acceso al poder.

- Veo.

El viejo hombre dejó al campeón en sus asuntos. Este último comenzó a escribir una carta cuando oyó a su abuelo llamarle desde el salón. Desconcertado por esta llamada, fue a ver para que lo requisiera. Allí, Henshin estaba de rodillas en el centro del salón, y un detalle llamó la atención de Iro, su abuelo llevaba puesta una Magatama de jade, una pechina en forma de lágrima. Delante de él, en el suelo, había un rollo de pergamino lacrado con el sello imperial.

- Soy Shi-ze del Emperador en persona. Me confiaron este papel con el fin de que te sea devuelto cuando llegase el momento, con un mensaje de su parte, así también como este edicto imperial.

El joven hombre se instaló frente a su abuelo, estuvo a la vez sorprendido y curioso de conocer el mensaje.

- Iro, eres una persona en la que el Emperador colocó su confianza. Este pergamino simboliza para ti la esperanza de no ver caer el imperio en malas manos. Desconfía de los que han subido demasiado alto. Hoy la Kotoba representa más que nunca un ideal y el medio de actuar en nombre del Emperador. No olvides una cosa, la Kotoba obedece al Emperador y solo a él, un regente no tendrá poder sobre ella. Se fuerte, jamás flaquees, tú eres el futuro del Imperio.

Henshin tomó el rollo de pergamino y se lo dio a Iro que lo aceptó con honor.

- Este pergamino debe ser leído delante del consejo imperial. Apúrate tú ahora, no debería tardar mucho en reunirse. Iro, revigorizado por el mensaje del Emperador volvió inmediatamente hacia el palacio. Saludó a su hermana que verdaderamente había crecido últimamente, sin hablar de sus aptitudes mágicas que se desarrollaban a alta velocidad. Merecería seguramente un día un sitio en el seno de la Kotoba.

La gran sala del consejo raramente había visto tanta gente desde hacía años. Todos los ministros y los consejeros imperiales estaban allí, sentados en círculo, cada uno sobre su cojín sedoso y confortable. Llevaban ya varias horas de discusiones animadas sobre el estado del Emperador y sobre las políticas que había que seguir. Daijin y Oogoe observaban a sus adversarios, la hora de la lucha por el poder había llegado.

El Cuervo ya sabía que iba a conseguir el triunfo en esta contienda y su silencio ponía nerviosos a algunos fieles del Emperador. Oogoe se levantó y se colocó en el centro del recinto con toda su acostumbrada indolencia.

- Las leyes son precisas en estos casos, honorables servidores del Emperador. Cuando el Augur Celestial no puede asumir su papel y cuando no tiene descendencia, un regente debe ser nombrado por el conjunto de las personas habilitadas para hacerle. Aunque le tengo mucho respeto Señor Akizuki pienso que Daijin-sama es la persona, más indicada en la actualidad para regir el imperio.

La reacción fue inmediata. Los partidarios del primer ministro Akizuki, se levantaron para protestar. Oogoe regresó en su sitio, visiblemente contento del giro que tomaban las cosas, le gustaba instalar la duda y la confusión entre sus adversarios. Fue luego el turno de hablar de Daijin, el Cuervo conocía bien a su adversario, sabía también que el equilibrio estaba en lo sucesivo en su favor. Se levantó, ayudado por Karasu.

- Vamos, vamos, un poco de calma por favor, no olvidemos que el Emperador en su sueño nos ve y nos juzga. Akizuki-dono, le corresponde a usted tomar la decisión de quién debe asumir.

El primer ministro bajó la cabeza, vergonzoso no haber visto venir el golpe.

- Un regente debe ser nombrado.

En aquel momento Iro llegó a la sala con estruendo, a paso decidido. Los partidarios del Cuervo protestaron por esta intrusión del campeón del Emperador. Pero Iro no se inmuto y vistas de la mirada amenazadora del duelista las protestas cesaron.

- Campeón. ¿Que es lo que lo trae al tribunal de las políticas? Lanzó a Oogoe.

- ¡Esto! Dice tendiéndole el rodillo a Akizuki. Pienso que le incumbe leerlo al consejo imperial.

El ministro aceptó el rodillo y lo abrió. Autentificó el objeto como que era oficialmente escrito por la mano del Emperador. Se levantó pues para leerlo en voz alta.

- Son estas las voluntades del Emperador, dice con voz temblorosa.

" Mientras que no somos más que un espíritu retenido por su cuerpo terrestre, es nuestro deber el soñar con el mantenimiento de la unidad de lo que nuestros antepasados nos legaron. Mientras no tengamos descendencia y como lo quieren las leyes establecidas deberá ser nombrado un regente, al tiempo que un nuevo Emperador se erija. Decidimos que si un regente debía ser nombrado, entonces será escogido de entre la orden Tsoutaï. Sólo ellos tienen el distanciamiento necesario para poner orden en el caos que deja nuestra ausencia y así restablecer el equilibrio.

Así es la voluntad del Emperador. "

El parloteo comenzó nuevamente, muchos encontraban esto injusto, ya que no había postulantes en el bando de Daijin o en el de Akizuki. El Cuervo cuchicheó algo a la oreja de Oogoe.

- ¡Por favor un poco de compostura! Gritó al primer ministro. La voluntad del Emperador debe ser respetada. En mi calidad de primer ministro le pido solemnemente al Campeón del Emperador ser el garante de ésta.

- Acepto, quienquiera que vaya en su contra, deberá pasar por mi espada. Respondió Iro.

Oogoe se levantó de nuevo.

- El Clan del Cuervo propone buscar al mejor candidato posible para esta regencia.

Akizuki no se engañaba, probablemente había una mala jugada encubierta por debajo de esta frase, pero el Cuervo era poderoso y negársele esto habría sido percibido como un insulto y una afrenta grave. ¿Y luego después de todo, los Tsoutaï no eran sabios?

- ¡Que así sea! Aseguraré la transición el tiempo necesario para que el Cuervo encontrara a este regente.

Akizuki no sospechaba que Daijin sabia precisamente a quien iba a nombrar. La reunión del consejo fue suspendida.


En la morada del clan del Cuervo, Daijin discutía con Karasu y Oogoe.

- He aquí una historia que ustedes deben conocer. Hace ya mucho tiempo, un Cuervo tuvo un destino particular, había sido escogido por los Busca-fallas y reconocido como Tsoutaï. En esa época y delante de esta situación, me había pedido el derecho de dejar de ser parte del Clan con el fin de seguir la vía Tsoutaï. Y acepté, con una pequeña condición, si un día le necesitábamos, debería responder a nuestra llamada.

- ¿Bien señor, pero esta persona es capaz de asumir la regencia del imperio? Interrogó Oogoe.

- Lo es. Voy a preparar el edicto oficial del consejo imperial para su nombramiento. Les envío a los dos a anunciar esta noticia a quien corresponda.

- ¿Señor Daijin, a dónde nos envías?

- Al templo de Yafujima.

Ninguno de los dos conocía este lugar, pero no tardarían remediar esta ignorancia, porque al día siguiente se encontraban en el camino, llevando el preciado mensaje. Tenían ya un nombre, el cual no les era desconocido. Este hombre, había hecho hablar de él, hace ya algún tiempo. Karasu estaba furioso, sacó provecho del trayecto para echar pestes contra el Emperador, que no tuvo el coraje de hacer a Daijin el regente, vociferó contra este maldito Tsoutaï, que no conocía nada ni de la política, ni de lo que era la vida en Méragi. Llegaron al templo al anochecer y fueron recibidos poco tiempo después por su dirigente, que se revelaba también ser el futuro regente. El encuentro se celebró en uno de los pequeños salones previstos para recibir a la gente de paso. Toran se preguntaba lo que querían dos miembros del Cuervo que venían especialmente para verle.

- Gracias por recibirnos, Toran-sama. Comenzó Oogoe.

- No me agradezca, la puerta de este templo está abierta a los que necesitan paz y serenidad.

- No es casualidad, usted hablaba de paz, y es por ella que estamos aquí.

El joven magistrado puso delante de él, sobre la pequeña mesa de madera, la carta del consejo imperial.

- Esto es para usted. Antes de que usted la lea y de su respuesta, porque es cierto que usted se puede negar, Daijin se permite recordarle quién es usted realmente.

Toran frunció el ceño y sus tatuajes comenzaron a moverse.

- Gracias Oogoe de recordarme mi condición, sé muy bien quién soy y dónde está mi lugar, le sugiero reflexionar sobre el suyo.

El joven Cuervo, dibujo en su cara una sonrisa sarcástica, había dado en el blanco. Afuera, Aku que había vuelto a ser el aprendiz de Toran, espiaba la escena y a pesar de su discreción no escapó de la vigilancia de Karasu. Este último se levantó y se inclinó delante del viejo Tsoutaï antes de salir a darle un ejemplo de cortesía a este joven descarado.

Después de leer dos o tres veces, Toran debió resignarse a su destino. Había sido nombrado para volverse regente del Imperio de Xzia, él un hombre que había pasado algunos años recorriendo el mundo, procurando perfeccionar su arte.

- Comprendo su sentimiento Toran-sama, sólo usted puede decidir.

- Hay otro Tsoutaï, persona mucho más prudente que yo.

- Sí, pero no son del clan del Cuervo. Sería lamentable que usted le niegue este favor a Daijin-sama sobre todo en este período cuando el imperio está debilitado, no haría falta gran cosa para que todo esto se derrumbe.

- Reconozco allí las palabras de los que me vieron nacer. Acepto el papel que me confía el consejo imperial. ¿Cuándo debo ir a Méragi?

- Lo más a prisa posible.

Fuera Karasu recriminaba a Aku.

- ¿Jugamos a los espías sin tener los medios? Escupió Karasu.

- Solo quería asegurarme que no le pase nada a mi maestro, replicó el joven Tsoutaï con nerviosismo.

- ¡Voy a hacerte pasar las ganas de espiar!

Karasu empujó violentamente a Aku quien fue a dar de nalgas por tierra. Alrededor de él y a pesar de la hora tardía algunos otros Tsoutaï asistían a la escena. En su filosofía, que no era responder a la violencia con más violencia, le pidieron educadamente al miembro del clan del Cuervo terminar sus artimañas. Karasu hizo oídos sordos, hacía falta que descargara sus nervios sobre alguien, sin embargo no estaba en sus costumbres el actuar así. Aku no podía replicar, Toran categóricamente le había prohibido ser violento en su estado de fragilidad.

Debería más adelante aprender con Akujin, su Busca-falla, a dominar los arcanos de guerra Tsoutaï. La joven Hime, justamente presente en ese momento no veía esta agresión de la misma manera que los otros. Se interpuso.

- ¡Cuervo! Si buscas a alguien para pelearte enfréntate a mí.

Su Busca-fallas, una garza majestuosa, apareció entonces a su lado, sacudiendo su pico delante de la cara de Karasu. Este último, se paró allí, no valía la pena continuar y su actitud ya había irritado a los Tsoutaï.

- Otra vez, posiblemente estaría encantado de medirme con una combatiente como tú. Pero tengo mejores cosas que hacer.

En ese momento Toran y Oogoe llegaron al patio, poniendo punto final a la oposición.

- Hime reúne a nuestra comunidad quieres, tengo algo que anunciar. Le dijo Toran.

Algunos minutos más tarde, todo los Tsoutaï del templo estaba en el patio, interrogándose sobre la futura declaración de su maestro. Toran, de mas altura en relación a los otros, reclamó silencio.

- El Imperio está en una coyuntura de su historia. El Emperador está sumido en un sueño infinito y un regente ha sido nombrado. Sucede que he sido escogido, el emperador pensó que un Tsoutaï estaría en condiciones de poner fin a la división interna. Siendo así, acepté humildemente esta función.

Cada uno hizo su comentario sobre la cuestión, muchos pensaban que el Emperador había hecho una elección juiciosa y justa, que sorprendió a más de uno.

- Apenas me encuentro de vuelta entre ustedes, y ya debo irme de nuevo hacia Méragi. Confío la dirección del templo al venerable Zaoryu. Ahora les dejo, me iré al amanecer, mañana por la mañana.

Aparte, Hime y Aku se inquietaban por su porvenir. Pero Toran fue a verlos y les explicó que debían venir los dos a Méragi con él, continuarían su formación en el templo de Komakai, más pequeño y modesto que Yafujima.


Toran ya no estaba acostumbrado al lujo. El, había visto la luz en una familia rica pero se había alejado de todo eso rápidamente. Esta habitación, solo era comparable con las de algunos hacendados. Alrededor de él varias criadas se atareaban. Iba a ser oficialmente nombrado delante del consejo como regente del imperio y hacía falta pues que fuera presentable. Sin embargo valoraba, el lado práctico que ofrecían sus vestidos de Tsoutaï, y del cual no quería privar a su postura de regente. El Imperio le necesitaba y la situación era delicada. Por un lado hacía falta que mantuviera la cohesión, administrara los conflictos políticos e hiciera malabarismos con los deseos de poder del Cuervo. Siempre había luchado para guardar en el fondo de su corazón sus orígenes en este clan.

Una vez listo, fue conducido a la sala de los consejeros y ministros donde todos ellos se inclinaron, lo que molestó al viejo Tsoutaï.

- En este día, cuando ustedes me hacen el regente, guarden esto en su cabeza, el Emperador no ha muerto, volverá.

Sí, el Emperador volvería, muy en su interior, Toran lo sabía, porque ordenaría todo para esclarecer la situación sobre este mal inexplicable que lo aquejaba.

¿Que les reservaba el futuro a Toran y al Imperio de Xzia?


La búsqueda del Rey Trueno

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¡El rey ha muerto! ¡Viva el rey! ¡El rey ha muerto! ¡Viva el rey!

La muchedumbre al pie del castillo de Carleon coreaba el mensaje de adiós como lo quería la costumbre. Pero esta vez la tradición no sería respetada. Gaumatta, rey de Yses acababa de dejar este mundo, sin un heredero que lo sucediera. Esto significaba, según las tradiciones de los siete reinos, que se debería organizar un gran torneo, por la conquista de las tierras de Yses. Y esto, a uno de los Protectores del reino no le caía bien. Sevylath, sentado al borde de una fuente, miraba los curiosos ir y venir de la plaza principal. Evaluaba la importancia de esta defunción y las consecuencias dramáticas que esto tendría sobre el futuro. Los buitres vendrían para devorar los restos y para matarse por este territorio, probablemente en detrimento de la población. Había que actuar, y rápidamente. Sin esperar más, dejó su ensueño y se dirigió hacia la biblioteca, o por lo menos lo que se parecía a una. Gaumatta era un rey sabio y gracias a él las ciudades más grandes se habían dotado de bibliotecas, que en realidad eran lugares donde se almacenaba pergaminos, pieles escritas y otros libros. En esta leonera, el héroe de Yses pensaba encontrar una ley o una costumbre que pudiera contrarrestar esta regla del gran torneo. Después de dos días de búsqueda exhaustiva no encontró nada con que hacer frente a las leyes. Sin embargo algo despertó su curiosidad. En el fondo de la gran sala, detrás de una pila de objetos diversos se encontraba un tapiz del tamaño de un hombre. Sobre éste, se encontraba pintada una escena que representaba al primer rey de Yses, quien era apodado con razón, El Rey Trueno. Según las historias, este rey desapareció un día, dejándole el trono a su amigo Argal, del cual Gaumatta era su descendiente. Se acordó entonces de una estela inmensa grabada en bajorrelieve, que se encontraba en la ciudad. Su instinto lo empujó a ir a verla.

De nuevo, perdido en sus pensamientos, no vio pasar el tiempo, mientras recorría el trayecto hasta la piedra. Existía un tipo de culto hacia este emblemático personaje. Ése culto, creía con fervor en la existencia de fuerzas divinas, y que estas regían la vida de los habitantes de las tierras de Guem. Sevylath jamás se había interesado por este culto, era para él la ocasión de descubrirlo. No recordaba que esta piedra era tan grande, su tamaño se podía comparar con una de las torres del castillo de Yses. Al pie de ésta, bailaban llamas a merced del viento, en un brasero de piedra. No había nadie, lo que a la vista de los acontecimientos no le sorprendía, para nada. Grabado en la piedra, majestuoso e inmenso, El Rey Trueno vigilaba la ciudad con su fría mirada. Sevylath la había visto mil veces, pero jamás se había percatado de los detalles, ni tampoco en la escritura abajo de todo. Los caracteres presentes no eran los de la lengua hablada en Yses actualmente. Pero para él, estos símbolos no les eran desconocidos. Tomó el libro que colgaba de su cinturón y examinó la superficie de la cubierta de cuero. Había allí dos glifos, no idénticos, sino semejantes a los de la frase. Este libro era una herencia de su familia y se le atribuían importantes poderes, aunque ninguno de sus parientes hubiera conseguido penetrar sus secretos. Alguien llegó en aquel momento, sacándolo de sus reflexiones.

- ¡Oh! Me siento verdaderamente mal, por molestarle.

Era una joven, que llevaba puesto un simple vestido blanco, y joyas que se parecían a las del Rey Trueno. Sevylath reconoció en ella a una sacerdotisa.

- No esté afligida, soy yo quien perturba estos lugares. Pienso que usted puede ayudarme. Sevylath le tendió su libro. Usted ve estos símbolos, son de la misma lengua que ésa, dice mostrando las inscripciones sobre la estela.

La joven mujer, con los cabellos teñidos en blanco miró el libro y pasó los dedos sobre los relieves. Su cara se alumbró con una sonrisa radiante.

- Es la misma lengua, era hablada por El Rey Trueno y su familia cuando éste reinaba. ¿Dónde lo obtuvo?

Sevylath vaciló un instante, pero delante de la ayuda que podría darle esta mujer, se aventuró.

- Este libro está en mi familia desde hace mucho tiempo.

La sacerdotisa se tomo un momento para pensar. "¿Podría ser que...?”

- ¿Puedo abrir este libro señor Sevylath?

- ¿Usted sabe quién soy? Interrogó con interés.

- Es difícil de no reconocer a un protector de Yses, cuando se ve uno. ¿Puedo?

- Con una condición, quiero saber lo que dicen estos símbolos, le dice apuntando con el dedo a la estela.

- Ahí está escrito: " Blande mi lanza y golpearé. Engalánate con mi corona y estaré a tu lado. Lleva mi armadura y te protegeré”. Realmente no sabemos quien escribió esto, ni si son las palabras del Rey Trueno, pero muchos de nosotros piensan que existe una herencia.

- Gracias por la traducción. Este asunto me interesa muchísimo. Sevylath dio el libro a la sacerdotisa. ¿Sería juicioso que vayamos a examinarlo en un lugar dónde estemos mejor instalados, no?

- Tiene usted razón, falto a mis deberes, por favor, acompáñeme a la sala de estudio del templo de los dioses.

Existían, en Yses, tres templos de los dioses, los lugares de culto abiertos a los que deseaban rogar o practicar su creencia. Tenían como particularidad, el no estar afiliados a una divinidad, y libres para todas ellas. El protector y la joven mujer que se llamaba Dandranne, fueron pues a algunas calles de allí, a una gran construcción de piedras grises en parte recubierta por el musgo. La sala de estudio tenía sólo el nombre, era sobre todo un lugar de reunión para algunos fieles. Los presentes en ese momento discutían sobre el acontecimiento superior del día, la muerte del rey, y no prestaron atención a la presencia del protector y todavía menos a su actividad. Dandranne se instaló en una mesa de madera y trató de abrir el libro. ¡Por desgracia, no pudo mover la correa que lo cerraba, ni un milímetro! Sevylath se asombró porque siempre había conseguido abrirlo y cuando trató, pudo hacerlo sin esfuerzo. En el momento en el que Dandranne tomó el viejo libro, para leerlo, éste se cerró de un golpe y pequeños relámpagos recorrieron la cubierta, antes de desaparecer.

- ¡Y bien, he aquí una extrañeza! Se asombró la sacerdotisa.

- Hay que decir que hasta ahora, a parte de mis parientes, nadie más que yo lo había tocado. Va a hacer falta que lo tenga para que usted pueda leerlo.

La técnica pareció buena porque el libro quedó abierto y pudo leer, o más bien intentar leer.

- No conozco bien esta lengua, aprendí los rudimentos pero jamás practiqué sobre textos como éstos. Se trata de oraciones a un dios. Si traduzco bien se trataría de Kurun.

Dandranne le pidió a Sevylath girar las páginas para ir hacia el fin. La escritura cambió, pasó a símbolos más rápidamente escritos. Después de haber leído la primera plana se contoneó en el mismo lugar.

- ¡Es él! ¡Es El Rey Trueno! ¡Gire las páginas! ¡Pare! ¡Allí! ¡Espere!

Releyó muchas veces una página, luego levantó la nariz y miró al protector con cierta alegría.

- ¿Conoce el origen de su familia señor Sevylath?

- ¿Es una pregunta, relacionada con lo que ha leído?

- Sí, y a mi parecer usted no sabe que El Rey Trueno tuvo un hijo, un niño llamado Korvent, esto le dice algo.

- ¿Korvent? Sevylath se zambulló en sus memorias, este nombre no era extraño para él. Efectivamente, Korvent era un nombre ya evocado en el pasado. Sí, creo que mi abuelo cuando era niño me habló de Korvent, fue un gran jefe de guerra si recuerdo bien.

- ¡Y es también uno de sus antepasados! ¡Usted se da cuenta! ¡Usted desciende del Rey Trueno!

- ¿Quiero creer en usted, pero cómo esta tan segura?

- ¡Esta escrito! ¡Allí! Dandranne estaba en un estado próximo de la euforia, encontrar al descendiente de aquel, a quien veneraba, era un milagro verdadero.

- ¿Muy bien, pero que es, lo que está escrito?

- Oh, sí, perdón. Esta escrito, para resumir, que sólo sus herederos pueden abrir este libro, es tan simple como esto.

Sevylath no mostró particular alegría por este anuncio, veía más allá de esto. ¿El destino lo había puesto sobre el camino de esta sacerdotisa y ella le había hecho estas revelaciones, hasta dónde iba a llevarlo todo esto?

- Hay también, otras cosas que no entiendo tanto. Habla de una búsqueda, que debería llevar a cabo y que lo llevaría hacia un tipo de renacimiento. Indica que debería seguir un camino para ir hacia los confines. Indica su trayecto, explicando que no sería un viaje sin retorno y que la misma muerte no se lo llevaría.

- ¿Usted cree esto posible, que una persona que vivió hace ya mucho tiempo pueda volver? Preguntó Sevylath que tenía una idea dando vueltas en su cabeza.

- Todo es posible en este mundo. ¿Si El Rey Trueno puede volver, deberíamos hacernos los desentendidos?

- No, usted tiene razón, un rey murió hoy, otro rey podría tomar las riendas de Yses. El protector se levantó. La búsqueda del Rey Trueno comienza.

- Voy a rezar por el éxito de esta empresa. Pero antes que nada voy a transcribirle los escritos de su antepasado.

Dandranne se levantó luego de decir esto.

- Todo esto es increíblemente apasionante. Otros fieles no le creerán a sus orejas cuando escuchen esta historia.

Dos días más tarde, la traducción estaba terminada, Sevylath y Dandranne no habían dormido mucho, había mucho en juego, como para perder el tiempo. Lo esencial estaba allí y había que comenzar por aventurarse en las brumas de los confines siguiendo un camino preciso. Después de un merecido descanso el protector se puso en camino hacia lo desconocido, con la loca esperanza de que la leyenda del Rey Trueno, no fuera solo eso.


Con melancolía, pensando que dejaba a Yses presa de una de las crisis más importante de su historia, el protector se puso en camino. El viaje hasta la bruma de los confines pasaba por Baranthe donde supo que las autoridades estaban inquietas por la situación del reino vecino. Pero no se retrasó más y continuó su camino que lo llevó una semana más tarde cerca de las brumas, pesadas y negras. Era como si las nubes hubieran tomado posesión de todo el espacio entre el suelo y el cielo. Todo esto, verdaderamente, no lo inspiraba, después de todo, detrás de la bruma fue encerrada la peor amenaza de esta tierra. Todos los que habían buscado la prisión de Obsidiana jamás reaparecieron, alimentando así las leyendas respecto a los poderes tenebrosos de Néhant. No le gustaba este lugar, había allí demasiadas desgracias y sufrimientos. Hace casi ochenta años se efectuaba aquí, un enfrentamiento terrible, muchos héroes de la guerra cayeron contra Néhant. Teniendo firmemente su martillo santificado, avanzó según las indicaciones de Dandranne. Creyó que se asfixiaba, algún poder sobrenatural presente en el lugar volvía el aire increíblemente sofocante. Sevylath tomó esto como una prueba y no se dejó abatir por tan poco. Con su visión del lugar sumamente restringida, progresaba muy lentamente. Al cabo de algunas horas llegaba por fin hacia la última indicación: tres pasos a la izquierda de una piedra grabada por un símbolo de espiral. Encontró la piedra e hizo tres pasos a la izquierda de ésta. Por desgracia para el protector, esta piedra era en realidad un trozo de una pequeña estela que desde la época de Rey Trueno había sufrido la erosión. Dicha estela, allí donde el símbolo se encontraba había caído a un lado. Esto tuvo una consecuencia muy lastimosa de la que el protector se enteraría sólo mucho más tarde.

Sevylath salió de la bruma y respiró de golpe. Una bocanada salvadora de aire y un viento vivo lo revitalizaron. Su nuevo entorno era increíble y pasmoso. Hasta donde la vista alcanzaba, islas de tierra y de cristales de múltiples colores flotaban por los aires. Algunas de ellas se movían como troncos sobre el agua, rozándose unas a otras.

“Cómo ir de una isla a otra " se interrogó el protector. Examinó la situación y sobre todo dónde había llegado. Visiblemente la isla sobre la cual se encontraba era grande, y si su antepasado había llegado allí debía haber dejado indicios en alguna parte. “Comencemos por ahí ". El paisaje difería de Yses. Allí dónde en su casa había verdor y bosques hasta perderse de vista, aquí los cristales inmensos reemplazaban a los árboles. Pero lo que más intrigaba a nuestro héroe eran unas aparentes quemaduras sobre ciertos peñascos y cristales, como si fueran grandes rasguños al suelo. No había el menor ruido, ni siquiera un pequeño gorjeo, hasta el sonido de sus pasos parecía atenuado. Marchó largas horas con la vaga impresión de no ser el único en estos parajes. A su vez, se fue dando cuenta que los lugares eran mucho más vastos que lo pensado a primera impresión y la vegetación se volvía más densa. Luego de un rodeo del camino, su mirada fue atraída por un tipo de viejo tótem, representaba una criatura deformada y repugnante. No se retrasó apenas en esta representación, pero esto le confirmó que debía mantenerse alerta. Algo no iba bien, la magia estaba manos a la obra en este lugar. Efectivamente, de un solo golpe, bejucos procedente de los árboles y raíces que venían del suelo lo aferraron y en algunos instantes fue incapaz de moverse.

- ¡Qué es este maleficio! Exclamó en voz alta.

Una criatura se adelantó hacia él, jamás había visto nada igual, de grandes cuernos, ojos blancos, ninguna boca. Cojeaba y su lado izquierdo estaba protegido por placas de cuero cosidas entre sí. Detrás de ella había otras personas, entre las que una claramente estaba vestida como una habitante de la Draconia, reconoció el blasón y el color distintivo en la joven mujer.

- Estamos desolados por infligirle esto. Pero desde que llegamos a los Confines, los problemas se suceden. Dice la joven mujer examinando el martillo del protector.

- ¡Soy Sevylath! ¡Protector de Yses, suélteme ya, draconica!

- ¿Sevylath? Anryéna miró a los otros con cara de sorpresa. Usted desapareció hace veinte años.

- ¡Cuentos! Acabo de llegar aquí y dejé los siete reinos hace algunos días. Escuchen, no les hare ningún daño, suéltenme ya y discutamos.

El Daïs interrumpió su sortilegio y el protector fue liberado de su prisión. Recuperó su martillo, demostrando que desconfiaba de estas personas.

- Yo me he presentado, sería de buena educación que ustedes hicieran lo mismo.

- Es verdad, será que estos Confines nos han influenciado. Soy Anryéna, hija de Dragón. He aquí a Ojo de Gema de la tripulación de Al la Triste y Granizardo del pueblo Eltaria...

- El podría ciertamente ayudarnos a quebrar el escudo, interrumpió Ojo de Gema.

Anryéna ya casi no soportaba la compañía de la pirata, era grosera y sin modales, muy distinta en el comportamiento a las damas de la Draconia. Sevylath conocía el nombre de Anryéna, esto se añadía a su confusión porque si veinte años hubieran pasado, ella no debería parecerse a una joven mujer con no más de una treintena de años. Evidentemente no sabía que para ella el tiempo tenía muy poca influencia. Asistió a un debate entre las tres personas, que finalmente invitaron a Sevylath a acompañarles.

- ¿Qué pasa? Estaría encantado de ayudarles, pero ustedes no me dicen gran cosa.

- No muy lejos de aquí, encontramos un tipo de templo bastante antiguo. Pero está protegido y no logramos llegar hasta él, explicó Granizardo.

- ¿Y por qué quieren entrar allí? Si está protegido será por una buena razón.

- Porque nos encontramos en busca de alguien y puede que dentro del templo, lo encontremos o encontremos algún indicio de donde buscarle.

- Yo también busco a una persona, voy a ayudarles, si puedo.


La tropa se reunió con Malyss y Ergue que esperaban delante del templo, una vieja construcción, cuya arquitectura mezclaba cristales y piedra. Todo se encontraba blanqueado por la exposición del sol y una pequeña parte del tejado se había hundido. Desde su punto de observación, los viajeros se preguntaron si no iba a derrumbarse en cuanto se encontraran dentro. En la base de la colina, en cuya cima estaba el edificio y circundándola se encontraban columnas grabadas por símbolos. Y aunque no se la veía, entre cada una de ellas, una pared invisible impedía pasar a cualquiera.

- Nuestra magia no consiguió quebrantar las columnas y la fuerza física no consiguió mejores resultados. Sin embargo, nuestros poderes son grandes, se jactó el mago del clan del cuervo.

Sevylath veía las cosas de otro modo. Esta pared no se trataba de magia y es por esta razón que su magia era ineficaz para contrarrestarla. Los símbolos no eran nada más que escrituras teúrgicas, la "magia" de los dioses. Para él todo esto estaba muy claro, alguien no quería que se entrara aquí, y sólo uno o varios sacerdotes habrían conseguido esta proeza. Sevylath se volvió hacia el grupo y habló bastante con el fin de que acabaran las discusiones inútiles.

- Su fracaso es normal. Esto no tiene nada mágico, es una barrera de fe. ¿Puedo anularlo, pero estamos seguros que nada nefasto va a producirse?

- Nosotros no podemos predecir aquello que vaya a pasar, pero creo que si esta barrera está allí, no es por nada. ¡Hay que ir allá! Ojo de Gema invitó a todo el mundo a sumarse, con la cabeza baja, al modo de los piratas.

Anryéna hizo un mohín, todo lo que se tratara de teúrgias no le gustaba. Granizardo estaba indeciso, pero el Comepiedras podría estar allí, a su alcance. Ergue se burlaba de todo, pero jamás se negaba a un poco de acción. Malyss apoyo la opinión de la pirata, cualquiera fuera el caso, había que develar este secreto. La decisión estaba tomada y Sevylath puso manos a la obra.

Cada pilar presentaba una prueba de fe, una cuestión a la cual el lector debía en el fondo de su corazón responder con rectitud. Escogió la cuestión que le pareció la más interesante a sus ojos y cuya respuesta era como un credo para él. La cuestión podía resumirse en esto: " hasta donde puede llevarte tu fe”. No vaciló, la respuesta era limpia y cristalina para él: estaba dispuesto a cualquier sacrificio, en su abnegación y fervor hacia los principios de fe que seguía. Visiblemente la respuesta era correcta porque el pilar se pulverizó y luego se derrumbó. La barrera de fe había caído.

- Usted es digno de la reputación que lo precede, protector de Yses, lo felicitó Anryéna.

El grupo emprendió la ascensión de la colina recubierta con viejos peñascos. Su velocidad vario al descubrir múltiples esqueletos humanoides cuya presencia estaba disimulada por los peñascos.

- Esto no es muy alentador, cuchicheó Ergue.

- ¡Miren esto! Gritó Ojo de gema. ¡Qué maravilla!

La joven mujer arrancó de un cadáver, una lanza totalmente hecha cristal.

- Es ligera como una pluma, añadió.

A la primera ojeada Sevylath reconoció la factura del objeto y se precipitó.

- ¿Puedo? Dijo con autoridad.

Para un pirata, un objeto perdido pertenece al que lo descubre, pero en vista de los que se encontraban cerca, no tuvo reparos y dio la lanza. Sin ninguna duda, se trataba de un objeto fabricado en Yses, y visto el estilo, databa de mucho tiempo atrás, había visto algunas como ésa entre ciertas familias nobles. Andaban por buen camino.

- Estoy sobre la pista correcta. ¡Avancemos!

Llegaron a la entrada del templo y pudieron ver que los nuevos símbolos teúrgicos cubrían la inmensa puerta en su totalidad y daban la vuelta al templo entero.

- Un sello divino, comentó Sevylath, debe ser quebrantado por la fe.

Todos se apartaron a buena distancia. Sevylath se retiró algunos pasos, sosteniendo su martillo firmemente y masculló algunas oraciones. Luego se lanzó e hizo arremolinarse su martillo para quebrantar la línea de las escrituras. Nadie lo esperaba, pero la violencia del golpe, hizo literalmente explotar la puerta. Todos fueron a echar una mirada a través del marco y lo que vieron no presagiaba nada bueno. En el interior, había una buena cantidad de criaturas que se parecían a humanos, pero que se comportaban como salvajes. Su piel era azul, sucia y su actitud muy agresiva. El templo mismo era una sala inmensa y en medio de ésta, una persona flotaba en los aires, encerrada en un tipo de columna compuesta de una multitud de arcos eléctricos que salían del suelo. Mientras que Ergue y Ojo de gema retrocedían ante el avance de las criaturas, Sevylath que sabía muy bien quién era el extraño personaje en la columna, saltó hacia el interior sin el menor miedo.

“¿Será el Comepiedras? " Se preguntó Granizardo. Al mismo paso que el protector, entró por detrás de este. No pudiendo abandonarse los unos a los otros, cada miembro del grupo se unió con otro. Sevylath había comenzado a aplastar cráneos a base de martillo, pero las criaturas eran fuertes y numerosas, Granizardo rápidamente fue rodeado por algunas de ellas y debió su salvación sólo a la destreza de Ergue que lo sacó hacia sus espaldas. Malyss hizo bailar al fuego mientras que Anryéna desplegaba la magia draconica. Todo se desenvolvía a la perfección, sus estrategias complementarias iban a hacer triunfar rápidamente al grupo. Por desgracia, un error involuntario vino a complicar la situación. Anryéna, acorralada en una esquina del templo, acudió a otros poderes, los del rayo. De sus manos brotaron relámpagos que golpearon violentamente a sus agresores. Varios hechos inesperados se produjeron en ese momento: los relámpagos se propagaron sobre la gran mayoría de las criaturas y cada vez que una de ella era tocada, el relámpago no les provocaba dolor, al contrario la magia parecía reforzarlos. Tal como la marea se abalanzaron sobre el grupo, hiriendo a algunos de sus miembros. Sevylath no tenía otra elección, acudió a su fe. Su martillo brilló intensamente y pensó en cada uno de sus compañeros. Luego con furor, mató a las criaturas una por una. A cada golpe asestado, las heridas de sus compañeros se cerraban. Impresionados por la teúrgia del protector, la batalla prosiguió cada vez más. Anryéna, que había comprendido su error, cesó en la utilización del rayo y prefirió la defensa al ataque. Sevylath, galvanizado, se puso en camino hacia la persona en la columna de relámpagos. Pero allí se interpuso una criatura más grande que las demás y quien parecía más sagaz. Llevaba una corona de cristal. Visiblemente la criatura buscaba el duelo con el protector. Pero este último empujado por un acceso de orgullo se echó a reír y puso su martillo al suelo.

- Sé lo que ustedes son, reconozco esa piedra que llevan en su garganta.

Detrás de él, los otros viajeros no veían lo que hacía Sevylath.

- ¡Les repudio Guemelianos! ¡Reúnanse con su creador! Gritó.

Levantó las manos en el aire y una luz viva y blanca brotó de ellas. Ojo de gema que se encontraba en la entrada del templo, tiró sus extrañas armas y saltó hacia afuera del templo viendo lo que el hombre de fe hacía. Las criaturas aullaron con dolor y cayeron como moscas, muertas. Llamando a Sevylath, no había tenido cuidado con Anryéna, que no estaba lejos de ella y quién sufriendo también los efectos del exorcismo, se derrumbó inconsciente.

La batalla había acabado, las criaturas habían muerto en su totalidad, incluido su jefe. Sevylath recuperó la corona de cristal. Los otros estaban sofocados, el combate no había durado mucho tiempo, pero había sido intenso y muy fatigoso. Granizardo se ocupó de Anryéna, mientras que Malyss se preguntaba que sería esta prisión de relámpagos. Ergue intentó pasar allí la mano y aunque no tenía mala intención, fue muy doloroso para él.

Después de un cuidado aportado por el protector, Anryéna recuperó la conciencia y echó pestes contra ese acto, por cierto eficaz, pero desconsiderado de su parte. La hija de Dragón se interesó entonces por el preso y por su cárcel.

- ¿Es el Comepiedras? Preguntó a Granizardo.

Este último estaba por responder, cuando Sevylath se interpuso.

- No sé lo que es un Comepiedras, pero esta persona es la que yo buscaba y es ni más ni menos que el Rey Trueno.

Todos intercambiaron miradas interrogantes, no conocían al Rey Trueno, pero estaban dispuestos a creerle a su ilustre compañero.

- La cuestión es, cómo sacarlo de ahí, dice Malyss.

- ¿Esto no es teúrgico? Preguntó Ergue. La respuesta fue negativa.

- En este caso, es mágico y en este caso, puedo hacer algo. Intercedió Anryéna quien estaba decidida a reparar su error.

Los sortilegios de rayo eran numerosos y muy variados. Aunque sus estudios en la academia de Noz' Dingard databan de una época lejana, no había olvidado los principios aprendidos. Rodeó la prisión y se enfocó en la magia. Percibió en primer lugar los relámpagos, violentos, protectores y peligrosos. Luego detrás de estos la persona misma, ella tenía un sortilegio activo sobre si, otro salía de los rayos pero que no tenían el mismo objetivo.

- ¡Un éxtasis! Gritó. Creo que yo sé cómo hacer. Sevylath por favor venga a mi lado.

El protector se acercó preguntándose lo que preparaba la draconica.

- Usted recobrará a la persona cuando los sortilegios sean rotos y accesoriamente a mi también si es que caigo inconsciente, lo que puede llegar a pasar. Usted es un creyente y conoce las teúrgias de cuidado. Le aconsejo lanzar una sobre usted para este caso. Voy a combatir el rayo con el rayo.

Al oír estas palabras los otros se apartaron rápidamente para no correr peligro de ser heridos.

Anryéna se concentró un largo rato antes de desencadenar el rayo sobre la prisión. Soltó todo su poder. La prisión que se sobrecargaba de magia estalló de un golpe, liberando al Rey Trueno. Al extremo, Sevylath, protegido por su fe recibió a su antepasado. Luego vivamente se volvió para ver el estado de la maga. Ésta vaciló, al agotarse toda su magia. El protector tomó a Anryéna antes de que cayera. En seguida el cuerpo de la maga se comenzó a brillar por una aura azul muy brillante que se propagó sobre Sevylath y el Rey Trueno. Luego el aura se difuminó al mismo tiempo que las tres personas que se volvieron transparentes. Por fin desaparecieron delante de los rostros boquiabiertos de sus compañeros.


Los tres juntos reaparecieron en la sala del trono en Noz' Dingard delante de Kounok que se había levantado, con Quimera en la mano.

- ¿Madre? Gritó.


La batalla de la piedra, parte 1

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Salón del trono del palacio de Noz' Dingard.

Kounok vio aparecer repentinamente varias personas en el centro del gran salón. Pensando en un ataque, el Profeta empuñó a Quimera, sacándola fuera de su nueva funda y saltó al pie del trono con destreza. Valentín, presente en ese momento, imitando a su superior, sacó su arma y se puso en guardia en contra del pequeño grupo. Los recién llegados no mostraban un aire agresivo, muy al contrario. Sólo uno de ellos se encontraba en condiciones, los otros dos estaban inconscientes.

- ¡Paz, Draconianos! ¡Paz! Clamó Sevylath, depositando sus cargas en el suelo con cuidado. Soy Sevylath, protector de Yses, añadió mirando alrededor suyo. No soy vuestro enemigo, dice dejando su martillo lentamente.

Kounok no comprendía gran cosa de todo esto, pero reconoció a su madre que yacía por tierra.

- ¿Que le ha hecho? Acusó, alzando la voz.

- Yo no le he hecho nada, esta dama acaba de salvar al Rey Trueno y de repente desaparecimos en una nube de luz azulada y aparecimos aquí.

- Va a tener que ser más preciso.

Kounok puso a Quimera en el suelo y tomó a Anryéna en sus brazos. Estaba inconsciente, Con sus poderes mágicos agotados. En estas situaciones, no había otra solución que hacer venir a Dragón. - Valentín, ve pues con nuestros invitados sorpresa. Instálalos cómodamente.

- Bien Profeta, así se hará, respondió el Caballero Draconiano.

- ¿Nos encontramos cautivos?

- ¡No, si fuera el caso habría empleado ese término, pero cuando alguien aparece repentinamente en medio de un salón de Noz' Dingard, llevando a mi madre inconsciente, estoy en derecho de saber más sobre lo ocurrido!

Cuéntele pues su historia a Valentín.

Kounok salió por una de las puertas del salón que daba a un patio muy particular. Se encontraba al pie de la gema azul e imponente de Dragón. Había allí, un jardín donde rosas azules crecían al ritmo de la naturaleza. En medio de los rosales una fuente representaba un Dragón majestuoso. Kounok atravesó rápidamente el patio, inquieto por su madre a quien nunca había visto en su estado actual. Cuando llegó al pie de la piedra, una forma humana se materializó delante de él. Era un hombre alto quien de alguna manera se parecía a Kounok y a su difunto hermano. Varios cuernos de cristal salían de su cráneo y sus largos cabellos flotaban a merced del viento. Su apariencia era casi fantasmal como un espectro azul transparente. Kounok se mostró sorprendido, luego volvió a empezar e inclinó la cabeza en signo de respeto.

- Buenos días Profeta, comenzó la aparición.

- Señor Dragón, quería verle justamente.

- Es por eso que estoy aquí. Eres todavía joven y a menudo olvidas que estamos vinculados, todavía más que con cualquier otro habitante de la Draconia. Estas inquieto por tu madre, pero no tengas ninguna inquietud, ella se encuentra bien.

- ¿Que tiene? Preguntó Kounok con una pizca de ansiedad en la voz.

- Está agotada. Casi utilizó toda su magia.

- ¿Es por eso que volvió aquí, es así?

- Valoro a mi hija, mi única hija. No permitiría que cayera en desgracia, entonces la protejo lo mejor que puedo. Lleva una de mis escamas encantadas con el fin de que si este tipo de problema sucedía, o si una situación la dejaba vulnerable, instantáneamente volvería aquí.

- Comprendo. ¿Y ahora?

- Le hace falta descanso, dijo Dragón acercándoseles.

Tomó a la joven mujer en sus brazos y sonrío a Profeta antes de desaparecer.

Anryéna se despertó. Su corazón latía fuertemente en su pecho. Todas sus fuerzas habían vuelto y el poder de la sangre de Dragón la recuperaba. Alrededor de ella, todo era azul, reconociendo el lugar se incorporó para sentarse al borde de la cama con baldaquín. Conocía bien este lugar por haber pasado allí su infancia. Siendo el dominio de su padre, todo lo que veía emanaba de él. Y justamente mientras que pensaba en su padre, este apareció.

- Tus fuerzas han vuelto, hija mía.

- Padre, estoy contenta de verte. Pero por qué me has traído de vuelta, todavía tenía mucho por descubrir en los Confines.

- Tu retorno es el resultado de tus actos. Te pusiste en peligro al quedarte casi sin magia. Recuerda lo que te dije hace mucho tiempo. Los guémélites pueden morir sin magia.

- Era la única solución, sentí que la persona a la que encontramos en los Confines podía ayudarnos y convertirse en una aliada, replicó Anryéna.

- El Rey Trueno puede ser una ventaja en esta guerra. Pero hasta que desempeñe su papel, tú debes, jugar el tuyo.

Dragón puso su mano sobre la mejilla de su hija, asaltado por antiguos recuerdos. Anryéna puso entonces su mano sobre la suya. Los momentos de complicidad entre padre e hija eran raros, tanto como para que ambos atesoraran este acto de amor.

- ¿Qué pasa padre? ¿Qué papel quieres que juegue?

Dragón quitó su mano y tomó un aire serio y grave.

- Kounok no es tan estimado por esta gente, como lo fue su hermano. Desde la desaparición de este último, el Compendium se encuentra preso de una lucha intestina que no tolero más. Prometí hace mucho tiempo no interferir en los asuntos de esta orden, pero por desgracia nadie es capaz de tomar las riendas. Debes retomar su liderazgo.

Anryéna pareció asombrada, conocía bien a los magos del Compendium y sabia que algunos contaban con la capacidad suficiente como para esa tarea.

- ¿Y Marzhin? Es bastante poderoso y sabio, sería un muy buen Archimago.

- Es verdad que tiene facilidad, pero su lugar está cerca de los aprendices de la academia.

- ¡Hay algo más, que no me estas contando! replicó Anryéna con convicción.

- La guerra ha comenzado y deberás enfrentarte con adversarios con poderes poco conocidos, hasta ahora. Hace falta que dirijas el Compendium para devolverles la fe en la magia a los magos de la Draconia y que se conviertan en el símbolo de Guem. Y mi corazón se parte, al saberte prontamente contra el enemigo. Nuestra familia ya ha sufrido mucho...

Anryéna concluyó.

- Asumiré mi papel, con Dragón a mi lado ¿que podría pasarme?

- En ese caso, te devuelvo esto.

Apareció en las manos de su hija, un cetro largo, al cabo del cual se enrollaba un dragón de cristal. Había sido llevado por muchos magos de la Draconia, por otra parte fue ella la primera en ser digna de ello. Anryéna se concentró y se encontró entonces al pie de la academia de magia de Noz' Dingard.


Anryéna había contribuido a construir la academia de magia de Noz' Dingard, un lugar de intercambio y de aprendizaje para todas las personas que tenían sensibilidad hacia los arcanos mágicos. El castillo había sido construido sobre una de las gemas satélite a la piedra-corazón de Dragón, dominando la gran ciudad. Había allí, mínimamente cerca de quinientos estudiantes que venían de la Draconia, pero también de tierras lejanas porque las costumbres y las prácticas mágicas extranjeras contribuían al mejoramiento de los conocimientos generales. Anryéna estaba delante del gran arco, el artefacto mágico que había que atravesar para entrar en la academia. Era el fin de la tarde y muchos aprendices dejaban los cursos para regresar a su dormitorio común, en donde la mayoría realizaban las tareas pendientes. Los más jóvenes de estos, pasaron sin reconocer a la dama, pero a algunos alumnos les llamó la atención el cetro draconico. Dejó a los estudiantes con sus teorías para sí mismos y tras pasar el arco, se encontró en el vestíbulo de entrada de la academia. Majestuoso e inmenso, el vestíbulo era la encrucijada central del edificio y no era raro pasar por allí, muchas veces al día. Desde su salida de la academia y del Compendium nada se había movido, todavía las mismas tapicerías notables y grandiosas vidrieras de vidrio azul. La luz allí era dulce y encantadora. Los pasos de la hija de Dragón, la llevaron al lugar preciso por un automatismo asombroso. Había atravesado los pasillos, subido las numerosas escaleras y atravesado por numerosos portales mágicos antes de llegar a la sala del consejo del Compendium. Allí Dragón había convocado a las eminencias más altas y las instancias dirigentes de la academia. Se encontraban instalados en un anfiteatro de madera, las caras de ciertos altos magos expresaban contrariedad, otros al contrario se mostraban encantados con el nombramiento de la hija de Dragón como la nueva dirigente del Compendium y por extensión de la academia de magia. El Compendium era una organización que tenía por objeto la gestión de todo lo que es mágico, sea en la investigación o el aprendizaje. La academia se había convertido, con el paso del tiempo, en el cuartel general de esta organización. Anryéna se colocó frente a la asistencia y golpeó tres veces el suelo con su cetro.

- Altos magos y Maestros magos, rumores horribles han llegado a mis oídos. La indisciplina se agita entre las filas del Compendium. Todo esto sólo puede ser de provecho para nuestros enemigos y perturba la enseñanza de nuestros aprendices, que nos necesitan y a nuestra integridad. Qué cesen las disputas de poder, ya que en este día me presento ante ustedes, poseedora del título de Archimaga del Compendium. Los magos se levantaron y aplaudieron a su nueva jefa con mayor o menor convicción. Las cosas eran claras, aquí no reinaría el caos. Anryéna terminó la algazara porque todavía tenía cosas por decir.

- Maestro mago Marzhin, levántese.

Un hombre de una treintena de año se levantó, llevaba la librea de los profesores de la academia y también varias insignias que indicaban proezas mágicas efectuadas así como la invención de varios nuevos sortilegios.

- Le nombro director adjunto de la academia de magia de Noz' Dingard.

Era una función muy importante porque en ausencia del dirigente del Compendium tomaba la dirección del ilustre establecimiento. De nuevo los aplausos resonaron mientras que el Maestro mago se inclinaba, aceptando la pesada tarea. Después de algunas consignas, cada uno regresó a sus pequeños asuntos, sólo se quedaron Anryéna y Marzhin que deseaba discutir a propósito de ciertos puntos.

- Le agradezco por la confianza que usted ha depositado en mí, Anryéna.

- Usted es una persona de un valor incalculable para la Draconia, usted es un ejemplo para nuestros estudiantes.

- Lo que usted me dice me toca en lo más profundo. Haré lo mejor posible.

- Tengo por otra parte un caso de estudio para sus aprendices de nivel más elevado.

El Maestro mago se mostró muy interesado.

- Debemos conocer a nuestros enemigos y adaptarnos a sus facultades. Sé que usted es el más indicado para encontrar una solución. ¿Que sabe a propósito de la Teúrgia?

Marzhin no esperaba que lo supiera, pero había estudiado la Teúrgia y efectivamente estaba en condiciones para hablar de eso.

Si estos enemigos efectivamente son sacerdotes y otros aficionados a las teúrgias, tenemos motivos para preocuparnos. Lo que le propongo es que venga, mañana por la mañana, al patio, para asistir a una charla sobre la Teúrgia y allí veremos con mis alumnos lo que usted desea poner en práctica. Pero solo una pregunta, ¿por qué ver esto con estudiantes quiénes todavía no tienen el título de magos y no, con los Altos magos? Algunos están en muy buenas condiciones para hablar de estos temas.

- Lo comento con usted y lo considero calificado. Pero también deseo tener una nueva mirada sobre esta práctica y la imaginación de las mentes jóvenes al respecto.

- En este caso dama Anryéna, será un verdadero honor para mis alumnos.

- Bien, en este caso será hasta mañana.

Pero antes de que la Archimaga se vaya, Marzhin le pidió una última cosa.

- ¿Dígame, tiene noticias de mi hijo?

- Pilkim es un joven que aprende mucho en cada ocasión, los Enviados de Noz’Dingard están encantados de contarlo entre ellos. Tranquilícese, no se encontrara en peligro. Y si fuera el caso, a semejanza de su padre, sus facultades mágicas son impresionantes para su edad. Le auguro un gran futuro.

El Maestro mago se encontró satisfecho de saber que su hijo se encontraba seguro.

El día siguiente los alumnos de Marzhin, todos a un paso de convertirse en magos, tuvieron la alegría de pasar a una sala, en principio reservada para los investigadores en magia del Compendium. Un lugar protegido por sortilegios muy poderosos y que, en principio, no corría peligro de derrumbarse en respuesta a un error mágico. Apenas se instalaron tuvieron la agradable sorpresa de ver a su nueva directora y algunas otras personas llegar con su profesor. Este último era seguido por un pequeño golem que transportaba una caja de caudales cerrada por una cerradura. Los estudiantes se levantaron para saludar la llegada de la pequeña tropa. Alishk y Aerouant, recientemente nombrados como miembros del Compendium habían sido invitados no por cortesía, sino para comprender y ayudar. Marzhin se adelantó sobre el estrado.

- Siéntense, por favor.

Los alumnos tomaron asiento y se quedaron a la espera de las palabras de su profesor.

- Como pueden verlo, la Archimaga Anryéna nos hace el gran honor de estar presente para este curso y está acompañada por dos magos del Compendium, que no hace tanto tiempo se contaban entre ustedes. El Maestro mago se dirigió hacia el golem que llevaba siempre la caja de caudales y comenzó a quitar el cierre a esta última.

- ¿Quién puede decirme lo que es la Teúrgia?

Varias manos se levantaron instantáneamente.

- Le escucho, Armand.

Un joven de cabellos negros desgreñados saltó sobre sus dos pies y se entonó la garganta.

- La Teúrgia es una forma de magia particular. Es practicada por sacerdotes y la gente de fe que invoca poderes sobrenaturales por la voluntad de divinidades.

El chico se detuvo allí.

- Es una definición corta, pero justa. ¿Y conoce la diferencia entre la magia tradicional, es decir la que practicamos aquí, y la Teúrgia?

La respuesta fue inmediata.

- La magia es un poder encerrado dentro de nosotros y al cual podemos acudir conociendo las fórmulas, los gestos y los encantamientos mientras que la Teúrgia es un poder concedido por una entidad superior. Hay pues, que conocer oraciones y ceremonias con el fin de que la divinidad responda nuestra llamada.

- ¡Excelente! Añadió Marzhin, volviéndose hacia la asistencia. Los felicito. Pues, la magia es muy diferente de la Teúrgia en un sentido, pero en ambos casos hace falta un lazo con algo que esté en nosotros o por fuera. No somos totalmente capaces de acudir a la magia o a la teúrgia por muchas razones. En este caso otro problema se presenta frente a nosotros. Marzhin tomó de la caja de caudales una gran gema azul y reluciente.

- Esta es una piedra de Dragón. ¿Alguno de ustedes ha oído hablar de tal gema?

Una alumna con los cabellos rubios muy largos levantó la mano.

- ¿Sí, Lenya?

- Una piedra de Dragón es un pedazo de la piedra-corazón de Dragón ofrecida por nuestro señor, con el fin de que podamos utilizar su fuerza mágica.

- Eso es, respondió el profesor, poniendo la piedra sobre el escritorio. Pues podemos servirnos de un poder que no es mágico, entonces si se sigue la lógica de Armand realizaríamos una Teúrgia cuando utilizamos este poder externo.

Un alumno lo interrumpió.

- ¿Pero olvida la entidad superior?

- ¿Verdaderamente? ¿Dragón no es una entidad superior?

- Pero no lo veneramos, añadió otro estudiante.

- Es verdad que podemos utilizar las piedras de Dragón sin tener que dirigir nuestras oraciones hacia Dragón.

Anryéna estaba satisfecha, las respuestas dadas eran justas y sin ninguna vacilación.

- Este curso va a ser particular, ustedes me conocen desde hace algunos años, más para algunos, y ustedes saben que me gusta crear sortilegios. Les propongo hoy, que comencemos estudiando un problema y que a partir de nuestras teorías nos hallemos en situación de dar a nuestra Archimaga, la descripción de un ritual, utilizable y aplicable en cualquier situación. ¿Puedo contar con ustedes? Las caras se iluminaron y los meneos de cabeza le señalaban a Marzhin que sí estaban interesados.

- Hasta hace poco, la teúrgia jamás representó una actividad muy común en las tierras de Guem. Si ustedes conocen un poco el trascurso de los acontecimientos que sacuden a nuestro mundo, ustedes saben que la gente del desierto, quienes poseen grandes poderes teúrgicos, se levanta contra nosotros. Nuestra magia no está prevista para hacer frente a la teúrgia, y parecería que nuestras facultades son más débiles que las suyas. La problemática es pues la siguiente: ¿cómo la magia podría combatir eficazmente la teúrgia?

A partir allí, los alumnos trabajaron en varias teorías. Algunas fueron apartadas rápidamente mientras que otras fueron retenidas y desarrolladas. El día pasó rápidamente, Anryéna y sus compañeros dejaron a los alumnos y a su maestro al diseño del que iba a convertirse en un ritual de nivel superior. La noche cayó sobre la Draconia, pero los aprendices magos no se preocuparon de esto, estaban poseídos por una pasión de creación devoradora y sólo muy tarde, cuando el Maestro mago, estuvo satisfecho del resultado, paró allí la sesión de trabajo. Después de un día de descanso, todo el mundo, alumnos, maestros y Archimaga fueron convidados a una demostración del resultado. Para tal ocasión Marzhin había pedido la presencia de una persona que contaba con los favores de un dios, para prestarse al experimento. En Noz' Dingard los lugares de cultos eran muy raros, pero esta persona aceptó ayudar a los magos de la academia. Los alumnos presentaron su ritual realizándolo ellos mismos. El "conejillo de Indias" se instaló en medio de la gran sala liberada de todo objeto, para la ocasión. Luego un grupo de tres alumnos comenzó con los encantamientos mientras que Marzhin, les explicaba el principio a Anryéna, Alishk y Aerouant.

- Nos basamos en las investigaciones de su hijo y las de Marlok que concernían a los lazos mágicos. Los alumnos dieron por sentado que entre un sacerdote y su divinidad había un lazo más o menos fuerte como un mago tiene un lazo con su piedra-corazón cuando tiene una. Además estudiamos los informes del combate reciente contra el néhantista. De esto, los alumnos hicieron una transposición. Para que la teúrgia se vuelva ineficaz hace falta que la divinidad no sea capaz de oír las súplicas y así aislar a los sacerdotes. La Archimaga miraba la demostración, con sus ojos de maga, descifrando cada gesto, cada actitud y cada efecto mágico producido por los alumnos. La idea era buena, pero si esto funcionaba, había un punto que había que cuidar. Así como en la inmensa mayoría de los rituales, había un maestro del ritual y el resto eran acólitos. Estos últimos concentraron su fuerza mágica y gracias a un sortilegio de transferencia le otorgaron más fuerza al maestro del ritual. Después de algunos minutos el dirigente sacó una piedra del Dragón y lanzó un sortilegio vertiendo allí su magia. Esto dio por resultado el crear una esfera de gran tamaño, la cual englobó casi toda la sala. El ritual en si estaba concluido, pero para que el sortilegio fuera mantenido, el maestro del ritual debía mantener el flujo mágico. Marzhin pasó la esfera y fue hasta el "conejillo de Indias".

- ¿Cómo se siente?

- Extraño, tengo la impresión de ser único de nuevo. La sensación es rara.

- ¿Me permite? El maestro mago sacó un pedazo de cristal, se levantó la manga y se hizo un corte en el brazo. Por favor, acuda a la teúrgia y asista esta cuchillada.

El sacerdote se concentró y rogó a su dios como lo hacía normalmente. Pero no hubo ninguna respuesta, la prueba fue concluyente. El maestro del ritual estaba agotando su fuerza, Marzhin le avisó con la cabeza para que concluyera con el mantenimiento del ritual. El pobre estudiante no podía más, estaba extenuado. Anryéna estaba satisfecha y Aerouant encantado del resultado y del modo en el que los trabajos de magos ilustres habían servido. Alishk fue a ayudar a los estudiantes y los felicitó por su éxito. En tanto el sacerdote, encantado de poder utilizar nuevamente la teúrgia, asistió la cortadura del maestro mago. Marzhin explicó luego el desarrollo exacto del ritual así como cada etapa. La Archimaga sacó provecho de esto para plantear sus cuestiones.

- ¿Si comprendo bien vamos a tener que mantener el ritual y su duración únicamente dependerá del maestro del ritual?

Sí, pero prevenimos que su fuerza, acumulada con la de Alishk y Aerouant sería suficiente para asegurar una longitud correcta a este ritual. Pero debo advertirle, el ritual de la piedra impide a las personas practicar la teúrgia, pero siempre serán capaces de salir de la burbuja y de moverse libremente.

- Tenemos aliados que asumirán el ataque cuerpo a cuerpo.

Anryéna miraba su cetro con nostalgia.

- Ya tenemos la piedra de Dragón, es hora pues de poner en práctica todo esto, en su correspondiente lugar. Agradezca a sus estudiantes, usted puede estar orgulloso de ellos y de su gran trabajo. Esto me confirma que hice bien, en nombrarle en su nuevo puesto. Por otra parte le confío la academia, ya que habrá comprendido, yo misma voy a dirigir el ritual de la piedra.

- Le deseo buena suerte en este combate, Anryéna.


Los magos del Compendium pasaron el día encargándose del ritual para prepararse lo mejor posible y el día siguiente ya era hora de salir a reunirse con sus aliados. Un portal que llevaba al bosque de los Eltarites fue creado por Dragón con el fin de no perder más tiempo porque este último era precioso. Anryéna, Alishk, Aerouant y Kounok atravesaron pues el portal y se encontraron instantáneamente a días de viajes de ahí. El lindero del bosque era tranquilo, la bruma matutina daba un carácter misterioso e inquietante. El portal apareció en la frontera con la Tumba de los antepasados y los Enviados de Noz' Dingard fueron transportados hasta allí. No hizo falta mucho tiempo para que ciertos miembros de los Corazón de Savia vengan a su encuentro para acogerles. Después de un intercambio de informaciones, los Enviados supieron que los Piratas habían ido detrás de algo importante para ellos y que la "corrupción" de las tierras de la Tumba de los antepasados progresaba, lenta pero segura. En el otro sentido, el ritual de la piedra fue presentado a la Kotoba y a los Corazón de Savia, los dos principales gremios que se habían quedado para enfrentarse con el enemigo. Las tropas se pusieron en marcha, movilizadas por la esperanza de una rápida resolución de los conflictos de la Piedra Caída del Cielo. Por su parte, los nómadas del desierto habían montado un campamento y esperaban pacientemente un signo de su divinidad. La paz mental de los lugares fue perturbada por Kararine quien vigilaba los alrededores y vio llegar sobre ellos, al pequeño ejército. Sonó el zafarrancho de combate y en poco tiempo los nómadas fueron llamados a la batalla, y se encontraron de frente a sus adversarios. La estrategia de ataque en línea ordenada era la especialidad de Kotoba. Gakyusha había establecido rápidamente un plan tomando en consideración las características de cada uno. Los guerreros serían la punta de lanza, mientras que los merodeadores rodearían al enemigo con el fin de matar a los sacerdotes que probablemente estarían en retirada. Por último, los magos se quedarían a distancia y protegerían al Compendium, el tiempo que durase el ritual. El Señor Imperial no esperó más tiempo y ordenó el asalto. Anryéna, Alishk y Aerouant comenzaron el ritual. Ambos hombres habían previsto una pequeña reserva antes de comenzar, con el ritual de los cristales, en los cuales fueron encerrados por la magia, haciéndoles temporalmente mucho más fuertes. La primera fase del ritual pasó bien, Aerouant y Alishk estaban rebosantes de magia, luego su fuerza se trasladó a Anryéna que no esperaba recibir tanto de ellos. Pero los sortilegios de preparación inventados por los aprendices de Marzhin hacían maravillas. Blandió entonces su cetro con sus dos manos y canalizó toda la magia que estaba en ella y la hizo pasar por el cetro. La burbuja de magia apareció, luego creció a una velocidad increíble. Englobó muy rápidamente el campo de batalla y a la Piedra Caída del Cielo. Ïolmarek y sus sacerdotes se sorprendieron al ver esta burbuja y comprendieron de qué se trataba cuando no se hallaron en situación de asistir a los guardianes del templo. Aislados de su dios, los fieles de Sol´ra fueron rápidamente sobrepasados y el talento de los combatientes del desierto no estuvo a la altura, frente al número de los adversarios...

Batalla de la piedra, capitulo 2

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El sol brillaba intensamente en el cielo sin nubes del desierto de esmeralda. El calor era insostenible a esta hora del día, y los habitantes preferían recorrer los callejones más frescos de la ciudad de P´tra. Esta, en otro tiempo era una ciudad floreciente y era el centro de un reino, hoy desaparecido. De aquella magnifica ciudad cavada y esculpida en la tierra roja de las montañas de Ponant, hoy solo quedaba la sombra. Quedaban viviendo en ella, un pequeño grupo de familias que trabajaban en la creación de joyas a base de esmeralda. P´tra era también el dominio de un dios venerado únicamente en este continente y en relación directa con los insectos hormigueantes en la región: Kehper, el dios escarabajo. Su templo era un edificio magnífico y troglodítico bañado por la luz que pasaba por la multitud de aperturas en su fachada. La entrada desembocaba en una sala inmensa con un techo increíblemente alto. En medio de dicha sala, se encontraba la representación humanizada de Kehper, un hombre cuya cabeza era un escarabajo, de reflejos azulados y que observaba pétreo la eternidad. Por todas partes en las paredes, había pequeños hoyos de donde los escarabajos sagrados iban y venían. Soraya había sido designada por Kehper para convertirse en su nueva sacerdotisa y la joven mujer, aunque no le atraía el escarabajo, se sentía honrada de servir a un dios. Por desgracia, se resignó de ver a su pueblo irse en busca de una vida menos dura en otras comarcas. Aquel día rezaba para que Kehper le ayude.

- ¿Que hicimos mal? ¿Provocamos tu furia? Nuestro río se deseca y nuestro pueblo tiene hambre. ¿Cual es el significado de todo esto? ¿Es una prueba, un tanto cruel, a la cual tu voluntad divina nos somete?

La joven mujer no esperaba una respuesta, Kehper siempre le había respondido de otro modo. Sólo por signos y también con esta facultad para poder controlar los escarabajos. Pero esta vez, parecía que sus oraciones habían sido oídas, pero posiblemente no como lo esperaba.

- Tu pueblo no hizo nada que pueda enfadar a los dioses, sacerdotisa. En la abertura de la entrada se encontraba un hombre alto. La luz que llegaba por detrás suyo le daba a su llegada un sello singular. Se adelantó hacia la sacerdotisa a paso seguro, descubriendo entonces su aspecto. Vestido de túnica y de ornamentos que representaban el sol, su piel era muy oscura como quemada. Contrastando con esto, caían sus cabellos que eran color blanco hueso. Por fin, y para aumentar el carácter increíble de su aspecto, dos grandes alas se batían muy lentamente en su espalda. Soraya jamás había visto en su vida, nada como esto, que era de carácter divino sin lugar a dudas. Se levantó y fue al encuentro del visitante.

- ¿En este caso, dígame a qué debemos toda esta miseria, si esto no es porque los dioses han alejado su vista de nosotros?

- Dios te mira y tus actos condicionan el futuro de tu pueblo. ¿Sabes quién soy? Soraya negó con la cabeza. Una lanza nimbada de luz apareció en la mano del hombre.

- Soy Tsheptès, mensajero de Sol´ra, dios de los dioses. Impresionada y con la certeza que no se le mentía, la sacerdotisa se puso de rodillas para probar su sumisión.

- ¿Viniste a anunciarme el fin de P´tra?

- No, no estoy aquí para eso. Vengo a darte a ti la voluntad de Kehper, servidor de Sol´ra. Si quieres salvar a tu pueblo, escucha su voz y obedece.

- Estoy a su servicio.

- Debes encontrar Kehpsoun, la cuna de Kehper y recuperar el vaso canope de su encarnación.

Soraya volvió a repasar muchas veces la frase, para comprender bien la implicación de los actos que se le pedía. Kehpsoun era un templo, el primero dedicado al dios escarabajo. En cuanto al vaso canope, los textos consagrados escritos en la piedra arenisca, en el fondo del templo de P´tra contaban los siguientes hechos.

Fue en el tiempo de la guerra de los dioses, que se les dio a estos la posibilidad de elegir: capitular o morir. Kehper vio allí la oportunidad de establecer, por fin, un panteón estable, con un dios capaz de hacer respetar el orden entre sus filas.

Pero muchos de los otros dioses y diosas no vieron esto de la misma manera, así fue como la guerra estalló contra los fieles de Sol´ra. Los dioses decidieron tomar forma humana. Numerosas fueron las batallas y muchas encarnaciones fueron vencidas. La encarnación de Kehper habría perecido enfrentándose con Ayepth dios del mal y esposo de Ptol´a. Su cuerpo fue devuelto a Kehpsoun. Así Sol´ra lo homenajeó. Su cuerpo fue embalsamado y enterrado en una tumba. Un vaso canope que contiene una parte de su fuerza divina fue encerrado en el templo. Se decía que Ayepth enterró con vida a los sacerdotes de Kehper, en Kehpsoun, cubriendo el lugar con arena para toda la eternidad.

- Nadie jamás encontró Kehpsoun y...

- ¡Usted duda demasiado de usted, usted tiene todo a su alcance, mire, observe y sobre todo tenga fe!

La joven mujer miró a la derecha, y luego a la izquierda pensando que todo se le revelaría, pero nada pasó. Estaría encantada de poder recobrar el vaso canope del que veneraba, pero la tarea parecía imposible.

- ¡No olvide quien es usted, Soraya, no lo olvide!

Tsheptès dejó a la joven mujer con su misión divina, otro destino le esperaba al Solarian, un destino un tanto increíble...

Soraya perturbada por esta visita, emprendió un registro minucioso del templo. Todo era viejo y era difícil para ella el encontrar personas para mantener el templo. Había menos fieles, menos dinero y sobre todo menos personas cualificadas. Había más actividad cuando ella era pequeña y sobre todo cuando había más sacerdotes. Su mentor había muerto de viejo, cinco años antes, lo que la convertía en la única y última criada de Kehper. El templo era un conjunto de galerías que daba a pequeñas salas de oración o salas de estar, desocupados en su inmensa mayoría. Dio la vuelta, sintiendo el estado ruinoso de esta obra arquitectónica. Se fijó en el antiguo lugar de oración, un cuarto que fue abandonado, al comenzar a usarse la gran sala de oración y que sirvió cuando el templo fue fundado hace ya mucho tiempo. De manera extraña, todo se encontraba en buenas condiciones, tanto las pinturas como las paredes. La decoración había sido hecha en base a las viviendas de los escarabajos. Lo que llamó la atención de Soraya fue el número impresionante de insectos presentes. Había escarabajos de todos los colores y de todas las tallas. Bullían sobre el altar alumbrado por una apertura en una de las paredes. Al acercarse, se detuvieron como si observaran los actos de la sacerdotisa. Escudriñó el altar y encontró en el medio, un ídolo de escarabajo en relieve. Ya había venido aquí, pero no tenía memoria de una escultura cualquiera en este preciso lugar. Las pequeñas bestias se apartaron del ídolo, en el momento en el que tendió la mano para pasar la punta de sus dedos sobre la superficie del objeto, en parte cubierto de arena. Sopló para dispersar la arena y observó a los escarabajos, que por todos lados parecían esperar algo. El ídolo, rompió su superficie, que se partió como una cascara de huevo. Pasaba que ciertos escarabajos sagrados pasan mucho tiempo adormecidos en las paredes del templo y el que estaba allí se despertaba de un sueño largo, Mucho más largo, que la mayoría de sus congéneres. La quitina de este escarabajo era verde con reflejos arco iris. Soraya colocó la mano delante de él y este subió a ella, más mal que bien.

- ¿Y bien, tu serías Kehperis?

El escarabajo sacó sus alas y voló, al principio despacio, luego más rápidamente y acabó por colocarse delante de la cara de la joven mujer.

- Kehperis ak-toun ik.

Soraya comprendió las palabras del escarabajo, la lengua de Kehper. Aparte de algunos antiguos moradores de P´tra y ella, nadie más la hablaba. Estas palabras confirmaban el estatuto de la criatura. Los Kehperis acompañaban al dios escarabajo en el tiempo cuando éste pisaba la arena caliente del desierto de esmeralda. Soraya no creía verdaderamente en el azar, todo llegaba con un fin preciso. La aparición de Tsheptès, la misión encomendada, luego el Kehperis, hasta la etapa próxima. Sabía muy bien lo que implicaba este descubrimiento, el lazo entre Kehper y sus insectos era poderoso, iba poder encontrar Kehpsoun.

-Kehperis, es importante encontrar el vaso canope de Kehper, ¿Todavía puedes sentir su energía?

El escarabajo se estancó algunos instantes, luego giró en el cuarto antes de pararse delante del pasillo.

- ¡Kheks! Lo que quería decir " así es”.

La sacerdotisa apenas tuvo tiempo de cargar algunos bártulos para realizar el viaje, ya que Kehperis se alejaba del templo seguido por un gran número de otros escarabajos.

La arena ardiente no detuvo a Soraya, a pesar del cansancio de los dos días de marcha. Su determinación y su fe fueron el motor de esta travesía hacia el oeste. Atravesó una región donde cortantes rosas de las arenas de esmeraldas se habían formado con el paso de los años. Sus pies sufrieron de cortaduras y tomó parte del tiempo de descanso, con el fin de acudir a la generosidad de su dios. Al tercer día el aire se volvió más fresco, el océano no se encontraba muy lejos. Esa misma tarde, Kehperis detuvo su vuelo, se posó sobre un cerrillo y comenzó a enterrarse, seguido por sus semejantes. En poco tiempo, desenterraron una puerta de roca grabada por símbolos antiguos.

- ¡La entrada de Kehpsoun! Exclamó. Gracias a ti, Kehperis.

Soraya empujó la puerta, que para su gran asombro, se abrió sin ningún problema. Dio un paso para atrás, pues se desprendía de este lugar una presencia funesta. No se desanimó y después de haber encendido una antorcha, entró en el interior. A cada paso, oía pequeños crujidos y al alumbrar hacia el suelo, vio centenares de restos de escarabajos muertos, cuyas conchas eran aplastadas bajo sus pasos. Recorrió un gran pasillo antes de ver los primeros cadáveres de sacerdotes de Kehper. Todo esto la entristeció y comprendió por qué había sentido tantas emociones cuando se abrió la puerta. Habían seguido a su maestro, en una muerte, que no podía desearle ni a su peor enemigo. Progresó lentamente mirando con curiosidad la arquitectura increíble que se le ofrecía. Siglos de historia de su culto fueron grabados allí, en la piedra blanca, en la superficie extremadamente lisa. Pero esta sensación de dolor aumentaba a medida que su exploración avanzaba. Algo la molestaba y comprendió que una fuerza sombría estaba presente aquí. Sus pequeños compañeros no se le separaban, emitían desde su llegada aquí, un ruido sordo de conchas que se entrechocan entre sí. De golpe, estos últimos se reagruparon delante de la sacerdotisa para formar una pared. Fue salvada por milagro, ya que una jabalina se hundió dentro de la pared, matando algunos escarabajos. La luz irregular de la antorcha le permitió discernir una criatura que se dirigía hacia ella. Un hombre, cuyas ropas desgarradas eran los de un gran sacerdote de Kehper, avanzó hacia ella a pasos vacilantes. Su aspecto monstruoso la sobresalto. Su piel estaba seca sobre sus huesos y su cabeza era la de una serpiente.

- ¡Una maldición de Ayepth! ¡Es inmundo!

Los escarabajos se arremolinaban alrededor de Soraya para protegerla lo mejor posible. La reacción de esta última fue rápida y expeditiva. Muy enfurecido debido al sortilegio que lo poseía el sacerdote atacó, y Soraya hizo uso de la teúrgia. El combate entró en su clímax, a cada golpe realizado por el sacerdote, ya sea por la teúrgia o por la intervención de los escarabajos, Soraya obligaba a la criatura a retroceder y su lentitud jugaba en su contra. La vieja espada herrumbrosa rozó cada vez con la joven mujer sin llegar a herirla jamás. La cabeza de serpiente gritaba locuras y promesas de una agonía eterna y de una muerte lenta. Pero al contrario de la criatura, Soraya tenía con ella la voluntad y el apoyo de un dios, lo que la hacía fuerte y poderosa. Por su parte, la criatura estaba muerta hace tiempo, no sentía pena, cólera o sufrimiento, sólo debía cumplir con su siniestra misión: matar a todo intruso. El cansancio de los últimos días se hizo notar en la joven mujer que resoplaba, su corazón latía a alta velocidad y el adversario ganó terreno. Delante del peligro, Kehperis abandonó temporalmente el combate para ir detrás del vaso canope tan deseado. Atraído como un imán, no tardó mucho en encontrar el emplazamiento del objeto. Rascó la arena, se coló entre las piedras y accedió por fin al vaso, que percutió con todas sus fuerzas con el fin de derribarlo. El vaso canope rodó, girando sobre sí mismo, hasta que cayó, rompiendo la tapa de barro cocido. Una miríada de pequeños escarabajos verdes salió de él y asolaron todo a su paso. Kehperis siguió a los escarabajos, que volvían al lugar del enfrentamiento. Los pequeños escarabajos sumergieron a la criatura que fue roída en poco tiempo y de la cual solo quedo el esqueleto. Soraya cayó de rodillas, postrándose ante la aparición de los escarabajos, reconociendo la presencia de Kehper.

- Mi vida le pertenece señor.

Kehperis se puso delante de ella y a través de su intermediario el dios escarabajo le habló.

- Tu vida es preciosa sacerdotisa. Te agradezco por la ayuda que me brindaste. Eres aquella por la que todo va a comenzar de nuevo, este templo es en lo sucesivo el tuyo y P´tra volverá a ser aquella que fue. Pero antes de esto, habrá que librar una nueva batalla.

- Haré según tu deseo.

- Debo regenerarme y mientras tanto, debes hacer un viaje largo hacia comarcas sin arena. Kehperis va a acompañarte y cuando te hayas reunido a los tuyos, me reuniré contigo. ¿Comprendiste Soraya?

- Sí señor.

- Entonces ponte en camino. El hambre, la sed y el cansancio te serán desconocidos, marcharás día y noche, nada podrá cortarte el paso, esa es mi voluntad.

La joven mujer se levantó y sin esperar dejó el lugar, seguida por sus compañeros escarabajos.

Varios días habían pasado. Soraya oía el canto de la piedra, la voz le pedía venir, ayudarle contra los infieles. Pasó la frontera de la tumba de los antepasados y por fin la piedra estuvo a la vista. Sentía toda esta energía divina que se extendía desde la piedra, purificando estas comarcas. Rodeó la piedra y llegó mientras que los nómadas se encontraban en dificultades. Una burbuja inmensa y mágica englobaba la piedra, Kehperis le pidió no ir allá. Ya era hora de llamar a Kehper.

La sacerdotisa tomó el escarabajo sagrado y habló en la lengua de sus antepasados. Imploraba a Kehper que viniera aquí, en este momento y a este lugar para restablecer la justicia y combatir a los que querían matarlos. Apoyó el escarabajo en el suelo y continuó su invocación. Ciertos Nómadas que se habían replegado, llegaron en aquel momento al lugar donde estaba la sacerdotisa. Eran perseguidos por algunos de sus adversarios. Comprendiendo lo que realizaba la joven mujer, sus compatriotas hicieron frente a sus agresores con el fin de protegerle lo mejor posible. Lodir partió una lanza de ámbar en dos, con su cimitarra, mientras que la Esfinge, determinada a desempeñar su papel, no cedió una onza de terreno. Los guardianes del templo sufrían numerosas heridas pero se defendían con uñas y dientes. Esta piedra era suya y de nadie más. Sobrepasada por el número, la Esfinge se derrumbó en su propia sangre, su misión estaba concluida ya que Kehper apareció.

Un escarabajo más grande que una casa surgió en una tempestad de arena caliente. Soraya estaba en trance de pie sobre su espalda. De un cabezazo, la encarnación de este dios menor barrió a ambos Tipos de Hom'chaï como si nada. Luego el ritual de la piedra cesó, dejando por el suelo a los nómadas y a la esperanza de la coalición de gremios de una victoria definitiva. Pero en esta partida de fracasos, Sol´ra parecía llevar la delantera. Kehper concedió a la sacerdotisa el derecho de tomar parte de su energía divina. Soraya se concentró, visualizando a cada nómada del desierto. Una luz se escapó de ella y golpeó a todos los fieles de Sol´ra, curando instantáneamente sus heridas. Anryéna y los otros miembros del Compendio estaban agotados, el ritual les había costado mucha magia. Todo había funcionado bien, los nómadas estaban deshechos.

Pero un invitado de último momento acababa de poner todo “patas arriba” y era imposible para Anryéna el reactivar el ritual, no en estas condiciones por lo menos. Los Nómadas se ordenaron rápidamente y contraatacaron con celeridad, tomando de improviso a la coalición. Los miembros de Los Corazón de Savia se retiraron a la vista del escarabajo, símbolo de la muerte, para ellos. Gakyusha no pudo retener a sus tropas y perdió su estrategia. Kotoba apretó las filas, apoyado por los enviados de Noz' Dingard todavía en estado de combatir. Su estrategia, en lo sucesivo consistía en evitar las pérdidas y ponerse a cubierto. Al cabo de una hora de batalla la coalición fue rechazada lo más lejos posible de la piedra, para ellos La batalla de la Piedra estaba perdida.


Crónicas de la Kotoba: Jian Qiao y Sen´Ryaku

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El desenlace de la Batalla de la Piedra no fue favorable a la coalición de los gremios. Los Nómadas en presencia temporal de una encarnación divina se revelaron temibles. Cada gremio se replegó entonces hacia su patria respectiva con el fin de realizar un análisis de esta derrota y de reflexionar sobre sus acciones próximas. Por una razón que les era desconocida los Nómadas no persiguieron a los fugitivos sino que se quedaron junto a la Piedra Caída del Cielo. Kotoba encontró refugio en la pequeña ciudad de Okïa, situada en la frontera de la Tumba de los antepasados y del imperio de Xzia. Gakyusha, herido en la batalla, reposaba en casa del señor Ayao. El resto de los miembros de la Kotoba, que lo acompañaban fueron hospedados en el hostal “Kirin duerme”.

Por la ocasión, había mucha animación. Los habitantes empujados por la curiosidad se amontonaban en la entrada con el fin de escuchar las conversaciones a propósito de los últimos acontecimientos. Xïn se había instalado, al lado de otros, en el fondo del cuarto principal. Amaya, Tsuro, Masamune y Sen´Ryaku platicaban sobre la batalla. Amaya siempre muy despreocupada quería devolver el favor, dándole “una patada en las nalgas " a los Nómadas, mientras que Masamune y Tsuro se concentraban en un examen minucioso del desarrollo de la batalla, con el fin de establecer una estrategia adecuada a futuro. Sen´Ryaku escuchaba los argumentos de unos y otros haciendo su propio análisis. Tenía dudas en cuanto al futuro de esta guerra. Los Nómadas eran capaces de invocar seres superiores, el equivalente de los “Kamis” según su cultura. ¿Y qué podría hacer ella, una simple mortal, contra los dioses? Compartió con los demás su inquietud, agregando frialdad a un ambiente ya taciturno.

- ¡No es tiempo de dudas, querida prima!

La voz fue lo bastante fuerte para que todo el mundo la escuchara. Apartando a los curiosos, una joven mujer vestida de ropaje amplio, blanco y rojo entró en el hostal. Su parentesco con Sen´Ryaku era evidente.

- ¡Y bien! ¿No me saludan?

Sen´Ryaku saltó a los brazos de su prima. Hay que reconocer que se encontraba verdaderamente sorprendida de verla aquí.

- ¡Jian! ¿Qué haces aquí? Estas muy lejos de la casa de mi tío. El aspecto de Jian Qiao se ensombreció repentinamente.

- ¡Te contaré todo, pero ahora, dice mirando por turnos a Tsuro y Masamune, vengo para presentarme al Señor Imperial, porque recientemente fui nombrada miembro de la Kotoba!

Sen´Ryaku estalló de alegría y las dos jóvenes mujeres festejaron sin moderación.

- El Señor Imperial no se encuentra disponible por el momento, pero siendo su segundo, usted se presentará conmigo, cortó Tsuro.

Un " Hum... Hum... “ronco vino a perturbar el intercambio de cortesías. Detrás de Jian Qiao, en el paso de la puerta se encontraba un hombre vestido como un magistrado, luciendo el magatama del emperador. Por un momento Jian Quiao, lo había olvidado totalmente, sin embargo esta persona era sumamente importante a los ojos del Regente imperial.

- ¡Oh, euh, sí! Él es el cronista imperial Sima Qian.

Al oír este nombre Tsuro, Masamune y Xïn que se habían levantado para la ocasión, se inclinaron respetuosamente.

- Veo que todavía quedan algunas personas que recuerdan el respeto que se debe demostrar a un cronista imperial, dice fulminando con la mirada a Jian Qiao y a su prima. El Señor Imperial sabrá de esta flagrante falta de disciplina en las filas de la Kotoba.

- ¿Honorable Sima Qian, a que debemos el honor de su llegada? Preguntó Tsuro.

- El Regente imperial desea que la historia de los miembros de la Kotoba sea conocida por el pueblo con el fin de devolverle la esperanza y las ansias de progreso. Voy a quedarme con ustedes para plasmar sus experiencias de vida.

Los miembros de la Kotoba se encontraron un poco desorientados con esta noticia. Ambas primas se adelantaron en conjunto, mostrándose voluntarias para comenzar con la tarea. Un poco despechada, Sima Qian aceptó.

- Bien, ya que hay que hacerlo, hagámoslo de una vez... El gerente del establecimiento dispuso de un espacio con el fin de que el cronista pudiera instalarse y tomar aliento antes de recibir a Jian Qiao y a Sen´Ryaku. Ambas mujeres se arrodillaron ante el viejo hombre y esperaron pacientemente, como lo requería la tradición, a que éste se les dirigiese.

- Repentinamente las encuentro muy tranquilas y respetuosas de las reglas de cortesía. Supongo que han sido sermoneadas por su superior. Ustedes pertenecen a la misma familia según las largas historias que me contó Jian Qiao, durante nuestro viaje hasta aquí.

El hombre se mostraba bastante exasperado mientras decía esto.

- Entonces, las escucho.

Jian Qiao se aclaró la garganta.

- Nacimos en el pueblo de Ciam-oi donde nuestra familia vive desde hace tiempo. Ambas vimos la luz la misma noche, una noche de luna llena. Nuestros padres son hermanos y ellos también nacieron el mismo día y sus padres también eran hermanos. Como consecuencia de este destino extraordinario, también crecimos juntas. Muy rápidamente mostramos facultades particulares en las artes marciales y el manejo de las armas.

A su lado, Sen´Ryaku matizaba las palabras de su prima con expresiones de su cara, yendo de la sonrisa a la risa discreta pasando por un entrecerrar interrogante de los ojos. Sima Qian tomaba nota de todo, con frases propias del romancero.

- Continúen, cuéntenme sus hazañas.

Ambas primas buscaban una buena historia que contar, cuando Jian Qiao se acordó de un momento particular.

- ¿Puede ser el ataque de los bandidos de los Montes del Perro Muerto? Exclamó Jian Qiao a su prima.

- ¡Sí! Tu cuentas tan bien, esa historia.

La joven mujer saltó sobre sus dos pies con el fin de hacer poses e ilustrar la historia.

Era un día de verano, ese famoso verano cuando el río de nuestro pueblo casi se seca a causa del calor. Nuestros ancianos jamás habían vivido semejante período de sequía. Los cultivos y el ganado sufrían y el hambre acechaba a los más débiles de nosotros. Muchos hombres del pueblo partieron en busca de agua y alimento, dejando a los ancianos, las mujeres y los niños. Aquel día, los bandidos de los Montes del Perro Muerto decidieron venir a pillarnos... ¡Grave error!

¡Eran una treintena, estas cucarachas perdidas, y armadas hasta los dientes! No sabían que allí estábamos mi prima y yo. Los previnimos: váyanse o perezcan. Se rieron, se burlaron y perecieron...

Jian Qiao imitó una escena de combate tomando posturas de arte marcial, peleándose contra bandoleros imaginarios. Simulaba cada rotura de hueso, esquivando cada golpe. Sen´Ryaku se levantó e hizo lo mismo.

- Habíamos puesto en tierra a estos malvados cuando el innoble Thang-ye cuya reputación en la región lo convertía en el peor ser existente sobre tierra, mostró su cara quemada. Pretendía que podía matar a un hombre de un solo golpe de puño y que su soplo era el del dragón.

Sen´Ryaku imitaba entonces a una persona horrible y saltó sobre Jian Qiao. Se efectuó un rápido combate entre las dos jóvenes mujeres, luego Sen´Ryaku fingió la derrota cayendo al suelo.

- ¡No era nadie frente a nosotros! Así es como los terribles bandoleros de los Montes del Perro Muerto fueron detenidos...

Ambas chicas aplaudieron, sonriéndose una a la otra.

- Muy bien, apasionante. ¿Hay alguna otra? Preguntó el cronista imperial.

Esta vez fue Sen´Ryaku quien tomó la palabra.

- Una vez hubo un gran incendio en el bosque bonsay. ¿Escucho hablar de él?

Sima Qian sacudió la cabeza negativamente mientras que Jian Qiao tenía los ojos chispeantes de excitación.

- ¡Sí, que momento increíble! Mi prima y yo habíamos decidido que ya era hora de vivir nuestra propia vida, deseábamos ir a Méragi para probar fortuna y gloria. Habíamos marchado varios días cuando en el cielo apareció una negra humareda. Empujadas por la curiosidad fuimos a ver de qué se trataba. ¡Y era el milenario bosque bonsay de Mishima qué se consumía! ¿Imagine la escena? ¡Este místico lugar protegía árboles raros y animales únicos! No lejos de allí, había un pueblo al borde de un río. Los habitantes estaban enloquecidos viendo el desastre. Pero nos pusimos manos a la obra. Jian Qiao tomó el mando del grupo más cercano al fuego y organizó una gran partida con el fin de extinguir esta fuerza de la naturaleza. ¡Y allá fuimos! Sen´Ryaku se acercó a Jian Qiao y a Sima Qian y cuchicheó. - Pero esto no termina ahí... El fuego no se había iniciado solo, había sido provocado y no por cualquiera. Huo había roto su prisión mística y había vuelto a provocar los mayores daños posibles.

Jian Qiao tomó el relevo de su prima.

- Buscaba problemas... y los encontró. Gracias a nuestro espíritu de estrategas, atrajimos a Huo hacia el río, en el cual lo sumergimos para destruirlo. Resultado de esto, terminamos con numerosas quemaduras, dice mostrando sus antebrazos cubiertos de viejas cicatrices. Sen Ryaku hizo lo mismo para probar su " buena fe”. El cronista imperial estaba silencioso, su pincel apeaba la hoja con flexibilidad y delicadeza. No había levantado la mirada, solo concentrado en la redacción de esta primera crónica. No dudó un segundo que todo lo que le contaban las jóvenes mujeres estaba adornado como era menester, al contar historias heroicas. Se endurecieron, esperando que les pidiera otra cosa. Sima Qian puso sus pequeñas gafas sobre la bandeja de madera donde escribía y su cara tomo un aire risueño.

- Sus historias están encantadoras, plenas de vida e increíbles. ¿Pero qué hay del incidente Azawa?

A la sola pronunciación del incidente, las primas lo miraron con ojos terribles, Azawa era para ellas la peor humillación posible, a sus ojos.

- Si se pudiera no hablar de ello, sería mejor. Lanzó Jian Qiao muy molesta y visiblemente tímida.

¿Por qué no hablaríamos de él? Después de todo, esa misión fue un éxito.

Pero la situación no fue para nada ventajosa. ¿No hace falta que el pueblo guarde una buena imagen de los miembros de la Kotoba?


Sen´Ryaku no decía nada. Recordaba muy bien esta misión dónde su prima y ella fueron enviadas para conseguir información acerca de un señor Azawa. En esa ocasión fueron obligadas a vestirse " de señoritas " con maquillaje, peinado y quimono tal como lo exigía la tradición. Su mascarada fue descubierta en el momento en el cual obtenían la información y un desemboco en un enfrentamiento que tuvo lugar en los jardines de la morada del señor Azawa, delante de un gran número de invitados, entre los que se encontraba el señor Gakyusha, supervisor de la misión. Sen´Ryaku y Jian Qiao no se encontraban cómodas de pelearse en su atavío y acabaron por encontrarse en paños menores, delante de todo el mundo...

- Usted tiene razón, pasemos por alto esta historia, ya tengo suficiente material para mi crónica. Ustedes pueden dejarme ahora, voy a terminar el relato.

Las primas no se hicieron rogar, contentas con no tener que contar esta historia detalladamente.

- Crees que comprendió, que le habían contado cualquier cosa. Se inquietaba Jian Qiao.

- A mi parecer, habrá escuchado otras historias traídas de los pelos.

- Puede ser, en todo caso, era muy gracioso...

Tras el rastro del Comepiedras

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Anryéna, Sevylath y El Rey Trueno habían desaparecido repentinamente delante de los rostros boquiabiertos de Granizardo y sus compañeros. Esto fue tan súbito que tardaron algunos momentos antes de recuperar el sentido. Ergue examinó el suelo y su estructura para ver si nada era "anormal".

¡Pouah! ¡Es por esto que no me gusta la magia! ¡Es demasiado inestable! ¡Ahora, si que estamos bien! Ergue estaba bastante enervado por la situación. Le habría gustado saber exactamente quién era este personaje y tener una recompensa a la altura de la batalla librada.

- Ergue, si sucedió esto, por algo será. Hacemos mal en quedarnos aquí, ya es hora de continuar, ordenó Granizardo después de una rápida revisión del templo.

Ojo de gema no se hizo rogar y fue la primera en salir corriendo del templo, al cual había incluido en la categoría " lugares que no volveré a pisar”. Era el primer golpe anímico que sufría el grupo. Hasta ese momento, se encontraban animados por la misión, pero allí empezaron las dudas. Algunos días después de la desaparición de Anryéna, estas tomaron cuerpo. Recorrían los Confines sin ninguna idea certera, de adonde debían ir o al menos a que se parecía el famoso Comepiedras al cual buscaban en vano. Un bello día, Malyss no aguantó más y se quebró

- ¡De hecho, Granizado, no sabes nada en absoluto y nos paseas para evitar regresar a tu prisión! ¡Te valiste de nosotros para liberarte!

El Daïs inclinó la cabeza, contrariado por el cuestionamiento sobre su honradez y los fundamentos de la misión.

- ¿Cuervo, tienes la memoria un poco corta, sabes que las tierras de Guem peligran? Los bosques ancestrales de los Eltarites son amenazados y nuestra única esperanza es encontrar al Comepiedras, replicó Granizardo

La tensión aumentó rápidamente. Sumados Ergue y Ojo de gema que no eran particularmente diplomáticos, pronto la situación se volvió crítica. Fue un viajero, como ellos, quien interrumpió las hostilidades. Un joven hombre se acercó por el mismo camino que seguía el grupo. Su atavío no recordaba a nada conocido. Cuando vio a la pequeña tropa, se detuvo al borde del camino no muy lejos de ellos y se instaló para alimentarse, sin más cuidados. Granizardo dejó el grupo y fue al encuentro del joven hombre que lo recibió con una sonrisa franca.

- Disculpas por molestarlo, pero debo reconocer que estamos perdidos.

- Buenas tardes Daïs, escuche su disputa.

- ¿Usted sabe de qué raza soy?

- Hay gente de su raza en los Confines. Pero se ve que no conoce bastante de este continente. ¿Cómo podrían, ya que ustedes están perdidos?

El chico revolvió su bolsa y sacó un pergamino bastante grueso. Lo desplegó con precaución y descubrió un mapa groseramente dibujado.

- Estamos aquí, dice apuntando el dedo a una parte del mapa. Hay varios caminos que llevan a diferentes pequeñas ciudades. La más próxima de aquí, esta a algunos días de marcha. ¿Posiblemente deberían comenzar por ahí? Tenga, tómelo, yo se lo regalo.

Granizardo regresó cerca de los otros aventureros y los anoticio del descubrimiento del mapa.

- ¡Vamos! Lanzó Ojo de gema, encantada que hubiera una ciudad no muy lejos.

- ¡No! Vayamos en otra dirección. Cuanto más gente se cruce en nuestro camino, más arriesgamos nuestra misión, añadió Malyss enervado.

- No era él, el que nos charlataneaba, dice Ergue con aire suspicaz

El Zil tomó el mapa y trató de descifrar los símbolos inscritos en él, sin éxito. Todo esto reactivó el debate y las disputas prosiguieron cada vez más, delante de la mirada incrédula del joven hombre. Al final de la tarde, no habían tomado ninguna decisión y el campamento se sumió en un ambiente taciturno y eléctrico. Granizardo invitó al viajero a que se les uniera, después de todo era mejor contar con su compañía para sobrellevar el momento tan poco agradable. Era también una ocasión propicia para que el grupo aprendiera algo más sobre los Confines.

- Gracias por acogerme entre ustedes, siempre es más agradable compartir las noches con alguien. Es raro cruzarse con otras personas en los caminos.

El joven hombre echó en el fuego un puñado de nueces extrañas, antes de proseguir.

- Los habitantes de las tierras de Guem no tienen ninguna idea de lo que son los Confines, ni donde se sitúan. Pero puede ser que esto no les interese, no voy atestarle de mis cuentos.

Después de haber hecho un pequeño gesto con la mano, las nueces que se calentaban en el fuego se elevaron en los aires para aterrizar delante del chico. Las peló con dificultad, al estar calientes y luego se tragó su contenido. Tal como niños, Ergue y Ojo de gema pidieron al joven hombre, si no tenía más de esas nueces. Les dio algunas, antes de enrollarse en una manta.

- ¿Cuál es su nombre? Preguntó Granizardo.

- Ciramor, le respondió. Buenas noches "Granizardo".

- ¡Espere! Usted debía hablarnos de los Confines, cortó Malyss.

- Sera en otra ocasión, estoy cansado. Guarde con paciencia, su ansiedad.

El Cuervo protestó algunos instantes y se fue a dar un paseo, este día decididamente no era el mejor. Desviado y descontento, Malyss trazó rápidamente un plan, no olvidemos que hablamos de un miembro del clan del Cuervo. Ergue también suspicaz, se unió al mago para discutir sobre este encuentro.

- ¿Crees que nos esconde algo, Malyss?

- Estoy seguro. Este lugar me pone nervioso y pienso que este chico no es un simple viajero. ¿En todo caso, demuestra conocer el lugar, y si acaso nos indica un camino falso?

- ¡Dices cualquier cosa! Ojo de gema interrumpió la discusión. ¿Ustedes no tienen nada más que hacer que andar de charlatanería? El caso es que se trata de un viajero, mañana nos dirá más sobre lo que sabe, pero mientras esperamos, durmamos, nuestra búsqueda está lejos de terminar. Malyss y Ergue no dijeron nada más, pero la disensión en el seno del grupo aumentaba un poco más a cada instante.

Al día siguiente, el sol perforaba las nubes y sus rayos golpeaban los cristales diseminados sobre la multitud de islotes de los Confines. Mientras que Malyss, Ergue y Ojo de gema todavía dormían, Granizardo sacaba provecho de un momento de tregua para discutir con su improvisado compañero. Habiéndose levantado muy temprano, el Daïs utilizó sus dones mágicos para adivinar la naturaleza de Ciramor. Y el resultado fue muy sorprendente, detectó en él una magia muy poderosa.

- ¿Usted sabía que estábamos allí, cierto?

- A decir verdad, sí, sentí su presencia desde su llegada a los Confines.

- ¿Entonces quién es? ¿Debemos temer algo de usted?

El joven hombre se rió

- No, realmente viajo y esperaba encontrar a otras personas para evitar ser el único en estas tierras.

“No me dice todo " pensó, " Si la palabra no basta para soltar las lenguas, voy a entrar en acción ". Con rapidez desenvainó su daga y se puso en guardia. Ciramor se levantó y se desplazó lentamente levantando las manos en signo de paz.

- ¡Le prometo que no le hare ningún mal! Si procurara perjudicarle, habría muerto por la noche.

- Usted posiblemente no procura matarnos, sino que usted quiere algo más.

Ciramor se colocó para tener el sol detrás, Granizardo fue deslumbrado y la magia de su opositor se puso manos a la obra. Los ropas de Ciramor cambiaron, y una máscara apareció sobre su cara. Realizó entonces un sortilegio que paralizó inmediatamente a su adversario antes de que éste hubiera tenido tiempo de reaccionar.

- Ahora que usted no puede herir a nadie, sabe que yo...

Pero fue interrumpido por Malyss que lo atacó sin hacerse rogar. Un cara a cara se desató. Ciramor intentó dar a entender al Cuervo que esto era sólo para protegerse, pero esto no detuvo al Cuervo quien acudió a toda su magia. El duelo no duró mucho tiempo, Malyss soltó su frustración y su cólera. Pero Ciramor se reveló temible, su magia no era la misma que la practicada en las tierras de Guem. Su apariencia volvió a ser la del joven chico, la máscara se difuminó. Plantó entonces su palo en la tierra, luego de un gesto flexible abrió un libro que apareció de la nada. Malyss sacó provecho de eso para jugar sus últimas cartas y lanzó los sortilegios más negros de las artes del Cuervo. El palo encantado protegía al chico y nada podía tocarlo. Por fin, después de haber leído algunas líneas, el viajero chascó su libro y con ello puso fin al duelo, porque en ese instante Malyss no tuvo más ganas de enfrentarse con Ciramor. Toda su cólera y su confusión se habían disipado de su espíritu. Granizardo era libre nuevamente, pero tampoco sentía la necesidad de oponerse a Ciramor. Este último recuperó su palo emitiendo un suspiro de exasperación.

- Voy a darles respuestas. Pero antes de eso, sepan que para encontrar al Comepiedras van a tener que ser solidarios y formar a un equipo verdadero, sino nunca llegarán allá. Sentémonos para hablar de eso, todavía tengo algunas nueces de Zyx, que ustedes parecían apreciar.

Después de haberse instalado alrededor del fuego, Ciramor lanzó algunas nueces en las brasas y comenzó su historia.

En otro tiempo, este continente se parecía mucho a aquel de dónde ustedes vienen. Pero hombres en nombre de una divinidad desconocida atacaron y una guerra estalló. Convertidas en campos de batalla de esta guerra, las tierras se pulverizaron, formando grietas inmensas, fallas y otras grietas. Los Confines deben su salvación solamente a una persona. Ustedes ciertamente La conocen, también es conocido como el guardián de las tierras de Guem, hablo de Eredan.

Los cuatro viajeros de las tierras de Guem estaban pendientes de las palabras de Ciramor. No describía gran cosa, pero si todo era verdad, Eredan todavía tenía muchos secretos por develar.

- Veo sus caras interrogantes. ¿Que saben sobre Eredan?

- Sé solo que gracias a él, fue que Néhant ha sido vencido, pero que en respuesta a esto desapareció sin que ninguno sepa dónde se fue, explicó Ergue pelando una nuez.

Y con razón, en ese momento respondió a un grito de socorro de los habitantes de estas tierras. No lograban rechazar a los invasores. El mismo Eredan tambaleo de dolor al resistir sólo frente a esta amenaza, y entonces creó una criatura capaz de comprender y resistir a la magia de los invasores, ustedes le llaman Comepiedras pero en ese tiempo, allí, llevaba otro nombre. En el momento, de una última batalla, las tierras temblaron y explotaron en millares de islotes que se fueron a flotar por los aires. ¿Eredan, el Comepiedras y los pueblos de aquel continente que se convirtió en los Confines habían ganado, pero a qué precio? Golpeado por una extraña aflicción, Eredan moriría a fuego lento, por ello se propuso legarles su saber y la guardia del Comepiedras a ciertas personas a las que habría escogido.

- ¿Usted es una de estas personas? Afirmó Granizardo.

- Mi maestro, hoy desaparecido era uno de los discípulos de Eredan.

- ¿Y justamente, que se hizo de Eredan? Preguntó Malyss.

- Suponemos que murió, pero no estamos seguros de eso porque aunque terriblemente enfermo quiso irse de nuevo. Dónde se fue, nadie lo sabe.

- ¡Es una historia increíble! Esto bien vale la leyenda del Titán, Tengo aquí una aventura que voy a poder contarle a la tripulación.

- Ahora que ustedes saben más, es su turno de darme informaciones de las que carezco. ¿Por qué buscan al Comepiedras?

- En nuestro hogar, el Comepiedras es una leyenda, esta criatura sería capaz de comer los cristales mágicos más poderosos. El caso es que un meteoro se estrelló en tierras de Guem y desde entonces gente venida del desierto, con poderes desconocidos nos atacaron y defienden esta piedra caída del cielo. Escuchando su cuento tengo miedo en ver que la historia se repite.

- Interesante, pero en mi historia no había meteoro.

Ciramor miraba las llamas, los ojos en el vacío. Varios sentimientos se entremezclaban.

- Voy a ayudarles a encontrar al Comepiedras, pero debo prevenirles, hará falta que ustedes sean muy unidos en las pruebas que van a presentárseles. Eredan no dejó al Comepiedras al alcance de cualquiera. Su compromiso será sometido a un test, la cuestión es entonces: ¿piensan estar a la altura de esta tarea?

Resurgencia

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Capitulo 1: Dimizar

Esta historia se desarrolla antes de la caída de la piedra a las tierras de Guem, a los pies de los montes negros cercanos a Tantad. El hombre marchaba a paso inestable, sus lágrimas golpeaban tan pesadamente el suelo como la pena que invadía su corazón magullado. Ya no sabía dónde iba y repetidas veces estuvo a punto de caer. Pero nada hubiera podido hacerlo soltar el cuerpo inerte que llevaba. La pena primaba por sobre todas las demás emociones y su razón. Marchó largas horas, perdido en lugares donde nadie se atrevía a aventurarse. En plena noche, casi exhausto, se encontró delante de una caleta donde danzaban las luciérnagas. Depositó afectuosamente a la mujer a la cual había sido unido. Ya las lágrimas habían cesado, ahora su cara se deformaba por terribles sollozos. Con su mano cubierta de rasguños acarició la cara y besó los párpados de la mujer para despedirse de ella.

- ¿Podrás, allí dónde vas, perdonar mi debilidad y mi impotencia para encontrar el mal que te aquejaba? Te quedarás para siempre en el fondo de mi corazón.

Tomó luego una piedra y la puso cerca de su mujer, luego la segunda, y así sucesivamente hasta que la tumba estuvo concluida finalmente. La noche se acercaba y el cansancio moral y físico hizo presa del hombre. Se durmió, quebrantado para siempre.

- Dimizaaaar... Dimizaaar... ¡No es tu culpa, no tienes nada que ver! ¡Ha sido el ensalmador qué no hizo nada!

En el sueño, el hombre revivía, una y otra vez, los peores momentos de su corta vida. El momento cuando por falta de dinero, nadie lo ayudó y por razones políticas su familia se encontró marginada de su comunidad. La cara de su mujer al principio alegre y plena de vida, y que luego se fue marchitando con la enfermedad que carcomía lentamente su espíritu desgarrado. Se despertó sudoroso. Comprendiendo que todo esto era muy real, volvió a llorar.

- Se fuerte Dimizar, es momento de dar vuelta la cara y mirar hacia el futuro.

¿De dónde venía esa voz? No había nada excepto él y la tumba de su mujer. Con su cuerpo semi-adormecido se levantó como pudo y examinó los alrededores con sospecha. Fue a dar con una entrada, en parte escondida por malezas, y que daba a un pasaje en la roca. En tiempos normales no se habría aventurado, en un lugar así, de noche y en medio de la nada. ¿Pero qué tenía que perder además de su propia vida que para él no tenía más sentido? Esta cueva probablemente había sido tallada por la mano del hombre, porque había varias escaleras que subían a través de la montaña. El hombre no veía muy bien, pero sin importar esto, al cabo de un rato encontró su camino en este laberinto de pasillos sombríos y húmedos. ¿Cuánto tiempo transcurrió? No sabía, y se burlaba de esto porque de cualquier modo jamás regresaría a la ciudad que lo había rechazado. Una débil luz le señaló la salida, que desembocaba en un lugar que lo sorprendió. ¿Todavía soñaba? Delante de él se levantaba una inmensa casa solariega construida de piedras grises, muy sombrías. El edificio dominaba lo que debió ser un jardín grandioso, hoy yermo. Por todas partes los cristales sombríos se iluminaban con una débil luz. Lo más notable era el paisaje alrededor de la casa solariega. De manera extraña se sintió muy bien aquí, como si esta casa solariega lo estuviera esperando.

- Entra pues, estás en tu casa, cuchicheó de nuevo esa voz, como un eco que resonaba en su cabeza.

El interior estaba arruinado. Los muebles estaban recubiertos con un polvo fino y negro y generaciones de arañas habían contribuido a la creación de una tela gigantesca que recorría el edificio. Las pequeñas criaturas evitaron al hombre que venía para perturbarles su despreocupada vida. Las escaleras rechinaron, amenazando con ceder a cada paso. El estilo allí era muy diferente a los que conocía, todo allí era, tortuoso, desmesurado, negro. El hombre llegó a una oficina que fue devastada en otro tiempo. Hojas de pergaminos se mezclaban al polvo. La persona que vivió allí debió ser alguien extremadamente culto a juzgar por los títulos de los libros que cubrían el suelo: Cristalomancia antigua, Pyrocratia - La era de la Reina-rubí y otros libros mágicos.

- ¡El escritorio, Dimizar, el escritorio!

Relativamente intacto, el mueble estaba cubierto de cortaduras, como rasguños. Los cajones estaban dispersados a través del cuarto. Sus dedos recorrieron el fondo de la bandeja y se pararon sobre un picaporte, que accionó de un golpe seco. Un faldón de la biblioteca, en el fondo del cuarto, pivotó con un ruido sordo, abriéndose hacia una escalera en caracol. Interminable, el pasaje acababa por desembocar en un gran cuarto tallado en la roca, alumbrado por extraños cristales esféricos. Gemas negras pulidas sobresalían por todas partes, por debajo de símbolos de gran tamaño grabados en la roca. En medio de éstos se encontraba una persona, o más bien un cadáver en el estado de esqueleto. Alargado en posición fetal, el esqueleto apretaba algo en sus manos. Empujado por la curiosidad el hombre se acercó y vio el objeto, una piedra negra en la cual estaba grabado un símbolo particular que se repetía por todas partes en la casa solariega y en esta cueva.

- ¡Esa piedra es tuya Dimizar, tómala!

Todavía esa voz, pero esta vez el hombre tenía la impresión de que venía de un lugar próximo. Escuchó y tomó la piedra. Inmediatamente el hombre se sintió invadido por algo, una fuerza importante y primaria, destructiva y furiosa. El amor, la compasión, los remordimientos... Todos estos sentimientos desaparecieron como barridos al vacio. Después de haber recuperado el sentido comprendió que no sería nunca más el mismo, pero esto no le importaba, al contrario, la memoria de sus desgracias estaba demasiado presente. Miró el cuarto, sus ojos se pararon sobre un pupitre donde reposaba un libro cerrado. Se acercó a él. La cubierta se encontraba bajo una capa espesa de polvo que apartó con un gesto de la mano. Sobre la página de guardia, una escritura fina y resueltamente gótica inscribía " Periódico de Zejabel”.

- Zejabel, este nombre no me es desconocido. Decía en voz alta mientras comenzaba a girar las páginas para leer el contenido.

Capitulo 2: Zejabel y el Espejo

Días después. Dimizar había leído el diario completo. Contenía la vida de Zejabel, de cómo había conocido y seguido a Néhant, su investigación sobre la magia y de la información sobre la historia de la tierra de Guem en sus tiempos. La última sección del diario fascinó a Dimizar. El lugarteniente le contó a Néhant los últimos vénetos que conllevaron al oscuro final de la guerra.

“Estábamos tan cerca. La victoria era nuestra y Néhant se convertiría en el maestro de la tierra de Guem. ¿Qué sucedió, cómo llegó la situación hasta este punto? Uno a uno fueron cayendo los terratenientes de Néhant. Nosotros, los que transformamos a las legiones de la cuidad en la civilización más poderosa. Luego el profeta de la maldad profesó las palabras del dragón y poco a poco los perros comenzaron a morder y a luchar contra sus amos. Se organizaron y se encontró Eredan, por esto hemos perdido todos los frentes.

Amidaraxar, el más poderoso de nosotros estaba encerrado y las almas flageladas de Xorzar fueron enviadas al limbo”

Más tarde...

“No siento el poder de Néhant, ya no me habla y parece haber desaparecido. Fui a la mansión, uno de los pocos lugares libres de ese maldito profeta. Sé que él me está buscando y me encontrará pronto si no encuentro una manera de escapar.”

Al final, Dimizar encuentra en el libro una carta compuesta de varias hojas.

“Tú eres el elegido por quién todo empezará de nuevo. Si lees esta carta es porque no has sido destruido por el hechizo que protege mi diario. Por esto tú posees mi corazón de hierro, el cual te pertenece. Pasé días y noches sin que el profeta me encontrara. La solución vino hacia mí a través de Néhant y lo que le sucedió. Porque ellos están siendo encarcelados en una roca y luego sellados. Seguí el camino y encontré una manera de sellar mi alma, todo mi conocimiento y mi magia, en una roca. Tú eres yo y yo soy tú. Hoy mientras lees estas líneas deberías sentir lo impactante de este ritual y los numerosos cambios. Restos que se verán si apoyas mi poder y si no eres consumido. Es tiempo para la venganza, es tiempo de reformar los rangos y marchar en contra de los nuevos enemigos de Néhant. Ahora es tiempo de dejar mi vida mortal para descansar un momento. En esta carta encontrarás la ubicación del espejo que yo Néhant he escondido de todos en esta mansión. También encontrarás mi magia, lo que te convertirá en mi heredero.

Zejabel”.


Dimizar se inquietó con esa carta. Por supuesto que él podía sentir los cambios que ocurrían en él. Descubrió poder y el conocimiento que no imaginaba y por ello su forma de pensar ya no era la misma. Sin embargo, eso no le molestó, como sea, él vio la manera de vengar a quienes lo rechazaron, llevando a la muerte de su esposa. Examinó las otras hojas que resultaron ser las claves mágicas. Instintivamente recitó los encantamientos, liberando lo que estaba previamente sellado. Era como si la mansión estuviera despertando poco a poco, como si tuviera una conciencia propia.

- Ven a mí ahora, Dimizar.

Y nuevamente la misma voz estaba en la habitación. Se dirigió rápidamente y vio un pedazo de pared colapsada, revelando un largo espejo decorado con un marco tallado. Dimizar se acercó y sonrió sin saber por qué. Vio el reflejo de un hombre distinto y marcada por su vida pasada. Su barba era abundante y decidió que necesitaba un cambio. Luego el reflejo cambió gradualmente para mostrar una apariencia un poco más odiosa, con las mismas ropas del mismo tamaño. Pero la cara, era la de un demonio, se pasó la mano por la cara para estar seguro, nada había cambiado. Esta imagen no era suya.

- Tú eres Néhant?

- Si me nombras así, entonces seré Néhant.

Dimizar se inclino respetuosamente

- Yo soy tu ciervo obediente, dame una orden y obedeceré.

- Bueno, bueno, bueno, empezaremos con convertirte en un real Néhantista.

Capitulo 3: Profeta

Varios meses después Dimizar obtuvo mucho poder y obtuvo su venganza. Experimentando con sus poderes maléficos fue hacia su antigua aldea y sólo regresó cuando todos los habitantes estuvieran bajo su control. Ahora, esclavos a la voluntad de Dimizar, su nuevo hogar era la mansión de Zejabel. Le dieron un nuevo aspecto. Mientras tanto el nuevo maestro de la casa pasaba su tiempo pensando en cómo ocultar la mansión de los ojos del Profeta. Ya que luego de una pequeña investigación resultó que él aún estaba vivo y representaba una pequeña amenaza para Dimizar y sus miñones.


Muy lejos, El profeta escrudiñaba un cristal muy cuidadosamente. Al lado de él un libro flotaba en el aire. El cabecilla de Noz’Dingard lentamente daba vuelta la página. Había pasado tiempo desde que el profeta del cristal osmótico había establecido que después de la guerra con Néhant se detectaba un raro disturbio mágico. Intrigado, el hijo Anryéna pasó todo su tiempo libre para encontrar una explicación a esto. Mientras pasaban los días, la disrupción se intensificaba aún más, causándole disturbios. Finalmente, le llegaron noticias. Una aldea había perdido todos sus habitantes.


Desaparecieron sin dejar rastro. El señor de las tierras donde ocurrió este evento no tenía ninguna explicación. Sin embargo, el profeta sabía la respuesta hace mucho tiempo. Las memorias no le eran tan lejanas para alguien como él, quién tenía la vida más larga que otros. La desaparición de esta gente es probablemente obra de un sirviente de Néhant. Pero no estaba seguro que pudiera verlo.


Dimizar sabía que había atraído el ojo del enemigo directamente a ese lugar del mundo. Pero había aplicado un principio simple: Ningún atentado ocurre sin que él lo prevea. Él anticipó que sus enemigos, entre ellos el profeta, se verían atraídos a esa región. Luego finalizó el ocultamiento de la mansión, haciéndola invisible para quién no ha sido iniciado.

En las afueras, el profeta subestimó el diario, sin sospechar que en un segundo podría ocurrir lo que vio hace tiempo atrás. Pasó días en su búsqueda, revisando, analizando las calles, casas o cualquier señal mágica. Pero no había nada, ninguna pista, lo que lo perturbaba cada vez más porque a esa altura debería haber encontrado algo, aunque sea un tipo de manifestación mágica. En esta caso… la nada misma. Un Néhantista había estado ahí, esa era la única certeza que él tenía en ese momento.

Volvió a Noz’Dingard, para seguir monitoreando la sospechosa actividad mágica.


Infortunadamente para el profeta, el destino tenía otros planes, porque la piedra cayó del cielo y Dimizar completó la protección de la mansión.

Capítulo 4: El Plan

- Dimizar…Dimizar

La voz susurraba en la mansión.

- Ha comenzado.

El Néhantista bajó las escaleras con la certeza de que un cambio iba a irrumpir en el mundo. Una vez que la cueva del espejo irradió la oscura luz roja, símbolo de Néhant. Dimizar se paró frente a su distorsionado reflejo,

- Las estrellas han anunciado el cambio. Una meteoro caerá en el lugar donde todas las fuerzas se encontrarán y competirán.

Dimizar percibió una oportunidad.

- El meteoro no nos interesa, pero sirve como un factor distractor para armar un plan de ataque. Debes ocuparte de encontrar una manera de eliminar a quién puede detenernos, el Profeta. Para eso, pide ayuda a Zil, entre ellos hay gente que pueden servirnos para la causa.

- Bueno, creo que contactaré a esa gente.

El espejo reflejaba a una versión inerte de Dimizar. El plan ya estaba formulado y los preparativos se veían muy prometedores. Para él, era tiempo de marcharse de la mansión de Zejabel e ir hacia los caminos. Pero antes de eso, todavía le quedaba una cosa por hacer. Llamar a las tropas.

El primero en regresar de la tierra de Guem era el Comedor de Almas, en los asuntos de Zejabel eran pocos los objetivos que lo inspiraban a hacer algo. Pero leyendo algunos escritos aprendió la naturaleza exacta de las creaturas que conformaron el ejército de Néhant: los demonios. Con una de las piedras en la caja, el Néhantista podía invocar este demonio. Él no dudo en tratar. Los esclavos terminaron de colocar las velas en el suelo de la cueva donde Dimizar los condujo. En el escritorio, donde había encontrado el diario, puso un libro escrito en un lenguaje que entendía sin siquiera haber aprendido el idioma. Leyó rápidamente los pasajes importantes para asegurarse de lo que iba a decir, luego colocó la piedra en el centro del símbolo de Néhant quemado en el suelo.

- Tú en las entrañas de la tierra, escondido de los ojos de los mortales, escucha las plegarias de este sirviente de Néhant. La piedra se encendió, fusionando magia.

- Tú estás sufriendo, eres el problema.

La piedra comenzó a levitar.

-Tú, que a pesar de los gritos en prisión, aún puedes escuchar mi voz. Tú eres el devorador de almas que yo convoco. Rompe las barreras que están en tu camino.

La energía mágica que rodeaba la piedra se intensificó y comenzó a tomar una vaga forma de un humanoide.

- Devorador de almas, forma tu cuerpo y ve al campo de batalla nuevamente.

Ahora su forma se solidificó completamente. El demonio tenía largos cuernos de cristal y su piel era oscura, lo que se podía ver dentro de su cuerpo parecía lava.

-¿Eres tú Zejabel, quién me llama?

Dimizar se acercó sin miedo alguno.

- No exactamente, pero él me considera su heredero.

-¡Yo sólo sirvo a Zejabel, mequetrefe!

- Ah? Supongo que debo demostrarte que lo que digo es verdad – dijo Dimizar muy calmado, lo que es sorprendente para una persona que está cara a cara con un demonio.

El Néhantista sintió la piedra, que era claramente visible en el centro del cinturón del devorador de almas. La conexión que salió de esta fue hacia el corazón de piedra de Dimizar. La conexión era demasiado pequeña para que el demonio pudiera sentirla. Era necesario reactivarlo, tarea fácil para él. Tomó su piedra y se concentró en la conexión. El demonio gritó cuando se dio cuenta de que no estaba bromeando. Todo esto sucedió rápidamente, el demonio no tuvo tiempo de reaccionar: ahora, estaba atado.

- Bien, ahora que hemos aclarado este pequeño malentendido podemos seguir adelante.

Luego de unos días, la prisión de la gran ciudad de Archopolis, la más Este de Tantad, Dimizar se paró frente una gruesa puerta de madera donde una creatura esperaba ser ejecutada por los daños que había causado. El Néhantista no dañó las mentes inferiores que se cruzaron en su camino. El alcaide, que ahora era su marioneta, abrió la puerta.

- Dame las llaves y abandona la guardia en la puerta, si alguien pregunta cualquier cosa, inventa una explicación.

Habla más fuerte.

- Hablaré contigo. No quiero causarte ningún daño, pero si tratas de hacer algo… será bajo tu responsabilidad.

Mientras decía esto abrió la puerta y se metió dentro. La creatura era una mujer, pero por su apariencia se podría decir que había sido cazada durante toda su vida. Sus ojos dorados brillaban en la oscuridad, su piel era negra como la oscuridad y en la punta de sus dedos, había pequeñas garras. Miró a Dimizar temblorosamente y con lágrimas en los ojos.

- Gracias… No he hecho nada señor, No tenía intención, lo prometo. Dimizar rió.

-Eres una buena actriz, pero yo sé lo que eres, tus sentimientos, tu personalidad. Necesito a alguien como tú, Prometo que tus habilidades serán bien usadas y no te arrepentirás.

La joven mujer dejó de llorar, su actitud había cambiado completamente.

- Con tal de salir de aquí, haré lo que sea… matar, robar o herir a personas.

- Excelente. ¿Cuál es tu nombre?

- Soy Anagrama

- Un nombre falso, supongo.

-¿Obviamente, que harás?

- Perfecto, sencillamente perfecto. Vámonos, tenemos cosas que hacer.

Al día siguiente, no lejos de Archopolis en un bosque que ha experimentado múltiples y horrorosos incendios, Anagrama y Dimizar conocieron a aquellos que serían la perdición del Profeta. Las conocieron cerca de una casa rodante pintada en morado y negro. Dos chicas con ropas excéntricas y piel oscura, quienes estaban discutiendo con un hombre que llevaba una máscara de metal. Cuando Dimizar y Anagrama se acercaron ellos dejaron de hablar, ansiosos al ver la llegada de los nuevos invitados.

-¿Han verificado que nadie los haya seguido? Dijo Dimizar sin saludar.

El de la máscara se inclinó respetuosamente.

- Maestro, gracias por poner interés en nosotros. No hay de qué preocuparse, podemos hablar sin temor.

- Perfecto. Escuche de tus talentos como orador, máscara de hierro, Te necesito para una misión muy especial. Pero hablaremos de ellos después.

-¿Me enseñaras lo que sabes?

- Lo haré, pero primero prueba que eres digno de ese honor - dijo Dimizar con un tono un poco irritado.

Anagrama miraba a las dos chicas, el parecido entre ellas era perturbador. Selene y Silene estaban encantadas de conocerla, le tenían un poco de envidia a Anagrama. Aunque ellas tenían una conexión síquica, había una gran diferencia entre ambas. Las hermanas de Zil eran Guemelianas de la sombra y Anagrama era Guemeliana de Néhant, lo que era parecido, pero la diferencia era muy importante para las hermanas.

- En cuanto a ustedes mis queridas Damas, tengo una misión importante para ustedes dos. Quiero que se acerquen lo más discretamente posible a Zil. Cuando lo hagan, avísenme, luego iré con ustedes. Háganlo y serán bien recompensadas. Creo que saben lo que quiero y desde ya puedo decirles que es posible.

Las dos mujeres estaban muy emocionadas y llenas de dicha.

- Espero que se den cuenta de que lo que va a suceder es muy importante, por lo que necesito que esto sea un éxito. El fracaso no está permitido, ni para ustedes, ni para mi, que quede claro para todos. El futuro abarca dos destinos: Muerte o Victoria. Ahora hablaré en privado con máscara de hierro, déjennos – le dijo a Silene, Selene y Anagrama tomaron la oportunidad para hablar.

Cuando estuvo a solas con Dimizar, máscara de hierro se quitó la máscara que cubría su cara.

- Entiendo por qué la usas. Algún día ya no tendrás que esconderla, pero hasta entonces tenemos mucho trabajo. Nuestros enemigos son numerosos y no puedo ocuparme de todos ellos, tenemos que actuar en todas partes.

-¿Qué es exactamente lo que quieres que haga?

- Primero quiero que estés pendiente de lo que sucede políticamente en la actualidad. Quiero saber qué es lo que come el emperador o qué es lo que discute con sus concejales, Sé lo del plan de los draconianos.

- Considéralo hecho.

Máscara de hierro, dudó y luego resumió

-¿Estás armando un ejército que aplastará a estas cucarachas?

- Las cosas están marchando, pero prefiero mantener un bajo perfil y colocar las piezas del puzle donde debo ponerlas. Sin embargo nuestras filas crecen rápidamente, especialmente entre aquellos que no sospechan nada. Entrégame tu corazón de piedra. El de la máscara de hierro se la presentó con preocupación.

- No te preocupes, necesito que tengas tu voluntad propia. Marcaré tu piedra, nos unirá a cierto nivel. Sé que eres leal y que podemos hablarnos. Si algo nos sucediera, la conexión desaparecerá. La mano en la que Dimizar sujetaba el corazón de piedra de máscara de hierro estaba iluminada y luego tomó un tono más oscuro. El joven Néhantista no perdió ni un poco de magia en esta operación.

- Ahora es tiempo de poner el plan en marcha.


Capítulo 5: La Muerte de Ishaïa

El consejero verídico no podía más. La sesión del día fue muy animada pero complicada. Los intensos eventos ocurridos en los últimos meses eran demasiado trabajo para el consejo. Afortunadamente el castillo de Kaes está rodeado de jardines que son especialmente relajantes. El consejero se paseaba respirando el aire freso mientras caminaba por los laberintos de flores y arbustos. La presión bajaba poco a poco y sus pensamientos se ordenaron cuando de repente se tropezó con algo o más bien, con alguien.

- ¿Qué es esto?

Inmediatamente reconoció el cuerpo sin vida que estaba en el suelo: La consejera Ishaïa.

- ¡No puede ser!

Se inclinó rápidamente para tomar el pulso de la joven. Buscó en la muñeca y en la garganta, sin embargo lo único que encontró fue sangre por todas partes alrededor de ella.

- ¡Ayuda! ¡Ayuda! – gritó.

Su corazón estaba acelerado, sus manos le temblaban… la consejera Ishaïa estaba muerta.

Dos meses antes, Máscara de hierro había estado en un orfanato de niños perdidos, uno de los pocos establecimientos que se dedicaba a educar a niños abandonados y huérfanos. Se le había informado que allá sucedían algunos acontecimientos extraños y que la dirección del centro había pedido ayuda al consejo. Dimizar y él habían hecho una especie de maniobras para que el affaire pase por alto, ya que los dos habían sentido la intervención de una gran magia negra. Así se dio aviso al orfelinato de que alguien enviado por el consejo llegaría pronto ahí.

El orfanato en sí, era bastante común. Estaba dentro de una aldea con cinco edificios lo suficientemente grandes protegidos por un muro desmoronado. Máscara de hierro fue recibido como si fuera un salvador ya que el asunto era bastante serio. -¡Señor, muchas gracias por su apoyo!

La dama tenía un semblante cansado, parecía que no había dormido en días.

- No es necesario agradecerme, el consejo siempre está a su servicio, estamos financiando parte de este negocio, por lo que estamos preocupados de lo que pudiera ocurrir.

- Gracias, muchas gracias en verdad.

- Entonces, ¿Qué es lo que sucede?

- Varios niños han desaparecido

Máscara de Hierro cortó

-¡Pero eso es horrible! –dijo con un tono de preocupación fingida, pero creíble.

-Eso no es todo, el cocinero se ha marchado y hemos encontrado unos extraños símbolos en su habitación.

La discusión continuó en el cuarto del cocinero, el cual estaba muy desordenado. En el piso, había un símbolo en forma de espiral, se notaba que había sido hecho con un trozo de carbón. “Es eso”, pensó Máscara de hierro.

- Miren, ¡Esta marca mágica ha hecho desaparecer al cocinero! “tendré que deshacerme de ella”

- Por favor, desde ahora, necesito tener acceso a todos los lugares y la cooperación de todos, necesitaré el apoyo de su gente.

- Por supuesto, yo me ocuparé de ello. “Esto se está moviendo”. Una vez sólo, Máscara de hierro examinó mejor la marca de Néhant. Una ligera magia emanaba de ella. “está comenzando a desaparecer”. Ni lo uno ni lo otro, son pocos los que pueden utilizar este tipo de magia. Así encontraría rápidamente al culpable. El rastro era débil, pero este Néhantista estaba especializado en este tipo de magia. Máscara de hierro siguió el rastro hasta el final y más tarde se encontró en el sótano de un edificio principal. Detrás de una pila de cajas vacías, estaba el cuerpo sin vida del cocinero. “ahora entiendo porqué el rastro desaparecía tan rápido”. Al acercarse al cuerpo vio como desaparecía un eslabón más. “Rápido” Fue hacia otro lado para no llamar mucho la atención. Cruzó el patio y entró en un área privada del hotel. Máscara de hierro estuvo muy cerca de perder el rastro. Entró sigilosamente en una habitación. Había un fuerte olor a pergamino quemado… parecía ser magia negra. Cerró la puerta y comenzó su búsqueda dentro del armario. Había un vestido negro, algunos libros y correspondencia, la cual se permitió a sí mismo leer.


“mi querido aprendiz…blablablá… Firmado, Consejera Edrianne.” Leyó las cartas otra vez y descubrió los asuntos de esa persona. Es evidente que esta mujer había sido enviada para controlar las finanzas del orfanato y asistir a la directora en sus funciones. También cayeron unas cenizas de una caja pequeña. Frotó el interior de este y descubrió varios símbolos de Néhant grabados sutilmente. “El pescado gordo”. Volvió a colocar las cosas en su lugar y decidió actuar de noche. Mientras tanto diré que la muerte del cocinero fue un accidente y que es necesario encontrar a los niños. Me faltaría explicar el símbolo en la habitación. De todas formas ya tenía un plan. La noche cayó rápidamente y todo iba en marcha correctamente.

Había encontrado al cocinero muerto por un trágico accidente. A la hora de la comida, Máscara de hierro se sorprendió al saber que el aprendiz del consejero Edrianne era una joven muy frágil y tímida. “Que bien aparenta esa mujer”. Mientras tanto, se colocó en contacto con Dimizar para reportar los acontecimientos y dar a conocer al “culpable” en el caserón de Zejabel. Lo que haría al día siguiente.

Los pequeños huérfanos se fueron a la cama con la convicción de que estaban a salvo con la presencia de un miembro e investigador del Consejo, si supieran la verdad saldrían todos corriendo. Máscara de hierro fue se presentó en la puerta de “la culpable” y tocó.

- ¿Si? – Dijo una voz muy suave – Pase.

El néhantista entró y una vez adentro puso fijamente su mirada en la joven. Ninguno se movió, pues se examinaban mágicamente el uno al otro. Máscara de hierro fue tumbado por un alma negra. No podía aguantar más, el sufrimiento en ella era demasiado. Él presentía lo que iba a suceder.

-Tú… tú eres un…

-¡Shh! – lo interrumpió ella – ¡Cállate!

Ahora su actitud no era la de una mujer frágil, sin embargo su aspecto revelaba una de las formas más generosas y aterradoras de belleza.

- Una Néhantista! ¿No podríamos hacer negocios sin enfrentarnos?

- Mas bien, deberías agradecer que no te elimino, si mi señor y yo no hubiéramos intervenido ahora mismo estarías en problemas, pero pensé ¿Qué es lo que hace aquí?

-No me interesa tu maestro, ¡Ahora déjame en paz y vete!

-Oooh, ¿Crees que te voy a dejar continuar? Dime donde están los niños, espero que estén sanos y salvos.

- Oh, no, son tan odiosos y egocéntricos… una verdadera delicia.

- Usted lo ha dicho, yo sirvo a quien tu sirves, serás fácil de someter. Dijo él alzando la voz.

La joven comenzó a respirar apresuradamente, apretando sus puños.

- Bueno, yo te sigo – dijo apretando los dientes.

Al día siguiente todo volvió a la normalidad. Los niños fueron encontrados y no tenían ningún recuerdo negativo de lo sucedido, como si les hubieran lavado el cerebro. La versión oficial es que los niños salieron del orfanato y luego no encontraron el camino de regreso. Respecto a la joven aprendiz, ella pretendía iniciar su viaje con Máscara de hierro y abandonar su misión original. Sin perder el tiempo ambos se dirigieron a la mansión de Néhant donde Dimizar los esperaba ansioso por el nuevo acontecimiento. La joven se hacía llamar Odiosa, era un tema fascinante de estudiar para los néhantistas. El demonio habría aprovechado de un pacto pasado de una joven que no podía integrarse a la sociedad para encarnarse en ella ya que los contratos son contratos, siempre en perjuicio del que lo firma. Odiosa respondía positivamente a ello y le había encontrado a la joven un muy buen trabajo como aprendiz de Consejera. El precio del pacto fue muy alto, empezó con leves lapsos de memoria, luego pérdida de la memoria y terminó con la desaparición de la joven para beneficio del demonio. Dimizar vio que estaba bien jugado de su parte y que son pocos los demonios que salen de la prisión en la que se encuentran.

Días más tarde Dimizar tenía un nuevo plan que sacudiría al mundo y permitiría a los néhantistas apoderarse lentamente del control de una organización tan importante como las naciones. El néhantista, convocó a Máscara de hierro y su nueva recluta a una “pequeña reunión de trabajo”. La habitación había sido cambiada hace algún tiempo se había convertido ahora en un caos, combinación entre laboratorio y biblioteca. Odiosa y Máscara de hierro encontraron a Dimizar estaban frente al gran Caserón.

- Bien, mi Señor, esto se hará de acuerdo a sus deseos ¿Tiene alguna otra recomendación para este plan? Tomó una pose como si estuviera escuchando algo y luego continuó la discusión.

- Yo diría que dentro de una semana aproximadamente. Para el resto creo que ellos elegirán a un sustituto, pero hasta entonces algunos miembros ya estarán bajo mi control.

Dimizar se volvió hacia Máscara de hierro y Odiosa con una sonrisa que demostraba alegría.

-Vamos a dar un golpe, ¡Un gran golpe! El consejo rige la vida de los gremios, los gremios llevaron a Néhant a la prisión. Debemos tomar el control del consejo y son ustedes dos quienes van a ser la razón de su desgracia. Máscara de hierro, has observado a los diplomáticos en el baile de Kastel Drakren, creo que mencionaste que alguien sentía celos por la consejera Ishaïa?

- Si señor, Angélica, gusta de Marlok con todo su ser y odia a la consejera Ishaïa.

- Odio… haremos resurgir ese odio, tomaremos el control de esa persona – dijo Odiosa impacientemente.

-¿Comprendieron mi plan? De todas formas les explicaré como van a suceder las cosas. Máscara de hierro se convertirá en el confidente de Angélica y hará crecer aún más su odio por Ishaïa. Todo esto debe ocurrir fuera de La Draconia, para evitar la vigilancia de Dragón. Una vez listos los preparativos, vamos a presentarle a una de sus fieles amigas, una hechicera que puede hacer pócimas de amor. Segura que a Ishaïa no le gustaba Marlok y que éste estaba ciego por un mal sortilegio elle firmaría un contrato con esta amiga.

Odiosa ya se estaba regocijando, pues sabía lo que Dimizar iba a decir

- Odiosa, te voy a dictar un contrato. Una vez firmado, tomarás la apariencia de Angélica, nadie será capaz de notar la diferencia entre ella y tú.

- Pero señor, ¿Por qué no dejar que Angélica mate a Ishaïa?

- Buena pregunta. Ishaïa está protegida por hechizos que Angélica no puede vencer. En cambio yo puedo actuar contra demonios, así que es mejor dejar a Odiosa a cargo, la consejera no será más que una niña indefensa.

Dimizar se volvió al caserón.

-Luego de la muerte de Ishaïa habrá un espacio libre en el consejo, elegirán al aprendiz que siempre cumple con su trabajo y que solucionó los problemas del orfanato. La votación se hará bien para entonces, ya que algunos de los miembros del consejo se sentirán obligados. Aún tenemos que ver los detalles, pero esas son las pautas generales.

El plan del Néhantista se había llevado a cabo sin ningún porvenir. Angélica e Ishaïa paseaban de un lado a otro en los jardines del castillo del consejo. Habrían hablado e intercambiado cortesías.

-Dígame mi pequeña Angélica ¿cuál es el asunto tan urgente y secreto del que quiere hablar? Espero que no siga enojada conmigo por el acercamiento con tu amigo Marlok.

- No, no se preocupe, quiero hablar de algo de mayor importancia, es bastante serio. Creo que usted está en mejores condiciones para resolver este problema.

- Bueno, si puedo ser útil, estoy dispuesta a dar consejo. Ahora estaban en el lugar deseado lo suficientemente lejos para que alguien los viera y para que nadie escuchara los gritos, en el caso de que los hubieran. Todo sucedió muy rápido. La falsa Angélica había escondido una fina daga hechizada por Dimizar. Las dos mujeres se enfrentaron, pero Odiosa era superior, hizo un llamado a sus poderes. La daga giró rápidamente y atravesó el corazón de la concejera. Angélica retiró la daga e Ishaïa se derrumbó, cayendo de rodillas antes su asesina.

- Con una venia a Dimizar

Ishaïa trató de decir algunas palabras, pero Angélica le puso un dedo en la boca y se volvió para irse.

-Shhh, se ha acabado.

El demonio dejó caer un trozo de tela azul que llamó la atención de la consejera antes de hundirse hacia su muerte.

Y así fue como cayó la consejera Ishaïa.

La última esperanza

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Un temblor sacudió la aldea. A lo lejos, una estalagmita cedió y se derrumbó como un castillo de naipes. Ese fue el primero de muchos. El glaciar Amatista se derrumbada poco a poco. Se reunieron en la comunidad más importante de la región, pues la situación se agraviaba cada vez más. Las mujeres lloraban y los hombres comenzaban a dudar de su profeta, una tal Yilith.

- ¿Qué vamos a hacer? – dijo un hombre, evidentemente uno de los cazadores.

-¡SI Profetisa! el hielo se derrite o se rompe ¿qué sucederá con nuestro pueblo? – exclamó el elfo que tenía la cabeza más grande de todas.

En ese preciso momento otro temblor se sintió y la escultura sagrada de la aldea se partió en dos. Esta representaba una criatura de un aspecto torturado, atado por una cadena de amatista. Yilith se sintió mal y los otros miembros de la comunidad gritaban con desesperación.

-Yo… tengo que ver a Nibelle

- ¿Estás seguro? Nibelle dijo que nunca deberíamos ir a verla.

-Mi verdad me lleva al crepúsculo, debo estar seguro de ello

El resto permaneció confundido por la afirmación de Yilith. El crepúsculo anunciaba el fin de la existencia del glaciar amatista, la ansiedad se había elevado a niveles abrumadores. Yilith no contestó preguntas y partió rápidamente, pues el tiempo estaba en contra. Caminó durante un par de días sin parar, impulsado por una voluntad de hierro. Ella estuvo a punto de morir una docena de veces, el glaciar se volvía cada vez más inestable. Luego una tormenta de nieve cayó sobre ella como un gato sobre un ratón. Afortunadamente ella solo era capaz de sentir la nieve en sus ojos y el viento en contra que la demoraba. Sin perder ímpetu, llegó a la aldea donde vivía Nibelle, la vieja elfo de hielos. En ese lugar había aprendido el arte de la adivinación y de la comunicación espiritual. Luego de tantos años, lo único que llamó la atención de Yilith fue una carta. El mensaje contenía pocas palabras: “Ha llegado el momento de dejar a cargo a mi aprendiz, iré donde las almas descansan. Prohíbo que se acerquen a ese lugar maldito.” Todo el mundo había respetado esa voluntad, hasta el día de hoy.

Finalmente llegó al lugar que conocía hace muchos años, sin embargo, fue incapaz de reconocerlo. Todo había quedado reducido a un abismo, un agujero gigante… como una herida abierta. La profetisa uso sus poderes para buscar la mejor ruta para bajar, pues sentía una presencia divina, una presencia familiar. Nibelle estaba allá abajo, en algún lugar, quizás en peligro. A ese nivel, el hielo se mezclaba con los cristales de amatista, sufrió algunos cortes pero afortunadamente estos no representaron ninguna amenaza para la integridad física de Yilith. Cuando finalmente logró llegar a la parte inferior del agujero, vio un pasaje que parecía tallado en hielo. Decidió internarse y al entrar estuvo a punto de ser aplastada por una masa de hielo que se desprendió producto de un temblor.

Sin mirar atrás encendió una lámpara de aceite y avanzó con cautela. El pasaje conducía a una escalera tallada en hielo y desde ahí podía escuchar a alguien hablar. Yilith reconoció la voz de la persona que estaba buscando. Sin dudarlo se precipitó por las escaleras hasta que llegó a una habitación en forma de media luna. Allí una vieja elfo del hielo rezaba de rodillas frente a una gran puerta negra. En su superficie había seis gemas de diferentes formas y colores. Una de ellas, la de color rojo, había dejado de brillar y se separó en de arriba abajo. Yilith nunca había visto algo así. Avanzó con cautela hacia la elfo.

-No te acerques más hija mía, siéntate, tenemos que hablar.

La anciana elfa no había abierto su boca, se comunicaba mentalmente.

- Qué sucede Nibelle? ¿Por qué el hielo se está derritiendo? – se apresuró a decir

-Lo impensable, Yilith, está sucediendo lo impensable. No tengo la respuesta a todas las preguntas, pero te voy a explicar sobre este lugar. Nuestra vida elfa ha sido golpeada por acontecimientos oscuros, una guerra contra Néhant y sus seguidores, quienes devastaron regiones completas antes de ser detenidos por Eredan y sus héroes. Detrás de esta puerta cerrada se encuentra Amidaraxar y los tenientes más poderosos de Néhant. Ellos duermen bajo mi supervisión hace mucho tiempo.

-Yo estaba al tanto de esta historia, sin embargo no sabía que se llevaba a cabo bajo las profundidades del glaciar.

- ¡Ay!, todo este tiempo han estado drenando el poder de la amatista y la energía contenida en el hielo. Lo extraño es que a medida que se derrite el hielo he ido perdiendo mi capacidad para mantenerlos en prisión. Amidaraxar despierta poco a poco y he perdido la piedra que sella la puerta.

- ¿Hay algo que yo pueda hacer? Quizás puedo ayudarte a canalizar la energía.

- Ya he agotado todas mis fuerzas. Creo que tenemos que resolver este problema con ayuda externa. Busca a alguien que pueda ayudarnos, explica la situación ¡Date prisa, no pierdas ni un instante!

-Traeré a Kyrjas para que te ayude con tu carga.

Yilith dejó a la anciana Nibelle, luego de una breve parada en su pueblo reunió unas pocas pertenencias y partió. Nunca antes había cruzado las estalagmitas de cristal que estaban en el límite entre las tierras frías y las vastas extensiones del desierto, donde residían unos pocos nómadas humanos. No se imaginan la sorpresa que se llevó cuando vio que los famosos icebergs de cristal derretidos flotaban sobre el agua. Sabía que cerca vivía una de las muchas tribus, por su mente pasaron pensamientos devastadores… debía actuar con rapidez.

Sin embargo el pueblo estaba en pleno apogeo. El líder dio la bienvenida a Yilith y le explicó que el área se había vuelto muy peligrosa y que varios han muerto en la caza. Pronto se unirían a otro pueblo que estaba a un día de distancia. La profetiza les dio una bendición para asegurar su viaje y ellos le ofrecieron una embarcación para que pudiera cumplir más rápidamente su misión. Zarpó al continente en busca de ayuda providencial. Por desgracia la gente a la que concurrió no parecía saber nada del asunto. Cruzó el imperio Xzia y su instinto la llevó hacia el templo de Yafujima. Fue recibida por un moje llamado Toran, quién le dio información sobre su historia.

- Hace unos meses, una estrella cayó del cielo. Desde entonces el mundo se ha vuelto loco. Los gremios compiten para conseguir la piedra caída y han resurgidos viejos rencores. Esa piedra parece tener poderes desconocidos para nosotros.


-La información que me das no es muy importante, creo que buscaré esta piedra y me descubriré yo misma de que se trata.

- Le deseo buena suerte, que los Kamis la iluminen.

- No sé lo que son los Kamis, pero gracias. – Dijo Yilith

Ella siguió las instrucciones de Toran y cruzó lugares que separaban de OKIA y las tumbas de sus antepasados. De momentos sentía alguna ligera presencia de algo o alguien, escuchaba hablar o más bien murmullos como un dulce canto. En cuanto más avanzaba, más claro era el canto. De pronto, vio la piedra caída del cielo, inmensa majestuosa. Había muchos campamentos por todos lados y sus habitantes estaban alborotados. Se acercaba más y más cruzando un camino lleno de gente que delante de un físico así de increíble se detendrían. En despreocupación total, atraída como una abeja al panal, ella derribo la barrera que nadie hasta entonces lo había logrado y que rodeaba la piedra, luego puso su mano sobre ella.

Ella sentía que su alma se salía de su cuerpo y la veía “entrar” en la piedra. Flotaba en el aire, todo estaba iluminado. De pronto algo se materializa delante de ella, era un elfo de hielo como ella, pero de cabellos blancos como sus ojos.


- He tomado esta apariencia para que no te asustes de mi.

- No tengo miedo, ¿Qué es lo que eres?

- Soy la plaga de Guem, enviado para convertir este mundo en polvo.

- ¿Es por su culpa que el glaciar de Amatista está desapareciendo?

- Quizás si, pero eso no tiene ninguna importancia.

- ¡Es importante para mí! Mi pueblo sufre por ello.

- El sufrimiento no durará, ya que pronto no existirán más.

- ¿Y crees que nosotros nos dejaremos vencer tan fácilmente? ¡No eres nadie! Los que esperaba ya están acá. Muy pronto volveré a salir de aquí y destruiré este mundo, no dejaré absolutamente nada.

- ¡Déjame salir de aquí!

- No puedo dejarte ir, tú serás mi primera víctima.

La luz se intensificó, luego Yilith sintió una fuerte agresión, algo increíblemente poderoso trataba de destruirla. Comenzó la lucha, pero era como si la quemarán desde el interior. Pero a pesar de ello, la profetiza resistió lo más que pudo. Recordaba las enseñanzas de Nibelle y se concentraba para poder escapar de aquel lugar. Se sentía como expulsada del lugar y solo tuvo tiempo de escuchar unas palabras.

-Nooooooo, no escaparás, no de mi, te...

Y ahí, abrió los ojos, cansada y cubierta de sudor, retrocede, luego vacila para por fin caer arrodillada y sofocada. El mundo estaba en peligro. Si nadie estaba en medida de detener la plaga de Guem, eso significaría el fin...


El tesoro del Titán

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El Arc-Kadia había culminado su viaje sobrevolando el océano, en el sur de las tierras de Guem. Al la Triste sostenía febrilmente, entre sus manos, un porta-pergamino con la efigie de un pulpo. Con una delicadeza rara en ella, desenrolló el pergamino contenido en el interior y pareció satisfecha. Los piratas presentes alrededor de ella, tenían los ojos brillantes, imaginándose ya la extensión del tesoro de Hic. Bragan tomó preciadamente el último pedazo de la invocación de Artaban. Apenas lo hubo acercado a las otras 3 partes, todas se unieron las unas a las otras para convertirse en un solo y único objeto.

- ¡Listo! Anunció Bragan. Reconozco muchos símbolos utilizados hace mucho tiempo por los piratas. ¡Voy a necesitar ayuda, Mylad! ¡Ardranis!

Las dos jóvenes mujeres salieron de la muchedumbre y echaron un vistazo a la invocación. Después de un poco de coordinación, fue posible realizarla en el acto. Al la Triste ordenó que realizaran la invocación. Temiendo un potencial traspié, la inmensa mayoría del resto de la tripulación, pese al extremo coraje que los caracterizaba, se puso al amparo de eventuales efectos mágicos. Los magos, bajo el cuidado de Al la Triste, empezaron la invocación con gran cantidad de efectos visuales que no tenían otra utilidad, que la de llamar la atención de toda la asistencia. Esto duró, apenas algunos minutos, que parecieron interminables para la capitana del Arc-Kadia, el pergamino lentamente se consumió. Las cenizas fueron esparcidas por el viento. Cada uno, revisaba los alrededores para ver lo que sucedía, se hizo un silencio total, sólo los motores del buque producían un ligero ruido de fondo. Luego el barco tembló ligeramente. Los piratas miraron por encima del barandal y retrocedieron de un salto cuando una torre, y luego casas aparecieron a su nivel. ¿El Arc-Kadia estaba cayendo? No, era una pequeña ciudad la que acababa de aparecer. Pero lo más interesante se situaba por debajo, ya que la ciudad se encontraba en la cabeza de una criatura gigantesca hecha de tierra, roca y lava.

- Artaban, murmuró Al la Triste.

La joven mujer gritó algunas órdenes y recobró el control con el fin de colocar el buque a la altura de la cabeza del gigante. Este último, fijó su atención en el buque, que para él, era minúsculo. Su boca escondida por raíces enormes, lentamente se movió, liberando una voz rocallosa.

- ¿Quién me llama? Dijo con lentitud.

Al la Triste colocó el buque más cerca de los ojos de Artaban.

- ¡Soy Al la Triste, fui yo quien te llamó!

- ¿Qué quieres, Al la Triste?

¿Busco el tesoro del capitán Hic, puedes llevarnos a él?

El gigante miró hacia la derecha, luego hacia la izquierda y luego se paró en una dirección.

- ¡Sígueme Al la Triste!

El gigante se puso en marcha, provocando a cada paso una conmoción sobre tierra firme. Como quien no quiere la cosa, gracias a su gigantismo, Artaban progresaba rápidamente. Atravesó un brazo de mar y se encontró en medio de varias islas, bastante alejadas del continente. El calor allí era sofocante. Artaban se detuvo cerca de una de ellas, sobre la cual habían sido depositados decenas y decenas de buques. El gigante apuntó su dedo a la más grande de las islas del archipiélago.

- Si quieres al Titán deberás luchar por él, Al la Triste.

"¿El Titán había terminado sus correrías aquí, en medio de estos mares? ¿Qué es lo que todavía va a echársenos encima?" Se preguntó ella.

- ¡Gracias, Artaban!

Como respuesta, el gigante pareció hundirse en el agua y en resumidas cuentas, sólo quedó en la superficie la ciudad desierta. El Arc-Kadia se coló entre las diferentes islas y accedió al centro del archipiélago. Allí, sentando en una playa guijarrosa, había otro gigante, todavía más particular que Artaban. Los piratas se inclinaron para verlo mejor. Ardranis, la joven Elfine y antigua cautiva de la tripulación, no creía a sus ojos. Había recorrido el mundo y había oído la historia sobre este gigante. Corrió hasta la capitana.

- ¡Es el gigante de espuma, capitana! ¡Una criatura legendaria, que suerte de ver uno!

- No, no es una suerte.

Ardranis no comprendió la respuesta, Al quedó silenciosa, escudriñando al gigante con atención.

- ¡Es a él, a quien buscamos! Mira, esta bestia tiene varios barcos incrustados en él. ¡Y entre tantos otros, allí, en el medio, está el Titán! Efectivamente, los más antiguos que conocían la descripción del Titán lo apuntaban con el dedo. Para ellos esto significaba que llegaban a la meta y que el tesoro estaba al alcance de la mano. Pero antes que nada, hacía falta que la tripulación mereciera su botín, porque aun existía un obstáculo de talla mayor: ¡el gigante de espuma!

Al la Triste se le acercó para ver mejor, esperaba también que el gigante no reaccionara a su presencia, lo que simplificaría las cosas. Por desgracia éste levantó la cabeza y quiso apartar el buque, tal como apartamos a una mosca demasiado curiosa. La capitana viró rápidamente para resguardar su barco del impacto.

- ¡Zafarrancho de combate! ¡Disparen por el flanco, y tengan cuidado con el Titán!

Al la Triste sentía la adrenalina recorrer su cuerpo, hacía mucho tiempo que ella y su tripulación no tenían un adversario tal como éste y para colmo de males, su segunda no estaba allí para verlo.

- ¡Bragan!

- ¡Qué! Gritó el mago que se aferraba del barandal.

- ¡Ve lo que puedes hacer con tu magia! Si no, no lo lograremos.

Las bolas de fuego volaron y se estrellaron contra el gigante, que vaciló, pero siguió en pie. Viendo que lo agredían, se levantó para defenderse mejor contra su agresor. El gigante no era muy rápido, pero su talla y su fuerza le permitían muchas cosas. Sumergió su mano en los guijarros de la playa y los lanzó sobre el Arc-Kadia. En una situación normal, un puñado de piedras no podía plantear un problema para este buque. Pero allí, proyectados con tal fuerza, los guijarros se convirtieron en proyectiles devastadores. El buque recibió de frente este ataque, todo el casco fue acribillado y el mascarón de proa estalló en millares de pequeños trozos. El gigante iba a repetir la operación nuevamente, pero Al la Triste se anticipó y rodeó al gigante, en el tronar de los cañones que escupían metralla y las bombas de efecto retardado, con toda la rabia e ingeniosidad de Klemencia. La joven pirata había mejorado, sabiamente, estas últimas para que sean más destructivas. Pedazos de espuma caían en el agua, y el furor del gigante se exacerbó. Esta vez no era guijarros, sino peñascos, que se desintegraron sin lograr tocar el buque. Y afortunadamente, porque el menor peñasco habría podido provocar graves averías. Al la Triste se aferraba y pilotaba como su padre le había enseñado: siguiendo su instinto.

Poco a poco los cañones acabaron su cacofonía. Sobre el puente los piratas estaban sin aliento. Algunos estaban heridos a causa de los guijarros o simplemente porque no se habían ataviado como hacía falta. Bragan había pensado en inmovilizar al gigante y tenía una solución que le expuso a la capitana.

- Hay que hacerlo caer hacia atrás, con el arpón lo asiremos de las piernas, y al mismo tiempo nosotros le lanzaremos un sortilegio de inmovilización. El sortilegio no durará mucho tiempo, habrá que hacerlo rápidamente, explicó.

- ¡Vamos ya! ¡Poukoooooos! ¡Arponea al gigante!

Poukos que había entendido perfectamente la orden, corrió hasta la proa y verificó que el arpón todavía funcionaba, a pesar de la rotura. Por suerte estaba intacto. Avisó a la capitana que estaba listo. Al la Triste hizo sumergir al Arc-Kadia en un crujido de madera y de metal, no era una maniobra acostumbrada y exigía muchos esfuerzos al buque. ¡Poukos disparó! El arpón se hincó profundamente en el coral de la pierna del gigante. El Arc-Kadia hizo la primera vuelta, luego la segunda, no quedaba más que un pedazo de cuerda a bordo. Armada había comprendido la táctica y por sobre las órdenes de la capitana fue a buscar su nuevo juguete, recientemente terminado, el Cañón "Fin de los Cielos" Este conglomerado enorme de tubos, emanaba vapor y emitía ruidos muy poco tranquilizadores. Armada apuntó al abdomen del gigante y apretó el gatillo. El aparato silbó, sonó, y luego el proyectil salió de él en un "Bang" ensordecedor. Todo pasó rápidamente, el proyectil impactó en el vientre del gigante y una multitud de explosiones tuvieron lugar. El gigante no pudo resistir la fuerza de "Fin de los Cielos" y se encontró de nalgas en el agua. Dado que el golem no se movía más. Al la Triste estabilizó el Arc-Kadia para pasarle la posta a Bragan y los otros magos piratas. El hielo recubrió poco a poco al gigante, inmovilizándolo definitivamente.

- Listo ya no se moverá más, aseguró Bragan, pero voy a quedarme para mantener el sortilegio.

- ¡Excelente! Briscar, toma el timón. ¡Acércanos a esta cosa, vayamos pues a buscar al famoso Titán!

A bordo, todo era una efusión de alegría, los sombreros volaban.

- Ardranis tu ven conmigo.

El Titán estaba en estado lastimoso. La madera carcomida crujía a cada paso de Al la Triste. Ardranis no estaba muy tranquila, el barco podía derrumbarse en cualquier momento. Pero esto no perturbaba a la capitana, que admiraba lo que quedaba de este ilustre buque que en otro tiempo, fue valeroso opositor del Arc-Kadia. Ambas mujeres recorrieron los pasillos, a veces difíciles de atravesar y acabaron su trayecto en lo que debía ser la habitación del capitán Hic. Había un montón de cosas rotas entre las cuales se escondía una vieja caja de caudales recubierta con joyas. Justo cuando Al la Triste iba a ponerle la mano encima, Ardranis intervino.

- ¡No! Allí hay magia, que emana de la caja de caudales.

La elfine buscó otros rastros de magia y encontró, en un montón de metal enmohecido, una llave que parecía corresponder. Le confió su hallazgo a su capitana que insertó la llave en la cerradura. Sin ningún problema, la llave giró en la cerradura y después de varios castañeteos la caja de caudales se entreabrió ligeramente, dejando divisar un delgado hilo de luz. El corazón de Al se estrechó, por fin después de tanto tiempo lo había encontrado. Un ruido sordo comenzó a oírse, intensificándose muy rápidamente. Ardranis apenas tuvo tiempo de ver la cosa que le asestó un golpe magistral, que la hizo volar a través del cuarto, estrellándola en los escombros. El aparato que le hacía frente a Al la Triste se parecía vagamente a una criatura mecánica humanoide a la cual le faltaban bastantes piezas, entre ellas el brazo derecho. Todo era muy tosco, pero suficiente para representar una amenaza seria. Aunque profundamente enmohecida, la criatura mecánica actuaba con rapidez. La lucha fue entonces metal contra metal, Al la Triste tomó el brazo de su opositor con su mano mecánica y lo proyectó contra una pared. Desenvainó su pistocuchillo y disparó en lo que se parecía vagamente a una cabeza. ¡Ping! la bala rebotó y fue a dar contra una de las paredes de madera del Titán. El adversario rechinaba cada vez más, el golpe dado por Al la Triste había roto algunas ruedas. La capitana engalanó los golpes y asestaba puñetazos con rabia.

- ¡Pero te voy a reventar, mugre de fondo de cala!

La criatura mecánica resistía mucho, había sido construida para resistir y desempeñar su misión hasta el momento en que fuera desactivada. Ardranis se había recuperado rápidamente, sólo había sido tocada ligeramente, saliendo con una herida en la pierna. La joven Elfine no se daba por vencida fácilmente. Analizó rápidamente la situación. Al la Triste mantenía un status quo con la criatura, pero se agotaría antes que la criatura mecánica. Desenvainó su sable y encantó un ataque mágico que golpeó a la criatura. Sacando provecho de la oportunidad Ardranis hundió la lámina de su espada entre las ruedas, provocando entonces un recalentamiento. La criatura vibró, temblando como un inocente que se encontraba a un pirata. Al la Triste rechazó a la criatura hasta una de las paredes, tomó su cabeza y se la arrancó mientras que colocaba su pie sobre el pecho de la criatura. El cráneo se desprendió fácilmente y rodó luego sobre el suelo. La mecánica se paró y se inmovilizó.

- ¡Bien hecho mi pequeña! ¡Esto es una batalla!

Ardranis respondió con una sonrisa turbada, siempre se había sentido intimidada por esta gran mujer. La capitana volvió al objetivo principal de su llegada aquí: el tesoro de Hic. Esta vez nada le impidió abrir la caja de caudales. ¡Estaba repleto de piezas: cristales, joyas y otros objetos de valor excepcional! Pero Al se enfocó en una sola cosa. Encima y muy visible se encontraba un collar cuyo medallón era un pequeño disco engastado por una piedra azulada de la que emanaba una luz débil. Lo tomó con una mano temblorosa y acarició la piedra con su mano natural. Se volvió, colocó el collar en el bolsillo de su redingote y se fue de nuevo hacia el Arc-Kadia.

- Tú, Ardranis luego ocúpate de hacer transportar la caja de caudales a bordo y qué Klemencia recupere los restos del autómata. Sé lo que hay en la caja de caudales, y por ende sé cuál debe ser mi parte.

De manera extraña, Al no había hablado con su acento acostumbrado.

- ¿Usted dónde va?

- Regreso a bordo, que no se me moleste.

Al la Triste dio un portazo al irse a su habitación. Sufría de cansancio y la unión entre su brazo mecánico y su cuerpo la hacía sufrir. Sacó de un mueble una botella de alcohol, la que usaba en ocasiones especiales. Llenó su jarra y se sentó a la mesa. Con la mirada en el vacío, sacó el collar de su bolsillo para admirarlo. Levantó su jarra de cerveza.

- ¡Padre! Te recobré.

Bebió casi la totalidad del brebaje, y cuando hubo terminado las lágrimas fluían abundantemente sobre su rostro. Perdida en sus memorias, soñaba con su padre y con su desaparición hace ya mucho tiempo. Su ensueño se terminó cuando alguien vino a golpear su puerta.

- ¡Capitana! ¡Capitana, venga rápidamente!

Secó sus lágrimas y se levantó a duras penas. Detrás de la puerta Ardranis se mostraba aterrorizada.

- ¿Qué es lo que te pasa?

- Tenemos algo que mostrarle.

Al, miró de pie a cabezas a Ardranis mientras que la sobrepasaba en el estrecho pasillo. Sobre el puente, toda la tripulación divisaba el horizonte con inquietud. El Arc-Kadia que había tomado la altitud para escapar del gigante de espuma, cabeceaba al ritmo de las borrascas de viento. Briscar se acercó a Al y le tendió un catalejo.

- Mire por allá, capitana, dijo indicando una dirección.

Gracias al catalejo mejorado por Klemencia, se halló en situación de ver con nitidez lo que llegaba hacia ellos, a paso veloz. Un buque enorme, que enarbolaba velas negras se acercaba a su posición. Lo examinó concienzudamente, no reconoció ni las velas, ni el pabellón negro con una espiral rojiza, pero comprendió de quién se trataba cuando el pabellón con una mano esquelética que sostenía un sable fue izado en lo alto del gran mástil.

- ¿Entonces capitana?

- Entonces, tenemos graves problemas, es la Dama Negra del capitán Palpegueuse. Viendo su velocidad, viene a saludarnos y no podremos eludirlo.

Al la Triste le tendió el catalejo a Briscar.

- Vas a tener que secundarme, viejo.

La cara del pirata se crispó.

- No te preocupes, dijo ella, mostrándole el collar al viejo. Mi padre nos acompaña.

Briscar sonrió y miró al resto de la tripulación.

- ¡Zafarrancho de combate! ¡Cada uno a su puesto! ¡Klemencia prepara a Tuerka! ¡Armada prepara los cañones! ¡Icen la vela mayor!

Negro Destino

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Capítulo 1: Los trozos de Néhant

Dimizar se encontraba frente al espejo hacía ya varios minutos y discutía con aquel a quien nombraba Néhant. Los planes se concretaban y hasta allí todo iba a las mil maravillas. Ishaïa ya no era un obstáculo, distrayendo a los Néhantistas. Ahora debían pasar a la etapa siguiente.

- Dimizar, más allá de las brumas de Los Confines, mi tumba se pulveriza. La magia se debilita y los demonios pueden sentir nuevamente el lazo.

- ¿Esto quiere decir, que hace falta que vaya hasta donde lo mantienen cautivo?

- No todavía. Di a Tragalma que venga hasta aquí, les tengo un regalo que va a cambiar para siempre el destino de numerosas personas. Dimizar vaciló, Tragalma, ahora sometido a su voluntad era un ejecutor perfecto, separarse de él podía dejar vulnerable la mansión de Zejabel y sobre todo, él podía ser visto durante el viaje. Pero no estaba decidido a desobedecer.

- Muy bien, se irá cuanto antes.

Mientras decía esto, el espejo sólo mostraba el reflejo del Néhantista. No lejos de allí, Máscara de Hierro había observado la escena con sospecha, la que luego expuso a su mentor.

- Dígame, ¿por qué no veo ni oigo a Néhant?

- Buena pregunta aprendiz Néhantista, posiblemente ¿porque a veces no te fías de mí o simplemente porque este espejo esta vinculado a mi? Ironizó Dimizar dejando el laboratorio.

Tragalma estaba en el jardín o por lo menos lo que debía parecerse a un jardín y se divertía en aterrorizar a los sirvientes esclavos de la mansión. Sintió la llegada de su amo y prestó atención a su acercamiento.

- ¡Necesito a esta gente! Ya me mataste a dos, otro más y voy a enfadarme.

El demonio pareció entristecerse.

- Vas a dejar la mansión, te enviaré más allá de las brumas de Los Confines cerca de la prisión del Amo. Él te dirá luego que hacer. El Portal Demoníaco estará listo esta tarde.

Tragalma conocía el significado de Portal Demoníaco. Arriesgaba su existencia pasando por allí, porque durante la transferencia se podía cruzar en el camino de otro demonio que podía revelarse más fuerte que él. Tragalma no respondió.

- ¿No será miedo eso que veo? Preguntó Dimizar divertido. ¿Tenemos miedo del portal malo? Jajaja, los demonios me asombran cada día más.

Tragalma volvió a empezar y gruñó para manifestar su descontento.

- Sí, tienes razón, soy poco serio. Prepárate, habré terminado al caer la noche.

Al caer la noche, todos los Néhantistas presentes en la mansión se habían reunido para ver el Portal Demoníaco. Éste recién terminaba de abrirse, formando un torbellino negro que se arremolinaba lentamente. Emanaba de él una poderosa energía néhantica. Tragalma retrocedió, visiblemente poco entusiasmado por la perspectiva de atravesar esa cosa. Por desgracia para él no podía desobedecer sin temer una reprimenda apenas diferente. Se precipitó pues al portal, desapareciendo en seguida en los Meandros.

Tragalma tuvo la impresión de ser lacerado por centenares de afiladas láminas, el sufrimiento aún para un demonio, era insostenible. Gritaba, pero ningún sonido salía de su garganta y a decir verdad no tenía garganta, porque ya no tenía cuerpo. Se sentía aspirado hacia un lugar sin siquiera poder escoger el camino a seguir. Ya había olvidado los Meandros donde él y sus congéneres, fueron encerrados hacia ya muchos años y en donde esperaban el momento de la liberación. Para él fue una prueba que duró una eternidad, el calvario se acabó cuando cayó pesadamente, de vientre, sobre el suelo. Volvió en sí, su cuerpo sufría, aunque aparentemente no tenía ninguna herida. Los dolores pasaron rápidamente y el demonio se levantó, mirando adonde había llegado. Este paisaje se parecía de manera extraña a los Meandros, salvo por el cielo colmado de estrellas. La tierra seca estaba agrietada y algunos bloques sobresalían. Delante de él, majestuosa y tortuosa, se encontraba la piedra, enorme y negra, en la cual Néhant estaba encerrado desde el fin de la última guerra. Ésta levitaba a algunos pasos por encima del suelo, se encontraba retenida por gruesas cadenas ancladas al suelo por otros cristales, más pequeños y de diferentes colores. El demonio se acercó, como atraído por la piedra. Una persona se le acercó, un humano, de apariencia demacrada, cojeando. Apretaba en sus manos, algo embalado en una tela blanca y negra agujerada. El humano se detuvo cerca del demonio y le tendió el objeto.

- Toma, demonio, esta es la Selección de lo Prohibido que permite llamar a Infernal.

Aunque la boca y la mandíbula del hombre se movían, parecía que la voz no provenía de él, resonaba alrededor de él. Tragalma supo entonces que era Néhant quien le hablaba. En signo de sumisión, se arrodilló y aceptó el obsequio.

- Amo, está usted aquí de vuelta, libéreme de mi lazo con Dimizar, se lo ruego.

- No, todavía no estoy listo, mi prisión es todavía demasiado poderosa. Todavía necesito a ese servidor, deberás serle fiel. No voy a poder mantener este cuerpo mucho tiempo, y tengo otra cosa que decirte. La piedra en la cual estoy encerrado se pulveriza, liberando pedazos de cristales. Toma todos los que puedas y confíaselos a Dimizar, señalándole que son pedazos de mi piedra, él sabrá qué hacer con ellos.

En ese momento, el hombre se derrumbó en el suelo, se moría de sed y de hambre. Tragalma no se privó de un momento de crueldad y quebró la nuca del infortunado antes de ponerse a la recolección de los pedazos.

Recogió una buena cantidad antes de usar el portal en el camino inverso.

Nuevamente sentía la impresión de ser perforado de punta a punta y de flotar sin el menor control del destino. Esta vez, Tragalma sintió la presencia de otros demonios. ¿Habían percibido su presencia o fueron atraídos por la Selección? Ninguno pudo abrirse paso hasta él y escapó de otros tormentos. El torbellino se cerró esparciendo todo lo que el demonio llevaba. Recordando las advertencias, se reincorporó rápidamente y se interpuso en medio de los cristales.

- ¡No toquen nada! Exclamó.

Dimizar miró la Selección de lo Prohibido con gran interés. La reconoció por haber visto un grabado en uno de los numerosos libros mágicos del difunto Zejabel.

- Explícate Tragalma, que es lo que nos has traído, dijo recogiendo la Selección.

El demonio reunió los pedazos y los puso sobre una mesa ocupándose de no dejar ningún trozo en el suelo.

- Encontré al Amo, nos confía la Selección, así como estos cristales. Me pidió que te aclare que son pedazos de su prisión.

- ¿Has visto a Néhant? Preguntó Máscara de Hierro entusiasmado por esta perspectiva.

- ¿Asombrado?, somos demonios, añadió Ardrakar. Muchos de nosotros ya lo vimos en la época de su reinado.

- ¡Suficiente! Cortó Dimizar. ¿Pedazos de la prisión? ¿Pedazos de Néhant? Esto cambia la situación. Máscara, Ardrakar, vayan a capturar un guerrero de Tantad, tengo un experimento que realizar. Ahora, vayan, yo tengo que hacer.

Capítulo 2: Experiencias

Algunos días más tarde y con un prisionero, para Dimizar era tiempo de hacer sus primeros experimentos con estos pedazos de Néhant. El guerrero de Tantad se transformó después de que se le hubiera incorporado una de las piedras demoníacas. Dimizar se inspiró en trabajos de Marlok para construir a este nuevo demonio y el resultado estuvo a la altura de sus expectativas ya que nació así Carkasa, una criatura más en las filas de las tropas de Néhant. Pero Dimizar no paró allí y si esta primera prueba se confesaba concluyente deseó pasar a otra experiencia. Había caído por casualidad sobre un libro que hablaba de la Teúrgia y los enviados de los dioses. Convocó a Tragalma y Ardrakar.

- Vamos a hacer un pequeño viaje mis amigos. Nos vamos al Desierto de Esmeralda.

- ¿Qué vamos a hacer allí? Interrogó Ardrakar.

- Mis espías me informaron que gente del desierto ha llegado a la Piedra Caída del Cielo. Sus poderes son muy diferentes de lo que conozco. Me gustaría ver lo que haría un pedazo de Néhant a esta gente.

- ¡Un Poco de acción! Exclamó Tragalma. ¡Y esta vez ningún Portal Demoníaco!

Una sonrisa sádica apareció sobre la cara de Dimizar.

- Te equivocas, vas a ir como explorador para reunir a un grupo de rebeldes. El Desierto de Esmeralda es grande, es como buscar una aguja en un pajar. Sin embargo ellos lo conocen bien y son capaces de encontrar lo que buscamos.

Aunque la cara del demonio fue cuajada para siempre a causa de su inmutable rostro, se podía sentir un desconcierto inmenso emanar de él.

- Preferiría casi los Meandros, dijo el demonio.

- Eso puede arreglarse, si prefieres regresar a tu prisión, estoy seguro que tus pequeños compañeros te tendrán una acogida muy buena.

- Muy bien, inútil es amenazarme. Será hecho según sus órdenes.

- Bien, déjanos, yo todavía tengo algunas palabras que decirle a Ardrakar.

Tragalma dejó la oficina de su amo mascullando insultos bien sentidos.

- ¿No arriesgue usted tener problemas con este demonio señor?

- Aun no eres un demonio totalmente y todavía no los conoces bastante, está en su naturaleza actuar así siempre cuando se les da una orden, son muy teatrales y es un modo de guardar las apariencias para un demonio.

- Efectivamente, esto escapa de mí. ¿Qué puedo hacer por ti Dimizar?

- Vamos a enfrentarnos con una fuerza importante, me gustaría que acudieras a Quimera Negra. Nosotros no estamos atados, viniste de tu propio jefe.

Ardrakar se dio aire de satisfecha. - Con mucho gusto, puedo hacerla venir cuando lo desee, ese es el regalo que me hizo Néhant.

- Entonces preparémonos.

El viaje se hizo a pie, luego en barco hasta la Costa de Turquesa. Sobre la playa los rebeldes habían levantado un campamento de tiendas típicas de esta tribu. De la salida de la mansión hasta ahí había pasado dos semanas lo que permitió a Tragalma acabar su tarea. Los hombres del desierto vinieron al encuentro del Néhantista.

Por una vez no tendría que someterlos a su voluntad, su odio hacia la autoridad y la visión de una buena cantidad de dinero le aseguraba una buena fidelidad de su parte. Su jefe un hombre de gran estatura, acogió a los recién llegados con calidez y les invitó a tomar un té.

- Sean bienvenidos mis amigos, encontramos a uno de estos perros que rogaban al dios sol. Tengo hombres que lo siguen con toda discreción.

Un joven sirviente sirvió el té de menta que hervía.

- Usted sabe, estamos con poca ayuda para reconstruir nuestras antiguas ciudades.

- Cada cosa a su tiempo, respondió Dimizar aceptando el té. Ya pensaremos en ello en el momento adecuado.

El silencio se hizo al tiempo de la degustación. Fuera Tragalma vigilaba los alrededores, como muchos de los suyos no temía el calor de allí, este día era particularmente tórrido. Las únicas sombras de los cristales de esmeralda aportaban un tono verde. El demonio acarició la superficie de uno de ellos que provocó una modificación ligera de su color.

- Demasiada luz aquí.

Dimizar discutió cosas diversas y supo entre otras cosas que la inmensa mayoría de los miembros del gremio conocido bajo el nombre de Nómadas del Desierto había dejado el reino para ir hasta la Piedra Caída del Cielo. Esto representaba mucho para los rebeldes porque sin el apoyo de este gremio el ejército de Minepthra que se encontraba de allí era menos impresionante.

¿Una nueva oportunidad para Néhant? No por el momento, porque Dimizar tenía en la actualidad en mente otras cosas.

Llegó la tarde, tocando el principio de la partida para la pequeña tropa. Por la noche, el desierto mostraba vida. Las criaturas salían de sus guaridas y las plantas desplegaban sus hojas para capturar toda la humedad posible. Era el mejor momento para los desplazamientos en el desierto. Progresaron rápidamente hasta un aparente camino.

- Es el camino que lleva a la Puerta del Desierto. El que nos interesa, debería llegar al levantarse el sol. Pensamos que sale a reunir los suyos, contó un explorador. Escondámonos.

- Escúchenme, el fin no es matarlo, lo quiero con vida y entero. Ordenó Dimizar.

Efectivamente, mientras que el sol ligeramente sobrepasaba el horizonte, un hombre marchaba hacia ellos. No llevaba gran cosa a parte de su ropa y ornamentos. Marchaba mirando sólo delante de él como si su conciencia estuviera en otro lugar. En el momento en el que estuvo cerca de ellos, Tragalma saltó a su encuentro, rugiendo por toda la frustración sentida estas últimas semanas. Tsheptès no se sorprendió y esquivó a la criatura sin mayor esfuerzo. Ardrakar se lanzó a su lado, Quimera Negra apareció en sus manos y le asestó un golpe magistral de lleno en la espada de su enemigo.

- ¡Infieles! ¡Aulló levantándose, voy a destruirlos!

Un aura amarilla resplandeciente apareció alrededor de él y un rayo salió de sus manos con destino a Ardrakar que no pudo evitarlo. La antigua Caballero Dragón aulló con dolor pero esto no fue suficiente para neutralizarla. Por su parte Dimizar en lo alto de la duna recitaba sortilegios sombríos, por desgracia para él esta criatura no tenía Piedra-Corazón y parecía escapar a su voluntad. Sintió que dentro de este cuerpo no había un espíritu humano, sino otra cosa. Pero tenía muchas otras cartas bajo la manga. El combate se alargó y su adversario fue más poderoso que lo supuso. Emanaba de él un poder real de destrucción. Ardrakar fue herida, Tragalma no lograba tocar a su adversario. Por fin Dimizar acabó su encantamiento, una luz negra rodeó a Tsheptès y asfixió, literalmente, el aura amarilla, inmovilizándolo totalmente.

- ¿Tienes un lazo invisible, no criatura del sol?

Ardrakar golpeó su cabeza con el canto de su espada, y cayó inconsciente.

- Átenle las manos y llévenselo, nos vamos inmediatamente.

De vuelta en la mansión. Tsheptès fue encadenado con correas ardientes que perforaban el suelo de la cueva. No podía acudir a Sol'ra porque aquí no sentía su presencia. Por primera vez en su existencia sentía el miedo, no comprendía lo que querían estos infieles. ¿Por qué no lo había matado? ¿Por qué guardarlo encarcelado?

La respuesta no se hizo esperar. Sólo Dimizar se presentó delante de él con uno de los pedazos de Néhant en la mano.

- Ahora, Solarian, es la hora para ti de comprender que tu fervor no te salvará de la voluntad de mi maestro.

Los ojos del Néhantista se volvieron rojos al mismo tiempo que un aura roja se propagó alrededor del pedazo de piedra de Néhant. Tsheptès intentó liberarse de sus lazos pero nada pudo hacer, al contrario éstos se estrecharon más y lo tiraron hacia atrás. Dimizar, con un gesto violento hundió profundamente el pedazo en el pecho del preso. El dolor que sintió no era físico, era su misma naturaleza la que fue atacada. Era como si un veneno se difundiera en él, su voluntad vaciló, sintió hacerse alguien más. Sus lazos desaparecieron mientras que se retorcía de dolor. El pedazo se incrustó profundamente, no quedó más que una extremidad visible en medio de su pecho.

- Pero… ¿Qué me ha...Hecho?

- Te ofrecí una nueva vida. Te ofrecí una Piedra-Corazón que va a transformarte en otra cosa.

Ahora la energía mágica de Néhant se difundía por todas partes modificando la naturaleza del Solarian, transformándolo interiormente.

- ¿Quién eres? Preguntó Dimizar.

- Yo... ¡Tsheptès! Respondió.

La respuesta no fue satisfactoria, esperó un momento y luego insistió.

- ¿¡Quién eres!?

- Tsept en...

Dimizar lo cogió por la garganta y lo miró a los ojos.

- ¿¡QUIÉN ERES!?

- Yo... Soy... Caído.

Dimizar aflojó al infortunado y le dejó acabar su transformación.

Capitulo 2: Experiencias

Algunos días y un preso más tarde era el tiempo para Dimizar de hacer sus primeras experiencias con estos pedazos de Néhant. El guerrero de Tantad se transformó después de que se le hubiera incorporado una de las piedras demoníacas. Dimizar se inspiró en trabajos de Marlok para construir a este nuevo demonio y el resultado estuvo a la altura de sus esperas ya que nació así Carkasa una criatura mas en las filas de las tropas de Néhant. Pero Dimizar no se paró allí y si esta primera prueba se confesaba concluyendo deseó pasar a otra experiencia. Había caído por casualidad sobre un libro que hablaba de la Teúrgia y los enviados de los dioses. Convocó a Tragalma y Ardrakar.

- Vamos a hacer un pequeño viaje mis amigos. Nos vamos al el desierto esmeralda.

- ¿Que vamos a hacer allá? Interrogó a Ardrakar.

- Mis espías me informaron que gente del desierto había llegado a la piedra caída del cielo. Sus poderes son muy diferentes de lo que conozco. Me gustaría ver lo que daría un pedazo a este género a Néhant.

- ¡Poca acción! Exclamó Tragalma. ¡Y esta vez ningún pórtico demoníaco!

Una sonrisa sádica apareció sobre la cara de Dimizar.

- Te equivocas, vas a ir como explorador para reunir un grupo de rebeldes. El desierto de esmeralda es grande, es como buscar una aguja en un pajar. Sin embargo ellos lo conocen bien y ellos son capaces de encontrar lo que buscamos.

Aunque la cara del demonio fue cuajada para siempre a causa de su cara inmutable podíamos sentir un desconcierto inmenso emanar de él.

- Prefería casi los Meandros, silbó al demonio.

- Esto puede arreglarse si prefieres regresar en tu prisión, estoy seguro que tus pequeños compañeros te tendrán una acogida muy buena.

- Muy bien, inútil amenazarme. Será hecho según sus órdenes.

- Bien déjanos yo todavía tengo algunas palabras que hay que decirle a Ardrakar.

Tragalma dejó la oficina de su dueño mascullando insultos bien sentidos.

- ¿No arriesgue usted ningún haber del problema con este demonio señor?

- Totalmente no eres un demonio y todavía no los conoces bastante, sino está en su naturaleza de actuar siempre así cuando se les da una orden, es muy teatral y es un modo para un demonio de guardar las apariencias.

- Efectivamente esto totalmente escapa de mí. ¿Qué puedo hacer para ti a Dimizar?

- Vamos a enfrentarnos con una fuerza importante, me gustaría que acudieras a Quimera negra. No somos atados los dos, viniste de tu propio jefe.

Ardrakar dio el aire satisfecha.

- Con mucho gusto, puedo hacerla venir cuando lo deseo, es allí el regalo que me hizo Néhant.

- Entonces preparémonos.

El viaje se hizo a pie, luego en barco hasta la costa de Turquesa. Sobre la playa los rebeldes habían subido un campo de tiendas típicas de esta tribu. De la salida de la casa solariega hasta ahí había pasado dos semanas lo que permitió a Tragalma acabar su tarea. Los hombres del desierto vinieron al encuentro del néhantista.

Por una vez no tendría que someterlos a su voluntad, su odio hacia la autoridad y la vista de una buena cantidad de dinero le aseguraba una buena fidelidad de su parte. Su jefe un hombre de gran estatura a la mirada, acogió a los recién llegados con calidez y les invitó a tomar un té.

- Sean bienvenidos mis amigos, encontramos uno de estos perros que rogaban al dios sol. Tengo hombres que lo siguen en toda discreción.

Un joven sirviente sirvió el té para la menta que hervía.

- Usted sabe, estaríamos contra poca ayuda con el fin de repetir nuestras antiguas ciudades.

- Cada cosa a su tiempo, respondió Dimizar aceptando el té. Pero pensaremos en eso en el momento venido.

El silencio se hizo el tiempo de la degustación. Fuera Tragalma vigilaba los alrededores, como muchos de los suyos no temía el calor que de allí este día era particularmente tórrido. Las únicas sombras de los cristales de esmeralda aportaban un tono rojo. El demonio acarició la superficie de uno de ellos que provocaban una modificación ligera de su color.

- Demasiada luz aquí.

Dimizar discutió cosas diversas y supo entre otras cosas que la inmensa mayoría de los miembros del gremio conocido bajo el nombre de Nómadas del desierto había dejado el reino para ir a la piedra derribada por el cielo. Esto representaba mucho para los rebeldes porque sin el apoyo de este gremio el ejército de Minepthra se encontraba de allí menos impresionante. ¿Una nueva oportunidad para el Néhant? No por el momento porque Dimizar tenía la intención otras cosas en la actualidad.

Llegó la tarde, tocando el principio de la batida para la pequeña tropa. Por la noche, el desierto mostraba vida. Las criaturas salían de su guarida y las plantas desplegaban sus hojas para capturar toda la humedad posible. Era el mejor momento para los desplazamientos en el desierto. Progresaron rápidamente hasta un aparente camino.

- Es el camino que lleva a la puerta del desierto. El que nos interesa debería llegar al levantamiento del sol. Pensamos que sale a reunir los suyos, contó un explorador. Escondámonos.

- Escúcheme, el fin no es matarlo, lo quiero en vida y entero. Ordenó a Dimizar.

Y efectivamente, mientras que el sol ligeramente sobrepasaba el horizonte, un hombre marchaba hacia ellos. No llevaba grande cosa a parte de su ropaje y ornamentos. Marchaba mirando sólo delante de él como si su conciencia estuviera en otro lugar. En el momento en el que adelantó cerca de ellos, Tragalma salta para su encuentro, rugiendo de toda la frustración sentida estas últimas semanas. Tsheptès no se hizo sorprender y esquivó la criatura sin grueso esfuerzo. Ardrakar se lanzó a su vuelta, Quimera negra apareció por magia en sus manos y le asestó un golpe magistral a su enemigo del lleno en su espada. Éste valdingua más lejos.

- ¡Infieles! Aulló levantándose, ¡voy a destruirlos!!

Una aura resplandeciente amarilla apareció alrededor de él y un rayo se fue de sus manos con destino a Ardrakar que no pudo evitarlo. La antigua caballero dragón aulló con dolor pero esto no fue suficiente para neutralizarla. Por su parte Dimizar en lo alto de la duna lanzaba sortilegios sombríos, por desgracia para él esta criatura no tenía piedra-corazón y parecía escapar de su voluntad. Olió que dentro de este cuerpo no era el espíritu de un humano, sino otra cosa. Pero tenía muchas otras cartas bajo la manga. El combate se apresuró y su adversario fue más poderoso que lo supuesto. Emanaba de él un poder real de destrucción. Ardrakar fue herido, Tragalma no lograba tocar su adversario. Por fin Dimizar acabó su encantamiento y la suerte se derritió, una luz negra rodeó a Tsheptès y asfixió literalmente el aura amarilla, totalmente inmovilizándolo.

- ¿Tienes un lazo invisible no criatura del sol?

Ardrakar golpeó su cabeza con el canto de su espada, cayó entonces inconsciente.

- Átele las manos y lléveselo, nos vamos inmediatamente.

De vuelta a la casa solariega. Tsheptès fue encadenado por correas ardientes que perforaban el suelo de la cueva. No podía más acudir a Sol'ra porque aquí no sentía más su presencia. Por primera vez de su existencia sentía el miedo, no comprendía lo que le querían estos infieles. ¿Por qué no lo había matado? ¿Por qué guardarlo encarcelado?

La respuesta no se hizo esperar. Sólo Dimizar se presentó delante de él con en una mano uno de los pedazos de Néhant.

- Ahora, Solarian, es la hora para ti de comprender que tu fervor no te salvará de la voluntad de mi dueño.

Los ojos del néhantista se volvieron rojos al mismo tiempo que una aura roja se propagó alrededor del pedazo de piedra Néhant. Tsheptès intentó liberarse de sus lazos pero nada hizo allí, al contrario éstos se estrecharon y lo tiraron hacia atrás. Dimizar, de un gesto violento hundió profundamente el pedazo en el pecho del preso. El dolor que sintió era físico ni siquiera, es la misma que la de su naturaleza que fue atacada. Era como si un veneno se difunda en él, su voluntad vaciló, se sintió hacerse alguien más. Sus lazos desaparecieron mientras que se retorcía de dolor. El pedazo se incrustó profundamente, no quedó más que la otra extremidad visible en medio de su pecho.

- Pero... Que me ah... ¿Hecho?

- Te ofrecí una nueva vida. Te ofrecí una piedra-corazón que va a hacerte otra cosa.

Ahora la energía mágica de Néhant se difundía por todas partes modificando tu naturaleza de Solarian, se transformaba interiormente.

- ¿Quién eres? Preguntó a Dimizar.

- Yo... ¡Tsheptès! Respondió.

La respuesta no fue satisfactoria, reposó la cuestión insistiendo más.

- ¿¡Quién eres!?

- Tsept en...

Dimizar lo cogió por la garganta y lo fijó en los ojos.

- ¡QUIÉN ERES! ¿??

- Yo... Soy... Caído.

Chamanismo

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Ydiana zigzagueaba entre los endebles arbustos y echaba una mirada de vez en cuando detrás de ella, verificando no ser seguida por un invasor nómade. La joven llevaba varios días vigilando las actividades de la gente venida del desierto y de la progresión de la podredumbre". Kei'zan había procurado que todos los miembros de los Corazón de Savia así como sus aliados de otros gremios pudieran ver lo invisible. Esa mañana un importante acontecimiento la alertó. El suelo se agrietaba por todas partes alrededor de la Piedra y pedazos de cristal comenzaban a elevarse lentamente. Percibió un peligro inminente y se echó a correr con destino al bosque de los Eltaria.

Esa misma tarde llegó, extenuada y hambrienta, por lo que cayó de rodillas; Marca-Roja que vigilaba el campamento fue a su encuentro, vigilando por si algún enemigo se acercaba.

- Respira, ya llegaste Ydiana. Por qué corrías así.

- Es… es increíble. Dijo jadeando. ¡La tierra alrededor de la Piedra Caída del Cielo, se desagarra!

Hablaespíritu se alzó por encima de ella inclinando la cabeza.

- ¿Puedo ver lo que viste?, te lo ruego.

- Sí, sí.

El Daïs concentró su magia y penetró la barrera psíquica de Ydiana, capturando sus memorias, viendo a través de ella los desastres provocados por los Nómades. Compartió mentalmente esta información con otros Daïs presentes en el bosque de los Eltaria. Kei’zan que no estaba en el campamento con ellos.

Hablaespíritu dejó a Ydiana reposar, al tiempo que él les explicaba la situación a sus aliados que se habían quedado en el campamento.

- Debo advertirles que la situación se degrada rápidamente. Los Nómadas atacan ahora a la tierra misma. Los Corazón de Savia debemos reunirnos urgentemente en lo más profundo del bosque. Ningún extranjero puede pisar ese lugar. Los exhorto a buscar soluciones por su parte.

- Voy a quedarme aquí para esperarlos y esperar las noticias de los Enviados de Noz'Dingard, dijo Alishk que no se había perdido nada de la discusión.

- Gracias Draconiano.

- Vuelve con buenas noticias, es todo lo que importa, comentó Sangrespada quien realmente estaba muy a gusto allí.

Hablaespíritu se volvió hacia los suyos.

- Ahora los Corazón de Savia pónganse en camino.

En algunos minutos el campamento se lleno de Eltarianos y otras Bestias que componían este gremio. Por su parte, Kei'zan concentraba sus esfuerzos por analizar la situación lo más precisamente posible. Por desgracia después de varios días de búsquedas y de reflexiones se confesaba incapaz de comprender cómo vencer a estos Nómades. Había este ritual creado por los Draconianos que daba algunas pistas. Comprendió por ejemplo que sus poderes eran concedidos por sus dioses y que crear una barrera entre ambas partes era una solución factible pero extremadamente costosa en magia. Recordó entonces historias ancestrales de su pueblo. Cuando el Árbol-Mundo era majestuoso y fuerte, Hom'chaï y Elfin habrían venido de un lugar muy lejano, tan lejano que se suponía estaba al otro lado de Guem. Los pensamientos que tenía eran motivados no sólo por un pesimismo importante visto en los últimos acontecimientos además de su instinto. Su hermano se había ido hacía ya varias semanas y no tenía ninguna noticia de él que indicara un probable fracaso de la expedición a Los Confines. Este estado de ánimo no lo había tenido desde la explosión del Árbol-Mundo. Y si resumiendo ¿Todo esto era signo de que su tiempo sobre las tierras de Guem estaba acabando? Kei'zan sujetó firmemente la gema verde, semilla del que le dio la vida, que crecía en el interior de una pequeña raíz.

"No puedo devolverte la vida sobre esta tierra que corre peligro de morir," pensó.

Necesitaba saber más sobre la historia de los Hom’chaï y los Elfin, se propuso llegar al Claro de los Espíritus, donde vivía la tribu de los guardianes de los tótems. Ésta tenía una particularidad importante, estaba constituida en su gran mayoría por Hom'chaï no por elección sino simplemente porque reunía a valerosos chamanes Hom'chaï capaces de hablar con los espíritus. Tan pronto como llegó al claro, que por ahora se había convertido en un pueblo próspero en medio del bosque, en seguida fue recibido por aquel al que había venido a ver, Hablaroca.

- Entre Kei'zan, deje a un lado sus dudas y tus temores y abra su mente. Dijo invitándole a pasar al pueblo, donde dos tótems, uno a cada lado del camino, les señalaban a los viajeros que el camino acababa allí.

Había en este pueblo increíbles olores de plantas. El Daïs quedó impresionado por la importante cantidad de magia en el ambiente, aquí se sentía en paz. Hablaroca no pronunció una palabra hasta que hubieron recorrido todo el pueblo y se encontraron sobre la colina que dominaba el lugar. El Hom'chaï se sentó sobre la hierba espesa y apacible.

- Hace mucho tiempo que no nos vemos Kei'zan.

- Es verdad, pero ha llegado el momento para mí de decidir cuál será el futuro de los Eltarianos. ¿Qué puedes decirme sobre el origen de los Hom'chaï y de los Elfin?

Hablaroca sacó un cuenco de piedra de una bolsa en piel y vertió algunas unas hojas secas antes de crear llamas para quemarlas.

- Lo que voy a contarte es lo que nos transmitimos los Guardianes de los Espíritus desde hace tiempo. No pretendo que esta sea la verdad porque es probable que a lo largo de las edades, la verdad sea hecha leyenda. Nadie aparte de los nuestros conoce esta historia porque para nosotros es sinónimo de vergüenza y de un pasado ya demasiado lejano.

El humo que escapaba del cuenco se enrolló y tomó la apariencia de una serpiente, girando alrededor de los dos Eltarianos.

- Había una vez una civilización que dominó las tierras de Guem. Esto fue mucho antes de la aparición de los hombres, mucho antes de la gran erosión. Este pueblo feroz y cruel esclavizaba a otros con facilidad, destruyendo fabulosas ciudades, aniquilando civilizaciones enteras. Los llamaban Eltarianos, lo que dio el nombre a nuestra civilización que agrupa a Hom'chaï, Elfin y Daïs. Nadie sabe realmente a que se parecían estas criaturas. Solo había que un obstáculo a su supremacía, los Daïs.

El humo se enroscó cada vez más y tomó entonces la apariencia de lo que contaba Hablaroca.

- Los Eltarianos emprendieron la conquista del bosque y una guerra salvaje estalló entre ambos pueblos. Esto selló la suerte de esta civilización. El Árbol-Mundo con su total poder los castigó y los separó en dos criaturas distintas: Hom'chaï y Elfin. Todo cambió. En lo sucesivo estas criaturas vivirían en el bosque, olvidando poco a poco su pasado de conquistadores. Hay muchas fallas en esta historia, pero de ahí emana lo que somos. Cada Hom'chaï tiene en algún lugar otra parte Elfin que lo completa, en recuerdo de lo que fuimos. Estamos seguros de que un día vamos a recuperar nuestra unidad y para ello hay que aprender del pasado. Pero todo esto es sólo una leyenda.

Kei'zan jamás había escuchado esta historia y quedó asombrado por eso, él que dirigía a los Eltarianos desde hacía mucho tiempo.

- Ya comprendo mejor algunos hechos, los otros Daïs ¿Me escondieron esta historia deliberadamente?

- No Kei'zan, para evitar todo problema en cuanto a nuestra integración, el Árbol-Mundo se aseguró que los Daïs olvidaban el pasado para que se enfocaran en el futuro.

- Si el Árbol-Mundo lo hizo ¿Por qué me cuentas esto?, arriesgando el despertar de esta memoria.

- Porque es el momento.

- Y estos Eltarianos ¿Vinieron de otra parte?

- No lo sé, pero algo debe quedar en alguna parte de las tierras de Guem con restos de lo que fuimos y nuestro pasado.

- Esperaba otra respuesta, por lo que he oído los Hom'chaï habrían venido de otro lugar fuera de las tierras de Guem.

- Kei’zan, sólo puedo darte estas respuestas, dijo Hablaroca volteando el tazón para asfixiar el fuego.

- En ese caso estamos perdidos, los invasores del desierto van a quebrantar las tierras de Guem y para nosotros será el fin... En ese momento Hablaespíritu se dirigió a él y le contó los últimos acontecimientos. Para Kei'zan no quedaba más que una cosa por hacer sacando provecho del cuento de Hablaroca.

- Hermano, esto es una ofensa a Guem, no podemos quedarnos sin hacer nada frente a esto. Que los Corazón de Savia se reúnan en el Claro de los Espíritus, les encontraré allí, es tiempo de prevenir a los jefes de los clanes.

- ¿Qué piensas hacer Kei'zan?

– Algunos cambios ya están sucediendo. En otro tiempo el Árbol-Mundo murió irremediablemente para que nosotros fuésemos dignos de su legado. Para ustedes los Hom'chaï y los Elfin, ya es hora de luchar para alcanzar lo que buscan: la unidad. No digo que esto sea fácil ni que sea rápido, por el contrario, pero estamos en el umbral de un nuevo amanecer para las tierras de Guem.

Hablaroca parecía satisfecho con la respuesta.

- Voy a escuchar a los espíritus y a soltar sus lenguas.

Mientras que Kei'zan convocaba uno por uno a los diferentes jefes de la tribu Eltaria, Hablaroca se dirigió a su lugar preferido. Lejos del Claro de los Espíritus se encontraba un lugar místico fuera del tiempo donde sólo a los chamanes se les permitía ir. Bajo un cielo estrellado de una noche sin nubes, varios tótems grabados con símbolos tribales brillaban despacio, signo de la presencia de espíritus. El Hom'chaï puso su mano sobre el primero de ellos.

- Piar, espíritu ave del tótem que todo lo ve, escucha mis palabras.

En este momento, las luces se intensificaron y apareció posado en lo alto del tótem un ave azul-noche. Hablaroca hizo lo mismo en el tótem de al lado.

- Akem, espíritu felino del tótem guerrero, escucha mis palabras.

El tótem también se iluminó y apareció un felino diente de sable, de color azul-noche. Terminó en el tercer tótem.

- Ghalagi, espíritu lagarto del tótem místico, escucha mis palabras. Entonces un lagarto en la piel azul-noche apareció en la parte superior de la antigua escultura.

- Escuchamos tus palabras chamán. Pero antes de continuar debes saber que el mundo de los espíritus esta perturbado y sufrimos lo que sufren las tierras de Guem, explicó Ghalagi con una voz triste.

- En este caso ustedes estarán de acuerdo en intervenir sobre el destino de nuestro mundo.

- ¡No hubiésemos respondido si no fuera el caso! Rugió Akem.

- Y tú Akem, ¿Qué ves en nuestro futuro, encontraremos la unidad? ¿Los invasores ganarán la guerra? Preguntó Hablaroca con inquietud.

- El futuro no está claro, está en un perpetuo movimiento, pero una cosa es cierta, cambios van a efectuarse, anunció Piar.

- ¡Una guerra es inevitable, pero estamos listos, ustedes están listos! Gritó Akem.

- Kei'zan es una de las llaves de la historia Hablaroca. Deberá hacer Una elección importante para su pueblo. Transmítele este mensaje, nada está perdido totalmente, todo puede recomenzar. Díselo a él.

En ese momento los espíritus desaparecieron mágicamente, volviendo a su mundo invisible. Hablaroca estaba preocupado. ¿Qué iba a pasar sobre las tierras de Guem para que los espíritus habitualmente tan enigmáticos y distantes respondan así?

Hablaroca volvió al pueblo y fue a transmitirle inmediatamente el mensaje de los espíritus a su destinatario. Kei'zan no podía dejar de pensar en la semilla del Árbol-Mundo, había probado todo para hacerlo germinar pero nada había resultado.

"¿Qué hago?" Se preguntó.

A través del desierto

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Mouktar había pasado varios días viajando en el desierto. El mensaje que aportaba era de una importancia capital y se había parado sólo para reposarse algunas horas cuando era necesario. Por fin pasó a ambos guardias de arena de la gran puerta de Mineptha capital del reino de las arenas. Excusándose ante la población empujó su montura hasta el palacio real. Este último era el corazón de la ciudad. Las estatuas inmensas de los reyes pasados miraban, firmes para la eternidad, el pueblo que estaba ellos en otro tiempo. Mouktar cayó a rodillas delante de un guardia, soplando como un buey.

- Aporto un mensaje muy importante procedente de Aksenoun. Por favor diga al hijo del Sol que su servidor que entiende y ve para él está aquí, dice al ritmo de las respiraciones fuertes.

El guardia examinó al curioso con desdén.

- ¿Qué es lo que te hace pensar que el dios del desierto querrá recibirte? Vaya, suelta y que te vemos de nuevo más.

Mouktar se levantó y sumergió sus ojos en los del guardia.

- ¿Sabes lo que les pasa a los que se levantan delante del escorpión blanco de Selik?

El nombre pareció provocar una conciencia. El guardia observó mejor a su interlocutor y observó el pedazo de tatuaje que sobrepasaba de su brazo, dos garras de un escorpión blanco, la marca espías del rey. Inmediatamente el guardia cogió a Mouktar por el brazo y le hizo avanzar por la puerta del palacio.

- Discúlpeme, es muy raro ver a gente como usted. Le conduzco a la sala de audiencia del dios del desierto.

- No se inquiete esta historia se quedará entre nosotros.

Un poco más tarde Mouktar se hartaba un poco con algunos dátiles y sonido además de agua cuando las puertas de la sala se abrieron con estruendo. Apareció un hombre joven de belleza arrolladora.

Cada una de sus joyas era una obra de arte y no fue llevada al azar, formando una armonía con resto de su físico. Mouktar reconoció inmediatamente a príncipe Metchaf, heredero de la corona del reino de las arenas. Puso lo que tenía y se aplasta en el suelo como lo pedía el protocolo en presencia de una persona tan ilustre. El príncipe fue hasta los tronos donde se sentó en el sitio de su padre.

- ¿Te escucho a fiel de Selik, vienes de Aksenoun no?

Alzando la cabeza pero quedándose a rodilla Mouktar tomó la palabra.

- Vengo bien de Aksenoun. Anuncio de muy malas nuevas a hijo del dios del desierto.

El príncipe tuvo el aire ancioso, le había a Aksenoun el que hacía pegar su corazón y la que más tarde se haría la reina del desierto. Mouktar repitió.

- Los rebeldes invistieron la ciudad de Aksenoun y anudaron contactos con políticos importantes. Resulta que el juicio de Aïf Salah Mehdir no es tan adicto más a su majestad. Los rebeldes, sacando provecho de la salida de los Nómadas para tierras lejanas, se reforzaron. Sus filas se ven hinchadas los nuevos partidarios y los nuevos aliados aparecieron.

- ¿ Sé las informaciones de los fieles fiables de Selik, pero tienes pruebas de lo que acercas?

Mouktar cogió su bolsa y salieron de eso de trajes ensangrentados.

- Intercepté a un mensajero rebelde por lo tanto de Aksenoun y quien contaba con ir a Sefka para negociar condiciones de rebelión de la ciudad.

- ¡ El loco! Cortó al príncipe.

- Vealo por usted.

Mouktar derribó sobre el suelo diverso objetos de oro y aportó uno al pie del trono antes de alejarse de eso. El Príncipe se inclinó y en el momento en el que reconoció el objeto estalló.

- ¡ QUÉ! ¡ Cómo se permite ofrecer joyas ofrecidas por mi padre a estos perros!?¿Que hace el sacerdote de Sol ra en Aksenoun, es incapaz de ver esto??

- Temo, príncipe, que sea encerrado en su templo por miedo de un asesinato.

El príncipe se acercó a Mouktar.

- Serviste bien a tus dueños, te dejo otros objetos para los escorpiones blancos de Selik. Ahora tengo que hablar con mi padre.

El viajero no se hizo rezar para irse de nuevo rápidamente llevándose su botín.

Metchaf no tardó en producirle estas noticias a su padre. Encontró al rey del desierto en los jardines del palacio. Hacía allí húmedo y bueno, las palmeras aportaban de la sombra y el estanque de agua fue recubierto con plantas de agua. El rey del desierto estuvo instalado sobre un banco, acariciando a uno de sus numerosos gatos al pelaje increíble.

- ¿ Tus pasos tienen prisa no, hijo?

- Si padre. Un escorpión blanco de Selik acaba de llegar. Aksenoun está en presa a la rebelión y a la entrega en causa de su autoridad.

- ¿ Un escorpión blanco? ¿ Aksenoun se rebela? Veo. ¿ Entonces hijo que vas a hacer para salvar esta situación que parece preocupante?

Metchaf comprendió en este instante que su padre le ponía a prueba. El tiempo de venir hasta los jardines había tenido tiempo de amontonar algunos planes.

- Es importante ser firme, pero la ausencia de los Nómadas es un freno a nuestra potencia. Lo mismo, enviar el ejército correría peligro de provocar pérdidas inútiles. Creo a Aïf d' Aksenoun influenciable creo que su fe en Sol ra y pues en usted padre no es bastante fuerte más.

- ¿ Y qué cuentas con hacer para reforzar su fe?

- ¡ Va a hacerme falta a Shrikan! Respondió firmemente al príncipe.

- ¿ Shrikan? Hace ya mucho tiempo que le acudimos.

- Sí padre, pero va a servirme de aprovechamiento para mostrar a ellos todos a los que dudan en usted que hay sólo dos salidas para ellos: la muerte o la fidelidad.

- Así lo decidiste. Tente cuidado, aunque Shrikan sea un medio de llegar a tus fines, los rebeldes no entenderan así, no quiero perderte.

- ¡ Pero padre Sol ra guía mis pasos y mi mano, no puede nada llegarme a pasar!

El rey del desierto puso su mano sobre el hombro de su hijo.

- Ve y has honor a tu familia y a tu sangre.

El día siguiente, príncipe Metchaf fue al templo de Sol ra en Minepthra dónde fue recibido " en grandes festejos " por los sacerdotes. El que aseguraba el mando en lugar de Ïolmarek invitó al príncipe a la oración matutina. Este último aceptó muy de buena gana, mostrando así que la familia real siempre fue implicada en la vida religiosa del desierto.

Una vez remate el príncipe le pidió a Okthan seguirle en un lugar más aislado.

- ¿ Príncipe, puedo ser útil para usted en qué que sea? Preguntó el sacerdote.

- Por orden del hijo de Sol ra, rey del desierto, Shrikan debe serme devuelto en el instante.

- Shri.. ¿ Shrikan? ¿ Señor, hay un castigo de dictado por el hijo de Sol ra?

- Sí, tráeme hasta él.

El sacerdote no planteó otras cuestiones porque no tenía el derecho a discutir las órdenes de la familia real. Se contentó pues con conducir al príncipe donde quería. Él se hundieron allí dónde la luz de día no alumbraba más y las únicas las llamas de algunas antorchas indicaban el camino que hay que seguir. Esta parte del templo fue reservada para los secretos y para lo que todos los sacerdotes no deseaban ver. Okthan lentamente marchó para no perder al Príncipe en este laberinto, se paró delante de un porche. Por el otro lado había sólo unas tinieblas. Metchaf sentía como un malestar indecible.

- Para evitar el menor problema lo encerramos lejos de los rayos de Sol ra, argumentó al sacerdote.

- Bien, pero hezlo rápido, no quiero quedarme aquí.

Okthan le avanzó en la negrura y le encendió uno a uno las antorchas de una pequeña sala. En medio de éste, puesto sobre una estela se encontraba jarra blanca pintada de un símbolo de Sol ra, un sol de oro estilizado.

- He aquí Shrikan, príncipe.

Metchaf giró alrededor de jarra el aire circunspecto.

- ¿ Entonces eso es Shrikan? No me tiene el aire tan peligroso como su reputación lo pretende.

- Las apariencias son engañosas mi príncipe, y no es el exterior que hay que juzgar, pero el interior. Voy mostrarle. ¡ SHRIKAN! ¡ Despiértete y venga para rendir homenaje al hijo del rey del desierto!

Jarra se echó entonces a vibrar, un humo ocre lentamente se escapó de eso arremolinándose. El conjunto tomó la forma de un genio, una criatura de la que habla las leyendas.

- ¡ Un genio! Exclamó el príncipe.

- ¿Genio? ¿ Dónde ves a un genio joven príncipe? ¡ Soy Shrikan y como tú soy Solarian!

- ¿ Oh? ¿ Soy Solarian? Interrogó a Metchaf con asombro.

- Esto es una historia larga mi príncipe, respondió Okthan.

- ¡ Sí sacerdote cuéntale cómo he sido encerrado en este jarra! ¡ Cómo yo criatura de Sol ra fui arrancado del cuerpo de mi elegido! Dice con cólera.

- Tendrás todo el tiempo contarme esto durante el viaje hasta Aksenoun, Shrikan, pero sepa que tu historia me interese, así como todo lo que se parece mucho a Solarians.

- ¡ Shrikan, te ordeno devolver en tu jarra! Exclamó Okthan.

Inmediatamente y en un proceso inverso, Shrikan se encontró de nuevo en su prisión.

- Le escuchará porque no puede ser de allí de otro modo. Es importante guardar al espíritu que debe ser retenido por esta ancla física, hasta si le suplica, no le conceda su libertad.

El príncipe escuchó sólo una oreja las recomendaciones, se apoderó de jarra y dejó el templo sin demora.

- Si se me libere correría peligro de no dominarme más. Necesitamos un cuerpo para retenernos. Jarra me retiene, por lo menos por el momento.

- Dices también que soy Solarian, sin embargo no siento nada con relación a la costumbre.

- Esto vendrá a tiempo, podemos tardar mucho antes de manifestarnos. Pero sabe que eres bien una parte de Sol ra.

Al día siguiente por la mañana el príncipe fue despertado por Shrikan.

- Despiértate, tenemos visitas. Están llenos de malas intenciones respecto a nosotros. Dice mostrando una dirección.

El príncipe cogió sus armas y se puso en guardia. Tres hombres armados aparecieron entonces en lo alto de una duna. Sus caras fueron escondidas por un turbante. No daban el aire de bandoleros porque sus posturas fueron hechas telas de calidad.

- Así es como se me acoge... Veo que la noticia de mi llegada en Aksenoun se difundió rápidamente.

Los agresores no respondieron, contentándose con entablar el combate con príncipe. Por desgracia para ellos Metchaf había seguido las mejores enseñanzas en materia de manejo de las armas. Apoyado por Shrikan, los infortunados no tuvieron las cualidades requeridas.

Dos de ellos cayeron rápido bajo los golpes del príncipe y de su aliado. Último viendo la situación girar a su desventaja, soltó su arma y cayó a rodillas, rogando que el príncipe acude a su piedad.

- ¿ Piedad? ¡ Sin embargo viniste matarme, perro de rebelde!!

El príncipe tuvo entonces una idea.

- ¡ Quita tus trajes! Dice colocando su lámina bajo la garganta del hombre.

Tiritando de miedo el hombre del desierto se libró de sus vestidos y se encontró en lo sucesivo la piel desnuda bajo el sol ardiente.

- ¿ Quién te envía?

- ¡ Es Aïf d' Aksenoun! Respondió sin vacilación.

- ¡ Mientes! Cortó el genio.

Shrikan se puso a la cabeza entre sus manos y cerró los ojos.

- Veo a un hombre vestido de negro de pies a cabeza, es grande y sus ojos son verdes como los cristales que siembran el desierto. Da el aire de ser su jefe.

- Bien tenemos un blanco. ¡ Vayamosnos! Cuando a ti, perro, vas a arder bajo los rayos de Sol ra, puede que sobrevivirás.

Aksenoun no era muy lejos. El príncipe y Shrikan llegaron a finales del día con vistas a la ciudad imponente. Metchaf se vistió con los trajes tomados sobre el hombre del desierto y pasó un poco más tarde la entrada de la ciudad.

Aksenoun verdaderamente era una de las joyas del desierto. Al contrario de Minepthra no estuvo constituida por casitas esparcidas alrededor de un palacio, sino alrededor de un conglomerado de obras aglutinadas alrededor del palacio de Aïf.

- Resto más que a encontrar a este dirigente.

Las calles de Aksenoun estuvieron ocupadas por escaparates de los vendedores, vendiendo mil maravillas que venían cuatro esquinas del desierto y de más lejos.

Había mucho mundo en aquel momento del día porque la frescura llegaba despacio a medida que la noche caía. El príncipe observaba a la gente evitando a los guardias de la ciudad susceptibles de traerle problemas.

Después de haber hecho la primera vuelta de la ciudad un hombre lo atracó.

- ¡ Tú he aquí! ¿ Que es callado esto hecho? ¿ Te esperamos y tú agarras del buen tiempo? ¿ Entonces usted lo tuvo??

El príncipe volvió al juego inmediatamente y se deslizó en la piel de su agresor.

- Sí, sí, lo tuvimos, tráeme a él yo le contaré.

El hombre miró alrededor de él y avisó al príncipe de seguirle. Fueron entonces al mismo palacio de Aïf. los rebeldes habían crecido el vicio hasta haberse instalado en el mismo emblema de la autoridad y esto el príncipe no podía dejar esto impune. El cuartel general de los rebeldes se encontraba en las cárceles, vaciadas para la ocasión. Había allí varias decenas de hombres armados entre las que su jefe, hombre alto con los ojos verdes devolvían en sitio algunos recalcitrantes. El hombre que acompañaba a Metchaf revolvió a los que se encontraban sobre su paso y se abrió un camino hasta el jefe.

- He aquí uno de los enviado a matar al príncipe.

- ¡ Oh! ¿ Entonces? ¿ Cuenta, lo degolló y dejó su cuerpo en presa al buitre?

- Sí señor, lo encontramos, luego matado, pero tuvo razón dos otros.

- ¡ Muerto con la causa! Pero es perfeccionado.

El hombre en negro se adelantó hasta una de las células.

- Ves querida, tu bello príncipe no es más, tu padre está bajo mi copa, el rey del desierto no podrá mucho tiempo hacer oídos sordos a nuestras reivindicaciones.

" Yo comprende mejor, este hombre retiene a la chica de la Aïf, debo actuar " pensó el príncipe. Aprovechó mientras que el jefe de la rebelión sea inconsiente de ello. " Decapita la cabeza y el resto seguirá ". Con rapidez desenvainó una lámina, cogió por detrás la cabeza del jefe y seccionó de un golpe seco su garganta. La sangre fluyó abundantemente mientras que el hombre en negro caía a cuatro patas teniendo su herida. La asamblea fue ensordecida, pero por seguridad Shrikan apareció para interponerse. Algunos huyeron delante de la muerte del jefe, otros decidieron que había que intervenir y vengarse de esta afrenta hecha a la rebelión. El combate se comprometió a diez contra dos.

Los golpes se cambiaron, las láminas se entrechocaron. Shrikan guardó un ojo sobre el príncipe, cuidando las heridas de este último a medida que era lastimado. Otros hombres llegaron, esta vez se trataba de guardias del palacio, probablemente coorompido por el espíritu de rebelión. Si aunque en resumidas cuentas ambos Tipos de Solarians fueron rápidamente sobrepasados en fuerza. Metchaf olía en el fondo de él de la sensacion una potencia nueva. Alrededor de él llamas de luz aparecieron, quemando traje del impío.

Alas aparecieron en su espalda. Su kopechs, espadas a la lámina arqueada hendieron a varios individuos. Ahora quedaban sólo unos guardias, numerosos y mejor armados. Metchaf que verdaderamente no era más lo mismo sentia que la situación podía serles fatal e hizo lo que no había que hacer sino que era la sola salida válida.

- ¡ Shrikan, en nombre de Sol ra te libero!

En seguida las cadenas que ataban al genio a su jarra cayeron al suelo. Su aspecto cambió para volverse próximo a los aspectos de un hombre.

- ¡ Por fin! ¡! ¡ Larvas voy reducirlos a cenizas!

Hizo entonces llover la cólera de Sol ra sobre sus enemigos, rayas luminosas se fueron en todos los sentidos, si aunque al fin ninguno de ellos quedó con vida cuando la batalla se acabó. Los sollozos de una mujer eran en lo sucesivo los solos ruidos que perturbaban los lugares. Metchaf herido volvio a su apariencia "normal", cuando en Shrikan marcó una pausa antes de pegar en un cuerpo con rabia.

- ¡ Infieles, ustedes serán destruidos retoños de Guem! ¡ Nada me retendrá en lo sucesivo!

Metchaf que vacilaba se acercó a su nuevo amigo después de haber recogido las cadenas. Sin el menor aviso los cerró sobre puño del genio.

- ¿ Que por qué me haces esto?

- Cuídame y devuelve en tu jarra.

Shrikan repitió su aspecto de genio y ejecutó la orden de su "dueño", luego el príncipe fue a librar al que era para él su futura reina.

Esta historia dio la vuelta rápidamente al desierto y por todas partes contamos la leyenda del Príncipe, del Genio, de la chica de la Aïf con un mensaje fuerte: el que se desvía del buen camino será castigado por la muerte.

En el horizonte de un nuevo amanecer

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Capitulo 1 - Iniciación

El remolque multicolor se detuvo delante de la carpa negra y morada perteneciente a los Combatientes de Zil. Era conducido por una joven mujer pelirroja vestida con una gran chaqueta de cola. Después de una rápida ojeada para ver si nadie estaba sobre el camino saltó con agilidad y por reflejo abrió los brazos hacia el cielo como si estuviera en un espectáculo frente a un público.

- ¡OH EH! ¡Zils!

La cabeza de Kriss sobrepasó ambos pedazos del tejido espeso de la puerta.

- ¡Oh, un fantasma! Dijo sonriendo. ¡Adelante!

Tiró a la joven mujer por el brazo hacia el interior. Los otros Combatientes de Zil acogieron a la joven con mucha alegría ya que era uno de los ellos. Abyssien apartó al pequeño grupo para tener el campo libre. Se acercó para ver al recién llegado, mientras se preguntaba qué es lo que sucedía. Luego, para sorpresa de todos, el jefe le dio un abrazo a la visitante.

- Estoy muy contento de que estés de vuelta, dijo soltando una lágrima.

- Ahshhh... ¡Me haces daño!

- Oh, perdón.

Abyssien soltó a la joven mujer.

- ¿Salvaje tu año iniciático valió la pena?

- Sí señor, aprendí mucho. Traje lo que me pidió. Está en el remolque. ¿Usted me dirá que quiere hacer?

- ¡Excelente! Esto te concierne de todos modos. Dijo Abyssien saliendo de la carpa.

Salvaje se encontró de nuevo ahogada entre los Combatientes de Zil que la felicitaban y le daban la bienvenida. Fue también la ocasión para ella de ser presentada a los nuevos combatientes como Kolera y Sombría. Salem estaba encantado de ver a la famosa pequeña protegida de Abyssien.

- ¡Te escondió bien al TUNANTE!

- Has crecido bien dijo Sangrespada, eres verdaderamente hermosa, Abyssien estaba loco por haberte dejado sola en los caminos.

- Yo no estaba sola, luego viví un tiempo en la Casa. ¡Qué lugar tan terrorífico!

La Casa de la que hablaba Salvaje era la antigua morada de Artrezil. El mago le dejó a los Zil esta herencia, pero que no le interesó a la gueméliana de la sombra salvo el hecho de que la casa podía servir de almacén. La reputación por los alrededores no animaba a nadie a visitarla porque se decía que era frecuentada, lo que estaba lejos de ser verdad, por el espíritu de Artrezil que todavía vagaba por su casa.

- ¿Qué fuiste a hacer allá? Pregunto la Elfina.

- ¡Fue por esto! Respondió Abyssien con el fin de que todo el mundo lo oyese.

El jefe se colocó en el centro de la pista. Soriek, que le acompañaba, puso una jaula gruesa recubierta con una tela al lado de él.

- ¡Su atención por favor! ¡Colóquense en círculo alrededor de mí! Escuchando a su jefe los Zil formaron un círculo a lo largo de la pista.

- Lo que ustedes verán no es algo común. Esto es una iniciación, una etapa para nosotros. Mis amigos, hoy estamos en el horizonte de una nueva era. ¡Salvaje!

Acércate mi pequeña, no tengas miedo.

Salvaje, sorprendida, se adelantó prudentemente a Abyssien. El mago Zil sumergió sus ojos en los de ella.

- Eras tan pequeña cuando te adoptamos. Hoy eres una joven brillante, llena de espíritu y sobre todo eres una Combatiente de Zil ¿Estás dispuesta a tomar el sitio que te corresponde?

Después de haber mirado la jaula que temblaba y tras un pequeño momento de vacilación meneó positivamente la cabeza. Abyssien tiró de un golpe la tela morada que recubría la inmensa jaula. En el interior había una bestia extraña, pareciera ser un lobo grande o dada la anchura de espaldas se parecía más a un Volk. Pero este animal no estaba hecho de carne y de hueso, sino de sombra.

- He aquí el espíritu de la Jauría. Es todo el salvajismo que nos caracteriza, es tan arisco como sagaz. Tendrás que pelear con él y poner en práctica las enseñanzas que recibiste en el pasado.

La asamblea esperó en silencio. Ritos como éste se hacían mucho antes de que Telendar tomase el lugar de Abyssien. Luego se habían abandonado. Sólo los más antiguos como Kriss, el pequeño grupo de Ergue e incluso Sangrespada y Sinrostro habían tenido el honor de verlo. Salvaje que sabía lo que había dentro de la jaula respiraba rápidamente. Iba a enfrentarse contra esta cosa. "Vamos, coraje" se dijo, " ¡Piensa en las sombras y lo que sabes hacer con ellas!".

- ¿Estás lista? ¡No tienes derecho al fracaso!

Sin esperar, Abyssien abrió la jaula y la bestia se lanzó sobre la pista con velocidad y poder.

Salvaje se acercó a la bestia con paso de terciopelo intentando domesticarla. La bestia daba vueltas para intentar escaparse pero fuera de la pista los otros Zil le bloqueaban el paso. Por desgracia para ella no había el menor lugar para esconderse.

- ¡Bueno, que hermoso es el espíritu de la jauría Zil, exclamó Kolera, se ve como un cachorro que busca a su mamá, jajaja!

Pero la bestia inteligente y maligna intentó saltar sobre Kolera con todos los dientes al descubierto. Su boca se cerró con algunos cabellos del antiguo protector de Yses. Pero fue retenida por Salvaje que la tenía firmemente sujeta por la cola. La bestia se volvió con sus grandes fauces e intento morderla, pero la joven fue rápida, le apretó el hocico para que la cabeza de la bestia no pudiera morder nada más. La sombra trató de liberarse, sus patas se convirtieron en unos brazos y sus manos la empujaban, pero sin éxito. Salvaje había invertido los papeles y tomó a la sombra por la cabeza. Estiro fuertemente el cuello de la bestia esperando rompérselo, pero la criatura se deformó y se estiró. Viendo que esto no daba resultados se propuso entonces luchar como la sombra y comenzó a masticarla. Abyssien conocía este hechizo porque él era el autor. Él también había comido sombras. Poco a poco Salvaje, con la boca y la mandíbula deformadas se comió al espíritu de la jauría y ya no quedó nada. La asamblea comenzó a aplaudir a su compañera Zil.

En el interior de Salvaje algunos cambios se estaban produciendo.

- Felicitaciones, lo has hecho bien. Esta es la situación, ahora soy parte de ti y tú una parte de mí. Verás rápidamente de lo que somos capaces.

- ¿Realmente eres el espíritu de la jauría Zil?

- Digamos que soy una creación de Abyssien, soy una parte de su salvajismo y bestialidad, como verás, me enfurezco rápidamente. Soy la bestia dentro de ti.

Los Combatientes de Zil veían un cambio en la postura y en la apariencia de Salvaje. Mostraba los dientes y gruñía como si fuera un animal. Luego recuperó el sentido, se sentía diferente ahora que se había tragado al espíritu de la jauría. Con un rápido gesto se desgreñó los cabellos y luego desabrochó su chaqueta.

Y ahora, Abyssien, ¿Qué hacemos? Lloró sin ser capaz de controlar su agresivo tono.

El jefe Zil sacudió la cabeza " hace falta que se calme tu juventud" dijo.

- ¡Ya pequeña, cálmate! Interrumpió Kolera.

Pero la "pequeña" no se dejó hablar así y saltó sobre él.

- ¿Grrrr sabes a quién le hablas? Gritó. ¡Yo soy tu dueña, bolsa de pulgas!

A pesar de su talla mucho menor a la del antiguo protector, no era menos impresionante el salvajismo de sus gestos. Sinrostro y Soriek debieron intervenir para separar a ambos combatientes de Zil. Abyssien impuso el silencio.

- ¡Ahora queridos compañeros, es tiempo de actuar! Aunque la Consejera Ishaïa no esté más, la sentencia del Consejo sobre las acciones del gremio sigue en pie. Si nuestras acciones nos permiten rehacer el daño causado, todavía hay esperanzas. Trabajé con algunos de ustedes para encontrar a los traidores Telendar y Máscara de Hierro. Conseguimos localizar a este último. Ahora le toca al gremio probarse a sí mismo. ¡Hay que capturar a Máscara de Hierro cueste lo que cueste!

Todos los Combatientes gritaron de alegría, la perspectiva de pasar a la acción y sobre todo la visión de venganza inflaba las voluntades de los miembros del gremio.

Capitulo 2 - Rastreo

Afuera mientras la noche caía, la Jauría se había reunido alrededor de Abyssien. Sinrostro, Sangrespada, Sombría, Kolera y Salvaje se habían reunido alrededor de una fogata.

- Salvaje tomará el mando de la Jauría, ustedes deberán escucharla y dar su vida por ella, ¿Está claro?

Aunque para Kolera, el más autoritario y orgulloso de la jauría, le costaba por su pasado y su poder que debía asumir el papel, asintió como los otros.

- Esto es lo que sé. Máscara de Hierro llegará a la pequeña ciudad de Egmyos al sur de Tantad. Yendo a lo largo de las montañas deberían estar allí dentro de tres o cuatro días. Máscara de Hierro debería llegar allá un día antes que ustedes. Le tenderemos una trampa obvia, pero morderá el cebo, los Nehantistas son tan orgullosos que esto los hace a veces estúpidos. Lo invitaremos a un encuentro con el señor de la ciudad al que le gustaría proponerle algunas cosas, pero me ahorraré los detalles. Tenemos una caja que contiene asuntos de su interés, pienso que con esto Kolera y Salvaje no tendrán dificultad en encontrar a nuestra presa.

Frente a la perspectiva Sinrostro y Sangrespada actuaron una detención ruda que hizo reír a sus compañeros.

- Nos reiremos todavía más cuando lo capturen. Sean discretos, sobre todo en la ciudad, ustedes no pasarán inadvertidos. Tantad es un imperio estricto en cuanto a los paseos nocturnos y a los desplazamientos de pequeñas tropas. Lo mejor será irse mañana por la mañana. Les dejo reflexionar sobre todo esto. Buenas noches amigos.

Abyssien regresó a la carpa donde Salem y Kriss estaban visiblemente enfrascados en una gran discusión.

- ¿Crees que él va a ir allá? Preguntó el músico volviéndose hacia Abyssien.

- Creo que comprendieron la importancia de su misión. Si los Combatientes de Zil desaparecieran ¿Adónde irían? Ellos no tienen derecho al fracaso y lo saben. No digo que será perfecto, pero será asombroso.

- DiMe ¿EsTáS PrepArAnDO a Un FUTURO SuCEsoR tUYO? Preguntó Salem.

- Siempre perspicaz mi querido Zil. Sí, cuando hace un año me enteré de la traición de Telendar me propuse formar a mi relevo. Salvaje me reemplazará cuando esté lista. Pero no hemos llegado ahí aun. ¿Del lado de Egmyos todo está listo?

- ¡SÍ, allí sólo verá el FUEGO!

- ¡Bien, ahora, esperemos!

A la mañana siguiente, después de una noche bastante animada, la Jauría dejó el campamento Zil. Salvaje mientras discutía con Kolera había conocido a sus tropas y ahora sabía lo que cada uno era capaz de hacer. Separados en varios grupos, los Zil avanzaron por el camino hacia el norte. No tardaron en salir de la Tumba de los Antepasados a lo largo de las tierras que bordeaban el Imperio de Xzia. Al tercer día habían pasado la frontera de Tantad y a pesar de los controles llegaron a Egmyos esa misma tarde. Ellos debían actuar en seguida sin que su presencia fuese descubierta y provocara la huida de su presa.

Aquella tarde la luna estaba llena y alta en el cielo.

- Abyssien, previsor se lo había dicho a Kolera, éste sentía el poder de los Volk aumentar en él.

Sombría salió a explorar en la noche con el fin de hacer un reconocimiento, mientras que el cuarteto restante se había instalado en un callejón sombrío. Sinrostro colocó la caja que contenía los objetos de Máscara de Hierro. Salvaje sacó de ahí una tela larga de seda y se puso a olfatearla para impregnarse del olor. Fue imitada por Kolera, al cual la cara y el físico se modificaban lentamente.

- ¿Es doloroso? Le preguntó.

- Siento que espadas me atraviesan, pero he aprendido a vivir con esta maldición.

Ambos Zil olfateaban el aire mientras caminaban.

- ¡Lo tengo! Exclamó Kolera, cuya transformación ahora estaba completa.

- Vamos. Sinrostro, Sangrespada, vayan delante de nosotros y asegúrense de que no nos crucemos con nadie.

Salvaje miró a los tejados y vio a Sombría que los seguiría desde arriba. La ciudad no era muy grande, pero había un verdadero laberinto de pequeños callejones. La tropa avanzó en este laberinto siguiendo la pista del olor de Máscara de Hierro. Sinrostro, Sangrespada y Sombría fueron de gran utilidad permitiendo prevenir varios encuentros con hombres armados. Este pequeño juego de esquivar duró una hora hasta que Kolera y Salvaje determinaron el lugar donde el olor de Máscara de Hierro era más fuerte.

- Duerme en esa casa, murmuró Sangrespada.

Sombría llamó la atención del grupo. La ex Caza-Magos señaló una ventana del primer piso. Salvaje le hizo señas para de bajara a hablar de esto.

- Hay un hombre enmascarado que está durmiendo, parece no haber más personas con él.

- Pues bien, Creo que se puede acceder por el tejado, ¿No? Dijo mostrando un lugar en la oscuridad.

- Sí, Sangrespada, tú y yo podremos acercarnos a él, a los varones les será más difícil.

- No se preocupen, las esperaremos aquí, respondió el Hombre-Volk.

- Muy bien, he aquí lo que vamos a hacer, vamos en silencio por arriba, recuperamos a la persona y lo trasladamos, para no llamar la atención nos dispersaremos. Nos reuniremos fuera de la ciudad y dejamos Tantad lo más de rápido posible, ordenó Salvaje.

- Es arriesgado, si se despierta tendrán que noquearlo, ¿Cómo se golpea a un hombre con un casco? Preguntó Kolera.

- Eso no es problema, tengo algunos juguetes que le impedirán levantarse, señaló con orgullo Sombría.

- ¡Vamos allá ahora!

Las chicas de la Jauría se lanzaron de un salto a la pared y en poco tiempo estaban en el techo. Sombría lanzó un gancho por el otro lado, luego se aseguró que la cuerda estuviese bien atada, y equilibrándose se encontró sobre el alféizar. Con un seguro movimiento de daga abrió la ventana sin la menor dificultad. Con la vía Salvaje y Sangrespada se reunieron con su compañera y entraron en la habitación sin hacer el menor ruido.

El interior no era rico, pero la decoración era de un estilo depurado. En la cama que ocupaba casi todo el espacio, un hombre enmascarado dormía roncando tranquilamente. Sombría saco un pequeño frasco de donde se escapó un humo verdusco. Paso el contenido por uno de los orificios de la máscara. Mientras tanto Sangrespada escuchaba en la puerta para ver si había una actividad en la casa. No parecía que su visita fuese conocida por los habitantes de la casa. Salvaje se apoderó de Máscara de Hierro y él ato de pies a cabeza. Sombría les hizo señas a Kolera y a Sinrostro para que se acercaran a recibir el paquete.

Los dos recibieron al tan buscado hombre y se alejaron de ahí sin descanso, dejando a sus compañeras hacer lo mismo. Kolera se había memorizado más o menos las solitarias calles. Por desgracia Sombría no estaba allí para ver llegar una patrulla de guardias, e inevitablemente se encontraron con una de ellas cuando casi habían salido. Con su finura acostumbrada Sinrostro golpeó a los guardias para hacerlos caer pero sin herirlos. Ambos hombres se encontraron con el trasero en el suelo sin saber lo que sucedía. Los milicianos que eran sólo unos conscriptos, simples ciudadanos reclutados, no persiguieron a los extraños quiénes ya se alejaban. Sólo se contentaron con avisar a sus superiores.

Sangrespada, Sombría y Salvaje se desenvolvieron bien y se encontraron a ambos fugitivos y su equipaje en el camino un poco más lejos. Se ejecutó el plan de su jefa. La noche se hizo corta para ellos, pero el objetivo se cumplió, tenían a Máscara de Hierro y habían dejado Tantad. ¡No quedaba más que entregarlo!

Capitulo 3 - El Poderoso Gremio

El ambiente era eléctrico en la carpa de los Zil. El calor no ayudaba y la tensión subía como en un día de espectáculo con nuevos números. Nadie habría faltado al juicio del traidor Máscara de Hierro. Había llegado la hora para resolver esta historia familiar. Para la ocasión se había construido un estrado así como una tribuna. El acusado fue sentado y atado sobre una silla, con la cabeza tambaleando. Abyssien lo sacudió para despertarlo, pero no tuvo éxito.

- ¿Me oyes Máscara de Hierro?

Ante la falta de respuesta, el jefe utilizó sus poderes de mago para abrir la máscara. Ambos pedazos de metal cayeron al suelo con estruendo. Todos los combatientes tenían los ojos puestos sobre Máscara de Hierro.

- ¿Telendar? Gritó Sangrespada. ¿Es él?

En seguida toda la multitud en la asamblea comenzó a hablar de "engaño", "manipulación", "malentendido.”

- ¡Basta! Gritó Abyssien enervado por la indisciplina de sus tropas. ¡Vamos a dejar esto claro, siéntense de nuevo!

La algarabía cesó poco a poco. Abyssien examinó entonces a Telendar. La cara del chico estaba destrozada por múltiples grietas y sus cabellos estaban pegados sobre su sudorosa frente. Sus ojos estaban inyectados en sangre y sus pupilas dilatadas. Tenía una vaga emanación mágica nehantica.

-Esto no tiene buena pinta. ¡KRISS! ¿Puedes venir a ver esto?

El músico se acercó y después de haber observado los síntomas fue categórico.

- Está moribundo, es por eso que creo que se nos ha entregado.

- Siento las malas acciones de Nehant, su cuerpo está roído por la magia oscura. Pero no puedo hacer nada por él.

- Pero yo si puedo, respondió Kriss. Está en mi poder el curar a la gente de este tipo de cosas. Pero va a llevarme tiempo.

- Bien, haz lo mejor posible si logras sacarlo de esto nos hallaremos en posición de rehabilitar al gremio. Explicó a Abyssien recogiendo ambas partes de la máscara de hierro. Queridos combatientes, postergaremos la reunión del gremio. No dejen este lugar mientras la situación no esté clara.

Kriss ayudado por algunos Zil llevó a Telendar en un lugar más aislado. El sacerdote se puso a trabajar con el fin de encontrar y aniquilar el mal que padecía. Fue terrible para él porque se oponía a una voluntad fuerte y a una oscuridad destructiva. Con paciencia fue calmando el fuerte sufrimiento y cerró cada herida, lo que para el antiguo jefe de los Zil fue un infinito dolor. Esto duró varias horas antes de que Telendar estuviera limpio.

Durante este tiempo, Abyssien se había encerrado en su oficina con la firme intención de poner en claro este asunto. Colocó sobre una butaca ambas partes de la máscara. Vio que en el interior se encontraba un pergamino pegado sobre el metal.

Lo despegó sin dificultad, ciertamente había magia ahí dentro. Una nota, luego palabras aparecieron en su superficie.

"Querido Abyssien, Me siento desolado por no poder honrar nuestra cita. Estoy seguro que el obsequio que le hice colmará esta ausencia, aunque este regalo tiene una duración muy limitada. Es una pena que no sea más abierto a nuestras prácticas, a las cuales usted es tan próximo. Sepa que le tiendo mi mano y que tendré placer en iniciarle en la verdadera magia. Hasta nuestro próximo no encuentro, le saluda atentamente, Máscara de Hierro."

- Crees que has ganado la batalla, pero perdiste la guerra. Ahora vas a ver la verdadera magia.

Abyssien agarró la máscara y la colocó sobre su rostro. Sintió la sombra sobre su piel y era una delicia el saborearla. Esta sombra se mezcló con la criatura que vivía dentro de él. Así supo más acerca de lo que había sucedido. Vio a Máscara de Hierro cambiarse de Máscara, pegar el pergamino dentro de la anterior cerca de la cara de Telendar que estaba en el suelo. Alrededor de ellos era como una especie de laboratorio dentro de una cueva. Una criatura de aspecto demoníaco se apoderó de Telendar mientras que otro hombre se les acercaba. Abyssien reconoció al Nehantista que había manipulado al Guerrero Zil.

- Tu piedra murió y no tardarás en reunirte con tus antepasados. Trabajaste bien pero no necesitamos más de tus servicios. Adiós.

El demonio atravesó una gran casa hasta el exterior. Abyssien observó el paisaje particular y característico de las montañas del norte occidental de Tantad. Ya había oído hablar de este lugar. Telendar acabó su carrera en una carreta bajo una lona. Las imágenes se detuvieron.

- ¡La casa solariega de Zejabel Se esconden allí, es una información muy útil.

El jefe de los Zil se acomodó en su silla y escribió varias cartas a sus aliados, incluido Marlok.

- Vamos a inclinar la balanza a nuestro favor.

Salvaje apareció en la puerta.

- Kriss consiguió salvar a Telendar, ¿Qué hacemos ahora? Dijo.

- Desmontamos la carpa, arreglamos todo y nos vamos.

- ¿Adónde vamos? ¿Vamos a ver al Consejo de las Gremios?

Efectivamente, varios días más tarde, el gremio casi completo puso su equipaje a los pies del Castillo de Kaes que protege desde hace tiempo al Consejo de los Gremios. Dada la amplia delegación, el Consejo acomodó su horario para recibir a Abyssien en una sesión extraordinaria. La gran sala de reuniones era una pieza circular donde una docena de sillas estaban dispuestas en arco. Faltaban dos consejeros, que habían salido a visitar gremios y a ajustar algunos asuntos. El Consejero Veraz invitó a Abyssien a pasar a hablar.

- Estimados consejeros, queridas consejeras. Es tiempo para los Combatientes de Zil de probarles nuestro valor. Fue la consejera Ishaïa, quien por orden del Consejo nos había dado un ultimátum para enderezar el equilibrio de nuestros actos.

Abyssien hizo señas a Sinrostro que se acercó con una persona atada.

- Nosotros, los Combatientes de Zil, tenemos el honor de devolver al Consejo al asesino de Profeta llamado Telendar.

Un poco más lejos Salem observaba las reacciones de los Consejeros. Todos ellos parecieron totalmente satisfechos, salvo una consejera que entrecerró los ojos e hizo una mueca de descontento. Viendo que la miraban se dominó y pareció impasible. Sinrostro avanzó hasta el centro del semicírculo con su prisionero. Telendar estaba mejor mucho, sabía que estaba en una posición incómoda, pero los hechos estaban allí, había matado a una persona, debía pagar para su crimen.

- Pero eso no es todo, Somos capaces de proporcionar información crucial sobre el lugar donde estarían los Nehantistas.

- Le escuchamos Abyssien. Respondió Veraz.

- Están en la mansión de Zejabel en alguna parte de Tantad.

El Consejero se levantó miró a sus colegas que inclinaban la cabeza para afirmar.

- Hemos tomamos nota de su información, por supuesto, pediremos más detalles, pero nos ocuparemos de esto después. Hasta que Telendar sea devuelto a los Enviados de Noz'Dingard.

Un guardia fue a buscar al antiguo jefe Zil.

- En cuanto a ustedes Combatiente de Zil, conservaran su estatus oficial de gremio.

Las historias de Piratas terminan mal..en general

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Capitulo 1 - La Dama Negra y la Dama Pirata

La Dama Negra, barco volador del capitán Palpegueuse aceleró a gran velocidad hacia el Arc-Kadia. A bordo de este último la tripulación estaba emocionada, cada uno trataba de tener su puesto lo mejor que podía. Briscar gritaba sus órdenes desgargantándose.

- ¡Vaya montón de inútiles! ¡Preparen los cañones y hagan escupir la pólvora! ¡Icen nuestros colores!!

La bandera de la calavera, el sable de abordaje y un juego de mecanicista cruzados sobre un fondo negro flameó en lo alto del mástil. Por su parte la Dama Negra enarbolaba el pabellón rojo con el símbolo de Nehant, lo que significaba que: ¡no había ningún capitán! Al, dio vueltas al timón de un golpe y el buque giró al lado. Pero la Dama Negra no podía evitarlo, era necesario que ambos barcos se entrechocaran dónde el Arc-Kadia sufriría menos. Se colocó pues para presentarle la parte delantera derecha del buque a la Dama Negra. El choque fue terrible pero la reacción de Briscar fue inmediata.

- ¡FUEEGOOOOOOOOOO!

Los cañones estallaron y las balas salieron disparadas quebrando el casco de la Dama negra. La madera estalló hacia todos los lados y ambos barcos crujían por todas partes, amenazando con derrumbarse como castillos de naipes. Pero ninguno de los dos cedía. La tripulación de la dama negra abordo el Arc-Kadia y se inició el asalto. Piratas se enfrentaban contra piratas; pero la tripulación de la Dama Negra era mucho más numerosos que Arc-Kadia y rápidamente los hombres de Al la Triste se encontraron sobrepasados. Al la Triste hundió su espada en varios cuerpos de enemigos antes de llegar al puente y unirse a los demás. Viendo a su capitán manos a la obra les volvió el coraje. Klemencia liberó a Tuerca que sólo aplastó a varios adversarios. Los magos utilizaron toda su magia para fundir los motores de la Dama Negra mientras que Empleadillo cortaba las cuerdas de abordaje con el fin de evitar que más gente pudiera abordar o escapar del barco. Poukos lanzó por la borda a varios piratas y Trébol hizo hablar a sus martillos. Parecía que su victoria era inminente. Pero las cosas pronto se volvieron en sus contra cuando varias criaturas aladas y monstruosas se zambulleron en la gresca, hiriendo indiferentemente a miembros de ambas tripulaciones. A bordo de la Dama Negra, Palpegueuse, ahora bajo el dominio nehantista, junto a los magos de su tripulación lanzaba relámpagos sombríos con destino al Arc-Kadia.

El buque se hundía y cuando todo el mundo se ponía a cubierto de las aves de malignas, la Dama Negra se separó de su contrincante. ¡Lentamente la popa agujerada se alejó recibiendo los relámpagos negros directamente, Palpegueuse se centraba en los motores ya que si estallaban, indicarían el fin para la célebre tripulación de Al la Triste!

El primer motor se detuvo y el barco empezó a girar sobre sí mismo en picada. La tripulación además de esconderse debía aferrarse a lo que podía para evitar salir volando por la borda. Al no tenía más la elección, debía salvar el buque y a sus hombres. Se precipitó por las escaleras con destino a la sala de motores. Todo era un desastre, los rayos escapaban de los acumuladores con un chisporroteo insostenible. La joven se adelantó con dificultad hacia una consola circular, en el centro de la cual se encontraba un hueco circular también. Al se descolgó el medallón de su padre y sin vacilar le colocó en el centro de la consola.

-Medallón encontrado, Medallón utilizado...

El mostrador de metal sobre el cual estaba fijada la consola se hundió en el suelo, lo que activó una maquinaria única de metal y de magia. Entonces se produjo un gran destello cegador. El espacio y el tiempo parecieron deformarse, estirarse y estrecharse. Todas las personas a bordo salvo Tuerca se desvanecieron...

Al triste, despertó por el vapor que salía silbando por un tubo. Se levantó y se dio cuenta de que llevaba el medallón de su padre. Había perdido toda la energía mágica que contenía. El barco se inclinó hacia un lado, a sabiendas de que los motores estaban fuera de servicio, ella sospechó que se encontraban en tierra. Al subió a cubierta, sus hombres se ayudaban unos a otros estaban ocupados en capturar a los piratas de la Dama Negra, que se convirtieron en sus prisioneros. Efectivamente el Arc-Kadia no estaba más en los cielos sino sobre tierra firme en una isla volante y no en cualquiera: erala Isla de los Perdidos, la capital de la piratería.

Habían vuelto a las Islas Blancas sanos y salvos, sólo el Arc-Kadia había sufrido.

Capitulo 2 - El pasado resurge

Varios días habían pasado. Klemencia y Trébol se fueron directo a reparar el Arc-Kadia desde su llegada a la isla. Las pobres chicas estaban extenuadas y verdaderamente tristes por el balance que iban a presentarle a su capitán.

- Espero buenas noticias, dijo Al la Triste examinando la maquinaria a simple vista.

Klemencia y Trébol se sentían avergonzadas.

- En realidad no, el "propulsor" derecho se fundió y el acumulador principal sufrió una sobretensión. Esto causó daños por todas partes, ciertos engranajes se rompieron y el gravitador está totalmente vacío. Ciertamente la cosa que usted aceleró fue quién provocó la inmensa mayoría de las averías, le explicó Trébol a su capitán que no comprendía nada.

- ¿Y esto quiere decir que el motor esta perdido?

- ¡No, no! Podemos reparar la inmensa mayoría de las cosas, el Arc-Kadia es una bestia soberbia, pero no lo fabricamos. Creo que logramos devolver el orden a la cosas que usted aceleró.

- Por los cuernos de la Serpiente de Bruma. ¿No tienen ninguna solución?

- Tenemos una, pero hace falta que encontremos a los que construyeron el Arc-Kadia, respondió Trébol.

Al la Triste se quitó su tricornio y se rascó las greñas, siendo esto signo de una profunda reflexión de su parte.

- ¿Lograrán hacerlo volar?

- Dos semanas de reparaciones, pero luego habrá que rezar para que vuele, afirmó Klemencia. Además, voy a necesitar el gólem que se encontró sobre el Titán.

- Es tuyo. No pierdan el tiempo y pónganse a trabajar, ordenó Al que se acomodaba su sombrero. Encuentren lo que hay que encontrar.

¡Mientras que Klemencia dejaba estallar su alegría, la capitana dejó la sala de máquinas gritando " BRISCAR! ¡BRISCAAAARRR! ". El viejo pirata fue al encuentro del capitán.

- Oye tú ven aquí. Arroja al Torbellino a todos los muertos después de haber recuperado sus cosas de valor. Haz desembarcar a los recaderos que estén vivos y hazlos trabajar, que pongan cuñas para enderezar el barco. Una vez hecho esto véndelos en el Mercado de los Perdidos. Vamos a quedar varados aquí varias semanas, hay que vigilar el lugar, hay que ser prudentes, Construye torres de guardia y soborna a los guardiasa para que nos dejen tranquilos.

Después de un esfuerzo de memorización, Briscar inclinó la cabeza para decir que había asimilado bien las órdenes.

- Ve y toma el cuarto de Ojo de Gema y espera su regreso, estoy segura que estará no contra. Dijo Al con un guiño.

Algunos días más tarde, el barco estaba en funcionamiento de nuevo. El camarote de Al la Triste era un completo desorden, los libros y otros instrumentos de navegaciones habían caído sobre el entarimado. Se propuso poner todo en orden. Mientras estaba devolviendo los libros a su sitio se percató que sobre el fondo de la biblioteca estaban dibujas las siluetas de los libros.

Colocó los libros para hacerlos corresponder en cada silueta. Fue un rompecabezas porque varios libros tenían la misma forma, "se divirtió" desplazando los libros semejantes uno por uno. Por fin oyó un clic a nivel de la cama. Al la Triste se puso en cuatro patas y observó el fondo del mueble. Una tabla delgada se movió dejando una apertura bastante ancha. La capitán metió su mano izquierda y retiró de ahí un objeto envuelto en un cuadrado de tejido negro, o más bien gris visto el polvo que le recubría. Febrilmente deshizo el nudo, el tejido se deshacía, era visiblemente antiguo. Encontró una libreta con tapas de cuero flexible y páginas amarillas. Al ya había visto esta libreta hace mucho tiempo en las manos de su padre.

- Tú aquí, te busqué por todas partes y estabas bajo mis ojos. Dijo inspeccionando la primera página.

"Diario de Gigante el Triste" luego más abajo " Para Alexandra". "Mi hija, al momento en que tengas esta libreta probablemente ya no estaré más y me habré regresado a Guem. Reuní aquí toda la información necesaria, todo lo que debes saber sobre mí, lo que hice y el Arc-Kadia. Voy a comenzar con lo básico y a hablarte de mí."

El primer cuarto de la libreta estaba dedicado a la juventud de Gigante el Triste. Se había criado en lo que quedaba de Bramamir, sus padres fueron los primeros en convertirse en piratas cuando el mundo se estaba recuperando lentamente de la guerra contra Nehant. A continuación abrazó la carrera de pirata y descubrió extraños secretos mágicos que le sirvieron de base para la realización de su barco, el Arc-Kadia. El segundo cuarto del libro explicaba la creación del barco y la formación de la primera tripulación. Lo que aprendió era verdaderamente increíble. Se detuvo largamente sobre la descripción de los piratas, todo fue catalogado allí: nombre, grado, función a bordo, así como diversas anotaciones. Encontró allí varios nombres útiles. Por ejemplo Hic fue el segundo de Gigante el Triste antes de hacerse capitán a bordo del Titán y qué aunque hubieran tenido algunas diferencias siempre fueron amigos. Había una historia de rebelión de Ganchillo, un joven que quería hacerse capitán y que fue abandonado en una Isla Blanca aislada cuya posición fue marcada sobre un plano adjunto. Del mismo modo había varias indicaciones técnicas sobre el Arc-Kadia, pero jamás se había sentido atraída por todo esto. Fue a buscar a Trébol a la sala de máquinas. Había subido allí una fragua improvisada para rehacer las partes mecánicas lo mejor posible mientras que Klemencia se atareaba en el montaje.

- Mira esto, dijo Al la Triste, son los planos del barco.

Trébol echó una mirada curioso, pero su especialidad era el trabajo en metal por lo que no comprendió grande cosa.

- Será mejor que se lo pida a Klemencia, está más en condiciones de descifrar estos jeroglíficos.

- ¿Dónde está? Gritó la capitana, mientras que Trébol comenzó a golpear violentamente un pedazo de metal ardiente.

- ¡Está en el taller!

- ¿Por qué tiene que reparar allí quien sabe qué cosa?

- Acabó su nuevo juguete, parece que es importante.

El taller era una pequeña pieza reservada para Klemencia donde pasaba el tiempo jugando con todo y cualquier cosa. Al la Triste entró al taller saltando las diversas cosas esparcidas por el piso. Se escapaba del lugar un fuerte olor a aceite.

- ¡Pilluela!

La susodicha pilluela estaba dándole una orden a Tuerca para que tirara una cadena que pasaba por una polea atada al techo y que sostenía un autómata totalmente reparado.

- Te hiciste rápidamente con el gólem, exclamó Al.

- Estaba muy inspirada, hay que decir que esta cosa es una verdadera maravilla, como no lo hicimos antes.

- ¿Me explicas por qué no estás reparando lo necesario?

- Bueno Hic-kar va a ayudarme, es más ágil y pequeño que Tuerca, me será útil para reparar, perdí tiempo en repararlo, pero vamos a recuperarlo y ganaremos más.

- De acuerdo, entonces actívalo y luego pon tu nariz en él, dijo agitando la libreta de su padre.

Klemencia no se hizo esperar y conectó un cable que salía de la espalda de Tuerca hacia la espalda de Hic-kar. El autómata se sacudió y luego se activó, la energía circuló por diversos cables. Klemencia hizo algunos arreglos con un herramienta y le ordenó a Tuerca soltar la cadena ahora que Hic-kar estaba de pie.

- Debe almacenar nuevos datos, esto va a llevar un tiempo, veamos esta libreta Capitán.

Al la Triste le tendió la libreta abierta sobre las páginas del barco. Para la joven Mecanicista, esto fue como si se hubiera encontrado un tesoro incalculable. Se echó a brincar y a gritar "¡es increíble, es increíble!" A todo lo que veía.

- Sí ¿Pero qué? Cortó Al.

- ¡Son los planos del barco, pero sólo veo allí un montón de cosas que no podríamos adivinar para activar la consola! Además, las indicaciones están en un lenguaje codificado, dijo mostrando las escrituras.

- Oh, es una lástima. Bueno, escucha pilluela, repara mi barco y vamos a encontrarte a alguien que sepa descifrarte esto.

Capitulo 3 - De nuevas buenas para la tripulación

Gracias a Hic-kar, las reparaciones improvisadas y las principales estuvieron acabadas. Para evitar cualquier problema la tripulación fue desembarcada, en caso de que se produjera una explosión. Klemencia y Trébol conectaron los motores al acumulador recargado mágicamente por Bragan y Mylad. Los "propulsores" zumbaron despacio. Todo parecía estar en buenas condiciones, pero la potencia se redujo considerablemente.

- Va a volar, pero no vamos a llegar muy lejos, afirmó Klemencia un poco decepcionada.

- Sobre todo si nos cruzamos con la Dama Negra, sería una derrota segura. Bueno, debemos evitar toparnos con ellos, concluyó Trébol.

Una vez la tripulación estuvo a bordo, Al la triste tomó el timón y en silencio alejo al Arc-Kadia de la isla por un camino equivocado. Briscar se acercó a ella.

- ¿Adónde vamos capitán?

- Vamos a una isla en particular, donde hace tiempo fue lanzado un amotinado llamado Ganchillo.

- ¿Ganchillo? ¿Por qué va a ir a ver a ese traidor? El conocía a su padre hasta que él lo desterró de la tripulación. Usted era muy joven, hará algo así como… veinte años!

- Es el único entre aquellos que han contribuido a la creación del Arc-Kadia y ha formado parte de la tripulación original que queda. Tenemos que lograr traducir el código de la libreta de mi padre, Ganchillo puede ayudarnos.

- Tengamos cuidado, si este canalla vive todavía debe tenerle rencor a su padre.

- Ya veremos.

El buque zigzagueó entre las islas y se alejó hacia el sol poniente. Así como los motores no estaban más en "forma" como antes, Al el triste descansó antes de que la noche cayera y apoyó su barco en una isla periférica. Aprovechó la situación para reunir a la tripulación sobre el puente y hacer un balance de la situación.

- ¡Hermanos y hermanas piratas! ¡Encontramos el tesoro de Hic! Sobrevivimos al ataque de Palpegueuse y estamos de vuelta sobre las vías aéreas. Vamos a hacer todo para reparar lo mejor posible el barco y ahora tenemos los medios. ¡Pero, sobre todo, vamos a encontrar a la Dama Negra y a mostrarles quiénes son los verdaderos piratas!

Desenvainó su sable y lo levantó hacia el cielo, imitada por el resto de la tripulación. La noche fue larga para Al que trazó sobre un mapa, que se había conseguido, la ruta de navegación que había que seguir para ir a la isla de Ganchillo. El asunto habría sido más simple con el barco en mejor estado y si hubiese estado más manejable. Las reparaciones hechas impedían ciertas maniobras delicadas.

Al día siguiente a eso de las doce el Arc-Kadia llegó a una zona particular del antiguo reino de Bramamir. Al sur occidental de las Islas Blancas en última instancia entre el Torbellino y el Mar había una región conocida bajo el nombre de Lágrimas de Polvo. Había allí cientos de islas de diferentes tamaños y formas. Vistas desde lejos verdaderamente parecían polvo y las lágrimas se debían a los cristales de cuarzo translúcido diseminados en las islas.

Era sobre una de ella que Ganchillo había estado abandonado a su suerte desde hace mucho tiempo. Al la Triste hizo replegar las velas y dirigió al Arc-Kadia directo al nubarrón de islas. En seguida la luz se volvió más débil y la vista increíble. Había Islas hasta perderse la vista y además se encontraban más abajo viejos restos de barcos que no habían sobrevivido a la aventura. Al sujetaba firmemente el mapa trazado así como un instrumento de navegación. Briscar que era el mejor timonel de la tripulación estaba en los comandos.

- 5 a estribor susurró la capitán.

- 5 a estribor repitió Briscar, haciendo girar el timón en el sentido indicado.

Todo el resto de la tripulación estaba atenta a lo largo del barco, vigilando que el Arc-Kadia no se cruzase en su camino con una isla que impactara fuertemente contra su proa. El tiempo se hizo largo porque el avance era muy lento para no arriesgar nada. El camino a través de las islas era muy peligroso y bastante particular, ningún barco habría podido llegar hasta la famosa isla de Ganchillo sin haber tenido plan.

Por fin la tripulación llegó al lugar indicado. La isla era de un tamaño confortable para un hombre solo, con una reserva de agua natural, su superficie casi totalmente cubierta con un espeso bosque.

- Bueno, voy a ir allá sola. Aterriza sobre la isla, no uses los "propulsores".

- ¿Segura? Cortó Briscar preocupado.

- Por supuesto.

- Siendo así, tenga cuidado de todos modos, no quiero que le pase algo.

- ¿Yo? ¡Pero si siempre soy cuidadosa! Dijo ella, riendo mientras se dirigía a tierra firme.

Al la Triste se aventuró en la isla, cortando las plantas con grandes golpes de sable. Después de haber recorrido la mitad de la isla sintió un olor vago a crustáceo a la parrilla. Avanzó pues siguiendo su olfato y llegó a una casa construida de restos de barcos hundidos en el pequeño lago. Allí un hombre cocinaba un cangrejo de mar grande en un palo. Su barba era muy larga como sus cabellos. Sus trajes que debían ser suntuosos no eran más que ropas viejas. Esta persona no tenía más que un brazo y su pierna del lado derecho. Al acercarse Al la Triste, alzó los ojos sobre ella y luego se apoderó de su cangrejo y le arrancó una pata antes de aspirar el contenido.

- Buenos días Ganchillo.

El hombre con la boca llena miró con ojos terribles a la derecha y a la izquierda sin prestar atención a la capitán. Luego volvió su atención al cangrejo de mar que se propuso romper con una piedra, lo que se revelaba ser difícil con una sola mano.

- ¡Ganchillo! Gritó.

El hombre estaba sorprendido y examinó a la recién llegada con más atención.

- ¡Lárgate, no ves que estoy comiendo!

- ¡Soy la capitán Al la Triste, hija de Gigante el Triste! Dijo con convicción.

Ganchillo la miró y se puso a temblar.

- ¿Qué es lo que quieres de mi, niña?

- Eso va a depender de ti viejo roñoso.

- ¿De mí? ¿Qué es lo que quieres del viejo Ganchillo, al que tu padre abandonó aquí?

- Necesito que me ayudes a arreglar el Arc-Kadia.

- ¡Jajaja! ¡Tus mecánicos no pudieron arreglarlo! ¿Tu bañera está varada y no se te ocurre como repararla?

Al la triste entrecerró los ojos para mostrar que no se vio afectada por las provocaciones de Ganchillo.

- Veo que quieres quedarte aquí hasta el final de tus días. Adiós.

- Oh no, espera, espera… Ok te ayudo, pero a cambio quiero que me hagan una pierna y un brazo nuevos.

- Acepto.

- Y también quiero...

- No tendrás nada más, te sacamos de aquí te sanamos y tú nos ayudas. Nada más. Cortó Al con determinación.

Ganchillo se rascó la cabeza, probablemente cubierta de insectos, luego se escupió en su única mano y se la tendió a Al. La joven aceptó el apretón de manos. Ganchillo se levantó, tomó su muleta y le señaló el camino a Al la Triste. No se llevó nada más...

Varios días después Al mantuvo su palabra. Klemencia y Trébol utilizaron su destreza para hacer sus nuevas extremidades. Durante este tiempo, Ganchillo que no había visto a nadie desde hacía mucho tiempo sacó provecho del lujo de estar a bordo y conoció a la tripulación. Cuando la capitán encontró que Ganchillo estaba en mejor estado, le recordó sus compromisos. Lo llamó a sus aposentos.

- Nada ha cambiado en esta nave.

- Concéntrate Ganchillo en lugar de ansiar lo que jamás tendrás.

- Hmm, entonces seamos serios de una vez.

- Mira esto y dime lo que sabes.

Al la Triste le mostró el diario de su padre en el lugar donde estaba el código pirata. Ganchillo examinó el plano con minucia.

- Lo siento, pero no puedo traducir esto.

- En ese caso te devuelvo dónde estabas.

- Pero conozco a la persona que puede.

- ¿Quién es?

- ¡El Predicador de los piratas!

- Eso no me dice nada, pero falta una hoja en el diario de mi padre.

- Es normal, quería cambiar su vida, es lo que me dijo antes de que se me echara. Pero sé donde vive, él lo sabe todo.

- Lo quiero ahora, te encargo encontrar a ese predicador. ¡Y no tenemos diez años!

Un mundo al borde del abismo

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Capitulo 1 - Sombrosa

Alrededor de las hermanas las llamas rojas y ardientes se agitaban a merced del viento. Por todos lados era un caos. La tierra se agrietaba y el cielo permanecía totalmente negro como una noche sin luna, sin embargo, era de día. Ambas chicas avanzaban con cautela, pero nada podían alcanzarlas y ningún miedo estrechaba sus corazones de Guemelianas de la Sombra. Se sentían atraídas por algo. Más lejos había una colina de tierra negra ardiendo, arriba un trono de cristal con sangre roja cubierto con símbolos negros en forma de espiral, la marca de Nehant. Ambas hermanas llegaron al nivel del trono. Arriba del mismo un hombre alto vestido con un gran trozo de tela perforada y quemada por todas partes. No podían ver su rostro escondido por una capucha. Sabían muy bien que estaba en frente, deseaban este momento desde hace mucho tiempo.

- Maestro, dijeron ellas al unísono.

En seguida y sin el menor control de su parte, se unieron una a la otra para volverse Sombrosa.

- Es mejor así, eres casi perfecta, Dijo el hombre.

La criatura de sombra acercó su cara a la de este hombre que les hablaba. Levantó su mano con dificultad y acarició con sus dedos la mejilla de la joven mujer.

- Sí, eres casi perfecta, no te falta gran cosa. Cuando sea el momento justo ocuparás un lugar a mi lado. Es necesario que sea así.

Todo al rededor de ella se pulverizó. El trono y el hombre misterioso desaparecieron, luego el cielo y al final el suelo. Tenía la sensación de caer en el vacío. Sombrosa se separó en Silene y Selene. La caída duró poco tiempo porque ambas hermanas se despertaron sorprendidas.

Estaban en dos habitaciones separadas en la Mansión de Zejabel. Se toparon la una con la otra en el momento en el que cada una decidió ir hablar de su sueño.

- Tú también...

- Tuviste este sueño...

- Extraño...

- Y muy real...

Las dos mujeres no entendían nada. Había mucha magia entre ellas, pero era muy raro que dos personas o hermanas soñaran con lo mismo. Decidieron ir hablar con el más apto para responderles. Dimizar procuraba no dormir jamás gracias a sortilegios sombríos, cada vez que cerraba los ojos no podía abstenerse de ver de nuevo la cara muerta de la que compartió su vida. No dormir le ofrecía también la posibilidad de no perder el tiempo y de tejer su red de conspiración. Silene y Selene contaron su extraño sueño al Nehantista que se asombró por el significado de éste.

- Ya es hora de pagar tu deuda Dimizar, le dijo una voz desde el fondo de la cueva.

- Sí, es el tiempo, respondió delante de ambas hermanas que no comprendieron esta frase.

- ¿El tiempo de qué Dimizar? Preguntó Silene.

- ¡Pronto llegara el momento de la liberación de Nehant mis señoritas!

Silene y Selene se miraron una a la otra con una sonrisa radiante.

- No estén demasiado contentas, esto será extremadamente doloroso, dijo llevándolas a su laboratorio. Voy a poner en práctica lo que necesitamos, prepárense para un largo viaje, posiblemente sin retorno.

Las hermanas pasaron el día imaginando cuál podría ser el medio de acercarse a Nehant y trataron de imaginar su futuro. Mientras preparaban los pocos asuntos que tenían pendientes, Ardrakar irrumpió en la habitación de Selene poco después de haber ido a buscar a su hermana.

- Así que Nehant decidirá si concederles su marca y cambiarlas. Estoy muy contenta, debes saber que pase por eso en otro tiempo.

- ¿En serio? ¿Cómo te fue?

- Mal, Pero principalmente fue porque estaba vinculada a Dragón. Luchó para conservarme y ese fue el peor de los sufrimientos. El lazo con Dragón fue cortado, entonces recibí una nueva Piedra-Corazón, una ínfima parte de Nehant, dijo mostrando la piedra implantada en la palma de su mano izquierda. Maravilladas, las hermanas empezaron a hacerle un número incalculable de preguntas, pero Ardrakar les cortó.

- Les deseo buena suerte, Dimizar me habló de su sueño, espero que se realice, yo haría cualquier cosa para convertirme en la dama de Nehant, dijo al salir de la habitación.

Las hermanas no podían creer este descubrimiento a costa de Ardrakar, esto les confirmaba aun más su idea. Se prepararon rápidamente y esperaron a Dimizar en la entrada, pasaron el tiempo mirando a Tragalma entrenarse de modo más bien salvaje con Carkasa. Por fin Dimizar acompañado por Máscara de Hierro llegó a la entrada. La pequeña tropa dejó la mansión rápidamente para ponerse en camino a través de las montañas. Atravesaron así durante varios días la cadena principal de las tierras de Guem. Finalmente llegaron al sur de Tantad, una región bastante inhospita. A lo lejos los volcanes de Tantad liberaban un humo negro y denso como de costumbre, un recordatorio de su existencia.

- Casi hemos llegado, no está muy lejos de aquí, tranquilizó Dimizar a sus compañeros que comenzaban a cansarse de viajar. Vamos a esperar esta noche y vamos a llamarlo.

- ¿Llamar a quién? Preguntó a Selene.

- Al Gran Devorador, respondió Máscara de Hierro que para el viaje llevaba una máscara simple en lugar de su máscara completa.

- ¿Quién es? ¿O qué es?

- Es el principio del fin y para ustedes dos la puerta de entrada hacia otro lugar.

El grupo avanzó hasta alcanzar una llanura desértica, sin árboles, sin plantas, sólo tierra arcillosa, peñascos y cristales transparentes pero la mayor parte estaban rotos. Dimizar pareció seguir un sendero invisible y se detuvo cuando llegó al final de éste.

- Aquí estamos, es ahí.

Selene y Silene miraron para todas partes pero no veían nada.

- ¿Dónde está el Gran Devorador?

- Allí dónde no se lo ve, en las profundidades de la tierra, dijo Dimizar mostrando el suelo. Es aquí donde Nehant abrió las puertas de los meandros y dispersó a los demonios. Ahora el Gran Devorador guarda la entrada pacientemente hasta la vuelta su amo.

Dimizar sacó un pequeño cofre de su bolsa, lo puso delicadamente sobre la tierra y lo abrió con una cautela infinita. Saco dos trozos de Nehant y confió uno a Máscara de Hierro.

- Ahora únanse para formar a Sombrosa, ordenó Dimizar.

Las hermanas cumplieron la orden y se convirtieron en la criatura de sombra de cuatro brazos.

- Máscara de Hierro, comencemos.

Ambos magos dibujaron sobre el suelo espirales unidas entre ellas para que los trazos fueran continuos. Así formaron un círculo bastante grande, se colocaron en el centro de éste. Máscara de Hierro absorbió toda la magia nehántica contenida en su trozo y la mitad del círculo que había dibujado se iluminó en rojo. Las espirales cavaron la tierra como si lava fluyera en el lugar de los trazos dibujados. Dimizar hizo lo mismo.

- Guardián de los meandros, Gran Devorador, los sirvientes de Nehant te llaman, escucha nuestras voces.

Repitieron un gran número de veces esta frase y a medida que ellos pronunciaban las palabras las espirales se intensificaban y crecían en tamaño. Luego la tierra tembló. Cristales de cuarzo estallaron y peñascos rodaron en las colinas de los alrededores.

- Está allí, gritó Dimizar. Sombrosa, entra al círculo.

La criatura de sombra atravesó las espirales en el momento en el que el suelo delante de ellos se levantaba. Una colina se formó, luego una montaña. Ésta se ahuecó para formar un tipo de boca humeante cuya garganta fue iluminada por un color rojo.

- Oí la llamada y vine fiel al dueño, dijo una voz que parecía emanar de esta cosa.

Dimizar y Máscara de Hierro tomaron a Sombrosa y la lanzaron al círculo.

- ¡Esta criatura debe verte, devórala! Gritó Dimizar.

Sombrosa sorprendida creyó que era el fin. La boca aspiró hasta tragar a la criatura de sombra que aullaba con espanto. En cuanto se la hubo tragado, el Gran Devorador se dirigió a los Nehantistas.

- Les será devuelta a tiempo. Nos veremos pronto, siento que el amo pronto llegará y seré bastante poderoso de nuevo para vomitar a las legiones.

La boca se cerró y la montaña se hundió en el suelo hasta desaparecer.

- ¿Que hacemos Dimizar?

- Regresaremos a la mansión para acabar el plan, volverá a tiempo.

Sombrosa caía, su caída la atraía inexorablemente hacia un lugar donde nadie deseaba poner los pies. El aterrizaje fue doloroso, cayó de cara contra la tierra, o más bien de cara contra las cenizas. El polvo se filtraba por su garganta y su nariz, era sofocante. Se levantó lo mejor que pudo, buscando un apoyo con sus cuatro manos. Después de escupir la ceniza y recuperar el sentido Sombrosa admiró increíbles decorados que la rodeaba. Por todo el suelo de una gran caverna de piedra negra, estanques se llenaban de una materia viscosa, se veía como la lava, pero era negro como las tinieblas.

- Seas bienvenida Sombrosa. Soy el Gran Devorador, ven hacia mí.

La voz venía del otro lado de la cueva. Obedeció y se deslizó entre los estanques, observó que en algunos lugares la materia fluía como animada por una voluntad propia. Por el otro lado había un altar tallado en cristal negro. Lo examinó pero sólo vio allí su propio reflejo.

- ¿Estás lista para el sacrificio Sombrosa?

- ¿De qué habla? ¡Muéstrese!

Apareció de golpe sobre el altar una pequeña criatura humanoide no más grande que una daga. Su aspecto era espantoso, parecía un modelo reducido de Tragalma, pero con la diferencia que su cara se acercaba más a la de un humano.

"¿Es usted el Gran Devorador?" Le preguntó Sombrosa.

- Sí, yo soy "eso" ¡Ten cuidado con tus pensamientos, que aquí son míos! Muy fácil podría decidir encerrarte aquí para siempre.

- Bueno, en ese caso, ya sabe que voy a preguntar ¿Cómo me acercó a Nehant? ...

- Para responderte, necesito un sacrificio.

- Pero, ¿Qué sacrificio?

El Gran Devorador mostró sus dientes afilados mientras sonreía.

- ¡Arranca esa horrible Piedra-Corazón de en medio de tu pecho!

Sombrosa sabía muy bien, que intentar esa operación no peligrosa sino pero mortal. Había oído historias de personas que habían arrancado su Piedra-Corazón y habían muerto poco tiempo después de la operación.

- Un Guemeliano no puede sobrevivir sin su Piedra-Corazón, dijo persuadida por lo que pensaba.

- Si, es posible que ustedes corran peligro de morir. Supongo que debo dejarlas volver con Dimizar.

- ¿Qué? ¿Eso es todo? ¡Soy la elegida por Nehant! ¡Harás según su voluntad, o perderás tu cabeza!

- Es posible, sí, el amo dispone de mi existencia, si no está satisfecho podrá destruirme. ¡Arranca esa piedra!

Sombrosa tenía dudas, ¿Acaso había que morir para Nehant? ¿Silene y Selene cuyas conciencias estaban mezcladas tenían elección? Después de una intensa reflexión cogió una daga que colgaba de su cinturón. Con un movimiento rápido plantó la daga en su pecho a lo largo de su Piedra-Corazón arrancándola dolorosamente de un golpe seco. El dolor recorrió su cuerpo como si se le arrancaran los brazos o como si la descuartizaran viva. Llegó con mucha dificultad tras arrancar la Piedra-Corazón a entregársela al Gran Devorador. La sangre se escapaba en grandes cantidades por la herida mientras sentía que sus fuerzas la dejaban. La pequeña criatura aceptó la Piedra-Corazón y se la comió enseguida. Sombrosa se desmayó, su vida escapaba de ella, Cayó al suelo inconsciente.

- Sacrificio aceptado, dijo el Gran Devorador.

Este último bajo de un salto, fue por un poco de materia negra de uno de los estanques. Al contacto con el demonio la materia se transformó en un pedazo de Cristal Negro.

- Vivirás Sombrosa, doncella de Nehant, exclamó cuando puso la piedra sobre la herida sangrante.

La piel se regeneró alrededor de la piedra y un profundo cambio se produjo en ella. Su aspecto cambió. Sus cabellos se volvieron blancos y su cuerpo se acercó más a la de una mujer-serpiente. Las sombras en movimiento que formaban su cola desaparecieron y su piel se volvió lisa hasta el final de su cola. La primera cosa que vio fue esta nueva piedra que emitía una débil luz roja. La rozó con una de sus manos y del golpe se dio cuenta que seguía siendo Sombrosa. Silene y Selene no habrían podido mantener esta forma en caso de inconsciencia.

- ¿Qué me hiciste?

La voz de Sombrosa había cambiado, era más sibilante y cautivante.

- Eres tal como el amo lo deseaba y tal como tú lo deseabas también. Dentro de poco Selene y Silene no existirán más, quedará sólo Sombrosa.

Sombrosa escuchaba la voz el Gran Devorador. Sentía algo diferente en ella, además de los cambios físicos sentía un poder más grande, más fuerte y más poderoso y además de un fuerte vínculo con Nehant. Se echó a reír, al principio despacio, luego cada vez más fuerte, Sombrosa se había convertido en una Guemeliana de Nehant.

Capitulo 2 - Metedura de mano

Dimizar y Máscara de Hierro habían vuelto a la mansión desde hace varios días y no se podía decir que no escatimaban en esfuerzos. Desde hacía varias semanas que las piezas estaban en su lugar, y hasta el reciente cambio de situación en relación a los Combatientes de Zil no impediría que empezara la maquinación. Tragalma se precipitó al laboratorio mordiendo una pata de ave sobre la cual había un mensaje enrollado.

- ¿Qué ha pasado? Dime que no que te comiste al ave, preguntó Dimizar, temiendo la respuesta.

El demonio, que solo actúo por reflejo mientras la paloma se había posado no lejos de él, no respondió, contentándose con dar la pata del ave al Nehantista. Dejó la habitación rápidamente para no tener que justificarse.

- Habría hecho mejor no invocarte, gritó Dimizar que se asombraba siempre de la estupidez de este demonio.

Desenrolló el pequeño pergamino moteado de sangre y se puso a leer la misiva.

"Todo está listo, la propuesta es tomada en consideración, va a ser convocado para el debate."

Muy buenas noticias al parecer, dijo la voz del espejo.

- Excelentes, la próxima etapa pronto estará lista.

- Biiiieeen, muy biiienn. Pon atención en nuestros enemigos, todavía son numerosos. Ese Marlok es un verdadero problema.

- Marlok y sus amigos, sí, son un problema pero tienen un punto débil, una persona en sus filas, que les causará muchas preocupaciones. Pero al fin estamos aquí en esta etapa, ahora vamos a la que nos importa. Por otra parte, el ritual está listo, voy para allá. Y tú ¿Estás dispuesto a desempeñar tu papel, Caído?

El antiguo Solarian estaba sentado en el suelo un poco más lejos, inmóvil.

- Según su voluntad, amo.

- ¡Perfecto! En marcha.

Varios días más tarde, en el castillo de Kaes. Los Consejeros se habían reunido en una sesión extraordinaria para tratar un tema muy importante. Al final, el Consejo de los Gremios debería votar para determinar si la magia nehantica debía o no seguir siendo una magia prohibida. El debate era muy animado porque este tema era verdaderamente sensible. La magia de Nehant estaba prohibida desde la creación del Consejo de los Gremios. La palabra se había dado al Consejero Veraz, gran detractor de esta moción, penúltimo en hablar antes de la votación.

- ¡Usted no se da cuenta de lo que implica esto! ¿Olvidó a nuestros padres y lo que el mundo sufrió en el momento de la guerra contra Nehant? Vamos, seamos serios por favor, volver este tema al tapete es para mí una confesión de debilidad.

Pronto, la gran mayoría de consejeros se levantó para protestar o apoyar las palabras de Veraz.

- ¡Silencio! ¡SILENCIO!

El Consejero-Decano Kaketsu golpeó el suelo enlosado con un bastón de ceremonia, llamando al orden así los revoltosos. Durante el debate, un orden preciso de quien hablaba fue organizado, con el fin de alternar a los Consejeros a favor y en contra de la medida.

- La palabra está siempre con el Consejo Veraz, indicó el viejo hombre originario de Xzia.

- Gracias Decano. Estimados Consejeros, queridas Consejeras, ¿Cuál fue el hecho que nos lleva a cuestionar el fundamento mismo de la creación del Consejo, además del hecho que nuestra organización regula a los Gremios? Una de nuestras misiones es luchar contra Nehant. No tengo nada más añadir, creo en mis argumentos. Veraz fue a sentarse de nuevo en su sitio mientras que el Consejero-Decano le concedía la palabra a Edrianne. En el momento en el que la dama iba a comenzar su discurso un joven hombre que llevaba la librea del Consejo entró rápidamente y dio un pergamino a Edrianne. Después de haberlo leído, se levantó y se dirigió a la asamblea.

- La magia de Nehant está prohibida. Pero ¿Qué pensar de las llamas que nos pueden destruir? ¿De la magia de la sombra tan próxima al nehantismo que ciertos gremios usan a exceso? Tal vez sea hora de no prohibir, sino de aprender de nuestros errores con el fin de avanzar en otra dirección, la de la comprensión. Creo que tengo lo suficiente para convencerlos de los tiempos han cambiado y que debemos adaptar nuestras decisiones al contexto. El peligro hoy no es Nehant, sino la Piedra Caída del Cielo así como los venidos del desierto. Tengo aquí un informe que me advierte que mientras hablo una buena parte de las tierras conocidas como Tumba de los Ancestros acaba de desgarrarse.

- ¿Cuál es la relación con el tema que nos ocupa? Intervino Kaketsu.

- Voy para allá Decano. Quiero recordarles un informe de las actividades de los Enviados de Noz'Dingard, la Archimaga Anryena y sus magos del Compendium, a pesar de su reputación de ser los magos más poderosos del mundo no consiguieron vencer las teúrgias de los nómadas. ¿Y si les digo que la magia de Nehant ha tenido éxito allí dónde el Compendium ha fracasado?

- ¡Yo diría que mientes! Acusó el Consejero Edrios originario de Tantad.

- En ese caso permítame presentarle a un invitado que va a probarle que lo que digo es verdad.

En ese momento, Dimizar, sólo, entró en la habitación ante la mirada atónita de algunos Consejeros. El Nehantista avanzó con paso seguro hasta Edrianne. Dimizar esperó hasta que se hizo el silencio, luego miró a Kaketsu. Este último le ofreció la palabra.

- Damas, Señoras y Señores del Consejo de Gremios permítanme ante todo saludarles. Estoy honrado de estar aquí entre ustedes para convencerlos que hoy, los Nehantistas son su mejor ventaja en esta guerra contra los Solarian.

Por su parte Veraz hervía por dentro, ¡un Nehantista! El Nehantista que todo el mundo buscaba, estaba allí delante del Consejo. Era suficiente, no, el Consejo debería detenerlo inmediatamente. Pero todos estaban colgados de los labios del Nehantista.

- Así como muchos, estoy inquieto a causa de la proporción enorme que toma este asunto de Piedra Caída del Cielo. Estudié esta extraña magia traída de una lejana región. He encontrado la solución gracias a la magia de Nehant.

Las protestas aumentaron.

- Pero creo que les hace falta una prueba, le presento a un Solarian que no puede utilizar más su magia destructora sobre nuestra gente. Entró entonces el Caído, que fue recibido con muchos "ho" y "ha", su apariencia estaba fuertemente modificada por la magia nehantica.

- Pienso que todos ustedes leyeron el informe de los gremios respecto a esta persona, hay pocos entre los nómadas que tienen alas y poderes terroríficos. Aquella persona es su equivalente.

- ¡Monstruoso! Exclamó Veraz.

- Nuestras tierras serán monstruosas si no los derrotamos. Les traigo una solución y haré todo lo posible para que la normalidad vuelva sobre las tierras de Guem.

- ¿Qué es lo que nos prueba que esta persona era un Solarian antes de que usted lo transformara en esa cosa? Preguntó Veraz con aire escéptico.

- Puedo aportarle otra prueba en ese caso. Yo sé que usted tiene pequeños trozos de la Piedra Caída del Cielo y que los estudia. Si pudiera aportarme dos trozos, podría entonces hacerle una demostración.

Veraz que no tenía ninguna razón en particular para negarse envió a un guardia a buscar lo que se le pedía. Algunos instantes más tarde volvió con un cofre.

- Le agradezco, dijo Dimizar aceptando el cofre.

Efectivamente en el interior había dos pedazos de cristales amarillos y vivamente brillantes. Tomó uno entre su pulgar y su índice y procuró que todos los Consejeros pudieran ver la escena.

- Vea usted que la magia de Nehant no se basa en la sombra, mientras que esta última se contenta con ocultar o engañar la realidad...

Un velo de sombra se extendió entonces sobre el trozo de la Piedra Caída del Cielo acabando por empañarla. El trozo se volvió completamente negro.

- La magia de Nehant permite cortar el vínculo del Solarian con lo que les da poder y así tener éxito donde todo el resto ha fracasado, dijo lanzándole la piedra a Veraz que hizo un movimiento hacia atrás esquivando la piedra. Tranquilícese no arriesga nada. Consejero Veraz, sé que está versado en el arte de la magia y sé que ahora siente la magia de Guem en esta piedra y no la ignominia venida de otra parte.

Los Consejeros quedaron estupefactos por el resultado, el Nehantista tenía razón, podía luchar y ganar contra los invasores del desierto.

- Puedo cambiar el curso de las cosas, pero para eso ustedes deben autorizar la magia de Nehant para que varios de nosotros que puedan ayudar se sientan más confiados y no sean cazados como vulgares criminales.

- Pero usted es un criminal, atacó Edrios. Se presenta ante nosotros manipulando una magia prohibida, deberíamos ejecutarle de inmediato.

- Podría, pero en ese caso condenaría a las tierras de Guem a un fin seguro. La elección está en su conciencia.

Kaketsu golpeó con su bastón ceremonial de forma particular, lo que señalaba el fin de la sesión y el paso a la votación. Dimizar y el Caído salieron de la sala.

- ¿Amo, piensa usted que van a aceptar? Preguntó el antiguo Solarian.

- Por supuesto, no puede ser de de otro modo, muchos Consejeros nos son totalmente fieles, dijo dejando escapar unas risitas.

Después de una hora, Dimizar fue invitado a reunirse con los Consejeros. Vio la cara de Veraz y supo que la votación había ido muy bien, apoyando la causa Nehantista.

- Con 11 votos contra 4, el Consejo revocó la prohibición de la práctica de la magia Nehantica. Toda persona que practique la magia de Nehant debe registrarse en el Consejo, el que no se registre y practique esta magia sin consentimiento será considerado como criminal y se castigará si se prueba la práctica de la magia de Nehant.

"Y he aquí, el principio del fin" dijo Dimizar. Pero el Decano no parecía haber acabado.

- Usted deberá formar un gremio oficial con sus seguidores, el que estará bajo la tutela del Consejo. Si ustedes no aportan pruebas de su buena voluntad para eliminar la Piedra Caída del Cielo y a los Solarian, serán perseguidos y ejecutados por todos los Gremios existentes.

"Maravilloso".

Más tarde, mientras Dimizar abandonaba el castillo se reunió con una de las Consejeras, que no era otra que Odiosa que bajo otro nombre se había unido al Consejo.

- ¡Muy bien querida, lo ha logrado con brillantes! Dijo Dimizar con aire… alegre.

- Sí, esos idiotas solo opusieron poca resistencia, aparte de Edrios, Veraz, Kaketsu y Chantelain, los otros están bajo contrato.

Además aquí está, póngalos bajo custodia para que nadie le ponga las manos encima, por favor.

Dimizar aceptó el precioso obsequio que decía que a partir de ahora trabajaban en el Consejo; en lo sucesivo no tendrían que esconderse más y la guerra contra los Solarian era una distracción perfecta.

- Y ¿Qué hacemos ahora señor? Preguntó Odiosa.

- ¿Ahora? Nos ocuparemos de Amidaraxar y sacaremos a Nehant de donde está encerrado. Sombrosa se va a encargar de este tema, mientras que nosotros mostramos al mundo nuestros progresos contra los nómadas.